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La economía es una ciencia social que estudia la forma de administrar los

recursos disponibles para satisfacer las necesidades humanas. Además, también


estudia el comportamiento y las acciones de los seres humanos. Se centra
también en el comportamiento de los individuos, su interacción ante determinados
sucesos y el efecto que producen en su entorno. Por ejemplo, el efecto que
producen en los precios, la producción, la riqueza o el consumo, entre otros. Es
una ciencia social, porque estudia la actividad y comportamiento humanos, que es
un objeto de estudio altamente dinámico. Los humanos somos impredecibles. Los
principales objetos de estudio de la economía a lo largo del tiempo han sido la
fijación de precios de los bienes y de los factores productivos (tierra, producción,
capital y tecnología), el comportamiento de los mercados financieros, la ley de
oferta y demanda, las consecuencias de la intervención del Estado sobre la
sociedad, la distribución de la renta, el crecimiento económico de los países y el
comercio internacional. Todos estos factores afectan a la forma en que se asignan
los recursos y la economía trata de asignar esos recursos eficientemente.

La economía Venezolana, está orientada a las exportaciones de materias primas.


La principal actividad económica de Venezuela es la explotación y refinación del
petróleo para la exportación. Sin embargo,    antes de convertirse en un país
petrolero, Venezuela fue durante todo el Siglo XIX y principios del Siglo XX un país
netamente agropecuario. El eje de la economía venezolana se basaba
principalmente en la producción agropecuaria particularmente del café (del que
llegó a ser segundo productor a nivel mundial, después de Brasil). Y, Si bien en
1875 se había descubierto uno de los primeros pozos petrolíferos venezolanos,
dicha producción petrolera seguiría siendo pequeña, teniendo una participación
mínima en la economía del país, por lo menos hasta el año 1920. Cabe mencionar
que 1920 constituye un punto de inflexión en la economía venezolana, a partir de
ese entonces, las exportaciones agrícolas disminuirán exponencialmente en
detrimento de las exportaciones petroleras. Para 1929, Venezuela fue el segundo
mayor país productor de petróleo (solo por detrás de Estados Unidos) y el mayor
exportador de petróleo del mundo. Con un espectacular desarrollo de la industria,
el sector del petróleo había comenzado a dominar todos los demás sectores
económicos del país. Con la expansión petrolera vino el abandono del campo,
debido a que la producción agrícola estaba primordialmente en manos de muy
pocos terratenientes que ofrecían salarios minúsculos para las pésimas
condiciones de vida que brindaba el campo. Por lo tanto no podían competir con
los salarios que ofrecían las empresas petroleras en sus concesiones. El
abandono del campo inundó al mercado laboral con un crecimiento abrumador de
la oferta de trabajo. A partir de 1945 y durante más de 30 años, la economía
venezolana experimentó un fuerte crecimiento y desarrollo económico constante,
esto trajo como consecuencia que muchas personas de diferentes partes del
mundo emigraran hacia Venezuela durante la década de los 50, 60 y 70. Ya en la
década de 1980 y también parte de la década de los 90, la economía venezolana
se contrajo debido a la caída de los precios del petróleo, la inflación se disparó
hasta alcanzar picos anuales de 84 % en 1989 y 99 % en 1996. Pero a pesar de
estas elevadas tasas de inflación, la economía venezolana seguía siendo estable
y figuraba como la cuarta economía más grande de América Latina. Desde el final
de la crisis de principios de los años 1990, la economía venezolana tuvo más de
una década expansiva de crecimiento macroeconómico, por encima de la media
del resto de América Latina. De acuerdo con el BCV, Venezuela recibió de 1998 a
2008 alrededor de 325 mil millones de dólares a través de la producción petrolera
y la exportación en general. Sin embargo, Desde que Hugo Chávez Frías impuso
estrictos controles de cambio en el año 2003, en un intento de implementar su
sistema económico de nacionalización y expropiaciones y evitar la fuga de
capitales, se han producido una serie de devaluaciones de la moneda. En 2007
Venezuela venía presentando una inflación de 22.5% una de las más altas de la
región y casi de los tres últimos años de la primera década del siglo. Para 2015,
Venezuela tiene la tasa de inflación más alta del mundo, superando el 100 %
interanual, convirtiéndose en la tasa más alta en la historia del país. En noviembre
de 2017 Venezuela entra por primera vez en hiperinflación con una inflación del
50,6 % solo en el mes de octubre. El 2018 es un año pésimo para la economía
con retraso en el pago en sus Bonos, perdida del volumen de sus exportaciones
de petróleo, perdida de la producción nacional de aluminio, hierro y cemento. Al
final de 2018 la inflación acumulada llega a 1 698 488.2% (más de un millón %) los
pronósticos para este año no son alentadores según el FMI. Para noviembre de
2020 habiéndose cumplido 36 meses de hiperinflación la inflación acumulada
hasta el mes de octubre es de 1 798.57 %.

Desde hace algunos años, Venezuela ha tenido una de las tasas de inflación más
altas del mundo. En el último lustro supera en este parámetro a todos los países
de la región, cosa que no pasaba en la década de los noventa, cuando países
como Brasil, Perú y México tenían una tasa inflacionaria muy superior a la de
Venezuela. El país está inmerso en la más severa crisis económica que haya
encarado algún otro país latinoamericano en la historia moderna, con sombrías
perspectivas de recuperación económica en el corto plazo y sin que se vislumbre
una voluntad política decisiva para diseñar e implementar un programa económico
integral, que atienda los desequilibrios macroeconómicos, las profundas
distorsiones de los precios relativos y la disfuncionalidad de instituciones que
mantienen la economía en un estado de caos. La economía venezolana acumula
en los últimos cuatro años una caída abismal del PIB cercana a 40%, en un
cuadro de escasez que no solo afecta a las empresas por la ausencia de insumos,
materias primas y bienes de capital importados, sino a la población en general que
hoy dedica buena parte de su tiempo de vida a la búsqueda de bienes esenciales
para la subsistencia. El rígido mecanismo de control de cambios que ha regido el
país desde 2003 ha colapsado; la economía se ha quedado sin mercado
cambiario legal u oficial y a merced de un mercado paralelo no legalizado, cuya
tasa de cambio ha adquirido un comportamiento explosivo. La economía atraviesa
una crisis fiscal como resultado de la pesada carga de la deuda externa
acumulada, de la caída de los ingresos petroleros y de la no menos importante
caída de los ingresos de origen no petrolero, que han sido erosionados por la
inflación. En el caso venezolano, la persistente dependencia de un recurso natural
exportable cuyos ingresos exhiben un comportamiento altamente volátil, la
tendencia a acumular gestiones fiscales deficitarias, el peso excesivo del Estado
en la economía, el escaso dinamismo del sector privado no petrolero para
proyectarse internacionalmente, la alta dependencia de las importaciones, la
sobrevaluación crónica de la moneda, la caída secular de la productividad, son
todos factores que se conjugan para proyectar, con un elevado grado de certeza,
el advenimiento de una crisis. La deficiente gestión macroeconómica y una
administración frágil de los ingresos petroleros llevaron a la economía venezolana
a un grave problema de escasez de divisas y a una situación en la que se hacía
imposible, con el régimen cambiario imperante, cumplir simultáneamente con las
obligaciones externas y con las importaciones requeridas para mantener la
«normalidad» económica. El colapso de la economía venezolana, es el resultado
natural del llamado Socialismo del Siglo XXI, que combinado con una estructura
jerárquica y connivente ha llevado al país a ser considerado a nivel interno como
un Estado fallido e internacionalmente como un Estado forajido. El deterioro de la
economía venezolana comenzó con la introducción del modelo. Solo que el ciclo
expansivo de los precios de los productos básicos entre 2004 y el 2014 ocultó el
deterioro, dados los ingentes recursos recibidos por exportaciones petroleras.
Pero tan pronto los precios cayeron quedó de manifiesto el profundo daño
causado. Desde el 2013 comienza el proceso recesivo. Es necesario, emprender
cambios sustanciales, que rompan con el modelo impuesto en este siglo, cuyas
devastadoras consecuencias no dejan lugar a dudas del daño causado al nivel de
vida de la ciudadanía. Es de imperiosa necesidad, implementar un plan
macroeconómico de estabilización en el que se concluyan políticas fiscales,
monetarias y cambiarias que restablezcan la confianza y permitan la atracción de
inversiones productivas y la generación de puestos de trabajo bien remunerados,
rompiendo con esquemas rentistas presentes y del pasado y favoreciendo la
productividad y la sana competencia. Igualmente es necesario romper con el
aislamiento financiero en el que se encuentra el país y emprender acciones con
organismos multilaterales.

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