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Cretácico

tercer y último periodo y sistema de la era


y eratema Mesozoico

Era[1] ​ Período Millones años

Cretácico 145,0

Mesozoica Jurásico 201,3 ±0,2

Triásico 251,0 ±0,4

El Cretácico, o Cretáceo, es una división de la escala temporal geológica que pertenece a la Era
Mesozoica; dentro de esta, el Cretácico ocupa el tercer y último lugar siguiendo al Jurásico.
Comenzó hace 145 millones de años y terminó hace 66 millones de años.[2] ​Con una duración
de unos 79 millones de años, es el período Fanerozoico más extenso, y es, incluso, más largo
que toda la Era Cenozoica. Su nombre proviene del latín creta, que significa "tiza",[3] ​y fue
definido como un período independiente por el geólogo belga Jean d'Omalius d'Halloy en 1822,
basándose en estratos de la cuenca parisina (Francia).[4] ​

El Cretácico está dividido en dos grandes subunidades: Cretácico inferior y Cretácico superior.

La vida en mares y tierra aparecía como una mezcla de formas modernas y arcaicas, sobre todo
de ammonites. Como ocurre con la mayoría de las eras geológicas, el inicio del período es
incierto por unos pocos millones de años. Sin embargo, la datación del final del período es
relativamente precisa, pues esta se hace coincidir con la de una capa geológica con fuerte
presencia de iridio, que parece coincidir con la caída de un meteorito en lo que ahora
corresponde con la península de Yucatán y el golfo de México. Este impacto pudo provocar la
extinción masiva que ocurrió al final de este período, conocida como el evento K/Pg. Este
acontecimiento marca el fin de la Era Mesozoica.

A mediados del Cretácico, se dio la formación de más del 50 % de las reservas mundiales de
petróleo que se conocen en nuestros días, de las cuales se destacan las concentraciones
localizadas en los alrededores del golfo Pérsico y en la región entre el golfo de México y la costa
de Venezuela.

Una escena del Cretácico.

Estratos en el límite Cretácico-Terciario en Alberta.

Divisiones
A continuación se indican las edades o pisos, ordenados «estratigráficamente», con las más
recientes arriba y las más antiguas abajo:[5] ​

Inicio, en

Era
Periodo
Época
Edad

Eventos relevantes millones

Eratema Sistema Serie Piso


de años

Maastrichtiense Proliferan las plantas con flor y 72,1±0,2


nuevos tipos de insectos.
Campaniense Empiezan a aparecer peces 83,6±0,2
teleósteos más modernos. Son
Santoniense 86,3±0,5
Superior /
comunes ammonites, belemnites,
Tardío Coniaciense bivalvos rudistas, equinoides y 89,8±0,3
esponjas. Varios tipos de
Turoniense 93,9
dinosaurios (como tiranosáuridos,
Cenomaniense titanosáuridos, hadrosáuridos, y 100,5
Cretácico ceratópsidos) evolucionaron en
Albiense tierra, así como los cocodrilos ~113,0
Mesozoico
modernos; mosasaurios y
Aptiense ~125,0
tiburones modernos aparecieron en
Barremiense el mar. Las aves primitivas ~129,4
Inferior /
remplazaron gradualmente a los
Temprano
Hauteriviense ~132,9
pterosaurios. Aparecieron

Valanginiense monotremas, marsupiales y


~139,8
mamíferos placentarios. Ruptura
Berriasiense de Gondwana. ~145,0

Jurásico 201,3±0,2

Triásico 252,17±0,06

Estratigrafía

Península ibérica

En la península ibérica, el Cretácico es el período mesozoico que posee mayor extensión. En


algunas zonas, la franja sedimentaria puede alcanzar hasta 2 kilómetros de grosor.[6] ​Los
sedimentos que pertenecen al Cretácico inferior suelen ser detríticos (pudingas y areniscas);
hacia la mitad del periodo aparecen margas, y finalmente se les unen calizas lacustres. En la
Comunidad Valenciana, los dominios son los siguientes:

Catalánides y Maestrat: Estos dos dominios son similares. En el Cretácico inferior aparece
sedimentación asociada a zonas de fracturación. Según se avanza por el período, aparecen
terrígenos, calizas, dolomías y, de nuevo, terrígenos.

Ibérica Suroccidental: Dentro de sus límites se encuentra el Macizo Valenciano.

Prebético: En la zona externa aparecen terrígenos del Cretácico inferior. Hacia final del
período se produce un hundimiento de la zona interna, mientras que la externa emerge.

Subbética: Los sedimentos están mal representados.

En el Pirineo catalán, se ha establecido correlación entre el Cretácico inferior del anticlinal de


Bóixols - Muntanya de Nargó y la Roca de Narieda. Al sur del primero aparecen varios episodios
de compresión a partir del Campaniense.[7] ​

Norteamérica

En las Montañas Rocosas (Estados Unidos), los sedimentos cretácicos se presentan de manera
alterna con origen marino o terrestre. A lo largo del margen occidental casi ninguno de los
sedimentos que posee es marino.[8] ​En las Montañas Talkeetna (Alaska), los estratos
cretácicos tampoco son marinos.[9] ​

Las sierras del suroeste del estado de Nuevo León (México) se constituyen a partir de rocas
marinas que van desde el Jurásico superior hasta el Cretácico superior.[10] ​En esta zona,
abundan los terrígenos del Cretácico superior. La secuencia estratigráfica de la parte sur del
Cañón de la Boca es:

Calizas del Aptiense.

Calizas del Albiense y un paleoambiente de talud superior.

Calizas y lutitas alternadas del Cenomaniense y un paleoambiente de talud.

Calizas arcillosas y lutitas del Turoniense y paleoambiente de cuenca.

Lutitas y calizas del Coniaciense y paleoambiente de cuenca.[11] ​

Sudamérica
En la zona más meridional de América del Sur, se produjeron grandes eventos tectónicos, en
parte debido a una compresión.[12] [13]
​ [14] ​Una localización bien conocida es la bahía Thetis, en
los Andes argentinos. Aquí se reconocen tres formaciones:

Bahía Thetis: Fangolitas, turbiditas arenosas y conglomerados del Maastrichtiense. Existen


una gran cantidad de ammonites y foraminíferos.

Policarpo: Fangolitas del Maastrichtiense-Daniense.

Tres Amigos: Conglomerados, areniscas y fangolitas del Paleoceno.[15] ​

Paleogeografía

Durante el Cretácico, el nivel de los mares estaba en continuo ascenso. Este crecimiento llevó al
nivel del mar hasta cotas jamás alcanzadas anteriormente, incluso zonas anteriormente
desérticas se convirtieron en llanuras inundadas. En su punto máximo, solamente un 18 % de la
superficie de la Tierra estaba sobre el nivel de las aguas (hoy en día la superficie emergida es
del 29 %).

El supercontinente Pangea se fue dividiendo durante el Mesozoico para dar lugar a los
continentes actuales, aunque con posiciones sustancialmente diferentes. A principios del
Cretácico existían dos supercontinentes: Laurasia y Gondwana, separados por el mar de Tetis. A
finales del Cretácico los continentes comienzan a adquirir formas semejantes a las actuales. La
progresiva separación de los continentes (o de las placas tectónicas por la deriva continental)
fue acompañada por la formación de amplias plataformas y arrecifes.

El sistema de fallas del Jurásico inferior había separado Europa, África y el continente
norteamericano, aunque estas masas permanecieron próximas entre sí.[16] ​La India y
Madagascar se estaban alejando de la costa oriental africana. En la India se produjo un episodio
de vulcanismo masivo entre finales del Cretácico y principios del Paleoceno. La Antártida y
Australia, todavía juntas, se alejaron de Sudamérica y derivaron hacia el este. Estos
movimientos crearon nuevas vías marinas, entre ellas los primitivos Atlántico septentrional y
meridional, así como el mar Caribe y el océano Índico.
Mapa de los canales marinos de Norteamérica.

Mientras el Atlántico se ampliaba, las orogenias que habían empezado durante el Jurásico
continuaron en la cordillera de Norteamérica, mientras que la Orogenia Nevada fue seguida por
otras orogenias como la Orogenia Laramide. Una importante masa de agua se extendía desde
las aguas del Polo Norte hasta la península de Yucatán y México. Otra vía marina cruzó África a
través de la región del Sahara central. El mar de Tetis, que anteriormente limitaba con el sur de
Europa, creció hasta cubrir las islas británicas, Europa central, el sur de Escandinavia y la Rusia
europea.

El efecto de todo ello fue la división de la Tierra en doce o más masas de tierra aisladas, lo cual
favoreció el desarrollo de faunas y floras endémicas. Estas poblaciones producto de su
aislamiento en los continentes insulares del Cretácico superior, evolucionaron hasta generar
gran parte de la actual diversidad de la vida terrestre actual. En las regiones cretácicas de
latitudes superiores a los 50º tanto meridionales como septentrionales se originaron enormes
yacimientos de carbón. En el intervalo comprendido entre hace 120 y 75 millones de años, el
mar de Tetis rebosaba de microplancton que se convirtió en petróleo (más de la mitad de las
reservas petrolíferas mundiales conocidas corresponden a yacimientos originados en Tetis,
como el golfo Pérsico, el norte de África, el golfo de México y Venezuela). También destacó la
fragmentación y destrucción de conchas y rocas en la evolución de la bioerosión.

Paleoclimatología
Isotermas en el mapamundi Cretácico. La temperatura media era de unos 5 °C mayor que la actual.

Las temperaturas ascendieron hasta alcanzar su máximo punto hace unos 100 millones de
años, en los cuales no había prácticamente hielo en los polos. Los sedimentos muestran que las
temperaturas en la superficie del océano tropical debieron haber sido entre 9 y 12 °C más
cálidas que en la actualidad, mientras que en las profundidades oceánicas las temperaturas
debieron ser incluso 15 o 20 °C mayores.[17] ​En realidad el planeta no debió de ser mucho más
cálido que en el Triásico o el Jurásico, pero el gradiente de temperatura entre los polos y el
ecuador debió de ser más suave; esto produjo que las corrientes de aire del planeta amainaran,
contribuyendo a reducir las corrientes oceánicas y por tanto a océanos más estancados que
hoy, evidenciados por extensas deposiciones de pizarra.[18] ​Después del Cretácico medio las
temperaturas iniciaron un lento descenso que fue acelerándose progresivamente y, en los
últimos millones de años del período, la media de las temperaturas anuales del oeste
norteamericano había disminuido desde los 20 °C hasta los 10 °C.

Paleozoología

Durante el Cretácico, varias clases de reptiles llegaron a su apogeo, especialmente los


dinosaurios, que habitaron por aquel entonces todas las regiones del planeta. Al finalizar el
período la mayoría de la fauna, tanto terrestre como marina, sufrió la extinción masiva del K-T.

Paleozoología marina
Clidastes, un mosasáurido.

Al final del Cretácico, el plancton oceánico había evolucionado hasta adquirir un carácter
completamente moderno. Las diatomeas originadas en el Jurásico e incluso mucho antes,
experimentaron su gran expansión en el Cretácico medio, junto con dinoflagelados. Lo mismo
ocurre en los mares cálidos con el nanoplancton calcáreo y los foraminíferos planctónicos
(globigerinas), que habían aparecido en el Jurásico. A partir de este momento el nanoplancton
ha contribuido en cantidades inmensas a la formación de los sedimentos calcáreos conocidos
con el nombre de creta. Por encima del lecho nadaban los ammonites, belemnites y peces de
varios tipos con una nueva generación de reptiles acuáticos. Los ictiosaurios habían
desaparecido prácticamente a finales del Cretácico inferior,[19] ​y su lugar fue ocupado por
nuevos tiburones de gran tamaño y por grandes teleósteos como el Xiphactinus, que medía
entre 2 y 4 metros de longitud. Estos a su vez coexistían con grandes tortugas marinas como
Archelon, de más de 3 metros de longitud y con unas aletas que, extendidas ambas, superaban
la longitud del animal. Eran también comunes las rayas. Entre los reptiles, los elasmosáuridos,
un grupo de plesiosaurios de cuello largo, alcanzaban longitudes de hasta 12 metros. Los
mosasaurios, que alcanzaban hasta longitudes de 17 metros, eran considerados los más
feroces depredadores marinos en el Cretácico superior. Se trataba de grandes lagartos (los
mayores que han existido) emparentados con las actuales serpientes (aunque durante mucho
tiempo se los ha relacionado con los varanos). Los mosasaurios poseían largas mandíbulas con
dientes afilados, juntas a un cuerpo delgado y extenso con extremidades en forma de paleta.
Debían alimentarse de peces, aunque se han hallado fósiles de ammonites con marcas de
hileras dentales que encajan exactamente con el modelo de dentición de ciertos mosasaurios.
Jeletzkytes (Ammonoidea)

Belemnitella (Belemnoidea)

Ostras (Bivalvia)
Tusoteuthis (Cephalopoda)

Xiphactinus (Actinopterygii)

Archelon (Testudines)
Mosasaurus (Squamata)

Libonectes (Plesiosauria)

En cuanto al bentos, comenzó a ofrecer un aspecto moderno, y continuó la decadencia de los


braquiópodos. Asteroidea y Hexacorallia siguieron su diversificación y los foraminíferos
bentónicos ya tenían una diversidad similar a la actual. Dentro de Bryozoa se produce una gran
expansión de los queilostomados incrustantes, con más de 100 géneros. Los neogasterópodos
se difundieron con rapidez, y casi todos sus miembros estaban dotados de nuevas capacidades
predatorias (la de perforar conchas y succionar la carne contenida en ellas, la de emponzoñar a
sus víctimas, o tragarse enteros a peces pequeños). Otros predadores eran los crustáceos,
representados en el Jurásico por criaturas semejantes a la langosta y que en el Cretácico están
constituidos por verdaderos cangrejos y langostas (abrían las conchas forzándolas con sus
pinzas, como los actuales). Los bivalvos se enterraban cada vez más profundamente en el
sedimento para escapar de predadores, o bien desarrollaron conchas muy macizas o espinas
para disuadirlos. Un grupo de bivalvos, los inocerámidos, poseía conchas de casi 1,8 metros de
longitud. Durante un tiempo, la capacidad de los corales para construir arrecifes fue
prácticamente igualada por los rudistas (bivalvos ostreidos con conchas cónicas de hasta 1 m
de altura). Se fijaban a una superficie dura del fondo aglutinándose entre ellos y llegando a
formar inmensos arrecifes en todos los mares del mundo. Con toda probabilidad estas densas
construcciones les protegían de ser devorados.

Paleozoología aérea

Los pterosaurios cretácicos desarrollaron gran variedad de formas que siguieron unas
determinadas tendencias.

Tamaño en aumento a lo largo del Cretácico.

Pérdida progresiva de los dientes.

Ahuecamiento de los huesos de las partes no sometidas a los principales esfuerzos.

Destaca especialmente Pteranodon. Las aves fósiles en el Cretácico son raras, excepción hecha
de descubrimientos aislados procedentes del Cretácico inferior de un pájaro chino descrito en
1992, y de los españoles (1988-1992) Iberomesornis[20] ​y Concornis del Cretácico inferior de
Cuenca.
Ornithocheirus (Pterosauria)

Pteranodon (Pterosauria)
Ichthyornis (Aves)

Iberomesornis (Aves)

Los mamíferos todavía eran un componente pequeño y relativamente menor de la fauna. Por
supuesto, los reptiles arcosaurios, sobre todo los dinosaurios tuvieron un lugar muy importante
en el Cretácico. De hecho, fue el periodo en el que mayor auge y desarrollo alcanzaron. Los
principales yacimientos de dinosaurios se encuentran en las Facies Wealden (Cretácico inferior)
y en la formación Nemegt del Cretácico Superior en Mongolia, en la homónima cuenca de
Nemegt, en el desierto del Gobi. El Wealden incluye amplias extensiones de sedimentos
continentales y lacustres que se extienden por el sureste de Inglaterra y de la isla de Wight
aunque también está ampliamente representado en el norte de España. En el plano ambiental
era una región dominada por helechos, atravesada por cursos de agua en cuyas riberas crecían
cícadas y que desembocaban en pantanos y lagunas. Los dinosaurios dominantes en la zona
eran los ornitópodos, un grupo surgido a finales del Jurásico. También habría saurópodos,
aunque más escasos. En la península ibérica son abundantes los yacimientos de icnitas siendo
mucho menos importantes los restos de dinosaurios aunque recientemente están apareciendo
numerosos restos (Teruel, Valencia, La Rioja). En La Rioja aparece uno de los mayores
yacimientos del mundo de huellas tanto de terópodos carnívoros como ornitópodos herbívoros.

Los dinosaurios del Cretácico

Durante esta época los dinosaurios alcanzaron una gran radiación adaptativa. Es por ello que
existían una gran cantidad de especies con modos de vida y morfologías muy dispares.

Ornitópodos: La gran difusión de los ornitópodos a lo largo del Cretácico, así como su
diversidad entre las distintas faunas autóctonas, constituyen indicios del éxito que
alcanzaron. En el Cretácico inferior nos encontramos con Iguanodon e Hypsilophodon.
Iguanodon era el más común de los grandes ornitópodos. Era un bípedo (aunque ha existido
cierta controversia histórica a este respecto) de 10 metros de longitud, con el cráneo similar
al de un caballo, con largas mandíbulas y ojos en posición muy posterior. Sus mandíbulas
estaban armadas con seres de dientes reemplazables, lo cual mantenía joven su dentición
trituradora. La zona anterior de la boca estaba desprovista de dientes y presentaba una
estructura ósea, instrumento de precisión para cortar hojas y otra vegetación. El verdadero
progreso radicaba en su capacidad de masticar. En general caminaba sobre dos patas, lo que
le permitía alcanzar las capas altas de los árboles, pero también podía desplazarse sobre
cuatro patas, a juzgar por la morfología de sus manos (las garras son en realidad pequeñas
pezuñas). La uña del pulgar, en cambio, es una larga y afilada púa,[21] ​tan distinta de las
demás que cuando fue hallada, en el siglo pasado, se identificó como un cuerno nasal. Quizá
se trataba de un arma de utilidad contra los depredadores. Hypsilophodon es el segundo
dinosaurio más frecuente del Wealden. Era un pequeño animal (de 3 a 5 metros de longitud)
con piernas diseñadas para correr velozmente y una rígida cola, que le equilibraba durante la
carrera.
Hypsilophodon

Maiasaura

Los hadrosaurios eran grandes, de 10 a 15 metros de longitud, y todos poseían cuerpos que
básicamente se ajustaban al modelo de los iguanodóntidos. La parte anterior del hocico es
aplanada, con la típica forma de pico de pato, y los dientes están dispuestos en múltiples
hileras, alcanzando a menudo los 500 dientes por segmento mandibular. Muchos
hadrosaurios presentaban proyecciones de los huesos nasales y premaxilares del cráneo que,
dirigidas hacia atrás, se traducían en una amplia variedad de crestas (algunas en forma de
placa, otras de tubo, otras de púa). En los hadrosaurios, el aire de los conductos nasales y
premaxilares discurría por el interior de la cresta, que a menudo sufría torsiones o giros. La
función de estas crestas era proporcionar indicaciones tanto visuales como sonoras.
Destacaron Maiasaura y Parasaurolophus.
Los ceratópsidos vivieron en Norteamérica y Asia, y tenían una cabeza grande y picuda, que
vista desde arriba tenía forma triangular, presentaban un número variable de cuernos y un
escudo óseo que protegía la región de los hombros y que también constituía el plano de
inserción de la poderosa musculatura mandibular. Los mayores ceratópsidos alcanzaron los 9
metros de longitud, con cuernos de casi 1 metros y pesos de hasta 6 toneladas como
Triceratops, hallado en el oeste de Norteamérica. También destacó Protoceratops.
Los paquicefalosaurios eran otro grupo de ornitópodos bípedos con gruesos cráneos. Están
muy extendidos en el Cretácico superior de Norteamérica y Asia. Stegoceras sólo medía 2
metros de longitud, aunque su bóveda craneana era excepcionalmente gruesa (25
centímetros, casi la mitad de la longitud del cráneo). Se ha sugerido que los
paquicefalosaurios luchaban entre sí por el apareamiento de una forma parecida a la de los
carneros y otros herbívoros semejantes. También destacó Pachycephalosaurus.

Protoceratops

Triceratops
Pachycephalosaurus

En el Cretácico tardío se diversificaron los anquilosaurios, que habían aparecido en el


Jurásico. Estaban estrechamente relacionados con los estegosaurios, y eran con frecuencia
animales de gran tamaño, de hasta 10 metros de longitud y 6 toneladas de peso. Se
especializaron en el blindaje, con presencia de placas ódeas bajo la piel del dorso, cuello, cola
y flancos, así como de refuerzos óseos en el cráneo, e incluso de «postigos» óseos por
encima de los ojos. Poseían pequeños cuernos óseos en la cabeza y variadas pautas de
espinas, también óseas, dispuestas sobre el dorso. Los anquilosaurios más tardíos también
poseían una masa de hueso fusionado en el extremo de la cola que debía ejercer la función
de una pesada maza oscilante, que podía golpear las piernas de un atacante mientras el
animal se mantenía pegado al suelo.
Terópodos: Entre los terópodos carnívoros podríamos incluir diversas formas. En 1983, el
descubrimiento de Baryonyx llevó al reconocimiento de un nuevo grupo de carnívoros en este
animal, conocido por un solo esqueleto. El rasgo más destacado es su inmensa garra en
forma de hoz. La garra de Baryonyx medía 30 centímetros, más que considerable para un
animal de 9 metros. Curiosamente, aún no está claro si la garra estaba unida a la mano o al
pie. En la región de su caja torácica, fueron halladas escamas de pez, de lo que se deduce que
era piscívoro. El desarrollo de garras curvas, especialmente diseñadas para destripar a las
presas, parece haberse dado de forma independiente en un cierto número de terópodos.
Tyrannosaurus rex (Norteamérica) y el mongol Tarbosaurus, muy semejante al anterior, eran
probablemente los máximos depredadores.[22] ​Tyrannosaurus fue el mayor carnívoro terrestre
de su tiempo, solo ligeramente superado por Giganotosaurus y Spinosaurus. El tiranosaurio
alcanzaba una longitud de trece metros, una altura de 4,8 metros y un peso de 5 toneladas. En
sus mandíbulas se alineaban dientes de 15 centímetros de longitud. Las patas traseras de
Tyrannosaurus eran muy fuertes y macizas, con tres dedos en cada pie. Sus brazos, en
cambio, parecen casi ridículos: extremadamente delgados y tan cortos que no llegaban a la
boca, y con solo dos dedos. La sólida cabeza no presenta el sistema de ahorro de peso
observado en otros carnívoros, y parece estar diseñada para golpear. Un depredador tan
grande no podía correr velozmente durante mucho tiempo. Seguramente se alimentaba de
grandes herbívoros a los que tendía emboscadas, o bien de animales ya debilitados o
muertos.

Baryonyx

Tyrannosaurus
Tarbosaurus

Carnotaurus

Spinosaurus
Velociraptor

Deinonychus

Oviraptor

Otros grandes carnívoros fueron Carnotaurus y Spinosaurus. También existieron terópodos


depredadores de menor talla (Velociraptor, Deinonychus, Oviraptor, Gallimimus, Avimimus). Al
parecer, todos los dinosaurios del clado Maniraptora y quizás algún otro grupo de Theropoda
tenían plumas o protoplumas. Las aves fueron los únicos dinosaurios que sobrevivieron al
final del Cretácico.

Paleobotánica

Pocos cambios han afectado de forma tan profunda al paisaje y a la ecología de la Tierra como
la llegada de las angiospermas. Sin embargo, durante el Cretácico inferior, las gimnospermas
seguían dominando. El único grupo que seguía prosperando era el de las coníferas. Las cícadas
y los ginkgos estaban ya en decadencia y las bennettitales afrontaban su inminente extinción.
Las angiospermas aparecieron en algún momento del Cretácico inferior, iniciando una
progresiva difusión y diversificación que las ha conducido hasta sus actuales 250 000 especies,
en contraste con las 550 especies de coníferas existentes. A diferencia de las gimnospermas,
portadoras de semillas desnudas, las angiospermas encierran sus semillas en el interior de un
ovario, que las protege de las infecciones fúngicas, de la desecación y del ataque de los
insectos. Los fósiles de angiospermas más antiguos datan del Cretácico inferior, hace unos
130-120 millones de años: Consisten en granos de polen llamados Clavatipollenites,
procedentes de Wealden, al sureste de Inglaterra. El polen y las hojas se hicieron más
frecuentes hace unos 120-100 millones de años. En el este de Norteamérica, Rusia e Israel, han
sido extraídas varias flores y frutos de angiospermas primitivas muy bien conservadas,
relacionadas aparentemente con las modernas magnolias y sicomoros.

Gráfico que correlaciona el aumento de helechos polipodiales con el auge de las angiospermas.
Durante el Cretácico superior (en el Campaniense) habían hecho su aparición unas 50 de las
familias modernas (de un total de 500), entre las cuales se contaban las hayas, higueras,
abedules, acebos, magnolias, robles, palmeras, sicomoros, nogales y sauces. El polen y las
hojas son los fósiles más comunes. Los niveles de polen angiospérmico aumentaron desde el
1 % del contenido total de polen hasta 40 % tan solo en 20 millones de años, lo que demuestra el
desenfrenado crecimiento de las plantas con flores. Las hojas inicialmente eran pequeñas de
nervadura irregular y bordes lisos y sencillos. En el Cretácico superior eran más grandes y con el
margen serrado o lobulado, y las nervaduras presentaban patrones mucho más regulares. Los
primeros hábitats de las angiospermas parecen haber sido áreas fuertemente perturbadas por
corrientes o inundaciones. Los matorrales, malas hierbas con rápido crecimiento y pequeños
arbustos, pudieron dominar estos medios, si eran capaces de producir semillas con rapidez. Las
coníferas tienen el grave problema de que, después de la fertilización, tienen que esperar el paso
del invierno antes de liberar sus semillas por lo que necesitan dos años para germinar. Tal vez el
paso de dinosaurios migratorios, con el consiguiente pisoteo y fertilización a que se sometían al
suelo, favoreciera el desarrollo oportunista de hierbas y matorrales.

Interacción dinosaurio-planta

Las plantas jurásicas habían desarrollado sistemas de defensa contra los dinosaurios
ramoneadores que devoraban la vegetación de las capas altas (saurópodos y estegosaurios).
Las gimnospermas desarrollaron espinas, venenos o sabores desagradables para protegerse de
la destrucción de sus capas altas por la abundancia de ramoneadores, aunque sus vástagos, a
ras del suelo, no necesitaban tal protección. La extinción de los ramoneadores de capas altas y
la aparición de eficientes especies devoradores de plantas bajas, propició la evolución de
plantas capaces de crecer y generar semillas con rapidez para perpetuar sus especies. Las
angiospermas tenían esta capacidad y las gimnospermas no; por tanto, los nuevos dinosaurios
pacedores habían provocado la aparición de las angiospermas. Otros expertos contemplan este
proceso justo a la inversa, es decir, fue la difusión de las angiospermas la que habría favorecido
la aparición de herbívoros pacedores especialistas de capas bajas a expensas de los
ramoneadores de capas altas. Todavía no se ha aclarado cuál de las dos teorías se aproxima
más a la verdad.

Polinización
Melittosphex burmensis, la abeja fósil más antigua, en ámbar birmánico del Cretácico.

Las plantas con flores no aparecen hasta el Cretácico, y las primeras no tenían pétalos. Su
desarrollo seguramente fue posible por su asociación con los insectos. Se puede decir que
insectos y plantas coevolucionaron. Es probable que los escarabajos polinizaran algunos
vegetales considerados próximos al ancestro de las angiospermas, como las bennettitales,
cuyos órganos reproductores, semejantes a una flor, podían atraer a los polinizadores mediante
perfumes o pálidos colores, «entrenando» así a ciertos insectos en la respuesta a este tipo de
señuelos. Otros insectos polinizadores del Jurásico y Cretácico temprano pudieron pertenecer a
los dípteros, himenópteros o ser incluso pequeñas mariposas nocturnas. Algunos de los
insectos mejor conocidos del Cretácico inferior provienen del Wealden del sureste de Inglaterra
e incluyen libélulas, cucarachas, grillos, chinches, escarabajos, moscas, avispas y termitas entre
otros. Algunos himenópteros tienen granos de polen en su interior, lo que prueba que aquel
formaba parte de su dieta y los pelos especializados de las patas de las avispas esfécidas,
surgidas en el Cretácico inferior, demuestran actividad polinizadora. También se han encontrado
insectos excepcionalmente conservados en el Cretácico inferior de Baissa (Siberia).

La primera abeja cretácica no fue descubierta hasta 2006 por George Poinar, hijo, en ámbar
procedente de Birmania. Se trata de Melittosphex burmensis. Presenta una combinación de
caracteres de abeja y de avispa.

El ámbar procedente de Nueva Jersey es uno de los yacimientos más importantes pertenece al
Cretácico inferior de Álava y ha proporcionado desde 1996 más de 1500 fósiles de artrópodos
fundamentalmente insectos (55 % dípteros, 24 % himenópteros que incluyen la abeja
Cretotrigona prisca). Las primeras angiospermas seguramente eran polinizadas por diversos
insectos. Las relaciones más selectivas se desarrollaron posiblemente a partir del Cretácico
superior con la aparición de las avispas vespoideas, actualmente polinizadoras de pequeñas
flores de simetría radial. Al final del Cretácico y durante el Terciario, las flores fueron
adaptándose más y más a un solo tipo de insecto polinizador, abejas incluidas. La aparición de
termitas en el Cretácico inferior y la de abejas y hormigas en el superior, indica avances
cruciales en la conducta social de los insectos. El origen de estos insectos sociales, de gran
éxito en la actualidad, podría estar relacionado con la radiación de las angiospermas.

Extinción en masa

Límite K-T (Cretácico-Terciario) en Colorado.

A este acontecimiento del final de Cretácico se le conoce como episodio K-T (o K/T), del alemán
Kreide/Tertiär para Cretácico/Terciario, o K-Pg (de Cretácico-Paleógeno, una vez que el Terciario
ha sido descartado formalmente por la Comisión Internacional de Estratigrafía). La extinción
masiva de finales del período Cretácico exterminó a los dinosaurios, pterosaurios, reptiles
nadadores, plesiosaurios y mosasaurios, Ammonoidea, rudistas e inocerámidos. El
nannoplancton calcáreo y los foraminíferos planctónicos experimentaron pérdidas importantes
pero se recuperaron durante la Era Cenozoica. Sin embargo, no fue mayor que otras extinciones
masivas e incluso fue mucho menos catastrófica que la extinción del Pérmico tardío. Algunos
de los grupos que se extinguen muestran claras pautas de reducción progresiva de la diversidad
durante los últimos 10 millones de años del Cretácico, mientras que otros parecen
desvanecerse completamente justo en el momento de la transición. También hay otros grupos,
como los ictiosaurios, supuestamente extinguidos en el límite K-T, pero que realmente habían
partido mucho antes. Entre los supervivientes se hallan la mayor parte de plantas y animales
terrestres (insectos, caracoles, ranas, salamandras, tortugas, lagartos, serpientes, cocodrilos y
mamíferos placentarios) y la mayoría de invertebrados marinos (estrellas de mar y Echinoidea,
moluscos, artrópodos) y de peces. Durante el Albiense se produjo una intensa extinción de
insectos.

Representación artística del impacto meteorítico en el límite K/T.

Entre las causas se encuentran:

Hipótesis climáticas: Solo resultaron afectadas las faunas tropicales, con extinción de los
rudistas y otros pobladores del mar de Tetis, mientras que las faunas de latitudes elevadas
permanecieron intactas. Una posible causa del enfriamiento la hallamos en los movimientos
tectónicos que estaban separando Australia de la Antártida. Las frías corrientes profundas del
océano meridional habrían sido encauzadas hacia las aguas ecuatoriales, más cálidas, del
mar de Tetis. Las aguas más frías, combinadas con el descenso del nivel del mar, habrían
afectado las temperaturas ecuatoriales, y desprovisto al clima de la influencia moderadora de
los mares cálidos. Los cambios climáticos resultantes de ello generarían condiciones
globales más frías, y climas muy extremos en los interiores continentales.
Topografía de satélite (los colores corresponden a la altura) de la península de Yucatán, en la que se muestra el cráter de
Chicxulub del impacto meteorítico.

Hipótesis extraterrestres: Las hipótesis más extrañas provienen de este grupo. Si bien son
muy numerosas, destaca sobremanera una posible disminución de la radiación solar que
afectó toda la cadena trófica. Otra de estas teorías argumenta que una supernova
relativamente cercana pudo aumentar el nivel de radiación en la Tierra y afectar a todos los
organismos terrestres y acuáticos de la zona fótica.

Impacto meteorítico: Luis Álvarez y Walter Álvarez, a partir de una capa de iridio (formada por
el impacto de un meteorito), esferulitos vítreos y cuarzos fracturados, postularon que apareció
una nube de polvo oscureciendo el globo.[23] ​Posteriormente se repitieron fenómenos de
lluvia ácida, y desapareció el fitoplancton. Las críticas que se hacen a esta teoría es que las
desapariciones no fueron súbitas. Muchas especies atravesaron el límite sin pérdidas. El
fitoplancton calcáreo desaparece cerca de la capa de iridio, a unos 10 000 años. Ammonoidea
desaparece gradualmente de 10 a ninguno en 2 millones de años. Unos 12 millones de años
por debajo de la capa de iridio está el último. Los inocerámidos desaparecen 60 000 años
antes de la capa de iridio.

El balance sobre la extinción K-T indica de momento un empate entre el modelo catastrófico
basado en un impacto y el modelo de enfriamiento global progresivo. Existen pruebas de ambos
y ambos pueden tener importancia. Un tercer conjunto de causas reside en el interior de las
plantas y animales mesozoicos: no se sabe cuáles fueron los rasgos biológicos que
determinaron la muerte de unos y la supervivencia de otros. Todas estas líneas de investigación
y otras convergen en el episodio K-T y forman un gran debate.

Véase también

Era Mesozoica

Geología histórica

Extinción de los dinosaurios

Notas y referencias

1. Los colores corresponden a los códigos RGB aprobados por la Comisión Internacional de
Estratigrafía. Disponible en el sitio de la International Commision on Stratigraphy, en
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Enlaces externos

Wikimedia Commons alberga una galería multimedia sobre Cretácico.

Wikcionario tiene definiciones y otra información sobre Cretácico.

Cretácico (https://web.archive.org/web/20060831195852/http://celestia.albacete.org/celesti
a/deriva/cretaci.htm) La deriva continental (Proyecto Celestia)

http://www.duiops.net/dinos/cretacico.html

UCMP Berkeley Cretaceous page (http://www.ucmp.berkeley.edu/mesozoic/cretaceous/creta


ceous.html)

https://web.archive.org/web/20030919005846/http://homepage.mac.com/uriarte/cretacic
o.html

https://www.webcitation.org/query?
id=1256591525442145&url=www.geocities.com/jmb_2.geo/cretaci_e.html

Datos: Q44626

Multimedia: Cretaceous (https://commons.wikimedia.org/wiki/Category:Cretaceous)

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title=Cretácico&oldid=140589863»

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