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CURSO DE CIENCIAS PLANETARIAS

Universidad de Salamanca

Salamanca del 2 al 5 de abril de 2003


Dedicado a mi abuelo Miguel.
PRESENTACIÓN
“CURSO DE CIENCIAS PLANETARIAS”
ABRIL DE 2003.

Las materias contenidas en los planes de estudio no pueden extenderse más allá de lo que
permiten unos límites, principalmente de tiempo, que obligan a acotar los programas dentro de
lo que el profesor estima que son los conceptos de aprendizaje ineludibles. Por esta razón, se da
la circunstancia de que algunas parcelas del saber pasan, si no totalmente sí en parte,
desapercibidas para el estudiante universitario durante toda su carrera, aunque éste posea la
preparación adecuada para su estudio y comprensión.

Creo que este puede ser el caso de las Ciencias Planetarias. Los estudiantes de ciencias
geológicas y ciencias físicas, en concreto, tienen ya conocimientos parciales que han aprendido
en distintas materias de su currículo docente, pero, seguramente, no han tenido la oportunidad
de asistir a una puesta en escena tan completa como la que ofrece este curso.

Creo que es una excelente idea el planteamiento del curso extraordinario sobre las Ciencias
Planetarias, situadas en lo que definimos como fronteras del conocimiento científico, con el
carácter multidisciplinar que se le ha dado. El lector de este libro, como el asistente al curso,
tiene la oportunidad de acceder a las disertaciones de un grupo importante de profesores e
investigadores que dedican su trabajo, desde distintas áreas del conocimiento, a estos temas
apasionantes. Muchos de ellos , la mayoría, proceden de otras universidades o centros de
investigación, a todos ellos nuestro agradecimiento.

Y es que ha sucedido de nuevo, y por segundo año consecutivo que estudiantes de Geología,
esta vez los que están agrupados en la asociación cultural Geozona, me han ofrecido hacer la
presentación de un libro producto de otra de las actividades que ellos, ya de manera habitual,
desarrollan. Me da la impresión de que en estamos alcanzando el punto en que su entusiasmo,
tenacidad y empeño en el desarrollo de reuniones, cursos, concursos, exposiciones, etc. ha
dejado ya de sorprendernos. Sin embargo, tengo que dejar constancia de su mérito: en la
elección de los temas de trabajo y la organización de los eventos. Y por supuesto, no puedo
dejar de resaltar que sin el concurso de unos pocos profesores de la casa que han colaborado
con ellos, nada habría sido posible.

Los organizadores presentan este curso como ”primero”; quedamos a la espera del segundo.

Francisco Navarro Vilá


Decano de la Facultad de Ciencias
NOTA DE AGRADECIMIENTO

Me gustaría agradecer a todas las personas que han participado en el


transcurso de este curso, en especial a todos los ponentes que por su parte
han puesto todo el interés e ilusión en esta idea.

En particular quiero agradecer la grata colaboración de la directora del


curso, la Dra. Dolores Pereira Gómez, que desde el primer momento que le
propusimos la idea de este curso, la aceptó, apoyándonos y aconsejado en todo
momento.

También quiero agradecer la colaboración prestada por Mauricio Ledesma


Miñambres, realizador de la Web oficial de este curso. Os invito a que la
visitéis.

Por último y no por ello menos importante quiero agradecer de todo


corazón a cada uno de los organizadores, Javier Álvarez Lobato, Silvia
Hernández Fernández, Juncal Rodríguez Grandes, José Manuel Nieto García,
Juan Sesma Plaza, Aitor Martín Arenas, Ruth Sanchidrían Martín, Isabel
Pérez García, Israel González Benito y Liliana Hernández Manzano, que
habéis puesto toda la ilusión para que este proyecto fuera a buen puerto, sin
vosotros esto no hubiera sido posible, de nuevo, gracias a todos.

Iñaki Rubio Muñoz


ORGANIZADORES

Directora del curso:

• Dra. Lola Pereira Gómez

Organizadores:

• Javier Álvarez Lobato


• Silvia Hernández Fernández
• Juncal Rodríguez Grandes
• José Manuel García Nieto
• Juan Sesma Plaza
• Ruth Sanchidrían Martín
• Aitor Martín Arenas
• Liliana Hernández Manzano
• Isabel Pérez García
• Israel González Benito
• Iñaki Rubio Muñoz

Asociación Cultural de Estudiantes Universidad de Salamanca


GEOZONA
Diseño del cartel promocional y tríptico Aitor Martín Arenas

Web oficial del curso

www3.usal.es/geozona/planetaria

Diseñadores del logotipo del curso

Juncal Rodríguez Grandes


Israel González Benito

Editores

Juan Sesma Plaza


Iñaki Rubio Muñoz

Colaboradores
Llegara una época en la que una investigación diligente y prolongada
sacara a la luz cosas que hoy están ocultas. La vida de una sola persona, aunque
estuviera toda ella dedicada al cielo, seria insuficiente para investigar una
materia tan vasta... Por lo tanto este conocimiento solo se podrá desarrollar a lo
largo de sucesivas edades. Llegara una época en la que nuestros descendientes
se asombraran de que ignoramos cosas que para ellos son tan claras...

Muchos son los descubrimientos reservados para las épocas futuras cuando se
haya borrado el recuerdo de nosotros.

Nuestro universo sería una cosa muy limitada si no ofreciera a cada época
algo que investigar...La naturaleza no revela sus misterios de una vez para
siempre.

Séneca, Cuestiones naturales


Libro 7, siglo primero
Este libro recoge las ponencias del primer Curso de Ciencias Planetarias,
celebrado en la ciudad de Salamanca los días comprendidos del 2 al 5 de abril de
2003. Organizado por la Asociación Cultural de Estudiantes Geozona,
perteneciente a la universidad de dicha ciudad.
Ciencias Planetarias Salamanca 2003

Las ciencias planetarias y su implicación en el conocimiento

de la Tierra.

Dolores Pereira Gómez


Dpto. de Geología
Universidad de Salamanca
mdp@usal.es

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

“El mundo es infinito y el hombre una circunstancia”.

Demócrito

Capítulo 1 Página - 2-
Ciencias Planetarias Salamanca 2003

El avance tecnológico hace que la investigación se parezca cada vez más a una película de
ciencia ficción. Los logros que se consiguen hoy día en el estudio del espacio interestelar no
podrían imaginarse como ciertos hace tan solo un siglo. Y estos estudios avanzan, no sólo por la
curiosidad intrínseca de los investigadores, por el saber qué hay más allá del alcance de nuestras
manos, sino por la necesidad de conocer nuestro planeta Tierra y cómo se formó.

El Universo no es estático: está continuamente en expansión, acelerado por energías que aún
están por descubrir. En uno de estos momentos de expansión, hace unos cuantos miles de
millones de años, se produjo el estallido de una gran estrella, de una supernova, cerca de donde
estamos nosotros ahora en el espacio. Esta explosión originó todos los elementos químicos de los
que estamos hechos. Durante la evolución de una estrella, las abundancias relativas de nucleidos
que dan lugar a la masa estelar cambia como resultado de la producción de elementos más
pesados a expensas de los más ligeros. La abundancia y modelos de concentración de elementos
químicos solo puede explicarse, de momento, a partir de las teorías basadas en la formación de
elementos a partir de reacciones nucleares en el interior de las estrellas. Esta síntesis de
elementos es la que da lugar a las teorías de la Nucleosíntesis. Y como en la actualidad siguen
produciéndose explosiones de supernovas, es posible hacer un estudio de la historia que en su día
formó el actual Sistema Solar.

Se parte de la hipótesis de que la materia del Sistema Solar hace aproximadamente cinco mil
millones de años era uniforme químicamente y, sin embargo, en la actualidad existen acusadas
diferencias entre los componentes de este sistema. El sol está compuesto fundamentalmente por
un 80% de H y un 19% de He, con sólo un 1% de metales pesados en su atmósfera. No obstante, se
calcula que en su interior puede haber hasta un 10% de metales pesados. Dentro de los planetas
existen grandes diferencias en cuanto a su composición química, y esta composición es variable
dependiendo de los grupos de planetas. Hay que tener en cuenta que, de momento, el conocimiento
está supeditado a los planetas más pequeños, que son los telúricos, o terrestres: Mercurio, Venus,
la Tierra, Marte y, por supuesto, la Luna, único satélite natural de la Tierra. Estos planetas pueden
tener atmósfera o no, siendo ésta un compuesto oxigenado. Los planetas gigantes, es decir,
Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plutón, tienen atmósferas muy espesas, en las que hay
hidrógeno libre o hidruros (metano, amoníaco…)

Las propiedades mecánicas de cada planeta también son muy diferentes, y es indicativo de su
composición química global. Los elementos pesados se concentran en los planetas terrestres,
mientras que los elementos ligeros se concentran esencialmente en los planetas gigantes. Puede
deducirse que el primer paso de la formación y evolución del Sistema Solar consistió en la
individualización de los cuerpos celestes, produciéndose un intenso proceso de fraccionación
química.

Se denomina fraccionación al movimiento diferencial de un elemento químico con respecto a


otros. Tiene lugar por migración de iones, átomos o grupos moleculares.

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

En el proceso de condensación de los planetas, no sólo podemos distinguir entre elementos


ligeros, preferencialmente migrados hacia el exterior, y elementos pesados, preferencialmente
retenidos en el interior, sino que dentro de éstos se establecerá una zonación interna, con capas
concéntricas en la que predominarán determinados elementos, estableciéndose una relación
entre la profundidad y la densidad: los más densos en el núcleo y los más ligeros en el exterior.
Esto concuerda perfectamente con lo observado en la Tierra, con su división entre núcleo, manto
y corteza.

La composición de la corteza terrestre es de un material enriquecido químicamente, en


comparación con el manto, que está empobrecido químicamente. Esta composición diferente se
explica mediante la evolución térmica que se produce en la formación de la Tierra, con
separación de elementos productores de calor (K, Th, U) hacia la corteza en los principios de su
historia.

La composición de la corteza de otros planetas tiene que hacerse muchas veces mediante
extrapolación sobre la composición del polvo y material fino que los cubre. Este material fino
correspondería al material sedimentario que existe en la corteza terrestre, y que se forma por
la alteración y desintegración del resto de rocas, tanto ígneas como metamórficas, que son las
realmente abundantes. En la Tierra, la diferenciación geoquímica que tiene lugar entre la corteza
inferior y la corteza superior se debe en parte al movimiento de placas tectónicas.

En otros planetas, como es el caso de Marte, domina el volcanismo basáltico. Esta


composición se ha estudiado sobre todo en las misiones llevadas a cabo con los Viking y
Pathfinder, en que se pudieron analizar estas rocas utilizando espectrometría de Rayos X y
rayos Gamma. La diferenciación cortical no es tan severa en Marte, y en principio cabe pensar
que la composición superficial de Marte puede ser equivalente a la composición total de la
corteza terrestre.

La corteza continental de la Tierra cubre un total del 40% de la superficie, con un espesor
de unos 40 Km. Esto constituye aproximadamente el 0.5% de la masa del planeta. Marte es un
planeta mucho más pequeño, con un espesor de corteza semejante al de la Tierra, y por tanto
ésta ocupa un porcentaje mayor del total. Se puede comparar el grado de acumulación de
elementos radiogénicos en las cortezas terrestre y marciana. Esencialmente, todos los modelos
de evolución corteza-manto terrestres predicen que entre el 25% y el 50% de elementos
productores de calor residen en la corteza, fundamentalmente en la corteza continental.

En la Tierra, la mayor parte del crecimiento cortical tuvo lugar durante el Arcaico y
Proterozoico inferior y, por tanto, la transferencia de calor del manto a la corteza tuvo lugar
probablemente entre un periodo de tiempo desde los 4.5 Ga hasta los 2.0 Ga. Por otro lado, la
diferenciación corteza-manto en Marte pudo tener lugar muy pronto, durante la cual más del
50% (o incluso el 100%) de los elementos productores de calor fueros transferidos a la corteza.
Tales escalas de transferencias de calor a la corteza pudieron haber tenido una gran influencia

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

en la evolución térmica del planeta y puede explicar la falta de fusión catastrófica del manto
durante la historia de Marte, así como la falta de una tectónica de placas.

Las rocas más abundantes en la corteza terrestre son las rocas ígneas, y dentro de éstas los
granitos. Cabría pensar entonces que las rocas más abundantes en otros planetas del Sistema
Solar deberían ser los granitos también. Sin embargo, las distintas misiones espaciales no han
encontrado muestras de esta litología. Tenemos constancia de la composición de Marte a partir
de los meteoritos encontrados, sobre todo los condritos SNC (constituidos por sheergottita,
nakhlita y chassignita). A partir de ellos y de datos recogidos por censores remotos se deduce
que un magmatismo silícico intermedio tuvo lugar con anterioridad, quedando ahora patente a
modo de enclaves. Los meteoritos ofrecen información sobre la naturaleza y evolución de la
materia extraterrestre, fundamentalmente de Marte.

Sobre otros planetas, como Mercurio y Venus, de momento solo se puede especular, porque
las misiones científicas no han sido tan intensas como en el caso de la Luna y de Marte. Sabemos
que Venus tiene un tamaño similar a la Tierra, con una masa, densidad y composición similares,
pero con una geología diferente. Para empezar, cabe decir que la superficie venusiana se
caracteriza por una altísima presión atmosférica. Además, la capa externa del planeta consiste
en una única placa litosférica. Los datos altimétricos son diferentes, también, aunque se
observan relieves que evidencian regímenes tectónicos compresionales y extensionales, igual que
en la Tierra. No se han encontrado granitos en Venus, pero no quiere decir esto que no los haya.

Está claro que la recopilación de información en otros planetas nos llevará a entender mejor
la formación del nuestro. Pero el desarrollo y avance en Cosmoquímica, además, aporta
información sobre los efectos de la actividad solar sobre la atmósfera terrestre y la salud de
sus habitantes, predicciones meteorológicas a través de satélites artificiales, creación de
plantas de energía de alto poder, evitando poluciones químicas y térmicas, así como otras
aplicaciones industriales directas.

Referencias
Bonin, B., Bèbien, J. y Masson, P. (2002) Granite: a planetary point of view. Gondwana Research
vol. 5-2, 261-273.
McLennan, S.M. (2001) Crustal and thermal evolution of Mars. Lunar and Planetary Sciences
32, 1949.

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

¿ Cómo se formaron los elementos en el universo?

Daniel Galaviz Redondo


Institut für Kernphysik
TU-Darmstadt
redondo@ikp.tu-darmstadt.de

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

“Al principio creo Dios los cielos


y la Tierra. La Tierra estaba
confusa...”

Libro del Génesis,


Capitulo 1, 1-2

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

La astrofísica es una ciencia que desde hace milenios ha mirado al cielo con la esperanza de
comprender qué objetos hay en el universo, cómo se comportan, cómo interaccionan, cómo se
mueven. Pero desde no hace tanto tiempo (principios de la década de los 50), unos físicos
nucleares comenzaron a ver las estrellas como factorías de producción de elementos. Fábricas
con las que, si se sabía como funcionaban, se podría conocer o reproducir la distribución de los
elementos en nuestra naturaleza, en nuestro sistema solar, y en el universo.

Esos físicos nucleares [1] propusieron una serie de procesos en los que diferentes elementos
iban produciéndose por medio de reacciones nucleares, que a su vez explicaban las diferentes
fases de la evolución de una estrella. Era el comienzo de la Astrofísica Nuclear, rama de la física
que nació como unión de la astrofísica y de la física nuclear, y que con el tiempo ha sido
reconocida como una rama propia de la física.

Experimentalmente no es posible tomar una estrella, ver cómo evoluciona, tomar nota de los
diferentes elementos que hay dentro de ella y que se han ido formando, y en su última fase
hacerla explotar y anotar el resultado final de dicha explosión. Por ello se toma como referencia
la distribución de los diferentes isótopos dentro de nuestro sistema solar (la cual no ha de ser
necesariamente igual a la del resto del universo), y en base a esos datos se comprueban y
mejoran los modelos usados con el fin de reproducir dichos datos experimentales. La
distribución de los isótopos en nuestro sistema solar puede observarse en la figura 1.

A fin de poder explicar cómo se producen los diferentes elementos en el seno de una
estrella, es necesario diferenciar dos etapas en la evolución de la misma claramente separables:

• Una fase pre-explosiva, en la que partiendo de hidrógeno se van formando


diferentes elementos hasta el hierro y el níquel, y una parte de los elementos pesados hasta
el plomo.
• Una fase explosiva, en la que se forma el resto de los elementos pesados,
llegando a sobrepasar el plomo y produciendo uranio.

Al comienzo de la vida de una estrella, su principal componente es el hidrógeno. Partiendo de


esta enorme cantidad de protones, dentro de la conocida cadena p-p, se transforman los núcleos
de hidrógeno en helio. Dichos núcleos, más pesados que los núcleos de hidrógeno, se sitúan en el
centro de la estrella debido a la fuerza gravitatoria.

Una vez que se ha producido suficiente cantidad de helio, comienza (sin que concluya la
cadena p-p) la fase de quemado del helio, en la que partiendo de tres partículas alpha (4He++) se
forman núcleos de 12C, el cual se coloca nuevamente en el centro de la estrella. Dentro de esta
fase de quemado de helio, una vez creado el 12C, se sigue destruyendo helio, formándose isótopos
como 16O y 20Ne.

Paralelamente a esta fase de quemado del helio, y una vez formado el suficiente carbono, se
forman diferentes isótopos de carbono, nitrógeno, oxígeno, flúor y neon dentro del conocido
como ciclo CNO. El isótopo 20Ne constituye una especie de punto y seguido dentro de esta
primera fase de la evolución estelar. Partiendo de este isótopo se crean diferentes isótopos de
neon y de sodio en el ciclo Ne-Na, y a continuación se forman diferentes isótopos de magnesio,
aluminio y silicio en el ciclo Mg-Al, concluyendo con la formación de 28Si.

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

Fig.1 Distribución de los elementos dentro del sistema solar para isótopos con masas A > 40,
normalizada respecto a la abundancia del silicio [2].

A partir de aquí comienza la creación de isótopos más pesados a través de series de


reacciones nucleares entre los elementos formados hasta el momento (carbono, oxígeno, néon,
sodio, magnesio, aluminio y magnesio, entre otros), cubriendo el tramo de masas 28 < A < 60
(siendo A la suma de neutrones y protones del isótopo) y constituyendo elementos hasta el
hierro y el níquel.

Como se observa en la figura 1, en la región de masas A ≈ 60 hay localizado un máximo en la


abundancia de estos elementos dentro del sistema solar. Los isótopos de esta región poseen la
propiedad de que su energía de enlace por nucleón es máxima (caso particular del 58Fe en los
estables, 56Ni para los inestables), es decir, que al añadir a estos isótopos un protón o un
neutrón, el núcleo resultante no va a alcanzar un estado de estabilidad mayor y por lo tanto no se
emite energía. Y aquello que no emite energía, no es “interesante” para una estrella.

Pero, entonces, ¿cómo se llegan a producir el resto de los núcleos más pesados que el níquel o
el hierro?. Principalmente, la gran mayoría de los isótopos cuya masa es superior a 60 se crean
mediante la captura de neutrones. El primer proceso ocurre a lo largo del valle de la estabilidad
(zona central de la tabla de isótopos donde se encuentran los elementos estables) a través de
capturas neutrónicas, las cuales se producen muy lentamente en comparación con la vida media
de los núcleos inestables creados, llegando a producir hasta plomo. Este proceso, denominado s-
process (donde s corresponde al inglés slow) puede observarse en la figura 2.

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

Por otro lado, los núcleos alejados del valle de la estabilidad se producen a través de la
captura de neutrones en escenarios explosivos (SuperNova). La densidad neutrónica es muy
elevada, y se alcanzan zonas extremas de la tabla de isótopos, los cuales tras concluir la captura
neutrónica decaen hacia el valle de la estabilidad. Dicho proceso recibe el nombre de r-process
(r corresponde al inglés rapid).

Otra serie de procesos, como la captura rápida de protones (rp-process, rapid protron
capture), o mecanismos dominados por reacciones fotoinducidas (γ-process) acaban de completar
la formación de todos los isótopos estables de nuestra naturaleza.

En la figura 2 pueden observarse las regiones dentro de la tabla de isótopos donde


tienen lugar los principales procesos anteriormente nombrados.

Fig. 2. Tabla de isótopos. Marcadas se encuentran las regiones y la evolución de los


diferentes procesos que dan lugar a la creación de los diferentes isótopos dentro del universo.

Referencias:

[1] Burbidge,E.M., G.R.Burbidge, W.A.Fowler and F.Hoyle, Rev. Mod. Phys.29,


547 (1957).
[2] H.Palme, H.Beer, Astronomy and Astrophysics VI/3, 196-220 (1993).

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El origen del sistema solar

Ana Inés Gómez de Castro


S.D. Astronomía y Geodesia
Facultad de CC Matemáticas
Universidad Complutense de Madrid
aig@mat.ucm.es

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“Los astrónomos aseguran que el Universo es


finito, lo cual es reconfortante para aquellos que
no podemos recordar donde dejamos las cosas”.

Frank Zappa

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El sistema solar se generó a partir de un fragmento de una nube de gas densa del medio
interestelar. En los últimos 20 años, las nuevas tecnologías han permitido detectar y estudiar en
la detalle la formación de sistemas similares a nuestro sistema solar. En esta clase,
describiremos el proceso de formación del sistema solar haciendo uso de toda esta información.

Las estrellas se forman en grandes nubes de gas molecular con masas entre 10000 y 100000
veces la masa del Sol. La densidad de estas nubes es de 10000 partículas por centímetro cúbico
y su temperatura es de 10 K. En un radio de 140 parsecs (423 años-luz) alrededor del Sol hay
varios frente de nubes en los que se están formando soles en la actualidad, el más conocido es el
de la región del Toro. En esta región se están formando unas trescientas estrellas de tipo solar .
Sus edades están entre los 100,000 años y los 100 millones años lo que nos ha permitido
estudiar cómo se formó nuestro Sol y qué proceso siguió durante su evolución antes de
estabilizarse en la situación actual.

El proceso de formación de una estrella pasa por varias etapas:

1. En primer lugar las grandes nubes de gas molecular se fragmentan dando lugar a
múltiples núcleos proto-estelares. Dada la gran masa de las nubes su colapso
gravitacional debería ser muy rápido, sin embargo la turbulencia asociada al campo
magnético de la Galaxia es capaz de frenar el colapso. La interacción entre turbulencia y
gravedad controla el número de estrellas que se forman y su masa: lo que llamamos la
función inicial de masas. En el límite inferior de esta función estarían las estrellas
enanas marrones e incluso objetos similares a planetas gigantes como Júpiter.

2. Cada uno de los fragmentos evoluciona para formar una o varias estrellas, sistemas
binarios etc... Ocasionalmente los fragmentos son muy masivos y pueden dar lugar la
formación de pequeños cúmulos de estrellas.

3. Durante su etapa de contracción gravitacional la protoestrella debe liberar parte del


momento angular asociado al núcleo protoestelar. Este hecho conlleva la formación de
discos protoplanetarios y la eyección de gas con velocidades del orden del millón de
kilómetros por hora, a lo largo del eje de rotación. Imágenes espectaculares de estos
discos se han obtenido con el Hubble Space Telescope.

4. El mecanismo físico subyacente a la generación de estas eyecciones es todavía


desconocido pero parece operar en un gran número de objetos astronómicos desde los
cuásares a las protoestrellas.

5. A partir del millón de años el polvo y el gas del disco empieza a sedimentar y a formar
estructuras semejantes a los planetesimales. El proceso concluye al cabo de
aproximadamente los 100 millones de años. A partir de este momento, la presencia del
disco se puede detectar por la difusión de la luz producida por el polvo remanente. Este
efecto, análogo a la luz zodiacal en nuestro sistema solar, ha permitido detectar discos
alrededor de estrellas jóvenes como Beta Pictoris.

6. En la actualidad se han detectado más de 100 posibles sistemas planetarios. Las


características de estos sistemas son bastante diferentes a las del sistema solar lo que

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

está llevando a un replanteamiento de las teorías clásicas sobre la evolución del disco
protoplanetario.

Estas etapas, y el proceso de formación del Sol, serán descritos durante la clase con el
apoyo de abundante material gráfico.

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Venus: Gemelo perverso de la Tierra.

Iván López Ruiz-Labranderas


Departamento de Matemáticas,
Física aplicadas y Ciencias de la Naturaleza.
Universidad Rey Juan Carlos
i.lopez@escet.urjc.es

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“El envidioso puede morir, pero la envidia nunca”.

Moliere

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

Introducción

Venus es el planeta mas parecido a la Tierra de todo el Sistema Solar, hasta tal punto que
durante mucho tiempo llegaron a considerarse planetas gemelos. Ambos poseen masas y radios
muy parecidos (6052 km de Venus vs. 6378 de la Tierra) y se formaron hace aproximadamente
4500 millones de años en una franja relativamente parecida del Sistema Solar interior.

Un estudio mas cercano reveló dos mundos muy distintos: en la Tierra, bajo la influencia de
un clima adecuado, la vida ha surgido y se ha diversificado, mientras tanto Venus es un ardiente
infierno cocido en gases de invernadero con temperaturas en superficie de 470 ºC y presiones
por encima de 90 bares.

Conocer y entender la evolución geológica y climática de Venus y los posibles vínculos


existentes entre ambas es fundamental para entender que factores gobiernan la evolución de un
planeta y que factores determinan que sea un planeta habitable.

Cronología de la exploración de Venus.

Galileo fue el primero en dirigir su telescopio hacia este planeta y describió por primera vez
las fases del planeta, aunque la cubierta de nubes frustró siempre sus intentos de observar su
superficie. Solo durante la segunda mitad del siglo XX y gracias al estudio mediante
radiotelescopio en longitudes de onda distintas al visible (infrarrojo y microondas) se empezó a
conocer algo más acerca de las características y propiedades de su superficie y se determinó
que su temperatura en superficie, próxima a los 500 ºC, hacía imposible la existencia de vida.

Aunque en los últimos tiempos ha carecido del atractivo mediático de Marte, Venus fue el
primer planeta en el que pusieron sus miras las grandes potencias espaciales con numerosas
misiones llevadas a cabo por los americanos (misiones Mariner y Pioneer) y especialmente por los
soviéticos durante los años 60, 70 y 80 (misiones Venera y Vega). Utilizando la experiencia
previa de todas estas misiones y equipada con un radar que permitía estudiar su superficie, la
misión Magallanes consiguió realizar entre los años 1990 y 1994 el estudio más completo de los
que se habían llevado a cabo hasta el momento en los planetas terrestres. Durante estos años la
sonda cartografió un 98 % de la superficie del planeta, proporcionando a los científicos la base
sobre la que realizar una cartografía geológica global, proyecto actualmente en curso, que nos
permita conocer como ha evolucionado el planeta.

Breve paseo por la geología de Venus:

Un vistazo a la superficie del planeta revela rasgos geológicos parecidos a aquellos que
observamos aquí en la Tierra, sin embargo otros resultaron ser completamente distintos. En
Venus distinguimos los siguientes tipos de terrenos, cada uno con unas características volcánicas
y tectónicas que los caracterizan.

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

• Tesseras.

Los terrenos de tessera son terrenos que se caracterizan por presentar al menos dos
conjuntos de estructuras de deformación tectónica (fracturas simples, graben, pliegues,
etc.), presentar un mayor relieve que los terrenos circundantes y presentar una alta
reflectividad de radar a escalas de centímetros a metros. Este tipo de terreno representa
aproximadamente el 10 % de la superficie del planeta y suele representar el terreno mas
antiguo allá donde aflora (el basamento). Existen varios tipos de terrenos de tessera y un
estudio en detalle de estos diferentes tipos revela que no todos se forman de la misma
manera. Se ha planteado que este tipo de terreno podría formar una unidad continua a lo
largo de todo el planeta, sin embargo esta teoría es aún objeto de debate.

• Llanuras de origen volcánico.

Las llanuras de origen volcánico representan el 80 % de la superficie del planeta. Están


formadas por materiales relativamente lisos y llanos.
Un estudio detallado revela que este tipo de terrenos también presenta una importante
deformación tectónica tanto compresiva como extensional aunque esta no es tan abundante
como en los terrenos de tessera. Esta deformación se encuentra tanto en forma de
estructuras dispersas como de cinturones de deformación que representan zonas donde la
tasa de deformación es mayor. Estas llanuras de origen volcánico presentan distintos estilos
de actividad volcánica. Por un lado grandes zonas parecen haber sido cubiertas por basaltos
de inundación que tienen su origen en fisuras o grandes rasgos volcanotectónicos. Por otro
lado en estas llanuras podemos observar zonas con una gran concentración de edificios
volcánicos de pequeño tamaño. Entender como se genera este tipo de terrenos y que estilos
de activad volcánica y tectónica tienen lugar es fundamental para comprender la evolución
geodinámica del planeta.

• Coronae y Chasmata.

Estos dos rasgos geológicos están localizados en su mayor parte en la zona de transición
entre las tierras altas y las tierras bajas. Las coronas son estructuras circulares de origen
volcanotectónico cuyo tamaño varía de 200 a 2400 km de diámetro. Presentan un anillo de
deformación formado por estructuras tanto extensionales como compresivas.
También presentan una importante actividad volcánica asociada en forma de grandes
coladas y edificios de menor tamaño localizados en su interior. El gran número de este tipo
de estructuras presente en el planeta (> 600) hace de estas estructuras volcanotectónicas
un rasgo muy importante en la evolución del planeta. Por su parte los chasmata son grandes
cinturones extensionales que cruzan el planeta uniendo las principales zonas elevadas de
origen volcánico. Existe una relación espacial entre ambos rasgos geológicos ya que más del
60 % de las coronas aparecen asociadas a chasmata, espacial y temporalmente, por lo que se
piensa que existe una conexión genética entre ambas.

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

• Zonas elevadas de origen volcánico.

Su tamaño varía entre 100 y 2500 km y su altura entre 1 y 2,5 km. Presentan una importante
actividad volcánica en forma de grandes edificios volcánicos, coladas volcánicas y coronas. Estas
zonas elevadas se interpretan como el resultado de zonas donde el manto asciende en forma de
plumas dando lugar a la zona elevada. En función del tipo de rasgo que domina la zonas elevadas
de origen volcánico se clasifican en: dominadas por volcanes, dominadas por coronas y dominadas
por rifts.

Algunas de estas zonas elevadas (Beta, Atla y Themis regiones) están conectadas por
chasmata y forman el área del planeta donde la actividad volcánica y tectónica es más
abundante.

• Mesetas corticales.

Zonas elevadas en forma de meseta y con alturas por encima de 4 km sobre el radio
medio del planeta. Presentan unos márgenes con altas pendientes y en su interior se pueden
observar patrones de deformación complejos (terrenos de tesseras) y cinturones de
deformación compresiva en los bordes. En estas zonas también se pueden observar cuencas
de origen volcánico entre terrenos de tessera, ejemplo de que en estas zonas el volcanismo
también jugó un papel importante. Estas mesetas corticales son los terrenos más antiguos de
los que se pueden observar en la superficie.

• Isthar Terra.

Isthar Terra está formada por una gran meseta, Lakshmi Planun, situada 4 km por encima
del radio medio del planeta en la parte este de Isthar. Esta meseta está rodeada por una serie
de cadenas montañosas: Maxwell, Danu, Akna y Freija que dan lugar a una zona deformada de
casi el doble de superficie que la Meseta del Tibet en la Tierra. Precisamente Maxwell Montes
es la zona más alta de todo el planeta con una altura sobre el radio medio de más de 11 km. En su
parte externa también encontramos grandes zonas de terrenos de tessera que se extienden
pendiente abajo a lo largo de distancias que varían entre 100 y 1000 km.

Cartografía geológica y modelos de evolución de Venus.

El estudio de las imágenes de la superficie revela que al contrario de lo que se pensaba


inicialmente, Venus carece de un sistema de placas móviles como el que observamos en la Tierra.
Al contrario de lo observado en otros cuerpos planetarios del sistema solar interior, Venus
presentaba pocos cráteres de impacto y que estos presentaban una distribución que parecía
aleatoria. Esta observación llevo a plantear la teoría de que Venus podía haber sufrido un
proceso global de renovación de su superficie hace aproximadamente unos 500 Ma. El principal
agente propuesto para esta renovación era el volcanismo aunque posteriormente también se
planteo que la actividad tectónica había jugado un papel importante. Estudios posteriores
plantearon que no era necesario que la renovación se hubiera llevado a cabo de manera global,

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

sino que una renovación en equilibrio en la que los territorios son renovados a una tasa similar
que la craterización podía ser posible.

Actualmente existen dos corrientes de pensamiento en lo que se refiere a la evolución


geodinámica del planeta: la corriente direccionalista y la no direccionalista. Los modelos
direccionalistas plantean que Venus ha tenido una historia en la que ha habido una serie de
épocas, cada una caracterizada por un proceso volcánico o tectónico presente a escala global. Por
su parte, las teorías no direccionalistas plantean que la evolución de Venus es más parecida a la
de la Tierra con los distintos procesos teniendo lugar a lo largo de la historia del planeta
representada por los materiales que observamos en superficie.

La elaboración de mapas geológicos nos permite la interpretación de la historia geológica de


la zona cartografiada lo que a su vez es fundamental para entender qué procesos han actuado
durante su evolución. Actualmente un plan sistemático para la cartografía geológica de Venus
está en curso, esta cartografía de una serie de zonas y su posterior integración a nivel global nos
permitirá tener una imagen general del planeta que ayude a entender como ha evolucionado.
Actualmente no existe homogeneidad en lo que se refiere a la metodología para la elaboración de
estas cartografías.

Los defensores de las tesis direccionalistas cartografían unidades definidas a priori en


función de una columna estratigráfica global teórica en la que la deformación es incluida como
parte integrante de la descripción del material. Esta metodología ha sido heredada de los
primeros mapas geológicos realizados para la Luna y Marte, cuerpos que eran considerados
inactivos geológicamente y para los que se determinó una estratigrafía de carácter global. Otros
grupos abogan por una cartografía más parecida a la que realizamos en la Tierra en la que por
una parte se definen los materiales y por otra parte las estructuras secundarias (de
deformación o de otro tipo) que afectan a los materiales, considerando que cada uno representa
diferentes aspectos de la evolución de la superficie del planeta. Este tipo de cartografía no
parte de una columna estratigráfica a priori. Estas dos maneras de cartografiar llevan a dos
tipos de mapas ligeramente distintos y que condicionan su posterior interpretación hacia uno u
otro modelo, por lo que el debate en la actualidad en Venus no solo se está produciendo a nivel de
modelos de evolución, sino también sobre la propia metodología de estudio.

Conclusión: el viaje es de ida y vuelta.

Como hemos visto Venus es el planeta más parecido a la Tierra del Sistema Solar, sin
embargo por lo que sabemos su evolución ha tomado un rumbo distinto, un rumbo que le ha
convertido en un infierno cocido por gases de invernadero. Entender por que Venus es como es y
no como la Tierra es una de las mejores maneras de entender la propia evolución de nuestro
planeta y cual puede ser su destino, porque al final el viaje es siempre de ida y vuelta

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

Geometría orbital, cambio climático y Astrocronología

Francisco Sierro Sánchez


Dpto. de Geología (Paleontología)
Universidad de Salamanca.
Sierro@usal.es

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

“Vivir en la Tierra es caro,


pero ello incluye un viaje gratis
alrededor del Sol cada año”.

(Anónimo)

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

La configuración geométrica del sistema Tierra-Sol influye decisivamente en


nuestras vidas. La inclinación del eje de la tierra sobre el plano de la órbita, que actualmente
es de 23º 27´, la forma elíptica de la órbita y el punto de la misma en el que se alcanzan los
solsticios o los equinoccios (puntos cardinales) determinan los cambios de estaciones y por
tanto el clima de cada región así como el paisaje, la vegetación o la población. En latitudes
medias y altas de la Tierra las condiciones climáticas cambian drásticamente desde el verano
(cuando el polo norte apunta en la dirección del Sol) al invierno (cuando el eje apunta en la
dirección contraria). Estos cambios estacionales se suceden de forma regular cada año pero,
aunque de forma imperceptible a escala de la vida humana, la configuración astronómica va
cambiando lentamente y con ella las condiciones climáticas y el lento devenir de las
estaciones. Cada año que pasa (año tropical = 365,2422 días, medido de equinoccio a
equinoccio) se desfasa en 25 minutos con el año anomalístico (año medido de perihelio a
perihelio = 365,2596 días). Este pequeño desfase de 25 minutos por año se va acumulando y
al cabo de cientos o miles de años supone una configuración orbital totalmente distinta a la
actual y un clima y unas estaciones muy diferentes en cada región de la Tierra.

Son varios los parámetros que cambian y alteran de forma periódica la configuración
astronómica del sistema solar.

Leverrier a mediados del siglo pasado descubrió que la inclinación del eje de rotación
de la Tierra fluctúa entre un mínimo de 22,5º y un máximo de 24,5º con un periodo de 41,000
años. Esto es debido a que la inclinación de la órbita terrestre respecto al plano de la órbita
de Júpiter experimenta cambios periódicos. Cuando la inclinación es mayor la estacionalidad
es mas acusada, es decir los veranos son mas calurosos y los inviernos mas fríos ya que la
radiación solar durante el verano es mas intensa y mas débil durante el invierno.

La órbita de nuestro planeta es excéntrica por lo que la Tierra durante una parte del
año se va acercando al Sol, hasta alcanzar el perihelio(punto de la órbita mas próximo al Sol),
mientras que el resto del año se va alejando hasta alcanzar el afelio (punto de la órbita mas
alejado del Sol). La excentricidad de la órbita hoy es muy baja y por tanto la diferencia de
radiación solar entre el perihelio, que se alcanza el 3 de Enero y el afelio, al que se llega el 4
de Julio, es muy pequeña, si bien esa pequeña diferencia hace que los inviernos sean un poco
mas suaves que en otros momentos. La órbita se va deformando lentamente y pasa de casi
circular a relativamente excéntrica (0,05) con tres periodicidades dominantes de 94,800,
123,800, y 404,000 años. Estos cambios en la excentricidad se deben a que cada uno de los
planetas del sistema solar ejerce una fuerza que tiende a empujar a la Tierra fuera de su
órbita elíptica regular. Como cada uno gira alrededor del Sol a una velocidad diferente, la
fuerza gravitacional combinada de todos los planetas sobre la Tierra y su variación en el
tiempo puede ser calculada fácilmente.

El eje polar terrestre no está fijo en el espacio, está sujeto a modificaciones.


Actualmente apunta hacia la estrella Polar en la Osa menor, en el año 2,000 a.C. el polo norte
apuntaba hacia algún punto entre la osa mayor y la osa menor y en el año 4,000 a.C apuntaba
hacia el extremo de la Osa Mayor. Estas variaciones en la dirección de inclinación del eje
terrestre ya fueron descubiertas por Hiparco en el año 120 a.C. Los astrónomos antiguos, al
dibujar esta progresión sobre un mapa de las estrellas consiguieron demostrar que el eje de
rotación de la tierra se bamboleaba como una peonza, de tal modo que el polo norte describe

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

un círculo en el espacio. La tierra tarda aproximadamente 25,920 años en recorrer este


círculo y volver a la posición original. Este movimiento conocido como precesión de los
equinoccios, se produce como consecuencia de la fuerza gravitacional que el sol y la luna
ejercen sobre el abombamiento ecuatorial de la tierra. La precesión hace que la posición de
los 4 puntos cardinales de la órbita terrestre se desplacen lentamente a lo largo de la órbita.
Para un observador que mirara hacia abajo sobre el polo norte este movimiento sería
dextrógiro a favor de las agujas del reloj. Al mismo tiempo, la órbita está rotando
lentamente sobre sí misma en dirección contraria a las agujas del reloj (una vuelta completa
cada 105.000 años, o lo que es lo mismo, una vuelta cada 4 ciclos de precesión). Estos dos
movimientos conjuntamente hacen que los puntos cardinales se desplacen. Este
desplazamiento de los solsticios y equinoccios a lo largo de la órbita completa un ciclo con
dos períodos dominantes de 19.000 y 23.000 años.

Cuando el verano boreal se alcanza en el afelio, como ocurre en la actualidad, la


insolación recibida en el hemisferio norte durante esta estación es menor si atendemos
solamente al factor distancia Tierra-Sol, mientras que la ocurrencia del invierno en el
perihelio se refleja por una mayor insolación. Por tanto esta configuración astronómica hace
que la estacionalidad en el hemisferio norte sea menor, es decir veranos mas templados e
inviernos menos fríos. Cuando la órbita es casi circular, como ocurre actualmente, la
diferencia de distancia Tierra-Sol entre el afelio y el perihelio es muy pequeña y por tanto la
diferencia de insolación en ambos puntos de la órbita también lo es, sin embargo, cuando la
órbita es mucho mas excéntrica la distancia Tierra-Sol en el afelio es mucho mayor que en
el perihelio, y por tanto afecta en mayor medida a la insolación de verano y de invierno,
aumentando la estacionalidad. Por tanto, podemos decir que la posición relativa de los
solsticios y equinoccios en la órbita influye en la estacionalidad pero esta influencia será de
mayor o menor amplitud dependiendo del grado de excentricidad de la órbita.

El impacto de los diferentes parámetros astronómicos en el clima de la Tierra es muy


diferente dependiendo de la latitud. Los cambios de inclinación se dejan sentir mucho más
en latitudes altas, mientras que los cambios de excentricidad se dejan sentir por igual en
todas las latitudes, ya que cuando se incrementa la distancia Tierra-Sol el porcentaje de
radiación solar se reducirá de forma proporcional en todos los puntos de la tierra. En cuanto
a la inclinación, si esta fuera 0º y el eje de la tierra estuviera vertical con respecto al plano
de la eclíptica, los polos no recibirían ninguna radiación a lo largo del año, mientras que el
ecuador recibiría la máxima radiación por lo que no habría estacionalidad. Cuanto más se
incline el eje de la tierra, mayor será la radiación recibida en los polos.

Milankovitch calculó, en la primera mitad del siglo XX, los valores actuales de todos
estos parámetros astronómicos, sus variaciones, así como la cantidad de calor recibida en
cualquier latitud a lo largo del tiempo.
Los cambios en la configuración astronómica han tenido y seguirán teniendo un gran impacto
en el clima de la Tierra, particularmente en las regiones de altas latitudes, donde las nieves
que cubren por completo el paisaje durante el invierno se deshielan todos los veranos, como
ocurre actualmente en todo el hemisferio norte, con la excepción de Groenlandia.

Desde hace unos 3,2 millones de años las altas latitudes del hemisferio norte han
estado cubiertas por importantes masas de hielo que han ido avanzando y retrocediendo de
forma sincrónica con los cambios en la configuración astronómica del sistema planetario.

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

Durante los últimos 800.000 años se han formado grandes casquetes de hielo en el
hemisferio norte que han cambiado el clima de todo el planeta. Durante las etapas de
excentricidad mínima como ocurrió por ejemplo hace 21.000 años, estos casquetes llegaron a
tener espesores de hielo de más de 3 Km en gran parte del norte de América, Europa y Asia,
la radiación solar recibida en altas latitudes durante el verano del hemisferio norte
permaneció demasiado baja como para fundir las nieves caídas durante el invierno. Sin
embargo, cuando la insolación de verano aumenta, como ocurrió entre 18.000 y 9.000 años,
esos inmensos casquetes de hielo se derritieron y el nivel del mar subió algo más de 120 m,
provocando la inundación de las plataformas continentales y dejando un paisaje muy similar al
que vemos en la actualidad.
Los cambios climáticos orquestados por las diferentes configuraciones astronómicas han
quedado registrados en los sedimentos del fondo oceánico, ya sea por cambios en el tipo de
sedimento, en el tipo de organismos que vivió en cada momento, o simplemente por cambios
en la composición química del Océano que pueden ser descifrados a partir de los esqueletos
del plancton marino o de las moléculas orgánicas que estos organismos sintetizaron.

Estas variables físicas, químicas o biológicas observadas en el sedimento oceánico


registran fielmente los cambios climáticos inducidos por las oscilaciones periódicas de la
geometría orbital; sintonizando esos registros con la curva astronómica de insolación y
asignando las edades astronómicas a los correspondientes cambios en el registro
sedimentario se obtiene una edad muy precisa para el registro sedimentario que ha llevado al
nacimiento de la Astrocronología y de la Escala Astronómica de Tiempo que permite
correlacionar series sedimentarias a escala global con un error inferior a 21.000 años, que es
el período medio de la precesión terrestre.

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

Evolución Estelar

Jesús Martín Martín


Departamento de Física
Universidad de Salamanca
chmm@usal.es

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

“Si lloras porque se ha puesto el Sol,


las lagrimas no te dejaran ver las estrellas”.

Rabindranath Tagore.

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

Nebulosas galácticas.

Las estrellas tienen su origen en las grandes nubes de gas de hidrogeno que con
frecuencia se encuentran en el medio galáctico. Cuando estas nubes tienen una masa
importante, la atracción gravitatoria hace que se contraigan acelerando sus partículas.
Como resultado aumenta la energía cinética a costa de la energía potencial y el gas se
calienta enormemente. En este proceso se invierten cientos de miles de años y la nube pasa
de tener una temperatura de menos de cien grados bajo cero a alcanzar un millón de
grados. La nube adquiere entonces un aspecto esférico y comienza a perder energía por
efecto de la radiación. Se ha formado una protoestrella.

Estrellas jóvenes

La atracción gravitatoria en una protoestrella es todavía la fuerza dominante, con lo cual


sigue aumentando la temperatura y disminuyendo la energía potencial. Cuando se alcanzan los
diez millones de grados, los átomos de Hidrogeno tienen energía cinética suficiente para
fusionarse durante los choques, iniciándose la producción de Helio con las reacciones siguientes:

H + H ----------> H2 + 1positrón + 1 neutrino


H2 + H ---------> He3 + 1fotón
He3+ He3 -------> He4 + 2H

Como el Helio resultante tiene menos masa que el Hidrogeno puesto en juego, estas
reacciones de fusión da lugar a una gran cantidad de energía, de acuerdo con la formula de
Einstein. Esta energía sale hacia el exterior en forma de radiación y equivale y equivale a
cientos de toneladas por segundo.

En esta fase la estrella puede permanecer largo tiempo, mientras dura el“combustible” de
hidrogeno, ya que la atracción gravitatoria se ve compensada por la radiación brutal que fluye
desde el interior de la estrella. Nuestro Sol se encuentra en esta situación desde hace cinco mil
millones de años y se supone que puede seguir así otro tanto. La estrella también pierde energía
por emisión de partículas, dando lugar a los rayos cósmicos.

Gigantes rojas

Cuando se agota el hidrogeno en el interior de la estrella, la radiación ya no es capaz de


luchar contra la fuerza gravitatoria. Entonces la estrella vuelve a contraerse, y la temperatura
en el interior sube otra vez a costa de la energía potencial, alcanzando los cien millones de
grados.

Por otro lado, las capas externas de la estrella, donde todavía se produce Helio a partir del
Hidrogeno, se expanden por la acción de la radiación, al mismo tiempo que se enfrían y
adquieren un color rojo. Se dice entonces que la estrella ha entrado en la fase de gigante roja

El ejemplo más notable es Betelgeuse, estrella que pertenece ala constelación de Orión. Su

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

tamaño es tal que si su centro coincidiera con el del Sol llegaría hasta la orbita de Marte.

Enanas blancas y supernovas

El porvenir de una estrella gigante roja depende en gran manera de su masa, que
normalmente ya esta muy mermada en relación con su juventud, debido a las fabulosas
cantidades de energía que ha emitido a lo largo de su vida.

Cuando la masa es parecida a la del Sol, la gigante se va contrayendo y enfriando poco a


poco hasta convertirse en una enana blanca

Estas estrellas tiene una temperatura superficial de unos ocho mil grados, lo cual significa
que han emitido casi toda la energía que poseían. En consonancia con ello tienen un diámetro
comparable al de la Tierra y una densidad extremadamente elevada: algo así como encerrar la
torre Eiffel en un cubo de 10,cm de lado.

En el caso de que la gigante roja tenga una masa muy superior ala del Sol, se produce una
situación de inestabilidad que provoca una explosión violenta. Esta explosión se denomina
supernova y da lugar a una emisión de energía sin precedentes en la vida de la estrella. Su
luminosidad puede llegar a ser similar, durante unos días, a la de una galaxia entera.

El ejemplo histórico mas famoso de supernova acaeció en el año 1.054. Fue detectada por los
astrónomos chinos y era tan brillante que se podía ver en pleno día. Sus restos constituyen
actualmente la nebulosa del Cangrejo, situada en la constelación de Tauro.

Estrellas de neutrones y púlsares

Tras una explosión de supernova el núcleo de la estrella primitiva se contrae


espectacularmente. El resultado es una estrella de neutrones, cuyo radio es de unas pocas
decenas de kilómetros y con una masa similar a la del Sol, por lo que su densidad es inimaginable,
del orden de veinte millones de toneladas por centímetro cúbico. En algunos casos estos objetos
todavía son capaces de emitir energía de forma intermitente en la frecuencia de radio. Entonces
se les llaman púlsares

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

Riesgos asociados a las caídas de meteoritos

Carlos Martín Escorza


Museo Nacional de Ciencias Naturales, CSIC
Madrid
escorza@mncn.csic.es

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

“El Universo no fue hecho a medida del hombre, tampoco le es hostil.


Es indiferente”.

Carl Sagan

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

La predicción en los fenómenos naturales es un reto todavía lejano de alcanzar plenamente.


Se han producido avances, pero no son quizá los que se preveían hace años. En el caso de la
predicción de caídas de meteoritos se han logrado despejar incógnitas sustanciales, como son:
diferenciar las asociadas al paso de la Tierra por los ‘hilos’ de basura rocosa dejada por los
cometas en sus trayectorias; de aquellas que son debidas a cuerpos solitarios en órbitas propias
y que tienen su origen, más o menos lejano y/o complicado, en el cinturón de asteroides que
conteniendo miles, sino millones, se encuentra entre Marte y Júpiter. Es allí donde plácidamente
orbitan los cuerpos origen, hasta que, dado el caso, perturbaciones ocasionadas por variaciones
de los campos de gravitación de Júpiter y sus planetas, ocasionan cambios bruscos en las
órbitas de los asteroides, esos relativamente cuerpos mucho más pequeños, dando lugar a
colisiones, fragmentaciones, escapes orbitales hacia otros lugares del ‘cinturón’ o, si alcanzan
suficiente intensidad, hacia regiones fuera del alcance gravitacional de esos planetas y marchar
en solitario hacia su fatal destino: el Sol, o un planeta del interior del Sistema Solar que los
atrape antes, como puede ser el caso del nuestro.

En la trayectoria de un cometa, sobre todo en el arco cercano al Sol, es muy probable que
haya numerosos fragmentos rocosos dejados por él, por fusión de parte del hielo que los
retenía. El paso de la Tierra a través de esos ‘hilos’ (que en realidad son tubos de dimensión
transversal de varios centenares de km), hace que durante unas horas nuestro planeta actúe
como una verdadera aspiradora gravitacional atrapando hacia ella mucho de ese material,
acarreando con una masa extra de rocas en mayor cantidad de la que habitualmente le llegan
cuando se haya fuera de esos ‘basureros’. La predicción ha llegado a establecer
satisfactoriamente el tiempo en que van a ocurrir esos cruces, que tienen una regularidad anual
conocida ya con detalle. Sin embargo, en este convergencia de órbitas todavía no es posible
conocer la cantidad ni la distribución de tamaños. Así que, a veces y en los últimos años, se ha
predicho –sin más fundamento que lo ocurrido en años anteriores- unas ‘lluvias de estrellas’ que
no resultaron tal como se decía.

Y si ya estas situaciones con fecha fija y conocida incluyen elementos de sorpresa, no


extrañará que se diga y se comprenda el gran camino que queda por recorrer en el conocimiento
de los fenómenos en los que intervienen masas aisladas y de dimensiones muchas de ellas
desconocidas que desde órbitas todavía no registradas aunque situadas siempre alrededor del
Sol pueden ser atraídos por la Tierra.

También en los últimos años se ha llegado a diferenciar en este tipo de procesos dos
circunstancias fundamentales en cuanto a su capacidad de riesgo:
las relacionadas con cuerpos cuyo tamaño es decimétrico como máximo.
las que tienen dimensiones mayores.

Así que independientemente de su origen, y dependiendo de su tamaño, la caída de una de


estas rocas da lugar a la posibilidad de que puedan poner en riesgo la continuidad biológica de un
ser, de una comunidad de ellos, o incluso las criaturas de casi todo, sino todo, el planeta. Pues
llegado el caso, rocas a partir de un tamaño, de dimensiones de unos pocos kilómetros, pueden
dar lugar a un problema tal que estaríamos refiriéndonos a la aniquilación de cualquier vestigio
de vida sobre la Tierra, así como, obviamente, de profundos y sustanciales cambios ambientales

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

y geológicos tantos como para poder establecer en la historia de un planeta un ‘antes’ y un


‘después’ de un impacto de esas dimensiones.

Quizá hablar de todo esto, hoy, no suponga una sorpresa, aunque sigue siendo una novedad
de la vanguardia del conocimiento. Y para llegar a poder decir estas cosas ha sido necesario
recorrer un largo trayecto en la investigación que pasa necesariamente al menos por estas
señales:
el reconocimiento e interpretación como tales, de numerosos e importantes cráteres de
impacto en la propia Tierra.
la revisión desde diferentes aspectos de procesos tales como el ocurrido en Tusguska
(Siberia) en 1908.
la confirmación y manifestación de haber sucedido en el pasado procesos de extinciones
masivas.
la revisión de documentación antigua histórica sobre daños causados por pequeños cuerpos
caídos sobre personas, propiedades, edificios, etc. Y el reconocimiento de fenómenos actuales
también con daños variados.

El desarrollo del conocimiento general, por otra parte, ha puesto sobre la superficie de la
Tierra artefactos en si mismos susceptibles de producir daños si son impactados no ya por un
cuerpo cósmico grande, sino incluso por uno de dimensiones centimétricas. Como es el caso de
barcos, aviones, industrias, centrales de energía, almacenes de productos peligrosos, embalses,
etc.. La existencia de esas cosas no tiene que ser por si misma peligrosa, pero es verdad que
ahora sabemos que son susceptibles de ser impactadas por cuerpos rocosos que viajan a una
enorme velocidad. Es pues adecuado conocer cuales son los riesgos derivados de ellos, y con su
conocimiento aprender a convivir a un tiempo con el desarrollo y con los riesgos que conlleva,
pero poniendo los medios hasta donde llegue nuestro saber para que aquellos se puedan mitigar
eliminando sus factores dañinos.

Así se hace para muchos de los casos citados y se refuerzan sus estructuras y se originan
gastos importantes en su construcción con el fin de que esas posibles caídas de meteoritos no
sean motivo de preocupación. Aunque ciertamente sigamos con el desarrollo o no, pongamos
protecciones en ello o no, seguirá siempre el grado de incertidumbre de daño tanto en lo
personal como colectivo, incluso es posible que el riesgo vaya aumentando…Ya que vendrá
impuesto por lo que parece inevitable aumento de población (a igual superficie y frecuencia de
caídas, cuanto más densidad de población mayor riesgo) y también por la asimismo lógica
pretensión de tener una mayor calidad de vida. Y todo ello llevará a la construcción de nuevos y
más grandes lugares ‘sensibles’. Además y en relación también con el imparable devenir cultural
se están poniendo en órbitas cercanas a la Tierra artefactos, satélites, etc, que hacen
aumentar el número de elementos potencialmente impactantes sobre nuestro planeta.

Es necesario pues que los ‘nuevos geólogos’ conozcan estos temas a fondo como parte que
son de nuestro interés profesional y vocacional. Y todo ello requiere esfuerzo y estudio, pues
como vemos entran en juego, además de nuestros intereses tradicional hacia la historia de las
rocas, nuevas temáticas, nuevas ciencias. ¿Sabremos responder a los nuevos retos?. O nos
quedaremos sólo con los recortes de lo que diga la prensa sobre lo que otros ‘han’ hecho?.
Espero que, como pasó sobre tantas otras cosas y entre ellas la Astronomía, la Universidad de
Salamanca sea, como este curso parece manifestarlo, un referente.

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

Bibliografía del autor sobre estos temas:

Martín Escorza, C. (1986): Riesgos de daños por meteoritos. El Geólogo, 20: 39-43.
C.O.G.

Martín Escorza, C. (1987): Fenómenos meteoríticos ocurridos en España. Boletín de


la Institución Libre de Enseñanza, 3: 51-68.

Martín Escorza, C. (1987): Riesgos de origen cósmico. En: Riesgos geológicos. IGME.
305-315.

Alcalá, L. & Martín Escorza, C. (1996): La caída del meteorito de Madrid en 1896.
XII Bienal. Tomo Extraord. 125 Aniversario de la Real Sociedad Española de Historia
Natural, 471-474.

Ordaz, J. Martín Escorza, C. & Alcalá, L. (1998-1999): Meteoritos caídos en


Asturias en el siglo XIX. Boletín de las Ciencias de las Naturaleza, RIDEA, 45: 21-34.

Ordaz, J. ; Martín Escorza, C. & Alcalá, L. (1999): Actualización de datos


referentes al meteorito caído en Oviedo en 1856. Boletín de la Real Sociedad Española de
Historia Natural (Geol.) 95: 127-134.

Martín Escorza, C.: Ordaz, J. & Alcalá, L. (1999): Historia terrestre de los
meteoritos caídos en Cangas de Onís 8Asturias) el 6 de diciembre de 1866. Tierra y
Tecnología, 19: 38-44. C.O.G.

Alcalá, L. & Martín Escorza, C. (2000): La caída del meteorito ‘Cabezo de Mayo’ en
el sur de Murcia en 1870. Geogaceta, 28: 3-6. S.G.E.

Martín Escorza, C. (2002): Impactos extraterrestres. En: Riesgos naturales. F.J.


Ayala Carcedo & J. Olcina Cantos (coords.). Ariel Ciencia. 1129-1140.

Martín Escorza, C. (2002): El meteorito de Ojuelos Altos. Estratos, 64: 54-57.


ENRESA.

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

Impact cratering in our Solar System.

Jens Olof Ormö


Centro de Astrobiología
Madrid
ormo@inta.es

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“Me he convertido en muerte, en el destructor de mundos”

Bhaavad Gita

“Mañana será peor”

Séneca

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

The fact that stones may fall from the sky and impact the surface of the Earth has
been generally accepted among geologists for the last two centuries. However, it is only in the
last three decades it has been understood that impact cratering is an important geological
process in our Solar System. This rather sudden revelation was a consequence of the human and
robotic exploration of the Solar System that begun in the late 1960’s, and the development of
petrological and geochemical methods to distinguish structures formed by cosmic impacts from
structures formed by other geological processes. Based on these methods it has been possible
to identify around 160 impact structures on Earth, and this number increases each year. In
addition, it is now clear that impact cratering is of much greater economical (e.g. ore minerals
and oil reservoirs), and biological (e.g. mass extinctions) interest than ever previously
understood.

An impact crater has the advantage over other geological structures that both its
shape, and the processes that formed it, can be calculated. This allows interpretations of the
properties of the target material, the environment at time of impact, and the processes that
have reworked the crater after its formation. Impact craters are traditionally classified based
on a transition from “simple” (bowl-shaped) into “complex” craters and finally “impact basins”
with increasing expended energy at impact. Complex craters are generally characterized by
collapsed rim and a central uplift, although the group spans morphologies up to the largest
multi-ring structures and basins.

The formation of the impact crater has been divided into three main stages “contact
and compression”, “excavation”, and “modification”, although the process is gradual (Melosh,
1989). The evolution to a “simple” or a “complex” crater morphology is determined by the
amount of crater collapse that occurs during the modification stage. Before the collapse,
craters of different sizes expand in a similar way until the “transient crater” is developed
(maximum depth reached). Hence the on-set diameter between simple and complex craters
depends on the gravitational force of the targeted object (the weaker the greater is the on-set
diameter), but also on the strength of the target (weak targets give smaller on-set diameters).
For great impacts the crater is less influenced by the target strength. It depends on the
material response to the shock. Smaller crater are therefore better indicators for target
properties. When a crater forms in a solid or non-compressible target material displacement
and fracturing will cause a volume increase at the crater rim. An uplifted rim is developed. On
top of this rim excavated material will contribute to the rim height. The relations between
crater diameter and rim height etc are so well known that they can be described in equations.
There are, however, several exceptions to this “standard” crater model. Craters from impacts
into layered targets with water covering a more rigid basement, as well as craters in
compressible targets may have completely different morphologies and diameters with respect
to the expended energy than the “standard” crater. The first instance is well exemplified by
the Middle Ordovician Lockne crater, Sweden. Geological data combined with numerical modeling
(Ormö et al., 2002a) has shown that the basement crater at Lockne is strongly influenced by
the water that covered the area at time of impact. The basement crater is 7.5 km wide. It is
surrounded by up to 3 km wide flaps of excavated basement rocks that in their distal parts
partly covers the tens of meters thick, mostly consolidated sediments that existed between
the water and the crystalline basement. Before deposition of the flaps a shallow excavation
flow swept away most of the more proximal sediments. In the recently discovered 140 m wide

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

Sirente crater, Italy (Ormö et al., 2002b), the target was clay. The crater has an elevated rim
of excavated material, but lacks structural uplift. Instead the volume of the target clay has
decreased in a zone near the crater rim. Drilling indicated a compaction of the clay, likely due to
the shock from the impact.

In addition to the economical and biological significance of some impact craters they
have many applications within planetary science. By counting the number of craters on different
geological surfaces on a planet it is possible to estimate the relative geological age between the
surfaces. Craters can also tell much about the geology of the planet as they may expose
material from great depth below the surface. Deviations from the “standard” crater shape can
be used to estimate target properties at time of the impact. This is useful for
paleoenvironmental reconstructions of planets, especially where interpretations are restricted
to remote sensing and, hence, the search for areas where life may have evolved.

Melosh, H. J., 1989: “Impact Cratering: A Geologic Process”. Oxford Univ. Press, New York. 245
pp.
Ormö, J., Shuvalov, V., and Lindström, M., 2002a: "Numerical modeling for target water depth
estimation of marine-target impact craters". Journal of Geophysical Research, Vol. 107, E11.
Ormö, J., Rossi, A., and Komatsu, G., 2002b: "The Sirente crater field, Italy”. Meteoritics and
Planetary Science, Vol. 37. 1507-1523.

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

METEORITOS Y EXTINCIONES MASIVAS

José Ángel González Delgado


Dpto.de Geología (Paleontología)
Universidad de Salamanca
Angel@usal.es

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

“No os toméis la vida demasiado en serio;


de todas maneras, no saldréis vivos de ésta”.

Bernard de Fontanelle

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

Niles Eldred La diversidad, una vez aparecidos los grandes grupos orgánicos, no ha sido
siempre la misma a lo largo de la Historia de la Vida: hay determinados periodos de tiempo
en donde cae muy bruscamente: Las extinciones masivas. Se plantean diferentes
interrogantes:
•¿Qué causa una extinción masiva?
•¿Existe una periodicidad en las extinciones masivas?
•¿Qué consecuencias produce una extinción masiva?

Las extinciones masivas más importantes del Fanerozoico fueron:


•Final del Vendiense: 650 ma.
•Ordovícico final: 438 ma
•Frasniense/Fameniense: 367ma.
•Permo/Trías: 245 ma.
•Triásico final: 225 ma.
•Cenomanense/Turonense: 92 ma.
•Cretácico/Terciario: 65 ma.

CAUSAS DE LAS EXTINCIONES MASIVAS:


Pueden simplificarse en dos grandes causas:
a).- Las de origen terrestre, es decir, originadas en el planeta Tierra
b).- Las de origen extra-terrestre, asociadas a impactos de meteoritos

CAUSAS TERRESTRES MÁS PROPUESTAS PARA LAS EXTINCIONES


MASIVAS:
•Reducción de hábitats marinos utilizables debido a cambios globales del nivel del mar
•Cambios climáticos
•Anoxia oceánica
•Descenso del provincialismo
•Incremento del vulcanismo
•Cambios en la polaridad magnética

CAUSAS EXTRATERRESTRES:
Se proponen debido a la ciclicidad observada en las extinciones masivas:
cada 26-28 Ma,sobre todo en los últimos 245 Ma,
sucede una extinción masiva,
asociada un incremento en los impactos
meteoríticos sobre la Tierra.
Los cuerpos que impactan procederían
de la nube Oort.

¿Oscilación del sol sobre el plano galáctico?

¿Influencia de Némesis?

Capítulo 8 Página- 3 -
Ciencias Planetarias Salamanca 2003

EL EJEMPLO MÁS ESTUDIADO DE EXTINCIÓN MASIVA:


LÍMITE CRETÁCICO-TERCIARIO (a partir de 50 buenas secciones)

CARACTERÍSTICAS:

1: Mucha bibliografía
2: La 3ª extinción masiva más importante en la Historia de la Vida
3.- Grupos afectados:
Nanoplancton calcáreo
Foraminíferos planctónicos
Bivalvos: Rudistas e Inocerámidos
Cefalópodos: Ammonoideos, Belemnítidos
Dinosaurios
4.- Señales químicas y físicas adicionales:
Isótopos estables de C, O, N y Sr
Contenido en Ir, Ni, Cr, Fe, Co, Sb, As, Zn
Sanidina, hollín, diamantes
Cráteres de impacto, basaltos

2 TEORÍAS PARA EXPLICARLA: ASTEROIDE VERSUS VULCANISMO

EVIDENCIAS DE LA CAÍDA DE UN METEORITO

1.- Anomalía de Ir
2: Cuarzos chocados

3: Esférulas de sanidina 4: Nanodiamantes

Capítulo 8 Página- 4 -
Ciencias Planetarias Salamanca 2003

5: EL CRATER DE CHICXULUB (MÉXICO)

-Hildebrand et al (1991)
- Estructura de impacto
- 180-300 Km. diámetro
- anomalía gravimétrica
- ambiente marino de plataforma
- recubierto por 300-1.100 m. seds.
- brechas con metamorfismo shock
- cuarzos chocados
- profundidad alcanzada: 15 Km.
- equivalencia sísmica: 10-11
similar al cráter Klenova (Venus)

- 6: Señales de Tsunamis

Crater Klenova (Venus)


Modelo actual que originó el impactK/T

EVIDENCIAS DE INCREMENTO DE VULCANISMO:

1.- Diacronismo en las extinciones


Plancton calcáreo: El Kief (Túnez): el Nanoplancton se extingue dentro del Terciario
Zumaya: Muchos Foraminíferos planctónicos se extinguen antes del límite
Foraminíferos bentónicos:
Brazos River (USA): disminución de tamaño (varias spp. ) anterior al límite K/T
Moluscos: Ammonoideos, Belemnítidos, Inocerámidos y Rudistas se extinguen antes del
límite
Zumaya: no hay Ammonites a 13 m del límite
Dinosaurios: Sloan et al. (1986): en USA, solo quedaban 5 géneros, 4 se extinguen, 1 pasa
al Paleoceno

2.- Anomalía de Ir de origen volcánico (Ejemplo del volcán Kilahuea, Hawai, USA)
3.- Esférulas de sanidina de origen volcánico

4.- Pico de Sr

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

5.- Hollín: alto contenido en varias secciones K/T

Anomalía de Sr87 / Sr

6.- Episodio volcánico en el Decán (India): Flujos de lava en K/T de 512.000 Km3

LA SECCIÓN K/T DE FONTLLONGA (LÉRIDA)

Incertidumbre de 2 m.

- No anomalía Ir

- Caída brusca del δ13C


En el Cron C29N, unos
200.000 años después del
límite K/T

Conclusión: La extinción K/T se produjo probablemente por ambas causas; los ecosistemas
estaban ya bastante depauperados como consecuencia de la prolongada actividad volcánica,
y el meteorito que impactó en Chicxulub, probablemente fue el “golpe de gracia” que
aceleró la tercera extinción masiva más importante de la Historia de la Vida.

EPÍLOGO:

Considérese lo que ocurre después de un evento de extinción: existe un espacio ecológico


vacante. En este momento, la evolución se hace más creativa, rápida, produciendo una
amplia variedad de criaturas que ocupan los lugares de sus compañeros desaparecidos. Creo
firmemente que sin la extinción que libera esos nichos ecológicos, la vida estaría todavía
confinada a un estadio primitivo en algún lugar del fondo marino
Niles Eldredge, 1987

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

Chimeneas submarinas y exploración de Marte

Jesús Martínez Frías


Laboratorio de Geología Planetaria
Centro de Astrobiología (CSIC-INTA)
Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial
martinezfrias@mncn.csic.es

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

“Los científicos no persiguen la verdad,


es esta quien los persigue a ellos”.

Karl Schlechta

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

Una de las líneas de investigación del Laboratorio de Geología Planetaria del Centro de
Astrobiología consiste en el estudio de aquellos ambientes terrestres útiles no sólo para
entender cómo se originó la vida en nuestro planeta, sino también como modelos análogos “guía”
para su exploración en otros cuerpos planetarios.

En este contexto se enmarca el estudio de los procesos hidrotermales de mineralización en


ambientes submarinos fósiles y activos y aquellas emisiones “frías” de metano y otros
compuestos características también de estas zonas tan singulares y tan poco estudiadas, hasta
hace apenas unos años. De hecho, se puede afirmar que el descubrimiento reciente de la
actividad hidrotermal y de las emisiones de metano de los fondos marinos y oceánicos. Fig.1) ha
abierto una puerta al estudio de procesos de (bio)mineralización de forma directa.

Fig.1: Localización de zonas principales de emisión en ambiente submarino.

Trabajos que estaban ligados tradicionalmente con la metalogenia y en general con la


geología económica (Fig.2), tanto en sus componentes de establecimientos del área fuente como
los relativos a los mecanismos de emplazamiento de metales, tienen ahora una connotación
añadida que les hace especialmente útiles para abordar cualquier estudio astrobiológico en
Marte o Europa.

Fig.2: Detalle de la sección


de chimenea hidrotermal
submarina. Cortesía del
Prof. Steve Scott (SMGRL)

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

Desde el hallazgo en 19ª finales de los 70 de las chimeneas hidrotermales de Galápagos y del
EPR se contabilizan en la actualidad más de un centenar de áreas sumergidas en que existen
evidencias de la existencia de estos procesos de emisión.

Tanto las black y white smokers (Fig.3) como las emisiones frías de metano llevan asociada
una comunidad biológica singular que basa su actividad y metabolismo en reacciones
quimiosintéticas y en procesos simbióticos en estos ambientes extremófilos. Ejemplos de ello
son por ejemplo el Methanococcus jannaschii, Pyrococcus furiosus, Thermotoga marítima,
Pyrodictium o la simpiosis entre arqueas y bacterias sulfatorreductoras descubierta en
sedimentos relacionados con hidratos de gas en Oregón (EEUU).

Fig.3: Black Smoker

Si existen muchas evidencias de que Marte tuvo una actividad volcánica muy importante y se
asume asimismo la existencia pasada de ciclo del agua en cierto modo similar al terrestre, con
mares y océanos, especialmente en su hemisferio norte, parece lógico pensar que ambientes
similares a los que actualmente observamos en los fondos de mares y océanos terrestres
pudieron ser zonas favorables para el origen y desarrollo de la vida.

En el Laboratorio de Geología Planetaria del centro de Astrobiología se están actualmente


estudiando varias zonas de este tipo en España, relacionadas con distintos tipos de volcanismo y
marcos geodinámicos (Las Herrerías-Cabo de Gata en Almería, Montejícar en Granada, Taganana
en Tenerife, Cincovillas en Guadalajara) y Golfo de Cádiz, donde recientemente se han
descubierto multitud de chimeneas submarinas constituidas por carbonatos de hierro y
relacionadas con emisiones de metano. El interior de las chimeneas se caracteriza por la
presencia de posibles colonias de bacterias mineralizadas con hematites (Fig.4).

Asimismo también se ha abordado el estudio de sedimentos y emisiones hidrotermales


submarinas y subaéreas en Isla Decepción (Antártida). Gracias a la participación en el proyecto
HYDRODEC 2000-2001 se llevó a cabo un muestreo representativo y se dejaron instaladas
varias celdas de precipitación .

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

Fig. 4: Cocoides mineralizados de supuesto origen


bacteriano que están presentes en el interior de
las chimeneas descubiertas en el Golfo

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

Un océano en el interior de Calisto

Javier Ruiz Pérez


Departamento de Geodinámica
Facultad de Ciencias Geológicas
Universidad Complutense de Madrid
jaruiz@geo.ucm.es

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

“En el punto donde se detiene la ciencia, empieza la imaginación”.

Heyerdhal

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

Hace poco más de tres años la nave Galileo descubrió que el campo magnético de Júpiter
era alterado en las cercanías de Calisto por un campo magnético local, inducido en este
satélite por las poderosas corrientes de plasma existentes en el entorno del mayor de los
planetas del sistema solar. El mismo fenómeno sucedía en Europa, y posteriormente fue
también encontrado en Ganímedes. La única interpretación que parece verosímil es que los
campos magnéticos se generen en capas de agua salada, de al menos varios kilómetros de
espesor, bajo la superficie de estos satélites jovianos. Se trataría, literalmente, de océanos
subterráneos.

Con anterioridad a la misión Galileo se pensaba que Calisto se encontraba prácticamente


indiferenciado. Esto quiere decir que su interior consistiría en una mezcla más o menos
homogénea de hielo, roca y metal; también que el hielo no se habría fundido nunca, o de lo
contrario la roca y el metal se habrían acumulado hacia las partes centrales del satélite
debido a su mayor densidad. Posteriormente, mediante el análisis detallado de la trayectoria
de la Galileo en las cercanías del satélite, se ha llegado a la conclusión de que Calisto presenta
un cierto grado de diferenciación, y parece tener una capa externa de agua (con este método
no se puede distinguir si ésta se encuentra líquida o helada, debido a la que la densidad sería
parecida en los dos casos) de hasta 350 km de espesor, en acuerdo con la posible existencia
de un océano interno, envolviendo un interior que seguramente permanece en gran medida sin
diferenciar.

Un océano interno en Europa puede ser sostenido frente a la congelación por el


calentamiento disipado por fricciones mareales originadas por su órbita excentrica en el
campo gravitatorio de Júpiter (este mismo proceso, pero a una escala mayor, da lugar a la
intensa actividad volcánica exhibida por el vecino Ío). Ganímedes puede haber sido calentado
por mareas durante algunas fases de su historia geológica, puede que incluso recientemente.
Pero en Calisto el calor aportado por las mareas puede considerarse despreciable, por lo que
la existencia de un océano interno suponía un serio desafío a las teorías en vigor; más aún
cuando no parece haber dispuesto de energía suficiente para haber completado la separación
de sustancias ligeras y densas en su interior.

En un artículo clásico publicado en 1979, Ray Reynolds y Patrick Cassen, entonces en el


Centro de Investigación Ames de la NASA, concluyeron que una corteza de hielo flotando sobre
un océano en un gran satélite de hielo (como Calisto) sería inestable frente a convección en
estado sólido. La eficacia de este proceso para extraer calor desde el interior es tal que, una
vez iniciado, debe llevar a la congelación de cualquier capa de agua líquida en un tiempo de a lo
sumo unos cientos de millones de años. Este tiempo es muy corto comparado con la edad del
Sistema Solar, y por eso se pensaba que ningún océano interno podría haber sobrevivido en
Calisto hasta la actualidad. Para evitar que el agua líquida se congele se puede recurrir a la
existencia de sustancias anticongelantes (por ejemplo, el amoníaco puede bajar el punto de
fusión del hielo incluso en unos 100 grados centígrados).

El modelo de Reynolds y Cassen consideraba (por simplicidad) que la viscosidad del hielo
depende exclusivamente de la temperatura (esto se conoce técnicamente como viscosidad
Newtoniana), disminuyendo exponencialmente con el aumento de ésta. Desde entonces ésta ha
sido una premisa básica en los estudios sobre satélites de hielo. Pero los experimentos de
laboratorio muestran que el hielo de agua es en realidad un material no Newtoniano, lo que

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

significa que su viscosidad depende de la temperatura y de los esfuerzos que se le aplican;


cuanto menores son los esfuerzos mayor es la viscosidad, y en el interior profundo de la corteza
de Calisto los esfuerzos son muy bajos, mucho menores que en una corteza torturada por
mareas.

Por tanto, un estudio más riguroso de la dinámica de la capa de hielo de Calisto (y por
extensión, del resto de satélites helados del sistema solar exterior) debe tener en cuenta la
naturaleza no Newtoniana del hielo. Cuando ésta se considera en los cálculos se obtiene que la
corteza externa de hielo de Calisto es estable frente a la convección, lo cual implica que la
energía aportada por los isótopos radiactivos presentes en la fracción rocosa debe ser
suficiente para permitir a un océano interno escapar de la congelación, y sobrevivir hasta la
actualidad. Eso sí, a una profundidad de cien kilómetros bajo la superficie.

Así pues, sin necesidad de recurrir a sustancias anticongelantes o a otras condiciones


especiales, la existencia de agua líquida en el interior de Calisto puede ser una consecuencia
inevitable de la dinámica interna de un gran satélite helado. Dinámica que puede ser muy distinta
de lo considerado hasta ahora. Si la convección es más difícil de iniciar en las capas externas de
satélites de hielo de lo que se había venido pensando, entonces la existencia de océanos internos
puede ser un fenómeno bastante común. Concretamente, debería esperarse la presencia de
océanos internos en grandes satélites como Ganímedes y Titán.

Figura 1. Fotografía de
Calisto tomada por la nave
Galileo en mayo de 2001, única
imagen global en color del
satélite tomada por ésta sonda.
En la imagen se observa que la
superficie se encuentra
salpicada de cráteres de
impacto, lo que atestigua que
su antigüedad se remonta a los
primeros tiempos del sistema
solar.

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

Figura 2. Estructura interna


de los cuatro grandes
satélites Galileanos de
Júpiter (de izquierda a
derecha y de arriba abajo:
Ío, Europa, Ganímedes y
Calisto), mostrados a una
misma escala.

Los satélites Galileanos

Los cuatro grandes satélites de Júpiter, Io, Europa, Ganímedes y Calisto según su
separación creciente al planeta, son conocidos como satélites Galileanos en honor a su
descubridor, y podrían considerarse planetas por derecho propio. En cuanto a su tamaño, sólo
uno de ellos, Europa, es de menor tamaño que la Luna, mientras que el mayor, Ganímedes,
supera holgadamente a Mercurio, y es el satélite más voluminoso del Sistema Solar. Las
superficies y capas más exteriores de Europa, Ganímedes y Calisto están dominadas en su
composición por hielo de agua, mientras que Io tiene una corteza rocosa con su superficie
cubierta de compuestos de azufre. Los tres Galileanos más interiores presentan en diverso
grado huellas de actividad interna sobre su superficie: Io es el cuerpo magmáticamente más
activo que se conoce, con enormes volcanes haciendo erupción en la actualidad; Europa
presenta una superficie repleta de enormes fracturas y de parches donde el terreno original
ha sido destruido, adoptando una apariencia caótica; Ganímedes alterna en su superficie
regiones muy craterizadas y antiguas con otras de aspecto mucho más moderno. Por el
contrario, la muy craterizada superficie de Calisto no muestra signos de actividad interna, y
parece haber permanecido inalterada desde los primeros tiempos del Sistema Solar.

Además, los cuatro satélites Galileanos pueden albergar bajo su superficie profundos
océanos internos. En el caso de Io, de existir un océano subterráneo sería de roca fundida, y
podría contribuir a alimentar la actividad volcánica del satélite. En los tres más exteriores los
océanos internos consistirían en una capa global de agua líquida con sales en disolución (algo
así como el agua de mar), sobre los que flotarían las cortezas de hielo.

Así pues, la variedad geológica y geofísica exhibida por los satélites Galileanos no desentona
de la mostrada por los planetas rocosos del Sistema Solar interior, pero es evidencia de una
dinámica interna completamente distinta. La historia evolutiva de un cuerpo planetario es una
consecuencia de las fuentes disponibles de calor interno, y del modo en que este calor es
transmitido hacia el exterior. En los planetas de tipo terrestre el calor procede de la energía

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

potencial gravitatoria liberada al formarse los planetas, y de la desintegración de los isótopos


radiactivos (fundamentalmente uranio, torio y potasio). La energía gravitatoria no es renovable
para un planeta, y el calentamiento radiogénico pirde potencia con el tiempo. La consecuencia es
que los planetas rocosos como la Tierra se enfrían con el tiempo; además, cuanto más pequeño es
un planeta más deprisa se enfría. Por tanto, los satélites Galileanos deberían haber perdido la
mayor parte de su calor interno en los primeros tiempos del Sistema Solar. Pero en Io, Europa y
seguramente Ganímedes ha estado disponible un tipo de energía originada de una manera muy
distinta. Se trata de la energía debida a las mareas que Júpiter induce (o indujo en el pasado) en
estos tres cuerpos, y que ha hecho que su dinámica interna haya seguido un camino muy
diferente al observado en los planetas de tipo terrestre.

Fuerzas de marea y balance energético

Unos días antes del encuentro del Voyager 1 con Io, Stanton Peale, Patrick Cassen y Ray
Reynolds publicaron un artículo que constituye un hito de las ciencias planetarias. En este
trabajo se predecía que la fricción debida a las fuerzas de marea ejercidas en el interior de
este satélite por el poderoso campo gravitatorio de Júpiter liberaría tanto calor que su interior
se fundiría, lo que a su vez se manifestaría como volcanismo activo a gran escala. Las fotografías
obtenidas por la sonda de erupciones volcánicas visibles en el limbo de Io son una espectacular
confirmación de las previsiones teóricas. En otros trabajos simultáneos los mencionados autores
propusieron que también se debería producir calentamiento mareal en Europa, que no sería tan
intenso como en el caso de Io, pero podría ser suficiente para mantener un océano de agua
líquida debajo de la corteza helada.

El mecanismo mediante el cual las mareas liberan energía es fácil de explicar. Las duraciones
de las órbitas alrededor de Júpiter de Io, Europa y Ganímedes presentan una proporción muy
próxima a 1:2:4, lo que quiere decir que por cada vuelta completa que da Ganímedes, Europa da
dos e Io cuatro, coincidiendo por tanto los máximos acercamientos y alejamientos entre ellos en
puntos concretos de las órbitas. Además, cuando Europa y Ganímedes se encuentran más
próximos entre sí, Io está a la máxima distancia entre ellos, al "otro lado" de Júpiter. Estos
fenómenos de coincidencia orbital, conocidos como "resonancias", tienen por efecto amplificar
las interacciones gravitatorias entre los satélites, y mantiene elípticas las órbitas de Io y
Europa. Una órbita elíptica, unida a la proximidad de los satélites a Júpiter y a la enorme masa
del planeta gigante, hace que ambos cuerpos se encuentren sometidos a un campo gravitatorio
muy intenso y variable, y también que las diferencias en el tirón gravitatorio joviano entre la
cara de un satélite enfrentada al planeta y la opuesta a él varíen apreciablemente según la
posición en la órbita. Por tanto, los satélites se deforman periódicamente, liberándose calor en
su interior a consecuencia a la fricción.

La evolución orbital de un conjunto de cuerpos es un fenómeno dinámico, y algunos modelos


han propuesto que Ganímedes podría haber experimentado fases en su historia en las que fue
calentado por un proceso similar, pero Calisto habría estado siempre desprovisto de esta fuente
de calor. La liberación de energía mareal (o su ausencia), y la cantidad en que se ha producido en
los diferentes cuerpos y épocas, ha condicionado de manera decisiva la evolución de los satélites
Galileanos de Júpiter y su estado actual, y ha hecho que las estructuras geológicas visibles sobre
sus superficies sean muy distintas de uno a otro.

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

Composición y estructura interna

A partir de las observaciones y medidas realizadas por las sondas espaciales Voyager 1 y 2
en 1979, y Galileo a partir de 1995, se conoce bastante bien los diámetros y las masas (y por
tanto las densidades medias) de los cuatro satélites de Galileo. La densidad media de un cuerpo
ofrece importantes indicaciones sobre su composición. La densidad media de Io es típica de
rocas terrestres y meteoritos. La densidad media de Europa es alta, pero algo menos, por lo que
las rocas (incluyendo metales) deben estar acompañados por una cierta proporción de agua (ya
sea líquida o helada, ya que la diferencia de densidad entre estas dos fases es pequeña). Las
bajas densidades de Ganímedes y Calisto son indicativas de una composición a base de partes
aproximadamente iguales (en masa) de rocas y hielos.

A su vez, el análisis detallado de la trayectoria de la nave Galileo a su paso por las


cercanías de los diferentes satélites permite analizar la estructura de su campo gravitatorio,
y obtener información sobre como se distribuye la masa dentro de los mismos. Los resultados
de esta técnica indican que Io, Europa y Ganímedes se encuentran diferenciados, lo que quiere
decir que los materiales que los constituyen se han separado según su densidad, acumulándose
los más pesados hacia las partes centrales de los cuerpos. Los tres cuerpos tienen núcleos de
metal envueltos por gruesos mantos de roca. Además, en Europa y Ganímedes el manto rocoso
se encuentra rodeado por una capa de agua (quizá parcialmente líquida), mucho más gruesa en
el caso de este último. Resulta muy llamativo que Ganímedes es en esencia un cuerpo de roca y
metal como Io envuelto por aproximadamente 800 kilómetros de hielo y quizá agua líquida.

A diferencia de sus vecinos, Calisto parece haber experimentado tan sólo un grado parcial de
diferenciación, y aunque existe evidencia a favor de una capa externa de agua de 350 km o
menos de espesor, el interior por debajo seguramente consiste en su mayor parte en una mezcla
más o menos homogénea de hielo, roca y metal, progresivamente más densa hacia el interior,
cuya componente helada no se habría fundido nunca, o de lo contrario la roca y el metal habrían
caído hacia las partes centrales del satélite. Aunque se han propuesto diferentes hipótesis para
explicar porqué la diferenciación no procedió de manera completa en Calisto, es muy significativo
que éste es el único de los Galileanos que no ha sido nunca calentado por mareas.

Existen indicaciones de que en el caso de Ganímedes el núcleo metálico se encuentra, al


menos parcialmente, fundido. En efecto, la nave Galileo detectó la existencia de un campo
magnético de origen interno en este satélite. La explicación más probable radica en el efecto de
dinamo generado por corrientes de convección en el núcleo de metal, lo que requiere que al
menos una parte del núcleo permanezca líquido en la actualidad. Se piensa que un mecanismo
semejante origina el campo magnético terrestre en el núcleo externo de nuestro planeta. Para el
resto de los Galileanos, los datos disponibles descartan la existencia de campos magnéticos
internos en Io, Europa y Calisto.

Volcanismo a gran escala en Io

En el Sistema Solar existen abundantes evidencias de volcanismo, y este constituye un


fenómeno común en la Tierra, pero en Io la actividad volcánica alcanza niveles espectaculares. En
la actualidad existen decenas de volcanes activos, que lanzan partículas que conforman penachos
que pueden llegar incluso a 300 km de altura. Toda la superficie se encuentra moldeada por el

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

volcanismo, pero también existen algunos rasgos de origen no volcánico, como montañas de más
de diez kilómetros de altura, y algunos escarpes y barrancos.

En Io se conocen varios cientos de calderas volcánicas, distribuidas prácticamente al azar


sobre la superficie, sin que exista un control tectónico sobre la ubicación de las mismas, o
regiones claramente diferenciables a partir de la densidad de volcanes. Las calderas y cráteres
volcánicos de Io son muy parecidos a los terrestres, aunque de mayores dimensiones, llegándose
en algunos casos a tener calderas de hasta 65 km de diámetro.

El volcanismo extremo de Io se manifiesta también como enormes coladas de lava, emanando


tanto desde calderas volcánicas como desde pequeños orificios en la superficie del satélite, y
adoptando la forma de depósitos laminares y extendidos como cursos estrechos, sinuosos y
ramificados. Las coladas pueden extenderse a una distancia de hasta 700 km desde su punto de
origen. Se conocen incluso lagos de lava en el interior de calderas. La temperatura en algunas
áreas volcánicas puede llegar a 1600º C, excediendo claramente la de cualquier lava generada
actualmente en la Tierra. Actualmente no existe acuerdo en cuanto a la composición de las
coladas: podría tratarse de los compuestos de azufre que dan a la superficie de Io un aspecto
multicolor dominado por tonos rojizos y anaranjados, o de silicatos como en la Tierra; en este
último caso, los compuestos de azufre constituirían una delgada patina sobre la superficie de las
coladas volcánicas. Algunos investigadores han propuesto que bajo la corteza rocosa de Io existe
un océano global de magma que contribuye a alimentar las coladas de lavas, pero no existe
ninguna evidencia observacional a favor de la existencia de tal océano.

La superficie fracturada y alterada de Europa

La superficie de Europa es muy joven para los cánones del Sistema Solar, quizá más que 50
millones de años, como se deduce de la escasez de cráteres de impacto; además, la gran mayoría,
sino la totalidad, de los pequeños cráteres parecen haber sido originados por la caída de bloques
lanzados por los impactos que crearon los cráteres mayores. Europa carece de relieves
significativos, y los existentes no suelen superar los cien o doscientos metros de altura, aunque
en algunos casos pueden alcanzar incluso el kilómetro; esto parece una indicación de que el
substrato se mantiene relativamente caliente, por lo que el hielo fluye lentamente bajo su propio
peso (al estilo de un glaciar de la Tierra), y es incapaz de retener relieves por mucho tiempo.

Sobre la superficie de Europa pueden verse dos tipos generales de terrenos. Por una parte
se tienen llanuras densamente fracturadas. En ellas numerosas crestas (que aparecen
generalmente en parejas o grupos paralelos), artesas y bandas cortan la superficie, algunas a lo
largo de una extensión de varios miles de kilómetros. El patrón de distribución y orientación de
las fracturas es consistente con una formación inducida por mareas, y parece además indicar que
la corteza de hielo ha estado girando con respecto al núcleo durante la historia geológica
conocida de este satélite; para que este movimiento sea posible corteza y núcleo deben estar
dinámicamente separados, posiblemente por un océano interno.

En muchas de las bandas la corteza ha sido también separada, con aporte de material desde
el interior que ha rellenado los huecos, en una especie de análogo de la expansión del fondo
marino de la Tierra en las dorsales oceánicas, pero con la diferencia de que el material que
forma la nueva corteza en Europa es hielo. La separación debió proceder a intervalos pues es
frecuente ver las marcas dejadas por sucesivos rellenos de hielo, en la forma de crestas

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

simétricas respecto al centro de la banda, y paralelas a los bordes de la fractura inicial. La


extensión y la creación de corteza nueva debe compensarse en alguna parte, o de lo contrario el
área total del satélite se incrementaría, pero hasta hace muy poco no se conocían evidencias de
compresión; recientemente se han identificado algunos pliegues y zonas donde se puede haber
destruido corteza al formarse crestas.

El otro tipo de terreno consiste en áreas de aspecto caótico, en las cuales las llanuras con
crestas han sido literalmente rotas, con formación de bloques de forma poligonal en cuya parte
superior pueden verse todavía crestas y otros rasgos tectónicos. Los bloques se encuentran
empastados en una matriz de aspecto rugoso, y se han desplazado y rotado unos con respecto a
otros y a su posición original (que a veces puede deducirse); algunos incluso se han volcado
buscando su posición de equilibrio. Esto parecería indicar que los bloques flotaron como iceberg
sobre agua líquida expuesta sobre la superficie, y que posteriormente se congeló, pero también
es posible que en las áreas de caos el hielo del substrato hubiera sido calentado hasta
comportarse de manera dúctil, permitiendo el desplazamiento de los bloques. Quizá las áreas de
caos se relacionan con unos curiosos rasgos conocidos como lenticulae ("pecas" en latin), de unas
pocas decenas de kilómetros como máximo, y que consisten en zonas donde el terreno ha sido
levantado, incluso roto, o donde se han formado áreas de microcaos (análogos de menores
dimensiones de las regiones de caos propiamente dichas).

La geología de Ganímedes y Calisto

Por el contrario a Europa, la superficie de Calisto es la más densamente craterizada del


Sistema Solar, por lo que data de hace más de cuatro mil millones de años, es relativamente
obscura y carece de signos de actividad endógena. Los accidentes geológicos más
representativos son grandes estructras de impacto rodeadas por anillos concentricos de crestas
y depresiones que se forman al "congelarse" el movimiento ondulatorio que el impacto imprimió a
la litosfera (algo así como vibraciones en una membrana elástica). La más espectacular de las
cuencas es Valhalla: tiene una parte central de terreno brillante de unos 600 km de diámetro, y
el sistema de anillos llega a casi 2000 km del centro de la cuenca. En un planeta o satélite
rocoso, la energía de los impactos que producen grandes cuencas se transmite a través de la
litosfera produciendo zonas alteradas en las antípodas del lugar donde se produjo el evento.
Pero no existen terrenos alterados en las antípodas de Valhalla, quizá porque un océano
subterráneo contribuyo a absorber la energía del impacto. Por otra parte, en Calisto se registra
una relativa escasez de cráteres pequeños, lo que indica que algún proceso no comprendido opera
en la superficie, alisando y destruyendo pequeños relevos.

Ganímedes evidencia una historia geológica mucho más animada que la de Calisto, pero no
presenta el grado de actividad encontrado en Europa. Su superficie está constituida por dos
tipos de terrenos, obscuros y brillantes, que de alguna manera recuerdan a Calisto y Europa
respectivamente. Aproximadamente el 40 por cien de la superficie corresponde a terrenos
relativamente obscuros, muy craterizados y por tanto antiguos, que recuerdan lo que es típico en
Calisto (aunque el grado de craterización es menor). En estos terrenos se observan conjuntos de
surcos de 5 a 10 km de anchura, formados probablemente a consecuencia de impactos gigantes
en la historia temprana del Sistema Solar; también presentan grandes manchas brillantes y
aproximadamente circulares, llamadas palimpsestos, que corresponden a antiguos cráteres de
impacto ya casi irreconocibles.

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

Los terrenos brillantes de Ganímedes son en general menos craterizadas (y por tanto más
modernas) que las obscuras; ocupan la mayor parte de la superficie, incluyendo los bordes de las
regiones obscuras, a las que delimitan. Las regiones brillantes pueden tener apariencia lisa, pero
las que se encuentran entre las zonas obscuras suelen tener aspecto estriado, y se llaman sulci
("surcos" en latín). Se han propuesto diversas explicaciones para el origen de los sulci, que
implican la erupción volcánica de hielo desde el interior, o la alteración tectónica de terrenos
antiguos. En muchas partes las regiones brillantes parecen haber crecido a costa de las
obscuras, e incluso en ocasiones las han cortado y separado, recordando en cierta medida la
expansión vista en algunas bandas de Europa.

Océanos internos de agua salada en los Galileanos helados

Además de posibles evidencias geológicas en el caso de Europa, existen fuertes indicios a


favor de la existencia de océanos internos de agua líquida en los tres satélites Galileanos
helados. En efecto, la Galileo ha comprobado que el poderoso campo magnético de Júpiter se ve
alterado en las cercanías de Europa, Ganímedes y Calisto por campos magnéticos locales. A partir
de las características e intensidad de la alteración parece que la única posibilidad realista sería
que estos satélites tengan una capa global de agua líquida salada, de al menos varios kilómetros
de espesor, próxima a la superficie. Como el agua salada es conductora de la electricidad, las
corrientes eléctricas generadas por el campo magnético joviano en un océano subterráneo
provoca la inducción de un campo magnético secundario, que es el que causa los efectos
observados por la Galileo.

Que un océano interno pueda haber sobrevivido en Europa hasta la actualidad sin congelarse
no es ninguna sorpresa, dada la aportación de calor debido a las mareas. Quizá se puede decir lo
mismo para Ganímedes, pero la existencia actualmente de un océano dentro de Calisto constituyó
una monumental sorpresa, pues iba en contra de las teorías aceptadas. En otro artículo clásico de
1979 Reynolds y Cassen habían obtenido que una corteza de hielo que flota sobre un océano en
un gran satélite de hielo sería inestable frente a la convección. Este proceso es tan eficaz
extrayendo calor desde el interior que, en ausencia de calor mareal, llevaría a la congelación de
cualquier océano interno en tan sólo unos cientos de millones de años, por lo que resultaría difícil
entender como podría haber sobrevivido hasta la actualidad uno en Calisto, más aún si este
satélite nunca ha tenido calor suficiente como para alcanzar un mayor grado de diferenciación.

Pero este trabajo consideraba por simplificación que la viscosidad del hielo (y por tanto su
capacidad de fluir y de experimentar convección) depende sólo de la temperatura, mientras que
los experimentos de laboratorio indican que también es influida por los esfuerzos (compresiones
y tensiones) a los que es sometido. Cuando se tiene esto en cuenta se obtiene que una corteza
externa de hielo en Calisto sería estable frente a la convección, lo que implica que este proceso
no puede extraer calor desde el interior y congelar un océano. Así, el modesto calentamiento
radiactivo debido a desintegración radiactiva en la fracción rocosa sería suficiente para
mantener actualmente estable un océano a unos cien kilómetros bajo la superficie. Por otra
parte, el efecto de los esfuerzos que las mareas ejercen sobre Europa y en algunas veces quizá
también sobre Ganímedes, podría ser suficiente para permitir la convección en sus cortezas de
hielo y a la vez el mantenimiento de océanos internos.

Existen otras observaciones a favor de la existencia de océanos internos en los Galileanos


helados. Por ejemplo, el espectrómetro de la Galileo encontró regiones de la superficie de

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

Europa y Ganímedes donde abundan sales además del hielo de agua. Las sales son probablemente
compuestos hidratados de magnesio y quizá sodio, y podrían ser evidencia de que en algún
momento del pasado de estos satélites llego a la superficie agua salada procedente del interior;
en las condiciones de ausencia de atmósfera el agua se sublimó dejando tras de sí depósitos de
sales. En Europa, los depósitos se encuentran preferentemente en las cercanías de fracturas y
áreas de caos, lo que apoyaría su procedencia del interior; actualmente no se dispone para
Ganímedes de datos adecuados sobre la distribución espacial de los depósitos.

Mundos únicos

Como hemos visto, la presencia (y magnitud) o ausencia de calor mareal en los satélites
Galileanos ha supuesto diferencias drásticas en su evolución, constitución interna y apariencia
externa. Aún más, ya que el efecto de las mareas depende de un fenómeno complejo y
difícilmente previsible como la dinámica orbital de un conjunto de cuerpos, salvo en el caso de
Calisto, que no se ve afectado, resulta extremadamente complicado intentar predecir cual puede
ser la evolución de estos en el futuro, puesto que la disipación de energía por mareas puede
aumentar o disminuir. Una mayor proporción de calentamiento podrían totalmente el aspecto de
Europa hasta hacerlo irreconocible, aunque no parece que Ganímedes, que conserva regiones muy
antiguas, puede verse tan afectado como para variar sustancialmente. En cuanto a Io, es difícil
concebir un mundo más volcánico, pero si el calentamiento se redujera ostensiblemente la
superficie podría renovarse más lentamente y empezar a preservar un registro geológico de
cierta amplitud. Por tanto, los satélites Galileanos que conocemos son un conjunto de cuerpos
único no solamente en el Sistema Solar, sino también en el tiempo

Tabla 1
Características generales de los satélites Galileanos comparados con la Luna

Diámetro medio Masa Densidad


(km) (Luna = 1) (g / cm 3)

Io 3.636 1,21 3,55


Europa 3.121 0,65 3,01
Ganímedes 5.268 2,02 1,94
Calisto 4.821 1,46 1,83
Luna 3.475 1 3,34

Capítulo 11 Página- 11-


Ciencias Planetarias Salamanca 2003

Bibliografía

The New Solar System, 4ª edición, editado por J.K. Beatty, C. C. Petersen y A. Chaikin,
Cambridge University Press, 1999.

El océano oculto de Europa, R.T. Pappalardo, J.W. Head y R. Greeley, Investigación y


Ciencia, número 279, páginas 14-23, diciembre 1999.

La cosecha de la misión Galileo, T.V. Johnson, Investigación y Ciencia, número 283,


número 279, páginas 16-25, abril 2000.

The stability against freezing of an internal liquid-water ocean in Calisto, J. Ruiz,


Nature, volumen 412, número 6845, páginas 409-411, 26 de julio de 2001.

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

Misión NASA/SETI 2002 para el estudio de las Leónidas

Jesús Martínez Frías


Laboratorio de Geología Planetaria
Centro de Astrobiología (CSIC-INTA),
Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial
martinezfrias@mncn.csic.es

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

“Hemos amado con demasiado fervor a las estrellas, para temer a la noche”.
(Epitafio en la lápida mortuoria de dos astrónomos aficionados)

Capítulo 12 Página- 2
Ciencias Planetarias Salamanca 2003

En el Laboratorio de Geología Planetaria del Centro de Astrobiología se están actualmente


estudiando distintas fases minerales (entre ellas varios compuestos de carbono) encontradas en
meteoritos asteroidales (condritas carbonáceas y ordinarias y mesosideritos) y planetarios
(meteoritos de Marte: Nakhla).

En este contexto, la comparación espectral (NIR-CL) de dichos compuestos con los que
pudieran formar parte de las partículas de los cometas en este caso a través del estudio de las
Leonidas, puede aportar nuevos datos no sólo para intentar explicar el origen de la vida en
nuestro planeta, sino también para profundizar en su papel en relación con la exploración
astrobiológica fuera de la Tierra.

Por el momento una serie de compuesto de carbono se han detectado en meteoritos y


cometas:

METEORITOS: hidrocarburos, ácidos monocarboxílicos, alcoholes primarios,


ketonas, etc, aminoácidos y carbonatos, etc.

COMETAS: H, C, O, CN, CH, OH, H2O+, CN+, CH+, OH+, N2+, CO+, CO2+ y moléculas
orgánicas complejas tales como CH3CN, H2CO y HCO

También es importante tener en cuenta que:

a) la sonda GIOTTO, en su estudio del cometa Halley pudo obtener registros espectrales
de partículas de polvo. La mayoría de ellas tenían una composición carbonácea, lo que
justificó la denominación de material “CHON” a partir de la interpretación de sus
composiciones elementales.
b) huellas de materia orgánica se detectaron en 1999 en la estela de una “fireball” de las
Leónidas a 55 km de altitud (Fig.1).

Figura 1: Huellas de posible material orgánico


se detectaron en la estela de un meteoro en
1999

c) Estudios experimentales recientes llevados a cabo en la Universidad de Washington indican


que, a pesar del calentamiento de IDPs y micrometeoritos a alrededor de 1500ºC, determinados
compuestos de carbono sobreviven.

d) La presencia de fullerenos fue descubierta en 1999, precisamente en el meteorito de Allende


(uno de los que estamos actualmente estudiando).

Capítulo 12 Página- 3
Ciencias Planetarias Salamanca 2003

OBJETIVOS

Los principales objetivos del proyecto que forma parte de la misión en la que se ha participado
por primera vez son:

1) Confirmar la existencia de compuestos de carbono en la lluvia de las Leónidas

2) Comparar los resultados espectrales


del NIR-CL con otros de meteoritos y
partículas de áreas de impacto
meteorítico.

3) Detectar otros elementos químicos (y


3
2
compuestos) que pudieran acompañar
al carbono, durante la ablación de las
partículas cometarias, en el rango de
la longitud de onda escogida.

Se utilizó el siguiente equipo (Fig.2),


totalmente diseñado en el Laboratorio de
Robótica y Exploración Planetaria del CAB: (1) 5
4
Cámara refrigerada SPH5; (2) objetivo AF-S
NIKKOR 300 mm f/2,8D ED-IF II;
(3) grating, y (4) otros elementos

Figura 2: Equipo del Centro de


Astrobiología utilizado en la misión
NASA/SETI para el estudio de las
Leonidas 2002

Agradecimientos

Al Centro de Astrobiología, en especial a su director, Prof. Juan Pérez Mercader, y a los


otros dos miembros participantes en la misión: Javier Martín y Patrick McGuire.

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

Marte como laboratorio para las Ciencias Planetarias

Francisco Anguita Virella


Facultad de Ciencias Geológicas
Universidad Complutense
anguita@geo.ucm.es

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

“La duda es la llave del conocimiento”.

Proverbio persa

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

La exploración robótica de Marte en el último tercio del siglo XX ha dejado como


balance un conjunto millonario en datos de detalle y casi igualmente rico en incógnitas de
peso. Estas preguntas no son sólo esenciales para entender la evolución de Marte, sino
también claves para entender la evolución de nuestro propio planeta, y del Sistema Solar en
su conjunto. Las principales son:

1. ¿Son las glaciaciones (Figura 1) acontecimientos causados por la evolución solar, o


por la de cada planeta en particular?

2. ¿Es la tectónica de placas un régimen dinámico exclusivo de la Tierra, o por el


contrario un peaje térmico obligatorio para todos los planetas? En el primer caso,
¿cómo explicar los espectaculares rasgos compresivos (Figura 2) formados
recientemente en Marte?

3. ¿Existen en Marte minerales distintos a los de la Tierra? ¿Quizá peróxidos?

4. ¿Qué rocas sedimentarias existen en Marte? En particular, ¿habrá carbonatos?

5. ¿Por qué los magmas marcianos son más fluidos que los terrestres (en otras
palabras, ¿por qué sólo hay volcanes en escudo?).

6. ¿Cuál es el estado térmico del interior? La inexistencia de un campo magnético


parece indicar un núcleo frío, pero el persistente vulcanismo señala en cambio un
manto caliente. ¿Es Marte un planeta vivo desde el punto de vista de la actividad
interna?

7. ¿Qué origen tiene el escalón que separa las tierras altas y bajas (Figura 3)? ¿Es el
límite de una cuenca de impacto, el borde de una paleoplaca litosférica, o algo
totalmente distinto?

8. Si Fobos y Deimos son (como parece indicar su albedo) asteroides carbonáceos


capturados, la exploración de Marte incluye un billete gratis a la zona lejana del
cinturón de asteroides.

9. Por último, la pregunta que nos llevará a Marte: ¿Hay una sola biosfera en el
Sistema Solar? En caso afirmativo, ¿por qué? ¿Qué tiene –o tuvo- la Tierra de
especial?

Además de estas incógnitas concretas, existen varios argumentos generales no menos


interesantes:

- Marte es el único planeta donde existen rocas abundantes de todas las épocas de la
historia del Sistema Solar (Figura 4). Se ha dicho que los cometas son piedras de Rosetta
del sistema, pero lo cierto es que este honor le cabe a Marte: los cometas son fósiles de la
nebulosa protoplanetaria, pero no nos dicen nada sobre la evolución de ésta; en cambio
Marte, con rocas casi tan antiguas como los propios cometas (el meteorito ALH84001, por

Capítulo13 Página- 3 -
Ciencias Planetarias Salamanca 2003

ejemplo), las sigue produciendo aún hoy. Marte es el sueño de un estratígrafo: un


calendario completo, desde el 1 de enero hasta hoy.

- Marte es el cuerpo perfecto para estudiar Planetología comparada, ya que se parecía a la


Tierra en su origen, pero evolucionó después por un camino totalmente distinto: un ejemplo
paradigmático del concepto de Cambio Global. Por ello, aspectos mal comprendidos de la
evolución de la Tierra (como el origen de las glaciaciones) podrían encontrar su solución en
Marte.

- Junto a Mercurio, Marte es el único planeta que al que, con la tecnología actual, podrían
viajar tripulaciones humanas. Y, admitiendo que Mercurio guarda secretos de gran interés
(por ejemplo, la posible existencia de hielo en cráteres polares), tenemos muchas más
preguntas que formular a Marte, o a sus satélites. Y aunque en todas ellas podremos
avanzar mediante exploración robótica, es difícil que las sondas nos den respuestas
definitivas.

- Marte es el lugar del Sistema Solar en el que seguramente se establecerán las primeras
comunidades autosuficientes de seres humanos. Y, en un futuro mucho más lejano, el único
planeta que quizá podría terraformarse con tecnología ya existente.

Figuras

1. Los casquetes polares de Marte y de la Tierra.

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

2. Crestas formadas por compresión. La ausencia en Marte de tectónica de placas obliga a


buscar una explicación alternativa al origen de los esfuerzos tangenciales.

3. El escalón topográfico que separa las tierras altas y bajas de Marte tiene unos 5 km de
desnivel por término medio.

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

4. Las edades de las rocas marcianas, terrestres y lunares. Mientras que los calendarios
terrestre y lunar están desequilibrados (hacia los extremos reciente y antiguo,
respectivamente), el de Marte presenta porcentajes parecidos de rocas antiguas y
modernas.

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

Marte: el rompecabezas de su historia climática

Álvaro Márquez
Departamento de Matemáticas,
Física aplicadas y Ciencias de la Naturaleza
Universidad Juan Carlos
amarquez@escet.urjc.es

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

“Con el conocimiento se acrecientan las dudas”.


Goethe.

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Marte, el planeta rojo, ha excitado la imaginación de los hombres desde la antigüedad, y sin
duda una de las causas es que hemos descubierto que Marte es el planeta con un “medio
ambiente” más similar al terrestre.

Un día de 24 horas, estaciones como las terrestres, una tenue atmósfera con blancas
nubes y tormentas de polvo, y dos blancos casquetes polares que crecen en invierno, son todas
características marcianas observables con un telescopio y que hacen de Marte un mundo muy
“cercano” al nuestro. De hecho hasta la década de 1950 se pensaba que los cambios estacionales
de color que se observan en la superficie marciana eran debidos a su vegetación. Las misiones
espaciales a Marte de los años 60 y 70 cambiaron radicalmente nuestra visión del clima actual de
Marte, mostrándonos un planeta desierto provisto de una tenue atmósfera de CO2 con unas
presiones y temperaturas tan bajas que hacen casi imposible la existencia de agua líquida en la
superficie. Pero a cambio, estas misiones nos mostraron las pistas de uno de los problemas
científicos más fascinantes de la planetología actual: el rompecabezas de la evolución climática
de Marte.

Los datos e imágenes enviadas por las misiones Mariner 9 y Viking 1-2, junto con las más
recientes de la Mars Global Surveyor y la 2001 Mars Odyssey, nos han mostrado que la geología
marciana es una de las más completas del Sistema Solar, con terrenos craterizados, volcanes,
cañones, etc. Pero quizás lo más interesante, es que existen múltiples posibles evidencias
geológicas de cambio climático en el registro marciano. La interpretación de todas ellas es
discutida, y en algunos casos muy polémica.

En los terrenos antiguos craterizados de Marte aparecen las evidencias geológicas


probablemente más fuertes encontradas sobre un posible clima distinto en el pasado marciano.
Son los denominados canales de escorrentía. Se trata de formas geológicas que recuerdan a las
redes de drenaje terrestres formadas por la acción erosiva de los ríos, con sus sistemas de
afluentes, meandros y desembocaduras. Todo esto indicaría que estos canales se formaron por la
circulación de agua líquida sobre la superficie de manera continua, erosionándola. Ello parece
implicar un clima distinto con una atmósfera más densa que permitiría la estabilidad del agua en
la superficie marciana. Como la gran mayoría de estos canales aparecen en los terrenos
craterizados antiguos, la conclusión más lógica es pensar que los propios canales son muy
antiguos y que por tanto la época de clima “benigno” evidenciada por los canales de escorrentía
tuvo lugar al inicio de la historia del planeta. La solución lógica está en suponer que la atmósfera
marciana antigua era más densa que la actual, lo que provocaría un mayor efecto invernadero que
subiría la temperatura.

Pero los cálculos que se han realizado para ver cuanto CO2 sería necesario en esa atmósfera
marciana inicial para permitir la existencia de agua líquida superficial, muestran que cuando la
cantidad de CO2 en la atmósfera sube por encima de unos 2.5 bares éste comienza a condensar,
por lo cual no es posible generar densas atmósferas en Marte sólo con CO2.

Esta atmósfera, con la luminosidad solar calculada para la época, provocaría una temperatura
superficial de sólo 220 K, muy por debajo de la zona de estabilidad del agua líquida. Por tanto,
las evidencias geológicas parecen hablar de un Marte inicial con un clima más templado que

Capítulo14 Página- 3 -
Ciencias Planetarias Salamanca 2003

permitiera la existencia de agua líquida, mientras que los modelos atmosféricos nos muestran
que no es posible alcanzar esas temperaturas en presencia del joven Sol débil. La solución a este
problema es uno de los grandes debates actuales en la paleoclimatología de Marte y actualmente
está lejos de alcanzarse el acuerdo entre los investigadores sobre este problema.

Todos los “matices” geológicos son clave en este debate, y así una observación más atenta de
las características de los canales de escorrentía, muestra que existen diferencias significativas
con respecto a las típicas redes de drenaje terrestres: por ejemplo, la densidad de afluentes en
los canales marcianos es mucho menor que en las redes terrestres. Esto ha llevado a muchos
investigadores a proponer que estos canales se han formado sobre todo por la salida de aguas
subterráneas a la superficie socavándola. Sin embargo, para que se generen por este mecanismo
redes tan largas como las marcianas parece necesario una recarga continua del acuífero. Si a
esto añadimos que los cráteres de los terrenos antiguos aparecen mucho más erosionados que los
de los terrenos más recientes, tenemos evidencias para pensar en un Marte inicial con una
atmósfera más densa que la actual (aunque quizás no lo suficiente para permitir agua líquida
estable durante mucho tiempo), que provocaba una mayor erosión, y algún mecanismo
atmosférico (aún poco claro) de recarga de los acuíferos, que “descargaban” puntualmente agua a
la superficie erosionándola y formando los canales.

Pero la evidencia más espectacular de la existencia de agua líquida sobre la superficie de


Marte no está en los terrenos antiguos, sino que proviene de los más jóvenes “canales de
desbordamiento”. Éstos son grandes estructuras con claras evidencias de flujo que tienen
decenas de kilómetros de ancho y cientos de kilómetros de largo, que comienzan de forma
abrupta a partir de formas de colapso del terreno. Esto, junto con sus enormes dimensiones y las
estructuras de flujo que presentan, apuntan a un origen relacionado con flujos catastróficos e
instantáneos de agua almacenada en el subsuelo (en el acuífero) y que sale a la superficie de
forma brusca. Este origen catastrófico hace que estas formas no sean necesariamente
indicadores de un clima distinto al actual, ya que se ha calculado que la gran cantidad de agua que
fluye de forma catastrófica hace que estos flujos puedan darse bajo las condiciones climáticas
actuales, probablemente con el agua circulando bajo una película superficial de hielo.

Pero a principios de los años 90 un grupo de investigadores llamó la atención sobre cómo
podría afectar al clima de Marte la salida catastrófica a la superficie de Marte de las enormes
cantidades de agua que transportaban los canales de desbordamiento. Gran parte de toda esta
agua puesta en la superficie pasaría a la atmósfera por evaporación, lo que podría provocar un
aumento importante de la presión atmosférica y la temperatura por el efecto invernadero del
vapor de agua, liberando además el agua y CO2 helados que existen en el suelo marciano,
disparando un cambio climático global que podría llegar a provocar la formación de un océano en
las tierras bajas del hemisferio norte, junto con extensos casquetes polares. Los océanos se
perderían posteriormente de manera poco clara, quizás por infiltración en el subsuelo, y el
planeta volvería a un clima “similar” al actual.

Este proceso podría haberse repetido varias veces en la historia marciana. Como los canales
de desbordamiento poseen edades diversas, pero siempre más jóvenes que las de los terrenos
craterizados antiguos, este modelo propone un comportamiento “espasmódico” del clima marciano
posterior al fin del Gran Bombardeo Meteorítico: largas etapas de un clima frío y desértico
como el actual, puntuadas por bruscos episodios de clima más cálido con existencia de grandes
masas de agua en el hemisferio Norte.

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

Diversos investigadores han aportado posibles evidencias geológicas sobre la existencia de


estos océanos transitorios en el hemisferio Norte, junto con extensos casquetes polares. Estas
evidencias son muy polémicas, ya que casi todas ellas se prestan a otras interpretaciones
diferentes, lo que ha generado un importante debate en la comunidad científica sobre la
existencia de este “Oceanus Borealis” marciano. Hay dos grupos principales de evidencias acerca
de la posible existencia de un océano marciano: las geológicas y las topográficas.
Topográficamente Marte posee dos hemisferios muy contrastados, con un Sur craterizado y alto
y un Norte más joven y bajo. Los canales de desbordamiento desembocan todos en estas llanuras
bajas del Norte, donde se ha propuesto que pudieron formar el océano. Los datos de topografía
de precisión que ha enviado el altímetro MOLA de la misión Mars Global Surveyor, han mostrado
dos características muy importantes de este hemisferio Norte: que la superficie es
extremadamente plana, y que el límite con las tierras altas es una superficie equipotencial
horizontal como podría esperarse de una línea de costa. En esta supuesta línea de costa marciana
algunos investigadores han creído encontrar en las imágenes formas geológicas producidas en
esas antiguas costas marcianas, aunque otro grupo de investigadores no está de acuerdo con esa
interpretación y dice que en las nuevas imágenes de alta resolución no se observa nada parecido
a formas costeras. El mismo desacuerdo aparece a la hora de interpretar posibles formas de
terreno producidas por los supuestos casquetes glaciares más extensos. El debate sobre el
antiguo océano marciano de las llanuras del Norte sigue abierto, aunque el argumento
topográfico del límite horizontal ha convencido a gran parte de la comunidad científica.

Menos polémica ha sido la propuesta de que numerosos cráteres del Hemisferio Sur han
podido albergar en su interior lagos helados que han dejado un interesante registro geológico
con importantes sucesiones de capas sedimentarias. Sucesiones parecidas, aunque de mayor
espesor, han sido descritas también en el interior de Valles Marineris, un gran cañón del ecuador
marciano. El debate en estos casos se centra en el origen de estas capas, ya que se han
propuesto medios sedimentarios alternativos al agua, y sobre todo en su edad. Mientras que
algunos investigadores hacen una interpretación “clásica” de la escasez de cráteres en muchos
de estos depósitos como signo de su juventud, otros han propuesto que se trata de depósitos
antiguos exhumados recientemente. En cualquier caso, estas secuencias sedimentarias marcianas
pueden poseer en su interior algunas de las claves del registro climático pasado de Marte.

Pero quizás los depósitos sedimentarios más interesantes y sorprendentes descubiertos son
los que aparecen asociados a zonas con abundancia de hematites, un mineral (óxido de hierro)
que sólo se forma en presencia de agua líquida. Pero el contexto geológico de estos depósitos, en
una zona de tránsito entre los dos hemisferios hacen que su interpretación climática en estos
momentos no esté nada clara.

En medio de estos debates sobre los posibles lagos y/o océanos episódicos “jóvenes” del
hemisferio Norte marciano, en el año 2000 las imágenes de alta resolución de la sonda Mars
Global Surveyor trajeron una nueva “pieza” inesperada a este rompecabezas: formas erosivas
muy recientes en las paredes de cráteres y cañones aparentemente formadas por torrentes de
agua. Estas “torrenteras” (imposibles de ver por su tamaño en las imágenes anteriores de las
sondas Viking) han venido a enredar aún más el ya complejo rompecabezas de la historia
climática marciana, ya que su morfología parece indicativa de la acción de agua líquida, y su
“frescura” indica que son formas muy recientes. Casi todas ellas parecen formarse por la acción
erosiva de agua que surge de unos niveles rocosos situados a unas pocas decenas de metros bajo

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

la superficie, los cuales afloran en las paredes de estos cráteres y cañones. Sin embargo, ya
hemos comentado que el agua líquida es inestable en el Marte actual, y más en la zona donde han
aparecido estas torrenteras, principalmente entre 30 y 60 S. En este área las presiones y
temperaturas atmosféricas reinantes todo el año predicen que el agua debe estar congelada en
el subsuelo hasta varios kilómetros de profundidad.

La sorpresa fue mayúscula entre la comunidad científica, que intenta encontrar solución a
este enigma. Algunos han propuesto que el líquido que produce las formas erosivas no es agua,
sino CO2 almacenado en el subsuelo.

Otros afirman que no es el agua subterránea la que forma las torrenteras sino el deshielo de
la nieve que se acumularía en invierno en esas laderas, las cuales están orientada
preferentemente hacia el lado Sur, el más frío. Otros, en fin, proponen diferentes mecanismos
que puedan hacer surgir “ocasionalmente” de forma más o menos explosiva cierta cantidad de
agua del subsuelo (acuífero) que podría encontrarse líquida por motivos poco claros. Lo único que
parece claro es que nadie se esperaba este descubrimiento, y nadie sabe de momento darle una
explicación satisfactoria ni aclarar su posible significado climático.

Capítulo14 Página- 6 -
Ciencias Planetarias Salamanca 2003

Inundaciones catastróficas en Marte y sus análogos


Terrestres

Gerardo Benito Ferrández


CSIC-Centro de Ciencias Medioambientales
Madrid

Capítulo 15 Página- 1-
Ciencias Planetarias Salamanca 2003

“Para la Hormiga, es rocío es una inundación”.

Proverbio Sánscrito

Capítulo 15 Página- 2-
Ciencias Planetarias Salamanca 2003

INTRODUCCIÓN

La historia del agua en Marte continúa siendo una asignatura incompleta. La atmósfera
marciana contiene sólo una cantidad pequeña de agua, y el agua líquida resulta inestable en la
superficie, y sólo se ha detectado hielo en las zonas polares. Sin embargo, Marte muestra
numerosas formas de erosión y acumulación que evidencian la presencia de flujos de agua en
superficie. La presencia de estas formas debidas al flujo de agua constituye para algunos
investigadores la principal prueba de que Marte ha sufrido importantes cambios en clima.

Las primeras observaciones sobre formas acanaladas en Marte se remontan al siglo XIX,
donde diversos mapas incluían unas formas lineares conocidas como canali. Perival Lowell
describió algunos de estos canali, planteando la posibilidad de que se debieran a civilizaciones
más avanzadas y construidas progresivamente como respuesta a la desecación del planeta. Las
fotografías obtenidas en la Misión Mariner 9 (1971) concluyeron que tales canali descritos
anterioremente no existían y que las especulaciones al respecto eran fruto de la imaginación de
los observadores. Sin embargo, esta misión reveló la diversidad geológica de Marte y que
conocemos en la actualidad, incluyendo la presencia de profundos cañones y canales secos, en los
que el agua ha jugado un papel predominante.

En esta presentación se pretende presentar algunos ejemplos de formas y canales presentes


en la superficie de Marte, y formadas por inundaciones catastróficas. Dado que las excursiones
a Marte resultan a fecha de hoy imposibles, se presentarán algunos de los ejemplos más
representativos de inundaciones catastróficas en la Tierra. Estas inundaciones terrestres
presentan morfologías similares a las que podemos encontran en Marte, y en muchos casos se
han utilizado como análogos para explicar su relación con flujos de agua.

La reconstrucción de los caudales asociados a estas inundaciones catastróficas forma parte


de la hidrología de palecrecidas. El método se basa en identificar las indicadores de nivel de
agua durante las avenidas y a partir de allí, teniendo en cuenta la geometría del canal, realizar
los cálculos hidrológicos necesarios para estimar los caudales máximos. Entre las evidencias
indirectas de paleonivel de avenida más comunmente usadas se incluyen sedimentos y
morfologías de erosión. Estos indicadores de altura del agua durante la inundación pueden
correlacionarse a lo largo de tramos de canales fluviales para definir los niveles máximos de
inundación. Los avances recientes en modelización de flujo en canales abiertos y de técnicas
geocronologicas de datación permiten realizar evaluaciones relativamente exactas de las
magnitudes y edades de paleoinundaciones en canales resistentes a la erosión.

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

GRANDES INUNDACIONES EN MARTE


El término canales de desbordamiento (outflow channels) fue acuñado por Sharp y Malin en
1975 para describir formas de grandes canales, desde kilómetros hasta decenas de kilómetros
de anchura, que desde su origen presentaban un tamaño considerable. En estos sistemas, los
canales afluentes son raros pero igualmente se puede observar una jerarquización de la red
aguas abajo. Los canales de desbordamiento presentan formas en sus fondos, paredes sinuosas
modeladas por flujos, y tienden a ser más profundos cerca de su origen que aguas abajo. Algunas
morfologías incluyen erosiones longitudinales, cataratas en canales internos, y zonas de erosión
por desplacamiento.

Canales de desbordamiento en el entorno de la cuenca Chryse-Acidalia

Los canales de desbordamiento se localizan en cuatro zonas principales(Carr, 1996; Baker,


1978): en el entorno de la cuenca Chryse-Acidalia, centrada en 20N, 45W; en Elysium Planitia,
centrada alrededor de 30N, 230W; en la parte este de la cuenca de Hellas, cerca de 40S,
270W; y a lo largo de los margenes oeste y sur de Amazonis Planitia, centrada en 20N, 160W.

Aunque menos evidentes, los polos marcianos tambien presentan morfologías en canales,
denominados chasma, cuyos rasgos que apuntan a una generación por flujo catastrófico de agua.

Chasma Boreale
Chasma Boreale (80-85 de latitud y 0-70 de longitud) constituye el mayor reentrante del
polo norte marciano y aparece excavado en sedimentos glaciares (depósitos estratificados
polares), que cubren Planum Boreum. Este Chasma presenta una forma triangular de 6000 km de
longitud, con unca cabecera bien delimitada de 55 km de anchura y una zona distal que supera los
450 km de anchura. El origen de estos chasmas se ha atribuido a un origen eólico, para ciertos

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

rasgos presentes en el interior de los Chasmas polares, tanto lineaciones como dunas (Cutts,
1973; Thomas y Weitz, 1989). Otras hipótesis apunta a un origen fluvial, donde el agua se
generaría por fusión en el interior de casquete marciano (Wallace y Sagan, 1979; Clifford, 1980;
1987). Recientemente, esta segunda hipótesis ha ido tomando peso al reconocerse numerosos
formas superficiales debidas a flujos y que justifican el posible drenaje catastrófico de lagos
subglaciares (Benito et al., 1997).

La interpretación genética de Chasma Boreale se ha basado por un lado, en el análisis


individual y en el contexto regional de las formas y, por otro, en la comparación de las mismas
con modelos terrestres y marcianos. La megageomorfología de Chasma Boreale

Es comparable con sistemas morfogenéticos fluviales descritos en la Tierra a diferentes


escalas. Chasma Boreale presenta gran similitud en los parámetros de valle con los descritos en
modelizaciones de laboratorio y ejemplo de redes terrestres creadas por procesos de sapping o
zapa (Baker, 1990). Estos procesos con surgencia de aguas subterráneas en la base de un
escarpe producirian un retroceso del mismo, manteniendo las paredes verticalizadas y con
bifurcación de la cabecera como se observa en Chasma Boreale.

Chasma Boreale y secciones topográficas realizadas por el Mars Orbiter laser altimeter
(MOLA).

Aguas abajo de la zona de sapping, el flujo seria el responsable de la incisión del canal, que
se desarrolla tanto sobre los depósitos estrati6cados como sobre el pitted terrain. En los
depósitos estratificados los canales desarrollados son similares a los canales móviles (outflow
channels) principalmente descritos en las zonas ecuatoriales de Marte (Baker y Kochel, 1979).
Presentan el aspecto tipico de una red anastomosada generada con canales de limites difusos,

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

flujo caótico, desarrollo de surcos de erosión., colinas fusiformes y carencia de afluentes. La


principal diferencia entre Chasma Boreale y los canales ecuatoriales está en el tamaño de los
mismos, puesto que estos últimos son unas 60 veces más cortos, no pasando de 10 Km de
longitud.

En los pitted terrains los canales son similares a las redes de valles secos (dry valleys) de
zonas ecuatoriales desarrollados sobre terrenos antiguos craterizados y alomados (ancient hilly
cratered terrain). El tipo y grado de desarrollo de la red depende de la energia del flujo y la
energia o composición del sustrato. Los depósitos estratiñcados probablemente permitirian un
fácil modelado y se alcanzaria un rápido equilibrio entre la energía o capacidad erosiva del flujo,
y la resistencia del sustrato a la erosión. Por su parte los pitted terrain ofrecerian mayor
resistencia a la erosión favoreciendo el encajamiento y la jerarquización de la red.

Existen diversos trabajos que señalan a los procesos de sapping como principales
responsables de la generación de canales en zonas ecuatoriales. Nirgal Vallis es un posible
ejemplo de valle marciano generado por sapping (Milton 1973; Pieri, 1980). Esta interpretación
genética implicaria según el Mars Channel Working Group (1983), la necesidad de un ciclo
hidrológico activo para mantener el caudal del manantial, en la cabecera de los valles. La recarga
necesaria se suministraría por medio de precipitaciones durante un episodia o fase climática de
Marte muy diferente a la actual.

El origen de formas como Ravi Vallis, se atribuye a la liberación catastrófica de aguas


subterráneas. Esta podria estar producida por la existencia de puntos calientes o fracturas. Las
formas resultantes son comparables a las de la cabecera de Chasma Boreale con diferencias
posiblemente debidas a la diferencia de entorno geológico (Clifford, 1980). En el caso que nos
ocupa la energía necesaria para estos procesos provendrían de sistemas hidrotermales
relacionados con impactos o más probablemente con vulcanismo.

La estimación de las características y mangitud del flujo se realizó utilizando la topografía


del Mars Digital Model data. Las principales incertidumbres de este modelo son la elevación
alcanzada por el flujo y la escasa precisión de la topografía que produce imprecisión en los datos
de pendiente y geometría de las secciones. Sugún estas estimaciones la velocidades oscilaron
entre 5 y 74 m s-1, mientras que los caudales resultantes estarían entre 0.8 108 y 1403 108. El
rango alto de valores se aproximaría a los obtenidos por Robinson and Tanaka (1990) y Komatsu y
Baker (1997) para Kasei and Ares Vallis.

Chasma Australe
Chasma Australe constituye el principal forma del polo sur marciano, consituyendo un
reentrante excavado en los depósitos estratificados polares (PLD). Este canyon presenta 500
km de longitud, entre 20 y 80 km de anchura, y hasta 1000 m de profundidad, que se inicia a

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unos 270 km del polo sur y que muestra una dirección general norte. En su forma general
presenta una forma curvada de unos 40º hacia el oeste, pero su margenes, especialmente el
margen este, es rectilíneo en secciones de hasta 180 km de longitud. Los surcos característicos
del los PLD en las zonas polares aparecen cortados por el chasma, mientras que las unidades Hdu
y Dorsa Argentea de Tanaka y Scott (1987) se encuentran localizadas en el fondo de Chasma. Al
igual que Chasma Boreale, este Chasma Australe se le ha atribuido un origen eólico, y mas
recientemente un origen debida a flujo catastrófico (Anguita et al., 2000).

Anguita et al. (2000) señalan la presencia de numerosas formas debidas a la acción de un


flujo catastrófico. Su coincidencia con una de las direcciones de fracturación dominantes de
esta zona apuntan a una géneses del flujo de desbordamiento precedida de uan intensa actividad
tectónica inducida por procesos de sapping. Los indicadores en favor del flujo catastrófico se
pueden resumir en:
- Cabecera con forma en herradura
- Presencia de una depresión cerrada debajo del escarpe de cabecera
- Una sección estrecha en el tramo superior, característica de procesos de
retroceso de cataratas
- Diversos ejemplos de formas en colinas y depresesiones en el fondo de Chasma.
- Diferentes ejemplos de sedimentación en zonas de torbellinos, a sotavento de
obstaculos y de retroceso de flujo.
- Registro de canales de desbordamiento por encima de las paredes del valle.
- Casos de cráteres con erosión diferencial

Localización de Chasma Australe


Las principales características del flujo capaz de producir este Chasma Australe tendría
velocidades entre 30 y 50 m s-1 y caudales entre 7 108 y 3 109 m3 s-1. Estos valores son
similares a los estimados en canales de desbordamiento ecuatoriales (Smith et al., 1998).

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GRANDES INUNDACIONES TERRESTRES

Las formas, procesos y magnitudes de caudal descritos para Marte pueden parecen distar
mucho de las crecidas terrestres, incluso aquellas producidas en grandes ríos como el Amazonas
(caudales punta de unos 100.000 m3 s-1). A escala geológica, y mas concretamente hace unos
20.000 años, se produjeron una serie de inundaciones catastróficas que por las consecuencias
geomorfológicas y magnitudes de los caudales se acercan a las inundaciones marcianas. Estas
inundaciones, las más grandes conocidas en la historia de la tierra, van a servir de ilustración del
papel de los eventos extraordinarios en la modificación de los sistemas fluviales y del modelado
a gran escala. Asímismo, se abordarán las bases de la metodología utilizada en la reconstrucción
paleohidrológica de inundaciones y la cuantificación mediante parámetros físicos de la energía
asociada al desarrollo de morfologías erosivas y acumulativas en canales rocosos. La formación
de lagos temporales y la generación de grandes inundaciones (jökulhlaups) por rotura de las
presas de hielo, podría ser un fenómeno relativamente frecuente al final de la última glaciación
en aquellos ríos que drenaron los principales casquetes glaciares de Norteamérica, Europa y Asia
(Dawson, 1992). Estas inundaciones catastróficas, desigualmente estudiadas, causaron
importantes modificaciones en las redes de drenaje y el modelado de determinadas zonas.

La excepcional magnitud de las inundaciones producidas por agua procedentes del Lago
Missoula (Montana) y que arrasaron alrededor de 40.000 km2 protagonizaron una de las grandes
polémicas en la historia de la Geomorfología (Baker, 1987). La controversia creada desde los
años 20 por la teoría de Harlen Bretz (1923; 1925; 1929) rompió con los moldes del más estricto
uniformitarismo, y su interés sirvió para impulsar la aplicación de métodos hidrológicos en la
cuantificación de las inundaciones (Costa, 1987).

Las inundaciones del Lago Missoula

El Lago Missoula, localizado en Montana (NW de EEUU), se generó durante el último glacial
como resultado del avance hacia el sur de los casquetes de hielo Cordilleranos, que llegaron a
taponar un sector de la red de drenaje principal (Fig. 4). Esta barrera de hielo en su máximo
desarrollo represó un volumen de agua de 2100 km3, la mitad del volumen del actual lago
Michigan, con una extensión de 8000 km2, y alcanzó los 600 m de profundidad (más de dos veces
la profundidad del Lago Superior) (Pardee, 1942).

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Localización del
Lago Missoula y zona
inundada durante su
rotura en el
Pleistoceno Superior

El avance y retroceso del Casquete Glacial Cordillerano permitió en repetidas ocasiones


la rotura de la masa de hielo que contenía el Lago Missoula, cuyo drenaje catastrófico
(jökulhlaups) se realizó hacia el Columbia Plateau. En esta zona, la inundación produjo una
red de canales anastomosados que ocuparon una extensión de 40.000 km2 y una anchura de
120 km (Bretz, et al., 1956; Bretz, 1969 y Baker y Komar, 1987; Benito y O'Connor, 1991;
2003). Las características litológicas del Columbia Plateau, constituído principalmente por
basaltos miocenos cubiertos por depósitos eólicos cuaternarios, determinaron la formación
de una rica gama de morfologías de erosión y sedimentación asociadas a diferentes
estadios de energía del flujo (Baker, 1973; Baker y Nummendal, 1978).

Formas erosivas

Las morfologías erosivas dejadas por la inundación pueden ordenarse de menor a mayor
energía desde la formación de colinas de loess con formas aerodinámicas alargadas en la
dirección del flujo, erosión del loess y exposición del basalto, erosión del basalto con
formación de una topografía de mesas y depresiones y, finalmente la formación de canales
excavados en el basalto que se produjeron por el retroceso de grandes cataratas (Baker,
1973; Benito, 1997) . Estas morfologías constituyen buenos indicadores de las áreas
sumergidas e indica de forma clara la altura mínima de la inundación. Asímismo existen
otras formas erosivas que reflejan el nivel de inundación, como son las líneas de erosión que
separan de forma neta áreas donde se mantiene el loess intacto y zonas donde ha sido
barrido por el flujo.

Formas acumulativas

El estudio morfológico y sedimentológico de las formas acumulativas permite


establecer el número de inundaciones catastróficas, su cronología y los niveles mínimos del
flujo durante la inundación (Waitt, 1980; Baker y Bunker, 1985). Las principales

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acumulaciones presentan morfologías de barras gigantes, constituidas por bloques y gravas


transportados tanto en tracción como en suspensión, algunas de las cuales pueden pasar
lateralmente a sedimentos finos acumulados en áreas de baja energía o de flujo inefectivo
denominados "slackwater deposits".

Barras

Las barras constituyen indicadores de caudal mínimo (Baker, 1973; Baker y Nummendal,
1978; Benito y O'Connor, 2003) y pueden agruparse de acuerdo con las condiciones
hidraúlicas que las produjeron en:

a) Barras longitudinales (localizadas en el canal principal).

b) Barras en protuberancias (a sotavento de afloramientos rocosos resistentes).

c) Barras en expansión (en áreas donde el flujo vierte desde el canal principal, a través
de divisorias, hacia otros valles adyacentes).

d) Barras en toberllinos (emplazadas en zonas de reducción de la velocidad del flujo,


principalmente en la embocadura de valles afluentes).

Las barras longitudinales se localizan en áreas de deceleración de flujo dentro del canal
principal, tales como expansiones o bifurcaciones del canal. Los sedimentos que constituyen
estas barras reflejan la carga de fondo transportada por el flujo, principalmente bloques y
gravas. La presencia en superficie de trenes de ripples indica el rápido descenso del nivel
de la inundación que impiden el remodelado durante los estadios decadentes de la
inundación.

Las barras en protuberancias se generan por la decelaración del flujo a sotavento de


relieves resistentes a la acción erosiva del flujo. Los depósitos están constituídos por una
mezcla de las carga de fondo y suspensión con estructuras masiva y de estratificación
cruzada.

El derrame de agua y sedimentos desde el canal principal hacia otros valles a través de
divisorias genera la acumulación de barras con morfologías tipo delta o en expansión. Las
implicaciones de estas barras desde el punto de vista paleohidrológico son importantes y ha
sido utiliada con éxito por Benito y O'Connor (2003) para determinar el número, magnitud y
frecuencia de las principales inundaciones del Lago Missoula. Estas divisorias constituyen
un nivel discriminante o nivel de censura de caudal, de tal forma que únicamente las
inundaciones con elevaciones de flujo por encima de dichas divisorias van a ser capaces de
acumular sedimento sobre la barra en expansión. Por lo tanto, el número de unidades
sedimentadas en la barra refleja el número de inundaciones de magnitud superior al

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establecido por la altura de las divisorias. Las barras en expansión estan constituídas por
gravas y arenas acarreadas por el canal principal como carga en suspensión y aparecen
organizadas en foresets de estratificación cruzada, culminados por acumulaciones de
arenas masivas.

En general, las acumulaciones que más se aproximan al nivel máximo alcanzado por el
flujo son las barras en torbellinos, depositadas en áreas de separación de flujo desde el
canal principal hacia zonas hidrológicamente inefectivas y, por tanto, de rápida
deceleración y acumulación del material. Los materiales depositados en la barras en
torbellinos están constituídos por gravillas y arenas organizados en cuerpos con grandes
"foresets" de estratificación cruzada.

Depósitos de baja energía.

Muchas de las barras en torbellinos acumuladas en la embocadura de valles afluentes


pasan lateralmente a acumulaciones de material fino constituídos por limo y arena, con
morfologías en terraza. Estos depósitos de baja energía presentan un caracter rítmico que
comprende dos unidades. La inferior está constitída por un cuerpo de arena fina con
estructuras de ripples de corriente y climbing ripples laminae-in-drift, indicando una
paleocorriente dirigida hacia arriba del valle (Baker, 1973; Baker y Komar, 1987; Waitt,
1980). La unidad superior está formada por arena muy fina y limos con ripples indicando
corriente hacia abajo del valle. En total se identifican en algunas zonas hasta cerca de 100
ritmitas que se han interpretado como debidas a un número equivalente de inundaciones
(Waitt, 1980). Sin embargo, estas ritmitas se localizan en áreas de baja altitud, por lo que
podrían haber sido emplazadas por inundaciones catastróficas de menor magnitud (Baker y
Bunker, 1985). En la superficie superior de algunas de estas ritmitas puede identificarse
huellas de exposición subaérea y dobletes de niveles de tephra o ceniza volcánica y vidrios
correspondiente a la erupción del Mnt. St. Helens 'S' hace 13.000 años (Mullineaux et al.,
1978; Waitt, 1985).

Bloques erráticos

Quizás uno de los mejores indicadores geológicos de mínimo caudal punta los
constituyen los erráticos o bloques de naturaleza granítica que provienen de Canada y que
fueron transportados flotando sobre bloques de hielo hasta zonas de baja energía
(O'Connor y Baker, 1992). En estas zonas de estancamiento hidraúlico, los erráticos
quedarían anclados y acumulados al descender la onda de crecida

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Reconstrucción palehidrológica.
Metodología

El reconocimiento en campo de indicadores asociados a diferentes picos de avenida a lo


largo del canal analizado, el establecimento de sus relaciones y la datación de los depósitos
nos proporciona la información necesaria para la reconstrucción paleohidrológica de las
inundaciones. Conocida la altura del flujo durante el caudal punta, la exactitud en los
cálculos de los parámetros hidrológicos depende posteriormente de los métodos utilizados
en la elaboración de los datos. Son diversas las técnicas que se utilizan en la bibliografía
para las determinaciones paleohidrológicas, como por ejemplo las fórmulas de Chezy y
Manning para flujo uniforme, o el método de área-pendiente (Dalrymple y Benson, 1967).

Sin duda, la mayor exactitud en el cálculo del caudal y velocidad se consigue con los
métodos de paso estándar o "step-backwater" en canales abiertos (Chow, 1959; Shearman,
1976), al tener en cuenta las variaciones y pérdidas de energía del flujo de agua. El
procedimiento de cálculo es de carácter iterativo de tipo prueba-error y se basan en la
resolución de la ecuación de la energía en una dimensión derivado de la fórmula de Bernuilli
para flujo estacionario gradualmente variado. Los datos requeridos son: 1: secciones
transversales de canal; 2: distancia entre las secciones transversales. 3: régimen de flujo,
4: caudal a modelar, 5: elevación conocida o estimada de la superficie de agua en la primera
sección, 6: valores de rugosidad 'n' de Manning y de coeficientes de expansión y
contracción.

Los modelos de paso estándar han sido utilizados con éxito en la reconstrucción de
inundaciones catastróficas del Lago Missoula (O'Connor y Baker, 1992 y Benito y O'Connor,
1991; 2003) y del Lago Kuray (Baker et al., 1993).

Modelización

Debido a que el procedimiento de cálculo se basa en una técnica iterativa del balance
energético entre dos secciones transversales, las determinaciones se simplifican mediante
la utilización de ordenadores. La modelización puede realizarse mediente programas
comerciales, entre los que destaca el modelo HEC-2 del U.S. Army Corps of Engineers. Las
bases de este programa y su utilización pueden obternerse del manual del usuario publicado
por el Hydrologic Engineering Center (1982), Feldman (1981) y en Bedient y Huber (1988) y
su aplicación a estudios paleohidrológicos aparece explicada en O'Connor y Webb (1988).

En nuestro caso, las evidencias geológicas tanto erosivas como acumulativas


representan valores mínimos del nivel de inundación, ya que han sido emplazados o

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generados por debajo de la superficie de agua. Por otro lado, existen una serie de
indicadores tales como divisorias que no han sido cruzadas por el flujo o áreas no
inundadas, que evidencian un nivel de inundación inferior a estas zonas. Otros indicadores
como líneas de erosión deben de aproximarse a la altura del flujo durante el caudal punta.
Los cálculos hidrológicos se realizaron en la garganta del río Columbia (Benito, 1997; Benito
y O'Connor, 2003), donde podemos asegurar que la erosión de las inundaciones no produjo
cambios sustanciales en las secciones del canal principal, tanto en el lecho como en las
paredes.

Los valores de rugosidad de Manning "n" utilizados en la modelización fueron de 0.05


para el fondo del canal y de 0.07 para los margenes. El análisis de sensibilidad efectuado
con diferentes valores de "n" reflejan tan sólo pequeñas variaciones en los resultados
finales del caudal calculado. Los valores de los coeficientes de expansión y contracción
utilizadas en la modelización fueron de 0.1 y 0.3. Estos valores permiten al modelo
mantenerse dentro de un rango aceptable las variaciones de energía entre secciones
transversales del canal, a la vez que tienen en cuenta los cambios de velocidad del flujo
entre secciones.

Magnitud y frecuencia de las inundaciones del Lago Missoula.

En la reconstrucción paleohidrológica se combian las evidencias geológicas del nivel de


la inundación y la superficie del flujo calculado mediante el modelo hidrológico. De esta
manera, la superficie calculada debe encajar con el máximo número de evidencias
geológicas de máximo caudal. En la garganta del río Columbia los indicadores de máximo
nivel de inundación aparecen explicados en el modelo para una superficie de flujo
correspondiente a un caudal de 10 millones de m3/s. Por tener un punto de referencia
conviene señalar que la mayor inundación registrada en el río Columbia y ocurrida en 1894
alcanzó los 35.000 m3/s, alrededor de 300 veces menos que la mayor inundación del Lago
Missoula.

Las primeras dataciones reflejan un límite de edad máximo de 19.015 años BP para la
máxima inundación, y muy posiblemente se prudejeran hace 17-18.000 años, teniendo en
cuenta la cronología de avance de los lóbulos del Caquete Cordillerano (Waitt and Thorson,
1983).

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Flood outburst Lake Water Peak Flow


Volume depth Discharge duration
3 3 -1
(km ) at Dam (m sec )
(m)

Chasma Australe, 52-546 x 500 0.7-3 109 1735-


6
Mars 10 4217 days

Kuray Flood, Siberia 1000 600 18 x 106 30 hr


(Baker et al., 1993)

Largest Missou 2184 635 17 x 106 70 hr


Flood(s) (O’Connor & Bake
1992)

Bonneville Flood 4750 108 1 x 106 2640


(O’Connor, 1993) hr

Características hidrológicas de algunas inundaciones catastróficas de la Tierra y


Marte.

La mayor parte de las inundaciones tuvieron lugar hace unos 14.000 años y al menos
siete superaron los 3 millones de m3/s, aunque no existen evidencias de que alcanzaron los
5 millones de m3/s. Sin duda, el resto de las inudaciones hasta las 89 descritas por Waitt
(1980; 1985), a partir del estudio de afloramientos de depósitos rítmicos de baja energía,
presentaron caudales punta inferiores a los 2 millones de m3/s. La última inundación se
produjo hace 12.000 años y al igual que las anteriores su magnitud no rebasó los 2 millones
de m3/s.

Deglaciación e inundaciones en otras zonas de Norte América, Europa y Asia.

Diversas inundaciones catastróficas, aunque de menor magnitud que las del Lago
Missoula, han sido descritas durante el último glacial en la cuenca de drenaje del sistema
Mississippi-Missouri-Ohio, en el frente del Casquete Laurentide, al NE de Norteamérica.
Las principales inundaciones fueron ocasionadas por el Lago Agassiz, calculándose caudales
punta de 1 millón de m3/s (Matsch, 1983).

En los casquetes euroasiáticos las inundaciones provocadas por lagos proglaciares


también fueron relativamente frecuentes tanto por rebosamiento de agua deshielo a

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través de divisorias, como por rotura de presas de hielo o jökulhlaups (Grosswald, 1980).
Dentro de este segundo tipo, Baker et al., (1993) estudian las inundaciones del Lago Kuray,
en las Montañas Altay en Siberia, donde se reconocen evidencias erosivas y acumulativas
similares a las descritas en Norteamérica para el Lago Missoula, como por ejemplo barras,
ripples gigantes y bloques erráticos. Estas inundaciones alcanzaron una magnitud de 18
millones de m3/s, ligeramente superior a los 17 millones de m3/s calculadas por O'Connor y
Baker (1992) para el Lago Missoula cerca de la zona de rotura.

A partir de los datos geométricos que se disponen de las alturas de las presas y del
volumen de los lagos descritos, y comparándolos con datos de la hidrología de inundaciones
producidas por rotura de presas artificiales y de jökulhlaups actuales se pueden inferir los
mecanismos de rotura (Baker et al., 1993). Por un lado, tanto las inundaciones del Lago
Missoula como las del Lago Kuray presentarían mecanismos de rotura de la presa de hielo
similares a los presentados en presas artificiales, es decir con rotura y desague rápido. Por
otro lado, las inundaciones descritas en relación con el Casquete Laurentide encajan con
mecanismos de rotura lento con desagüe prolongado, iniciándose a través de túneles
escavados en el hielo, tal y como ocurre en los actuales jökulhlaups.

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

Geología Planetaria de ambientes extremos


terrestres. Base fundamental en el estudio
astrobiológico del Sistema Solar.

David Fernández Remolar


Centro de Astrobiología
Madrid
fernandezrd@inta.es

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

“Los locos abren los caminos que mas tarde recorren los sabios”.

Carlo Dossi

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

Introducción

La exploración astrobiológica del Sistema Solar requiere la identificación de ciertos


hábitats planetarios cuyo balance energético sea favorable para albergar Vida. Esta afirmación
plantea problemas metodológicos que emergen de la definición de Vida bajo un modelo terrestre
que se basa en la utilización del agua como matriz de transporte de materia y energía entre el
medio externo y los microorganismos. En cualquier caso, y hasta que no se tengan modelos
extraterrestres, la gran diversidad metabólica de las formas de vida terrestres sugiere su
aplicación como sistemas vivientes válidos que pueden ser utilizados para la localización de vida
dentro y fuera del Sistema Solar. Por lo tanto, suponiendo que los requerimientos energéticos y
ambientales de los hipotéticos organismos no terrestres fueran semejantes a los terrestres, es
igualmente válido definir aquellos hábitats que ocupan en la Tierra. Sin embargo, la comparación
de modelos terrestres con hábitats planetarios explorados por sondas planetarias en el Sistema
Solar indican que los modelos terrestres más apropiados se corresponden con ambientes
extremos, en los que las condiciones ambientales físicas y químicas resultan inhabitables para
muchas de los organismos terrestres. Bajo esta hipótesis de trabajo, se van a presentar una
serie de ambientes terrestres localizados en la Península Ibérica de gran importancia para
comprender algunos procesos hidrológicos, minerales y biológicos que permitan inferir la
presencia de vida actual o pasada en dos cuerpos planetarios del Sistema Solar: Marte y Europa.

Características de análogos planetarios. Localización de análogos no terrestres por sondas


espaciales. Instrumentos de exploración planetaria y su aplicación astrobiológica. Estado actual
de la exploración planetaria: las sondas Mars Global Surveyor, 2001 Mars Odyssey y Mars
Exploration Rovers.

Aunque no existe un fundamento teórico característico sobre el que basar un estudio de


comparación entre dos hábitats planetarios, ambos son potencialmente análogos si comparten
parámetros ambientales, geología y productos minerales semejantes. En concreto, la exploración
astrobiológica de un análogo planetario requiere la definición previa de entidades planetarias y/o
geológicas que permitan identificar potencialmente condiciones habitables de comunidades de
organismos viables o el registro de dichas condiciones en el pasado del planeta. En algunos casos
las entidades planetarias y/o geológicas pueden indicar la presencia de vida o su registro en
materiales geológicos que se hallan preservado. Obviamente, aquellas entidades relacionadas con
las reservas de agua en determinadas áreas planetarias son las que tienen mayor interés para la
búsqueda de vida en otros cuerpos planetarios diferentes de la Tierra (estrategia de
exploración de Marte por NASA: “follow the water”). Las condiciones térmicas y químicas tienen
igualmente una gran importancia, ya que la actividad biológica terrestre requiere agua en estado
líquido y la existencia de desequilibrio químico por el cual dirigir su actividad biótica hacia la
biosíntesis.

Actualmente, la estrategia a medio y largo plazo de exploración planetaria consiste en la


utilización de orbitadores y vehículos de superficie que permiten explorar grandes áreas
planetarias, por una parte, y obtener información planetaria in situ de áreas en detalle, por otra.
Desde el punto de vista de la Astrobiología, esta metodología permite caracterizar en primer
lugar aquellas grandes áreas con entidades potencialmente interesantes para la detección de
actividad biótica o su registro geológico, bien sean grandes cuencas sedimentarias (llanuras
occidentales en Marte) o, por el contrario, grandes masas de agua (océano de Europa). En
segundo lugar, los vehículos de superficie permiten obtener información ambiental, geoquímica y

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

petrológica de mayor detalle de zonas restringidas en aquellas grandes regiones anteriormente


exploradas por los orbitadores. Para alcanzar este objetivo, son numerosos los instrumentos que
se utilizan para la exploración planetaria de superficie y subterránea. En orbitadores se han
utilizado cámaras y espectrómetros VIR de alta resolución, espectrómetros de neutrones,
magnetómetros y sensores GPR (Radar), mientras que los vehículos de superficie presentan
sensores meteorológicos, espectrómetros APX, cámaras y espectrómetros VIR con tecnología
3D, espectrómetros Mössbauer y microscopios miniaturizados.

La exploración de Marte ha experimentado un gran desarrollo desde la llegada de las sondas


Mariner y Viking (Fisher, 1985), que permitieron obtener una visión global de los procesos
acaecidos en el planeta rojo. Sin embargo, la llegada de la “Mars Global Surveyor” (MGS) ha
acelarado la obtención de datos visuales, topográficos y mineralógicos de gran interés en la
investigación astrobiológica. La utilización de sensores remotos incluidos en este orbitador ha
facilitado la detección de cuencas sedimentarias de diferente entidad que albergaron masas de
agua (Carr, 1996; Baker, 2001). Los resultados tan satisfactorios obtenidos por el
espectrómetro y la cámara de la MGS impulsaron el desarrollo de un nuevo orbitador, la “2001
Mars Odyssey”, que se encuentra inspeccionando con instrumentos de mayor resolución espacial
la superficie del planeta. Algunas de las áreas localizadas por la MGS se caracterizan por su
potencial biológico y/o paleontológico, por lo que van a ser visitadas por misiones de superficie,
las misiones MER, que están equipados con microscopios que inspeccionarán estructuras y
texturas de las rocas que afloran en dichas áreas.

Aunque algunos de estos instrumentos podrían identificar directa o indirectamente la


presencia de vida o su registro en materiales sedimentarios, se están desarrollando nuevos
instrumentos para la detección de biomoléculas en muestras geológicas como los chips de ADN
(instrumento SOLID desarrollado en el CAB), así como otros aparatos más sencillos que
detectan moléculas orgánicas de menor tamaño como aminoácidos.

Trabajo en la Tierra

La caracterización y comparación de ambientes terrestres con sus análogos extraterrestres


requiere la utilización de una instrumentación muy diversa que abarca la aplicación de sensores
remotos, la toma de datos in situ por sondas electroquímicas o el análisis de espectrometría de
masas elemental, isotópico y orgánico, entre otros. En cualquier caso, el trabajo de campo sigue
siendo fundamental y es la base primordial sobre la que se sustenta el resto de la investigación
en analogía planetaria.

El estudio de la cartografía permitirá detallar aspectos generales de los sistemas como sus
límites espaciales y temporales, su composición mineral o litológica media o, en el caso de medios
actuales, sus condiciones ambientales regionales. La observación y el análisis de cartografía
geológica, fotografía aérea e imágenes digitales, que abarquen distintas rangos espectrales como
visible e infrarrojo, conducirán a la elaboración de una cartografía de exploración que dirija la
pauta de control in situ y muestreo durante el trabajo de campo. La comparación entre
signaturas espectrales de imágenes planetarias terrestres y no terrestres es, igualmente, de
gran utilidad en el estudio planetario comparativo. En algunos casos, la dificultad en el acceso a
ciertas localidades de muestreo requiere la construcción de instrumentos que faciliten la toma
de datos in situ del agua o el subsuelo, como sondas sumergibles o perforadoras que eviten
contaminación entre distintos niveles estructurales.

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

Por otra parte, la obtención de información la aplicación de diversas técnicas relacionadas


con diferentes disciplinas científicas, como la micropaleontología, microbiología, geoquímica,
bioquímica-química orgánica, mineralogía o sedimentología. El trabajo multidisciplinar es,
igualmente, imprescindible. En muchos casos cada tipo de análisis se corresponde con la
determinación de una o varias propiedades de la muestra analizada, sea composición orgánica,
mineral, isotópica o propiedades estructurales, entre otras. La relación directa entre
propiedades y técnicas e instrumentación permiten definir al menos cuatro niveles de detección,
que se diferencian por la preparación de las muestras, material utilizado e instrumentos
involucrados en el análisis.

1er nivel de detección.

El primer nivel de detección consiste en la determinación de las propiedades microscópicas


estructurales, morfológicas y composicionales de baja definición que pueden obtenerse por
medio del estudio microscópico de las muestras, siendo imprescindibles en el estudio
micropaleontológico y biomineralógico de las mismas. El estereomicroscopio, el microscopio de
luz transmitida y reflejada, el microscopio confocal y el microscopio electrónico son
instrumentos necesarios para la caracterización morfológica y estructural. Además, en este
primer nivel se puede llevar a cabo una primera determinación composicional de bajo nivel en los
biominerales y microfósiles por medio de la tecnología confocal y EDAX.

2o nivel de detección.

Determinación de la composición mineral detallada y molecular rutinaria de las muestras


obtenidas en el campo. Los instrumentos involucrados en este tipo de análisis son la difracción de
rayos x (XRD), que identifica las especies minerales por criterios cristalográficos (difracción de
los rayos x según los planos de cristalinidad), y la espectroscopia FT (Fourier Transform)
infrarroja de reflectancia y transmitancia así como el espectrómetro Raman, que reconocen los
grupos moleculares orgánicos e inorgánicos en función de los enlaces principales por sus
vibraciones moleculares características o por la observación de cambios en su polarizabilidad,
respectivamente. La obtención de espectros de reflectancia en biominerales tiene gran
importancia para la detección de los mismos por medio de sensores remotos en misiones
aerotransportadas y en misiones planetarias, que emplean igualmente las bandas de infrarrojo en
transmitancia. Por otra parte, el desarrollo de experimentos de síntesis biominerales o
preservación de materia orgánica en distintas condiciones de presión, temperatura y radiación,
entre otros, demandará el diseño de módulos especiales en los que se proceda a la generación de
las condiciones ambientales diseñadas para el experimento en cuestión, así como un microscopio
acoplado a cámaras CCD para su observación y registro.

3er nivel de detección.

Identificación de la composición en elementos mayores, menores, traza y Tierras Raras, la


determinación de la relación isotópica de isótopos estables y la clasificación rutinaria de grupos
de biomoléculas y geopolímeros en muestras de sedimento, agua o roca. El instrumento más
adecuado es el LA-ICP-MS.

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

4o nivel de detección.

Identificación de fósiles moleculares o biomarcadores sensu stricto, en muestras


procedentes de cada uno de los sistemas de referencia indicados. Obviamente, la
caracterización de este tipo de trazas biológicas requiere técnicas e instrumentación refinadas
con un alto nivel de detección. El instrumento más adecuado es los sistemas de espectrómetros
de masas automatizados con arquitectura MALDI (matrix assisted laser desorption ionization) y
analizador TOF (time of flight) o QIT (quadrupole Ion trap) que pueda acoplarse, en el caso de
necesidad, a instrumentos de determinación biomolecular, como cromatógrafos de gases o de
líquidos y pirolizadores de punto de Curie. La tecnología MALDI-TOF/QIT requiere el diseño y
construcción de bio(geo)chips que sean capaces de fraccionar biomoléculas, moléculas orgánicas
y geopolímeros, por marcadores específicos.

Análogos Terrestres en la Península Ibérica

El Planeta Tierra posee diferentes ambientes extremos que pueden considerarse análogos de
otros cuerpos planetarios del Sistema Solar. Los ambientes hidrotermales y chimeneas
submarinas, lagos aislados en los hielos antárticos o suelos congelados en regiones
septentrionales son buenos ejemplos de ambientes extremos cuya microbiología esta siendo
estudiada para definir aquellas señales menos ambiguas para reconocer actividad biológica en los
rincones del Sistema Solar. En este sentido, la Península Ibérica presenta diferentes ambientes
extremos que se están comparando con Marte y Europa. Dos de éstos son la Cuenca Fluvial del
Río Tinto (Huelva) y el lago Salino de Tírez (Toledo), que se caracterizan el primero por poseer
sus aguas una extrema acidez y presencia de materiales hematíticos semejantes a los
observados en Sinus Meridiani (Marte), y el segundo por una hidroquímica comparable al
hipotético océano de Europa. En la ponencia se procederá a describir ambos ambientes
extremos, cuyas principales características son descritas en Fernández-Remolar et al. (2001,
2002) y a discutir sus posibles analogías con los correspondientes planetarios de Marte y
Europa.

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

MARTE 3D:
UN PASEO POR EL PLANETA ROJO

Miguel Ángel de Pablo Hernández


Departamento de Matemática, Física Aplicadas
y Ciencias de la Naturaleza.
Universidad Rey Juan Carlos.
depablo@geo.ucm.es

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“El hombre puede trepar hasta las mas altas cumbres,


pero no puede vivir allí mucho tiempo”.

Bernard Shaw

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

INTRODUCCIÓN

Además de la Tierra, Marte es el planeta del Sistema Solar más estudiado, especialmente a
partir del año 1997 con la reactivación de las misiones de exploración de Marte, que quedaron
estancadas con la llegada de los datos enviados por las sondas Viking en el año 1976.

La llegada de las sondas Mars Global Surveyor y Mars Oddyssey a Marte ha supuesto el
envio de una ingente cantidad de datos en forma de fotografías, datos topográficos,
espectrométricos, gravimétricos y magnéticos. Estos datos están permitiendo que un numeroso
grupo de investigadores de todo el mundo puedan estudiar Marte en muy diversos aspectos. Los
numerosos datos disponibles y la multiplicación de los equipos ionvestigadores está haciendo que
continuamente se realicen nuevos descubrimientos sobre este planeta. Esto está haciendo que la
noticias que llegan al público sobre Marte sean cada vez más especializadas, lo que puede
suponer un pequeño problema cuando no se tiene un conocimiento general sobre cómo es Marte.

En este trabajo se presenta un descripción general de los rasgos superficiales más


característicos del Planeta Rojo.

LAS TIERRAS ALTAS

Las tierras altas marcianas ocupan 2/3 del planeta, ocupando la totalidad del hemisferio Sur,
y parte del hemisferio Norte, y está separada de las tierras bajas a través de una dicotomía
denominada ‘límite 1/3 – 2/3’.
La característica más clara de esta región es su alta densidad de craterización. Además,
estas tierras altas reciben su nombre por ser topográficamente más altas que el resto del
planeta Esta última característica ha llevado a suponer esta región como un gran continente
durante un periodo del pasado marciano en el que existió un clima que permitía la existencia de
agua liquida en superficie, y que pudo formar un océano en lo que actualmente son las tierras
bajas.

Las tierras altas están constituidas por grandes llanuras volcánicas, muy craterizadas, que
son surcadas por canales de diferentes tipos, generalmente que drenan hacia el Norte, excepto
algunos canales que drenan hacia el cuenca Hellas, la mayor estructura de impacto localizada en
Marte. Esta región también es cruzada por estructuras tectónicas que se reflejan en la
superficie como fallas y crestas.

LA DICOTOMÍA

La dicotomía es la línea, más o menos clara, que separa los 2/3 de tierras topográficamente
más elevadas, y más craterizadas del planeta, del 1/3 de tierras topográficamente más bajas y
menos craterizadas en el hemisferio Norte del Planeta Rojo. Debido a esta proporción entre las
diferentes regiones marcianas, la dicotomía también recibe el nombre de ‘límite 1/3 – 2/3’. En
otras ocasiones, y debido a que separa zonas con grandes diferencias topográficas, se denomina
como ‘el escalón marciano’.

Esta dicotomía está más o menos bien definida. Existen lugares donde existen una clara
diferencia entre ambas regiones (tierras altas y tierras bajas). En estos casos, suele haber un
control tectónico (como en Nephenithes Mensae). En cambio, existen áreas donde la dicotomía

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en menos clara, y el paso entre las zonas más y menos elevadas es muy gradual (Nhosyrtys
Mensae). Algunas veces, aunque existe un claro control tectónico en la dicotomía, debido a la
acción de la erosión, el transito se ha vuelto más gradual del que cabría esperar (Protonilus
Mensae).

LAS TIERRAS BAJAS

Las tierras bajas ocupan 1/3 de la superficie del planeta Rojo, en el hemisferio Norte. La
principal característica de esta región es la baja densidad de craterización.

A diferencia de las tierras altas, esta región está constituida por materiales sedimentarios.
Esta característica, junto con que es una zona topográficamente más baja, llevó a pensar en la
existencia de un gran océano que cubría todas las tierras bajas. Este océano, denominado
Océanus Borealis, recibiría el agua que era drenada por los canales que surcaban las tierras
altas.

En esta región casi no existen canales, y muchos son heredados de las tierras altas en un
momento en el que el nivel de este océano era mucho menor. Sin embargo, los estudios geofísicos
realizados por algunas sondas planetarias han llevado a pensar en la existencia de canales
cubiertos por sedimentos en las tierras bajas. Esto hizo suponer una historia más compleja para
esta zona, cuyo origen es muy discutido entre un gran impacto, varios impactos de menor tamaño,
un origen tectónico, o la existencia de una posible dinámica litosférica similar a la tectónica de
placas terrestre.

LAS ZONAS POLARES

Las regiones polares de Marte se caracterizan por unos casquetes glaciares, de diferentes
composiciones, surcados por unos sistemas de grietas relacionados con la fuerza de colioris. En
el pasado del planeta, los casquetes glaciares tuvieron una mayor extensión, que ahora, al
retroceder los hielos, esta ocupada por depósitos estratificados procedentes de los sedimentos
que se desprendían de los glaciares durante los deshielos. Existen estudios que indican que en un
pasado los casquetes glaciares se encontraban en otra posición más ecuatorial. Ambos casquetes
presentan una similitud más: la existencia de un cañón (Chasma Borealis y Chasma Australis, en
los casquetes Norte y Sur, respectivamente), de orientación opuesta a las grietas en espiral que
surcan los casquetes, y que tendría un origen fluvial al haberse formado por la descongelación
repentina de los hielos en un punto determinado de los glaciares.

El casquete glaciar Norte, de mayor extensión que el casquete glaciar Sur, está compuesto
principalmente por hielo de agua (H2O). Sin embargo, el casquete glaciar Sur tiene una
composición de hielo de dióxido de carbono (CO2).

LOS CRÁTERES DE IMPACTO

El origen y la morfología de los cráteres de impacto marcianos, más abundantes en las


tierras altas, es igual que en otros cuerpos planetarios.
Se trata de una depresión, que puede tener una elevación central, bordeada por una serie de
anillos concéntricos elevados sobre la llanura circundante, y con lóbulos de materiales eyectados
en el impacto. La existencia, tamaño, morfología y conservación de todas estas estructuras

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

depende de las condiciones del impacto (tamaño, velocidad, trayectoria,...) y de la zona de


impacto (composición, temperatura, humedad,...), y de la actividad erosiva (por agua, viento u
otros impactos). En principio, a mayor antigüedad, más erosionada estará la estructura de
impacto; de hecho, los cráteres son empleados en la datación relativa de la superficie planetaria.
No todos los cráteres son circulares, sino que cuando el impacto es oblicuo, los cráteres son
ovalados (como Orcus Patera). En otros casos, los cráteres están sobreelevados, relacionándose
con la existencia de masas de hielo.
La cuenca Hellas, de 2000 kilómetros de diámetro, es el mayor cráter de impacto sobre la
superficie marciana.

LOS CANALES

Marte se encuentra surcado, especialmente en las tierras altas, por diferentes tipos de
canales. Los canales de escorrentía (como Shalbatana Vallis), son los más parecidos a las redes
fluviales terrestres, pudiendo ser aislados o ramificados. Los canales de desbordamiento (como
Tiu Vallis y Kasei Vallis) están relacionados con volcanes, terrenos caóticos y fracturas. Este
tipo de canales se caracteriza por tener un cauce que presenta marcas claras de haberse
desbordado incluso hasta varios cientos de kilómetros a ambos lados del cauce principal. Por
último, los canales corroídos se encuentran en latitudes altas, y se los relacionan con un posible
origen glaciar.

En general, los canales marcianos drenan las aguas desde las tierras altas del Sur hacia las
tierras bajas del Norte, pudiendo llegar a recorrer miles de kilómetros. Los canales indican la
existencia de agua líquida estable sobre la superficie del Planeta Rojo en el pasado, lo que hace
suponer que en algún momento hubo un clima diferente al actual, e incluso que existieran de
ciclos climáticos que cambiaban las condiciones atmosféricas permitiendo la existencia de
canales, lagos e incluso un océano.

LOS VOLCANES

El vulcanismo marciano es uno de los grandes rasgos de éste planeta, ya que en él se


encuentra el mayor volcán del Sistema Solar conocido: Olimpus Mons, que tiene 520 kilómetros
de diámetro en la base, y unos 27 kilómetros de altura. Este es un volcán en escudo,
caracterizados por sus grandes tamaños, y por tener calderas de colapso. Además, existen
volcanes fisurales que tienen un tamaño mucho menor y se asocian a fallas. Existen otras
morfologías volcánicas como Pateras (relacionados con grandes calderas de colapso), Holis
(pequeñas cúpulas volcánicas), coladas volcánicas, tubos de lava y grandes llanuras volcánicas
formadas por acumulaciones extensas de coladas de lava.

Los volcanes de Marte se distribuyen principalmente en dos grandes puntos: el Domo de


Tharsis y el Domo de Elysium. En el primero se encuentra, entre otros, Olimpus Mons. Ambas
regiones se localizan en el hemisferio Norte del planeta, y cerca del ecuador, aunque, existen
otros muchos edificios volcánicos de diferentes tipos y de menores dimensiones.

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

LOS CAÑONES

Los cañones más espectaculares de Marte se encuentran configurando el denominado Vallis


Marineris, un cañón de 4500 kilómetros de longitud y hasta 7000 metros de profundidad,
configurándose así como el mayor cañón del Sistema Solar.

Sobre el origen de los cañones existen diferentes explicaciones. Algunos autores creen que
Vallis Marineris tuvo lugar como consecuencia de un periodo de gran actividad tectónica,
relacionada o no con el levantamiento del Domo de Tharsis, donde se encuentran los grandes
volcanes marcianos. Otras teorías relacionan los cañones con la existencia de agua subterránea
que produce la erosión y colapso de la superficie marciana desde el interior. En otras ocasiones,
se relacionan con hundimientos de tipo cárstico, relacionados con la disolución de los materiales
debido a la presencia de aguas subterráneas o de una fuente de calor. Posiblemente, el origen de
los cañones sea una mezcla de las tres cosas, o de algunas de ellas dependiendo de los lugares.

Independientemente del origen, los cañones se relacionan con procesos de movimientos de


ladera en masa, terrenos caóticos, y con lagos.

CONCLUSIONES

Marte presenta muchos rasgos superficiales parecidos a los se pueden encontrar en la


Tierra. En algunos casos únicamente se observan diferencias de escalas, o que debe ser
consecuencia de las diferencias de tamaño entre ambos cuerpos, y a las diferentes dinámicas
internas. De cualquier forma, las semejanzas entre ambos cuerpos son las que nos ayudan a
comprender un poco más, no sólo Marte, sino también a la Tierra, comprobando que los modelos
geológicos que se han ideado para nuestro planeta, se cumplen en otros lugares, acercándonos así
un poco más al entendimiento del planeta Tierra.

BIBLIOGRAFÍA GENERAL

-Carr, M.H. The Surface of Mars. Yale University Press. New Haven. USA. 1981.
-Carr, M.H. Water on Mars. Oxford University Press. New York. USA. 1996.
-Cattermole, P. Mars: the story of the red planet. Chapman & Hall. London. 1992.
-Kieffer, H. H. et al (eds). Mars. University of Arizona Press. Tucson. USA. 1994.
-Masson, P. La geología del planeta Marte. Mundo Científico, 55-56. pp 166-175. 1983.
-Sheehan, W. The planet mars. University of Arizona Press. Tucson. USA. 1996.
-Baker, V.R., Strom, R.G., Gulick, V.R., Kargel, J.S., Komatsu, G. & Kale, V.S. Ancient
oceans, ice sheets and hydrological cycle on Mars. Nature, 352. pp 589-594. 1991.
-Masursky, H., Boyce, J.M., Dial, A.L., Schaber, G.G. & Strobell, M.E. Formation of
Martian channels. Journal of Geophysical Research, 82. pp 4016-4038. 1977.
-Haberle, R.M. El clima de Marte. Investigación y Ciencia, 118. pp 11-22. 1986.
-Newcott, W.R. Regreso a Marte. National Geographic. Vol. 3, 3. pp 2-29. RBA
Publicaciones. Barcelona. España. 1998.
-Anguita, F. Historia de Marte. Ed. Planeta. Madrid. España. 2000.
-Raeburn, P. Marte: descubriendo los secretos del Planeta Rojo. RBA
Publicaciones. Barcelona. 1998.

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

Las Ciencias Planetarias como frontera científica

Francisco Anguita Virella


Facultad de Ciencias Geológicas
Universidad Complutense
anguita@geo.ucm.es

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

“Claro que hay que romper barreras, pero ¿con que ariete?”

Rosa Chacel

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

La mayoría de las especialidades científicas no tiene una fecha definida de nacimiento.


Algunas, pongamos la Mineralogía, hunden sus raíces en las más antiguas civilizaciones humanas.
Otras, como la Bioquímica, han ido creciendo rápidamente a partir de otras ramas hasta
convertirse en campos independientes. A lo largo del siglo XX, las Ciencias Planetarias siguieron
lentamente un camino parecido, como un brote –muy menor- de la Astronomía. Pero a las 22
horas del 21 de Julio de 1969, Neil Armstrong tomó un guijarro de la superficie lunar, y en ese
minuto nació la Geología Planetaria (un nombre antietimológico), para convertirse en poco tiempo
en la avanzadilla de las Ciencias del Sistema Solar. Tuvieron que pasar tres décadas hasta que
Daniel Goldin, por entonces el director de la NASA, refunfuñase que necesitaba más biólogos en
sus programas espaciales, hasta entonces manejados por ingenieros que llevaban las sondas hasta
su destino, y físicos y geólogos, que diseñaban los instrumentos de a bordo y analizaban los
resultados. Esos gruñidos eran los dolores de parto de la Astrobiología, la última ciencia nacida
en el campo planetario, desde la casi certeza de que la vida es un fenómeno común en el
Universo.

Los datos que a lo largo de los últimos años del siglo empezaron a llegar a raudales a los
centros de análisis no sólo cambiaron nuestra visión del Sistema Solar, sino también la que
teníamos sobre la Tierra. Averiguamos que los impactos eran un elemento esencial en el
modelado de la biosfera, y que la vida misma surgió bajo un bombardeo asteroidal. Asimismo, que
la dinámica terrestre era un ave rara, inexistente (¿tal vez una fase transitoria?) en los otros
cuerpos. Y en fin, que éstos, planetas y satélites por igual, formaban un extraño zoo en el que
había pocas especies repetidas. A base de novedades espectaculares, los científicos planetarios
lograron el crédito de sus colegas; y especialmente, el del público. Los planetas vendían. ¿Por
qué?

Entre las muchas contestaciones a esta pregunta retórica, hay más explicaciones culturales
que científicas. Vivimos en un mundo de ciencia-ficción: las producciones literarias o (cada vez
más) cinematográficas de este género suelen ser grandes éxitos de público. Pero probablemente
exista otro factor espacial que haya calado más profundamente en las sociedades modernas: que
el Sistema Solar es la nueva frontera, tanto física como científico-tecnológica, de Homo sapiens.
El principal portavoz de esta aspiración fue el astrónomo Carl Sagan, uno de los grandes
divulgadores científicos del siglo.

Para él, nuestra especie es semejante a un viajero cuya travesía es un día interrumpida por
el mar; moja en él tímidamente la punta de su pie, y se para a meditar qué hará a continuación
ante aquella inmensidad sin duda llena de posibilidades. No tardará en inventar la navegación.
Así, ahora, en la orilla del océano cósmico, nos preparamos para continuar la tímida incursión que
los astronautas del Programa Apolo hicieron tan solo hasta la isla más próxima. Nuestra máxima
recompensa será, de nuevo, encontrar lo absolutamente inesperado.

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

ANÁLISIS DE IMÁGENES PLANETARIAS


INTRODUCCIÓN A LA INVESTIGACIÓN EN
CIENCIAS PLANETARIAS

Miguel Ángel de Pablo Hernández.


Dpto. de Matemática y Física Aplicadas
y Ciencias de la Naturaleza
Universidad Rey Juan Carlos
depablo@geo.ucm.es

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

“No dejaremos de explorar


y el final de nuestra búsqueda
será cuando lleguemos a este lugar
y lo conozcamos por primera vez”.

T.S. Eliot.

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

INTRODUCCIÓN

El análisis de imágenes planetarias comenzó con el estudio astronómico de la Luna y de sus


rasgos superficiales a partir de la reinvención del telescopio en el siglo XVII. Sin embargo, este
estudio comienza a tomar verdadera relevancia cuando se inicia el programa Apolo. La llegada del
ser humano a la Luna requirió un análisis exhaustivo de los rasgos geológicos más importantes
con el fin, no sólo de seleccionar los objetivos de estudio, sino de mejorar la seguridad de la
misión. Con el programa Apolo se estrenó una nueva rama científica a la que se denominó
Astrogeología.

Con el tiempo, y con el inicio de las misiones de exploración planetaria mediante el empleo de
sondas espaciales, esta rama ha diversificado sus objetivos, que inicialmente eran únicamente
geológicos, hacia otras áreas de la ciencia como puede ser la biología, la química, la física, o la
matemática. Como respuesta a esta variabilidad de intereses nacieron las Ciencias Planetarias.

Hoy en día las Ciencias Planetarias son un área en pleno desarrollo. Son numerosos los centros y
grupos de investigación de todo el mundo dedicados al estudio de los cuerpos conocidos de
nuestro sistema solar o a la búsqueda de otros nuevos en torno a otras estrellas. Las numerosas
misiones de exploración planetaria recientes y en curso están ofreciendo una gran cantidad de
datos de gran resolución y de muy diversos tipos. Una parte importante de estos datos son
imágenes de las superficies de algunos de los planetas y satélites del Sistema Solar. Esto hace
que el estudio de imágenes sea prácticamente obligatorio para la investigación en Ciencias
Planetarias. Pero por otra parte, la sencillez que implica la obtención, manejo y tratamiento de
dichas imágenes hace que esta sea una de las mejores maneras de iniciarse en la investigación en
el área de las Ciencias Planetarias.

LA INVESTIGACIÓN PLANETARIA

A diferencia de otros campos científicos, la investigación básica en el área de las Ciencias


Planetarias es una actividad relativamente sencilla y económica, ya que no requiere, por el
momento, de la realización de complejos y caros análisis químicos y geocronológicos, ni de la
existencia de una gran infraestructura en forma de laboratorios e instrumental especializado.
Hasta ahora tampoco es necesario realizar caras campañas de investigación de campo, algo que
van resolviendo, en parte y poco a poco, las sondas planetarias.

Por el contrario, la investigación en temas relacionados con las Ciencias Planetarias, a un nivel
básico, tan sólo requiere de disponer de datos planetarios y un ordenador con la configuración,
dispositivos periféricos y los programas apropiados para su tratamiento. El resto es cuestión de
analizar dichos datos, revisar la bibliografía previa y de aplicar el método científico.

La mayoría de los datos recopilados por las sondas planetarias desde el inicio de las misiones
de exploración de otros cuerpos está disponible para fines científicos y educativos de forma
gratuita o a precio de coste en los distintos centros y agencias relacionadas con la exploración
del Sistema Solar. En cuanto a la bibliografía previa, aunque existen algunas revistas
especializadas, actualmente es sencillo encontrar artículos relacionados con las Ciencias
Planetarias en revistas científicas más generalistas, de las que se suelen encontrar en las
bibliotecas de universidades, museos o centros públicos de investigación.

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

De esta manera, la realización de investigaciones sencillas sobre algún aspecto relacionado


con la geología, química, biología o física de otros cuerpos de nuestro Sistema Solar, es
relativamente sencilla y accesible para estudiantes de algunas de estas ramas científicas.

OBTENCIÓN DE DATOS

Para comenzar a trabajar es necesario disponer de los datos planetarios apropiados.


Dependiendo de la finalidad de la investigación a llevar a cabo, existen distintos centros
oficiales a donde acudir para obtener dicha información. Principalmente nos centraremos en la
obtención de imágenes, topografía, mapas y otros datos fácilmente manipulables
.
Todos los datos tomados por las sondas planetarias americanas desde que se inició la carrera
espacial en el año 1957 se pueden obtener directamente del centro de recopilación de datos de
la agencia NASA, en el National Space Science Data Center (NSSDC)
[http://nssdc.gsfc.nasa.gov/]. También es posible obtener datos e información desde el Space
Science Data Operations Office (SSDOO) del Goddard Space Flight Center (GSFC)
[http://gsfc.nasa.gov/].

Otro de los centros desde donde obtener información es el denominado Planetary Data
System (PDS) del Jet Propulsion Laboratory (JPL), donde están disponibles datos y mapas, con
resolución variable de algunos planetas y satélites para aplicaciones científicas, así como algunos
programas informáticos para tratarlos [http://pds.jpl.nasa.gov/scientist.html].

En la división de Astrogeología del Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS) estan a
la venta los mapas generales de todos los cuerpos del Sistema Solar y los mapas geológicos
elaborados hasta la actualidad. En este mismo centro se puede acceder a la base de datos de la
nomenclatura oficial para los rasgos superficiales de los planetas y satélites. [http://
astrogeology.usgs.gov/].

Además de éstos, existen otros muchos lugares desde donde obtener datos para la
realización de trabajos de investigación en algunas de las diversas áreas que abarcan las Ciencias
Planetarias. En general, accediendo desde las páginas oficiales de las agencias espaciales y de
sus laboratorios y centros de investigación asociados es posible encontrar información sobre las
misiones de exploración planetaria y de los datos obtenidos por cada una de estas misiones.

ANÁLISIS DE IMÁGENES PLANETARIAS

Al igual que ocurre con las Ciencias de la Naturaleza, el empleo de fotografías aéreas y de
imágenes de satélite tiene una gran número de aplicaciones científicas. Por ejemplo, en geología
las fotografías aéreas y las imágenes de satélite son empleadas para la realización de mapas
geológicos, geomorfológicos y tectónicos; y en biología se emplean para el estudio de
ecosistemas, entre otras muchas aplicaciones.

Aquí solo se van a describir algunos ejemplos de las aplicaciones del análisis de imágenes
planetarias para el estudio y comprensión de otros planetas y satélites de nuestro sistema solar.

-Cartografía (geológica, estructural, geomorfológica,...): la elaboración de cartografías es un


paso necesario para la comprensión de los acontecimientos ocurridos en una región. Los distintos

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

tipos de cartografías sirven para describir las formas, estructuras o materiales existentes en
una región y, por consiguiente, de los procesos que han tenido lugar en ella.

-Índice de Evolución Planetaria: en principio, un cuerpo más craterizado ha sufrido menos


procesos capaces de renovar su superficie. De este modo, analizando la cantidad de superficie
densamente craterizada de un planeta o satélite frente a la menos craterizada podemos obtener
un índice aproximado del grado de evolución de un cuerpo planetario.

-Contaje de cráteres: aunque recientemente está siendo discutida de nuevo, esta


metodología permite realizar dataciones relativas de dos superficies de un mismo planeta en
función del número y tamaño de los cráteres de impacto que cubren su superficie. En principio,
cuanto más antigua sea una superficie, mayor número de cráteres contendrá, y de mayor tamaño.

-Dinámica eólica y atmosférica: a través de la observación de las estructuras denominadas


‘colas de viento’ es posible analizar la dinámica de los vientos en algunos de los cuerpos del
Sistema Solar. De la misma forma, la observación y análisis de las imágenes de las atmósferas
planetarias permiten estudiar la dinámica atmosférica de dichos cuerpos.

-Modelización físico-matemática de impactos: el estudio de los cráteres de impacto desde un


punto de vista físico y matemático puede permitirnos acercarnos al conocimiento de los cuerpos
que los generaron, su origen, velocidad, densidad,... Esto, no sólo aporta información sobre el
planeta que tiene cráteres de impacto y el comportamiento de sus atmósfera, superficie,... sino
que nos ayuda a comprender mejor la dinámica de otros cuerpos, como los que configuran el
denominado cinturón de asteroides.

Estos ejemplos reflejan sólo algunas de las múltiples posibilidades que ofrece el estudio de
las imágenes planetarias aportadas por las numerosas sondas de exploración que recorren el
Sistema Solar en busca de nuevos datos que nos ayuden a aclarar algunas de las muchas
cuestiones que existen sobre otros planetas y satélites.

OTROS DATOS

Las Ciencias Planetarias no se basan únicamente en el estudio y análisis de imágenes de


satélite, sino que gracias a los numerosos sensores incorporados en las sondas de exploración
planetaria hoy día disponemos de datos topográficos, magnéticos, espectrométricos e incluso
gravimétricos, entre otros, de algunos cuerpos del Sistema Solar.

Estos datos permiten, por sí mismos, el estudio de otros planetas desde nuevos puntos de
vista. Además, es posible combinar las imágenes con otros tipos de datos con el fin de obtener
una mayor información.
Por ejemplo, los datos topográficos permiten elaborar modelos digitales de terreno con los
que conocer de forma más precisa el relieve, independientemente de las interpretaciones a
partir de las fotografías de satélite. Estos datos también sirven para la realización de perfiles
topográficos con los que realizar cálculos de diversos tipos como pueden ser volumenes de
cuencas o de edificios volcánicos o caudales de canales. Los datos magnetométrico son de gran
utilidad para el estudio del interior del cuerpo analizado y de las composiciones de los materiales
superficiales. Los datos gravimétricos se emplean en el estudio y modelización, tanto de áreas
concretas, como de las cortezas planetarias. Últimamente se estan obteniedo gran cantidad de

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datos espectrométricos que facilitan la composición química de los materiales superficiales, lo


que, junto con las imágenes de satélites, permite la realización de cartografías más detalladas y
a la interpretación de los materiales que configuran las superficies planetarias.

BIBLIOGRAFÍA

Tal y como se apuntó anteriormente, el análisis de las imágenes de satélite debe ser apoyado
por la bibliografía previa. Para ello, tal y como ocurre en toda investigación, se debe recurrir a
las revistas científicas generales, tal y como Science o Nature. Existen otras revistas
especializadas en las investigaciones sobre Ciencias Planetarias, tal y como Icarus, Earth, Moons
and Planets o Astrobiology, entre otras. Sin embargo, en numerosas ocasiones se publican
artículos relacionados con esta rama científica en revistas especializadas en algún campo de la
ciencia: Geology, Geomorphology, Sky & Telescope, Journal of Geophysical Research,.... También
son accesibles las comunicaciones de muchos congresos científicos sobre Ciencias Planetarias,
como es el Lunar and Planetary Science Conference, que se celebra anualmente en los Estados
Unidos de Norteamérica desde hace más de treinta años.

Sin embargo, a la hora de iniciarse en el estudio de un cuerpo planetario es necesario tener


un conocimiento general del Sistema Solar, del planeta concreto estudiado, y de aquellos con los
que comparte características o se relaciona. Para ello, mejor que revisar artículos de las revistas
científicas, es más apropiado acudir a los libros, más didácticos y generales que las publicaciones
científicas. Algunos libros tratan directamente sobre alguno de los planetas o satélites, como
Mars (Carr, 1981), o Venus (Bougher et al, 1997), pero otros son más generales y tratan sobre
los procesos que ocurren en los cuerpos del Sistema Solar, como Moons and Planets (Hartmann,
1993) o Planetary Landscapes (Greeley, 1987). En ocasiones existen libros que dedican alguno de
sus capítulos a la descripción de otros planetas y satélites, o a las formas y procesos que tienen
lugar en ellos, como Earth (Tarbuck, 1999) o Volcanoes (Francis, 1993).

La lectura de la bibliografía previa suele ser un paso anterior al análisis de las imágenes
planetarias, ya que puede ayudar a seleccionar el tema de estudio, el área de investigación y la
metodología a aplicar.

CONOCER OTROS PLANETAS PARA CONOCER LA TIERRA

Independientemente de las connotaciones filosóficas, ética o económicas que pueda tener la


investigación científica en el área de la Ciencias Planetarias, este tipo de estudios no sólo deben
perseguir el conocimiento de otros cuerpos del Sistema Solar, sino que deben servir para
comprender mejor la Tierra. A medida que mejora el conocimiento sobre otros planetas y
satélites se disponen de más ejemplos con los que comparar los casos conocidos en la Tierra, que
hasta el comienzo de los programas de exploración planetaria, era el único modelo disponible.
Ahora, con el desarrollo de las Ciencias Planetarias, es posible comprender mejor los procesos
geológicos, físicos y, puede que dentro de poco, también biológicos, que se observan en la Tierra.
Así, es necesario conocer otros planetas para comprender mejor la Tierra y los procesos que en
ella se observan.

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Ciencias Planetarias Salamanca 2003

DESCRIPCIÓN GENERAL DE MARTE

M.A. de Pablo1,2, I. Montoya2, A.B. Nieto3.

1
Área de Geología. Escuela Superior de Ciencias Experimentales y Tecnología.
Universidad Rey Juan Carlos.
2
Departamento de Geodinámica. Facultad de Ciencias Geológicas.
Universidad Complutense de Madrid.
3
Facultad de Ciencias Geológicas. Universidad Complutense de Madrid

Exposición Marte 3d Página - 1-


Ciencias Planetarias Salamanca 2003

MARTE DESDE EL ESPACIO

Desde el espacio este planeta muestra algunos grandes rasgos morfológicos que tienen su
reflejo en la topografía. Algunos de estos rasgos se encuentran entre los más destacados del
Sistema Solar: el mayor volcán (Olympus Mons), el mayor cañón (Valles Marineris), la mayor
cuenca de impacto (Hellas),... Sin embargo, desde el espacio también se pueden descubrir otros
rasgos característicos del Planeta Rojo como son sus canales, los diferentes tipos de terrenos
(tierras altas y bajas), los cráteres de impacto,... En esta parte de la exposición podemos
descubrir un planeta fascinante a vista de satélite.

Labyrinthus Noctis: La región denominada ‘el laberinto de la noche’ debido a que en este
laberinto de profundos y estrechos cañones de origen tectónico apenas llega la luz del Sol hasta
el suelo. En este sistema de grandes fracturas nace el Valles Marineris.

Ares Vallis: Es uno de los mayores canales de desbordamiento de Marte, que nace en los
llamados terrenos caóticos. A este canal también llegó agua desde un gran cráter de impacto, al
que el canal bordea, donde pudo haber existido un pequeño lago.

Planum Boreum: La región polar Norte está constituida por acumulaciones de hielo y polvo,
procedente de las tormentas marcianas, y es surcada localmente por pequeños canales por donde
pudo haber circulado el agua del deshielo, algo que debió de repetirse varias veces a lo largo de
la historia del planeta.

Hidaspys Chaos: Un terreno caótico en el que nace alguno de los famosos canales marcianos.
Se originan por el colapso del terreno por causas muy discutidas: tectónica, vulcanismo, aguas
subterráneas. Se caracteriza por estar constituido por numerosas colinas de tamaños muy
variable dando un aspecto muy caótico a la zona.

Arsia Mons: Uno de los grandes volcanes de Marte, con espectaculares alturas sobre la
llanura circundante. Presenta un gran cráter volcánico reflejo de su gran actividad.

TIERRAS ALTAS

Noachis Terra: Región situada en el hemisferio Sur del planeta, se caracteriza, al igual que
el resto de las tierras altas marcianas, por una alta densidad de cráteres y una cota media
superior a la media del planeta y, por tanto, superior a la cota de las tierras bajas.

Promethei Terra: Situada en el borde de las tierras altas, limita con las tierras bajas de
forma clara en cuanto a la diferencia de cráteres de impacto, auque topográficamente el paso de
las tierras altas en Promethei Terra a las tierras bajas es muy gradual. Esta región es bastante
antigua, con una gran acumulación de cráteres de impacto, la gran mayoría de los cuales se
encuentran bastante erosionados, no conservando todos los rasgos característicos de los
cráteres de impacto.

Exposición Marte 3d Página - 2-


Ciencias Planetarias Salamanca 2003

Aureum Chaos: En las tierras altas marcianas se encuentran, no sólo cráteres de impacto,
sino que también es posible encontrar canales de diferentes tipos, volcanes, cuencas que
debieron ser antiguos lagos, o cañones. Unas regiones características de las tierras altas
marcianas son los terrenos caóticos como Aureum Chaos, donde nacen canales de
desbordamiento. Son zonas colapsadas de donde surgieron grandes cantidades de agua que
pudieron formar, no sólo los canales marcianos, sino también el llamado Oceanus Borealis que
debió de cubrir total o parcialmente las tierras bajas de Marte en el hemisferio Norte.

DICOTOMÍA

Nhosyrtys Mensae: Región de la dicotomía situada en el hemisferio Norte. Esta parte de la


dicotomía (o escalón marciano, o límite entre las tierras altas y bajas) se caracteriza por ser un
límite poco claro, aunque no gradual. Está dicotomía está caracterizada por la existencia de
mesetas de diferentes extensiones originadas por la erosión por parte del agua y de los
glaciares que se cree que cubrieron parte de esta región.

Nephenithes Mensae: En esta región se observa un claro escalón topográfico entre las
tierras altas y las tierras bajas. El paso de unas tierras a las otras es neto y se encuentra
caracterizado por un salto topográfico.
En Nephenithes Mensae el origen de la dicotomía está relacionado con la existencia de una
gran falla regional, de ahí la clara linealidad de la dicotomía en esta zona del planeta rojo.

Protonilus Mensae: En ocasiones, la dicotomía marciana es el resultado de numerosos


procesos geológicos. En Protonilus Mensae se puede observar como procesos como la tectónica,
capaz de producir grandes fallas en la superficie del planeta, y la erosión modelan el límite entre
las diferentes tierras marcianas. Protonilus Mensae muestra un límite recto y claro en la
dicotomía, producto de la tectónica, tal y como ocurre en Nephenithes Mensae. Sin embargo,
también se puede observar la existencia de numerosas mesetas y cerros aislados producto de la
erosión, tal y como ocurre en Nhosyrtys Mensae, pero donde la erosión a sido muy superior. En
Protonilus Mensae, debió existir un límite gradual entre tierra altas y bajas, pero que con el
tiempo fue erosionado hasta llegar a una gran falla, dando el límite neto que se puede observar
en la actualidad.

TIERRAS BAJAS

Acidalia Planitia: Situada en el hemisferio Norte de Marte, esta llanura es un claro modelo
de cómo son las tierras baja del planeta rojo. Son llanuras sin grandes variaciones topográficas
en las que se encuentran muy pocos cráteres de impacto, lo que indica claramente que es una
región más joven que las tierras altas marcianas, donde el número de cráteres de impacto es
mucho mayor.

Vastitas Borealis: Esta llanura se encuentra surcada por un sistema de fracturas que han
modificado la monótona rutina de estas tierras bajas. No son raras las fracturas ni otras
estructuras geológicas como son los volcanes, las morfologías fluviales e incluso glaciares. En
Vastitas Borealis se pueden observar más cráteres de impacto que en otras regiones como

Exposición Marte 3d Página - 3-


Ciencias Planetarias Salamanca 2003

Acidalia Planitia, lo que indica que tiene una edad mayor, es más antigua, dentro de la clara
juventud respecto a las tierras altas.

Amazonis Planitia: No todas las tierras bajas de Marte son llanuras, sino que en algunos
puntos aparecen pequeños resaltes topográficos, como es el caso de Amazonis Planitia. Estos
resaltes topográficos pueden ser el resultado de la tectónica o de la erosión, que ha dejado
estos resaltes sin erosionar de una superficie originalmente más alta. Además, en el pasado del
planeta, estas regiones pudieron ser pequeñas islas en el llamado Oceanus Borealis que pudo
haber cubierto total o parcialmente las tierras bajas marcianas.

CRÁTERES DE IMPACTO

Orcus Patera: Los cráteres de impacto, casi siempre de forma redondeada, pueden ser
oblicuos como Orcus Patera cuando la trayectoria del cuerpo que impactaba era muy oblicua. La
particularidad de éste cráter de impacto, que no es el único observado en Marte, es su gran
tamaño, aproximadamente mil kilómetros de longitud. Su origen, al principio muy discutido entre
volcánico o de un impacto, aún está siendo discutido por la comunidad científica. A diferencia de
los cráteres de impacto con morfologías clásicas, en los cráteres de impacto oblicuos, los
materiales ejectados en el impacto no se distribuyen de forma radial al cráter, sino que en estos
cráteres de impacto oblicuos se distribuyen a ambos lados, dando al cráter un aspecto de
mariposa en el que el cuerpo en el impacto, y las alas el ejecta.

Cater Lohse: Un cráter de impacto típico, como es el caso del cráter Lohse, presenta una
serie de estructuras como son el borde exterior levantado o las terrazas en las laderas internas
del cráter. Sin embargo, en el cráter Lohse se puede observar, además, un pico topográfico
central. Ésta característica no es rara, pero no todos los cráteres lo presentan, ya que depende
de la cantidad de energía desprendida en el impacto, lo que es función del tamaño del cuerpo:
cuento más grande, más posibilidades de formarse el pico central.

Crater Krishtofovich: Situado en las tierras altas, éste cráter de gran tamaño se encuentra
muy erosionado, no siendo posible observar algunas de las estructuras típicas de los cráteres de
impacto como son las aureolas de ejecta, las terrazas internas o el pico central que pudo haber
tenido en su origen.

CANALES

Kasey Vallis: Este es un típico canal marciano originado en las tierras altas y que tras
circular por esta región erosionando los terrenos y llanuras, acaba desembocando en las tierras
bajas a través de la dicotomía. Kasei Vallis, al erosionar la llanura por la que discurre, va dejando
a la vista material de diferentes durezas, que dan escalones en sus márgenes. En la
desembocadura de muchos canales marcianos, al igual que en la Tierra, existen pequeñas islas de
materiales no erosionados por las corrientes. En otras ocasiones estas mismas islas son
formadas, no por no haberse producido erosión, si no por que el canal deja sedimentos que llegan
a formarlas.

Tiu Vallis: Algunos canales marcianos nacen en los denominados terrenos caóticos, como es el
caso de Tiu Vallis. Los terrenos caóticos son zona colapsadas por la existencia de procesos

Exposición Marte 3d Página - 4-


Ciencias Planetarias Salamanca 2003

geológicos como fallas, vulcanismo o erosión por la circulación de aguas subterráneas. Cuando se
produce el colapso, grandes cantidades de agua se ponen en circulación dejando un área
constituida por bloques de muy diferentes tamaños distribuidos de forma caótica.

Shalbatana Vallis: Existen diferentes tipos de canales en Marte, aunque los que tienen
mayores dimensiones son los de desbordamiento, originados en los terrenos caóticos. Shalbatana
Vallis, aunque originado en un pequeño terreno caótico, comparte muchas características con los
ríos terrestres, encajándose de diferentes formas en el terreno, dejando pequeñas terrazas,
excavando meandros,...

ZONAS POLARES

Planum Boreum: Es una pequeña región situada al borde del casquete polar Norte. Es esta
región se pueden observar los escalones dejados por los hielos y los sedimentos que atrapan
(incluidos en los hielos por las tormentas marcianas que pueden llegar a cubrir todo el planeta).
Esta región está surcada por una serie de valles cuyo origen, aunque discutido, parece deberse a
la circulación de agua fundida en alguna de las épocas más cálidas que debió tener el planeta.

Olimpia Planitia: Muchas de las llanuras de los casquetes polares se encuentran surcada por
valles poco profundos y de grandes longitudes que tienen una morfología curvada en planta.
Estos pequeños valles no tienen una cabecera y una desembocadura claras, por lo que su origen,
aunque discutido, parece no estar relacionado con el agua. Por el contrario, se cree que estos
valles están originados por la circulación de vientos. Además, la morfología curvada parece estar
relacionada con la fuerza de coriolis.

Planum Australe: Ambos casquetes polares, aunque de diferentes composiciones, presentar


morfologías muy parecidas, con pequeños escalones topográficos relacionados con las distintas
capas de hielos y sedimentos intercalados que se han ido acumulando con el tiempo, tal y como
ocurre en los casquetes polares terrestres. En estas regiones del polo Sur también se observan
cráteres de impacto, aunque éstos conservan peor sus estructuras, ya que con el impacto se
desprenden grandes cantidades de calos capaces de fundir el hielo sobre el que caen, haciendo
muy difícil que se puedan mantener estructuras como las terrazas internas o los picos centrales,
en el caso de existir.

VOLCANES

Olympus Mons: Situado en el Hemisferio Norte de Marte, en el llamado domo de Tharsis, es


el mayor volcán del Sistema Solar, con unos 500 km de base, y hasta 26 km de altura. El Domo
de Tharsis, entre las tierras altas y bajas de Marte, es una región elevada en forma de cúpula.
Esta elevación, y el vulcanismo y las fracturas relacionadas se deben a la existencia de un
penacho térmico. En las capas internas del planeta, se produjo un ascenso de material caliente
que deformó la superficie abombándola y generando fracturas como consecuencia. Este mismo
calor generó vulcanismo. El gran tamaño de Olympus Mons se debe a esta gran concentración de
calor, que generaba grandes cantidades de lava. En Marte, donde pudo no haber funcionado la
tectónica de placas, la placa litosférica sobre la que se situaban los volcanes no se desplazaba
dando lugar a una cadena de volcanes como ocurre en el archipiélago de Hawai en la Tierra, lo que
generó este gran volcán: Olympus Mons.

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Pavonis Mons: Este volcán, también situado en el Domo de Tharsis, se alinea con otros dos
grandes volcanes, lo que hace suponer que pueden están situados sobre una gran fractura
regional. Pavonis Mons presenta grandes calderas de colapso, lo que se debe a que ha tenido
diversos episodios en los que la cámara magmática se ha vaciado tras una prolongada erupción
volcánica, colapsando. El reflejo en superficie de estos colapsos son las depresiones circulares
de su cima.

Ascraeus Mons: Este gran volcán marciano se levanta directamente sobre las llanuras de las
tierras bajas del Norte del planeta. Al igual que los otros grandes volcanes tiene varias calderas
volcánicas en su cima que reflejan su larga y compleja vida.

CAÑONES

Candor Chasma: Es la región central del gran sistema de cañones que surca parte de la
superficie de Marte: Vallis Marineris. Esta región se caracteriza por conectar entre sí diversos
cañones paralelos entre sí, y con distintas profundidades. La erosión y el agua que pudo circular
por estos cañones en el pasado de Marte son los responsables de las distintas estructuras
sedimentarias del fondo de Candor Chasma.

Coprates Chasma: Este es uno de los más grandes cañones que configuran Vallis Marineris. Al
pie de sus paredes laterales se pueden observar grandes acumulaciones de materiales cuyo
origen se encuentra en los desplomes, deslizamientos y movimientos de tierras que han tenido
lugar en sus laderas, y que pueden haberse originado con ayuda del agua subterránea.

Tithonium Chasma: Es un estrecho cañón, respecto a otros que constituyen Vallis Marineris.
El ensanchamiento de los cañones, con un origen tectónico todos ellos, se produce por la erosión
del agua que pudo haber circulado por ellos. Algunas de las laderas de los valles, una vez
afectadas por la erosión, se iban desplomando debido a que esta región está repleta de fallas y
fracturas e grandes longitudes paralelas a los bordes de los cañones. A favor de éstas fracturas
se han ido ensanchando los diferentes cañones.

LA SUPERFICIE DE MARTE

Desde la superficie Marte se muestra como un gran desierto pedregoso y anaranjado por la
presencia de óxidos de hierro. La desembocadura de Ares Vallis, donde amartizó la sonda Mars
Pathfinder, es una región con grandes bloques de rocas de diferentes orígenes: lanzadas por los
impactos cercanos (Twin Peaks) o arrastradas por las fuertes corrientes que formaron Ares
Vallis mucho tiempo atrás. El viento también ha modelizado la superficie de Marte. El polvo
arrastrado por las importantes tormentas ha cubierto todas las rocas y la superficie, dejando
pequeñas dunas entre los bloques de rocas. En esta parte de la exposición podemos descubrir un
planeta fascinante a ras de suelo.

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MARTE 3D: MARS PATHFINDER

La desembocadura de Ares Vallis es la zona donde aterrizó la sonda planetaria Mars


Pathfinder. Sin embargo no fue la única sonda que amartizó en Chryse Planitia (literalmente,
llanura dorada), ni en Marte. En las imágenes de Marte se pueden observar los distintos lugares
de aterrizaje de las diferentes misiones enviadas para explorar la superficie marciana a lo largo
del tiempo. Estas misiones fueron:
- en 1976 las sondas Viking 1 y Viking 2
- en 1997 la misión que nos ocupa: la Mars Pathfinder.
La misión de exploración planetaria Viking constaba de dos misiones con dos sondas
planetarias cada una: ‘lander’ y 'orbiter'. El ‘lander’ es el módulo de descenso hasta la superficie,
mientras que el 'orbiter' es la parte de la sonda que se mantiene en órbita alrededor del planeta,
tomando fotografías y otros datos. La misión Mars Pathfinder estaba constituida únicamente
por un ‘lander’. Sin embargo, incluía una gran particularidad: el Sojourner, un vehículo de control
remoto que descendió del ‘lander’ una vez éste se hubo posado en la superficie y que podía ser
dirigido por los técnicos de la misión desde la Tierra.
-Objetivos de la misión: La sonda Mars Pathfinder fue lanzada desde Cabo Cañaveral a la
1:58 de la madrugada del 4 de diciembre de 1996 para una travesía de 7 meses. El 5 de julio de
1997 envió los primeros datos. En total, hasta el final de la transmisión, el 27 de septiembre del
mismo año, se habían recibido 2’3 billones de bits de información incluyendo más de 16.500
imágenes desde el ‘lander’ y 500 desde el rover, así como más de 15 análisis químicos de las rocas
y el suelo, y extensos datos sobre los vientos y otros factores meteorológicos.

Para los geólogos esta fue una importante misión ya que permitió, por primera vez, conocer la
composición de las rocas, lo que junto con su morfología, constituyen las claves del pasado. A
partir de los resultados obtenidos por esta misión de exploración planetaria se pudieron
verificar las hipótesis acerca del pasado climático de Marte, en las que se afirma que el planeta
rojo tuvo alguna vez, hace millones de años, un clima muy distinto del actual; se trataba de un
planeta caliente y húmedo con agua en estado líquido estable en su superficie.

Hoy en día las presiones y temperaturas extremas reinantes en Marte impiden la existencia
de agua fluyendo por la superficie: se cree que todo éste agua está en parte congelada y
almacenada en los casquetes polares, y en parte se ha evaporado y escapado al espacio exterior.

ZONA DE ATERRIZAJE

A la hora de elegir la zona de aterrizaje de la sonda Mars Pathfinder la única referencia


anterior eran las imágenes tomadas por las sondas Viking en 1976. En estas fotografías la escala
era demasiado grande como para apreciar en ellas detalles de la superficie tan concretos como
los que se requerían. Se optó entonces por buscar una zona llana en la que se pudieran encontrar
distintos tipos de rocas de diferentes procedencias. El lugar idóneo era la desembocadura de
una canal, ya que hasta aquí habrían llegado arrastrados los distintos materiales. En Marte
existen grandes canales de este tipo, sin embargo el canal seleccionado fue Ares Vallis.

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La zona donde aterrizó la sonda, encerrada en una elipse en el mapa, no pudo ser precisada
con exactitud hasta que se recibieron las primeras imágenes, a partir de las cuales se determinó
la posición exacta del aterrizaje tomando como referencia las colinas llamadas “Twin Peaks” y un
relieve que se identificó como el borde del “Big cráter”.

Las primeras imágenes que tomó las sonda fueron una serie de fotografías que cubrían los
360º que era capaz de girar la cámara. De esta forma, los primeros datos que los científicos de
NASA tuvieron de Marte con esta misión fueron los de esta vista panorámica.

MÓDULO CARL SAGAN

La sonda Mars Pathfinder fue rebautizada como módulo Carl Sagan en memoria de este
científico y divulgador de las ciencias del espacio: Carl Sagan además de desarrollar una
importantísima labor divulgativa fue uno de los pioneros de la investigación extraplanetaria,
siendo uno de los responsables de muchas de las misiones de exploración planetaria que
permitieron al ser humano conocer otros planetas y otros mundos.

Este módulo de descenso (‘lander’), con un peso de 325 kg, presenta forma troncocónica y
está constituido por 3 ‘pétalos’ que se desplegaron al retraerse los airbags con que amartizó la
sonda. Esta misión tardó 3 años en ser diseñada, construida y lanzada, con un coste total de 265
millones de dólares. El módulo Carl Sagan continúa funcionando como estación meteorológica, a
pesar de que la misión fotográfica y de exploración con el Sojourner concluyó hace ya tiempo.

Los elementos que constituyen el módulo Carl Sagan son:

Cámara estereoscópica: esta cámara permitió hacer una toma de 360º, lo que sirvió a los
encargados de la misión para dirigir al Sojourner en su recorrido. Se eligió este tipo de cámara
para poder medir la distancia y el tamaño relativo de cada roca. Este es un aspecto importante a
la hora de determinar el origen de las mismas. Esta cámara permitió obtener imágenes 3D de las
rocas y la superficie de Marte.

Experimento de propiedades magnéticas: con este experimento se pretendía recoger el polvo


magnético que pudiera haber en suspensión a través de imanes instalados en la sonda. Este tipo
de polvo es muy inusual en la Tierra, y presenta una coloración roja debido a su elevado
contenido en Fe. Se trata de pequeñas partículas, probablemente formadas por minerales
arcillosos, que se han enlazado con un mineral llamado maghemita, el cual se caracteriza por sus
importantes propiedades magnéticas. Es un mineral secundario formado a bajas temperaturas.

Mástil meteorológico: se incluyó en la sonda para registrar las características climatológicas


del planeta. Sus sensores de viento registraron durante casi 3 meses velocidades no mayores a
35 km/h.

Altímetro radar: tenía la función de determinar la distancia a la superficie de la sonda


mientras iba descendiendo, a la vez que realizaba otras mediciones de la atmósfera (velocidad
del viento, temperatura, presión, humedad,...).

Airbags: revolución tecnológica en estas misiones que tenían la finalizad de permitir


aterrizar a la sonda.

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Antenas de baja y alta ganancia: permitías las comunicaciones con la tierra y con el
Sojourner.

Rampa: para el descenso del Sojourner.

Paneles solares: para la alimentación de la sonda.

ROVER SOJOURNER

Una de las grandes novedades de la misión Mars Pathfinder fue el rover llamado Sojourner
(traducido al español, el transeúnte), ya que fue la primera misión de exploración planetaria en la
que un vehículo no tripulado se movía por su superficie. Hasta ese momento las sondas de
descenso se habían visto limitadas a fotografiar y analizar las rocas que se situaban en las
proximidades. Con el Sojourner se pudo llegar a rocas situadas a varias decenas de metros. El
Sojourner fue el primer transeúnte que pisó Marte. Cada componente del rover (cuyas
dimensiones eran de 63 cm de largo, 48 cm de ancho, 28 cm de alto, y un peso aproximado de 10
kg) tenía una función: científica o puramente mecánica. Este último aspecto fue muy tenido en
cuenta, ya que de su funcionamiento dependía la planificación de futuras misiones en las que ya
se plantea la posibilidad de tomar muestras y transportarlas de vuelta hasta nuestro planeta.
El Sojourner estaba constituido por las siguientes partes:
APXS: Espectrómetro de Partículas α, Protones y Rayos X: El rover en su parte frontal fue
dotado de este aparato para realizar análisis químicos del suelo marciano y de las rocas a las que
se aproximaba.

Panel solar: utilizado para captar la energía necesaria para alimentar el motor del rover y
darle así autonomía en sus movimientos por la superficie. Se mantenía en funcionamiento desde
las 10 a.m. hasta las 2 p.m. del día solar marciano. Tenía una superficie de captura de luz de 0’25
m2.

Ruedas: consta de 6 ruedas motrices con capacidad para girar hasta 120º, impulsadas por
energía solar y cada una con suspensión independiente. Gracias a los clavos incorporados en las
mismas, se dedujo que el suelo era de naturaleza compresible y de grano fino debido a las
indentaciones dejadas por las ruedas a su paso.

Antena UHF: además de estar dotado de rayos láser para la detección de obstáculos, con
esta antena el rover recibía las órdenes enviadas cada día desde la Tierra a través de la Mars
Pathfinder, al igual que enviaba los resultados obtenidos. Su ordenador le permitía una cierta
autonomía a la hora de sortear obstáculos y realizar operaciones de rutina pero no era capaz de
decidir que explorar o a donde dirigirse, instrucciones que diseñaban los responsables de la
misión desde la Tierra.

Sistema de suspensión: permitía a cada rueda subir y bajar de forma independiente


atendiendo al tipo de materiales sobre los que se encontrara. En principio esta era una forma de
evitar accidentes como el vuelco del Sojourner, lo que hubiese finalizado la misión de forma
prematura.

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Cámara en color trasera: permitieron realizar numerosas fotografías de Marte a ras de


suelo.

Cámaras y láseres: permitían ver los obstáculos y objetivos de estudio, y calcular las
distancias hasta ellos. Este sistema de cámaras y láseres permitió a los técnicos de NASA
conducir el Sojourner.

VISTA PANORÁMICA

Cuando la sonda Mars Pathfinder llegó a Marte, lo primero que hizo fue desplegar sus
pétalos y sus instrumentos. La cámara fotográfica, de tipo estereoscópica, realizó una primera
vista panorámica de la superficie marciana alrededor de la sonda. Esta vista panorámica,
elaborada con diversas fotografías de tipo 3D, mostró con todo detalle como era Marte, al
menos en la zona donde aterrizó la sonda. El equipo de investigadores escogió, para designar las
numerosas rocas que salpicaban la superficie cercana al módulo Carl Sagan, nombres de
personajes de dibujos animados y otras designaciones a su conveniencia. Esto permitió a los
científicos saber de que roca estaban hablando mientras decidían cuales de ellas eran las
apropiadas para el estudio de detalle con los aparatos analíticos y las cámaras fotográficas de
Sojourner. En la vista panorámica de la superficie de Marte en la desembocadura de Ares Vallis
se pueden observar diferentes tipos de rocas, tanto por sus formas, como por sus texturas, lo
que podía deber a diferentes tipos de rocas, en cuanto a su origen y composición.

El rover, fotografiado junto a las rocas cercanas al módulo Carl Sagan, analizó diferentes
aspectos de las rocas más significativas, una representación de los distintos tipos de rocas que a
simple vista se observaban. La capacidad de maniobra del rover estaba limitada ya que su fuente
de alimentación provenía de la luz solar, además, una vez enviadas las instrucciones de la
trayectoria a seguir, no había rectificación posible. Asimismo, tenía una gran dependencia del
módulo de descenso que emitía y recibía los datos desde su antena hasta la sonda, siendo el
alcance limitado.

ROCAS MARCIANAS

De todas las rocas que se encontraban en los alrededores del módulo Carl Sagan, algunas
tenían un especial interés, por sus formas o por sus composiciones. Algunas de estas rocas son:

Barnacle Bill: Puede tratarse de una roca volcánica, ya que presenta pequeños agujeros que
pudieron ser causados por la presencia de burbujas de gas originadas por la lava al tiempo que se
enfriaba. De ser así, esta roca se consideraría un basalto, pero tras el análisis químico con el
APXS se observó que el contenido en sílice era demasiado alto como para clasificarla de esta
manera. No obstante, si hubiera permanecido más tiempo en la cámara magmática, habría dado
lugar a que el Fe, el Mg y otros elementos pesados se separaran de la roca fundida, de manera
que se produjera un enriquecimiento en sílice. Entonces podríamos considerar esta roca como un
pariente lejano de las andesitas. Junto a esta roca se observa una cola aerodinámica a sotavento,
compuesta por finas partículas depositadas por el viento.

Yogui: En la superficie de esta roca de aspecto redondeado se distinguen dos tonalidades de


coloración. La naturaleza de esta diferencia de color puede ser debida a la acumulación de polvo

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a sotavento. A primera vista, Barnacle Bill y Yogi podrían tener un origen y composición comunes.
En sus maniobras de aproximación a la roca Yogi, el Sojourner chocó contra ella y tratando de
superar el obstáculo quedó atascado. Esto ocurrió porque su diseño no le permitía sortear
alturas mayores de 17 cm. Se mantuvo así a la espera de nuevas instrucciones.

Boo Boo: Esta roca, de forma irregular y parcialmente angulosa, presenta una superficie de
aspecto oqueroso y acanalado. Esta es una característica común a otras rocas de la superficie de
Marte observadas por la sonda Mars Pathfinder.El origen de estas estructuras se podría
encontrar en la participación de esta roca en un flujo de agua en el que otras rocas colisionan y
se estrían entre sí, al ser llevadas por la corriente.

Scooby Doo y Casper: Son rocas al parecer compuestas por agregados cementados
químicamente por la acción del agua. En principio serían partículas amontonadas por la acción del
viento o del agua y que, tras estar un tiempo depositadas en el mismo sitio, el agua provocó la
entre las partículas se formaran cristales minerales que aún las mantiene unidas. Posteriormente
esta roca fue erosionada y arrancada y arrastrada de su lugar de formación hasta donde se
encuentra en la actualidad

Ender: Como otras rocas del Rock Garden y de los alrededores de la estación Carl Sagan,
esta roca muestra una superficie oquerosa y acanalada, relacionada con su arrastre en un flujo
de agua, junto con otras rocas.

Mermaid Dune: Se trata de dunas de morfología semejante a los barjanes terrestres, por
tanto la dirección del viento es hacia donde apuntan los cuernos del barján. Su color claro indica
que podría tener un alto contenido en sílice semejante a la arena de las playas de nuestro
planeta. Esto plantea una contradicción, ya que los meteoritos SNC procedentes de Marte
presentan un bajo contenido en sílice. La presencia de dunas apoya a su vez la teoría de que
alguna vez fluyó agua por la superficie de Marte, ya que en la Tierra la arena se origina,
principalmente, por la acción del agua.

ROCK GARDEN

Rock Garden (jardín de rocas) es el nombre que recibió una parte de los alrededores del
módulo Carl Sagan en el que las rocas estaban dispuestas muy salteadas, como las flores de un
jardín. Las rocas del Rock Garden están apiladas y inclinadas, algunas hasta 20º, como si se
hubieran depositado rápidamente por una inundación catastrófica; probablemente la misma que
dio lugar a Ares Vallis hace entre 1.800 y 3.500 millones de años. Este canal desembocó en una
región de baja altura, dejando tras de sí un surtido de rocas arrastradas desde las regiones
altas. Tras la hipotética inundación catastrófica, tal vez se produjeron impactos de meteoritos
en la zona, los cuales habrían arrancado material que rebotaría en la superficie. Esto explicaría
la presencia de los bloques más oscuros y angulosos.

Shark: Podría ser un conglomerado que se formó por el flujo en superficie de agua durante
un largo periodo de tiempo. Este flujo redondeó los cantos y los depositó después en una matriz.
Esto apuntaría a un pasado marciano más templado y húmedo.

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Wedge: Roca de aspecto oqueroso cuyo origen pudo ser la colisión múltiple con otras rocas
en el interior de un flujo de agua.

Half Dome, Stimpy y Moe: Estas rocas presentan una superficie oquerosa, acanalada y
estriada en una dirección particular. En la Tierra esto corresponde a un patrón de meteorización
que se produce cuando partículas tamaño arena son recogidas y arrastradas cortas distancias,
golpeando la roca durante un largo periodo de tiempo.

Chimp: Se trata de una roca de textura fina, agrietada y picada en superficie. Estas
oquedades pueden ser debidas a las burbujas de gas que quedaron atrapadas en la roca cuando
ésta se solidificó. También es posible que estos agujeros tengan su origen en procesos de
meteorización.

Flat Top: Es una roca plana, rectangular, con coloración y brillo que indican depósitos de
polvo en la capa superior. En cuanto a su origen se establecen las mismas hipótesis que para
Chimp.

Flute Top: Roca parcialmente enterrada en el polvo y con una superficie superior muy plana.
A su alrededor se observan surcos provocados por pequeños flujos de agua en un pasado
reciente.

Twin Peaks: Estas dos elevaciones de casi 50 m de altura revisten gran importancia porque
llevaron a los expertos a la identificación de la zona de aterrizaje de la sonda a partir de las
imágenes tomadas por las sondas Viking. En ambas colinas se puede observar una estructura en
capas, rasgo evidente de actividad sedimentaria asociada al agua.

Hippo: Es un gran bloque de roca que, por sus forman angulosas y su disposición sobre otras
rocas, sin estar muy tapado por los sedimentos, podría ser parte de los materiales expulsados
como consecuencia de un impacto en las cercanías.

Grommit: Esta es una roca redondeada que en su superficie superior presenta una serie de
hendiduras en forma de herradura, parcialmente rellenas de polvo. El origen de esta roca puede
ser el arrastre en el interior de una corriente de agua como la que pudo formar ares Vallis. Las
hendiduras pudieron ser provocadas por el choque con otras rocas. El polvo que tapa
parcialmente las hendiduras se encuentra en las zonas protegidas del viento.

Mini Matterhorn: Es una roca que recibe su nombre por el parecido con el Matterhorn o
Cervino, un pico montañoso situado en los Alpes. Presenta unas caras más o menos planas que se
unen en una arista. Esta roca está parcialmente oculta por el polvo que cubre la superficie de
Marte, y que tiene pequeñas dunas originadas por las corrientes turbulentas que se generan
cuando el viento choca contra esta roca.

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