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CASO COLOMBIA

1.- ANALISIS DE LOS HECHOS:

En el presente caso el 20 de octubre de 2016 la señora A., actuando por intermedio de apoderado
judicial y como agente oficiosa de su hija S., instaura acción de tutela contra la Unidad
Administrativa Especial de Salud de Arauca -UAESA-, la ESE Hospital San Vicente de Arauca y la
Nueva EPS, al considerar vulnerados los derechos fundamentales a la salud y a morir dignamente
de la agenciada.

Auto del 20 de octubre de 2016 el Juzgado Segundo Administrativo Oral del Circuito de Arauca
admitió la acción de tutela.

La agenciada tiene el pronóstico de cáncer maligno ectodérmico metastásico, catalogado como


una enfermedad de origen embrionario, el médico de cabecera adujo que el pronóstico de vida de
la agenciada fue inicialmente de un año, término que se cumplió en el mes de noviembre de 2016.
Aunque aclaró que era difícil predecir el momento del fallecimiento, este podría darse
aproximadamente en los dos o tres meses siguientes dado que el tumor que padece es resistente
a la quimioterapia y a la radioterapia.

La recurrente solicita que a su hija se le aplique la eutanasia, por el constante sufrimiento que
viene padeciendo su hija a consecuencia de esta enfermedad, además, cabe señalar que el
tratamiento que vino siguiendo no fue favorable, por lo que su hija decidió dejarlo.

Aparte del tratamiento de radioterapia y quimioterapia, se le aplican otros medicamentos, sin


embargo estos no le hacen efecto y no se le pueden suministrar más dosis porque le podría dar un
infarto, asimismo aduce que la agenciada está consciente del pedido que viene solicitando, ya que
su padecimiento al estar en estado muy avanzado es muy doloroso, por lo que solicitaba a dicho
Centro médico que se le aplicara la eutanasia, no obstante , la recurrente alega que se le
presentaron muchas trabas administrativas para que pudiera otorgársele dicho beneficio, puesto
que presentaron una solicitud por escrito al Gerente del Hospital San Vicente de Arauca para la
realización de dicho procedimiento y recibieron como respuesta que la entidad no contaba con un
médico especialista que permitiera conformar un Comité Científico Interdisciplinario.

La Unidad Administrativa Especial de Salud de Arauca señaló que la competencia para autorizar y
garantizar la atención en salud corresponde a la Nueva EPS.

El Hospital San Vicente de Arauca indicó que desde el mismo momento en que recibió la solicitud
de eutanasia mantuvo comunicación con la madre de la joven y le manifestó el impedimento
técnico, asistencial y jurídico de la institución para proceder de conformidad con la petición. Adujo
que en la ciudad de Bucaramanga se encontraban habilitados los servicios que permitían la
aplicación del protocolo.

La Nueva EPS manifestó que en ningún momento se le había negado la prestación del servicio de
salud a la paciente e informó que esa entidad no tenía la custodia de la historia clínica, ya que esa
información reposaba únicamente en los archivos de la IPS donde era atendida.
La Procuraduría 64 Judicial I Administrativa de Arauca señaló que estaba debidamente acreditado
que la Nueva EPS era la entidad que contaba con los recursos para prestar el servicio solicitado.
Hizo énfasis en la importancia de que esa entidad agilizara los trámites para adoptar una decisión
definitiva en el caso.

El Juzgado Segundo Administrativo Oral del Circuito de Arauca concluyó que las gestiones que la
Nueva EPS había realizado no eran eficaces por lo que amparó el derecho fundamental invocado.
Encontró que se cumplió con el requisito de padecer una enfermedad terminal e intensos dolores,
ante el padecimiento de un tumor en fase terminal. Advirtió que se acreditaba el requisito de
haberse manifestado el consentimiento libre, informado e inequívoco para la práctica del
procedimiento de eutanasia y que las funciones mentales de la paciente estaban intactas, es decir,
que se encontraba lúcida y plenamente consciente de su enfermedad.

La Nueva EPS explicó la gestión realizada por esa entidad para garantizar la prestación del servicio
solicitado, para lo cual hizo referencia a las autorizaciones emitidas por medicina general,
psicología, traslado a Bucaramanga, entre otros. Sin embargo, aclaró que pese a las gestiones la
paciente falleció en el curso del proceso de eutanasia.

El apoderado judicial de la accionante señaló que a la le ofrecían el servicio en la ciudad de Bogotá


o en Bucaramanga, solución que inicialmente no fue aceptada, dadas las implicaciones que tenía
su traslado. Manifestó que posteriormente la paciente y su familia debieron aceptar la imposición
de la Nueva EPS, por lo que se comunicaron con esa entidad para efectuar el traslado a la Clínica
FOSCAL de Bucaramanga donde comenzaron los inconvenientes y trámites administrativos que
entorpecieron la realización de la eutanasia. Sostuvo que solo hasta el 7 de enero de 2017 se inició
el procedimiento de eutanasia y el 8 de enero la paciente falleció. El abogado mencionó que nunca
recibieron la ayuda sicológica.

2.- ANÁLISIS DEL FALLO:

La sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional de Colombia, para poder solucionar el


presente caso, consideró estas cuestiones: el hecho superado y el daño consumado; la evolución
del derecho fundamental a morir dignamente en Colombia; la imposición de barreras
administrativas y la vulneración de los derechos fundamentales a la salud y a la vida en
condiciones dignas.

Por lo que se tiene, respecto al primer punto:

El hecho superado y daño consumado: el daño consumado se presenta cuando se ocasionó el


daño que se pretendía evitar con la orden de protección del juez de tutela, debido a que no se
reparó oportunamente la vulneración del derecho; en otras palabras, cuando la amenaza o la
transgresión del derecho fundamental ya ha generado el perjuicio que se pretendía evitar con el
mecanismo preferente de la tutela.

La evolución del derecho fundamental a morir dignamente en Colombia: El derecho a morir


dignamente ha sido reconocido en nuestro país como un derecho fundamental y autónomo. Este
reconocimiento ha sido producto de diversas discusiones jurisprudenciales; sin embargo, a pesar
de ser catalogado como tal, no ha tenido una regulación suficientemente concisa que permita
determinar con claridad todos los presupuestos bajo los cuales debe ser garantizado.
Se tiene que ya existieron Sentencias referidas a la opción de tener una “muerte digna” y esta
recae en las Sentencia T-970 de 2014, Sentencia C-239 de 1997 y la Resolución, 1216 de 2015,
dentro de las cuales se proporcionan y desarrollan importantes criterios, dispositivos, mecanismos
y conceptos para los consecuentes procesos de la misma naturaleza, como por ejemplo los
criterios que debían tenerse en cuenta en la práctica de los procedimientos de eutanasia; la
prevalencia de la autonomía del paciente, celeridad, oportunidad e imparcialidad, asimismo se
fijaron los parámetros generales para garantizar una muerte digna , mediante la resolución 1216
de 2015, la cual debería cumplirse por todas las Instituciones prestadoras de Salud, integrando en
sus centros todos los mecanismos necesarios para los pacientes que tengan una enfermedad
terminal y deseen tener una muerte digna, con lo que el Hospital San Vicente de Arauca no
cumplió.

Imposición de barreras administrativas y vulneración de los derechos a la salud y a la vida en


condiciones dignas: Si bien el artículo 49 de la Constitución Política desarrolla el derecho a la salud
como un derecho el cual no debe presentar trabas ni obstáculos, la realidad es otra, ya que el
problema que más resalta son las múltiples trabas administrativas y burocráticas. Estas barreras
no solo atrasan la prestación efectiva del servicio, sino que aumentan el sufrimiento de los
pacientes, lo que trae consigo la complicación del paciente, prolongación de su sufrimiento, un
daño o incapacidad permanente y a consecuencia de todo esto la muerte, es por ello que “ la
prolongación en el tiempo del dolor o permitir la intensificación del mismo, equivale a someter a
una persona a un trato inhumano, cruel y degradante, contrariando de esta manera lo dispuesto
en el artículo 12 de la Carta Política”

Respecto al caso en concreto, se tiene que:

El daño consumado, no se reparó oportunamente, aunque es posible evidenciar que se llevó a


cabo el procedimiento de eutanasia solicitado por la paciente, existieron diferentes circunstancias
que rodearon el asunto y que le permiten concluir a la Corte que a pesar de la realización del
mismo se generó el daño que pretendía evitarse con la acción de tutela, puesto que existió la falta
de ayuda psicológica antes y después de la práctica de la eutanasia, el abandono de su EPS y de las
autoridades estatales, entre otras.

Sobre la vulneración de los derechos a la salud y a morir dignamente; se tiene que existió una
conducta negligente por parte del personal del Hospital San Vicente de Arauca y la Clínica FOSCAL
de Bucaramanga, puesto que la paciente Debió esperar más de dos meses desde el fallo de
instancia para recibir el tratamiento y en ese interregno debió soportar numerosas trabas
administrativas, agregando a esta situación las condiciones en las que vivía y el dolor que padecía,
el trámite al que fue sometida prolongó su sufrimiento, contrarió su voluntad de morir
dignamente y en las condiciones en que ella lo deseaba, acompañada de su familia y en su hogar,
vulnerando de ese modo su derecho fundamental a la salud, a una vida en condiciones dignas y a
morir dignamente.

3.- FALLO DE LA CORTE:

A lo que la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional de Colombia, resolvió en favor de la


demandante y CONFIRMÓ la decisión proferida el 6 de noviembre de 2016 en sentencia de única
instancia por el Juzgado Segundo Administrativo Oral del Circuito de Arauca, que CONCEDIÓ la
protección de los derechos fundamentales a la salud y a morir dignamente invocada por la
accionante, a pesar de haberse configurado la carencia actual de objeto por daño consumado,
dadas las trabas administrativas a las que fue sometida Sofía, que la afectaron gravemente a ella y
a su núcleo familiar, de conformidad con lo establecido en esta providencia.

Además ordenó a la Nueva EPS que, en el término de veinte (20) días contados a partir de la
notificación realice un acto público de desagravio en el que ofrezca disculpas a la familia de Sofía
por las trabas impuestas en la práctica del procedimiento de eutanasia que significaron la
prolongación del sufrimiento físico y psicológico de esta y de su familia, acto al cual deberán
asistir, las directivas del hospital Arauca y el Ministerio de Salud y Protección Social; y dote a la
red de prestadores de esa entidad en el Departamento de Arauca de la infraestructura que
permita garantizar el cumplimiento de la Resolución 1216 de 2015, para futuros casos y luego de
verificar la idoneidad y el cumplimiento de los requisitos para realizar el procedimiento, gestione
lo necesario para trasladar a los especialistas al municipio de Arauca con el fin de garantizar la
efectividad del derecho a morir dignamente cuando así sea solicitado.

Por otro lado también ordenó a la Nueva EPS que, en el término de 48 horas a partir de la
notificación se inicien las gestiones para brindar la asistencia médica psicológica para la familia de
Sofía con el fin de dar tratamiento a las secuelas sufridas por la pérdida de su familiar.

Del mismo modo se deberá compulsar copia del expediente de la referencia a la Superintendencia
Nacional de Salud, a la Procuraduría General de la Nación y a la Fiscalía General de la Nación para
que en ejercicio de sus funciones constitucionales y legales inicien de manera inmediata las
actuaciones correspondientes en relación con las presuntas fallas administrativas, disciplinarias y
penales, ante la imposición de trabas administrativas no atribuibles a Sofía y su familia en la
práctica del procedimiento de eutanasia.

Se ordenó al Ministerio de Salud y Protección Social que, en un plazo de treinta días, adopte las
medidas necesarias para la creación de un mecanismo eficaz mediante el cual tenga conocimiento
de todos los casos de muerte digna desde el mismo momento en que el paciente lo solicite.

Asimismo, dicha Corte ordenó a todos los centros, clínicas y hospitales donde se prestan servicios
médicos en Colombia (conocidas como Instituciones Prestadoras de Servicios o IPS), incluyendo el
Hospital San Vicente de Arauca, que emitan una carta de derechos para los pacientes, en la que se
ponga en conocimiento público de los usuarios del sistema de salud sus derechos y deberes en lo
concerniente al derecho fundamental a morir dignamente. Esta obligación alcanza a las entidades
promotoras de salud (EPS) del referido país, que son las encargadas de promover la afiliación al
sistema de seguridad social (no prestan servicios médicos, solo administrativo y comercial).

Igualmente, la Corte colombiana ordenó a la Superintendencia Nacional de Salud que, en el


término de cuatro meses, y en cumplimiento de sus funciones de inspección, vigilancia y control,
adopte las medidas necesarias para verificar la correcta implementación de la regulación sobre el
derecho fundamental a morir dignamente. Esto implica verificar que las EPS e IPS colombianas
cuenten con la infraestructura y el personal idóneo para garantizar de manera efectiva la práctica
del procedimiento de eutanasia.
CASO CHILE

Para poder entregar una adecuada interpretación del derecho a la vida es necesario considerar su
relación con otro derecho estrechamente vinculado: el derecho a la protección de la salud. Entre
la doctrina nacional Chilena que se ocupa de examinar las relaciones existentes entre derechos se
encuentra Germán Urzúa Valenzuela, quien sostiene, siguiendo a Hübner, que el derecho a la vida
"no implica, evidentemente, tan sólo la facultad de impedir que se nos dé muerte, sino también la
concurrencia de un conjunto de condiciones laborales, sociales, económicas, asistenciales y
sanitarias que hagan factible el mantenimiento de la existencia dentro de un nivel propio de la
dignidad humana. Representan, por lo tanto, aspectos o derivaciones de este atributo básico
derechos tales como (... ) el derecho a la protección de la salud" . Otros autores, luego de
reconocer que no hay referencia expresa, en las actas de la Comisión, del contenido global del
numeral en estudio, señalan que "se infiere que el reconocimiento al derecho a la vida aparece
referido preferentemente al soporte biológico y psíquico del hombre (...) el derecho a la vida
representa, entonces, la facultad jurídica, o poder, de exigir la conservación y la protección de la
vida humana, o sea, de ese estado de actividad sustancial propio del hombre" (Fajuri, 2011)

Según la Ratio Decidendi respecto a la determinación de la muerte de una persona. Conforme a lo


señalado anteriormente, la vida y la muerte deben ser definidas exclusivamente según lo que
determinen los que se desempeñen en el ámbito de la Medicina, sólo un Médico y no otro
profesional es quien puede certificar la muerte de una persona. Así lo establece el considerando
quinto de la sentencia Rol Nº 220, del 13 de agosto de 1995, sobre Ley de Trasplantes y agrega que
dicha certificación deberá extenderse de acuerdo a la ley.

No existe desarrollo jurisprudencial de todos los derechos consagrados en la norma, si bien el


Tribunal Constitucional sólo se ha referido acerca de ciertos temas del derecho a la Vida y a la
integridad física y síquica de las personas, pero no existe un tratamiento completo de ambos
derechos, ni tampoco tuvo la oportunidad de referirse a la protección de la vida del que está por
nacer.

Que el silencio del Tribunal acerca de los derechos que no fueron tratados, ha sido de carácter
involuntario, ya que nunca ha tenido la oportunidad de referirse a los otros temas vinculados con
el artículo 19 Nº 1. Posiblemente, sólo en el caso de la eliminación de la pena de muerte, se hizo
necesario el pronunciamiento expreso del órgano sobre este punto específico, pero aun así no era
jurídicamente exigible dicha mención.

A pesar del escaso tratamiento jurisprudencial, es posible reconocer ciertos principios relevantes
acerca del derecho a la vida y sus derivados, destacando que la vida termina inequívocamente con
la muerte encefálica de una persona, que está prohibido regular o limitar el derecho a la vida a
través de reglamentos autónomos y que el derecho a la vida ocupa un lugar preeminente sobre
cualquier otro derecho.

Asimismo no es posible hablar de una evolución histórica de la línea argumentativa del Tribunal
sobre estos derechos, ya que no existe prácticamente ninguna remisión de una sentencia a otra, ni
tampoco se vislumbra claramente la aplicación o confirmación de principios recogidos por
sentencias fundadoras en fallos posteriores. Efectivamente en forma excepcional existe alguna
mera “repetición” de principios, sin que ello nos sirva como para concluir que, en verdad existe un
hilo conductor claro por el cual transita la jurisprudencia constitucional.

Por otro lado, el presente trabajo ha rescatado de la Jurisprudencia Constitucional, tanto del
Tribunal Constitucional como de los Tribunales Ordinarios, la determinación del núcleo esencial
del Derecho a la Vida, consistente en la mantención, continuación o preservación de la Vida,
haciendo mención además que ella no es exclusivamente un derecho sino que es una condición
esencial para la existencia del Ser Humano.

Además, este derecho ocuparía, de acuerdo a lo descubierto en las sentencias, una posición
preferente, por lo que, en principio no admite más limitaciones que la posibilidad de establecer
por ley de quórum calificado, la pena de muerte, posibilidad hoy en día inexistente por aplicación
de las normas de Derecho Internacional de los Derechos Humanos. A pesar de ello, en la práctica,
esta garantía ha sido sometida a limitantes de tipo fácticas derivadas de la situación
presupuestaria de los organismos de la Salud, lo que significa en opinión del autor, una violación
flagrante a esta garantía.

Se trataría, por último, de un Derecho de Configuración Constitucional y no legal,


correspondiéndole a la ley solamente su protección y delimitación temporal, manteniéndose sin
embargo ciertas aprehensiones acerca de la posibilidad de delegar por parte del legislador las
potestades de regulación a los órganos de la Administración. En definitiva, aun cuando podamos
disentir del criterio jerarquizador adoptado por los Tribunales de Justicia en nuestro país, debemos
aceptar y reconocer que estamos en presencia de un Derecho con características distintas, que
merece la mayor preocupación y respeto por nuestra sociedad, y que todos los órganos del
Estado, así como también los particulares, debemos hacer nuestros mayores esfuerzos por
promover instancias de protección del mismo, sin que sea justificable por ningún motivo su
conculcación o amenaza.

Bibliografía
Fajuri, A. Z. ( 2011). Obtenido de http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-
52002011000100003

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