CRÍTICA DE LIBROS
LA ÉTICA: ARTICULACIONES Y DEBATES
Moisés González
CARLOS GÓMEZ y JAVIER MUGUERZA,
eds., La aventura de la moralidad
(Paradigmas, fronteras y problemas
de la Ética), Madrid, Alianza, 549 pp.;
1.ª ed. sept. de 2007; 2.ª ed. nov. de 2007
En nuestro panorama bibliográfico conta-
mos ya, desde hace tiempo, con espléndi-
das monografías sobre muy diversos temas
de la Filosofía Moral y Política. Pero, en
cambio, no son tan abundantes las obras
que, sin menoscabo de la más reciente in-
vestigación en los diversos sectores de la
misma, traten de presentar los desarrollos
en diferentes campos en una articulación
que, precisamente por ello, gana en com-
plejidad y riqueza de matices, al permitir-
nos establecer líneas de relación, de inter-
dependencia o de fricción entre las diver-
gentes perspectivas desde las que los
mismos temas pueden ser examinados, ha-
ciéndose cargo además no sólo de las apor-
taciones clásicas, sino logrando plantear los
debates desde nuestro actual horizonte de
cuestionamiento. Todo lo cual posibilita al
estudioso hacerse una idea más cabal de los
mismos y fecunda nuevos interrogantes y
planteamientos. Con independencia del in-
dudable interés de cada uno de sus capítu-
los, éste es, a mi entender, el mayor mérito
de la obra que han editado Carlos Gómez y
Javier Muguerza, ambos profesores de la
Universidad Nacional de Educación a Dis-
tancia, a cuyo cargo ha estado además la
mitad del cuerpo de la obra, que cuenta asi-
mismo con la valiosa contribución de otros
destacados investigadores, como lo son sin
duda Celia Amorós, Victoria Camps, Adela
Cortina, Jesús Díaz, José María González,
Fernando Quesada y Amelia Valcárcel. A
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todo lo cual es preciso agregar la excelente
estructura y disposición de los diversos ca-
pítulos del libro que comentamos.
Si, como en diversas ocasiones se ha de-
fendido, podemos admitir que la tarea de la
reflexión ética se desarrolla en el triple ni-
vel de la delimitación, la fundamentación y
la aplicación, esa triple esfera es conside-
rada en las tres partes de que consta la obra,
precedidas todas ellas por una Introducción
sobre «El ámbito de la moralidad», a cargo
de Carlos Gómez, en la que trata no sólo de
ofrecer las razones que permiten cartogra-
fiar el «mapa semántico de la Ética», sino
también de anticipar en articuladora sínte-
sis núcleos cruciales de la reflexión y el
debate éticos (moralidad y eticidad, con su
replanteamiento en la actual controversia
entre liberales y comunitaristas; convicción
y responsabilidad, técnica y práctica, etc.),
que serán desarrollados en muchos casos
con posterioridad.
La primera parte, «Paradigmas», se con-
centra en los dos modelos que han resulta-
do cruciales en la ética occidental: el grie-
go, y particularmente el aristotélico (desa-
rrollado con ejemplar lucidez por Victoria
Camps), y el moderno, y de modo especial
el kantiano, expuesto en una brillante y ori-
ginal contribución por Javier Muguerza, que
retrotrae las tensiones de la ética kantiana a
los albores de la Modernidad, a la vez que
actualiza (quizá más que en sus respuestas
concretas, en sus preguntas) los problemas
de la ética kantiana, al plantear la vigencia
de la misma para nuestro presente. Es cier-
to que la ética occidental no se ha reducido
a esos modelos, pero, como los propios
autores advierten, un examen más porme-
norizado de las diversas estrategias concep-
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tuales desde las que la Ética ha abordado
los problemas morales habría sobrecarga-
do en exceso está ya de por sí amplia obra
con lo que vendría a ser algo así como una
«historia de la ética desde sus principales
paradigmas», no exenta de interés, pero que
desbordaría el trazado principalmente sis-
temático del volumen. Y, en cualquier caso,
los modelos abordados permiten hacerse
cargo de las múltiples discusiones que en
torno a su «reactualización» (valiéndose de
diversas mediaciones o mixturas de mejor
o peor componenda) siguen vigentes en
nuestros días.
La segunda parte, «Fronteras», analiza las
relaciones —de dependencia o de mera in-
fluencia, de préstamos y cuestiones limítro-
fes, de autonomía— que la Ética puede
guardar con campos afines, si es que cono-
cer algo es relacionarlo con «totalidades»
más o menos abarcantes, pero por lo pron-
to con sus vecinos o parientes cercanos, sean
más o menos fluidas o dificultosas tales re-
laciones de vecindad o parentesco. Sin pre-
tender un catálogo exhaustivo, las «fronte-
ras» aquí consideradas han resultado —y
siguen siendo— inexcusables, bien por tra-
tarse de ciencias humanas en estrecho con-
tacto con los problemas morales, como la
Psicología, la Sociología o la Antropología
(abordadas, respectivamente, por Carlos
Gómez, José María González y Celia Amo-
rós, en excelentes contribuciones), bien por
constituir parte integrante de la filosofía de
la praxis misma, como es el caso de la Polí-
tica (a cargo de Fernando Quesada, en una
amplia y pormenorizada interpretación de
los imaginarios filosófico-políticos clásico
y moderno), bien por referirse a ámbitos de
sentido que han constituido la matriz de las
orientaciones morales durante mucho tiem-
po y que todavía hoy la Ética ha de tener en
cuenta, en su diversidad funcional, como
es el caso de la Religión, problemática abor-
dada por Carlos Gómez, en una exposición
bien trabada y rica en la pluralidad de pers-
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pectivas desde la que la cuestión puede ser
enfocada.
La tercera y última parte trata, en fin, de
repensar a la altura de nuestro tiempo algu-
nas de las cuestiones —de los «tópicos»,
en el sentido eminente de la expresión—
con las que la Ética ha de enfrentarse, em-
pezando por la posible racionalidad de sus
proposiciones y la siempre espinosa pregun-
ta por su fundamentación, abordadas por
Javier Muguerza en un denso —pero no
exento de humor— capítulo, que no sólo
nos brinda las líneas maestras del problema
de la razón práctica, sino que polemiza —tras
hacerse cargo de sus aportaciones— con
Apel y su intento de «fundamentación últi-
ma», a fin de salvar, frente al presunto rea-
seguro de la trascendentalidad, los fueros
del sujeto individual, protagonista insusti-
tuible de la ética. En dos precisos y esclare-
cedores estudios (el segundo en colabora-
ción con Victoria Camps), Adela Cortina
se plantea las tensas relaciones entre «lo
justo» y «lo bueno», así como el fecundo
campo de las éticas aplicadas, de reciente
pero tan notable desarrollo, ofreciendo pau-
tas de comprensión y criterios metodológi-
cos para orientarse en el mismo. Por otra
parte, la inspiración, preferentemente kan-
tiana, que tomó la denominada «rehabilita-
ción de la razón práctica» desde los años
setenta del siglo XX ha sido contrapesada
más recientemente por aquellos autores que
tratan de reivindicar —por problemas de
educación moral, de contextualización o de
aplicación, entre otros— las virtualidades
de «la virtud», aunque los acentos —en una
pugna que enlaza en cierta medida con la
desarrollada a propósito de la polémica en-
tre modernos, antimodernos y postmoder-
nos— son divergentes, como lo muestran,
entre otras, las propuestas de A. MacIntyre
o M. Nussbaum, que son (tras considerar
los modelos clásicos) las preferentemente
consideradas, en su bien construida y desa-
rrollada contribución, por Jesús Díaz.
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Mas la reflexión ética es hoy fecundada
por otras corrientes e inspiraciones, entre
las que es preciso tener muy en cuenta las
de los movimientos sociales, y quizá par-
ticularmente la del feminismo, que nos obli-
ga a replantear —sin por eso abandonar-
la— nuestra herencia Ilustrada, como de-
fiende con convicción y buenos argumentos
una eximia representante del feminismo en
nuestro país, como sin duda lo es, amén de
destacada investigadora en otros campos,
Amelia Valcárcel. La ética se abre así a nue-
vos horizontes llamados inexcusablemente
a descubrirnos otros todavía más lejanos
cuando creamos haberlos conquistado, en
un impulso utópico al que la Ética (según
defiende en el penúltimo capítulo de la obra
Carlos Gómez, tras tener en cuenta, entre
otras, las aportaciones de Mannheim, We-
ber, Bloch, Ricoeur o Foucualt) no debiera
renunciar aunque haya en cualquier caso de
asumirlo críticamente. Buena prueba de ello
es el campo de los denominados «derechos
humanos» —abordados, desde una creati-
va «fundamentación disensual» , por Javier
Muguerza en el capítulo conclusivo—, su-
cesiva e ininterrumpidamente ampliados a
través de sus diversas «generaciones» y de
los que se ocupa muy primordialmente la
ética pública, enfrentada hoy a las tensio-
nes derivadas de su arraigo en el seno de
determinadas sociedades o comunidades en
las que ha de ejercerse y la aspiración a un
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universalismo que, para no degenerar en una
nueva forma de «universalismo abstracto»,
tendría quizá que ser pensado, nos propone
Javier Muguerza, como un cosmopolitismo
o «universalismo concreto», articulador de
las particularidades de las diversas culturas
e individuos y capaz de abarcar a la común
humanidad de todos ellos.
En conclusión, la obra editada por Car-
los Gómez y Javier Muguerza nos ofrece
—como aquí muy apretadamente hemos
pretendido hacer ver— un buen elenco de
problemas y de perspectivas, de documen-
tados análisis y de razonadas propuestas en
un volumen muy bien articulado, que re-
flexiona haciéndose cargo de las tendencias
clásicas y de las polémicas más recientes, y
que será valioso sin duda no sólo para los
profesores del área, sino también para los es-
tudiantes de Filosofía e incluso para to-
dos aquellos interesados, desde diversos
campos o desde las aspiraciones morales,
sociales y políticas generales, en los temas
ético-políticos. Una obra que, sin duda, se
convertirá en una obra de referencia para la
reflexión ética en lengua española, a cuyo
primer gran sistematizador en nuestro país,
José Luis Aranguren, va dedicada la obra
con un cálido reconocimiento que, antes de
terminar, no quiero dejar de reproducir. Y
dice así: «A José Luis L. Aranguren, que
con su largo viaje en solitario nos enseñó el
camino a todos».
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