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PSICOLOGIA
DECIMO CUATRIMESTRE. C. D.
PSICOLOGIA JURIDICA.
ANTOLOGIA
PSICOLOGIA CRIMINALISTICA.
C41CS18
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Unidad 1: Aspectos fundamentales y generales de la psicología jurídica
Introducción de la psicología jurídica…………………………………………………p.4
Intervención del psicólogo en la administración de la justicia…………………......p.5
Áreas de intervención y delimitación de la psicología en el campo del derecho...p.6
Problemas legales y su análisis psicológico…………………………………………p.7
Personalidad, psicopatología y responsabilidad penal……………………………..p.8
Unidad 2: Psicología criminalística
Teorías biológico-conductuales del delito en la psicología criminalística……….p.10
Criminología y control social o criminología y sociedad…………………………..p.11
Perfil psicológico criminal…………………………………………………………….p.12
Enfermedades mentales con incidencias delictivas……………………………….p.13
Unidad 3: problemáticas legales y su análisis psicológico
Violencia y maltrato intrafamiliar……………………………………………………..p.15
Victimología y agresión sexual……………………………………………………….p.16
Consecuencias psicosociales en las víctimas de
violencia………………………..p.17
Supervisión de practicas en familia y victimas………………………………………
p.18
Informes psicológicos clínicos y
periciales…………………………………………..p.19
Unidad 4: El encarcelamiento y sus alternativas: hacia una reinserción social
La organización social informal de la prisión: subcultura,
carcelaria/habituación..p.21
El ambiente en prisión: la atención recibida por las reclusas y las relaciones
intramuros………………………………………………………………………………p.22
Efectos psicosociales del encarcelamiento…………………………………………p.23
Alternativas psicosociales al encarcelamiento: en busca de a reinserción
social.p.24
Fuentes de
consulta………………………………………………………………….p.25
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unos y otros conceptos. En primer lugar, la revisión de la literatura sugiere que en
los países de habla inglesa se utilizan de forma frecuente los términos: Psicología
Forense (Forensic Psychology) y Psicología Legal (Legal Psychology). En países
de habla castellana, y en parte del continente europeo, se emplea el concepto de
Psicología Jurídica y se le diferencia de sub-áreas como la Psicología
Criminológica o la Forense. En general, la Psicología Forense en el mundo
anglosajón se define como la relación entre la Psicología y la ley. Aunque es de
anotar que esta relación suele circunscribirse a la tarea específica de evaluación
psicológica, con el propósito de asistir a los administradores de justicia (como un
área auxiliar del Derecho).
La psicología jurídica se fundamenta como un campo de estudio multidisciplinario
con un enfoque teórico, explicativo y empírico, que comprende el análisis,
explicación, promoción, evaluación, diagnóstico, prevención, asesoramiento y
tratamiento de aquellos fenómenos psicológicos y sociales que inciden en el
comportamiento jurídico de los individuos en el ámbito del derecho, de la ley y de
la justicia. Asimismo, pretende orientar y asesorar a los órganos judiciales en
materia de conflictos jurídicos, por medio de una intervención mediadora. Este
campo de estudio multidisciplinario, sintetiza en forma armónica numerosas
perspectivas previas, al tiempo que replantea la discusión a campos, situaciones y
personas, en supuestos actuales, diversos y complejos, que incorpora el concepto
de conducta jurídica (acto jurídico o antijurídico que se manifiesta de manera
externa, que se ajusta o contraviene a lo dispuesto en la norma de derecho), que
está influido por normas vigentes y por procesos psicosociales de individuos o
grupos relacionados, establecidos y controlados por el derecho en sus diversas
vertientes, así como aquel los procesos psicosociales que guían o facilitan los
actos y las regulaciones jurídicas, como las creencias, motivaciones y actitudes.
Las investigaciones psicológicas en el campo del derecho, se centran en las
causas sociales y estructurales del delito como producto de una alteración del
individuo en particular. Asimismo, analizan los factores que originan la conducta
jurídica en un proceso penal. Como se puede observar, en las diferentes
definiciones existe un punto en común que da identidad a este ramo de la
psicología: el estudio del comportamiento humano en el ámbito jurídico (contextos
sociales regulados por normas legalmente establecidas). En general, se puede
entender la Psicología Jurídica como un área que, tal como lo explicó, se ha
desarrollado por la necesidad de intervención en determinados ambientes, es
decir, ante demandas sociales específicas, y se ha ido consolidando en un cuerpo
organizado de conocimientos, con un uso cada vez más frecuente del método
científico.
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En todo grupo social y en toda época histórica ha existido la realidad de individuos
que han manifestado sus intereses, necesidades y hasta dificultades en el ajuste
de su comportamiento y adaptación a las normas, por lo cual, en todo momento y
cultura existirán sujetos que en algún momento de sus vidas se encuentren
involucrados en una situación legal. Siendo el ser humano y su conducta un
aspecto obligatorio de estudio y análisis por parte del Derecho y la Psicología, se
establece un punto de conexión e interrelación entre ambas disciplinas científicas,
y es cuando el Derecho en aras de interpretar de una forma más justa la conducta
humana para así sancionarla o no, comienza a demandar diferentes evaluaciones
de situaciones específicas de cuyos conocimientos carecen los operadores de
justicia. Es así como la psicología en respuesta al sistema legal o Administración
de Justicia, da cabida a una nueva rama de conocimientos, donde se delinearán
los conocimientos específicos de los psicólogos que entrarán en auxilio del
Derecho, llamados Psicólogos Forenses. Rama de la psicología general que
desde hace poco sufre un proceso de consolidación dentro del campo del
derecho. En nuestra sociedad actual, es el Estado, en la persona del legislador;
quién elabora y define qué conductas son las que violan la ley. De allí que la
persona, a través, de su conducta pueda estar en un momento determinado
involucrada en algún proceso legal, cuando ha violado la ley del Estado. Es
cuando la psicología en su interés por responder a esa sociedad que evoluciona y
que demanda diferentes tipos de análisis desde áreas diversas, se une al Derecho
e intenta realizar evaluaciones psicológicas, tomando en cuenta, la ciencia del
derecho. Es allí, cuando tanto el Derecho como la Psicología se encuentran en un
mismo camino, con la necesidad de compartir, contrastar, evaluar e investigar
sobre los mismos eventos para una mejor y más satisfactoria impartición de la
justicia, pues es el Juez quién requiere la colaboración de la psicología y, en
consecuencia del profesional de ésta área, para que a través de la elaboración y
aportación de dicho informe psicológico, que más adelante se llamará peritaje,
pueda interpretar de forma más justa su sentencia. Igualmente, la psicología
aporta diferencias individuales y comportamientos sociales, diferenciación esta
que sugiere que los seres humanos actúan de distintas formas; que cada uno
asume y actúa de determinada forma, marcando así las diferencias entre unos y
otros. Así mismo, la psicología trae a análisis elementos culturales y sociales que
influyen el comportamiento humano, como las costumbres y normas. Todo lo cual
deberá ser tomado en cuenta por el derecho para una mayor comprensión del
individuo que viola una norma, y por ende para una elaboración más justa y
respetuosa de las diferencias de cada uno de estos. Por todo lo antes
mencionado, a partir de este momento, cuando se haga referencia a la psicología
forense, se estará haciendo referencia a aquella rama de la psicología aplicada a
la búsqueda, examen y presentación de pruebas psicológicas con propósitos
judiciales.
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AREAS DE INTERVENCION Y DELIMITACION DE LA PSICOLOGIA
EN EL CAMPO DEL DERECHO
El delimitar un campo de acción para la psicología jurídica es una tarea que a
primera vista no implica demasiado esfuerzo, pues, aparentemente, el universo
legal se restringe, a la norma escrita y a su interpretación. Tal afirmación podría
hacerse desde un punto de vista meramente jurídico formal, sin embargo, la
realidad es diferente. El autor Mergargee divide la tarea del psicólogo jurídico en
tres áreas básicas: evaluación, tratamiento, y entrenamiento de los profesionales
que laboren en el escenario legal, o en organismos de seguridad, en tribunales, en
sistemas penitenciarios, y a la ciudadanía en general. Ello le lleva a desempeñarse
en tareas tan diversas como las actuaciones judiciales y extrajudiciales, a
intervenir en un medio carcelario, o a trabajar con un conjunto de individuos que
están sujetos a ciertas obligaciones o bajo ciertos reglamentos. El estado actual
de la Psicología Jurídica se puede entender según las distintas áreas en que se
esté trabajando. Sin embargo, la clasificación no es unánimemente compartida,
debido a las peculiaridades culturales, científicas y de legislación de cada país, y
así, por ejemplo, la Psicología Policial tiene un escaso o nulo desarrollo en países
latinoamericanos, pero ha adquirido, por el contrario, un excelente nivel en países
anglosajones, así como en el este de Europa. Parece ser que el campo de acción
de la Psicología Jurídica, se va definiendo y a la vez consolidando, con el
creciente trabajo que se ha venido desarrollando a nivel global. Asimismo, se
están estableciendo sus límites y estados fronterizos con otras áreas de la
psicología y otras ciencias sociales, con las cuáles colabora, de manera
interdisciplinaria. La demanda que se ha observado en el plano jurídico, así como
la iniciativa que han mostrado los psicólogos interesados, permiten vislumbrar, un
vasto panorama en cuanto a campos de interés, donde será posible llevar a cabo
investigación sistemática, así como desarrollar estrategias de intervención en los
asuntos jurídicos. Hay que considerar, sin embargo, que, en la mayor parte del
trabajo realizado, no se han seguido criterios muy ortodoxos, esto ha provocado el
surgimiento de áreas y temáticas un tanto frágiles, que en ocasiones sólo revelan
el interés particular de quien las concibió. La Psicología Forense consiste en la
aplicación de la Psicología, (métodos y conocimientos), a la realización de pruebas
periciales en al ámbito del Derecho. Aunque no existe una taxonomía clara de esta
área aplicada, ya que frecuentemente se confunden las distintas especialidades,
su ámbito de aplicación está enmarcado en la Psicología Jurídica, junto con otras
especialidades Existen también una serie de áreas, en las que se sugiere trabaje
el psicólogo. Algunas parecen complementarias, algunas otras son únicas y
específicas para una región. Parece ser que la denominación de psicología
jurídica o criminológica o forense, depende del área geográfica en que esté
trabajando el psicólogo. El grado de desarrollo alcanzado en cada área y subárea,
parece, depende también de la zona geográfica, así como del grado de
organización y recursos con que se cuenta.
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PROBLEMAS LEGALES Y SU ANALISIS PSICOLOGICO
La violencia inter parental es un fenómeno preocupante ya que amenaza
seriamente la salud y el bienestar de los niños que la testimonian. Sin embargo,
durante demasiado tiempo, los niños expuestos a la violencia inter parental fueron
ignorados, considerados como víctimas invisibles. No hay todavía un consenso en
la comunidad científica con respecto a los conceptos, definiciones y terminología
de la exposición de los niños a la violencia inter parental, lo que se traduce en un
impedimento para la realización de estudios sobre esta problemática. Esta falta de
consenso dificulta, por ejemplo, además de otros aspectos, el acceso a los datos
sobre la prevalencia de los niños expuestos a la violencia inter parental. Aunque
haya una amplia gama de aspectos que pueden y deben ser objeto de atención
por la comunidad científica con respecto al fenómeno de la exposición a la
violencia inter parental, este estudio pretende hacer una pequeña contribución
para una mejor comprensión de las cuestiones planteadas, especialmente en
relación a las creencias que estos niños tienen sobre la violencia en general y,
más concretamente, sus percepciones sobre los conflictos inter parentales. Varias
investigaciones y teorías han demostrado un mayor riesgo de exposición de los
niños a la violencia inter parental, y los estudios revelan un número elevado de
violencia sufrida por menores de edad. Un estudio reciente muestra que la
exposición de los niños a la violencia inter parental surge en mayor número que el
maltrato infantil. En 2003 un estudio reveló que el 44% de los casos de violencia
doméstica eran presenciados por niños. En España, un estudio con mujeres
víctimas de malos tratos por sus parejas reveló que el 85% de los niños eran
testigos de violencia doméstica y que en el 66% de los casos el niño era también
víctima de malos tratos. En una muestra de 219 niños de 6 a 12 años de edad, los
resultados indican que el 100% de los niños fue testigo de episodios de amenazas
y violencia moderada por el progenitor hacia la progenitora y el 78% fue testigo de
episodios de violencia grave. Según las estadísticas del estudio los niños asisten
al año a un promedio de 73 episodios de violencia entre los progenitores. El
impacto de la violencia inter parental en los niños viene siendo documentado,
poniendo en evidencia problemáticas más frecuentes en estos niños a los niveles
emocional, cognitivo, social y también de comportamiento. La Teoría del
Aprendizaje (Learning Theory) demuestra que los niños que presencian actos de
violencia entre los padres tienen más dificultad en hacer frente a los conflictos,
puesto que aprenden inadecuadamente a relacionarse con el conflicto. Al mismo
tiempo, este niño puede tener incluso un comportamiento agresivo, reforzado por
las actitudes que adopten los padres entre sí; tales comportamientos son también
de uso frecuente con el grupo de pares y en futuras relaciones. El desarrollo de la
psicopatología se presenta como uno de los riesgos del testimonio de violencia
entre los padres, desarrollándose problemas somáticos y del sueño, enuresis,
fobias, problemas comportamentales de externalización, dificultades académicas y
sociales, de personalidad e incluso de los síntomas de estrés postraumático.
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PERSONALIDAD, PSICOPATOLOGÍA Y RESPONSABILIDAD
PENAL
Cuando hablamos de personalidad nos referimos a un conjunto de pensamientos,
sentimientos y comportamientos profundamente incorporados, que persisten en el
tiempo y nos hacen únicos e irrepetibles. Las personas tendemos a responder de
un modo similar al enfrentarnos a ciertas situaciones. Sin embargo, nuestro
comportamiento no está determinado tan solo por la personalidad. El aprendizaje,
el ambiente o los estados anímicos nos condicionan a la hora de actuar en ciertos
momentos. Si bien la personalidad puede, en cierta medida, predecir o determinar
cómo nos comportaremos ante diferentes situaciones, no podemos pretender que
la exactitud sea al cien por cien. La complejidad del ser humano y la inmensa
cantidad de factores que intervienen en nuestra manera de actuar hacen imposible
la identificación de un único predictor de comportamiento. Tanto en el ámbito
psiquiátrico como en el ámbito psicológico, los TP son parcialmente desconocidos
debido a la confusión en la terminología o en el diagnóstico, o a la escasez de
investigaciones en comparación con otro tipo de anomalías, provocando
controversias jurídico-penales respecto al tratamiento jurídico de los mismos. Las
conclusiones que surgen están fundamentadas en un planteamiento principal: la
determinación de la responsabilidad penal. Para imponer una pena, siendo esta la
principal consecuencia jurídico-penal del delito, se necesita, no solo de la comisión
del hecho típico y antijurídico para poder reprochar penalmente al individuo por el
hecho delictivo, sino también de la capacidad de comprensión y de conocimiento
de la antijuridicidad, y de comportarse conforme dicha comprensión. Para poder
responsabilizar penalmente a un sujeto por la comisión de un hecho delictivo es
necesario que pueda ostentar la condición de imputable y, en consecuencia, poder
ser culpabilizado. Esta afirmación se deduce de la vertiente positiva de la
culpabilidad penal. Concretamente, solo puede ser imputable aquel individuo que
tenga capacidad de culpabilidad, manteniendo sus capacidades volitivas e
intelectivas prácticamente intactas en el momento de la comisión del delito. La
imputabilidad (que requiere normalidad psíquica, ausencia de perturbaciones
mentales, madurez o desarrollo personal y suficiente edad) elemento y
presupuesto necesario para poder establecer el reproche penal por la conducta
ilícita llevada a cabo, se considera la capacidad de culpabilidad, que necesita de la
comprensión de la ilicitud del hecho y actuar conforme dicha comprensión. Debe
concluirse respecto a la personalidad que esta determina las características
psíquicas de un sujeto, y puede influir en la realización de un ilícito penal, puesto
que, como se ha comprobado, hay diferentes rasgos de la personalidad que si se
convierten en disociativos pueden incidir en la constitución de un trastorno,
concretamente, un TTP. Estudiando este tipo de trastorno junto con la
imputabilidad penal y las consiguientes causas de inimputabilidad, se pretende
concluir respondiendo qué consideración y tratamiento jurídico doctrinal tiene este
tipo de alteración psíquica.
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TEORIAS BIOLOGICO-CONDUCTUALES DEL DELITO EN LA
PSICOLOGIA CRIMINALISTICA
Hoy en día (y acompasada con los avances de la investigación) cobra nueva
fuerza la vieja discusión relativa a si la base biológica que cada uno portamos es
la responsable de los comportamientos criminales. Esta discusión, como
apuntamos, no es nueva. La génesis de los estudios de los factores biológicos
como generadores de criminalidad hay que buscarlos en el siglo XVIII, con Franz
Gall, que investigó en los cráneos de reclusos las protuberancias y otras
irregularidades para encontrar una explicación biológica a las conductas de estos
sujetos. La ciencia biológica trata de localizar e identificar en alguna parte del
cuerpo humano un factor patológico, disfunción o trastorno orgánico que dé una
explicación a la conducta delictiva. La localización que la biología pretende
establecer la lleva a cabo a través de una serie de especialidades como la ciencia
antropológica, biotipológica, endocrinóloga, genética, neurofisiológica, bioquímica,
etc. Entre las especialidades anteriores haremos referencia en este estudio
únicamente a la relativa a la genética por razones de espacio ya que, pretender
abarcar el resto de las especialidades, aun de forma básica, sería una tarea
inconmensurable. No obstante, es conveniente puntualizar que los últimos
descubrimientos sobre la genética del comportamiento se encuentran en una fase
inicial que necesitan para consolidarse un camino muy largo que recorrer, y esta
consolidación no llegará en tanto en cuanto no se determine cuántos genes
participan en el comportamiento, ni de qué forma actúan ni cómo se heredan y si
algunos son dominantes. Se puede concluir indicando que la presencia de un gen
asociado con algún rasgo del comportamiento no es determinante para explicar
las conductas delictivas, ya que en éstas intervienen desde los planteamientos de
los enfoques biológicos moderados que consideramos la postura más adecuada a
los factores genéticos o ambientales. El reto científico será determinar si ello es
posible en qué grado influyen los factores en cuestión en el desarrollo de las
conductas delictivas. No hay que olvidar varias ideas: que, aunque se haya
encontrado relación entre algunos factores biológicos y la mayor o menor
tendencia a la agresividad que tienen las personas, ello no implica
necesariamente, como señala Garrido Genovés, que el rasgo agresividad conlleve
la comisión de delitos, pero sí la constatación de que unas personas son más
propensas que otras a conducirse violentamente. Ahora bien, justo es decirlo, el
Derecho Penal siendo acorde con los actuales planteamientos relativos a que en
la conducta criminal concurren una pluralidad de factores en la categoría
“culpabilidad” establece, en su aplicación, una serie de garantías, y en especial,
los límites que impone dicho instituto a la intervención Estatal. No se puede dudar,
hoy en día, de que estos límites son trascendentes, se han ido conquistando en el
tiempo, porque no están ahí desde siempre. Destaca significativamente el trato
diferente que da al hecho dependiendo de si es cometido de forma dolosa o
culposa. Otras garantías y límites, muy importantes, son que ante un hecho
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fortuito no cabe castigo, o la proporcionalidad entre el hecho cometido y la pena
merecida por la realización.
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ámbitos de la vida social. Es un concepto que tiene varias aplicaciones, en
dependencia del objeto al cual esté dirigida.
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asesino en serie o ante asesinos inconexos. En otras ocasiones, el perfil
psicológico criminal ayuda a conocer ante qué tipo de personas nos enfrentamos y
éste arma puede usarse antes de su captura, provocando por ejemplo al agresor
en los medios de comunicación, y después de su captura, preparando los
interrogatorios.
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Trastorno Explosivo Intermitente: El patrón de este trastorno es una
impulsividad caracterizada por una excesiva irritabilidad y rabia incontrolada. Los
delitos que pueden estar ligados esta conducta están relacionados con la
propiedad y la integridad física. Se trata de un trastorno incluido dentro del grupo
de control de los impulsos. Un área donde también destacan otras afectaciones
como la piromanía o la cleptomanía. En estos casos, la falta de control de los
impulsos puede desencadenar episodios agresivos sin premeditación con
posterior remordimiento.
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VIOLENCIA Y MALTRATO INTRAFAMILIAR
La familia es el núcleo de la sociedad y por ello resulta importante el estudio de la
violencia intrafamiliar, no sólo porque causa daños en la vida emocional y social
de los integrantes de la familia, sino también por las repercusiones que esto causa
hacia el exterior; como, por ejemplo, la desintegración de los valores sociales e
individuales, la disolución del núcleo familiar y el incremento de la delincuencia La
violencia comienza en el hogar, un lugar donde se espera que todos sus miembros
reciban cuidados, respeto, amor, con la reproducción de estereotipos culturales
socialmente aprobados; donde es aprendida a través del modo en que se
relacionan sus integrantes y se exterioriza con familiares, amigos, compañeros y
otros miembros de la sociedad mediante actos de violencia comunes para quien
vive en un ambiente en donde la agresión constante es una forma de vida. Por
mucho tiempo, la sociedad, las autoridades encargadas de impartir justicia y los
encargados de crear las leyes fueron cómplices en la existencia y reproducción del
problema de la violencia intrafamiliar, al callar los hechos, no reconocerlos y no
reprobarlos tanto en el ámbito privado como en el público. La violencia intrafamiliar
encuentra su origen en patrones de relaciones desiguales en la que hay un abuso
de poder sustentado en la figura patriarcal por la que se otorgaba al paterno
familias la calidad de dueño y la posibilidad de disponer como lo considerara
conveniente tanto de los bienes como de las personas que se encontraban bajo su
potestad. Si bien en la actualidad se han comenzado a dar las pautas sociales y
jurídicas para que existan y se practiquen tanto relaciones de igualdad entre el
hombre y la mujer como de respeto entre el adulto y el menor, en la que se les
considera como sujetos de los mismos derechos y obligaciones, también es cierto
que culturalmente se mantiene todavía el juego de roles y de abuso de poder
hombre-mujer, adultos-menores, en el que los primeros continúan siendo la
cabeza de familia o tienen una posición de fuerza, física o psicológica, frente a la
víctima, y los segundos una situación de subordinación. En la familia se desarrolla
un proceso continuo de aprendizaje, tanto entre adultos como entre menores, de
carácter afectivo, cultural, social, formativo y, por lo tanto, ¿porque no?, también
de la violencia, por lo que su ejercicio se va integrando a la personalidad de los
integrantes, ya sea en forma pasiva (víctima) o en forma activa (agresor). Habrá
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ocasiones en que alguno de ellos juegue un doble papel en este fenómeno, es
decir, víctima-agresor, como por ejemplo aquellos casos en que la madre es o fue
receptor de violencia y la reproduce ejecutando actos de violencia contra sus hijos
menores. La violencia ejercida contra la mujer y los niños es la que más preocupa,
ya que cuando se conoce del caso de una mujer víctima de violencia en el hogar,
que sufre vejaciones de todo tipo, lo siguiente es preguntarse ¿en qué situación se
encuentran sus hijos?,¿sufrirán de las mismas agresiones o más graves?, ¿cuáles
son las consecuencias de que un menor viva o presencie la violencia en el hogar?
Como consecuencia de estas interrogantes y cualquier otra que pueda surgir es
necesario pensar y actuar con la convicción de que hay más de una víctima en
estos casos y que es necesario ayudar y proteger por todos los medios posibles
tanto a la madre como a los hijos.
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actuaciones de las mujeres reflejan en los ámbitos de la vida privada y pública, el
temor fundado en la desigualdad de poder que en múltiples casos coarta su
capacidad para actuar como ciudadanas titulares de derechos, hasta el punto de
tolerar y callar variadas expresiones de violencia (incluida la sexual). En todo caso,
la violencia sexual contra la mujer refleja a lo largo de la historia un denominador
común al provocar en las victimas variadas consecuencias que transcienden su
esfera individual. Una de las contribuciones más significativas de la perspectiva de
género radica en poner en evidencia cómo las relaciones entre hombres y mujeres
están mediadas por la existencia de patrones sociales y culturales específicos, lo
cual no solo determina la asignación de roles de acuerdo al género, sino a la vez,
los derechos y obligaciones. A la par, las relaciones de género son también
relaciones de dominio y, por lo general, los varones monopolizan las posiciones
con mayor poder y prestigio.
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El síndrome de la mujer maltratada: El maltrato continuado en el ámbito
doméstico genera en la mujer un proceso patológico de adaptación conocido como
Síndrome de la mujer maltratada, que aparece después de la exposición a este
tipo de violencia de manera reiterada e intermitente Además de la aparición de
síntomas traumáticos como la ansiedad, la hipervigilancia, la reexperimentación
del trauma, recuerdos recurrentes o embotamiento emocional, este síndrome se
caracteriza especialmente por lo siguiente: indefensión aprendida, pérdida del
control y baja respuesta conductual, Identificación con el agresor.
La depresión: La violencia acaba reduciendo las defensas psicológicas de la
mujer y deteriorando toda su personalidad. Disminuyen sus recursos personales
por miedo y la presión que soporta, y frecuentemente pierde su asertividad,
volviéndose muy complaciente con los deseos ajenos. La violencia doméstica
actúa como inhibidor de las relaciones sociales, aislando a la mujer de cualquier
otra fuente de refuerzo emocional positivo y apoyo social, y le lleva a caer con
frecuencia en la depresión.
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las medidas necesarias para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la
mujer, entendida como cualquier acción o conducta, basada en su género, que
cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico, tanto en el ámbito
público como en el privado. Desde el enfoque preventivo, debe promover y
estimular una cultura que favorezca y coadyuve a crear un marco objetivo de
libertad e igualdad entre los miembros de la familia, eliminando las causas y
patrones que la generan, estableciendo a su vez, desde la perspectiva de
atención, mecanismos cuyo propósito sea salvaguardar la integridad y derechos
de las personas receptoras de este fenómeno, procurando un tratamiento integral
de los miembros de la familia. La Ley para Prevenir y Atender la Violencia
Intrafamiliar del Estado de Sinaloa, define a la Orden de Protección como el
mandato expedido por escrito de autoridad competente, en el cual se ordenan las
medidas cautelares que para la familia señala la legislación civil del Estado. Dicha
Ley establece en su artículo 24, que corresponde a los jueces de primera instancia
en materia familiar o mixtos en su caso, librar las órdenes de protección que
establece la supra citada Norma, así como ordenar la separación de la parte
peticionada de la casa habitación que comparta con la o las víctimas de la
violencia intrafamiliar.
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pueden disponer de instrumentos de medida adecuados, pero el sujeto puede no
colaborar en la evaluación y falsear, más o menos conscientemente, las
respuestas. Ya no se trata, por tanto, sólo del uso de herramientas inapropiadas,
sino del control de las respuestas inadecuadas a los instrumentos (test y
entrevistas) adecuados. La evaluación psicológica forense se ha extendido a
múltiples campos.
El contexto y el objeto de la exploración psicológica delimitan las diferencias entre
la evaluación clínica y la evaluación forense. El marco mismo de la intervención
(en un caso un consultorio clínico, un ambulatorio o un hospital; en el otro, un
calabozo, un juzgado o una prisión) marca pautas relacionales distintas entre el
profesional y el sujeto evaluado (relación empática en el contexto clínico; relación
escéptica en el contexto forense).
La evaluación forense presenta diferencias notables respecto a la evaluación
clínica. Al margen de que en uno y otro caso el objetivo pueda ser la exploración
del estado mental del sujeto evaluado, el proceso psicopatológico en la evaluación
forense sólo tiene interés desde la perspectiva de las repercusiones forenses de
los trastornos mentales, a diferencia del contexto clínico, en donde se convierte en
el eje central de la intervención.
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gradual, que “cuantifica las penas, según la variable de tiempo”; 2) custodia, que
es una virtud de la vigilancia; 3) rehabilitación y 4) readaptación. Estas dos
últimas, llamadas con razón “supra penitenciarias”, porque están lejos de los fines
que actualmente pueden lograr. La vigilancia es la primera y más importante de
todas las funciones citadas, a los fines de estos establecimientos; es la que
permite, en el orden jerárquico, que las otras funciones puedan realizarse. Porque
las cárceles son, en realidad, lugares de residencia y trabajo, bajo la vigilancia.
Fundamentan su razón basada en las necesidades humanas de los internos que,
como se ve, deben ocuparse de la educación física, la disposición para el trabajo,
la conducta cotidiana y la actitud moral. Estas necesidades de los reclusos son
muy intensas y la tendencia es que lejos de integrar la vida del hombre preso han
estado ausentes en dichos lugares. Hará falta, quizás, repartirla en favor de la
prisión. Necesidades formales, que requiere satisfacer el sistema penitenciario
como tal. Y necesidades materiales de los reclusos, que nos permitan justificar la
racionalidad de la pena de prisión. El sistema penitenciario no es un concepto a
priori. Pero, por qué eso ha ocurrido no es parte de este trabajo.
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centros provoca que el disfrute de los espacios comunes no siempre sea
equitativo entre ambos colectivos, teniendo las mujeres el acceso más restringido
a espacios como polideportivos, bibliotecas, enfermerías, etc.
Las relaciones de las personas encarceladas deben ser abordadas distinguiendo
dos escenarios: el de las relaciones externas (con familiares, con el sistema
judicial) y el de las relaciones internas (con otras personas, con familiares dentro
de prisión, con los profesionales de la institución penitenciaria). Si bien el
desarrollo de unas relaciones equilibradas en ambos escenarios por parte de
los/las reclusos/as son indispensables para el bienestar y condiciones de vida en
prisión, hasta ahora se han potenciado más los vínculos con el exterior, con
notoria presencia de los estudios sobre la maternidad vivida en prisión en el caso
de las mujeres presas, dejando como aspecto secundario y de menor interés la
exploración de las interacciones que se producen dentro de prisión, que
constituyen la parte central del trabajo que aquí aportamos. s. En el caso de las
reclusas, se establece una tendencia a constituir el grupo de acuerdo a la
estructura familiar tradicional que prevalece en la sociedad libre, con una figura
central que adquiere el rol materno -a modo de “madre” o “abuela”- y que es
reconocida como líder.
23
prisión y el tipo de adaptación que la persona llevará a cabo en ese medio variará
entre individuos, en función de variables diversas. Hay una diversidad de factores
que condicionan los efectos de la vida en prisión, unos de carácter penal y
penitenciario y los otros personales y sociales; dentro de los primeros se
encuentran, la finalidad y naturaleza de socializadora de las cárceles, el tiempo de
estancia, el número de ingresos, la frecuencia y el tiempo de cada ingreso, las
características de cada centro, la situación penitenciaria, si es condenado o
sindicado, o las ocupaciones durante la estadía. Entre los factores personales y
sociales más importantes destacan la situación familiar y laboral, la edad, el
estado civil, el estado de salud, el carácter y la personalidad. En síntesis, la
adaptación a la vida en prisión como recluso/a se expresa en aspectos cognitivos,
emocionales, comportamentales y socioculturales, y tal adaptación va a estar
mediada por experiencias previas al encierro, como las experiencias tempranas en
los ámbitos familiar, escolar y/o sociocultural, y por características y situaciones
particulares de los sujetos, como la edad de ingreso, el sexo, el apoyo social, entre
otras. El presente trabajo tuvo como objetivo poner en relación estos grupos de
variables (adaptación a la prisión, tiempo de estancia en prisión, aspectos
familiares, psicosociales) para contribuir a comprender mejor cómo se adaptan las
personas a la vida en prisión y qué variables actúan como factores de riesgo y de
protección.
24
ejecutar programas técnicamente sofisticados. En relación a los procesos de
evaluación diagnóstica, todos los modelos revisados realizan un diagnóstico inicial
al sujeto infractor de ley, priorizando el análisis de las variables directas y
causalmente relacionadas con la probabilidad de reincidir en la comisión de
delitos. Estos procesos son informados a diversas instancias de toma de
decisiones (aquellas que deciden la segregación, la asignación del caso a
tratamiento, las recomendaciones a beneficios intrapenitenciario y los servicios de
apoyo a la red intersectorial, entre otros) y en el caso de algunos de los países
revisados se contempla la obligación de triangular la información sobre la base de
fuentes documentales tales como sentencias, informes policiales y otros. En
general, la base científica y rigurosidad en el procedimiento de aplicación de
instrumentos de evaluación permite que estos tengan valor pronóstico y
contribuyan con información relevante al proceso de toma de decisiones del
sistema penitenciario. Finalmente, en lo que guarda relación con los programas de
intervención correccionales, los países analizados cuentan con una oferta de
programas que es amplia, especializada y estructurada para intervenir en las
condiciones personales y sociales asociadas a la probabilidad de reincidencia de
la población penal. Es por ello que intervienen separadamente a diferentes perfiles
de infractores de ley, tales como mujeres, personas con problemas de salud
mental, personas con antecedentes de delitos violentos, sexuales o contra la
familia, contando, además, con oferta diferenciada para cada uno de estos grupos
y acorde al nivel de riesgo de reincidencia detectado.
FUENTES DE CONSULTA
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Enríquez Aparicio, Tulio. Una experiencia para reflexionar acerca del rechazo
social del egresado de la cárcel. Doctrina y Acción Postpenitenciaria. 1989. 5ª ed.
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