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Hay algunas formas de actuación que nos pueden ayudar a afrontar conductas desafiantes de
forma proactiva, como por ejemplo:
» No hacer agrupamientos muy grandes de personas (salas de estar con muchas personas,
habitaciones con muchas camas, baños no individualizados), sino buscar espacios más bien
individualizados, individuales o de grupo pequeño. En el caso de Pedro empezar a realizar la
actividad con una ratio de uno a uno.
» No darles órdenes o instrucciones muy directivas (“haz esto”, “ponte el jersey”…). En todo
caso, utilizar instrucciones indirectas que, además, desarrollan la capacidad cognitiva.
» Tener en cuenta que los entornos donde se desenvuelve la persona deben ser seguros, y
para ello retiraremos peligros o introduciremos precauciones. Y, si es necesario, le
explicaremos lo que está sucediendo.
Las alteraciones del comportamiento pueden responder a diversas causas de tal forma que un
mismo tipo de conducta autolesiva manifestada a través de la misma conducta, como por
ejemplo morderse el dorso de la mano, puede atribuirse a orígenes totalmente diferentes que
conllevan una actuación específicamente distinta. Esta conducta podría ser el resultado de
– Un problema de salud, al tratarse de la manifestación de dolor o malestar físico.
– El medio de comunicar o expresar un deseo, necesidad o demanda subyacente (sed, hambre,
objeto o actividad de interés, persona…).
– Una forma de estimulación.
– Un modo de liberar tensión.
– Una conducta de evitación para escapar de situaciones no deseadas.
– Una demanda de atención.
– Una baja tolerancia a la frustración.
– Un modo de evitar situaciones potencialmente estresógenas (ruido, desorden, cambios…).
– Un signo de un cuadro psicopatológico.
– La expresión de un fenotipo comportamental, propia de un síndrome específico.