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Moscas resucitadas

Una mañana, tía Virguita se fue a la feria y volvió al mediodía sin nada en la canasta y con la
noticia de que podía resucitar moscas. No hizo comentarios, ni dijo quien le había enseñado. Esto
no es raro en ella, a Virguita siempre le interesó lo oculto del más allá.
Al día siguiente se compró una bata azul flúo y colgó en la puerta de su casa un sencillo cartel
que decía: SE RESUCITAN MOSCAS. El resto de la familia puso el grito en el cielo, ella
tranquilizó a todos con el siguiente argumento: ES CASI COMO SER UNA VETERINARIA,
dijo.
Limpió el galpón del fondo e instaló allí lo que ella llamaba, su consultorio. A la vista no había
mas que un par de sillas, una mesa de mármol de tres patas que acarreó del jardín, una lupa,
fósforos y varios atados de ramas de poleo puestos a secar, yuyo que en su casa crece silvestre
como todos los demás. Fuera de la vista había frascos de boca ancha y otras cosas.
Según mi tía las moscas se resucitan colocando a la fallecida bajo un montoncito de ramas de
poleo y pronunciando ciertas palabras: pshpshpshpsh.. ella sabía cuales, en instantes las moscas
vuelven a la vida y despliegan sus alas traslúcidas, así lo contó, como el ave Fénix que también
renace de entre las cenizas para posarse dócil en la mano de su resucitador.
El primer cliente tardó en aparecer, porque no es común que la gente se ocupe de la salud de las
moscas, si me dijeran de las abejas que son insectos útiles, vaya y pase... pero de las moscas... El
cliente traía al animal despachurrado, envuelto en una servilleta, mi tía lo observó con la lupa,
meneó la cabeza y dijo: UN MAL...MMM UN MAL, UN MAL GOLPE, después puso la mosca
sobre la mesa, la cubrió de ramas, acercó un fósforo encendido y pidió que la dejaran a sólas con
ella.
Como a los tres minutos salió del galpón, estaba magnífica Virguita, envuelta en su bata
fulgurante y una tufarada de humo de poleo. Traía el puño cerrado y se escuchaba el: tsststststs
del animalito vivo. Con toda delicadeza se lo entregó al cliente, el hombre estaba impresionado,
le pagó y se fue. Y en la vereda dejó escapar a la mosca.
El negocio de mi tía anduvo muy bien, sería por la novedad o porque realmente era muy buena
resucitando.
La casa se llenó de gente que hacía cola delante del galpón, todos con una cajita o un pañuelos
envolviendo moscas muertas de distintas muertes. Nadie se fue de su casa sin su mosca viva y
nadie dudó jamás de los poderes de tía Virguita.
Su familia terminó por aceptar su situación, pero a mi tío Aldo le parecía un trabajo horrible,
cada vez que ella hablaba de las moscas como sus "pacientes", él se deprimía. Además la casa
entera, con sus habitantes y sus muebles apestaban a poleo quemado.
El problema se presentó un sábado, llegó un hombre muy apurado que pretendió esquivar la cola
explicando que su mosca merecía atención especial porque era blanca. Su ejemplar, dijo, era
único en el mundo, una mosca mitológica, como un unicornio.
Los de la fila le contestaron que una mosca es una mosca en cualquier caso y que no importaba
para nada el color, asi que que más le valía esperar su turno. El hombre insistía, insistía en pasar
primero. Virguita se asomó al escuchar la discusión, cuando vio la mosca palideció,
efectivamente, era blanca, de la cabeza a las patas, blanca como para no verse en la leche. Mi tía
miró la mosca un largo rato mmmm , después se metió al galpón, la escuchamos remover
frascos, volvió a salir más preocupada que antes. Siguió mirando la mosca mmmm y rascándose
los codos. De golpe, se le iluminó la cara: ESO ES TALCO!! gritó, TALCO ES LO QUE LE
PUSO A ESTA MOSCA, FARSANTE. Y después ya como loca empezó a gritar: SUJÉTENME,
SÁQUENMELO DE AQUÍ, SÁQUENMELO DE AQUÍ!!!! El cliente se enfureció, siguió
gritando que la mosca era blanca, pero blanca de verdad y que mi tía no se qué y que por su
culpa la ciencia perdía un animal extraordinario, los otros lo amenazaron tan resueltamente que
al final se fue.
AAAAHHHH Ya mas calmada Virguita improvisó un discurso sobre las avivadas de la gente, lo
mal que está colarse en una fila, las falsas moscas blancas y todas esas supersticiones tontas de
las que se aprovechan los atorrantes. Seaplaudió mucho su sentido de la justicia, pero ese día
después que despidió a su último cliente, guardó la bata, descolgó el cartel y nunca más volvió a
resucitar.

FIN

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