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T
de una gran
cristianismo y de la misión apostólica
de Iglesia. El catolicismo
y los mismos excesos pedagógicos
dedicación a la Verdad.
es parte
es sumamente sensible a la verdad
de la existencia
humana
de
que el buen cristiano a menudo pareció identificarse con aquel que aceptaba sin
error las fórmulas de fe, es decir, la "ortodoxia".
Algo irónicamente, este óngulo del cristianismo ha oscurecido muy habitual-
mente aquello que es en él lo mós original e influyente: su atención decisiva por
la próctica de la verdad, por la realización de los valores, en fin, por la "orto-
praxis". Este aspecto es tan evidente y fundamental, que cuando descuidado, no
ha tardado en ser reivindicado por los cristianos mós clarividentes.
Hoy día, por ejemplo, las exigencias por el compromiso temporal y sociopo-
lítico a fin de transformar nuestra sociedad injusta acentuó esta preocupación en
los cristianos comprometidos. No bastaba la proclamación de la justicia y del amor
cristianos; se hacía necesario traducirlos en la próctica, mediatizarlos en las acti-
vidades económicas y políticas. Hacer de la caridad algo históricamente eficaz para
la justicia "aquí y ahora". Esta generación de cristianos "redescubrió" que no bas-
taba la ortodoxia de la fe, sino que sobre todo se necesitaba su realización en la
sociedad y ser eficazmente consecuentes con la regla de vida cristiana. Se acuñó
así la expresión "ortopraxis", como la ortodoxia de la acción. La teología y la
espiritualidad de la liberación estón fundadas en este "redescubrimiento".
Que al fin de cuentas es algo sumamente católico y tradicional. Toda la
doctrina medieval y tridentina en torno al valor decisivo del mérito y de las obras
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toral -consiste en que aparece más fácil el detectar y formular el error doctrinal,
ya que éste suele expresmse en proposiciones, y por otra parte hay todo un bagaje
doctrinal y magisterial de la Iglesia que constituye una referencia segura. Las
desviaciones de la ortopraxis, en cambio, son más sutiles. Se dan en forma de ac-
titudes, de tendencias, a menudo de omisiones. No existe una referencia dogmática
sistemática de la ortopraxis, y por eso, cuando denunciarnos sus errores o desvia-
ciones, lo hocemos habitualmente desentrañando los errores doctrinales que suponen
tal tipo de acción. Reencontramos aqui la unidad profunda del "saber" y del "hacer"
en el hombre, y la unidad dialéctica de ortodoxia y ortopraxis. Al final, nuestro
actuar revela nuestra forma de pensar, y nuestra forma de pensar nos induce
a tal forma de acción. Esto es muy cierto en pastoral, corno veremos en seguida.
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Por la experiencia sabemos que las actitudes y líneas pastorales hacen siem-
pre referencia a una eclesiología, ya que la comunidad cristiana -la Iglesia- es
el sujeto próximo del apostolado. A tal eclesiología, tal pastoral. A una eclesiología
marcadamente institucionalista corresponderá una pastoral de ese tipo; a una ecle.
siología confusa corresponderá una pastoral igualmente insegura y confusa ... igual-
mente las posiciones prácticas que se toman en el apostolado no son siempre tan
pragmáticas: implican una imagen que nos hacemos de la Misión. Queramos o no,
detrás de la praxis pastoral se esconde una idea de la Iglesia, más o menos cons-
ciente. A menudo esta "eclesiología latente" está sistemáticamente formulada y se.
gún la cultura teológica puede ser bastante rudimentaria e intuitiva. Pero todo
apóstol actúa según una imagen que se hace de la Iglesia, y, sin querer reducir
CRISTOLOGIA y "ORlOPRAXIS" CRISTIANA 51
Es verdad que al fin de todo, la imagen que nos hacernos de Cristo, y nuestras
posibles desviaciones al respecto, dependen de la idea que tenemos de Dios. De su
relación con el mundo y con cada uno de nosotros. De su inmanencia y de su trans-
cendencia. El rostro del verdadero Dios y la imagen que tenernos de El condicionan
todo nuestro cristianismo, en su ser y en su actuar. Pero Dios es inaccesible para
nosotros, no lo podemos en absoluto conocer, y su verdadero rostro se nos escaparía
radicalmente, si no se hubiera revelado en Jesucristo. Por eso la imagen que tenemos
de Dios no es otra que la que tenemos de Cristo (Jn. 14, 9), Y la cuestión crucial
para la pastoral del "Dios con nosotros" se identifica con el problema cristológico.
Cristología y Pastoral
(1) Ver al respecto los estudios y drlículo:., prnli(IIJarmenle de Icólog05 bra::,il€ho~ publicados bajo el titulo
de "Cristología y pastoral en Am{oríca latína" (Edíl. Nova Terra, Barcelona, 1966, Colección IPLA).
(2) CI. "Catolicismo Popular", Colee. IPLA. Quito, 1970, p. 85 y ss.
(3) O. "El Cmto de la fe y los Crí,;tos de Améríca latína', en rev. Víspera, n. 9, 1969, p. 61 ss.
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