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La arquitectura de por sí, posee una dimensión política, ya que de cierta manera

expresa un conjunto de valores. En efecto, tiene el gran potencial de abordar asuntos


complejos, como la propuesta de escenarios y soluciones a problemáticas urgentes; es así
como se vuelve sumamente importante nuestro papel en la configuración del entorno
construido y la vida urbana.

Nuestra realidad política, arquitectónica y urbana actual se concentra en la


construcción de equipamientos para los automóviles; pero, ¿dónde quedamos los ciudadanos
como tal? Prácticamente, vivimos rodeados de precariedad porque no existe lo público, no
existe urbanismo, no existe ciudad.

La conquista del espacio público por el automóvil privado desplazó al peatón de una
forma casi abusiva; las calles dejaron de ser un lugar de paseo para convertirse en un lugar de
desplazamiento a rápida velocidad y de estacionamientos. Dejó de ser un lugar permeable
para convertirse en una superficie sin carácter público de calidad1.

El espacio público es el principal campo de juego para la política y el poder, es un


elemento esencial de la configuración y estructura de la ciudad. Su uso colectivo y su carácter
de soporte de las actividades sociales, deben tender a satisfacer las necesidades integrales del
ciudadano. Pero nuestra realidad no es así, la ciudad actual se caracteriza por ser de puertas
para adentro, sin socialización ni interacción. La inutilización de los espacios públicos se ve
bastante afectada en este sentido, desaprovechándolos, dejándolos como vacíos urbanos,
perdiendo de cierta forma la posibilidad de hacer confluir la diversidad y el sentido de
pertenencia ciudadano.

A consecuencia, esto conlleva al deterioro generalizado, social y físico. En efecto, se


crea una imagen de abandono y marginalidad. En nuestra ciudad, incide desfavorablemente
en la percepción del centro histórico, acentuándose la tendencia a criminalizar y clasificarlos
como lugares peligrosos, siendo que es la zona con mayor cantidad de espacios públicos
interconectados. Las posibilidades de interacción se reducen en desmedida, remarcadas por la
inseguridad que provoca el ambiente inmediato, se incrementa el sentimiento de
individualidad2. Los vecinos no se conocen, los niños no juegan en la calle ni sus escuelas
quedan en el barrio. Es así, como se menciona anteriormente, que la vida se hace de puertas
1
Jacobs, Jane. Muerte y Vida de las Grandes Ciudades. Nueva York, 1961. Capítulo 4,
páginas 103 al 117.
2
Chueca Goitia, Fernando. Breve Historia del Urbanismo. Madrid, 1968. Leccióm 1,
página 7 al 23.
para adentro, y se corta todo tipo de socialización e interacción con los ciudadanos y con la
misma ciudad.

Es cierto, que el cambio de estas situaciones y el desarrollo trae como contraparte un


cambio en los usos de suelo, haciendo que muchos eleven sus precios y otros se marginen
como áreas obsoletas dentro del área urbana, como el ejemplo el casco antiguo. Enriquecer y
destacar el valor patrimonial arquitectónico de la ciudad, recuperar los edificios y zonas
históricas dotándolos de nuevos usos, reconquistar los espacios públicos de la ciudad se debe
volver una tarea primordial, tanto de interés político como ciudadano.

De esta manera, se concluye que la realidad urbana a la cual nos vemos sometidos, es
de en efecto, un resultado de la corrupción política existente en el país. El campo abarcado
por la práctica voraz de la corrupción en nuestro país, ha alcanzado un margen de difícil
dimensión. La estrategia de desarrollos urbanos llevado a cabo por politiquerías y no por
técnicos en nuestro país, es penosamente visible. Nosotros como ciudadanos, y más aún como
estudiantes arquitectura y entendidos acerca de esta problemática, deberíamos de ejercer
nuestros derechos y hacer política para lograr que esta situación no siga creciendo3.

3
Montaner, Josep María – Muxi, Zaida. Arquitectura y Política. Barcelona, 2011.
Página 27.
BIBLIOGRAFÍA:

- Jacobs, Jane. Muerte y Vida de las Grandes Ciudades. Nueva York, 1961.
- Chueca Goitia, Fernando. Breve Historia del Urbanismo. Madrid, 1968.
- Montaner, Josep María – Muxi, Zaida. Arquitectura y Política. Barcelona, 2011.

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