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Bosques de la península ibérica

Los bosques de la península ibérica se encuadran dentro de dos grandes regiones de


flora y vegetación: la eurosiberiana y la mediterránea. Cada una de ellas está
caracterizada por una serie de plantas y comunidades vegetales que le son propias,
además de tener otras muchas en común. La separación entre estas dos regiones no es
clara ni tajante; existe una influencia mutua, que hace muy difícil establecer unos
límites precisos: algunas especies tienen su óptimo precisamente en estos espacios
intermedios.

Según un estudio elaborado por la Sociedad Española de Ciencias Forestales en


septiembre de 2009, en España hay 17 804 millones de árboles, y cada año crecen una
media de 284 millones más.1 España es el segundo país de la Unión Europea con más
superficie forestal, un total de 28 millones de hectáreas o el 57 % de su
territorio, siendo la superficie arbolada, según el tercer inventario forestal, de
14,73 millones de ha y el resto de matorral mediterráneo. Suecia, con 30,9 millones
de hectáreas (el 75 % de su territorio), es el país con más superficie de bosques;
le siguen Finlandia, con 23,3 millones de ha; Francia, con 17,3 millones de ha;
Alemania e Italia, con 11 millones de ha, respectivamente y Polonia, con 9,2
millones.23
Origen y características

La flora de la península, por sus condiciones bio-históricas, geográficas,


geológicas, orográficas, etc., es una de las más ricas y variadas de toda Europa,
comparable a la de países mediterráneos como Grecia e Italia e incluso de mayor
diversidad; se calcula que incluye más de 8000 especies de plantas, muchas de ellas
exclusivas (endemismos).

El Mediterráneo ha estado sometido en el pasado a grandes alteraciones de clima y


vegetación, unido a unas variaciones, a veces muy grandes, en el nivel del mar y a
variaciones en las posiciones relativas de las masas continentales (placas europea
y africana). Con la entrada de plantas y el aislamiento, debido a las fluctuaciones
marinas o a las periódicas glaciaciones, se puede encontrar una variada diversidad
de especies vegetales.

La península ibérica, situada en una importante vía de paso entre África y Europa,
se vio enriquecida con la llegada, según cambiaba el clima, de plantas esteparias,
termófilas, xerófilas, orófilas, boreo-alpinas, etc., muchas de las cuales lograron
mantenerse después, gracias a la diversidad de medios que existen en las cadenas
montañosas, que les permiten subir en altitud si el clima se va haciendo más
cálido, o descender si se vuelve más frío. La complejidad geológica de la mayoría
de las montañas ibéricas, especialmente de las Béticas, Sistema Ibérico y Pirineos,
aumentó aún mucho más el número de nuevos medios a que adaptarse e hizo posible la
diversidad y riqueza de la flora actual.
La región eurosiberiana
Bosque en Cantabria.

Está representada por la zona atlántica, que se extiende desde el norte de


Portugal, la mayor parte de Galicia, Principado de Asturias, Cantabria, País Vasco,
noroeste de Navarra y Pirineos occidentales y centrales. No obstante, su influencia
en forma de comunidades o especies concretas se extiende en muchos puntos hacia el
interior, especialmente en la las mitades norte y occidental. Se caracteriza por un
clima húmedo, suavizado por la influencia oceánica, con inviernos templados-fríos y
con una estación seca poco acentuada.

La vegetación está representada por bosques caducifolios de robles (Quercus


petraea) y carballos (Quercus robur), con fresnedas de Fraxinus excelsior y
avellanares en los suelos más frescos y profundos de fondo de valle. El piso
montano se caracteriza por la presencia de hayedos y a veces, en los Pirineos, por
abetales de Abies alba; estos hayedos y abetales ocupan las laderas frescas y con
suelo profundo de las montañas no muy elevadas. La influencia mediterránea se
siente en la presencia de encinares con laurel, que se sitúan en las crestas y
laderas más cálidas, especialmente sobre suelos calizos, donde se acentúa la
sequedad.

El aprovechamiento por el hombre a través de la historia ha transformado muchos de


estos bosques en prados, que conservan en sus lindes restos de los setos o especies
del primitivo bosque. La orla natural está formada por setos y espinares que se
instalan en los calveros y partes aclaradas; están integrados por rosas silvestres,
zarzas, endrinos, majuelos y otros arbustos más o menos espinosos; también pueden
representar este papel, los piornales y retamares. Los siguientes son los
principales bosques de esta zona.
Hayedos
Bosque de hayas.

Son los típicos bosques atlánticos que caracterizan el piso montano de la región
eurosiberiana ibérica; se sitúan entre los 800 a 1500 msnm, en suelos frescos y más
o menos ricos, tanto calizos como silicios, si bien suelen estar casi siempre
acidificados por el intenso lavado. El haya es un árbol que proyecta una sombra muy
profunda, de forma que en sus formaciones tupidas quedan excluidas, en la mayoría
de los casos, otras especies leñosas e incluso herbáceas. Su sotobosque por ello es
muy pobre.

A pesar de su carácter atlántico, estos bosques penetran hasta el centro de la


península, llegando al Moncayo; los hayedos más meridionales de la península; la
Tejera negra en Somosierra-Ayllón y Montejo de la Sierra, este último en la
provincia de Madrid. Refugiados en vaguadas y umbrías, donde encuentran condiciones
favorables, su recuperación y repoblación al ser desforestados es muy difícil y son
desplazados por el melojo. Cabe hacer mención especial a la Selva de Irati, en el
pirineo navarro, uno de los más importantes bosques de hayedo-abetal existentes en
Europa, con una superficie aproximada de 17 000 ha.
Robledales

Los bosques de robles, sobre todo de carballos (Quercus robur), son los más
característicos de la zona atlántica. Representan la formación forestal típica del
piso basal, hasta unos 600 m de altitud. En altura, al ascender en las montañas,
son sustituidos por los hayedos y en los fondos de los valles por fresnedas y
avellanares. De los dos robles principales el carballo y el roble albar (Quercus
petraea), el segundo es el que más penetra hacia el interior y el que más sube en
altitud, pero desempeñando un papel secundario; en general, cuando el clima
comienza a dejar notar su carácter continental, estos robledales son sustituidos
por los de roble melojo.

El piso del roble es el más alterado, por ser el más adecuado para prados y
cultivos. A los robles los acompañan con frecuencia castaños y abedules. Estos
bosques al degradarse son sustituidos por espinares, piornales y en último extremo
brezales y tojos. Al carballo correspondería en origen gran parte del área, ocupada
actualmente por pinares y eucaliptales.
Abedulares

En la provincia atlántica los abedules forman enclaves o bosquetes al pie de los


cantiles rocosos o en los claros de los hayedos, sobre suelos más pobres y
acidificados, acompañados por el temblón y el serbal de cazadores. Otras veces
ocupa un piso propio, por encima del dominio del haya, en la zona montana de las
montañas silíceas; este piso suele ser de poca extensión y generalmente asociado
con el roble albar y serbales.
Abetales
Abeto blanco
El Abeto blanco (Abies alba) se sitúa en las laderas frescas y con suelo profundo
de las faldas de los Pirineos, desde Navarra al Montseny, formando abetales puros
o, con más frecuencia, bosques mixtos con el haya. Las masas más importantes están
en Lérida, con unas 17 000 ha. En altitud se extiende desde los 700 a 1700 msnm,
pero sus principales masas se localizan en los valles más húmedos y umbrías; son
bosques muy oscuros, con suelos muy ácidos, por la descomposición de las acículas.
En altura es sustituido con cierta frecuencia por el Pinus uncinata (Pino negro).
Estos abetales llevan a veces Acer pseudoplatanus (Arce blanco) y su sotobosque es
muy similar al del hayedo. Como estos, tienen un claro significado eurosiberiano.
La región mediterránea

Ocupa el resto de la península, la mayor parte de la misma y las islas Baleares,


cuya característica principal, es la existencia de un periodo de sequía estival más
o menos extenso, de dos a cuatro meses, pero siempre bien patente. La pluviosidad
puede ser desde los 1500 mm hasta menos de 350 mm y temperaturas, sin ninguna
helada fuerte en varios años, a zonas donde todos los inviernos se alcanzan los -20
°C o más.

Si se prescinde de la influencia de las montañas, la región mediterránea peninsular


presenta como bosques típicos, los perennifolios de hoja endurecida: encinares,
alcornocales, acebuchales, enebrales, etc. Dichos bosques vienen acompañados o
reemplazados en las zonas más cálidas y erosionadas por pinares de pino carrasco y
en los arenales y dunas fijas por sabinares y pinares de pino piñonero. Excepciones
a esta regla, la constituyen la región más árida de sureste, zonas bajas de las
provincias de Murcia y Almería, donde su única vegetación son los palmitos y
espinares de artos y a mayor altura coscojares y lentiscales. Otro tanto se puede
decir de zonas salinas o endorreicas, con grandes oscilaciones de temperatura, como
la depresión del Ebro, Hoya de Baza y margas yesíferas del interior.
Melojares
Bosque de melojos, Quercus pyrenaica.

El melojo o rebollo (Quercus pyrenaica) es de todos los robles el más resistente a


la sequía y a los climas de matiz continental. Sus bosques, de carácter
subatlántico, representan muchas veces el tránsito entre lo mediterráneo y lo
atlántico. Su área peninsular es muy amplia y tienen una gran importancia, sobre
todo en las montañas del centro. Desde el interior de Galicia y vertiente sur de la
cordillera Cantábrica se extienden por el sistema Central, alcanzando por el sur,
ya muy escasos, Sierra Nevada y Cádiz. Se suelen extender en altitudes desde unos
700-800 msnm hasta los 1500-1600 msnm. Prefieren los suelos silíceos y sustituyen
altitudinalmente a los encinares húmedos y alcornocales; en el piso superior dan
paso a pinares de pino albar (Pinus sylvestris) o a los piornales serranos con
enebro rastrero. En las zonas donde es más patente la influencia atlántica vienen
seguidos como fase regresiva por brezales de Erica australis, en el resto son más
frecuentes en sus claros y fases degradadas los jarales (jara con hoja de laurel) y
cantuesos. Su área natural suele estar ocupada por pinares de pino albar o pino
marítimo.

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