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Este año se cumplen 150 años de la muerte de Faz Ferreira, dejo unos pasajes de su “Fermentario”

(1953).

RAZÓN Y EXPERIENCIA
Se piensa generalmente, y se dice, que "es la experiencia la que enseña a los hombres", que los
enseña más que la razón; y que, así, la experiencia viene a corregir, en hombres y en sociedades, la
imperfección de los raciocinios.
De hecho, tan excepcional es interpretar bien la experiencia como razonar bien. Hasta más.
En lo científico, los hechos son generalmente solicitados a entrar en los raciocinios; y el hombre
de ciencia a quien los hechos enseñan, es temperamento más excepcional todavía que el que razona
bien.
En la vida, sin duda, la experiencia actúa sobre todo por lo que tiene de castigo: deja temor,
como instintivo. Pero hay mucho de ficticio en eso de que la experiencia corrija, o corrija tan
comúnmente, los errores en la vida individual.
Lo común psicológicamente -aunque poco lógico- es que, formada la opinión o tendencia de
conducta, rechazados los razonamientos o consejos razonables, cuando, más tarde, viene el hecho de
experiencia que lógicamente debería autorizarlos, no se lo relacione con ellos, ni con las opiniones
anteriores, discusiones o argumentaciones, y que éstas sean olvidadas o tergiversadas, generalmente por
inclusión de estados de espíritu que no fueron sino posteriores.
Así, ya en la vida individual (y salvo la rendición por la edad o por las penas, que es cosa de
otro orden), se observan menos casos todavía de ceder a la experiencia que de ceder al razonamiento.
Y en lo social o político, ese fenómeno es impresionante. Por ejemplo: ninguna experiencia
debió causar más efecto que la de la última guerra; y ésa mostró decisivamente cuál era el paralogismo
esencial de los admiradores de la organización excesiva y del "orden": antes, los que señalábamos sus
peligros, sus debilidades, sus males, parecíamos "teóricos", pero fué la realidad, la experiencia la que
mostró cómo y por qué, por admirable que sea una organización social, no contiene sino lo que se ha
puesto en ella, y sólo lo expresamente previsible, y resulta así inadaptable, o difícilmente adaptable, a
todo cambio, e incapaz de dar en su caso todo lo que los acontecimientos inesperados o extremos
pueden exigir; en tanto que la libertad, con su desorden, pero con su fermentalidad, contiene menos
futuro previsible pero mucho más futuro imprevisible, un coeficiente imprevisible de cambio y de
posibilidades, prácticamente infinito.
También nos ha demostrado la vitalidad de la democracia. Con la precisión que hubiera podido
tener una experiencia ad-hoc, nos ha hecho ver que, independientemente del bando en que lucharon,
fueron las naciones (entonces) democráticas y libres las que pudieron resistir, y las otras las que se
derrumbaron. Sin embargo, después de esta experiencia, lo que recrudeció fué la admiración por la
"organización", y la hostilidad hacia la democracia.
Este hecho brutal muestra lo que es la pretendida enseñanza de la experiencia para los hombres
y para los pueblos. Lo repito: Es mucho más difícil todavía, para la organización mental humana,
convencerse por experiencia que convencerse por razonamiento.

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