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El sentido o significado de nuestras vidas. Cuál ha de ser el modo de vivir nuestras vidas,
qué sea lo mejor o más valioso a lo que dedicar nuestra existencia.
La razón por la que morimos y la posibilidad de que la muerte sea ilusoria, de que en
realidad seamos inmortales.
La posible existencia en nosotros de algo inmaterial, no corporal, que sea nuestra parte
inmortal.
La posible existencia de seres sobrenaturales y todopoderosos, creadores del
universo y jueces de nuestras acciones.
Concepciones filosóficas sobre el hombre
Frente a las religiones, la filosofía busca una concepción del hombre basada en la razón y no
en la fe. En el origen de la filosofía están los mismos interrogantes que han tratado y siguen
tratando de responder las religiones, pero la herramienta para lograr las respuestas ya no es
la creencia en seres sobrenaturales, la aceptación de misterios incomprensibles para la razón
humana y la práctica de rituales, sino el uso de la razón, la confianza en que el mundo y el
hombre pueden comprenderse con ella y en la práctica del diálogo y el intercambio de ideas.
Frente a las ciencias, que proporcionan concepciones parciales del ser humano, la filosofía
busca una concepción unificada. Las ciencias nos proporcionan información sobre qué es y
cómo es el hombre, pero la filosofía trata de saber también qué debe ser el hombre: además
de buscar una concepción unificada de lo que el hombre es (investigación teórica), la filosofía
trata de saber qué debe ser el hombre, de establecer cuál es el mejor fin, la mejor meta para
la vida (investigación práctica).
1.3 Explicaciones que desde la filosofía han intentado dar razón de ese gran misterio que somos
en la búsqueda de lo específico del ser humano. Destacando algunas de las concepciones
filosóficas más influyentes e importantes propuestas por algunos de los filósofos más
destacados de la historia de la filosofía:
Dualismo antropológico: el ser humano como realidad dual compuesta de dos realidades o
sustancias diferentes:
Tipos de dualismo:
La mente necesita al cuerpo para realizar las funciones que le son propias
La actividad cerebral genera la actividad mental
• Aquello que se encuentra en los seres vivos gracias a lo cual dichos seres son capaces de
realizar actividades vitales y se diferencian de los seres puramente inertes: alma como
principio de vida.
Todos los filósofos griegos aceptaron estas dos dimensiones en el alma humana, pero unos
subrayaron un aspecto y otros otro; por ejemplo, platón destaca la primera dimensión,
defendiendo su carácter divino e inmortal; sin embargo aristóteles prefiere la segunda noción
(pero sin olvidar totalmente la primera, como se verá en relación con el alma intelectiva) y
propone las siguientes definiciones del alma: “principio de vida”; “forma de los cuerpos
organizados”; “acto de aquellos seres que tienen vida en potencia”. Al entender de este
modo la noción de alma aristóteles estará obligado a admitir su existencia no sólo en los
hombres sino también en los animales y las plantas.
Puesto que el alma es principio de vida y existen distintos niveles de vitalidad, habrá también
distintas almas, o partes del alma o funciones del alma. Por ello, aristóteles distingue la
vegetativa, la sensitiva y la intelectiva.
• El alma vegetativa, presente en las plantas, los animales y los hombres, permite las
actividades vitales más básicas como la reproducción, el crecimiento y la nutrición.
• El alma sensitiva se encuentra en los animales y los hombres, permite el conocimiento
inferior o sensible (la percepción), el apetito inferior (los deseos y apetitos que tienen que
ver con el cuerpo como el deseo sexual o las ganas de comer) y el movimiento local.
• El alma intelectiva es la parte más elevada del alma humana, no se encuentra ni en los
vegetales ni en los animales y gracias a ella el hombre posee las actividades vitales propias
de la voluntad o apetito superior y del intelecto o entendimiento. Una parte del intelecto
es lo que llamará aristóteles “entendimiento o intelecto agente”, la parte del alma gracias a
la cual es posible alcanzar la ciencia. En la mayor parte de sus escritos, aristóteles defiende
una interpretación biologista del alma, definiendo el alma como una función del cuerpo,
por lo que desde este punto de vista hay claros problemas para la defensa del carácter
sustantivo del alma y de su posible inmortalidad. Sin embargo, creerá también aristóteles
que en el alma humana encontramos una parte que es radicalmente distinta a las otras
pues es incorpórea y por ello "separable" (es decir inmortal y eterna). Siguiendo a su
maestro platón, para aristóteles esta parte divina del alma es aquello gracias a lo cual
pensamos, podemos captar lo universal y alcanzar la ciencia.
Platón
Es por esto, por lo que antes de “vivir” en un cuerpo en el mundo sensible, ya conoce todas
las ideas (esencias de todo) y también la idea más perfecta, la idea del bien. No se sabe muy
bien porque “cae” a un cuerpo, pero cuando esto ocurre, en un principio olvida todo lo que
antes ya conocía (las ideas), pero como las cosas del mundo sensible son “imitaciones” o
“copias” de las ideas, al estar en contacto con ella, poco a poco va “recordando” lo que ya
conocía. Así pues, conocer para platón es “reminiscencia”, es decir “recuerdo”. El alma desea
volver al mundo de las ideas, pero para ello, tendrá que vivir “purificando” el alma, dejándose
“guiar”, por la “parte racional” del alma, que a continuación explicaremos, hasta ir
alcanzando la “sabiduría” (el conocimiento de las ideas. El cuerpo, sus deseos, no son más
que un obstáculo para el alma. Esto puede suponer “varias”, “transmigraciones” del alma, es
decir, diferentes “vidas”, hasta alcanzar su destino.
Entre el cuerpo y el alma no existe más que uno unión accidental, es decir, la única que se
puede dar entre dos realidades plenamente constituidas y de naturaleza totalmente distinta,
cuando se unen la una con la otra. El alma debe servirse de su parte racional, la única
inmortal, para controlar la voluntad “parte irascible” y los apetitos “parte concupiscible”. Si
no es así, el hombre cae en la temeridad o en el desenfreno. El ideal de la vida humana
consiste, para platón, en que el alma auténtica, el alma racional, se dedique al ejercicio de la
actividad que le es propio: la racionalidad, la contemplación racional. Sólo mediante la
sabiduría se realiza el hombre plenamente y alcanza la felicidad. La virtud necesaria para
alcanzar la sabiduría consiste en que el alma racional domine a las almas irascible y
concupiscible.
Entre los primeros filósofos cristianos destaca Agustín de Hipona (san Agustín para los
cristianos). Los filósofos cristianos se plantearon el problema de si era compatible el
pensamiento racional (la filosofía) con la fe, con las creencias religiosas. Agustín, que había
leído las obras de platón y encontró en ellas doctrinas y opiniones cercanas a algunas de las
doctrinas cristianas, trato de adaptar, de hacer compatible, la filosofía platónica con el
cristianismo.
Siguiendo a Platón, Agustín también concibe al hombre como una realidad dual: unión
temporal de cuerpo y alma. A las diferencias entre ambos planteadas por platón, agustín
añade otras:
El cuerpo es fuente de tentaciones que nos alejan de la salvación. Dependiendo del uso
que del cuerpo haga el alma, el cuerpo puede ayudarnos a la salvación o hacernos caer
en el pecado.
El alma nos acerca a dios, es la parte del hombre más cercana a dios y mediante la
razón y la fe puede alcanzar la salvación.
A diferencia de platón, que considera que la parte más noble del alma es su razón y ésta sola
se basta para alcanzar el auténtico conocimiento, Agustín considera que la razón humana
necesita de la fe para llegar al conocimiento pleno. Sin la fe, sin creer sin demostración las
verdades expuestas en la biblia, la razón humana puede fácilmente equivocarse y, caso de no
equivocarse, no puede llegar a alcanzar la verdad completa. En definitiva, la razón está
subordinada a la fe, debemos primero creer para luego poder entender. Luego, la mejor
comprensión que proporciona la razón hará que lo que hemos creído inicialmente sólo por fe
ahora lo creamos también con razones.
Con distintos matices, los filósofos cristianos de la edad media mantendrán la concepción del
hombre que se extrae de la biblia: el hombre es un ser caído que debe salvarse para lo cual
necesita de la fe para encaminar su razón. El hombre es un ser racional, sí, pero su razón está
severamente limitada y el error es fácil de cometer. De ahí la importancia de la fe.
Descartes
Descartes concibe al hombre como la unión de una mente y un cuerpo. A primera vista, la
propuesta de descartes es muy similar a las de platón y Agustín: simplemente cambia el alma
por la mente, y mantiene el cuerpo igual que ellos. Sin embargo, ni la mente es igual al alma,
ni el cuerpo tal y como lo entiende descartes es igual al cuerpo tal y como lo entendían los
filósofos anteriores:
Hombre = cuerpo + alma (platón; Agustín de Hipona) hombre
= cuerpo + mente (descartes)
Mente ≠ alma
Cuerpo cartesiano ≠ cuerpo agustiniano y platónico
Cuerpo:
Descartes entiende que hay una diferencia cuantitativa: los cuerpos vivos son más complejos
que los cuerpos inertes, poseen más partes y su funcionamiento es más complicado de
conocer. Pero des de un punto de vista cualitativo, no hay diferencia: un cuerpo vivo es una
realidad tan material como un cuerpo inerte, y se define y explica por el mismo conjunto de
magnitudes físicas. Puede parecernos difícil que una roca y nuestro cuerpo sean
esencialmente lo mismo, y para ayudarnos a aceptar su punto de vista descartes nos propone
fijarnos en las máquinas: un reloj es sin duda un cuerpo inanimado, pero es mucho más
complejo de comprender que una roca. El cuerpo humano (y el resto de seres vivos) son
complejísimos mecanismos, pero mecanismos al fin.
La mente
Es una sustancia, una realidad con una característica esencial: pensar. La mente es una
sustancia pensante. ¿y qué entiende descartes por pensar? No sólo razonar o fijar nuestra
atención sobre un pensamiento, sino más en general pensar es ser consciente, es lo que hace
un sujeto, un "yo" cuando se da cuenta de cualquier cosa, cuando fija su atención sobre
cualquier cosa, cuando siente, cuando sueña, cuando imagina o cuando razona. Por el
contrario, no pensamos cuando no somos conscientes, cuando no nos damos cuenta.
Siendo dos realidades opuestas, surge un problema que no tuvieron ni platón ni Agustín:
¿cómo logran "comunicarse" entre sí el cuerpo y la mente? ¿cómo es posible que una mente
manipule una máquina?
Descartes no pudo dar una respuesta satisfactoria a estas preguntas, y aventuró que quizá la
glándula pineal , un pequeño órgano situado en el centro aproximado del cerebro, fuese el
"punto de unión" del cuerpo y la mente.
Así mientras los procesos cerebrales pueden ser detectados a través de instrumentos
técnicos, las experiencias mentales –sensaciones, sentimientos, etc.- no son detectables a
través de instrumentos técnicos, son subjetivas, íntimas.
Pero no son independientes: los procesos mentales –las sensaciones, las decisiones, etc.
Están vinculados a los procesos cerebrales.
El cerebro influye sobre la mente; cuando se produce una lesión en una zona del cerebro, se
alteran los procesos psíquicos vinculados a la misma.
La mente influye sobre el cerebro; cuando tomamos una decisión, se activan ciertas zonas del
cerebro.
Pero nos centraremos en el monismo materialista antropológico el cual dirá que el ser
humano, está formado de materia. Partiendo de esta consideración del ser humano,
podemos plantearnos una cuestión fundamental, los que llamamos “procesos mentales”
como pensar, imaginar, desear ¿es el resultado de una “realidad material” llamada “mente”?,
¿es la mente algo distinto de la actividad cerebral? Y si lo es ¿qué es? Algunas teorías al
respecto:
Monismo reduccionista
El ser humano “está compuesto” de una única realidad de tipo material: somos un conjunto
de células, igual que el resto de los seres vivos.
Este tipo de materialismo identifica la “mente” con “el cerebro” la mente, o el alma, como
queramos llamarlo, no es una “realidad superior” que da lugar a nuestros proceso mentales,
es el cerebro el que mediante las diferentes conexiones neurofisiológicas que se producen en
él, da lugar a esos procesos. Su tesis dictamina que “los procesos y estados mentales son
estados y procesos del sistema nervioso central”
Los procesos y funciones mentales no son otra cosa que procesos fisicoquímicos
que se producen entre las neuronas del cerebro.
Los sentimientos, las sensaciones, etc. No son más que la activación de ciertos
circuitos neuronales en determinadas zonas cerebrales.
Utilizan como ejemplo la metáfora del ordenador: la mente humana: en lugar de ser un
conjunto de asociaciones aprendidas a lo largo de la vida, es un sistema de procesamiento
de información.
Monismo emergentista
Al igual que el monismo reduccionista, mantiene que:
El ser humano está compuesto de una única realidad de tipo material: somos un
conjunto de células.
Todas las funciones o procesos mentales pueden ser explicados a través procesos
fisicoquímicos que se producen entre las neuronas del cerebro.
Diferencias con el monismo reduccionista:
No consideran que los fenómenos psíquicos se reduzcan a procesos fisicoquímicos
entre las neuronas.
Ni que el cerebro humano funcione como una máquina, sino que el cerebro es un
biosistema y como tal tiene características propias que no están presentes en los
elementos que lo integran –las neuronas-,
Ni las propiedades del cerebro se reducen a la suma de las propiedades de los
elementos que lo integran.
Especifica:
Los fenómenos y procesos psíquicos -emociones, pensamiento, consciencia, son
emergencias del cerebro y surgen de la actividad neuronal, pero no se reducen a
procesos fisicoquímicos que se producen entre las neuronas.
La mente -conjunto de los procesos y contenidos psíquicos- es una función del
cerebro, una emergencia del cerebro como sistema.