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Pensamiento Decolonial

Profesor: Dr. Adolfo Albornoz Farías


Fecha: 25 de septiembre de 2021
Estudiante: Emilio Cisternas Cuevas

Informe de lectura I:
Singularidades impuestas, pluralidades deseables; Racionalidad, colonialidad &
modernidad
¿Hay acaso una forma objetiva y universal, única auténticamente racional de producir
saberes y significados?
En los albores intelectuales de la modernidad, Descartes (1979) sostenía que no había
nada mejor repartido en el mundo que el buen sentido —o razón—, entendido este como la
capacidad de distinguir entre lo verdadero y lo falso. A su vez, este sería igual en todos los
hombres [sic], reduciendo con ello la diversidad de elaboraciones y perspectivas en torno a un
tema a un mero uso insuficientemente cuidadoso de la razón.
A partir de aquí, fue establecido un concepto unitario, eficaz en todo tiempo y lugar de
racionalidad. Uno cuyos productos eran, por su estructura, incontrovertiblemente objetivos, solo
susceptibles de ser superados por otros productos mejor fundados sobre las mismas bases.
El saber viene de los individuos y su capacidad de reflexionar sobre aquello que les
resulta externo —objetos— y reconocer sus pautas y propiedades estables. A nivel macro, esto se
traduciría en la capacidad de reconocer el lugar de cada elemento en el armonioso mecanismo
del mundo.
Sin embargo, autores como Quijano (1992) han puesto de relieve lo cuestionable de esta
posición, lo mucho que se sustenta en exageraciones epistémicas, omisiones y relaciones de
poder.
En primer lugar, si los europeos llegaron a desarrollar una visión así del conocimiento y
la realidad, se debió ello en parte a su experiencia y condición como autores de una dominación
global que, en América Latina, expresó su faceta culturalmente más destructiva y alienante, a la
cual denomina colonialidad (Quijano, 1992). Este orden desigual se habría traducido, a nivel
epistémico, en una separación demasiado radical entre sujetos y objetos, asociados estos últimos
a todo lo que resultase ‘otro’ —incluida la sustancial fracción de la humanidad no clasificable
como europea o euro-norteamericana—.
En la actualidad, una visión así de las cosas resulta cada vez menos convincente. Esto al
punto que posturas como las de Latour (2008) directamente han puesto sujetos y objetos en un
Pensamiento Decolonial
Profesor: Dr. Adolfo Albornoz Farías
Fecha: 25 de septiembre de 2021
Estudiante: Emilio Cisternas Cuevas

mismo plano. En cierto modo, la distinción llega hasta a desaparecer en la medida que se pone
énfasis en la capacidad ‘actoral’ de unos y otros.
En segundo lugar, la universalidad y legitimidad del saber elaborado según la receta
europea sería, también, consecuencia de relaciones históricas de dominación. Como señala
Quijano (1992), “Los colonizadores impusieron también una imagen mistificada de sus propios
patrones de producción de conocimientos y significaciones. […] La europeización cultural se
convirtió en una aspiración” (p. 439). Así, un modo específico de pararse ante y dar sentido a la
realidad se volvió hegemónico no por ser idéntico en todas las personas —mucho menos
inequívoco y comprobablemente superior—, sino porque contaba con el respaldo de la fuerza y
la historia, además de un velo de prestigio.
Desde hace ya un tiempo, la historicidad y especificidad del conocimiento vienen siendo
reconocidas. Planteamientos como el de Haraway (1995), mediante la idea de ‘conocimientos
situados’, dan cuenta de un nuevo concepto de objetividad sustentado no en la relación entre un
sujeto y un objeto infinitamente distantes, sino en la intersubjetividad que diversos sujetos
establecen a propósito de un algo (Quijano, 1992).
Así, se arriba a las siguientes conclusiones: i. No existe una forma única, completamente
objetiva ni universal de elaborar conocimientos y significados utilizando la razón y ii. Hasta hoy,
vivimos en un ordenamiento político, cultural y económico del mundo el cual no está dispuesto a
reconocer la validez de la afirmación anterior. Dicho orden es lo que Quijano (1992) denomina
como colonialidad y constituye una traba no solo a la descolonización epistémica, sino también a
la capacidad liberadora del proyecto moderno —que, despojado de su colonialismo interno, sigue
siendo una deseable apuesta por la libertad, sobre todo en lo que refiere a la producción, crítica e
intercambio de cultura y sociedad—.

Referencias bibliográficas
Descartes, R. (1979). Discurso del método. Alianza Editorial.
Haraway, D. (1995). Ciencia, cyborgs y mujeres: La reinvención de la naturaleza. Ediciones
Cátedra.
Latour, B. (2008). Reensamblar lo social: una introducción a la teoría del actor-red. Manantial.
Pensamiento Decolonial
Profesor: Dr. Adolfo Albornoz Farías
Fecha: 25 de septiembre de 2021
Estudiante: Emilio Cisternas Cuevas

Quijano, A. (1992). Colonialidad y modernidad-racionalidad. En H. Bonilla (Comp.), Los


conquistados: 1492 y la población indígena de las Américas (pp. 437-447). Tercer Mundo
Editores, FLACSO, Ediciones Libri Mundi.

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