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Nuestro propósito al escribir este comentario ha sido alcanzar los siguientes objetivos:
(1) Una cuidadosa traducción del texto. Esta traducción debe hacerse en el idioma
contemporáneo y debe ser fiel al original. No debe ser una simple paráfrasis. Por el
contrario, debe seguir muy de cerca al texto, haciendo resaltar, siempre que sea posible,
los puntos que dicho texto enfatiza.
(2) Una discusión más completa de los problemas de introducción que la que se halla
en muchos comentarios, con un énfasis especial en los problemas de la paternidad
literaria.
(3) Un breve análisis del texto, considerando sus conceptos y relaciones. Los pasajes
centrales, tales como 3:16, se deben tratar más ampliamente que otros.
(4) Una síntesis al final de cada unidad de pensamiento, para hacer resaltar claramente
las principales ideas de cada sección. El análisis siempre debe ir seguido de una síntesis. La
exégesis incluye a ambos. De otro modo veríamos los árboles pero no el bosque.
(5) Una defensa de la posición conservadora. Creemos que el Evangelio de Juan exige
esto.
(6) Una presentación actualizada. En los últimos años se ha avanzado en muchos
aspectos de la erudición novotestamentaria. De vez en cuando han aparecido libros
importantes que tratan algún aspecto de este tema; y también excelentes artículos en
revistas religiosas que han arrojado nueva luz sobre algunas palabras y frases (p. ej., Juan
2:4; 4:9). Se han presentado también tesis doctorales que tratan conceptos que aparecen
con frecuencia en el cuarto Evangelio. Tales materiales se han utilizado en esta obra.
Hemos preparado una Bibliografía Selecta que aparece al fin del libro.
(7) Un resumen completo de algunas construcciones gramaticales que se repiten con
mucha frecuencia. A través de todo el comentario se hace referencia a puntos importantes
de gramática y sintaxis, pero sin recargar el comentario con este material, de forma que el
que no esté familiarizado con el griego no pudiera usarlo. Hemos intentado respetar los
valiosos elementos de la teoría aramea, pero sin suponer un original arameo escrito.
Comprendemos perfectamente que estos objetivos no se han alcanzado
completamente. No obstante, la amable acogida que se dispensó a nuestras anteriores
obras nos ha animado a hacer este esfuerzo. Que aquel Señor, cuyo amor se describe en
este Evangelio, reciba la gloria.
Guillermo Hendriksen
LISTA DE ABREVIATURAS
Las letras que se refieren a abreviaturas de libros van seguidas de puntos. Las que
indican abreviaturas de revistas omiten los puntos. De esta forma se puede distinguir
inmediatamente si la abreviatura se refiere a un libro o a una publicación periódica.
A. Abreviaturas de libros
B.D.B. Brown-Driver-Briggs, Hebrew and English Lexicon to the Old Testament
D.C.G. Hastings, Dictionary of Christ and the Gospels.
Gram. N.T. A. T. Robertson, Grammar of the Greek New Testament in the Light of
Historial Research.
H.B.A. Hurlbut, Bible Atlas (última edición).
I.S.B.E. International Standard Bible Encyclopedia.
L.N.T. Thayer’s Greek-English Lexicon of the New Testament.
N.N. Novum Testamentum Graece, editado por D. Eberhard Nestle y D. Erwin
Nestle (última edición).
S.BK. Strack and Billerbeck, Kommentar zum Neuen Testament aus Talmud und
Midrasch.
Th.W.N.T. Theologisches Wörtenbuch zum Neuen Testament (editada por G. Kitt).
W.D.B. Westminster Dictionary of the Bible.
W.H.A.B Westminster Historical Atlas of the Bible.
B. Abreviaturas de revistas
AJTh American Journal of Theology.
ChrC Christian Century.
ClW Classical Weekly.
CQR Church Quarterly Review.
CThM Concordia Theological Monthly.
EQ Evangelical Quarterly.
ExT Expository Times.
GThT Gereformeerd Theologisch Tijdschrift.
HJ Hibbert Journal.
HThR Harvard Theological Review.
JBL Journal of Biblical Literature.
JThS Journal of Theological Studies.
PThR Princeton Theological Review.
RThPh Revue de Thèologie et de Philosophie.
ThG Theologie und Glaube.
VD Verbum Domini.
WE Watchman-Examiner.
ZNTW Zeitschrift fur die neutestamentl. Wissenschaft.
INTRODUCCIÓN AL EVANGELIO SEGÚN JUAN
Si estas y otras expresiones que nos hace pensar en Juan indican que Ignacio conocía
el cuarto Evangelio, su fecha de origen tendría que ser, entonces, trasladada a algún
momento antes del 110. Esto casi serviría para vindicar la creencia tradicional que afirma
que se escribió no después del año 98 y no antes del 80.
No obstante, la creencia tradicional sobre la fecha de origen del cuarto Evangelio ha
recibido una fuerte confirmación con el reciente descubrimiento de un fragmento muy
antiguo de un códice de papiro del Evangelio de Juan. Este, junto con otros papiros
griegos, fue hallado en Egipto y adquirido por la Biblioteca John Rylands. Es el fragmento
más antiguo que se conoce de cualquier porción del Nuevo Testamento. Probablemente
tuvo su origen en la comunidad cristiana del Egipto Medio. Apoyándose en la evidencia
paleográfica, se ha determinado que este trozo de papiro perteneció a un códice que
circulaba por aquella región en la primera mitad del siglo segundo. El fragmento contiene
palabras del capítulo 18 del Evangelio de Juan. En el anverso contiene parte de los
versículos 31–33, y en el reverso, parte de los versículos 37–38.
Ahora bien, si este Evangelio ya estaba en circulación en el Egipto Medio en la primera
parte del siglo segundo, forzosamente tuvo que haber sido compuesto aun antes. De
Efeso, donde según la tradición se escribió este Evangelio, a Egipto Medio, donde este
códice circulaba, hay una gran distancia. En consecuencia, algunas autoridades admiten
un lapso de tiempo de unos treinta años entre la fecha de composición y la de circulación
en Egipto. La declaración de W. F. Albright es significativa:
“Entre tanto, la sensacional publicación de un fragmento del Evangelio de principios
del siglo segundo, y la de un fragmento aproximadamente contemporáneo de un
evangelio apócrifo basado en Juan, ha dado el coup de grâce a todas las fechas
radicalmente tardías asignadas a Juan y ha demostrado que este Evangelio no puede ser
posterior al primer siglo de nuestra era” (From Stone Age to Christianity, p. 299; véase
también C. H. Roberts, An Unpublished Fragment of the Fourth Gospel, Manchester, 1935).
Esto, por lo tanto, significa que el punto de vista tradicional sobre la fecha de
composición del cuarto Evangelio ha quedado plenamente confirmado con irrefutable
evidencia. Significa, también, que todos aquellos críticos negativos que durante tanto
tiempo han sostenido que la posición conservadora era totalmente errónea, han sufrido
una derrota decisiva. Hoy más que nunca podemos sumarnos a la exclamación de
Volkmar: “Es muy cierto que ya todo ha terminado para la tesis critica sobre la
composición del cuarto Evangelio a mediados del siglo segundo”.
Por otra parte, ahora que tenemos esta evidencia externa, y que sabemos que el
cuarto Evangelio circulaba en Asia Menor a principios del siglo segundo (y probablemente
ya en el primero), empieza a parecer más aceptable que Ignacio, que escribió sus epístolas
desde Asia Menor, lo hubiera leído.
Es verdad, sin embargo, que ni Justino Mártir ni Ignacio, ni ningún otro antes de
mediados del siglo segundo, menciona al apóstol Juan por nombre como escritor de este
Evangelio. Pero esto no debe sorprendernos. Estos hombres vivieron tan próximos a la
época del discípulo amado que al citar o aludir a su Evangelio les era completamente
innecesario mencionar su nombre. Además, para Ignacio, los apóstoles ocupaban un lugar
de honor:
“Yo no os ordeno como lo hicieron Pedro y Pablo; ellos fueron apóstoles, yo soy un
convicto” (A los romanos IV, iii).
Se puede, por consiguiente, dar por sentado que al usar ciertas expresiones que hacen
pensar en el cuarto Evangelio, Ignacio estaba consciente de que nadie sino un verdadero
apóstol podría ser el escritor de aquellas verdades que le eran tan queridas que deseaba
grabarlas en los corazones de los demás.
Otro factor que favorece una fecha temprana para el cuarto Evangelio es su fuerte
sabor semítico. (Véase IV de la Introducción).
El testimonio más antiguo de su autoridad apostólica lo encontramos en el mismo
Evangelio. Una vez que Juan, guiado divinamente, hubo escrito los primeros veinte
capítulos, terminando con la hermosa conclusión de 20:30, 31, y una vez que otro líder de
Efeso, bajo la dirección del Espíritu Santo con la total aprobación de Juan, hubo añadido la
hermosa historia que tantas veces había escuchado de los labios de su querido amigo y
que terminaba con una clara referencia al discípulo a quien Jesús amaba (21:20–23), los
presbíteros de Efeso añadieron estas significativas palabras:
“Este es aquel discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas: y
sabemos que su testimonio es verdadero” (21:24).
Hemos visto que tanto las evidencias internas como las externas apoyan este
testimonio.
Tal como aparece en los Evangelios, Juan era hijo de Zebedeo y Salomé (Mr. 1:19;
16:1, 2 cf., Mt. 27:56). Parece que Zebedeo era un pescador acomodado que tenía siervos
asalariados (Mr. 1:20). Se supone que Salomé era hermana de la virgen María (Mt. 27:56,
cf. Jn. 19:25). Si esto es correcto, entonces Jesús y Juan eran primos. Jacobo, el hermano
de Juan, normalmente es mencionado primero, y era seguramente el mayor de los dos.
Antes de convertirse en seguidor de Jesús, el apóstol Juan fue discípulo de Juan el
Bautista. El apóstol recordaba, en el ocaso de su vida, el momento en que se encontró con
Jesús por primera vez y decidió seguirle: “… era como la hora décima” (1:39). A ese primer
encuentro que tenemos registrado siguió, después de un intervalo, la decisión de
convertirse en discípulo permanente (Mr. 1:16ss; Lc. 5:10); y luego en apóstol (Mt. 10:2),
enviado y comisionado por Jesús.
Parece que Juan y Jacobo fueron hombres de emociones reprimidas que, en
ocasiones, estallaban. Jesús los denominó “hijos del trueno” (Mr. 3:17). Cuando Jesús va
camino a Jerusalén y los habitantes de cierta aldea samaritana rehusan darle albergue, la
ardiente cólera de los hijos de Zebedeo estalla en estas palabras: “Señor, ¿quieres que
mandemos que descienda fuego del cielo, y los consuma?” (Lc. 9:54). Desde luego, Juan
era el “discípulo del amor”. Pero el amor y la cólera relampagueante no se excluyen
mutuamente. Lo que se manifestó en esta desafortunada expresión era un amor genuino
por Jesús. Fue también el amor lo que impulsó a Juan a atajar a aquel hombre que,
aunque expulsaba demonios en nombre de Jesús, no era uno de los discípulos regulares
(Lc. 9:49, 50).
Una de las señales de la genuina humildad de Juan es que nunca da el nombre de
aquellos que pertenecen al círculo de sus familiares. Aunque él amaba intensamente a su
Maestro, lo que en el Evangelio se hace resaltar no es su amor por Cristo sino el amor de
éste por el apóstol. Juan se define a sí mismo como “el discípulo al cual Jesús amaba”
(13:23).
No sólo en los Evangelios, como ya hemos indicado, sino también en Hechos
encontramos con frecuencia a Juan en compañía de Pedro (Hch. 3:1; 4:19; 8:14). Después
de la resurrección se convierte en uno de los pilares de la igiesia en Jerusalén (Gá. 2:9;
Hch. 15:6). Probablemente partió de Jerusalén al comenzar la Guerra de los Judíos. T.
Zahn dice:
“Se puede, pues, decir que el apóstol Juan, junto con otros discípulos de Cristo, llegó a
Asia Menor procedente de Palestina. Si Policarpo, el día de su muerte (23 de febrero del
año 155), podía contemplar ochenta y seis años de vida como cristiano, no como hombre,
y fue así bautizado en el 69, y si su conversión (según Ireneo, Contra herejías III, iii, 4) fue
obra de un apóstol, entonces aquella emigración a Asia Menor debe haber ocurrido antes
de esa fecha, posiblemente como consecuencia de la guerra de los Judíos. De este modo,
Juan, que quizá no tendría entonces más de sesenta o sesenta y cinco años, pudo dedicar
unos treinta años a fomentar la vida cristiana en dicha provincia (“Juan el Apóstol”, en The
New Schaff-Herzog Encyclopedia of Religious Knowledge).
Juan vivió en Efeso durante varios años. Pero en algún momento del reinado de
Domiciano, 81–96, fue desterrado a la isla de Patmos. Con la accesión de Nerva se le
permitió regresar a Efeso, donde murió al principio del reinado de Trajano, alrededor del
año 98.
La tradición es casi unánime en mantener que el apóstol escribió su Evangelio en Efeso
(Eusebio, Historia eclesiástica III, xxiii, 1, 6; V, viii, 4; xxiv, 4; Clemente de Alejandría,
¿Quién es el rico que se salvará? XLII, ii). Las repetidas tentativas que la literatura moderna
ha hecho para desacreditar esta fuerte tradición no han tenido éxito.
La pregunta, no obstante, es ésta: ¿Fue el cuarto Evangelio escrito antes o después del
destierro de Juan a Patmos? ¿Se compuso antes o después que el libro de Apocalipsis?
Parece que la fecha más temprana que se puede dar para su composición sería
alrededor del año 80. Basamos esto en las siguientes consideraciones: Pedro ya había
recibido su herencia, como 21:19 parece sugerir; y Pablo su corona. Este último no
menciona en ningún lugar la obra del apóstol Juan en Asia Menor. Se cree probable que
los Sinópticos ya se habían escrito y que el escritor del cuarto Evangelio los había leído.
Los judíos habían llegado a ser enemigos declarados de la iglesia. No se menciona la caída
de Jerusalén, seguramente por haber transcurrido ya varios años desde su acaecimiento.
Por otro lado, la fecha más tardía para la composición de este Evangelio es el año 98,
si el testimonio de Ireneo y Jerónimo es digno de confianza. El primero dice:
“Además, la iglesia en Efeso, fundada por Pablo, y que tuvo permanentemente a Juan
hasta los tiempos de Trajano, es un verdadero testigo de la tradición de los apóstoles”
(Contra herejías III, iii, 4).
La fecha, por lo tanto, está entre el 80 y el 98. ¿Se puede ser más exacto y
determinarla de una forma más precisa? Según Epifanio (siglo cuarto) Juan no escribió su
Evangelio sino hasta después de su regreso de Patmos, cuando tenía más de noventa
años. A pesar de esto, los primeros Padres no dicen nada semejante en sus escritos.
Hay quienes prefieren una fecha mucho más próxima al año 80 dando como razón que
el estilo del Evangelio es el de un escritor maduro pero no anciano. Puede haber algo de
verdad en este criterio. Pero debemos ir con precaución en este punto. Si el apóstol llegó
a Efeso hacia el año 67 (aproximadamente la época de la muerte de Pablo), y si entonces
tenía sesenta o sesenta y cinco años (Zahn), entonces para el año 80 tendría entre setenta
y tres o setenta y ocho años. Así que de todas formas ya era “un escritor anciano”.
También podemos enfocar el problema de este modo: si Juan tenía veinticinco años
cuando Jesús murió (hacia el año 30), entonces en el año 80 tendría unos setenta y cinco.
Sin embargo, pudo haberse mantenido joven y fuerte en sus facultades mentales y
físicas. Clemente de Alejandría nos dice que aun después de su regreso de Patmos el
apóstol llevaba un ministerio muy activo como principal administrador de las iglesias
situadas en el distrito de Efeso (¿Quién es el rico que se salvará? XLII). Así, pues, debía
haber tenido más de noventa años. Pero ¿a quién se le ocurriría decir que el que a esta
avanzada edad podía convertir al capitán de una banda de ladrones, según la interesante
historia que Clemente nos ha transmitido en la referencia que acabamos de dar, y el que
iba de un lugar a otro “ordenando obispos y poniendo en orden iglesias enteras”, no podía
haber escrito un Evangelio bajo la dirección del Espíritu especialmente cuando ya había
tenido este propósito por largo tiempo? La historia de la iglesia provee varios ejemplos de
hombres que continuaron en un ministerio activo con responsabilidades serias hasta
después de los noventa años.
Sin embargo, el punto de vista contrario—es decir, el que considera que Juan escribió
primero el Evangelio, o sea, antes del destierro en Patmos, que luego siguieron las
Epístolas; y que el Apocalipsis vino en último lugar—continúa ejerciendo su atracción (cf.
Lenski, Interpretation of St. John’s Gospel, p. 20), quizá porque éste parecería ser el orden
natural y lógico. El problema no se puede resolver definitivamente en ningún sentido.
III. Características
(1) El Evangelio de Juan describe, con pocas excepciones, la obra de Cristo en Judea. A
continuación damos lo que podría ser una breve tabla cronológica de la estancia de
nuestro Señor en la tierra, desde el pesebre hasta el Monte de los Olivos:
a. Diciembre del año 5 (antes de Cristo)—diciembre del año 26 (después de Cristo):
Preparación. No se encuentra en el cuarto Evangelio; pero cf. el Prólogo 1:1–18.
b. Diciembre del año 26—abril del 27: Iniciación. Juan 1:19–2:12.
c. Abril del 27—diciembre del 27: Primer ministerio en Judea. Juan 2:13–4:42.
d. Diciembre del 27—abril del 29: Gran Ministerio en Galilea. Juan 4:43–6:71.
e. Abril del 29—diciembre del 29: Ministerio de Retiro (abril-octubre) y Ultimo
Ministerio en Judea (octubre-diciembre). Juan no relata nada (excepto 7:1) del
primero. Para el último véase Juan 7:2–10:39.
f. Diciembre del 29—abril del 30: Ministerio en Perea. Juan 10:40–12:11.
g. Abril-mayo del 30: Pasión, Resurrección y Ascención. Juan 12:12–21:25.
En el Evangelio según Juan se dice muy poco acerca del Ministerio en Galilea; y casi
nada sobre el Ministerio de Retiro. Sin embargo, algunos acontecimientos y discursos del
Primero y del Ultimo Ministerio en Judea reciben cuidadosa atención. En realidad, Juan
dedica más espacio a la obra de Cristo en Judea de lo que se desprende de la Tabla
Cronológica; pues el escenario del milagro que se relata en el capítulo 5 fue Judea. Del
mismo modo, aunque la resurrección de Lázaro sucedió durante el Ministerio en Perea, en
realidad tuvo lugar en Judea; y Juan se deleita explicándolo. Lo mismo ocurrió con el
ungimiento por María cuando Jesús regresó (a Betania) de su ministerio en Perea y estaba
a punto de entrar en las agonías de la Semana de Pasión. Y, desde luego, la Pasión,
Resurrección y Ascensión tuvieron lugar en Judea, excepto lo que ha quedado registrado
en el capítulo 21.
Vemos, por lo tanto, que a excepción de lo que tenemos en el capítulo 1 (véase 1:28),
en 2:1–11, en 4:43–54, en el capítulo 6, en 10:40–42, y en el capítulo 21, todo se
desarrolla en Judea (y Samaria, 4:1–42). Ya hemos demostrado que esta diferencia de
escenario no constituye una contradicción entre los Sinópticos y el cuarto Evangelio.
(2) El cuarto Evangelio es mucho más concreto que los Sinópticos al indicar la hora y el
lugar exactos de los sucesos que se relatan. Basándose en las grandes festividades que se
mencionan en este Evangelio, se puede determinar la duración del ministerio de Cristo.
(3) Como ya hemos indicado, se omite aquí una gran parte del material que
encontramos en los Sinópticos. No obstante, se conserva la misma estructura del relato
que hay en ellos, aunque se ha añadido mucho material nuevo. Todo esto armoniza con el
propósito específico del evangelista y no implica ningún conflicto entre Juan y los
Sinópticos.
(4) Predomina en este Evangelio la enseñanza de Cristo, pero aquí esta enseñanza no
es en forma de parábolas, como lo es con frecuencia en los Sinópticos, sino en la de
elaborados discursos. Esto simplemente significa que, mientras estuvo en Judea se dirigió
a los líderes religiosos de los judíos y también cuando habló a sus discípulos en el
Aposento Alto, Cristo consideró más apropiado hablar sin parábolas. Esto no muestra en
modo alguno que no pudo haber usado la forma parabólica en Galilea.
(5) El tema principal en Juan no es el reino, como en los Sinópticos, sino el Rey mismo,
la persona del Cristo, su divinidad. A pesar de todo, la diferencia no es absoluta. También
en el Evangelio de Juan, Jesús aparece hablando sobre la entrada en el reino (3:3–5); y de
igual forma, en los Sinópticos Jesús revela la gloria de su persona divina. Por ello, tampoco
existe contradicción en cuanto a esto.
(6) En relación con lo dicho en (5), éste es el Evangelio de los siete “Yo soy”. Se
encuentran en los siguientes pasajes: 6:35; 8:12; 10:9, 11; 11:25; 14:6; y 15:5.
(7) Este Evangelio se detiene largamente en los sucesos y discursos de un período de
menos de veinticuatro horas (capítulos 13–19).
(8) La promesa de la venida y obra del Espíritu Santo se menciona aquí (14:16, 17, 26;
15:26; 16:13, 14) en conexión con otras grandes verdades reveladas a los discípulos en el
Aposento Alto (capítulos 14–17).
(9) El estilo del cuarto Evangelio difiere del de Apocalipsis, pero esto no demuestra
que el mismo escritor no pudo haber escrito los dos libros. Por otra parte no se deben
exagerar las diferencias. La afirmación de A. T. Robertson es cierta: “El Apocalipsis tiene
mucho en común con el evangelio” (A Grammar of the Greek New Testament in the Light
of Historical Research, Nueva York, 1923, p. 134). En ninguno de los dos se emplea el
optativo. En ambos aparece ἵνα con un sentido semifinal; y lo mismo se puede decir de
οὖν. El verbo δίδωμι se encuentra en ambos con más frecuencia que en cualquier otro
lugar del Nuevo Testamento. Otras semejanzas interesantes son:
a. Agua para el sediento: cf. Juan 4:10 con Ap. 22:17. Maná para el hambriento: cf.
Juan 6:49–51 con Ap. 2:17.
b. Autoridad recibida del Padre: cf. Juan 10:18 con Ap. 2:27.
c. Cristo, el Logos: cf. Juan 1:1 con Ap. 19:13. Cristo, la Luz: cf. Juan 1:4, 5, 7, 9; 3:19;
8:12; 9:5; etc. con Ap. 22:5. Cristo, el Cordero: cf. Juan 1:29 (griego ἁμνόζ) con Ap.
5:6 y passim (griego ἁρνίον). Cristo, el Esposo: cf. Juan 3:29 con Ap. 19:7, y Aquel
que nos redimió con su sangre: cf. Juan 6:53–56 con Ap. 1:5; 5:9; 7:14; 12:11.
d. La iglesia, la esposa: cf. Juan 3:29 con Ap. 19:7; 22:17.
(10) La frase “sencillo pero sublime” describe el estilo de este Evangelio. Especialmente
en el Prólogo y en los discursos en el Aposento Alto, podemos observar una corriente
rítmica de mucho efecto y verdaderamente fascinante. La manera de coordinar las
cláusulas, de forma que a menudo una verdad aparece positivamente y luego
negativamente, o viceversa (1:3; 14:6; 15:5, 6; 14:18; 15:16); el modo en que una cláusula
que expresa la gloriosa gracia del Logos va seguida de otra que muestra la ingrata reacción
de aquellos que debían de haberlo aceptado (1:5, 10, 11); y sobre todo, el cuidadoso, y sin
embargo natural, equilibrio de oraciones para que las antítesis vayan seguidas de las
síntesis, y las cláusulas breves de oraciones más largas, hace que, en suma, el cuarto
Evangelio sea un libro verdaderamente hermoso.
En el Prólogo (1:1–18), la forma en que una cláusula se une a la siguiente por la
repetición de la palabra principal de manera que las oraciones queden como tablas
superpuestas, nos hace pensar en la epístola de Santiago, el hermano del Señor. (Véase
nuestro Bible Survey, Grand Rapids, Mich., 1949, pp. 329, 332.)
Así, en Juan 1:4–14, tenemos:
En él estaba la VIDA
y la VIDA era la LUZ
y la LUZ resplandece en las TINIEBLAS
mas las TINIEBLAS
no la comprendieron.
A lo SUYO vino
Pero los SUYOS no le RECIBIERON
Mas a todos los que le RECIBIERON, etc.
Cf. tambien 1:1 y 1:10
Entre las palabras características del cuarto Evangelio se encuentran las siguientes:
ἀγαπάω, ἀλήφεια, ἀληφήζ, ἁληφινόζ, ἁμαρτία, ἀμήν, ἀμην, γινώσκω, δίδωμι, δόξα,
θεωρέω, ζωή, ζωή αἱώνιοζ, Ἱ ουδαῖος, κρίσιζ, λόγος, μαρτυρέων, ὁράω, πατήρ, πιοστεύω,
σημεῖον, σχοτία, φιλέω.
Juan es rico en contrastes, tales como: luz, tinieblas; espíritu, carne; terreno, celestial;
de arriba, de la tierra; vida, muerte; amar, aborrecer; regocijarse, lamentarse; angustiarse,
confiar; ver, volverse ciego.
IV. Gramática
Nuestro propósito no es ofrecer una exposición completa de la gramática de Juan.
Otros lo han hecho ya; p.ej. E. A. Abbot, Johannine Grammar, Londres, 1906. En el
comentario, y a medida que se presentan, se mencionan puntos importantes de gramática
y sintaxis. Además, ellos son básicos para la traducción que se ofrece.
Respecto a tres tipos de construcción, hace falta hacer una observación especial,
según nuestro punto de vista. Estas construcciones se presentan con gran frecuencia en el
Evangelio de Juan. Nos referimos a oraciones condicionales, cláusulas con ἵνα, y cláusulas
con ὅτι. Algunos comentarios dicen muy poco respecto a las mismas. Otros—entre los
cuales figuran algunos de los mejores—comentan algunas de estas construcciones pero no
otras. A veces una frase con ὅτι realmente discutible no recibe ningún comentario.
Fácilmente podemos ver la razón de ello: es simplemente imposible abarcar en un
comentario todos los puntos gramaticales. Si se tratara de hacerlo, habría que escribir
toda una serie de libros para cada uno de los Evangelios.
El método que seguiremos tiene ciertas características que esperamos lo harán
aceptable. Se describen los grupos o subdivisiones bajo cada uno de los tres tipos de
frases antes mencionados. Se explican los pasajes difíciles en los que se presentan las
frases. Cada frase se coloca en su correspondiente columna. Creemos que esta forma de
manejar las frases de uso frecuente tiene las siguientes ventajas:
1. Integridad. Se ha intentado clasificar todas estas frases, de modo que de un vistazo
se pueda ver a qué grupo pertenece cada una.
2. Ahorro de espacio. ¿Por qué ha de ser necesario repetir una y otra vez un
comentario: “Esta es una oración condicional contraria al hecho. La prótasis contiene εἱ
con el pasado de indicativo; la apódosis lleva el pasado de indicativo con ἄν. Como en
ambas partes se encuentra el tiempo imperfecto, sabemos que la frase se refiere a una
irrealidad actual”. Se puede ahorrar casi un centenar de estos breves párrafos en relación
con oraciones condicionales y varios centenares más en relación con las cláusulas con ἵνα
y ὅτι por medio de un método más sencillo; además el espacio ahorrado se puede utilizar
para otros comentarios importantes.
Por dicha razón, en este comentario del cuarto Evangelio, siempre que se encuentre
una oración condicional en la traducción, hay una breve nota que dice que esta oración
condicional pertenece al grupo I D (o III A 1, etc., según corresponde). Véase pp 43–67. En
las páginas indicadas se encontrará una explicación del grupo al que pertenece la frase, y
también la columna en la que está clasificada. Cuando el significado de ὅτι o de ἵνα es
inmediatamente obvio, no se comenta en el texto. Si es discutible o por cualquier razón se
discute, hay una referencia a la página en que se explica. Estas referencias acompañan a
las traducciones.
3. Legibilidad. Aunque alguien no conoczca al griego, quizá no se oponga a la inclusión
de alguna que otra palabra griega o comentario técnico. Si alguien así encuentra en un
comentario demasiado material de esa índole, pronto se desesperará. Por esta razón es
probablemente mejor separar hasta cierto punto el siguiente material gramatical de gran
frecuencia del comentario propiamente dicho. Los que así leen griego agradecerán el
intento hecho de ofrecer una clasificación completa. Esta facilitará la comparación con
puntos gramaticales parecidos en los Sinópticos y, por ejemplo, en el libro de Apocalipsis.
B
Condición que se presume como real, indicativo Pregunta, indicativo
8:42
9:33
9:41
15:19
18:36
B
Oraciones condicionales contrarias al hecho que se refieren al tiempo pasado εἰ con el
aoristo o pluscuamperfecto de indicativo en la prótasis; el aoristo o pluscuamperfecto de
indicativo con ἄν en la apódosis. En estas oraciones se puede considerar a ἦν como aoristo
en su significado, porque no se tiene la forma del aoristo.
11:21
11:32
14:2
14:7
C
Oraciones condicionales mixtas contrarias al hecho
Prótasis εἰ con Apódosis con o sin ἄν
Pluscuamperfecto
3
Todos los demás
Apódosis
B
Oraciones condicionales llamadas futuro más vívido, que usan ἑάν con el presente de
subjuntivo en la prótasis, indicando que el verbo significa acción continúa.
1
Con presente de indicativo en la apódosis
5:31
8:14
8:16
9:31
19:38b
11:9
11:10
13:17b
15:14
21:22 (implícito)
21:23 (implícito)
21:25
2
Con futuro de indicativo en la apódosis
7:17
12:26b
13:35
14:15
14:23
3
Todos los demás
Apódosis
A B C
1:7(a)aor.act.subj.
explica μαρτυρίαν
1:7(b)aor.actsubj.
1:8 aor.act.subj.
1:19 aor.act.subj.
1:22 aor.act.subj.
1:27 aor.act.subj.
explica ἄξιος
1:31 aor.pas.subj.
2:25 aor.act.subj.
explica χρείαν
3:15 pres.act.subj.
3:16 aor.med.neg.
subj. y pres.act.
subj.
3:17(a) aor.(o
pres.)act.subj.
3:20 aor.pas.neg.
subj.
3:21 aor.pas.subj.
4:8 aor.act.subj.
4:15 pres.neg.subj. y
pres.med.neg.
subj.
4:34 pre.act.subj.
(ποιήσω aor.act.
subj. también
tiene mucho
apoyo) y
aor.act.subj.
4:36 pres.act.subj.
4:47 aor.act.subj. y
aor.med.subj.
5:7 aor.act.subj.
modifica
ἄνθρωπον
5:14 aor.med.neg.
subj.
5:20 pres.act.subj.
5:23 pres.act.subj.
5:34 aor.pas.subj.
5:36 aor.act.subj.
5:40? pres.act.subj.
6:5? aor.act.subj.
6:7 aor.act.subj.
6:12
aor.med.neg.subj.
6:15 aor.act.subj.
6:28 pres.med.subj.
6:29 pres.act.subj.
explica τοῦτο
6:30 aor.act.subj. y
aor.act.subj.
6:38 pres.act.subj.
6:39 aor.act.neg.
subj. o
fut.act.ind.;
aor.act.subj. o fut.
act.ind.; estos
verbos explican
τοῦτο
6:40 pres.act.subj.;
explica τοῦτο
6:50 aor.act.subj. y
aor.act.neg.subj.
7:3 fut.act.ind.
7:23 aor.pas.neg.
subj.
7:32 aor.act.subj.
8:6 pres.act.subj.
8:56 aor.act.subj.
8:59 aor.act.subj.
9:2 aor.pas.subj.
9:3 aor.pas.subj.
9:22 aor.med.subj.
9:36? aor.act.subj.
9:39 pres.act.subj. y
aor.subj.
10:10(a) aor.act.subj.
y aor.act.subj. y
aor.act.subj.
10:10(b) pres.act.
subj. y pres.act.
sub.
10:17 aor.act.subj.
10:31 aor.act.subj.
10:38 aor.act.subj. y
pres.act.subj.
11:4 aor.pas.subj.
11:11 aor.act.subj.
11:15 aor.act.subj.
11:16 aor.subj.
11:19 aor.med.subj.
11:31 aor.act.subj.
11:37 aor.act.neg.
subj.
11:42 aor.act.subj.
11:50 aor.subj. y
aor.med.neg.subj.
11:52 aor.act.subj.
11:53 aor.act.subj.
11:55 aor.act.subj.
11:57 aor.act.subj.
12:7 aor.act.subj.
(agregue: era)
12:10 aor.act.subj.
12:20 aor.act.subj.
12:23 aor.pas.subj.
modifica ὥρα
tiene casi fuerza
temporal
12:35
aor.act.neg.subj.
12:36 aor.subj.
12:42 aor.med.neg.
subj.
12:46 aor.act.neg.
subj.
13:1 aor.act.subj.;
modifica ὥρα
13:2 aor.act.subj.
13:15 pres.act.subj.
13:18 aor.pas.subj.
13:19 pres.act.subj.
13:29 aor.act.subj.
14:3 pres.subj.
14:13 aor.pas.subj.
14:16 pres.subj.
14:29? aor.act.subj.
14:31 aor.act.subj.
15:2 pres.act.pres.
15:8 pres.act.subj.;
modifica ἐν τούτῳ
15:11 pres.subj. y
aor.pas.subj.
15:13 aor.act.subj.;
explica ἀγάπην
15:17 pres.act.subj.
15:25 aor.pas.subj.
16:1 aor.pas.neg.
subj.
16:2 aor.act.subj.;
modifica ὥρα;
tiene casi fuerza
temporal
16:4 pres.act.subj.
16:7 aor.act.subj.
16:24 perf.pas.per.
subj.
16:30 pres.act.subj.
16:32 aor.pas.subj. y
aor.act.subj.
16:33 pres.act.subj.
17:1 aor.act.subj.
17:2 aor.act.subj.
(otro texto tiene
fut.act.ind.)
explica ἐξουσίαν
17:3 pres.act.subj.;
explica αὕτῃ
17:4 aor.act.subj.
17:11 pres.subj.
17:12 aor.pas.subj.
17:13 pres.act.subj.
17:19 perf.pas.
perifr.subj.
17:22 pres.subj.
17:26 pres.subj.
18:9 aor.pas.subj.
18:28 aor.pas.neg.
subj. y aor.act.
subj.
18:32 aor.pas.subj.
18:36
aor.pas.neg.subj.
18:37 aor.act.subj.
18:39 aor.act.subj.;
explica συνήθεια
19:4 aor.act.subj.
19:16 aor.pas.subj.
19:24 aor.pas.subj.
19:28 aor.pas.subj.
19:35 pres.act.subj.
19:36 aor.pas.subj.
19:38 aor.act.subj.
20:31 (a) pres.act.
subj.
1:15
1:16
1:17
1:20
1:30
1:32
1:34
1:50(a)
1:50(b)
2:17
2:18
2:22
2:25
3:2
3:7
3:11
3:18
3:19
3:21
3:23
3:28(a)
3:28(b)
3:33
4:1 (a)
4:1 (b)
4:17
4:19
4:20
4:21
4:22
4:25
4:27
4:35(b) 4:35(a)
4:37
4:39
4:42(a)
4:42(b)
4:44
4:47
4:51
4:52
4:53
5:6
5:15
5:16
5:18
5:24
5:25
5:27
5:28
5:30
5:32
5:36
5:38
5:39
5:42
5:45
6:2
6:5
6:14
6:15
6:22(a)
6:22(b)
6:24
6:26(a)
6:26(b)
6:36
6:38
6:41
6:42
6:46
6:61
6:65
6:69
7:1
7:7(a)
7:7(b)
7:8
7:12
7:22
7:23
7:26
7:29
7:30
7:35
7:39
«7:40»
7:42
7:52
8:14
8:16
8:17
8:20
8:22
8:24(a)
8:24(b)
8:27
8:28
8:29
8:33
8:34
8:37(a)
8:37(a)
8:43
8:44(a)
8:44(b)
8:45
8:47
8:48
8:52
8:54
8:55
9:8
9:9 (a)
9:9 (b)
9:11
9:16
9:17(a)
9:17(b)
9:18
9:19
9:20(a)
9:20(b)
9:22
9:23
9:24
9:25
9:29
9:30
9:31
9:32
9:35
9:41
10:4
10:5
10:7
10:13
10:17
10:26
10:33
10:34
10:36(a)
10:36(b)
10:38
10:41
11:6
11:9
11:10
11:13
11:15
11:20
11:22
11:24
11:27
11:31(a)
11:31(b)
11:40
11:41
11:42(a)
11:42(b)
11:47
11:50
11:51
11:56
12:6(a)
12:6(b)
12:9
12:11
12:12
12:16
12:18
12:19
12:34(a)
12:34(b)
12:39
12:41
12:49
12:50
13:1
13:3 (a)
13:3 (b)
13:11
13:19
13:21
13:29
13:33
13:35
14:2
14:10
14:11
14:12
14:17(a)
14:17(b)
14:19
14:20
14:22
14:28(a)
14:28(b)
14:28(c)
14:31
15:5
15:15(a)
15:15(b)
15:18
15:19
15:21
15:25
15:27
16:3
16:4 (a)
16:4(b)
16:6
16:9
16:10
16:11
16:14
16:15
16:17
16:19(a)
16:19(b)
16:20
16:21(a)
16:21(b)
16:26
16:27(a)
16:27(b)
16:30(b)
16:30(b)
16:32
17:7
17:8(a)
17:8(b)
17:8(c)
17:9
17:14
17:21
17:23
17:24
17:25
18:2
18:8
18:9
18:14
18:18
18:37
19:4
19:7
19:10
19:20
19:21
19:28
19:35
19:42
20:9
20:13
20:14
20:15
20:18
20:29
20:31
21:4
21:7
21:12
21:15
21:16
21:17(a)
21:17(b)
21:23(a)
21:23(b)
21:24
V. Tema y divisiones
El tema es dado en 20:31: Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios. Hay una división clara al final
del capítulo 12. Cristo se aparta de las multitudes y se retira al círculo íntimo de sus
discípulos.
Se pueden presentar buenos argumentos en favor de distintas subdivisiones dentro de
cada una de estas dos partes principales. Preferimos lo siguiente:
Los primeros seis capítulos constituyen una unidad extensa. Proclaman al glorioso Hijo
de Dios que vino como hombre, se presenta revelándose a sí mismo a círculos cada vez
más amplios, y entonces es rechazado, primero en Judea (capítulo 5) y luego en Galilea
(capítulo 6). Estos capítulos (después del Prólogo, 1:1–18) abarcan varios grandes sucesos
y discursos que pertenecen a un período de aproximadamente dos años y cuatro meses; o
sea, desde diciembre del año 26 a la Pascua del año 29. Sigue un período de medio año (El
Ministerio del Retiro, de la Pascua a la Fiesta de los Tabernáculos) acerca del cual Juan
calla.
Los capítulos 7–10 constituye otra unidad. Relatan sucesos y discursos que ocurrieron
durante el período de octubre a diciembre del año 29 (de la Fiesta de los Tabernáculos a la
Fiesta de la Dedicación). La conclusión del capítulo 10 indica que estamos de nuevo frente
a una división natural (véase 10:40–42). Esta subdivisión describe al Hijo de Dios haciendo
un tierno llamamiento a los pecadores y al mismo tiempo reprendiendo a sus enemigos
cuyo odio y siniestro empeño respecto a él van creciendo paulatinamente.
Los capítulos 11 y 12 forman la tercera y última subdivisión dentro de la primera
división principal. El Verbo se presenta como revelándose a sí mismo con claridad por
medio de dos poderosos hechos: La resurrección de Lázaro y la entrada triunfal en
Jerusalén. Esta sección nos lleva al comienzo de la Semana de la Pasión. Como ya se
indicó, el párrafo final del capítulo 12 (véase sobre todo el versículo 37) forma una
conclusión natural de toda la primera parte del Evangelio.
La segunda parte, capítulos 13–21, puede ser facilmente dividida en cuatro secciones.
Estas son:
El capítulo 13 es independiente, aunque constituye una introducción natural a los
discursos en el Aposento Alto. Pero aquí en el capítulo 13, a diferencia de los capítulos 14–
17, tenemos material narrativo. Hay acción, intercalada con conversación dramática.
Vemos al Maestro y a sus discípulos en la Cena. El promulga e ilustra su nuevo
mandamiento de que deben amarse unos a otros como él los amaba. El relato referente a
la negación de Pedro, que aparece en los versículos finales de este capítulo (13:36–38, la
predicción), continúa más adelante (en 18:15–18 y versículos 25–27, el cumplimiento de la
predicación). Entre esta predicción y su cumplimiento está la unidad de los capítulos 14–
17.
Los capítulos 14–17 están claramente interrelacionados. Contienen los discursos de la
Cena y la Oración Sacerdotal. El Señor instruye tiernamente a sus discípulos y en su
oración pone al cuidado de su Padre a sí mismo, a ellos, y a aquellos que llegarán a creer
por medio de la palabra de los discípulos.
En los capítulos 18 y 19 se describe a Cristo muriendo como sustituto de su pueblo. Es
evidente, por supuesto, que también esta sección constituye una unidad.
La subdivisión final abarca los capítulos 20 y 21: la resurrección y las apariciones.
Hemos dividido el cuarto Evangelio en dos grandes divisiones y siete subdivisiones,
tres en la primera división principal y cuatro en la segunda. Si bien no pretendemos más
mérito para este bosquejo sino el hecho de que es natural, como se ha indicado, y fácil de
recordar, sin embargo, resulta interesante observar que el apóstol Juan, escritor del
cuarto Evangelio y del Apocalipsis, tiene preferencia por esta clase de distribución. En el
Apocalipsis también subdivide a veces los conjuntos de siete en dos grupos, con tres
elementos en el primero y cuatro en el segundo o viceversa. (Véase nuestro Más que
Vencedores, Grand Rapids, reimpreso 1977, pp. 19 y 68.) De hecho, el libro de Apocalipsis
también se divide exactamente en la misma manera. Adviértase el paralelismo:
Evangelio de Juan Jesús, el Cristo, el Hijo de Libro de Apocalipsis El triunfo de Cristo y su
Dios iglesia sobre Satanás y los suyos
A. Se revela a sí mismo a círculos cada vez A. Cristo en medio de los siete candelabros
más amplios, es rechazado de oro
C. Se manifiesta como el Mesías por medio C. Las siete trompetas del juicio
de dos poderosas obras, es repudiado
1
Hendriksen, W. (1981). Comentario al Nuevo Testamento: El Evangelio según San Juan
(pp. vii–70). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.