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de la Comunión
CURSO BÁSICO
Actualizado
1
CURSO PARA MINISTROS EXTRAORDINARIOS DE LA COMUNIÓN
Oración a la Virgen
Virgen Madre: Servidora del Señor, Servidora de la Iglesia, Virgen fiel, orante y
oferente, modelo de la actitud espiritual con que la Iglesia celebra y vive los misterios
divinos; como nosotros, ministros del Cuerpo de Cristo, el Señor; enséñanos a ser
generosos, humildes y simples, para que, como tú, seamos camino, breve y diáfano,
del encuentro de nuestros hermanos con Jesús.
"Maestra de vida espiritual para cada uno de los cristianos" ayúdanos a tener
intimidad con el Señor, en la Palabra recibida con corazón abierto, en la oración, en
los sacramentos, de tal modo que, en Él encontremos, cada día la fuerza y decisión
para vivir el Evangelio; la lucidez para exigimos profundidad en la Fe, serenidad en la
Esperanza y solicitud en el Amor sincero.
Que nuestras manos, que en la Liturgia dan el Cuerpo salvador en la Comunión, sean
manos, que en la vida cotidiana, unan las manos y los corazones divididos, en la
común - unión de la reconciliación fraterna. Ese será nuestro ministerio, prolongado
en el mundo como servicio fraternal.
Corno tú guardabas en tu corazón los misterios de Jesús; ayúdanos a que, también
nosotros sepamos maravillamos y contemplar con admirado gozo, los misterios
sacramentales que la Iglesia puso en nuestras manos, para que la fuerza del Misterio,
nos inunde y nos transforme en testigos de la Fe.
Enséñanos la fidelidad. Ayúdanos a vivir en la alegría. Fortalece nuestro espíritu
servicial. Danos a Jesús como amigo; El dará plenitud a nuestra vida y enriquecerá
nuestro ministerio. Amén.
3
CRITERIOS PARA SU EJERCICIO
4
ÍNDICE TEMÁTICO
DESCRIPCIÓN PÁGINA
5
UNIDAD I
INTRODUCCIÓN AL CURSO
INTRODUCCIÓN
A) ORACIÓN INICIAL
Texto Bíblico: (Rm 6,2-4).
Reflexión:
- ¿Cómo es posible que los que hemos muerto al pecado sigamos viviendo en él?
- ¿No saben ustedes que todos los que fuimos bautizados en Cristo Jesús, nos hemos
sumergido en su muerte?
- Por el Bautismo fuimos sepultados con Él en la muerte, para que así como Cristo
resucitó por la gloria del Padre, también nosotros llevemos una Vida nueva.
- Por el Bautismo nacemos en Cristo y sin Cristo no hay salvación.
- Jesús sembró en nosotros una VIDA NUEVA.
- ¿Creemos realmente que resucitaremos con Cristo...?
- ¿Vivimos con entusiasmo esta PASCUA cotidiana: morir a todo Pecado para renacer
a la vida de HIJOS...?
B) PRESENTACIÓN
HERMANO(A):
Has sido llamado(a) al servicio de tus hermanos en el ministerio extraordinario de la
Comunión.
Es un servicio que desempeñas en la asamblea litúrgica, ayudando en la distribución de
la Sagrada Comunión y, también, en el ministerio de la consolación, llevando el Cuerpo
de Cristo a los enfermos e impedidos, privilegiados de Jesús y de la Iglesia, que
necesitan ser fortalecidos con el Pan de la Vida.
Surgen estos ministerios no ordenados en la línea de una mayor participación (DP 625).
El Espíritu prometido por Jesús, que anima a la Iglesia y le señala los caminos que debe
transitar en cada tiempo de la historia, ha suscitado, después del Concilio Vaticano II,
junto a los ministerios jerárquicos, otros ministerios sin el Orden Sagrado. "'Por tanto,
también los laicos pueden sentirse llamados o ser llamados a colaborar con sus pastores
en el servicio a la comunidad eclesial, para el crecimiento y vida de ésta, ejerciendo
ministerios diversos según la gracia y los carismas que el Señor quiere concederles" (Cf.
EN 73; DP 804).
7
Esencialmente es un servicio a la comunidad eclesial, "para el crecimiento y vida de
ésta" (DP 804), en colaboración con los pastores.
Tiene que ser, entonces, muy generosa tu permanente actitud, como generosa es la
gracia que el Señor te ha concedido.
Pero, hermano(a), aunque sea esencialmente un SERVICIO, no deja de ser también un
HONOR. Honor no sólo porque este ministerio te es "reconocido públicamente y
confiado por quien tiene la responsabilidad en la Iglesia" (DP 805), sino porque, entre
muchos laicos, se te distingue llamándote a una función eclesial que se da a pocos y
cuidadosamente.
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UNIDAD II
FORMACIÓN BÍBLICA
EL NOMBRE "BIBLIA"
La palabra "Biblia" viene del griego "biblos", que significa "libro". La Biblia es el libro por
excelencia. Está compuesta por muchos libros.
Los judíos palestinos, menos familiarizados con la lengua griega y usando habitualmente
rollos de papiro o pergamino, llamaban a estos escritos "Sagrada Escritura" o,
simplemente, "La Escritura".
Hoy la Biblia normalmente se edita en un solo volumen.
LA DIVISIÓN DE LA BIBLIA
El conjunto se divide en dos partes llamadas:
• Antiguo Testamento y
• Nuevo Testamento.
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Ya sabemos que estos libros fueron escritos en diversas épocas, y por diferentes autores,
y en diferentes "géneros literarios".
Es muy importante esto para la comprensión de los libros. Pero más tarde trataremos
más a fondo lo que quiere decir "géneros literarios".
a. El Pentateuco.
Los primeros cinco libros del AT se llaman "Pentateuco". Viene de una palabra griega
que significa "cinco libros". A estos libros se les llama también "LA TORAH" (=ley),
porque contiene la ley de la Antigua Alianza. A veces se los llama "Primer libro de
Moisés", "Segundo..." "Tercer...", "Cuarto..." y "Quinto libro de Moisés", no porque Moisés
haya escrito todos estos libros, sino que se considera a Moisés como el "Padre
espiritual" de ellos.
Los libros del Pentateuco son:
• GÉNESIS (abreviado Gn) = comienzo.
Es el libro que habla sobre los orígenes del mundo, del hombre, del pecado, de los
patriarcas, del pueblo de Dios.
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• LIBROS SAPIENCIALES O DE SABIDURÍA.
Son 7 libros. En ellos se expresa la sabiduría y sentimientos del pueblo, proverbios,
poesías, cantos, oraciones, etc. Aquí se ubican p.e. los Salmos.
* Mirar en el índice de tu Biblia cuáles son estos libros.
• LIBROS PROFÉTICOS.
Son 18 libros. Contienen el mensaje y la vida de los profetas. p.e.: Isaías, Jeremías,
Ezequiel, Amos, etc.
* Mira en el Índice de tu Biblia cuáles son esos libros.
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Por todo eso, es difícil resumir en pocas palabras aquello que el nombre de Dios hace
surgir en la mente, en la memoria, en el corazón del pueblo, por Él liberado. Solamente
el propio pueblo, que vive y celebra la presencia liberadora de Dios en medio de ellos
puede confirmarlo.
En nuestra Biblia, el nombre de Yahvé fue traducido por SEÑOR. Es la palabra que más
veces aparece en la Biblia. Millares de veces. Pues el propio Dios habló: "Este es mi
nombre para siempre. Con este nombre quiero ser invocado, de generación en
generación" (Ex 3,15).
A Ud. le hace un bien enorme oír, recordar o pronunciar el nombre de la persona
amada. ¡Eso ayuda tanto en la vida! Da fuerza y coraje, consuela y orienta, corrige y
confirma. Un nombre así no puede ser usado en vano, sería una blasfemia usar el
nombre de Dios para justificar la opresión del pueblo. Pues Yahvé significa presencia
liberadora en medio de nosotros. El nombre de Yahvé es el centro de todo. Tantas veces
Dios mismo dice: "Yo quiero ser Yahvé para Uds. y Uds. deben ser mi pueblo" (cfr. Dt 7,6).
Ser el pueblo de Yahvé significa: ser un pueblo donde no haya opresión como en
Egipto; donde el hermano no explote al otro hermano; donde la ley de los diez
mandamientos es observada; donde el amor al prójimo es igual al amor de Dios; donde
el pueblo vive y celebra su fe, y alaba a Dios por sus maravillas. Este es el mensaje
central de la Biblia. Es la llamada que el nombre de Dios hace a todos aquellos que
quieren pertenecer a su pueblo y vivir la salvación que Él nos trae.
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Esta gran esperanza alimentada por los profetas sostuvo al resto fiel del pueblo y ayudó
a superar las duras crisis de su camino. El resto fiel eran, sobre todo, los pobres que
ponían su esperanza únicamente en Dios (Sof 3,12).
Como la madre se enfrenta a los dolores del parto, porque tiene amor a la vida nueva
que lleva dentro de ella, así los pobres enfrentaban los sufrimientos del desierto, porque
tenían amor a la promesa divina que llevaban dentro de sí mismos. Ellos creían en la
vida nueva que debía surgir para todos los hombres. Esta vida nueva llegó finalmente
en Jesús de Nazaret, el Mesías = Cristo.
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EL NUEVO TESTAMENTO.
Ya vimos cómo Dios hizo Alianza con su Pueblo. Liberó al pueblo de la esclavitud y lo
llevó de regreso a la tierra de Canaán. Dios había dado su ley y esperaba de su pueblo
amor y fidelidad. Pero no siempre le dio esta respuesta. El pueblo se apartó de Dios.
Entonces surgieron los Profetas que recordaron al pueblo su compromiso.
EL AT HABLA DE JESÚS.
Los primeros seguidores de Jesús son los judíos. Según su costumbre se reúnen para oír las
Escrituras que en ese entonces son del AT. Pero ellos comienzan a leer aquellos escritos
con ojos nuevos. Todo se ilumina con una nueva luz. Con un nuevo entendimiento. Ellos
descubren que el AT habla de Jesús voladamente, y que lo anuncia como aquel que va
a completar la obra de Dios, como el Mesías esperado.
En el evangelio de Juan (5,39), Jesús dice: "Ustedes estudian atentamente las Escrituras
porque piensan encontrar en ellas la Vida Eterna. Pero esas mismas escrituras hablan en
mi favor".
Cuando Jesús se aparece a sus discípulos después de la resurrección, les dice:
"Todo esto se lo había dicho cuando estaba todavía con ustedes. Tenía que cumplirse lo
que está escrito en la Ley de Moisés, en los profetas y en los salmos respecto a mí.
Entonces les abrió la mente para que lograran entender las Escrituras". (Lc 24,44-25).
Para el cristiano, toda la Biblia es el Libro de Jesucristo. Su venida es el acontecimiento
que divide en dos partes la historia humana. Todo puede ser visto como preparación a
su venida o como consecuencia de ella.
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La historia del Pueblo de Dios (El nuevo Israel), viviendo la Nueva Alianza, continúa.
Cristo quiere renovar, perfeccionar y conducir todo a su plenitud. LOS LIBROS DEL NT.
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o Carta a los Gálatas
o Carta a los Efesios
o Carta a los Filipenses
o Carta a los Colosenses
o Dos Cartas a los Tesalonicenses
A estas le siguen tres cartas llamadas "Cartas Pastorales" estas Cartas no están dirigidas
a comunidades concretas, sino a sus líderes o "pastores". De ahí el nombre.
Las Cartas Pastorales son:
o La Primera y Segunda Cartas a Timoteo
o La Carta a Tito
Finalmente hay una carta que está dirigida a los hebreos. Esta y, probablemente, algunas
de las demás cartas no fueron escritas personalmente por Pablo, sino por sus discípulos.
Las Cartas que San Pablo escribió personalmente, son más antiguas que los Evangelios.
La más antigua es la Primera Carta a los Tesalonicenses, escrita en el año 51 d. C, la cual
es también el más antiguo libro del NT.
Pablo murió por el año 64 (o 67), antes de que fuese escrito el primer
Evangelio (Evangelio de Marcos).
• Epístolas Católicas.
Además, hay 7 Cartas o Epístolas "Católicas". Se les llama así porque no están dirigidas
a una persona o a una determinada comunidad sino a todas las Iglesias Cristianas.
(Católico significa universal).
Estas cartas son:
o Carta de Santiago
o Dos Cartas de San Pedro
o Tres Cartas de San Juan
o Carta de San Judas
• Apocalipsis
Este libro se atribuye a Juan. "Apocalipsis" significa "revelación". El autor de este libro
desea apoyar y afianzar la fe de los primeros cristianos y animarlos para soportar con
firmeza las primeras persecuciones, principalmente las de Nerón y Domiciano,
emperadores romanos.
El autor usa un lenguaje simbólico, pero que es comprensible para los cristianos. De
esa forma describe la derrota de los perseguidores y la victoria final de Cristo.
No es un libro de "misterios", ni anuncia desgracias para los cristianos. Por el contrario,
es un libro que conforta y da mucha esperanza y coraje para afrontar las dificultades.
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El Apocalipsis es el último libro de la Biblia, en la colección, no cronológicamente.
* Veamos en nuestra Biblia dónde están los distintos libros del NT.
I II III
80 Mateo
65/70 Marcos
80 Lucas
90 Juan
85 Hechos
57 Romanos
55 1 Corintios
56 2 Corintios
56 Gálatas
60 Efesios
56 Filipenses
60 Colosenses
51 1 Tesalonicenses
51 2 Tesalonicenses
65 1 Timoteo
67 2 Timoteo
65 Tito
60 Filemón
70 Hebreos
60 Santiago
63 1 Pedro
110 2 Pedro
95 1 Juan
92 2 Juan
92 3 Juan
85 Judas
96 Apocalipsis
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Usted mismo puede hacerse ahora una lista donde los libros aparecen en orden
cronológico. Así se da cuenta cuál es el libro o escrito más antiguo, o sea, más cerca de
los acontecimientos de la vida de Jesús y cuál de los escritos es el más reciente.
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PABLO OBISPO
SIERVO DE LOS SIERVOS DE DIOS
JUNTAMENTE CON LOS PADRES DEL SACROSANTO CONCILIO
PARA PERPETUA MEMORIA
Constitución dogmática
“DEI VERBUM”
sobre la divina revelación
PROEMIO
1. El Santo Concilio, escuchando religiosamente la palabra de Dios y proclamándola
confiadamente, hace cuya la frase de San Juan, cuando dice: "Os anunciamos la vida
eterna, que estaba en el Padre y se nos manifestó: lo que hemos visto y oído os lo
anunciamos a vosotros, a fin de que viváis también en comunión con nosotros, y esta
comunión nuestra sea con el Padre y con su Hijo Jesucristo" (1Jn 1, 2-3). Por tanto
siguiendo las huellas de los Concilios Tridentino y Vaticano I, se propone exponer la
doctrina genuina sobre la divina revelación y sobre su transmisión para que todo el
mundo, oyendo, crea el anuncio de la salvación; creyendo, espere, y esperando, ame.
CAPÍTULO I
LA REVELACIÓN EN SÍ MISMA
Naturaleza y objeto de la revelación
2. Dispuso Dios en su sabiduría revelarse a Sí mismo y dar a conocer el misterio de su
voluntad, mediante el cual los hombres, por medio de Cristo, Verbo encarnado, tienen
acceso al Padre en el Espíritu Santo y se hacen consortes de la naturaleza divina. En
consecuencia, por esta revelación, Dios invisible habla a los hombres como amigos,
movido por su gran amor y mora con ellos, para invitarlos a la comunicación consigo y
recibirlos en su compañía. Este plan de la revelación se realiza con hechos y palabras
intrínsecamente conexos entre sí, de forma que las obras realizadas por Dios en la
historia de la salvación manifiestan y confirman la doctrina y los hechos significados por
las palabras, y las palabras, por su parte, proclaman las obras y esclarecen el misterio
contenido en ellas. Pero la verdad íntima acerca de Dios y acerca de la salvación
humana se nos manifiesta por la revelación en Cristo, que es a un tiempo mediador y
plenitud de toda la revelación
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En Cristo culmina la revelación
4. Después que Dios habló muchas veces y de muchas maneras por los Profetas,
"últimamente, en estos días, nos habló por su Hijo". Pues envió a su Hijo, es decir, al Verbo
eterno, que ilumina a todos los hombres, para que viviera entre ellos y les manifestara los
secretos de Dios; Jesucristo, pues, el Verbo hecho carne, "hombre enviado, a los
hombres", "habla palabras de Dios" y lleva a cabo la obra de la salvación que el Padre
le confió. Por tanto, Jesucristo -ver al cual es ver al Padre-, con su total presencia y
manifestación personal, con palabras y obras, señales y milagros, y, sobre todo, con su
muerte y resurrección gloriosa de entre los muertos; finalmente, con el envío del Espíritu
de verdad, completa la revelación y confirma con el testimonio divino que vive en Dios
con nosotros para librarnos de las tinieblas del pecado y de la muerte y resucitarnos a la
vida eterna.
La economía cristiana, por tanto, como alianza nueva y definitiva, nunca cesará, y no
hay que esperar ya ninguna revelación pública antes de la gloriosa manifestación de
nuestro Señor Jesucristo (cf. 1 Tim., 6,14; Tit., 2,13).
CAPÍTULO II
TRANSMISIÓN DE LA REVELACIÓN DIVINA
Los Apóstoles y sus sucesores, heraldos del Evangelio
7. Dispuso Dios benignamente que todo lo que había revelado para la salvación de los
hombres permaneciera íntegro para siempre y se fuera transmitiendo a todas las
generaciones. Por ello Cristo Señor, en quien se consuma la revelación total del Dios
sumo, mandó a los Apóstoles que predicaran a todos los hombres el Evangelio,
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comunicándoles los dones divinos. Este Evangelio, prometido antes por los Profetas, lo
completó El y lo promulgó con su propia boca, como fuente de toda la verdad
salvadora y de la ordenación de las costumbres. Lo cual fue realizado fielmente, tanto
por los Apóstoles, que en la predicación oral comunicaron con ejemplos e instituciones
lo que habían recibido por la palabra, por la convivencia y por las obras de Cristo, o
habían aprendido por la inspiración del Espíritu Santo, como por aquellos Apóstoles y
varones apostólicos que, bajo la inspiración del mismo Espíritu, escribieron el mensaje de
la salvación.
Más para que el Evangelio se conservara constantemente íntegro y vivo en la Iglesia, los
Apóstoles dejaron como sucesores suyos a los Obispos, "entregándoles su propio cargo
del magisterio". Por consiguiente, esta sagrada tradición y la Sagrada Escritura de
ambos Testamentos son como un espejo en que la Iglesia peregrina en la tierra
contempla a Dios, de quien todo lo recibe, hasta que le sea concedido el verbo cara a
cara, tal como es (cf. 1 Jn., 3,2).
La Sagrada Tradición
8. Así, pues, la predicación apostólica, que está expuesta de un modo especial en los
libros inspirados, debía conservarse hasta el fin de los tiempos por una sucesión
continua. De ahí que los Apóstoles, comunicando lo que de ellos mismos han recibido,
amonestan a los fieles que conserven las tradiciones que han aprendido o de palabra o
por escrito, y que sigan combatiendo por la fe que se les ha dado una vez para siempre.
Ahora bien, lo que enseñaron los Apóstoles encierra todo lo necesario para que el
Pueblo de Dios viva santamente y aumente su fe, y de esta forma la Iglesia, en su
doctrina, en su vida y en su culto perpetúa y transmite a todas las generaciones todo lo
que ella es, todo lo que cree.
Esta Tradición, que deriva de los Apóstoles, progresa en la Iglesia con la asistencia del
Espíritu Santo: puesto que va creciendo en la comprensión de las cosas y de las
palabras transmitidas, ya por la contemplación y el estudio de los creyentes, que las
meditan en su corazón y, ya por la percepción íntima que experimentan de las cosas
espirituales, ya por el anuncio de aquellos que con la sucesión del episcopado
recibieron el carisma cierto de la verdad. Es decir, la Iglesia, en el decurso de los siglos,
tiende constantemente a la plenitud de la verdad divina, hasta que en ella se cumplan
las palabras de Dios.
Las enseñanzas de los Santos Padres testifican la presencia viva de esta tradición, cuyos
tesoros se comunican a la práctica y a la vida de la Iglesia creyente y orante. Por esta
Tradición conoce la Iglesia el Canon íntegro de los libros sagrados, y la misma Sagrada
Escritura se va conociendo en ella más a fondo y se hace incesantemente operativa, y
de esta forma, Dios, que habló en otro tiempo, habla sin intermisión con la Esposa de su
amado Hijo; y el Espíritu Santo, por quien la voz del Evangelio resuena viva en la Iglesia, y
por ella en el mundo, va induciendo a los creyentes en la verdad entera, y hace que la
palabra de Cristo habite en ellos abundantemente (cf. Col., 3,16).
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cierto modo y tienden a un mismo fin. Ya que la Sagrada Escritura es la palabra de Dios
en cuanto se consigna por escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo, y la Sagrada
Tradición transmite íntegramente a los sucesores de los Apóstoles la palabra de Dios, a
ellos confiada por Cristo Señor y por el Espíritu Santo para que, con la luz del Espíritu de la
verdad la guarden fielmente, la expongan y la difundan con su predicación; de donde
se sigue que la Iglesia no deriva solamente de la Sagrada Escritura su certeza acerca de
todas las verdades reveladas. Por eso se han de recibir y venerar ambas con un mismo
espíritu de piedad.
CAPÍTULO III
INSPIRACIÓN DIVINA DE LA SAGRADA ESCRITURA Y SU INTERPRETACIÓN
Se establece el hecho de la inspiración y de la verdad de la Sagrada Escritura
11. Las verdades reveladas por Dios, que se contienen y manifiestan en la Sagrada
Escritura, se consignaron por inspiración del Espíritu Santo. la santa Madre Iglesia, según
la fe apostólica, tiene por santos y canónicos los libros enteros del Antiguo y Nuevo
Testamento con todas sus partes, porque, escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo,
tienen a Dios como autor y como tales se le han entregado a la misma Iglesia. Pero en la
redacción de los libros sagrados, Dios eligió a hombres, que utilizó usando de sus propias
facultades y medios, de forma que obrando El en ellos y por ellos, escribieron, como
verdaderos autores, todo y sólo lo que Él quería.
Pues, como todo lo que los autores inspirados o hagiógrafos afirman, debe tenerse
como afirmado por el Espíritu Santo, hay que confesar que los libros de la Escritura
enseñan firmemente, con fidelidad y sin error, la verdad que Dios quiso consignar en las
sagradas letras para nuestra salvación. Así, pues, "toda la Escritura es divinamente
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inspirada y útil para enseñar, para argüir, para corregir, para educar en la justicia, a fin
de que el hombre de Dios sea perfecto y equipado para toda obra buena" (2 Tim.,
3,16-17).
23
LA FIDELIDAD Y EL AMOR DE DIOS A SU PUEBLO.
ORIGEN DE LA EUCARISTÍA EN EL ANTIGUO TESTAMENTO
24
Por eso celebramos la Eucaristía, para que en nuestra historia que cambia
continuamente, se haga presente Dios con su salvación. Para los cristianos la Eucaristía
no se celebra sólo como recuerdo de la Última Cena de Jesús, sino como un memorial,
que significa volver hacer presente para nosotros aquel acontecimiento, y celebrar
todo lo que Dios ha hecho en Jesucristo por su pueblo: la predicación de la Buena
Nueva a los pobres, la curación a los enfermos, la liberación a los oprimidos y sobre
todo, su muerte y resurrección. A veces nos olvidamos que Dios actúa en nuestra
historia, dejamos de “hacer memoria” de su amor. Por eso, es esencial celebrar el
memorial de la salvación que Dios nos da en la historia de Jesucristo, para que siga
sucediendo en nuestra historia y en nuestro tiempo.
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LA EUCARISTÍA, FUENTE DE TODO BIEN DE LA IGLESIA Y DEL MUNDO
3. La respuesta a esta necesidad existencial sólo puede venir de Dios y nos llega de una
manera inaudita, inimaginable que, al decir de Isaías, "asombrará a muchas
naciones, y los reyes se quedarán sin palabras al ver lo que nunca se les había
contado y comprender algo que nunca habían oído" (Is 52, 59). Este anuncio
inimaginable es el objeto de la revelación de Dios narrada en la santa Escritura. La
respuesta de Dios consiste en un evento que constituye el centro y cumbre de la
historia humana, el centro ordenador y hermenéutica de todo el universo; un evento
que es actualización de un designio misterioso de Dios, escondido en El durante los
siglos y revelado por medio de sus santos siervos los profetas en estos días, que son los
últimos. Es un evento que realiza y contiene, por una parte, la obra más grandiosa
que puede realizar un hombre: la glorificación perfecta de Dios, y, por otra, la obra
más maravillosa que pudo realizar Dios a favor nuestro: la santificación del hombre,
es decir, su divinización.
4. Es evidente que ambas obras superan totalmente la capacidad del hombre: Ni está
en sus posibilidades dar gloria plena a Dios y, mucho menos, asimilarse a Dios
participando de su misma vida divina. Por eso, aquí entra de lleno el amor
misericordioso de Dios con una respuesta que supera todo entendimiento humano y
que san Juan enuncia afirmando que el amor del Padre fue tan grande hacia el
hombre, que no dudó en entregarle a su propio Hijo, de modo que quien crea en El
no perezca sino que tenga vida eterna (cf. Jn 3, 16). La respuesta del Padre a la
necesidad de salvación del hombre fue contundente, inimaginable, misteriosa:
entregar a su Unigénito, su Hijo dado, entregado muerto y resucitado.
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Podemos, pues, intuir, pero no comprender, lo que significa la verdad central,
primaria y elemental de nuestra Fe: Jesús, el Hijo de Dios muerto y resucitado, único
Salvador del hombre y Señor del universo.
7. Quiera Dios, que tanto los obispos como los presbíteros, celebremos y ayudemos a
nuestros hermanos a celebrar dignamente tan gran misterio que el Señor Jesús
misericordiosamente ha puesto en nuestras manos.
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UNIDAD III
FORMACIÓN TEOLÓGICA
A) ORACIÓN INICIAL.
Texto Bíblico: (Rom 6,12-14).
Reflexión:
No permitan que el pecado reine en sus cuerpos mortales, obedeciendo a sus bajos
deseos.
Ni hagan de sus miembros instrumentos de injusticia al servicio del pecado, sino
ofrézcanse ustedes mismos a Dios, como quienes han pasado de la muerte a la Vida, y
hagan de sus miembros instrumentos de justicia al servicio de Dios.
Que el pecado no tenga más domino sobre ustedes, ya que no están sometidos a la
Ley, sino a la gracia" (Rom 6,12-14).
B) MOTIVACIÓN
Espiritualidad de los Ministros
Una muchacha universitaria, Ministro extraordinario de la Comunión, me decía: "Me
parece que la gente tiene derecho a esperar algo más de nosotros que fuimos
autorizados como servidores de su fe y su vida cristiana; derecho a ver algo más del
Evangelio vivido por nosotros; una espiritualidad más profunda... conductas coherentes
con lo que creemos, todo eso y más, de nosotros que, en nuestras manos, les ofrecemos
el Cuerpo de Cristo..." Creo que tiene total razón.
Siempre quedaremos sorprendidos, no desesperados, por la distancia que hay entre lo
que somos en concreto cada día, y lo que deberíamos ser; entre lo que vivimos y lo
grandioso que anunciamos y celebramos.
Por la conciencia de lo grande del Misterio que servimos, nunca nos acostumbramos ni
se vuelve rutina. Cada vez que tomamos el Cuerpo de Cristo, tendrían que seguir
temblándonos las manos como la primera vez.
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Esencialmente laico
Para una adecuada Espiritualidad, el Ministro extraordinario de la Comunión tiene que
tener conciencia clara de su condición laical. Es un laico al que se le ha confiado un
servicio extraordinario. Más aún, en la medida en que viva en profundidad su laicidad,
enriquece a las comunidades a en las cuales ejerce su función.
El Documento de Puebla (789) recuerda, citando a la Evangelii Nuntiandi (73), "que es
en el mundo donde el laico encuentra su campo específico de acción", "Por el
testimonio de su vida, por su palabra oportuna y por su acción concreta, el laico tiene
la responsabilidad de ordenar la realidades temporales para ponerlas al servicio de la
instauración del Reino de Dios".
Sin duda un laico que es Ministro de la Comunión tiene un respaldo muy alto para su
testimonio específico (laical) en el mundo de todos los días. Y a la vez siente la
exigencia de sus hermanos para que, precisamente por ser Ministro su testimonio sea
mayor, más firme, más claro.
Espiritualidad laical
La aspiración a una formación adecuada es legítima y necesaria. También en una
espiritualidad más apropiada a su condición de laico.
Algunas dimensiones de esta espiritualidad:
− Que el laico no huya de las realidades temporales para buscar a Dios, sino
persevere, presente y activo, en medio de ellas, y allí encuentre al Señor.
− Dé a tal presencia y actividad una inspiración de fe y un sentido de caridad
cristiana.
− Por la luz de la fe, descubra en esa realidad la presencia del Señor.
− En medio de su misión, a menudo conflictiva y llena de tensiones para su fe, busque
renovar su identidad cristiana en el contacto con la Palabra de Dios en la intimidad
con el Señor en la Eucaristía, en los Sacramentos y en la oración (DP 796 - 798).
¿Exigencia o vocación?
No sólo porque la comunidad y el mundo, esperan mucho más, del cristiano invitado a
ejercer este Ministerio; sino porque hay una VOCACIÓN a la perfección, a entusiasmar
a los laicos a vivir una profunda identidad con Jesús.
Para renovar su IDENTIDAD cristiana... Puebla propone cuatro líneas necesarias:
1. contacto con la Palabra de Dios;
2. intimidad con el Señor en la Eucaristía;
3. celebración de los Sacramentos;
4. práctica de la oración.
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Por lo tanto, un estilo... un modo de vivir la fe: como opción definida...
C) TEMA
Comunicación orgánica: unidad en la diversidad (ChL 20-27)
Nota: En cursiva se hacen comentarios al texto transcrito.
La comunión en la Iglesia es orgánica, es decir, como un organismo donde hay diversidad
y complementariedad en los miembros, que cada miembro ofrece a todo el cuerpo su
aportación y que el Espíritu Santo es el principio dinámico de la variedad y de la unidad.
Una comunión orgánica: diversidad y complementariedad
La comunión eclesial se configura, más precisamente, como comunión «orgánica »,
análoga a la de un cuerpo vivo y operante. En efecto, está caracterizada por la
simultánea presencia de la diversidad y de la complementariedad de las vocaciones y
condiciones de Vida, de los ministerios, de los carismas y de las responsabilidades.
Gracias a esta diversidad y complementariedad, cada fiel laico se encuentra en
relación con todo el cuerpo y le ofrece su propia aportación. (ChL 20 a)
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Sigues siendo un laico.
Sí, laico, enteramente laico…, al que se le ha confiado un ministerios "que no clericaliza;
quienes lo reciben siguen siendo laicos con su MISIÓN FUNDAMENTAL de presencia en el
mundo (DP 811)
Un laico que ha descubierto su condición de tal en la Iglesia y en el mundo, que
comparte la misión real (de Jesús Rey) para consagrar el mundo y ordenarlo a Dios,
misión de ser luz y sal en la familia, la educación, la política, la vida socia! y económica,
en la diversión, en la Universidad en el trabajo, en la búsqueda de instaurar la justicia, la
verdad, la solidaridad, el amor, en el mundo concreto, donde transcurre su vida...
Y que, ADEMÁS, por sus carismas y por las necesidades de la Comunidad, es llamado al
ministerio.
Por eso, hermano, es un riesgo real, que hay que evitar, el de reducir el compromiso
laical en una tendencia a la "clericalización", "dejando de lado la misión fundamental
del laico, que es su inserción en las realidades temporales y en sus responsabilidades
familiares" (DP 815).
De aquí se desprenden dos servicios bien concretos que debes prestar a la comunidad
y a los pastores; uno: enriquecerlos con tu profundo, claro y definido compromiso con
las realidades del mundo. El otro, ayudarlos a que no te absorban de tal manera, por
compromisos intracomunitarios que te alejen del mundo, en el cual debes encontrar al
Señor y servirlo; y de tu familia, porque eso es la "clericalización".
También a mujeres.
A lo largo de esta conversación, es necesario aclarar que la Iglesia, al confiar estos
ministerios, a diferencia de los ordenados (por su relación al Presbiterado), los otorga
también a las mujeres.
El papel de la mujer en la Iglesia es importantísimo... Pensemos sólo en todo cuanto se
refiere; a la catequesis a la educación de la fe, en general, y también a la liturgia, su
presencia y aporte pastoral es claramente mayor que el de los varones. Sin duda, más
de la mitad de la obra pastoral está en sus manos…
La mujer con sus aptitudes propias debe contribuir eficazmente a la misión de la
Iglesia… La posibilidad de confiar a las mujeres ministerios no ordenados les abrirá
nuevos caminos de participación en la vida y en la misión de la Iglesia" (DP 845).
Las "aptitudes propias de la mujer"... "nuevos caminos de participación", todo un mundo
de posibilidades que la Iglesia, el Espíritu que guía a la Iglesia, está suscitando, desde la
dulzura, la feminidad, la capacidad maternal de la mujer, para señalar fecundos
caminos de encuentro con Jesús.
El pensamiento de María, Ministro de la Buena Nueva, debe iluminar este sendero que
crecerá en la oración y la contemplación, al tiempo que ejerciten el servicio, con
verdadero amor.
31
seas claramente eclesial asumiendo con conciencia y cariño el ministerio, para que tu
testimonio unifique dos aspectos de una misma realidad y haga que la Iglesia sea más
claro signo de salvación universal".
Lo que se ofrece en estas páginas es un intento fraternal y sencillo de responder al pedido
de algunos de ustedes en el deseo de ser más fieles y de crecer en la vida cristiana, ya
que son ministros del sacramento que es fuente y cumbre de esa vida (cf. SC 10).
Este curso básico para ministros extraordinarios de la comunión (MEC) supone
conocimientos de la eclesiología y liturgia.
Para lograr una sana eclesiología de comunión, como propone el Concilio Vaticano II,
hay que instruir a los fieles en:
• El sacerdocio común y el sacerdocio ministerial.
• Unidad y diversidad en las funciones ministeriales.
• Necesidad insustituible del ministerio ordenado.
• La colaboración de los fieles no ordenados en el ministerio pastoral
• Lo básico de la sagrada liturgia.
• Lo básico de las normas del derecho canónico relacionadas con la liturgia.
32
• Está al servicio del sacerdocio común de los fieles EN ORDEN AL DESARROLLO
DE LA GRACIA BAUTISMAL DE TODOS LOS CRISTIANOS.
I.4. Condiciones para que los fieles laicos suplan a los ministros ordenados en
algunas funciones.
Los ministros ordenados tienen una función, que para entenderla la dividen en
tres: El oficio de 1) enseñar, 2) santificar y 3) Pastorear. Los fieles laicos pueden
ayudarlos sólo en algunas actividades de esas funciones, en cierta medida, si son
llamados a dicha colaboración por la legítima Autoridad y en los debidos
modos.
Cabe mencionar que el ejercicio de estas tareas no hacen del fiel laico un
pastor. No es la tarea encomendada lo que constituye a un ministro, sino la
ordenación sacramental. Esta función que se ejerce se hace EN CALIDAD DE,
SUPLENTE, y que adquiere legitimación de la delegación dada por los pastores.
Este ministerio es dirigido por la autoridad Eclesiástica.
Evaluación...
E) ORACIÓN FINAL:
Texto Bíblico: (Rm 6,5-11).
Reflexión:
Porque si nos hemos identificado con Cristo por una muerte semejante a la suya,
también nos identificaremos con Él en la Resurrección.
Comprendámoslo: nuestro hombre viejo ha sido crucificado con Él, para que fuera
destruido este cuerpo de pecado, y así dejáramos de ser esclavos del pecado. Porque
el que está muerto no debe nada al pecado.
Pero si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con Él.
Sabemos que Cristo, después de resucitar, no mucre más, porque la muerte ya no tiene
poder sobre Él.
Al morir, Él murió al pecado, una vez por todas; y ahora que vive, vive para Dios.
"Así también ustedes considérense como muertos al pecado, y vivos para Dios, en Cristo
Jesús" (Rm 6,5-11).
Porque Cristo murió y su muerte venció al pecado, éste está vencido -en su raíz-
también en nosotros…
Un esfuerzo perseverante hará que cada día sigamos unidos a Cristo.
- ¿Es nuestra fe lo suficientemente fuerte para afirmar que si vivimos con Cristo
moriremos con Él...?
34
CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO
Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS
INSTRUCCIÓN
REDEMPTIONIS SACRAMENTUM
Sobre algunas cosas que se deben observar o evitar
acerca de la Santísima Eucaristía
PROEMIO
[1.] El Sacramento de la Redención, que la Madre Iglesia confiesa con firme fe y recibe
con alegría, celebra y adora con veneración, en la santísima Eucaristía, anuncia la
muerte de Jesucristo y proclama su resurrección, hasta que Él vuelva en gloria, como
Señor y Dominador invencible, Sacerdote eterno y Rey del universo, y entregue al Padre
omnipotente, de majestad infinita, el reino de la verdad y la vida.
[2.] La doctrina de la Iglesia sobre la santísima Eucaristía ha sido expuesta con sumo
cuidado y la máxima autoridad, a lo largo de los siglos, en los escritos de los Concilios y
de los Sumos Pontífices, puesto que en la Eucaristía se contiene todo el bien espiritual de
la Iglesia, que es Cristo, nuestra Pascua, fuente y cumbre de toda la vida cristiana, y
cuya fuerza alienta a la Iglesia desde los inicios. Recientemente, en la Carta Encíclica
«Ecclesia de Eucharistia», el Sumo Pontífice Juan Pablo II ha expuesto de nuevo algunos
principios sobre esta materia, de gran importancia eclesial para nuestra época.
Para que también en los tiempos actuales, tan gran misterio sea debidamente
protegido por la Iglesia, especialmente en la celebración de la sagrada Liturgia, el
Sumo Pontífice mandó a esta Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los
Sacramentos que, en colaboración con la Congregación para la Doctrina de la Fe,
preparara esta Instrucción, en la que se trataran algunas cuestiones referentes a la
disciplina del sacramento de la Eucaristía. Por consiguiente, lo que en esta Instrucción
se expone, debe ser leído en continuidad con la mencionada Carta Encíclica «Ecclesia
de Eucharistia».
Sin embargo, la intención no es tanto preparar un compendio de normas sobre la
santísima Eucaristía sino más bien retomar, con esta Instrucción, algunos elementos de
la normativa litúrgica anteriormente enunciada y establecida, que continúan siendo
válidos, para reforzar el sentido profundo de las normas litúrgicas e indicar otras que
aclaren y completen las precedentes, explicándolas a los Obispos, y también a los
presbíteros, diáconos y a todos los fieles laicos, para que cada uno, conforme al propio
oficio y a las propias posibilidades, las puedan poner en práctica.
[3.] Las normas que se contienen en esta Instrucción se refieren a cuestiones litúrgicas
concernientes al Rito romano y, con las debidas salvedades, también a los otros Ritos
de la Iglesia latina, aprobados por el derecho.
[4.] «No hay duda de que la reforma litúrgica del Concilio ha tenido grandes ventajas
para una participación más consciente, activa y fructuosa de los fieles en el santo
Sacrificio del altar». Sin embargo, «no faltan sombras». Así, no se puede callar ante los
abusos, incluso gravísimos, contra la naturaleza de la Liturgia y de los sacramentos,
también contra la tradición y autoridad de la Iglesia, que en nuestros tiempos, no
35
raramente, dañan las celebraciones litúrgicas en diversos ámbitos eclesiales. En algunos
lugares, los abusos litúrgicos se han convertido en una costumbre, lo cual no se puede
admitir y debe terminarse.
[5.] La observancia de las normas que han sido promulgadas por la autoridad de la
Iglesia exige que concuerden la mente y la voz, las acciones externas y la intención del
corazón. La mera observancia externa de las normas, como resulta evidente, es
contraria a la esencia de la sagrada Liturgia, con la que Cristo quiere congregar a su
Iglesia, y con ella formar «un sólo cuerpo y un sólo espíritu». Por esto la acción externa
debe estar iluminada por la fe y la caridad, que nos unen con Cristo y los unos a los
otros, y suscitan en nosotros la caridad hacia los pobres y necesitados. Las palabras y los
ritos litúrgicos son expresión fiel, madurada a lo largo de los siglos, de los sentimientos de
Cristo y nos enseñan a tener los mismos sentimientos que él; conformando nuestra
mente con sus palabras, elevamos al Señor nuestro corazón. Cuanto se dice en esta
Instrucción, intenta conducir a esta conformación de nuestros sentimientos con los
sentimientos de Cristo, expresados en las palabras y ritos de la Liturgia.
[6.] Los abusos, sin embargo, «contribuyen a oscurecer la recta fe y la doctrina católica
sobre este admirable Sacramento». De esta forma, también se impide que puedan «los
fieles revivir de algún modo la experiencia de los dos discípulos de Emaús: Entonces se
les abrieron los ojos y lo reconocieron». Conviene que todos los fieles tengan y realicen
aquellos sentimientos que han recibido por la pasión salvadora del Hijo Unigénito, que
manifiesta la majestad de Dios, ya que están ante la fuerza, la divinidad y el esplendor
de la bondad de Dios, especialmente presente en el sacramento de la Eucaristía.
[7.] No es extraño que los abusos tengan su origen en un falso concepto de libertad.
Pero Dios nos ha concedido, en Cristo, no una falsa libertad para hacer lo que
queramos, sino la libertad para que podamos realizar lo que es digno y justo. Esto es
válido no sólo para los preceptos que provienen directamente de Dios, sino también,
según la valoración conveniente de cada norma, para las leyes promulgadas por la
Iglesia. Por ello, todos deben ajustarse a las disposiciones establecidas por la legítima
autoridad eclesiástica.
[8.] Además, se advierte con gran tristeza la existencia de «iniciativas ecuménicas que,
aun siendo generosas en su intención, transigen con prácticas eucarísticas contrarias a
la disciplina con la cual la Iglesia expresa su fe». Sin embargo, «la Eucaristía es un don
demasiado grande para admitir ambigüedades y reducciones». Por lo que conviene
corregir algunas cosas y definirlas con precisión, para que también en esto «la Eucaristía
siga resplandeciendo con todo el esplendor de su misterio».
[9.] Finalmente, los abusos se fundamentan con frecuencia en la ignorancia, ya que
casi siempre se rechaza aquello de lo que no se comprende su sentido más profundo y
su antigüedad. Por eso, con su raíz en la misma Sagrada Escritura, «las preces, oraciones
e himnos litúrgicos están penetrados de su espíritu, y de ella reciben su significado las
acciones y los signos». Por lo que se refiere a los signos visibles «que usa la sagrada
Liturgia, han sido escogidos por Cristo o por la Iglesia para significar las realidades
divinas invisibles». Justamente, la estructura y la forma de las celebraciones sagradas
según cada uno de los Ritos, sea de la tradición de Oriente sea de la de Occidente,
concuerdan con la Iglesia Universal y con las costumbres universalmente aceptadas
por la constante tradición apostólica, que la Iglesia entrega, con solicitud y fidelidad, a
las generaciones futuras. Todo esto es sabiamente custodiado y protegido por las
normas litúrgicas.
36
[10.] La misma Iglesia no tiene ninguna potestad sobre aquello que ha sido establecido
por Cristo, y que constituye la parte inmutable de la Liturgia. Pero si se rompiera este
vínculo que los sacramentos tienen con el mismo Cristo, que los ha instituido, y con los
acontecimientos en los que la Iglesia ha sido fundada, nada aprovecharía a los fieles,
sino que podría dañarles gravemente. De hecho, la sagrada Liturgia está
estrechamente ligada con los principios doctrinales, por lo que el uso de textos y ritos
que no han sido aprobados lleva a que disminuya o desaparezca el nexo necesario
entre la lex orandi y la lex credendi.
[11.] El Misterio de la Eucaristía es demasiado grande «para que alguien pueda
permitirse tratarlo a su arbitrio personal, lo que no respetaría ni su carácter sagrado ni su
dimensión universal». Quien actúa contra esto, cediendo a sus propias inspiraciones,
aunque sea sacerdote, atenta contra la unidad substancial del Rito romano, que se
debe cuidar con decisión, y realiza acciones que de ningún modo corresponden con el
hambre y la sed del Dios vivo, que el pueblo de nuestros tiempos experimenta, ni a un
auténtico celo pastoral, ni sirve a la adecuada renovación litúrgica, sino que más bien
defrauda el patrimonio y la herencia de los fieles. Los actos arbitrarios no benefician la
verdadera renovación, sino que lesionan el verdadero derecho de los fieles a la acción
litúrgica, que es expresión de la vida de la Iglesia, según su tradición y disciplina.
Además, introducen en la misma celebración de la Eucaristía elementos de discordia y
la deforman, cuando ella tiende, por su propia naturaleza y de forma eminente, a
significar y realizar admirablemente la comunión con la vida divina y la unidad del
pueblo de Dios. De estos actos arbitrarios se deriva incertidumbre en la doctrina, duda y
escándalo para el pueblo de Dios y, casi inevitablemente, una violenta repugnancia
que confunde y aflige con fuerza a muchos fieles en nuestros tiempos, en que
frecuentemente la vida cristiana sufre el ambiente, muy difícil, de la «secularización».
[12.] Por otra parte, todos los fieles cristianos gozan del derecho de celebrar una liturgia
verdadera, y especialmente la celebración de la santa Misa, que sea tal como la
Iglesia ha querido y establecido, como está prescrito en los libros litúrgicos y en las otras
leyes y normas. Además, el pueblo católico tiene derecho a que se celebre por él, de
forma íntegra, el santo sacrificio de la Misa, conforme a toda la enseñanza del
Magisterio de la Iglesia. Finalmente, la comunidad católica tiene derecho a que de tal
modo se realice para ella la celebración de la santísima Eucaristía, que aparezca
verdaderamente como sacramento de unidad, excluyendo absolutamente todos los
defectos y gestos que puedan manifestar divisiones y facciones en la Iglesia.
CAPÍTULO VII
MINISTERIOS EXTRAORDINARIOS
DE LOS FIELES LAICOS
[146.] El sacerdocio ministerial no se puede sustituir en ningún modo. En efecto, si falta el
sacerdote en la comunidad, esta carece del ejercicio y la función sacramental de
Cristo, Cabeza y Pastor, que pertenece a la esencia de la vida misma de la
comunidad. Puesto que «sólo el sacerdote válidamente ordenado es ministro capaz de
confeccionar el sacramento de la Eucaristía, actuando in persona Christi».
[147.] Sin embargo, donde la necesidad de la Iglesia así lo aconseje, faltando los
ministros sagrados, pueden los fieles laicos suplir algunas tareas litúrgicas, conforme a las
normas del derecho. Estos fieles son llamados y designados para desempeñar unas
tareas determinadas, de mayor o menor importancia, fortalecidos por la gracia del
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Señor. Muchos fieles laicos se han dedicado y se siguen dedicando con generosidad a
este servicio, sobre todo en los países de misión, donde aún la Iglesia está poco
extendida, o se encuentra en circunstancias de persecución, pero también en otras
regiones afectadas por la escasez de sacerdotes y diáconos.
[148.] Sobre todo, debe considerarse de gran importancia la formación de los
catequistas, que con grandes esfuerzos han dado y siguen dando una ayuda
extraordinaria y absolutamente necesaria al crecimiento de la fe y de la Iglesia.
[149.] Muy recientemente, en algunas diócesis de antigua evangelización, son
designados fieles laicos como «asistentes pastorales», muchísimos de los cuales, sin
duda, han sido útiles para el bien de la Iglesia, facilitando la acción pastoral
desempeñada por el Obispo, los presbíteros y los diáconos. Vigílese, sin embargo, que
la determinación de estas tareas no se asimile demasiado a la forma del ministerio
pastoral de los clérigos. Por lo tanto, se debe cuidar que los «asistentes pastorales» no
asuman aquello que propiamente pertenece al servicio de los ministros sagrados.
[150.] La actividad del asistente pastoral se dirige a facilitar el ministerio de los
sacerdotes y diáconos, a suscitar vocaciones al sacerdocio y al diaconado y, según las
normas del derecho, a preparar cuidadosamente los fieles laicos, en cada comunidad,
para las distintas tareas litúrgicas, según la variedad de los carismas.
[151.] Solamente por verdadera necesidad se recurra al auxilio de ministros
extraordinarios, en la celebración de la Liturgia. Pero esto, no está previsto para
asegurar una plena participación a los laicos, sino que, por su naturaleza, es
suplementario y provisional. Además, donde por necesidad se recurra al servicio de los
ministros extraordinarios, multiplíquense especiales y fervientes peticiones para que el
Señor envíe pronto un sacerdote para el servicio de la comunidad y suscite abundantes
vocaciones a las sagradas órdenes.
[152.] Por lo tanto, estos ministerios de mera suplencia no deben ser ocasión de una
deformación del mismo ministerio de los sacerdotes, de modo que estos descuiden la
celebración de la santa Misa por el pueblo que les ha sido confiado, la personal
solicitud hacia los enfermos, el cuidado del bautismo de los niños, la asistencia a los
matrimonios, o la celebración de las exequias cristianas, que ante todo conciernen a
los sacerdotes, ayudados por los diáconos. Así pues, no suceda que los sacerdotes, en
las parroquias, cambien indiferentemente con diáconos o laicos las tareas pastorales,
confundiendo de esta manera lo específico de cada uno.
[153.] Además, nunca es lícito a los laicos asumir las funciones o las vestiduras del
diácono o del sacerdote, u otras vestiduras similares.
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[155.] Además de los ministros ordinarios, está el acólito instituido ritualmente, que por la
institución es ministro extraordinario de la sagrada Comunión, incluso fuera de la
celebración de la Misa. Todavía, si lo aconsejan razones de verdadera necesidad,
conforme a las normas del derecho, el Obispo diocesano puede delegar también otro
fiel laico como ministro extraordinario, ya sea para ese momento, ya sea para un
tiempo determinado, recibida en la manera debida la bendición. Sin embargo, este
acto de designación no tiene necesariamente una forma litúrgica, ni de ningún modo,
si tiene lugar, puede asemejarse la sagrada Ordenación. Sólo en casos especiales e
imprevistos, el sacerdote que preside la celebración eucarística puede dar un permiso
ad actum.
[156.] Este ministerio se entienda conforme a su nombre en sentido estricto, este es
ministro extraordinario de la sagrada Comunión, pero no «ministro especial de la
sagrada Comunión», ni «ministro extraordinario de la Eucaristía», ni «ministro especial de
la Eucaristía»; con estos nombres es ampliado indebida e impropiamente su significado.
[157.] Si habitualmente hay número suficiente de ministros sagrados, también para la
distribución de la sagrada Comunión, no se pueden designar ministros extraordinarios
de la sagrada Comunión. En tales circunstancias, los que han sido designados para este
ministerio, no lo ejerzan. Repruébese la costumbre de aquellos sacerdotes que, a pesar
de estar presentes en la celebración, se abstienen de distribuir la comunión,
encomendando esta tarea a laicos.
[158.] El ministro extraordinario de la sagrada Comunión podrá administrar la Comunión
solamente en ausencia del sacerdote o diácono, cuando el sacerdote está impedido
por enfermedad, edad avanzada, o por otra verdadera causa, o cuando es tan
grande el número de los fieles que se acercan a la Comunión, que la celebración de la
Misa se prolongaría demasiado. Pero esto debe entenderse de forma que una breve
prolongación sería una causa absolutamente insuficiente, según la cultura y las
costumbres propias del lugar.
[159.] Al ministro extraordinario de la sagrada Comunión nunca le está permitido
delegar en ningún otro para administrar la Eucaristía, como, por ejemplo, los padres o el
esposo o el hijo del enfermo que va a comulgar.
[160.] El Obispo diocesano examine de nuevo la praxis en esta materia durante los
últimos años y, si es conveniente, la corrija o la determine con mayor claridad. Donde
por una verdadera necesidad se haya difundido la designación de este tipo de
ministros extraordinarios, corresponde al Obispo diocesano, teniendo presente la
tradición de la Iglesia, dar las directrices particulares que establezcan el ejercicio de
esta tarea, según las normas del derecho.
39
EL MINISTRO EXTRAORDINARIO
DE LA COMUNIÓN
INTRODUCCIÓN
La palabra "ministerium" en la versión bíblica de la Vulgata, corresponde al griego
"diakonía", términos que traducen a su vez las palabras hebreas "ebed" y "abodah''.
Se trata de servicios públicos que miran a la promoción de la comunidad humana y
civil; de los oficiales y esclavos del rey, en actitud de docilidad y obediencia, para el
bien del pueblo.
No significan poder y autoridad, sino dependencia y humillación. El esclavo es un siervo
en el cual jamás se depositará la confianza, ni llegará a ser heredero o infante.
Ministerialidad de Cristo.
El ministerio es signo de Cristo (que no vino a ser servido sino a servir (Mt 20,28; Mc 10,45).
Cristo es el servidor por excelencia del Padre y de los hermanos (Hch 1,17.25; 6,4, 20,24;
Rm 11,13; 2Co 4,1; 6,3; 1Tm 1,24; Jn 13,1-12).
El "Siervo de Yahveh" es un personaje misterioso, amado y elegido de antemano por
Dios que lo quiere a su disposición para realizar la liberación de Israel y del mundo, y lo
constituye profeta para enseñar, alianza para unir al pueblo, sacrificio para expiar y
redimir. Jesús, por ser Siervo, acepta la muerte.
Ministerialidad de la Iglesia.
La Iglesia es sierva de: Dios y sierva de los hombres. Prolongación de Cristo, es su Cuerpo
y su esposa; refleja su rostro y continúa su misión. Es sierva y ministra de la obra de
glorificación de Dios y de la salvación integral del hombre.
Así como el Espíritu hizo Siervo a Jesús, así hace a la Iglesia en su conjunto una
comunidad ministerial.
La Iglesia traduce en gestos concretos las actitudes de Cristo Siervo.
Cristo resucitado sigue realizando gradualmente el proyecto del Padre a través de su
Iglesia, por la Palabra, la celebración y el servicio de la caridad que hace comunidad.
El Ministerio eclesial:
El término "ministerio eclesial" ha tenido varios significados en el curso de los siglos.
Comporta un servicio prestado a los demás, en la comunidad y a la comunidad, para
su edificación interna y su misión en el mundo y para el mundo, a través de obras
externas de apostolado.
No incluye acciones meramente individuales aunque sean muy útiles en la Iglesia
(contemplación, sacrificio, etc.); ni siquiera el ejercicio de una profesión o actividad
social y política.
Al principio no había aún términos técnicos para designar las distintas funciones que se
desempeñan en la Iglesia.
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Se habla de pueblo sacerdotal (Ex 19,6; 1 Pe 2,5). 223 veces son llamados todos "santos".
"Siervo de Dios" es un título de honor; así llama Dios a quienes elige, llama, y envía a
realizar su proyecto: profetas, jueces (jefes y guías); se refiere al conjunto del pueblo de
Israel, siervo fiel de Yahveh.
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MINISTERIOS EJERCIDOS POR LAICOS
"La Iglesia instituyó ya en tiempos antiquísimos algunos ministerios para dar
debidamente a Dios el culto sagrado y para el servicio del pueblo de Dios, según sus
necesidades; con ellos se encomendaba a los fieles el ejercicio de funciones
litúrgico-religiosas y de caridad, en conformidad con las diversas circunstancias. Estos
ministerios se conferían muchas veces con un rito especial mediante el cual el fiel, una
vez obtenida la bendición de DIOS, quedaba constituido dentro de una clase o grado
para desempeñar una determinada función eclesiástica" (Motu proprio Ministeria
Quaedam 1).
El Señor suscita ministerios en la comunidad y para la comunidad. Son un servicio en el
campo cultual y pastoral, o en las tareas propiamente laicales.
En ellos se configura una Iglesia toda ministerial, que bajo la acción incesante del
Espíritu Santo nace de la Palabra, se edifica en la celebración de la Eucaristía, y atenta
a los signos de los tiempos, se lanza a la evangelización del mundo mediante el anuncio
misionero del evangelio y el testimonio de la caridad.
Toda la Iglesia, siguiendo el ejemplo de su Señor que no vino a ser servido sino a servir, se
pone en actitud de servicio.
Los laicos llamados a un especial ministerio, no son meros ejecutores de las indicaciones
de los presbíteros y los diáconos. Son verdaderos animadores de las comunidades,
presididas por sus pastores.
Son promotores de la corresponsabilidad en la Iglesia, acompañantes de cuantos
recorren un camino de maduración en su fe, evangelizadores en las nuevas
circunstancias de la vida, servidores de los hermanos en situaciones de emergencia y
necesidad, intérpretes de la condición humana en sus múltiples aspectos.
Los ministros hacen presentes a la comunidad las esperanzas y aspiraciones de los
hombres de nuestro tiempo, y juntos son un signo auténtico de la presencia de la Iglesia
en las familias, en los centros de estudio y de trabajo, y por todos los caminos del
mundo.
Los ministerios son servicios de la Iglesia y que se realizan en la Iglesia y para la Iglesia:
son eclesiales en su origen, en su contenido y en sus destinatarios.
Precisiones:
No podemos llamar ministerio a cualquier prestación o actividad en la Iglesia, ni
podemos petrificar sus funciones sin considerar la marcha de la comunidad.
No son servicios realizados por carisma ni por iniciativa personal.
Porque hay una diferencia entre carisma, servicio y ministerio. El carisma es un don
personal, transitorio, que hace el Espíritu Santo para el bien de la comunidad.
El servicio es una respuesta concreta a una necesidad de la comunidad, de modo
organizado y con cierta permanencia.
El ministerio es un servicio más o menos permanente, exigido por las necesidades de
una comunidad para su vida, su misión y organización, reconocido públicamente y de
algún modo oficializado por la autoridad.
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No son atribuciones honoríficas, ni acrecentamiento de poder, ni episodios esporádicos
en la vida de un cristiano, ni requisitos jurídicos para llegar a la ordenación.
No todos los carismas son ministerios, pero si todo ministerio es un carisma que responde
a un particular llamado del Señor y se traduce en un servicio a los hermanos.
Por eso se requiere el mandato de la Iglesia y una cierta estabilidad, no sólo de
acuerdo a la disponibilidad personal, sino también a las necesidades de una
determinada comunidad.
Una comunidad viva, acogiendo las aspiraciones del individuo, presenta al obispo su
candidatura para el definitivo discernimiento y la institución.
Así que, primero son colaboradores ocasionales, y luego van pasando a colaboradores
habituales. Se les hace tomar conciencia de su papel en la sinfonía de la Iglesia.
Reciben una preparación especial que los capacite mejor en el servicio prestado. Y
entonces solicitan al obispo su aceptación a un ministerio.
Los ministerios confiados a los laicos no pertenecen a la estructura esencial de la Iglesia,
sino a su fisiología y dinamismo.
Expresan que la Iglesia es la comunión orgánica donde el Espíritu continúa la
ministerialidad de Cristo.
Tampoco pueden consistir en meras prestaciones rituales y servicios en el culto, pues se
caería en la clericalización.
No les brinda un poder sobre la comunidad ni un liderazgo, sino son servidores al estilo
de Cristo.
No es una concesión de los pastores, sino un don del Espíritu.
No es un premio, un estímulo, una consolación, sino el reconocimiento oficial de un
servicio real que prestan a la comunidad.
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MINISTROS EXTRAORDINARIOS DE LA SAGRADA COMUNIÓN:
“1. Son ministros ordinarios de la sagrada Comunión el obispo, el presbítero y el diácono.
2. Es ministro extraordinario de la sagrada Comunión, el acólito instituido, o también otro
fiel designado según el canon 230,3” (CIC can 910).
Hay, pues, tres clases de ministros extraordinarios de la Comunión:
a) Los ministros permanentes, que han sido instituidos: los acólitos, sólo varones.
b) Los ministros temporales, elegidos y llamados para distribuir la comunión, tanto
varones como mujeres por un tiempo determinado.
c) Los ministros "ad casum'' llamados por el presbítero en una necesidad concreta.
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en su eficacia salvadora... Las circunstancias de nuestro tiempo parecen aconsejar
que, dejando a salvo el máximo respeto debido a tan grande Sacramento, se den
mayores facilidades para acercarse a la Sagrada Comunión, con el fin de que los fieles,
participando más a menudo y con mayor plenitud en los frutos del Sacrificio de la Misa,
se entreguen con mayor generosidad y celo al servicio de Dios y al bien de la Iglesia y
de los hombres.
"En primer lugar hay que procurar que, debido a la escasez de ministros, no resulte
imposible ni demasiado difícil recibir la Sagrada Comunión…” (Instr. Inmensae
Charitatis, Introducción).
Pueden hacerlo:
- durante la celebración de la Misa, con motivo de una gran multitud de fieles, o por
cualquier otra dificultad particular en que se encuentre el celebrante;
- fuera de la Misa, cuando, por las circunstancias de los lugares, es difícil llevar las
Sagradas Especies, sobre todo en forma de Viático, a los enfermos que se hallan en
peligro de muerte, o cuando el número de enfermos requiera la obra de más
ministros (Ibid 1).
" ... Tengan presentes los sacerdotes que estas facultades no les dispensan del deber de
distribuir la sagrada Eucaristía a los fieles que legítimamente la pidan, y en modo
particular de llevada y darla a los enfermos.
El fiel designado y debidamente preparado deberá distinguirse por su vida cristiana, su
fe y sus buenas costumbres. Se esforzará por ser digno de este nobilísimo encargo,
cultivará la devoción a la sagrada Eucaristía y dará ejemplo a los demás fieles de
respeto al santísimo Sacramento del Altar. No será elegido para tal oficio una persona
cuya designación pueda causar sorpresa a los fieles" (lnstr. Eucharisticum Mysterium:
Introducción y n. 1).
"Es ministro ordinario de la exposición del Santísimo Sacramento y de la Bendición
eucarística el sacerdote o el diácono. En circunstancias peculiares, sólo para la
Exposición y Reserva, pero sin Bendición, lo son el acólito, el ministro extraordinario de la
Comunión, u otro encargado por el Ordinario del lugar, observando las prescripciones
dictadas por el obispo diocesano”. (CIC can 943).
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Lo sigue como su discípulo, en las circunstancias concretas que vive.
Pertenece al pueblo sacerdotal, participando de la comunidad ministerial, a la cual
el Espíritu Santo enriqueció con variados dones, carismas y ministerios.
Goza de gracia y responsabilidad para el bien común.
2) Es un servidor del Cuerpo de Cristo:
No es repartidor a domicilio de un producto en esta sociedad de consumo, sino
servidor de Jesucristo.
Sirve al Cuerpo eucarístico de Cristo y también al Cuerpo eclesial.
Distribuye el Pan de la vida a la comunidad, saciando sus hambres. Construye así a
la Iglesia como Cuerpo de Cristo.
Cristo se prolonga en la historia salvando a través de él y su acción.
Vive la Eucaristía, se ofrece con Cristo, experimenta la comunión con Él, tiene
devoción eucarística. Se identifica con el Sacramento.
Siempre disponible a servir (Mc 10,45; Jn 13,12-17; Lc 22,27), a "lavar los pies" (Jn 13,5).
a atender a las necesidades humanas, a obedecer, sirviendo incluso con la propia
vida.
Cercano a los enfermos, a los ancianos y a los pobres llevando la cercanía de su
parroquia.
Integrado en su comunidad, promoviendo la unidad y el amor fraterno.
Es enviado por su comunidad, con el poder del Espíritu Santo, para esa misión
concreta.
3) Es un Portador de Cristo:
Custodia un gran tesoro de la Iglesia, y es “cristóforo”: portador de Cristo. Co gran
respeto al Sacramento valora lo que lleva a los demás.
No lo lleva sólo en el relicario o entre las manos, sino lo manifiesta en su propia vida.
Es un servicio a Jesucristo, que requiere crecimiento en su fe, y fidelidad al Evangelio.
Guarda la memoria de Jesús, sintoniza con sus sentimientos, se identifica con su
causa.
Supone cercanía a Jesús sacramentado, e intimidad con Él. Escucha al Maestro y lo
anuncia a los demás, como las mujeres en la Resurrección (Mc 15,40-41).
4) Desempeña un ministerio pastoral:
Es un doblaje del ministerio de acólito instituido. Acólito viene del verbo "akoloutheo"
que significa: seguir, acompañar, ir detrás. Es, por tanto, un seguidor de Cristo, su
discípulo (Jn 12,25-26). Pertenece a Jesús y por Él se arriesga. Sigue un camino de
espiritualidad. Dejar a Jesús seria cambiar de escuela.
Y es un colaborador del sacerdote, su ayudante y acompañante, según las
necesidades. Como Samuel (1 Sm 2,11.18; 3,1) o los levitas (Nm 18,8.30).
Actúa en nombre de su comunidad cristiana, a la cual está integrado.
46
5) Es un ministro de la Comunión:
Celebra el domingo con los enfermos, ancianos o comunidades distantes.
Descubre el domingo como Pascua semanal, haciendo de la Eucaristía su corazón:
día especial de la fe, día del Señor resucitado y del don del Espíritu, centro del misterio
del tiempo.
Es así testimonio, antídoto contra la dispersión, agente del anuncio y la comunión, y
de identidad católica.
Descubre que la comunión es con Cristo y con los hermanos.
Vive una espiritualidad de comunión (NMI43-45). El Concilio redescubrió la comunión
como categoría central para comprender el Misterio mismo de la Iglesia.
Percibe la comunión como don de lo alto, y la vive como relación fraterna, en la
estima acogedora de los dones recíprocos.
La Iglesia es la casa y la escuela de la comunión, y un camino de espiritualidad que
anima las estructuras e instituciones (asambleas, sínodos, consejos y equipos
pastorales).
Vive la gran apuesta por la caridad (NMI 49-50). Ayuda a que el amor se concretice
en la opción preferencial por los pobres, y la “nueva imaginación de la caridad" ante
las nuevas pobrezas.
No bastan eficaces ayudas, sino que es capaz de hacerse cercano y solidario.
No como limosna humillante sino como un compartir fraterno entre los hermanos de
una misma casa: la Iglesia y el mundo.
CONCLUSIONES:
Cristo y su Misterio vive y perdura en la Iglesia. La Iglesia hace actual este Misterio de
salvación mediante la Palabra, el Sacrificio, los sacramentos, mientras recibe, por la
fuerza del Espíritu Santo, la vida de su Señor, para testimoniada en el mundo.
47
La Liturgia, cumbre y fuente de la vida cristiana, expresa toda la ministerialidad del
pueblo cristiano reunido para la santificación del hombre y la glorificación de Dios.
La sacramentalidad de la Iglesia, prolongación de Cristo el sacramento primordial de
Salvación, es el fundamento de todo ministerio.
Este principio configura la Iglesia organizada, articulada y servida por varios ministerios,
que no se concentran en pocos miembros, sino más bien se distribuyen ampliamente y
con gran variedad al interno de las comunidades.
Los miembros de la Iglesia participan en su vida y en su misión, con la riqueza y
diversidad de los dones del Espíritu Santo.
Cada ministerio instituido tiene un lugar específico dentro de las funciones de la Iglesia
local, como manifestación auténtica de la variada y múltiple iniciativa del Espíritu Santo
que llena y vivifica el Cuerpo de Cristo.
Por eso, debe apreciarse por su valor intrínseco, no sólo como suplencia ante la falta de
vocaciones consagradas, ni por razones temporales siguiendo modas pasajeras o
costumbres modernas.
La Iglesia crece y se desarrolla donde está el pueblo de Dios, guiado por sus pastores,
signos e instrumentos de Cristo, el único siervo, pastor, sacerdote, maestro y salvador, en
cuyo nombre hablan y actúan.
Su dedicación al ministerio provoca que todos maduren en su conciencia ministerial y
pongan sus dones y carismas al servicio de la Iglesia.
Todo ministerio está al servicio de la edificación del Cuerpo de Cristo, y por eso tiene
referencia esencial a la Palabra y a la Eucaristía, centro de toda la vida eclesial y
expresión suprema de la caridad de Cristo, que se prolonga en el sacramento de los
hermanos, especialmente en los pequeños, los pobres y enfermos, en los cuales
acogemos y servimos al mismo Cristo.
Así, la obra del ministro no se encierra en el ámbito ritual, sino se pone dinámicamente
al servicio de una comunidad que evangeliza y se inclina, como el buen samaritano,
para aliviar todas las heridas y los sufrimientos humanos.
Esta nueva expresión de la ministerialidad de la Iglesia no pretende clericalizar al laico,
sino comunicar al corazón de la Iglesia y del mundo la riqueza que el Espíritu Santo
suscita en nuestro tiempo para responder a los retos y desafíos de nuestro tiempo.
Toda la realidad ministerial brota directamente de la dignidad sacerdotal, regia y
profética del pueblo de Dios.
Son un don de Dios, no una mera delegación de funciones.
Animados por los ministerios, tomamos conciencia que todos los miembros del Cuerpo
de Cristo tenemos el compromiso del crecimiento común.
48
III PLAN DIOCESANO DE PASTORAL
9.4 Laicos
204. La mayoría de los agentes laicos ofrecen su servicio con generosidad y
desinteresadamente, ya sea en el apostolado, ofreciendo sus servicios profesionales, su
oración y hasta sus bienes en beneficio de las necesidades de la Iglesia.
205. La presencia de laicos comprometidos en las parroquias ha aumentado en los
últimos años destacándose el papel de la mujer. Por las grandes necesidades de las
comunidades su participación es todavía muy limitada. A algunos de ellos les falta
sentido de corresponsabilidad en la acción pastoral.
206. No siempre estos laicos pueden ejercer su servicio plenamente en la comunidad ya
que a muchos de ellos no se les valora o se les limita a trabajos que no están
relacionados con la pastoral. Por otra parte, este servicio se entiende como una ayuda
o invitación del sacerdote más que un compromiso bautismal. Todo esto propicia aún
más el clericalismo que se vive en muchas de nuestras comunidades.
207. El compromiso de los laicos está centrado demasiado en las actividades internas
de la Iglesia, existe poca conciencia de su compromiso propio y peculiar de los laicos
que son las diversas actividades terrenales, como la economía, la política, la
educación, etc.
208. En la mayoría de las parroquias no se ofrece una formación adecuada para que
los laicos puedan ejercer mejor su servicio o cuando se ofrece en algunas parroquias no
se encuentra el interés suficiente en los mismos laicos.
209. Por otra parte, se puede constatar que muchos laicos, si bien asisten a la Eucaristía
dominical, acuden a la parroquia sólo en demanda de servicios sin buscar otro tipo de
vinculación a la comunidad y, además, algunos de ellos van perdiendo el sentido de
pertenencia a su parroquia.
210. En la Diócesis hay un gran abanico de movimientos y asociaciones laicales en
donde se puede constatar el compromiso convencido y sólido de muchos laicos, sin
embargo, por falta de criterios eclesiales diocesanos, sus carismas y aportes terminan
en la dispersión pastoral, aunque se viene trabajando en la integración de la Comisión
Diocesana de Organismos Eclesiales Laicales, para crear espacios de comunión y de
vinculación al proceso diocesano de pastoral.
49
religiosas de nuestra Diócesis y de otras diócesis. Cabe señalar que en estos últimos
años, en algunas parroquias, los equipos de liturgia reciben preparación.
261. Es preocupante que la asistencia a la celebración Eucarística dominical va
decreciendo, en los datos de la EDL y del censo diocesano se dice que
aproximadamente participa 20% del total de los católicos. Las respuestas de la EDL
también indican que los que asisten van motivados porque sienten la necesidad de
Dios en su vida (50.35%); porque necesitan escuchar la Palabra de Dios (28.10%); y otros
asisten porque les nace (23%). Es preocupante también la poca participación de los
fieles en los demás sacramentos, que frecuentemente se celebran más como
acontecimiento meramente social y no tanto como expresión de un compromiso
cristiano. Aún se siguen celebrando sacramentos en forma particular y en lugares no
aptos para el culto: en fincas, haciendas, ranchos, jardines y salones, sin el
consentimiento de la autoridad competente.
262. La comisión con sus diferentes equipos ha editado algunos subsidios como apoyo
para una participación en la celebración y en el conocimiento de la misma. Hace falta
que dicha comisión se esmere y edite más material y pueda llegar a todas las
comunidades de la Diócesis.
263. La presencia de los ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión, en las
celebraciones eucarísticas y en la atención a los enfermos, es cada vez más numerosa.
Pero cabe mencionar que no se tienen criterios diocesanos para su elección,
formación, modo y tiempo de ejercer este ministerio. Además, en algunos lugares de la
Diócesis, no existe, por parte de los fieles aceptación a este ministerio.
264. Ha aumentado el número de coros juveniles, coros polifónicos y maestros de
música en las celebraciones, pero muchos de ellos carecen de criterios y formación
para los cantos litúrgicos.
Capítulo II
MARCO DOCTRINAL
50
Los principios doctrinales que aquí aparecen están inspirados
en la Sagrada Escritura y en el Magisterio de la Iglesia.
Particularmente tiene como base el Documento de Aparecida,
en continuidad con los aportes del I y II Plan Diocesano de Pastoral.
51
Juan el Bautista: "¿Qué buscan?" (Jn 1, 38). A esa pregunta siguió la invitación a vivir una
experiencia profunda: "Vengan y lo verán" (Jn 1, 39). Este encuentro cambió la vida de
estos dos discípulos y de este momento en adelante se convirtieron en discípulos de
Jesús (cfr. DA 244).
300. Por eso en la Iglesia cada cristiano, para seguir al Señor Jesús, debe partir de un
encuentro vivo y profundo con Él como lo hicieran aquellos dos discípulos del evangelio
de Juan (Cfr. Jn 1,38-39).
52
derechos de los excluidos se juega la fidelidad de la Iglesia a Jesucristo... La adhesión a
Jesucristo es la que nos hace amigos de los pobres y solidarios con su destino" (DA257).
1.3 "Vieron donde Él vivía y se quedaron con Él": La formación del discípulo
306. El verdadero discípulo sigue al Maestro con el deseo de identificarse con Él, por
eso, el seguimiento exige un proceso de formación para llegar a ser auténtico discípulo
y ferviente misionero. Esta formación a la luz del evangelio significa hoy "ayudar a los
miembros de la Iglesia a encontrarse siempre con Cristo, y, así reconocer, acoger,
interiorizar y desarrollar la experiencia y los valores que constituyen la propia identidad y
misión cristiana en el mundo" (DA 279). Dicha formación involucra a todos los miembros
de la comunidad cualquiera que sea su servicio o ministerio que realicen en la Iglesia
(cfr. DA276).
307. Esta formación nace de la relación de Jesús con sus discípulos, fue el mismo
Maestro quien formó personalmente a sus discípulos. Y Él mismo nos da el método:
"Vengan y vean" (Jn 1, 39), "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida" (Jn 14, 6). "Con
perseverante paciencia y sabiduría, Jesús invitó a todos a su seguimiento. A quienes
aceptaron seguirlo, los introdujo en el misterio del Reino de Dios, y, después de su
muerte y resurrección, los envió a predicar la Buena Nueva con la fuerza de su Espíritu"
(DA 276).
308. La formación del discípulo hunde sus raíces en la misma invitación personal del
Señor Jesús que llama a los suyos por su nombre, despertando en ellos las aspiraciones
más profundas de una vida plena y ellos lo siguen porque conocen su voz. El discípulo,
por consiguiente, es alguien apasionado por Cristo, a quien reconoce como el
verdadero Maestro que lo conduce y acompaña en la vida (cfr. DA277).
309. En nuestra Iglesia diocesana asumimos el proceso de formación de los discípulos
misioneros que la Iglesia Latinoamericana hizo suyo en el Documento de Aparecida,
con cinco aspectos fundamentales que se compenetran íntimamente y se alimentan
entre sí.
1.3.2 La Conversión
311. Es la respuesta inicial de quien ha escuchado al Señor con admiración, cree en Él
por la acción del Espíritu, se decide a ser su amigo e ir tras de Él, cambiando su forma
de pensar y de vivir, aceptando la cruz de Cristo, consciente de que morir al pecado es
alcanzar la vida. En el Bautismo y en el sacramento de la Reconciliación, se actualiza
para nosotros la redención de Cristo.
53
1.3.3 El Discipulado
312. La persona madura constantemente en el conocimiento, amor y seguimiento de
Jesús maestro, profundiza en el misterio de su persona, de su ejemplo y de su doctrina.
Para este paso, es de fundamental importancia la catequesis permanente y la vida
sacramental, que fortalecen la conversión inicial y permiten que los discípulos
misioneros puedan perseverar en la vida cristiana y en la misión en medio del mundo
que los desafía.
1.3.4 La Comunión
313. No puede haber vida cristiana sino en comunidad: en las familias, las parroquias,
las comunidades de vida consagrada, las pequeñas comunidades. Como los primeros
cristianos, que se reunían en comunidad, el discípulo participa en la vida de la Iglesia y
en el encuentro con los hermanos, viviendo el amor de Cristo en la vida fraterna
solidaria. También es acompañado y estimulado por la comunidad y sus pastores para
madurar en la vida del Espíritu.
1.3.5 La Misión
314. El discípulo, a medida que conoce y ama a su Señor, experimenta la necesidad
de compartir con otros su alegría de ser enviado, de ir al mundo a anunciar a Jesucristo,
muerto y resucitado, a hacer realidad el amor y el servicio en la persona de los más
necesitados, en una palabra, a construir el Reino de Dios. La misión es inseparable del
discipulado, por lo cual no debe entenderse como una etapa posterior a la formación.
1.4 "Eran como las cuatro de la tarde": La alegría de seguir a Jesús como discípulos
315. Los que hemos recibido el bautismo recibimos la primera invitación a ser
discípulos de Jesús, para seguir sus huellas y formar su comunidad. ¡Nuestra mayor
alegría es ser discípulos suyos! "Él llama a cada uno por nuestro nombre, conociendo a
fondo nuestra historia (cfr. Jn 10, 3) para convivir con Él y enviarnos a continuar su misión
(cfr. Mc 3,14-15)" (MF 2; cfr. DA 552).
316. Este llamado a ser discípulos y misioneros del Señor espera una decisión muy
consciente y libre, desde lo más íntimo de la conciencia de cada persona para la
adhesión personal y profunda con Él. "Es un sí que compromete radicalmente la libertad
del discípulo a entregarse a Jesucristo, Camino, Verdad y Vida (cfr. Jn 14,6). Es una
respuesta de amor a quien lo amó primero 'hasta el extremo' (cfr. Jn 13,1)" (DA 136).
317. Seguir al Maestro exige la configuración con Él, y esta configuración lleva a la
necesidad de asumir la centralidad del mandamiento del amor, que Él quiso llamar
suyo y nuevo: "Ámense los unos a los otros, como yo los he amado" (Jn 15, 12). "En el
seguimiento de Jesucristo, aprendemos y practicamos la bienaventuranzas del Reino, el
es estilo de vida del mismo Jesucristo: su amor y obediencia filial al Padre, su compasión
entrañable ante el dolor humano" (DA 139). "Identificarse con Jesucristo es compartir su
destino: 'Donde yo esté estará también el que me sirve' (Jn 12, 26). El cristiano corre la
misma suerte del Señor, incluso hasta la cruz: 'Si alguno quiere venir detrás de mí, que
renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga', (Mc 8, 34)" (DA 140) para
que después participe de la victoria en su resurrección.
54
318. De manera especial, hoy en día se necesita de la vida contemplativa, como un
gran testigo de que sólo Dios basta para llenar la vida de sentido y de gozo en una
sociedad tan marcada por lo material, lo inmediato y lo superficial (cfr. DA 221). Es
necesario dejarnos iluminar por la luz de Cristo que ilumina a todos los pueblos.
323. El gran desafío que tenemos ante nosotros en el milenio que ya hemos
comenzado es hacer de la Iglesia "la casa y la escuela de la comunión" Los discípulos
misioneros somos elegidos por Jesús para vivir en comunión con Él (cfr. Mc 3,14), pero
hace falta promover una espiritualidad de la comunión, como "una mirada del corazón
sobre todo hacia el misterio de la Trinidad que habita en nosotros, y cuya luz ha de ser
55
reconocida también en el rostro de los hermanos que están a nuestro lado... como
capacidad de sentir al hermano de fe en la unidad profunda del Cuerpo místico y, por
tanto, como «uno que me pertenece», para saber compartir sus alegrías y sus
sufrimientos, para intuir sus deseos y atender a sus necesidades, para ofrecerle una
verdadera y profunda amistad" También hoy en nuestra Diócesis Jesús nos sigue
llamando porque quiere entablar una relación íntima para formar una comunidad y
enviarnos a la misión (cfr. DA 154; Jn 17; Mt28,19-20).
324. Toda comunidad cristiana tiene su origen, su modelo, su motivación más
profunda en la comunión de amor de las tres personas divinas. Cada discípulo, por el
bautismo, está llamado a vivir esta vida trinitaria en la "comunión con el Padre (1 Jn 1,3)
y con su Hijo muerto y resucitado, en la comunión en el Espíritu Santo (2Cor 13,13)" (DA
155).
325. "Esta vocación de los discípulos misioneros a la comunión es con-vocación a la
comunión en su Iglesia" (DA 156). De tal modo que la comunión en Cristo se vive en la
comunión con la Iglesia, porque ella es el instrumento de la gracia salvadora de Cristo.
"Ante la tentación, muy presente en la cultura actual, de ser cristianos sin Iglesia y las
nuevas búsquedas espirituales individualistas, afirmamos que la fe en Jesucristo nos
llegó a través de la comunidad eclesial y ella nos da una familia, la familia universal de
Dios en la Iglesia Católica. La fe nos libera del aislamiento del yo, porque nos lleva a la
comunión" (DA 156).
326. La Iglesia, Pueblo de Dios, está vivificada y animada por los dones del Espíritu
Santo por eso en ella se dan los servicios, carismas y ministerios para vivirse en comunión
y de este modo circule la caridad (cfr. 1 Cor 12, 4-12). "Cada bautizado, en efecto, es
portador de dones que debe desarrollar en unidad y complementariedad con los de
los otros, a fin de formar el único Cuerpo de Cristo, entregado para la vida del mundo.
El reconocimiento práctico de la unidad orgánica y la diversidad de funciones
asegurará mayor vitalidad misionera y será signo e instrumento de reconciliación y
paz... Cada comunidad está llamada a descubrir e integrar los talentos escondidos y
silenciosos que el Espíritu regala a los fieles" (DA 162).
327. Nuestra Iglesia, Pueblo peregrino hacia la casa del Padre19, nos anticipa la
comunión definitiva de todos los hombres en el amor de Dios. Ella se alimenta de la
Palabra y de la celebración de los sacramentos especialmente de la Eucaristía que es la
expresión máxima de la comunión y es aquí donde aprendemos a vivir realmente la
comunión (cfr. Hch 2,42 ss.) con Dios, con los hermanos y con el mundo (cfr. DA 158, 160).
56
329. Reconocemos que la Iglesia existe y se manifiesta en cada Iglesia particular
reunida y alimentada por la Palabra y la Eucaristía, en comunión con el Obispo de
Roma y las demás Iglesias particulares (cfr. DA 165). Y afirmamos que la Iglesia particular
"es una porción del pueblo de Dios confiada a un obispo para que la apaciente con su
presbiterio" (DA 165). En este primer nivel de comunión, los espacios se vinculan y se
entrelazan para que los cristianos por la fraternidad se relacionen y de este modo
hagan más efectiva la comunión.
330. A la Diócesis le corresponde "impulsar y conducir una acción pastoral orgánica
renovada y vigorosa, de manera que la variedad de carismas, ministerios, servicios y
organizaciones se orienten en un mismo proyecto misionero para comunicar vida en el
propio territorio. Este proyecto, que surge de un camino de variada participación, hace
posible la Pastoral Orgánica, capaz de dar respuesta a los nuevos desafíos. Porque un
proyecto sólo es eficiente si cada comunidad cristiana, cada parroquia, cada
comunidad educativa, cada comunidad de vida consagrada, cada asociación o
movimiento y cada pequeña comunidad se insertan activamente en la Pastoral
Orgánica de cada diócesis. Cada uno está llamado a evangelizar de un modo
armónico e integrado en el proyecto pastoral de la Diócesis" (DA 169).
331. El proyecto pastoral de comunión y participación en la Diócesis de
Aguascalientes se realiza especialmente a través de los decanatos, los cuales como
estructuras pastorales favorecen que varias parroquias afines y vecinas vivan la
comunión en función de la pastoral orgánica y de sus propias necesidades de
evangelización21.
57
permita el conocimiento y el trato fraterno, por medio de reuniones periódicas
frecuentes, dedicadas a escuchar y anunciar la Palabra de Dios, iluminando con el
Evangelio la realidad personal, familiar y social, viviendo la comunión con su parroquia
y sus pastores (cfr. DA 179, 308-309). Ellas son un espacio privilegiado para que los laicos
vivan como auténticos discípulos misioneros de Jesucristo (cfr. DA307).
335. Las pequeñas comunidades por su mismo dinamismo se "convertirán
rápidamente en anunciadoras del Evangelio". Puesto que la parroquia se ha de
estructurar como comunidad de comunidades y movimientos, las pequeñas
comunidades son el primero y fundamental núcleo eclesial, célula viva de la vida
parroquial y clave de toda renovación de la parroquia (cfr. DA 179 y 310).
336. Cuando las pequeñas comunidades van madurando en su experiencia de fe,
esperanza y caridad, promueven auténticas relaciones interpersonales en solidaridad
social, dan un claro testimonio evangélico dentro de nuestra sociedad egoísta y
consumista, expresando el amor preferente de la Iglesia por el pueblo sencillo; ofrecen
un valioso punto de partida en la construcción de una nueva sociedad posibilitando así
la oportunidad de transformar el mundo por medio del Evangelio.
58
3. Llamados al Servicio de la Vida: Iglesia Servidora
3.1 "He venido para que tengan vida": Llamados al servicio de la vida
3.3 Vida nueva para todos, especialmente para los más pobres
349. La vida en Cristo sólo se desarrolla plenamente en la comunión fraterna y justa,
como la primera comunidad de sus discípulos, porque "Dios en Cristo no redime
solamente la persona individual, sino también las relaciones sociales entre los seres
humanos", de tal modo que su gracia es fuente de justicia, fraternidad, solidaridad y
paz para todos (cfr. DA 359).
350. El ser discípulos misioneros de Jesucristo en nuestra Iglesia de Aguascalientes nos
lleva a asumir evangélicamente y desde la perspectiva del Reino las tareas prioritarias
que contribuyen a la dignificación de todo ser humano, y a trabajar junto con los
demás ciudadanos e instituciones en bien del ser humano . "El amor de misericordia
para con todos los que ven vulnerada su vida en cualquiera de sus dimensiones, como
bien nos muestra el Señor en todos sus gestos de misericordia, requiere que socorramos
las necesidades urgentes, al mismo tiempo que colaboremos con otros organismos o
instituciones para organizar estructuras más justas en nuestra sociedad. Urge crear
estructuras que consoliden un orden social, económico y político en el que no haya
inequidad y donde haya posibilidades para todos. Igualmente, se requieren nuevas
estructuras que promuevan una auténtica convivencia humana, que impidan la
prepotencia de algunos y faciliten el diálogo constructivo para los necesarios
consensos sociales" (DA384).
351. Si pretendemos cerrar los ojos o ser indiferentes a las personas que están
abandonadas, excluidas e ignoradas en su miseria y su dolor no somos defensores de la
vida del Reino y nos situamos en el camino de la muerte: "Nosotros sabemos que hemos
pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos. El que no ama
permanece en la muerte" (Un 3, 14). Recordemos que Jesús es muy claro cuando une
inseparablemente el amor a Dios y amor al prójimo, que nos llama a suprimir las graves
desigualdades sociales y las enormes diferencias en el acceso a los bienes (cfr. DA 358).
352. Por eso nuestra Iglesia hace suya la opción por los pobres, que no es exclusiva ni
excluyente, proclamada por la Iglesia latinoamericana, porque en esta opción
seguimos los pasos de Jesús, "que se ha hecho pobre por nosotros, para enriquecernos
con su pobreza" (cfr. 2 Cor 8, 9) , y nos hacemos solidarios practicando las obras de
misericordia (cfr. Mt 25, 37-40; DA 393), pues "el compromiso evangélico de la Iglesia
debe ser como el de Cristo: un compromiso con los más necesitados" sin otra pretensión
que servir y amar como Jesús lo hizo. No hemos de olvidar que "los pobres son los
primeros destinatarios de la misión y su evangelización es por excelencia señal y prueba
de la misión de Jesús". Como discípulos y misioneros, estamos llamados a contemplar,
en los rostros sufrientes de nuestros hermanos, el rostro de Cristo que nos llama a servirlo
en ellos: "Los rostros sufrientes de los pobres son rostros sufrientes de Cristo". "Ellos
interpelan el núcleo del obrar de la Iglesia, de la pastoral y de nuestras actitudes
cristianas" (DA393).
60
4. Llamados a la Misión: Iglesia Misionera
4.1 La Iglesia en misión permanente
353. El Señor Jesús les dijo a los apóstoles antes de partir: "Vayan por todo el mundo y
proclamen la buena noticia a toda creatura" (Mc 16,15), por eso la misión de la Iglesia
es evangelizar, es presentar al mundo que Dios nos ama a través de su Hijo Jesucristo.
"Aquí está el reto fundamental que afrontamos: mostrar la capacidad de la Iglesia para
promover y formar discípulos y misioneros que respondan a la vocación recibida y
comuniquen por doquier, por desborde de gratitud y alegría, el don del encuentro con
Jesucristo. No tenemos otro tesoro que éste. No tenemos otra dicha ni otra prioridad
que ser instrumentos del Espíritu de Dios, en Iglesia, para que Jesucristo sea encontrado,
seguido, amado, adorado, anunciado y comunicado a todos" (DA 14). Por esto,
nosotros, como todo discípulo después del encuentro con Él no podemos quedarnos
indiferentes y pasivos sino que deseamos y queremos proclamar el Evangelio, que es
Cristo mismo, y que su Reino de vida está al alcance de todos (cfr. DA 30).
354. Siguiendo a Jesucristo, primer misionero, nuestra Iglesia de Aguascalientes en
comunión con la Iglesia latinoamericana se declara en "misión permanente", que nos
exigirá profundizar y enriquecer todas las razones y motivaciones que permitan
convertir a cada creyente en un discípulo misionero. "La Iglesia necesita una fuerte
conmoción que le impida instalarse en la comodidad, el estancamiento y en la tibieza,
al margen del sufrimiento de los pobres de nuestro Continente. Necesitamos que cada
comunidad cristiana se convierta en un poderoso centro de irradiación de la vida en
Cristo" (DA362).
355. "Esta firme decisión misionera debe impregnar todas las estructuras eclesiales y
todos los planes pastorales de diócesis, las parroquias, comunidades religiosas,
movimientos y de cualquier institución de la Iglesia. Ninguna comunidad debe
excusarse de entrar decididamente, con todas sus fuerzas, en los procesos constantes
de renovación misionera, y de abandonar las estructuras caducas que ya no
favorezcan la transmisión de la fe" (DA 365).
356. Esta misión nos pide una conversión personal y pastoral para dejarnos guiar por el
Espíritu y así leer e interpretar los signos de los tiempos donde se manifiesta Dios y su
camino de salvación (cfr. DA 366). Además implica una espiritualidad de comunión y
participación "Hoy, más que nunca, el testimonio de comunión eclesial y la santidad
son una urgencia pastoral. La programación pastoral ha de inspirarse en el
mandamiento nuevo del amor" (DA368; cfr. Jn 13,35).
357. "La conversión pastoral de nuestras comunidades exige que se pase de una
pastoral de mera conservación a una pastoral decididamente misionera. Así será
posible que el único programa del Evangelio siga introduciéndose en la historia de
cada comunidad eclesial con nuevo ardor misionero, haciendo que la Iglesia se
manifieste como una madre que sale al encuentro, una casa acogedora, una escuela
permanente de comunión misionera" (DA 370; cfr. DA 202; Rm 10,14-15).
61
28, 19-20), llamaron a toda la Iglesia latinoamericana a la Misión Continental, con la
finalidad de hacer despertar en los cristianos la alegría y la fecundidad de ser discípulos
de Jesucristo, celebrando con verdadero gozo el "estar-con-El" y el "amar-como-El"
para ser enviados a la misión . "No podemos desaprovechar esta hora de gracia.
¡Necesitamos un nuevo Pentecostés! ¡Necesitamos salir al encuentro de las personas,
las familias, las comunidades y los pueblos para comunicarles y compartir el don del
encuentro con Cristo, que ha llenado nuestras vidas de 'sentido', de verdad y amor, de
alegría y de esperanza!" (DA548).
359. La misión nace del encuentro con Jesús que nos transforma con el "dinamismo de
la conversión personal, pastoral y eclesial y que es capaz de impulsar profundamente
hacia la santidad y el apostolado a los bautizados, y de atraer a quienes han
abandonado la Iglesia, a quienes están alejados del evangelio y a quienes aún no han
experimentado el don de la fe".
360. Esta experiencia misionera abre un nuevo horizonte para la Iglesia de todo el
continente y para nuestra Iglesia de Aguascalientes que quiere "recomenzar desde
Cristo" recorriendo junto a Él el camino del discipulado que nos capacite para ir al
encuentro de toda persona, hablando el lenguaje cercano del testimonio, de la
fraternidad y de la solidaridad.
62
la vida cristiana, quien por su fe (cfr. Lc 1,45) y obediencia a la voluntad de Dios (cfr. Lc
1, 38), así como por su constante meditación de la Palabra y de las acciones de su Hijo
Jesús (cfr. Lc 2, 19.51), por su servicio (Lc l,39ss), por su presencia al pie de la cruz (cfr. Jn
19,25), y perseverando junto a los apóstoles a la espera del Espíritu es la discípula más
perfecta del Señor (cfr. DA 266); por tal motivo, cuando escuchamos el llamado a ser
discípulos misioneros descubrimos en ella a la discípula más perfecta del Señor48 Ella ha
vivido la perfecta peregrinación de la fe, primero como madre de Cristo y luego como
madre de los discípulos, sin que estuviera exenta de la incomprensión y la búsqueda
constante del proyecto del Padre. De esta manera alcanzó a estar al pie de la cruz en
una comunión profunda entre el Dios redentor y los hombres. Por eso, a ejemplo de
María, nuestra Iglesia está llamada a ser discípula-misionera (cfr. DA266).
63
5.3 María es signo de consuelo y garantía de esperanza
368. María en su gloriosa Asunción a los cielos, nos indica la plenitud a la que estamos
llamados a participar en Cristo; nos señala la tarea de trabajar sin descanso para
anticipar la segunda venida de Cristo. El deseo profundo de la Iglesia que se manifiesta
en el grito: "Ven, Señor Jesús" (Ap 22, 20) nos mueve a obrar como misioneros en el
presente (cfr. DA 141). Ella es "la estrella de la esperanza", "y ya glorificada en los cielos
en cuerpo y alma, es la imagen y principio de la Iglesia que ha de ser consumada en el
futuro siglo, así en esta tierra, hasta que llegue el día del Señor (cfr. 2 Pe 3,10), brilla ante
el pueblo de Dios peregrinante, como signo de esperanza segura y de consuelo".
369. En esta tarea desafiante de la construcción del Reino, María como discípula nos
anima y nos invita a no perder de vista la dimensión de plenitud y de futuro donde el
triunfo de Cristo será universal y su poder y su justicia llevarán a plenitud la obra de la
salvación (cfr. Ap 1, 8). "María Santísima, la Virgen pura y sin mancha, es para nosotros
escuela de fe destinada a guiarnos y a fortalecernos en el camino que lleva al
encuentro con el Creador del cielo y de la tierra. El Papa vino a Aparecida con viva
alegría para decirles en primer lugar: Permanezcan en la escuela de María. Inspírense
en sus enseñanzas. Procuren acoger y guardar dentro del corazón las luces que ella,
por mandato divino, les envía desde lo alto" (DA270).
64
TERCER SÍNODO DIOCESANO
CONSTITUCIONES
Y DECRETOS
AGUASCALIENTES, AGOSTO 2014
A. Celebración de la Eucaristía
a) Misa del Día del Señor
44. Que en las Misas de precepto dominical no se admitan "ceremonias":
matrimonios, XV años, graduaciones, etc., a no ser que una suficiente razón pastoral
aconseje lo contrario.
b) Celebración de la Eucaristía fuera del templo
45. Que toda celebración eucarística quede prohibida fuera de un templo o capilla
abierta al público, a no ser que se juzgue que hay una verdadera necesidad pastoral y
se cuente con el permiso por escrito del Ordinario.
46. Que no se celebre la Misa exequial en las funerarias. Si no si puede trasladar el
cuerpo a un templo, celébrese una liturgia de la palabra, que puede ser presidida
incluso por un laico delegado por el párroco correspondiente.
d) Sagrada Comunión
54. Que la comunión en la mano se pueda recibir en circunstancias especiales y a
quienes la soliciten, siempre y cuando la consuman frente al ministro. Catequícese al
pueblo al respecto para que pueda recibirse la comunión dignamente.
55. Que todo bautizado a quien el derecho no se lo prohíba, puede y debe ser
admitido a la sagrada comunión (CIC, 912.915)
56. Que sabiendo la persona que se encuentra en pecado grave, no se acerque a la
comunión sin confesión previa.
f) Procesión de ofrendas
58. Que el pan y el vino sean las ofrendas principales, porque constituyen la materia del
sacrificio eucarístico. Añádanse otras ofrendas que tengan como destino el culto y la
caridad. Pueden incluirse, por motivos pastorales y en razón al rito que se esté
celebrando, algunas ofrendas simbólicas (IGMR, 73,140).
D. Sacramentos de curación
a) Celebración de la Reconciliación
70. Que la CDPL elabore subsidios para difundir entre sacerdotes y fieles la dignidad y
riqueza del Ritual de la Penitencia.
71. Que se establezcan, publiquen y respeten horarios fijos de confesión en las
parroquias y se utilice el confesionario como lugar propio para celebrarlo, a no ser que
una razón pastoral diga otra cosa.
72. Que se favorezca la celebración penitencial comunitaria, especialmente en
Adviento y Cuaresma, respetada la confesión y absolución individual.
73. Que no se imparta la absolución colectiva o general, salvo en circunstancias de
gravísima necesidad (cfr. CIC, 961&2; Normas Complementarias de la Conferencia del
Episcopado Mexicano (CEM) a la luz del nuevo Código de Derecho Canónico, 4 de
julio de 1994).
66
84. Que se instruya a los fieles de las parroquias para celebrar con dignidad y
participación plena la oración comunitaria de la Liturgia de las Horas.
279. Que las parroquias ofrezcan a los laicos, en sus programas pastorales, diferentes
espacios para que vivan fecundamente su compromiso bautismal, y según su manera
particular de ser, ejerciten algún apostolado en su trabajo, barrio, familia, y fomenten
así, la espiritualidad de comunión y misión acompañados por sus pastores (Cfr. CIC, n.
225 &1).
67
288. Que el Vicario Episcopal de Laicos, en coordinación con la Vicaría Episcopal de
Pastoral y el Colegio de Decanos, realice un estudio sobre necesidades pastorales
reales y sentidas, proponiendo al Obispo una lista de diversos ministerios laicales y los
requisitos para acceder a ellos, que en su momento se habrán de reconocer
públicamente.
289. Que el Asesor Diocesano de Ministerios Laicales organice encuentros de Ministros
Extraordinarios de la Comunión a nivel diocesano, al menos una vez al año; que
propicien intercambios enriquecedores de experiencias, incrementen sus
conocimientos y estimulen su misión.
290. Que el párroco y el CPP organicen una celebración de inicio del "año pastoral" en
la que se ponga de manifiesto el "envío" para los servicios apostólicos que los laicos
asumen como expresión de su compromiso evangélico, a favor de la edificación de la
comunidad parroquial.
E. Laicos Consagrados
291. Que todo laico que quiera consagrarse lo haga en los institutos laicales
reconocidos por la Iglesia, pasando por los debidos procesos de discernimiento
vocacional, asesoramiento debido, preparación doctrinal y pedagógica y que se
garantice la libertad del candidato(a).
68
297. Que la Vicaría Episcopal de Laicos, teniendo en cuenta que la misión de Iglesia no
puede prescindir de los laicos, que sacando su fuerza de la Palabra de Dios, de los
Sacramentos y de la Oración, brinde un apoyo decidido para que vivan la fe en el
corazón de la familia, de la escuela, de la empresa, del sindicato, del movimiento
popular dando así un testimonio con su vida y con el ejemplo de la alegría del
Evangelio.
298. Que el Vicario Episcopal de Laicos, coordinando tanto a la CDOEL como al
Consejo Diocesano de Laicos (CDL), promueva en la medida de lo posible, la
participación de los laicos en el pronunciamiento a favor de los derechos
fundamentales del hombre (la dignidad de la vida, la integridad física, el derecho a la
familia, a la procreación responsable, a la libertad de conciencia, a los derechos
laborales, a una digna habitación, etc.)
69
304. Que la Vicaría Episcopal de Laicos promueva su apostolado entre los sectores que
tienen mayormente necesidad de la específica contribución de los laicos, como: a) La
promoción del justo orden social que ponga en práctica los principios de la doctrina
social de la Iglesia, b) La participación honesta y decidida en la política; c) La
evangelización de los centros de difusión cultural, utilizando los medios masivos de
comunicación y las redes sociales; d) La defensa de la libertad religiosa de los
ciudadanos y de la Iglesia para evangelizar∗.
∗
"Hoy se abren grandes horizontes al apostolado propio de los laicos, tanto para la difusión de la
Buena Nueva de Cristo como para la construcción del orden temporal según el orden querido
por Dios, a) La promoción del justo orden social, que ponga en práctica los principios de la
Doctrina Social de la Iglesia. Especialmente quienes se ocupan de modo profesional de dicho
ámbito deben ser capaces; b) La participación en la política, a la que los laicos renuncian a
veces, movidos quizás por el desprecio del arribismo, la idolatría del poder, la corrupción de
determinados personajes políticos o la extendida opinión de que la política es un lugar de
inevitable peligro moral; c) La evangelización de los centros de difusión cultural, como escuelas
y universidades, los ambientes de investigación científica y técnica, los lugares de creación
artística y de reflexión humanística, y los instrumentos de comunicación social, que hay que
dirigir rectamente, de modo que contribuyan al mejoramiento de la misma cultura; d) La
defensa de la libertad propia de la Iglesia comportándose como ciudadanos a todos los
efectos. En el cumplimiento de su propio fin, no sólo como enunciado teórico, sino también
respetando y apreciando la gran ayuda que ella presta al justo orden social. Esto comporta, en
particular, la libertad de asociación y la defensa del derecho a impartir la enseñanza según los
principios católicos" (DMPO, n. 110).
70
UNIDAD IV
FORMACIÓN LITÚRGICA
ORIENTACIONES:
"El sacramento más augusto, en el que se contiene, se ofrece y se recibe al mismo Cristo
nuestro Señor, es la santísima Eucaristía, por la que la Iglesia vive y crece continuamente.
El Sacrificio eucarístico, memorial de la Muerte y Resurrección del Señor, en el cual se
perpetúa a lo largo de los siglos el Sacrificio de la Cruz, es el culmen y la fuente de todo el
culto y de toda la vida cristiana, por el que se significa y realiza la unidad del pueblo de
Dios y se lleva a término la edificación del Cuerpo de Cristo. Así pues, los demás
sacramentos y todas las obras eclesiásticas de apostolado se unen estrechamente a la
santísima Eucaristía y a ella se ordenan" (CIC can 897).
"La celebración eucarística es la acción de Cristo y de la Iglesia, es decir, del pueblo
santo reunido y ordenado bajo la guía del obispo. Por este motivo la celebración
eucarística compete a todo el Cuerpo de la Iglesia, lo manifiesta y lo interesa, pues
alcanza a cada uno de sus miembros, en modo diverso y propio, según la diversidad de
órdenes, ministerios y de participación 'efectiva. De esta manera, el pueblo cristiano,
linaje escogido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido, manifiesta su
constitución-coherente y jerárquica. Por consiguiente, todos, ministros ordenados y
fieles laicos, cumpliendo cada uno con su oficio, hagan todo y sólo aquello que
pertenece a cada uno" (IGMR 91).
"Es muy de desear que los fieles participen, como está obligado a hacerlo el sacerdote,
del Cuerpo del Señor con Hostias consagradas en esa misma Misa y, en los casos
previstos, participen del Cáliz, de modo que aparezca mejor, por los signos exteriores,
que la Comunión es una participación en el Sacrificio que en ese momento se celebra"
(IGMR 85).
71
Cómo distribuye la Comunión en Misa:
"Para distribuir la sagrada Comunión, el ministro extraordinario reviste la vestidura
litúrgica usada en su región, o una vestidura conveniente para este ministerio" (Rito
anexo a la Instr. Inmensae charitatis III, 13).
"La vestidura sagrada común para todos los ministros, ordenados e instituidos de
cualquier grado, es el alba, que debe ceñirse a la cintura con un cíngulo, a no ser que
esté hecha de tal manera que pueda ajustarse al cuerpo sin necesidad de ángulo. Más
antes de ponerse el alba, si ésta no cubre perfectamente el vestido ordinario alrededor
del cuello, póngase un ámito" (IGMR 336).
"No se acerquen al altar antes que el sacerdote tome la Comunión, y siempre reciban
de las manos del sacerdote celebrante el vaso que contiene las Especies Eucarísticas
que van a ser distribuidas a los fieles" (IGMR 162, b).
"Al distribuir la sagrada Comunión durante la Misa, el ministro, presenta la Hostia un
poco elevada a cada comulgante diciendo: El Cuerpo de Cristo; el comulgante
responde: Amén. Y recibe la Comunión. Terminada la Comunión el ministro se lava las
manos y regresa a su lugar" (Rito anexo a la Instr. Inmensae charitatis III, 14).
"El acólito debidamente instituido, en calidad de ministro extraordinario puede ayudar
al sacerdote, sí es necesario, a distribuir la Comunión a los fieles. Cuando la Comunión
se distribuye bajo las dos especies, él ofrece el cáliz a los fieles, o lo sostiene cuando la
Comunión se reparte por intinción" (IGMR 191).
"No está permitido a los fieles tomar por sí mismos el Pan consagrado o el Cáliz sagrado,
tanto menos pasado entre ellos de mano en mano. Los fieles comulgan arrodillados o
estando de pie, conforme lo establecido por la Conferencia de los Obispos. Si
comulgan estando de pie, se recomienda que antes de recibir el Sacramento hagan
una debida reverencia establecida per las mismas normas" (IGMR 160).
"Si la Hostia o alguna otra partícula llega a caerse, tómese con reverencia. Si cae algo
del Vino consagrado el sitio en que cae lávese con agua y luego échese esta agua en
la piscina colocada en la sacristía" (IGMR 280).
"Cuantas veces algún fragmento de la Hostia quede adherido a los dedos, sobre todo
después de la fracción o de la Comunión a los fieles, el sacerdote debe limpiar los
dedos sobre la patena, y si es necesario lavarlos. En modo análogo, si quedan
fragmentos fuera de la patena, los recoge" (IGMR 278).
"En ausencia del diácono, el acólito lleva los vasos sagrados a la credencia y ahí los
purifica de manera acostumbrada, los seca y ordena" (IGMR 192).
"El sacerdote, el diácono, o el acólito instituido purifica los vasos sagrados después de la
Comunión o después de la Misa, si es posible, en la credencia. La purificación del cáliz
se hace con agua o con agua y vino, que tomará quien haya purificado el cáliz. La
patena se limpia con el purificador, como es costumbre. Se debe procurar que lo que
sobra eventualmente de la Sangre de Cristo, después de la distribución de la
Comunión, se consuma inmediata y completamente" (IGMR 279).
72
Comunión a los enfermos:
"En el Cuerpo de Cristo que es la Iglesia, si padece un miembro, todos padecen con él.
De ahí que sea muy digna de alabar la piedad hacia los enfermos y las obras de
caridad y mutuo auxilio para remediar las necesidades humanas, los esfuerzos
científicos para prolongar la vida, y toda la atención que cordialmente se presta a los
enfermos, como una preparación evangélica, y participan en el misterio reconfortador
de Cristo" (Ritual de la Unción de enfermos y su atención pastoral 32)
"Por eso, conviene que todos los bautizados ejerzan este ministerio de caridad mutua en
el Cuerpo de Cristo, tanto en la lucha contra la enfermedad y en el amor a los que
sufren, como en la celebración de los sacramentos de los enfermos. Estos sacramentos,
como los demás, revisten un carácter comunitario que, en la medida de lo posible,
debe manifestarse en su celebración" (Ibíd. 33).
"Los pastores procurarán que los enfermos y ancianos, aunque no estén graves ni en
peligro de muerte, comulguen con frecuencia y aun diariamente, en especial durante
el tiempo pascual, lo cual puede hacerse a cualquier hora. Si el enfermo no puede
recibir la Eucaristía bajo la forma de Pan, puede darse únicamente bajo la forma de
Vino. Los que asisten al enfermo también pueden comulgar con él, observadas las
normas del caso" (Ibíd. 46).
"No deben ser admitidos a la sagrada Comunión los excomulgados y los que están en
entredicho después de la irrogación o declaración de la pena, y los que
obstinadamente persistan en un manifiesto pecado grave" (CIC can 915).
"Las personas de edad avanzada o enfermas, y quienes las cuidan, pueden recibir la
santísima Eucaristía aunque hayan tomado algo en la hora inmediatamente anterior"
(Ibid 919,3).
"A nadie está permitido conservar en su casa la santísima Eucaristía o llevarla consigo
en los viajes, a no ser que lo exija una necesidad pastoral, y observadas las
prescripciones dictadas por el Obispo diocesano" (Ibid 937).
El Señor está presente en las Especies Eucarísticas, y por eso debe tratar con reverencia
el Sacramento. Se le saluda con la genuflexión (hincar hasta el suelo la rodilla derecha
e inclinar el cuerpo un poco).
Para llevar la Comunión a un enfermo, se debe retirar el Santísimo del Sagrario
inmediatamente antes de salir hacia la casa del enfermo.
"Las Especies Eucarísticas para la administración de la Comunión fuera de la iglesia se
lleven en un relicario o en algún otro recipiente debidamente cerrado. En cuanto a las
vestiduras y otras modalidades se siga todo lo conveniente, según las situaciones y
circunstancias locales" (Ritual del culto eucarístico 20).
El relicario se ha de destinar exclusivamente a ese uso. Es de alabar que se acondicione
una bolsa para colgarse al cuello y llevarse a la altura del pecho para asegurar mayor
respeto. Conviene llevar un purificador.
Es conveniente ir por el camino rezando y adorando al Señor. Si es posible,
acompañado de una persona con una vela encendida y una campanita.
73
Si el enfermo no quiere comulgar, no insiste, para no violentar su conciencia; tampoco
debe imprudentemente invitar a comulgar a los acompañantes. Avisar al sacerdote
para que acuda a ofrecer el sacramento de la Penitencia.
El párroco o sacerdote responsable de una comunidad es quien determina a cuáles
enfermos ha de llevar la Comunión cada ministro extraordinario.
No se deja el Santísimo en casa del enfermo para que comulgue por sí mismo. Preferible
volver otra vez si es necesario.
Conviene preparar en casa del enfermo: una mesita con un mantel, un cirio
encendido, un Crucifijo o imagen del Señor, y un vasito con agua.
Ritos iniciales:
"Para la administración de la Comunión a un enfermo, el ministro reviste el hábito que
mejor se acomoda a este sagrado ministerio. Entrando, dirige un saludo fraterno al
enfermo y a todos los presentes. Colocado después el Santísimo Sacramento sobre la
mesa preparada, lo adora junto con los presentes" (Ritual de la Comunión y del culto
eucarístico fuera de la Misa 56).
No debe usar el saludo de los ministros ordenados ("El Señor esté con ustedes"), sino
otras formas después de signarse con la Cruz, como: Hermanos, bendigan al Señor que,
en su bondad, nos invita a la Mesa del Cuerpo de Cristo. R. Bendito seas por siempre,
Señor.
O bien: Hermanos, alabemos a nuestro Señor Jesucristo, que nos amó hasta entregarse
por nosotros y ahora vive por los siglos de los siglos. R. Amén.
O bien: Alabado sea el Santísimo Sacramento del altar. R. Por siempre sea bendito y
alabado.
O bien: Hermanos, alabemos a nuestro Señor Jesucristo, presente entre nosotros en el
Sacramento de la Eucaristía, que vive y reina por los siglos de los siglos.
"Enseguida, el ministro invita al enfermo y a los presentes al acto penitencial" (Ibid 57).
Puede usar cualquiera de las formas que trae el Misal.
Palabra de Dios:
"Según la oportunidad, uno de los presentes o el mismo ministro puede leer un texto de
la Sagrada Escritura, como se indica en el Ritual" (Ibid 58).
Los domingos, conviene que se tomen de la Palabra del domingo, para que participen
de la misma Mesa de la comunidad.
Cuando el ministro extraordinario proclama el Evangelio, no saluda como los ministros
ordenados, ni hace signación, sino lo anuncia diciendo: "Escuchemos ahora, hermanos,
las palabras del Santo Evangelio según San...", a lo que el pueblo no contesta nada. Al
terminar de leer dice: “Palabra del Señor” y no besa el libro.
El Ritual reporta textos breves, para cuando las condiciones no permiten una lectura
más amplia. Por ejemplo:
74
Dice el Señor: "El que come mi Carne y bebe mi Sangre tiene vida eterna y Yo le
resucitaré en el último día" (Juan 6,54).
O bien: Dice el Señor: “Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie va al Padre sino por
mi” (Juan 14,6).
O bien: Dice el Señor: “El que me ama será fiel a mi Palabra, y mi Padre lo amará; y
vendremos a él y haremos en él nuestra habitación” (Juan 14,23).
Admite, según las circunstancias, Oración de los fieles, o unas preces.
Rito de la Comunión:
"El ministro invita a los presentes a recitar la Oración del Señor, es decir, el Padre nuestro"
(Ritual 59).
Puede usar las fórmulas que reporta el Misal.
"Enseguida, el ministro muestra el Santísimo Sacramento diciendo: Este es el Cordero de
Dios que quita el pecado del mundo, dichosos los invitados a la Cena del Señor. Y el
enfermo, si puede, y los demás que van a comulgar, responden: Señor, yo no soy
digno..." (Ibid 60).
El ministro se acerca al enfermo y le presenta el Santísimo Sacramento diciendo: El
Cuerpo de Cristo, o bien, si es el caso, La Sangre de Cristo. El enfermo responde: Amén.
Y recibe la Comunión. Los demás comulgantes reciben la Comunión del modo
acostumbrado" (Ibid 61).
"Terminada la distribución de la Comunión, el ministro hace las abluciones del modo
acostumbrado. Si se considera oportuno, se puede guardar un momento de silencio
sagrado. Y enseguida el ministro dice la oración conclusiva" (Ibid 62).
Puede ser una de las oraciones del Ritual, o los domingos decir la Oración Colecta.
Consume las Partículas que queden en el relicario, limpia el relicario, toma el agua o la
lleva a la piscina.
Ritos de conclusión:
"El ministro, invocando la bendición del Señor, y trazando sobre sí mismo la señal de la
Cruz, dice: El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
Todos responden: Amén" (Ibid 63).
No da la bendición como los ministros ordenados.
Puede decir también: Que nos bendiga y nos custodie el Señor omnipotente y
misericordioso, el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo (santiguándose).
75
"Están obligados a recibir el viático todos los bautizados que pueden comulgar. En
efecto, todos los fieles que se hallen en peligro de muerte, sea por la causa que fuere,
están sometidos al precepto de la Comunión; los pastores vigilarán para que no se
difiera la administración de este sacramento y así puedan los fieles robustecerse con su
fuerza en plena lucidez" (Ibid 27).
"En caso de necesidad, o con licencia al menos presunta del párroco, capellán o
superior, a quien se debe informar después, debe llevar el viático cualquier sacerdote u
otro ministro de la sagrada Comunión" (CIC can 911,2).
"Se debe administrar el Viático a los fieles que por cualquier motivo se hallen en peligro
de muerte. Aunque hubieran recibido la sagrada Comunión en el mismo día, es muy
aconsejable que vuelvan a comulgar quienes lleguen a encontrarse en peligro de
muerte" (Ibid 921,1 -2).
Ritos iniciales:
"Para la administración del Viático, el ministro extraordinario reviste la vestidura que mejor
se acomoda a este ministerio sagrado. Entrando, dirige un saludo fraterno al enfermo y a
todos los presentes. Después, dejado el Santísimo sobre la mesa, lo adora con todos los
presentes. Enseguida, el ministro dirige a los presentes una monición adaptada a las
condiciones del enfermo. Y todos oran durante unos minutos en silencio. El ministro invita
al enfermo y a los presentes al acto penitencial. Se hace una breve pausa de silencio. Y
luego todos juntos hacen la confesión. El ministro concluye: Dios todopoderoso tenga
misericordia... Y todos responden: Amén" (Ritual fuera de Misa 68-70).
Palabra de Dios:
"Sería óptimo que uno de los presentes o el ministro mismo lea un pasaje breve de la
Sagrada Escritura" (Ibid 71).
Profesión de fe:
"Conviene además que el fiel, durante la celebración del Viático, renueve la fe de su
Bautismo, con el que recibió su condición de hijo de Dios y se hizo coheredero de la
promesa de la vida eterna" (Ritual de la Unción 28).
"El ministro pronuncia unas breves palabras de introducción, y luego dirige al enfermo las
preguntas rituales: ¿Crees en Dios Padre todopoderoso...? ¿Crees en Jesucristo...? ¿Crees
en el Espíritu Santo...? El enfermo responde: “Creo” (Ritual del culto eucarístico 72).
76
"El ministro se acerca al enfermo y le presenta el Sacramento diciendo: El Cuerpo de
Cristo, o bien: La Sangre de Cristo. El enfermo responde: Amén. E inmediatamente, o
apenas dada la Comunión, el ministro añade: Que el mismo Señor nuestro Jesucristo te
guarde y te lleve a la vida eterna. El enfermo responde: Amén. Los presentes que
desean comulgar reciben el Sacramento en el modo acostumbrado". (Ibid 76)
"Terminada la Comunión, el ministro hace las abluciones del modo acostumbrado.
Según la oportunidad, pueden permanecer en silencio durante algún espacio de
tiempo" (Ibid 77).
Rito de conclusión:
"El ministro dice luego la oración conclusiva. Y enseguida el ministro y los presentes
pueden intercambiar con el enfermo un signo de paz" (Ibid 78).
Ritos iniciales:
"Cuando los fieles están reunidos y todo está preparado, el ministro saluda a los
presentes y todos responden. Enseguida se hace el acto penitencial" (Ibid 27-28).
Palabra de Dios:
"Sigue la celebración de la Palabra de Dios, que se desarrolla siguiendo el modelo de la
Misa. Los textos se toman de la liturgia del día, o del Leccionario para las Misas de la
sagrada Eucaristía o la Sangre de Cristo. Se pude hacer una o más lecturas, según se
77
considere oportuno. A la primera lectura sigue un salmo, o un silencio sagrado, la
celebración de la Palabra de Dios se concluye con la oración universal" (Ibid 29).
Rito de la Comunión:
"Terminada la oración universal, el ministro se acerca al lugar donde está reservada la
Eucaristía, toma la píxide con el Cuerpo del Señor, la coloca sobre el altar y hace
genuflexión. Enseguida hace la invitación al Padre nuestro y todos lo recitan juntos. Se
intercambian después el signo de la paz. A continuación, el ministro hace genuflexión,
toma la Hostia y, teniéndola un poco elevada sobre la píxide, vuelto hacia los
comulgantes, dice: Este es el Cordero de Dios..., y los comulgantes dicen juntos: Señor,
yo no soy digno... Si también el ministro va a comulgar, dice en secreto la fórmula y con
reverencia comulga. Toma luego la píxide, se acerca a los comulgantes, presenta a
cada uno la Hostia teniéndola un poco elevada y, diciendo la fórmula, le da la
Comunión. Durante la Comunión se puede hacer, si es oportuno, un canto adecuado.
Terminada la distribución de la Comunión, el ministro deposita las partículas del platillo
en la píxide y se lava las manos. Si quedaron partículas consagradas, las coloca en el
Sagrario, y hace genuflexión. Puede hacer a continuación una pausa de silencio
sagrado, o cantar un salmo o un canto de alabanza. Finalmente, el ministro dice la
oración conclusiva" (Ibid 30-38).
Ritos conclusivos:
"El ministro invoca la bendición de Dios y traza sobre sí mismo la señal de la Cruz. Todos
responden: Amén. Por último, el ministro despide al pueblo y, hecha la debida
reverencia, se retira" (Ibid 39-41).
78
CUIDADO DE LA EUCARISTÍA
A) ORACIÓN INICIAL
Texto Bíblico:
"Mis hermanos: tengan en cuenta todo lo que hay de verdadero, de noble, de justo, de
limpio, de amable, de elogiable, de virtuoso y de recomendable. Practiquen asimismo
lo que han aprendido y recibido, lo que han oído y visto en mí. Y el Dios de la paz estará
con ustedes" (Flp 4,8-9).
Reflexión:
Sea objeto de sus pensamientos todo lo verdadero y noble, justo y puro, amable y
digno de honra, virtuoso y merecedor de alabanza.
Pongan en práctica lo que han aprendido y visto en mí.
El hombre nuevo, el que sigue a Jesús, tiene su corazón marcado por esos ideales.
- ¿No es un hermoso programa de vida para un cristiano llamado a un Ministerio?
79
2. Que no haya posibilidad de confesarse:
a) porque ya no hay tiempo para acudir hasta donde se encuentra el sacerdote.
b) se buscó confesor y no se encontró,
c) el confesor está ocupado en otros ministerios, o se encuentra enfermo;
d) sin motivo el sacerdote no quiso confesar,
e) el sacerdote no tiene jurisdicción, etc.
80
5. Los principales frutos de la Confesión sacramental son los siguientes:
a) Nos borra los pecados mortales y veniales
b) Nos perdona la pena eterna debida por el pecado mortal y parte dé la pena
temporal.
c) Nos restituye: la amistad con Dios, la gracia santificante, los méritos de las buenas
obras y el derecho al cielo que habíamos perdido por el pecado mortal.
d) Nos da gracias especiales para no recaer en los pecados mortales y veniales.
e) Nos ayuda a practicar innumerables virtudes: humildad por nuestros pecados,
arrepentimiento de nuestras faltas, propósito de enmienda, ya sea poniendo los
medios apropiados para evitar las recaídas o las ocasiones de pecar, confianza
en la misericordia de Dios, obediencia al sacerdote confesor.
f) Y nos enfervoriza en el servicio de Dios.
81
• El vino del Sacrificio debe ser natural, del fruto de la vid, puro y sin corromper, sin mezcla
de sustancias extrañas. En la celebración se le debe mezclar un poco de agua. No se
debe admitir bajo ningún pretexto otras bebidas de cualquier género (50).
La Plegaria Eucarística
• Sólo se pueden utilizar las Plegarias Eucarísticas del Misal Romano o las aprobadas
por la Sede Apostólica. Los sacerdotes no tienen el derecho de componer plegarias
eucarísticas, cambiar el texto aprobado por la Iglesia, ni utilizar otros, compuestos
por personas privadas (51).
• Es un abuso hacer que algunas partes de la Plegaria Eucarística sean pronunciadas
por el diácono, por un ministro laico, o bien por un solo o por todos los fieles juntos. La
Plegaría Eucarística debe ser pronunciada en su totalidad, y solamente, por el
sacerdote (52).
• El sacerdote no puede partir la hostia en el momento de la consagración (55).
• En la Plegaria Eucarística no se puede omitir la mención del Sumo Pontífice y del
Obispo diocesano (56)
82
• Se sugiere que el gesto de la paz sea sobrio y se dé sólo a los más cercanos. El
sacerdote puede dar la paz a los ministros, permaneciendo en el presbítero, para no
alterar la celebración y del mismo modo si, por una causa razonable, desea dar la
paz a algunos fieles. El gesto de paz lo establece la Conferencia de Obispos, con el
reconocimiento de la Sede Apostólica, "según la idiosincrasia y las costumbres de los
pueblos" (72).
• La fracción del pan eucarístico la realiza solamente el sacerdote celebrante,
ayudado, si es el "caso, por el diácono o por un concelebrante, pero no por un laico.
Esta comienza después de dar la paz, mientras se dice el "Cordero de Dios" (73).
• Es preferible que las instrucciones o testimonios expuestos por un laico se hagan
fuera de la celebración de la Misa. Su sentido no debe confundirse con la homilía, ni
suprimirla (74).
84
Capítulo 5: "Otros aspectos que se refieren a la Eucaristía"
• La celebración eucarística se ha de hacer en lugar sagrado, a no ser que, en un
caso particular, la necesidad exija otra cosa (108).
• Nunca es lícito a un sacerdote celebrar la Eucaristía en un templo o lugar sagrado
de cualquier religión no cristiana (109).
• Siempre y en cualquier lugar es lícito a los sacerdotes celebrar el santo sacrificio en
latín (112).
• Es un abuso suspender de forma arbitraria la celebración de la santa Misa en favor
del pueblo, bajo pretexto de promover el "ayuno de la Eucaristía" (115).
• Se reprueba el uso de vasos comunes o de escaso valor, en los que se refiere a la
calidad, o carentes de todo valor artístico, o simples cestos, u otros vasos de cristal,
arcilla, creta y otros materiales, que se rompen fácilmente (117).
• La vestidura propia del sacerdote celebrante es> la casulla revestida sobre el alba y
la estola. El sacerdote que se reviste con la casulla debe ponerse la estola (123).
• Se reprueba no llevar las vestiduras sagradas, o vestir sólo la estola sobre la casulla
monástica, o el hábito común de los religiosos, o la vestidura ordinaria (126).
85
• Si habitualmente hay un número suficiente de ministros sagrados, no se pueden
designar ministros extraordinarios de la sagrada Comunión. En tales circunstancias,
los que han sido designados para este ministerio, no deben ejercerlo (157).
• Se reprueba la costumbre de sacerdotes que, a pesar de estar presentes en la
celebración, se abstienen de distribuir la comunión, encomendando esta tarea a
laicos (157).
• Al ministro extraordinario de la sagrada Comunión nunca le está permitido delegar a
ningún otro para administrar la Eucaristía (159).
• Los laicos tienen derecho a que ningún sacerdote, a no ser que exista verdadera
imposibilidad, rechace celebrar la Misa en favor del pueblo en domingo, o que ésta
sea celebrada por otro sacerdote, si de diverso modo no se puede cumplir el
precepto de participar en la Misa, el domingo y los otros días establecidos (163).
• Cuando falta el ministro sagrado, el pueblo cristiano tiene derecho a que el Obispo,
en lo posible, procure que se realice alguna celebración dominical para esa
comunidad (164).
• Es necesario evitar cualquier confusión entre este tipo de reuniones y la celebración
eucarística (165).
• El clérigo que ha sido apartado del estado clerical está prohibido de ejercer la
potestad de orden. No le está permitido celebrar los sacramentos. Los fieles no
pueden recurrir a él para la celebración (168).
86
• 94: Tomar por sí la Comunión, pasar el cáliz de mano en mano. Comunión
recíproca en Misa nupcial.
• 96: Dar pan no consagrado y confundir.
• 101 -102: Dar bajo las dos Especies con peligro de profanación, o sobre mucho
Sanguis, haga desorden, o no garantice vino auténtico, o ministros
insuficientes.
• 104: Mojar la Hostia por sí mismo, recibir la Hostia mojada en Sanguis en la
mano, usar pan no consagrado.
• 106: Vaciar cáliz a otros, usar frascos, vasijas o recipientes no adecuados.
• 109: Celebrar en iglesia no cristiana.
• 111: No admitir sacerdote que acredita
• 115: Promover ayuno de Misa dominical.
• 117: Fabricar vasos sin valor artístico, escaso valor, frágiles o corruptibles.
• 126: Celebrar sin vestiduras adecuadas.
• 131-133: Reservar fuera de control del Obispo o con peligro de profanación.
Llevar Eucaristía a casa; arrojarlo a cualquier sitio. Ir a otros lugares y no
directamente al enfermo.
• 138: Exponer sin vigilancia.
• 153: Laico asuma funciones o vestiduras de diácono o sacerdote.
• 168: Clérigo apartado del estado clerical: celebre, reciba fieles, ejerza tarea o
ministerio. Además: CIC can 1364, 1369, 1373,1376, 2380, 1384-1386, 1398.
Conclusión:
El pecado disgrega, la Eucaristía une (185).
Sentido de Iglesia, conciencia de fidelidad y autenticidad (186).
87
No comete este delito si se llevan, o se retienen las Especies sacramentales con el fin de
evitar el robo o el sacrilegio. Pero si comete sacrilegio tanto el que se lleva las especies
sacramentales como el que las retiene para un fin sacrílego. Parece ser que comete un
solo delito si es la misma persona quien se lleva y retiene las especies consagradas.
Sanción penal:
Si es laico, contrae una censura llamada: excomunión cuya absolución se reserva a la
Sede Apostólica.
Si quien cometió el delito es clérigo, además de la excomunión anterior, puede ser
castigado con otra pena, sin excluir la expulsión del estado clerical.
2) Expiatorias, son aquellas sanciones penales que sin descuidar la conversión del
delincuente, tienen, como fin inmediato el castigo del delito, y su remisión no
depende de la cesación de la contumacia del delincuente, sino hasta que se
cumpla la reparación pública, o por un acto de gracia del superior, (CIC 1312
párrafos 1-2).
4) Penitencias canónicas, son aquellas sanciones que usa la Iglesia para aplicarla
en lugar de una pena, o para aumentarla, (CIC 1312 párrafos 3).
88
Tres clases de sanciones medicinales o censuras:
1) La excomunión: Es una censura por la cual se excluye al fiel (seglar o sacerdote), de
la comunión jurídica con la Iglesia, sociedad visible, y lleva consigo los efectos que
posteriormente se van a enumerar, (CIC 1331).
2) El entredicho: Es una censura por la cual se les prohíben a los fieles, sin perder la
comunión con la Iglesia, algunos bienes sagrados expresamente señalados en la ley,
(CIC 1332).
3) La suspensión: Es una censura exclusiva para clérigos por la que se les prohíbe,
parcial o temporalmente, el ejercicio de la potestad del Orden, de la potestad del
régimen, o del oficio; así como el derecho a percibir algún bien, (CIC 1333-1335).
División de la excomunión:
La excomunión puede ser latae sententiae, o ferendae sententiae, (CIC 1314).
Excomunión latae sententiae:
- La pena ya está bien determinada en la ley o en el precepto;
- En tal forma va anexada o incluida a la ley o precepto, que se incurre en ella por el
mismo hecho de haberse cometido el delito.
- Así en nuestro caso, por el hecho de violar las especies consagradas, "ipso facto", en
el mismo momento que se violan, se contrae la excomunión.
89
La excomunión latae sententiae ya declarada, obliga más para que se cumpla, que
las que aún no son declaradas, (p. ej. CIC 1335 y 1352 párrafo 2) y es más difícil la
absolución de las excomuniones ya declaradas, (p. ej. 508 párrafos 1; 1355, párrafo
2; 1357, párrafo 1) y algunos actos de régimen del excomulgado con declaración,
pueden ser inválidos, (p. ej. CIC 1331 párrafo 2 2o).
c) Excomunión latae sententiae no reservada a la Santa Sede:
Si la pena de excomunión la puede normalmente absolver el Ordinario del lugar del
delincuente, o el Ordinario que promovió el juicio para imponer o declarar la pena,
o la impuso o declaró por un decreto personal o por medio de otro, es excomunión
no reservada a la Santa Sede, (CIC 1355).
d) Excomunión latae sententiae reservada a la Santa Sede:
Si la absolución de una excomunión solo la puede dar el Papa; es decir, se reserva
para sí o para otros que él designe, la remisión de la pena, la excomunión es
reservada a la Santa Sede, (CIC 1354 párrafos 2y3). En nuestro caso, la violación de
las especies consagradas es uno de los casos concretos que el Código de Derecho
Canónico considera excomuniones reservadas a la Santa Sede. Los otros 5 casos
son:
1) El atentar físicamente contra el Papa, (CIC 1370 párrafo 1)
2) Quitarle la vida, (CIC 1397).
3) El sacerdote que absuelve a su cómplice de pecado torpe, (CIC 1378 párrafo 1).
4) El Obispo que consagra a otro obispo, sin mandato pontificio, (CIC 1382).
5) El confesor que viola directamente el sigilo sacramental, (CIC 1388).
Efectos de la Excomunión
Se prohíbe al Excomulgado:
1. Si la excomunión latae sententiae aún no ha sido declarada, (CIC 1331 párrafos 1º,
2º y 3º):
a) Tener cualquier participación ministerial en la celebración del Sacrificio
eucarístico o en cualquier otra ceremonia de culto (c. 1331, 1, 1°).
Es decir, se le prohíbe la participación activa, y más si es ministerial: como
monitor, cantor, lector, acólito; MEC.
No se le prohíbe la asistencia pasiva, o sea la mera asistencia (en el Código de
1917 can. 2259, 1, se le permitía y recomendaba su asistencia a la predicación de
la Palabra divina).
La prohibición es para participar en los actos litúrgicos, es decir, actos de culto
público (c. 834), no se le prohíbe participar en los actos, de piedad particulares,
aunque estos sean en grupos.
b) Celebrar los sacramentos o sacramentales y recibir los sacramentos (c. 1331, 1, 2°).
Esta prohibición es grave, pero no afecta a la validez de los sacramentos.
Sería sólo ilícito el celebrar los sacramentos o sacramentales, o recibir los
sacramentos.
Pero si el excomulgado recibe el sacramento de la Penitencia sin las debidas
disposiciones, es inválido; pero sería válido si lo hace de buena fe.
90
c) Desempeñar oficios, ministerios, o cargos eclesiásticos, o realizar actos de
régimen (c. 1331, 1, 3o). Si desempeña estos oficios, sus actos son válidos, pero
ilícitos.
Ejemplo de oficios:
Obispo de una diócesis, Vicario General, Párroco, Vicario Parroquial, Capellán
del ejército, Capellán o Rector de una iglesia.
Los oficios eclesiásticos se ejercen para un bien espiritual, y tienen establemente
asignadas funciones públicas de la Iglesia.
Ejemplo de ministerios:
Ordenados: de obispo, de presbítero y de diácono (c. 910, 1)
No ordenados: de lector, de acólito (ce. 230 y 910, 2), de ministro extraordinario
de la comunión (c. 910, 2).
Ejemplo de cargos eclesiásticos:
Padrinos de bautismo.
Cargo de un laico o un clérigo de auditor (c.1428, 2).
Cargos de un laico o un clérigo de promotor de justicia y defensor del vínculo (c.
1435).
91
7. ORDINARIO DE LA MISA alabamos, te bendecimos, te adoramos, te
CELEBRADA CON LA glorificamos, te damos gracias. Señor Dios,
PARTICIPACIÓN DEL PUEBLO Rey celestial, Dios Padre todopoderoso.
Señor; Hijo unido, Jesucristo. Señor Dios,
RITOS INICIALES Cordero de Dios Hijo del Padre; tú que quitas
el pecado del mundo, ten piedad de nosotros;
RITO INTRODUCTORIO tú que quitas el pecado del mundo, atiende
Y SALUDO nuestra súplica; tú que estás sentado a la
S. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del derecha del Padre, ten piedad de nosotros.
Espíritu Santo. Porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo
S. Amén. tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo
en la gloria de Dios Padre. Amén.
S. La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el
amor del Padre, y la Comunión del Espíritu ORACIÓN COLECTA
Santo estén con todos ustedes
P. Y con tu espíritu. S. Oremos ...
... Por Jesucristo nuestro Señor,.. .
ACTO PENITENCIAL P. Amén.
S. Hermanos: para celebrar dignamente estos
sagrados misterios, reconozcamos, nuestros LITURGIA DE LA PALABRA
pecados. PRIMERA LECTURA
S. y P. Yo confieso ante Dios todopoderoso y L. Palabra de Dios.
ante ustedes; hermanos, que he pecado: P. Te alabamos. Señor.
mucho de pensamiento, palabra, obra y
omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi SALMO RESPONSORIAL
gran culpa… Por eso ruego a santa María
siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y SEGUNDA LECTURA
a ustedes, hermanos, que intercedan por mí
L. Palabra de Dios.
ante; Dios, nuestro Señor.
P. Te alabamos. Señor.
S. Dios todopoderoso tenga misericordia' de
nosotros, perdone nuestros pecados y nos ACLAMACIÓN
lleve a la vida eternas. L. Aleluya, Aleluya.
P. Amen. P. Aleluya, Aleluya.
INVOCACIONES: LECTURA DEL EVANGELIO
SEÑOR, TEN PIEDAD
S. (En voz baja): Purifica mi corazón y mis
S. Señor, ten piedad. labios. Dios Todopoderoso, para que
P. Señor, ten piedad. anuncie dignamente tu Evangelio.
S. Cristo, ten piedad. S. El Señor esté con ustedes.
P. Cristo, ten piedad. P. Y con tu espíritu.
S. Señor, ten piedad. S. Del santo Evangelio según san ...
P. Señor, ten piedad. P. Gloria a ti. Señor.
GLORIA S. Palabra del Señor.
P. Gloria a ti, Señor Jesús.
S. Gloría a Dios en el cielo,
S. (En voz baja): Que las palabras del
S. y P. y en la tierra paz a los .hombres qué;
Evangelio borren nuestros pecados.
ama el Señor. Por tu inmensa gloria te
93
HOMILÍA S. Bendito seas, Señor, Dios del universo, por
este vino, fruto de la vid y del trabajo del
CREDO hombre, que recibimos de tu generosidad y
S. y P. ahora te presentamos; él será para nosotros
Creo en un solo Dios. Padre todopoderoso. bebida de salvación.
Creador del cielo y de la tierra, de todo lo P. Bendito seas por siempre. Señor.
visible y lo invisible. S. (En voz baja): Acepta, Señor, nuestro
Creo en un solo Señor, Jesucristo. Hijo único corazón contrito y nuestro espíritu humilde;
de Dios, nacido del Padre antes de todos los que este sea hoy nuestro sacrificio y que sea
siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios agradable en tu presencia, Señor, Dios
verdadero de Dios verdadero, engendrado nuestro.
no creado, de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo, fue hecho; que por nosotros, LAVATORIO DE LAS MANOS
los hombres, y por nuestra salvación bajó
del cielo; y por obra del Espíritu Sonto se S. (En voz baja): Lava del todo mi delito,
encarnó de María; la virgen, y se hizo Señor, limpia mi pecado:
hombre: y por nuestra causa fue crucificado "OREN HERMANOS"
en tiempos de Pondo Piloto; padeció y fue
sepultado, y resucitó al tercer día, según las S. Oren, hermanos, para que este sacrificio,
Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a mío y de ustedes, sea agradable a Dios,
la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con Padre todopoderoso.
gloria para juzgar a vivos y muertos, y su P. El Señor reciba de tus manos este sacrificio,
reinó no tendrá fin. para alabanza y gloria de su nombre, para
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
vida, que procede del Padre y del Hijo, que
con el Padre y el Hijo recibe una misma ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
adoración y gloria, y qué habló por los S. Oremos...
profetas. ... Por Jesucristo nuestro Señor...
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y P. Amén.
apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo para el
perdón de los pecados. PLEGARIA EUCARÍSTICA II
Espero la resurrección de los muertos y la vida DIÁLOGO INICIAL
del mundo futuro. Amén.
S. El Señor esté con ustedes.
ORACIÓN DE LOS FIELES P. Y con tu espíritu.
S. Levantemos el corazón.
LITURGIA EUCARÍSTICA P. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
OFERTORIO S. Demos, gracias al Señor, nuestro Dios.
P. Es justo y necesario.
S. Bendito seas Señor, Dios del universo, por
este pan, fruto de la tierra y del trabajo del PREFACIO
hombre, que recibimos de tu generosidad y
ahora te presentamos; él será para nosotros S. En verdad es justo y necesario; es nuestro
pan de vida. deber y salvación, darte gracias, Padre
P. Bendito seas por siempre, Señor. Santo, siempre y en todo lugar, por
Jesucristo, tu Hijo amado.
S. (En voz baja): El agua unida al vino sea Por él, que es tu Palabra, hiciste todas las
signo de nuestra participación en la vida cosas; tú nos lo enviaste para que, hecho
divina de quien ha querido compartir hombre por obra del Espíritu Santo y nacido
nuestra condición humana.
94
de María, la Virgen, fuera nuestro Salvador ACLAMACIÓN
y Redentor. Él, en cumplimiento de tu S. Éste es el Sacramento de nuestra fe:
voluntad, para destruir la muerte y P. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu
manifestar la resurrección, extendió sus resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
brazos en la cruz, y así adquirió para ti un
pueblo santo. Por eso con los ángeles y los ANAMNESIS Y OBLACIÓN
santos proclamamos tu gloria diciendo:
S. Así, pues. Padre, al celebrar ahora el
"SANTO, SANTO, SANTO" memorial de la muerte y resurrección de tu
Hijo, te ofrecemos el pan de vida y el cáliz
S. y P. Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del de salvación, y te damos gracias porque nos
Universo. Llenos están el cielo y la tierra de haces dignos de servirte en tu presencia.
su gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el
que viene en nombre del Señor. Hosanna en INTERCESIONES
el cielo.
Te pedimos, humildemente, que el Espíritu
EPÍCLESIS Santo congregue en la unidad a cuantos
S. Santo eres en verdad. Señor, fuente de toda participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo.
santidad; por eso te pedimos que santifiques Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida
estos dones con la efusión de tu Espíritu, de por toda la tierra; y con el Papa ..., con
manera que sean para nosotros Cuerpo y nuestro Obispo ... y todos los pastores que
Sangre de Jesucristo, nuestro Señor. cuidan de tu pueblo, llévala a su perfección
por la caridad. Acuérdate también de
NARRACIÓN DE LA nuestros hermanos que durmieron en la
INSTITUCIÓN DE LA EUCARISTÍA
esperanza de la resurrección, y de todos los
El cual, cuando iba a ser entregado a su que han muerto en tu misericordia;
Pasión, voluntariamente aceptada, tomó admítelos a contemplar la luz de tu rostro.
pan; dándote gradas, lo partió y lo dio a sus Ten misericordia de todos nosotros, y así,
discípulos diciendo: con María, la Virgen, Madre de Dios, los
CONSAGRACIÓN DEL PAN apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad a
Y ELEVACIÓN DE LA HOSTIA través de los tiempos, merezcamos, por tu
Hijo Jesucristo, compartir la vida eterna y
TOMEN Y COMAN TODOS DE ÉL, cantar tus alabanzas.
PORQUE ESTO ES MI CUERPO, QUE
SERÁ ENTREGADO POR USTEDES. DOXOLOGÍA
CONSAGRACIÓN DEL VINO S. Por Cristo, con él y en él, a ti. Dios Padre
Y ELEVACIÓN DEL CÁLIZ omnipotente, en la unidad del Espíritu
Santo, todo honor y toda gloria por los
Del mismo modo, acabada la cena, tomó el siglos de los siglos.
cáliz, y, dándote gracias de nuevo, lo pasó a P. Amén.
sus discípulos, diciendo:
95
tu reino; hágase tu voluntad en la tierra O bien:
como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de Señor Jesucristo, la comunión de tu Cuerpo
cada día; perdona nuestras ofensas, como y de tu Sangre no sea para mí un motivo de
también nosotros perdonamos a los que nos juicio y condenación, sino que, por tu
ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y piedad, me aproveche para defensa de alma
líbranos del mal. y cuerpo y como remedio saludable.
S. Líbranos de todos los males. Señor, y PREPARACIÓN PARA LA COMUNIÓN
concédenos la paz en nuestros días, para
que, ayudados por tu misericordia, vivamos S. Éste es el Cordero de Dios, que quita el
siempre libres de pecado y protegidos de pecado del mundo. Dichosos los invitados a
toda perturbación, mientras esperamos la la cena del Señor.
gloriosa venida de nuestro Salvador P. Señor, no soy digno de que entres en mi
Jesucristo. casa, pero una palabra tuya bastará para
P. Tuyo es el reino, tuyo él poder y la gloria, sanarme.
por siempre. Señor. COMUNIÓN
96
2. La exposición del santísimo Sacramento y sus frutos
Entre nosotros, existe mucho la devoción a la sagrada Eucaristía por medio de la
adoración al santísimo Sacramento, los viernes primero de mes, en las vigilias de los
adoradores nocturnos, en las reuniones de oración de alabanza y jubileos, etc.
Veamos entonces en qué consiste la exposición del Santísimo y enseguida de los frutos
que se obtienen.
2.1. La exposición del Santísimo es poner a la vista de los fieles al santísimo
Sacramento para que reciba pública adoración por parte de los fieles. Veamos
enseguida las normas del C.I.C.:
941 1. En las Iglesias y oratorios en los que esté permitido tener reservada la
santísima Eucaristía, se puede hacer la exposición tanto con el copón como con
la custodia, cumpliendo las normas prescritas en los libros litúrgicos.
2. Durante la celebración de la Misa, no se tenga exposición del santísimo
Sacramento en la misma Iglesia u oratorio.
2.2. Estos son los frutos de la exposición del Santísimo contenidos en Eucharisticum
Misterium 60:
• Impulsa la mente de los fieles a reconocer en la Eucaristía la maravillosa
presencia de Cristo.
• Nos invita a la comunión de corazón con él.
• Nos hace apreciar la santa Misa donde Cristo se nos da como alimento,
remedio y consuelo.
• Toma su sentido de la santa Misa ya ella conduce.
• Fomenta de modo excelente el culto en espíritu y en verdad que es debido a
Jesucristo Eucaristía.
97
3.2. Reserva
• La reserva del santísimo Sacramento puede hacerse en la forma siguiente:
(mientras la Comisión Episcopal Mexicana de Liturgia no dé las respectivas
normas o mientras carezcamos de orientaciones dadas por la Comisión
Diocesana de Liturgia).
• Se entona un cántico eucarístico por el cantor y el pueblo.
• El ministro inciensa el santísimo Sacramento.
• Reza una de las oraciones «colecta» propias del tiempo. Y/o reza las
alabanzas al Santísimo.
• Bendito sea Dios, Bendito sea su santo nombre ...
• Luego guarda el Santísimo en el sagrario.
• Y hecha genuflexión sencilla, el ministro se retira a la sacristía.
98
Enseguida dice el ministro: momento solemne de esta Hora Santa en el que Jesús
tiernamente nos bendice a todos, (momento de silencio).
Luego dirige las alabanzas al santísimo :
• Bendito sea Dios.
• Bendito sea su santo nombre.
• Bendito sea Jesucristo verdadero Dios y verdadero hombre.
• Bendito sea e! nombre de Jesús.
• Bendito sea su sacratísimo corazón.
• Bendita sea su preciosísima sangre.
• Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del altar.
• Bendito sea el Espíritu Santo paráclito.
• Bendita sea la excelsa Madre de Dios María Santísima.
• Bendita sea su santa Inmaculada Concepción.
• Bendita sea su gloriosa Asunción.
• Bendito sea el nombre de María, Virgen y Madre.
• Bendito sea san José su castísimo esposo.
• Bendito sea Dios en sus ángeles y en sus Santos.
• Amén.
99
UNIDAD V
FORMACIÓN PASTORAL
• La Caridad Pastoral;
o La Pastoral de Enfermos
o La Visita a los Enfermos
PRÓLOGO
El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último
día: mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida (Jn 6, 54-55).
La Iglesia ha motivado siempre la participación en la santa comunión: la medicina de
la inmortalidad, el antídoto contra la muerte y el alimento para vivir por siempre en
Jesucristo (San Ignacio de Antioquía).
Y fiel a su fundador, la Iglesia, en su tradición bimilenaria, ha mostrado siempre una gran
solicitud por los pobres, enfermos e impedidos siguiendo el ejemplo y mandato mismos
de Jesús que quiere que su Iglesia anuncie la Buena Noticia del Reino y sea buena
samaritana (cfr. Lc 9, 2).
Esta solicitud de la Iglesia se ha plasmado en pluriformes obras e instituciones de
caridad hacia los necesitados y enfermos; en su acompañamiento humano y. espiritual
a través de la visita pastoral fortaleciendo su esperanza y la de sus familiares; y en el
ofrecimiento de los auxilios de la gracia a través de la Palabra de Dios y la vida
sacramental: especialmente, la santa comunión, el sacramento de la Reconciliación y
la Unción de los enfermos.
Desde los primeros siglos, la comunidad cristiana se ha preocupado de llevar, al
enfermo e impedido de acercarse a la eucaristía, la Palabra proclamada en la
asamblea y el Cuerpo de Cristo.
En nuestros días, la Iglesia quiere (y debe) seguir ofreciendo este auxilio de gracia a
tantos y tantos enfermos y ancianos en su domicilio, y en los cada vez más numerosos
hospitales y centros de internación.
Este libro está destinado específicamente a estos ministros dedicados al servicio del
cuerpo sufriente de Cristo, que ejercen su apostolado en el campo tan difícil de las
zonas oscuras de la existencia humana: dolor, sufrimiento, discapacidad, agonía,
muerte y duelo; y en el mayor templo de la cristiandad: el hombre sufriente.
Estos ministros de la comunión, agentes de pastoral de la salud, agentes de la pastoral
penitenciaria, son un don inestimable de la Iglesia samaritana, expresión visible del
servicio y evangelización asumidos por los laicos.
Este libro considera los aspectos doctrinales, disciplinarios, litúrgicos y pastorales que
siempre ha de tener en cuenta el ministro para ejercer un apostolado con calidad y,
calidez, bajo el modelo de Jesús, buen pastor, buen samaritano.
101
Deseamos que estas páginas ayuden al portador/a de Cristo sacramentado a
intensificar su identidad específica, a revalorizar tan gran don recibido, a vincularse,
con mayor comunión, a su equipo pastoral, a crecer en la espiritualidad de una
configuración progresiva con Cristo, a formarse en la sana relación de ayuda pastoral,
a presentar cualificadamente el misterio redentor de Cristo sufriente y resucitado, y a
gozar del ejercicio gratuito del ministerio al que la Iglesia lo ha llamado.
P. MATEO BAUTISTA
RELIGIOSO CAMILO
102
No se olvide que el fin primario y principal de la reserva eucarística consiste en la
posibilidad de llevar la comunión a los enfermos que no han podido participar en la
misa (RU 64b).
Ministerio llevado a cabo desde la fe, por el anuncio y testimonio explícitos de toda la
comunidad cristiana (específicamente, por el obispo, sacerdote, diácono, religioso/a,
ministro de la comunión, agente de pastoral, profesional cristiano de la salud y por el
mismo enfermo). Apoyándose en los auxilios de gracia divina que son dados en la praxis
sacramental, en la escucha de la Palabra revelada, en la vida de oración, en el
diálogo pastoral...
Su objetivo: ofertar salud-salvación: curación, asistencia, sanación, humanización,
reconciliación, iluminación, sentido vital, crecimiento humano y salvación.
Tiene como misión el encuentro:
- Con el enfermo y su familia, promoviendo la asistencia y buen trato, el
asociacionismo y los grupos de mutua ayuda (dimensión solidaria).
103
- Con los profesionales y las estructuras de salud, suscitando una vocación y mística
de servicio, el sentido ético y humanista, la atención a los más necesitados
(dimensión política-institucional).
- Con los sanos para potenciar una cultura más sensible frente al dolor, sufrimiento,
discapacidad, agonía, muerte, duelo y defensa de la vida (dimensión comunitaria).
- Con la misma comunidad eclesial para impulsar su espíritu hospitalario y sanante, la
creación de equipos de pastoral de la salud y la formación de sus agentes
(dimensión eclesial).
104
MINISTERIO CON ESPIRITUALIDAD
EI ministro de la comunión ha de vivir con orgullo el don de gozar con su hermano
mayor, Jesús, la filiación con Dios Padre; la dicha de la amistad con ese amigo del alma
y en el alma que es el Espíritu Santo. En esta relación amorosa con la Trinidad, ha de
fundamentar su vida espiritual.
Tratando de vivir la propia existencia a la luz del evangelio de Jesús misericordioso, el
ministro de la comunión fundamenta su actividad en una espiritualidad concreta y
profunda. Consciente del riesgo de caer en un activismo falto de vida, que separa
ministerio y espiritualidad, ha de impulsar su encuentro con Dios en la mística de su
mismo ministerio, en la comunión eclesial, en el silencio contemplativo, en la oración
viva y en la vida sacramental.
El ejercicio de su ministerio debe ser motivo de crecimiento y madurez espiritual. El amor
al prójimo enfermo y a quienes asiste exige abnegación, sacrificio y dolorosa
autocorrección.
105
Las actitudes en una perspectiva de fe, la presencia, la cercanía positivas y los gestos
humanos del agente pastoral se convierten en símbolo del amor de Dios que él mismo
anuncia con su palabra y dan a su figura un valor casi sacramental.
El enfermo ve en los agentes pastorales la visita y presencia de Dios, conforme a las
palabras del apóstol: Ustedes son el cuerpo de Cristo (1Cor 12, 27).
106
Cuanto más viva el ministro la compasión de Cristo en propia carne, más se configurará
con su estilo compasivo.
107
encuentran dificultad en la oración; no llegan a descubrir la inagotable riqueza de la
eucaristía; no se preparan adecuadamente para la reconciliación; no asumen su crisis
a la luz del evangelio; el dolor y el sufrimiento los lleva a recelar del amor de Dios; se
sienten probados castigados o abandonados por Dios; asocian pecado-castigo de
Dios-enfermedad y se consideran agentes pasivos de la Iglesia sin misión
evangelizadora, testimonial.
Por eso, el ministro de la comunión se configurará con Cristo maestro y con su estilo
evangelizador-pastoral-catequístico, para enriquecer el itinerario espiritual del asistido,
con prudencia, paciencia, sabiduría, tacto, amor. Consciente de que también los
enfermos y los reclusos son obreros de la viña del Señor (Christifideles Laici, 53), invitará a
hacer de este momento de crisis una oportunidad para el enriquecimiento humano y
espiritual y para testimoniar el valor de la fe.
El ministro no despreciará la oportunidad para enriquecer espiritualmente a la familia
del enfermo.
108
El cristiano no sólo ha de pensar y crecer en la resurrección de Cristo, ha de gozar de la
resurrección de sus seres queridos y ha de vivir ya como resucitado.
Todos los agentes de pastoral de la salud (entre ellos el ministro de la comunión) han de
confrontarse en su apostolado con personas agonizantes, moribundas o en duelo. Por
ello, especialmente han de conocer técnicas relaciónales específicas para esta
pastoral y acompañamiento, pero necesitarán, sobre todo, anunciar explícitamente el
Kerigma cristiano de la muerte y resurrección de Jesús y testimoniando la vivencia de la
resurrección en su propia vida y su configuración con Cristo resucitado (cfr. 1Cor 15).
En el Resucitado, la muerte y la enfermedad no son cerradas ni aplastantes. Porque, por
él y en él, siempre hay esperanza.
109
4. Formación específica de los ministros de la comunión para los enfermos
y presos.
• El mundo parroquial es muy distinto del mundo hospitalario y del mundo
socio-sanitario. ¡Y ni hablemos del mundo de la pastoral penitenciaria! Tienen leyes
muy diversas.
• El ministro de la comunión como todo agente pastoral necesita para llevar a cabo
cualitativamente su misión y ministerio una formación específica y permanente. No
basta con buena voluntad. La formación no es un lujo que algunos pueden
permitirse. Es una necesidad. Muchos de los ministros de la comunión que visitan a
los enfermos y presos nunca recibieron una preparación específica. Otros se han
limitado a aprender de la experiencia manifestando desinterés por una puesta al día
más necesaria.
• La formación tiene como finalidad no el conferir al ministro/a un rol, sino ayudarlo a
crecer y madurar humana y cristianamente, a configurar la propia identidad, a
capacitarse y perfeccionarse para desempeñar eficazmente su misión.
• La formación ha de privilegiar el crecimiento de actitudes personajes maduras, ya
que el amor de Dios se comunica especialmente a través del testimonio y del
talante de la propia vida.
• La formación ha de ayudar al ministro a conocer en profundidad el mundo interior
del enfermo y del privado de libertad, sus vivencias, comportamientos, crisis,
sentimientos, reacciones y necesidades de todo tipo, especialmente las espirituales.
• Ha de capacitarlo para la relación pastoral de ayuda: para saber discernir con el
asistido la presencia del Señor que actúa en toda situación humana; y para poder
iluminar, desde una relectura vital de las fuentes bíblicas y de los temas teológicos,
los interrogantes que plantea y se plantea cada enfermo y preso.
• La formación ha de ser activa, implicativa y participada. No puede consistir en una
mera instrucción teórica. Ha de ser, por otra parte, gradual y personalizada,
insistiendo en la disposición para la colaboración y el ministerio en equipo.
• La formación ha de partir de la vida. El agente ha de ir modificando su mirada, su
juicio y sus actitudes a la luz del evangelio y desde el contacto con el enfermo y
recluido.
• Ha de cultivarse mediante el estudio, la reflexión personal y la participación en
reuniones, jornadas, encuentros y cursos de formación conjuntos para ministros de la
comunión y agentes de pastoral de la salud y de la pastoral penitenciaria.
110
término de manos del celebrante (o de otro ministro), quien luego le entregará el
copón para que administre la comunión al resto de los fieles.
c) ¿Cuántas veces puede comulgar?
Sólo puede comulgar hasta dos veces por día; la segunda vez sólo participando de
la misa entera.
111
7. Recogimiento interior
El ministro aconsejará y ayudará al enfermo a recogerse interiormente antes y después
de la comunión.
• Antes de comulgar
Haz todo lo que esté de tu parte y hazlo con mucha diligencia, no por costumbre ni
por obligación. El Cuerpo de tu amado Señor y Dios, que se digna ir a ti, recíbelo con
temor, veneración y amor.
• Después de comulgar
Es preciso no sólo que te prepares devotamente antes de comulgar, sino que
también procures conservarte recogido después de haber recibido el sacramento.
Es necesaria la vigilancia tanto después como antes de la preparación piadosa,
porque el fervor posterior es la mejor disposición para recibir una gracia aún mayor.
No tiene buenas aptitudes para esta gracia el que, luego de comulgar, se
abandona a consuelos exteriores.
Guárdate de hablar mucho; mantente apartado y goza de tu Dios. Si tú lo posees a
él, ni el mundo todo te lo podrá quitar.
Yo soy aquel a quien te debes entregar sin reserva, de manera que libre de toda
inquietud, ya no vivas en ti sino en mí (Tomás de Kempis, La imitación de Cristo, libro
IV, cap. 12).
112
Debe desplazarse con toda discreción y revestirse en la sacristía con lo dispuesto por
la normativa diocesana.
• Si hay varios ministros, que el sacerdote distribuya razonablemente las tareas de
cada uno de ellos antes de la misa, así como su ubicación espacial.
• Al abrir el sagrario, siempre en el momento adecuado, no omitir ni agregar
genuflexiones superfluas. Si se está imposibilitado para la genuflexión por razones de
salud, hacer una reverencia con la prudencia y devoción oportunas.
• No dejar el sagrario abierto, si queda en él la reserva del Santísimo, cuando se
distribuye la comunión.
• Conviene trasladar, preferentemente, un solo copón por vez, con toda dignidad.
• Al trasladar el copón, nunca se cruce el ministro entre el presidente y el altar; ni por
detrás del celebrante, sino siempre por delante del altar, haciendo una reverencia.
• El ministro depositará el copón sobre el corporal que usa el sacerdote no sobre el
mantel del altar. Sí sobre otro corporal "ad hoc". No debe retirarse directamente
desde el sagrario para la distribución entre los fieles.
• El ministro no debe permanecer como un concelebrante junto al sacerdote ni hacer
de factótum en el altar.
• Los copones son distribuidos desde el altar, ya destapados, sólo por el sacerdote o
diácono, no por el ministro.
• Para depositar la santa hostia en la boca: se toma con los dedos pulgar e índice, se
muestra al fiel, se dice en tono firme y moderado la profesión de: El Cuerpo de Cristo
y se espera la respuesta: Amén.
• La comunión en la mano: tras responder el fiel con el Amén a las palabras de El
Cuerpo de Cristo, se deposita la hostia en la palma de la mano, quedando
apoyada en ella. No entregarla en los dedos del comulgante.
• Si surge duda de no haber recibido la primera comunión por edad temprana o
discapacidad de quien ya está en la fila, cerciorarse con una pregunta tierna y
decidida.
• Los celíacos sólo deben beber del cáliz del Señor, sin ninguna partícula de la santa
hostia.
• No impartir la comunión a personas claramente alcoholizadas.
• En otros casos, siempre consultar al sacerdote, actuando con caridad y
discernimiento.
• Si una hostia cae o se encuentra en tierra, el ministro puede él mismo consumirla o
llevarla al vaso de purificación que está junto a! altar donde se disolverá.
• Si hubiese en fila algún imposibilitado, enfermo, muy anciano, ciego, o en silla de
ruedas, practicar la caridad de acercarle la comunión.
• Se purificarán los dedos después de la comunión. Todo con mucha discreción.
113
10. En casa del enfermo
• Al llegar a la casa del enfermo, lo primero que debe hacerse es saludar
cordialmente al enfermo y a su familia. Tras un diálogo pastoral, se comenzará la
celebración con los ritos prescriptos por la Iglesia en el ritual.
• Aspectos prácticos: pedir apagar la radio o televisión, disponer de un vaso de agua
para ayudar a tragar al enfermo. Que el enfermo adopte una postura de piedad.
También contar con un mantel y dos velas, si es posible.
• Si el enfermo sólo puede recibir una parte de la hostia, hay que llevar al sagrario, de
inmediato, las partículas restantes. Preceder del mismo modo, si no se encontró al
enfermo o no estaba dispuesto para recibir la comunión.
• Si el enfermo no quiere recibir la eucaristía, no se ha de insistir, con riesgo de violentar
su conciencia.
• Es enriquecedor siempre invitar a orar a los acompañantes con el enfermo y por él,
en un momento oportuno de la visita pastoral.
• Nunca se ha de invitar imprudentemente a que los familiares comulguen. Indicarles
que no comulguen por compromiso, por solidaridad con el enfermo o sin la debida
preparación.
• Si el enfermo es crónico, y su situación resulta complicada para la familia, sea
generoso el ministro para escuchar con empatía y sentido pastoral las inquietudes
de esa familia.
• No admita el ministro remuneración económica de la familia por este ministerio que
siempre ha de ser gratuito (tampoco ningún que otro regalito).
114
ORACIÓN DE UN ENFERMO
Señor Jesús, te agradezco el don de la vida.
Tú conoces las personas y las circunstancias
que me han formado ya sea física, emocional y espiritualmente.
Ellas, y las más íntimas experiencias de mi mente y de mi corazón,
me han hecho la persona que soy ahora.
Perdóname, Señor, por todas las veces que te he fallado,
por fallas contra mí mismo y los demás.
Al mismo tiempo,
perdono a todos los que me han fallado
de alguna manera y me han herido.
Ayúdame a ver que mi enfermedad
tiene una parte muy importante en mi vida.
Ella me ayudará a ser plenamente
la persona que Tú quieres que yo sea.
No permitas que yo pierda o desperdicie
lo que Tú quieres hacer conmigo
para hacer completa mi vida en esta tierra
y para preparar mi vida contigo en el Cielo.
Ahora yo no puedo orar de la manera que quisiera.
(Estoy adolorido, cansado confundido).
Te pido que aceptes cada uno de mis respiros
como un acto de amor y de confianza en Ti.
Tú eres mi Salvador.
Yo quiero descansar sobre tu amante Corazón
en la seguridad y en la paz,
como un niño en los brazos de su padre.
Yo sé que Tú no me abandonarás.
Amén.
115
UNIDAD VI
FORMACIÓN TANATOLÓGICA
CONCEPTO DE TANATOLOGÍA
La muerte es un fenómeno multifacético, que afecta a la vida, nosotros abordaremos
la muerte del ser humano. En la actualidad no es aceptada ni asumida como un suceso
natural, sino como una crisis y. por tanto, se ha convertido en una problemática
personal, familiar y social, por lo cual se ha hecho necesario su estudio formal sistémico
y científico. La Tanatología se encarga del estudio integral e interdisciplinario del
proceso de la muerte y de la muerte misma.
116
La Tanatología se define etimológicamente como el estudio o tratado de la muerte, se
deriva de las raíces griegas thánatos, que significa muerte, y logos, estudio o tratado. La
Tanatología estudia la muerte como el proceso de morir y la muerte misma. No trata de
ir en busca de la muerte sino de que el enfermo la vea como un proceso natural, como
una culminación de vida, como algo trascendental.
Tanatología es "el estudio interdisciplinario del moribundo y de la muerte,
especialmente de las medidas para disminuir el sufrimiento físico y psicológico de los
enfermos terminales, así como la aprensión y sentimientos de culpa y pérdida de los
familiares". Reúne en su quehacer, elementos personales y sociales que influyen en
cada individuo y busca resolver las situaciones conflictivas que existen en torno a la
muerte, como la eutanasia, el suicidio, el abandono de enfermos terminales y ancianos,
entre otros.
FINALIDAD DE LA TANATOLOGÍA
Ante el miedo natural a la muerte, tanto del enfermo como de sus seres queridos, la
finalidad de la Tanatología es proporcionar al hombre que muere, una muerte digna,
una muerte apropiada; esto es, apoyándolo para aminorar el sufrimiento, lograr una
buena relación con las personas significativas, resolver conflictos y comprender sus
limitaciones físicas en su entorno personal, familiar y social.
Cuando se habla de una buena muerte, se hace referencia a la persona que muere y
también a los principales sobrevivientes, proporcionándoles la ayuda necesaria para
que vivan el proceso de la muerte de un ser querido.
El morir "es proceso o acción que da como resultado el fenómeno de la muerte"
(Valenzuela, 1996:33) que se presenta de manera compleja y multifacético, por lo que
los objetivos de la 'Tanatología se diversifican según los ámbitos en los que debe incidir.
117
• Adueñamiento de la enfermedad y del proceso de la propia muerte, es enfrentar
los acontecimientos, tomar un papel activo ante la misma, resolviendo
problemas personales, expresando su voluntad respecto de la misma y haciendo
de su muerte un suceso de crecimiento y superación personal.
• Encontrar un sentido a la propia vida, así como al sufrimiento y al dolor.
Enfrentarse a una pérdida significativa, especialmente la de la propia muerte,
debe ser una oportunidad para cuestionarse respecto del sentido no sólo de la
muerte, sino de la vida. Y debe servir para encontrar un sentido personal y
concreto de la propia vida.
• Aprovechamiento del tiempo que queda de vida, revalorándolo como
tiempo-oportunidad. Es decir, ante la inminencia de la muerte, el tiempo cobra
mayor valor para la persona. Se debe aprovechar, en la medida de lo posible, el
tiempo de vida que quede para alcanzar objetivos y anhelos pendientes que se
consideren importantes antes de morir.
• Aceptación de la muerte inminente. La aceptación es diferente a la resignación.
Aceptar implica comprender la propia naturaleza y "vivir" la última etapa de la
vida.
LA FAMILIA
Es difícil aceptar la muerte de un ser querido como algo natural. La Tanatología estudia
también los sentimientos y efectos que la muerte provoca en las personas que rodean a la
persona enferma y al moribundo, especialmente a los familiares o personas involucradas
afectivamente con él. Es importante procurar la comunicación entre el enfermo y sus seres
queridos, proporcionando atención emocional al paciente y a los miembros de la familia.
Respetando la voluntad del enfermo en la toma de decisiones, algunas decisiones
pueden provocar sentimientos de culpa o conflictos entre los miembros de la familia. Se
debe proporcionar información clara, concreta ya que ante el sufrimiento las personas
suelen verse perturbadas. En capítulos posteriores, se analizarán los distintos aspectos,
dependiendo de la edad del paciente, rol familiar, etcétera.
EL DUELO
Se define como los sentimientos, reacciones y cambios que ocurren durante el proceso
de cicatrización de una herida (psicológica) por la pérdida de algún ser querido
(O'Connor, 1990). Para ello es importante ayudar a las personas dolientes a identificar
sus sentimientos y temores, a ser capaces de pedir y otorgar perdón, y asumir una
actitud positiva ante el sufrimiento: facilitar el desahogo de emociones, sintiéndose
aceptado y comprendido, planeando un proyecto de vida que implique actividades a
corto, mediano y largo plazos. En el capítulo 4, se aborda el tema con más
profundidad.
118
APOYO AL EQUIPO MÉDICO
Interacción con el cuerpo médico, liberación de las emociones que el trabajo
constante con la enfermedad, el dolor y la muerte conllevan, para evitar el caso
extremo llamado síndrome de agotamiento terapéutico.
Asimismo, suele ejercer una función mediadora o de enlace entre dolientes y el
personal médico, propugnando una atención humanizada ante el proceso de muerte
y/o duelo que se enfrenta.
CON LA SOCIEDAD
Algunos objetivos tanatológicos en esta área son:
• Mejorar la atención hospitalaria. El hospital es una institución social y el
tanatólogo debe contribuir para que el trato a los usuarios sea humano y digno.
• Ofrecer un servicio particular -a individuos y/o familias-, lo cual repercute
socialmente.
• Fomentar y difundir la toma de conciencia de los valores y virtudes que permiten
aceptar la muerte y el sufrimiento. Entre ellos se encuentran la humildad, la
fraternidad, el optimismo, la fortaleza, el amor y todos aquellos que permitan
valorar lo esencial y despreocuparse de lo superficial en la vida, como es el
apego a lo material, la excesiva competencia entre las personas, el afán de
poseer y dominar, etcétera.
LABOR TANATOLÓGICA
La labor tanatológica consisten en procurar el bien morir, es decir, una muerte digna.
Sus objetivos dependen de cada caso, es decir, de las necesidades del usuario y de las
circunstancias en las que se encuentra. Comprende tres actividades principales que se
mencionan a continuación, y que en ocasiones es difícil diferenciarlas en la práctica,
pues se combinan y se apoyan unas con las otras.
APOYO
Consiste en realizar vanas actividades que propicien tranquilidad y bienestar, ya sea
físico o emocional en el enfermo terminal. El apoyo es tan variado como son las
necesidades de las personas.
ACOMPAÑAMIENTO
Es la actividad que consiste en estar con el enfermo, aun cuando se tenga una actitud
pasiva. Quien realiza el acompañamiento está aportando al moribundo la tranquilidad
de no estar solo.
CONSEJERÍA
Es un proceso de corto tiempo, donde se intercambian ideas, experiencias v
emociones, entre dos o más personas en aras de despertar conciencia. Se dice
también que es un proceso problematizador, donde el consejero escucha y cuestiona
al usuario, a fin de que el mismo encuentre sus propias respuestas.
119
La diferencia principal entre la psicoterapia tradicional y la consejería tanatológica.,
consiste en que la segunda es un proceso breve, con el fin de que se acepte la pérdida
de la propia vida o la de un ser querido y de que asuma un papel activo en el proceso
de muerte y duelo.
Se define a la consejería tanatológica como "un trabajo que busca elevar la
conciencia", con lo que se hace referencia a la necesidad de que el usuario se
cuestione y encuentre el sentido de su vida, e identifique sus propios sentimientos, ideas,
prejuicios, etc., respectó a la muerte.
En general la labor tanatológica busca, en primera instancia, que el individuo
encuentre aceptación ante la muerte, ya sea su propia muerte o la de otra persona.
Sea una muerte inminente, una muerte pasada o la simple idea y probabilidad de ella.
La muerte se facilita cuando no existen conflictos residuales entre las personas, es decir,
problemas interpersonales sin resolver, los cuales provocan sentimientos de culpa,
tristeza, decepción, enojo, etcétera.
Procura que la muerte sea aceptada como un hecho natural, como parte del cielo
mismo de la vida. Esta búsqueda de aceptación está dirigida a cada persona y a la
sociedad en general. A través de las diferentes áreas de la labor tanatológica se puede
resolver el problema que existe en las sociedades, especialmente en las de tendencia
occidental, con respecto a la negación ante la muerte.
CARACTERÍSTICAS DE LA MUERTE
Se hace referencia a las características propias de la muerte con el fin de comprender
mejor por qué ésta es tan difícil de entender y aceptar, y por qué es justo ante ella
cuando nos cuestionamos el sentido de la vida, siendo que parecieran ser totalmente
opuestas. Dichas características son las siguientes:
• Universal. Todos los seres vivos mueren.
• Natural. Es un suceso vinculado con la vida, por tanto, los seres vivos morirán por
su naturaleza. Es normal que la muerte suceda, ya que los seres vivos son
limitados, en tiempo y espacio.
120
• Necesaria. Contribuye al equilibrio de las especies y es parte del ciclo de la vida.
• Cotidiana. Sucede diariamente.
• Indeterminable. A pesar de la certeza del morir, se tiene incertidumbre respecto
del momento en que la muerte ocurrirá; no hay tiempo, ni edad predeterminada
para ello.
• Única. Todo ser vivo tendrá sólo una muerte, nadie puede tomar el lugar del que
está muriendo.
• Definitiva. No es posible volver a la vida después de la muerte.
• Radical. Muere toda la persona, es el fin de todas las capacidades del ser
humano.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS
Desde la época medieval las órdenes religiosas trabajaron con los enfermos antes de la
muerte y durante la muerte misma. Toda la ayuda que proporcionaban era con base
en el amor, era un acompañamiento para que la persona muriera en paz.
El dolor es el gran educador de la humanidad. Desde que nace el ser humano hasta
que muere está en auténtico proceso de educación ayudado por muchos
educadores. Uno de los principales educadores es el sufrimiento. Por él, descubre el ser
humano la gran necesidad que tiene de la ayuda de Dios.
Es obligación del Ministro Extraordinario de la Comunión ayudar al enfermo grave y a
sus familiares a prepararse para la muerte. No hay que tener miedo hablar de la
muerte, es por eso que el MEC debe estar en constante oración. Pedir siempre la ayuda
del Espíritu Santo para que él nos utilice como instrumentos de su voluntad. Recordemos
que la asistencia diaria a la Santa Misa, la comunión, la oración, las visitas al Santísimo
121
son la clave para que el MEC pueda dar palabras de aliento y paz al enfermo grave y a
sus familiares. El primero en mostrar entereza, tranquilidad y dar fortaleza espiritual a la
hora de la muerte de un familiar, o un enfermo al que se le lleva la Sagrada comunión,
es después del Sacerdote, el MEC. La razón es porque se considera que es una persona
espiritual y ce 1 mucho conocimiento de la religión y por ende preparado para atender
cualquier acontecimiento donde se requiera asistencia espiritual.
Veamos brevemente algunos aspectos importantes de la Tanatología.
Qué significa Tanatología: Del griego Thanatos = Muerte y logos= Tratado
¿Qué es la Tanatología?
Es una disciplina integral que estudia el fenómeno de la muerte en los seres humanos y
trata de resolver y enfrentar las situaciones conflictivas que suceden en torno a ella.
Es un intermediario entre la muerte el dolor y el amor. Asegura una muerte digna y en paz.
122
La enfermedad terminal o grave de un familiar o amigo cercano cambia la vida de la
familia y todos enfrentan cambios muy fuertes en su diario vivir, en su psicología y en su
espiritualidad. Es importante entonces pedir a la familia se una en oración y regale al
enfermo tiempo de calidad amor, caridad y paciencia. Si la familia es grande se puede
pedir hagan un programa semanal donde cada uno ofrezca tiempo para estar con el
enfermo ya que una sola persona no podrá hacerlo sola porque es muy desgastante en
todos los sentidos.
Cuando el MEC es solicitado a llevar la comunión a un enfermo se tratará o de un
enfermo terminal, un enfermo que ha sido intervenido quirúrgicamente, a un enfermo
que ha perdido la movilidad por una enfermedad larga, o a un anciano. Ellos
generalmente estarán muy sensibles, tal vez irritables, cansados de la cama, con dolor
físico o malestares de todo tipo. Es importante interesarse por el enfermo y de ser posible
hacerle alguna visita a la semana exclusivamente para charlar con el enfermo y hablar
con el de Dios. Leerle alguna oración, quizá rezar el Santo Rosario (todo o pudiera ser
uno o dos misterios) Leer la biblia, las lecturas del día o simplemente preguntarle que
siente, qué piensa, qué desea. (Encaminar siempre su charla hacia Cristo Jesús,
hablarle de la confesión, y de cómo ve Dios a los enfermos). Sólo platicando con el
enfermo y su familia podrás ayudar y en su momento hablar de la preparación para la
muerte. Dice Lucio Séneca filósofo: "Habla para que te conozca".
¿Por qué involucrarse con el enfermo y su familia? Porque Dios te está dando la
oportunidad de ayudar, evangelizar y encaminar un alma al cielo a través de tu Ministerio.
Alguna vez leí en algún buen libro que citaba: “Los enfermos existen para que los que
estamos sanos nos hagamos buenos”.
El acompañamiento a un enfermo:
El Sacramento de la unción de los enfermos tiene como finalidad ayudar al enfermo y a
los familiares a entrar en contacto con sus propios sentimientos y a descubrir en la
enfermedad misma y en la muerte un don, y una esperanza que viene de Dios.
Se sugieren los siguientes pasos:
a) Conseguir hablar de la enfermedad y la muerte con serenidad.
b) Vivir juntos la prueba y la realidad humana de la separación inminente.
c) Descubrir la nueva libertad que pueden vivir quienes se acercan a la muerte,
especialmente la libertad que hace posible perdonarse y reconciliarse.
d) Abordar con la mayor paz posible todo lo que en una existencia queda inconcluso a
causa de la muerte.
e) Vivir juntos, en la esperanza, el término de una vida, recordando la muerte de Jesús.
Cuidados Paliativos
La OMS (Organización Mundial de la Salud) define a los cuidados paliativos como el
cuidado activo y total de los pacientes en el momento en que su enfermedad no
responde a las medidas curativas. El principal objetivo es el control del dolor y otros
síntomas. Son medidas que realiza un equipo interdisciplinario (médicos, psicólogos,
enfermeras, Sacerdote, tanatólogo/a, y familiares). Se busca en lo posible el bien estar
del paciente.
123
Es muy importante que el enfermo tenga calidad de vida es decir, ser tratado con
Dignidad porque es imagen de Dios. Que sus medicamentos le sean dados a tiempo,
que tenga el menor dolor posible (Limpieza de su cuarto, de su persona, de su ropa.
Hablarle con respeto, cariño y que siempre se sienta necesitado, amado, respetado).
Si el paciente tiene el menor dolor posible tendrá paz, claridad mental y se le puede
hablar acerca de su situación. (En este caso el MEC ya se ganó la confianza y el cariño
del enfermo a través de las muestras de cariño e interés por la persona) Ej. ¿Ya pensó
usted que Dios le puede mandar llamar?, ¿estará usted listo?, ¿tiene algún pendiente
que hacer?, ¿necesita hablar con alguien en especial?,¿ya tiene usted un
testamento?, ¿le puedo ayudar en algo? Sugerirle que regale sus cosas personales a
Instituciones de caridad de preferencia o a familiares, importante que no haya apegos
materiales de ninguna clase. Jesús nació y murió en la pobreza absoluta y fue feliz.
124
UNIDAD VII
REPASO Y RECOMENDACIONES
A) ORACIÓN INICIAL
Texto Bíblico:
"Hermanos: también les rogamos, que corrijan a los indisciplinados, que alienten a ¡os
acomplejados, que sostengan a los débiles, que tengan paciencia con todos. Estén
atentos que ninguno devuelva mal por mal; al contrario, esfuércense por hacer siempre el
bien unos a otros y a todos. Estén siempre alegres. Oren en todo momento. Den gracias
por todo, pues ésta es la voluntad de Dios con respecto a ustedes como cristianos. No
apaguen la fuerza del Espíritu; no menosprecien los dones proféticos. Examínenlo todo y
quédense con lo bueno. Apártense de todo tipo de mal" (1Tes 5,14-24).
Reflexión:
Vivan en paz unos con otros.
Nadie devuelva mal por mal; esfuércense por hacer siempre el bien. Den gracias a Dios
en toda ocasión. Disciernan la acción del Espíritu. Cuídense del mal en todas sus formas.
Consérvense irreprochables en todo su ser -espíritu, alma y cuerpo- hasta la venida de
nuestro Señor Jesucristo.
El que los llama es fiel y así lo hará.
Para construir comunidades cristianas se necesitan, más que una buena organización
los cristianos que vivan estas actitudes que señala Pablo.
Más Virtudes que Planes.
- Ministros: ¿Cuál es nuestro aporte a la Comunidad que servimos?
125
Estos son los requisitos que varios Obispos piden sean llenados por los candidatos a
ministros extraordinarios de la Comunión.
Cada Obispo en su respectiva Diócesis quita o pone otros requisitos según su prudente
juicio y las necesidades locales.
C) ONCE RECOMENDACIONES
1ª. No descuidar la formación permanente.
El no asistir con regularidad a las juntas de formación y a los retiros espirituales y demás
actos de piedad propios para los MEC va en detrimento de su vida espiritual y
apostólica.
126
Pero otras veces estamos sin fervor, a causa de nuestra tibieza y repetidas faltas
veniales:
- no hacemos oración, o la hacemos mal.
- muy poco nos mortificamos,
- criticamos a nuestros superiores,
- envidiamos a otros ministros,
- nosotros fomentamos la división en las mismas organizaciones apostólicas,
- nuestras conversaciones dejan mucho que desear,
- no ponemos ejemplo cristiano en nuestra familia, ni en el trabajo, etc.
Y la solución está en trabajar con entereza para mejorar toda nuestra vida espiritual.
"Porque no eres ni frío ni caliente, por eso estoy por vomitarte" (Apocalipsis 3, 15-16).
Es decir, el Señor nos expulsa y nosotros terminamos por aburrimos y fastidiarnos con
este gran ministerio.
127
Lo que se debe evitar es tener licencia para ejercer el ministerio de MEC en una
parroquia y ejercitar el ministerio también en otra.
Para grandes eventos como son los congresos, jomadas diocesanas de gran
concentración de personas, los MEC han ayudado a repartir la Sagrada Comunión, no
importando de que parroquia sean, pero siempre bajo la vigilancia del equipo
diocesano.
No se descarta la posibilidad de un acuerdo entre todos los párrocos de un decanato o
zona pastoral para que sus MEC, puedan ejercer su ministerio en todas las parroquias de
la zona. En este caso el decano pide la autorización al Obispo, y se nombra un
sacerdote que atienda a todos los MEC de esa zona pastoral. Otros ministerios no le
están permitidos: Por ejemplo:
- Dar la bendición con el Santísimo.
- Bendecir imágenes y/o agua.
- Bautizar cuando no es caso de necesidad o hay otros ministros ordinarios.
Cuando hay necesidad y no hay ministros ordinarios, con autorización expresa o al
menos presunta, el MEC debe llevar el viático al enfermo grave, según lo dispone el c.
911, párrafo 2; pero después debe informar al párroco, superior, o capellán encargado
de la custodia de la Eucaristía; deber este último, que con frecuencia se descuida.
128
En el Código de Derecho Canónico que nos rige actualmente, también hay autorización
para tener el Santísimo en oratorios, (c. 1225) y en capillas privadas (c. 1228), destinadas
al culto divino con autorización del Ordinario del lugar, en beneficio de una comunidad
o grupo de fieles o de una o varias personas físicas (c. 1223 y c. 1226).
11ª. No decir la plegaria eucarística u otras oraciones propias del celebrante (c. 907).
Canon 907: "En la celebración eucarística no se permite a los diáconos ni a los laicos
decir las oraciones, sobre todo la plegaria eucarística, ni realizar aquellas acciones que
son propias del sacerdote celebrante".
La celebración eucarística, es ofrecida por Cristo en unión de toda la Iglesia compuesta por
clérigos: (obispo, sacerdotes y diáconos), y laicos que forman el Cuerpo Místico de Cristo.
Cada uno de los miembros de este Cuerpo interviene de modo diverso, según la
diversidad de órdenes y funciones. Razón por la cual, en las celebraciones litúrgicas y,
en forma especial, en la celebración eucarística, no se puede actuar según el parecer
de cada uno, sino que; "cada cual, ministro o simple fiel, al desempeñar su oficio hará
todo y sólo aquello que le corresponda por la naturaleza de la acción y las normas
litúrgicas" (SC 26 y 28; c. 837, 1).
Las oraciones presidenciales o propias del sacerdote son, además de la plegaria
eucarística:
• Oración colecta,
• Sobre las ofrendas,
• Oración después de la Comunión.
• Algunas moniciones y fórmulas de introducción y conclusión.
• Explicar la Palabra de Dios ordinariamente.
• Dar la bendición final.
129
• Epíclesis: invocación al Espíritu Santo para pedir que el pan y el vino sean
convertidos en el Cuerpo y Sangre de Cristo.
• Narración de la Institución y Consagración.
• Anamnesis: se memorial de la Pasión, Resurrección y ascensión de Cristo.
• Oblación: la Iglesia ofrece la Hostia consagrada al Padre, en el Espíritu Santo, y se
ofrece a sí misma en la ofrenda de Cristo.
• Segunda epíclesis: oración para que el Espíritu Santo una en un solo Cuerpo a los
comulgantes de la ofrenda.
• Intercesión: memoria de toda la Iglesia, esto es, los santos, los vivos y los difuntos.
• Doxología: glorificación a la Santísima Trinidad; y termina con la:
• Aclamación del pueblo: "Amén".
130
Propio del Lector instituido (IGMR 99)
• Leer las lecturas, pero no el Evangelio.
• Proponer las intenciones de la oración universal,
• si falta salmista, suplirlo leyendo el salmo responsorial.
E) REPASO (Apuntes)
F) ORACIÓN FINAL
Texto Bíblico:
"No amontonen tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre echan a perder las
cosas, y donde los ladrones perforan los muros y roban. Amontonen mejor tesoros en el
cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre echan a perder las cosas, y donde los ladrones
no perforan los muros ni roban. Porque donde está tu tesoro, allí estará también tu
corazón" (Mt 6,19-21).
Reflexión:
No acumulen tesoros en la tierra, que se acaban o los roban. Acumulen, tesoros en el
Cielo, que son eternos. Donde esté tu tesoro, estará también tu corazón.
Es propio de inteligentes guardar lo que para muchos no vale: "tesoros en el cielo".
Convendría saber, a ciencia cierta, a qué está apegado nuestro corazón.
- ¿Nos animamos, ante Dios, a buscar la verdad de cada uno de nosotros?
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BIBLIOGRAFÍA
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