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MARIA EUGENIA MANSILLA
Aparte las de orden secundario —arte arqueológico, textos religiosos, utensilios
quirúrgicos, embalsamamiento, etcétera— las más importantes son los papiros
médicos, con su diverso y abundante contenido escrito.
Por orden cronológico de su composición, esos papiros son —hasta hoy— los
siguientes:
1. Papiros de Ramesseum: compuestos hacia 1.900 a.C. Recetas y fórmulas mágicas de
contenido médico y acerca de la relajación de los miembros rígidos.
2. Papiro de Kahoun: compuesto hacia 1.850 a.C. Ginecología médica, obstetricia,
veterinaria, aritmética.
3. Papiro Ebers: compuesto hacia 1.550 a.C. Con el de Edwin Smith, el más importante.
Contenido muy vario: recetas, descripciones clínicas.
4. Papiro Edwin Smith: compuesto hacia 1.550 a.C. Contenido principalmente
quirúrgico, dispuesto a capite ad calcem. Muy sobrio y preciso en sus descripciones y
prescripciones.
5. Papiro Hearst: compuesto hacia 1.550 a.C. Descripciones médico-quirúrgicas y
fórmulas terapéuticas.
6. Papiro de Londres: compuesto hacia 1.350 a.C. Desordenado conjunto de recetas
médicas y fórmulas mágicas.
7. Papiro de Berlín: compuesto hacia 1.300 a.C. Su contenido repite en buena medida
el del papiro Ebers, pero mejora sus descripciones angiológicas («Libro del corazón»).
8. Papiro Chester Beatty: compuesto hacia 1.300 a.C. Recetas y fórmulas mágicas de
contenido vario.
9. Papiro Carlsberg: compuesto hacia 1.200 a.C. Enfermedades de los ojos y
pronósticos obstétricos.
Los sanadores en el antiguo Egipto. Según el papiro de Ebers, hubo en el Egipto
antiguo tres clases de sanadores: los sacerdotes de Sekhmet, mediadores entre el
paciente y la diosa, que a sus ceremonias rituales unían la administración de drogas;
los médicos laicos (snwn), también llamados escribas; los magos propiamente dichos,
expertos en ciertas prácticas preternaturales o dotados de virtud para hacerlas
eficaces. La profesión médica era en muchos casos hereditaria y exigía un aprendizaje,
que en sus niveles superiores debió de tener carácter esotérico, «sólo para los
iniciados»; tal vez se hiciese en la «Casa de la Vida», institución del Estado, próxima a
los grandes templos, encargada ante todo de la protección mágica del faraón. Hubo en
la práctica una considerable especialización; dice por ejemplo Heródoto que en Egipto
había médicos de una sola enfermedad, y consta que Hesy-Ra, el primer sanador de
que se tiene noticia (vivió hacia el año 3.000 a.C), brilló especialmente como
oftalmólogo.
El cuerpo médico se hallaba asistido por un gran número de ayudantes o wt.
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En cualquier caso, los saberes anatómicos y fisiológicos de los médicos egipcios fueron
escasos, y en su mayor parte antes procedentes de la imaginación que basados en la
observación.
No puede atribuirse a la medicina egipcia antigua una verdadera patología general, es
decir, una teoría racional y coherente de la enfermedad.
Cabe en todo caso afirmar que, en el Egipto antiguo, incluso cuando prevaleció la
visión de la enfermedad como castigo y mácula y era habitual el tratamiento mágico-
religioso de ella, siempre la disposición mental del sanador fue más suelta que en
Asiría y Babilonia, y siempre más fuerte el atenimiento de éste a los datos de la
observación sensorial. El desorden de la función de los vasos (metu) y la antes
mencionada doctrina patogenética del wehedu fueron las dos vías principales de esa
incipiente racionalización del pensamiento médico egipcio.
7. Describa el desarrollo de la medicina China
P. Huard y Ming Wong, la historia de la medicina china puede ser dividida en cuatro
grandes períodos: la medicina correspondiente a las civilizaciones protohistóricas
(1.600 a.C-221 a.C); la del Imperio Antiguo (220 a.C-589 d.C); la del Imperio Medio
(589-1367); la de China moderna (1368-1911).
Al menos desde el siglo ν a.C, el saber de los médicos chinos ha tenido como
fundamento intelectual una doctrina cosmológica muy bien articulada. Una realidad
última, inmutable y eterna, el Tao, de donde el nombre de taoísmo, produjo el
universo, en el cual se manifiesta constantemente bajo forma de dos principios
contrapuestos, el Yang (el cielo, la luz, la fuerza, la dureza, el calor, la sequedad, lo viril)
y el Yin (la tierra, la oscuridad, la debilidad, la blandura, el frío, la humedad, lo
femenino). De la mutua relación dinámica entre ellos dependerían el curso cíclico y la
varia peculiaridad de los procesos naturales.
«elemento cósmico», entendido éste como principio material-energético.
Cinco serían en la realidad tales elementos: agua, tierra, fuego, madera y metal.
El hombre, microcosmos, se halla formado por esos cinco elementos, y en la mezcla y
la dinámica de los cinco posee su base real la vida humana.
Mil años más tarde llegó a existir un texto chino de anatomía, el de Yang Kiai (ca. 1068-
1140). Con sus grandes deficiencias y sus grandes errores, ese tratadito tuvo vigencia
durante siete siglos, hasta que Wang-Tsing-jen (1768-1831), ya bajo influencias
occidentales, compuso un manual más completo y mucho menos erróneo. Por su
relación con la acupuntura, los vasos y los canales —reales o imaginarios— fueron muy
atentamente considerados por los médicos chinos. Esta rudimentaria anatomía y
pensamiento cosmológico antes esbozado dieron base a la fisiología tradicional.
Como la cosmología, el saber anatomo-fisiológico de la antigua China se halló
presidido por el número cinco: cinco elementos básicos, cinco órganos principales
(corazón, pulmón, riñón, hígado y bazo) y cinco órganos secundarios o subordinados
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(intestino delgado, intestino grueso, uréter, vesícula biliar y estómago), a los cuales
corresponden otros tantos planetas, estaciones, colores, sonidos y sabores. La relación
viviente entre los órganos es de amistad y enemistad, de acuerdo con su composición
elemental, y en último término con su papel en la dinámica Yang-Yin: el corazón
(fuego) tiene su enemigo en el riñón (agua) y su amigo en el hígado (madera), etc. Por
esto es signo de mal pronóstico que en los enfermos del corazón la lengua roja
(predominio del fuego) poco a poco se ennegrezca (predominio del agua).
Para el diagnóstico, el médico usaba sus cinco sentidos. Tuvo máxima importancia la
exploración del pulso, del cual se obtenían indicaciones diagnósticas y pronosticas.
Se la practicaba en once puntos distintos y con tres distintos grados de presión; más de
una hora se empleaba a veces en ella.
Los capítulos más importantes o más característicos de la terapéutica china fueron la
farmacoterapia, la acupuntura y la moxibustión.
Vigente hasta hoy y exportada a los países de Occidente, la acupuntura era practicada
con agujas muy finas de plata, oro o hierro, calientes o frías y de diversa longitud (3 a
24 cm). La punción, que podía realizarse en muchos puntos del cuerpo, hasta más de
seiscientos en algunos tratados, tenía por objeto remover las obstrucciones producidas
por la enfermedad en los canales o chin, para lograr así el buen orden en el
movimiento de los dos principios vitales. Su técnica, muy sutil, requería un largo
adiestramiento en maniquíes especiales.
Con la acupuntura era a veces asociada la moxibustión (de moxa o mogusa, «hierba
ardiente»). Ordinariamente con hojas de artemisa, mas también con otras sustancias,
se preparaban esférulas, para aplicarlas luego en determinados lugares de la piel y
quemarlas in situ.
La profesionalizarían de la medicina fue muy acusada en la China antigua.
Cuatro especialidades principales hubo: médicos y esfigmólogos generales, aptos para
el ejercicio en todos los campos de la práctica, maestros acupuntores, masajistas-
traumatólogos y maestros en encantamientos. La consideración social del médico, que
podía ser muy alta, variaba con el puesto que ocupara en la vida civil.
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