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Cuento EL GLOBO SOÑADOR
Cuento EL GLOBO SOÑADOR
El parque de los castaños. Allí iban los ancianos a pasear, a recordar las historias de su vida y a
aprender a soñar de nuevo. Un payaso vendía sus globos de colores. Siempre estaba rodeado de
pequeños que le veían inflar sus globos e imaginaban como estos partían hacia el cielo formando
figuras.
Un niño rubio, de ojos oscuros, preguntó: ¿Por qué los globos se hinchan cuando se inflan.?.
Los globos, respondió: el payaso, tienen dentro un gas, que es algo que flota en el aire, y ese gas,
se llama Helio. Cuando pasan las horas el gas se va terminando y el globito se desinfla.
Globi, era fuerte, pues lo habían llenado mucho de helio y tenía un maravilloso color azul. Pronto,
se vio rodeado de pequeñuelos y de un payaso. Tanto quiso curiosear, que cuando el payaso fue
a vendérselo a un niño el globo salió volando hacia el cielo.
El payaso no pudo hacer nada por evitarlo. Se marchó libre en busca de aventuras. Globi,
comenzó a dar vueltas, hasta que su hilo quedó atrapado en el alero de un tejado. Intentó salir de
allí, pero no pudo; había una gran ventana, llegó hasta ella, inclinándose un poquito. A través de
ella, observó cómo unos niños jugaban. Estuvo horas y horas viéndoles jugar, hasta que se quedó
dormido.
Todos los días se repetía lo mismo, él, los veía jugar y se sentía feliz, pero le daba un poco de
envidia no poder jugar con ellos. Se movía de un lado para otro para llamar su atención, pero no
conseguía que lo vieran. Dormía y Dormía, quería tener fuerzas para moverse más y más. Por
eso, siempre estaba dormido, se cansaba tanto, que cuando descansaba seguía soñando
despierto pensando que tal vez un día, los niños le verían.
Un día, hizo tanto esfuerzo porque lo vieran que se pinchó en un clavito que había en la ventana,
el globo salió despedido, el hilo se soltó con fuerza, y se elevó muy deprisa, hacia arriba. Él, sabía
que le quedaba muy poquito para quedarse sin aire, entonces se elevó más y más como
queriendo tocar las nubes.
Se elevó por encima de las casas y de la torre de la iglesia. Se iba perdiendo en la lejanía y al
cabo de un rato ya no volvió a vérsele. Se perdió para siempre en el atardecer, allí dónde el sol, ya
se oculta. Seguro que está junto a las estrellas, haciendo mimitos a la luna.