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Si hacemos un alto el día de hoy y nos ponemos a reflexionar acerca de nuestro propósito

en la vida, ¿para que vivimos? La respuesta será muy diversa: "Para trabajar... para
divertirme... para aprender... para ser feliz... para disfrutar del momento... o simplemente
No sé... Entonces, ¿Será que para esto es que vivimos? Aquí tener una vida espiritualidad,
una espiritualidad, alimentarla tiene un peso importante en la vida del cristiano.
La espiritualidad nos lleva a darle sentido a nuestra vida; nos permite mantener la vista en
las cosas importantes y discernir cuales son estas y a cuáles debemos dar mayor prioridad.
Gracias a esto, es que encontramos realmente un sentido a nuestra vida.
San Ignacio de Loyola, pregunto una vez a San Francisco Javier, “Para que estudiaba". La
respuesta de San Francisco fue rápida: "Porque quiero ser canónigo y ocupar un puesto
importante en Navarra, quiero tener títulos, ser respetado".
San Ignacio de Loyola le sugirió que leyera cierto pasaje de la Biblia. Este pasaje cambio la
vida de San Francisco Javier. Se ordenó sacerdote, junto con San Ignacio, participó en la
fundación de la Compañía de Jesús; fue el primer misionero en la India y el Japón; murió
cuando se dirigía a China para evangelizar.
¿Qué pasaje bíblico fue el que le sugirió San Ignacio de Loyola? Mc. 8, 36…

Santo Tomás de Aquino en la Suma Teológica dice: "El mundo y el hombre atestiguan que
no tienen en ellos mismos ni su primer principio ni su fin último, sino que participan de
Aquél que es el ser en sí, sin origen y sin fin".
Santo Tomás nos invita a darnos cuenta de que para que nuestra vida tenga sentido y
alcance la plenitud, debemos vivir siempre de cara a Dios y no olvidemos que el rostro de
Dios está en nuestro prójimo.
La realidad en que vivimos hoy, una sociedad materialista, donde cada vez más nos
apartamos de la comunidad inmediata por dar pie a la sociedad tecnológica y que sin darnos
cuenta, es esta misma comunidad tecnológica que nos puede llevar a perder si no la
limitamos ya que la falta de contacto visual y físico, nos desvirtúa los sentimientos y
emociones que tenemos y nos bloquea a ser seres sociales de nuestra propia comunidad.
(Quien no ha vivido o conocido una experiencia donde cree entablar una comunicación
virtual con una persona que resulta ser luego alguien totalmente distinto desde su forma de
ser, hasta tal vez ni siquiera corresponder a su verdadera identidad fisiológica o quién no ha
recibido invitaciones a dar "me gusta" a casos TRISTES que nos “sensibilizan” y que
resulta ser que ni siquiera existe tal o cual persona o caso, y solo es un evento
mercadológico para atraer nuestra atención).
Nuestra vida espiritual.
Si salimos a la calle y preguntamos al azar a alguien ¿Es usted católico, por qué se
considera así? Encontraremos algunas respuestas como: "Si, porque voy a Misa de Gallo",
"Si porque festejo las fiestas patronales", "Si porque creo en la virgencita", "Si, porque me
encomiendo a San...fulano santo" y podríamos agregar quizás "Si, porque pertenezco a un
grupo parroquial o movimiento católico".
Las respuestas pueden ser variadas, y en su mayoría muestran un querer hacer de la fe, algo
a nuestra medida, a nuestra conveniencia ocasional. Porque si a estas mismas personas
preguntamos ¿Qué piensan de la Iglesia Católica? (a la cual ya han confirmado pertenecer)
podremos ver respuestas como "Soy católico, pero...": critico al Papa... estoy de acuerdo
con algunas cosas, pero en otras no.… si soy, pero realmente es porque mis papás no me
preguntaron... no creo que deba confesarme con un sacerdote que a lo mejor es más pecador
que yo, yo creo en la línea directa con Dios... Si soy, pero realmente no me comprometo en
ninguna actividad de mi parroquia... Si creo, pero los domingos son para mi familia y para
mí (o sea futbol o parrilladas) ... Soy católico, pero no voy a misa porque me aburre el padre
(o no más siento que me regaña) ...
Y podemos encontrar más respuestas así, incluyamos tal vez las propias en las que nos
escudamos para no fomentar nuestro ejercicio espiritual.
Todas estas respuestas y muchas más se pueden resumir en "Soy católico, pero no estoy
dispuesto a transmitir el mensaje de Cristo a los demás" ¿Es acaso esto, ser católico? Estas
actitudes denotan una carencia de vida espiritual, por lo que debemos replantearnos
seriamente el lugar que ocupa Dios en nuestra vida. La Iglesia nos llama a no abandonar a
Dios, a escucharle, a acogerle en la propia vida.
Si traemos esto a nuestra vida personal y conyugal, como parte de un movimiento, hagamos
un alto y acto de conciencia, preguntémonos en este momento, ¿soy católico fiel o me digo
ser católico? ¿Asisto verdaderamente a la misa dominical y las Horas Santas? ¿Vivo con
verdadera fe el acto de la presencia de Cristo en la Eucaristía? ¿Participo de las actividades
(reuniones generales, retiros, talleres, donación de despensa, ofrendas de grupo, etc.) con
plena conciencia que es un acto al cual me comprometí yo y mi cónyuge ante Dios por
servir o la o lo dejo llevar este apostolado solo? Pueden ser estas preguntas duras, pero
necesarias para centrarnos realmente en si vivimos nuestra espiritualidad verdaderamente o
solo somos un católico más que se llena de peros.

La vida espiritual católica es una vida que, si se adopta superficialmente, resulta difícil,
insoportable o intolerante. Una vida espiritual católica que es vivida por compromiso social
y no con Dios, es una vida pesada y llena de sacrificios vanos, que no nos llenará y que, por
ende, nos hará claudicar.
Por otro lado, cuando se lleva una vida espiritual católica fiel a los preceptos de la Iglesia,
todas las circunstancias que se viven, se viven por amor a Dios, por amor al prójimo. No
buscas más "peros" no se busca la paja en el ojo ajeno, sino que comenzamos a buscar el
amor que llevamos dentro para externarlo a nuestro hermano en Cristo. Quien se llena de
espiritualidad, mediante las Horas Santas, La Santa Misa, El Rosario, ejerciendo y
fortaleciéndose con las obras de misericordia. No ve más sacrificio en sus acciones, no
duele el desprendimiento material ni el esfuerzo físico que se realice. Por el contrario, la
espiritualidad nos llena de gozo y descanso en el mismo espíritu. Es entonces que
verdaderamente encontramos el sentido a nuestra vida, porque habremos encontrado ese
camino a la santidad, el camino que nos lleva a ser amigos de Dios, hijos de Dios, como su
Hijo Jesucristo.

Los 7 pilares de la espiritualidad católica.


Ser católico es más que pertenecer a una religión. Consiste en ser discípulo de Cristo en
constante formación. Por ello, una propuesta de edificación en la fe son estos 7 pilares que
te mencionamos a continuación:
I. La confesión.
Es el Sacramento mediante el cual Dios nos perdona los pecados cometidos después
del Bautismo y recuperamos la vida de gracia, es decir, la amistad con Dios. Es la
gran oportunidad que tenemos para acercarnos de nuevo a Dios que es nuestra
verdadera felicidad.
II. La oración.
Es a la vez algo fácil y difícil. Fácil porque hablar con Dios es algo que podemos
hacer en cualquier momento, prácticamente en cualquier circunstancia. Y es difícil
porque a veces no sabemos exactamente qué es hacer oración, porque las
ocupaciones diarias nos absorben o simplemente porque hay una gran resistencia a
sentarse un rato para hablar con Dios.
III. Eucaristía.
Es el sacrificio mismo del Cuerpo y de la Sangre del Señor Jesús, que Él instituyó
para perpetuar en los siglos, hasta su segunda venida, el sacrificio de la Cruz,
confiando así a la Iglesia el memorial de su Muerte y Resurrección. Se trata de
alimentarnos del cuerpo y la Sangre de Jesús y hacerlo parte de nosotros para
llevarlo a los demás.
IV. Las escrituras.
Es tan importante como Dios pues es palabra de Dios. Hoy día en muchas familias
católicas encontramos la Biblia como el libro sagrado de la casa.
V. Ayuno.
Significa empobrecer el alma, rehusar su subsistencia por medio de abstenerse de
alimento. El ayuno en las escrituras descansa sobre la verdadera auto-humillación y
penitencia. El ayuno es el método de Dios para subyugar el alma carnal bajo la soberanía
de Su Espíritu. Es un acto de expresar y demostrar pena por el pecado, una expresión de la
pena y dolor interno por el pecado.
 
VI. Rosario.
¡Cuántas personas han logrado verse libres de pecados y de malas costumbres al dedicarse
a rezar con devoción el santo Rosario! Son muchísimos los que por haber rezado con toda
fe su Rosario lograron obtener una buena y santa muerte y ahora gozan para siempre en el
cielo.
 
VII. Lectura espiritual.
La lectura espiritual nos fortalece el espíritu de Iglesia, así como la voluntad de siempre
buscar la santidad. A veces con ver testimonios de otros hermanos nos motive a replantear
muchas cosas en nuestra vida y nos ayuda a profundizar en el autoconocimiento. (Seamos
entonces también nosotros mismos testimonios para nuestros hermanos, que los motive a
profundizar en su servicio y su fe).
 
La espiritualidad cristiana católica es el resultado de un encuentro con el Señor, un
encuentro que en algún momento de nuestra vida nos ha invitado y nos ha llamado a una
conversión, dejar el hombre viejo para dar paso al hombre nuevo (como en el Kerygma,
por ejemplo).
Necesitamos que las familias, pequeñas iglesias domésticas, sean un ambiente propicio
donde esta espiritualidad crezca y se robustezca. Hagamos padres y madres empeñados en
vivirla ellos mismos, para contagiar a sus hijos y demás familia.
Necesitamos vivir esta espiritualidad de cara al mundo, necesitamos formadores que
sepan escuchar y alentar la unión con Cristo, laicos comprometidos.
Como miembros del cuerpo místico de Cristo y participes de un movimiento como el
Familiar Cristiano, es nuestro compromiso el ser esos formadores, evangelizar mediante el
ejemplo propio y dar testimonio de vida de acuerdo a los lineamientos de Nuestro Señor,
mostrar el camino, la verdad y la vida que Él nos ha mostrado y al cual estamos llamados a
seguir.

Santidad.
"El hombre santo es aquél que más se parece a Dios, porque Dios es Santo y su amistad lo
ayuda a ser semejante a Él, santo como Él. Le permite ser un reflejo suyo hijo de Dios,
como su Hijo Jesucristo”.
Todos estamos llamados a ser santos. La santidad en si misma es un camino que se lleva
durante toda nuestra vida, es un aprendizaje constante a través del ejemplo de otros ya
santos y de personajes vivos que buscan esa amistad con Dios.
Santo es aquél que se esfuerza y lucha por superar los obstáculos que le impiden acercarse
más a Dios y lograr parecerse cada vez más a Cristo.
La santidad nos lleva a alcanzar la vida eterna. Ser santos supone un gran esfuerzo; y este
esfuerzo lo llamamos vida espiritual, es decir, todas aquellas acciones y actividades que
realizamos para alcanzar la amistad con Dios. Por tanto, nuestra vida espiritual dará frutos
de eternidad, en la medida que hagamos caso de los llamados y exhortaciones de Dios.

http://www.mfctampicosector4.org/secciones/blog-del-sector/item/67-la-espiritualidad-
cristiana-catolica.html

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