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Bleichmar
Introducción al estudio
de las perversiones
La teoría del Edipo en Freud y
* Hay por supuesto un otro modelo an F ro u d qua rompa con ia lirwaiidsd da )<s
carnación psicológica ¡jal antas qua condicione a lo posterior: 91 «I principio
da ia retroacción qus y* «parecí» mn ' •- y 'cto da 1895 {sacciom s 4, 5 y 8 da
la parta II) y muy *sp*cislmant« an *1 apartado 1 d » "Nuevas ob-tarvaeiorm
labra las neuropstcow* da dafansa" (1396$ y an ia "Etiología da la H ittarú"
(1897).
éste se orienta, entra en determinada relación con el campo magnético,
pero sus propiedades preexisten al campo, a tal punto que se orienta
de acuerdo a cómo estén previamente constituidos sus polos»
Para que se vea desde ya más claramente la diferencia con lo que
podría ser otra concepción del Edipo, que se desarrollará más tarde,
pensemos ahora en un trozo de hierro que no sea un imán y que se
halle en el interior de un poderoso campo magnético. Sus moléculas se
orientarán por influencia del campo, y luego ya fuera de éste se conver
tirá en un imán artificial. A q uí ya no es un imán que se orienta de
acuerdo al campo sino algo que se convierte en imán en función del
campo, éste estructura a aquél. Por supuesto que el hierro tiene ya
propiedades que hacen que el campo magnético pueda influenciado
—no sucedería lo mismo con un trozo de madera—, pero el campo
aparece no simplemente interactuando con él, como era en el primer
modelo, sino organizándolo.
Volviendo ahora a la sexualidad del chico y de sus padres, aquél es
como eí trozo de hierro y no como el imán: lo biológico, lo previo, es
la condición de posibilidad para que actúe el campo edípico. Pero no es
una sexualidad ya constituida —como podría serlo la del anim al-
sino que se organiza en el seno de la estructura edípica. Y a tendremos
ocasión a lo largo del curso de ir dotando de contenido particular a esta
aseveración general.
Ahora bien, la concepción que aparece en la primera formulación
freudiana del Edipo es la de una sexualidad biológicamente determina
da que orienta al chico — imán en el campo dinámico de la relación
con sus padres. Con todo Freud hace intervenir a los padres, aunque de
una manera muy particular. En el apartado sobre la "Muerte de seres
queridos", hay algunos párrafos que muestran que Freud no solamente
tenía en cuenta el Complejo de Edipo en el chico sino qoe otorgaba
también alguna participación a los padres. Dice así: "La atracción sexual
actúa también generalmente sobre los mismos padres, haciendo que
por un rasgo natural (enfatizo lo de natural) prefiera y proteja la madre
a los varones, mientras que el padre dedica mayor ternura a las hijas".
Y dice poco más adelante Freud: "Lo s niños se dan perfecta cuenta de
tales preferencias y se rebelan contra aquél de sus inmediatos ascendien
tes que los tratan con mayor rigor". O sea, lo que hacen ¡os padres
provoca algún tipo de reacción en los chicos. Pero para que se vea
cómo todavía la influencia de los padres es entendida como p ura
mente de interacción dice: "De este modo siguen (se refiere a los chicos)
su propia pulsión sexual (la palabra que subrayo es siguen). Y renuevan
at mismo tiempo con ello si estímulo que parte de ios padres cuando su
elección coincide con la de ellos". O sea, en última instancia Freud ve
como un encuentro entre dos entidades constituidas: los chicos siguen
su propia pulsión sexual y renuevan al mismo tiempo con ello el
estímulo que parte de los padres. Fíjense que aquí*el papel que queda
reservado a los padres no es de constituyentes de la sexualidad del chico
sino de algo que ¡nteractúa con algo que es propio del chico.
Y acá es donde se ve claro ia diferencia entre un enfoque inter-
accíonalista y un enfoque intersubjetivo. En el primero existen entidades
que interactúan, es decir que intercambian, que se influencian mutua
mente. En un enfoque intersubjetivo no preexisten entidades que Ínter-
actúan sino que se constituyen como entidades en el proceso mismo de
la interrelación.
Ahora bien, el complejo de Edipo de la primera época freudiana,
caracterizado así, aparece como orientando la sexualidad infantil y sus
emociones. Por lo que habíamos dicho está centrado en qué le sucede
á! chico. Y fíjense que no es casual que se llame complejo de Edipo.
Si algún sentido tiene el genitivo "de", es que es el complejo que tiene
Edipo. O sea, complejo de Edipo nos está diciendo el complejo que
"te n ía " Edipo, con lo cual la misma expresión está marcando el interés
que centra la conceptuaüzación: ver qué es lo que le pasa a ese sujeto
que es Edipo.
Esto va a hacer que nosotros tengamos que diferenciar entre ei
complejo de Edipo, como algo que vive subjetivamente alguien,
y el Edipo como una estructura en la cual se da el complejo de Edipo,
diferencia que es central, y a ia cual más adelante me voy a referir.
Recapitulando: el complejo de Edipo está centrado en el chico, se
lo supone a éste un ente constituido en su sexualidad, cuya evolución de
naturaleza biológica y predeterminada lo hace dirigirse hacia sus padres.
Esta conceptuación no describe cómo se constituye su sexualidad ni
cómo se construyen sus deseos, ni eí papel que tienen los padres en ia
construcción de esta sexualidad.
Se podría decir que desde este punto de vista este Edipo no se puede
considerar un Edipo estructural. Primero porque no trata de caracterizar
a la totalidad de la estructura en juego, a los padres y al chico, y porque
no cumple con el sentido modarnv con que se utiliza el término
estructura, como un conjunto de elementos que se constituyen en la
relación y que son por lo tanto rigurosamente interdependien :
Sin embargo, este Edipo que no es estructural en sentido riguroso ya
Freud lo entrevee como estructurante. Ahora bien, en qué sentido es
estructurante? Este Edipo es estructurante de! sujeto en un sentido’
como consecuencia de esta sexualidad que se desarrolla en e! seno de
una situación edípica, como consecuencia de estos deseos -de tipo
incestuoso y hostiles que entran en contradicción con lo que Freud
llamaría las corrientes dominantes de la vida anímica del sujeto
—en síntesis la cultura—, todos estos sentimientos repugnan al sujeto,
y entonces Freud establece la concepción de la represión, de la
censura, como el mecanismo que constituye un tratar de colocar fuera
de la conciencia del sujeto aquéllo que lo repugna. Desde este punto de
vista el complejo de Edipo, aún con las limitaciones de esta época,
es estructurante en el sentido de la primera tópica, ya que contribuye a
la constitución del inconsciente. No lo funda, porque en Freud es la
represión primaria la que funda el inconsciente, pero contribuye a su
constitución. La sexualidad aparece así como dando origen a exclusio
nes, y por lo tanto, en última instancia, a producciones sintomáticas
como retorno de lo reprimido.
Para poder diferenciar semánticamente a este Edipo del de la es
tructura puede ser adecuado llamar al primero "el Edipo del m ito"
y reservar "el Edipo" para el estructural, como es la tendencia en el
psicoanálisis francas actual.
Había dicho que hay un segundo momento en Freud, que es el que
aparece explicitado ert "Psicología de las masas y análisis del Y o ".
Acá no solamente plantea lo que pasa durante ei período edípico y lo
complejiza —el Edipo completo: ambivalencia hacia ambos padres-
sino que plantea algo nuevo: la salida del Edipo con las identificaciones.
En este trabajo "Psicología de las masas y el análisis del Y o "
como consecuencia de lo que pasa en el Edipo el sujeto saie con deter
minadas identificaciones, por dé pronto con su identidad sexual.
Hay un cambio-sustancial con respecto a la formulación anterior, por
que la identidad sexual ya no se da por dada, por natural, sino que ia
identidad sexual es algo que se debe asumir, es algo que puede no
ocurrir, o puede ocurrir en una dirección distinta de lo que la biología
estaría determinando, como es el caso de la homosexualidad por
ejemplo.
Como consecuencia de estas identificaciones a )a salida del Edipo se
se forma el Superyo. Recuerden: heredero del complejo de Edipo en
el sentido que es el reemplazo de las q atexísW o b jeto -^ p o r las
identificaciones, y además se forma el carácter, como Freud lo plantea
en esa primera página del cap. III de " E l Yo y el E llo ".
E l Edipo acá adquiere un carácter más estructurante de la personali
dad porque ya no aparece solamente constituyendo al inconsciente
sobre la base de una fundación previa sino que surge —estamos ya en la
segunda tópica— integrando parte de toda la arquitectónica del sujeto.
El sujeto se constituye como tal en el seno de ia situación edípica, por
que si e! Superyo y el carácter se forman a consecuencia de lo que pasa
en ella, esta situación entonces aparece como condición estructurante
del sujeto.
En este sentido no hay un sujeto que preexista a la relación con los
padres. Es en el contacto con esos padres, movido por su sexualidad y
por su odio a sus padres que el sujeto se estructura de una manera de
terminada. Podemos decir que es menos interaccionalista que el primer
modelo dado por Freud: ya no hay alguien que sigue su pulsión natu
ral, sino que hay un interjuego que constituye a un sujeto. Considera
no sólo lo que pasa en el acmé de la situación edípica sino a ia salida
de ella, por lo tanto plantea la existencia de dos tiempos en ei Edipo.
En la obra freudiana viene después un tercer período, aquél en que
Freud dice que el Edipo no es igual para ia mujer que para ei hombre.
Establece una diferencia ya con respecto al período que acabamos de
reseñar en.que el Edipo era equivalente para ambos. Además convierte
a la castración en el centro del Edipo.
Con todo no aparece claro aún en estas formulaciones más tardías
sobre el Edipo cuál es la función, o qué es lo que quiere la madre. O sea,
qué es lo que pasa en la totalidad de la estructura edípica. Sigue centra
do el análisis en uno de los polos de la estructura edípica, el chico.
Es acá donde aparece verdaderamente el mérito de Lacan, quien
amplía el concepto de complejo de Edipo, ya no a io que pasa en el
chico sino a lo que pasa en una situación dentro de la cual el chicó está
incluido. Cuando afirma que el chico es el falo de la madre ya está
diciendo qué es el chico para la madre, pero además de que nos está
hablando de la madre nos muestra a ésta constituyéndose en relación
con et chico. Porque si el chico es el falo para ia madre ésta se constituye,
en función del chico, como teniéndolo. La madre ya no es un ente sino
que es alguien que se conforma, se estructura, en interdependencia con
ese chico. Sin embargo el análisis del padre en tanto sujeto no aparece
tan claramente delimitado. .Se podría decir, y ya io vamos a trabajar,
que se ha llevado a un primer plano la función de! padre, ó sea el pape!
que juega para esa diada madre-hijo, pero lo que no aparece estudiado
es qué significa para el padre que la madre tenga el falo a través del hijo,
que sea ilusoriamente la ley, etc. Mientras que se describen los efectos
que las funciones de la estructura inducen en lo imaginario de la madre,
y del chico no sucede lo mismo con el padre, inclusive algunos trabajos
como e! de Moustafá Saffouan, miembro destacado del grupo lacaniano,
cuando analiza la función del padre real lo que le interesa es qué pro
duce éste erí la diada madre-hijo.
Ahora bien, no queremos anticipar en forma de aforismos lo que
merece ser objeto dé un estudio detallado y de lectura de textos, pero
teníamos interés en plantear cuestiones que dieran dimensión a ia
discusión. Hay muchos otros problemas que deberemos debatir con
detenimiento: ¿Cómo se constituye la sexualidad, la elección de objeto?
¿Qué papel juegan las. pulsiones? ¿Cómo se encuentran éstas y se
inscriben en un orden cultural? ¿Cómo se pasa de lo biológico a lo
cultural? Esto es en síntesis de lo que trata de dar cuenta el complejo
de Edipo de la segunda época freudiana —El Yo y el E llo - , cómo se
pasa de lo biológico a lo cultural. .
, Pero el Edipo es clave también para entender la constitución de
los mecanismos de funcionamiento psíquico y entre ellos los de defensa.
Durante mucho tiempo se pensó que los mecanismos de defensa eran
algo que naturalmente estaban dentro de un individuo, y de los que dis
ponía para protegerse de las ansiedades de la situación edípica.
Mientras que la fuga frente al peligro puede ser un instinto —en el
sentido de los etólogos— que se trae desde la filogenia, la negación
freudiana, para tomar un ejemplo, depende del lenguaje. Por algo lo que
la caracteriza es el signo lingüístico “ no". Y si es del resorte del lenguaje
ésto implica que el sujeto no sólo debe adquirirlo sino que lo recibe de
los que le aportan el lenguaje: sus padres. Más aún, si los mecanismos
de defensa son operaciones del pensamiento, formas de manejar
sím bolos, en el código operatorio que se aporta en la situación edípica
al chico por parte de los padres se halla la condición de posibilidad
de la existencia de los mecanismos defensivos.
Pero esto no es todo. No solamente los padres aportan un conjunto
de operaciones posibles sino que privilegian algunas dentro de ellas.
A sí, para tomar un sólo ejemplo que sabemos simplificante pero al
mismo tiempo ilustrativo, el discurso colectivo de ciertas famil.ias que
constituyen verdaderos rodeos en torno a temas que no son tocados
directamente sino que quedar, demarcados por su ausencia,,facilita por
¡htroyección un tipo de pensamiento individual en que la evitación gs
un rasgo-distintivo. La identificación juega, por tanto, un papel central
en la constitución de los mecanismos de defensa 8n a! sujeto. Y como
son procesos que ocurren en el seno de una situación, la edrpica, que
está marcada por i f e e o s , los mecanismos de funcionamiento de los
padres serán aceptados o rechazados según como quede ubicado el
chico frente a aquéllos.
El Edipo aparece así condicionando los mecanismos de defensa, y no
éstos como algo que enfrenta a lo edípico. Y a volveremos en el curso a
tratar de desarrollar lo que ahora aparece como una formulación
general.
Les había dicho que Lacan amplía el Edipo mediante una conceptua-
lización que puede ser considerada más estructural, y surge entonces la
pregunta: ¿cuál es la relación entre este Edipo y la cultura? El Edipo
que nosotros analizaremos es un Edipo mutilado, es un Edipo que a su
vez no está definido con respecto a una estructura más amplia en la
cual está inscripto que es la estructura de la cultura. Existen en este
momento pistas para tratar de estudiar una articulación entre la cultura
y el Edipo, pero son pistas a ser desarrolladas y quizás es el terreno más
inexplorado de toda la teoría. Pero se nos plantean muchos problemas
más que yo quiero ir señalando para que tengamos motivo de reflexión
y que se puedan convertir en problemática que nos sea fructífera a lo
largo del curso.
El complejo de Edipo es inconsciente en el sentido sistemático,
es decir algo que no puede hacerse concieot» mediante catexis de
atención —que sería el caso del prrtonsciente— ya que los deseos
incestuosos y hostiles constituyen el núcleo de lo reprimido. Tenemos
entonces una primera tesis: el complejo de Edipo pertenece al in
consciente en sentido sistemático. Ahora bien, si en ese complejo
inconsciente se desea eliminar al padre para poderse quedar con la
madre —ya que ésa es en ia conceptualización freudiana la causa prin
cipal del deseo de muerte sobre e! progenitor del mismo sexo—
ésto implica una lógica de oposición: '’o él o y o " , ''si él tiene a mamá
no la puedo tener yo, luego él debe desaparecer".
Por otra parte si existen conflictos inconscientes, con ideas que se
oponen entre s í y que serían la causa de defensas también in
conscientes, ¿todo ésto no indicará que en el inconsciente existe con
tradicción, que los contrarios no pueden coexistir, ya qué de ser asi
cómo podría haber conflicto?.
Y entonces, ¿cómo se articula !a existencia del conflicto inconscien
te y de la contradicción que implica si completo de Edipo reprimido
con ' 3 aseveración repetida hasta ei cansancio ro sin extraer conse
cuencias de ella de que en el inconsciente o hay contradicción?
¿Cómo se articula la teoría del Complejo de Edipo con la teoría del
inconsciente? Esta es una problemática que deberemos también encarar
en nuestras rsur^onas.
Uds. se pueden preguntar a esta altura ¿y qué tiene todo ésto que
ver con la Psicopatología, con las perversiones? Demos desde ya la
respuesta; sí el Edipo interviene determinando el tipo de elección de
objeto, la identidad del sujeto, cómo éste y su deseo se constituyen,
sus mecanismos de defensa, la perversión que implica una determinada
identidad, una posición frente al deseo, una elección de objeto, estará
entonces marcada por el Edipo.
Es por ello que abordar al tema de! Edipo no es dar un rodeo sino
iniciar la consideración del problema que nos ocupa.
Hoy vamos a empezar !a presentación del Edipo según Lacan.
Es verdaderamente una empresa pedagógica sumamente complicada la.
de trasmitir una lectura sobre este tema a una población de formación
desigual. Hay quienes no saben absolutamente nada de Lacan y hay
quienes tienen una lectura previa. Por otro lado hacer esa trasmisión
tratando de ser lo más fiel a los textos exige un trabajo de interpreta
ción de los mismos, dado que el texto no es transparente —y mucho
menos en Lacan—, con lo cual la deformación por parte de cualquier
expositor es un riesgo difícil de sortear. Hay una dificultad adicional
que'es la de que nosotros tenemos un corpus reducido de textos, faltan
aquellos seminarios que nunca se han publicado. En este sentido no
queremos dar la imagen de una lectura acabada. Pero al mismo tiempo
nos preocupa que ei decir ésto —de que no es una lectura acabada— nos
lleve a la conclusión de que la incomprensión o contradicciones que
podamos descubrir sean atribuidos exclusivamente a lo completo de
la lectura, y que aparezca la ilusión de que cuando se publiquen los
seminarios esas incomprensiones o contradicciones desaparecerán.
A la conclusión de que la lectura es incompleta no se opone aquella
otra: de que la teoría presenta incompletudes, ambigüedades, puntos
importantes no aclarados. En Lacan uno tiene la convicción de que
muchos problemas importantes han sido intuidos, o se los ha rozado,
se han dado pistas, pero no han sido desarrollados.
Quisiéramos, hacer una aclaración ulterior, y el hecho de tantas
aclaraciones marca lo que significa para nosotros tener que introducir a
Lacan. Su incorporación al programa de este año no debe tomarse como
adherencia a! sistema mismo, sino como resultado de la convicción de
que en ciencia no nos podemos permitir el lujo de descartar una teoría
por las dificultades que presente su comprensión. Obviamente estas
dificultades tampoco son indicio de verdad, pues !a fascinación que
ejerce lo misterioso que haya en una teoría no nos asegura que‘en ella
haya un tesoro oculto. No siempre la selva encierra una ciudad perdida,
a veces al cabo de mucha búsqueda uno termina descubriendo que
sólo hay una maraña de vegetación.
Las dificultades de una teoría, la pedantería de su autor, el ornato
que otorga su difusión, que de ella se hayan derivado preceptos técnicos
que sean adecuados o no, no constituyen elementos para prejuzgar
sobre la verdad o falsedad de la misma. En todo caso esos son puntos de
reparo cuando a falta de comprensión de la teoría no se tiene más reme
dio que ir a ¡a búsqueda de indicios exteriores a la teoría misma para
poder juzgar su validez. No se puede estar a la pesca de signos superfi
ciales que permitan una ubicación fácil para aceptar o descartar ia
teoría, como serían por ejemplo si ei movimiento lacaniano tiende a
expandirse o tiene signos de decadencia o no. Sería lo mismo que
suponer que la verdad de una teoría matemática depende, a favor o en
contra, de que su expositor use polera o le guste imprimirla al revés.
Los defectos o virtudes personales de los sostenedores de una teoría no
dicen nada de ella, de su contenido de verdad.
Vayamos ahora a nuestro tema.
El Edipo en Lacan es la descripción de una estructura intersubjetiva,
ésta es la primera aproximación.
Trataremos de ver, entonces, cuál es el concepto de estructura que
está en juego en el Edipo lacaniano.
11 Una estructura como una organización caracterizada por posicio
nes o lugares vacantes que pueden ser ocupados por distintos persona-,
jes. Tomemos una metáfora: una pieza teatral en que existen personajes
o roles que son protagonizados por los actores, que al asumir el rol
ejercen las funciones marcadas por el mismo. E? evidente que el actor
no es el rol sino que lo encarna. Una segunda metáfora: el teatro griego
de máscaras, donde bajo la máscara de los perspnajes sólo tres actores
eran los que representaban la totalidad de los mismos.
2) Es importante también el concepto de función matemática. Una
función matemática es una relación entre dos variables- Cuando se dice
por ejemplo que " y " es función de " x " , y se toma una de ambas, en
este caso a " x " como la variable independiente y a " y " como la variable
dependiente, lo que se está queriendo decir con que “ y " es función de
" x " es que “ y " varía en la medida que varía " x " , o que tiene una cierta
correspondencia con las variaciones de " x " , dada una determinada ley.
Esto resulta bastante importante en la concepción del Edipo lacanÍ3no,
dado que en realidad no se trata de valores fijos o lugares vacantes que
se definan de por sí sino que cada uno es función del otro personaje.
A sí, por ejemplo, el padre as tal en relación a alguien que es híjo y
viceversa.
Con una complicación adicional: cuando uno crea una estructura
matemática, un algoritmo del tipo "y es función de x " , en esas condicio
nes hay algo que es la variable independiente. En el Edipo lacaniano na
hay hada que sea variable independiente, están mutuamente condicio
nadas. Y sí en todo caso hubiera una cierta semejanza con la metáfora
que estoy haciendo, lo que ia validaría como metáfora, es que en el
primer tiempo del Edipo la variable independiente sería la madre,
aquélla de la cual , depende el chico, quedando éste determinado en
función del deseo de aquélla. Pero tampoco llega a constituir una varia
ble independiente en el sentido literal que tiene en matemáticas, pues
la madre fue variable dependiente en relación a un Edipo, y así en la
cadena de las generaciones.
35 Otro elemento para tener en cuenta en el concepto de estructura.
es eí que ha sido tomado de Levi-Strauss: Las estructuras elementales
del parentesco como codificación de alianzas que resultan del inter
cambio de mujeres. Las mujeres son cambiadas entre los hombres,
circulan entre ellos.
4) Derivado de lo anterior: lo que circula es lo que va a determinar
la posición deí personaje. Nuevamente una metáfora, tomada de Lacan,
para ¡lustrar qué es lo que se quiere decir con que lo que circuía va
determinando la posición del personaje, o mejor dicho va marcando una
determinada posición en la cual la persona que se encuentre en esa
posición tomará las funciones, las propiedades de la misma. Pensemos
en ese juego dei aniiiito en que varios personajes en círculo hacen
circular un aniiiito. El valor que toma una de las personas en el juego
depende del lugar donde el aniiiito esté escondido. Este es el que deter
mina qué persona adquiere un valor especial. Las personas en sí, por lo
que son, no se diferencian las unas de las otras en cuanto al juego.
Sólo por el hecho de que en poder de una de ellas cae el aniiiito
adquiere un status particular. Se puede decir que ei aniiiito marca e
instituye una posición: aquélla en que el anillo se encuentra. Pero no
sólo determina la posición del que tiene el anillo sino que por contraste
los demás integrantes de la ronda quedan marcados como no teniéndolo.
Ei que tiene el anillo pasa a desempeñar determinado rol, los que no,
tienen otro, y el personaje que está buscando elj)¡jiü%.qu*da^m:»rcado
como equivocado o acertando, haciéndose acreeddr al premio o al casti
go, de acuerdo a que diga que tiene el anillo aquél que en efecto
lo tiene.
Supongamos ahora una condición psíquica tai que uno de los miem
bros del círculo cuando el anillo llega a su lugar en vez de creer que el
el anillo le otorga a él una posición y un valor, se cree que él mismo es
el anillo, que el valor que tiene es por é! y no por el anillo. Para él,
si él es el anillo no existe éste como algo que circula y otros lo' pueden
eventualmente tener y él a su vez no tenerlo, perderlo; él es el anillo y
no hay distancia con respecto al anillo. El anillo como elementcr inde
pendiente de él ha desaparecido de la representación que él se hace.
Ahora bien, desde el punto de vista de un observador que teorizase
sobre la estructura de ese círculo de persogas las cosas son como hemos
descripto en la primera parte: hay un conjunto de personas y algo —el
anillo— en circulación que determina las posiciones. Pero desde la
representación que se hace este hipotético sujeto está aquél que es el
anillo y están los que no son anillos. Quisiera que mantuvieran a todo
lo largo de la presentación hoy esta diferencia existente entre obser
var el círculo desde alguien que teoriza la estructura y la representación
ilusoria que se puede hacer alguien desde adentro de la estructura,
Imaginemos ahqra que ese personaje que se creyó el anillo tuvo
sentado a su lado, como socio, a un otro personaje que deseaba intensa
mente tener pl anillo. Que siempre sintió que ese anillo lo haría
inmensamente teljz, que era aigo que le faltaba y que el día que tuviese
un anillo sería completo. La metáfora no está tan alejada de la realidad
si se reemplaza anillo por cualquier otra cosa, inclusive c: se la literaliza
en el anillo mismo- En un momento dado le dice a su socio' "vos sos el
anillo", y é$tq cree serlo. Ni siquiera le llegó el anillo real, pero el socio
lo convence qwe lo es para de esa manera tener ai anillo. E l socio que
desea fervientemente tener el anillo, lo puede lograr si él mismo se
convence de que el otro es el anillo y para completar la ilusión requiere
que el otro se convenza de que efectivamente lo es. Queda claro acá
que !a representación que se hace alguien, en este caso el personaje
hipotético y su socio, está bien alejada de la descripción de la
estructura real.
Ahora bien, el Edipo lacaniarto es la descripción de una estructura y
de ios efectos de representación que esa estructura produce en ios que
la integran.
La pregunta clave acá es entonces: si lo que determina la posición de
tos personajes es algo que circula, ¿qué es lo que circula entre los
miembros de la estructura dsl Edipo? Y la respuesta es taxativa: ei falo,
por lo tanto la elucidación del concepto de falo se va a convertir en
algo Central para nuestra exposición, y no puede reemplazar al concepto
de falo la descripción simple de los tres tiempos del Edipo. Es necesario
captar qué es lo que se quiere decir en la teoría lacaniana sobre el falo.
Nuevamente la empresa no es simple y, para poder construir el con
cepto de falo en Lacan, vamos a seguir un doble movimiento expositivo:
vamos a ir de la abstracción del concepto de falo a lo que es su ejempli-
frcación en los tres tiempos del Edipo, deteniéndonos en el primero.
De ahí vamos a volver al concepto de falo para tratar de precisarlo.
Al mismo tiempo para dar solidez a los conceptos que expondremos
intentaremos ir marcando la procedencia de los mismos en los textos
de Lacan que recorremos para su construcción.
Veamos dos definiciones del falo: 1) "el falo es el significante de una
falta" (en La significación del falo, que está en "Lectura e stru ctu ra r
ía de Freud"); 2) "el falo es el significante det deseo", en "Las forma
ciones del inconsciente" ¡edit. Nueva Visión, pág. 112).
Acá aparece la necesidad de aclarar un otro articulador, el concepto
de significante ya que forma parte de la definición y así vamos a tener
que ir procediendo en la exposición, con lo cual se dan cuenta que
a medida que vamos-introduciendo algo, tenemos que ir introduciendo
una otra cosa. Esperemos no hacer una regresión al infinito que sea una
especie de deslizamiento interminable que realmente no permite
captar nada.
Veamos cuál es el concepto de significante en Lacan. Por de pronto
una aclaración: el concepto de significante de Lacan no es una copia
no es una reproducción del concepto de significante en lingüística, es
en realidad una derivación del concepto de significante en lingüistica.
Hay un artículo en castellano que puede ser útil, el de Jorge Jinkis
sobre " E l significante", en la Revista ¡mago, en el número "Qué dice
Lacan? " , artículo que en lo esencial sintetiza e¡ trabajo "Le titre de la
iéttra", de Labarthe, P .L . y Jean L. Nancy, Editions Galilée, 1;973.
Este trabajo es, en lo que yo conozco, el intento más sistemático de
precisar el concepto de significante en Lacan, en base al estudio de
" L a instancia de la letra en el Inconsciente", que está traducido —este
últim o—, en "Lectura estructuralista de Freud".
Dejo de lado una serie de propiedades que tiene el significante en
Laqan a fin de señalar en una primera aproximación las que me parecen
particularmente relevantes para poder entender qué se quiere decir con
que el falo es el significante de una falta *. En primer lugar el significan
te es una traza materia!. Es una huella acústica, una imagen visual, algo
del orden de lo sensible o capaz de convertirse en perceptible. Simple
mente para aclarar más: una imagen del sueño tal como se presenta, un
fonema, una palabra, un olor determinado, todos ellos en la medida en
que se diferencian de otras imágenes, fonemas, palabras, olores, se
constituyen en significantes.
Segundo, en el significante y por medio del significante algo queda
inscripto que es de otro orden. Esto es central: el significante sirve para
que en él se inscriba algo que es de otro orden. ¿Qué se quiere decir con
que algo queda inscripto? Un ejemplo, se siente una necesidad orgánica
y se dice: "tengo hambre", se transpuso la necesidad orgánica en térmi
nos del lenguaje; el "tengo hambre" ya tiene una diferencia con res
pecto a la necesidad orgánica. Simplemente por el hecho de que algo
pasa a ser registrado en otro nivel, como el del lenguaje, hay algo que no
va a ser registrado, hay una transposición. O sea algo que es deformado,
capturado en otro registro. En el concepto de inscripción, de que algo
queda inscripto en un significante, está involucrado el concepto de
transposición, de deformación, de algo que queda sin inscribir, simple
mente por el hecho de que se pase de un orden a otro orden. En este
sentido digo que inscribir es trasponer, alterar. Hay una distancia
esencial entre lo que se va a inscribir y el material que va a servir de
soporte para esa inscripción. Un chico se inscribe en el Registro Civil,
lo que en un nivel es un chico, en el otro es un nombre; se ve muy claro
que en ia inscripción hay una transposición. Más aún, alguien puede
estar inscripto en el Registro de Defunciones, está inscripto —presente—
en el registro pero está inscripto en tanto ausente, es decir en tanto
inexistente, y éste es un rasgo esencial del significante. El significante
inscribe algo que es una ausencia, aparece en lugar de la cosa, en
» So puede leer: Lacan, " E l estadio de) espejo como formado? de la función
dei Y o " y " L a agresividad en psicoanálisis". Com o muy buena síntesis
conceptual de ambos la clase de Diana Rabinovich, dada en ei curso da
Psicopatología, 1974. Muy recomendable de Wallon: ei cap. IV : " E l propio
cuerpo y mi imagen exteroperceptiva", del libro " L o s orígenes del caráster
en ei niño".
le pasa al otro le esta pasando a ella. Y no es un problema simplemente
de una dificultad en la adquisición de algunas categorías gramaticales
que le haga confundir el "fríe" o el "te ", uno en lugar del otro, loque,
por otra parte, ella es capaz de usar con toda corrección fuera de las
situaciones descriptas.
En ese sentido el chico lee en los movimientos esbozados de la
madre le satisfacción de sus necesidades. Por otro lado la madre lc-
aporta al chico el lenguaje que le dice qué es lo que está pasando; le
dice "tenés frío " , "tenés hambre". No sólo ¡a madre lee sus necesidades
sino le construye necesidades. En ese sentido la madre de lo que Lacan
llama primera relación primordial es el Otro con mayúsculas; pero al
mismo tiempo es e! otro con minúscula, el de! transitivismo, la imagen
con la que se va a identificar y va a constituir su Y o en tanto Y o
representación. Es el Otro en tanto la madre le aporta ei código, pero
es el "o tro " en tanto es el "o tro " imaginario, el semejante especular,
con el cual el chico se identifica y cree que ese otro es él.
Ahora bien, en este primer tiempo del Edipo se está caracterizando
al falo como objeto imaginario. Lacan dice: "todo el problema de tas
perversiones consiste en concebir cómo un niño en su relación con su
madre, relación constituida eh el análisis no por su dependencia vita!
sino por su dependencia de amor, es decir por el deseo de su deseo,
se identifica con el objeto imaginario de este deseo en tanto que la
madre misma lo simboliza en ei fa lo ". (De una cuestión prelim inar a
todo tratamiento posible de la psicosis, pág. 554, " É c rits " ).
Fíjense, el chico se identifica con un objeto imaginario: el falo, pero
en tanto que la madre lo simboliza en el falo. A primera vista parecería
una contradicción; ¿cómo el falo es un objeto imaginario, y la madre
•lo simboliza en el falo? Vamos a tratar de ir viendo dónde radica la
dificultad de esta lectura.
Hay algo —cualquier cosa— el chico que es bueno o que es inte
ligente, o que es hermoso, o que es valiente, o que es obediente, o
el que va a hacer fortuna, o el que va a ser médico famoso, etc.; la
madre simboliza al falo $n esa forma particular, específica para ella.
El chico se identifica con esa imagen de perfección: es el bravo, el
inteligente, el hermoso, e^ valiente, e! obediente, el que va a hacer
fortuna, el médico famoso. Jo m a esa identidad como si fuera la de él;
toma de la madre el deseo de ser éso. Si es éso, entonces, es aquéllo que
para la madre es el falo qué la completa. Por eso Lacan dice: para el
niño es necesario y es suficiente para obtener el amor de la madre
con ser el falo, entendiéndose por ser el falo cada una de estas ejempli-
ficaciones que di. En ¡a madre hay una simbolización. En el niño no es
que él simbolice a! falo, lo es. Desde la madre el niño ha sido simboliza
do como falo y éste es un objeto imaginario.
A quí se entiende en qué sentido el falo es el significante del deseo.
Es aquéllo —como decía antes— bajo lo cual va a quedar inscripto el
deseo de la madre. Acá volvemos a aclarar las dos citas de "Las forma
ciones del Inconsciente" de la pág. 113, en que dice Lacan: " E l falo es
el signo mismo de lo deseado", "el falo es el significante del deseo del
otro". Ahora bien, aún a riesgo de redundar, si lo deseado es algo que
está ausente, que falta, por ello el falo es el signo de la falta y ai mismo
tiempo !o que la completa.
Veamos lo que pasa con la madre en el primer tiempo dei Edipo:
ésta siente su carencia de ser, su incompletud» su propia castración,
se reconoce como castrada, como faltándole algo: el falo. Este recono
cimiento de su castración (porque ella pasó por su Edipo) porque ella
reconoció su castración, y en esto Lacan sigue a Freud, cuando dice que
la niña -reconoce su castración, hace que ella busque algo que la haría
perfecta, que lo puede simbolizar en el chico como falo. La madre
produce entonces la -ecuación niño—falo. El hijo la hace sentir com
pleta, éste es para ella el falo. Todas las expresiones conocidas que
encontramos en la vida cotidiana por parte de la mujer embarazada:
"nunca me sentí m ejor", ei bienestar y la expansión narcisista de la
maternidad, lo tenemos aquí ai desnudo. Siente que ya tiene todo.
Podemos entonces definir a la madre fálica: es aquélla que siente
que no le falta nada, está completa; en ese sentido tiene al falo que
la completa. Si imaginariza como que eso que la completa es el pene,
esta es una versión posible del falo, pero no se tiene que pensar que
siempre lo imaginariza como que io que la completa es el pene. Todas
las insatisfacciones, las frustraciones, los anhelos, los sueños de gloria, de
reina, encuentran en su hijo la posibilidad de crearse la ilusión de qus
se realizan. Tiene alguien para quien ella es todo, tiene un súbdito
incondicional. El niño es ei falo para la madre.
Desde ia perspectiva del niño él es el que la hace feliz; no sabe por
qué, porque no sabe de la castración simbólica de la madre.
Utilicé recién una metáfora que tenía una intencionalidad: dije que
la madre es la reina que tiene un súbdito, pero, ¿por qué traigo esta
metáfora? Porque tiene un súbdito al que ella dicta una ley que es ia
ley del deseo del hijo, o sea aparece como aquélla que goza del atributo
de poder marcar la ley del deseo, como ley omnipotente. Lo que se le
ocurre a ella como valioso es lo valioso para el hijo, lo que se le ocurre
como indigno es lo indigno para el hijo.
Fíjense que acá está el concepto de ley que lo vamos a tratar en otra
reunión, pero ya lo quería introducir. En el primer tiempo del Edipo
en la madre está encarnada una ley omnímoda. No es que haya una ley
y le madre es la representada de ella. Es la ley misma. A s í como el hijo
es ei falo, ella es la ley.
Ei niño y la madre forman una unidad narcisista en que cada uno
posibilita la ilusión en el otro de su perfección y produce narcisismo
satisfecho. La madre convierte al chico en el falo para poder ser como
decíamos antes la madre fálica.
¿Cuál es la consecuencia de que ia ubicación del chico como falo
le venga desde afuera, de la madre? Es una concepción totalmente
distinta de aquélla que entiende al narcisismo primario como simple
mente algo que nace en el propio chico. *
Ahora bien, esta ubicación del chico como falo puede producirse
pero también puede no tener lugar, o sea el chico puede no constituirse
como falo. Piénsese en las situaciones que ya mencioné antes de la
madre soltera: para ella su hijo es el testimonio de la indignidad, de ia
castración simbólica; piénsese en la madre que tiene un híjo mogólico.
Lo anterior tiene una consecuencia verdaderamente importante:
que si ei chico puede quedar ubicado o no como el falo para la madre,
no hay que tomar el primer tiempo del Edipo lacaniano como algo
obligatorio bajo la forma con que comúnmente aparece descripto.
No se trata solamente que las vicisitudes del Edipo transcurran entre
el pasaje al segundo o al tercer tiempo, en la falta de la castración;
hay algo que también puede suceder con el primer tiempo del Edipo.
Y es acá donde cabe una conclusión: si el primer tiempo puede no
constituirse bajo la forma comúnmente descripta, es decir no produ
cirse la unidad narcisista del niño que es falo—madre fálica, resulta que
la descripción del Edipo lacaniano de los tres tiempos es una variante,
ia versión más frecuente de una estructura más abarcativa, pero es
tructura que tiene por lo menos la otra versión como posible. E l hecho
de que el hijo no se convierta para la simbolización de esa madre en el fa
lo, y que por consecuencia ella no sea la madre fálica, no significa que el
falo —como lo queuconvierte en perfecta— no existe para esa madre.
Falo en la subjetividad
* "Para completarse" quiera indicar que en el 2o. tiempo dei Edipo es inicia ¡a
castración simbólica con la castración de la madre, pero recién cuando en ei
tercer tiempo at padre aparezca como castrado se habrá producido la totalidad
del movimiento que lleva a independizar al falo y a la ley de todo personaje real.
sustitución de la demanda del sujeto: al dirigirse hacia el otro (por lo
tanto el semejante, el otro de la relación especular, la madre), he aquí
que se encuentra al Otro del otro, su Le y ". O sea, el chico al dirigirse a
su madre encuentra que hay un Otro, en este caso Otro como el lugar de
ia ley o significando a la ley, a la cual la madre debe someterse. Por lo
tanto la castración simbólica no es el pasaje de la dominación de la ma
dre a la dominación del padre, sino que consiste en la instauración dei
falo como algo que está por fuera de cualquier personaje, de la madre o
del padre, que no se lo puede poseer a su solo arbitrio. Es por eso que
el falo se instituye en la cultura como una entidad desde la cual todos
quedan ubicados como castrados simbólicamente.
¿Cómo aparece en el segundo tiempo el padre interdictor, el padre
terrible? Esto es lo que piantea Lacan en la pág. 89 de "L a s formacio
nes dsl Inconsciente": " E n el discurso de la madre, como mediada por
ésta. Vlenos velado por consiguiente que en ia primera etapa, pero aún
no revelado". ¿Por qué no revelado? Por el hecho de que todavía el
padre en tanto algo que está por fuera de la madre y de un personaje en
particular, o sea en tanto que padre simbólico no está totalmente consti
tuido. En este segundo tiempo de pasaje todavía el chico cree que el
padre es el falo, y continúa la cita: "interviene a título de mensaje para
la madre y , por lo tanto, para el niño, a título de mensaje sobre un men
saje: una prohibición, un no. Doble prohibición. Con respecto al niño:
no te acostarás ^on tu madre. Y con respecto a la madre: no reintegrarás
tu producto. A q uí el padre se manifiesta en tanto o tro", dice Lacan, y
significativamente coloca otro con minúscula, o sea que el padre se ma
nifiesta en tanto otro, no en tanto ley; en tanto un semejante con el cual
el chico rivaliza. Continúa la cita: " Y el niño es profundamente sacudido
en su posición de sujeción (al deseo de la madre): el objeto del deseo
de la madre es cuestionado por la interdicción paterna".
Esta representación del padre interdictor, como padre terrible no es
el padre simbólico. Por el contrario,tiene los atributos, por un lado, de
la madre del primer tiempo —es el que dicta la ley y no aquél que está
en representación de la m ism a-, por eso Lacan utiliza la expresión
"el padre interdictor", "el padre terrible"; hay un matiz de ironía en
lo de "padre terrible", aparece como terrible pero en realidad esto no
es más que una impostura, o sea tiene ei atributo presuntuoso de dictar
la ley. Además aparece como siendo el falo —porque en la subjetividad
del chico es aquél que lo desplaza en el deseo de la madre—, o sea para
él chico es lo que él no es, por lo tanto sería perfecto, es aquéllo
que él pasa a sentir que no es-‘ el falo. Es una representación imagina
ria, en el sentido de que es algo en sí mismo.
Para captar un poco más el concepto de ese padre terrible h&y un
artículo de Moustafá Saffouan, que es un miembro destacado de la
escuela lacaniana, en su libro "Estudios sobre el Edipo" que publicó
Du Seuil. El estudio se llama " L a figura del Padre Ideal". Este es el
padre imaginario que aparece como ún interdictar; es ei padre que en
el mito de "Tótem y Tab ú" corresponde al padre omnipotente de la
horda primitiva. Y acá se requiere una aclaración: cuando decimos que
el Padre Ideal o padre imaginario es aquél que en el mito de "Tótem
y Tabú" corresponde al padre omnipotente de la horda primitiva nos
referimos a que en la descripción m ítica de la horda primitiva había
alguien que funcionaba como un interdictor que poseía a las mujeres,
que castraba a los hijos, y que después fue muerto. Es Padre Ideal
dentro del momento que describe el mito de ia horda primitiva.
Pero cuando se realiza la muerte del padre, y nosotros desde aquí
nos estamos refiriendo a ese padre de la horda primitiva —desde la
situación actual— como un padre no existente en este momento,
como un padre que dictó la ley, ya no cumple el mtismo papel que en
la situación original describe el mito como que cumplía. O sea en
la situación original del mito, suponiendo que hubiera existido esa con
dición, para los personajes ese padre terrible era la Ley, no ¡a re
presentaba sino que la era. Mientras que para nosotros, en la re
presentación que nos hacemos de aquella situación m ítica, la ley nos
viene desde la muerte de ese padre como plantea Freud en "Tótem y
Tabú". A partir de ahí se edifican una serie de regulaciones, etc.
Entonces ese padre en tanto muerto, con todas las consecuencias que
se derivan origina una ley que está más allá de un personaje particu
lar en este momento, de modo que ahora sí va a pasar a tener los
atributos del padre simbólico.
Como digresión, Saffouan es realmente un personaje que merece
la mayor de las admiraciones. Es el traductor al árabe de " L a Inter
pretación de los sueños" Ésto es en cierta medida un homenaje a todos
aquéllos que introducen eft un dominio determinado una teoría muy
importante; es el papel qué cumplió López Ballesteros para nosotros.
Con todas las imperfecciones de la traducción, realmente significó
para la gente hispano habíante la apertura ai Psicoanálisis.
Volvamos a la castración simbólica. ¿Por qué se llama castración
simbólica? En primer lugar castración es utilizado en sentido metafó
rico: la castración en el sentido concreto, literal, sería el corte de una
parte del cuerpo que se separa del resto. El elemento que constituye
la base de la comparación, de la metáfora es: algo que se corta, o una
separación entre dos partes. En el caso de la castración simbólica se
introduce un corte, una separación entre la madre y el hijo, pero al
•mismo tiempo para cada uno se produce un corte y una pérdida. El
chico se separa del falo, pierde su identificación con él, deja de ser el
falo. La madre pierde a su falo, deja de poder instaurar el falo a volun
tad y de tenerlo. O sea, metafóricamente, la unidad niño—falo / madre—
fálica se corta, entre ambos, y se le corta algo a cada uno de los dos
integrantes de la cupla.
E l segundo término —"sim bólico"— alude primero a que no es real
en el sentido concreto de castración como pérdida del pene, pero
ésto no es lo más importante; lo más importante es que designa en la
teoría al corte mismo, es decir en la descripción de la estructura edípica
caracteriza a esa separación con las distintas propiedades que adquieren
después los elementos a partir de! corte. Los miembros individuales,
el chico, la madre, el padre podrán representarse, imaginar de diversas
maneras esa castración, pero la castración simbólica no es la forma bajo
la cual alguien se imagina la castración, sino la descripción teórica
de esa circunstancia del corte en la estructura edípica.
La castración simbólica al ser para el chico la pérdida de la iden
tificación con el falo y para la madre la pérdida del falo —en tanto
una posesión de la que puede dotar o privar a alguien—, no está rela
cionada con el pene sino con el falo, en el sentido que tiene falo en
Lacan. Por eso Lacan dice en el Seminario de las relaciones de objéto:
" L a castración no es nunca real sino simbólica y concierne a un objeto
imaginario, el falo ".
Ahora bien, si un objeto —el pecho, el pene, las heces— pasan a
quedar investidos de valor fálico, representan al falo, entonces la pérdi
da de los objetos será vivida como pérdida del falo. La conclusión es
entonces que la castración designa: a) en la teorización de la estructura
edípica, al corte; b) en la subjetividad, a la pérdida d^Kfalo, cualquiera
sea la forma en que se represente a éste.
Otro articulador teórico al cua! debemos aludir es el de "padre
sim bólico". Caracterizada la castración simbólica existe en la estructura
edípica una posición o lugar: la del padre simbólico. Es cualquiera
o cualquier cosa que ejerza la función de la castración simbólica, o sea
que el padre simbólico se define en función de la castración simbólica.
E l que ejerza la castración o io que la ejerza constituye el padre simbóli
co. Dice Lacan, en "Las formaciones del Inconsciente", en la pág. 86:
" L a existencia de un padre simbólico no depende del hecho deque en
una cultura dada se haya más o menos reconocido; el vínculo entre
coito y alumbramiento, sino que haya o no algo que responda a esa fun
ción definida por el hombre—de!—padre" (subrayado m ío).
Como habíamos dicho no tiene por qué ser ei padre reai. En una
cultura en que se realice el culto de los antepasados como aquéllos que
crearon la ley a la que todos deben acatar, incluida la madre, esos ante
pasados desempeñan la función del padre simbólico. En efecto, si la
madre reconoce ante su hijo que ella misma no puede hacer lo que quie
re, que hay algo exterior a lo que se debe someter, que su hijo no le
pertenece sino que también está sometida a ese sistema de regulaciones
fijados por la tradición y atribuidas a los muertos en un acto de legisla
ción, el que la madre se presente así implica una restricción de su poder
sobre su hijo; éste se ubica entonces no en relación al deseo de ella
sino a un orden compartido por todos y no detentado con exclusividad
por nadie. El mito de los antepasados desempeña entonces la función de
(a castración simbólica pues corta la unidad narcisista madre—fáiica /
hijo—falo, e instaura una ley que está más ailá de cualquier personaje
real, inclusive del propio padre del sujeto, con lo cual también cuando
ss realiza la castración simbólica no solamente queda castrada ia madre
sino que queda castrado el padre, como alguien que debe depender de
un otro orden exterior a él.
Con lo anterior nos introducimos en el concepto de ley. La ley
en Lacan es la regulación que está más allá del deseo o voluntad de un
individuo. El prototipo de la ley es la prohibición del incesto. Es una
ley de la cultura que regula los intercambios sexuales.
Un individuo particular puede actuar en representación de la ley
pero no serla para que se hable de orden simbólico. Si-en el primer
tiempo del Edipo la madre es la ley para el chico esta ley no pertenece
en realidad al orden simbólico y en sentido estricto no merece el cali
ficativo de ley. Cuando la madre ya no es la ley, recién en ese momento
queda separada la madre de aquélla, la madre—personaje queda ubicada
en relación a esa otra cosa independiente que es la ley.
Resumamos entonces cuál es la articulación entre castración simbó
lica, padre simbólico y le y;la podríamos plantear de la siguiente manera-
par la operación de la castración simbólica, que es ejercida por ei
padre simbólico, el niño deja de representarse como siendo el falo y
la madre de ser faitea en ¡a medida en que inviste al chico del atributo
fálico; la madre pierde su identificación con la ley, con ser aquéllo
que le dicta; la ley como entidad más alfa de un personaje queda instau
rada. Por ello se puede decir que el padre simbólico es el prom otor de
la ley.
Veamos ahora otro articulador, aquél que se conoce como "Nombre
—del—padre". A l ejercer el padre simbólico su función de castración
simbólica, produce en la subjetividad del chico el reemplazo de la ley
omnímoda del deseo de la madre por la ley como instancia exterior a
todo personaje. Esto queda inscripto de maneras muy diverges. Para
cada uno asumirá una forma particular, pero lo importante es que en
el psiquismo del chico aparece como algo que limita el poder de la ma
dre. Este algo, cualquiera sea !a forma bajo la cual se le representa al
sujete, ya sean las Tablas de la Le y, la tradición, las normas morales,
etc., produce los siguientes efectos:
I o: Reemplazo del poder de ¡a madre por la ley.
2°: Determina que el chico que era el falo deje de serlo, que éste
se instaure como algo más allá de todo personaje; de algo que se es pasa
a instaurarse como algo que se tiene, que se da y se recibe; es decir
pasa a ser falo simbólico. En.este sentido la castración simbólica produ;
ce en el psiquismo la emergencia de la significación fálica, entendiendo
por ésta al falo en tanto simbólico.
Por lo tanto si es algo que reemplaza a otra cosa, si está en un
encadenamiento que le otorga valor, si produce efectos de significación,
reúne los atributos que para Lacan entran en la caracterización del
significante. Ahora bien, a este significante se lo llama en la teoría el
"Nombre—del-Padre". O sea, que se puede caracterizar al "Nombre—
del—Padre" como ia expresión que en la teoría designa al significante
que inscribe en la subjetividad del chico a la fundón del padre simbóli
co. Pero si el "Nombre—del—Padre" es la inscripción en el psiquismo de
la función del pjadre simbólico implica obviamente a la castración
simbólica y prorFípeve la instauración de la ley, ya que no hay padre
simbólico sin castración simbólica y sin ley; no existen el uno sin el
otro, sino que se implican.
Veamos ahora una cita de Lacan que pese a lo compleja que apa
rece en un primer momento resulta clara si se ubican los términos que
ella utiliza en un cierto vocabulario lacaniano. Lacan'dice en el trabajo
"De una cuestión'preliminar a todo tratamiento posible de la-psicosis",
pág. 583: " E l Nombre—del—Padre, es decir el significante que en el Otro,
en tanto que fugar del significante es ef significante del Otro en tanto
que lugar de la le y ". Veamos qué es lo que significa. La clave está en el
significado de Otro. Otro significa dos cosas: por un lado código y
además ley. 0 sea que en el código —el lugar del significante, el Otro—
hay un significante. 0 en otros términos: en el lugar del significante
hay un significante que ubica un lugar, el lugar de la ley. Donde era el
lugar (lugar como un espacio que puede ser ocupado, que no es algo
en sí mismo) de la madre como ley absoluta aparece la Le y.
La cita quiere decir entonces que el Nombre—del—padre es el signifi
cante que instaura el lugar de la ley dentro del código.
¿Por qué la expresión Nombre del Padre? La expresión intenta
subrayar la conexión con el contexto bíblico en que se realiza la invo
cación " E n el nombre del padre...", o sea en representación de una auto
ridad últim a que sería la ley misma. Cuando en el contexto bíblico se
dice "en el nombre del Padre", el que lo dice no es la ley, está actuando
en representación de, invocando. Por eso lo que se quiere indicar con
el Nombre—del-padre es que algo queda inscripto en la ley, y los perso
najes como actuando en representación de la misma. En el texto bíblico
las Tablas de la Ley le son entregadas a Moisés; éste actúa en represen
tación de el Dios y él no es la ley. La ley es identificada con la figura
del Padre Eterno, pero no con Moisés. Por eso dice Lacan en el discurso
de Roma en e! 53, el texto que se titula “ Función y campo de la
palabra" en la pág. 98 de Lectura estructuralísta: " E n el nombre de!
padre es donde tenemos que reconocer el sostén de la función simbólica
que desde el albor de los tiempos históricos identifica su persona con
ia figura de la le y ". O sea desde el albor de tos tiempos históricos, desde
esos tiempos a los cuales remiten los textos sagrados, se identifica
Dios con la ley, o sea con aquél que realiza ¡a ley, que la legisla,
pero a partir de esa legislación ya no hay nadie más que sea la ley,
' todos actúan en representación de etla.
A q u í resulta necesario disipar varios equívocos posibles: el pri
mero, al decirse que el padre simbólico realiza la castración simbó
lica sobre la madre y el chico se puede pensar que es necesaria la pre
sencia física de una persona real, que si por ejemplo una madre vive
sola con su hijo la falta de padre ocasionará la no existencia de padre
simbólico. Esto no es así. La madre puede imaginar una pareja para ella,
desearla y de esa manera introducir un padre inexistente pero que cum
ple !a función del padre simbólico como capaz de señalar al chico que
hay alguien que está más allá de él que a la madre le falta, con lo que
se produce esta circunstancia la castración simbólica a través de un
elemento imaginado, elemento imaginado que al jugar la función del pa
dre simbólico estructura la cupla madre / hijo en relación a él. *
' Lo deseado por la madre más allá del chico puede incluso no ser
una persona real o imaginada. Supongamos una madre pintora, que sus
cuadros, su éxito artístico es más importante para ella que su hijo mis
mo; éste siente que hay algo más allá de ella que la madre desea. El
no es el falo de ella: el falo serían sus cuadros, pero ésto no basta
para que sea castración simbólica. Puede ser colapso narcisista si ¡a
madre mantiene una relación con sus cuadros en que estos son su falo y
ella es fálica porque los posee. Ella no está castrada, el hijo no es el
falo pero la madre sí es fálica a través de los cuadros. Mirado desde
el chico la madre continuará siendo idealizada, figura omnipotente,
que en vez de verlo a él como falo ve así a sus cuadros; se produce
rivalidad con el cuadro—falo, rivalidad equivalente a la que se tendría
con un hermano. Pero bastará que la madre considere que sus cuadros se
tienen que ajustar a determinados cánones.estéticos, que si no cumplen
estos requisitos sus cuadros no valen, para que ella entonces ya no sea
mujer fálica, en el sentido de que ya no instaura a voluntad eí faío.
Que ella admita la existencia de algo que está más allá de ella, de su
voluntad —un ordenamiento exterior— posibilita la castración simbó
lica.
Lo anterior nos lleva a poder concluir que cuando se dice que eí
padre simbólico efectúa la castración simbólica no se presupone que
hay alguien que ejecuta una acción sino que hay algo, que puede sí ser
alguien, en relación a lo cual la madre queda ubicada como no siendo la
ley. Más aún el padre real puede no hacer nada, ser débil, pero ante los
ojos de la madre ser alguien que es deseado, cuya palabra escucha —co
mo dice La ca n - e igual tiene lugar la castración.
¿Cómo se compatibiliza ésto con lo que Lacan dice en el Seminario
de las relaciones de objeto? Recordemos el texto: "Sólo se vive el
complejo de castración si el padre real juega realmente su juego". O
sea que el padre real tiene importancia, tanto más cuando la madre ten
ga demasiada tendencia a conservar al hijo en el lugar del falo. En ese
s t 1
X S
N o m b r e — d e l— Padre D e se o d a la m ad re f A %
------ “ * ~— “ Z ! 1 Nombre—del—Padre ( _ J
D e se o de la m ad re S ig n ific a d o al su je to F a lo '
* "Tres ensayos para una teoría sexual” , St. Ed., pág. 154
* * No se puede manos de ha car notar ia similitud que existe entre este tipo de
desplazamiento no defensivo, en que ai afecto que "produce una idea puede ser
causado por otra con ella asociada y el fen&meno del condicionamiento
pavloviano: la campana que por contigüidad temporal produce el efecto de la
comida. También similitud con lo que en la Teoría del Aprendizaje se llama
“ generalización dei estim ulo". Esta similitud no es casual tino que deriva de ia
Psicología Asociaciónista en ia que evidentemente abrevaron tanto Freud co
mo Pavlov.
* * * "Tres Ensayos", St. Ed., p¿$. 154.
Que el genital pase a ser indiferente para la conciencia del sujeto,
o que le inspire horror como plantea Freud no es lo esencial, sino que
sea sustituido. La noción de sustituto que aparece así en juego en el
caso di*i fetiche lejos de ser privativa de esta anomalía, es capital en toda :
la Psícopatología freudiana: el síntoma histérico es sustituto de otra
cosa que permanece por fuera de la conciencia, igual con la fobia, con;
la obsesión, con el recuerdo encubridor, con el contenido manifiesto
del sueño en vez del contenido latente. En todos estos casos e! sustituto
permite que algo no sea sabido por el sujeto: función defensiva de
desconocimiento.
Pero volvamos ahora al fetichismo' trá’t la digresión que intentaba
señala^ que su conceptualización es en la obra freudiana el resultado de
la aplicación de un modelo psicopatológico básico. El fetiche aparece
ya en "Tres Ensayos" cumpliendo la finalidad de evitar el desarrollo
de angustia. Aún cuando no está desarrollado el concepto de castración
Freud dice, en la nota agregada en 1915: " E l Psicoanálisis ha demostra
do que el fenómeno puede ser también accidentalmente determinado
por la ocurrencia de una temprana disuación de la actividad sexual debi
da al temor, que puede apartar al sujeto del fin sexual normal y alentar
lo a buscar un sustituto para el mismo".
Pero la evitación del desarrollo de angustia mediante el uso del fetiche
no es totalmente equiparable a la evitación fóbica, como por ejemplo el
adolescente que se masturba por temor a iniciar el contacto con el obje
to sexual, pero que lo hace con la conservación de la imagen y del deseo
de ese. objeto sexual. La foto del desnudo que puede actuar como estí
mulo en la masturbación, aún cuando se la disponga a total voluntad
(control omnipotente), como también sucede con el fetiche, se diferen
cia sin embargo claramente de éste: el fetichista ha hecho una modifica
ción en el objeto de su deseo, gracias a que algo está sobrevalorado, el
genital deja de estarlo. *
Para aclarar más aún el carácter defensivo del fetiche vayamos ahora
m iM que n diferencian entre tí, y que por lo tanto luego obligan a una
clasificad6n también diferencial de esas estructuras.
* De paso digamos que en alguna oportunidad se intentó crear una falsa oposi
ción entra la tests de que el sueffo es una realización de dáseos y la de que
constituye ia elaboración de una situación traumática. En Freud el deseo surge
a punir de un astado de tansión y cuando ei deseo se realiza as precisamente
en ia anulación d» esa tensión. Por lo tanto realización de dáseos y elaboración
ds la situación traumática constituyen dos formas de expresar lo mismo: la
superación dei «crem ento de tansión psíquica. Recuérdese ti respecto que
Freud define en ai cap. Vil la realización de deseos como ei movimiento que
va del polo de! displacer al del placer. (Por ej. d s la “ tensión de oo casd ad " a
la “ experiencia da satisfacción**}.
Freud hace de él. Si en lo único en que consistiría el sueño sería en no
dejar saber a la conciencia que Freud se siente afectado en su narcisismo
por las imputaciones que supone le hizo su amigo Otto, o si lo ocultado
a la conciencia fuera su culpabilidad por la imprudencia profesional en
el empleo de la cocaína, entonces el contenido manifiesto se lim itaría a
no tener incluidos esos temas, a no saber nada de ellos. Pero si Freud
concluye su análisis diciendo que el sueño nos muestra un deseo realiza
do, es porque en él se ha producido algo que va más allá de la mera
ausencia, del ocultamiento. Otto es el culpable, el irresponsable, no
Freud. El deseo realizado implica esa transformación. Y aún más, si
apelamos a ia bella interpretación que hace Erikson dei sueño de Freud *
éste realiza el deseo de poseer sexualmente a Irma. Lo digno a ser reteni
do aquí es que la realización de este deseo sexual es totalmente in
consciente, reprimido,' para Freud, como lo corrobora el hecho de que
se escape a su propio autoanálisis, quedando indicada la labor de la cen
sura en la alusión a que en determinados puntos no desea continuar el
análisis.
En " L a interpretación de los sueños" realización de deseos y oculta
miento por la censura están articulados. Se realiza un deseo, pero como
éste es rechazado por "las tendencias dominantes en la vida anímica del
sujeto" la conciencia no debe entecarse de aquéllo. El ocultamiento sur
ge para desconocer ei deseo no aceptado, evitando así la producción.de
angustia que implicaría su percatación. Pero que la realización de deseos
y ocultamiento a ia conciencia estén articulados, no nos debe hacer con
fundir sobre los alcances de una y otra: en el caso del ocultamiento la
única angustia que se evita es la que surge por el conocimiento conscien
te; la realización de deseos, en cambio, es capaz de transformar el signifi
cado inconsciente de una situación. En este sentido la realización de
deseos constituye una modificación de la economía psíquica, yaque es
capaz de intervénir en la supresión del desarrollo de angustia. Ei oculta
miento defensivo, lo más que puede hacer es que la conciencia desco
nozca la representación que ocasiona el desarrollo de angustia, es decir
en él caso de que se percate de la existencia de la angustia no sepa a qué
adscribírsela. **
• "Pskjuiatría Pticoanailtica" de H.P. Knight, Cap. "P sica m a litit da lo* sueño*”,
de Erikson, sd/Hormé.
** Oaem o» qua mi la discusión acarea da si los afectos son únicaroants consejan
tes o también puedan existir como ¡neorucian tas sa podría colocar la discusión
Volvamos ahora al caso del fetichismo. S í en éste el fenómeno se
circunscribiera a excluir, de la conciencia el conocimiento de que la
ausencia de pene en la mujer —que sí acepta en la conciencia *—, es el
resultado de la castración, y que él por lo t^nto está expuesto a ella,
se encontraría en la siguiente situación: en la conciencia los hombres
tienen pene —él incluido—, las mujeres no. Corpo ideas reprimidas, en
cambio: la falta de pene en la mujer indica q|ue la ¡castración es una
amenaza que pende sobre él. Este saber inconsciente lo tendría constan
temente en un estado de angustia flotante, angustia sin objeto conocido.
Pero en el fetichista ha tenido lugar además de la defensa frentf al saber
consciente una verdadera transformación: mediante la ecuación fe
tiche = falo, ecuación inconsciente, se afirma en el inconsciente que la
madre tiene falo, que la castración no existe. Esto permite "renegar"
—verieugnung— de la castración. Pero, ¿dónde es la renegación? : en el
inconsciente. Si la ecuación fetiche = falo es inconsciente, resulta obvio
entonces que la creencia que hay falo es en el inconsciente reprimido.
A l que "se engaña" no es a la conqiencia, ya que en ella sí se reconoce
que la mujer no tiene pene.
Lo anterior plantea algo muy singular: la renegación de la castración**
tal como aparece descripta en el caso particular del fetichismo, se pro
duce en el inconsciente. La escisión no es entre el Consciente y el In
consciente. Basta como evidencia de ello el siguiente párrafo del artícu
lo del Fetichismo: "en muy sutiles ejemplos tanto la renegación como
la afirmación de la castración han intervenido en la constitución del
fetiche en sí mismo. Este era el caso de un hombre cuyo fetiche era un
suspensor anatómico que podía ser usado como pantaloncito de baño.
Este trozo de vestimenta cubría enteramente los genitales y ocultaba la
distinción entre ellos. El análisis mostró que significaba que las mujeres
estaban castradas y no lo estaban". Es decir el fetiche tenía un doble
significado inconsciente: renegaba y afirmaba la castración, la escisión
* En otros caso* la escisión da! Yo puede estar entra dos conjuntos da ¡«tees
conscientes ¡que ambas son afirmadas, pese a la contradicción qu» existiría en
tre ellas sin que ss anulen. Este es por ejemplo ei caso de un pecienta delirante
que en una oportunidad me llamó por teléfono y me dijo; "-Doctor, tengo de
nuevo las ideas delirantes, creo qua me quieran matar, ¿tomo Stalazine? " .
En su conciencia creía en e) delirio, pero al mismo tiempo me llamaba a mí en
tanto psiquiatra y no a la policía, y pensaba que se tenía que tratar mediante
medicamentos. Sin embargo este conocimiento de que eran ideas delirantes no
les quitaba la fuerza de Convicción que tenían para él. Otro ejemplo da escisión
del Yo concients nos io muestra Freud sn el caso del Hombre da las Ratas:
sabía de la muerta del padre, se lo relata él mismo a Freud, y sin embargo a
media noche se ubicaba frente al espejo esperando concien temen te que al pa
dre muerto retorna» eomo si no lo estuviera. Todo ésto nos muestra que la
escisión del Yo no tieiW al mismo status qué la represión par *j., u otros meca
nismos defensivos (la proyección, por ej.) én que algo queda «xd uído de la
conciencia. Retomaremos asta problema en otra oportunidad.
tiene por fin impedir el desarrollo de afectos penosos, y la realización
de deseos también tiene pof objeto esto últim o, se tiende a englobarlas
en tina única categoría por tener un punto en común, precisamente la
evitación de la producción de angustia?
Volvamos nuevamente al objeto fetiche. En su constitución ha habi
do entonces: a) un desplazamiento, algo se ha conectado asociativa
mente con el genital, y se ha extendido a ese algo la sobrevaloración.
b) la castración, ha quedado renegada y afirmada, el yo está escindido.
c) Relacionado con lo anterior se ha producido una transformación,
-realización de deseos: lo que era una ausencia —el falo— ha quedado
transformado en una presencia, el fetiche. Se ha realizado un deseo
que no es la alucinación del falo como sucede en el modelo paradigmá
tico de la realización alucinatoria de deseos, pero que guarda con ésta
un punto en común: una presencia fantástica viene a Henar una ausencia.'
La diferencia es que la ausencia en la realización alucinatoria de deseos
es de un objeto real, en el caso del fetichismo es una ausencia vivida
sobre la base de una presencia ilusoria.
Vemos pues que el fetichismo nos ha introducido hoy a una serie de
pi oblemas que lejos, de estar solucionados ofrecen múltiples facetas
para ia discusión. Consignémoslos a títu lo de inventario: a) constitu
ción del objeto sexual; b) desplazamiento; c) renegación, especificidad o
no de ésta en relación a las estructuras psicopatológicas, su comparación
con la represión; d) relación entre renegación y escisión; e) campo de
la ilusión.
Además en la discusión del fetichismo debemos retomar conceptos
trabajados en la primera mitad del curso: la ley, la transgresión, la
constitución del Ideal, la castración simbólica y el concepto de falo, y
no por ser mencionada en último término de importancia secundaria
(a cuestión de si e! fetiche es el sustituto del pene reai o del falo
simbólico.
Presentaremos aquí' algunas ideas tendientes a diferenciar la renega
ción de la represión, lo que nos llevará a tener que abordar el problema
de la escisión, con el que aquéllas están directamente relacionadas.
La represión es en Freud el proceso de exclusión de la conciencia
que sufre una determinada idea. A s í lo dice explícitamente en el trabajo
del 15 sobre la Represión; afirma en él: "S u esencia consiste exclusiva
mente en rechazar y mantener alejados de la conciencia a determinados
elementos". De modo que el concepto de represión es solidario y sólo
se puede entender en relación a la separación entre inconsciente y
conciencia. El núcleo teórico al que pertenece la represión es por lo
tanto el de la primera tópica, y en este caso s í tiene valor el correlacio
nar cronológicamente la época en que se desarrollan el concepto de
represión y la primera tópica; el período que va desde 1893 con $1
"Mecanismo psíquico de los fenómenos histéricos", hasta I923 con
*'El Y o y el E llo " . A q u í la contemporaneidad concierne a una corres
pondencia conceptual.
Veamos ahora lo que sucede con la renegación. Seguiremos un do
ble camino para el desarrollo de'la connotación que tiene este término
¿n Freud: en primer lugar los pasajes en que explícitamente trata de
diferenciarla de la represión, y en segundo lugar recorreremos los ejem
plos que Freud ofrece de renegación y en los que funda la presentación
del concepto. En el artículo del Fetichismo (1927), afirm a: " S i quere
mos diferenciar más claramente entre la vicisitud de ia idea como distin
ta de la del afecto y reservamos la palabra represión para el afecto,
entonces la correcta palabra alemana para la vicisitud de la idea sería
renegación''. El párrafo es sorprendente, pues está en tota! contra
dicción con ei concepto de represión que Freud expusiera a todo lo
largo de su obra, en que sostenía que lo que se reprime es siempre la
idea; recuerden el artículo del Inconsciente en qu^^eTBnrfmemS’ teaatig-
ne que las ¡deas se reprimen y los afectos ( 1>se sdprimen, o en el trífeajo'
mismo sobre la represión, al que antes nos referimos. Freud fue sin
embargo el primero, y sin lugar á dudas, en captar como inadecuada la
diferenciación entre represión y renegación que presentaba en el feti
chismo, como lo demuestra que la abandonase posteriormente, no apa
reciendo en los trabajos siguientes, y por el contrario la modificara en el
cap. V IH del "Esquema de Psicoanálisis" de 1938. En ese trabajo re
cuerden que Freud propone el siguiente criterio diferencial; " E l Y o
infantil se libera de las indeseadas demandas pulsionates por medio de
la represión" y agrega: "Complementaremos ésto al afirmar además que
durante el mismo período de la vida el Y o se encuentra a menudo en la.
posición de eliminar algunas demandas de! mundo exterior que siente
perturbadoras y ésto es efectuado por medio de la renegación de la
percepción que trae al conocimiento esta demanda de la realidad" (2).
La diferencia entre la represión y la renegación sería entonces que lá
primera actúa contra la demanda pulsional y la segunda contra la
percepción que hace conocer una demanda de la realidad.
Comparemos ahora la formulación del Fetichismo con aquélla que
acabamos de referirnos tomada del Esquema de Psicoanálisis. Más allá
de lo que aparecen como diferencias tienen algo esencial en común: la
discriminación entre represión y renegación se trata de fundar en la na*
turaleza del material, el contenido' sobre el que actúan uno y otro me
canismo. E n el trabajo sobre el Fetichismo serán los afectos por un
lado y la idea por el otro, en el Esquema de Psicoanálisis la demanda
pulsional y la percepción de algo que informa de una demanda de la
realidad. La separador} conceptual, entonces, entre la renegación y la
represión aparecería así colocada sobre un mismo plano; el contenido
del cual el sujeto trata de liberarse.
La pregunta que uno se puede formular aq uí es; ¿esta formulación
efe la diferencia es suficiente? O más explícitam ente: ¿se puede asentar
exclusivamente la separación conceptual de los que se proponen como
dos mecanismos sobre la base del contenido sobre el que operan?
Para encarar una aproximación a la respuesta de este interrogante
iniciaremos el segundo dé los caminos que proponíamos hace un mo
mento, las oportunidades en que Freud hace uso del término de renegó
ción. Este aparece en la "Organización genital in fan til" (1923). Dica
a llí: "Nosotros sabemos como los chicos reaccionan a sus primeras im
presiones de la ausencia deíipene, ellos reniegan (la palabra es leugnung,
que después va a ser en lo* trabajos ulteriores como verieugnung), y
creen qué con todo sí ven un pene", y a continuación agrega;
"E llo s disimulan la contradicción entre la observación y la pre-con-
cepción diciéndose a s í mismos que el pene es aún pequeño y crecerá".
Las dos partes de esta cita implican dos cosas totalmente diferentes, y a
ambas se aplica el concepto de renegación. En ia primera Freud dice:
"ellos reniegan el hecho y creen que con todo ven un pene"; destaque
mos que Freud no dice ven un pené, con lo que el fenómeno estaría
colocado en el orden puramente de ia percepción y se trataría por lo
tanto de una alucinación; la palabra creen señala que no es un trastorno
de ia percepción sino de la creencia. Más aún, en el trabajo del Fetichis
mo Freud rechaza el uso del término escotomización propuesto por
Lafforgue diciendo: "Escotomización me parece particularmente inapro
piado porque sugiere que la percepción es enteramente eliminada, de
modo que el resultado es el mismo que cuando una impresión cae en el
punto ciego de ia retina. En la situación que nosotros estamos conside
rando, por el contrario, la percepción ha persistido y una muy enérgica
reacción ha sido realizada para mantener la renegación. No es cierto que
después de que un chico ha hecho su observación de la mujer él ha
preservado inalterada su creencia de que una mujer tiene un falo. & -ha
retenido esta creencia pero también la ha abandonado" (subrayado
nuestro).
Voívamos a la cita tomada de " L a organización genital infan til", en
la parte en que Freud dice: "ellos reniegan eí hecho y creen que con
todo sí ven un pene". Como vimos no se trata de algo que ocurra a nivel
de una percepción, aunque sí tiene que ver con una percepción. Aclare
mos esto: ese rechazo de creer en una percepción, se puede entender
mejor si apelamos a ia diferencia que Freud hiciera entre la percepción
y la huella mnémica de ésta. La re negación no actúa sobre el dato per
ceptivo en sí sino sobre ia huella mnémica del mismo;el dato perceptivo
queda registrado en el psiquismo como Freud se ocupa de aclararlo en la
cita en que no acepta el término escotomización. Agreguemos además
que ia diferencia que tratamos de hacer no es entre la tesis de que la
percepción implica elementos conceptuales que organizan el dato senso
rial y aquella otra tesis insostenible en que el dato sensorial sería algo
de por sí. Partimos del hecho de que el chico al observar los genitales lo
hace utilizando sistemas conceptuales de referencia que permiten ubicar
una forma como siendo el pene u otra cosa como no siéndolo. Lo que
queremos subrayar más bien es que la falsificación de 1a renegación no
es sobre la percepción en s í, no es que el chico ai tener el preconcepto
de que todos tienen pene —la premisa universal— cuando observan un
ser sin pene por rigidez perceptual continúe viendo un pene donde no lo
hay. No es equivalente ai fenómeno de que alguien no descubra un error
tipográfico en un texto pues al tener una gestalt de las palabras, aún
cuando en éstas exista un error, los elementos presentes que constituyen
las notas características de las palabras son suficientes para reproducir
la gestalt , como si en el texto no hubiera cambiado nada. Si se habla
de renegación es porque el chico percibió la diferencia, sacó la conclu
sión de que entonces a él puede faltarle el pene —angustia de cas
tración— y recién entonces sustituyó la huella mnésica del genital sin
pene por ¡a dei que ¡o posee. La renegación presupone haber percibido
algo, lo que es equivalente a la afirmación primordial que Freud descri
biera en el mecanismo de la negación cuando viera a la negación como
un mecanismo frente al retorno de lo reprimido. A sí como la negación
supone una afirmación primordial, de igual manera la renegación supo
ne una afirmación primordial. Por ello podemos decir que el contenido
renegado es el de una percepción aunque la operación de la renegación
no ocurra en ei acto perceptivo propiamente dicho sino en ia manipula
ción de la huella mnémica que es producto de aquél.
Volvamos luego de esta digresión que nos permite ir cerniendo el
concepto a la segunda parte de la cita, aquélla en que Freud dice:
"ellos disimulan ia contradicción entre la observación y ¡a percepción,
diciéndose a sí mismos que el pene es aún pequeño y crecerá". A q uí ya
hay una diferencia sustancial con el caso anterior: se acepta el dato
perceptual, desde el momento que se dice "es aún pequeño pero crece
rá", pero se apela a una teoría que permita rechazar a la amenaza de
castración. Las dos partes de la cita ejemplifican renegaciones, y guardan
una cierta similitud con los diferentes tipos de renegacíón frente a la
muerte: se puede rechazar el dato de que el muerto está inmóvil y no
respira y tener en un determinado momento la convicción, no tan infre
cuente en muchos duelos, de que hizo un movimiento o de que respiró,
pero también puede aceptarse de que está muerto —digamos aceptación
del dato perceptivo— y hacerse la teoría de la reencarnación que encon
tramos en ciertas religiones, o de la vida en ei más allá de las religiones
judeo—cristianas. Se contrarresta la angustia por la muerte de un ser
querido mediante la idea de un después que anula el ahora. Corno vemos
la teoría infantil de "después crecerá ei pene" y la del aduito de que
"después lo reencontraré en el más allá" transcurren en el seno de un
mismo tipo de operación 13).
Pero con lo anterior nos hemos desviado de nuestro propósito
centrado en ¡r siguiendo a Freud en las ejemplificaciones de la renega
d o r Volvam os pues a los textos. En él trabajo " L a pérdida de la reali-
jdad^n la neurosis y la psicosis" Freud tratando de precisar la diferencia
éntre neurosis y psicosis dice: "Nuevamente expresado aún de otra ma
ce ra , la nteurosís no reniega de ia realidad, solamente la ignore; ia psico
sis ia reniega y trata de reemplazarla" {subrayado nuestro). Esta cita la
consideramos muy importante porque nos conduce a la siguiente re
flexión: Freud hace la diferencia entre ignorar la realidad y renegarla,
de modo pues que no toda alteración de la realidad a favor de ia realiza
ción de un deseo es equival ente a lá renegación; el histérico olvida
un sucéstr-traamétíco —está alterando el recuerdo de la realidad— y
la amnesia histéric&japarece en Freud directamente vinculada a l olvido
de un acontecimiento ocurrido en la realidad. Toda la historia del
concepto de represión eri Freud se constituyó alrededor de la amnesia
de acontecimientos no sólo de la fantasía sino ocurridos en la realidad
misma. Este corvqtífito del olvido por represión de sucesos reales lo man
tiene Freud nó sólo en los historiales de la primera época sobre la his
teria sino én todos los trabajos ulteriores. De a h í que el objetivo de
rescatar de la represión, el recuperar del olvido los sucesos ¡:ifanti!es
realmente vividos y reprimidos, sk mantenga aún hoy, como una de las
tareas —aún cuando no sea la únicá— en el proceso analítico.
Después de lo que dijimos nos encontramos a esta altura de la clase
de hoy en una situación muy singular: resulta que Freud afirma en
e! 24, cuando ya ha desarrollado el concepto de renegación, que se
reprime la escena traumática y se la confina a la amnesia, pareciera
que perderíamos el único punto de reparo, el de que la renegación
se ejercería sobre la realidad, para poder diferenciar entre represión
y renegación. De nada nos sirve acá intentar un golpe de fuerza y
decir que el ignorar la realidad, hecho por la represión, es a consecuen
cia de la demanda pulsional y que en cambio la renegación lo sería
por una demanda eri sí de la realidad, porque cuando Freud trata de
diferenciar uno y otro mecanismo no hace hincapié como elemento di-
ferenciador en la causa que inicia el proceso —en ambos es la amenaza de
castración— sino en aquéllo sobre el que recae el mismo, lo que hemos
llamado el contenido sobre el que opera el mecanismo. Pero, ¿se trata
del mismo tipo de operación, en cuanto a la realidad, en el caso de la
represión en que se olvida a aquélla relegándola al inconsciente, que
en el de la renegación en que se sustituye la falta de pene por ia
presencia, se reemplaza el conocimiento de la muerte del ser querido
por la creencia de qué vive? Veamos la diferencia entre un tipo y otro
tipo de modificación de la realidad.
En la represión: la representación de la realidad en tanto representa
ción reprimida se halla en el inconsciente, en la conciencia el sustituto
aparece en forma de resto metonímico de aquéi, o de elemento que
lo representa simbólicamente (véase el historial de Lucy R. cuando ella
relega al olvido, por represión, la escena en que recibió la carta, escena
en la que estaba presente el olor a la harina quemada. Luego lo reprimi
do reaparece a través del síntoma de la alucinación olfatoria que es un
resto metonímico). Entonces, en el caso de la represión et inconsciente
sabe de ia realidad, ia conciencia no, y ésta sólo conoce elementos que
se le aparecen como desprovistos de sentido.
En el caso de la renegación cuando el chico afirma que la mujer
tiene pene, o cuando se afirma que el ser querido vive, una creencia
es reemplazada por otra creencia que es la contrapartida exacta de
aquélla, su imagen en negativo. Donde no hay algo, se cree que está,
ya sea el pene o la vida en el ser querido. Es ei reemplazo q<j una reali
dad por otra, pero "esta otra no es cualquiera, es la recíproca. Este
sustituto recíproco sin embargo no tiene cualidad sensorial, no es una
alucinación, sigue estando a nivel de la creencia. Tenemos así una
primera base para ir aproximándonos a una diferenciación entre la re
presión y la renegación: aún cuando la represión se ejerza sobre la re
presentación de la realidad, nunca obviamente sobre ia realidad misma
sino sobre su representación {olvido del recuerdo de una escena), la
operación consiste en su exclusión de la conciencia; el retorno de Jo
reprimido hará reaparecer a éste como sustituto deformado para la con
ciencia. En el caso de la renegación no queda un simple agujero en la
conciencia, el hueco de la represión. La renegación consiste en el
rechazo de una representación a través de la afirmación de la opuesta.
No se trata de un rechazo de la percepción y luego el suplantarla por
otra. E l fenómeno mismo del reemplazo, eso es la renegación. La presen
cia de una creencia implicaría la renegación de la otra. Fíjense ia
situación diferente de la renegación con respecto a la represión. En
ésta queda un agujero en la conciencia y después el retorno de lo re
primido originará un resto o un sustituto simbólico, pero ya no
simplemente una realidad que se contraponga a la anterior. E l sustituto
del segundo tiempo de la represión —el retorno de lo reprimido— con
tiene a lo reprimido disfrazado. No lo contrarresta, no tiene el sentido
, contrario. Inclusive si Freud dice que el sustituto actúa como contra-
catexis es en cuanto permite mantener excluido de la conciencia al
elemento reprimido, no porque signifique lo contrario de éste.
N O TAS
(2) No podemos menos que pensar hasta con cierto placer un ejemplo
que muestra las dificultades de diferenciar la represión de la rene
gación por la separación entre demanda pulsional y percepción de
la realidad. En el caso de un individuo que en medio de una reu
nión social va comprobando con horror que ia zona de su pantalón
que cubre su genital comienza a elevarse, y rechaza, el reconoci
miento de. su erección, ¿nos encontramos ante una represión o
una renegación? Trata de no enterarse de algo que no cabría sino
considerar como demanda pulsional, por lo que tendríamos que
ubicar la contingencia en el terreno de la represión; pero al mismo
tiempo ve el,bulto no tolerado y lo siente: sería así el rechazo de
una percepción, luego una renegación.
N O TAS
(6) No se debe pensar que la creencia renegada es .siempre una que co
rresponde a la realidad, y que es la fantasía la que actúa como po
sibilitando la renegación de aquélla. A veces se apela a la realidad
para renegar de una creencia que es pura fantasía: el delirante
paranoico que cree que lo persiguen, en el momento que se da
argumentos tomados de los datos de la realidad tendiente a con
vencerse de que no corre peligro está en verdad utilizando las per
cepciones de la realidad para renegar una creencia que en él tiene
fuerza de convicción. Apela a una "percepción" para rechazar una
creencia fantasmal. Este caso no se podría encuadrar para nada di
ciendo que "reprim e" la fantasía, pues inclusive ésta continúa en
la conciencia. Tiene en cambio toda la estructura de la operación
de la renegación. Valga también este ejemplo para mostrar lo in
adecuado de definir a la renegación como el rechazo de una per
cepción de la realidad que contraría una creencia deseada, la que
sería en sí misma la "falsa", la "equivocada", mientras que !a per
cepción renegadcl sería la "correcta". La renegación es siempre el
rechazo de una creencia angustiante sea ésta o no la que mejor
representa a la realidad convalidada intersubjetivamente.
(7) Es similar a lo que ocurre con la represión en que hay que distin
guir entre mecanismo, siempre inconsciente, y los contenidos que
.concientes primero, luego devienen en inconscientes.
Presentación 5
El Edipo en Lacan — I 21
El Edipo en Lacan - II 35
El fetichismo (Introducción) 9Í