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Bloque

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El período de entreguerras,
la II Guerra Mundial y sus consecuencias.

Parte I

El período de
entreguerras





Historia do Mundo Contemporáneo 2
Depto. Xeografía e Historia



0. Introducción

El fin de la Gran Guerra dio lugar en Europa a la extensión y profundización
de la democracia parlamentaria. Sin embargo, las nuevas democracias
demostrarían durante el período de entreguerras una gran debilidad. A la
altura de 1936, el sistema democrático solo había sobrevivido en aquellos
estados que ya tenían una larga trayectoria liberal parlamentaria (Francia,
Reino Unido, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo y los países nórdicos) y en
muy pocos de los nuevos Estados nacidos después de 1918 (Irlanda,
Finlandia y Checoslovaquia). En el resto del continente, la democracia había
cedido ante el empuje del autoritarismo político (regímenes
ultraconservadores, dictaduras militares y fascismos).


1. La debilidad de las democracias

Llegados a este punto es necesario, por tanto, preguntarse por las
condiciones que explican la debilidad de la democracia en unos casos y su
fortaleza en otros. Para esto es necesario analizar el comportamiento
divergente de tres variables políticas en uno y otro caso: legitimidad,
eficacia y efectividad.

1.1. Problemas de legitimidad La Guerra anglo-irlandesa
Por legitimidad se entiende la aceptación Entre 1919 y 1921 Irlanda, que
mayoritaria de los mecanismos sobre los llevaba años exigiendo su
que se fundamenta un determinado poder independencia del Reino Unido,
político (los procesos electorales o la llevó a cabo una guerra de
guerrillas contra el Estado
alternancia política, por ejemplo) y de las
Británico. La Guerra tuvo su
disposiciones de él emanadas. Esta origen el 21 de enero de 1919,
legitimidad atañe tanto al Estado cuando la formación de un
identificado con un marco territorial, como gobierno separatista en Irlanda
al régimen y a las instituciones liderado por el partido
democráticas. republicano (Sinn Féin) llevó a
En este sentido, las democracias que se proclamase
independiente del Reino Unido.
consolidadas en este período se
Londres, contrario a esta
caracterizan por la inexistencia de minorías decisión, envió a sus fuerzas de
étnicas, culturales o religiosas significativas seguridad para reprimir este
que cuestionen la existencia del propio movimiento independentista y
Estado. La única excepción en este sentido estas fueron contestadas por el
sería el problema irlandés en el Reino IRA (Ireland Republic Army). La
Unido, que entraría en vías de solución con Guerra finalizó en diciembre de
1921, tras la separación de
la fundación en 1921 del Estado Libre de Irlanda en dos entidades
Irlanda. Mientras, muchas de las nacientes políticas: Irlanda e Irlanda del
democracias demostraron serios Norte (bajo dominio británico).
problemas de integración en el marco

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estatal de ciertas minorías: los eslovacos en Checoslovaquia, croatas y
eslovenos en Yugoslavia, los húngaros en la Transilvania rumana, alemanes
en Checoslovaquia y Polonia, y judíos por toda Europa central y oriental. Es
decir, la firma del Tratado de Versalles el 28 de junio de 1919 puso fin
oficialmente a la I Guerra Mundial dibujando un nuevo mapa político que
poco tenía que ver con la realidad étnica y cultural que vivía Europa.
En lo relativo a la legitimidad del régimen y las instituciones
democráticas deben considerarse varias circunstancias:
• En primer lugar, el peso de la tradición liberal-parlamentaria
permite en las viejas democracias atribuir los fracasos de los
poderes políticos a un gobierno concreto y no a un régimen en
general, pues pueden recordarse los éxitos del pasado. Aún así, en
muchas de las nacientes democracias, sobre todo en los países
derrotados en la Guerra (Alemania, Austria y Hungría), las nuevas
autoridades son percibidas por amplios sectores de la población y
por los círculos nacionalistas como responsables de la derrota y
como traidoras a la patria.
• En segundo lugar, resulta significativo el reducido peso electoral
que los grupos antisistema (comunistas, fascistas y derecha
autoritaria) tienen en las democracias consolidadas. Mientras, su
representatividad resulta mucho mayor en las nuevas. El caso
alemán es paradigmático: en los años 30, la suma de fascistas,
derecha radical y comunistas suponía más del 50% del cuerpo
electoral.
• En tercer lugar, en las democracias consolidadas se asiste a una
creciente integración en el sistema de las fuerzas más
representativas de la clase trabajadora (sindicatos y partidos
socialdemócratas), que en algunos casos llegan a encabezas las
tareas de gobierno, como sucede en Suecia en 1922, en Gran Bretaña
en 1924 o en Francia en 1936. Sin embargo, las orientaciones
socialistas revolucionarias (los comunistas alemanes, los socialistas
maximalistas en Italia y los comunistas de inspiración soviética en
otros estados europeos) tienen un peso considerable en las nuevas
democracias.
• Por último, las nuevas democracias debieron afrontar con excesiva
frecuencia la deslealtad hacia el sistema de instituciones
estatales claves como el ejército y la judicatura, generalmente
heredadas de la época pre democrática o de algunos jefes de Estado
que favorecieron y protagonización la instauración de regímenes
autoritarios.

1.2. Problemas de eficacia
Por eficacia se entiende la capacidad de los poderes públicos de afrontar y
dar solución a los problemas que se le presentan a sus ciudadanos:
• La eficacia resulta favorecida en las democracias consolidadas por
unos sistemas políticos bipartidistas (EE.UU., Gran Bretaña, Nueva
Zelanda y Australia) o por un pluralismo moderado (Bélgica,
Holanda, Irlanda y los países nórdicos) que garantiza la estabilidad
gubernamental y posibilita la formación de gobierno de
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concentración nacional o de gran coalición en momentos de extrema
dificultad. Pese a esto, buena parte de las nacientes democracias se
caracterizan por sistemas políticos de un pluralismo extremo y por
una gran polarización política que provoca una gran inestabilidad
gubernamental y dificulta la adopción de decisiones fundamentales.
• Por otro lado, las democracias consolidadas demostraron una mayor
capacidad de hacer frente a los problemas socioeconómicos de
la recesión posbélica y de la Gran Depresión. A esto contribuyeron la
solidez de sus estructuras económicas, el mayor desarrollo de los
sistemas de protección social y la aceptación por patronales y
sindicatos de los canales de negociación establecidos. Mientras, los
desastrosos efectos de las crisis económicas de la posguerra y de los
años treinta (hiperinflación, desempleo) debilitaron los fundamentos
del sistema democrático en muchas de las nacientes democracias.

1.3. Problemas de efectividad
Se entiende por efectividad la posibilidad de superar los errores y atrancos
que dificultan la toma de decisiones. En este sentido, es necesario destacar
la capacidad de las instituciones en las democracias consolidadas para
corregir y superar los casos de corrupción presentes y evitar los casos de
violencia ejercida desde el poder. Aún así, sería precisamente la incapacidad
que se dio en determinadas democracias para impedir el crecimiento de las
organizaciones paramilitares de las fuerzas antisistema (Stahlhelm, SA y SS
en Alemania, squadre fascistas en Italia) el testigo más evidente de la escasa
efectividad de algunas de estas nuevas democracias.


2. Los fascismos

El término fascismo define a un conjunto de movimientos
políticos, ideologías y regímenes aparecidos en el período
de entreguerras que, pese a su diversidad, conectan con
tradiciones intelectuales anteriores, muestran una serie
de trazos comunes y responden a un mismo contexto
histórico.
Si bien, si hablamos del origen etimológico de la
palabra tenemos que acudir a una serie de hechos que nos
ayudan a entenderla. En el momento en que Benito
Mussolini se plantea la posibilidad de instaurar un
sistema político que renueve los ánimos de una Italia
desprestigiada y olvidada por el Tratado de Versales
piensa en la etapa de mayor esplendor de Italia. Ese punto
está, como es evidente, en el Imperio Romano, por lo que Fasces romano.
será este período de la historia el que sirva de inspiración
para el futuro nuevo líder y dictador italiano. La adopción del Imperio
Romano como fuente de inspiración supondrá la adopción también de
muchos de sus símbolos y entre estos tendrán especial protagonismo los
fasces. Estos constituían una herramienta formada por 30 varas atadas
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formando un recipiente cilíndrico al que se le añadía, en la parte intermedia,
una hacha. Habitualmente, este apero era grande, pues las varas podían
medir más de un metro, pero su utilidad non residía en los usos agrícolas,
sino en los simbólicos, pues ya los reyes etruscos lo empleaban para
ejemplificar su poder y más tarde fue adoptado por los reyes romanos e,
incluso, durante la República romana con tales fines.
Los fasces representaba: la unión/poder, pues romper una vara es
más fácil que romper 30 unidas, por lo que simbolizaban el poder de la
unidad; la justicia, representada en la hacha, pues tiene la capacidad de
ejecutar y de perdonar, de decidir sobre la vida y sobre la muerte. Quien
llevara un fasces al hombro era respetado, pues como símbolo de poder y
justicia, solo podía portarlo aquellas personas que tuviesen la capacidad de
tomar decisiones y de emitir juicios.

2.1. Los antecedentes intelectuales
Las ideologías fascistas se configuraron en un caldo de cultivo intelectual
integrado por diversas corrientes culturales nacidas a finales del siglo XIX.
Entre ellas podemos destacar:
• El vitalismo y el neoidealismo (F. Nietzsche y H. Bergson)
cuestionaron abiertamente los principios racionalistas, materialistas
y positivistas característicos del siglo XIX,
postulando en su lugar valores irracionales
como el instinto o la voluntad de poder ligados,
en la mayor parte de los casos, al romanticismo
de finales del siglo XIX.
• Las corrientes cientifistas pretendieron
extrapolar los criterios nacidos en el campo de
las ciencias naturales al análisis del hombre y
de las sociedades humanas. El mejor ejemplo de
ellas fue el socialdarwinismo (H. Spencer), que Friedrich Nietzsche.
postulaba la aplicación de los principios básicos
de la teoría evolucionista (selección natural, supervivencia del más
adaptado) al análisis de las sociedades humanas y a su historia
exaltando la importancia de factores como la violencia, la guerra o la
raza.
• Las formulaciones elitistas (G. Mosca, W.
Pareto, R. Michels) sostienen que la desigualdad
entre los hombres y el dominio de las élites
sobre las mayorías es una constante histórica,
natural y justa. Por lo tanto, la democracia y el
gobierno de las mayorías solo pueden ser meras
ficciones.
• La psicología social de masas (G. Le Bon)
señalaba el carácter irracional del hombre
sumergido en las masas y postulaba la Wilfried Fritz Pareto.
necesidad de dotar a estas de un conjunto
unificado de creencias trascendentales y de un fuerte liderazgo que
dé sentido a sus vidas y orientación adecuada a su acción.
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• Las tesis racistas (Gobineau, H. S. Chamberlain) postulaban la
desigualdad entre las razas y la superioridad de los europeos arios
sobre los demás. Non hay que olvidad en este campo la notable
difusión alcanzada en los últimos años del siglo XIX por las ideas y
prácticas antisemitas en el continente europeo.






2.2. Los sistemas fascistas
A partir de estas ideas, y de su puesta en práctica aparecerán diversos
sistemas que intentarán implantar el fascismo. Son los siguientes:
a) Las dictaduras
Se definen como dictaduras aquellos sistemas políticos en los que una
persona o institución concentra todos los poderes, los derechos
individuales no están garantizados y no existe pluralidad política. Su
existencia anula la presencia de un sistema democrático, por lo que todo
sistema no democrático debe ser considerado una dictadura.
b) Los totalitarismos
La diferencia entre un totalitarismo y una dictadura reside en que el
totalitarismo necesita de unos aparatos de control que hagan que el poder
ejercido por esa única persona o institución evite cualquier acción que vaya
en contra de sus intereses. Estos elementos que deben estar presentes para
que hablemos de totalitarismo son:
- La representación del pueblo debe estar centralizada en un
partido único que funciona como un partido de masas, disciplinado
y jerarquizado y en el que sus dirigentes coincidan con los del
gobierno del país.
- El control del pueblo y de las masas está centralizado en la
policía, dedicada a dirigir su represión contra los enemigos del
régimen.
- El individuo pierde sus rasgos diferenciadores y sus acciones y su
vida hacen que sea una persona controlada por el Estado.
- Como en el caso de la sociedad, la economía es un referente para el
poder, pues su buen funcionamiento añade argumentos positivos a la
rígida estructura totalitaria. Es por este motivo que la economía
está intervenida totalmente por el Estado, que la controla en todos
sus aspectos.
- El control del individuo del que antes hablábamos lleva a que sea
habitual que los que ocupen las altas esferas del poder sean
miembros de la policía o del ejército. Así, es común que en un modelo
totalitario los militares tengan un especial protagonismo. Además,
para dirigir la opinión del pueblo y manipular su capacidad crítica,
los estados totalitarios recurren a la propaganda o a un modelo
educativo intervenido, como sucedió en el caso de la URSS, que
ayude a garantizar la creación de un pensamiento único que
favorezca los intereses de los que gobiernan.
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c) Los sistemas autoritarios
La gran diferencia con los sistemas totalitarios, las dictaduras y los
fascismos reside en que los sistemas autoritarios no vienen a crear nada
nuevo. No pretenden un nuevo modelo de Estado que renueve la ciudadanía
y le dé a la nación un esplendor que nunca antes tuvo, sino que son un
modelo de Estado que lo que busca es recuperar viejos valores, recuperar
un orden o unos éxitos pasados que se creen perdidos. Los rasgos
definitorios del autoritarismo son:
- El pueblo debe estar a las órdenes del poder. Se considera que no
está capacitado para dirimir los aspectos políticos, por lo que el
autoritarismo no le concederá al pueblo ningún tipo de participación
en la vida política (elecciones, referendos).
- Las altas esferas están apoyadas por grupos tradicionales de poder,
o bien el ejército, o bien oligarca o aristócratas, que les sirven para
mantener el control de la oposición.
- El autoritarismo no propone nada nuevo. Desde su perspectiva es la
respuesta a cambios que se dieron con anterioridad recuperando
viejas ideas, tradiciones o costumbres con el objetivo de recuperar
un supuesto «prestigio» perdido. De algún modo, el autoritarismo
viene a recomponer la imagen de una nación que entiende
deteriorada por hechos recientes.

d) Los fascismos
Como avanzamos con anterioridad, es habitual que de forma popular
hablemos de fascismo cuando nos estamos refiriendo a un totalitarismo o a
una dictadura, pues en nuestra sociedad están muy presentes los casos de
Mussolini y Hitler. Si bien, el fascismo tiene su origen en el término fasces
del que antes hemos hablado y, siendo rigurosos, cuando nos referimos a él
nos estamos refiriendo exclusivamente al modelo dictatorial aplicado por
Mussolini o que sigue los pasos de ese modelo italiano. Como veremos,
fascismo y autoritarismo también tienen muchos rasgos en común. Los
elementos diferenciadores del fascismo son los siguientes:

I. Omnipotencia del Estado
Desde la perspectiva del fascismo el Estado es el elemento de mayor
importancia, tanta que se considera por encima y anterior a todos
los individuos, estos deben respetarlo y responder a los intereses
del mismo, deben cuidar de su buena imagen y entregar por él todo
lo que tienen. Si es necesario, la vida. Pero como el Estado no es un
elemento tangible en si, su representación está personificada en la
figura del líder, el único que aboga constantemente en favor de los
intereses de la nación y que «cuida» de que así lo haga el pueblo.

II. Sistema antidemocrático
El fascismo es crítico con las democracias y las rechaza abiertamente.
Desprecia sus instituciones, los parlamentos en los que todas las
tendencias políticas se ven representadas y el sufragio universal.
Desde la perspectiva fascista la variedad de partidos no tiene
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sentido, pues solo la existencia de un partido único puede
garantizar que los intereses de la nación se vean correspondidos.
Tampoco se puede permitir la existencia de un sufragio universal,
pues el fascismo entiende que la diversidad de formación que se da
dentro de una sociedad hace que no todo el mundo «sepa» lo que la
Nación necesita. Es decir, el pueblo no debe decidir quienes son sus
representantes porque no sabe escoger aquello que más le interesa a
la Nación. La democracia, entiende el fascismo, carece de sentido en
este punto, pues deja en manos de gente poco entendida el futuro del
país. Para evitarlo, es necesario un partido único que centralice toda
la acción y que las decisiones queden en sus manos, y no en las del
pueblo, que simplemente debe obedecer y cumplir con lo que la
nación le pide. Nace así el concepto de negación del individuo.

III. Desigualdad entre individuos y supremacía de las élites
Siguiendo lo dicho con anterioridad, el fascismo establece una
categorización entre individuos en función de la clase social a la que
pertenecen o de otros rasgos como las creencias, la raza o los valores
políticos que defienden. De este modo, dentro de esos grupos habrá
uno, aquel escogido por el partido o el líder, que se considerará el
más importante, la élite. Esta está formada por los individuos que, a
criterio del fascismo, están mejor preparados para dirigir y defender
el futuro del país. El resto de grupos son inferiores a este y, siguiendo
esos criterios de raza, confesión o grupo étnico al que pertenecen,
estarán en un escalón o en otro de esas escalas inferiores y deberán
obedecer y someterse a la élite. Un ejemplo de esto fue la teoría aria
del nazismo o la superioridad política de los excombatientes en la I
Guerra Mundial defendida por el fascismo italiano. En estas escalas,
como sucedió en el caso de Alemania, es habitual que el hombre se
entienda superior a la mujer, el soldado superior al civil y los grupos
étnicos autóctonos superiores a los grupos étnicos de procedencia
extranjera.

IV. Mesianismo
Dentro de esa élite los fascismos tienden a situar a una persona en el
punto más alto, pues entienden que el pueblo necesita de una
referencia a seguir, un elemento que simbolice a la nación en sí. Nace
así la figura del jefe supremo (el Führer, el Duce o el Caudillo), un
líder que concentra en su persona todos los poderes. Pero para
justificar su presencia en el poder los fascismos crean en torno a él la
imagen de un mesías, un líder indiscutible que encarna la voluntad
de la nación, una persona a la que a veces la propia propaganda del
régimen le atribuirá acciones ejemplares con el objetivo de que el
pueblo comprenda que no está ahí por imposición, sino porque el
destino (o Dios en el caso de modelos cristianos como España) quiso
que así fuera. Hitler, con la muerte de su sobrina, Mussolini, con el
«feliz» paso por la batalla de Caporetto, o Franco, con su accidente en
África durante unas maniobras militares, ejemplificarán ese designio
divino creado por la propaganda. La llegada de ese líder es, por lo
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tanto, un golpe de suerte para el futuro del país y, como juega el
papel de un elegido, siempre tendrá la razón, no se equivoca y el
pueblo debe venerarlo y defenderlo como a la propia nación.

V. Control ideológico y cultural
Pero, como hemos indicado en líneas anteriores, crear esa imagen en
torno a un líder, a un partido y a una élite precisa de herramientas
que lo hagan, sino la pervivencia de esos elementos en el poder será
muy corta y justificarlos resultará muy difícil ante el pueblo. Es así
como, aprovechando los avances tecnológicos que se daban en
Europa a comienzos de los años 20 del siglo XX, cobra un mayor
protagonismo la propaganda. Como la propia palabra indica, el
objetivo de esta es propagar, dar a conocer unas ideas. La gran
diferencia entre la propaganda y la publicidad es que la propaganda
tiene como objetivo dar a conocer unas ideas intentando
modificar los criterios o la acción de quien se expone a ellas (la
perspectiva ética, moral y política), mientras la publicidad solo tiene
fines informativos (como mucho puede actuar con el objetivo de
modificar las intenciones económicas o de consumo del espectador).
Así, la propaganda recurrirá a la cartelería, a la radio e, incluso, al
cine (como fue el caso de la cineasta alemana Leni Riefenstahl, al
servicio de la Alemania nazi) para la exaltación de valores
irracionales de la conducta humana: sentimientos fanáticos, ausencia
de reflexión crítica, aceptación ciega de los dogmas, adoración del
líder y exaltación del régimen.
Pero la propaganda no es suficiente para el control ideológico
y cultural del pueblo, por lo que de la mano de ella se aplicará la
censura, que se encargará de limitar cualquier manifestación en
contra del poder, del líder o de los ideales representados por el
nuevo gobierno. Un ejemplo de esto fue la quema masiva de libros
«contrarios a la nación» que se dio en la Alemania nazi.
Además de estas herramientas, el fascismo tiene por objetivo
la creación de un nuevo Estado, de una nueva nación, el renaces de
una justificación de su llegada al poder, prestará importancia a la
formación de una ciudadanía futura que represente los ideales
defendidos por este nuevo modelo de gobierno. Es por esto que los
fascismos prestarán especial importancia a los niños y niñas, pues
entienden que solo con ellos será posible alcanzar la nación deseada.
Para que ese objetivo sea alcanzado se manipulará la educación
desde las primeras etapas de la vida creando personas afines al
régimen. Para apoyar esa formación en la escuela nacerán grupos de
ocio y tiempo libre para los pequeños dirigidos por integrantes del
propio partido o del régimen. Un ejemplo serán los Balillas, en Italia,
las Juventudes Hitlerianas, en Alemania, o el Frente de
Juventudes y la Sección Femenina, en España.

VI. Justificación de la violencia
El control del pueblo exigirá recurrir de forma habitual a la violencia,
pues al mismo tiempo que la propaganda busca modificar su actitud,
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el fascismo entiende que será muy difícil cambiar a los grupos más
reacios si no es por medio de las represalias violentas. De esta forma,
se desarrollará una estrategia de acción constante contra los
considerados «enemigos de la patria» que se traducirá en torturas,
asesinatos, palizas por las calles y escaramuzas contra todo aquel
grupo que se atreva a contradecir lo que el régimen establece. Para
llevarlas a cabo nacieron antes de llegar al poder en sus respectivas
naciones las Secciones de Asalto (Sturmabteilung, SA), en Alemania,
y los Escuadrones italianos, en Italia. Ya en el poder, los nazis
institucionalizaron estos cuerpos represivos dándole mayor
protagonismo dentro de la sociedad a la Gestapo (policía del
régimen) y a las Escuadras de protección (Schutzstaffel, SS), siendo
las segundas las encargadas, entre otras cosas, de gestionar los
campos de concentración.
El fascismo, en su interés de justificar sus actos para
mantener el control ideológico del pueblo, no solo recurrió a la
violencia como elemento represivo, sino que también introdujo en la
ciudadanía la conciencia de que esta herramienta era el método más
útil para la resolución de conflictos en tiempos de guerra. De
esta forma, al mismo tiempo que el pueblo sufría la violencia del
régimen, iba «reconociendo» la utilidad de esta para resolver un
posible conflicto futuro. Es decir, la violencia solucionó para el
fascismo un problema actual (los grupos contrarios al régimen) y un
problema futuro (la posible oposición a la entrada en una guerra,
como así sucedió).

VII. Autarquía
La importancia de la nación en el fascismo hace que esta se sitúe por
encima de todo, por lo que la economía no puede ser menos. La
autarquía es un modelo económico que busca favorecer la
economía de los estados mediante la producción, distribución y
consumo autóctono de sus bienes. El objetivo último es que el
Estado pueda autoabastecerse y, por lo tanto, sea autosuficiente.
Para conseguirlo se establecerán fuertes tasas aduaneras para evitar
la entrada de productos extranjeros, se subvencionarán los sectores
deficitarios, se crearán industrias (sobre todo de tipo militar), se
nacionalizarán empresas, se fijarán precios y se intervendrá en la
construcción de obras públicas.
El fascismo establece un modelo económico
intervencionista y, por lo tanto, anticapitalista. Su estrategia de
mercado no se basa en la libre competencia y en la ley de la oferta y
la demanda, sino en alcanzar un modelo sostenible de autoconsumo
en el que la propiedad privada quede en manos del Estado con el
objetivo de que los intereses de la nación se vean correspondidos.
Este modelo intervencionista y autárquico llevará a la nación
a estar aislada de los mercados internacionales, una estrategia
favorable en el caso, sobre todo, de Alemania tras la I Guerra
Mundial, pues la inflación había hecho muy costosa la adquisición de
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productos procedentes del extranjero y las empresas alemanas
tenían serias dificultades para competir en el mercado internacional.

VIII. Expansionismo
Es uno de los rasgos por los que se considera que el franquismo no
fue un fascismo, porque no gozó de esta característica dentro de sus
principios de acción.
El fascismo considera que su acción no solo es buena para su
pueblo, sino también para el conjunto de la humanidad. Al frente del
régimen están los grupos más preparados, la élite, por lo que
entiende como un derecho histórico que esos grupos estén al frente
de las decisiones no solo de la nación, sino también del mundo. Es
por esto que el fascismo no circunscribe su acción al territorio
nacional previo a su llegada, como hizo el franquismo, sino que tiene
por objetivo la conquista de nuevos territorios, como fue el caso de
Polonia o los Sudeste, en el nazismo alemán.
Esta idea de conquista responde al interés de crear una nueva
sociedad que le devuelva el esplendor que merece a la nación.
Italianos y alemanes justificarán el expansionismo de forma
diferente, pues mientras Mussolini empleará argumentos
históricos para la conquista de Abisinia (al considerar que es un
derecho que le corresponde a Italia desde el período imperialista),
Hitler justificará este expansionismo desde una visión espiritual. En
el caso alemán, la conquista de nuevos territorios responde a la
necesidad de que el pueblo alemán disponga de un «Lebensraum» o
espacio vital, que le permita desarrollarse y crecer como pueblo. Este
espacio estará inicialmente integrado por todas las áreas en las que
la cultura germánica esté presente, pero más tarde la expansión
responderá a intereses económicos (disponer de tierras para
alimentar a la nación alemana) o étnicos (eliminar aquellas etnias
que «atentaron» o podrían «atentar» contra la cultura alemana).
En el caso del franquismo, los intereses territoriales fueron
diferentes, pues no respondían a la necesidad de conquistar nuevos
territorios, sino, a lo sumo, de recuperar viejas áreas perdidas. Es
decir, el expansionismo franquista no buscaba esparcir las ideas del
Régimen, sino intentar recuperar el «esplendor» perdido en tiempos
pasados. Aún así, la recuperación de estos territorios no fue, siquiera,
una de las prioridades del franquismo, como sí lo fue el
expansionismo para los fascistas.


3. El fascismo italiano

3.1. Los orígenes
Al final de la Gran Guerra, Italia ofrece un panorama sumamente
problemático. El fin del conflicto fue acompañado de una grave recesión
económica: la caída de la producción industrial, ligada en buena medida a la
interrupción de los pedidos militares, provocó un notable crecimiento del
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desempleo; el espectacular aumento de los gastos del Estado durante la
guerra generó inflación y un fuerte endeudamiento público.
Los problemas económicos de la posguerra contribuyeron al
agravamiento de las tensiones sociales: las huelgas alcanzaron una
inusitada extensión e intensidad tanto en las empresas industriales como en
las grandes explotaciones agrarias; en este contexto, el proletariado fabril
protagonizó en el norte del país a ocupación de numerosas instalaciones
fabriles a lo largo de 1919-20 (bienio rojo), que, si bien acabarían
diluyéndose, hicieron temer a amplios sectores sociales la inminencia de un
estallido revolucionario.
En el plano político, el régimen liberal aparecía desacreditado ante
los sectores nacionalistas de la opinión pública que no habían visto
cumplidas en la Conferencia de París las expectativas con las que Italia
había entrado en la guerra en 1915. En 1919, un grupo de ultranacionalistas
(los arditi, soldados de élite italianos de la I Guerra Mundial, encabezados
por el poeta Gabriele D’Annunzio) ocupaba el puerto de Fiume en el
Adriático, habitado mayoritariamente por italianos y convertido en ciudad
libre en los acuerdos de paz. Sería el propio ejército italiano el encargado de
restablecer la legalidad internacional. Por otro lado, la tradicional
inestabilidad gubernamental italiana se vio agravada a partir de 1918: los
liberales (Giolitti, Salandra y Facta), tradicionales detentadores del poder,
aparecían divididos en múltiples facciones; el Partido Socialista (PSI), que
experimenta un notable ascenso electoral en la posguerra, contaba con un
importante sector radical (massimalisti) partidario de la acción
revolucionaria; la Iglesia católica había abandonado su tradicional
conservadurismo político para apoyar al Partido Popolare Italiano (PPI) de
Dom Sturzo, convertido en la tercera fuerza política del país.
Benito Mussolini había sido, hasta
1914, un miembro destacado del PSI y director
de su portavoz oficial el periódico Avanti. Sin
embargo, su actitud favorable a la guerra en
1914 determinó su expulsión del partido y
favoreció su acercamiento a otros grupos
belicistas (ultranacionalistas, sindicalistas
revolucionarios y futuristas). Figuras
destacadas de estos sectores (Mussolini,
Marinetti y D’Anunzio) habían confluido en
1919 en la fundación de los Fasci Italiano di
Combatimento. Los fasci elaborarían un
programa que uniría las inquietudes
nacionalistas (anexión de Fiume y Dalmacia)
con demandas teñidas de un cierto radicalismo Benito Mussolini.
político (sufragio universal masculino y
femenino, abolición del Senado, anticlericalismo y republicanismo) y social
(jornada de 8 horas laborales, participación obrera en las empresas y
organización corporativa de la producción). Sin embargo, a partir de 1920
el fascismo fue adquiriendo una orientación radicalmente antisocialista
(antibolchevismo) y organizó grupos paramilitares (Squadre d’azione)
que, con una importante presencia de excombatientes y uniformados con la
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camisa negra, se enfrentarían violentamente con socialistas, comunistas y
trabajadores en huelga. Las acciones fascistas contarían frecuentemente con
la tolerancia de las autoridades y con el apoyo cada vez más activo de los
grandes industriales y terratenientes. Los fasci irían ampliando
rápidamente su base social entre importantes sectores de la clase media
urbana y de los pequeños y medianos campesinos, asustados ante la
amenaza revolucionaria, e incluso de trabajadores disconformes con las
orientaciones socialistas y atraídos por el discurso
fascista.
El rápido crecimiento de los fasci se tradujo en
un notable éxito en las elecciones de mayo de 1921: 35
diputados fascistas accedían al Parlamento. Mientras
retrocedía levemente el PSI, los comunistas (el
incipiente PCI) obtenían por primera vez
representación y mantenían, a grandes rasgos, sus
posiciones los liberales –cada vez más divididos- y el
PPI. En noviembre se constituía en Roma el Partido
Nacional Fascista (PNF), bajo el liderazgo indiscutible Emblema del Partido
Nacional Fascista, de
de Mussolini, aclamado desde entonces como Duce. Benito Mussolini.


Programa de San Sepolcro (Fasci Italiani di Combatimento)

Italianos! Aquí tenéis el programa de un movimiento puramente italiano. Revolucionario por
ser antidogmático y antidemagógico; fuertemente innovador por ser antipreujicioso. Nosotros ponemos
la valorización de la guerra revolucionaria por encima de todo y de todos.
Los otros problemas: burocracia, administración, jurídicos, escolares, coloniales, etc, los delinearemos
cuando organicemos a la clase dirigente.
Por esto: NOSOTROS QUEREMOS
Para el problema político:
1. El sufragio universal con escrutinio de las listas regionales con representación proporcional,
el derecho de voto y que puedan ser elegidas las mujeres.
2. La disminución de la edad mínima a 18 años y la de los diputados a 25 años.
3. La abolición del Senado.
4. La convocatoria de una Asamblea nacional por un plazo de tres años, cuya primera tarea
será la de establecer la forma constitucional del Estado.
5. La formación de un Consejo Nacional de trabajadores técnicos, de la industria, del

transporte, de la higiene social, de las comunicaciones, etc. Elegido por la colectividad
profesional o por ocupación, con poderes legislativos y derecho de elegir un comisario
general con poderes de Ministro.
Para el problema social:
1. La promulgación de una ley de Estado que dé a todos los trabajadores una jornada legal de
ocho horas de trabajo.
2. Salarios mínimos.
3. La participación de los representantes de los trabajadores en el funcionamiento técnico de
las industrias.
4. La administración de las industrias y servicios públicos por las mismas organizaciones
proletarias (cuando estas sean dignas de ello, moral y técnicamente).
5. La rápida y completa sistematización de los servicios ferroviarios de todas las compañías de
transporte.
6. Una modificación necesaria del proyecto de ley de seguro de invalidez y jubilación, en el
que se disminuya el límite de edad propuesto de 65 a 55 años.
Para el problema militar:
1. La creación de una milicia nacional con breves períodos de instrucción de un rol defensivo.
2. La nacionalización de todas las fábricas de armas o explosivos.
3. Una política exterior nacional que sea puesta en valorización, en concordancia con la
competencia pacífica de las civilizaciones, de la nación italiana en el mundo.
Para el problema financeiro:
1. Un fuerte impuesto extraordinario sobre el capital con carácter progresivo que tenga la
2

Historia do Mundo Contemporáneo 14


Depto. Xeografía e Historia


forma de una verdadera expropiación de todas las riquezas.
2. La confiscación de todos los bienes de las congregaciones religiosas y la abolición de todas
las bulas episcopales que constituyen una enorme responsabilidad para la Nación y un
privilegio para unos pocos.
3. La revisión de todos los contratos de suministro en la guerra y el secuestro del 85% de las
ganancias por la guerra.
Il Popolo d’Italia, 6 de xuño de 1919.

Actividad I

Contesta a las siguientes preguntas.
a) ¿Están a favor los FidC de crear un
modelo de Estado constitucional?
b) ¿Dirías que los FidC están del lado de los

movimientos obreros o del lado de las
clases burguesas? Por que?
c) ¿Están a favor los FidC de la intervención
de los bienes privados por parte del
Estado?
d) ¿Dirías que el fascismo italiano es un movimiento ligado a un credo o a una corriente
religiosa? Si es así indica a cuál.
e) A partir de lo leído en líneas anteriores, ¿crees que la posición de los Fasci Italiani di

Combatimento es belicista o antibelicista?


3.2. El ascenso al poder
Tras las elecciones de 1921, la persistente V
iolencia y fascismo
división liberal, las simpatías con el fascismo
de algunos de sus dirigentes más «Se habla mucho de la actividad
conservadores (Salandra) y las dificultades violenta de los fascistas.
Guardamos para nosotros el
para alcanzar acuerdos con el PSI y con el PPI
derecho de controlarla y, si llega
acentuaron la inestabilidad política. Mientras, el momento, de eliminarla […].
los conflictos sociales se agravaban Mientras, y siempre que así lo
notablemente: en agosto de 1922, la huelga consideremos, seguiremos
general convocada por las organizaciones golpeando con mayor o menor
socialistas se extendió por el norte y el centro fuerza los cráneos de nuestros
del país. La respuesta contundente de los enemigos, es decir, hasta que la
verdad penetre en ellos […]. El
fascistas (acciones violentas de los squadristi,
programa de política exterior del
sustitución de los trabajadores en huelga en fascismo comprende una sola
los servicios públicos) contribuyó palabra: expansionismo».
notablemente al fracaso de la huelga e Mussolini, B. Fragmento de un
incrementó su prestigio como fuerza de discurso pronunciado en 1921.

orden. El éxito motivó la decisión de
organizar la marcha sobre Roma de 25.000 camisas negras con el objetivo
de demostrar el poderío del Partido Nacional Fascista (PNF, por sus siglas)
y retomar el poder. El gobierno liberal de Luigi Facta intentó responder a la
amenaza fascista declarando el estado de excepción. La negativa del rey
Víctor Manuel III a respaldar la medida provocó la dimisión del gabinete en
octubre de 1922. Las negociaciones siguientes llevaron al nombramiento,
por parte del monarca, de Benito Mussolini como primer ministro y
Historia do Mundo Contemporáneo 15
Depto. Xeografía e Historia

ministro de Exteriores al frente de un gobierno de coalición en el que los
fascistas solo contaban con tres carteras más.

3.3. La obra del fascismo
Mussolini y los fascistas se instalaron, por tanto, en el gobierno después de
una demostración de fuerza, pero cumpliendo la letra del Estatuto
constitucional italiano (designación real y referéndum parlamentario). De
ahí que a lo largo de la época fascista se puedan distinguir dos etapas.
Durante el período 1922-1924, calificado de gobierno semiconstitucional,
Mussolini dirige el ejecutivo contando con una sólida mayoría
parlamentaria, si bien resultan perceptibles sus tendencias autoritarias: el
gobierno acrecienta su poder a costa del legislativo y las sudare fascistas se
convierten en una milicia voluntaria para la seguridad del Estado, el cuál
legitima las acciones punitivas sobre la izquierda. En abril de 1924 se
convocan nuevas elecciones bajo un nuevo marco legal (la ley Acervo), que
entrega la mayoría absoluta de escaños a la lista más votada. Después de
una campaña y unas votaciones presididas por la violencia y el uso abusivo
de los recursos del Estado en favor de los candidatos gubernamentales, la
coalición encabezada por los fascistas (PNF, elementos de la derecha liberal
y católica, nacionalistas, etc.) alcanzó el 66% de los votos y 403 escaños. En
mayo de 1924, el diputado socialista moderado Giacomo Matteotti
denunció en un demoledor discurso la actuación del gobierno en las
elecciones y la violencia de los squadristi. Días después era secuestrado y su
cuerpo muerto aparecía dos meses después con síntomas evidentes de
haber sufrido brutales torturas. El escándalo
fue mayúsculo, pero, pese a la condena
general y el abandono del Parlamento por Que eran las batallas?
toda la oposición de izquierdas, Mussolini fue Eran programas de acción
para aplicar durante meses o
mantenido en el cargo por el monarca,
años con el objetivo de fortalecer
influido por importantes sectores cortesanos, al país en una área concreta. Por
políticos y empresariales que temían la vuelta ejemplo, la «batalla do trigo» de
a la anarquía social y política anterior. 1925 buscó incrementar la
La resolución del caso Matteotti señaló producción nacional de trigo
el comienzo de una nueva etapa política a para reducir su importación y así
partir de 1925 caracterizada por la rápida reducir también el déficit
exterior. Reciben el nombre de
instauración de la dictadura fascista: el batallas porque la propaganda
parlamento fue clausurado, los partidos fascista se las planteaba al
políticos, excepto el PNF, prohibidos y la pueblo como unha competición
prensa opositora cerrada. Quedó así entre localidades por ver quién
consagrado el monopolio político del PNF, que producía más en menos tiempo.
facilitó la progresiva identificación entre este
y el aparato del Estado: la administración fue
depurada de los elementos considerados
desafectos y se le impuso a todos los
funcionarios la obligación de pertenecer al
PNF. Mussolini se convertía en Duce (término
procedente del latín Dux, con el que se hace
referencia al caudillo o máximo dirigente de Mussolini, dando ejemplo al pueblo,
en la «batalla del trigo» de 1925.
todos los ejércitos) del Partido y del Estado
Historia do Mundo Contemporáneo 16
Depto. Xeografía e Historia

italiano, si bien se mantenían algunas instituciones del viejo sistema (la
monarquía o el Senado, por ejemplo). La consolidación de la dictadura
personal de Mussolini exigió también la eliminación de los sectores
disidentes (squadristi y sindicalistas) que dentro del PNF podrían haber
discutido el liderazgo de Mussolini y su aproximación a sectores sociales y
políticos más conservadores.
En el aspecto económico, el fascismo italiano intentó conciliar el
respeto a la iniciativa privada con el impulso de la intervención del estado.
Hasta 1929, la política económica se movió dentro de unos parámetros más
bien ortodoxos: reducción del déficit público y estímulo de la productividad.
La expansión económica provocó tensiones inflacionistas frenadas en 1927
con la revalorización de la lira y su retorno al patrón oro (batalla de la lira,
1927) que redujo la competitividad exterior de la lira. En el sector
agropecuario, el incremento de la producción cerealícola (batalla del trigo,
1925) destinada a garantizar el autoabastecimiento se hizo a costa de
reducir la superficie destinada a los cultivos de exportación. Asimismo, el
Estado impulsó la extensión del regadío, la repoblación forestal y la
desecación y colonización de terrenos pantanosos, insalubres e
improductivos como los lagos pontinos. En la industria, el apoyo oficial
benefició a las grandes empresas (FIAT o Pirelli), que mantuvieron una
notable autonomía.
La crisis de 1929 tuvo una gran repercusión en Italia (caída de la
producción industrial e incremento del desempleo) y contribuyó
significativamente a desarrollar el intervencionismo estatal a través de
una serie de medidas que estimularon la recuperación económica:
potenciación de las obras públicas; creación de un amplísimo sector público
a través de organismos estatales como el IMI (Instituto Mobiliar Italiano,
1929) en la banca o el IRI (Instituto di Reconstruzion Industriale, 1933) y el
ENI (Ente Nazionale di Idrocarburi) en el sector industrial; abandono del
patrón oro (1936); impulso del rearme iniciado con la invasión de Etiopía
(1935); o la proclamación de la autarquía.
La política social fascista tuvo implicaciones diversas. En el plano
laboral, se procedió, primero, a la supresión de todas las organizaciones
sindicales a excepción de las fascistas. Posteriormente, la aprobación de la
Carta del Lavoro (1927) institucionalizó un sistema corporativista que
sustituía las organizaciones de clase por corporaciones verticales que
agrupaban forzosamente a todos los trabajadores y empresarios de cada
sector. Por otro lado, el régimen fascista impulsó el adoctrinamiento
político de la población haciendo especial hincapié en los jóvenes y niños a
través del sistema educativo y de las actividad de ocio animadas por las
respectivas organizaciones fascistas (balillas). Además, el régimen fascista
apoyó la familia tradicional e instituyó una política natalista (batalla de los
nacimientos) relegando a la mujer a una posición claramente subordinada.
Por otro lado, Mussolini intentó dar respuesta al viejo contencioso
del Estado italiano con la Iglesia católica. A través de los Pactos de Letrán
(1929), el Papado reconocía por fin al Estado italiano y, sobre todo,
desautorizaba cualquier acción contra el régimen por parte de los sectores
católicos. A cambio, la Iglesia recibía un trato privilegiado: el Estado
reconocía la soberanía papal sobre la Ciudad del Vaticano, le entregaba a la
Historia do Mundo Contemporáneo 17
Depto. Xeografía e Historia

Iglesia una compensación económica y establecía como obligatoria la
educación religiosa.

4. El nazismo alemán

4.1. El marco histórico: las dificultades
de la República de Weymar La insurreción
La derrota del Imperio alemán en la Gran espartaquista
Guerra fue seguida de la formación de un Fue un levantamiento obrero
gobierno provisional encabezado por el iniciado en diciembre de 1918
influido por el Partido Comunista
socialdemócrata Friedrich Ebert que, tras
de Alemania. Recibe este
superar la insurrección espartaquista, nombre porque la insurreción
convocó en 1919 elecciones a una Asamblea (que demandaba la destitución
Nacional Constituyente que, reunida en del Mariscal Von Hindenburg
Weymar, aprobaría una avanzada como jefe do ejército) recibió el
Constitución democrática de carácter 5 de enero el apoyo de la Liga
Espartaquista (movimiento
republicano y federal. La nueva República
marxista que recibe su nombre
alemana tendría que hacer frente en su corta de Espartaco, líder de la
existencia (1919 a 1933) a gravísimos insurrección de los esclavos
problemas. En primer lugar, las enormes contra la República Romana) y
dificultades económicas derivadas de la envió a Berlín la División Popular
posguerra, la hiperinflación de 1923 y 1924 de Marina (un grupo de
y la crisis del 29 fueron acompañadas del marineros izquierdistas). El
objetivo era seguir el ejemplo
mantenimiento de un alto nivel de
ruso de la revolución de octubre
desempleo y de los problemas financieros de de 1917. El 15 de enero el
un Estado obligado a mantener una alta ejército alemán y los
presión fiscal. En segundo lugar, la anticomunistas Freikorps
conflictividad social estimuló sucesivas disolvieron la protesta.
intentonas revolucionarias y el crecimiento de
un sólido partido comunista (por sus siglas
KPE, nacido en 1918, pero con orígenes comunes en la Liga Espartaquista).
En tercer lugar, la extrema inestabilidad política dificultó la consolidación
del sistema democrático: el sistema de partidos basado en la representación
proporcional se caracterizó por un elevado pluralismo y polarización que
impidió la formación de coaliciones de gobierno duraderas y eficaces. Por
otro lado, importantes instituciones del Estado (el ejército y la
magistratura) y grupos políticos con presencia parlamentaria demostraron
una actitud polo Lear (el Zentrum católico, los conservadores del Partido
Popular Alemán –DVP- y del Partido Popular Bávaro –BVP-) cuando no
abiertamente desleal (el KPD, los nacionalsocialistas, los ultranacionalistas
del Partido Nacional Popular Alemán –DNVP-) al sistema. Además, el nuevo
sistema nacía lastrado por la derrota y por el sometimiento a las durísimas
cláusulas del Tratado de Versalles, consideradas por amplios sectores de
la opinión como un Diktat (literalmente traducido do alemán como
‘dictado’, aunque la palabra fue empleada en Alemania por aquel entonces
como ‘imposición’) y una humillación a la dignidad nacional alemana.


Historia do Mundo Contemporáneo 18
Depto. Xeografía e Historia

4.2. La formación del NSDAP, el Partido
Nacionalsocialista Obrero Alemán
En la Alemania de la posguerra nacieron numerosos grupos
ultraderechistas que pretendían reanimar el nacionalismo alemán herido
por la derrota y combatir la amenaza de la izquierda. De todos ellos, tendría
especial trascendencia el Partido Obrero Alemán (Deutsche
Arbeiterpartei, DAP), fundado en Múnich a comienzos de 1919 y al que se
incorporaría más tarde Adolf Hitler. El obrerismo del DAP se limitaba a su
oposición a los sectores no productivos (la banca) y no nacionales de la
burguesía (judíos). Se trataba inicialmente de un grupúsculo que aglutinaría
en los años siguientes a los sectores ultranacionalistas contrarios a la
República de Weymar.
En febrero de 1920, la organización celebraría un Congreso en el que
cambió su nombre por el de Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán
(Nationalsozialitische Deutsche Arbeiter Partei, NSDAP), abreviadamente,
partido nazi, y elaboraría su programa. Este definía el nacionalsocialismo en
base a los famosos 25 puntos que juntaban las demandas nacionalistas(
creación de una Gran Alemania que reuniese a todos los alemanes,
anulación de los tratados de Versalles y Saint-German, xenofobia y
antisemitismo) y el rechazo del sistema parlamentario con la condena de la
usura y del capital ocioso (nacionalización de las grandes empresas y de la
banca), la protección de la pequeña empresa y ciertas demandas
socializantes (derecho al trabajo, participación de los trabajadores en los
beneficios empresariales, división de los latifundios). En 1921 se creaban
las SA, escuadrón armado y uniformado con camisas pardas que había
constituido la fuerza de choque del partido y reconocía el liderazgo
indiscutible de Hitler como Führer.
Entre 1921 y 1923, el número de miembros del NSDAP y de las SA
creció hasta los 55.000, procedentes mayoritariamente de la clase media
baja (funcionarios, empleados y obreros) y, en menor medida, los
campesinos. Las dificultades afrontadas por la República de Weymar en
estos años (levantamientos comunistas, ocupación del Ruhr e
hiperinflación) fueron aprovechadas por los nazis para intentar tomar el
poder mediante un golpe de Estado. Así, el 8 de noviembre de 1923, con
un país sumido en la incertidumbre política que le ofrecía la amalgama de
partidos que participaban en la
República de Weymar, Hitler y
600 miembros del NSDAP se
reúnen en la cervecería
Bürgerbräukeller de Múnich. Allí
era donde Gustav von Kahr,
gobernador de Baviera, estaba
pronunciando su discurso ante
cerca de 3.000 personas, por lo
que la ocupación de la
cervecería por parte de los nazis Acceso a la Bürgerbräukeller, en Múnich.
era una afrenta directa contra la
máxima autoridad del Land (nombre que reciben las regiones en Alemania).
Hitler, acompañado de Alfred Rosenberg, Rudolf Hess y Hermann
Historia do Mundo Contemporáneo 19
Depto. Xeografía e Historia

Göring, entró a las 20.30 en el local, disparó un tiro al techo y, subido en
una silla, dijo: «¡Ha empezado la revolución nacional!». En cuestión de
minutos los nazis y afines a la revolución, bien organizados, ocuparon los
cuarteles de la Reichswehr (ejército de la República de Weymar) y los de la
policía.
En la mañana siguiente (9 de noviembre), las
S.A. (Sturmabteilung, o Secciones de Asalto) dirigidas
por Ernst Röhm ocuparon el Ministerio de Defensa
Bávaro y los aún reunidos en la Bürgerbräukeller se
dirigieron, encabezando ahora un grupo de cerca de
2.500 hombres, al centro de la ciudad, a Marienplatz
(en alemán Plaza de María). En esta plaza estaba
ubicado el ayuntamiento de Múnich, por lo que las
intenciones parecían claras: los nazis querían hacerse
con el gobierno de la ciudad y, desde allí, extender el Alfred Rosenberg.
golpe de Estado a toda Alemania. La movilización, que
recibió en su conjunto la denominación de Putsch de
Múnich (golpe de Estado de Múnich) encontró a
escasos metros de la plaza una barrera de policías
armados que intentaban frenar el avance fascista.
Aunque la propaganda nazi vendió posteriormente
que Hitler estuvo en primera línea defendiendo a los
miembros de su partido, en el momento en el que
sonó el primer disparo y comenzaron los
enfrentamientos y las cargas policiales Hitler, que
había acudido protegido por un guardaespaldas
personal, desapareció del escenario y fue a esconderse Rudolf Hess.
a la casa de un amigo. Unas horas después, con el
levantamiento sofocado, 16 militantes y simpatizantes
muertos y cientos de detenidos, entre ellos Hess,
Göring y Luddendorf, Hitler seguía sin aparecer. No lo
hizo hasta pasados dos días, cuando la policía lo
encontró escondido en el ático de su amigo.
Inmediatamente fue detenido para ser sometido a
juicio por alta traición (uno de los delitos más
castigados por el código penal en aquel momento). Al
más puro estilo de su ídolo Mussolini, Hitler había
intentado dar un golpe de Estado siguiendo el modelo Hermann Göring.
de la Marcha sobre Roma de los fascistas italianos,
pero el resultado no fue tan favorable para sus intereses como el que había
obtenido Mussolini. Los miembros de su partido, y él a la cabeza, quedaban
ahora a disposición de la justicia para cumplir condena por la comisión de
un delito castigado, habitualmente, con la pena de muerte.



Historia do Mundo Contemporáneo 20
Depto. Xeografía e Historia


Los 25 puntos del Partido Nacional Socialista Obrero Alemán


1. Exigimos la unificación de todos los alemanes en una Gran Alemania, sobre la base del derecho de
autodeterminación del pueblo.

2. Exigimos la igualdad de derechos para el pueblo alemán con respecto a otras naciones y la derogación
de los tratados de paz de Versalles y Saint Germain.
3. Exigimos más tierras y territorios (colonias) para el sustento de nuestro pueblo y la colonización para

el sustento de nuestra superpoblación.

4. Solo un miembro de nuestra raza puede ser ciudadano. Un miembro de la raza solo puede ser aquel
que posea sangre alemana, sin importar su credo. En consecuencia, ningún judío puede ser
miembro de la raza y, por lo tanto, ciudadano alemán [...].
6. El derecho de determinar asuntos relacionados con la administración y la ley pertenece solo a la
ciudadanía. Por lo tanto, exigimos que cada cargo público, de cualquier tipo, ya sea del Reich, el
condado o municipio, sea ocupado solamente por ciudadanos alemanes. Combatimos contra la
corrupta economía parlamentaria y quien ocupa cargos públicos de acuerdo a inclinaciones
partidistas, sin considerar el caracter y las habilidades del individuo [...].
8. Cualquier tipo de inmigración de no ciudadanos debe ser detenida. Exigimos que todos los no
alemanes, quienes imigraron a Alemania desde el 2 de agosto de 1914, sean obligados a abandonar
inmediatamente el Reich.

9. Todos los ciudadanos deben tener los mismos derechos y responsabilidades [...].
12. En consideración hacia el monstruoso sacrificio de sangre y propiedades que la guerra le arrebata al
pueblo alemán, el enriquecimiento personal a través de una guerra tiene que ser considerado como
un delito contra el pueblo. Por lo tanto, exigimos la confiscación absoluta de todos los beneficios
obtenidos por la guerra.
13. Exigimos la nacionalización de todas las industrias asociadas.

14. Exigimos una división de beneficios de todas las industrias pesadas [...].

18. Exigimos la lucha sin consideración contra aquellos cuyas actividades son perjudiciales para el
interés general. Los delincuentes nacionales, usureros, especuladores y otros serán castigados con la
pena de muerte, sin hacer distinción por su credo o raza [...].
20. El Estado debe ser el responsable de una reconstrucción fundamental de todo nuestro programa

nacional de educación para permitir que todos los alemanes competentes y trabajadores reciban
una educación superior y, posteriormente, se inserten en los cargos de liderazgo. Los planes de
instrucción de todas las entidades educativas deben ajustarse con las experiencias de la vida
práctica. La comprensión del concepto de Estado debe ser defendida por la escuela desde el
comienzo de su entendimiento. Exigimos la educación a expensas del estado de los niños
superdotados de padres pobres, sin hacer consideración de su cargo o profesión [...].

23. Exigimos la oposición legal a las mentiras conocidas y su promulgación por medio de la prensa. Para
permitir el suministro de una prensa alemana exigimos que:
- Todos los redactores y empleados de los periódicos publicados en alemán sean miembros de
la raza.
- Los periódicos no alemanes deberán tener permiso expreso del Estado para ser publicados y
no podrán imprimirse en alemán.
- Debe prohibirse por lei toda participación financera de no alemanes en publicaciones
alemanas, o cualquier influencia sobre ellas, y como castigo por el incumplimiento de este
principio la publicación deberá ser clausurada y los no alemanes implicados deberán ser
expulsados del país. Las publicacións contrarias al bien general deben ser prohibidas.
Pedimos la persecución de las formas artísticas y literarias que ejercen una influencia
destructiva en nuestra vida nacional, y la clausura de las organizaciones que se opongan a
estas demandas.

24. Pedimos la libertad de culto para todas las religiones en la medida en que no pongan en peligro la
existencia del Estado ni se opongan al sentido moral de la raza alemana. El partido defiende el punto
de vista del cristianismo positivo, aunque non se vincula confesionalmente con ninguna
denominación. El partido combate el espíritu materialista judío que nos rodea, y está convencido de
que una recuperación duradera de nuestra nación solo puede tener éxito si se basa en este
principio: el bien del Estado está antes que el bien del individuo [...].
.

Actividad II


Contesta a las siguientes preguntas.
a) ¿Qué puntos de los anteriores crees que hacen referencia a la población considerada «no
alemana» por el régimen nazi?
b) ¿Qué puntos crees que siguen la línea del antisemitismo mostrado posteriormente por el
régimen?
Historia do Mundo Contemporáneo 21
Depto. Xeografía e Historia

Pero las afinidades de la fiscalía
de Múnich con el partido nazi y
la influencia de este en algunas
instituciones hicieron que
Hitler, y sus compañeros, solo
fueran castigados a cumplir una
pena de 5 años de cárcel. Por si
fuera poco, Hitler podía cumplir
esa condena acompañado por
otro miembro del partido,
Rudolf Hess. Este hombre, Hitler, el cuarto por la derecha, junto a otros
excombatiente en la I Guerra miembros del NSDAP encausados
por el Putsch de Múnich.
Mundial y seguidor de Hitler
desde que lo conoció en un
mitin en 1919, sería su mayor
aliado en la escritura de una obra
en la que todos los principios de la
ideología nazi y de Adolf Hitler
quedarían recogidos, Meón Kampf
(‘Mi lucha’). Aunque la propaganda
nazi divulgó la idea de que la obra
había sido escrita por Hitler, y de
hecho su nombre es el que aparece
en la autoría del libro, fue Hess
quien actuó como escriba durante Primeras páginas de Mein Kampf.
los meses de estancia de ambos en
la cárcel pasando al papel todo aquello que Hitler le dictaba. Ese es uno de
los principales motivos por los que esta obra es de tan compleja lectura,
porque las ideas se fueron recogiendo según Hitler las iba expresando y,
habitualmente, no lo hacía de forma cohesionada, sino como trazos sueltos
de un complejo entramado ideológico. La obra, que se convirtió en lectura
obligatoria en todos los hogares alemanes a partir de 1933, mantuvo
ocupados a los dos militantes nazis durante los meses de estancia en la
cárcel. Y decimos meses porque la influencia del NSDAP en las instituciones
hizo que de los 5 años de condena que tenía que cumplir Hitler, solo
estuviese encarcelado 8 meses. Ya en la calle, Hitler se esforzaría por
recomponer su partido, desmembrado tras la detención de muchos de sus
integrantes, y por sacar a la luz su obra, pues en ella se encontraban las dos
principales claves de la ideología nazi:
• El espacio vital: las ideas pangermanistas que conoció y desarrolló
Hitler desde su estancia en Viena con 18 años lo llevaron a exponer
en Mein Kampf lo que él entendía como la necesidad de Alemania de
reconquistar todas aquellas áreas en las que tradicionalmente se
había asentado la población germana y que ahora estaban
«ocupadas» por países ajenos a los intereses de la nación. Desde su
perspectiva, para que Alemania se viese correspondida con sus
intereses históricos necesitaba ocupar el espacio vital (lebensraum)
que le correspondía, es decir, el espacio que necesitaba para volver a
ser el que fue en tiempos pasados.
Historia do Mundo Contemporáneo 22
Depto. Xeografía e Historia

• La raza: partiendo de la desigualdad entre los individuos como
principio básico fascista, Hitler consideraba que Alemania también
se había visto atada a la influencia de pueblos ajenos a la cultura
germánica que la habían llevado hasta el punto en el que estaba por
aquel entonces: acusada de ser la principal culpable de la I Guerra
Mundial y pagando indemnizaciones millonarias mientras el pueblo
moría de hambre en las calles. Por este motivo, Hitler consideraba
necesario vincular esa diferenciación entre individuos a unos rasgos
que permitiesen diferenciar a los auténticos alemanes, y por tanto
«dignos» de vivir en territorio alemán, de los que no lo eran. De este
modo, situó en su obra a los «auténticos alemanes» (altos, de ojos
claros y pelo rubio) en un escalón superior al de los pueblos ajenos a
esta raza (gitanos, judíos o inmigrantes polacos). De este segundo
grupo destacó uno especialmente, el de los judíos, a los que
consideraba un pueblo desarraigado, impuro de raza y culpable de
todos los males no solo de Alemania, sino, históricamente, de todas
las naciones y economías del mundo.

4.3. Ascenso del NSDAP y llegada al poder
En 1929, con todos los miembros del partido ya en la calle, Hitler vio como
los nazis seguían sin obtener la confianza del pueblo. Los años 20 habían
sido un auténtico fiasco para el NSDAP, pues mientras en Italia Mussolini ya
dirigía con mano de hierro su propia dictadura, al final de la década los
nazis solo sumaban 12 escaños en el Reichstag (Parlamento alemán), los
obtenidos en las elecciones de 1928. Pero las dificultades de un partido tan
combativo y dictatorial en su discurso y las constantes revueltas
protagonizadas por los miembros de las SA y los comunistas en las calles
hicieron temer a Hitler un posible ataque a su integridad física, fue por esto
que 1925 decidió crear las SS (Schutzstaffel, o escuadras de protección). De
este modo, ese nuevo cuerpo, que luego cobraría protagonismo en el
genocidio cometido en los campos de concentración, nacía por aquel
entonces como una guardia personal de los principales líderes del partido
ante posibles atentados cometidos por rivales políticos.
La década de los años 20, como decíamos, sumió a Alemania en una
profunda depresión en la que la hiperinflación llevó a la pobreza
extrema a buena parte de su población. Con el país destruido por la
Guerra, y en un intento desesperado por recuperarse, el gobierno de la
República de Weymar decidió solicitar préstamos a los Estados Unidos.
Estos, encargados de la reconstrucción de Europa durante los años 20
(siempre a cambio de importantes compensaciones económicas), aportaron
sus fondos para pagar obras de reconstrucción mientras la economía en los
EE.UU. funcionó correctamente (felices años 20), pero el crack de la Bolsa
de Nueva York en 1929 (Crack del 29) no solo hundió las grandes fortunas
estadounidenses y llevó a la pobreza a millones de norteamericanos, sino
que la Alemania dependiente de la economía americana vio como la llegada
de fondos para la reconstrucción se paralizaba y ahora la crisis en la que
estaba sumergida desde 1919 se acentuaba aún más. Este inesperado
cambio al sistema capitalista volvía a poner al NSDAP en la primera línea
política. Su crítica al sistema capitalista y a las grandes fortunas (atribuidas
Historia do Mundo Contemporáneo 23
Depto. Xeografía e Historia

por los nazis a los judíos) se veía respaldada en la gran crisis
estadounidense. Los nazis aprovecharon la ocasión para defender su idea de
que el capitalismo iba en contra de los intereses de Alemania y para
posicionarse como el único partido que trabajaba en favor de los intereses
del pueblo, de la cultura germánica y de la nación. Así, casi sin preverlo, la
cada vez más débil República de Weymar contaba ahora con un rival más
fuerte que nunca. Incluso entre el obrerismo se había extendido cierto
rechazo a los métodos de los partidos comunistas, por lo que el nazismo
también sería capaz de captar su atención gracias a una defensa pública de
la identidad obrera y de los intereses de los trabajadores. Si bien, no hay
que olvidar la diferenciación entre individuos defendida por el fascismo y su
propio apoyo en las clases burguesas para obtener la financiación necesaria
en su acción política.
De esta forma, en una estrategia de acción que abarcó a
prácticamente todos los sectores de la sociedad, Hitler y el NSDAP vieron
como poco a poco los actos del partido se llenaban. El nazi se estaba
convirtiendo en un partido de masas. El comienzo de los años 30 parecía
pronosticar resultados favorables para la utopía nacionalsocialista.
El 14 de septiembre de 1930 se retomó la carrera hacia el Reichstag.
Ese día se celebraron elecciones en medio de un panorama gubernamental
debilitado. El anterior canciller de Alemania, Heinrich Brüning, había
accedido al cargo en marzo de ese año por decisión del presidente de la
República, Paul von Hindenburg, pero en solo unos
meses pudo comprobar que la deriva política de la
República de Weymar le había llevado a ser un
presidente sin apoyos (pese a ser un representante de
los partidos de centro más moderados, el Zentrum).
Ante esta situación y la convocatoria de elecciones del
14 de septiembre, los nazis pensaban que esa podía
ser su oportunidad para conquistar el poder, pero los
resultados colocaron en el primer puesto al Partido
Socialdemócrata (SPD) y relegaron a un segundo
puesto al Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán
(NSDAP), que se situaba por delante del Partido Paul von Hindenburg.
Comunista de Alemania (KPD, en el tercer puesto). Los
resultados no eran, desde luego, los esperados, pero los acontecimientos del
último año habían llevado al NSDAP de la novena posición en las elecciones
de 1928 (con 12 escaños) a la segunda en las de 1930 (con 107 escaños).
Además, ningún partido obtuvo mayoría absoluta en estas elecciones, por lo
que solo cabía la posibilidad de establecer pactos entre diferentes partidos.
Los nazis, enemistados con todos sus rivales políticos (a los que
despreciaban e insultaban públicamente en sus mítines) se quedaron fuera
de las alianzas y estas elecciones situaron a una coalición de partidos
liderados por el Zentrum, apoyado por Hindenburg, de nuevo en la
presidencia de la República.
Ante el ascenso experimentado por los nazis, Heinrich Brüning y
Hindenburg intentaron establecer contactos con Hitler (aunque este los
rechazaba públicamente), pero el partido nazi, fortalecido por los
resultados electorales, endureció en 1930 su discurso introduciendo ya la
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cuestión racial y el lebensraum y estableció contactos con altas instituciones
militares, de la burguesía y de los movimientos obreros con el objetivo de
crear un «poder en la sombra» que a largo plazo le diera la victoria al
NSDAP. Los contactos entre Brüning y Hitler, evidentemente, fracasaron y
ese «poder en la sombra» en el que confiaban los nazis les daba tantas
esperanzas a Hitler que incluso en 1932 el austriaco rechazó la propuesta
de Brüning de postergar la elecciones a la presidencia de la República para
permitir la recuperación de Hindenburg (cada vez más debilitado a causa de
diversas enfermedades). Brüning pretendía que las elecciones no se
celebrasen hasta la muerte de Hindenburg para luego instaurar un sistema
monárquico próximo al británico, pero Hitler, que sabía que los resultados
del NSDAP eran cada vez mejores, no aceptó y exigió la celebración de
elecciones planteándose la posibilidad ya no de ser el presidente del
gobierno, sino, ahora, de ascender al puesto más alto del poder alemán
ocupando la presidencia de la República. El resultado, sin embargo, no fue el
esperado por el austriaco. Las elecciones le dieron la victoria a Hindenburg
y Hitler, una vez más, veía como su sueño quedaba en eso, una utopía sin
éxito.
Ese mismo año, las
complicadas relaciones dentro
de los partidos de la República
de Weymar llevarían a convocar
unas nuevas elecciones a la
presidencia del gobierno. Estas
tuvieron lugar en julio de 1932 y
para sorpresa de muchos, ahora
sí, el NSDAP ganaría los
Von Hindenburg y Hitler, el día en el que el líder
comicios. Los nazis se hicieron nazi es nombrado nuevo canciller de Alemania.
con 230 escaños (duplicando así
los resultados de 1930), pero no
alcanzaron una mayoría absoluta, por lo que una nueva coalición de
partidos liderada por Franz von Papen (candidato defendido por
Hindenburg) se hizo con la cancillería y los nazis, una vez más, se quedaron
fuera. Pero la falta de apoyos que experimentó Von Papen hizo que solo 3
meses después se volviesen a convocar elecciones a la presidencia del
gobierno (cancillería). Estas fueron ganadas una vez más por los nazis,
aunque ahora obtenían 196 escaños (34 menos que en julio) y Von Papen
volvería a constituir una coalición de partidos que le daría la presidencia. En
este rápido proceso de cambios, los sucesos se precipitaron y Hindenburg
acabó sustituyendo en diciembre de 1932 a Von Papen por un nuevo
candidato, Schleicher. Este segundo experimentó, de nuevo, cómo la falta de
apoyos le dejaba en una situación comprometida y, así, el 28 de enero de
1933 presentó su renuncia ante Hindenburg (ante la imposibilidad de
gobernar). Solo dos días más tarde, el 30 de enero, Hindenburg, aconsejado
por Von Papen (su hombre de confianza), accedió a darle la cancillería a
Hitler con la esperanza de que se tratara de un gobierno provisional y de
poder controlarlo. Como ya sabemos, no sucedió así.
De forma casi inesperada Hitler alcanzaba, al fin, su sueño, pero lo
hacía sin tener la mayoría absoluta en el Reichstag, lo que le obligaba a
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contar con el apoyo de otros partidos para gobernar. La situación
incomodaba a Hitler, firme defensor, como fascista, de la necesidad de
someter a la democracia alemana a un partido único, por lo que
rápidamente convocó unas nuevas elecciones y maniobró para convertir la
campaña electoral en un campo de batalla. Así, el 27 de febrero de 1933,
solo una semana antes de las elecciones, los berlineses verían como en la
noche las llamas del parlamento incendiado iluminaban la ciudad. El
incendio destruyó buena parte del edificio que representaba la libertad
política del pueblo alemán y los nazis rápidamente acudieron a sus órganos
de propaganda para acusar a los comunistas de ser los responsables de esta
quema. La campaña de difamación se vio apoyada por la disolución del
partido comunista, la prohibición de la prensa de izquierdas y la
suspensión de las libertades individuales garantizadas en la
Constitución. De este modo, las elecciones del 5 de marzo de 1933 le dieron
el 44% de los escaños a Hitler. De nuevo se quedaba cerca de la mayoría
absoluta, pero ahora fueron los partidos nacionalistas los que le ayudaron a
conseguirla. Con este apoyo, y el Decreto de incendio del Reichstag, Hitler
consiguió aprobar el 23 de marzo de 1933 el Acta de habilitación por la
que se convertía en un dictador legal: decretó la disolución de todos los
sindicatos y partidos políticos (excepto el partido nazi); suprimió el
federalismo implantando un férreo centralismo administrativo; y todos
los que no demostraron lealtad a Hitler acabaron siendo perseguidos
por las SS y las SA. Uno de los mayores ejemplos de esto, y a imitación de
las purgas de Stalin, fue la Noche de los cuchillos largos (20-06-1934), en
la que miembros de las SS asesinaron, por orden directa de Hitler, a
miembros de unas SA que, bajo la dirección de Röhm, habían comenzado a
cuestionar algunas de las órdenes dadas por el autodenominado furor.
El ascenso al poder se veía culminado en 1934, con la muerte de
Hindenburg. Hitler ocupó supuesto convirtiéndose ahora en presidente de
la República alemana y manteniendo el cargo de presidente del gobierno.
Con esta concentración de poderes, la República de Weymar perdía su
denominación y a partir de ahora el mundo conocería al estado alemán
como el III Reich (el tercer imperio alemán).

4.4. La dictadura nazi
Si Mein Kampf, los discursos de las campañas electorales, la violencia de las
SA en las calles, el Putsch de Múnich y los 25 puntos de l NSDAP habían sido
toda una declaración de intenciones, con Hitler en el poder la pesadilla
alemana se hacía ahora realidad y solo unos días después de la victoria de
Hitler en las elecciones la estrategia represiva y dictatorial se traduciría en
la apertura del campo de concentración de Dachau, próximo a Múnich.
Instalado en lo que había sido una antigua fábrica de armas clausurada tras
el Tratado de Versalles debido a la prohibición de que Alemania fabricase
material de guerra, Dachau fue el lugar de destino de todas aquellas
personas que por motivos políticos, ideológicos, religiosos o culturales se
habían convertido en «enemigos» del nuevo régimen dictatorial. En él
fueron recluidos miembros de la familia real de Baviera, de la Iglesia
católica, refugiados españoles (exiliados tras la Guerra Civil española),
grupos de judíos e intelectuales como Victor Frankel. La propaganda nazi se
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encargó de transmitir la idea de que este campo de concentración era, en
realidad, un campo de trabajo para prisioneros, pero a efectos prácticos los
métodos de tortura (trabajos forzados y amenazas), los experimentos
científicos y los asesinatos en las cámaras de gas instaladas en él a partir de
1942 (en las que se empleó Zyklon B para asesinar a los prisioneros)
demostrarían que lo que allí acontecía no era, sino, una prueba más de la
barbarie nazi. A este le seguirían otros tristemente más famosos como
Mauthausen, Auschwitz-Birkenau, Sachsenhausen o Sobibor. Además
de los ya citados en Dachau, fueron víctimas de este genocidio: disidentes
políticos, homosexuales, gitanos, testigos de Jehová, criminales comunes
(que, siempre que fueran de origen alemán, tenían una mejor consideración
dentro del campo y, por lo tanto, eran mejor tratados por las SS que el resto
de grupos), discapacitados y familias enteras de polacos y checos.
En las calles, el miedo se extendió rápidamente debido al rígido
control policíaco auspiciado por la Gestapo (policía secreta del régimen).
Los nazis quisieron transmitir al pueblo que nada podía escapar al control
del Estado, ni siquiera el pensamiento. Para alcanzar este último fin también
tuvo especial protagonismo la quema de libros en espacios públicos, el
saqueo de bibliotecas, la censura a los medios de comunicación de masas o
el alistamiento obligatorio de la sociedad en organizaciones de carácter nazi
(para los más pequeños, por ejemplo, se crearon las Juventudes
Hitlerianas).
Esta represión cobraría especial protagonismo en la noche del 9 al
10 de noviembre de 1938, en la conocida como la Noche de los cristales
rotos. Unas horas en las que, bajo las órdenes de Hitler, las SS, las SA, las
Juventudes Hitlerianas, con el apoyo de la Gestapo y de la SD (servicio de
inteligencia de las SS), actuaron de forma conjunta en territorio alemán y
austriaco quemando más de 1.500 sinagogas y casas de oración,
destruyendo más de 7.000 tiendas y locales bajo propiedad judía (o
presuntamente relacionadas con propietarios judíos) y asesinando a una
cifra aún no concretada de judíos.
Ya durante la II Guerra Mundial, este ataque en masa atentando
contra la vida humana se traduciría en lo que dentro de los órganos del
partido nazi se denominó la «solución final», un genocidio masivo
orquestado por Hermann Göring (ministro del aire y comandante de la
Luftwaffe), Reinhard Heydrich (director de la Oficina Central de Seguridad
del Reich) y Heinrich Himmler (comandante en jefe de las SS y, más tarde,
ministro de Interior del III Reich) que acabó con la vida de cerco de seis
millones de judíos y que, en suma, arrojó una cifra que fluctúa entre los 15
y los 20 millones de seres humanos asesinados. Un exterminio
sistemático de vidas humanas denominado por los historiadores europeos
como Holocausto (Shoá para el pueblo hebreo) al que hay que añadir las
víctimas de las deportaciones en masa, de los guetos creados en ciudades
como Varsovia o de los asesinatos que se repitieron durante estos años por
las calles de las principales ciudades ocupadas por los nazis.
Pero al hablar de los campos de concentración no podemos olvidar
que buena parte de estos sirvieron como fuente de mano de obra barata
para la principales fábricas del país. Industrias como Krupp obtuvieron en
1944 unos beneficios de más de 110 millones de marcos gracias a la
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explotación de 250.000 personas que trabajaban en las 81 fábricas de su
consorcio, mientras otras como la marca Alex Zink, dedicada a la fabricación
de fieltro, emplearon el pelo humano para sus productos (durante la guerra
pagó 30.000 marcos al Reich por una partida de 60 toneladas de pelo). Unos
beneficios que fortalecieron la política y, sobre todo, la propaganda nazi de
la mano de un modelo autárquico que congeló los créditos extranjeros,
controló los precios y salarios e invirtió importantes cantidades en
infraestructuras e industrias armamentísticas con las que dotar a Alemania
de las infraestructuras necesarias para un posible, y muy probable, conflicto
bélico.
El resultado de esta política dejó grandes beneficios en la principal
burguesía financiera industrial, que también se vio favorecida por un
régimen fiscal ventajoso y por las inversiones públicas. Mientras, la clase
trabajadora vio recortados sus derechos y congelados sus salarios al tiempo
que las cifras de paro disminuían. Una situación que, acompañada por los
elementos represores antes señalados, hizo que el control del pueblo
resultase más sencillo para el régimen de Hitler.

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