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TEMA IX:

DERECHO CONCURSAL INTERNACIONAL. INSOLVENCIA


TRANSFRONTERIZA

Dimensión judicial y legislativa del concurso en el sistema de derecho internacional


privado

El concurso o la quiebra (aunque ya no se llama de esta última manera), es un estatus


jurídico que es la situación jurídica del empresario insolvente. Al mismo tiempo que es un status,
es una institución jurídica esencialmente procesal que tiene como objetivo la gestión del patrimonio
del deudor y, en su caso, su liquidación de acuerdo con el principio de la comunidad de pérdidas
(par condictio creditorum – igualdad entre acreedores)

En segundo lugar, hay que decir que la quiebra, el concurso, han tenido tradicionalmente, en
el derecho contemporáneo, una regulación doble: una parte regulada en la LEC y otra parte
regulada en el C.Co. Esta doble dimensión material y procesal se traslada directamente al
Derecho Internacional Privado, de modo que la dimensión internacional pertenece al conflicto de
leyes y hay que determinar el Derecho aplicable, mientras que la dimensión procesal pertenece al
conflicto de jurisdicciones con la correspondiente necesidad de determinar el tribunal competente.
Son notables, y hay dos métodos creados en el ámbito del derecho europeo y norteamericano,
para abordar la cuestión de la quiebra en Derecho Internacional Privado:

 La teoría universalista, que sigue el principio universalista: en materia de concurso


internacional, este principio significa que, en el Derecho Internacional Privado, la
declaración judicial del concurso es competencia de un solo Estado, y que la
sentencia, en ese litigio, tiene alcance o validez universal. Significa que hay un solo
procedimiento de quiebra en el espacio y un único órgano competente en todo el
universo para conocer todo el proceso concursal con independencia de dónde se
encuentren los bienes o los acreedores.
 La teoría pluralista que sigue el principio pluralista: lo que entiende es que en todos
aquellos Estados donde haya determinados vínculos con el deudor (pueden ser
bienes, acreedores, establecimientos…), tiene que abrirse en cada uno de estos
Estados, un procedimiento concursal, cuyos efectos se agotarán exclusivamente en
ese Estado. dicho de otro modo, de acuerdo con el principio pluralista, va a haber
tantos procedimientos concursales y órganos competentes, como Estados donde
haya un vínculo con el Deudor. Si el deudor tiene diversos establecimientos tendrá
que abrir un procedimiento concursal en cada Estado donde tenga un establecimiento.
Cada procedimiento concursal va a tener efectos en el territorio del Estado al que
pertenece el órgano.

En el ámbito comunitario esta diversidad de regímenes, era palmaria hasta el reglamento de


insolvencia del año 2000, porque el principio de universalidad del concurso lo seguían Bélgica,
Luxemburgo y Dinamarca, y el principio pluralista lo seguía Francia. La cosa se complicaba todavía
más, porque la mayor parte de los Estados tenía un sistema mixto, como RU, Alemania, Holanda,
Italia, España. ¿Qué problema generaba esto? Un problema general de reconocimiento de los
procedimientos concursales, puesto que:

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 Aquellos Estados que tuvieran un régimen universalista, y consideraban que su
órgano jurisdiccional era competente para conocer de un concurso, ningún otro
órgano jurisdiccional podría ser competente, va a llevar a que solamente reconocían
sentencias de carácter concursal de otros Estados que se guiaran por el mismo
principio.
 Aquellos estados que seguían el principio pluralista, como Francia, solamente
reconocían sentencias que se basaran también en el principio pluralista, donde el
órgano constitucional no tenía una competencia extraterritorial, sino que había
resuelto sobre los aspectos que se encontraban bajo su ámbito nacional.
 En el caso de los sistemas mixtos, se complicaba aún más la cuestión, puesto que
Alemania, por ejemplo, no reconocía ningún procedimiento concursal extranjero.
España, que en realidad no tenía, hasta el reglamento Comunitario, una ley concursal, y no
tenía normas concursales de Derecho Internacional Privado, seguía, de acuerdo con la
jurisprudencia, un sistema mixto, con predominio pluralista.
Los mayores problemas que planteaba el sistema concursal Español era la confusión que
existía por un lado, en cuanto a los presupuestos y fundamentos del concurso; así como la
confusión respecto a la finalidad de los procedimientos concursales. En el Derecho español,
había cuatro tipos legales que abordaban la cuestión de la crisis económica del deudor o
empresario:
 Convenio del concurso de acreedores
 Convenio de quita y espera (para no comerciantes)
 Suspensión de Pagos (comerciantes)
 Quiebra (comerciantes)
Aparecían como fundamentales y problemáticas en la configuración de los tipos españoles.
En primer lugar, se mantenía un debate arcaico sobre la base de una legislación del siglo XIX, en la
relación sobre los términos quiebra y suspensión de pagos. A priori, cuando hablamos de
presupuestos, o fundamentos de la quiebra, en un procedimiento concursal, nos referimos a dos:
 El Impago: no se pagan las deudas
 La insolvencia: que los activos son inferiores al pasivo
¿Cuál puede ser la finalidad de los procedimientos concursales?
 Puede ser una finalidad conservativa del patrimonio, de ordenar los pagos, la gestión,
de tal modo que perviva la empresa en el ámbito comercial y se sanee la empresa.
 Puede ser una finalidad liquidatoria: pagar las deudas y liquidar la empresa.
A priori, parece que si una cosa se llama suspensión de pagos, y la otra quiebra, parece que
la suspensión de pagos tendría como fundamento el impago, y como finalidad la ordenación de
pago, y que la quiebra tendría como fundamento la insolvencia, y tendría como finalidad la
liquidación de la empresa. Esto sería lo razonable.
Sin embargo, esto no era así. A veces aparecía un procedimiento de quiebra aunque hubiera
un cese de pagos, se abría la suspensión de pagos en situaciones de insolvencia, se utilizaba la
suspensión de pagos para la liquidación de la empresa, y en realidad el problema era que el
sistema español concursal, no tenía claros los presupuestos, y en realidad, los dos
procedimientos tenían como verdadera finalidad, la liquidación del patrimonio del deudor.
Todo esto ha cambiado por imposición del Derecho comunitario y ha normalizado nuestro derecho

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concursal, puesto que actualmente sólo hay un presupuesto para iniciar un procedimiento
concursal: la INSOLVENCIA. El mero impago no es presupuesto para iniciar un procedimiento
concursal. Una vez determinada la insolvencia se pueden tomar dos caminos: un procedimiento
conservativo: que se mantenga la empresa; o la liquidación del patrimonio del deudor; es decir,
un procedimiento liquidador.
En los sistemas europeos, tradicionalmente, la finalidad de los sistemas concursales, no ha
sido tanto la liquidación del patrimonio, como el saneamiento de la empresa, de modo que no solo
se protegía a los acreedores porque cuando la finalidad del procedimiento concursal es una
finalidad liquidataria sólo se están protegiendo unos intereses: los de los acreedores, cuando la
finalidad es conservativa, se están protegiendo la mayor parte de intereses posible que se
encuentren en juego.
En España lo que ocurre es que, como nuestra regulación tenía finalidad liquidataria, en
ocasiones se producían casos, en los que la imagen que daba era la de la “rapiña”, es decir, que
había que liquidar el patrimonio para repartírselo del modo más inmediato posible.
El ejemplo más claro de lo que estamos diciendo, es un caso que ya hemos
mencionado: BARCELONA TRACTION. Se trata de un supuesto en el que una
sociedad, la Barcelona Traction, que había sido constituida y registrada en Canadá,
estaba incorporada en Canadá, y que su única actividad era la gestión de varias
empresas que desarrollaban su actividad produciendo y distribuyendo la energía
eléctrica en Cataluña: ej. Cataluña electric, etc. era la empresa matriz de un holding
empresarial. Era la propietaria de los tranvías de Barcelona. En 1916 tuvo lugar la
Canadenca, la huelga de la canadiense. Antes de la guerra civil española, para
conseguir financiación, la Barcelona Traction había emitido unas obligaciones que
habían comprado unos obligacionistas canadienses, y estas obligaciones tenían un
compromiso de pago de intereses que debían abonarse en libras esterlinas. La
Canadiense pagó los intereses de las obligacinoes sin ningún problema, pero llegada la
Guerra Civil, la canadiense no puede sacar divisas de España, y deja de pagar los
intereses de las obligaciones. finaizada la guerra y ocupada Cataluña por el bando
franquista, la Barcelona Traction solicita al nuevo gobierno una autorización para el
pago en divisas de los intereses que debía a los obligacionistas. La autoridad monetaria
española le denegó la autorización, con el argumento9 de que se terminaba de salir de
una guerra y no había divisas suficientes para poder cambiarlas.
Desde esa situación de impass, un empresario español, Don Juan Marc, se
dedica a comprar a bajo precio, las obligaciones de la Barcelona Traction a través de
testaferros y uno de sus testaferros presenta en el juzgado de Reus en Tarragona, una
solicitud de apertura de la quiebra contra la Barcelona Traction porque la competencia
judicial al tribunal de Reus de una empresa constituida en Canadá, la justificaba porque
por el término de Reus pasaba el tendido eléctrico de la subsidiaria de la Barcelona
Traction. El juez de Reus se declara competente e inicia la apertura del concurso por el
impago de los intereses a los obligacionistas.
El procedimiento concursal español tenía otro defecto: con que una sola persona
se opusiera a la apertura del concurso, ya no se continuaba. Otro testaferro se opuso a
la apertura del concurso, y consideraron que la propiedad que tenía la Barcelona
Traction eran las acciones de la subsidiaria, se emitieron nuevas acciones, y en pública
subasta, Don Juan Marc las compró y creo CEPSA.

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La Barcelona Tarction no se encontraba en situación de insolvencia, no había
hecho impagos en su gestión diaria, sólo no podía pagar los intereses de las
obligaciones porque la autoridad monetaria española no lo autorizaba.
Este caso es utilizado en todas las facultades de derecho anglosajonas y en los
manuales de derecho concursal anglosajones como un presupuesto de expropiación
disfrazada sobre la base de un concurso.
La imagen que dio España en esta situación, era que, en definitiva, había
beneficiado a Juan Marc por haber ayudado a Franco en el golpe de Estado, y esta era
una contraprestación. Los accionistas de la Barcelona Traction eran dos empresas
Belgas y aunque la empresa era Canadiense, no tenía accionistas canadienses. Estas
empresas Belgas parece que tenían capital norteamericano y Bélgica lo que hace es
reclamar contra España, entendiendo que se produce la expropiación disfrazada, ejerce
primariamente la protección diplomática, y cuando España entra en Naciones Unidas
entra en vigor una cláusula de competencia ante el Tribunal de Justicia, y Bélgica
demanda a España una cantidad multimillonaria que era aproximadamente la mitad del
presupuesto público Español.
El caso se resolvió en 1960, durando el caso 22 años (apertura de la quiebra
1948), participando buena parte de catedráticos de Derecho Mercantil y Derecho
Internacional, en la medida en que el conflicto era decisivo en la controversia que había
en ese momento entre los países receptores de inversión y los países exportadores de
inversión y las multinacionales.
Lo que es evidente es que el criterio para atribuirse la competencia judicial
internacional en materia concursal por parte del Juzgado de Reus, era un criterio
pedestre y permitía defraudar.
La Barcelona Traction no era insolvente, era una empresa perfectamente
solvente, no era necesaria su liquidación, hubiera sido necesaria la ordenación de
pagos y hubiera bastado con que la autoridad monetaria española hubiera autorizado el
pago de divisas para resolver el problema. Y de hecho, en todos los tratados y
convenios en materia de inversiones que veremos en el tema de arbitraje, se incluye
una obligación de los Estados con los inversores extranjeros de facilitar la conversión
de la inversión y de sus remanentes en divisas. Es evidente que la quiebra de la
Barcelona Traction solamente se consigue a través del bloqueo de pago de divisas, de
la competencia judicial atribuida al juez que no tiene una conexión suficiente con el
caso y se consigue con el bloqueo que preveía la legislación española a plantear
oposiciones al procedimiento concursal cuando ya se había producido una oposición, y
se produce por la finalidad liquidatoria de los procedimientos de quiebra que existían en
el derecho español.
Todo este conjunto provoca como dicen los norteamericanos una expropiación,
nacionalización disfrazada de una empresa que no tenía ningún problema de
insolvencia.
Desde 1978, la Comisión General de Codificación tomó en consideración las críticas a la
legislación concursal española y sobre esa base se elaboró una ley de Bases y en la Base Tercera
se establece la necesidad de desarrollar normas de Derecho Internacional Privado para las
situaciones de crisis.

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La nueva ley española ya vigente, sólo establece un procedimiento de concurso, un
presupuesto objetivo: la insolvencia del deudor, y con una finalidad conservativa preferentemente
y siguiendo el modelo del reglamento comunitario que vamos a ver a continuación, utiliza un
sistema mixto con predominio universalista. La Ley española será la aplicable si son
competentes los jueces españoles.

Derecho Concursal de la UE
Hoy está vigente el Reglamento 1346/2000 del consejo de 29 de mayo de 2000, sobre
procedimientos de insolvencia. Es decir, que todas las situaciones de insolvencia que se produzcan
se van a resolver en base a este Reglamento, pero ya hay un nuevo Reglamento nº 848/2015 que
entrará en vigor el 26 de junio de 2017.
Como sabemos, el art. 220 del Tratado CEE ya preveía entre los Convenios de Derecho
Internacional Privado que había que elaborarse en el ámbito comunitario, ya preveía la unificación
a través de un Convenio complementario entre los Estados miembro de las normas relativas a
los procedimientos concursales.
En las negociaciones que llevaron a la elaboración del Convenio de Bruselas sobre
competencia judicial, reconocimiento y ejecución de sentencias en materia civil y mercantil; se
separó lo relativo a la materia concursal por su mayor complejidad. Esto hacía imprescindible una
regulación especial y diferenciada de los aspectos concursales. La separación de la materia
concursal llevó como consecuencia el retraso a largo plazo de la conclusión de normas
comunitarias en materia de quiebra. Por diversas razones: por los procesos de adhesión de los
nuevos estados miembro, pero fundamentalmente a causa de las divergencias de las posiciones
existentes en las regulaciones concursales entre los distintos Estados.
Hay que decir, que desde 1982 se había contado con un anteproyecto de Convenio sobre
quiebra que no salió adelante fundamentalmente por la oposición de Alemania. El anteproyecto se
basaba en lo esencial en el principio de universalidad de la quiebra, con el que Alemania no
estaba de acuerdo. Fue difícil buscar el consenso o el acuerdo de Alemania, y en paralelo, lo que
se hizo, como las negociaciones en el ámbito de la UE eran complicadas, fue trasladar las
negociaciones a otra instancia: el Consejo de Europa. En este marco se intensificaron los trabajos
a partir de 1989 para elaborar un convenio europeo en el ámbito del CE sobre quiebra o derecho
concursal . y en 1990 surge ya el Convenio de Estambul sobre ciertos aspectos relacionados con la
quiebra. De este modo, los trabajos del Consejo de Europa lo que hacían era anticipar las
negociaciones en el ámbito comunitario que se desarrollaron poco después bajo el amparo del
tratado de la UE de Maastricht lo que dio lugar a un Convenio de Bruselas de 23 de noviembre de
1995 sobre aspectos internacionales de procesos de insolvencia en el ámbito del tercer pilar de
Maastricht del pilar de la cooperación en asuntos de justicia y de interior. Este convenio ya resolvía
las cuestiones fundamentales comunitarias, pero el Convenio fue bloqueado por el Reino Unido por
dos razones:
 Debido a las medidas de embargo de la carne bovina bajo el contexto de las “vacas
locas”.
 Por el conflicto con España dentro de la UE sobre el Estatuto de Gibraltar
En 1997, se abre a la firma el 30 de mayo, la Ley Modelo sobre insolvencia transfronteriza
elaborada por la UNCITRAL. El colofón de todo este proceso viene en el año 2000 porque ante la
entrada en vigor del Tratado de la UE en Ámsterdam en 1999, y ante la imposibilidad de dar

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eficacia al Convenio de Bruselas de 1995 por el bloqueo británico, con las nuevas competencias
comunitarias en materia de Derecho Internacional Privado que otorgaba el Tratado de Ámsterdam;
Alemania y Finlandia toman la iniciativa y elaboran una Propuesta de Reglamento en Materia de
insolvencia que no es otro que el Convenio de 1995 que fue adaptado a la forma del Reglamento.
De este modo, dado que RU en esta materia no tenía ningún derecho de bloqueo porque
estamos dentro de los supuestos donde el RU se puede autoexcluir pero no bloquear, pues salió
adelante el reglamento 1346 del Consejo de 29 de mayo de 2000 sobre procedimientos de
insolvencia. Se trata de un instrumento uniforme en materia de insolvencia, un instrumento como
norma del Derecho comunitario, es decir, no susceptible de ratificación porque ya de por si entra
dentro del acervo comunitario (cualquier país de nueva adhesión se incorporaría él directamente
con el control de las instituciones comunitarias).
El Reglamento tiene por objetos los procedimientos transfronterizos de insolvencia en
orden al buen funcionamiento del mercado interior, de acuerdo con los principios de subsidiariedad
y proporcionalidad. La finalidad expresa del Reglamento es evitar el fórum shopping. Es decir,
evitar que se puedan buscar foros de conveniencia donde en último término los solicitantes de la
quiebra lo que persigan es romper la par condictio creditorum, el principio de igualdad de pérdidas,
la paridad entre los acreedores, o una situación de ventaja del Propio deudor insolvente.
El objeto del reglamento se encuentra limitado y se refiere a normas de competencia, a
normas de reconocimiento y a normas de derecho aplicable. es decir, no contiene normas
sustantivas en los procedimientos de insolvencia. Lo mismo sucede con la modificación
producida por el nuevo Reglamento de 2015. Este nuevo reglamento no contiene normas
sustantivas sino sólo normas de competencia y de reconocimiento y de derecho aplicable.
El fundamento del reglamento se encuentra en la cooperación judicial en materia civil y en
particular, en las repercusiones transfronterizas de las actividades empresariales y en lo que afecta
a la insolvencia de las empresas respecto del buen funcionamiento del mercado interior.
Se trata de un acto comunitario de coordinación de aquellas medidas que se lleguen a
adoptar respecto del deudor insolvente que tenga bienes de acreedores de distintos países.
Lo que se ha de evitar es que se aplique un foro de competencia y que se transfieran bienes, por
ejemplo, en búsqueda de ese foro de conveniencia para sustraer los bienes a la masa del
concurso.
En definitiva, la finalidad del reglamento, no es la unificación de derechos en materia de
insolvencia, sino establecer criterios de competencia judicial, facilitar la cooperación entre
procedimientos concursales paralelos, vinculados entre sí, así como facilitar el reconocimiento y
ejecución de las decisiones judiciales.

Ámbito de aplicación en el tiempo


Ya con el Reglamento 1346/2000, el legislador comunitario tuvo una particular imprudencia
en lo referido a su entrada en vigor, porque ya con este reglamento se estableció una vacatio
legis de 2 años, buscando su comprensión y aclimatación por los operadores jurídicos.
Es lo mismo que ha hecho el nuevo Reglamento 2015/848 de 2015, que ha establecido una
vacatio legis también de 2 años, hasta el 26 de junio de 2017

Ámbito de aplicación en el espacio

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El Reglamento, en primer lugar, no se aplica a todos los procedimientos de insolvencia
internacionales con elemento extranjero, sino que se aplica exclusivamente a aquellos
procedimientos de solvencia en los que el centro de intereses principales del deudor se
encuentre en la UE.
Si el centro de intereses principales del deudor no se encuentra en territorio de la UE, se
aplicarán las normas nacionales concursales que correspondan. Cada estado aplicará sus
propias normas nacionales concursales. Es decir, no hay una unificación en materia concursal sino
que únicamente busca resolver los conflictos de jurisdicción y conflictos de leyes en el ámbito de la
UE y los resuelve sobre la base de un criterio de competencia judicial que es el del centro de
intereses principales del deudor.
Si este es el criterio principal que utiliza y el centro de intereses principales del deudor no se
encuentra en territorio de la UE, las normas comunitarias se desentienden del conflicto de
jurisdicciones para que lo resuelvan las normas de los Estados miembro.
Las decisiones dictadas en procedimientos de insolvencia sobre la base de las normas del
Reglamento, van a tener eficacia directa y por tanto, reconocimiento automático.
Dinamarca, a todos los efectos, se encuentra excluida de la aplicación del convenio.

Ámbito de aplicación material del Reglamento


El Reglamento se refiere a la insolvencia de cualquier deudor con alcance amplio
(personas particulares, físicas, jurídicas, comerciantes, arquitectos, ganaderos…). Presenta tres
exclusiones: entidades de crédito, compañías de seguros, y empresas de servicios de inversión.
Estas tres exclusiones van a tener un régimen concursal establecido por Directivas europeas
cuando el Estado de origen sea un Estado europeo: La Directiva 2001/24/CE y la Directiva
2001/17/CE.
La Ley de apertura será la que determine los deudores susceptibles de ser objeto de
procedimiento concursal, de tal modo que hay una armonización relativa

El Reglamento se aplica a todos los procedimientos colectivos fundados en la


insolvencia del deudor. La modificación legislativa que se producirá en España, viene como
consecuencia del Reglamento de la UE y se va a aplicar a todos los procedimientos civiles,
mercantiles, conservativos, liquidatorios. EL fundamento se encuentra en la insolvencia, aunque el
Reglamento tiene una aplicación extensiva y en realidad va a ser la Ley del Estado de apertura del
concurso la que va a determinar las condiciones de apertura del procedimiento concursal.
En el Reglamento hay una remisión al derecho estatal pero de algún modo, aunque no tenga
el reglamento una eficacia directa, se está prejuzgando la solución de la regulación estatal,
considerando que los procedimientos han de tener como supuesto la insolvencia.
En el ámbito material también tenemos que decir que se incluyen además de los
procedimientos concursales, los procedimientos preconcursales llamados a prevenir el concurso
del deudor.

El modelo normativo que establece el reglamento se ha calificado como un universalismo


mitigado o de universalismo moderado. Efectivamente, el punto de partida del Reglamento es el

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principio universalista y el primer criterio de competencia judicial internacional establecido en el
Reglamento para abrir el procedimiento principal es un criterio que sigue el principio universalista:
centro de intereses principales del deudor. Así, el procedimiento principal, o para el
procedimiento principal, será competente la jurisdicción del Estado donde se encuentre el
centro de intereses principales del deudor. De modo que se constituye como un concurso
único y universal para cada deudor. Es decir, se parte del Estado donde el deudor tiene su
centro de intereses principales, allí se abre el procedimiento de insolvencia principal con alcance
universal.
¿Cuál es el centro de intereses principales del deudor? El lugar donde el deudor lleva a cabo
de forma habitual la administración de sus intereses y puede ser averiguado por terceros. Se
parte o se recoge el criterio del centro de intereses generales del deudor y se le otorga alcance
universal.
Por tanto, el objetivo inicial es que este procedimiento concursal alcance todos los bienes
del deudor. También, el punto de partida es de una ley única del curso lex fori concurso
principales: tanto a los aspectos procedimentales como los aspectos sustantivos de la insolvencia).
A partir de aquí, si el primero de los criterios es la universalidad del procedimiento de la
jurisdicción del Estado donde se encuentren los intereses principales del deudor, a partir de aquí
empieza la mitigación puesto que hay un segundo criterio con el que se acepta los
procedimientos secundarios. El procedimiento principal a priori universal no excluye la posibilidad
de procedimientos secundarios
¿Dónde se pueden abrir procedimientos secundarios? En cualquier otro Estado miembro
donde el deudor tenga un establecimiento secundario (sucursal, agencia, oficina… NO
FILIALES: puesto que la filiar es un ente jurídico independiente).
¿Cómo operan los procedimientos secundarios? Pueden abrirse con anterioridad o con
posterioridad, lo normal es que sean posteriores, pero pueden ser anteriores. Pueden abrirlo los
acreedores locales, y también de oficio, si no cabe la posibilidad de incoarse un procedimiento
principal. El procedimiento puede ser liquidador o conservador.
Serían como lo llama la doctrina, procedimientos territoriales que agotarían sus efectos en el
estado miembro de que se trate.
También puede abrirse un procedimiento secundario después de la apertura del
procedimiento principal, incluso puede instar a la apertura del concurso, el síndico del
procedimiento sindical (el funcionario), ya sea por la complejidad de los bienes que existen en el
otro estado, o ya sea por las diferencias legislativas (prelación de créditos: si hay diferencia en la
prelación de créditos el Estado ve dónde se puede abrir el procedimiento secundario y no va a
reconocer las decisiones del procedimiento principal. EJ. Estado donde los créditos de los
trabajadores no sean créditos privilegiados, es decir, que los trabajadores en una situación
concursal, acaben cobrando como el resto de acreedores. En España las deudas salariales y de
los trabajadores son créditos privilegiados que incluso pueden cobrarse con los bienes de la
empresa, normalmente lo que se hace es en el procedimiento de quiebra, los trabajadores se
hacen con la maquinaria y demás, que son bienes utilizados para la actividad empresarial, o el
propio edificio, etc.
Lo que se contempla es la relación entre síndicos, entre administradores concursales,
suministrándose información e interviniendo el síndico del procedimiento principal en los
procedimientos secundarios.

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Los acreedores van a poder participar en cualquiera de los procedimientos principal o
secundario con independencia de dónde se encuentre su domicilio o su residencia habitual, y van a
tener derecho a hacer valer sus pretensiones en todos sus procedimientos y asimismo, las
autoridades fiscales y los organismos de seguridad social. El límite va a estar en lo que se llama la
Hotchpot Rule que en definitiva es una regla de coordinación que exige el respeto dela norma
de la part conditio creditorum, de la paridad entre acreedores.
Y esto se traduce en que cada acreedor va a poder conservar lo que haya adquirido en un
procedimiento de insolvencia pero no va a estar autorizado a participar en el reparto de la masa de
otro procedimiento, salvo que los acreedores del mismo rango, hayan obtenido el mismo porcentaje
de sus pretensiones.

Ley aplicable a los concursos


Siempre va a ser la ley del tribunal que haya abierto el procedimiento. La lex concursus
rige las operaciones de apertura, desarrollo y clausura del procedimiento, determina los efectos
procesales y materiales del procedimiento sobre las personas y las relaciones jurídicas de los
afectados. rige también la formación de la masa concursal, la designación de los administradores,
la clasificación de los créditos y en el Reglamento establece una lista, no exhaustiva de cuestiones
sometidas a la lex fori concursus.
En realidad, lo que la regla básica en materia concursal sigue el reglamento de la UE es la
diferencia entre foro y iud, la ley aplicable sigue a la jurisdicción competente.
No obstante, el reglamento establece algunas excepciones a la aplicación absoluta del
principio lex fori concursus, que se encuentran previstas en el Reglamento y que se van a aplicar
frente a otros Estados miembro. El sentido de las excepciones es que los efectos del concurso
sobre determinados derechos y determinadas transacciones, no se sometan a la lex fori concursus
sino a otra ley.
 En materia de derechos reales, sobre bienes localizados en otro Estado, los efectos
concursales quedarán sujetos a la ley concursal del Estado de situación de los
bienes.
 En materia de compensación, la apertura del concurso no va a afectar al derecho a
compensar por el acreedor cuando la ley aplicable al crédito del deudor así lo tenga
previsto.
 En materia de bienes sometidos a registro, los efectos del concurso sobre los
derechos del acreedor sobre un bien inmueble, buque o aeronave que se encuentren
sometidos al Registro, se someterán a la ley del Estado bajo cuya autoridad se
lleve el Registro.
 En materia de sistemas de pago, mercados financieros, se regirá por la ley
concursal del Estado cuya ley se aplique al mercado, sistema…

El Reglamento establece también normas sobre el reconocimiento de las decisiones


judiciales en materia concursal que van a recibir un reconocimiento inmediato, van a tener efecto
inmediato en todos los Estados, sobre la base de la “confianza mutua” y el principio de equivalencia
y la exclusión del reconocimiento va a estar limitada a la excepción de orden público, los
principios fundamentales y los derechos y libertades fundamentales.

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Se plantea también la posibilidad de que abra más de un procedimiento principal, en cuyo
caso, el primero de los jueces o tribunales que abra el procedimiento principal, tendrá la prioridad.
Las medidas provisionales y cautelares van a primar las del procedimiento principal, salvo
que se abriera el procedimiento secundario antes del procedimiento principal, en cuyo caso, el juez
o Tribunal del procedimiento secundario está facultado para desarrollar medidas de conservación o
de protección.
La reforma del Reglamento, que entrará en vigor en junio de 2017, incorpora,
fundamentalmente, la vinculación entre procedimientos concursales de sociedades vinculadas en
un grupo de empresas. La cuestión de los grupos de empresas es una cuestión fundamental
porque es el procedimiento usual utilizado por las empresas multinacionales, y si bien, se utilizan
personas jurídicas independientes, que por consiguiente, pueden ir a una vía concursal también
independiente; lo cierto es que en el grupo de empresas, las sociedades que los conforman son
sociedades vinculadas de tal modo que pueden llevar a cabo transferencias intragrupo con la
finalidad de sustraer patrimonio a los acreedores o a una parte de los acreedores.
Por esta razón la liquidación de sociedades vinculadas debe hacerse de modo vinculado para
evitar esas extracciones de patrimonio.

Ley Concursal Española


Respecto a la Ley Concursal Española, en realidad lo que queda para el DIPr desde el
punto de vista de jurisdicción competente y ley aplicable fuera del reglamento comunitario, son los
procedimientos territoriales cuando el centro principal de intereses del deudor está situado en un
Estado externo a la UE y, se abrirá en España si el deudor tiene un establecimiento en territorio
español. De modo que no será suficiente para abrir un procedimiento concursal, la mera presencia
de bienes en territorio español, con independencia de su valor.
La Ley Concursal Española establece una definición de establecimiento como todo lugar
de operaciones en el que el deudor ejerza o haya ejercido en los tres meses anteriores a la
solicitud de apertura del procedimiento de insolvencia de forma no transitoria, una actividad
económica con medios humanos y materiales.
La Ley aplicable al procedimiento territorial será la Ley española y como, en definitiva, se
trata de una regulación subsidiaria de la Reglamentación europea y se trata, por definición, de un
procedimiento territorial, la masa concursal solamente va a cubrir los bienes del deudor que
estén localizados en España.
La masa pasiva, por el contrario, es universal, lo que implica que, a este procedimiento
territorial pueden acudir todos los acreedores del deudor con independencia de que el crédito se
derive o no se derive de actividades del establecimiento español.

Reconocimiento de los procedimientos concursales extranjeros en España


Los procedimientos concursales extranjeros en España tienen efecto inmediato en todos los
Estados miembro.
Una ley concursal española establece las causas de denegación del execuátur, y así, se
negaría, o como condición tiene que tratarse de:
 Un procedimiento propiamente concursal

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 Que la decisión judicial sea definitiva
 Que la competencia judicial del juez de origen esté basada en un criterio de
competencia judicial previsible o semejante a los criterios del derecho español (que no
sea un criterio de competencia judicial exorbitante).
 Que se hayan respetado los derechos de defensa del demandado en cuanto a
notificación.
 Que no sea contrario al orden público
La ley concursal española tiene también normas de coordinación entre procedimientos
concursales, necesarias para coordinar y hacer coherente nuestra legislación con el ordenamiento
de la UE.
Lo que sí que incorpora según la propia lógica interna del procedimiento procesal es un
principio de reciprocidad en el sentido de que el no reconocimiento de derechos o la no
cooperación por los tribunales de un estado, conlleva la no cooperación por los tribunales
españoles. En el caso de que en un procedimiento concursal secundario hubiera resultado un
excedente en España, se pondrá a disposición del Administrador del procedimiento principal.

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