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“Machismo a la luz de nuestra cultura y la cultura occidental”

Percibir el machismo en la cultura, o mas específicamente en nuestra cultura no


es algo difícil, aun cuando nosotras las mujeres no usemos un velo que cubra
nuestro rostro o nos veamos oligadas a depender de nuestros maridos,
poseemos otro tipo de velos, el velo del irrespeto por parte de los hombre, el velo
de la degradació n sexual, el velo de las tendencias de la moda que nos obligan a
actuar y vestirnos de una u otra manera, el velo de la sociedad que cada vez nos
arrastra mas pretendiendo que formemos parte de ese conglomerado de
zombies que ellos desean que seamos, de esas figurillas de plá stico que sean
fá cilmente manipulables; y por el ultimo el velo de la inferioridad, ese que lleva a
los hombres a pensar y convencerse de que no podemos ser iguales o mejores y
que simplemente nuestras capacidades intelectuales nunca será n como las suyas.

Bien es cierto que la mujer adquiere cada dia mas autonomía y mas inclusió n en
los asuntos que son de verdadera importancia de nuestro mundo, pero que
precio deben pagar para lograr acceder a este tipo de oportunidades?
En este aná lisis se pretende analizar y observar el comportamiento de las
mujeres en nuestra sociedad y compararlo con el comportamiento de las
mujeres en el medio oriente y lo que esa figura representa para los hombres.
tratare entonces de ser lo mas especifica posible en cuanto al la descripció n del
comportamiento de las mujeres y la actitud que toman algunos hombres
respecto a ellas; ya que observar y detectar el machismo sin ayuda de un velo
concreto como el “ burga o burka” es algo que requiere de mucha dedicació n y
esfuerzo.

1. Definiciones de machismo:

El machismo es un conjunto de costumbres y actitudes sexistas que sostienen


que el hombre es superior a la mujer en inteligencia, fuerza y capacidad. Es decir,
asignan a las mujeres características de inferioridad. Por lo tanto quienes creen
en el machismo o han sido educados en él, consideran que es el hombre quien
tiene poder de decisió n y elecció n, quien puede mandar y ordenar, conquistar y
proponer en las relaciones afectivas y sexuales, quien debe recibir mayor
retribució n econó mica, entre otras creencias. Ademá s, se consideran oficios o
actividades determinados para hombres y otros para mujeres, por ejemplo: las
labores del hogar son para las mujeres, y traer el sustento al hogar es para los
hombres. Las creencias machistas han pasado de generació n en generació n y por
eso aú n hoy muchas personas en distintas sociedades y culturas las conservan e
incluso las ven como algo normal. En otros casos, el machismo ha sido integrado
a la personalidad tanto la educació n escolar, familiar y los medios de
comunicació n, que no se ve como una creencia sino como algo natural, es decir,
se asume que bioló gicamente las mujeres son frá giles, dependientes e incapaces
para desarrollar determinados trabajos u oficios. Sin embargo, muchas otras
sociedades han relegado el machismo e intentan tener relaciones equitativas
entre hombres y mujeres. Por tratarse de una idea creada por las personas y la
cultura, el machismo puede transformarse; pues hombres y mujeres tienen los
mismos derechos y por lo tanto deben gozar de las mismas oportunidades .

2.Investigacion sobre el tema:

Machismo en las diferentes culturas:

“El dominio masculino es indispensable para que los hombres puedan apropiarse
del producto de la fecundidad femenina“ – El Corá n

“Los hombres tienen autoridad sobre las mujeres en virtud de la preferencia que
Alá ha dado a unos má s que a otros y de los bienes que gastan. Las mujeres
virtuosas son devotas y cuidan, en ausencia de sus maridos, de lo que Alá manda
que cuiden.

¡Amonestad a aquellas de quienes temá is que se rebelen, dejadlas solas en el


lecho, pegadles! Si os obedecen, no os metá is má s con ellas. Alá es excelso,
grande” – El Corá n

“Manda a las mujeres que creen que humillen sus miradas y que observen la
continencia, que no dejen ver de sus adornos má s que lo que está en el exterior,
que cubran sus senos con un velo, que no dejen ver sus encantos má s que a sus
maridos o a sus padres o a los padres de sus maridos…”- El Corá n

“¿Qué es el Islam?
El Islam es una religió n monoteísta cuyo dogma se basa en el libro del Corá n, el
cual establece como premisa fundamental para sus creyentes que "No hay má s
dios que Alá y que Mahoma es el mensajero de Alá " La palabra á rabe Allah,
castellanizada como Alá , significa "Dios" y su etimología es la misma de la
palabra semítica El, por la que se nombra a Diosen la Biblia. Los eruditos
islá micos definen al Islam como:"La sumisió n a Dios el Altísimo a través del
Monoteísmo, la obediencia y el abandono de la idolatría". El libro sagrado del
Islam es el Corá n, dictado por Alá a Mahoma a través de Yibril (el arcá ngel
Gabriel). Los seguidores del Islam se denominan musulmanes (en á rabe ‫ملس‬
Atestiguan que Mahoma es el .(ultimo de los profetas enviados por Dios y sello
de la Profecía)

El Islam y la mujer
Antes del advenimiento del Islam, las mujeres á rabes paganas generalmente
disfrutaban un estatus respetable en la sociedad; La poesía pagana á rabe estaba
dedicada principalmente a la belleza y la gracia de sus mujeres, y la gloria de sus
valores tribales en la paz y en la guerra. Y só lo prevalecía en una tribu predadora
de la Meca la maligna costumbre de enterrar vivas a las hijas. Era altamente
inusitado que un hombre de la sociedad á rabe preislá mica tuviera má s de una
mujer en su casa; y es bastante seguro que la poligamia fue introducida y
fomentada por el profeta después de la revelació n del Islam. Las
mujeres eran para producir el mayor nú mero posible de musulmanes.
Esto resultó al final en la degradació n del estatus de la mujer casada en la
sociedad islá mica. Por doquier las costumbres á rabes preislá micas permitían
muchas formas suaves de matrimonio en la tradició n matrilineal y matrilocal,
que le daban libertad y decisió n a la mujer como un ser humano completo; sin
embargo, las reglas artificiales del nikah Islá mico redujeron el matrimonio a una
simple esclavitud sexual y social.

Una cá rcel de tela


El término burka o burqa puede referirse a dos formas de ropa tradicional
usadas por mujeres en algunos países musulmanes. La primera es un tipo de velo
que se ata a la cabeza, sobre un cobertor de cabeza y que cubre la cara a
excepció n de una raja en los ojos para que la mujer pueda ver a través de
ella.La otra es una prenda conocida como burka completo, burka
afgano o, en ocasiones, chador, el cual cubre el cuerpo y la
cara por completo. Ambas clases de burka son utilizados por algunas mujeres
musulmanas como una interpretació n del có digo de vestido
del hiyab.

El burka completo fue hecho obligatorio en Afganistá n bajo el


mandato de los talibanes, imponiéndose de esta forma un tipo de
prenda ya que cubre los ojos con un 'velo tupido' que impide que
quien la usa pueda ver normalmente, puesto que el ´enmallado´
que la compone limita la visió n lateral haciendo perder la
ubicació n espacial. El burka afgano ejerce una fuerte presió n
(peso) sobre la cabeza; La extensió n promedio de esta prenda es
hasta la altura de los pies, no solamente para cubrir todo el
cuerpo.
La introducció n de esta prenda se produjo en Afganistá n a principios del
siglo XX, durante el mandato de Habibullah (1901-1919), quien impuso
su uso a las mujeres que componían su numeroso harén, para evitar
que la belleza del rostro de estas tentara a otros hombres. Así pues el
burka se convirtió en una vestimenta utilizada por la clase alta, quien de
este modo se "aislaba" del pueblo llano, evitando así su mirada. En la
década de los 50 su uso se generalizó en la mayoría de la població n, si
bien seguía siendo una prenda de las clases acomodadas. Como ya se
ha dicho se extendió entre todas las capas sociales en un acto de
imitació n de clase alta, ya que se consideraba un símbolo positivo de
estatus social.

La burka no es un vestido, es una cá rcel que somete a las mujeres a la terrible


dificultad de no ver con claridad nada que no se encuentre a un metro de
distancia frente a sus ojos. Produce una visió n de "anteojeras", que les hace
perder la vista de los á ngulos laterales estrechando el campo
visual que aparece, detrá s de las celdas del tejidoque se abre a la altura de los
ojos, "enrejando" todo lo percibido. Las miradas de estas mujeres está n presas,
como sus cuerpos.

...Es como una cá rcel. Da calor y aísla. Las


mujeres no pueden reconocerse. Las que
necesitan gafas, no pueden usarlas. Es como si,
ademá s, fueran casi ciegas. El tejido que cubre
sus ojos debe ser suficientemente tupido pues a
algunas mujeres les han pegado por llevar los
agujeritos demasiado grandes. Para las mujeres,
la obligació n de llevarla ha sido un trauma,
porque es humillante, dificulta todos los
movimientos y también ver... – Sabira Mateen

"...las mujeres afganas sufren un holocausto de género


desde que los talibanes asumieron el poder en Afganistá n,
siendo violentadas, humilladas, ciegas, golpeadas, excluidas
, lapidadas...“ – The Times, Noviembre 2001.

Al nacer, el ser humano organiza su mundo a través del contacto con su madre
(o de la persona que cumple con la funció n materna). Su primer vínculo con ese
mundo nuevo es la piel. El segundo, será la mirada, y el tercero, la voz. Debajo de
la burka, la mirada de la madre no existe. No existe su rostro, su voz se
distorsiona y es imposible el contacto con su piel. Tampoco existe para estas
mujeres la mirada del hijo al amamantar. No hay vínculo ni sostén a través de
este soporte bá sico y constituyente de un Otro. No hay mirada.

El perió dico italiano La Repubblica, publicó unos dibujos


solicitados a niñ os y niñ as afganas acerca de su madre:
invariablemente, ella aparecía como una figura fantasmagó rica
que tenía como rostro rayas entrecruzadas, garabateadas casi
con furia.
A menudo, la poca visibilidad que permite la pequeñ a
apertura provoca, al cruzar las calles, serios accidentes que
llevan a estas mujeres a la muerte.

Algunas prá cticas de los países á rabes

Laab laci ón sexual es la mutilació n de parte de los genitales externos


femeninos para evitar sentir placer sexual, con la finalidad de que pueda
llegar virgen al matrimonio, puesto que si no es de ese modo, la mujer puede
ser rechazada. También se realiza para evitar la supuesta promiscuidad de la
mujer y asegurar que solamente tenga hijos con el marido.
Existen varios tipos de ablación:
Amputació n del prepucio del clítoris (circuncisió n), pudiendo extirparse en
parte o en su totalidad el clítoris (clitoridectomía).
Una forma má s agresiva sería la escisió n o mutilació n del prepucio total o
parcial, del clítoris y los labios menores, conservando los labios mayores.
La infibulació n es la forma má s agresiva y consiste en la extirpació n del
clítoris y labios mayores y menores. Después del acto, hay un cosido de
ambos lados de la vulva hasta que queda prá cticamente cerrada, dejando
ú nicamente una abertura para la sangre menstrual y la orina. La infibulació n
también es llamada circuncisió n faraó nica

La lapidació n es un medio de ejecució n muy antiguo, consiste en que los


asistentes lancen piedras contra el reo, hasta matarlo. Como una persona
puede soportar golpes fuertes sin perder el conocimiento, la lapidació n
puede producir una muerte muy lenta. Esto provoca un mayor sufrimiento
en el condenado, y por ese motivo es una forma de ejecució n que se
abandonó progresivamente a medida que se iban reconociendo los
derechos humanos, junto con medidas como la tortura.
Actualmente, este procedimiento está localizado principalmente en países
de Á frica, Asia u Oriente Medio donde se castiga a las mujeres que
mantienen relaciones sexuales ilegales. La ejecució n por lapidació n suele
llevarse a cabo estando el reo tapado por completo con una tela (para no
ver los efectos), enterrado hasta el cuello o atado de algú n modo mientras
una multitud de gente le tira piedras. Está extendido especialmente en
países á rabes de corte social faná tico-radical de aplicació n de la sharia
también denominado fundamentalismo islá mico. Mayoritariamente en Irá n.

Otras sifras sobre el machismo:

La realidad femenina en un mundo de hombres

La educación
Segú n la UNESCO, unos 885 millones de mujeres y hombres, casi la cuarta parte
de la població n mundial, siguen siendo analfabetos. De este total, un 64 % son
mujeres.
La pobreza
- Má s del 70 % de las personas que viven en condiciones de pobreza absoluta son
mujeres. En 1985 había 1.200 millones de pobres. Crece la economía pero
también crece la pobreza.
La salud
- Cada añ o se producen 150 millones de embarazos. Má s de 1.500 mujeres
mueren diariamente por problemas en el embarazo o durante el parto.
- Cada añ o se efectú an en el mundo 20 millones de abortos en condiciones de
escasa seguridad, lo que deriva en la muerte de 70.000 mujeres.
- La pérdida estimada de vidas femeninas como consecuencia de la falta de
atenció n física prestada a las niñ as da la cifra de entre 60 y 100 millones en todo
el mundo.
- En un grupo de 640 familias de una comunidad de Asia meridional, el 51 %
admitió haber matado a una hija durante la semana siguiente a su nacimiento.
La política
- Hasta 1994 só lo 24 mujeres habían sido Jefas de Estado en lo que va de siglo, la
mitad de ellas después de 1990, mientras que por término medio só lo el 5'7 % de
los ministros eran mujeres en el 94, lo que representa un incremento del 3'3 %
respecto de 1987.
- Só lo en 6 países -Dinamarca, Finlandia, Noruega, Holanda, Suecia y Seychelles)
la tercera parte de los ministros son mujeres. En 1994 no había ninguna mujer a
nivel ministerial ni subministerial en 25 países.
La guerra y la violencia
- A principios de este siglo, el 90 % de las bajas en caso de enfrentamientos
bélicos eran militares, mientras que hoy casi el mismo porcentaje afecta a bajas
civiles.
- En Ruanda, entre abril del 94 y abril del 95 fueron violadas má s de 15.700
mujeres y niñ as de 13 a 65 añ os. Má s de 1.100 dieron a luz como resultado y
unas 5.200 abortaron.
- En muchos países, el nú mero de mujeres que han sido objeto de malos tratos de
su pareja actual o anterior está entre el 25 % y el 50 %.
- Los actos de violencia contra las mujeres no son denunciados casi nunca: só lo
entre el 2 y el 8 % de los casos de abuso sexual de menores (por miembros de la
familia o no) son comunicados a la policía en los Estados Unidos.
-Un muestreo efectuado en el Hospital de la Maternidad de Lima (Perú ) indica
que el 90 % de las madres de 12 a 16 añ os habían sido violadas, a menudo por su
padre, padrastro u otro familiar cercano.
- Se estima que cada añ o unos 2 millones de niñ as sufren la mutilació n genital en
Á frica, Asia o como inmigrantes o refugiadas.
- En 1990, en la India se registraron 4.853 asesinatos de mujeres cuyos padres no
atendieron a las reclamaciones de dinero o artículos hechas por los parientes del
novio.

Artículos relacionados:
El machismo en latinoamérica y la reivindicación actual de la figura
femenina
Latinoamérica es un todo bastante particular, una gran regió n caracterizada por
su mestizaje racial y cultural, por su lengua comú n, y por peculiaridades
reiteradas en el cará cter de sus habitantes. Esto se puede explicar por el
desarrollo histó rico macado por símiles procesos en la regió n, así nos
encontramos con grandes civilizaciones que fueron disminuidas y mestizadas
luego de su contacto con la cultura hispá nica que llegó a intentar establecer sus
características, intereses y cosmovisió n, de esta manera lo que sucedió fue una
fusió n de elementos que generaron una cultura propia no delimitada, con
características precolombinas, del occidente europeo y también particulares lo
que habría generado una crisis de identidad[1] en los latinoamericanos, lo que se
explica en que éstos siempre han querido asemejarse a algo preexistente y no
han aceptado sus rasgos disímiles y su identidad específica: El carácter de los
mexicanos esproducto de las circunstancias sociales imperantes en nuestro país; la
historia de México que es la historia de esas circunstancias, contiene la respuesta a
todas las preguntas[2]. Vemos entonces que de la diferencia es de donde surge el
problema. Que mejor ejemplo que la radical diferencia entre la figura del hombre
latino (el macho) y el europeo (el patriarca).
Como consecuencia de lo anteriormente señ alado podemos establecer aná lisis
comunes a los latinoamericanos, encontrando idénticas caracterizaciones en
países ubicados en diferentes y lejanos contextos geográ ficos dentro del
continente. Lo anterior se consigue examinar partiendo del aná lisis específico de
México y la personalidad de sus habitantes realizado por Octavio Paz. El autor
señ alado se plantea el porqué de las características especiales de su país e
intenta responder a ello, aunque así, de manera deliberada o no, saca a la luz la
identidad de gran parte de Latinoamérica, lo dicho se refuerza al analizar los
ensayos y obras de otros latinoamericanos que analizan la identidad de países
específicos como el cubano José Martí (Éramos una visión, con el pecho de atleta,
las manos de petimetre y la frente de niño. Éramos una máscara, con los calzones
de Inglaterra, el chaleco parisiense, el chaquetón de Norteamérica y la montera de
España[3]), el boliviano Alcides Arguedas o el brasileñ o José Mauro Vasconcelos,
y má s recientemente, en el caso específico de Chile, a Pedro Morandé y Carlos
Cousiñ o.
Es necesario aclarar que el aná lisis lo centraremos en un eje específico del
problema, una de las tantas aristas de complejo cará cter latinoamericano, nos
referimos al “machismo”, como también a la posició n de la mujer dentro de este
contexto.
Para Paz el mexicano es un ser profundamente ensimismado, “cerrado”, es como
un “adolescente” en el sentido de que esta etapa de la vida es en la que cada ser
humano recurre a su yo má s íntimo para alejarse de todo lo que le rodea y buscar
en él la explicació n a muchas cosas, entre ellas, a la crisis identitaria. A raíz de
esta introspecció n surge la “soledad” que afectaría a América Latina, como
también a causa de un distanciamiento y la discriminació n entre los sexos, la
soledad de la pareja, la radicalidad entre el machismo y la feminidad. La solució n
a esta crisis constante se ha encontrado en la modalidad de “esconderse tras
caretas” para intentar ser o parecer otro: el mexicano no quiere o no se atreve a
ser él mismo[4]. El mexicano no se acepta y con esto genera un problema de
rasgos mayores y de difícil solució n: Y la máscara es simulación, es subordinar el
ser al parecer. Quien quiere parecer lo que no es, es quien no se siente capaz de
aceptar lo que es.[5]
En relació n al ú ltimo elemento descrito, la importancia del lenguaje popular es
fundamental pues se muestra como un reflejo de la identidad mexicana y de sus
“má scaras”, es decir que el lenguaje también oculta elementos y genera
significados enmascarados, muchos de ellos aludiendo al machismo intrínseco de
los mexicanos (y latinoamericanos), éste será una figura masculina que reafirma
su lado no racional animal, que seduce a la hembra y golpea para obtener lo que
desea o para demostrar su superioridad. Así nos dice Paz refiriéndose a las
palabras populares: por ella y en ella nos reconocemos entre extraños y a ella
acudimos cada vez que aflora a nuestros labios la condición de nuestro ser[6]. Por
una parte la palabra “chingar” en México es utilizada como un verbo que
representa la madre abierta y violada, a la mujer que entregó su cuerpo al
españ ol.Así la mítica frase “¡Viva México hijos de la Chingada!” representa
siempre “la agresió n”[7] sufrida desde la misma conquista. El verbo denota
violencia, salir de sí mismo y penetrar por la fuerza en otro... ...el que chinga jamás
lo hace con el consentimiento de la chingada. En suma, chingar es hacer violencia
sobre otro[8]. Así en el hombre mexicano el tratar a la mujer con envanecimiento
y violencia es algo que viene desde las mismas raíces de la conquista europea,
desde aquel altanero conquistador europeo que vino a buscar en América todo lo
que no encontró en Europa, realizació n personal, dinero y mujeres. Por su parte
el “rajarse” demuestra ser otra palabra de uso comú n en aquel país la que refleja
el abrirse o el mostrarse tal cual se es, tal vez por eso la frase “no te rajes” (no te
quiebres, no demuestres debilidad, se siempre sinó nimo de poder y fuerza,
aunque en realidad no lo seas) representa de tan perfecta manera al macho
mexicano en el sentido de que siempre debe ocultar su verdadero yo, y por otra
parte demostrar el ser “alguien” que no es de aquí ni de allá , alguien que cuida de
su aspecto físico y de su actuar en pú blico, que viste con ropajes que le dan el
poder que no tiene y que ponen una barrera entre lo físico (mediante esta suerte
de “má scara”) y lo interior, los sentimientos, los impulsos y la verdad, que
demuestran una fortaleza creada pero efímera pues se sustenta en la
superficialidad. No está demá s decir asombrosamente, que símiles a las frases
mencionadas se encuentran en diversas variantes a lo largo y ancho de la zona
latinoamericana.
Continuando con el aná lisis ahora debemos centrarnos “lo femenino”. Aquí se
debe comenzar por poner a la mujer en un plano de radicalidad determinada por
la cultura, ejemplificada por un lado en la figura del sujeto religioso: la “Virgen
María” en sus constantes “apariciones” latinoamericanas: Guadalupe, Santa Rosa
de Lima, Andacollo, entre otras, la que viene a representar la pureza, la
sobreabundancia de dones y la virginidad y a reforzar todo lo que un hombre
espera de una “buena mujer”, de ahí la constante “presencia” de la Virgen
María en los hogares en imá genes y en la peregrinació n de los latinos hacia
lugares santos en dó nde es posible observar su figura y así venerarla. Ademá s de
ello, representa a la madre sufrida y solitaria que lo da todo por su hijo, esto el
latino lo ha tomado febrilmente como la madre que acoge entre sus brazos al hijo
“huacho” y lo sobreprotege contribuyendo a la formació n del cará cter machista.
Así esta mujer está sola junto a su hijo, en el hogar, escondida del pecado y
liviandades que puedan presentarle la calle, escondida má s aú n en la cocina, al
servicio de la alimentació n de los hijos y del marido. Tenemos la cocina como sitio
especial, exclusivamente femenino y aún hoy; en esta era de modernización y
cambio, un lugar apartado del resto de la casa y por lo general escondido, al
contrario de lo que sucede en las casas estadounidenses y europea[9]. Cuando el
marido existe, al contrario de la mujer “casera”, éste siempre está fuera del
hogar, pues no tiene de que afirmarse allí, el mexicano, el macho, no conoce el
significado del arraigo y menos aú n el significado europeo del construir
só lidamente un hogar, de ser “padre” y “esposo”. De este modo la mujer será la
encargada del hogar y de la enseñ anza de los valores escenciales, esto para el
caso chileno es idéntico: Es ella la que debe asumir la responsabilidad de criar a
los hijos y de protegerlos en un ambiente social hostil y donde la figura paterna
brilla por su ausencia[10].
Por otro lado, en el contexto de la mujer que se entrega al hombre fá cilmente (y
ademá s a un “extranjero”) encontramos a “La Malinche”, la mujer violada,
entregada, rajada, la mujer que se necesita para reforzar al macho pero que luego
se deja fá cilmente para que otro la utilice.[11] Esta configuració n a la que nos
referimos apunta principalmente a una mujer que habita en un mundo “hecho
por hombres”, por lo mismo es un espejo de la voluntad masculina, esta
moldeada en funció n del macho, de ahí que la mujer perfecta para el macho sea
débil, casera y sumisa a las ó rdenes de su pareja. Lamujer, así, se debe identificar
con lo opuesto a lo que es el macho, esto es el rechazo a lo “abierto” de la
personalidad y con la virginidad o con la absoluta fidelidad a la pareja.
La figura de Malinche, amante de Cortés (a quien conoció siendo su intérprete de
las lenguas ná huatl y maya), es el arquetipo de lo abierto, del engañ o y de la
“violació n”, siendo esto es tan profundo que lo podemos coger claramente de la
letra de la canció n del folclore mexicano “La Maldició n de Malinche” en dó nde se
culpa a esta figura de todas las catá strofes latinoamericanas. Así en México el ser
“malinchista” es ser simplemente un traidor y es de esta traició n de la que nace el
cará cter mexicano. La primera de estas “maldiciones” es que la unió n entre
indígena y conquistador genera el mestizo, hijo del conquistador que abusa de la
mujer y luego la deja sola con el hijo engendrado por ambos, de aquí vendrá el
gran “ausentismo paterno” típico de Latinoamérica y prá cticamente inexistente
en Europa en donde el patriarca ha fundado una familia y sus hijos han heredado
sus características, trabajo y redes sociales. Por el contrario, acá esto ha sido
prá cticamente inexistente y así el macho latinoamericano se caracteriza por lo
opuesto, por tener muchas mujeres, muchos hijos con distintas madres, por ser
en algunos casos un peó n o un minero errá tico y vagabundo que no conoce lo
que es un hogar con padre madre e hijos, ni el trabajo enraizado en el mismo
lugar (esto en los lugares donde la hacienda no fue un fenó meno socio-
econó mico distintivo, como en el caso de Chile, o dó nde ésta se disolvió ), como sí
lo es en Europa, por el contrario, acá el hogar lo constituye la madre y sus hijos,
el sufrimiento del abandono y el refugio tras la má scara que oculta el origen
mestizo. El dolor que ha dejado esta situació n es lo que ha hecho que en cierta
medida el mexicano reniegue de su pasado, se aferre de su madre y adopte una
actitud de poder superficial.
La radicalidad o doble/opuesto mencionado anteriormente también podemos
encontrarlo en Brasil, viniendo esto a demostrar que la tesis planteada es
aplicable a gran parte de América Latina, así nos lo prueba Roberto Da Matta: de
la figura materna, de la dueña de casa ejemplar ( que cuida al marido y a los hijos
y en la noche ve su telenovela), de la propia mujer vista como categoría genérica y,
en la cultura brasileña, asociada de manera poderosa (paradójica y socialmente)
con el mundo del pecado (por medio de la prostituta) y de la pureza (por medio
de la Virgen María)[12].
La “ruptura” que significa para los latinoamericanos la fiesta es esencial en el
sentido de que son los ritos que marcan una diferencia consustancial con la
cotidianidad, así la fiesta es la ú nica instancia en la que el latino demuestra su
verdadero ser, se abre al mundo, manifiesta lo que hay tras la má scara. La fiesta
tradicional produce exaltación; el hombre abandona el control cotidiano de sus
comportamientos y experimenta un proceso de extraversión de sus anhelos más
profundos... disipadas en medio de este ambiente de alegría y e enaltecimiento[13].
Así por un lado el mexicano se “abre” en la fiesta pero la hace tan extrema y
explosivamente que no puede llegar al fin que persigue, se auto-anula. Por su
parte el brasileñ o en su má xima expresió n de la fiesta, el “carnaval”, demuestra
su propia expresió n de lo señ alado, así en éste destaca la figura femenina y su
ligazó n con lo “sexual” de manera evidente, aquí sale a la calle lo privado de la
casa y se muestra, ademá s (siendo Brasil una sociedad muy jerarquizada) en el
carnaval la jerarquía y la burocracia desaparecen para dar paso a la igualdad, al
desorden y a la exteriorizació n multitudinaria de labores que en un contexto
normal sería calificadas de netamente“privadas”, todo ello viene a demostrar que
el brasileñ o necesita de una “fiesta” en la que pueda sacarse la má scara y ponerse
otra que represente y “resalte” sus particularidades, así se viste con brillos y
adornos se desliga de las reglas y es él mismo durante los días que dura el
carnaval..
Todo lo desplegado anteriormente nos propone que consideremos a un pueblo
latinoamericano que surge del problema identitario y se rebela en contra de sí
mismo, esto se ejemplifica sabiamente y concretamente en México durante la
Revolució n Mexicana y en la Matanza de Tlatelolco: La matanza de Tlatelolco nos
revela que un pasado que creíamos enterrrado está vivo e irrumpe entre nosotros.
Cada vez que se presenta en público aparece enmascarado y armado: no sabemos
quien es, excepto que es destrucción y venganza. Es un pasado que no hemos sabido
o no hemos podido reconocer, nombrar, desenmascarar.[14]. América Latina sería
así un solo pueblo que vislumbra su problema pero que lo reprime
constantemente, lo oculta y finalmente lo hace parecer algo que no es, de ahí el
fuerte rasgo machista y la fuerza que consigo trae, fuerza que surge como la
perfecta contraposició n a la situació n de debilidad y crisis identitaria del
continente. En estas circunstancias es vá lido cuestionarse por las verdaderas
posibilidades de desarrollo de las mujeres en Latinoamérica en donde son
caracterizadas a la luz del machismo, así caracterizando el problema tenemos
que aquí lo femenino y sus particularidades bá sicas son cuestionadas dentro de
esta oposició n a lo que es el macho,por ejemplo, algo tan propio del género
femenino como la sensualidad es castigada como ”pecaminosa” e indigna: la
feminidad nunca es un fin en sí mismo, como lo es la hombría. En otros países estas
funciones se realizan a la luz pública y con brillo.[15] 
Para analizar lo planteado es necesario tener presente el contexto de
modernizació n relativa de la sociedad latinoamericana, el cual afecta tanto a lo
material como al espíritu y al cará cter. Así tenemos a una mujer que habita,
desde mediado del siglo XX en la gran ciudad y se impregna de lo que ésta le
presenta y comienza a dar un giro en su actuar y pensamiento, en este sentido
citamos el caso de Gabriela Mistral, quien visionariamente, fue una de las
mujeres que demuestran que desde mediados del siglo XX la figura de la mujer
latina debía ser reivindicada como también reestructurada: reivindicó a la mujer
desde su adolescencia, hizo a la vez la apología de la maternidad y de la “ternura”,
pero rompió los moldes femeninos adscritos en su propia existencia.. la mujer es un
motivo de principal preocupación para Mistral, por la condición deterirada y de
segundo plano que ocupa en la sociedad de su tiempo.[16].
Así la mujer del siglo XX se atrevió a dar un gran paso, ya sea por las nuevas
tecnologías, oportunidades, necesidad y nuevas ofertas de empleo, etc. Como la
calidad de vida se ha hecho mejor, en este contexto la mujer tiene menos de que
ocuparse en la casa, ademá s de ello ahora se le presenta la opció n de poder
escoger en términos relativos el nú mero de hijos que quiere procrear (métodos
anticonceptivos que surgen como una alternativa que vendrá a cambiar la
concepció n del concepto de madre abnegada y solitaria) y puede salir a la calle a
buscar otras ocupaciones y esparcimiento, aunque esto siempre sesgado y
reprimido por el qué dirá n. Por ello es que la figura femenina está copando los
centros comerciales y también llenando los cupos de las universidades, de esta
manera está conociendo y abriéndose hacia un mundo que parecía oculto para
ella. Así, si bien la mujer podrá desarrollarse poco a poco en este mundo que ya
no es vedado para su completo desarrollo, surgirá n inevitablemente otros
problemas, propios de la desestructuració n de las disposiciones bá sicas
latinoamericanas en las que la mujer ya no ocupará el lugar de madre sumisa y
solitaria, es así como en primera instancia la mujer está siendo sujeto de
cuestionamiento social y familiar, está sufriendo agresió n psicoló gica y física por
parte de su pareja que a veces ve con malos ojos que ésta salga demasiado a la
calle o que descuide a los hijos. También lo anterior genera quiebres
matrimoniales y así padres que continú an siendo “ausentes” e hijos que, en vista
de esto deberá n buscar otras maneras de adquirir apoyo y protecció n.

3. Descripcion:

Para analizar el papel de la mujer en nuestro entorno se planeo realizar una


observació n detallada de diferentes espacios ubicados en el campus
universitario. Se busco entonces identificar los principales escenarios donde se
pudiera observa patrones o algú n tipo de conductas que me indicaran el nivel de
machismo en un determinado espacio.

Durante el proceso de observació n se pidió la opinió n de varis estudiantes tanto


hombres como mujeres, algunos docentes con el fin de fundamentar lo visto
durante el proceso de aná lisis de cada uno de los espacios; los resultados
obtenidos fueron los siguientes:

Locació n #1 boulevard

En el ambiente universitario centrá ndonos en este espacio, el machismo es


evidente de mú ltiples maneras y factores; EL aná lisis desarrollado en el sector
nos aporto algunos datos que nos permitieron llegar a las siguientes
conclusiones, basá ndonos en los siguientes ejemplos:

Entre un grupo de jó venes si un hombre comienza a bromear de manera


extravagante a tal punto de hacerse notar por la comunidad de alrededor este
pasa desapercibido o incluso su comportamiento es aceptado y tomado como
algo positivo; contrario a esto si una mujer adopta dicha actitud es etiquetada
señ alada e incluso objeto de burlas, ademá s de que sus comentarios no son vistos
de la mejor manera, es decir la mujer debe tener especial cuidado a la hora de
expresarse por el hecho de ser mujer .
Otro factor que influye notablemente en la aceptació n social de una mujer, es su
manera de vestir, actuar y expresarse así como en algunos casos su origen y
clase social, factor no tan arraigado en la vida social de los hombres.
Al estar en el mismo espacio junto con otras mujeres y hombres, se observo una
mayor cantidad de criticas hacia las mujeres que hacia los mismos hombres por
parte de ambos sexos, basados en los factores anteriormente mencionado.

El libre desarrollo de la personalidad de las mujeres es entonces limitado por


una serie de factores y pará metros establecidos por las personas a su alrededor.
El machismo dentro de nuestra cultura se manifiesta mas que todo dentro de un
concepto discriminatorio basado en la simple apariencia, en síntesis en una
manera mas burda de elitismo, esto evidenciado principalmente en la població n
joven de nuestra cultura universitaria.

Locació n # 3 alú as de clase

Dentro de las aulas de clase y teniendo como base la opinió n objetiva de un


estudiante de sexo masculino y atreviéndome a hacer un juicio de valor general
considero que la conducta mas relevante de machismo es el prejuicio y
prevenció n frente a las evidentes capacidades intelectuales en una mujer por
parte del sexo masculino, siendo objeto de criticas poco constructivas e in
aportantes, desmeritando sus capacidades y asumiéndolas como golpes de
suerte”
Quizá la muestra mas pequeñ a de machismo comienza cuando el hombre ve la
necesidad de sobreproteger a la mujer, ya que este es para el un ser débil o
inferior, esto se reflejo en las situaciones en que los hombres delegaron a las
mujeres tareas menores y que requerían de un esfuerzo inferior al de los sus
tareas.

Locació n # 4 entorno laboral


En el entorno laboral en general se observo que la mayoría de profesores son
hombres; no obstante los cargos son por lo general de igual importancia y varían
entre si.

Locació n # 5 Doger
Optamos por escoger este establecimiento por ser uno de los mas concurridos
por la comunidad educativa y debido a que Doger es una cadena bastante
reconocida en el medio; allí pudimos obtener algunas conclusiones sobre el
tema seleccionado del machismo a la luz de nuestra sociedad.
Se observo entonces que tanto en este como en los otros lugares la mayoría de
empleados son mujeres y sus labores son bastante bá sicas, pareciera que las
mujeres siempre tuvieran que ser delegadas a labores simples como limpieza,
cocina y atenció n al usuario.
Otras observaciones:
Ademá s de lo observado en cada uno de estos espacios logre observar algunos
aspectos que son de igual importancia para entender el machismo en nuestro
entorno; algunas mujeres ser han convencido de este concepto de inferioridad
creyendo simplemente que los hombres son mejores e imposibles de sobrepasar,
esto lleva a que se muestren inferiores inseguras y no logren explotar sus
capacidades al má ximo, lo anterior bá sicamente debido a ideas transmitidas de
generació n a generació n sobre las mujeres.
Otro factor bastante importante es el de la forma de vestir de las mujeres, ya que
muchas de ellas lo hacen para las demá s y no para ellas mismas lo cual hace que
sean un objeto mas para deleitar al hombre o algo pasajero y de poco valor, un
gancho de ropa que vale por lo que es por fuera y no por lo que es por dentro.
en nuestra ciudad se viven muchos casos de rechazo por parte de ambos sexos
debido a la apariencia física mas que todo en el caso de las mujeres, el hecho de
que una mujer sea delgada, obesa, bonita, fea, alta, bajita o pertenezca a
determinada clase social lleva q que sea aceptada o no por la sociedad.

4.Conclusión:

Nuestra llamada moderna sociedad no es mas que una pirá mide sentada sobre
principios anticuados en los que los niveles inferiores está n siempre ligados a las
mujeres las cuales esporá dicamente pueden ascender mas haya de un limite
subjetivo impuesto; y la punta esta reservada a los hombre, esto se debe a varios
factores.
Con respecto al factor tiempo me refiero específicamente a los “delfines”, hijos
barones de las familias mas destacadas a nivel empresarial y político, los cuales
han sido protagonistas en el desarrollo de nuestro país; preservando los
intereses empresariales, manteniendo las costumbres familiares y asegurando la
continuidad del protagonismo en la escena nacional, por todo esto las ideologías
trascienden la historia y por consiguiente es muy limitado el avance del papel
protagó nico de las mujeres dentro de nuestra sociedad.
Con respecto al factor de cantidad es muy simple, estadísticas dicen que hay
aproximadamente El país tiene una població n de 42 888 592, De ellos, el 51,4 %
son mujeres y el 48,6 % son hombres, este déficit hace que al hombre se le de
una mayor importancia por parte de la misma mujer y que ellas compitan entre
si para poder tener una pareja o un buen circulo de amistad; los hombres en
muchos casos se aprovechan de la situació n teniendo mas de una mujer o
simplemente no respetá ndolas como se debe, la mujer en vez de hacer algo en
contra permite esta opresió n con el fin de ser aceptada socialmente y satisfacer
los deseos del hombre.

Tanto la forma de vestir como la degradació n que la mujer se impone a si misma


o permite que le impongan, nos hace cuestionar que tan machista es nuestra
sociedad comparada con las sociedades orientales; resulta que la tradició n de
cubrir a las mujeres se da debido al respeto hacia ellas mismas, las mujeres se
consideran como algo puro y son respetadas de acuerdo a esto, no obstante
mucho de ese respeto depende de el trato que la mujer tenga con su marido, que
en caso de ser erró neo puede llevar a duros castigos hacia la mujer, segú n lo
dice su religió n; la mujer latinoamericana tiene el derecho a la libre expresió n y
no debe rendir cuentas a su marido de la misma forma que lo hace una mujer del
medio oriente, sin embargo su figura cada vez esta mas degradada, es vista como
un símbolo sexual y muchas veces tratada como un objeto; lo mas grave de todo
es que con el paso del tiempo esto se vuelve algo cotidiano y la mujer pasa a
aceptarlo como una característica de su genero y como algo que no se puede
cambiar sin recibir algú n tipo de rechazo o perder aceptació n de su grupo.

La mujer en Colombia no se ve obligada a llevar un manto sobre su cuerpo, pero


muchas veces lleva el manto de la degradació n, el manto de la inferioridad,
impuesto por la sociedad, por los hombres y por ella misma debido a que no hace
nada para cambiar su realidad, algunos hombres disfrutan de estos privilegios y
de tener unas cuantas cifras estadísticas a favor, lo cual los hace el sexo escaso
en nuestra sociedad y les permite escoger entre las mujeres e incluso vincularse
con mas de una mujer , aun cuando esto sea mal visto ante la ley.
Muchos de los hombres motivan a sus amigos a que sean infieles, o que disfruten
de las mujeres, estas por el contrario son juzgadas cada vez mas duramente con
malos términos y marcadas debido a sus acciones, mientras que un hombre
“mujeriego” es algo aceptable una mujer seria mal vista ante todos si llegara a
actuar de la misma manera.

Podemos entonces observar muy claramente que si vivimos en un entorno


machista, que aunque la mujer cada día adquiere un mayor papel en la sociedad,
ella misma permite ser vista de forma inferior debido a que no hace nada para
evitar que los hombres la sigan tratando como un símbolo sexual, como un
objeto o como algo de poco valor por el simple hecho de ser mujer.
Aun cuando el machismo no se hace tan notable, existe y en grandes magnitudes,
sin mencionar la violencia intrafamiliar; por esto a la hora de denominar a las
culturas orientales “ machistas”, debemos detenernos y observar nuestra propia
cultura que ademá s de degradar a la mujer sexualmente, muchas veces
cuestiona su capacidad intelectual y no contenta con eso la maltrata
físicamente y de una forma tan discreta que todo parece estar marchand bien y
llamamos machismo simple y llanamente al hecho de obligar a una mujer a usar
una “burka” en el medio oriente.
5. Biliografia:

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