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deleita.”
Romanos 7:24
PRESENTACION:
Considere las siguientes afirmaciones:
Permítame explicárselo así: Adán, así como podía no pecar; es decir, tenía la
capacidad de no hacerlo, también tenía la capacidad de hacerlo, de hecho, Adán pecó.
Adán fue hecho como un ente moral y no como un robot que se le podía programar. De
manera que Adán tenía la capacidad de decir no como respuesta a la tentación.
En cambio, los hijos de Adán, no pueden decidir a no pecar. Ellos, son descritos por
la Biblia, como que “teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios
por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los cuales después que
perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”
clase de impureza” (Ef.4:17b-19). A lo más que pueden decidir es cuando, cuanto, con qué
frecuencia y a quienes afectará con su pecado, que siempre los hay. Hay un daño directo y
uno indirecto o colateral. Pero no pueden no pecar. Ellos tienen la presencia y están bajo
el poder del pecado.
Ahora bien, los redimidos pueden no pecar pero, al igual que Adán en su estado
prístino, si pueden hacerlo y ese es el peligro. Cristo los ha liberado del poder del pecado y
ya tienen la capacidad de resistir al pecado. El mandamiento para él, en cuanto al pecado,
es “No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en
sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como
instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre
los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. Porque el
pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia”
(Ro.6:12-14). El nacido de nuevo, cuando decide pecar lo hace como un liberto del pecado
y esclavo de Cristo y no como esclavo del tal y liberto de Cristo. Pero, así como puede no
pecar, también puede pecar y ese es el peligro; y es a causa de lo que aún no ha sido
redimido en él, su cuerpo (Ro.8:32). Ha sido liberado del poder del pecado más no de la
presencia del mismo.
Y, por eso mismo, por nuestro estado actual es la exhortación continua al texto
citado anteriormente: “Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí
mismo, así como él es puro” (v.3). Y, además, “Y si invocáis por Padre a aquél qué sin
acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el
tiempo de vuestra peregrinación” (I Pe.1:17).
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”
Eso, eso es, se trata de la obra de Cristo en nosotros, somos salvos del: Poder del
pecado. De la Presión del pecado. De la Presencia del pecado.
Que el Señor bendiga nuestros corazones por medio de Su Palabra. Amén. Y amén.
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”
INTRODUCCION:
“¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?” –gritó el
apóstol Pablo, en medio de la batalla. Pero el apóstol no fue el único que exclamó tal
aseveración contra su propio enemigo que traía a cuestas, muchos santos de Dios del
Antiguo Testamento, píos por su testimonio y justos por misericordia divina, entre ellos:
Job, quien testificó de sí mismo: “He aquí que yo soy vil; ¿qué te responderé? Mi
mano pongo sobre mi boca” (Salm.40:4). El gran predicador del siglo XVIII, Charles
Spurgeon comentó, con mucha razón respecto a este insigne patriarca: “Seguramente si
algún hombre tenía el derecho de decir, yo no soy vil, era Job; pues de conformidad al
testimonio del propio Dios, él era “varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado
del mal” (sermón: El pecado que mora en mi”).
habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey,
Jehová de los ejércitos” (Is.6:5).
Y ¿Qué decir del Sumo Sacerdote Josué? En Ezequiel 3:3 leemos que “Josué estaba
vestido de vestiduras viles, y estaba delante del Ángel” Y de eso se aprovechaba Satanás,
porque leemos que “Satanás estaba a su mano derecha para acusarle” (v.1). Quien en
Apocalipsis 12:10 se le describe como: “el acusador de nuestros hermanos”. Pero el Ángel
de Jehová que es Jehová mismo (v.2) entra en Su justicia para justificarle, entra en Su
santidad para santificarle. No cabe duda que “¿Quién acusara a los escogidos de Dios? (si)
Dios es el que justifica” (Ro.8:33 entre paréntesis añadido).
En Lucas 5:8 es Simón Pedro, leemos del doctor Lucas sobre este hecho: “Viendo
esto Simón Pedro, cayó de rodillas ante Jesús, diciendo: Apártate de mi Señor, porque
soy hombre pecador”; literalmente, uno que erra al blanco.
“Miserable de mi”. Todo este pasaje es un grito beligerante. Con el, denota Pablo,
que el mismo tiene una beligerancia, que hay una participación contendora dentro de un
conflicto determinado, entre él (el apóstol) identificado con el “mi” y, en contraposición
de batalla, “el cuerpo de muerte” y este último es el poder de un grupo insurrecto que
encuentra el punto débil del apóstol en su cuerpo, que no es del todo malo a no ser por el
pecado, pues de lo contrario Pablo no pediría que se presenten “en sacrificio vivo, santo
agradable a Dios que es vuestro culto racional” (Ro.12:1).
Literalmente angustiado, desventurado por una carga. Este es un grito que denota
hastío por la situación, desesperación y anhelo de ser liberado. También denota,
frustración y tristeza.
¡No! Y tomando prestada aquella frase paulina, que denota el sentido enérgico para
repudiar una afirmación, “en ninguna manera”. Que podría ser interpretado así: No y mil
veces no, nunca tal acontezca. El cuerpo es malo únicamente por el pecado que encuentra
en el la parte débil para atosigar al creyente que ya no está bajo su reinado y dominio al
personificarlo como un monarca vil.
Es digno de resaltar que este mandato el Señor lo dio justo cuando atravesaba una
situación que, aunque no se indica en el texto, se podría decir que fue de tentación. Él
dice que “la carne es débil”, la palabra débil del griego asthenes, sin fuerza, enfermo,
frágil, débil, debilidad, debilitar. Denota la idea de incapacidad. Moralmente, como ya se
anotó, es el asiento y vehículo de los deseos pecaminosos. Y lo contrasta con el espíritu de
los apóstoles describiéndolo como lo que tiene disposición, del griego prothumos, hacia
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”
Nuestro Salvador también afirmo que: “El espíritu es que el que da vida” –se
refiere a Él mismo – pero “la carne para nada aprovecha”. (Jn.6:63). Este calificativo para
la carne, aprovecha, del gr. Ofeleo u ofeleia ser útil, beneficiar, adelantar, aprovechar,
ayudar, conseguir, servir, también hacer bien. Pero tiene el adjetivo calificativo de que su
aprovechamiento es para nada, y es para nada, sea griego, hebreo, español o kaqchiquel.
La palabra griega es oudén, que puede ser traducida como ni siquiera uno, estimado en
nada, ni siquiera. En un buen localismo chapín seria: “ni una pisca de utilidad tiene la
carne”. Es decir, sirve solo para traernos problemas
Todo esto es en sentido moral, refiriéndose a la perversión moral del hombre, pues
la palabra carne tiene otra acepción en otros pasajes, en el sentido amoral, como al ser
humano y es así como se afirma que “Dios fue manifestado en carne”, “Y aquel Verbo fue
hecho carne, y habitó entre nosotros (…)” (comp. I Timor.3:16; Jn.1:14 entre paréntesis
añadido).
Se dice que, dentro de la normativa jurídica de Roma, había una ley que consistía en
que se amarraba el cuerpo de una víctima de homicidio a la espalda del victimario y se le
mandaba al desierto, como pena para lidiar con el cuerpo de su muerto, hasta que sea
desintegrado sobre sí. Imagínese, primero está inerte, tieso y frio, sin sentir algo (pierde
toda sensibilidad), luego se hinchaba (orgullo) y explotaba (arranques ira descontrolada),
lo que hacía que explotara eran los gases (la hediondez de su inmundicia) luego se
engusanaba y el hombre vivo, soportando ese cuerpo muerto con su hediondez, hasta que
muriera o se desintegrara “este cuerpo de muerte”. Muchos teólogos respetados y
comentaristas bíblicos consideramos que esta idea tenía el apóstol Pablo en mente. El
hombre de la analogía tomada de la jurisprudencia romana moría con el cuerpo a su
espalda, pero Pablo y todo creyente en Cristo Jesús, espera “ser librado de este cuerpo de
muerto”.
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”
Pablo sabe que será librado. No es algo que él hará sino que Alguien hará por él.
Pablo hará lo que le corresponde hacer, pero su libertador hará lo que le corresponde
hacer, no está demás afirmar, en su momento. El “Quien” anónimo del versículo 24, Pablo
lo identifica en el versículo 25 y 8:1 “Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro (…)
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús (…)” (entre
paréntesis añadido)
Como nota final para nuestra introducción, hay algunos que interpretan este pasaje
de Romanos 7:24 y su contexto, del conflicto interno que experimentaba el apóstol Pablo,
en el sentido de que es un relato de su vida de impío, antes de su experiencia en el camino
a Damasco. Pero un impío no puede darse cuenta de su problema, para el pecador el
pecado no es un problema que lo aflige, el impío tiene un problema espiritual si bien es
cierto, porque lo conduce cada vez más al castigo del infierno, pero no lo aflige porque
está muerto en sus delitos y pecados. El hombre pecador está muerto y él no lo sabe.
Nuestros evangelistas cuando predican el evangelio lo hace como Ezequiel en “un valle de
huesos secos” lo hacen en un cementerio donde hay muchos muertos vivientes que se
creen buenos.
Es en Adán donde comenzó la inclinación maldita hacia el pecado y que era nueva
para ellos y viejísima para nosotros pero con la misma fortaleza y mañas, la misma
indisposición, inutilidad y enemistad contra Dios, que al principio y aún más pervertida
que en ellos. El Eclesiastés escribe: “He aquí, solamente esto he hallado: que Dios hizo al
hombre recto, pero ellos buscaron muchas perversiones” (Ecle.7:29). Y que seguiremos
en esa lucha, hasta el día de la glorificación, mientras tanto nos corresponde vivir
“velando y orando” “con temor y temblor” “presentando nuestros cuerpos como sacrificio
vivo, santo y agradable” no proveyendo para la carne”. Etcétera.
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”
En Efesios 3:17-19 volvemos a leer: “(…) los otros gentiles, que andan en la
vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de
Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los cuales después
que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez
toda clase de impureza.” Aquí Pablo señala 8 frases que describen al pecador. En
Romanos 3:10-18 hay 15 frases que lo describen. En 1:22 son 23 pecados que hacen
evidente una mente reprobada y una vida inmunda. Desde Romanos capítulo 1 a 3:20
describe su completa insensibilidad.
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”
Por ello, en el hombre natural, a pesar de su conciencia, no hay lucha alguna entre
el pecado y la santidad, también por el hecho de que no busca la santidad porque no
conoce a Dios, ni desea conocerle. En realidad es enemigo de Dios en malas obras y es un
aborrecedor de Dios. El hombre sin Cristo funciona acorde al espíritu que opera en los
hijos de desobediencia (Ef.2:2). El principio se aplica aquí también: Tal cual es su dios así
es el adorador. Y el Señor Jesucristo lo dijo: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y
los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no
ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de
suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira” (Jn.8:44).
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”
La palabra que se traduce por morir del gr. Nekroo que significa amortiguar,
subyugar. El Diccionario Vine afirma: “Se usa en la voz activa en el sentido de destruir el
poder de, privar de poder, con referencia a los malos deseos que obran en el cuerpo”.
Afirmando el fin último y lo enérgico que debemos ser ante el pecado y las obras de la
carne.
La versión de la Biblia, “Biblia Palabra de Dios para todos”, traduce este pasaje así:
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”
c) El principio que les presento, derivado de este orden de ideas, es que “tal cual es
su Dios, así es el adorador”. Según la dignidad de Dios, así debe ser el que adora a
Dios. Cuando estuve haciendo un estudio sobre los nombres de los dioses falsos,
encontré unos derivados de Baal, el demonio cananeo, y en burla los israelitas
decían, Baal zebul o Baal zebub, que significa “el señor de las moscas”. Me reí
burlándome de ese demonio y de la necedad de sus adoradores, al pensar en
donde habitan normalmente las moscas, y es en la basura putrefacta, en cuerpos
putrefactos y en el estiércol ¡en medio de una verdadera bazofia! Y todas estas
formas vívidas que la Palabra de Dios hace de pecado. Dentro de mis ironías fue:
“si esa es la forma de honrar a su dios, entonces ¿Cuál será la forma de
deshonrarlo?” y las religiones paganas son culpables de esa necedad y la secta
católica romana la ha perpetuado, para su vergüenza, condenación y confusión
perpetua, hasta nuestros días y lo hará hasta que el Señor le page el doble (Ap.
18:6).
Pero Dios dice: “Sed santos porque yo soy santo” (I Pe.1:16). Él no dice:
“sean más o menos santos”. Sino, “vean mi carácter y sean como yo soy” y la
exhortación apostólica es: “(…) como aquel que os llamo es santo, sed también
vosotros santos en toda vuestra manera de vivir” (v.15, entre paréntesis
añadido).
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”
Pablo hace referencia a dos naturalezas que se oponen en lucha encarnizada, que
se odian inclusive a muerte, no puede haber la sola idea de que se podrían sentar a la
mesa del dialogo y llegar a acuerdos en donde salen satisfechos ambos bandos por haber
cedido terreno, y se refiere al espíritu versus la carne. Si el espiritual cede cierto terreno
con tal de ganar ciertas concesiones que la carnal le quiera ofrecer, esta prevaleció sobre
aquella y sale perdiendo. De manera que no hay posibilidad alguna que algún día se firme
algún acuerdo de paz entre ambas.
Ahora bien, hay dos corrientes dentro del cristianismo, muy fuertes, en cuanto a la
naturaleza corrupta del hombre, que son sustentadas por teólogos muy respetados, que
no dudaría en recomendar sus libros y que no me atrevería a pensar, menos a afirmar que
son herejes, ante los cuales no soy digno de desatar encorvado las correas de su calzado.
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”
Al citarlos acá no quiero crear dudas ni discordias respecto a sus doctrinas, que son muy
respetables por lo bíblico. Entre ellos:
viejo hombre está muerto, el pecado mantiene un pie sobre nuestra carne temporal o
nuestra condición humana no redimida que se caracteriza por sus deseos corruptos” –a
decir de MacArthur, no obstante haber sido destronado.
Ahora bien, si bien es cierto, el Señor promete darnos un corazón nuevo y no crear
un corazón a la par del viejo corazón. Y si nos quedamos solamente con ese pasaje
llegaríamos a tal interpretación y con más dudas aun por la experiencia cotidiana del
atosigamiento del pecado contra nuestra pobre alma que quiere obedecer a Dios y sus
normas y así conformarse con el estándar divino de perfección, pero al estudiar conforme
a la revelación progresiva; es decir, la revelación que posteriormente los escritores Novo
testamentarios recibieron, nos damos cuenta que ese “nuevo corazón” o el “nuevo
hombre” está dentro de cuerpos de barro, que no es lo malo en sí, sino porque se ha
convertido en el único reposorio del pecado o donde el pecado encuentra vulnerable al
cristiano. El cuerpo es el lugar donde se guarda la carne; es decir, las tendencias
pecaminosas, que se conforman a lo sensual, terrenal, temporal. Sea que esté
enteramente o que sean “reliquias de corrupción, solamente residuos y remanentes de
pecado en el creyente” –como denuncia Spurgeon que señalan algunos, pero ahí está con
toda su naturaleza depravada, de enemistad con Dios, de debilidad ante el pecado para
resistirle y de inutilidad para bien, aunque consideremos tenerla bajo control y en
sumisión. El temible león, aun cuando yace dormido plácidamente no ha dejado de ser
peligroso, pues sigue con todas sus tendencias peligrosas que por naturaleza tiene.
Se cuenta la historia de un hombre que encontró una serpiente cascabel con sus
crías en un desierto, este la llevó con sus crías y la entregó a las autoridades, pero el
decidió quedarse que una de ellas, para alimentarla y tomarla como mascota y la vio
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”
Considere que el pecado es llamado, en las Escrituras, entre otras cosas, como:
“trapo asqueroso” (Is.30:22) comparado a “veneno de serpiente” y a “ponzoña cruel de
áspides” (Deut.32:33). Aun ciertas cosas que los hombres consideran justas son como
“trapos de inmundicia” que literalmente es “trapos de flujo meustral” (Is.64:6; Ez.36:17,
25,29; 39:24). Pablo se refiere al pecado como “toda contaminación de carne y de
espíritu” (II Co.7:1) y a los pecadores como aquellos cuyas mentes y conciencias “están
corrompidas” (Tito.1:15). En II de Reyes 14:10 el Señor describe la idolatría y lo que
deviene de ella, con un ejemplo vívido al decir: “(…) y barreré la posteridad de Jeroboam
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”
–la familia real que había caído en idolatría y las más bajas expresiones de pecado – como
se barre el estiércol, hasta que sea acabada” entre paréntesis añadido.
Algunos de mis caros lectores pueden tener 65 años de edad, por ejemplo, de vida
cronológica, esa es también la edad de su vieja naturaleza, toda una vida de pecar y de
adquirir manías pecaminosas, de autosatisfacción y autocomplacencia en el pecado, y lo
sigue haciendo y espera seguir haciéndolo aún más, pues no se sacia y nunca dice ¡vasta¡;
pero este mismo, puede tener 2 años en Cristo, dos añitos de vida eterna, y es justo la
edad de su nueva naturaleza, ¿ahora podrá entender porque estamos en desventaja,
respecto “al pecado que mora en nosotros” (v.17)? ¿Entiende porque la premura para
entregarnos a los ejercicios piadosos como la oración, la lectura de la palabra de Dios y la
devoción? ¿A no dejar de congregarnos como algunos tienen por costumbre? ¿A vigilar y
ser esforzados contra el pecado?
sus manchas? Así mismo, ustedes no pueden hacer el bien, estando tan acostumbrados a
hacer el mal”.
Normalmente uso Romanos 6:12; I Pedro 2:11 y 4:1 para afirmar que el pecado
dentro de nosotros ha tomado una especie de guerra de guerrillas con el fin de
arrastrarnos al pecado. Permítame presentarle un ejemplo, es como un grupo insurrecto,
un monarca destronado que no está de acuerdo con la nueva autoridad establecida,
plagiando un término jurídico, en un Estado de Derecho; es decir, legítimamente
establecido. Esto da resultado a la batalla entre el Espíritu y nuestra vieja naturaleza que
el apóstol Pablo describió: “Porque los deseos de la carne es contra el Espíritu, y el del
Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que
quisiereis” (Ga.5:17)
Y todo esto nos da a entender que la nueva naturaleza radica en un cuerpo que aún
no ha sido redimido, el lugar donde la carne o las propensiones al pecado o los deseos de
la carne encuentran un lugar, un reposorio para el pecado, una bodega, una trinchera para
el mal. Note, además, como se siente la nueva naturaleza ante el pecado, que al
analizarlas y comparar nuestra vida con estas afirmaciones sinceramente, concluiríamos si
somos salvos o no:
a) “No lo entiendo”. (v.15) No que tenga una negación en donde quiera evadir su
responsabilidad, no se refiere al dualismo griego, Pablo ya ha reconocido su
responsabilidad en cuanto al pecado (cp.v.14; I Jn.1:10)
b) “no hago lo que quiero” el bien para agradar y conformarse al estándar de su Dios
(15),
c) “lo que aborrezco eso hago” (15), el mal, el revelarse contra Dios, el no querer
sujetarse a Dios. En este respecto se expresó Adrián Rogers, que le parafraseo:
“peco cuanto puedo pero no cuanto quiero”;
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”
No cabe duda que en el creyente, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un
placer que lo deleita.
Lo primero que debemos notar es que es algo que debemos hacer nosotros, que
Pablo apela a nuestra actividad volitiva. En nuestra vida de santidad debemos entender
que trabajamos en asociación con Dios. Al igual que el campesino trabaja en asociación
con Dios, el campesino se levanta temprano y hará lo que él debe hacer y no hará lo que a
Dios le corresponde hacer y Dios no hará lo que le corresponde hacer al campesino. El
campesino se levanta, prepara la semilla, prepara el campo, siembra la semilla y preparar
el modo de riego; pero hasta ahí le incumbe a él hacer. De ahí en adelante le corresponde
a Dios matar la semilla, el proceso orgánico, enviar la lluvia que todo eso está fuera del
alcance del campesino. El cristiano debe hacer lo que le corresponde hacer y Dios hará lo
que a Él le corresponde hacer y entender eso es la clave para nuestro éxito o fracaso. Para
que en nuestra beligerancia salgamos avantes, es necesario:
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”
Esa bendición de liberarnos “del cuerpo de muerte” lo hará Dios “por Jesucristo
Señor nuestro” (7:25); pero no permitir que “reine el pecado en nuestro cuerpo mortal”
lo hacemos nosotros. A Martin Lutero se le atribuye la siguiente frase que es muy
ilustrativa para el punto que nos ocupa: “No puedes evitar que los pájaros vuelen sobre tu
cabeza; pero sí que hagan nido en ella”. La aplicación de la frase es clara y sencilla, que
indolente, haragán, sucio y falto de sabiduría ¡y ridículo! se vería alguien con un nido y
muchos pájaros con sus huevecillos y sus pichones sobre su cabeza, pero estos son libres
de volar donde ellos quieran o su instinto los dirija.
Los tres enemigos del cristiano, pero el principal de ellos él mismo. “Ten cuidado de
ti mismo –advirtió Pablo a su joven discípulo– y de la doctrina (…)” (I Timot.2:16 entre
paréntesis añadido). Lo que Pablo le está advirtiendo es: “ten cuidado con tu forma de
vivir y con lo que enseñas”
Note los imperativos del apóstol apelando a nuestra voluntad: “No reine”, “de
modo que lo obedezcáis”, “ni tampoco presentéis” “sino presentaos a Dios”, “el pecado
no se enseñoreará de vosotros”.
En Efesios 4:17 nos dice: “ya no andéis como los otros gentiles”, “despojaos del
viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el
espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y
santidad de la verdad” (4:22-24) “desechad, hablad” (25) “no pequéis no se ponga” (26)
“no hurte, trabaje, haga” (27) “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”
la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. Y no
contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la
redención. Quítese de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda
malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a
otros, como Dios también os perdono a vosotros en Cristo” (v.29-32) Vemos
mandamientos positivos y negativos; es decir, que nos mandan a hacer y otros a no hacer.
Pero si se nos manda es porque tenemos la capacidad o se nos ha dado la capacidad para
ejecutarlo, siempre en dependencia con el Señor y al no hacerlo, tenemos la
responsabilidad ante Quien nos manda (cp.Jn.14:15).
En el versículo 10, nos dice que “habiéndonos despojado del viejo hombre con sus
hechos” nos revistamos “del nuevo” hombre. La expresión despojado, en el griego es
apekduomai que es despojarse totalmente uno mismo o para uno mismo. Se compone de
Apo es lejos de, por lo general denota cesación, terminación, reversión y de ekduo hacer
quitarse, desnudar, despojar. Hechos en gr. Es praxis, práctica, un acto, obra, denota una
acción, función, ocupación, se refiere a toda la obra pecaminosa del viejo hombre. Pero el
mandato positivo es el siguiente: revestido. Es un hecho que ya sucedió el día de la
conversión pero es una verdad que debemos hacer viva en nosotros, en nuestro cuerpo.
La palabra es un vocablo griego endúo, hundir en un vestido, investir con ropa. El
Diccionario Vine afirma “significa entrar dentro, meterse dentro”. Analice las aplicaciones
que del texto podemos extraer al desmembrarlo para su análisis:
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”
Tiene un modelo: Conforme a la imagen del que lo creo. Que es Dios, llevamos
la imagen del celestial, la naturaleza divina no para ser dioses –como
neciamente consideran muchos dominionistas de la teología de la
prosperidad– sino que nuestro origen y fuente es de Dios.
En I Pedro 4:1 se nos manda: “Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la
carne, vosotros también armaos del mismo pensamiento; pues quien ha padecido en la
carne, terminó con el pecado, para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a
las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de Dios. Baste ya el
tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a los gentiles, andando en lascivias,
concupiscencias, embriagueces, orgías, disipación y abominables idolatrías. A estos les
parece cosa extraña que vosotros no corráis con ellos en el mismo desenfreno de
disolución, y os ultrajan”.
a) Consideraos.
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”
Pero antes debemos conocer. Tres veces Pablo repite la palabra conocer antes de
llegar al mandato de presentar. Vemos:
El segundo hecho: “sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado
juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no
sirvamos más al pecado” (v.6).
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”
El hecho es que nuestra identidad no regenerada fue crucificada con Cristo y esto
con un doble propósito: a) “para que el cuerpo del pecado sea destruido”; del gr.
Katargéo que es estar (dejar) enteramente inmóvil (inútil), inutilizar, invalidar, libre,
abolir, acabar, dejar, deshacer, desligar, destruir, perecer, quitar, suprimir. El Diccionario
Vine afirma que es “despojada de su majestad”, es desactivar. La idea es hacer inútil para
todos los usos prácticos. Esto tuvo lugar en la cruz del calvario, pero este “ser destruido”
no implica aniquilación, porque aun somos hostigados por el pecado en nosotros, sino a la
inoperancia, al gobierno que ejercía sobre nosotros. En este orden de ideas se expresó
con los Colosenses “Haced morir, pues lo terrenal en vosotros” (Col.3:3). Se refiere a un
esfuerzo consciente de aniquilar lo que queda de pecado en nuestra carne. La palabra
griega para morir es nekróo que implica subyugar, amortiguar. Destruir el poder de, privar
de poder de los malos deseos que encuentran su reposorio en el cuerpo. Note que
Romanos 6:6 lo hizo el Señor y esto es algo que nos confiere a nosotros hacer; b) “a fin de
que no sirvamos más al pecado”. En realidad no fuimos salvados para andar otra vez en
concupiscencias, fuimos salvados para ser santos. Si alguien me afirma que es de los
salvados pero tiene una vida disipada de prácticas habituales en el pecado, sin
abandonarlos y sin arrepentirse de los tales, no entiendo lo que significa su salvación.
“Sabemos que nuestra vida de antes murió con Cristo en la cruz para que fuera
destruido lo que desea pecar dentro de nosotros y dejáramos de ser esclavos del
pecado” (Ro.6:6 Biblia Palabra de Dios para todos).
Satisfacer nos da la idea de cumplir, de acabar, de ejecutar. Del gr. Teléo dar efecto a la
carne. Y también “vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne”
(Ro.13:14). E vocablo pronoia se traduce como proveer significa: pensar de antemano, se
relaciona con pronoéo que es considerar de antemano, buscar por adelantado. Tiene la
connotación de hacer plan predeterminado o por adelantado. El verdadero salvo no
planifica pecar, no usa la doctrina de la restauración como ocasión o salida para su caída
en el pecado. El solo hecho de pensar: voy a pecar y al fin de todo me reconcilio y me
restauro es una necedad y evidencia o que no es salvo o que es un ignorante en cuanto al
propósito por el cual ha sido salvado. En resumen, no es el pecado quien decide señorear
hacer gobierno sobre nosotros, sino nosotros hacemos gobierno sobre el pecado.
Luego consideramos.
Esto lo vemos expresado cuando dice: “No reine, pues, el pecado en vuestro
cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco
presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino
presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros
miembros a Dios como instrumentos de justicia. Porque el pecado no se enseñoreará de
vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia” (vrs.12-14) y más adelante: “Pero
gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a
aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; y libertados del pecado, vinisteis
a ser siervos de la justicia. Hablo como humano por vuestra humana debilidad; que así
como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la
iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la
justicia”. Note las siguientes ideas respecto a nuestra nueva identidad en Cristo:
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”
b) No os conforméis. (Rom.12:1)
Leemos de la pluma del apóstol Pablo: “No os conforméis a este siglo, sino
transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que
comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Ro.12:1). Del
vocablo griego susjematizo formar en forma parecida, conformar al mismo patrón. Dar la
misma figura o apariencia que, conformar a. La forma del texto nos da la idea de darse
uno la forma de o ser conformado uno mismo a. En este caso es un mandato negativo, es
decir, de algo que no debemos hacer y es:
A este siglo. Puede ser traducido como mundo. El mundo, en este respecto,
podemos definirlo como: “el conjunto de valores, principios y parámetros de las
masas no redimidas que andan en su anomía y que buscan alejarse de Dios, de su
Cristo y su Palabra. Es la necedad de andar como si Dios no existiese y no hubiese
dado su Palabra. Y, a causa de esta conducta, andan infringiendo la ley. La
infracción de la ley se puede definir como “El acto insolente y soberbio en contra
de una norma y su Legislador”; es decir, no están de acuerdo con la intensión y
autoridad de quien decretó tal disposición. El mundo no se refiere al globo
terráqueo sino a esa disposición de querer estar fuera de sus límites, de decir:
“rompamos sus ligaduras y echemos de nosotros sus cuerdas” (Salm.2:3).
A los deseos que antes tenías. Este es otro aspecto negativo del mandato de no
conformarse. “Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”
c) Que os abstengáis.
De fornicación. (I Tes.4:3)
d) Transformáos.
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”
- “Me he dado cuenta que tengo dos tigres dentro de mí: uno blanco y uno negro”
–respondió el líder tribal.
En II Corintios 3:18 leemos: “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta
como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la
misma imagen, como por el Espíritu del Señor”. La gloria del Señor la vemos en su
Palabra. De Elías se testifica: “Jehová, en cuya presencia estoy” (I Rey.17:1). ¿Es usted
conocido en la gloria de Jehová, la Presencia del Señor, la Palabra del Señor? Aunque no
sea conocido en las redes sociales o ¿es muy conocido en estas últimas y un completo
desconocido en la presencia del “único y soberano, Rey de reyes y Señor de señores”?
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”
e) Se va renovando.
Del griego anakainóo hacer nuevo no de reciente sino de diferente. Vemos que es
progresiva (Col.3:10); “por tanto no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre
exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día” (II Co. 4:16)
El contraste se da entre el ser físico, mencionado en la primera parte de este nuestro
versículo, que está sujeto a la ley de la entropía, que puede definirse, en palabras simples
y comunes, como “el progreso para la destrucción” o “el desorden inherente a un
sistema”. La entropía significa que todo va para peor o, lo que es lo mismo, que todo
empeora o se arruina irremisiblemente. Y este nuestro pobre cuerpo, sujeto al pecado y
bajo los efectos del mismo, se va deteriorando o “desgastando”. Este término en griego
es diaftheiro. Está siendo destruido, podrir por completo, arruinar, descomponer
totalmente. Es un desgaste paulatino, pero eso no es de preocuparse. El interior no
obstante se renueva de día en día”. Y así seguirá hasta que se le dé el toque divino del
Perfecto para que redima nuestro cuerpo, “porque es necesario que esto corruptible se
vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad” (I Co.15:53), El desgaste de
nuestro cuerpo es paulatino así como nuestra transformación está siendo paulatina
también, se “renueva día en día” y “se va renovando hasta” (comp. Col.3:10).
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”
Otra nota al margen de mi himnario es: “No quiero ir al cielo para estar mejor;
quiero ir al cielo para ver, alabar y adorar a mi Señor y Salvador”. Quiero estar allá para
cumplir mis oficios en entera santidad.
vestido con la coraza de fe, amor, y con la esperanza de salvación como yelmo”. Esta
salvación no se refiere a la salvación del alma por Cristo Jesús al creer en su sacrificio
vicario para satisfacer la justicia de Dios y recibir así el perdón de pecados por su sangre,
habiendo aplacado Su ira sobre nosotros. No se refiere a nuestra justificación. Se refiere,
Pablo, a la salvación completa. En esa misma tónica escribe Romanos 13:11 al decir: “Y
esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está
más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos”. Otra vez aquí no se
refiere a nuestra salvación del castigo eterno. Como garantía de nuestra participación en
tal salvación, se nos dio al Espíritu Santo “que es la arras de nuestra herencia hasta la
redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria” (Ef.1:14). Reitero, no se
refiere a la redención de nuestras almas, sino ese glorioso día esperado por los cristianos
“aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran
Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2:13) y por el cual nos vemos motivados a vivir en
santidad.
Con esta “manifestación gloriosa” nos deviene para los suyos bendiciones sin igual,
como por ejemplo, su galardón con Él (Ap.22:12), la instauración de su reino y hacer
nuevas todas las cosas (Ap.22). Pero antes de ello, la mejor bendición es la restauración de
nuestros cuerpos que es lo que no ha sido redimido de nosotros como seres, lo que se
conoce escrituralmente como nuestra glorificación. Veamos algunas referencias al
respecto.
En Romanos 8:18-26 encontramos tres gemidos hecho por tres grupos o seres
diferentes, a saber:
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”
2. Otro grupo, “y no solo ella, sino que también nosotros mismos –afirma el
apóstol– que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos
dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro
cuerpo” (v.23-25). La palabra que Pablo usa para referirse a nuestro gemir es
diferente que el que hace la creación, aquí es la palabra griega ´stenázo´ que
puede traducirse como meter o estar en aprietos, suspirar, murmurar, orar
inaudiblemente, gemir, angustia, quejarse, angosto refiriéndose a obstáculos que
están cerca. Es un gemir por un sentimiento interno inexpresado de dolor.
Los que gimen. Los que tenemos las primicias del Espíritu, otra forma de
referirse a nosotros los salvados.
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”
3. El Espíritu. El texto nos dice: “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra
debilidad; pues que hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el
Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Más el que
escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a
la voluntad de Dios intercede por los santos” (v.26-27). El Espíritu Santo es el
Agente Divino que está trabajando activamente con el pecador no arrepentido y
también con el pecador arrepentido, es decir, con el creyente. “Nos ayuda en
nuestra debilidad” no se refiere a algún aspecto de fragilidad en momentos
difíciles de angustia, de cuitas y temores como humanos que todavía somos
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”
objetos (que también nos consuela en esos momentos, pero el texto aquí no se
refiere a ello), se refiere a la debilidad ante el pecado, la fragilidad por la tendencia
hacia la complacencia de los deseos carnales que batallan contra el alma y contra
el espíritu. Los “gemidos indecibles” no se refiere, como algunos carismáticos y
neo pentecostales neciamente han interpretado, afirmando que se refiere a
lenguas extáticas, por el contexto, esos gemidos gr. ´stenagmós´ que es suspiro,
orar inaudiblemente y, para indecible, es la palabra ´alaletos´ no decible,
inexpresable. Es decir, la Divinidad sabe lo que necesitamos y lo que gemimos, se
refieren a nuestra adopción que es otra forma de hablar de nuestra glorificación.
MacArthur afirma que son “expresiones al interior de la Trinidad que no pueden
articularse en palabras pero que hacen llamados profundos por el bienestar de
cada creyente”. Es decir, al igual que cuando el Señor Jesucristo oraba, el Espíritu
Santo aquí hace una oración inter divina –entre Dios.
Por eso, la convicción del apóstol y la que debe ser nuestra también, es: “Pues
tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la
gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” (v.18). “Las aflicciones del tiempo
presente” pueden referirse a las diversas pruebas que nos pueden venir como humanos.
Pero “la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” si se refiere a nuestra
glorificación, nos habla de la resurrección incorruptible o la transformación de nuestro
cuerpo mortal y, como consecuencia, la semejanza completa al Señor, pues “aún no se ha
manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos
semejantes a él, porque le veremos tal como él es” (I Jn.3:2).
Y, a continuación, Pablo pasa a descubrir la bitácora del Señor en Su plan que tiene
para los suyos, en el versículo 30:
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”
Glorificó. Aunque el termino está en tiempo pasado y está de forma perfecta. Esta
forma de escribir en las Escrituras se conoce como “un pretérito profético”; es
decir, habla de algo como que ya sucedió pero su evento en realidad se verificará
en el futuro, lo que indica que para el Señor ya es un hecho y nada ni nadie, que no
hay diablo ni carne ni mundo que con sus tentaciones que estropeará Su plan que
tiene para con los suyos, nos indica certidumbre de lo que habrá de suceder. No
obstante que es un hecho del futuro, porque el Señor “llama a las cosas que no
son, como si fuesen” (Ro.4:17)
Pablo declara sobre lo que sucederá con los cuerpos de nuestra humillación el día
de la glorificación: “He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos
seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final
trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles,
y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de
incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya
vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se
cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh
muerte, tu agujón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? Ya que el aguijón de la muerte es el
pecado, y el poder del pecado, la ley”. (I Co.15:51-57)
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”
al Señor. No quiere decir que Pablo estaba profetizando que la venida de Cristo por
los suyos sería mientras él estuviese en vida. Pablo describe su anhelo y no el
tiempo en que ocurriría tal bendición. Transformado del gr. ´alasso´ hacer
diferente, cambiar, hacer otra cosa de lo que es, transformar.
La exclusividad de la promesa. Los que tiene ciudadanía “en los cielos”; es decir,
los creyentes en Cristo Jesús.
La garantía de que se efectuará tal como prometió. “por el poder con el cual
puede también sujetar a si mismo todas las cosas”
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”
Vez tras vez he repetido que “el yo espiritual”, el nuevo hombre, la nueva
naturaleza, está atrapada en aquello de su ser que aún no ha sido redimido, a saber, su
cuerpo. Que el tal no es malo en sí mismo, sino que es el único reposorio del pecado, en
donde encuentra vulnerable al cristiano, y es ahí del porqué de nuestra beligerancia.
Sabemos que el ser humano es tripartito, está conformado por “espíritu, alma y
cuerpo” (I Tes.5:23) y así como su ser entero llego a ser objeto de perversión, la que se
conoce como perversión total; así será su redención, la restauración de su santidad será
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”
total también, y ha sido redimido de espíritu y alma y la parte que falta de ser redimida es
su cuerpo, por esto dice Pablo: “Porque es necesario que esto corruptible se vista de
incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad” (I Co.15:53) y es necesario que así
sea porque “la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción
heredará la incorrupción” (v.50). Refiriéndose a la transformación total de su cuerpo. No
está afirmando que no tendremos carne ni sangre, sino que habla que no habrá más
presencia del pecado, de aquella tendencia maldita hacia el pecado que es enemistad
contra Dios, que aborrece a Dios, que es beligerante al Espíritu y el Espíritu a ella, la carne.
¡Habremos sido liberados del poder, presión y presencia del pecado! ¡Por fin seremos
librados de este cuerpo de muerte!
Evidencia de que estamos vivos por Cristo. Si sentimos dolor, desesperación, hastío
a causa “del pecado que mora en mí”, es porque hemos sido resucitados, tenemos vida,
estamos vivos espiritualmente (Ef.2:1). En cambio un impío no le duele el pecar porque, el
primer efecto del pecado es “la muerte” (Ro.6:23) y la muerte trae insensibilidad,
“después que perdieron toda sensibilidad” –aclara Pablo– “se entregaron a la lascivia
para cometer con avidez toda clase de impureza” (Ef.4:19). La palabra sensibilidad
proviene del vocablo gr. ´Apalgéo´, quedar apático, estar endurecido, dejar de sentir
dolor. A su vez, la palabra avidez, proviene del vocablo gr. ´pleonexia´ avaricia, deseo de
beneficio, cuya raíz es ´pleonéktes´ sostener, desear más, con ansia de ganancia
(avaricioso, de aquí defraudador). Se refiere a las ansias o los deseos muy fuertes e
intensos de poseer algo. Y la palabra impureza es ´akatharsia´ impureza, inmundicia,
concupiscencia, que denota suciedad sea física –basura en estado de descomposición,
cuerpo putrefacto o estiércol– pero, sobre todo, moral –que son buenas expresiones
aquellas de cómo ve Dios el pecado.
También, el impío, es descrito como que “su necio corazón fue entenebrecido”
(Ro.1:21). La palabra entenebrecer, proviene del vocablo griego ´skotizo´ que implica
oscurecer, privar de luz, metafóricamente se refiere a la mente o el entendimiento. Y,
también son descritos como que “tienen la conciencia cauterizada” (I Timt.4:2). Y esta
palabra cauterizada proviene de la palabra griega ´kausteriazo´ que es quemar con hierro
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”
de cauterizar, marcar con hierro candente, (de allí proviene el vocablo castellanizado
caustico, que se refiere a aquello que quema o que corroe los tejidos orgánicos).
Así como es imposible que en lo natural a un muerto le cause daño al picarle con
una aguja, así el muerto espiritual no podrá sentir dolor del pecado. De manera que un
impío nunca tendrá esta beligerancia.
Evidencia de que es Templo del Espíritu Santo. Leemos en las Sagradas Escrituras
“Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne
es contra el Espíritu, y el del espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para
que no hagáis lo que quisiereis” (Ga.5:16-17). En la antigüedad Jehová mismo dijo: “No
contenderá mi espíritu con el hombre para siempre (…)” (Gn.6:3), porque el Espíritu
Santo es el que redarguye y ya en el Nuevo Testamento el contiende contra la carne del
creyente (en el sentido moral que ya anotamos en nuestra definición), a tal punto de que
el creyente es consciente que “le contristamos” (Ef.4:30) y eso le afecta al Nuevo Hombre
porque Él es quien le sostiene, “espíritu noble me sustente” (Salm.51:4).
Vea usted que el creyente, gracias a la operación del Espíritu Santo en él es que ve
su pecado y lo “aborrece” (Ro.7:15),”no quiere” hacerlo; es decir, un salvo nunca planifica
el pecado (v.16), e, incluso, no le es causa de orgullo sino de “vergüenza” (6:21) y lo
describe como algo “abominable” (I Pe.4:3). Este término abominable ´athemitos´ denota
algo o todo lo que es contrario a la ley y que merece ser condenado o aborrecido.
Esta tristeza gr. ´lupe´ o ´lupeo´ provocar tristeza, molestia, dolor, entristecer,
contristar. Es según Dios; es decir, conforme a la voluntad de Dios, Dios trabajando
activamente en el pecador por su Espíritu Santo (Jn. 16:6-11) y es para salvación; en
cambio, la tristeza del mundo, que más apropiadamente sería, remordimiento, produce
muerte, en un buen chapinismo diríamos que son “lágrimas de cocodrilo”.
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”
Implica el abandono del pecado “os convertisteis de los ídolos a Dios”; y también,
a. Solicitud. Gr. spoudé que significa velocidad, rapidez, fervor, anhelo, prisa,
prontamente, con solicitud, con diligencia, apresurar. Denota el
pensamiento de interés y solicitud vigilantes. Un anhelo de estar cerca de
Dios y separarse del pecado, mantener un interés y vigilancia en la justicia y
todo lo que honra a Dios. Aborrecer lo que Dios aborrece y amar lo que
Dios ama.
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”
d. Temor. Gr. Fobos temor, susto, respeto. Conlleva la idea de tenerle temor
saludable que involucre el alejamiento de aquello que pueda desagradarle,
un temor a volver a estar (no que sea factible) fuera de su presencia.
Permítame darle mi definición del Temor de Dios: “es una forma de pensar
y de sentir que lo lleva a un estilo de vivir al considerar tan valiosa la
relación que ya tengo con Dios que no quiero que nada ni nadie pueda
estropear esa relación, actuando con celos cuando alguien o algo intente
estropearla”.
e. Ardiente afecto. La idea es: “como pude estar tanto tiempo alejado de mi
Dios” y por esa convicción tiene el deseo intenso de vivir una vida piadosa
para restaurar su relación con Dios. “Baste ya el tiempo pasado para haber
hecho lo que le agrada a los gentiles, andando en lascivias,
concupiscencias, embriagueces, orgías, disipación y abominables
idolatrías” –escribió el apóstol Pedro (I Pe. 4:3).
Y es Job quien nos enseñara por su experiencia con su Señor. Él dijo: “He aquí que
yo soy vil” pero esta exclamación fue derivado de la aparición del Señor que desde un
torbellino hizo sonar su portentosa voz y le hablo, no para justificar del porque le había
permitido las aflicciones a Job, sino a hablarle de la sabiduría. El Señor bombardea a Job
con varias preguntas y puedo imaginarme a Job respondiendo a la primer pregunta con un
sincero “no se” y a la segunda “no se” y, en todo el dialogo, no podía responder. Es que
¿Quién puede presentarse ante Dios y permanecer parado, al menos, o salir ileso?
Más adelante fue que dijo: “Yo conozco que todo lo puedes, y que no hay
pensamiento que se esconda de ti. ¿Quién es el que endurece el consejo sin
entendimiento? Por tanto, yo hablaba lo que no entendía; cosas demasiado
maravillosas para mí, que yo no comprendía. Oye, te ruego, y hablaré; te preguntaré y
tú me enseñarás. De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me
aborrezco, y me arrepiento en polvo, y ceniza” (42:2-6). Solo cuando fue expuesto a una
gloria más sublime y mayor, “demasiado maravillosa” para él, fue que Job se dio cuenta
de sí mismo, de cómo es él.
pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo
malo delante de tus ojos. Para que seas reconocido justo en tu palabra y tenido por puro
en tu juicio. He aquí en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre. He
aquí tu amas la verdad en lo íntimo, y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.
Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve”. Y también
reconoció su grande necesidad de un espíritu superior, un espíritu más excelente, un
“espíritu noble me sustente” –dijo David.
“Crea en mi” –David pide uno nuevo, no el mismo putrefacto por la perversidad.
“un corazón limpio” –no uno manchado con el pecado sino uno que se incline hacia la
santidad. “renueva un espíritu recto dentro de mi” –uno que se ajuste a la justicia de Dios
y que se deje moldear por El y no uno rebelde. “no me eches de delante de ti” –no me
dejes a mi suerte, no decretes contra mi sentencia para andar en condenación
(comp.Ro.1:24, 26,28). “no quites de mi tu santo espíritu” –no quites lo único que me
convence de pecado, me redarguye y me enseña mi maldad; no quiere decir que el
cristiano cuando peca pierde el Espíritu Santo, la enseñanza del Nuevo Testamento es que
queda contristado. “vuélveme el gozo de tu salvación” –la delicia de tener comunión
contigo, como hijo necesito el perdón de mi Padre celestial. “y espíritu noble me sustente”
–necesito tu misma presencia, pues de lo contrario solo yo caigo con mi peso del pecado.
La exclamación de Isaías fue cuando vio su gloria, Juan relaciona al Señor Jesús con
el Jehová del Antiguo Testamento, en Juan 12:41 leemos: “Isaías dijo esto cuando vio su
gloria, y hablo acerca de él” refiriéndose a Isaías 6. De manera que lo que vio Isaías fue al
Señor Jesucristo. Al apóstol Pedro le pasó lo mismo, fue cuando vio el señorío de Cristo
inclusive sobre la naturaleza, fue que reconoció su pecado.
Pablo, desde su encuentro con el Señor en las afueras de Damasco, fue de continuo
arrepentimiento. Ese día lo que dijo fue: ¿Quién eres Señor y que quieres que yo haga?
Son dos preguntas en una. ¿Quién eres Señor? Es la identidad de quien le está hablando
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”
pero intrínseca a la pregunta está el reconocimiento de que es Alguien superior a él. ¿Qué
quieres que yo haga? Disposición, se puso a su servicio.
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”
visión no es la buena y bajo la mirada y vuelvo a ver a mi alrededor y todo cambia, a causa
de haber estado expuesto a una luz superior, más alta y sublime de la que estoy
acostumbrado.
Hablo un excelente ingles ante niños de 1 año cuya lengua natal no es el inglés;
pero me doy cuenta que no se nada del inglés, ante niños de 1 año cuya lengua natal es el
de los anglosajones. Cuando me veo a mi mismo puedo llegar a decir: “cuan bueno soy”
hasta el punto de creerme tal mentira, porque “engañoso es el corazón más que todas las
cosas, y perverso; ¿Quién lo conocerá?” (Jer.17:9) ¡Si, es engañoso por su perversión!
Pero cuando estoy expuesto al Santo, al Sublime, al Perfecto, “porque así dijo el Alto y
Sublime, el que habita en la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura
y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivificar el espíritu
de los humildes y para vivificar el corazón de los quebrantados.” (Is.57:15) Es como nos
damos cuenta que no podemos tender a Él, que no merecemos nada de Él sino solo su
castigo y juicio, es como empezamos a tener descontento con nosotros mismos.
Empezamos a amarle para aborrecernos por nuestra pecaminosidad, anhelamos verle
para admirarle. Calvino sigue afirmando: “por lo cual el conocimiento de nosotros mismos,
no solamente nos aguijonea para que busquemos a Dios, sino que nos lleva de la mano
para que lo hallemos”
Esto nos conducirá a reconocer que somos débiles y que nunca podremos, por
nuestra propias fuerzas vencer al pecado y que necesitamos de que un Espíritu noble nos
sustente. No es sino con la ayuda del Espíritu Santo de Dios que se irá logrando la
transformación viendo como en un espejo la gloria del Señor. Lo cual haremos en oración.
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“En el creyente verdadero, el pecado es una carga que lo aflige y nunca un placer que lo
deleita.”
Es personal –porque nadie la experimenta por mí, sino yo mismo para mi bendición
y vida espiritual activa y de triunfo y gloria y mi comunión con Dios para su gloria. Es
cotidiana –porque es una lucha de día a día, porque “nuevas son cada mañana sus
misericordias”, así lo es nuestra experiencia en la santidad. Es progresiva –porque no es
estática, debemos crecer, no es normal que algo viviente se queda estático, es antinatura
inclusive. Pablo reconocer que el nuevo hombre “el cual conforme a la imagen del que lo
creo, se va renovando hasta el conocimiento pleno” (Col.3:10). Es experimental –porque
no es idealista, la santidad no es un concepto teológico que debemos guardar bien en los
anaqueles de nuestra mente, sino más bien, es más que un concepto teológico es una
verdad que no deja de ser teológica y además es bíblica y divina. Pablo espeta a los
romanos al responder una pregunta alegórica que sus contendientes podría hacerle:
“¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En
ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿Cómo viviremos aún en él?”
(Ro, 6:1-2). En ninguna manera en el original es una expresión muy enérgica que sirve
para repudiar algún supuesto absurdo a todas luces, pero es dicha con indignación y
coraje para corregir a los que lo creen. Es como que dijéramos “no y mil veces no” y en el
Antiguo Testamento se decía: “nunca tal acontezca”. También dice Pablo: “Porque
mientras estábamos en la carne –éramos no salvos– las pasiones pecaminosas que eran
por la ley obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte” (7:5).
su hermano y amigo,
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