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Mesa 10
La importancia del sufragio transnacional en las
campañas electorales
De todos modos, también hay que tener en cuenta esas circunscripciones infraprovinciales,
existentes en las elecciones autonómicas de algunas comunidades y también para las del
Senado en el caso de los territorios insulares. En ellas es en las que se registran las
mayores proporciones de electores residentes del extranjero, como se observa en la tabla
2, en la que destaca el caso de la isla canaria de La Gomera. Sin embargo, tras la reforma
de la LOREG, el impacto del voto exterior en La Gomera se convirtió en puramente teórico,
ya que sus residentes en el extranjero, mayoritariamente residentes en Venezuela, se ven
imposibilitados en la práctica para ejercer su derecho al sufragio. En las autonómicas del
2011 sólo votaron siete expatriados y en las elecciones del Senado del mismo año lo
hicieron 55, lo que deparó una abstención del 99,9% y del 99,3%, respectivamente. Entre
estas circunscripciones infraprovinciales con mayor proporción de electores fuera de
España figura, con un 17% del censo en el extranjero, la occidental asturiana, la decisiva
de las elecciones del 2012.
TABLA 2
CIRCUNSCRICPCIONES AUTONÓMICAS INFRAPROVINCIALES CON MÁS PESO DEL
CENSO DEL EXTERIOR
Comunidad Censo Censo total % del censo
exterior exterior
La Gomera (2011) Canarias 8035 23266 34,5
Oriental (2012) Asturias 20700 83748 24,7
La Palma (2011) Canarias 17033 80130 21,3
El Hierro (2011) Canarias 2069 10250 20,2
Occidental (2012) Asturias 21221 124076 17,1
Fuente: Oficina del Censo Electoral y Junta Electoral de Canarias
El desigual impacto territorial del voto exterior, que tiene su correlato en sus efectos
electorales y políticos, se observa con más nitidez si se analiza en el ámbito de las
comunidades autónomas, como puede verse en la Tabla 2. Sólo hay una en la que se
supere la barrera del 10% del censo, Galicia, si bien Asturias se halla cerca. Y sólo estas
dos y Canarias, Castilla y León y Cantabria tienen más de un 5%. Ninguna de estas cinco
comunidades se halla entre las que cuentan con un mayor censo total. Madrid, Cataluña y
Andalucía tienen un considerable censo del exterior, que supera o ronda los 150.000
electores, que sin embargo se diluye ante el mayor volumen demográfico de los residentes
en el interior. En el conjunto de España la proporción de los electores del exterior no
resulta muy elevada, del 4,1% del total.
TABLA 3
EL CENSO Y EL VOTO EXTERIOR EN LAS COMUNIDADES AUTÓNOMAS EN LAS
ELECCIONES AL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS DEL 2011
Comunidad autónoma Censo Censo total % del % máximo del
exterior (2011) exterior voto exterior *
(2011) (2011)
Galicia 381877 2688799 14,2 6,3 (2005)
Asturias 87929 989044 8,9 2,5 (2007)
Canarias 105166 1587272 6,6 2,3 (2007)
Castilla y León 118455 2166842 5,5 1,8 (2007)
Cantabria 26820 496482 5,4 1,3 (2007)
La Rioja 10890 242796 4,5 1,5 (2007)
España 1482786 35779591 4,1 1,5 (2008)
Madrid 185702 4653758 4,0 0,9 (2007)
Navarra 17831 488208 3,7 0,7 (2007)
País Vasco 53256 1775537 3,0 0,7 (2005)
Andalucía 173035 6390079 2,7 0,9 (2008)
Cataluña 143860 5396313 2,7 0,8 (2006)
Aragón 25365 1018508 2,5 0,7 (2007)
Extremadura 22185 909523 2,4 0,7 (2007)
Baleares 15575 730733 2,1 0,6 (2007)
Murcia 20542 1000618 2,1 0,7 (2007)
Comunidad Valenciana 67033 3557815 1,9 0,5 (2007)
Castilla-La Mancha 21374 1571465 1,4 0,4 (2007)
(*) Peso porcentual máximo alcanzado por el voto exterior en las elecciones autonómicas. Entre
paréntesis figura el año de la convocatoria. Para el conjunto de España se utilizan los resultados
del Congreso de los Diputados.
Fuente: Oficina del Censo Electoral y elaboración propia.
De todos modos, el análisis del impacto del voto del exterior a partir del censo puede
conducir a conclusiones erróneas, como prueba la actual situación española y muestra
nítidamente el ya citado caso de La Gomera, en la que hay un volumen gigantesco de
electores en el extranjero que en la práctica no puede participar. De la misma manera, en
las elecciones autonómicas asturianas de 2012 los residentes en el exterior representaban
el 9,1% del censo, pero, como la abstención en el extranjero fue del 96,8%, los votos de la
diáspora sólo supusieron sólo el 0,6% del total emitido. Es ese último porcentaje, el de los
sufragios llegados del extranjero sobre el total emitido, el que permite efectuar
comparaciones internacionales sobre el impacto del voto del exterior. Los datos que
proporciona la versión en castellano del manual del voto en el extranjero de IDEA así como
otros de distintos procesos electorales en el mundo, permiten establecer el 2% como la
barrera a partir de la que se puede hablar de un impacto alto (Ellis et al, 2008: 38-39). Se
trata de un límite superado en muy pocos países, entre los que se encuentran, por
ejemplo, Italia, Bolivia o Croacia. Hay algún ejemplo de elecciones con más de un 5% de
papeletas procedentes del extranjero, como las de Cabo Verde o las del Afganistán de la
guerra. Se trata de un volumen muy alto. En España nunca se sobrepasó esa barrera del
2%, con un máximo en las elecciones al Congreso del 1,5% en 2008. En cambio, en
Galicia sí se alcanzaba el nivel muy alto, por encima del 5%, y en Asturias y Canarias, el
alto, superior al 2%.
6. LA SORPRESA ASTURIANA
Las elecciones legislativas del 20 de noviembre de 2011 certificaron que el voto exterior
español se había vuelto irrelevante políticamente, debido a la reducción de su volumen.
Esa decadencia ya se había observado en las comunidades que habían celebrado sus
elecciones autonómicas el 22 de mayo de ese año. En Asturias se había pasado de los
13.725 votantes de 2003 y los 15.153 de 2007 a los tan solo 3.256 del 2011, con una
participación del 3,8% del censo frente al 23,2% de cuatro años antes.
GRÁFICA 6
Fuente: Sadei, España Exterior, 3-4-2012, Gómez y Manjón: 2009, elaboración propia.
Así, cuando el presidente del Gobierno asturiano, Francisco Álvarez Cascos, decidió
sorpresivamente convocar elecciones autonómicas anticipadas para el 25 de marzo de
2012, en coincidencia con las de Andalucía, la diáspora había dejado de ser el objeto de
deseo de los aparatos de los partidos. A diferencia de las convocatorias anteriores, no
trascendió que ninguno de los principales candidatos a la presidencia del Principado
acudió a hacer campaña al extranjero. Y eso que en 2011 en la noche electoral el PSOE
se atribuyó la posibilidad de modificar el reparto de escaños en la circunscripción
occidental, si conseguía en el recuento del exterior el número de votos necesario para
arrebatarle un escaño al partido de Cascos, FAC. Sin embargo, el bajo volumen de
papeletas provocó que se tratase de una quimera (Asturias en el mundo, 26-5-2011). Ese
fracaso también debió pesar en el desinterés que mostraron los partidos en 2012.
Pero en la noche electoral de 2012 saltó la sorpresa. Ya en la madrugada del 26 de marzo,
el secretario de organización del PSOE, Óscar López, lo advertía a través de su cuenta de
Twitter: “Ojito al escaño 17 del PSOE en Asturias que está a 150 votos y falta recontar el
voto CERA! En Noviembre el PSOE tuvo 440 más que Foro”. El intento de Cascos de
ampliar la precaria mayoría minoritaria que había obtenido en 2011 había fallado, pues
había bajado a 13 escaños, frente a los 16 del PSOE. Sin embargo, en el Parlamento
asturiano, de 45 escaños, seguía habiendo una mayoría absoluta conservadora, con los 13
diputados de FAC y los 10 del PP. Los socialistas se veían con posibilidades para esta vez
sí quitarle un escaño a FAC en una de las tres circunscripciones en las que está dividida
Asturias en las autonómicas, la occidental, de manera que podrían formar una mayoría
alternativa si alcanzaban los 17 diputados y los sumaban a los 5 de IU y el único de UPyD.
Los 573 votos del exterior supusieron únicamente un 1% del total de sufragios de la
circunscripción occidental, lo que contrastaba con el porcentaje del 5,4% que se había
alcanzado en las elecciones de 2007, pero en esa ocasión el reparto de escaños había
quedado inalterado tras el escrutinio del exterior. Sí se había modificado el resultado en el
total de Asturias, ya que gracias a los sufragios del extranjero el PSOE se había convertido
en la fuerza más votada en el Principado, en detrimento del PP. Fue un vuelco que apenas
tuvo repercusión porque los socialistas ya eran los primeros en escaños.
GRÁFICA 7
Fuente: Sadei, España Exterior, 3-4-2012, Gómez y Manjón: 2009, elaboración propia.
A diferencia de lo que sucedió en el conjunto de España en las elecciones al Cognreso de
los Diputados, el PSOE de Asturias siempre mantuvo la hegemonía en las autonómicas en
el exterior, con independencia de qué fuerza gobernase en Madrid e incluso durante el
intervalo de la accidentada legislatura de 1995, cuando el PP accedió a la presidencia de
Asturias. De todos modos, los cambios en el color de los gobiernos central y autonómico sí
se reflejaban en los resultados, en las oscilaciones de los principales partidos, pero sin que
estuviese en peligro el dominio del PSOE. Paradójicamente, los socialistas obtuvieron en
2012 su resultado más bajo en porcentaje de voto en unas autonómicas asturianas en el
exterior, con el 47,1%, con 3,6 puntos menos que en 2011, mientras el partido de Cascos
mejoraba, al pasar de un 7,6% a un 12,4%. Sin embargo, estos ajustes no impidieron que
el PSOE lograse su objetivo en la circunscripción occidental, al obtener 290 papeletas
frente a las 44 de FAC, lo que hacía cambiar un diputado de manos y le acabaría por
permitir al socialista Javier Fernández convertirse en el nuevo presidente en el Principado.
GRÁFICA 8
Fuente: Sadei, España Exterior, 3-4-2012, Gómez y Manjón: 2009, elaboración propia.
No era una novedad en España que el recuento del voto exterior modificase la asignación
de escaños surgida de la noche electoral. Ya había ocurrido en al menos diez ocasiones
con anterioridad, así como otras dos en el Senado (Lugilde, 2011: 293-311). Había pasado
en las comunidades de Galicia, en tres ocasiones, Canarias, en dos, y una vez en
Andalucía, País Vasco, Valencia, Murcia y Castilla y León. Pero ninguno de esos cambios
había modificado el color de las mayorías de los respectivos parlamentos. Sólo en el caso
del País Vasco, de 2009, se habían alterado las condiciones de gobernabilidad, ya que en
aquella ocasión el PSOE, que le había arrebatado un escaño a Eusko Alkartasuna, pudo
prescindir de contar el apoyo de UPyD para nombrar lehendakari a Patxi López, quien
necesitó únicamente el apoyo del PP. En el caso de Asturias, pudiera haber ocurrido que
pese a existir una mayoría conservadora en el resultado de la noche electoral, de PP y
FAC, estos dos partidos no hubieran podido llegar a un acuerdo. Pero en todo caso, el
escrutinio del voto exterior hizo que fuese imposible que ambos formasen una mayoría
solos, ya que pasaron a necesitar a UPyD, que decidió conformar una alianza con PSOE e
IU, entente que era matemáticamente inviable antes del escrutinio del exterior (La
Vanguardia, 28-3-2012, p. 7).
Las escasas diferencias en la asignación de escaños desembocaron en una compleja
batalla legal en la que FAC intentaba recuperar el escaño perdido o, por lo menos, forzar la
repetición de las elecciones en el exterior, algo que nunca había sucedido en una
comunidad autónoma y que sólo había ocurrido en algunos pequeños municipios, cuando
los expatriados podían votar en las locales. El arma de FAC residía en las evidentes
contradicciones entre las instrucciones dictadas por la Junta Electoral Central y el
contenido del artículo 75 de la LOREG, que regula el procedimiento de emisión del sufragio
desde el extranjero. Ante las deficiencias del nuevo modelo del exterior y la enorme
abstención que generaba, la Junta Electoral estableció, ya para las autonómicas de 2011,
un procedimiento excepcional, por el que consideraba como una “irregularidad
excepcionalmente no invalidante” enviar directamente los sobres a las juntas electorales,
en vez de a los consulados, hasta un día antes del día de la votación. El primer recurso de
Cascos, ante la Junta Electoral, fue, como era natural, rechazado. Pero en el siguiente
escalón, el del Tribunal Superior de Justicia de Asturias, sus pretensiones fueron
atendidas, al anularse el resultado de la mesa del exterior de la circunscripción occidental y
ordenarse la repetición de la votación, lo que prolongaba el período de incertidumbre
política en el que estaba instalado el Principado (STSJA, 343/2012). El PSOE recurrió ante
la última instancia posible, el Tribunal Constitucional. Éste coincidió con el Tribunal
Superior asturiano en considerar que no se podían aceptar esos votos llegados fuera de
plazo, pero discrepó sobre el efecto que esas papeletas tendrían sobre el total (STC,
105/2012). Había el problema de que no se sabía cuántos de esos sufragios enviados
directamente a la Junta Electoral correspondían a la circunscripción occidental. Eran 332
de los tres distritos asturianos. El Tribunal Constitucional aceptó, a diferencia del Tribunal
Superior, la pretensión del PSOE de aplicar técnicas de ponderación estadística para
calcular la distribución por circunscripciones de esas papeletas y estimar los efectos de su
hipotético reparto entre los dos partidos en litigio. Así, concluyó que no afectarían al
resultado, por lo que revocó la decisión de repetir las elecciones y mantuvo el reparto
favorable al PSOE.
El litigio asturiano mostró la inseguridad jurídica que se generó en el voto en el exterior tras
la reforma de la LOREG aprobada por las Cortes en enero de 2011 y su posterior
reinterpretación por la Junta Electoral Central, que tomó otras medidas también muy
discutibles, como la de aceptar las solicitudes de participación realizadas en nombre de
varias personas. Frente a abstenciones superiores al 90%, la Junta Electoral se
proclamaba legitimada para actuar a fin de proteger el derecho a la participación política y
para ello alteró el contenido del artículo 75 que, si bien en realidad perseguía reducir la
participación, en teoría pretendía incrementar las garantías de transparencia. La batalla
legal asturiana coincidió con mensajes de los dos principales partidos, PP y PSOE, sobre
la apertura de una negociación para modificar de nuevo la LOREG, movimientos que no se
sustanciaron en nada concreto.
7. CONCLUSIONES
Son varios los ejemplos de las consecuencias imprevistas o indeseadas del voto en el
extranjero. Durante décadas la derecha italiana abogó por permitir el sufragio de los
expatriados, bajo el cálculo de que le sería favorable. A la inversa, los comunistas italianos
se oponían. Pero en 2006, en el estreno del voto all’ estero en las elecciones legislativas,
los sufragios del Senado emitidos en el extranjero propiciaron la derrota del conservador
Silvio Berlusconi y la victoria de Romano Prodi, de centro-izquierda (Caciagli, 2006: 5;
Fusaro, 1988: 106-109). En la transición caboverdiana el opositor Carlos Veiga incluyó en
las negociaciones con el Gobierno medidas para estimular la participación de los
expatriados. Años después, en las presidenciales de 2001 y 2006, Veiga fue derrotado por
Pedro Pires después de vencer en el interior del país y perder en el exterior (Borges, 2008:
46 e 148-152). En el caso asturiano no se dio un resultado contrario al previsto por los
actores políticos, ya que la hegemonía de los socialistas entre la diáspora del Principado
era incontestable. Lo inesperado residió en que el voto exterior se convirtiese en
determinante cuando su volumen se había reducido sustancialmente hasta el punto de
dejar de ser estratégico para los partidos. Si bien influyó el azar electoral, del ejemplo de
las autonómicas de Asturias de 2012 también se pueden extraer algunas conclusiones
sobre la mecánica que puede convertir en oro las papeletas emitidas en extranjero.
Como punto de partida hay que tener en cuenta que ese valor extraordinario del voto en el
extranjero responde en parte a una ficción derivada del carácter diferido de su escrutinio,
que en la mayoría de las comunidades autónomas españolas se celebra el miércoles
siguiente a la jornada electoral, lo que funciona como una segunda vuelta de facto, una
oportunidad extraordinaria de invertir el veredicto del escrutinio provisional. Ese lapso
temporal remarca el hecho diferencial de este tipo de sufragio, que emana de su condición
contingente. Como sostienen Nohlen y Grotz “la noción del voto en el extranjero como
parte del sufragio universal no es ni evidente por sí misma, ni está exenta de problemas”
(Nohlen y Grotz, 2008: 76). Un estado no deja de ser democrático por no permitir la
participación electoral de sus nacionales residentes fuera de sus fronteras. Así, ese voto,
por las peculiares condiciones logísticas y políticas en las que se emite, tiene unas
características propias que propician que, cuando es determinante, los resultados puedan
estar sujetos a una controversia especial, sobre todo en casos como el español actual en
los que existe una inseguridad jurídica en la aplicación de la legislación.
Como acertadamente sostiene Leticia Calderón, la posibilidad de que un voto pueda
determinar el desenlace de una elección resulta inherente a la idea de la democracia
(Calderón, 2003: 35). En algunos países se han establecido filtros para evitar que el
sufragio del exterior sea determinante, entre los que el más evidente es la creación de una
circunscripción específica para la diáspora, como forma de asegurar que su peso no se
desborde, como se hizo en Portugal (Saramago, 1999: 188). Sin embargo, incluso bajo ese
corsé, puede ocurrir que la elección se defina fuera del territorio del Estado organizador,
como indica la experiencia italiana. Para que el voto exterior sea determinante, como
muestra el caso asturiano, la condición imprescindible es que las diferencias en el
escrutinio interior sean reducidas. Hay que tener presente que incluso en situaciones
extremas como la de Cabo Verde, el voto del interior representa el 94% del total, por lo que
si en él hay un resultado contundente, será imposible que cambie en el exterior. Existen
otras dos condiciones por sí mismas insuficientes aunque también necesarias, que la
estructura de las preferencias partidistas del exterior sea diferente a la del interior y que el
voto de la diáspora tenga un volumen suficiente para modificar el resultado.
El caso asturiano también refleja las graves deficiencias del actual modelo español de voto
en el exterior, no sólo por la escandalosa tasa de abstención superior al 95%, sino también
y muy especialmente por lo sucedido durante la revisión judicial del escrutinio del exterior.
El Tribunal Constitucional, en un fallo inapelable en las instancias españolas, declaró nulos
los votos que habían sido admitidos en aplicación de sucesivas instrucciones de la Junta
Electoral Central, el órgano encargado por velar por la legalidad de los procesos
electorales. Lo que para la Junta Electoral Central era una “irregularidad excepcionalmente
no invalidante” se convirtió en una causa de nulidad tanto para el Tribunal Superior de
Justicia de Asturias como para el Tribunal Constitucional, aunque éste finalmente decidiera
no repetir la elección, en una decisión cuestionable jurídicamente pero que tuvo la evidente
virtud política de poner fin a la caótica situación interinidad institucional del Principado.
Las instrucciones de la Junta Electoral Central censuradas por Tribunal Constitucional
respondían a una situación de cierta emergencia, motivada por las deficiencias técnicas de
la última reforma de la LOREG, que establece un procedimiento imposible de ejecutar para
buena parte de los electores. Además, la contradicción entre los criterios expansivos en la
inclusión del censo, introducidos en la reforma de 1995, y los restrictivos en el ejercicio del
sufragio, incluidos en la reforma de 2011, generan escandalosos niveles de abstención
entre los españoles del exterior. En estas circunstancias sería deseable que el poder
legislativo acometiese de una vez una modificación de la LOREG para regularizar
integralmente los procesos electorales del exterior y adecuarlos a la nueva realidad
sociológica de una diáspora, compuesta mayoritariamente por personas nacidas en el
extranjero, con vínculos evidentemente más débiles con España. Sería preciso que, en la
medida de lo posible, esa reforma se efectuase con el consenso de las organizaciones
representativas de la diáspora, pues no conviene olvidar que el voto en el extranjero es un
instrumento de integración política de los ausentes (Núñez Seixas, 2010, 79-83).
8. BIBLIOGRAFÍA: