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El tinaco o cisterna deben de contar con una apertura lo suficientemente grande que
permita entrar a su interior para realizar la inspección, el mantenimiento y la
limpieza. La apertura debe contar con una tapa hermética que pueda asegurarse o
cerrarse por completo, con el objetivo de prevenir la entrada de elementos
indeseables como polvo, tierra, bacterias, agua de lluvia, insectos, ratas, residuos
fecales, plantas, ramas, basura en general, etc.
Enseguida cerraremos la llave o válvula principal para impedir que entre agua.
Extraemos el agua remanente que haya quedado en la cisterna con una bomba de
agua o mano con el uso de cubetas y esponjas. Cepillamos las paredes, juntas
(esquinas) y piso. Con el cepillo o escoba juntaremos el material desprendido y lo
recogeremos. Posteriormente enjuagaremos las paredes varias veces. Retiraremos
el agua que se acumuló y secaremos la cisterna con un trapo. El siguiente paso es
la desinfección, para ello agregaremos un litro de blanqueador a base de cloro
únicamente, enjuagaremos las paredes y juntas, tallaremos con el cepillo o la
escoba durante diez minutos. En seguida enjuagaremos nuevamente la cisterna.