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CIENCIAS DE LA TIERRA

En las ciencias naturales se denomina geósfera o geosfera al conjunto de


capas que constituyen la parte sólida de la Tierra. Junto a la hidrósfera (parte
acuática), la atmósfera (parte gaseosa) y la biósfera (conjunto de los seres
vivos), conforman las partes en que puede dividirse analíticamente nuestro
planeta.

Tal y como otros planetas terrestres (de superficie sólida), la Tierra está
formada de materiales rocosos de distinta naturaleza y que presentan
distintas dinámicas entre sí, muchas de las cuales datan de los primeros
períodos geológicos o se formaron durante etapas convulsas de actividad
volcánica. Muchas de las rocas más antiguas que se conocen en el planeta
datan de hace más de 4400 millones de años.

El estudio de la geósfera por parte de los geólogos y otros especialistas, se


lleva a cabo mediante la revisión experimental de los suelos, en especial en
los lugares donde accidentes del terreno revelan a la superficie estratos que
normalmente permanecerían ocultos.

Del mismo modo, muchas observaciones son teóricas o derivadas del


cálculo: la masa y el volumen de la tierra no son mensurables directamente,
pero sí a través de otras variables calculables, como la gravedad, o la
reverberación de las ondas sísmicas.

La estructura de la geósfera se estudia desde dos perspectivas distintas:


desde el punto de vista químico y desde el punto de vista geológico.

Atendiendo al punto de vista de su composición química,


la geósfera comprende tres capas: corteza, manto y núcleo.

 Corteza (de 0 a 35 km de profundidad). Es el estrato de roca


superficial sobre el cual habitamos, cuyo grosor relativamente fino
contempla una densidad media de 3,0 g/cm3. Esto incluye a los lechos
marinos y las depresiones profundas. Está conformada
mayoritariamente por rocas máficas (silicatos de hierro y de
magnesio), rocas félsicas (silicatos de sodio, potasio y aluminio).
 Manto (de 35 a 2890 km de profundidad). Es la capa más gruesa de
todas, compuesta por rocas silíceas, con mayor contenido de hierro
que la corteza. A medida que nos adentramos en el manto, las
temperaturas y las presiones se van haciendo colosales, logrando un
estado de semi-solidez en la roca que lo compone, capaz de permitir el
movimiento de las placas tectónicas y ser responsable de los
temblores y terremotos. Debido a la presión, la parte superior del
manto se muestra menos viscosa y más movible que la inferior,
variando entre 1021 y 1024 Pa.s de magnitud.
 Núcleo (de 2890 a 6371 km de profundidad). La porción más interna
del planeta, en donde se hallan los materiales más densos (la Tierra
es el planeta más denso del Sistema Solar). El núcleo se divide a su
vez en dos estratos: núcleo externo (de 2890 a 5150 km de
profundidad) y núcleo interno (de 5150 a 6371 km de profundidad), y
está compuesto en su mayor parte por hierro (80%) y níquel, mientras
que elementos como el plomo y el uranio escasean.

En cambio, desde un punto de vista geológico, la geósfera se divide en:

 Litósfera (de 0 a 100 km de profundidad). Esta es la porción sólida de


la geósfera, donde están las rocas sólidas y que corresponde a la
corteza y la porción superficial del manto. Se encuentra fragmentada
en una serie de placas tectónicas o litosféricas, en cuyos bordes tienen
lugar los fenómenos sísmicos y volcánicos y la orogénesis.
 Astenósfera (de 100 a 400 km de profundidad). Compuesta por
materiales dúctiles en estado semisólido a sólido, correspondientes al
manto terrestre. Allí tienen lugar los lentísimos movimientos
que componen la deriva continental; pero a medida que se aproxima
más al núcleo va perdiendo sus propiedades y tornándose rígida como
el manto inferior.
 Núcleo (de 2890 a 6371 km de profundidad). Ubicada al término del
manto inferior, el núcleo o endósfera es la porción geológica terrestre
que comprende la mayor cantidad de masa del planeta (60% del total).
Su radio es mayor que el del planeta Marte (cerca de 3500 km) y
posee una presión enorme y temperaturas superiores a los 6700 °C.
Compuesto principalmente de hierro y níquel, se divide en un núcleo
externo de naturaleza líquida y un núcleo interno de naturaleza sólida.

La geósfera es la porción más antigua de nuestro planeta y en donde se


encierran todos sus secretos. Los estudiosos de la geología intentan
descubrir los diversos procesos implicados en su formación, los cuales
arrojan además luz sobre la formación del resto de los astros del Sistema
Solar y, por lo tanto, del origen del universo. Lo mismo ocurre con la
sismología, ciencia que intenta comprender la naturaleza de los movimientos
geológicos y tectónicos para prevenir los eventuales terremotos y evitar que
resulten tan destructivos para la humanidad.

Por otro lado, el estudio de la geósfera va de la mano de la comprensión de


los materiales que podemos hallar en nuestro planeta, lo cual tiene
repercusiones importantes en las diversas industrias, la ingeniería y el
comercio internacional, entre otras áreas vitales.

Podemos definir ámbito como "el espacio o entorno donde se ubica un


sistema determinado". Podemos decir que el ámbito en el que se ubica
nuestro planeta es el sistema solar. El sistema solar es un conjunto formado
por el sol y todos los cuerpos, llámense planetas, satélites y asteroides que
se mueven bajo la influencia gravitatoria del mismo. Cabe destacar que el
sistema solar es parte de un homólogo de mayor tamaño llamado sistema
galáctico.

Una de las características propia de los sistemas es que en ellas se producen


interacciones entre sus componentes, en consecuencia, entre la Tierra y su
ámbito se producen interacciones gravitatorias, electromagnéticas y
nucleares, las cuales contribuyen a mantener un ordenamiento natural dentro
del sistema solar. Qué fuerza regula el ordenamiento natural del sistema
solar. Algunos fenómenos que manifiestan las relaciones entre la Tierra y su
ambiente son:

 La radiación solar.
 Las mareas.
 Los eclipses.
 Las caídas de meteoritos.
 Los vientos solares.
 Las auroras.
 Las interacciones gravitatorias.

Las leyes de Kepler o leyes del movimiento planetario son leyes científicas
que describen el movimiento de los planetas alrededor del Sol. Reciben el
nombre de su creador, el astrónomo alemán Johannes Kepler (1571-1630).

El aporte fundamental de las leyes de Kepler fue dar a conocer que las
órbitas de los planetas son elípticas y no circulares como se creía
antiguamente.

En la antigüedad, la astronomía se basaba en la teoría geocéntrica, según la


cual el Sol y los planetas giraban en torno a la Tierra. En el siglo XVI, Nicolás
Copérnico demostró que los planetas giraban alrededor del Sol, lo que se
llamó teoría heliocéntrica.

Aunque la teoría heliocéntrica sustituyó a la teoría geocéntrica, ambas


compartían una creencia común: que las órbitas de los planetas eran
circulares. Gracias al hallazgo de Kepler, la teoría heliocéntrica pudo
perfeccionarse.

Las leyes de Kepler son leyes cinéticas. Esto quiere decir que su función es
describir el movimiento planetario, cuyas características se deducen gracias a
cálculos matemáticos. Con base en esta información, años más tarde Isaac
Newton estudió las causas del movimiento de los planetas.

Primera ley de Kepler o ley de las órbitas

La primera ley de Kepler se conoce también como “ley de las órbitas”.


Determina que los planetas giran alrededor del Sol describiendo una órbita
con forma de elipse. El Sol se ubica en uno de los focos de la elipse.

El enunciado de la primera ley de Kepler es el siguiente:

Los planetas se mueven de manera elíptica alrededor del Sol, el cual se sitúa
en uno de los focos de la elipse.

Una elipse es una curva cerrada que posee dos ejes simétricos, llamados
focos o puntos fijos. En palabras más simples, una elipse puede describirse
como un círculo achatado.
El grado de achatamiento de una curva cerrada se llama excentricidad.
Cuando la excentricidad es igual a 0, la curva forma un círculo perfecto. En
cambio, cuando la excentricidad es superior a 0, se achatan los lados de la
curva formando una elipse.

La fórmula para calcular la excentricidad de la elipse es la siguiente:

donde,

 e es excentricidad
 c es distancia del foco al centro o semidistancia focal
 a es el semieje mayor

Por ejemplo, la excentricidad de la órbita terrestre es de 0.0167. Esto significa


que la elipse que describe la Tierra es casi circular.

Segunda ley de Kepler o ley de las áreas

La segunda ley de Kepler se conoce como “ley de las áreas”. Establece que
el radio vector barre áreas equivalentes en un mismo intervalo de tiempo.

El radio vector es una línea imaginaria que conecta a un planeta con el Sol.
Por lo tanto, su longitud varía según la distancia entre ambos.

El enunciado de la segunda ley de Kepler es el siguiente:

El radio vector que une a un planeta con el Sol barre áreas iguales en
tiempos iguales.

Se llama velocidad areolar al tiempo que demora un radio vector en recorrer


áreas equivalentes. Ya que ese intervalo es siempre el mismo, se concluye
que la velocidad areolar es constante.

Esto implica que cuanto más lejos está un planeta del Sol, más lento es su
desplazamiento. Cuanto más cerca está el planeta del Sol, su
desplazamiento es más rápido.

Existen dos puntos en el recorrido de un planeta donde los cuerpos celestes


alcanzan sus distancias y velocidades límites. Estos puntos se llaman
perihelio y afelio.

El perihelio es el punto más próximo de un planeta al Sol. En ese punto los


planetas desarrollan su máxima velocidad.
El afelio es el punto más lejano entre un planeta y el Sol. En ese punto los
planetas alcanzan su velocidad mínima.

Tercera ley de Kepler o ley de los períodos

La tercera ley de Kepler se conoce como “ley de los períodos” o “ley de las
armonías”. Permite comparar las características del movimiento de los
planetas entre sí. La comparación toma en cuenta el período orbital y el radio
de órbita de cada planeta.

El período orbital es el tiempo que demora un planeta en dar la vuelta


completa al Sol. El radio de la órbita es el semieje mayor de la elipse.

El enunciado de la tercera ley de Kepler es el siguiente:

El cuadrado del período orbital de cualquier planeta es proporcional al cubo


del radio de la órbita.

Si dividimos el cuadrado del tiempo orbital entre el cubo del radio de la órbita,
tendremos como resultado una constante, llamada constante de Kepler. La
constante de Kepler es igual para todos los cuerpos celestes que orbitan
alrededor del Sol, ya que no depende de ellos sino de la masa solar.

La fórmula para calcular la tercera ley de Kepler es la siguiente:

donde,

 T2 es el tiempo o período orbital al cuadrado


 a3 es el radio o semieje mayor de la órbita al cubo
 K es la constante

La magnetosfera es una capa alrededor de un planeta en la que el campo


magnético de este desvía la mayor parte del viento solar formando un escudo
protector contra las partículas cargadas de alta energía procedentes del Sol.
La magnetosfera terrestre no es única en el sistema solar y todos los
planetas con campo magnético poseen una magnetosfera propia.
Ganímedes, satélite de Júpiter, tiene un campo magnético, pero demasiado
débil para atrapar el plasma del viento solar. Marte tiene una muy débil
magnetización superficial sin magnetosfera exterior.

Las partículas del viento solar que son detenidas forman los cinturones de
Van Allen. En los polos magnéticos, las zonas en las que las líneas del
campo magnético terrestre penetran en su interior, parte de las partículas
cargadas son conducidas sobre la alta atmósfera produciendo las auroras
boreales o australes. Tales fenómenos aurorales han sido también
observados en Júpiter y Saturno.
Las auroras boreales son uno de los mayores espectáculos de la naturaleza.
Una aurora se produce cuando las partículas cargadas procedentes del Sol
chocan con el campo magnético de la Tierra. Estas partículas procedentes
del viento solar son guiadas por el campo magnético de la Tierra y se dirigen
hacia los polos. Cuando esas partículas alcanzan nuestra atmósfera chocan
con las moléculas de oxígeno y nitrógeno, excitando los átomos y haciendo
que estos ganen un electrón. Transcurrido un rato, al liberarse de ese
electrón, devuelven la energía adquirida en forma de luz. Esta luz puede
producirse con distinta intensidad y longitud de onda, que afectan al color de
la luz que vemos.

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