Está en la página 1de 2

ATONALIDAD

Marychel Sánchez Martínez Solfeo y Gramática Musical VI

Primeramente, quisiera disponer de un par de líneas para expresar las


percepciones que yo tenía y también de las que carecía con respecto al tema
abordado durante esta abstracción de información que objetivo en este texto.
Antes de leer los capítulos sintetizados, extraídos de distintas fuentes, la música
atonal para mi (y lo diré cruda y fríamente) era un error en la evolución musical,
que por siglos fue exaltando diferentes colores en la musicalidad, en la
interpretación, en la técnica, en la ornamentalidad y siempre manteniendo esa
tradición que puso como maestros y como inspiración de todos los compositores
gloriosos en todos los periodos, a los clásicos. La música atonal, me resultaba
incómoda de escuchar, imposible de memorizar, increíble de cantar, e
inconcebible de evocar alguna sensación de tranquilidad, de culmen o al menos
de “normalidad”. Miedo, terror, pánico, ansiedad, ¿acaso algún compositor
pretendería volverte loco con sólo es cuchar una de sus óperas? Pues al parecer
¡sí! Y los compositores que abandonaron la tonalidad genialmente lo lograron.
En el comienzo del siglo XX, los músicos compositores en conjunto con el resto de
las expresiones culturales de la época decidieron ampliar su visión y audición para
salirse del camino pisado por la tonalidad y buscar nuevos colores, texturas y
percepciones. Esto encadenado por supuesto a las trasformaciones sociales a raíz
de una búsqueda de identidad cultural, el surgimiento de nuevas corrientes
artísticas como el: simbolismo, impresionismo, expresionismo, cubismo, entre
otras, incluso por nuevos descubrimientos y teorías científicas.
Uno de los factores principales que propiciaron el abandono de la modalidad a la
tonalidad fue el cromatismo, irónicamente, este mismo fue el responsable de que
la tonalidad también quedara desechada. El cromatismo dio lugar a la
construcción de escalas indiferentemente sobre los 12 semitonos, esto fue el inicio
de todo un sistema organizado de composición, principado por Schönberg.
Tres acordes fueron recurridos en la segunda mitad del siglo XIX: quinta
aumentada, séptima disminuida y sétima y quinta disminuida, lo que hacía de ellos
un excelente recurso para la composición de la época era la posibilidad de
pertenecer a diferentes tonalidades y así servir como paso instantáneo de un tono
a otro más lejano.
La emancipación de la disonancia, término acuñado por Schönberg para des
justificar la necesidad de resolver en una consonancia, como hasta entonces la
tradición lo dictaba. Dentro del mundo atonal ya ningún acorde se somete a la
preparación o resolución, no hay más teorías de tensión y relajación, se trata
únicamente de caminar junto al color sonoro sin importar si te llevará a algún
lugar, o no.
Schönberg, siempre fue renuente a llamar a su nuevo lenguaje “atonalidad”,
incluso me atrevo a decir que se esforzó bastante por rebuscar otros términos, que
en realidad, entre dientes gritaban atonalidad, la emancipación y ahora la
“suspensión” tonalidad suspendida, fue como quiso que se conociera este
lenguaje que tenía como única ley la expresividad y la fuerza melódica motívica.
Si bien definitivamente la atonalidad no llegó para quedarse hasta que olvidase
por completo la tonalidad, aunque hoy, la tonalidad es el camino de la mayoría de
compositores, la atonalidad, es necesaria en otras expresiones musicales, en
donde las psicologías completas que nos muestra el cine con temáticas de
suspenso o tensión, solo se vuelven posibles considerando el abandono de la
tonalidad.
En la música atonal, ninguna ley rige la combinación de las notas, de lo cual se
desprende rápidamente una tendencia: la complementariedad cromática, después
de enumerar una escala cromática, la música utiliza las diferentes notas, sus
extensiones, matices, variantes. Hay que considerar la importancia de evitar
octavas o acordes ya clasificados, pues en este nuevo lenguaje, las verdaderas
disonancias cran este estilismo musical.
Entonces ahora si y son emancipar o suspender, la música atonal, no tiene tónica,
ni jerarquía alguna entre los diferentes grados de la escala cromática. Eso es lo
que por encima podemos percibir, pero al tener sonidos diferentes en cada obra,
pueden parecer polos de percepción y en otros casos la atonalidad y tonalidad
coexisten, creando una sensación de flotar en la atonalidad, alrededor de la
tonalidad.
La técnica dodecafónica, empleada y principada por Schönberg, (quien a mi
criterio la desarrolló para poder justificar lo que ya hacía en sus obras pero con
una base o lenguaje tonal y por fin poder desprenderse del término para seguir
explorando a través de su lenguaje en nuevo universo atonal) permite unificar el
lenguaje atonal, organizar las formas musicales y componer con ellos obras de
vastas dimensiones, es una sucesión ordenada de 12 sonidos, cada sonido solo
interviene una vez en una serie melódica o armónica , también es necesario
considerar el principio de la no repetición, cada movimiento debe ser único en
todos sentidos. La serie puede usarse no solo en su forma original o primaria, sino
también en inversión o en orden retrógrado y en inversión retrógrada. Las series
de 12 notas se fragmentan con frecuencia en segmentos de tres a seis notas,
empleados posteriormente para crear conjuntos para crear motivos melódicos y
acordes.

También podría gustarte