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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo

deleita.”

La beligerancia del guerrero de Dios:


La corrupción humana.
“¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?”

Romanos 7:24

PRESENTACION:
Considere las siguientes afirmaciones:

Adán –podía no pecar.

Los hijos de Adán – no pueden no pecar.

Los redimidos – ya pueden no pecar.

Los glorificados –Ya no pueden pecar.

Permítame explicárselo así: Adán, así como podía no pecar; es decir, tenía la
capacidad de no hacerlo, también tenía la capacidad de hacerlo, de hecho, Adán pecó.
Adán fue hecho como un ente moral y no como un robot que se le podía programar. De
manera que Adán tenía la capacidad de decir no como respuesta a la tentación.

En cambio, los hijos de Adán, no pueden decidir a no pecar. Ellos, son descritos por
la Biblia, como que “teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios
por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los cuales después que
perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda

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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

clase de impureza” (Ef.4:17b-19). A lo más que pueden decidir es cuando, cuanto, con qué
frecuencia y a quienes afectará con su pecado, que siempre los hay. Hay un daño directo y
uno indirecto o colateral. Pero no pueden no pecar. Ellos tienen la presencia y están bajo
el poder del pecado.

Ahora bien, los redimidos pueden no pecar pero, al igual que Adán en su estado
prístino, si pueden hacerlo y ese es el peligro. Cristo los ha liberado del poder del pecado y
ya tienen la capacidad de resistir al pecado. El mandamiento para él, en cuanto al pecado,
es “No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en
sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como
instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre
los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. Porque el
pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia”
(Ro.6:12-14). El nacido de nuevo, cuando decide pecar lo hace como un liberto del pecado
y esclavo de Cristo y no como esclavo del tal y liberto de Cristo. Pero, así como puede no
pecar, también puede pecar y ese es el peligro; y es a causa de lo que aún no ha sido
redimido en él, su cuerpo (Ro.8:32). Ha sido liberado del poder del pecado más no de la
presencia del mismo.

Los glorificados, en cambio, ya no pueden pecar. Ese será el estado de los


redimidos. Han sido liberados de la presencia del pecado. Se conoce, por algunos
teólogos, como la santificación perfecta. Será aquel día cuando Él se manifieste, es de lo
que Juan exhorto: “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo
que hemos de ser, pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él,
porque le veremos tal como él es” (I Jn. 3:2). ¡Momento glorioso que todo redimido
anhela! Pero mientras aún no llega el momento, somos redimidos y aun no glorificados.
Los salvados más aun no glorificados serán liberados de la presencia del pecado en él.

Y, por eso mismo, por nuestro estado actual es la exhortación continua al texto
citado anteriormente: “Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí
mismo, así como él es puro” (v.3). Y, además, “Y si invocáis por Padre a aquél qué sin
acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el
tiempo de vuestra peregrinación” (I Pe.1:17).

En resumen, la bitácora del creyente en Cristo Jesús, en cuanto al pecado, es como


sigue:

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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

Ha sido salvo del poder del pecado

Está siendo salvado de la presión del pecado; y,

Será liberado de la presencia del pecado.

Eso, eso es, se trata de la obra de Cristo en nosotros, somos salvos del: Poder del
pecado. De la Presión del pecado. De la Presencia del pecado.

Adentrémonos, en el Nombre del Señor Jesucristo, a considerar las siguientes


reflexiones, en torno a lo delimitado.

Que el Señor bendiga nuestros corazones por medio de Su Palabra. Amén. Y amén.

Suyo En Cristo Jesús, su hermano y amigo,

Erick Solís Girón.

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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

INTRODUCCION:
“¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?” –gritó el
apóstol Pablo, en medio de la batalla. Pero el apóstol no fue el único que exclamó tal
aseveración contra su propio enemigo que traía a cuestas, muchos santos de Dios del
Antiguo Testamento, píos por su testimonio y justos por misericordia divina, entre ellos:

Job, quien testificó de sí mismo: “He aquí que yo soy vil; ¿qué te responderé? Mi
mano pongo sobre mi boca” (Salm.40:4). El gran predicador del siglo XVIII, Charles
Spurgeon comentó, con mucha razón respecto a este insigne patriarca: “Seguramente si
algún hombre tenía el derecho de decir, yo no soy vil, era Job; pues de conformidad al
testimonio del propio Dios, él era “varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado
del mal” (sermón: El pecado que mora en mi”).

O ¿nos atreveríamos a menospreciar el testimonio que el Dios santo y que no


miente, hace en cuanto a Job? ¿Nos creemos más santos que Job como para no
considerarnos bajo tal afirmación? Tampoco quiero hilvanar pensamientos y atribuirle
pecados infundados al afligido Job, no leemos de pecados groseros de él, no obstante él
dice: “yo soy vil” y, ahora que mis ojos te ven, “Por tanto, me aborrezco, y me arrepiento
en polvo y ceniza” (42:6).

Es David, el segundo de nuestra lista, quien, luego de ser confrontado por su


pecado, por el profeta Natán, dijo: “Y espíritu noble me sustente” (Salm. 51:12). Si bien es
cierto, había adulterado y planificado el asesinado, para ocultar su pecado, de uno de sus
mejores amigos; pero, ¿menospreciaremos su amor, devoción y celo de éste varón? Que
fue lo que hizo que Dios dijera que era “varón conforme a mi corazón” (I Sam.13:14).
Con esta frase David estaba reconociendo que tenía un espíritu endeble, frágil, débil, flaco
(Comp.Ro.5:5) un espíritu que fácilmente se derrumbaría, que estaba a destrucción, que
caería por su propio peso, que con el (ese espíritu débil) resbalaría a condenación y que,
por lo tanto, necesitaba de un poder superior, espiritual y poderoso y que, sin este
“espíritu noble”, el caería por su propio peso por ser imperfecto y por eso suplica, oración
que fue contestadas a él y los que son como él; es decir, los que sienten la misma angustia
y desesperación al ver su pecado (comp.Ro.7:25).

Y, ¿Qué hemos de pensar de la afirmación del evangelista del Antiguo Testamento,


de Isaías? ¿Nos atreveríamos a menospreciar su piedad, temor y fidelidad al Señor? Él dice
de sí mismo: “¡Ay de mí! Que soy muerto, porque siendo hombre inmundo de labios, y
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey,
Jehová de los ejércitos” (Is.6:5).

Aquí claramente se denotan 2 ideas: a) La corrupción humana; y, b) La corrupción


del medio ambiente. La primera colabora activamente en hacer más corrupta a la segunda
y viceversa, la segunda con la primera.

Y ¿Qué decir del Sumo Sacerdote Josué? En Ezequiel 3:3 leemos que “Josué estaba
vestido de vestiduras viles, y estaba delante del Ángel” Y de eso se aprovechaba Satanás,
porque leemos que “Satanás estaba a su mano derecha para acusarle” (v.1). Quien en
Apocalipsis 12:10 se le describe como: “el acusador de nuestros hermanos”. Pero el Ángel
de Jehová que es Jehová mismo (v.2) entra en Su justicia para justificarle, entra en Su
santidad para santificarle. No cabe duda que “¿Quién acusara a los escogidos de Dios? (si)
Dios es el que justifica” (Ro.8:33 entre paréntesis añadido).

En Lucas 5:8 es Simón Pedro, leemos del doctor Lucas sobre este hecho: “Viendo
esto Simón Pedro, cayó de rodillas ante Jesús, diciendo: Apártate de mi Señor, porque
soy hombre pecador”; literalmente, uno que erra al blanco.

Y, en nuestro texto, Pablo dice: “¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este


cuerpo de muerte?”

“Miserable de mi”. Todo este pasaje es un grito beligerante. Con el, denota Pablo,
que el mismo tiene una beligerancia, que hay una participación contendora dentro de un
conflicto determinado, entre él (el apóstol) identificado con el “mi” y, en contraposición
de batalla, “el cuerpo de muerte” y este último es el poder de un grupo insurrecto que
encuentra el punto débil del apóstol en su cuerpo, que no es del todo malo a no ser por el
pecado, pues de lo contrario Pablo no pediría que se presenten “en sacrificio vivo, santo
agradable a Dios que es vuestro culto racional” (Ro.12:1).

Literalmente angustiado, desventurado por una carga. Este es un grito que denota
hastío por la situación, desesperación y anhelo de ser liberado. También denota,
frustración y tristeza.

Notamos que el apóstol cree en 2 grandes doctrinas del cristianismo, a saber: 1. La


responsabilidad humana; y, 2. La imposibilidad humana, que era la que sentía y le llevaba
a gritar desesperadamente así como lo hizo. Pero encontró ayuda: “Gracias sean a Dios,
por Jesucristo Señor nuestro” (v.25).
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

Pero, esta beligerancia, es debido al “cuerpo de muerte” –señala nuestro texto.


Ahora bien, Pablo no cree en un misticismo de dualidad griega que enseñaba que el
cuerpo es malo enteramente y que el espíritu es bueno en su totalidad y que, por lo tanto,
sus adherentes podían pecar sin responsabilidad alguna.

¡No! Y tomando prestada aquella frase paulina, que denota el sentido enérgico para
repudiar una afirmación, “en ninguna manera”. Que podría ser interpretado así: No y mil
veces no, nunca tal acontezca. El cuerpo es malo únicamente por el pecado que encuentra
en el la parte débil para atosigar al creyente que ya no está bajo su reinado y dominio al
personificarlo como un monarca vil.

Esta frase, “cuerpo de muerte” se refiere a la condición humana no redimida del


creyente, que encuentra en su cuerpo, pensamientos y aun sentimientos, su base
operacional para batallar contra la nueva naturaleza del creyente. Recibe otros nombres,
tales como: “el viejo hombre” (Ro.6:6), “la vieja naturaleza”, “cuerpo mortal” (6:12),
“humana debilidad” (6:19) “el yo carnal” (7:14) “el pecado que mora en mi” (7:17) “ley en
mis miembros” (7:23) “cuerpo de pecado” (6:6).

La carne, como la definiremos a continuación, es más paulina que de cualquier otro


escritor Novo testamentario, y se afirmaría que es “toda propensión pecaminosa, que
conduce hacía la anomía y que se radica en la parte humana no redimida del creyente”.

El Señor Jesucristo hizo una descripción de la carne contrastándola con el espíritu y


por eso exhorto: “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad
está dispuesto, pero la carne es débil” (Mt.26:41). Con la frase “el espíritu a la verdad
está dispuesto” el Bendito Salvador quiere decir que el espíritu o el área espiritual o el
hombre nuevo tiene una disposición nata a lo espiritual, a elevarse hacía su Dios, de
inclinación hacia a Aquel a quien ama porque le amo primero, la traducción de la Biblia
Palabra de Dios para todos, traduce así: “(…) el espíritu está dispuesto a hacer lo
correcto, pero el cuerpo es débil”.

Es digno de resaltar que este mandato el Señor lo dio justo cuando atravesaba una
situación que, aunque no se indica en el texto, se podría decir que fue de tentación. Él
dice que “la carne es débil”, la palabra débil del griego asthenes, sin fuerza, enfermo,
frágil, débil, debilidad, debilitar. Denota la idea de incapacidad. Moralmente, como ya se
anotó, es el asiento y vehículo de los deseos pecaminosos. Y lo contrasta con el espíritu de
los apóstoles describiéndolo como lo que tiene disposición, del griego prothumos, hacia
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

adelante en espíritu, predispuesto, animo pronto; el diccionario Vine afirma, además:


“relacionado con prothumia buena voluntad. Se traduce “pronto” en Ro.1.15, expresivo
de buena voluntad, de deseo lleno de celo; en Mc.14.38 y en Mt.26:41)”. Quiere decir que
tiene buena voluntad para enfrentarse al pecado y agradar a su Dios que es Santo

Nuestro Salvador también afirmo que: “El espíritu es que el que da vida” –se
refiere a Él mismo – pero “la carne para nada aprovecha”. (Jn.6:63). Este calificativo para
la carne, aprovecha, del gr. Ofeleo u ofeleia ser útil, beneficiar, adelantar, aprovechar,
ayudar, conseguir, servir, también hacer bien. Pero tiene el adjetivo calificativo de que su
aprovechamiento es para nada, y es para nada, sea griego, hebreo, español o kaqchiquel.
La palabra griega es oudén, que puede ser traducida como ni siquiera uno, estimado en
nada, ni siquiera. En un buen localismo chapín seria: “ni una pisca de utilidad tiene la
carne”. Es decir, sirve solo para traernos problemas

Pablo dice que es el asiento de “las pasiones pecaminosas” y de “los apetitos de la


carne” y “las inmundicias” (Ro.7:5; Col.2:23; I Pe.3:21) que “son enemistad contra Dios”
(8:7; Ga.5:17); por eso es que no debemos tener “confianza en la carne” (Filp.3:3), y
menos “proveer para la carne” (Ro.15: ).

Todo esto es en sentido moral, refiriéndose a la perversión moral del hombre, pues
la palabra carne tiene otra acepción en otros pasajes, en el sentido amoral, como al ser
humano y es así como se afirma que “Dios fue manifestado en carne”, “Y aquel Verbo fue
hecho carne, y habitó entre nosotros (…)” (comp. I Timor.3:16; Jn.1:14 entre paréntesis
añadido).

Se dice que, dentro de la normativa jurídica de Roma, había una ley que consistía en
que se amarraba el cuerpo de una víctima de homicidio a la espalda del victimario y se le
mandaba al desierto, como pena para lidiar con el cuerpo de su muerto, hasta que sea
desintegrado sobre sí. Imagínese, primero está inerte, tieso y frio, sin sentir algo (pierde
toda sensibilidad), luego se hinchaba (orgullo) y explotaba (arranques ira descontrolada),
lo que hacía que explotara eran los gases (la hediondez de su inmundicia) luego se
engusanaba y el hombre vivo, soportando ese cuerpo muerto con su hediondez, hasta que
muriera o se desintegrara “este cuerpo de muerte”. Muchos teólogos respetados y
comentaristas bíblicos consideramos que esta idea tenía el apóstol Pablo en mente. El
hombre de la analogía tomada de la jurisprudencia romana moría con el cuerpo a su
espalda, pero Pablo y todo creyente en Cristo Jesús, espera “ser librado de este cuerpo de
muerto”.
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

Pablo sabe que será librado. No es algo que él hará sino que Alguien hará por él.
Pablo hará lo que le corresponde hacer, pero su libertador hará lo que le corresponde
hacer, no está demás afirmar, en su momento. El “Quien” anónimo del versículo 24, Pablo
lo identifica en el versículo 25 y 8:1 “Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro (…)
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús (…)” (entre
paréntesis añadido)

Pero mientras llega el día de su liberación o su salvación, el creyente sigue en su


verdadera beligerancia que no es contra algún espíritu inmundo sino contra sí mismo,
contra las tendencias pecaminosas que encuentran su reposorio en sus miembros. No es
contra algún supuesto espíritu de orgullo, de adulterio, de fornicación o de mentira,
etcétera, como neciamente algunos se esfuerzan en afirmar en algunos círculos cristianos,
sino que en realidad son obras de la carne (Ga.5:19).

Como nota final para nuestra introducción, hay algunos que interpretan este pasaje
de Romanos 7:24 y su contexto, del conflicto interno que experimentaba el apóstol Pablo,
en el sentido de que es un relato de su vida de impío, antes de su experiencia en el camino
a Damasco. Pero un impío no puede darse cuenta de su problema, para el pecador el
pecado no es un problema que lo aflige, el impío tiene un problema espiritual si bien es
cierto, porque lo conduce cada vez más al castigo del infierno, pero no lo aflige porque
está muerto en sus delitos y pecados. El hombre pecador está muerto y él no lo sabe.
Nuestros evangelistas cuando predican el evangelio lo hace como Ezequiel en “un valle de
huesos secos” lo hacen en un cementerio donde hay muchos muertos vivientes que se
creen buenos.

Es en Adán donde comenzó la inclinación maldita hacia el pecado y que era nueva
para ellos y viejísima para nosotros pero con la misma fortaleza y mañas, la misma
indisposición, inutilidad y enemistad contra Dios, que al principio y aún más pervertida
que en ellos. El Eclesiastés escribe: “He aquí, solamente esto he hallado: que Dios hizo al
hombre recto, pero ellos buscaron muchas perversiones” (Ecle.7:29). Y que seguiremos
en esa lucha, hasta el día de la glorificación, mientras tanto nos corresponde vivir
“velando y orando” “con temor y temblor” “presentando nuestros cuerpos como sacrificio
vivo, santo y agradable” no proveyendo para la carne”. Etcétera.

La teología explica que existe la depravación total y la depravación absoluta, que


me permito explicárselo así, parafraseando y adaptando de la idea de Miguel Rosell:

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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

Cuando hablamos de depravación total no hablamos de


depravación absoluta; pero cuando hablamos de depravación
absoluta incluye la total y aún más. La depravación total es en el
sentido de que abarca la totalidad del ser humano, a causa del
pecado se ha pervertido en cuerpo, alma y espíritu; es decir, que no
hay ni una uña, ni un cabello de él que se incline a la justicia y la
santidad sino hacia el pecado. Esta es propia del ser humano.
Imagínese que lo “bueno” del hombre a sus ojos son vistas por Dios
como “trapos de inmundicia” que literalmente en el hebreo es
“trapos de flujo meustral” ¿Ahora lo malo del hombre?. Y, cuando
hablamos de la depravación absoluta es en el sentido de que es
total; es decir, que no hay ni una uña y ni un cabello, que se incline a
la justicia y la santidad, pero que además, alcanza y desciende a
toda la profundidad de mal y que es, asimismo, irreversible, esta
última es la propia de Satanás y sus demonios.

Merece una ilustración el término “trapos de inmundicia” de Isaías 64:6 que la


literalidad antes mencionada es acertada. Imagínese que tenemos a una persona enferma
de lepra; a quien de la piel le escurre agua ligosa, la piel es color blancuzca, con olor fétido
y con la tendencia de que se la caiga la piel en pedazos por la pudrición y, como acción
buena, queremos “dignificarlo” y es como compramos la mejor tela, la más cotizada en
tiempos bíblicos como “el lino fino” y le hacemos un traje. Inmediatamente que le
ponemos el traje se le pega a la piel por el agua inmunda que sale de su piel podrida y
hedionda, cuando le tengamos que quitar el traje nadie se atreverá a quedarse con el traje
y ponérselo, la misma inmundicia lo hizo inservible. Así son las buenas obras de un no
salvo y de las de los salvos hechas en la carne.

En Efesios 3:17-19 volvemos a leer: “(…) los otros gentiles, que andan en la
vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de
Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los cuales después
que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez
toda clase de impureza.” Aquí Pablo señala 8 frases que describen al pecador. En
Romanos 3:10-18 hay 15 frases que lo describen. En 1:22 son 23 pecados que hacen
evidente una mente reprobada y una vida inmunda. Desde Romanos capítulo 1 a 3:20
describe su completa insensibilidad.

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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

Por ello, en el hombre natural, a pesar de su conciencia, no hay lucha alguna entre
el pecado y la santidad, también por el hecho de que no busca la santidad porque no
conoce a Dios, ni desea conocerle. En realidad es enemigo de Dios en malas obras y es un
aborrecedor de Dios. El hombre sin Cristo funciona acorde al espíritu que opera en los
hijos de desobediencia (Ef.2:2). El principio se aplica aquí también: Tal cual es su dios así
es el adorador. Y el Señor Jesucristo lo dijo: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y
los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no
ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de
suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira” (Jn.8:44).

Spurgeon, muy a su estilo, hace la siguiente advertencia a los pecadores: “Los


muertos no sienten los golpes. Podrías muy bien no tener ningún remordimiento de
conciencia, pues es muy improbable que los hombres corruptos sientan las heridas,
aunque les asestes puñaladas desde la cabeza hasta los pies. Su condición me da lástima,
pues el gusano que no muere se está preparando para alimentarse de ustedes; el eterno
buitre del remordimiento remojará pronto su horrido pico en la sangre de sus almas.
Tiemblen, pues los fuegos del infierno están hirviendo y son inapagables, y el lugar de
perdición es horrendo más allá del sueño de un loco. Oh, qué pensarán en su fin último.
Pero el futuro de ustedes es la oscuridad de las tinieblas para siempre. Imploro por el Dios
vivo a ustedes, que no temen a Cristo, que consideren sus caminos. Ustedes y yo tenemos
que rendir cuentas (…) ¡Quedan advertidos, señores, quedan advertidos! Pongan mucha
atención, para que no piensen que esta vida los es todo. Hay un mundo venidero; está
establecido para los hombres que mueran una sola vez, y “después de esto el juicio”. Si no
temen al Señor, habrá después del juicio, ira eterna y sempiterna miseria” (Obra citada)

En cambio para un cristiano, el pecado que mora en él si lo aflige por esa


sensibilidad que tiene a Dios. Justo es que repita lo que indica nuestro encabezado, que es
una cita del teólogo estadounidense John MacArthur quien escribe: “En el creyente
verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo deleita.” Y Pablo
es más enfático y con más autoridad afirma:

“Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza,


pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría.”
(Colosenses 3:5)

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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

La palabra que se traduce por morir del gr. Nekroo que significa amortiguar,
subyugar. El Diccionario Vine afirma: “Se usa en la voz activa en el sentido de destruir el
poder de, privar de poder, con referencia a los malos deseos que obran en el cuerpo”.
Afirmando el fin último y lo enérgico que debemos ser ante el pecado y las obras de la
carne.

La versión de la Biblia, “Biblia Palabra de Dios para todos”, traduce este pasaje así:

“Así que saquen todo el mal de su vida: pecados sexuales, inmoralidades,


malos pensamientos, malos deseos y codicia, que es una forma de adorar
ídolos.”

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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

I. LA VERDADERA BELIGERANCIA DEL GUERRERO DE DIOS


CONTRA LA NATURALEZA CORRUPTA: SU ANHELO DE
CONFORMARSE AL MODELO DE DIOS.
Leemos: “Porque sabemos que la ley es espiritual; más yo soy carnal, vendido al
pecado” (Ro.7:24).

a) La ley es espiritual. Se refiere a las normas altas de Dios. No se refiere únicamente


a los diez mandamientos, sino a toda la voluntad de Dios, la norma perfecta de
Dios que refleja el carácter perfecto de Dios, refleja su santidad. Se refiere a la
máxima expresión del carácter de Dios. Y ese es el modelo al cual el hombre debe
conformarse para ser perfecto y entrar a Su cielo.

b) Yo soy carnal, vendido al pecado. Difiere Pablo en cuanto a su Dios, su bajeza.


Carnal es lo relativo o lo que pertenece a la carne, pero la carne como la
propensión a hacer lo malo, a la naturaleza ligada a lo terrenal, la que se siente
atraída por lo mundanal, afanada en el secularismo o en el sensualismo. Es lo que
la antropología moderna defiende para que el hombre busque se “autarquía
humanística” –autarquía o autarcía es aquella persona que es autosuficiente, que
no acepta ayuda externa. “Lo carnal, vendido al pecado” denota a aquella parte
del creyente que está dispuesto a vivir a lo que viene del mundo, es el hombre de
los sentidos, es el hombre sensual. Pablo no dice que aún es carnal, en el sentido
de ser de la carne o andar en la carne –que es la condición y descripción de los no
salvos- sino que su “nuevo hombre” habita o está atrapado en un cuerpo carnal, el
único reposorio del pecado, el único lugar donde el pecado, el mundo y Satanás
encuentra vulnerable al creyente para hostigarlo a pecar y deshonrar a su Señor
como lo ha venido haciendo el hombre desde Adán.

Vendido al pecado. Pablo no está reconociendo que aún no es salvado. O


que cayó en pecado y volvió a ser del pecado y del diablo y, por ende, volvió a
estar en condenación, dicho por algunos, que no han entendido la salvación, de
que “perdió su salvación”. Con esta frase, lo que Pablo está reconociendo es que
hay algo en él que aún no ha sido redimido. En espíritu y alma el apóstol ha sido
redimido, pero en su cuerpo aún no ha sido redimido. Ha sido cambiado del reino
del pecado y trasladado al “reino de su amado Hijo”; pero el pecado, no obstante
ha sido destronado, derrotado y debilitado, su naturaleza no ha cambiado y sigue
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

siendo hostil a la ley de Dios y no puede someterse (Ro.8:7). Es su enemigo


implacable que se opone a la justicia. Lo que Spurgeon denomino: “Las tendencias
malditas al pecado”.

El Señor Jesús hablo de esta dicotomía en el creyente verdadero, cuando


dijo: “el espíritu –es decir el área espiritual, el nuevo hombre– está dispuesto,
pero la carne es débil” (Mt.26:41)

De manera que Pablo contrasta lo espiritual –santo, con lo carnal


–pecaminoso. No contrasta entre lo etéreo y lo tangible, sino entre lo sublime y lo
que es de humillación. Lo que es santo en carácter y naturaleza y lo que es de
tendencias al pecado y que recién se ha iniciado en la justicia. Contrasta entre Dios
y él.

c) El principio que les presento, derivado de este orden de ideas, es que “tal cual es
su Dios, así es el adorador”. Según la dignidad de Dios, así debe ser el que adora a
Dios. Cuando estuve haciendo un estudio sobre los nombres de los dioses falsos,
encontré unos derivados de Baal, el demonio cananeo, y en burla los israelitas
decían, Baal zebul o Baal zebub, que significa “el señor de las moscas”. Me reí
burlándome de ese demonio y de la necedad de sus adoradores, al pensar en
donde habitan normalmente las moscas, y es en la basura putrefacta, en cuerpos
putrefactos y en el estiércol ¡en medio de una verdadera bazofia! Y todas estas
formas vívidas que la Palabra de Dios hace de pecado. Dentro de mis ironías fue:
“si esa es la forma de honrar a su dios, entonces ¿Cuál será la forma de
deshonrarlo?” y las religiones paganas son culpables de esa necedad y la secta
católica romana la ha perpetuado, para su vergüenza, condenación y confusión
perpetua, hasta nuestros días y lo hará hasta que el Señor le page el doble (Ap.
18:6).

Pero Dios dice: “Sed santos porque yo soy santo” (I Pe.1:16). Él no dice:
“sean más o menos santos”. Sino, “vean mi carácter y sean como yo soy” y la
exhortación apostólica es: “(…) como aquel que os llamo es santo, sed también
vosotros santos en toda vuestra manera de vivir” (v.15, entre paréntesis
añadido).

Caro joven, su vida es un reflejo de su Dios. Enséñeme su estilo de vida y yo


le diré como es su Dios. Si tiene una vida disipada en lo carnal, de relajamiento
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

sensual, de esparcimiento mundanal, sin ninguna tristeza y aflicción por su pecado


que lo lleve a la confesión, arrepentimiento y apartamiento del pecado, no se
esfuerce en afirmar que es cristiano, ¡usted es un ish beliyaal! –un hijo de belial.
Tiene una lucha contra el pecado, busca conformarse a su Dios, falla no queriendo,
peca cuanto puede pero ya no cuanto quiere, se entristece, lo confiesa y se aparta,
que es evidencia de un verdadero arrepentimiento, aunque no lo grite no cabe
duda que es un –anagenao– un nacido de Dios. Parafraseando a aquel sabio
predicador Adrián Rogers que ya está con el Señor, no lo dudo “peco cuanto puedo
pero ya no quiero”. O como el personaje de Juan Buyan en su alegoría de “el
Progreso del Peregrino” que cuando cristiano iba huyendo de la ciudad de
destrucción, lo acompañaban dos ángeles uno llamado “gracia” y otro llamado
“misericordia”, iba por un camino escabroso, sinuoso y difícil de caminar y se
encuentra en una bifurcación, un camino ancho, de fácil acceso y de descenso y al
fondo del valle se oía la música, la algarabía, el bacanal que los habitantes de
aquella ciudad, llamada “ciudad de las vanidades”, organizaba para la entretención
y maldición para la futura confusión y vergüenza perpetua, cristiano se detiene y
vuelve su mirada para aquella ciudad y uno de los ángeles le pregunta: “¿Quieres
ir?” A lo que cristiano –en el personaje de Buyan– responde: “Quiero pero decido
no ir”. ¡Así es! No podemos tener una negación de nuestra realidad, de las
tendencias de la carne hacia el pecado, de la ofertas para la tentación, la carne
quiere pero decido no tomarlo, no hacerlo, no acceder por muy gratificante que
sea.

Así como la lectura de la Biblia, la asistencia a los servicios no nos hace


salvos, pero es una muy buena evidencia de serlo; así también, la vida de santidad
y la lucha contra el pecado no nos hace salvos pero si es una muy buena evidencia
de serlo.

d) Ese es el problema de Pablo, su verdadera batalla, queda expuesto a la Palabra de


Dios, que refleja el carácter de Dios, lo ve como su estándar más sublime para su
vida y voltea a verse a sí mismo y ve que su “yo espiritual”, “su nuevo hombre” se
deleita en la ley de Dios, que ama la Palabra de Dios; pero, igualmente, su “yo
carnal”, “su vieja naturaleza”, está vendida al pecado, es carnal, es de tendencia
pecaminosas, que no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden (Ro.8:7).

e) Note como es su carne:

14
“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

i. Es enemistad contra Dios; es decir, aborrece a Dios, no quiere sujetarse a


Dios.

ii. No se sujeta a Dios, se deleita en la anomía, es rebelde, no soporta la ley de


Dios.

iii. Ni tampoco puede. Por su misma naturaleza depravada, de corrupción.

II. LA REALIDAD DE LA BELIGERANCIA EN EL GUERRERO DE


DIOS: UNA PARTE AUN NO REDIMIDA.
“Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que
aborrezco, eso hago. Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. De
manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. Y yo sé
que en mí, esto es en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí,
pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso
hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. Así
que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. Porque según el
hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se
revela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en
mis miembros. ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?” (V.
15-24)

Pablo hace referencia a dos naturalezas que se oponen en lucha encarnizada, que
se odian inclusive a muerte, no puede haber la sola idea de que se podrían sentar a la
mesa del dialogo y llegar a acuerdos en donde salen satisfechos ambos bandos por haber
cedido terreno, y se refiere al espíritu versus la carne. Si el espiritual cede cierto terreno
con tal de ganar ciertas concesiones que la carnal le quiera ofrecer, esta prevaleció sobre
aquella y sale perdiendo. De manera que no hay posibilidad alguna que algún día se firme
algún acuerdo de paz entre ambas.

Ahora bien, hay dos corrientes dentro del cristianismo, muy fuertes, en cuanto a la
naturaleza corrupta del hombre, que son sustentadas por teólogos muy respetados, que
no dudaría en recomendar sus libros y que no me atrevería a pensar, menos a afirmar que
son herejes, ante los cuales no soy digno de desatar encorvado las correas de su calzado.
15
“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

Al citarlos acá no quiero crear dudas ni discordias respecto a sus doctrinas, que son muy
respetables por lo bíblico. Entre ellos:

 Carlos Haddon Spurgeon, el afirma: “los hombres carnales, los hombres no


regenerados, tienen una naturaleza, una naturaleza que heredaron de sus padres
(…) ahora, cuando una persona es conducida a ser cristiana, es por medio de la
infusión de una nueva naturaleza. Esa persona está naturalmente “muerta en sus
delitos y pecados”, “sin esperanza y sin Dios en el mundo”. El Espíritu Santo entra
en ella e implanta un nuevo principio, una nueva naturaleza, una nueva vida. Esa
vida es un principio excelso, santo y sobrenatural. Es, de hecho, la naturaleza
divina, un rayo proveniente del grandioso “Padre de las luces”. Es el Espíritu de
Dios que mora en el hombre. Así pueden ver que el cristiano se convierte en un
hombre doble, se convierte en dos hombres en uno, algunos han imaginado que la
vieja naturaleza es suprimida en el cristiano. No es así, pues la Palabra de Dios y la
experiencia nos enseñan lo contrario; la vieja naturaleza permanece en el cristiano
sin ningún cambio, inalterada, y sigue siendo exactamente la misma naturaleza,
tan mala como siempre lo fue; en cambio, la nueva naturaleza del cristiano es
santa, pura y celestial, y de aquí que surja un conflicto entre las dos.” (El Guerrero
Desfalleciente, Charles Haddo Spurgeon, pag.2-3). Y tiene razón, ¿no es cierto?; y,
por su lado,

 John MacArthur, afirma: “Aunque el viejo hombre está muerto, el pecado


mantiene un pie sobre nuestra carne temporal o nuestra condición humana no
redimida que se caracteriza por sus deseos corruptos (7:14-24). El creyente no
tiene dos naturalezas que compiten entre sí, la vieja y la nueva. El hecho es que la
naturaleza nueva sigue encarcelada dentro de la carne no redimida (v.12).” (Biblia
de Estudio MacArthur, Romanos 6:6 cuerpo del pecado). Y tiene razón, ¿no es
cierto?

No es el propósito de este siervo inútil analizar las diversas interpretaciones de


Romanos 7:14-25, ni decidir en favor de alguna de ellas y menos desvirtuar alguna de
estas interpretaciones. Sea como sea, las posturas enunciadas anteriormente y concluyen
en que “queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mi” (v.21) y ese es
el sentido del texto y así deben concluir todas aquellas posturas que quieran explicar este
texto no fácil de interpretar, lo admito. Como ya se anotó en algún momento de nuestro
escrito, el pecado que mora en nosotros sigue allí en su carne no redimida “aunque el
16
“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

viejo hombre está muerto, el pecado mantiene un pie sobre nuestra carne temporal o
nuestra condición humana no redimida que se caracteriza por sus deseos corruptos” –a
decir de MacArthur, no obstante haber sido destronado.

En Ezequiel 36:22-32, leemos sobre la promesa de Dios respecto de un nuevo pacto


que el Señor concertaría con Su pueblo (y que tiene alcance para nosotros los
pertenecientes de la gentilidad, según la revelación del Nuevo Testamento) que incluye la
regeneración, la conversión, el arrepentimiento y una nueva disposición para obedecer
que es la santificación. El Señor dice: “Os daré un corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo
dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un
corazón de carne” (v.26). Cabe aclarar que “corazón de carne” aquí no tiene la misma
connotación paulina del término, sino se refiere a un corazón sensible a la voz de Dios,
dócil para la obediencia a Su Palabra, caso contrario, un corazón de piedra que denota lo
insensible, lo que no responde a afectos a causa de no poseer vida.

Ahora bien, si bien es cierto, el Señor promete darnos un corazón nuevo y no crear
un corazón a la par del viejo corazón. Y si nos quedamos solamente con ese pasaje
llegaríamos a tal interpretación y con más dudas aun por la experiencia cotidiana del
atosigamiento del pecado contra nuestra pobre alma que quiere obedecer a Dios y sus
normas y así conformarse con el estándar divino de perfección, pero al estudiar conforme
a la revelación progresiva; es decir, la revelación que posteriormente los escritores Novo
testamentarios recibieron, nos damos cuenta que ese “nuevo corazón” o el “nuevo
hombre” está dentro de cuerpos de barro, que no es lo malo en sí, sino porque se ha
convertido en el único reposorio del pecado o donde el pecado encuentra vulnerable al
cristiano. El cuerpo es el lugar donde se guarda la carne; es decir, las tendencias
pecaminosas, que se conforman a lo sensual, terrenal, temporal. Sea que esté
enteramente o que sean “reliquias de corrupción, solamente residuos y remanentes de
pecado en el creyente” –como denuncia Spurgeon que señalan algunos, pero ahí está con
toda su naturaleza depravada, de enemistad con Dios, de debilidad ante el pecado para
resistirle y de inutilidad para bien, aunque consideremos tenerla bajo control y en
sumisión. El temible león, aun cuando yace dormido plácidamente no ha dejado de ser
peligroso, pues sigue con todas sus tendencias peligrosas que por naturaleza tiene.

Se cuenta la historia de un hombre que encontró una serpiente cascabel con sus
crías en un desierto, este la llevó con sus crías y la entregó a las autoridades, pero el
decidió quedarse que una de ellas, para alimentarla y tomarla como mascota y la vio

17
“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

inofensiva. Es el caso que dentro de la casa se le perdió la serpiente cascabel de horas


(probablemente) de nacida. Cierto tiempo después, este hombre estaba buscando algo
que no encontraba dentro de su propia casa y al meter la mano detrás de un mueble lo
que encontró fue la serpiente pegada en su mano. Solo se necesitó que la serpiente
desarrollara lo que por naturaleza es y tiene para atacar y matar. Lo que consideró que era
inofensivo por no estar desarrollado o durmiendo biológicamente, fue lo que le causó la
muerte cuando tenía todo desarrollado. La serpiente bebe tenía todo el veneno, solo
faltaba tiempo para desarrollarlo. Aunque pareciera que la carne la tenemos controlada
muchas veces no es de fiarnos, ni de confiar y menos de proveer para ella. Ahí está y aún
tiene todo su maldito veneno de incitar a la maldad y rebeldía contra Dios.

La nueva naturaleza es indestructible, santa y firme en su propósito de agradar a


Dios y que, francamente, acaba de empezar, está creando hábitos santos y justos, busca
estrategias para ya no pecar, busca agradar a Dios. Tiene como características la tendencia
hacia la justicia y la santidad, es el “nuevo (hombre) que Dios creo a su imagen para que
practique la justicia y la santidad por saber la verdad” (Ef.4:24 Biblia Palabra de Dios para
Todos). En cambio, la vieja naturaleza, es tozuda, pecaminosa, vil, no se sujeta a la ley de
Dios y ni tampoco puede y que, francamente, lleva años de operar, ha creado hábitos
pecaminosos “para servir a la inmundicia y a la iniquidad” (Ro. 6:18), sigue manteniendo
las tendencias al pecado y ha desarrollado destrezas para pecar, no busca y no quiere
agradar a Dios. Se ha experimentado en el pecado y busca salir liberado para ser tomado
como inocente y “Dice a cualquier inocente: Ven acá. A los faltos de cordura dijo: Las
aguas hurtadas son dulces, y el pan comido en oculto es sabroso”. Su proceder es igual a
la mujer adúltera que “come y limpia su boca y dice: No he hecho nada” (Cp.
Prov.9:16-17; 30:27). Y “es de continuo solamente el mal” (G.6:5). La inmundicia hace
referencia a los deseos internos de pecaminosidad y la iniquidad se refiere a las practicas
pecaminosas; es decir, desde adentro hacia afuera es pecado.

Considere que el pecado es llamado, en las Escrituras, entre otras cosas, como:
“trapo asqueroso” (Is.30:22) comparado a “veneno de serpiente” y a “ponzoña cruel de
áspides” (Deut.32:33). Aun ciertas cosas que los hombres consideran justas son como
“trapos de inmundicia” que literalmente es “trapos de flujo meustral” (Is.64:6; Ez.36:17,
25,29; 39:24). Pablo se refiere al pecado como “toda contaminación de carne y de
espíritu” (II Co.7:1) y a los pecadores como aquellos cuyas mentes y conciencias “están
corrompidas” (Tito.1:15). En II de Reyes 14:10 el Señor describe la idolatría y lo que
deviene de ella, con un ejemplo vívido al decir: “(…) y barreré la posteridad de Jeroboam
18
“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

–la familia real que había caído en idolatría y las más bajas expresiones de pecado – como
se barre el estiércol, hasta que sea acabada” entre paréntesis añadido.

Algunos de mis caros lectores pueden tener 65 años de edad, por ejemplo, de vida
cronológica, esa es también la edad de su vieja naturaleza, toda una vida de pecar y de
adquirir manías pecaminosas, de autosatisfacción y autocomplacencia en el pecado, y lo
sigue haciendo y espera seguir haciéndolo aún más, pues no se sacia y nunca dice ¡vasta¡;
pero este mismo, puede tener 2 años en Cristo, dos añitos de vida eterna, y es justo la
edad de su nueva naturaleza, ¿ahora podrá entender porque estamos en desventaja,
respecto “al pecado que mora en nosotros” (v.17)? ¿Entiende porque la premura para
entregarnos a los ejercicios piadosos como la oración, la lectura de la palabra de Dios y la
devoción? ¿A no dejar de congregarnos como algunos tienen por costumbre? ¿A vigilar y
ser esforzados contra el pecado?

Jay Adams, al igual que mi ejemplo de la serpiente, lo expresa así: “nacimos


pecadores, pero hacía falta la práctica para que desarrollásemos nuestro estilo
pecaminoso individual. La vieja vida fue entrenada para la impiedad” (Jerry Bridges, En
Pos de la Santidad). Y Jerry Bridges afirma: “tendemos todos a actuar de conformidad con
dichos hábitos pecaminosos, hábitos que se han ido grabando en nosotros debido a una
larga práctica” (obra citada).

Y, en su estilo característico al analizar la necesidad de un corazón nuevo, Carlos


Spurgeon escribe de forma muy vívida: “¡Oh, qué vergüenza para la humanidad! Nunca
criatura alguna pudo haber sido peor que el hombre. Las mismas bestias son mejores que
el hombre, pues el hombre tiene todos los peores atributos de las bestias, pero carece de
sus mejores atributos. Tiene toda la fiereza del león pero no tiene su nobleza; tiene la
terquedad del asno, sin su paciencia; tiene toda la gula voraz del lobo, sin su sabiduría que
le conduce a evitar la trampa. Es un buitre rapaz, pero nunca se queda satisfecho. Es
asimismo una serpiente con veneno de áspides bajo su lengua, pero que escupe su
veneno tanto a corta como a larga distancia. Ah, si piensan en la naturaleza humana en
cuanto a sus actos hacia Dios, dirán que es demasiado mala para ser corregida, y debe ser
hecha completamente nueva”. (El Guerrero Desfalleciente).

Y el profeta Jeremías con mas sabiduría y autoridad exclama: ¿Mudará el etíope su


piel, y el leopardo sus manchas? Así también, ¿Podréis vosotros hacer bien, estando
habituados a hacer mal? (Jer.13:23). La versión Biblia Palabra de Dios para todos traduce
así el pasaje: “¿Puede el etíope cambiar el color de su piel? ¿Puede un leopardo cambiar
19
“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

sus manchas? Así mismo, ustedes no pueden hacer el bien, estando tan acostumbrados a
hacer el mal”.

Normalmente uso Romanos 6:12; I Pedro 2:11 y 4:1 para afirmar que el pecado
dentro de nosotros ha tomado una especie de guerra de guerrillas con el fin de
arrastrarnos al pecado. Permítame presentarle un ejemplo, es como un grupo insurrecto,
un monarca destronado que no está de acuerdo con la nueva autoridad establecida,
plagiando un término jurídico, en un Estado de Derecho; es decir, legítimamente
establecido. Esto da resultado a la batalla entre el Espíritu y nuestra vieja naturaleza que
el apóstol Pablo describió: “Porque los deseos de la carne es contra el Espíritu, y el del
Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que
quisiereis” (Ga.5:17)

Volviendo nuestra atención a Romanos 7, note que el apóstol, en Romanos 7, habla


de su yo “lo carnal, vendido al pecado” (14), “el pecado que mora en mi” (17,20), “mi
carne” (18), “una ley que el mal está en mi” (21), “ley del pecado en mis miembros” (23),
“cuerpo de muerte” (24). Y, en contra posición, para su nueva naturaleza, en estos
pasajes la denomina: “yo” (espiritual), “el hombre interior” (22), “la ley de mi mente”
(23,25).

Y todo esto nos da a entender que la nueva naturaleza radica en un cuerpo que aún
no ha sido redimido, el lugar donde la carne o las propensiones al pecado o los deseos de
la carne encuentran un lugar, un reposorio para el pecado, una bodega, una trinchera para
el mal. Note, además, como se siente la nueva naturaleza ante el pecado, que al
analizarlas y comparar nuestra vida con estas afirmaciones sinceramente, concluiríamos si
somos salvos o no:

a) “No lo entiendo”. (v.15) No que tenga una negación en donde quiera evadir su
responsabilidad, no se refiere al dualismo griego, Pablo ya ha reconocido su
responsabilidad en cuanto al pecado (cp.v.14; I Jn.1:10)

b) “no hago lo que quiero” el bien para agradar y conformarse al estándar de su Dios
(15),

c) “lo que aborrezco eso hago” (15), el mal, el revelarse contra Dios, el no querer
sujetarse a Dios. En este respecto se expresó Adrián Rogers, que le parafraseo:
“peco cuanto puedo pero no cuanto quiero”;

20
“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

d) “queriendo yo hacer el bien” (21),

e) “me deleito en la ley de Dios” (22),

f) “con la mente –que es el nuevo hombre– sirvo a la ley de Dios” (25).

g) Y en Romanos 6:21 dice que ahora es causa de vergüenza.

No cabe duda que en el creyente, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un
placer que lo deleita.

III. LA ACTITUD DEL GUERRERO DE DIOS ANTE TAL


BELIGERANCIA: SU RESPONSABILIDAD.
Leemos en las Sagradas Escrituras: “No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo
mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis
vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros
mismo a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como
instrumentos de justicia. Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no
estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.” (Rom.6:12-14)

Lo primero que debemos notar es que es algo que debemos hacer nosotros, que
Pablo apela a nuestra actividad volitiva. En nuestra vida de santidad debemos entender
que trabajamos en asociación con Dios. Al igual que el campesino trabaja en asociación
con Dios, el campesino se levanta temprano y hará lo que él debe hacer y no hará lo que a
Dios le corresponde hacer y Dios no hará lo que le corresponde hacer al campesino. El
campesino se levanta, prepara la semilla, prepara el campo, siembra la semilla y preparar
el modo de riego; pero hasta ahí le incumbe a él hacer. De ahí en adelante le corresponde
a Dios matar la semilla, el proceso orgánico, enviar la lluvia que todo eso está fuera del
alcance del campesino. El cristiano debe hacer lo que le corresponde hacer y Dios hará lo
que a Él le corresponde hacer y entender eso es la clave para nuestro éxito o fracaso. Para
que en nuestra beligerancia salgamos avantes, es necesario:

1. Obedecer a los imperativos divinos.

21
“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

Esa bendición de liberarnos “del cuerpo de muerte” lo hará Dios “por Jesucristo
Señor nuestro” (7:25); pero no permitir que “reine el pecado en nuestro cuerpo mortal”
lo hacemos nosotros. A Martin Lutero se le atribuye la siguiente frase que es muy
ilustrativa para el punto que nos ocupa: “No puedes evitar que los pájaros vuelen sobre tu
cabeza; pero sí que hagan nido en ella”. La aplicación de la frase es clara y sencilla, que
indolente, haragán, sucio y falto de sabiduría ¡y ridículo! se vería alguien con un nido y
muchos pájaros con sus huevecillos y sus pichones sobre su cabeza, pero estos son libres
de volar donde ellos quieran o su instinto los dirija.

Ahora bien, un imperativo es lo característico de un mandato, es una orden que no


admite discusión sino cumplimiento inmediato. El insigne apóstol, al hacer tal afirmación,
apela a nuestra voluntad porque el Señor nos ha dado la capacidad para resistir al pecado.
Cuando decidimos pecar lo hacemos como libertos del pecado y ya no como esclavos del
pecado. En II Timoteo 1:7 leemos: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino
de poder, de amor y de dominio propio.” La versión de la Biblia, Biblia Palabra de Dios
para Todos, traduce: “Porque el Espíritu que Dios nos ha dado no nos hace cobardes,
sino que él es para nosotros fuente de poder, amor y buen juicio.”

Es de Poder –para vencer a Satanás.

Es de Amor –para vencer al mundo; y,

Es de dominio propio –para vencernos a nosotros mismo.

Los tres enemigos del cristiano, pero el principal de ellos él mismo. “Ten cuidado de
ti mismo –advirtió Pablo a su joven discípulo– y de la doctrina (…)” (I Timot.2:16 entre
paréntesis añadido). Lo que Pablo le está advirtiendo es: “ten cuidado con tu forma de
vivir y con lo que enseñas”

Note los imperativos del apóstol apelando a nuestra voluntad: “No reine”, “de
modo que lo obedezcáis”, “ni tampoco presentéis” “sino presentaos a Dios”, “el pecado
no se enseñoreará de vosotros”.

En Efesios 4:17 nos dice: “ya no andéis como los otros gentiles”, “despojaos del
viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el
espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y
santidad de la verdad” (4:22-24) “desechad, hablad” (25) “no pequéis no se ponga” (26)
“no hurte, trabaje, haga” (27) “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino
22
“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. Y no
contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la
redención. Quítese de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda
malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a
otros, como Dios también os perdono a vosotros en Cristo” (v.29-32) Vemos
mandamientos positivos y negativos; es decir, que nos mandan a hacer y otros a no hacer.
Pero si se nos manda es porque tenemos la capacidad o se nos ha dado la capacidad para
ejecutarlo, siempre en dependencia con el Señor y al no hacerlo, tenemos la
responsabilidad ante Quien nos manda (cp.Jn.14:15).

En Colosenses 3 notamos otros imperativos que apelan a nuestra voluntad, tales


como: “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones
desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría” (v.5) “Pero ahora dejad
también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas
de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo
hombre con sus hechos, y revestíos del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo
creo se va renovando hasta el conocimiento pleno” (v.8-10) “Vestíos, pues, como
escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de
humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos
unos a otros, si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó,
así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es vínculo
perfecto”. (12-14).

En el versículo 10, nos dice que “habiéndonos despojado del viejo hombre con sus
hechos” nos revistamos “del nuevo” hombre. La expresión despojado, en el griego es
apekduomai que es despojarse totalmente uno mismo o para uno mismo. Se compone de
Apo es lejos de, por lo general denota cesación, terminación, reversión y de ekduo hacer
quitarse, desnudar, despojar. Hechos en gr. Es praxis, práctica, un acto, obra, denota una
acción, función, ocupación, se refiere a toda la obra pecaminosa del viejo hombre. Pero el
mandato positivo es el siguiente: revestido. Es un hecho que ya sucedió el día de la
conversión pero es una verdad que debemos hacer viva en nosotros, en nuestro cuerpo.
La palabra es un vocablo griego endúo, hundir en un vestido, investir con ropa. El
Diccionario Vine afirma “significa entrar dentro, meterse dentro”. Analice las aplicaciones
que del texto podemos extraer al desmembrarlo para su análisis:

23
“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

 Tiene una esencia: Es nuevo. No es creado en base a lo anterior, la carne es


irreformable, la carne no puede cristianizarse aunque algunas veces
pretendemos hacerlo con nuestros niños. Así como el hombre fue creatio ex
nihilo –creado de la nada o desde la nada – y la creación del nuevo hombre se
asemeja con la creación del mundo, solamente que, a diferencia de aquella,
dentro de una materia corrupta.

 Tiene un modelo: Conforme a la imagen del que lo creo. Que es Dios, llevamos
la imagen del celestial, la naturaleza divina no para ser dioses –como
neciamente consideran muchos dominionistas de la teología de la
prosperidad– sino que nuestro origen y fuente es de Dios.

 Tiene una progresión: Se va renovando. La nueva naturaleza es dinámica,


cambiante, siempre para mejorar, va en progresión, porque es un ente vivo. No
es conformista, no es mediocre. Que un ente vivo se quede estático es
contradicción inclusive, es antinatura. El mandamiento constante es “creced en
la gracia y el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo” (I Co.15:58; II Pe.3:18)

 Tiene un plazo prefijado para su perfeccionamiento y liberación. Hasta el


conocimiento pleno. Es decir, lleguen al pleno conocimiento de él, el día de
nuestra glorificación.

En I Pedro 4:1 se nos manda: “Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la
carne, vosotros también armaos del mismo pensamiento; pues quien ha padecido en la
carne, terminó con el pecado, para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a
las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de Dios. Baste ya el
tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a los gentiles, andando en lascivias,
concupiscencias, embriagueces, orgías, disipación y abominables idolatrías. A estos les
parece cosa extraña que vosotros no corráis con ellos en el mismo desenfreno de
disolución, y os ultrajan”.

Otra actitud y que es nuestra responsabilidad frente a nuestra beligerancia es,

2. Obedecer las directrices divinas.

a) Consideraos.

24
“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

Leemos en las Escrituras: “Así también vosotros consideraos muertos al pecado,


pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Ro.6:11). La palabra consideraos
logizomai hacer inventario, estimar, tener por cierto, tomar en cuenta de, disponer,
pensar. Poner a la cuenta de una persona. MacArthur afirma: “Esta expresión se empleaba
en sentido metafórico para expresar una confianza absoluta y sin reservas en lo que uno
sabe que es verdad en su mente, la clase de confianza de corazón que afecta sus acciones
y decisiones. Pablo no se refiere a juegos mentales en los que nos sugestionamos para
pensar de cierta manera, sino más bien nos urge a recibir por fe lo que Dios nos ha
revelado como la verdad”. Ahora bien, para poder considerar con libertad y con confianza,
es necesario tener conocimiento y este para poder tener una conducción piadosa.

 Pero antes debemos conocer. Tres veces Pablo repite la palabra conocer antes de
llegar al mandato de presentar. Vemos:

Primer hecho: “¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la


gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿Cómo
viviremos aún en él? ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo
Jesús, hemos sido bautizado en su muerte?”. (Ro.6:1-3). Al plantear de antemano la
pregunta que algunos de los opositores podrían hacer a su tesis en cuanto al pecado,
Pablo de antemano también les da la respuesta, con la clásica frase paulina: “en ninguna
manera” katholou me, que en griego es la forma más enérgica para negar una afirmación
al creer un absurdo, pero que denota una indignación contra los que lo creen, denota la
idea de algo rotundo, una doble rotundidad, una reprensión negativa hiperbólica, significa
“en ninguna manera” “en ningún modo”; como que si dejáramos: “no y mil veces no”,
“claro que no”, “solo un tonto pensaría en eso”, el Antiguo Testamento afirmaba: “Nunca
tal acontezca”. Un buen chapinismo nos ayudara: “en que cabeza va a caber eso”.

El bautismo al que se refiere Pablo no es al bautismo en agua sino “en la muerte de


Cristo” que se llevó a cabo el día de nuestra salvación. Hemos sido hechos participes de su
muerte, de su sepultura y de su resurrección (que es el simbolismo del bautismo en agua)
“así también nosotros andemos en vida nueva” o “de acuerdo a la vida nueva” (v.4,
Biblia palabra de Dios para todos).

El segundo hecho: “sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado
juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no
sirvamos más al pecado” (v.6).

25
“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

El hecho es que nuestra identidad no regenerada fue crucificada con Cristo y esto
con un doble propósito: a) “para que el cuerpo del pecado sea destruido”; del gr.
Katargéo que es estar (dejar) enteramente inmóvil (inútil), inutilizar, invalidar, libre,
abolir, acabar, dejar, deshacer, desligar, destruir, perecer, quitar, suprimir. El Diccionario
Vine afirma que es “despojada de su majestad”, es desactivar. La idea es hacer inútil para
todos los usos prácticos. Esto tuvo lugar en la cruz del calvario, pero este “ser destruido”
no implica aniquilación, porque aun somos hostigados por el pecado en nosotros, sino a la
inoperancia, al gobierno que ejercía sobre nosotros. En este orden de ideas se expresó
con los Colosenses “Haced morir, pues lo terrenal en vosotros” (Col.3:3). Se refiere a un
esfuerzo consciente de aniquilar lo que queda de pecado en nuestra carne. La palabra
griega para morir es nekróo que implica subyugar, amortiguar. Destruir el poder de, privar
de poder de los malos deseos que encuentran su reposorio en el cuerpo. Note que
Romanos 6:6 lo hizo el Señor y esto es algo que nos confiere a nosotros hacer; b) “a fin de
que no sirvamos más al pecado”. En realidad no fuimos salvados para andar otra vez en
concupiscencias, fuimos salvados para ser santos. Si alguien me afirma que es de los
salvados pero tiene una vida disipada de prácticas habituales en el pecado, sin
abandonarlos y sin arrepentirse de los tales, no entiendo lo que significa su salvación.
“Sabemos que nuestra vida de antes murió con Cristo en la cruz para que fuera
destruido lo que desea pecar dentro de nosotros y dejáramos de ser esclavos del
pecado” (Ro.6:6 Biblia Palabra de Dios para todos).

El tercer hecho: “Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. Y si


morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él; sabiendo que Cristo,
habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñoreará más de
él. Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; más en cuanto vive,
para Dios vive. Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para
Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro” (v.8-9).

La analogía de Pablo respecto a nuestra identificación con la muerte y resurrección


de Cristo es que Cristo murió “y la muerte no se enseñorea más de Él” “así también
vosotros” (v.11) al morir y resucitar con el pecado no se habrá de enseñorear sobre
ustedes. “Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? Y si no hicieres bien, el pecado está a la
puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él” (Gn.4:7) que este es
el anhelo de Dios para sus criaturas. Enseñorear es hacer gobierno, de manera que el
pecado no puede hacer gobierno sobre nosotros. Somos nosotros los que decidimos a no
satisfacer o a “andar en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne” (Ga.5:16).
26
“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

Satisfacer nos da la idea de cumplir, de acabar, de ejecutar. Del gr. Teléo dar efecto a la
carne. Y también “vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne”
(Ro.13:14). E vocablo pronoia se traduce como proveer significa: pensar de antemano, se
relaciona con pronoéo que es considerar de antemano, buscar por adelantado. Tiene la
connotación de hacer plan predeterminado o por adelantado. El verdadero salvo no
planifica pecar, no usa la doctrina de la restauración como ocasión o salida para su caída
en el pecado. El solo hecho de pensar: voy a pecar y al fin de todo me reconcilio y me
restauro es una necedad y evidencia o que no es salvo o que es un ignorante en cuanto al
propósito por el cual ha sido salvado. En resumen, no es el pecado quien decide señorear
hacer gobierno sobre nosotros, sino nosotros hacemos gobierno sobre el pecado.

 Luego consideramos.

Pero, ¿Qué es lo que consideramos? Esa verdad de que fuimos crucificados,


sepultados y resucitados con Cristo y que así como la muerte ya no se enseñorea de
Cristo, así el pecado no puede enseñorearse –o hacer gobierno, sobre nosotros.

 Y todo esto es para que tengamos, una conducción piadosa.

Esto lo vemos expresado cuando dice: “No reine, pues, el pecado en vuestro
cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco
presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino
presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros
miembros a Dios como instrumentos de justicia. Porque el pecado no se enseñoreará de
vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia” (vrs.12-14) y más adelante: “Pero
gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a
aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; y libertados del pecado, vinisteis
a ser siervos de la justicia. Hablo como humano por vuestra humana debilidad; que así
como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la
iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la
justicia”. Note las siguientes ideas respecto a nuestra nueva identidad en Cristo:

 Debe haber una disposición contra el pecado para que no se


enseñoree sobre nosotros. V.12-13.

 Debe haber una disposición para servir a Dios en santidad (v.13; I


Tes.1:9)

27
“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

 Debe haber una disposición para obedecer a la sana doctrina (17).

 Debe haber una disposición para servir a la justicia (18)

En nuestra vida antigua, presentamos nuestros “miembros para servir a la


inmundicia y a la iniquidad”. La inmundicia se refiere a los deseos perversos y
pecaminosos y la iniquidad se refiere a toda obra perversa. De manera que antes de venir
a Cristo, el pecado afloraba de adentro hacia afuera, desde adentro estaba la maldad y la
perversión y se veía en las obras que practicábamos. Connota las motivaciones y los
hechos. De ellos Pablo dice que “estando atestados de toda injusticia, fornicación,
perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y
malignidades (…)” (1:27).

Otra directriz del Señor es…

b) No os conforméis. (Rom.12:1)

Leemos de la pluma del apóstol Pablo: “No os conforméis a este siglo, sino
transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que
comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Ro.12:1). Del
vocablo griego susjematizo formar en forma parecida, conformar al mismo patrón. Dar la
misma figura o apariencia que, conformar a. La forma del texto nos da la idea de darse
uno la forma de o ser conformado uno mismo a. En este caso es un mandato negativo, es
decir, de algo que no debemos hacer y es:

 A este siglo. Puede ser traducido como mundo. El mundo, en este respecto,
podemos definirlo como: “el conjunto de valores, principios y parámetros de las
masas no redimidas que andan en su anomía y que buscan alejarse de Dios, de su
Cristo y su Palabra. Es la necedad de andar como si Dios no existiese y no hubiese
dado su Palabra. Y, a causa de esta conducta, andan infringiendo la ley. La
infracción de la ley se puede definir como “El acto insolente y soberbio en contra
de una norma y su Legislador”; es decir, no están de acuerdo con la intensión y
autoridad de quien decretó tal disposición. El mundo no se refiere al globo
terráqueo sino a esa disposición de querer estar fuera de sus límites, de decir:
“rompamos sus ligaduras y echemos de nosotros sus cuerdas” (Salm.2:3).

 A los deseos que antes tenías. Este es otro aspecto negativo del mandato de no
conformarse. “Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes
28
“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

tenías estando en vuestra ignorancia” (I Pe.1:14). Si se nos manda a no


conformarnos a las epithumias –deseos malvados, concupiscencias– es porque ya
tenemos la capacidad de hacerlo, ya no estamos bajo su reino e imperio, no
tenemos por qué obedecerlos porque ya no son nuestro amo. El texto dice: “que
antes teníais”; si es antes de Cristo no eran buenos deseos, si son de la carne,
aunque ya estemos salvos en Cristo, no son buenos. La descripción de esa vida
antigua es: “estando en vuestra ignorancia”. Siendo no salvados.

c) Que os abstengáis.

“Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los


deseos carnales que batallan contra el alma” (I Pe.2:11). Del griego apejomai que se
puede traducir: restringirse a uno mismo, apartar. Da la idea de mantenerse uno mismo
lejos, guardarse uno mismo de. Otros sinónimos: irse lejos, apartarse, estar lejos,
abstenerse, ni aun tocar. ¡Eso es ser radical con el pecado! La versión de la Biblia Dios
Habla Hoy nos da la misma idea al comparar Proverbios 4:15, 26,27 y 5:8: “Evita el pasar
por su camino; apártate de ellos y sigue adelante (…) fíjate bien en donde pones los pies
(…) no te desvíes de tu camino; evita el andar en malos pasos (…) aléjate de la mujer
ajena; ni siquiera te acerques a la puerta de su casa”. Nuestra Reina Valera traduce los
verbos imperativos: “déjala, no pases por ella; apártate de ella, pasa” (4:15) “aléjate de
su camino, y no te acerques” (5:8).

Hay algunas cosas de las que debemos mantenernos alejados, a saber:

 De lo sacrificado a ídolos. (Hch.15:29)

 De fornicación. (I Tes.4:3)

 De toda especie del mal. (I Tes.5:22)

 De los deseos carnales. (I Pe.2:11)

 De lo que le estorba en su carrera (I Co.9:25)

d) Transformáos.

29
“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

Luego del mandamiento negativo de no conformarse, se da el positivo de


transformarse. “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la
renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cual sea la buena voluntad
de Dios, agradable y perfecta” (Ro.12:1). También es un imperativo que va dirigido a
nuestra voluntad y a la capacidad que el Señor nos ha dado. Se da en la medida que el
Espíritu Santo cambia nuestros pensamientos, sentimientos y voluntad por medio del
estudio de la palabra de Dios. Todo inicia en la mente, en los pensamientos, en el área
interna, en el yo espiritual. Si este es débil, nuestras acciones serán débiles también. Si
esta es fuerte, así lo serán también nuestras conductas. Se cuenta que en el África se
convirtió un líder de una tribu, sí hubo un cambio en él y en la tribu, a causa de la
influencia que este tenía. En una oportunidad que los misioneros, que trabajaron en aquel
lugar, regresaron para visitarles, se dio el siguiente dialogo:

- “¿cómo has estado después de tu conversión? –le preguntaron a este líder


aborigen.

- “Me he dado cuenta que tengo dos tigres dentro de mí: uno blanco y uno negro”
–respondió el líder tribal.

- “¿Y quién gana? –volvieron a preguntarle los misioneros.

- “A quien yo le doy de comer” –respondió sinceramente aquel hombre.

Sinceramente, la forma de inoperar a la vieja naturaleza es matarla por inanición,


“no proveer para las obras de la carne”. Recuerde que el objetivo de que haya sido
crucificada con Cristo es que sea destruido el cuerpo de pecado. La vieja naturaleza puede
ser subyugada solamente de inanición. Es necesario alimentarse en la mente para
transformarse a Dios y no conformarse al mundo.

En II Corintios 3:18 leemos: “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta
como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la
misma imagen, como por el Espíritu del Señor”. La gloria del Señor la vemos en su
Palabra. De Elías se testifica: “Jehová, en cuya presencia estoy” (I Rey.17:1). ¿Es usted
conocido en la gloria de Jehová, la Presencia del Señor, la Palabra del Señor? Aunque no
sea conocido en las redes sociales o ¿es muy conocido en estas últimas y un completo
desconocido en la presencia del “único y soberano, Rey de reyes y Señor de señores”?

30
“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

Esta transformación es de menor a más, de malo a bueno, de feo a bello. La palabra


griega en ambos textos citados es metamorfoo de donde se deriva nuestra palabra
metamorfosis.

e) Se va renovando.

Del griego anakainóo hacer nuevo no de reciente sino de diferente. Vemos que es
progresiva (Col.3:10); “por tanto no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre
exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día” (II Co. 4:16)
El contraste se da entre el ser físico, mencionado en la primera parte de este nuestro
versículo, que está sujeto a la ley de la entropía, que puede definirse, en palabras simples
y comunes, como “el progreso para la destrucción” o “el desorden inherente a un
sistema”. La entropía significa que todo va para peor o, lo que es lo mismo, que todo
empeora o se arruina irremisiblemente. Y este nuestro pobre cuerpo, sujeto al pecado y
bajo los efectos del mismo, se va deteriorando o “desgastando”. Este término en griego
es diaftheiro. Está siendo destruido, podrir por completo, arruinar, descomponer
totalmente. Es un desgaste paulatino, pero eso no es de preocuparse. El interior no
obstante se renueva de día en día”. Y así seguirá hasta que se le dé el toque divino del
Perfecto para que redima nuestro cuerpo, “porque es necesario que esto corruptible se
vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad” (I Co.15:53), El desgaste de
nuestro cuerpo es paulatino así como nuestra transformación está siendo paulatina
también, se “renueva día en día” y “se va renovando hasta” (comp. Col.3:10).

“Es mi dicha, mi gloria, pensar en el fin.

De esta vida de pena y dolor,

Pues así acabaran mis conflictos aquí.

Y estaré con Jesús mi Señor.

En Jesús tengo paz y no debo temer.

Que se acerque la muerte fatal,

Porque al fin de esta vida fugaz yo tendré,

Libre acceso al hogar celestial”

31
“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

He anotado al margen de mi himnario, justo donde tenemos este himno: “Es


imposible pensar en la vida sin pensar en la muerte; como es imposible pensar en la
muerte sin pensar en las bendiciones de Cristo”. Pensar en esta vida es atravesar
constantemente el valle de sombra y de muerte, no obstante poseer ya la vida eterna.
Pero pasar ese valle es encontrarse con la vida misma, la Zoe de Dios. Mas no es la muerte
la que esperamos; esta, aunque vencida, no deja de ser una enemiga, que Dios mismo
convierte en bendición cuando nos señale con su huesudo e ineficaz dedo, porque
cantaremos aquel cantico universal –no ecuménico sino espiritual, que sabremos, no por
religión sino por convicción, que entonaremos no con amargura sino como una eterna
alabanza a Quien es la vida. Ese himno, si no se lo ha aprendido, recibe el conocimiento de
él al recibir a Cristo Jesús, mi Señor, Dios y Salvador como tal para usted. Ese himno es:
“sorbida es la muerte en victoria” (I Co.15:54).

Otra nota al margen de mi himnario es: “No quiero ir al cielo para estar mejor;
quiero ir al cielo para ver, alabar y adorar a mi Señor y Salvador”. Quiero estar allá para
cumplir mis oficios en entera santidad.

En este orden de ideas no tememos a ponernos a la entera soberanía de Dios y


decimos como los fieles del Antiguo Testamento: “Jehová es, Jehová haga lo que bien le
pareciere” (I Sam. 3:18) pues, en todo caso, sus planes siempre son mejores para los
suyos, Él siempre nos lleva a buenos pastos.

“Más desde el día en que yo esté

Contigo en suma perfección,

Mis oraciones cambiaré

En una eterna adoración”.

3. Obedecer la disciplina personal que el Señor ha establecido.

 La palabra de Dios. “Entregado a aquella forma de doctrina” (Ro.6:17)

 Disciplina personal. “Golpeo mi cuerpo” (I Co.9:23-25);

 Dominio propio. “lo pongo en servidumbre” (I Co.9:27).


32
“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

 Adoración. “Que presentéis vuestros cuerpos” (Ro.12:1-2);

 Oración. “Gemimos” Ro.8:32.

IV. EL GUERRERO DE DIOS, EN MEDIO DE SU


BELIGERANCIA, UN VENCEDOR EXPECTANTE.
Luego de haber gritado angustiosamente en medio de su lucha a muerte
“¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?”. En el versículo 25
Pablo celebra: “Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro (…)”. Veremos al
guerrero de Dios, que agonizaba otrora tiempo, ceñirse ahora los lomos para el conflicto y
ver la salvación que Jehová le traerá. En ese día “No habrá para que peleéis vosotros en
este caso; paraos, estad quietos, y ved la salvación de Jehová con vosotros. Oh Judá y
Jerusalén, no temáis ni desmayéis; salid mañana contra ellos, porque Jehová estará con
vosotros” (I Cro.20:17). Entiendo que no es ni profecía a este evento que anhelamos, pero
si son unas muy buenas descripciones las batallas de Jehová. El apóstol Pablo escribió a los
corintios: “Más a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por
medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento” (II Co.2:14). Y
“Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del
Señor, somos transformados de gloria en gloria, como por el Espíritu del Señor” (3:18).
También leemos: “Ahora vemos por espejo, oscuramente; más entonces veremos cara a
cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido” (I Co.13:12).

Toda batalla no es para siempre y la nuestra no será la excepción. Leemos también


sobre la persuasión de Pablo y de todo creyente en Cristo Jesús “estando persuadido de
esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de
Jesucristo.” (Filip.1:6). El Señor nos lleva de triunfo en triunfo, pero también nos dará la
victoria final.

He sido muy reiterativo en algunos pensamientos, dentro de ellos, el hecho de que


la carne, como la tendencia hacia lo pecaminoso, encuentra su reposorio en el cuerpo del
creyente, la parte que aún no ha sido redimida de él. Ahora me corresponde hablar de
eso, la redención de aquello que aún no ha sido redimido del redimido. En I Tes. 5:8 Pablo
afirma: “Pero nosotros –los cristianos – que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos
33
“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

vestido con la coraza de fe, amor, y con la esperanza de salvación como yelmo”. Esta
salvación no se refiere a la salvación del alma por Cristo Jesús al creer en su sacrificio
vicario para satisfacer la justicia de Dios y recibir así el perdón de pecados por su sangre,
habiendo aplacado Su ira sobre nosotros. No se refiere a nuestra justificación. Se refiere,
Pablo, a la salvación completa. En esa misma tónica escribe Romanos 13:11 al decir: “Y
esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está
más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos”. Otra vez aquí no se
refiere a nuestra salvación del castigo eterno. Como garantía de nuestra participación en
tal salvación, se nos dio al Espíritu Santo “que es la arras de nuestra herencia hasta la
redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria” (Ef.1:14). Reitero, no se
refiere a la redención de nuestras almas, sino ese glorioso día esperado por los cristianos
“aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran
Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2:13) y por el cual nos vemos motivados a vivir en
santidad.

Con esta “manifestación gloriosa” nos deviene para los suyos bendiciones sin igual,
como por ejemplo, su galardón con Él (Ap.22:12), la instauración de su reino y hacer
nuevas todas las cosas (Ap.22). Pero antes de ello, la mejor bendición es la restauración de
nuestros cuerpos que es lo que no ha sido redimido de nosotros como seres, lo que se
conoce escrituralmente como nuestra glorificación. Veamos algunas referencias al
respecto.

En Romanos 8:18-26 encontramos tres gemidos hecho por tres grupos o seres
diferentes, a saber:

1. La Creación. V.19-22. Pablo está haciendo una personificación –conocida como


prosopopeya – y la presenta como alguien que gime. Esta creación excluye a los
seres humanos creyentes porque son contrastados más adelante, a los no
creyentes porque no tiene la vida de Dios, a los ángeles bueno porque no están
sujetos a corrupción, ni los ángeles malos porque ellos no tienen oportunidad de
restauración al igual que su príncipe el diablo, solamente queda la creación física
no inteligente como la flora y la fauna. Este gemido es bien descriptivo, la palabra
para gemir proviene del gr. ´sustenázo´ que es gemir juntamente, experimentar
una calamidad común. Este gemido es “por aguardar la manifestación de los hijos
de Dios”

34
“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

Cuando el hombre decidió pecar se llevó consigo a toda la creación sobre la


cual el Señor lo había puesto para que señoreara. La creación recibió también
maldición “espinos y cardos te producirá” –dijo Jehová al maldecir a Adán. Solo
hay que voltear a ver como esta nuestro medio ambiente y como sufren los
animales mismos y es por causa de nuestra perversión. Justo al escribir estas
líneas, sale a la luz la noticia de los miles de peces encontrados muertos en las
playas del puerto de San José Escuintla. “Porque la creación fue sujetada a
vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujeto en
esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de
corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios”.

2. Otro grupo, “y no solo ella, sino que también nosotros mismos –afirma el
apóstol– que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos
dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro
cuerpo” (v.23-25). La palabra que Pablo usa para referirse a nuestro gemir es
diferente que el que hace la creación, aquí es la palabra griega ´stenázo´ que
puede traducirse como meter o estar en aprietos, suspirar, murmurar, orar
inaudiblemente, gemir, angustia, quejarse, angosto refiriéndose a obstáculos que
están cerca. Es un gemir por un sentimiento interno inexpresado de dolor.

Notemos las siguientes aplicaciones:

 Los que gimen. Los que tenemos las primicias del Espíritu, otra forma de
referirse a nosotros los salvados.

 La ubicación del que gime. Dentro de nosotros mismos; es decir, el yo


espiritual, mi mente, el nuevo hombre, la nueva criatura que esta
aparcada dentro de este cuerpo de muerte que aún no ha sido redimido.

 La esperanza de los que gimen. Esperando la adopción. Es otra forma de


hablar de la glorificación del creyente.

 El anhelo de los que gimen. La redención de nuestro cuerpo. El único


reposorio del pecado, donde él encuentra vulnerable al creyente. Note las
expresiones de Pablo: vuestros miembros, cuerpo mortal, carne, Etc. El
cuerpo en si no es malo, pues de lo contrario no se nos exhortara a
presentarlo como culto racional en sacrificio vivo, santo y agradable a

35
“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

Dios (Ro.12:1-2) y no sería llamado “templo del Espíritu” o “miembros de


Dios” (I Co.6.12-15) a no ser por el pecado no habría nada de malo en
nuestros pobres cuerpos. Por eso el mandamiento es: “No reine, pues, el
pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus
concupiscencias (o deseos perversos); ni tampoco presentéis vuestros
miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos
vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros
miembros a Dios como instrumentos de justicia. Porque el pecado no se
enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia”
(Ro.6:12-13 entre paréntesis añadido como explicación).

Al momento de ser salvos se nos dio esta esperanza. “Porque en


esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza;
porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? Pero si esperamos lo que no
vemos, con paciencia lo aguardamos” (v.24-25). Es decir, mientras ésta
nuestra nueva criatura este atrapada en este cuerpo de muerte, vendido al
pecado, lo que nos mantendrá a la expectativa y anhelantes es esta
esperanza de la transformación nuestra, “cuando venga en aquel día para ser
glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron (por
cuanto nuestro testimonio ha sido creído entre vosotros). Por lo cual
oramos siempre por vosotros, para que nuestro Dios os tenga por dignos de
su llamamiento, y cumpla todo propósito de bondad y toda obra de fe con
su poder” (II Tes. 1:10-11). Note que todo aquel que tiene esta esperanza
mantiene una vida de santidad como evidencia de su esperanza, porque
“todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como
él es puro” (I Jn.3:3); y,

3. El Espíritu. El texto nos dice: “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra
debilidad; pues que hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el
Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Más el que
escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a
la voluntad de Dios intercede por los santos” (v.26-27). El Espíritu Santo es el
Agente Divino que está trabajando activamente con el pecador no arrepentido y
también con el pecador arrepentido, es decir, con el creyente. “Nos ayuda en
nuestra debilidad” no se refiere a algún aspecto de fragilidad en momentos
difíciles de angustia, de cuitas y temores como humanos que todavía somos
36
“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

objetos (que también nos consuela en esos momentos, pero el texto aquí no se
refiere a ello), se refiere a la debilidad ante el pecado, la fragilidad por la tendencia
hacia la complacencia de los deseos carnales que batallan contra el alma y contra
el espíritu. Los “gemidos indecibles” no se refiere, como algunos carismáticos y
neo pentecostales neciamente han interpretado, afirmando que se refiere a
lenguas extáticas, por el contexto, esos gemidos gr. ´stenagmós´ que es suspiro,
orar inaudiblemente y, para indecible, es la palabra ´alaletos´ no decible,
inexpresable. Es decir, la Divinidad sabe lo que necesitamos y lo que gemimos, se
refieren a nuestra adopción que es otra forma de hablar de nuestra glorificación.
MacArthur afirma que son “expresiones al interior de la Trinidad que no pueden
articularse en palabras pero que hacen llamados profundos por el bienestar de
cada creyente”. Es decir, al igual que cuando el Señor Jesucristo oraba, el Espíritu
Santo aquí hace una oración inter divina –entre Dios.

Por eso, la convicción del apóstol y la que debe ser nuestra también, es: “Pues
tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la
gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” (v.18). “Las aflicciones del tiempo
presente” pueden referirse a las diversas pruebas que nos pueden venir como humanos.
Pero “la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” si se refiere a nuestra
glorificación, nos habla de la resurrección incorruptible o la transformación de nuestro
cuerpo mortal y, como consecuencia, la semejanza completa al Señor, pues “aún no se ha
manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos
semejantes a él, porque le veremos tal como él es” (I Jn.3:2).

Y, a continuación, Pablo pasa a descubrir la bitácora del Señor en Su plan que tiene
para los suyos, en el versículo 30:

 Antes conoció. En su presciencia, el conocimiento anticipado que tiene de las


cosas I Pe.1:2.

 Predestino. Literalmente significa “marcar, designar o determinar de antemano” y


es “para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo” (v.29); se refiere al
objetivo que tiene para los que antes conoció.

 Llamó. Es el llamado de Dios eficaz para la salvación.

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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

 Justifico. Se refiere al perdón, salvación en Cristo Jesús, Quien fue la propiciación


por nuestros pecados (Ro.3:24-25) para satisfacer Su justicia y aplacar Su ira que
pesaba sobre nosotros.

 Glorificó. Aunque el termino está en tiempo pasado y está de forma perfecta. Esta
forma de escribir en las Escrituras se conoce como “un pretérito profético”; es
decir, habla de algo como que ya sucedió pero su evento en realidad se verificará
en el futuro, lo que indica que para el Señor ya es un hecho y nada ni nadie, que no
hay diablo ni carne ni mundo que con sus tentaciones que estropeará Su plan que
tiene para con los suyos, nos indica certidumbre de lo que habrá de suceder. No
obstante que es un hecho del futuro, porque el Señor “llama a las cosas que no
son, como si fuesen” (Ro.4:17)

El asunto es que en este tiempo presente, aún estamos justificados pero no


glorificados y, mientras no llegue ese día de la glorificación, hemos de seguir luchando
contra el pecado e ir progresando en la santidad que es responsabilidad nuestra.

Pablo declara sobre lo que sucederá con los cuerpos de nuestra humillación el día
de la glorificación: “He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos
seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final
trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles,
y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de
incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya
vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se
cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh
muerte, tu agujón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? Ya que el aguijón de la muerte es el
pecado, y el poder del pecado, la ley”. (I Co.15:51-57)

Participan todos los creyentes que se hallen en uno de dos estados:

 Los muerto en Cristo. Ellos “serán resucitados incorruptibles”. Una resurrección


sin corrupción moral. Incorruptible del gr. ´Afthartos´ No sujeto a corrupción,
incorruptible, no sujeto a corrupción, que no se puede corromper o destruir, sin
decaer.

 Los vivos, “nosotros seremos transformados”. La meta de Pablo no era la tumba


sino la venida de Cristo, por eso se incluye entre los vivos que estarían esperando

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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

al Señor. No quiere decir que Pablo estaba profetizando que la venida de Cristo por
los suyos sería mientras él estuviese en vida. Pablo describe su anhelo y no el
tiempo en que ocurriría tal bendición. Transformado del gr. ´alasso´ hacer
diferente, cambiar, hacer otra cosa de lo que es, transformar.

En Filipenses 3:20-21 se nos describe esta misma promesa, respecto a la


glorificación del creyente con la transformación de su cuerpo, leemos: “Mas nuestra
ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor
Jesucristo; el cual transformara el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea
semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a si
mismo todas las cosas”.

 La exclusividad de la promesa. Los que tiene ciudadanía “en los cielos”; es decir,
los creyentes en Cristo Jesús.

 El origen de la bendición y promesa. “en los cielos de donde esperamos”

 La persona de la bendición. “también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo”.


El autor de nuestra salvación.

 La bendición en sí. “el cual transformará”.

 La materia que será bendecida con la transformación. “el cuerpo de la humillación


nuestra”. Es el único reposorio donde el pecado encuentra vulnerable al creyente.
Es de humillación porque es susceptible al pecado. No vemos que Adán, antes de
la caída, su cuerpo fuese un estorbo, es en realidad a causa del pecado.

 La bendición de la bendición; es decir, la bendición más grande, el propósito


mismo de la bendición. “para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya”

 La garantía de que se efectuará tal como prometió. “por el poder con el cual
puede también sujetar a si mismo todas las cosas”

De manera que podemos cantar con el himnólogo:

“Que viva por Cristo, sólo por Él; Y si yo muriese, bien sé

Que no temeré, porque Cristo es fiel. Y mi alma en su paz guardará.

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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

Más no es la muerte que espero, Señor. La tumba mi meta no es

Tu pronta venida, en tu tierno amor, Esperando mi alma hoy está”

En Colosenses 3:3-4 leemos: “Porque habéis muerto, y vuestra vida está


escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida se manifieste, entonces
vosotros también seréis manifestados con él en gloria”. Y en I Jn.3:2 “Amados, ahora
somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que
cuando él se manifieste, seremos semejante a él, porque le veremos tal como él es”.

UNA INTRODUCCION TRAIDA A LA CONCLUSION COMO EPÍTOME


DE UNA BENDICION
La bendición que dio origen a la bendición de la beligerancia. En las presentes
reflexiones he tratado de ser a propósito muy descriptivo y confieso que llegue a ser
reiterativo y esta conclusión no será la excepción.

Vez tras vez he repetido que “el yo espiritual”, el nuevo hombre, la nueva
naturaleza, está atrapada en aquello de su ser que aún no ha sido redimido, a saber, su
cuerpo. Que el tal no es malo en sí mismo, sino que es el único reposorio del pecado, en
donde encuentra vulnerable al cristiano, y es ahí del porqué de nuestra beligerancia.

Sabemos que el ser humano es tripartito, está conformado por “espíritu, alma y
cuerpo” (I Tes.5:23) y así como su ser entero llego a ser objeto de perversión, la que se
conoce como perversión total; así será su redención, la restauración de su santidad será
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

total también, y ha sido redimido de espíritu y alma y la parte que falta de ser redimida es
su cuerpo, por esto dice Pablo: “Porque es necesario que esto corruptible se vista de
incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad” (I Co.15:53) y es necesario que así
sea porque “la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción
heredará la incorrupción” (v.50). Refiriéndose a la transformación total de su cuerpo. No
está afirmando que no tendremos carne ni sangre, sino que habla que no habrá más
presencia del pecado, de aquella tendencia maldita hacia el pecado que es enemistad
contra Dios, que aborrece a Dios, que es beligerante al Espíritu y el Espíritu a ella, la carne.
¡Habremos sido liberados del poder, presión y presencia del pecado! ¡Por fin seremos
librados de este cuerpo de muerte!

Pero, en el presente estado de cosas, continua nuestra beligerancia. He


denominado a esta beligerancia, el hecho de aborrecer nuestro pecado, como una
bendición. No porque seamos masoquistas. Sino porque si es una bendición, por al menos
las siguientes razones:

Evidencia de que estamos vivos por Cristo. Si sentimos dolor, desesperación, hastío
a causa “del pecado que mora en mí”, es porque hemos sido resucitados, tenemos vida,
estamos vivos espiritualmente (Ef.2:1). En cambio un impío no le duele el pecar porque, el
primer efecto del pecado es “la muerte” (Ro.6:23) y la muerte trae insensibilidad,
“después que perdieron toda sensibilidad” –aclara Pablo– “se entregaron a la lascivia
para cometer con avidez toda clase de impureza” (Ef.4:19). La palabra sensibilidad
proviene del vocablo gr. ´Apalgéo´, quedar apático, estar endurecido, dejar de sentir
dolor. A su vez, la palabra avidez, proviene del vocablo gr. ´pleonexia´ avaricia, deseo de
beneficio, cuya raíz es ´pleonéktes´ sostener, desear más, con ansia de ganancia
(avaricioso, de aquí defraudador). Se refiere a las ansias o los deseos muy fuertes e
intensos de poseer algo. Y la palabra impureza es ´akatharsia´ impureza, inmundicia,
concupiscencia, que denota suciedad sea física –basura en estado de descomposición,
cuerpo putrefacto o estiércol– pero, sobre todo, moral –que son buenas expresiones
aquellas de cómo ve Dios el pecado.

También, el impío, es descrito como que “su necio corazón fue entenebrecido”
(Ro.1:21). La palabra entenebrecer, proviene del vocablo griego ´skotizo´ que implica
oscurecer, privar de luz, metafóricamente se refiere a la mente o el entendimiento. Y,
también son descritos como que “tienen la conciencia cauterizada” (I Timt.4:2). Y esta
palabra cauterizada proviene de la palabra griega ´kausteriazo´ que es quemar con hierro

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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

de cauterizar, marcar con hierro candente, (de allí proviene el vocablo castellanizado
caustico, que se refiere a aquello que quema o que corroe los tejidos orgánicos).

Así como es imposible que en lo natural a un muerto le cause daño al picarle con
una aguja, así el muerto espiritual no podrá sentir dolor del pecado. De manera que un
impío nunca tendrá esta beligerancia.

Evidencia de que es Templo del Espíritu Santo. Leemos en las Sagradas Escrituras
“Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne
es contra el Espíritu, y el del espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para
que no hagáis lo que quisiereis” (Ga.5:16-17). En la antigüedad Jehová mismo dijo: “No
contenderá mi espíritu con el hombre para siempre (…)” (Gn.6:3), porque el Espíritu
Santo es el que redarguye y ya en el Nuevo Testamento el contiende contra la carne del
creyente (en el sentido moral que ya anotamos en nuestra definición), a tal punto de que
el creyente es consciente que “le contristamos” (Ef.4:30) y eso le afecta al Nuevo Hombre
porque Él es quien le sostiene, “espíritu noble me sustente” (Salm.51:4).

Vea usted que el creyente, gracias a la operación del Espíritu Santo en él es que ve
su pecado y lo “aborrece” (Ro.7:15),”no quiere” hacerlo; es decir, un salvo nunca planifica
el pecado (v.16), e, incluso, no le es causa de orgullo sino de “vergüenza” (6:21) y lo
describe como algo “abominable” (I Pe.4:3). Este término abominable ´athemitos´ denota
algo o todo lo que es contrario a la ley y que merece ser condenado o aborrecido.

¿Ahora entiende porque grita: “¡miserable de mí!”?

Evidencia de que tenemos verdadero arrepentimiento. Pablo le escribe a los


corintios y les dice: “Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para
salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte.
Porque he aquí, esto mismo de que hayáis sido contristados según Dios, ¡qué solicitud
produjo en vosotros, que defensa, que indignación, que temor, que ardiente afecto, que
celo, y que vindicación! En todo os habéis mostrado limpios en el asunto” (I Co.7:10-11).

Esta tristeza gr. ´lupe´ o ´lupeo´ provocar tristeza, molestia, dolor, entristecer,
contristar. Es según Dios; es decir, conforme a la voluntad de Dios, Dios trabajando
activamente en el pecador por su Espíritu Santo (Jn. 16:6-11) y es para salvación; en
cambio, la tristeza del mundo, que más apropiadamente sería, remordimiento, produce
muerte, en un buen chapinismo diríamos que son “lágrimas de cocodrilo”.

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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

Esta tristeza es la que produce arrepentimiento. La palabra arrepentimiento


proviene de la palabra griega ´metanoia´ que puede ser compunción por culpa, reversión
de la decisión de otro, arrepentimiento, arrepentirse. Se relaciona con ´metanoeo´ pensar
diferente o pensar después, reconsiderar, sentir compunción, pensamiento posterior,
cambio de parecer o de opinión. Literalmente puede ser percibir posteriormente e
involucra siempre un cambio a mejor, una enmienda y siempre respecto al pecado,
incluye tanto en apartarse del pecado y acercarse a Dios y no pueden estar disociadas
ambas. Si hay arrepentimiento genuino del pecado hay un acercamiento a Dios y el
acercamiento a Dios incluye apartarse genuinamente del pecado. Considere I
Tesalonicenses 1:9 que es muy descriptivo a este respecto, Pablo dice: “porque ellos
mismos cuentan de nosotros la manera en que nos recibisteis y como os convertisteis de
los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero”.

Tres ideas están implícitas en el texto:

 Notoriedad de los semejantes en un antes y un después. “ellos mismos cuentan de


nosotros la manera en que no recibisteis”

 Implica el abandono del pecado “os convertisteis de los ídolos a Dios”; y también,

 Un acercamiento a Dios. “a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero”.

El apóstol, en el pasaje que estamos analizando de II corintios, presenta algunas


evidencias del arrepentimiento según Dios; es decir, de un verdadero arrepentimiento.

a. Solicitud. Gr. spoudé que significa velocidad, rapidez, fervor, anhelo, prisa,
prontamente, con solicitud, con diligencia, apresurar. Denota el
pensamiento de interés y solicitud vigilantes. Un anhelo de estar cerca de
Dios y separarse del pecado, mantener un interés y vigilancia en la justicia y
todo lo que honra a Dios. Aborrecer lo que Dios aborrece y amar lo que
Dios ama.

b. Defensa. Del gr. Apología exculpar, alegar, defender, decir o hablar en


defensa, disculpar, responder en defensa, declaración en defensa. Se
refiere al deseo de vindicar el honor de Dios, quiere justificarse de sus
antiguas acciones pecaminosas, no para esgrimirse de la responsabilidad de
ellas, sino con una conducta santa de ahora en adelante.

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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

c. Indignación. Gr. Aganákteo. Proviene de dos vocablos: agan mucho y


acomai, aflicción, dolor, estar grandemente afligido. Sentir una violenta
irritación, sentirse disgustado. Se asocia con la ira santa o el enojo santo y
justo y se refiere a su actual vida en relación con el pecado que aún mora
en el, pues deshonra a Dios y no puede amarlo, servirlo y adorarlo como él
quisiera.

d. Temor. Gr. Fobos temor, susto, respeto. Conlleva la idea de tenerle temor
saludable que involucre el alejamiento de aquello que pueda desagradarle,
un temor a volver a estar (no que sea factible) fuera de su presencia.
Permítame darle mi definición del Temor de Dios: “es una forma de pensar
y de sentir que lo lleva a un estilo de vivir al considerar tan valiosa la
relación que ya tengo con Dios que no quiero que nada ni nadie pueda
estropear esa relación, actuando con celos cuando alguien o algo intente
estropearla”.

e. Ardiente afecto. La idea es: “como pude estar tanto tiempo alejado de mi
Dios” y por esa convicción tiene el deseo intenso de vivir una vida piadosa
para restaurar su relación con Dios. “Baste ya el tiempo pasado para haber
hecho lo que le agrada a los gentiles, andando en lascivias,
concupiscencias, embriagueces, orgías, disipación y abominables
idolatrías” –escribió el apóstol Pedro (I Pe. 4:3).

f. Celo. Gr. Zelos, entre otras acepciones, buscar o desear anhelantemente.


Denota la idea cuidar una relación a costa del aborrecimiento de aquel que
quiera estropearla, en nuestro caso con el Señor es el pecado en nuestra
carne, el diablo, el mundo.

g. Vindicación. Gr. ekdikesis. Puede referirse al anhelo de que se practique la


justicia, que ningún agravio sea causado a su Señor y él no lo promoverá y
estará dispuesto a castigar y llevar a la obediencia de Cristo, todo
pensamiento que se levante contra el conocimiento de Dios (II Co.10:5-6).

h. Una sincera disposición a hacer lo anteriormente dicho, “en todo os habéis


mostrado limpios en el asunto”. No se esfuerza religiosamente para
hacerlo, se esfuerza por amor –ontologicamente, pero el Espíritu Santo
produce (Ga.5:22). Nadie ha oído que en un sembradío de café todas las
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

matitas de café estén pujando para producir su fruto, de la misma manera


un salvado, por naturaleza producirá aquellos “frutos dignos de
arrepentimiento” que requiere su Señor y Dios.

En otro orden de ideas, pero siempre objeto de nuestro epitome, he mencionado


que esta beligerancia es una bendición. No en el sentido de que seamos los cristianos
masoquistas, sino por las tres razones dadas anteriormente. Ahora bien, ¿Cuál es la
bendición que produce esta bendición que hemos denominado beligerancia? Para
responder a tal pregunta, volvamos a nuestra lista de la introducción.

Y es Job quien nos enseñara por su experiencia con su Señor. Él dijo: “He aquí que
yo soy vil” pero esta exclamación fue derivado de la aparición del Señor que desde un
torbellino hizo sonar su portentosa voz y le hablo, no para justificar del porque le había
permitido las aflicciones a Job, sino a hablarle de la sabiduría. El Señor bombardea a Job
con varias preguntas y puedo imaginarme a Job respondiendo a la primer pregunta con un
sincero “no se” y a la segunda “no se” y, en todo el dialogo, no podía responder. Es que
¿Quién puede presentarse ante Dios y permanecer parado, al menos, o salir ileso?

Más adelante fue que dijo: “Yo conozco que todo lo puedes, y que no hay
pensamiento que se esconda de ti. ¿Quién es el que endurece el consejo sin
entendimiento? Por tanto, yo hablaba lo que no entendía; cosas demasiado
maravillosas para mí, que yo no comprendía. Oye, te ruego, y hablaré; te preguntaré y
tú me enseñarás. De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me
aborrezco, y me arrepiento en polvo, y ceniza” (42:2-6). Solo cuando fue expuesto a una
gloria más sublime y mayor, “demasiado maravillosa” para él, fue que Job se dio cuenta
de sí mismo, de cómo es él.

Solamente cuando a David se le confronta con su pecado y se le declara los alcances


espirituales de haber adulterado, cometido asesinado y ocultado su pecado, es que
exclama tocante a su pecado y naturaleza vil. Leemos que el Señor le dijo: “¿Por qué,
pues, tuviste en poco la palabra de Jehová (…)?” “me menospreciaste” y también, “con
este asunto hiciste blasfemar a los enemigos de Jehová” (II Sam.12:10,14). Aún antes de
que Natán le dijera las solemnes palabras: “Tu eres aquel hombre” David está dispuesto a
castigar soberana y duramente a otro que había actuado en forma similar que él. Él seguía
siendo justo a sus ojos, bueno a sus ojos. Luego de que Natán lo confrontara con su
pecado, fue que David se humillo “Entonces dijo David a Natán: “Pequé contra Jehová”. El
salmo que escribió es bastante explícito: “Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo
malo delante de tus ojos. Para que seas reconocido justo en tu palabra y tenido por puro
en tu juicio. He aquí en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre. He
aquí tu amas la verdad en lo íntimo, y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.
Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve”. Y también
reconoció su grande necesidad de un espíritu superior, un espíritu más excelente, un
“espíritu noble me sustente” –dijo David.

“Crea en mi” –David pide uno nuevo, no el mismo putrefacto por la perversidad.
“un corazón limpio” –no uno manchado con el pecado sino uno que se incline hacia la
santidad. “renueva un espíritu recto dentro de mi” –uno que se ajuste a la justicia de Dios
y que se deje moldear por El y no uno rebelde. “no me eches de delante de ti” –no me
dejes a mi suerte, no decretes contra mi sentencia para andar en condenación
(comp.Ro.1:24, 26,28). “no quites de mi tu santo espíritu” –no quites lo único que me
convence de pecado, me redarguye y me enseña mi maldad; no quiere decir que el
cristiano cuando peca pierde el Espíritu Santo, la enseñanza del Nuevo Testamento es que
queda contristado. “vuélveme el gozo de tu salvación” –la delicia de tener comunión
contigo, como hijo necesito el perdón de mi Padre celestial. “y espíritu noble me sustente”
–necesito tu misma presencia, pues de lo contrario solo yo caigo con mi peso del pecado.

El salmo 38:4-10 es muy descriptiva la beligerancia de este piadoso


antiguotestamentario, él dice: “Porque mis iniquidades se han agravado sobre mi
cabeza; como carga pesada se han agravado sobre mí. Hieden y supuran mis llagas, a
causa de mi locura (pecado). Estoy encorvado, estoy humillado en gran manera, ando
enlutado todo el día. Porque mis lomos están llenos de ardor, y nada hay sano en mi
carne. Estoy debilitado y molido en gran manera; gimo a causa de la conmoción de mi
corazón. Señor, delante de ti están todos mis deseos, y mi suspiro no te es oculto”.

La exclamación de Isaías fue cuando vio su gloria, Juan relaciona al Señor Jesús con
el Jehová del Antiguo Testamento, en Juan 12:41 leemos: “Isaías dijo esto cuando vio su
gloria, y hablo acerca de él” refiriéndose a Isaías 6. De manera que lo que vio Isaías fue al
Señor Jesucristo. Al apóstol Pedro le pasó lo mismo, fue cuando vio el señorío de Cristo
inclusive sobre la naturaleza, fue que reconoció su pecado.

Pablo, desde su encuentro con el Señor en las afueras de Damasco, fue de continuo
arrepentimiento. Ese día lo que dijo fue: ¿Quién eres Señor y que quieres que yo haga?
Son dos preguntas en una. ¿Quién eres Señor? Es la identidad de quien le está hablando
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

pero intrínseca a la pregunta está el reconocimiento de que es Alguien superior a él. ¿Qué
quieres que yo haga? Disposición, se puso a su servicio.

De tal manera que ¿qué hemos de hacer en el presente estado de cosas? La


exposición a la gloria de Dios debe ser nuestra ocupación cotidiana, para reconocernos a
nosotros mismos y conocerle a Él, para amarle y aborrecer nuestra carne, admirarle y
avergonzarnos de nuestra pecaminosidad, desear y querer agradarle y ya no querer
satisfacer los deseos de la carne que batallan contra el Espíritu.

Ahora bien, la exposición a la gloria de Dios es manifestada en Su Palabra, leemos


en II Co.3:18-4:2 “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un
espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen,
como por el Espíritu del Señor. Por lo cual, teniendo nosotros este ministerio según la
misericordia que hemos recibido, no desmayamos. Ante bien renunciamos a lo oculto y
vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la
manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de
Dios”. El salmista David anhelaba seguir expuesto a la gloria de Dios: “Para ver tu poder y
tu gloria, así como te he mirado en el santuario.” (Salm63:2) El santuario todo es un tipo
del Señor Jesucristo, y al recibir la revelación de lo que significaba vio Su gloria; es decir,
en los cultos públicos y en mis devocionales privados, todo el tiempo quiero estar
expuesto a su gloria y poder. Es bueno, pues leemos: “Pero en cuanto a mí, el acercarme
a Dios es el bien; he puesto en Jehová el Señor mi esperanza, para contar todas tus
obras” (Salm.73:28). Ahora bien, ¿Por qué? El salmista nos lo testifica “porque convierte
el alma” (19:7).

Juan Calvino, en su Institución de la Religión Cristiana, escribe: “Casi toda la suma


de nuestra sabiduría, que de veras se deba tener por verdadera y sólida sabiduría, consiste
en dos puntos: a saber, en el conocimiento que el hombre debe tener de Dios, y en el
conocimiento que debe tener de sí mismo.” Quiere decir que es necesario conocer a Dios
para conocerse a sí mismo y es necesario conocerse a sí mismo para conocer a Dios. Pero,
¿el conocerse a sí mismo no es humanismo? Yo también lo pensé la primera vez que lo leí.
Y si, si lo es como meta para satisfacerse a sí mismo. Pero es necesario para cumplir el
propósito por el cual estamos y fuimos creados: ser para su alabanza (I Co.10:31).
Considere el siguiente ejemplo, puedo afirmar que tengo la mejor vista viendo a todos los
ambientes a mi alrededor, pero si levanto la mirada hacía al astro rey, justo en su cenit, en
la hora magnifica de su real imperio de ese día (las 12:00 horas), me doy cuenta que mi

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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

visión no es la buena y bajo la mirada y vuelvo a ver a mi alrededor y todo cambia, a causa
de haber estado expuesto a una luz superior, más alta y sublime de la que estoy
acostumbrado.

Hablo un excelente ingles ante niños de 1 año cuya lengua natal no es el inglés;
pero me doy cuenta que no se nada del inglés, ante niños de 1 año cuya lengua natal es el
de los anglosajones. Cuando me veo a mi mismo puedo llegar a decir: “cuan bueno soy”
hasta el punto de creerme tal mentira, porque “engañoso es el corazón más que todas las
cosas, y perverso; ¿Quién lo conocerá?” (Jer.17:9) ¡Si, es engañoso por su perversión!
Pero cuando estoy expuesto al Santo, al Sublime, al Perfecto, “porque así dijo el Alto y
Sublime, el que habita en la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura
y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivificar el espíritu
de los humildes y para vivificar el corazón de los quebrantados.” (Is.57:15) Es como nos
damos cuenta que no podemos tender a Él, que no merecemos nada de Él sino solo su
castigo y juicio, es como empezamos a tener descontento con nosotros mismos.
Empezamos a amarle para aborrecernos por nuestra pecaminosidad, anhelamos verle
para admirarle. Calvino sigue afirmando: “por lo cual el conocimiento de nosotros mismos,
no solamente nos aguijonea para que busquemos a Dios, sino que nos lleva de la mano
para que lo hallemos”

¿Qué nos corresponde hacer en el presente estado de cosas, vuelvo a repetir? El


mantenernos expuestos a Su gloria es benéfico para nosotros, no para ya no pecar, sino
para darnos cuenta de nuestra debilidad y acudir arrepentidos, no para volver a ser salvos,
sino para para experimentar Su comunión. Existe el perdón judicial y el perdón paternal. El
judicial nos es otorgado el día de la salvación y el paternal es cada oportunidad que
pecamos y nos arrepentimos pidiendo perdón.

Esto nos conducirá a reconocer que somos débiles y que nunca podremos, por
nuestra propias fuerzas vencer al pecado y que necesitamos de que un Espíritu noble nos
sustente. No es sino con la ayuda del Espíritu Santo de Dios que se irá logrando la
transformación viendo como en un espejo la gloria del Señor. Lo cual haremos en oración.

El reconocimiento de nuestra debilidad nos motivará a conocer de las medidas


prudentes; que, si bien es cierto se nos ha otorgado la santidad posicional, recibiremos la
santidad perfecta en aquel día, pero al día de hoy debemos mantenernos en la
santificación experimental, progresiva, cotidiana y personal.

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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

Es personal –porque nadie la experimenta por mí, sino yo mismo para mi bendición
y vida espiritual activa y de triunfo y gloria y mi comunión con Dios para su gloria. Es
cotidiana –porque es una lucha de día a día, porque “nuevas son cada mañana sus
misericordias”, así lo es nuestra experiencia en la santidad. Es progresiva –porque no es
estática, debemos crecer, no es normal que algo viviente se queda estático, es antinatura
inclusive. Pablo reconocer que el nuevo hombre “el cual conforme a la imagen del que lo
creo, se va renovando hasta el conocimiento pleno” (Col.3:10). Es experimental –porque
no es idealista, la santidad no es un concepto teológico que debemos guardar bien en los
anaqueles de nuestra mente, sino más bien, es más que un concepto teológico es una
verdad que no deja de ser teológica y además es bíblica y divina. Pablo espeta a los
romanos al responder una pregunta alegórica que sus contendientes podría hacerle:
“¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En
ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿Cómo viviremos aún en él?”
(Ro, 6:1-2). En ninguna manera en el original es una expresión muy enérgica que sirve
para repudiar algún supuesto absurdo a todas luces, pero es dicha con indignación y
coraje para corregir a los que lo creen. Es como que dijéramos “no y mil veces no” y en el
Antiguo Testamento se decía: “nunca tal acontezca”. También dice Pablo: “Porque
mientras estábamos en la carne –éramos no salvos– las pasiones pecaminosas que eran
por la ley obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte” (7:5).

Y para lograr esto último, necesitaremos de la disciplina personal, de abstenernos


de toda especia del mal, aprender a huir de las pasiones juveniles, a no conformarnos a
este mundo y a los deseos carnales, sino transformarnos a la imagen de Dios, nos iremos
transformando, nos ocuparemos en la adoración, el testimonio, la oración, el servicio
cristiano, etcétera.

Al reconocer nuestra necesidad de medidas prudentes a causa de nuestra debilidad,


recurriremos a la Palabra de Dios, porque no es simplemente de seguir una lista que cierto
grupo religioso nos imponga, unas varían de otras, según el criterio de los líderes del
grupo y según la época. Recuérdese que la consigna es “Sed santos porque yo soy santo”.
Jerry Bridges, en su libro “En Pos de la Santidad”, escribe: “En lugar de retirarnos del
contacto con el mundo, debemos luchar para resistir su influencias. Para hacer esto en
primer lugar tenemos que resolver que hemos de vivir orientados por las convicciones que
Dios nos ha dado en su Palabra. No podemos ser como el personaje de El Progreso del
Peregrino que se jactaba de poder adaptarse a cualquier compañía de personas y a
cualquier tipo de conversación. Era como el camaleón que cambia de color cada vez que
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

cambia el medio en que se encuentra. Algunos de nosotros hemos conocido a personas


que poseían dos vocabularios: uno entre creyentes y otro entre sus compañeros del
mundo.

Algunos tienen lo que denomino una santidad de ocasión. Si el grupo es más o


menos santo, ellos son más o menos santos. Y si el grupo acepta algunas cosas, ellos
también lo son así. Y si el grupo es radical y puritano en sus prácticas por sus convicciones
ellos pretenden ser también así, pero normalmente no duran mucho, o cambian por las
convicciones que se producen en ellos o se alejan.

Entonces, al reconocer nuestra necesidad de medidas prudentes a causa de nuestra


debilidad recurrimos a la Palabra de Dios y el circulo se vuelve a repetir, nos exponemos a
su gloria, reconocemos nuestra debilidad, necesitamos medidas prudentes y recurrimos a
Su palabra para conocer esas medidas prudentes y … volvemos a exponernos a Su gloria,
reconocemos nuestra debilidad, a causa de ello necesitamos de medidas prudentes de
santidad para vivir en santidad y recurrimos a Su palabra la cual está saturada de la
sabiduría y la prudencia divina y …

Volvemos a exponernos a la bendición de Su gloria… hasta aquel día de la


transformación de nuestros cuerpos y cumplamos nuestros oficios en completa santidad.

“Mas desde el día en que yo este,

contigo en suma perfección,

Mis oraciones cambiaré,

en una eterna adoración.

Compañero suyo en esta lucha contra el pecado,

su hermano y amigo,

Erick Solís Girón.


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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”

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