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A Gracia
A todos los demás, que seguro que se dan por aludidos aunque no ponga su nombre.
Índice
Introducción
Parte 1: Acerca del poder. La erosión de la esencia democrática
6.1.- Recapitulación
6.2.- Cuatro movimientos para el nuevo siglo
6.3.- una caracterización de las tendencias de futuro de nuestro mundo: ¿Vamos hacia el colapso?
6.4.- Educación para la participación
6.5. Contrapesos del poder
Introducción
1
CAPELLA, J.R. “Los ciudadanos siervos”. Trotta. Madrid 1993.
Regalo por mi 50 cumpleaños
MAL NOS VA SI NOS DEJAMOS. 8 de marzo
REFLEXIONES A CONTRACORROIENTE DE UN CINCUENTÓN de 2011
4
BOBBIO, N. “Crisis de la democracia”. Ariel . Offe, C. “La sociedad postindustrial y sus
contradicciones”
5
Según González, la corrupción es la cloaca de nuestro sistema, y lo único que hay que hacer con ella,
como con los coches, es mirar la varilla del aceite de vez en cuando para ver si sube por encima del
límite.
Regalo por mi 50 cumpleaños
MAL NOS VA SI NOS DEJAMOS. 8 de marzo
REFLEXIONES A CONTRACORROIENTE DE UN CINCUENTÓN de 2011
6
De la Boétie. E. “Discurso sobre la servidumbre voluntaria”. Trotta. 2008.
Regalo por mi 50 cumpleaños
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REFLEXIONES A CONTRACORROIENTE DE UN CINCUENTÓN de 2011
7
Malaparte, C. “La técnica del golpe de estado”. Planeta, 2009
8
Lenin, V. I. “El estado y la revolución”. Editorial Anagrama 1976
Regalo por mi 50 cumpleaños
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Tal vez la mejor herencia a los que pronto serán jóvenes, es dejarles el
inconformismo y la provocación de que es posible otro modo de pensar y
de hacer, de que es posible la utopía, como legado.
Hoy son muchos los mecanismos sutiles que enseñan lo operativo y
funcional para que se mantenga la lógica de nuestro sistema: objetivos,
fines y metodologías de dominación y violencia que sirven de marco de
interpretación y acción de toda nuestra vida y nos convencen de que nada
distinto se puede hacer.
13 La escuela se estructura de ese modo en la relación vertical, autoritaria y
competitiva alumno-profesor, y eso es útil, sobre todo teniendo en cuenta el
elitismo y clasismo del modelo y de sus docentes en general, para que cada
cual tenga claro el papel que le corresponde, lo que tiene que saber y pensar
y la aceptación pacífica de que este es el mejor de los mundos posibles. La
familia reproduce un modo similar de convicciones y lo mismo ocurre en el
trabajo, las interrelaciones y, ascendiendo por la cadena de organización
social, en cada una de las instancias por las que vamos caminando.
Tal vez por eso la baza que nos queda es esa, la de conspirar contra esta
lógica experimentando otros modos de hacer que abran el horizonte,
aunque sea mínimamente, a otra distinta de cooperación y noviolencia. Tal
vez por eso es en el espacio educativo y de la práctica “directa” en la
sociedad donde aún nos queda una batalla que dar, a contracorriente según
parece, para desaprender y desinventar este tremendo embrollo de mundo
nuestro.
Probablemente, y con toda modestia, esta contribución nuestra sea poca
cosa y de poco sirva, pero confiado en las propias convicciones y sospechas
que me dicen que el mundo nuestro, incluido el político y social, debe
funcionar con un cierto parecido a los terrenos donde la siembra hace
crecer la brizna desde su propia fragilidad, y que en realidad el poder no es
poderoso sino fruto de una relación que hemos de acoger y de la que
participar con un cierto espíritu “gestante” más que intentar conducirla, sea
nuestra pequeña contribución al desinvento que es utopía y esperanza
nuestra y tal vez mañana, con esa suma de virtú y azar que Maquiavelo
señala, una posibilidad más cierta.
Juan C. Rois
PARTE 1
ACERCA DEL PODER.
LA EROSIÓN DE LA ESENCIA
DEMOCRÁTICA
14
El poder aparece en la convicción general como una fuerza ambivalente. Por una
parte puede ser atractivo y se tiene la creencia de que nos puede dar beneficios, cuando
no prebendas (de ahí tanto arribismo, fingimiento y adulación en las cercanías de los
“poderosos”). Por otra parte se concibe como algo peligroso de lo que conviene alejarse
15 por si acaso.
En la medida que nos alejamos del ejercicio del poder y de sus controles, otros lo
ejercen por nosotros y nosotras. En realidad el poder es central en lo que tiene que ver
con la participación social y con el rumbo de nuestras propias vidas, pero ocurre que las
decisiones de poder, al parecer, se adoptan muy lejos de nuestras vidas. Son otros los
que deciden y quienes proponen el rumbo de nuestro mundo. Ahora bien ¿debe ser esto
así?
Por todo esto nos interesa explicarnos qué es el poder y hacerlo en términos que nos
permitan conocerlo mejor y relacionarnos eficazmente con sus mecánicas, sobre todo si
aspiramos a reírnos de ello alguna que otra vez o a salir lo más indemnes posible de sus
manías.
Normalmente del poder se habla mucho y se ha escrito más. El propio Marina, autor
comprensiblemente tan de moda, en un libro sobre el poder9 protesta de esta inflación
literaria. Pero lo cierto es que casi todo lo escrito es confuso y nos da a entender,
precisamente, que estamos ante un terreno pantanoso en el que cabe el riesgo de que nos
hundamos.
9
MARINA, J. A. “La pasión del poder. Teoría y práctica de la dominación” Anagrama, 2008.
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Como en el cuento de Galeano, puede que todo lo escrito rasque mucho y rasque bien,
pero rasque donde no pica10, con lo que nos quedamos después de tanta bibliografía con
tan pocas herramientas prácticas para relacionarnos con el poder como las que teníamos
antes de tanta lectura.
Es visto como algo externo y ajeno a nosotros, pero que se nos impone y nos somete a
sus designios caprichosos o incontrolables.
Poder nosotr@s
En esta concepción se toma conciencia del potencial peligroso que el Poder tiene
sobre nuestra existencia y de su lejanía con respecto a nuestra realidad. En virtud de
estos argumentos se organiza una relación “instrumental” para con él, que busca
conseguir aplacarlo, adaptarse a su influjo o manipularlo a nuestro favor.
Usar
Eludir Nosotros
Poder
Aplacar
10
GALEANO, E. “El libro de los abrazos”. Siglo XXI.
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Antes de seguir adelante, me interesa dejar claro que, dado que nuestro paradigma
cultural es un paradigma violento y de dominación11, las relaciones que entablamos con
este poder tan lejano (relaciones que hemos mamado desde la cuna en nuestra práctica
diaria y que forman parte de la experiencia colectiva y de su evolución histórica, por lo
que nos aparecen como algo “natural”) son las mismas que entablamos siempre desde el
modelo de relaciones humanas fuerte/débil: El poder es asumido como algo terrible y
temible y -en cierta medida- aplacable, pero también ajeno a nosotros en cuanto que
17 personitas de a pié y “sin poder”.
b) La dicotomía fuerte/débil.
Según lo visto antes, el hombre, tan distante del poder, sólo puede tratar con el mismo
“a lo lejos” y desde una relación bien asimétrica: la relación fuerte/débil, amo/esclavo.
Pero como toda relación de estas características, consagra con ello un estilo perverso de
interrelación. El hombre, ante la grandiosidad del poder con mayúsculas, puede
humillarse, pasar desapercibido o intentar usar en cierto modo el poder. Puede intentar
revestirse de su autoridad y contagiarse de su potencia, puede enloquecer (o al menos
fascinarse) con la cercanía de tal poder, puede convertirse en el peor de los verdugos,...
De ahí tantos comportamientos mágicos (intentar aplicar sobre ese poder externo ciertos
ritos o conjuros para orientar su potencia a nuestro favor o en contra de otros
“enemigos”), religiosos y míticos hacia el poder.
11
Adopto esta definición de los trabajos elaborador por el Colectivo Utopía Contagiosa y que tal vez vean
la luz en formato de un libro, ya escrito y reescrito varias veces, que actualmente está en manos de el
tortuoso proceso editorial con todos sus avatares y malentendidos.
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De este modo, la relación desde esta dicotomía sería como la que aparece en el cuadro
siguiente
Poder
(fuerte)
18
Conciencia de
peligrosidad Hombres
del poder (débiles)
12
Podemos rastrear este enfoque del poder como pasión en el propio Maquiavelo y su “Príncipe” (Akal,
2000).. A partir de este se va perfilando y explicitando en autores como Hobbes y su famoso Leviatán, del
que existen varias traducciones al castellano (“Leviatán” FCE 1940), Spinoza y sus tractatus (editados
ambos por Alianza en 1986), y otros autores que han ido configurando tanto el pensamiento del realismo
político maquiavelista, como su oposición antimaquiavelista. Reflexiones de interés para este tema
encontramos en Nietszsche y concretamente de la acuñación de su idea de voluntad de poder (léase “La
voluntad de poder” Edaf. 17 edición 2009. Madrid.) , así como en la vertiente psicológizante de esta que
inaugura Freud y continúa Jung y sus sucesores y que encuentra uno de sus más modernos autores en K.
Smindt y sus teorías cesaristas. En el polo opuesto, pero con igual reconocimiento de este deseo como
impulsor de absoluto, Hannah Arendt, o el propio Foucault. Sobre el poder y su visión carismática
podemos encontrar las reflexiones de M. Webber.
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Aquí quiero hacer un nuevo alto en el camino para indicar que, precisamente desde
esta doble comprensión “popular” del poder, se entablan dos tipos de prácticas que
“median” la relación entre las personitas que somos y el poder inaccesible y ajeno:
13
La mejor descripción del funcionamiento de la mentalidad religiosa, aplicable cien por cien a la política
y las relaciones con el poder, la he encontrado en VARONE, François “El dios Sádico”. Sal Terrae.
Santander 1998. Del mismo autor “El Dios Ausente. Reacciones religiosa, atea y creyente.” Sal Térrea.
1986.
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poder
Gente
intermediario de a
pié
20
poder
Gente
Representant de a
e pié
21
En realidad, esta comprensión del poder pone el acento en los mediadores, entendidos
ahora en su doble condición de representantes de la gente de a pié ante ese poder
absoluto y absconditus, y como representantes del poder ante la gente de a pié y
mundana y por tanto infalible.
14
Dr. Gus. T. Avo. Grupo de debate sobre asociacionismo de inmigración en escuela de Verano de
AESCO 2009 “Nos representan (lo que equivale a decir que actúan por nosotros) los partidos en cuanto que
mediadores políticos, los sindicatos como mediadores laborales, los aparatos jurídicos en cuanto que mediadores
jurídicos, los profesores en cuanto que mediadores educativos, las asociaciones de cualquier índole en cuanto que
mediadores sociales, y así un sinfín de pretendidos representantes que se superponen entre la realidad del poder
actuante y nosotros. Tanto mediador en nuestra vida se convierte en excesivo pero a la vez nos convierte en inútiles
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Habría otras dos consecuencias para la idea del poder y para la práctica política,
dependiente de estas dos que hemos visto antes:
a) Por una parte, la jerarquización de las relaciones de poder: van de arriba abajo
y son completamente asimétricas y unilaterales.
b)
22
Poder
Mediador
Gente de a
pié
b) Por otra parte, y es esta una obsesión que ha caracterizado muchas filosofías
políticas, tanto conservadoras como “revolucionarias” y reformistas, la
pretensión ingenua de que accediendo a las palancas del poder (asaltando el
poder) se puede cambiar o transformar el mundo a gusto propio. Con ello la
política, ya lo diremos más adelante, se reduce a obsesión por el poder y, en el
marco de acción política, a vanguardismo, desdeñando la verdadera participación
y el trabajo de base y devaluando la política a clientela y manipulación, o a una
abrumados y des-responsabilizados. En cierto modo es un interesado secuestro de nuestra capacidad política y una
conformista delegación de un quehacer que sentimos irresponsablemente como cosa de otros”.
mera técnica de acceso a los medios del poder como fin en sí. La grave paradoja,
de sobra comentada, es que no suele cambiarse el mundo desde el poder sino, más
bien, que el poder cambia a los que acceden a éste.
Mundo social
Palancas Mundo
Nosotros como Asalto al poder
del Poder económico
vanguardia
etc. Mundo
Mundo cultural
político
d) Sed del poder y teologización del poder como mecanismos para alejarnos de
su práctica.
Todos y todas conocemos por nuestra experiencia propia de pobres diablos personas
de nuestros alrededores que padecen más acusadamente esta neurosis de poder (y que
suele coincidir que ostentan algún “liderazgo” de estilo carismático como el que Max
Weber caracteriza en su obra). Personas a las que las hemos padecido como tales líderes
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tanto en sus fases expansivas y primaverales, como en las más ensimismadas, desatadas
y narcisistas o de declive.
Pero volvamos al asunto que tratamos: sobre el poder como fascinación aplicamos
nuestros peores instintos y deseos más irrefrenables de dominio. Esta fascinación,
inteligentemente cultivada desde una cultura hegemónica hacha desde los intereses de
algunos, sirve para espiritualizarlo, para hacerlo tragable e incluso “natural”.
El poder alimenta este mecanismo y nosotros alimentamos esta relación con el poder.
Pareciera como si nuestro interior tuviera escondido un deseo irrefrenable de poder y
dominación capaz de despertar en cualquier momento.
En suma, el poder tirano se vuelve algo donde es mejor no hurgar en sus entrañas: hay
que temerlo y amarlo, hay que soportarlo con fatalidad y con admiración... y si se
puede, hay que aprovecharse y hacer uso de sus inclinaciones caprichosas.
Aunque este tipo de visión del poder tiene sus detractores, en general lo que tiene son
admiradores, gente que querría tener de cara este poder, apoderarse de él. Personajes
que nos predican, con cierta fascinación y reverencia, lo peligroso y ajeno que es el
poder mientras que hacen lo posible por aferrarse a él o a sus aledaños.
Yo creo que quienes así proclaman el poder y lo reverencian como algo tan absoluto y
lejano, pretenden precisamente eso: que nos alejemos, que creamos que se trata de algo
difícil, complejo, inaccesible, peligroso, ajeno a nosotros. En definitiva, en algo “cosa
de ellos” y por tanto, nos prescriben que lo “deleguemos” en ellos y para ellos.
Ante el poder tan poderoso solo nos cabe sumisión, reverencia, miedo... Obediencia.
Pura espiritualización, pura asunción como si fuera una segunda camisa que nos
ponemos todos los días y que consideramos que es una verdad15.
Y el caso es que toda esa retórica es una perfecta mentira, porque el poder no es ni
mucho menos lo que nos pintan. No hay un leviatán dispuesto a fagocitarnos con su
supremo poder a la mínima que saquemos los pies del tiesto. No es, como el arca de la
alianza, una especie de pila voltaica capaz de churruscarnos de cientos en cientos si nos
25
acercamos a su esencia. No es la fatal verdad que nos determina.
Con esta idea reverencial sobre el poder, la actuación específica del poder entendido
como “Poder” con mayúsculas consiste, como han dicho diversos autores de manera
diferente a lo largo de los siglos, en ejercer un control efectivo sobre los
comportamientos de los otros (finalidad); y para llevarlo a cabo utiliza “artes”
(estrategia) de diversa gradación, que van desde la pura violencia (física y evidente,
estructural, cultural o en términos de hegemonía) hasta la seducción, pasando por la
coacción y el engaño.
15
ESCOHOTADO, A. “El espíritu de la comedia” Anagrama. Barcelona 1991. “si la apuesta del amo
antiguo era mandar desde fuera, la del amo contemporáneo es mandar desde dentro, creando reflejos
condicionados en su presa. De ahí que la gran batalla por el dominio no tenga ya como botín la tierra, el
mar o el aire, sino la mente de los hombres”.
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Es
(finalidad)
26 aplica Violencia
control (estrategias)
Coacción
Seducción
s
o
1) Ordenación de recursos c
sociedad 2) Creación dispositivos
3) Regulación y
i
procedimientos e
d
a
sociedad d
Si seguimos, aunque con cierta libertad, las explicaciones de Foucault 16, este poder
así desplegado no sólo ni únicamente es un mal y provoca castigo (que es la idea más
usual del poder al que se vincula la coacción), sino que produce “beneficios” y
“satisfacción” para los obedientes y, sobre todo, genera verdad y se espiritualiza de
forma que asumimos que así es la vida y así debe serlo (modifica nuestras creencias o
las construye).
Pero, además, dado que es verdad y se convierte en esencia, se vuelve “capilar” a toda
la sociedad y a todas las prácticas sociales (lo diremos más adelante), de modo que no
sólo actúa en el plano macro, en la sociedad como conjunto, en la política o en la
economía, sino también en la vida cotidiana y en nuestro modo directo de relacionarnos
16
Usamos la obligada y manida referencia a la obra del autor francés “Genealogía del Poder”. La Piqueta
Ediciones. Madrid 1991. “Vigilar y Castigar”. Podemos acudir también al texto esclarecedor de Gledhill
en GLEDHILL, J. “El poder y sus disfraces”. Ediciones Bellaterra. Barcelona 2000.
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con los demás y con la naturaleza, reproduciendo así una espiral de poder que, como
veremos más adelante, se expande a todos y cada uno de los espacios de relación
humana, desde la escuela, hasta la familia, las relaciones personales, sexuales, pasando
por el marco laboral, el grupo de amigos, por las relaciones de género, el consumo
privado, el uso del ocio, y tantos otros lugares o espacios de relación.
A qué, si no, la virulencia de la rancia iglesia católica española (no más rancia que
otras iglesias de otros lugares que aspiran a controles similares) en controlar en la
medida de lo posible los centros educativos y el modelo de educación que se imparte a
los españoles, o en copar el campo de lo social desde su ideal vacuo de “caridad
paternalista” por encima de la justicia? ¿A qué la orquestación de todo tipo de
rebeliones contra los valores de la laicidad o la lucha por la plena liberación de las
mujeres, las luchas de género o los movimientos alternativos de cualquier signo?
Pero ojo: en la propia medida en que el poder, entendido como esa esencia, se
desborda y se reproduce en cada instancia de la vida, desvela los pies de barro de la su
propia ideología y de su verdad sobrenatural: ni tiene lugar, ni tiene esencia, ni es una
cosa. Es una mera relación. Y una relación que puede resolverse también en el desacato,
la negociación o la desobediencia organizada, pues no todo está dicho de antemano,
como constantemente nos ha mostrado la historia.
Tal vez el cambio de punto de vista respecto del poder nos permitirá mejores
28 estrategias para relacionarnos con éste y para intentar no “asaltar” sus palancas, sino
transformar las relaciones de poder desde el uso de nuestra mejor arma: la inteligencia y
el razonamiento. Vayamos poco a poco:
El poder no es en realidad una “cosa”, sino una relación entre personas o grupos de
personas y queda mediado por esta relación. Es cierto que esta relación y a lo largo de
los últimos cuatro siglos, ha creado desde el polo al que tradicionalmente llamamos
“poder” (estamos siguiendo aún las reflexiones de Foucault), “discursos”, “estrategias”,
“tecnologías” y “programas” de poder (diríamos más bien de control desde el polo de
dominación de la relación fuerte/débil), pero todo este cúmulo de verdad y sabiduría no
deja de ser un instrumental y no matiza la realidad última del poder como relación.
espiritualización
discursos
fuerte
obediencia
debil
estrategias
29
desmemoria
programas
17
DE LA BOETIE, E. “Discurso sobre la servidumbre voluntaria o el contra uno” Tecnos. Madrid 1986.
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comprender “...si es posible, cómo puede ocurrir que tantos hombres, tantas aldeas,
tantas ciudades, tantas naciones, sufran de cuando en cuando un tirano solo, que no
tiene más poder que el que se da a sí mismo, que no tiene más poder que el de causar
daño y en tanto que aquellos quieran seguir sufriéndole, y que no sabría hacerles mal
alguno, sino en tanto en cuanto prefieren sufrirle que combatirle...”
Sin embargo nuestro punto de vista puede cambiar para apreciar el poder como una
relación y las relaciones entre los dos polos del poder (fuerte/débil) como polos “co-
determinados” y condenados a una mutua interdependencia y negociación: El débil,
podemos decir, determina al poderoso al menos tanto como éste determina al débil.
En el barrio de Pan Bendito, todos los días paso en el coche con Manuel y Martín
semidormidos, para llegar al colegio a las nueve. Un tipo tullido vende pañuelitos en un
semáforo. Paro en el semáforo. Tener un vehículo frente a un tipo que vende pañuelitos
en Madrid o en cualquier otra ciudad es tener un poder diferente, como al distancia que
separa la tierra de la Luna. Pero el tipo me mira. Es un tipo cojo, mal aspectado y
harapiento. Me ofrece los pañuelitos. Yo lo veo desde la ventanilla que he subido
apresuradamente para evitar el contacto y por temor a un robo. El está ahí: Sonriendo.
El semáforo tarda en cambiar. El chico no parece tan viejo de cerca. Debe estar
hambriento. A saber si en la noche logró comer algo. Yo sé que no necesito pañuelitos.
De hecho no los he usado nunca. Pero el tipo insiste. Ya no es solo que pienso en su
hambre, es que no me deja en paz gesticulando frente a la ventanilla y el semáforo no
cambia aún. Es molesto. Abro la ventana. Compro los puñeteros pañuelitos que no
quería. Nuestro poder era distinto. Yo tengo un coche. Tengo una carrera. Tengo...
poder. Él no tenía nada. Pero se salió con la suya.
En este caso el débil, con su acción y sin tener siquiera una estrategia, me ha
cambiado la decisión. ¿Quién es, entonces, el débil? Depende, como vemos, de cómo se
entable la relación.
Un grupo de melenudos decide desobedecer y negar poder a ese poder, que encima
es el poder militar. Algunos de ellos van a la cárcel (es una medida controlada para
disuadir a los otros). Mantienen su actitud desobediente pero además la hacen política.
Salen a los medios de comunicación, dan explicación de sus acciones, apelan a los
valores socialmente compartidos y a los derechos humanos que los amparan.
Se busca una salida honrosa porque han conseguido que su discurso goce de cierta
simpatía social y de eco mediático. Se hace una ley de objeción de conciencia que los
permita no servir al ejército a cambio de realizar una prestación social del doble de
tiempo que la militar. Asunto resuelto. Todos tranquilos: Los militares se quitan este
moscón de encima y, a cambio, esos melenudos no harán la mili que sus padres y
abuelos acataron, unos con tristeza y otros con buen ánimo, como muestran las
innumerables canciones de quintos que compusieron.
Pero los melenudos no ceden. Se niegan a acatar esa prestación. Dicen que su
objetivo no es un escrúpulo moral, que no se la jugaron por escrúpulos, sino porque
tienen la pretensión de cuestionar que haya servicio militar. Algunos van más allá y
aspiran a suprimir el ejército.
Algunos aparatos del poder, con cierto cinismo, dicen que son lo peor de la sociedad,
que son el cáncer del postmodernismo, los antisistema. Que si tanto apuestan pos los
valores democráticos que funden un partido y si ganan las elecciones que quiten el
32
ejército. Hasta que un juez tras otro empieza a cuestionar la justicia de la norma.
Esto ya es incontrolable y sobre todo más desde el día en que el argumento del
castigo penal cae porque los jueces legitiman este desacato. Acaban consiguiendo con
su desobediencia que la norma cambie. Se suprime el servicio militar. ¿Quién es el
fuerte en este caso y quién el débil? Lo que llamamos tradicionalmente poder no tuvo
poder frente a unos melenudos y la relación entablada generó una transformación de la
propia realidad cuestionada.
Hay poder porque alguien impone a otro (o a un grupo más o menos amplio) su
voluntad, sus objetivos, sus creencias y determina así la realización de unas metas o
acciones, o prohíbe otras.
Y por todo esto, precisamente, una sociedad consciente puede usar la capacidad de
relación y estrategias de relación más eficaces para reducir la brecha fuerte/débil que se
entabla en las relaciones de poder.
Podemos aspirar a invertir los términos de esa relación (que seguirá siendo
asimétrica) si nos empleamos en modificar mediante nuestra acción colaborativa, las
relaciones de poder y lo consensos sociales. Lo vemos en el esquema siguiente:
Reclamaciones
DISCURSO y objetivos
I
D
E
E A
S
T D
R E
33 FUERTE DEBIL
A C
T A
E M
G B
I I
O
A
PROGRAMA PRÁCTICA
CONSCIENTE
No tenemos por qué “rogar” para que cambien las cosas. Nuestra participación
consciente y decisiva puede ser mejor instrumento.
Pienso que los que hoy peinamos canas no estamos (salvando honrosas excepciones
y entendidos como generación instalada en el oportunismo, el cinismo y la
acomodación) ni en la oportunidad ni en el interés para cambiar nada de nuestro
entorno. Hoy la oportunidad la ofrecen dos diferentes actores que comparten una misma
característica: no pintan nada y no tienen expectativa de hacerlo porque no tienen sitio
suficiente en nuestra sociedad.
De nuevo la esperanza en una juventud aún por llegar y que, a medida que nuestro
mundo se muestra cada vez más como un tremendo malentendido hecho por nuestro
34
empecinamiento en que las cosas sean así, puede encontrar pocas razones para estar
satisfecha del mundo que heredarán: Su indignación y unas prácticas de rebelión son lo
que necesitamos, al igual que la asunción de una nueva actoría por parte de ese
“movimiento transmigrante” inclusivo y novedoso por hacer frente al repliegue
antidemocrático de nuestros opulentos estados, pero ¿sabremos estar en el momento
oportuno?, ¿Se indignarán y organizarán para ello?. ¿Tendremos la capacidad de
transmitir las pequeñas cosas que hemos aprendido y de hacerlo de forma útil para
ellos?
Hemos dicho que el poder no está residenciado en ningún lugar. Es una práctica en la
cual estamos todos/as implicados y que nos relaciona de forma asimétrica.
No es verdad que su “ser” sea otorgar premios y castigos y que sean estos los que
“sujetan” a las personas a la voluntad del poder. Más bien, estos mecanismos de control
se basan en una actitud mental, en una amenaza, en una mera hipótesis. Una hipótesis
que nuestra práctica cotidiana, arraigada en esta creencia y en estas metodologías,
ratifica a diario y convierte en verdad operativa desde la que actuamos persiguiendo
fines y disponiendo medios desde esa lógica.
Pero el poder como coacción es una perversión que no está a la altura de nuestra
esperanza democrática. Por ello, la labor de desacralizar el poder, por tanto, implica
también desprenderse de sus argumentos autoritarios y coactivos.
18
Hessel, S. “Indignez vous”. Indigene editions 2010. Próxima publicación en español en Destino.
19
Mezzadra, S. “derecho de fuga. Migraciones, ciudadanía y globalización”. Traficantes de Sueños,
Madrid 2005.
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REFLEXIONES A CONTRACORROIENTE DE UN CINCUENTÓN de 2011
Ahora bien, el poder o, mejor dicho, las relaciones de poder, están presentes en todas
las esferas de la vida y en todas las relaciones sociales. Son, como dice Foucault,
capilares y cotidianas.
Esto quiere decir que las relaciones de poder no “descienden” desde un sitio hacia
nosotros (por ejemplo desde el Estado), como hemos explicado, sino que aparecen
interiorizadas en todos y cada uno de nosotros y dispersadas en los distintos espacios y
escenarios de relación social.
35
Tal vez este cambio de enfoque sea para nosotros y nosotras una oportunidad de:
Frente a quienes, con su ideal de poder como cosa, quieren imponernos un modelo de
relación claramente generador de malas prácticas, podemos usar de nuestra
responsabilidad y nuestra inteligencia, nuestra capacidad de relación y nuestra
obediencia o desobediencia, para intentar variar las relaciones de poder existentes.
Volvamos al mendigo del barrio de Pan Bendito que vendía pañuelitos. El tipo tenía
algo importante que ya hemos insinuado. Lo vamos a llamar “autopoder” (otros lo
llamarán poder auto-referente), una capacidad de entablar las relaciones, en este caso en
el microespacio del mercadeo para sobrevivir, en un plano suficiente para cambiar las
presupuestas reglas de juego.
Es cierto que no todas las personas tenemos las mismas capacidades, ni las mismas
habilidades. Hay personas con un especial magnetismo personal, un magnetismo que
irradia de su interior y del control de sí mismo que tienen, pero también con un carisma
personal y una habilidad asombrosa de concitar acuerdo en torno a sí o sus ideas, o de
proponer objetivos y visiones de la acción capaces de movilizar a la gente de su
alrededor. Se habla de líderes y liderazgos, unos positivos y otros ciertamente pésimos.
Incluso hay grupos de personas que son capaces de compartir y multiplicar ese
magnetismo propio y de generar liderazgos compartidos y colaborativos.
Europa conoció algunos de los más perversos liderazgos sociales durante el Siglo
XX y en otras latitudes subsisten algunos que impiden el crecimiento de sus pueblos,
pero también conocemos otros liderazgos más generosos y que han abierto las miras de
generaciones enteras sin convertirlas en borregos traídos y llevados al pairo del interés
particular del líder.
Europa plantea sus términos políticos actuales desde una cierta reverencia al modelo
de líderes carismáticos y se explica la atonía del momento actual por la flojera e
insignificancia de los líderes del momento.
El mundo recobraba hace un más de dos años fuerzas porque había un nuevo líder,
Obama, que prometía una nueva era. Europa no crece en sus mejores ideas, nos dicen
después de la tremenda abstención de las elecciones parlamentarias de 2009, porque no
hay un líder fuerte y visionario que nos anime. Los partidos políticos se plantean como
duelos cruentos escenificados por líderes mediáticos y tantas veces sólo mediáticos.
Muerto un líder, vendrá otro que lo haga bueno, dice el refrán.
Pero no quiero ahora criticar los líderes ni analizar los modelos de liderazgo
38
existentes. Lo relegamos para más adelante. Quisiera, eso sí, advertir de nuestra
capacidad de autopoder como nuestra verdadera potencialidad para construir nuestro
mundo o, al menos, para que no lo construyan otros por nuestra omisión o negligencia.
Sabemos que hay visiones políticas que desconfían de la gente, reducida a masa o a
mercado, y que plantean de forma elitista que, en definitiva, son las élites y los aparatos
de representación quienes construyen la sociedad.
Las personitas de a pie sólo son números en una encuesta electoral o “población
diana” a quien convencer. Pero yo creo que nuestro autopoder, el de cada cual, es un
inmenso caudal que puede servir para construir una sociedad mejor. Es más, es nuestra
mejor y casi única oportunidad de construir verdadera sociedad y de luchar contra los
intereses corporativos y elitistas de quienes, bajo intereses egoístas, controlan la
sociedad actualmente.
Tal es la influencia que, en definitiva, tiene nuestro autopoder, que las grandes
ideologías y religiones se han empeñado durante tanto tiempo no sólo en buscar nuestro
acatamiento a sus objetivos y disposiciones, sino, sobre todo, en formar y/o seducir
nuestros sentimientos morales y nuestras creencias para amoldarlos a sus intereses.
Hubo un poeta que predijo (los poetas suelen ser así) que lo único que podría salvar
al mundo, una vez gastados todos los argumentos, todos los esfuerzos, todas la
experiencias, era la poesía. Tal vez no exageraba demasiado, de modo que permitidme
que acompañe a la predicción del poeta la mía propia: la inteligencia en colaboración, el
cambio paulatino de nuestras estructuras mentales y organizativas hacia un paradigma
de cooperación y de noviolencia (como ideas regulativas y como fines), junto con esa
potencia poética y utópica que ve la realidad en su profundidad, son los motores que tal
vez (porque nada está escrito ni determinado de antemano) pueden cambiar nuestro
colapsado mundo.
Por eso el cultivo del autopoder y el aprendizaje del trabajo en grupos solidarios, así
como la educación para no hacer de éste un mecanismo perverso o tiranizante, se
vuelven tan necesarios de recuperar para realizar una política alternativa a la vigente.
Una política que confíe en las personitas de a pié no como clientes de una oferta más o
menos dibujada, sino como sujetos llamados a diseñarla, construirla, ejecutarla,
desarrollarla y enriquecerla directamente y evaluarla en pié de igualdad y sin
mediadores que los suplanten.
40
A su vez, la capacidad social de la desobediencia, una de las principales bazas del
autopoder como realización además de participación social para luchar contra las
injusticias, nos indica la idea de que la participación social y política de los ciudadanos
entendida como participación efectiva debe ser consciente, estratégica y responsable por
parte de cada uno de nosotros, precisamente porque no tenemos necesidad de esperar a
que los “mediadores” accedan a nuestros postulados para ponerlos en marcha y porque
podemos usar nuestro autopoder para lograr transformaciones.
- La fragilidad y el poder.
El poder forma parte del orden y del paradigma dominante. Ya lo hemos visto.
Es por eso que cuando las propuestas, del género que sean, parten de otra lógica
suenan a debilidad, a ineficacia, a locura.
Sin embargo, es precisamente esa lógica y ese orden del poder el gran problema
porque nosotros no tenemos nada que ganar con el poder. Su lógica nos aplasta o nos
convierte en lo que no somos, pero no cambia nada. Nos vuelve los mismos perros pero
con distintos collares.
La relación con los otros en un plano de igualdad, el trato como amigos por ser más
cordiales en la explicación, y no como esclavos, es un punto de partida desde la
fragilidad, no desde el poder.
Es por eso que es desde la fragilidad, desde nuestra consideración frágil, que es
precisamente nuestra gran potencialidad, desde donde podemos desafiar al poder en un
terreno que no es el suyo: ridiculizándolo, desbordándolo, confrontándolo,
enjuiciándolo éticamente, desobedeciéndolo, viviendo en contraste con él, …
Quisiera ser un poco más explícito poniendo ejemplos que, creo yo, parten de esa
lógica de la fragilidad para construir alternativas: Caso 1: la desobediencia de Gandhi,
de Luther King, de Mandela o tantos otros ejemplos parecidos. Un clásico. Podremos
42
criticar tantas cosas de lo sucedido después de estos trastocamientos éticos, pero lo que
es indudable es que su fuerza motora partió en todos ellos de lo único que podía
desbaratar los planes del poder. La condición frágil, la conciencia de dignidad propia y
de su comunidad, la acción noviolentas. Caso 2: los microcréditos de Muhamad
Yunnus en Bangladesh a los pobres. Sacó potencialidad de donde no la había, dio
reconocimiento a los que no eran fiables para el poder. Generó redes de desarrapados
con confianza en sus capacidades de frágiles y desechables. Dinamizó la fuerza
emprendedora de los sin voz. Este ya no es un clásico pero sí es elocuente Caso 3: las
políticas migratorias en Europa o en Arizona, por poner dos ejemplos. Podrán prescribir
todo tipo de medidas para “ordenar”, “regular”, “controlar” la inmigración que
entienden como un problema. Podrán hacer las leyes discriminatorias que convenga: e
incluso imponer medidas reaccionarias para la expulsión de los inmigrantes, para su
represión y un sinfín de cosas que conocemos y que forman parte del día a día. Todo
esto vale, pero diariamente, todo esto, es desbordado, desobedecido, desenmascarado y
llamado desde la ética a cambios profundos gracias al quehacer silencioso, paciente,
individual y desprogramado de miles de voluntades que, sencillamente, salen, entran,
viven, se fugan, desacatan y con su vivir cambian los marcos y rompen las reglas de
juego. Dentro de diez años, lo quieran o no los más retardatarios, la cultura genérica de
España será otra diferente de la que heredamos de nuestra tradición carpetovetónica.
Los niños y niñas de hoy habrán (en parte) socializado su infancia con otros cuentos y
otros sentimientos de otros lugares, con otros mitos, con otras maneras. Incluso el
chador que ahora escandaliza, o el rezo en las mezquitas, u otras mil maneras diferentes
de comportarse, serán factores sin más del paisaje. Sin traumas y sin rupturas, por
mucho que algún cafre siga clamando en el desierto las esencias hispánicas que se
pierden y el constante runrún que acompaña la historia humana desde sus albores.
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La fragilidad contiene una fuerza en otro plano que el poder y es muy probablemente
el arma para confrontarlo:
Podremos decir que estos ejemplos no están politizados, no cuentan con organización
ni sentido transformador. Tal vez no. No importa, el caso es que cambian
constantemente
Ahora bien, existe otra dimensión de la fragilidad, la que comenta Ricoeur 20, que es
43 la que tiene que ver con el punto de vista ético y con la idea de responsabilidad…Dice
Ricoeur que donde el hombre crea poder (tal vez debería decir crea humanización) crea
fragilidad y que esta fragilidad que crea exige responsabilidad. La acción humana es
frágil pero tremendamente activa en la labor de humanizar todo lo que toca (de
humanizarlo para lo bueno y para lo malo, incluid), pero en la medida en que también
afecta al resto de esta (que me lo permitan los que saben de esto) gaia que es nuestro
mundo intercomunicado, la acción humana crea poder por un lado y fragilidad por el
otro.
En la medida en que nuestro mundo está atravesado por una relación de poder, parte
de nuestro paradigma de dominación, crea cosas pero amenaza y fragiliza vida con ello.
Es entonces por lo que Ricoeur señala la interrelación ética entre fragilidad y
responsabilidad humana al afirmar que “la responsabilidad tiene como correlato
específico «lo frágil», es decir, tanto lo perecedero por debilidad natural como lo
amenazado por los envites de esa especie de violencia que parece formar parte del
obrar humano”. Lo frágil obliga éticamente. Obliga a actuar, incondicionalmente, por
su protección y frente al poder que lo degrada y fragiliza.
20
RICOEUR, P. “Poder, fragilidad y responsabilidad”. Discurso pronunciado con motivo de su
investidura como doctor honoris causa por la Universidad Complutense de Madrid el 27 de enero de 1993
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Por otro lado, porque la llamada a la responsabilidad desde lo frágil nos conmina no
tanto a mirarnos a nosotros mismos sino a descentrarnos y mirar a los demás, nos
44
indican la primacía del otro respecto de nosotros mismos. De este modo “Lo que a fin
de cuentas está en juego es el reconocimiento mutuo, que hace del otro, no un extraño,
sino un semejante. Esta fundamental similitud humana es lo que hay que preservar en
todos aquellos campos donde el hombre, al hacerse más poderoso que nunca, se ha
hecho al mismo tiempo más peligroso para los demás hombres.
Pero frágil no quiere decir vencido ni rendido, sino astutamente conspirativo, conocedor
del espacio en el que podemos entablar la lucha contra el poder y de los mecanismos,
provenientes de nuestra condición frágil y de la ética de la fragilidad, con los que
entablarla.
Recapitulando este extenso capítulo podemos decir, no sólo que el poder, visto
desde la concepción tradicional, es un horroroso mal del que más nos conviene
desembarazarnos cuanto antes por nuestra propia saludo, sino que en realidad es algo
accesible, no algo que está en otro plano, que se conforma gracias (también) a nuestro
comportamiento de aceptación, resistencia, apuesta por el cambio o participación en el
mismo.
Desde ese punto de vista espero haber mostrado a lo largo de este extenso
capítulo que el poder es una mera relación que nosotros, junto con los que se arrogan el
poder, construimos y que, igual que se fabricó como tal malentendido, puede
desinventarse, modificarse, cambiarse por completo gracias a nuestra acción inteligente
para no dejarle ser cual es.
Hay “poderes” y ejercicios del poder perversos: los que fortalecen y expanden el paradigma de
dominación-violencia vigente en nuestro modelo social y cultural, en nuestras prácticas cotidianas, en
nuestra concepción política y en nuestro modelo de sociedad no sostenible.
Una de las tareas que nos compete actualmente, habida cuenta del arraigo “sistémico” de este modelo
perverso de ejercicio del poder (y con ello de la participación social) es desaprender esa práctica y
plantarle cara socialmente mediante propuestas alternativas que no sean un mero “complemento”, un
“recurso” o una opción a la carta que refuerce el sistema actual de relaciones fuerte/débil.
Nuestra cultura política necesita desterrar la concepción del poder como teología, que actualmente es el
vigente, y practicar modalidades de participación igualitaria, de base, sin delegación y con alto contenido
de responsabilidad y utopía.
El poder como “aparato”, “mediación” y “sobre/representación” hoy se residencia en las organizaciones
(de todo tipo) y en sus cúpulas, por lo que la lucha por la novedad y la alternativa debe realizarse
45 también hacia el interior de las propias organizaciones (para conseguir su democratización y la plena
participación), hacia la cultura de la participación (para aprender y enseñar nuevos modelos de acción
social y metodologías de resistencia a la tiranía interna y al juego de intereses de los aparatos) y en los
fines de las instituciones (para desterrar el solapado interés clientelar y representante que las
instituciones tienen en su seno).
En su tendencia a la institucionalización, natural en todo tipo de organización, los poderes perversos
buscan petrificar, apoderarse. Hay que construir instancias y mecanismos internos de participación que
rompan esta tendencia y potencien el trabajo de base, cooperativo y la plena democratización.
El poder, en todas y cada una de las esferas de la vida y de las estructuras sociales, es capilar, es una
interrelación y una participación social, sumisa, obediente, rebelde o insumisa, en el estado de cosas.
Nuestro poder, como autopder, es una potencia inmensa: puede contribuir a hacer cambiar mundos.
Por ello el aprendizaje, personal y colectivo, de la obediencia y de la desobediencia, como valores, como
metodologías y como prácticas y procedimientos, son esenciales en la profundización de un poder
democrático.
Aprender en la práctica cotidiana a desacatar el poder como verdad y esencia, como someternos acrítico
a su dinámica no hace sino perpetuar las relaciones de dominación y de violencia. En la relación
interpersonal, en la relación social en cualesquiera colectivos, en el ámbito de trabajo o profesional, en
las relaciones con el medio, en las instancias diversas de participación, debemos esforzarnos por
desterrar prácticas de este tipo que se presentan como naturales, ya sean en razón del género, de las
opciones personales, en las relaciones de consumo, en el uso de servicios generales u otras.
En la construcción de los consensos sociales debemos velar por que la representación que a veces tienen
diferentes organizaciones para canalizar las demandas, problemas y conflictos sociales no se convierta
en sobrerepresentación que nos anule o manipule, fomente la desresponsabiliad o la delegación como
cultura de la participación.
Como veremos, el avance en una democracia participativa invita a cuestionar de forma serena pero
radical la cultura de la delegación y el modelo de representación vigente, transformarlo y mejorarlo.
La obsesión por el acceso al poder, la idea de instrumentalizar las organizaciones supeditándolas a la
consecución de fines propios, el ejercicio de las relaciones interinstitucionales como mera correa de
transmisión, el ideario de vanguardismo y providencialismo autoritario de las instancias organizativas y
otros resabios similares deben ser desterradas de las prácticas participativas.
En lo que respecta al actual contexto político, hay que prevenirse contra las corrientes autoritarias de los
partidos y de los gobiernos. Dada nuestra vocación de buscar una sociedad democrática, nuestra
advertencia se dirige sobre todo a las tentaciones de una izquierda autoritaria (damos por entendido que
la derecha es prácticamente incorregible y aún creemos posible reactivas la capacidad de autocrítica que
la izquierda incorpora en su tradición): Hay que desterrar las correas de transmisión. La práctica interna
de las relaciones de poder en términos de gana/pierde, presión de aparatos, apagamiento del debate y la
reflexión y uniformidad acrítica. Se deben precisar mecanismos de autoprotección interna contra los
valores autoritarios y machistas. Se deben establecer canales que penalicen la delegación sin
participación inclusiva. Se debe luchar contra la sobrerepresentación y la reducción de la política al culto
al líder. Se debe evitar todo atisbo de vanguardismo en los programas, propuestas y acciones políticas.
Igualmente se debe luchar contra la reducción de la política a electoralismo.
De la singular relación del poder con sus arribistas, creo que puedo sacar, por ello,
conclusiones ejemplares acerca del empeño desmedido de tanta gente por arrimarse al
árbol que mejor sombra da y de su peligrosidad y de la conveniencia de huir de su radio
de acción como gato del agua.
Los arribistas, lo que comúnmente llamamos trepas, son uno de los más abundantes y
peores males de los que aquejan a la sociedad y a las instituciones.
En los entornos del poder, de eso tan impreciso que llamamos poder y que son las
instancias desde donde se deciden ciertos asuntos públicos y políticos, siempre hay una
cohorte de estos personajes bien característicos: conseguidores, amigos personales de
este o aquel cargo, pelotas que se rebajan a las más patéticas reverencias, cabildeadores
profesionales y que actúan como conseguidores, mercenarios al servicio de uno u otro
interés, radicales de antaño que ahora justifican cualquier actuación de su jefe de filas,
por torpe o indeseable que sea, opinadores y augures de los designios de los de arriba y
toda la amplia cohorte de los ambiciosos y oportunistas que dan sombra al “poder”.
Estos sujetos tienen una idea clerical del poder y ofician como los más papistas de la
corte del papa romano. Interpretan como oráculos los supuestos pensamientos de los
líderes de turno. Ofician de censores e intérpretes de sus designios. Prometen dádivas y
beneficios. Para peor enjundia, son capaces de desdecir sus principios a cambio de
cualquier prebenda (cuántos he visto defender una cosa y desdecirla a nada que les
dicen que es la voluntad del partido) y de realizar cualquier sacrificio personal para
seguir arribando a la orilla del que manda. Su principal aspiración y también su mejor
47 habilidad es la de permanecer siempre en la foto. Yo he conocido a uno que
abiertamente decía la de líderes y secretarios generales que había visto pasar, con ideas
más conservadoras o progresistas, más excéntricos o centrados. Ellos pasaron y él
permaneció. Ellos sucumbieron y él seguirá… medrando. Me lo decía como advertencia
y yo, torpe de mí, lo entendí como patético sarcasmo, aunque el tipo tenía razón y sigue
allí, en pié, con nuevo amo, distribuyendo dádivas y haciendo muecas sumisas.
Si se les deja espacio suficiente, y dada su fuerza expansiva, los arribistas pueden
llegar a ejercer un verdadero influjo político y distribuir premios y castigos en las
instituciones donde participan o en las que influyen y, lo que es peor, su fuerza
contagiosa y perversa es capaz de expandirse en las propias estructuras infectándolas de
su mediocridad, neurosis e insania moral, lo que en no pocos casos hace que las
personas sanas y conscientes se vean desplazadas, se resignen o se marchen de estas
estructuras de arbitrariedad.
Siglo de Oro) y la filosofía ética nos han advertido de su inmoralidad (Cicerón 21),
también desde el punto de vista sociológico ha habido quienes nos hablen de las
nefastas consecuencias de la proliferación de estos parásitos 22 y nos han descrito, en un
tono entre triste y divertido, las estrategias del “sobe” (sobeteo) y del “raje” (la
maledicencia) con que se van introduciendo en los círculos de poder.
Dado que, por desgracia, he visto tanto chisgarabís haciendo ridículas muecas y
cayendo en tal servilismo respecto a los que mandan, ahora quiero prevenir de estos
tipos. No es posible, al menos esa es mi experiencia, ninguna concesión a los
correveidiles del poder y por ello lo mejor es alejarse de su influencia y precaverse de
sus mañas.
Al otro lado de estos laterales del poder, con una legitimidad mayor, están los líderes,
una especie de jerarcas interpuestos entre la gente normal y “el poder”, que usan un
extraño discurso (el de su magnético liderazgo) para intentar componer sus intereses y
hacerlos pasar (con un patético discurso sobre su propia abnegación y sacrificio) como
el interés de todo el grupo.
21
CICERON “Tratados”, Círculo de Lectores.- Clásicos latinos. 1998,”Así, los que buscan en sí mismo su
complacencia y su satisfacción, son los que principalmente abren sus oídos al adulador...Hay muchos
que no quieren ser virtuosos, sino parecerlo. A estos les agrada la adulación”.
22
COTLER, J. “Clases, Estado y Nación en el Perú”. Instituto de Estudios Peruanos. Lima 2005,
AGRADA ESPINOSA, O. “El ascenso piramidal del hombre y los vestigios racistas de la
postmodernidad. El ´sobe´ y el ´raje´ en las instituciones”. DELGADO, C. “Para una sociología del
arribismo” Lima. 2000
23
PAULUS, D. L. & WILLIAMS, K. M. “The dank triad of personality: narcissism, machiavellianism
and psychopaty” Journal of reseacrch in personality. 36. pg 556-563.; LOBACZEWSKI A. “Penología
política”.
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El narcisismo aparece como una especie de fuerza motora del deseo de liderazgo y del
aprecio por el poder como conquista, que afana a tanta gente y que se encuentra detrás
de los esfuerzos, a veces titánicos y hasta desesperados, de muchas personas por
alcanzar posiciones de prestigio social o de liderazgo político para apagar su insaciable
deseo de vanidad.
¿Por qué este énfasis en caracterizar este mal? Precisamente porque debemos tener
armas para identificarlo, para comprenderlo y preverlo y, con ello, para poder luchar por
destruirlo. Pero sigamos adelante.
La disposición narcisista vinculada a lo político fue ya destacada por Freud, que habla
de la personalidad narcisista de los líderes (1921) o por Reich (1949), que nos habla de
una personalidad fálico-narcisista para referirse a ello. Si seguimos los escritos de
Arendt u otros autores, también podemos observar el valor perverso de estas ideas en la
política, sobre todo teniendo en cuenta que la forja de estos líderes perversos no necesita
24
VAZQUEZ MONTALBAN. M. “La aznaridad” Diario Público. Madrid 2009. en igual sentido
UMBRAL, F. “Leyenda del césar visionario” Seix Barral. Barcelona 1991.
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Por ello se me ocurre que una institución sana debe prohibir las visiones
presidencialistas o los aparatos autoritarios que ahogan el trabajo horizontal y el
liderazgo compartido y colaborativo. Deben establecerse mecanismos de garantía en las
instituciones, tales como la distribución de funciones directivas entre personas, grupos y
comisiones, la limitación de mandatos, o la rotatividad de cargos, para salvaguardar
éstas de sus líderes. Las instituciones sanas deben destacarse por el emprendimiento de
una verdadera pedagogía de participación, desde las fases iniciales y de formación
formal en adelante, para educar a las futuras generaciones contra el uso perverso y
personalista del poder. Deben contar también con mecanismos de articulación del
disenso y de desobediencia para impedir la instrumtalización de las instituciones bajo
intereses espurios o personales.
25
Amy Brunell. “Stude Univesity Ohio” en “Personality and social psycology Bulletin”. 2008. Kets de
Vrien, Manfred F.R. y Milles, Danny “Narcisismo y Liderazgo” en Human Relations. Vol 38.
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Todo esto debe entenderse como una crítica al providencialismo, a los liderazgos
perversos y al arribismo, pero no es en sí una crítica a la obvia realidad de que muchos
proyectos se construyen sobre la aparición de liderazgos, personales o compartidos,
abiertos y que estimulan la participación y ayudan a desplegar nuestras mejores
capacidades. El liderazgo de cualquier proyecto es una ventaja, pero se convierte en un
lastre cuando el liderazgo, en vez de ser constructivo y abrir puertas, se ensimisma para
construirse en una verdadera lucha por el poder en sí, en un tapón que obstaculiza y
51 colapsa las posibilidades de trabajo compartido.
Mecanismos que defiendan la democracia del caballo de Troya de los trepas, de los
caudillos y de los pequeños dictadores que pueden asaltarla.
reciclaje, para evitar que las personas se instales en las instituciones de forma
corporativa y en defensa de intereses particulares.
Por último, deben existir normas claras y seguras para detectar a los dictadorzuelos y
para desembarazarse de ellos. O al menos para darles la batalla sin producir daños
colaterales.
De esta forma el poder, que hemos dicho que es capilar y una relación, existe también
como estructuras, organización e instituciones en las que se desarrolla el reparto de este.
Aunque estas no tienen una capacidad absoluta para regular nuestras vidas ni para
determinar nuestros destinos, los condicionan muy fuertemente y cuentan con una
innegable eficacia para ordenar nuestros comportamientos personales y sociales.
Por otra parte, como dijo Max Webber, un autor que estudió intensamente la
sociología del poder y su construcción y legitimación, las instituciones ejercen su poder
desde diversos modelos organizativos y desde diversas estructuras.
Webber explicó cómo cada uno de estos tres tipos o estilos de dominación generan
tres diferentes estructuras de poder, y que si el modelo carismático (primero en la escala
evolutiva de la historia y primer modo de organización de nuevos poderes) da lugar a
líderes carismáticos, se basa en la obediencia a las normas consuetudinarias, genera
estructuras patriarcales y suelen corresponderse con economías y sociedades estáticas,
el racional se basa en procesos de institucionalización, se basan en la obediencia a leyes
impersonales, generan estructuras burocráticas y se corresponden con sociedades
dinámicas.
En todo caso, señala el autor, el reparto del poder en los distintos órdenes en
interrelación en que ésta realidad se da (orden económico, social y político) se
desarrolla en clases, grupos de estatus y partidos.
Los poderes son, por tanto, instituciones visibles y visibilizan las relaciones de poder
en su seno y en la interrelación de unas y otras.
Normalmente estos poderes (que no son personas, sino “entes” organizados) cuentan
con su propia vida y dinámica y suelen asumir los criterios y creencias sobre “el poder”
como esencia y potencia que hemos visto más arriba (y que son los que mantienen las
26
WEBBER, M. “Economía y Sociedad” Fondo de Cultura Económica. México. 1977; “Estructuras
de poder”. Editorial La Pléyade. Buenos Aires 1971.
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personas que los hacen efectivos). Se suelen revestir de todo tipo de signos externos que
intentan “escenificar” esta relación distante entre fuerte y débil.
Pero las personas de a pie, como decimos, nos relacionamos con estos poderes
“impersonales” (o institucionales si queremos) de forma permanente, prestándoles
adhesión o admiración, cagándonos en su mala fe, obedeciéndolos o intentando
54 manipularlos o usarlos en nuestro beneficio.
Para la gente en general estos sistemas de poder son como grandes muros de
apariencia infranqueable. Es una entelequia (si es que alguien tiene la creatividad de
pensar en ello) pretender derribarlos y no se conoce otro horizonte seguro fuera de sus
fronteras.
Más aún, cuanto menos “político” es el poder de que se trate (pongamos por ejemplos
los ejércitos, las iglesias, las empresas, los grupos de presión y mediáticos u otros que
cada lector prefiera) mayor es el grado de impermeabilidad a la democracia y a la
alternativa que se puede plantear en su seno.
Si los poderes políticos, con todos los defectos que mantienen, permiten instancias de
construcción oligopólica o plutocrática del consenso y un cierto grado de incertidumbre
en sus líderes, las instancias más informales, ni siquiera se plantean la legitimidad social
55
con la que actúan.
Por ello nos parece pertinente preguntarnos, ¿Qué hacer para democratizar “los
poderes” cotidianos y qué hacemos para democratizar los otros poderes?
Cuatro son, a mi entender, los obstáculos contra los que choca nuestra falta de cultura
de participación. Si nos planteamos un plan de regeneración tanto social como política
que busque la efectiva profundización en los contenidos democráticos, cada uno de ellos
exigirá un trabajo específico para desarrollar sus objetivos.
27
WORLD BANK, “ Governance Matters VIII: Aggregate and Individual Governance Indicators 1996-2008”
Nueva York, Junio de 2009. Informe elaborado por Daniel Kaufmann, Brookings Institution, Aart Kraay y Massimo
Mastruzzi.
28
Según el informe elaborado en el mes de febrero de 2011 por el fiscal General del Estado relativo a la memoria de
la fiscalía general de 2010, el ranking de corrupción política se traduce en el procesamiento de diversos políticos con
el siguiente resultado: hay un total de 730 asuntos, entre procedimientos judiciales y diligencias de investigación,
abiertos contra partidos políticos por casos de corrupción, de los que 264 se refieren son procedimientos penales
abiertos contra cargos públicos o políticos del PSOE y 200 contra miembros del PP. Además, dijo, hay 43 causas
abiertas contra miembros de Coalición Canaria, 30 contra miembros de Convergencia i Unió, 24 del Partido
Andalucista, 20 de Izquierda Unida, 17 del Grupo Independiente Liberal (GIL), siete de Unión Mallorquina, cinco de
Esquerra Republicana de Catalunya, tres del Bloque Nacionalista Galego, otros tres de PNV, uno de ANV y otro de
Eusko Alkartasuna, además de otras 67 investigaciones seguidas contra miembros de otros partidos de implantación
local.
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REFLEXIONES A CONTRACORROIENTE DE UN CINCUENTÓN de 2011
a) La hipótesis justificante
Las grandes preguntas de la filosofía política han girado en torno al qué legitima el
poder, los poderes, y principalmente el poder político: en razón de qué argumentos se
establece la aceptación “pacífica” del poder, desde dónde ordena y usa éste su potestad
57 de coacción, de premio y de castigo, y se convierte en una instancia envolvente y
coordinadora.
29
DE LA BOETIÉ, e. “Discurso...” (op. Cit).
30
SPINOZA, B “Tratado teológico político” Tecnos. Madrid 1985. señala que “...el gran secreto del
régimen monárquico y su máximo interés consiste en mantener engañados a los hombres y en disfrazar,
bajo el pernicioso nombre de la religión, el miedo con que se los quiere controlar a fin de luchar por su
esclavitud, como si se tratara de su salvación”.
31
DELEUZE “Spinoza et le problème de l´expression”. Minuit. París 1962; “Spinoza, philosophie
practique” Minuit. Paria. 1981
32
GONZALEZ VICEN, F. “La obediencia al derecho.” Estudios de Filosofía del Derecho. Universidad
de La Laguna 1979; “La obediencia al derecho. Una anticrítico” Revista Sistema núm 65. 1985;
“Obediencia y desobediencia al derecho. Unas últimas reflexiones” Revista Sistema núm 89., 1989;
ATIENZA, M “La filosofía del derecho en F. González Vicén” Editorial Abelardo Parrot. Buenos Aires
1983; DIAZ, E. “De la maldad estatal a la soberanía popular.”. Debate. 1984; “La justicia de la
democracia”. Revista Sistema núm. 66. 1985; “Legitimación y justicia” Revista Doxa núm. 4, 1989,
MUGUERZA, J. “La obediencia al derecho y el imperativo de la desobediencia” Revista Sistema 70,
1986, GUISAN, E. “razones morales para obedecer al derecho” Anales de la cátedra Francisco Suárez
núm. 28, 1988.,
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REFLEXIONES A CONTRACORROIENTE DE UN CINCUENTÓN de 2011
No vamos a hacer un repaso de las teorías sobre la legitimidad del poder, pero sí
queremos preguntarnos por los argumentos legitimadores de fondo en nuestra tradición
política.
33
SORIANO, R “La desobediencia civil” Edit. Promociones y Publicaciones Universitarias. 1991;
ESTEBEZ ARAUJO, J.A. “La constitución como proceso y la desobediencia civil” Trotta, Madrid 1995;
MALEM SEÑA, “Concepto y justificación de la desobediencia civil” Ariel, 1999; FERNANDEZ BUEY,
F. “La desobediencia civil” Libelos Bajo Cero. Madrid 2000; LANDROVE DIAZ, G. “Objeción de
conciencia, insumisión y derecho penal”. Tirant Lo Blanch, Valencia 1992; ROÍS, J.C. “La insumisión
como ejercicio radical y genuino de la Objeción de Conciencia”. Revista de Filosofía del Derecho.
Universidad Complutense de Madrid. Madrid 1994; “La objeción de conciencia al servicio militar.
Régimen Constitucional” SERPAJ. Asunción 1997. PINO, C. y otro “Vivir, un juego de insumisión”
Siglo XXI, 1995; IBARRA, P. y otro “Objeción de conciencia e insumisión, claves ideológicas”.
Fundamentos. 1992, HERRERO BRASAS, J. A. “Poder, retórica e insumisión” Arqitaletxe Hiru. 1994.
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gente en pueblo y al lugar donde habitaban en patria y del que se derivan unos derechos
“históricos” o “naturales” y un modelo de organización basado en ese acto y en ese
“derecho natural” originarios, ya sea para conseguir la felicidad, la libertad o para
asegurar su mutua seguridad. Sin embargo, esa reunión de voluntades en realidad, nunca
ocurrió (o mejor dicho nunca ocurrieron así).
Pero la razón práctica que legitima el poder (y que aquieta las voluntades) es de
índole menos sacral, pero más pragmática y adecuada: se trata de la idea de la eficacia,
59
de la pura razón de que esa organización responde al interés de dar eficacia a la
convivencia en común. Se considera con ello que sólo un poder “coyuntural” que
satisfaga ciertos mínimos éticos y regule ordenadamente la convivencia, puede oponerse
a la barbarie y a la dominación y violencia que a menudo es la regla común en las
relaciones humanas. Sólo la organización de que se trate puede conseguir los fines que
se persiguen, ya sea en el plano político, social, económico u otro, estableciendo límites
al arbitrio incontrolable.
De modo que esa razón que quiere actuar como fundamento originario, en realidad
no lo es, pues se trata de una mera ficción hipotética. Sin embargo, sí que es un
importante fundamento meramente programático, es decir, planea un horizonte a
construir en el futuro, promete un proyecto al que adherirse, unos objetivos que se
encuentran proyectados hacia el futuro.
Como dice Marina, pensar que nuestra convivencia descansa sobre un argumento que
es puramente mentiroso, estremece34. Pero llama la atención lo acríticos que solemos ser
ante otras instancias de poder y micro-poder fuera del político que descansan con igual
34
MARINA, J. A. “La pasión ...” (op. Cit.), pg. 211 “Pensar que toda nuestra convivencia, nuestros
sistemas políticos, nuestras teorías éticas se basan en ficciones, estremece. ¡Cómo vamos a soportar este
grado de precariedad! Sin embargo no ocurre lo mismo en el caso de la ficción económica.
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intensidad en justificaciones poco sólidas y a las cuales nos adherimos incluso con
fruición. En uno y otro caso, el argumento último, fuera de la retórica mítica con que se
envuelve, es evitar la catástrofe (aunque algunas de las instituciones más bien las
provocan en realidad).
Como nos dice la teoría al uso, la legitimidad democrática descansa sobre un relato
hipotético y no real, aunque se trata de una hipótesis necesaria. No existió el momento
originario. No hay voluntad general. No existe ninguna cosa real a la que podamos
60
llamar Derechos Humanos (como mucho la aspiración y la tarea de que estos principios
algún día sean puramente vigentes en nuestro globo). No existe nada parecido a la
soberanía. No hay un verdadero consenso originario. No podemos presuponer un pacto
fundante en el que las personas “fundadoras” acordaron un modelo de convivencia
basado en unos valores prefijados. Todo eso son puras referencias “hipotéticas”,
presupuestos teóricos sobre los que descansa nuestro modelo. Una ficción política. Una
afirmación “preformativa” que nos viene a decir: “crea en esto sin indagar mucho para
que no se nos caigan los palos del sombrajo”.
Sin embargo, estamos ante una ficción que -se nos dice- es necesaria, aunque tiene
un punto débil: funciona si los concernidos por ella actuamos “como si” fuera verdad.
Funciona a condición de no cuestionarla y de considerarla como una norma ética
primordial. Ya sabemos (lo dijo Einstein) que la ética no es objetivable o, en sus propias
palabras, que no hay manera de probar que sea preferible dejar vivir a una población
que matarla despiadadamente, pero eso no le hace perder su valor de cara a la
convivencia.
priori del todo, y ello nos lleva a realizarla en el consenso siempre coyuntural a
posteriori y a la democratización de todas las decisiones sociales.
Y decimos esto porque queremos llegar al punto que nos parece crucial en el
presente momento de incertidumbre y desafección social que se percibe en el ambiente,
tanto europeo como de nuestra comunidad más cercana.
Porque un ingrediente de la legitimidad del poder tiene que ver con una adhesión y
con una identificación personal y cultural al proyecto que el poder “legítimo” representa
y hoy, ante una crisis evidente de cultura que amenaza no sólo con el colapso
energético, ecológico o económico, sino también de desintegración política y de
provincialismo, los mecanismos de identificación y adhesión se pueden ver erosionados
por el propio ejercicio oligopólico del poder, por la desconexión de las instituciones de
participación de los verdaderos intereses de la gente, por la propia complejidad no
suficientemente atendida desde las instancias de poder de las sociedades actuales, y por
la conversión del proyecto democrático en un mero proceso formal de subditación de las
personas por parte de élites e intereses particulares.
d) La legitimación de ejercicio
Este proyecto en construcción choca, como podemos ver a cada paso, con una
realidad zafia donde los intereses éticos se mezclan con otros no tan puros y con un
ejercicio cotidiano del poder con más sombras que luces.
Por eso el poder, cuya legitimidad descansa sobre un proyecto racional y de justicia,
se mezcla con el poder cuya realidad tantas veces descansa sobre una práctica
incoherente o sobre una construcción histórica de dominaciones y coacción.
Por eso, las propias estructuras de poder mantienen pesadas cargas y vicios que se
han construido a lo largo de la historia. Unas son residuales, escrecentes y en retirada.
Otras duras como piedras y arraigadas en la medula de nuestros poderes. Sobre estos
vicios y abusos recae nuestra responsabilidad de luchar por su superación.
Pero junto a todo esto, se encuentra el ejercicio concreto del poder por parte de sus
63 titulares legítimos. Puede también ocurrir que, siendo legítimo el acceso a dicho poder,
el ejercicio lo deslegitime y obligue a una restitución adecuada. Esto ocurre cuando la
corrupción se asienta en los medios del poder como su propia lógica. Incluso existe para
ello un catálogo de tipos penales que pueden desposeer del poder a los titulares
indignos. Pero no sólo el delito puede deslegitimar el ejercicio del poder. Hay otras
ocasiones en que es la actuación contraria a los intereses de la sociedad, a las
expectativas levantadas o a las promesas dadas lo que deslegitima el poder.
En cierto modo esta legitimidad de ejercicio que hay que ganar día a día es una
consecuencia del propio fundamento ético del poder: si este se justifica en el
cumplimiento de un proyecto de democratización, los argumentos del poder deben ser
dialógicas y la sociedad, en el ejercicio del poder por su titular, entra en diálogo con el
mismo y le da su asentimiento o desaprobación. Aunque podríamos conformarnos con
someter cada cuatro años al voto ciudadano este “ejercicio”, lo cierto es que un poder
democrático debe ir más allá de esta regla de mínimos y validarse cada día.
Y en este punto, me interesa decir que, entre los residuos del mal poder se encuentra la
pura delegación que reduce a los ciudadanos a meros súbditos y que obliga a estos a
delegar en otros a los que no se pide cuentas.
Todas estas son prácticas que deslegitiman el ejercicio del poder, reduciéndolo a
64 poder autoritario y no democrático.
Con todo ello se me ocurre un itinerario estratégico para intentar cambiar el rostro
del poder como abuso a un poder participativo y controlado democráticamente.
Una lenta revolución cultural que promueve el papel protagonista de todos los
seres humanos como iguales sujetos de derechos y de igual dignidad, con el
cuestionamiento del sistema de reparto mundial
El papel que las migraciones forzadas jugarán en los próximos lustros (se
calcula en 300 millones de seres humanos al menos los que emigrarán
forzadamente por inviabilidad no sólo de sus sistemas sociales sino de la
Y ello probablemente sea para todos nosotros una oportunidad y un riesgo. Pero
dejadme hablar ahora de cuatro de los grandes males del presente que creo yo pueden
deslegitimar al poder y provocar una efectiva convulsión en su seno y en nuestra
35
NIÑO BECERRA, S. “El crash del 2010. Toda la verdad sobre la crisis”. Los libros del lince.
Barcelona 2009.
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relación con todo ello. Son pestes que erosionan su esencia del ideario “buenista”
democrático. Estos son:
La corrupción
Poderes no colaborativos
67
Los poderes suplantan a la ciudadanía
36
GIL CALVO, E. “ Comparaciones “ El País 21.2.2011
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La corrupción es un mal endémico que atraviesa todas las instancias del poder en la
inmensa mayoría de los países, hasta el punto en que ha sido estudiada científicamente e
incluso valorada a efectos de apoyo a regímenes políticos por la comunidad
internacional, o para las acciones de la sociedad civil u otras. Informes como los que
promueve la organización Transparency Internacional, o del grupo Greco de la Unión
Europea, o el estudio de indicadores sobre gobernanza mundial elaborados por el Banco
Mundial, por citar sólo algunos de los más conocidos37.
68
Entre nosotros, por desgracia, la corrupción también existe. Las memorias judiciales
de los distintos tribunales superiores de justicia e incluso del Tribunal Supremo dan fe
de forma constante de la existencia de distintos delitos relacionados con la corrupción
política. Los informes internacionales también sitúan a España como uno de los países
de mayor índice de corrupción de la OCDE.
37
BANCO MUNDIAL. “Governance Matters VIII: Aggregate and Individual Governance Indicators
1996-2008”. Informe elaborado por Daniel Kaufmann, Brookings Institution, Aart Kraay y Massimo
Mastruzzi. Junio de 2009. GRECO, “Evaluation Report on Spain. Transparency of Party Funding”
Strasburgo 2009. TRANSPARENCY INTERNATIONAL, “Informe sobre el barómetro mundial de
corrupción 2009”. Berlín, 2009.
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El alejamiento de la sociedad hacia la política tiene que ver con la asunción del poder
como algo ajeno y no cotidiano y con el entendimiento de los políticos como una casta
alejada de los intereses generales y voraz donde las haya.
69 Por otra parte, la actual tendencia a hacer política desde la fotografía oportunista y
bajo modelos rígidos de marketing, degrada la política a producto y a la ciudadanía a
consumidores o clientes y ello deslegitima la política como posibilidad de servir a la
causa de arreglar los problemas sociales.
Tomamos prestada de Ramón Capella38 la noción, muy bien explicada por éste, de
ciudadanos siervos. La evolución del proceso histórico de relación entre el poder y la
comunidad (perdónese un término tan impreciso) dio lugar a la degradación de la
ciudadanía lograda con el advenimiento de la modernidad y su ideario político hasta que
hemos llegado al punto en que “los ciudadanos son libremente siervos” que libremente
38
CAPELLA, R “Los ciudadanos ...” (op. Cit.).
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consienten tropelías como el gasto militar creciente, la expoliación del sur por el norte,
la destrucción del medio ambiente, le tráfico de órganos, mafias, hambrunas y un
amplio catálogo de horrores, bajo una servidumbre global a lo que él llama poder
privado.
En este estado de cosas, el poder queda suficientemente legitimado, pues cumple los
cauces legales y cumple con los fines éticos básicos queridos por todos: garantizar los
derechos humanos, promover la libertad individual, favorecer la dignidad de las
personas, ordenar leyes con un mínimo ético de justicia... El sistema, por tanto es
legítimo a pesar de no ser participativo, ¿A pesar de no ser participativo?
Algunos autores han explicado que no está claro si los parlamentos y los partidos
expresan la voluntad popular (como dice el relato teórico que deben hacer), o la
configuran de hecho, tal como sospecha Offe39. Efectivamente cabe la dura:
71 b) Dejan fuera de las agendas intereses sociales (que para ellos no son
prioritarios porque o no llevan la marca de la casa o, mirados de reojillo los
cálculos de votos, no conviene) que quedan por tanto excluidos o marginados
a pesar de ser intereses de grupos sociales emergentes o residuales
Pero otros autores, entre ellos Bobbio o Touraine, se han preguntado por las
insuficiencias de la propia democracia directa y la necesidad de abundar en ideales de
democracia participativa o social, precisamente porque la participación y el pluralismo
son la esencia propia del sistema democrático como ideal.
39
OFFE, K. “Proto-industrialización, un concepto abusivo.” Revista Debats núm. 12. Junio 1985 “...los
principios políticos dominantes del sistema de partidos, del parlamentarismo y de la burocracia no sólo
tienen la función de deformar y representar fragmentariamente las necesidades e intereses de los
individuos socializados, sino que también...la de, por encima de las fronteras de su propia capacidad de
desfiguración y suplantación, dejar acumular un potencial de necesidades y exigencias políticas no
integrables”
40
PINO PERTIERRA, C. y ARNAU TORNOS, A. “Vivir, un juego de insumisión. Hacia una cultura
intersubjetiva de la igualdad”. Siglo XXI. Madrid 1995. OFFE, C. “La gestión política”. Ministerio de
Trabajo y Seguridad Social. Madrid 1992.COPPEDGE, M. “Strong parties and Lame Ducks.
Presidencial partyarchy and factionalism in Venezuela”. Strandford University Press. Stranndford 1994.
VON BWYME, K. “La clase política en el estado de partidos” Alianza Editorial. Madrid, 1995.
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- En el espacio económico
- En el espacio cultural
Señalemos pro último que la perspectiva del poder como relación que hemos
caracterizado permite perfectamente la adopción de esta perspectiva: Si el poder es
relación, la metodología de construcción de los consensos y de gestión de lo público no
puede ser sino participación o desinterés. La una provoca una mayor legitimación de la
democracia, la otra una mejor legitimación del que hemos llamado “poder privado”.
Desde este punto de vista cabe preguntarse ¿puede haber poder justo sin democracia
social y participativa?
Llama la atención ver cómo, frente a los discursos optimistas que en general
mantienen los partidos políticos españoles acerca de su propia salud interna, las
encuestas de opinión reflejen crecientemente una progresiva distancia entre éstos y los
intereses de la ciudadanía; distancia que se concreta en el bajo aprecio, cuando no
franco desinterés o desconocimiento profundo, de la opinión pública por la labor,
74
actividades y propuestas de los partidos políticos.
Por otra parte, según los últimos barómetros del CIS44, el tercer problema más grande
en España, después de la crisis y el paro, son los políticos. Sin embargo, estos
personajes habitualmente se critican entre sí por la falta de propuestas ante los dos
problemas principales (crisis y paro) o ante otros problemas sentidos como menos
importantes por la ciudadanía, pero sin abordar ni de lejos cómo solucionar el tercer
problema público (el primero si me hubieran preguntado a mí sólo), que para ellos no
es tal.
41
CIS. “Barómetro de Abril de 2009” Estudio 2798. Abril 2009. Entre otros datos arroja los siguientes:
1) Los partidos y sindicatos, junto con los políticos son las instituciones y categorías más denostadas o
menos valoradas por la sociedad. 2) Por otra parte, el 92,4% de la población no ha militado nunca en
ningún partido y el 81,3% en ningún sindicato, frente a un 7% que milita en alguna asociación cívica, lo
que supone más del doble de la gente que milita en partidos (3,2%). 3) El número de feligreses activos en
actividades de militancia religiosa (3,9%) es superior (3,7%) del de militantes sindicales.
42
Informe “Evaluation Report on Spain. Transparency of Party Funding” del Grupo de Estados Contra la
Corrupción (GRECO), de Directorate General of Human Rights and legal affaires. Directorate of
monnitoring. Strasburgo 2009.
43
Informe sobre el barómetro global de la corrupción 2009. Transparency Internacional. Berlin. 2009.
44
Barómetro CIS enero 2011. Este barómetro consolida los resultados obtenidos ininterrumpidamente en
los barómetros del CIS desde 2009 en que ascendieron a este honroso puesto.
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Si nos fijáramos en los parámetros que ofrece la Unión Europea para valorar la
calidad democrática, bajo el parámetro del llamado Índice de democracia que el
eurobarómetro comprueba (everday democracy index)45 veríamos la falta de sintonía
entre el sentimiento democrático de la ciudadanía y nuestros usos “democráticos” y, en
definitiva, la no superación de las pruebas de esfuerzo por nuestro entramado tanto
institucional como efectivo de participación social y democrática.
Todo esto es grave porque afecta, como ya he dicho antes y luego repetiré, a la
75
legitimidad de nuestro orden social y lo hace de forma irreversible, cuando, como
ocurre, los partidos y “los políticos” son orgánicamente y por mandato constitucional el
cauce ideado para la representación pública y la organización política del Estado y de
sus distintas instituciones, al igual que los sindicatos y la patronal, el otro instrumento
ideado constitucionalmente con el nombre de agentes sociales, el cauce constitucional
establecido para la regulación y representación del mundo laboral y social (al que no
representan ni por asomo).
De este modo, los actuales partidos son un mal, pero ¿tiene cura?: en general los
partidos políticos españoles se encuentran demasiado centrados en un aspecto muy
delimitado de la vida política del país, concretamente el que hace referencia a la
maquinaria electoral y a la semiótica de apoyo o crítica, según los casos, de la gestión
de “gobierno” de los asuntos políticos que se conducen desde esa instancia, pero cada
vez van perdiendo más los trenes más novedosos de la acción política y social que
antaño fueron el principal impulso para su creación.
45
http://www.demos.co.uk/publications/theeverydaydemocracyindexbook. Igual en la página de everday
Democracy: http://www.everyday-democracy.org/en/index.aspx
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Por decirlo de alguna forma gráfica, los partidos políticos, como antes les pasó a las
iglesias, se están especializando en ir perdiendo de sus “clientelas más o menos
cautivas” los distintos trenes que van pasando lenta pero imparablemente ante sus
narices: perdieron el tren del trabajo, el tren de la mujer, el tren de la juventud, el tren de
la ecología, el del pacifismo, el de la solidaridad, y así sucesivamente hasta llegar al
momento actual en que tampoco perderán la oportunidad de perder los que quedan por
pasar.
Con ello, los partidos han fraguado una transformación que va desde los antiguos
espacios de debate y generación de ideas para el avance de la sociedad, que establecían
programas de acción colectiva que no sólo incorporaban eslóganes y marketing, sino
también un amplio programa social de intervención concreta, acciones educativas y
formativas, medios de comunicación, centros de reunión y acogida dinámicos,
mecanismos de movilización, complicidades con el mundo científico y un largo
etcétera, a los actuales aparatos del régimen electoral y del más burdo e incorregible
clientelismo.
¿Crisis de la democracia?
Creo recordar que con anterioridad a la caída del muro de Berlín, y en diversas
instancias académicas, ya se estaba cuestionando el cierto malestar de las democracias
ante sus propias inconsecuencias y falta de logros.
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Bobbio46 nos hablaba de una crisis de las democracias que tenía tanto que ver con sus
promesas incumplidas como con la propia dificultad de las estructuras ideadas en la
modernidad para atender a los nuevos problemas planteados por la evolución
postcapitalista.
Offe47, abundando en esta idea, anunciaba una cierta decadencia de los aparatos de
representación política, reconvertidos a meras estructuras burocráticas que trastocaron
sus escalas de valores para identificarse con la persecución de un poder que garantizaba
77
a estos aparatos sus propios intereses internos, y apostaba por el surgimiento de nuevas
estructuras de avance social, nuevos movimientos sociales, que congregaban a
agregados de personas más dinámicos en busca de satisfacer objetivos nuevos, más
cercanos a sus propios intereses y menos mediados por intereses cortoplacistas y
tecticistas de medra política.
46
Bobbio, N: “crisis de la democracia” Op.cit.
47
Offe, C. “La sociedad postindustrial y sus contradicciones”
48
Dhall. R. “La poliarquía. Participación y oposición”. Tecnos. Madrid 1989.
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De este modo, para estos partidos, la lucha por la solidaridad con el tercer mundo, las
propuestas feministas, el pacifismo o el ecologismo, por poner algunos ejemplos, eran
meras distracciones respecto del objetivo general y sus reivindicaciones no merecían
excesivamente la pena o podrían aplazarse al momento en que se diera el paso principal,
78
tomar el poder y superar el conflicto capital trabajo.
Tan es así que, hace unos años, los marxianos de diverso credo, cuando alguno de
sus antiguos correligionarios, aburrido de dogmas y de perder elecciones, se iba a
trabajar a una ONG, se comentaban, entre risas canónicas, que “fulano” se había ido a
una ONG a jugar a las casitas.
Me interesa señalar que estas grandes promesas de la democracia son de varios tipos:
49
ESTEVEZ ARAUJO. J.A. “La constitución ...” op. Cit.
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únicamente puede quedar reducido a pura retórica formalista de los intereses de una
oligarquía, como ocurre en general a nuestro alrededor?
a) La idea de que todos los hombres valen políticamente lo mismo (un hombre, un
voto, idea de la soberanía popular) y de que lo relevante a efectos de
construcción de los consensos son los individuos y las sociedades (sean estas lo
que sean), no los grupos de poder. compuesto por muchos individuos y sus
representantes.
50
BOBBIO, N. “Las promesas incumplidas de la democracia“ Debats num.12, Barcelona. Junio 1985.
BOBBIO, N. “La crisis de la democracia y la lección de los clásicos.” En BOBBIO, PONTARA Y
VECA “Crisis de la democracia”. Ariel 1985.
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Como antes hemos insinuado, cabe preguntarse si estas promesas eran cumplibles.
Bobbio opina que no, que surgieron obstáculos a lo largo de la historia que no estaban
81
previstos y que hicieron imposible cumplir estas graves promesas 51. Yo diría que sí, que
esos obstáculos surgidos no lo son en función de una perfección sino de una perversión
del sistema contra el que sigue habiendo un deber ético y político de luchar sin
descanso.
Al margen de otras opiniones sobre las tesis comprensivas de Bobbio, desde nuestro
punto de vista, y siendo cierto que la complejidad social complicó las respuestas, lo
cierto es que cabía haber ensayado otras respuestas que no supusieran, como ocurre,
verdaderos atajos y renuncias democráticas.
51
BOBBIO, N. “ El futuro...” Op. Cit.
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No sólo es que la democracia ha incumplido sus clásicas promesas, sino que los
nuevos problemas surgidos en las sociedades postindustriales, junto con los límites de
agotamiento que muestra el propios ecosistema del planeta, pone de nuevo en crisis al
sistema, pues en realidad sus mecanismos tradicionales de participación, gestión del
poder y solución de los problemas resultan insuficientes, cuando no inadecuados, para
dar solución a la tremenda exigencia y necesidad social creada.
No queremos decir que entre una y otra existan antagonismos, pero sí que son dos
líneas tendenciales y en tensión y que un exceso de procedimiento con un defecto de
sustantividad hace de la democracia una democracia deficitaria, o al menos mucho más
deficitaria que una democracia más sustantiva y menos elitista.
Esta visión de la democracia, según Macpherson, autor que propone una democracia
participativa desde una óptica liberal, se caracteriza por ser “competitiva, estratégica,
pragmática, de elite y desideologizada”55.Osea, una pura mierda.
52
DAHAL, R. “ Preface to democratic Theory”
53
SCHUMPETER, J.A. 1983, Capitalismo, socialismo y democracia; Ediciones Orbis, S.A,
54
Ibd.
55
MACPHERSON, C B “La democracia liberal y su época”. Aliaza Edictorial. Madrid 2003
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Sólo con audacia podemos transitar desde ésta democracia nuestra, hacia un mejor
estadio de construcción no sólo de los consensos sociales en términos de gobierno del
pueblo, sino también de corresponsable y conjunta implicación de todos y todas sin
delegación el la solución democrática de los problemas, incluso los nuevos problemas
consecuencia de nuestras sociedades postindustriales, que nos aquejan. Con ello me
estoy refiriendo a cosas tan poco prosaicas como la lucha contra la pobreza extrema
(que no quiero confundir con el reduccionismo de los objetivos del milenio que
consideran que luchar contra los síntomas y conseguir que la gente tenga más de un
dólar y medio diario de renta es acabar con la pobreza), la lucha por el cambio radical
del modelo social y económico hoy en crisis, la lucha contra el cambio climático
producido por la acción humana, la apuesta por un modelo energético ecológico y
sostenible, la lucha por aprovechar la oportunidad que incorpora la movilidad humana, o
la apuesta por la igualdad de género o por los derechos de las minorías en un planeta
globalizado.
Si es cierto, como dijo Macpherson que cierta igualdad es una precondición para la
implantación de modelos democráticos, pero a su vez la democracia es una
precondición para la existencia de cierta igualdad, hoy deberíamos decir, parafraseando
a este autor, que cierta participación horizontal y cierto grado de realización sustantiva
de derechos y de justicia son precondiciones para la democracia, pero sólo si se da una
Que hoy en Europa se padezca una especie de autismo político, que la Unión europea
sea, como lo es, una construcción desde arriba y de puro despotismo ilustrado, o que los
modelos republicano francés (antaño paradigma del buen hacer político) o individualista
anglosajón (antaño paradigma de las democracias más antiguas) hayan dado lugar a la
crisis de identidad global que se sufre, con la conflictividad añadida de “segundas”
generaciones de inmigrantes (o de “nacionales” sin referente claro) que se sienten (y de
facto son) ajenos a los beneficios políticos del sistema prometido, a la participación
social y al vínculo comunitario, nos dice mucho del fracaso de nuestra democracia de
representación y de la necesidad de cambios sustanciales en el modelo.
Como han insistido algunos autores, hace falta desarrollar la dimensión cívica del
capital social e incitar la participación ciudadana como regla social básica.
Saltar estos límites implica un trabajo, como venimos insistiendo, que aúne teoría y
prácticas sociales, que abra las instancias sociales a la verdadera participación y que la
incentive socialmente, que aborde urgentes reformas en nuestros sistemas sociales de
56
INGLEHART, R. y WELZEL, Ch. “Modernización, cambio cultural y democracia: la secuencia del
desarrollo humano”. Monografías del CIS. Madrid 2007.
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87
Si echamos la vista atrás hacia nuestra pequeña historia española de los últimos
ochenta años, tal vez podamos explicarnos algunas de las carencias de nuestro sistema
democrático actual y del bajo tono de la participación y el compromiso cívico (también
de la prepotencia de los próceres y poderosos que nos afligen).
Recordemos que para elegir en aquel entonces era requisito imprescindible tener 21
años cumplidos, lo que quiere decir que todos los que tenemos menos de 55 años ahora,
no tuvimos arte ni parte en el supuesto acto fundacional de nuestra democracia.
que dio cuenta personal de cómo se las gastaba el sistema, pero es necesario ponerlos en
el contexto franquista en que se desarrollaron para intentar comprender nuestro actual
modelo de participación.
Si sumamos a estos más de cuatro millones y medio de personas a todos los que en
aquel momento tenían menos de 21 años o han nacido después y descontamos los que,
teniendo más de 21 años y restamos los que desde entonces hasta hoy la han palmado,
resulta abusivo decir que la constitución del 78 es la norma que nos hemos dado todos,
porque la mayoría de la población no se dio tal norma o por edad, o por haber venido de
fuera o por haber nacido después y en un mundo por cierto muy distinto del de 1978. En
realidad sólo los españoles mayores de 54 años a día de hoy (12.9529.817) son
responsables de esa constitución y de este modelo de participación tan poco eficaz.
En una visión algo optimista y (también) algo cínica, a los más de 33 millones de
tácitos constituyentes que suponemos los que no votamos la constitución, todo les ha
venido gratis (esa es una queja frecuente en los ambientes conformistas del poder
actual), pero bien podríamos decir, con igual sentido, que tenemos derecho, si nos da la
gana, a reformular el “pacto” de aquel entonces y a aspirar a mejorar lo que ellos
dejaron mal hecho.
Pero volvamos hacia atrás. Sin ánimo de retroceder más en nuestra historia, plagada
de una idea perversa del poder, nacionalistamente rancia y religiosamente intolerante y
violenta57, el siglo XX español no puede caracterizarse, precisamente, como un siglo de
práctica democrática intensa. La frágil democracia del 1978 nace heredera de una de las
dictaduras más largas y conservadoras del siglo XX y de una de las culturas políticas
más tradicionalistas y autoritarias de Europa.
Como tal, una práctica que tendía a reprimir o negar cualquier tipo de conflictividad,
a relegar a la ciudadanía a meros súbditos sin derechos, a impedir cualquier atisbo de
organización “fuera” de los estrechos cauces establecidos y a castigar roda disidencia.
57
JIMÉNEZ LOZANO, J. ”Los cementerios civiles”. Saix Barral. Barcelona 2008.
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Este modelo de poder del que somos herederos fue también capilar a todas y cada
una de las instituciones sociales y políticas del país, desde la escuela y la universidad
hasta las relaciones laborales, pasando por la administración, el ocio, la prensa, la
familia y otros.
No quiere decirse, ni descalificar, a todas y cada una de las instituciones, sino señalar
cómo este modelo de poder y de administración es en el que se educaron amplias
generaciones de españoles que, antes, durante y después del franquismo han (o hemos)
91
arrastrado esa influencia con mejor o peor fortuna.
Pero si vamos a nuestro modelo de “jefatura” en las distintas instancias sociales ¿no
adolece de vicios como la poca permeabilidad a la crítica, la resistencia a la
racionalización, la desconfianza en los individuos y en sus capacidades o el culto al
liderazgo carismático del jefe y el sometimiento al capricho y al sentimentalismo de
éste?
Mover un aparato como el franquista debió ser como mover un elefante en una
cacharrería y así y todo, para bien, se consiguió cambiar lo principal, pero, como no
podía ser menos, no lo hizo sin perder pelos en la gatera y es por eso comprensible que
la lucha por desterrar los peores lastres que aún arrastramos del franquismo siga siendo
una lucha necesaria porque el franquismo duerme de forma sistémica en las practicas
burocráticas y en gran parte de las mentalidades y conductas sociales y organizativas.
Pero si hay una peor herencia de aquel franquismo, es la mentalización social, que se
ha perpetuado por más tiempo del debido, de que la política era mala y de que participar
socialmente era una traición a la patria.
92 Esta herencia hoy sigue pesando y tal vez explica con gran nitidez por qué la
sociedad, en general, delega todas las responsabilidades en las diversas instancias: la
educación en el colegio, las relaciones interprersonales en todo tipo de gurús,
psicólogos o modas psicodélicas de lo afectivo, la convivencia en los técnicos
municipales, la reivindicación laboral en los sindicatos o en otros actores, la política en
los políticos profesionales, la defensa de nuestros intereses en aparatos especializados y
así un largo etcétera.
Llama la atención por ello que los herederos de aquellos sectores tan empeñados en
modelar nuestras cabezas y nuestras prácticas sientan con alarma peligro en el intento
democrático de ofrecer una educación cívica transversal que parta de la idea de
compromiso, de civismo, de participación u otras similares.
Pero, para sorpresa nuestra, sintonizan con mucha facilidad con sectores que
provienen de sectores “progresistas” que proponen una laicidad de baja intensidad y una
educación para la ciudadanía dogmática e inocua que apoye su proyecto elitista de
despotismo ilustrado.
No me estoy refiriendo a la potencialidad más que saludable que pueden tener las
nuevas tecnologías como instrumentos de participación democrática. Desde diversas
entidades sociales se han utilizado de forma muy meritoria instancias mediáticas o
herramientas de Internet para denunciar injusticias y conseguir la relevancia planetaria
58
SARTORI, G. “Homo videns. La sociedad teledirigida” Taurus. 2005., VIRILIO, P. “Cibermundo, la
política de lo peor” Cátedra, 1997.
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que merecen dichas denuncias o para promover debates que la clase política pretende
generalmente hurtar o reservarse para sus cenáculos59.
59
La página residoaquivotoaquí que ha promovido el voto de los inmigrantes en España durante los años
2007 a 2009. También los foros de discusión y debate planteados por AESCO en su página web, con
participación de más de mil personas, y que dieron lugar a la propuesta de un “libro blanco de la
integración” que se planteó como participación cívica frente al plan de integración de la Comunidad de
Madrid que se estaba elaborando sin luz ni taquígrafos.
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El pensador francés Paul Virilio alerta también de los riesgos, pero explica que
pueden existir ventajas y oportunidades. “no hay ganancias sin pérdidas, no hay
95
adquisición tecnológica sin pérdida en el nivel del ser vivo, de lo vital”. Cabe la
posibilidad de un accidente irreversible que de al traste con logros anteriores, pues el
progreso, fuera de un mito ilustrado, no tiene el sentido reverenciado de antaño.
“inventar el barco es inventar el naufragio. Inventar el avión es inventar el accidente
aéreo. Inventar la electricidad es inventar la electrocución…Cada tecnología lleva
consigo su propia negatividad que aparece al mismo tiempo que el progreso técnico”.
Por su parte, Perez Luño60, con una visión más equilibrada, nos explica la
ambivalencia de los medios actuales. Por una parte existe el peligro de reducción de la
democracia a marketing y obligan a un replanteamiento de la democracia representativa
para aprovechar las mejores posibilidades de este cambio tecnológico, pero por otra
parte refuerza mecanismos de implicación y participación directa que antes eran
inéditos o inimaginables. Según el autor “Las repercusiones de las NT no se
circunscriben a los procesos electorales, sino que se proyectan en un amplísimo
mosaico de relaciones entre los poderes públicos y los ciudadanos. Uno de los grandes
retos de las democracias del presente es posibilitar una red de comunicación directa
entre la Administración y los administrados que redunde en una profundización
democrática y en una mayor transparencia y eficiencia de la actividad pública. En los
países anglosajones y escandinavos existe, desde hace algunos años, una fecunda
experiencia de conexión de los ciudadanos a redes virtuales aplicadas a la
Administración Pública”
grandes discursos y de la ética del pasado. Con razón cayeron muchas de las grandes
panoplias. Con razón hay que hacer una nueva transformación de la democracia como
participación y alternativa al modelo actual de sociedad. La técnica puede servir al
propósito de democratizar la sociedad, de dotar de transparencia y justicia al poder, de
evitar el nepotismo y la arbitrariedad, de difundir las buenas prácticas sociales y buscar
las mejores adhesiones y apoyos para estas, de movilizar a sectores demasiado
acostumbrados a creer que no pintan nada y de conseguir la rápida censura y resistencia
96 a los anti-valores sociales.
De este modo, y siguiendo nuestro ejemplo de los televidentes, evitar hacer de las
personas de a pié de hoy televidentes y conseguir convertirlos en ciudadanos, no pasa
por abolir la comunicación icónica y la televisión, sino por democratizar profundamente
sus usos y volcarlos hacia la democracia. Por convertirla en pantalla especular de los
buenos ejemplos sociales. Por dignificar desde la televisión los valores democráticos y
no por mostrar referentes serviles o egoístas a la ciudadanía como el mejor referente
vital.
PARTE 2
LOS CAUCES DE LA
PARTICIPACIÓN: LÍMITES Y
OPORTUNIDADES DE
REGENERACIÓN
97
Recordemos que hace no más de cincuenta años, las mujeres en España no podían
comprar una casa sin autorización o de su padre o su marido; que para vivir en pareja
hacía falta pasar por la ventanilla canónica u obtener un matrimonio civil que pasaba
por el certificado de apostasía expedido por el párroco, verdadero consiliario social de
barrio. Recordemos que no hace tanto, las problemáticas relacionadas con la droga, el
sida o los presos eran poco menos que problemáticas estigmatizadas y apestadas y que
hizo falta un tremendo impulso social para encauzar esta dolorosa situación.
Recordemos el sesgo ultra paternalista y lamentable de las políticas de solidaridad que,
sin implicación de tantos y tantas en organizaciones de toda índole, estarían en punto
muerto. Recordemos que hace más de un siglo a los que morían renegando de la iglesia
se los enterraba un unos muladares a los que se llamaba corralillos y se les prohibía
honrar a sus muertos. O recordemos el empuje de los derechos sociales bajo la
existencia de sindicatos que, en épocas anteriores, estaban simple y llanamente
prohibidos. O recordemos que hasta no hace tanto estaba prohibido tener asociaciones
de carácter social y político o incluso votar. Y ello por no hablar de la saludable riqueza
que los movimientos ecologista, feminista, antimilitarista o antiglobalización han
aportado y aportan a nuestra cultura social y democrática.
energía emprendedora; en esta época en la que los grandes poderes han decretado un
sistema de oligarquización del poder en manos “seguras” y en la que se han puesto en
marcha estrategias para desvertebrar los grupos sociales de defensa de cualquier causa
que pueda poner en peligro el estatus quo y los intereses de los que mandan; en estas
épocas, digo, denostar la organización social que tenemos (por muy mal que lo hagan y
por muy mediocre que resulte su balance) sin proponer alternativas, es dar pábulo a los
que quieren meternos en cintura y, desde luego, está lejos de mi propósito.
99
Sin embargo sí quiero aportar mi crítica a los aspectos que, creo, permiten que las
estructuras de participación actuales lleven a la gente a su desafección, a su desinterés y,
en definitiva, a la consolidación de los peores instintos de éstas. Tal vez de estas críticas
pueden surgir pistas para el ensayo de pequeñas alternativas provisionales y que nos
sirvan para ir subiendo peldaños hacia la participación de una democracia radical, de
una participación igualitaria y de un poder democratizado y no oligárquico.
Según la versión que goza de más pacífico consenso, el origen remoto o la idea de
protopartido surgiría hacia finales del siglo XVII vinculados a facciones de intereses y a
clubs de pensamiento, para evolucionar durante todo el siglo XVIII y aparecer como
organizaciones ya consolidadas en el siglo XIX, sobre todo a partir de las reformas
electorales y parlamentarias de Inglaterra de los años 30 de dicho siglo y vinculados a la
idea de democracia representativa y la extensión progresiva del derecho de sufragio.
Su vinculación con el modelo de representación resulta, por ello, una nota histórica
de los partidos políticos, aunque, como veremos, no siempre ha sido esta su visión
principal y, por supuesto, han ido transformándose tanto en su modelo de organización
como en sus actividades y funciones a lo largo del tiempo.
Aunque resulte una diferenciación clásica y algo obsoleta, merece la pena recordar
que, frente al modelo clásico de partido de intereses “burgueses” en la democracia
61
Duvergere, M “Les partits politiques” A. Colin. 1958.
62
Kelsen, H. “Teoría general del derecho y del Estado” Univesidad Nacional Autónoma de México,
1958
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Los partidos políticos (y aquí me refiero a los autóctonos y a los del resto de países
de nuestro entorno, carcomidos de igual enfermedad) tal vez podrían ser otra cosa, y
bien distinta, de los aparatos burocráticos y las maquinarias electorales al que, dentro
101
del papel representativo asignado, vienen quedando relegados.
Los actuales partidos españoles tienen un pasado que, como no puede ser de otro
modo, hace relación difusa a los partidos e ideologías en liza al menos en los ciento
cincuenta años previos, de los que en parte son herederos. Ello nos hace predicar una
cierta continuidad entre la derecha actual y las derechas anteriores, tanto las
democráticas como las franquistas (podemos examinar algunos apellidos actuales de la
derecha española y buscar a sus antecesores en las derechas de entonces, incluidos
algunos individuos como el ex ministro franquista Fraga Iribarne, el notario José Luis
Álvarez, Aznar y tantos otros). Del mismo modo los partidos de izquierda son, por
llamarlo de alguna manera, una refundación “de aquella manera” de partidos de
izquierda anteriores.
Esta herencia cuenta, pero también, sobreponiéndose, pesan otros elementos, como el
franquismo transversal, subyacente y constante en nuestro modelo de participación del
que ya hemos hablado antes; los procesos de burocratización internos a que se han visto
sometidos dentro de nuestro actual modelo democrático; el estrato social de los actuales
líderes políticos y su formación personal y académica; el general clima de mediocridad
que ocurre en todos los espacios de esta sociedad y, lógicamente, también en la casta
política (en este caso con más razón porque es una de las pocas castas profesionales
donde no se exige nada y se cuenta con amplios privilegios) o el cambio cultural y de
mentalidades que, también, ha sufrido nuestra sociedad.
Ya lo he dicho antes y aún lo diré más veces. Los partidos políticos españoles son, en
realidad, unos mecanismos bastante acomodados y completamente alejados, tanto de las
necesidades y expectativas de la sociedad (a la que sobrerepresentan y de la que se
102
valen) como de lo que, en esta era de cambio de paradigma tan acusado, toca hacer.
Claro que, para mantener esta afirmación me estoy refiriendo a un plano puramente
fáctico, o si se quiere sociológico, y no al plano del discurso teórico y del relato
políticamente correcto con el que constantemente nos enseñan los que prefiguran “la
verdad” la teórica sobre el asunto.
63
Art. 7 de la CE. “Los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación
de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política. Su creación y el ejercicio de su
actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la ley. Su estructura interna y funcionamiento deberán ser
democráticos.”
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Como toda estructura institucional, los partidos también responden a criterios que
vamos a llamar funcionales, que tienen que ver con su propia dimensión y con la
complejidad de su propio desarrollo como estructura. Los procesos de
institucionalización de cualquier organización muy grande, así como la personalidad de
los “fundadores”, “líderes” y personas de mayor significación, con sus virtudes y
defectos, afectan de forma decisiva al estilo de éstas (líderes narcisistas, neuróticos o
sentimentales condicionan las organizaciones como sistema y las narcisizan, neurotizan
o sentimentalizan de forma irreversible, líderes controladores la irresponsabilizan, en
cuanto que líderes racionales, fríos o calculadores la racionalizan, burocratizan o
insensibilizan, por poner ejemplos extremos).
En este sentido, Michels64 señala que la dimensión del partido debe entenderse como
un factor determinante de su organización, con incidencia en la mayor o menor cohesión
interna, su mayor o menos pragmatismo (según su regla de oro cuanto más grande más
pragmático), la movilización y compromiso (cuanto más grande menores), y la división
de trabajo y burocratización, con procesos (a mayor dimensión) de mayor distancia
entre dirigencia y militancia y mayor desigualdad en la ordenación del trabajo y
funciones. Michels acuña la “ley de hierro de las oligarquías” que expone que toda
64
MICHELS, R. “los partidos políticos. Un estudios sociológico de las tendencias oligárquicas en las
democracias modernas” Amorrortu eds. 2008.
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Estos problemas, sin embargo, aún teniendo entre nosotros sello propio, no son
exclusiva de nuestros partidos políticos y se dan en todo nuestro entorno. El proceso de
burocratización, de concentración de poder y de sobrerepresentación, común a los
partidos europeos, conduce a una sustitución creciente de los intereses generales por los
intereses corporativos de los aparatos partidarios y a una sustitución de la capacidad
dinamizadora, deliberativa y movilizadora de estas estructuras por una función de
preservar un modelo oligárquico de poder y por consolidar la perversión de liderazgos
cesaristas y apóstoles sumisos.
65
B.I.D. “La política en las políticas públicas”. 2006.
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reforma educativa intentada, años ha, por el PSOE. Una ley muy ambiciosa pero que
fracasó porque quienes tenían que ponerla en práctica no tuvieron el más mínimo interés
(puede que tampoco formación suficiente, apoyo social, e incluso alicientes) para dar
lugar al cambio que se buscaba.
Preguntas como ¿Cómo se participa en los partidos españoles?, ¿En qué consisten
sus actividades?, ¿quiénes y en qué niveles pueden participar en ellos?, ¿cómo se
generan los debates internos?, ¿A quién involucran?, ¿Cómo se consulta a los que no
105
participan, por ejemplo a simpatizantes, a militantes, a organizaciones sociales,
expertos, profesionales, etc.?, ¿Cómo se expresa el pluralismo interno?, ¿Cómo se
protege el derecho de discrepancia y las minorías?, ¿Cómo se planifica (en el remoto
caso de que exista planificación)? y otros tantos que, a título de prueba, he tenido la
paciencia de formular a algún que otro responsable de “militancia” de los principales
partidos españoles (sin exclusión) me permiten cuestionar (amén de otras prácticas de
estos instrumentos y de sus protagonistas de las que he sido testigo) a los partidos
incluso como estructuras participativas y democráticas y, desde luego, augurar su muy
difícil reforma en las actuales circunstancias.
En todo caso, es sorprendente comprobar el bajo índice de militancia del que cuentan
“nuestros” partidos políticos y la malísima opinión general de la gente de a pié hacia
estas estructuras. El partido con mayor militancia, el PP, no llega al millón de
militantes, y el PSOE no consigue llegar a los 400.000, siendo menos de 50000 los que
militan en IU, el tercer grupo por número de militantes. En conjunto, la militancia
española no involucra al 4% de la población, un índice verdaderamente bajo y
desenmascarador de la desafección y desconfianza de la sociedad hacia estas instancias
lejanas y desprestigiadas. ¿Quiere decir esto, como afirman los políticos de turno que la
gente pasa de política, o más bien que la gente de lo que pasa es de lo que se les ofrece y
quiere hacer tragar como política?
También llama la atención el perfil sociológico y, por qué no decirlo, de clase de los
y las militantes en estos lugares, que nos certifica el proceso de oligarquización y de
competencia oportunista de dichas estructuras.
Junto con ello, merece la pena destacar (y esto es obvio para quien ha tenido, como
ocurre en mi caso, un contacto mínimo con estos partidos), la escasa preparación, en
general, de los “funcionarios” de estos aparatos, la mediocridad de sus opiniones y
capacidades y la más que dudosa posibilidad de la mayoría de ésta para ganarse la vida
honradamente u obtener un cierto ascenso en cualquier oficio de la vida civil. Tal vez la
gente más brillante busca para su desarrollo otros lugares y la más mediocre se sitúe en
estas estructuras.
106
Item más: incluso viendo el actual proceso de otras formaciones que pretenden
presentarse como alternativas en el mismo campo de competición, (Rosa Diéz, Equo,
Izquierda Anticapitalista, las mesas de diálogo de ese sector socialdemócrata descreído
del PSOE e IU, etc.) dudo mucho que asistamos a la novedad que se necesita y que no
sea más de lo mismo el resultado de tales experimentos.
No quiero acabar este capítulo con tan amargo sabor de boca. He de reconocer que
las militancias de los partidos no son sólo aparato burocrático, abuso de poder y
chulería. Particularmente conozco gentes abnegadas y buenas gentes que actúan pro
ideales, por compromiso y sin doblez.
Es cierto que en el paisaje de arribistas que sobreabunda es más difícil ver estas
personas de otra pasta, pero existen.
No quiero abundar en aspectos, que les serían igualmente de aplicación, acerca de los
procesos de burocratización y de institucionalización, con la perversión de liderazgos
cronificados o de cúpulas desconectadas de la sociedad y que persiguen intereses
107
propios.
Sin embargo, al igual que con los partidos políticos, se puede indicar que el índice de
filiación a sindicatos (menos del 16 por ciento y con una sangría de desafiliación
importante con relación al 28% de afiliación que había en 1970) o patronales es,
igualmente, bajo, mostrando tal vez no tanto la desafección hacia las cuestiones sociales
cuanto hacia el enfoque en que se han quedado reducidas las labores de estas
organizaciones.
66
El Tribunal Constitucional consagtra su papel de "organismos básicos" en el sistema político en
diversas como la 11/1981 ó 118/1983.
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sindicalismo que privilegia a estas grandes formaciones y les ofrece ingentes cantidades
de dinero y mecanismos muy estables de financiación. Apoyados en este papel
preponderante y con una estrategia de unidad de acción que, sin embargo, no oculta la
desunión sindical con los demás sindicatos relegados y algunas diferencias notables
entre las dos grandes centrales, CCOO y UGT se han encaramado a la mayoría de las
instancias de negociación con el Estado, procediendo a una ficticia
“sobrerepresentación” de todos los sectores sociales, y respecto de las demás instancias
108 sociales que no ostentan la categoría de agentes sociales (a las que a menudo recuerdan
este papel subalterno y prescindible en la mayoría de las mesas y foros de participación
en los que se encuentran con ellas) y pretendiendo ser la clave de bóveda de toda
negociación en materia económica, social o laboral.
¿Cabe pensar en los agentes sociales como instancias capaces de una reforma interna
hacia una profundización democrática y una concepción del poder y de la participación
diferente?, ¿Juegan ese papel en la dinamización social y cívica?, ¿El acceso a recursos
públicos tan ingentes como los que reciben por diversos cauces será un lastre definitivo
para las posibilidades de su inclusión en un movimiento de cambio social hacia la
democracia radical?
Digamos, por último que no todo es censurable. Mucho debemos al esfuerzo de las
organizaciones de trabajadores y mucho podemos recuperar de su memoria histórica.
Igual ocurre con su militancia: Acumula una experiencia que nos sigue siendo
109 necesaria, y no sólo, como dicen las peores tradiciones izquierdistas, como compañeros
de viaje.
4.3.- El asociacionismo
Otro de los cauces de participación social con que contamos son las organizaciones
sociales, Oenegés, asociaciones, fundaciones y similares.
Una de sus características principales es que aglutinan a personas bajo unos objetivos
más o menos loables y en un régimen de liberalidad que suele definirse con la idea de
que carecen de ánimo de lucro.
Por otra parte existe un cauce asociativo espontáneo, lleno de defectos organizativos
que los apóstoles del anti-asociacionismo se encargan de resaltar permanentemente,
pero dinámico en la congregación de personas empeñadas en promover acciones que les
llevan a asociarse y verdaderamente expresivo del pluralismo de intereses y energías
que hay en nuestra sociedad.
Aunque tal vez sea una simplificación abusiva, desde mi punto de vista, las
organizaciones asociativas, en la medida que su proceso de institucionalización o
desarrollo (o madurez que lo llaman los más inclinados a la psicología y otras “ciencias”
blandiblup y melancólicas) tiene lugar, tienden a parecerse a los modelos de
organizaciones clásicos, adoptando sus propios problemas y condicionando su
desarrollo al duro corsé de éstos.
111
como grupo de movilización social y de relación dialógica con “el poder”
para obligar a cambios capilares.
en sentido amplio. Quiero hacerlo porque considero, sin desmerecer a las demás, que su
núcleo de preocupaciones y sus intereses las acercan más a la vis$ión de democracia
participativa y las convierte en potencialmente interesadas en el cambio social.
Dentro de estas, probablemente también de las demás, cabe apreciar que se produce
una clara división de enfoques, entre las que empeñan su esfuerzo principal en torno a
una de estas dos grandes visiones de actuación:
112
bien la obsesión (principal problema en mi criterio para la mala
comunicación y el pésimo trabajo consorciado que existe entre las
organizaciones) por representar al colectivo con el que se trabaja (y en la
medida en que esto es así en sobrerepresentar a la gente suplantando sus
verdaderos intereses e iniciativas y competir por la “representatividad”
con las otras organizaciones que pretenden lo mismo y en presentarse ante
las administraciones y ante la sociedad como las organizaciones
interlocutoras y legítimas )
113
Con todo ello, nuestro conjunto asociativo ni siquiera ha sido capaz de constituirse
con una mirada conjunta o de movimiento asociativo y muestra debilidades
frecuentemente señaladas por la doctrina.
Una aproximación a este mundo habla de más de doscientas mil asociaciones de todo
tipo68 (aunque esa prácticamente imposible cuantificar este número tanto por la
existencia de asociaciones no formalizadas como por la existencia de asociaciones de
papel y sin actividad) y de menos de menos de tres millones de personas asociadas,
excluidos los meros simpatizantes o donantes esporádicos y los trabajadores para estas
entidades (una ratio de 15 personas por asociación), perfectamente desconectadas entre
sí.
Según Laura Morales, probablemente de las personas que más han estudiado el tema
asociativo desde la perspectiva de la participación69, el tradicional desinterés de la
población española hacia el asociacionismo es una constante, y aunque cuestiona que se
68
Un estudio de la fundación ONCE de 2001 elaborado por García Delgado situaba para ese año en
164.860 el número de entidades del tercer sector. Un estudio de CEET relativo al año 1999 explicaba que
este sector de intervención social agrupaba entre empleados y voluntarios1.357.320 personas. Otro
estudio de García Delgado establecía que todo el tercer sector, agrupando a trabajadores, colaboradores,
voluntarios y otros, agrupaba a 5.079.977 personas en 2002.
69
MORALES, Laura. “Existe una crisis participativa? La evolución de la participación política y el
asociacionismo en España” Revista Española de Ciencia Política num. 13. 2005.
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participe ahora menos que hace 20 años, señala la baja participación que se da en
general.
Otros dos de los grandes problemas que nuestro asociacionismo padece, y que son
síntoma evidente de lo impopular que es participar en España, son:
No obstante hay que señalar que los mismos problemas ya detectados en las otras
organizaciones de participación acerca de la existencia de cauces democráticos
efectivos, los procesos de oligarquización del poder que tienen lugar en los procesos de
Las ampas han servido para canalizar demandas de los padres y como escuela de
convivencia (entiéndase en sentido muy débil el término) donde éstos practican
compromiso, desarrollan acciones y actividades comunes, discuten e interactúan con el
semipoder que es la escuela, con su jerarquía de ángeles, arcángeles, coros celestiales y
hasta conserjes.
Yo confieso que mi relación con este instrumento es ambigua y hasta huidiza. En una
ocasión me pidieron desde el ampa del colegio de Manuel que escribiera en la revista
“amapiana” acerca de un debate que se estaba produciendo (como otros muchos con
muy mal enfoque) para promover un referéndum de padres sobre si hacer obligatorio el
uso de uniforme escolar para los chiquillos. El colegio es un colegio público y yo tuve
la desgracia de conocer, o ser conocido, por alguien que pensó que podría dar algún
apoyo a los que pensaban (pensábamos) que no. Hice un articulito que recordaba la de
uniformes que en la vida nos habían hecho ponernos en los años en que estudié y más
tarde, y para qué valía esta prenda. La respuesta no se hizo esperar. Cartas al director
lamentando lo desinformado que estaba, advirtiendo que denotaba ser un reprimido y
haber desaprovechado mi tiempo de estudios, por lo que ahora no les extrañaba que
fuera un fracasado incompetente, o advirtiendo del peligro de mis ideas trasnochadas,
porque la gente que había aprovechado el tiempo en esos “tiempos remotos” ahora tenía
éxito y podía decir con orgullo que no fueron tan malos los uniformes y la disciplina de
antaño. Total, que a partir de ese momento me despedí para siempre de cualquier
participación en el ampa del colegio (no sea que me acaben pegando), incluyendo la
remotísima posibilidad de dejarme disfrazar de papá Noel en las fiestas navideñas.
Sin embargo, las ampas, como los otros instrumentos a nuestro alcance, han
cumplido otro papel que, en realidad, sólo a medias ha dado resultado, que es el papel
116
convivencial y de encuentro de culturas diferentes precisamente en el momento en que
la inmigración tiene un papel tan relevante en nuestra sociedad, y en centros donde la
concentración de inmigrantes es un hecho. Tal vez a futuro puedan ser estas ampas
lugares desde los que romper con toda la trama de intereses y prejuicios en torno a la
convivencia vecinal y barrial, a pesar de que, en la actualidad, bien parece que la voz
cantante en estas instituciones se inclina más a los autóctonos y la voz silenciosa (¿o
silenciada por el peso del ambiente?) a los forasteros.
Igual podría decirse con las iglesias (ahora en plural desde que la convivencia y la
competencia de ellas se ha abierto paso en nuestra sociedad) como lugar de encuentro y
de participación de las personas, en este caso reconvertidos en feligreses.
Recordemos que fueron los grupos y grupúsculos de las parroquias, con sus grupos
de jóvenes, de adultos, etcétera, los que proveyeron de militancia (o de una parte no
desdeñable de ella) a los partidos, sindicatos, movimientos vecinales, organizaciones
sociales, e incluso a las grandes movilizaciones por la paz y otras.
Tal vez el enfoque de participación y la visión del poder de estas iglesias lastre la
visión más horizontal del trabajo, pero ha de reconocerse que tienen la capacidad, ahora
que otras instancias pierden militancia, de conservar la suya y de dinamizar la acción de
117
personas a las que el cliché tradicional asocia a la pasividad y al irenismo más
retardatario.
No estoy proponiendo el modelo de participación en sí, pero sí indicando que tal vez
algunos de los elementos que aglutinan a las personas en torno a estos lugares, como
puede ser el clima cálido o acogedor, la confianza en valores llamémoslos “utópicos”, la
aspiración inconformista de que este mundo nuestro de componendas no puede tener la
última palabra, la cercanía a otras personas similares del entorno y del barrio, el
compartir complicidades mutuas, o el sentimiento de comunidad y otros, deben ser
tenidos en cuenta a la hora de repensar la participación.
Poco que decir de esta nueva figura de participación, en el punto intermedio entre la
participación solidaria y desinteresada y un método de acceso al mercado laboral en
sectores sociales.
Si seguimos los trabajos del CIS y otros, deberemos decir que los principales grupos
de voluntariado en España tienen que ver con actividades religiosas (la mayoría
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destacada), deportivas (el segundo lugar del ranking) y culturales, seguidas de lejos por
otras hasta llegar a las últimas de todas, las de sesgo más político.
70
ROJAS MARCOS, L. “El voluntariado es bueno para la salud” El País 5-12-2001.
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Ahora bien, cualquiera que tenga experiencia en las reuniones de las juntas de
vecinos sabe que son un verdadero guirigay y un ejemplo de mala calidad de reuniones
y peor calidad de las decisiones.
El ejemplo desvela, por ello, los déficits de nuestra sociedad para la participación y
la ausencia de prácticas adecuadas para mejorarla. Cuando no se tiene una práctica
previa de participación se participa mal pero, como sabemos, existen metodologías que
facilitan la participación, que ordenan los debates, que promueven los consensos.
119
Medidas que se pueden aprender y que sería bueno que se aprendieran desde las
distintas instancias de formación y socialización.
Pero el ejemplo, además, demuestra que los cauces de participación directa caben en
nuestra sociedad y se pueden generalizar.
1) Unos movimientos vinculados al mundo obrero y sindical que, con el paso del
tiempo, han ido derivando en su gran mayoría en aparatos sindicales.
2) Unos movimientos sociales ya de una cierta antigüedad entre nosotros que entre
sus características principales encuentran la de mantener reivindicaciones
monotemáticas (ecología, feminismo, solidaridad internacional, pobreza, paz,
etc.) aunque de amplia trascendencia y en cierto modo transversales a diversos
sectores o superadora de lo sectorial; su capacidad movilizadora y de acción
colectiva; su trabajo en red y de base y su apuesta por cambios radicales.
No cabe duda de mi preferencia por este modelo de organización. Pero algo más: son
a su vez la mejor escuela de aprendizaje de la democracia y de la participación política
que conozco y permiten, si se puede llamar así una cualificación política y una
experiencia difícilmente conseguibles en ningún otro lugar.
Por otra parte es difícil cuantificar cuánta gente participa de las movilizaciones de los
movimientos sociales. En realidad, dado el carácter de sus medios de lucha y la
informalidad-trabajo en red, así como la plasticidad de la militancia, no existen otra
cosa que estimaciones, que a su vez se refieren no tanto al número de “militantes” (dado
que propiamente no existe tal y junto con una base dúctil más o menos constante en el
compromiso existe un amplísimo número de personas que acuden a las movilizaciones
Podemos así poner encima de la mesa cauces como son los foros y mesas de diálogo,
en las más diversas materias y de las diferentes administraciones (locales, autonómicas
o estatal) que co-participan en el debate sobre las líneas políticas y que cuentan con
organizaciones sociales en su seno. Es cierto que este cauce transparenta más el poder y
obliga a las instituciones que lo ostentan a un diálogo y a conocer puntos de vista que
pueden mejorar las cosas. En mi criterio debe profundizarse esta vía y debe mejorarse
este cauce, dotando de mayor peso a este tipo de organismos en la toma de decisiones y
control político finales, pues en general sus opiniones no dejan de ser opiniones que no
vinculan.
Otros cauces, que no podemos desdeñar, son las iniciativas que ya se han
emprendido en distintos lugares de presupuestos participativos o de elaboración popular
de planes y actuaciones políticas, que, a pesar de su novedad entre nosotros y de contar
en general con una escasa participación, pueden también potenciar una mayor
democratización del poder.
71
ADELL ARGUILES, R. “Movimientos sociales en los años 90: volumen, actores y temas de
movilización”, en Una mirada sobre la red. Anuario de Movimientos sociales. Icaria, 2000.
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En estos espacios se producen, sin embargo, experiencias del compartir que conjugan
los intereses directos de la gente con la creación de climas confiables de participación y
grandes dosis de espontaneidad y de falta de cálculo.
otras cosas que, una sociedad abocada a ir a un técnico a que le resuelva cada problema
de la vida, ha perdido.
De ahí la importancia de someter también a crítica nuestro propio ejercicio del poder
en las relaciones micro en las que nos vemos involucrados y de conspirar, también en
ellos, contra la perversión que, como una segunda piel, hemos ido aprendiendo de forma
acumulativa a lo largo de nuestra experiencia. La urgencia de someter a revisión estos
espacios de micropoder y de no someternos a lógicas injustas en ellos viene dado por
varias razones:
La primera, porque está en nuestras manos, de forma más eficaz y directa que en
otros espacios, variar la relación de poder y la lógica del ejercicio de este como una
interrelación de horizontalidad o de dominación. Está en nuestras manos humanizar y
democratizar estos microespacios y, por qué no decirlo, nuestra coherencia y felicidad.
125 La tercera porque nuestro modelo de relación incluye en los demás y ofrece
referentes prácticos con los que aprenden también los demás (y estoy pensando
principalmente en enseñar a los más jóvenes y a los niños un mundo de aspiraciones que
supere el entramado de malentendidos que actualmente consolidamos con nuestras
actitudes y responsabilidades).
Y la cuarta, porque en una visión respetuosa de los procesos y de largo plazo, estoy
convencido de que esta lucha contra los espacios de micropoder perversos, en la que nos
podemos involucrar personalmente, genera nuevas prácticas sociales también en los
otros espacios y, a la larga, conspira contra el sistema perverso que nos amordaza.
Estoy señalando, lo digo una vez más, la opinión de que no hay democracia sin
efectiva (y sin trabas institucionales ni fácticas) participación horizontal y, a la vez, no
hay efectiva participación horizontal sin democracia efectiva.
Frente a esta maldita división, me gusta recordar la reflexión feminista que niega este
estancamiento o encasillamiento y que puede expresarse en la advertencia de Anne
Phillips72, que revierte los términos, admitiendo la participación política electoral, pero
advirtiendo de la necesidad de amplificar la participación a todas las otras esferas
sociales “la importancia de los procesos electorales no debe llevarnos a perder de vista
la importancia estratégica de los procesos de participación, pues en ellos la mujer
afirma su identidad, reconoce sus intereses y ejercita ciudadanía”.
72
PHILLIPS, A.”¿Deben las feministas abandonar la democracia liberal?” en “Perspectivas feministas
en teoría política”. Coordinado por Carme Castells. Paidós 1996. También interesa ver sus postulados en
“Feminismo y republicanismo. ¿Es esta una alianza plusible?“ en “Nuevas ideas republicanas.
Autogobierno y libertad” Coordinado por Jose Luis Martí y otros. Paidós. 2003.
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Si tenemos en cuenta la gente que participa en asociaciones (más del 9%) resultaría
que su número dobla el de los que militan en partidos políticos y que el número de
feligreses “comprometidos” en alguna iglesia es superior al número de afiliados
sindicales. ¿No nos interpelan estos datos?
Según refiere el que fue ministro de Aznar, Manuel Pimentel73, “Nuestro parlamento
es una mesa camilla, de dos o tres señores, los demás son figurantes… En la transición
hacían falta partidos, y se les dio una serie de leyes hiperproteccionistas. Deberíamos
aliviar esa hiperprotección”.
73
“Manuel Pimentel”. El País Semanal. Número 1715. Domingo 9 de Agosto de 2009. Pg. 28
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Categoría Dificultades
Poliarquía, plutocracia
Modelo de Normas jurídicas de hiper-protección de las instancias de representación
representación oficiales
Modelo de toma de decisiones que no incentiva el consenso
Sobrerepresentación (todos nos representan)
Falta de controles democráticos
Clientelismo
Delegación, fomento de la pasividad cívica y del marketing por encima de las
128 ideas
Ausencia de instancias efectivas de participación horizontal
Burocratización, profesionalización
Estructuras de Intereses elitistas
partidos, Dificultades de acceso a estas instancias
sindicatos y Ausencia de democracia directa interna
otros Ausencia de transparencia
Ausencia de controles democráticos
Nos encontramos frente a una madeja enmarañada donde resulta casi imposible
encontrar el cabo desde el que desmadejar los nudos que dificultan la participación.
Nuestra obvia respuesta es que hay que incentivar sobre todo el capital social75, la
cultura social, el aprendizaje de nuevas experiencias de democracia y de participación,
la refundación de las instancias de participación existentes desde parámetros de efectiva
democracia horizontal.
74
MANIN, B. “Los principios del gobierno representativo”, Alianza, Madrid, 1998. En parecida línea
THOMPSON, J. “El escándalo político”, Paidós, Barcelona, 2001.
75
WELZEL, C. Y INGLEHART R. “The Role of Ordinary People in Democratization”, Journal of
Democracy, Vol. 19, No. 1, January 2008: 126-140. © 2008 National Endowment for Democracy and
The Johns Hopkins University Press”. Igual “Modernización…” Op. Cit. También en PUTNAM, R. (Ed)
“El declive del capital social” Círculo de Lectores. Barcelona 2003. Y también el ya clásico estudio de
ALMOND, G y VERBA, S. “La cultura cívica”. Suramérica. Madrid 1970, donde medía con diversos
indicadores las actitudes y valores ciudadanos de diversos países (Estados Unidos, Reino Unido, Italia,
Alemania y México) acerca de la cultura democrática de éstos y que ha sido base de diferentes
investigaciones posteriores. Una referencia interesante sobre indicadores de cultura cívica en Mexico
puede verse en http://www.encup.gob.mx/encup/cultura_civica/index.php?page=acerca-cultura-civica
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Desde nuestro punto de vista, la estrategia primera a realizar desde las políticas
públicas para llegar a una democracia deliberativa y participativa será desarrollar la
dimensión cívica del capital social con la estrategia del „empoderamiento‟
(empowering). Aunque el anglicismo resulta algo tosco para nuestro lenguaje
carpetovetónico y no explica por sí mismo lo que se quiere decir con el mismo,
debemos entender por empoderamiento la capacidad del tejido social de asumir sus
130
propias responsabilidades de autoafirmación colectiva.
PROCESOS DE
Tipo de
MOVILIZACION DE Objetivo Proceso de cambio
CAPITAL HUMANO recursos
PROCESO DE Que las personas tengan Cambio de prioridades y enfoque
EMPODERAMIENTO Recursos de acción medios para gobernar sus económicos para dotar a las personas
ECONOMICO vidas de capacidad de autonomía económica
PROCESO DE Que las personas se Cambio de modelo educativo y cultural
EMPODERAMIENTO Valores y aptitudes motiven a gobernar sus para motivar y educar en la
CULTURAL vidas participación y el autogobierno
PROCESO DE Instituciones de Que las personas accedan Reformas legales e institucionales para
EMPODERAMIENTO participación y tengan derecho al la regeneración democrática y el
POLITICO democrática gobierno de sus vidas ejercicio efectivo de la participación
Este cuadro puede a su vez ampliarse en las estrategias procesuales necesarias para
conseguir ese tránsito de movilización del capital humano hacia verdadero
empoderamiento del siguiente modo
otro modo. Entre nosotros se han dado constantemente prácticas participativas que bien
pueden ser tomadas como buenas prácticas y extraer de las mismas consecuencias
saludables.
133 Luchas clandestinas durante la dictadura encabezadas por tanta gente humilde;
luchas sindicales y cuadros venidos desde los emigrantes españoles en el exterior y que
dotaron de cuadros, estrategias y marcos de trabajo a una incipiente oposición
democrática desorganizada y sin excesivas ideas; luchas vecinales y sociales en plena
transición que dieron lugar a la consecución de diversos logros, como las
protagonizadas en Vallecas (en Madrid) o en Sants (en Barcelona), o en Bilbao, en
Vitoria, Sevilla y tantos otros por lo que vino a ser un movimiento cívico y vecinal de
primer orden que fue uno de los precursores de nuestra democracia frente a la dictadura
de la que procedíamos76; movilizaciones de pueblos enteros contra agresiones de su
entorno como las protagonizadas en Garganta de la Hoya (Cáceres) por vecinos de toda
la vida contra la instalación de un nefasto pantano y contra el talante represivo y facha
del entonces presidente de la comunidad extremeña (no hay sino ir al pueblo y entrar en
los bares de la plaza principal para ver el despliegue policial contra vecinos y sin
respetar ni a ancianos ni a niños que ordenó este prócer regional), o las llevadas a cabo
ante la instalación de otras obras públicas de amplio impacto ambiental; o las múltiples
acciones llevadas a cabo en tantas otras poblaciones contra agresiones
medioambientales evidentes, luchas contra la instalación de campos militares u otras
como las llevadas a cabo en Cabañeros, en el Teleno o en las Bardenas Reales;
actuaciones silenciosas de todo lo que fue un movimiento de renovación pedagógica, o
de organización de asambleas de parados y otras instancias de autoorganización y
participación en anteriores y duras crisis económicas; luchas pacifistas como las
76
Varios Autores. “Memoria Ciudadana y movimiento vecinal” La Catarata. Madrid 2009. Otros textos
que pueden interesar son CASTELLS, M. “La ciudad y las masas: sociología de los movimientos sociales
urbanos”. Madrid: Alianza Editorial. 1986; LARAÑA, E. La construcción de los movimientos sociales.
Madrid: Alianza Editorial. 1999; PASTOR, J. “La evolución de los nuevos movimientos sociales en el
Estado español” en IBARRA, P. Y B. TEJERINA (Eds.) Los movimientos sociales. Transformaciones
políticas y cambio cultural. Madrid . Editorial Trotta. 1998
encabezadas ante las bases americanas, la campaña de la OTAN, las protestas contra las
guerras o la propia campaña de desobediencia civil e insumisión contra el servicio
militar77, la constante apuesta de un movimiento feminista por atajar el patriarcalismo,
autoorganización de presos por la dignidad de su situación (que dio lugar a la reforma
de la legislación penitenciaria), organizaciones contra la droga, contra arbitrariedades
políticas como la del conocido caso del YAK 43, luchas por el 0´7% de ayuda al
desarrollo, o el famoso “nunca mais”, acciones sacrificadas de voluntariado social,
134 movilizaciones y acción reivindicativa del movimiento antiglobalización,
movilizaciones antirracistas y contra las legislaciones de extranjería injustas, actuación
de los colectivos ocupas contra la especulación de la vivienda y un largo etcétera nos
muestran la capacidad y el interés social en participar activamente en la solución de los
problemas que nos atañen a todos.
Ahora bien, si alguna nota común podemos sacar de este tipo de participación de la
población destacaríamos varios elementos que, a nuestro juicio, pueden ser nucleares a
la hora de pensar una estrategia de fortalecimiento de la cultura de la participación,
serían estas:
77
SAMPEDRO, V. “Debates sin mordaza: desobediencia civil y servicio militar, 1970-1996.” Madrid: Boletín
Oficial del Estado; Centro de Estudios Constitucionales. 1997. Aunque más colateral, por la interesante reflexión
sobre la desmovilización de estos movimientos sociales de protesta, JIMÉNEZ, M. ”El impacto político de los
movimientos sociales. Un estudio de la protesta ambiental en España”. Colección Monografías, 214. Madrid: CIS-
Siglo XXI. 2005.
4) Aún cuando normalmente todo este tipo de actuación han sido acusados de
“antisitema”, lo cierto es que apelan a valores de justicia material y a la
necesidad de deliberación inclusiva que forman parte del sistema (aunque a
veces el “Sistema” con mayúsculas los dificultan en función de intereses
diversos).
6) La acción se desarrolla por medios noviolentos que van desde las clásicas
movilizaciones sociales, hasta la acción directa noviolenta, pasando por
múltiples actuaciones de sensibilización, reflexión, comunicación,
simbólicas, etc.
democracia deliberativa. Los tres han tenido mucho que ver con los ejemplos de
participación social que durante estos años se han desarrollado entre nosotros y, aunque
a priori pueden parecer un contrasentido a la hora de elaborar consensos pacíficos en
nuestra sociedad, han actuado, precisamente, como verdaderos catalizadores que
pusieron encima de las agendas de problemas la necesidad de nuevas consideraciones
sobre el rumbo de políticas adoptadas desde arriba y en oscuros despachos pero que
malamente respondían a los efectivos intereses políticos de la sociedad. Nos referimos a
136 los ejemplos de desobediencia civil, acción directa y noviolencia que han tenido lugar
en nuestra historia social.
Ni que recordar tiene que en la estrategia se fueron cruzando leyes represivas hacia la
disidencia militar, como la ley de objeción de conciencia y la penalización con cárcel
entre dos y seis años para los infractores, o la inclusión en la OTAN, la negociación
opaca de la colaboración militar con Estados Unidos, el aumento del gasto militar, la
ocupación de espacios civiles correspondientes a lo que debería ser protección civil y
lucha contra catástrofes por el ejército, con el detrimento de recursos para la
“civilización” de estos cometidos, o la creciente participación de España en políticas de
injerencia que usaron al ejército como “ejército humanitario” al servicio de intereses
tantas veces poco admisibles.
d) Hacia el propio papel institucional y político que como tales juegan los
partidos, para convertirlos en agentes dinámicos de participación política y no
en meros aparatos electorales y/o de reparto de cargos públicos.
Recordemos que la función principal que dio origen a los partidos era defender ideas
y colectivos sociales y servir a la causa del bien común y que uno de sus papeles más
importantes en nuestra sociedad son no sólo los de canalizar parte de la participación
140
política y social, sino sobre todo, en épocas de miseria ética en nuestra sociedad, servir
de espejo y ejemplo de buen hacer y servir a la causa común. Parafraseando a un
conocido obispo francés78 (por otra parte represaliado por sus opiniones arriesgadas)
unos partidos que no sirven, no sirven para nada
Quisiera llamar la atención sobre un aspecto más: los partidos políticos no ejercen el
monopolio de la participación. Ni siquiera de la participación política. Aunque su deber,
urgidos por el descrédito social evidente que sufren y por la lamentable existencia de
malas prácticas que de vez en cuando salpican los titulares de los medios de
comunicación, es combatir desde dentro este estado de cosas y regenerarse, lo cierto es
que existen otras instancias de participación tan necesarias, y probablemente tan
necesarias también de regeneración democrática, como los partidos políticos. Incluso
más: se necesitan nuevos instrumentos de participación que no existen en la actualidad y
que un sistema democrático avanzado debe encargarse de estimular a su nacimiento.
78
GAILLOT, J. “Una iglesia que no sirve, no sirve para nada” Sal Térrae. Santander. 1995.
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Siguiendo el cuadro que Pedro Ibarra y otros exponen en su texto “Los nuevos
movimientos sociales. El estado de la cuestión”, dentro de una obra de autoría colectiva
por otra parte muy interesante de leer79, podemos observar las potencialidades de
transformación de las políticas públicas por parte de los movimientos sociales
142
La movilización hace
Aparición visible una demanda Inaugural
Miembros del movimiento Procedimental
Acceso son formalmente recibidos
por autoridades
Agenda Se admite una propuesta Procedimental
Se aprueba la norma Procedimental
Formulación
legislativa
Ejecución Se ejecuta e implementa Sustancial
Consecuencias de la Sustancial
Impacto
medida
El sistema cambia y Sistémico
mejora las posibilidades
Estructural
de acceso de los
movimientos sociales
Como decimos, no son tampoco la panacea de nada. Tal vez, vista la experiencia
española, también necesiten reformas internas hacia su propia radicalización
democrática y democratización interna.
79
VVAA “Creadores de democracia radical. Movimientos sociales y redes de políticas públicas” Icaria.
Barcelona . 2002.
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Por eso hoy hace falta consolidar, siquiera sea como referente de contraste, una
corriente cívica y una práctica viva hacia la participación. Nos estamos refiriendo, en
este caso, a una corriente de participación “de contraste” con lo que hay y, por ello
mismo, sin aspiración de integración en el modelo actual, sino de convertirse en una
corriente alternativa al modelo de participación oficial, en una visión especular y
estimulante para que cualquiera, sin tener que hacer ningún proceso complejo, pueda
incluirse.
Es por eso que cuando hablamos de este tipo de movimiento queremos decir:
1) Ni una estructura, (una más) ni una propuesta orgánica (otra entre tantas) que
se postule como tribuno del pueblo o como nueva solución, sino
estímulo y el fortalecimiento de este tipo de procesos. Pero soy no ´solo pesimista sino
poco ingenuo y compruebo que, sintomáticamente, hasta la fecha no he visto ningún
programa de gobierno de ninguna institución española, ni ningún programa político de
ningún partido, que promueva el empoderamiento social y no se limite a postular
soluciones desde un cierto despotismo “ilustrado” (perdón por el exceso de optimismo
del adjetivo) bajo el lema clásico de todo para el pueblo pero sin el pueblo.
Pero al margen de la mayor o menor apuesta “de largo plazo” por parte de los
145
poderes políticos hacia este movimiento de participación cívica, lo cierto es que hoy se
dan algunos de los elementos fundamentales para el surgimiento (si no ha surgido ya) y
el crecimiento de un movimiento cívico de estas características, cuales son:
80
BECK, U. “Democracia global, La política más allá del Estado-nación”, Metapolítica, V, 20. 2001;
También “Democracia cosmopolita”, en www.redfilosofica.de/beck2002.html.
81
MOSTERIN, J. “La cultura de la liberta” Espasa-Calpe. Madrid, 2008. También CORTINA,
A.”Ciudadanos del mundo: Hacia una teoría de la ciudadanía” Madrid, Alianza, 1997
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Reivindicación o
identidad:
Valores, ideas,
aspiraciones
compartidas y
compartidas en
términos de identidad
y reivindicación
Desde luego, debe tener la vocación de superar este modelo “de partida” por
completo y convertirse en un modelo “alternativo” de nuevo movimiento cuyas
principales señas de contraste con el asociacionismo vigente deben ser a) el construirse
como un modelo organizativo más abierto, más horizontal y democrático y en promover
la movilización hacia un cambio de paradigma de participación y de contenidos y
reivindicaciones más radical en cuanto al logros de sus aspiraciones sociales y políticas.
Entre otros mimbres que no queremos desconocer y con los que se debe entretejer (si
no es que se está tejiendo ya incipientemente) este nuevo escenario de participación
alternativa, se encuentran los y las inmigrantes, con su aspiración de actoría social en
esta sociedad y en las de su procedencia (protagonismo que se les niega). <su
reivindicación de protagonismo debe interactuar con otros grupos y actores interesados
en la ciudadanía universal: los grupos comprometidos en la lucha por los derechos
humanos y contra la globalización capitalista, las personas y colectivos de renovación
147 educativa, colectivos feministas, ecologistas, pacifistas, antirracistas, los colectivos
juveniles igualmente “infra-considerados” en nuestros cauces de participación, así como
otros movimientos de solidaridad internacional, con sus prácticas cotidianas, más o
menos perfectibles.
Los y las inmigrantes en general aspiran en España a ser uno más, a tener la misma
condición de ciudadanos activos y proactivos de la comunidad, que buscan mejorar las
condiciones generales de la sociedad, aunque principalmente haciendo énfasis en
aquellos desequilibrios específicos que les afectan más incipientemente como grupo
humano y sin perder la referencia “interconectada” entre este primer mundo y su mundo
de origen, a cuyo bienestar también aspiran a contribuir.
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Como decimos, no todos los sectores y actores interesados en la gestión del hecho
migratorio consideran que sea viable la articulación o el desarrollo de esta nueva actoría
socio-política “inmigrante” o de “ciudadanía universal”, que rebase esta idea identitaria
y se convierta en un compromiso inclusivo y alternativo.
Dentro de los sectores que no prestan interés a esta potencialidad de “lo migrante”
destacan quienes niegan la oportunidad y pertinencia de una verdadera actoría
argumentando cuestiones más anecdóticas y coyunturales que verdaderos
149
impedimentos, y que en realidad tienen más que ver con las malas asociaciones que con
las dinámicas y procesos de auto-organización de la oportunidad y la construcción de un
imaginario de actoría social por parte de “lo migrante”, como son:
82
JURADO VARGAS, Romel, Relator del I Congreso de Asociaciones de Inmigrantes de España
promovido por AESCO en el año 2006, de quien tomamos gran parte de la reflexión sobre este nuevo
movimiento de ciudadanía universal, señala en su relatoría final “Es más, las voces más radicales
sostienen que ni siquiera existe un movimiento asociativo sino asociaciones dispersas, que compiten por
subvenciones públicas o privadas para implementar proyectos de limitada cobertura y bajísimo impacto
en las condiciones de vida de los inmigrantes en España. Esta dinámica competitiva se exacerba además
por un excesivo deseo de protagonismo personal que muchos de los dirigentes de estas asociaciones
mantienen en su trato con las administraciones públicas de los ayuntamientos y comunidades autónoma e
incluso con el gobierno del Estado. Trato y personalismo que se inspira en la creencia poco verificada de
que son asociaciones que representan a numerosos colectivos de inmigrantes, pero a los cuales nunca se
sabe si pueden convocar con éxito incluso para participar en las actividades que tales asociaciones
organizan y les atribuyen el carácter de cruciales o urgentes. Débiles, dispersas, compitiendo entre sí,
plagadas de personalismos, sin bases sociales, sin capacidad de diálogo ni convocatoria con la
población inmigrantes y carentes de un discurso consistente, son las notas o características con las que
se describen, desde los hechos, al grupo de asociaciones de inmigrantes, que estarían, en consecuencia,
lejos de ser un movimiento asociativo y más lejos aún de articularse como un movimiento
social.Complementariamente se considera que las asociaciones tienen en sus estatutos constitutivos unos
fines, principios y medios que son amplios y ambiguos. Es decir un marco normativo que les permiten
moverse con mucha facilidad y sin necesidad de ser precisos en casi ningún terreno. Esto que en muchos
casos puede ser ventajoso para el desempeño de su trabajo, también puede servir para facilitar los
procesos de instrumentalización de la asociación, esto es, para convertirse en herramientas de intereses
personales o para ser correa de transmisión de los intereses de otros actores.
Peor es el caso de las asociaciones que actúan sin tener en cuenta ni siquiera sus propios mandatos
estatutarios, y adoptan a-críticamente como sus propias finalidades aquellas que son funcionales a las
subvenciones que logran obtener o las instituciones y personas concretas que las conceden.
En ese sentido parece existir una especie de limbo político en la actuación de las asociaciones, y uso la
expresión limbo político, en el sentido de que no es fácil saber con claridad cual es la posición que cada
asociación tiene frente al modelo de políticas públicas de inmigración, integración y convivencia, la
legislación vigente y el papel que juegan o debería jugar en el tratamiento del hecho migratorio otros
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2) la pelea interna y sin cuartel entre éstas, lo nefasto y cainita de sus liderazgos,
4) y un largo etcétera que más bien inhabilita las malas organizaciones que las
buenas pretensiones y la oportunidad política que se abre de construir un movimiento
realmente vivo y alternativo a este mal modelo asociativo actual.
150
En la retórica de las organizaciones de inmigrantes (y seguramente en el sentir de la
inmigración) existe una reclamación de inclusión y participación en pié de igualdad y,
lógicamente, existe una aspiración que pasa también por el reconocimiento y la
valoración del propio aporte como una contribución más a esta sociedad.
- Por una parte, veo (lo veo con franco pesimismo y con muchísimo recelo) las
debilidades estratégicas y por carencia de base social de las organizaciones
más consolidadas, (unas tienen que ver con el propio proceso biológico
personal o de institucionalización de las organizaciones en sí, con los
procesos internos de los grupos, con procesos personales de adaptación y
normalización en esta nueva sociedad, etc. Otras que tienen que ver con el
contexto general de repliegue de lo social y público. Unas terceras con la
manera en que nuestra interlocución y relación con la administración nos ha
impactado internamente).
actores relevantes: el gobierno central, los gobiernos seccionales, los partidos políticos, las federaciones
de empresarios, los sindicatos, etc.
Estas son, por ello, las grandes potencialidades de lo migrante y de sus propuestas
abarcadoras de todos aquellos que aspiran a una igualdad real, a una democracia no sólo
de papel y para todos, a una verdadera interculturalidad y a una visión global y
planetaria.
Ahora bien, lo inmigrante conseguirá ese impacto con sin las asociaciones que los
sobrerepresentan. Lo harán impasiblemente, con conductas soterradas y diarias que
desbordan los cauces de nuestra sociedad, los amplifican y los cambian. Lo migrante
desenmascara que no hay igualdad porque ellos son tratados desigualmente tanto en lo
fáctico como en las leyes y con su desenmascaramiento obligan a cambios más
igualitarios. Desbordan la idea de una cultura monolítica y unas costumbres preferentes,
un modo de ocio inamovible, una constitución esencial, etcétera.
Por lo que se refiere a las organizaciones “de inmigrantes” el reto principal de éstas
es saber transformarse en trampolín para la dinamización de “lo inmigrante”
(imaginario compuesto no sólo por inmigrantes, sino por relatos simbólicos, apuestas de
transoformaciones políticas hacia la reducción de las causas de la migración forzada y el
aprovechamiento del potencial de la inmigración como derecho humano e intercambio y
simbiosis de culturas, por autóctonos identificados con estos ideales, etc.) hacia la
participación en un movimiento de ciudadanía universal, inclusivo y alternativo o
152 condenarse al papel subalterno y residual en el que el sistema les contempla.
153
Condenarse a la
irrelevancia
Apoyar la integración y
hacer de puente
Pretender ser
representantes de la
inmigración
Convertirse en
grupo de interés
Servir de
punto de
partida
Estamos, por ello, ante la dicotomía de encontrar el estilo estratégico con el que
queremos conducirnos de cara al futuro y, como digo, mi pesimismo hacia el papel de
las organizaciones más nombradas es total y las considero más bien incorregibles y por
tanto irrelevantes a la hora de plantearse una apuesta por el trabajo de base en aras a una
democracia participativa. Si un movimiento de inmigración, o el eje de lo inmigrante
dentro de un movimiento genérico de democracia radical, tiene lugar en España, será
muy probablemente al margen de estas instituciones nefastas.
Ayudar a su Aprovechar la
articulación y coyuntura
autoorganización
Contexto actual
Empoderamiento
estrategias
Formación - capacitación
Actoría social y política
Reivindicaciones
Lucha política
f) En las asociaciones y en la relación entre ellas, luchar por evitar los tres grandes
riesgos de los protagonismos insanos, el descontrol organizativo y la
sobrerepresentación.
83
Rois, J.C.. “Ponencia Importancia y oportunidad del asociacionismo”. Jornadas de Fortalecimiento del
Movimiento asociativo Peruano promovidas por Cruz Roja y celebradas el 29 de noviembre de 2008.
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VARIOS AUTORES. “El discurso político de los inmigrantes”. AESCO. Madrid 2007.
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PARTE 3
CONFLUENCIAS: APUNTES PARA
UN DEBATE
160
6.1- Recapitulación
Decíamos en la primera parte de este texto, que hoy venimos urgidos a provocar una
reforma democrática de nuestro modo de entendernos respecto del poder y, con ello, de
transformar nuestra relación con el poder y de democratizar el poder o, lo que es lo
mismo, transformarlo también. Ello es así para que el poder sea la expresión de un
consenso social construido desde la horizontalidad y no un arcano en manos de intereses
161 elitistas y de una dinámica de dominación y violencia.
Decíamos también que el paso más sensato para provocar este cambio de largo
alcance (y de largo plazo) será empezar por establecer una educación y una cultura
cívica que nos haga mantener una relación democrática y de participación social
inclusiva, encaminada hacia la consecución de mejores grados de democracia material y
de justicia universal, mediante el establecimiento de políticas transversa les de
empoderamiento y aprendizaje social.
Hoy en día, además, la tarea de regeneración democrática viene urgida por el peso de
la deslegitimación y la erosión de la “democracia real” ha sufrido tanto por malas
prácticas, como por sus promesas incumplidas y el nacimiento de nuevos desafíos
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Junto con él, cabe también una alternativa autoritaria para la gobernanza mundial y
ante desafíos tremendos, cuales son los derivados de la propia movilidad humana, el
cambio climático y el uso desmesurado de los recursos, el acceso al agua dulce, las
catástrofes humanitarias y un largo etcétera, que exigen altos grados de disciplina y
organización social. Si vemos el discurrir de grandes potencias como China o Rusia,
podremos ver que la propuesta de gobernanza autoritaria no es ni tan remota ni tan
impensable.
Yo creo que cualquiera de estas vías es una mala solución y que los desafíos
planetarios exigen no tanto una reacción a la defensiva, como un abordaje estratégico e
inteligente de transformación que implica más democracia, mayor participación y
reformas que hagan avanzar los derechos y la justicia para todos (aunque sea, y yo creo
que así debe ser, a costa de finiquitar los presupuestos básicos del sistema capitalista
que concomemos de consumo ilimitado, progreso ilimitado, lucro ilimitado, recursos
ilimitados y lógica de sumisión-violencia como colofón de todo ello.
En esta tercera parte queremos abordar sugerencias para ensayar ese proceso
regenerador en varios aspectos:
El movimiento feminista, con sus diversas tendencias internas en tensión que se han
canonizado en las corrientes que usualmente se conocen como feminismo de la igualdad
y de la diferencia, ha sido capaz de establecer una honda fisura en el modelo cultural
patriarcal dominante. Cuando digo esto soy consciente de que las metas, aún, son
muchas y que la ruptura del patriarcalismo se muestra aún inconmensurable, pero quiero
referirme a que sus propuestas y prácticas han logrado poner en tela de juicio, e incluso
batirse en retirada, a gran parte del dogma patriarcal y que las prácticas llevadas a cabo
han permitido ciertas dosis de liberación del género humano desde el impulso de este
movimiento.
Del mismo modo, su propuesta de actuación local y pensamiento global aporta una
práctica de sumo interés para el novedoso movimiento de participación democrática
radical.
Por último me gustaría hablar del todavía joven movimiento antiglobalización del
que principalmente quiero destacar su carácter holístico y de crítica radical al modelo
neoliberal, así como su capacidad de movilización por medio de acciones simbólicas,
acciones directas y de base, propuestas discursivas y de análisis y el privilegiado uso de
la red, tanto en lo que supone el uso y coordinación de redes físicas, como en el uso de
la red y las nuevas tecnologías.
1) Unas tienen que ver con una especie de riesgo de colapso general del sistema por
fallas mal resueltas, cuando no abandonadas a la mano invisible de fuerzas que no son
en realidad ni invisibles ni desinteresadas, ya sea de tipo ecológico o medioambiental,
de modelo económico y mecanismos de control del mismo, graves problemas
producidos por la conflictividad social (guerras, hambrunas, desplazamientos forzados
de población, etc.) fruto ya sea de la distribución de recursos, catástrofes naturales o
consecuencia de nuestro uso de los recursos naturales, o por los regímenes políticos y
los conflictos bélicos o prebélicos, por la descompensación demográfica del planeta,
choque de civilizaciones u otros, o por el incumplimiento interesado para unos pocos
pero perjudicial para el conjunto del planeta de los objetivos del milenio. Su
característica general es que exigen un profundo cambio del enfoque de estos problemas
buscando consensos multilaterales y pluriestatales, cuando no planetarios y creando las
condiciones políticas para un efectivo y radical cambio de paradigma político hacia un
gobierno mundial consensuado de estas problemáticas
2) Otros tienen que ver más bien con la gestión interna de la que podemos llamar
política doméstica, tantas veces vinculada también al primer núcleo de problemas
referido, y que tiene que ver con el avance interno en derechos y la mejora de nuestra
sociedad y de sus índices de confianza, convivencia, cohesión social, etc.
3) Y unos terceros que tienen que ver con la propia práctica cotidiana, con el
micropoder y con el sentimiento generalizado de disgusto o infelicidad que provoca
nuestro actual modelo social.
Puede que haya quien reproche la expansión de las agendas políticas a aspectos
planetarios “irresolubles”, la intromisión en el ámbito de la iniciativa privada o la
sugerencia de que el tema de la felicidad personal y familiar también debe ser parte de
la preocupación política, pero lo cierto es que orientar la política desde la preocupación
por el bienestar personal, la felicidad o la capacidad de autorrealización de todos y todas
y cada uno, o mantener en el horizonte de preocupaciones la agenda planetaria que
amenaza con devorar, o mejor dicho hacer colapsar, la propia, no es ni invadir el
167 espacio de iniciativa privada, sino poner la política en el horizonte de apoyarla, ni
desbordarse hacia lo imposible o quimérico, sino orientar la acción política para que
desde ella se puedan remover los obstáculos que dificultan la pervivencia del planeta y
la felicidad humana de una forma sostenible y racional.
Si a ello añadimos que, en general, las agendas políticas están construidas sobre
discursos opacos, inaccesibles, espesos, simplistas las más de las veces, vagos o
irrelevantes, creo que es importante reelaborar la agenda de problemas sobre los que la
política debe posicionarse y proponer algo (que no es lo mismo que decir algo) a la
iniciativa ciudadana y a la movilización de sus energías y capacidades. Precisamente
para darle credibilidad y valor a la política y para dar vitalidad a una sociedad capaz de
identificarse con las metas y tareas propuestas. Para lograr la participación de la
ciudadanía en la solución de los problemas que son los suyos.
De este modo, tres son los tipos de preocupaciones que creo que deben conformar la
nueva agenda política que estimule a la participación y a la democratización:
85
DIAMOND, J. “Colapso: por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen?. Debate. Barcelona.
2006. TAINTER. J. “The Colapse of Complex societes”. Cambridge Univ. Press. Cambridge. 1990.
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- Una crisis ambiental global, con calentamiento global del planeta, que ha
originado cambios climáticos y potenciación de catástrofes naturales, así como
otros efectos muy graves sobre el mismo y sus posibilidades de supervivencia,
- Una crisis económica que, lejos de ser una más de las crisis cíclicas del
sistema capitalista, obliga a un replanteamiento de la sostenibilidad del modelo
capitalista como modelo económico universal y que, a pesar de los espejismos
de recuperación económica, puede ser un estertor más del colapso
civilizatorio. En este sentido, la lectura de algunos análisis como el del
profesor de teoría económica de la Universidad de Barcelona Nino Becerra86,
o del prestigioso autor y militante del movimiento ecologista español
Fernández Durán87, nos permite aseverar, en palabras del segundo, que “…el
fin de la era de los combustibles fósiles muy probablemente implique
el colapso del modelo civilizatorio que conocemos, que está chocando ya con
los límites ecológicos del planeta” y temer, con éste, un intento de abordaje
autoritario y belicista (hurtado a la deliberación y decisión democrática y
contrario a los intereses de todos, decimos nosotros) de esta grave
problemática, enfatizando más aún la necesidad de “vacunarnos”
democráticamente y empoderando a la sociedad frente a este riesgo.
86
NINO BECERRA, S. “El crash del 2010 : toda la verdad sobre la crisis” Los libros del lince. 2009.
87
FERNANDEZ DURAN, R. “El crepúsculo de la era trágica del petróleo. Pico del oro negro y colapso
financiero (y ecológico) mundial”. Ecologistas en Acción-Virus. Barcelona 2008.
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Lovelock, un polémico autor y dudoso investigador que pasó del ecologismo más
purista, las ideas de sostenibilidad y la teoría de gaia para definir la tierra como un
sistema vivo que se auto-regula (y que expulsa aquellos elementos que intentan
perjudicarlo como puede ser el caso de la actual actividad humana), a un infundado y
poco científico milenarismo, apunta recientemente que nos encaminamos a un oscuro
panorama, hagamos lo que hagamos, y que para 2020 sequías y catástrofes naturales
serán una constante, para que en 2040 la desertificación afectará a gran parte de Europa
y desaparecerán bajo el mar o se harán inhabitables algunas de las ciudades más
emblemáticas de nuestro mundo actual. Pandemias, catástrofes naturales y conflictos,
dice el autor, reducirán la población humana a menos de 500 millones de habitantes. Es
cierto que el pronóstico no tiene rigor científico (sobre todo teniendo en cuenta la
incapacidad de la ciencia actual de predecir, con el actual grado de conocimiento,
fenómenos concretos como el efecto del niño y la niña, ni de asegurar el
comportamiento a corto plazo del planeta por la ingente suma de variables en juego,
pero sí abunda en una idea compartida: nos enfrentamos a problemas sociales globales y
de una magnitud desconocida hasta ahora en la que el modelo productivo humano y el
impacto de nuestra tecnología sobre la tierra tiene una influencia incalculable.
Otros augurios, de difícil precisión, nos llevan a iguales precauciones: hace un par de
años estuvo muy de moda la panorámica llena de realismo y alarma mostrada por el
antiguo vicepresidente de los Estados Unidos y premio nobel de la paz, Al Gore, en su
promoción del famoso informe documental “Una verdad incómoda”
Sin tanto alarmismo, pero sabiendo que la acción humana indiscriminada sí puede
afectar a la propia viabilidad de la civilización, o de las civilizaciones humanas, y a la
propia estabilidad y viabilidad del planeta como lugar de vida, y que existe una
171
interrelación entre nuestro modelo civilizatorio, la economía y nuestros medios de
producción y reproducción, la tecnología que empleamos y los objetivos con los que lo
hacemos, y las propias condiciones de vida presentes, y sobre todo futuras, es evidente
que debemos integrar en nuestras agendas políticas estas problemáticas y buscar
propuestas de vida humana compatible y armónica con la naturaleza, economía
sostenible o como queramos llamar al asunto.
Sobre todo sabiendo que, junto con tal cúmulo de problematicidad, nuestro mundo
muestra también un polo de oportunidades importante. Hoy como nunca existe una
conciencia planetaria de formar parte de una única familia, de una gran familia que cada
vez, por el conocimiento científico que tenemos, se agranda más y hacia más formas de
vida de las que en parte somos corresponsables. Hoy como nunca existe una aspiración
de libertad, de reconocimiento humano, de felicidad y de paz que en otras épocas eran
impensables. Hoy como nunca nuestra ciencia, nuestro nivel de conocimiento y
tecnología están en capacidades que se pueden aprovechar para construir un mundo
mejor. Hoy como nunca tenemos posibilidades de regir más horizontalmente los
destinos de este pequeño planeta que nos acoge. Podríamos multiplicar los ejemplos.
Todo depende de que queramos ver la botella medio llena o medio vacía y … de luchar
por que no nos den gato por liebre.
Tal vez el momento crítico lo sea porque nos permite optar entre la catástrofe, el
salto en el vacío o el aprovechamiento de los mejores de nuestros capitales, la capacidad
de creatividad y racionalidad, para crear condiciones mejores para el planeta… si
sabemos aprovecharlas.
88
RIETCHMANN. J. “La habitación de Pascal. Ensayos para fundamentar éticas de suficiencia y
políticas de autocontención La catarata. Madrid 2009
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¿Cómo puede una sociedad tecnológica hacer las paces con la naturaleza?
¿Cómo conseguir que las fuerza productivas sean de verdad productivas en vez
de destructivas?
¿Qué puede significar en el Siglo XXI ciencia con conciencia?
¿Cuáles serían las tecnologías apropiadas para una sociedad libre, justa y
ecológicamente sostenible?
173
¿Ha de contribuir el conocimiento científico a la crítica al modelo desarrollista
dominante? ¿En qué medida este conocimiento depende para su producción y
difusión del poder económico y financiero?
¿Cómo se cohonesta la democracia con el enorme poder configurador de la
tecnociencia moderna?
¿De qué manera la potencialidad emancipatoria del conocimiento científico
puede materializarse para toda la gente?
89
Estimaciones de la Comisión Sobre Población y Desarrollo de Naciones Unidas.
90
Estimaciones del Centro de Control de Desplazamientos Internos (IDMC, perteneciente a Internal
Displacement Monitoring Centre, en inglés) dependiente del Consejo Noruego de Desplazamientos.
Puede consultarse en http://www.internal-displacement.org/
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En este sentido cabe señalar que existen propuestas teóricas de sumo interés en
orden a la transformación de la defensa militar hacia otro modelo de defensa social
noviolenta, que en la literatura especializada ha gozado de diversos nombres como
defensa social, defensa de base social, defensa civil noviolenta, o defensa popular
noviolenta, acuñando términos políticos de evolución y de transformación gradual desde
el actual modelo de defensa militar hacia un modelo de seguridad humana (transarme) y
hacia el cambio del paradigma militarista de defensa por otro noviolento y basado en los
ejes de cooperación y noviolencia.
Este cambio ético debe orientarse sobre las ideas de dignidad humana, y enfatizar la
construcción de valores solidarios, democráticos, noviolentos y fraternales como pilares
de la nueva ética, promover el respeto por la naturaleza y sus límites, la solidaridad con
las especies vivas, el valor de la paz, de la justicia, de la igualdad y la dignidad. Una
ética que fomente la colaboración, la participación horizontal y la democracia.
91
PNUD “Informe sobre el Desarrollo Humano 2005. La cooperación internacional ante una
encrucijada: ayuda al desarrollo, comercio y seguridad en un mundo desigual” PNUD.Naciones Unidas
2005
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Propuestas éticas novedosas como las de Pete Singer, Jesús Mosterín en cuanto
enfatizan los derechos de otros seres vivos y los problemas dilemáticos del sufrimiento
y un honrado abordaje de los mismos pueden dar muestra de algunos de los problemas a
los que nos enfrentamos
De este modo, deben integrarse como problemas hacia los que hay que tener
respuestas los que afectan a la escala planetaria:
176
- La política doméstica
Son muchos los problemas domésticos que deben ser abordados desde la
participación política. Algunos de ellos, por su especialización y dependencia de otros
criterios previos, no merece la pena destacarlos ahora. Otros ya vienen siendo abordados
en las propuestas políticas de los diferentes partidos con unas u otras variaciones y, en
algunos casos, con propuestas entre sí tan diferentes que marcan grandes estrategias y
visiones de la sociedad. Me refiero a algunas como el avance de derechos civiles y la
equiparación o no de todas las condiciones sociales y personas, las apuestas por el
control y dirección política de la gestión de los servicios públicos, la privatización o no
de bienes esenciales u otras.
92
DE TORO, S. “DE TORO, “¿Y si la izquierda ha muerto?”. El País. Numero . 11.747. día 15-8-09. ¿Y
si nos hallamos en un estadio nuevo en el que la dialéctica entre izquierda y derecha ya no es real, es una
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derecha incapaz de abordar la incertidumbre del futuro con creatividad, de una izquierda
que sigue empecinada en reconocerse en una memoria dogmática del pasado en vez de
buscar soluciones al futuro.
Veamos algunos:
fantasía? Al cabo, estamos dentro de una crisis que está transformando la economía mundial y nuestras
vidas. ... derecha e izquierda se asentaron sobre la dinámica de la vida social, el conflicto entre inercia y
fuerza, entre estatismo y movimiento, entre mantener el estado de cosas o cambiarlo. Entre realidad y
deseo. Esa dinámica existirá siempre, pero en cada lugar y en cada momento adopta lenguajes, ideologías,
programas distintos. Creo que no tiene mucho sentido seguir escudriñando nuestro alrededor en busca de
una izquierda reconocible bajo el aspecto de socialdemocracia, revolución o cualquier otra forma
histórica.
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- Se cuenta con una banca con un escaso o nulo enfoque social que ha
arruinado a infinidad de familias en la trampa mortal del crédito al consumo
desmedido y de su implicación en la especulación inmobiliaria y en la concesión de
179 hipotecas basura.
mi criterio pasa por abordar de una vez y sin reservas el elitismo y corporativismo de la
casta judicial y de los operadores jurídicos y por establecer un modelo de justicia más
democrático y próximo a la ciudadanía), dotarnos de un sistema de mediación y
resolución de conflictos adecuado y moderno que evite la excesiva judicialización, la de
extender la democracia y la responsabilidad social al mundo empresarial y laboral, la de
establecer mecanismos de profundización de la democracia barrial, vecinal y local, la de
establecer una fiscalidad igualmente informada por principios de democracia más
180 activa, incluidos los que tienen que ver con el establecimiento de las prioridades
presupuestarias y fiscales desde la ciudadanía, la regulación democrática de la banca y
la exigencia de su responsabilidad social, etc.
cualificación
Política migratoria sin Pérdida de oportunidades y Construir una política migratoria
consenso y torpe aprovechamiento de un capital social justa, concertada, vinculada al
cualificado y dispuesto. desarrollo y estratégica.
Falta de cultura Desánimo social Emprendimientos novedosos
emprendedora Pobreza Construir cultura emprendedora
Codesarrollo
Economía y sociedad Pérdida de calidad ambiental Cambio de modelo productivo
181 agresiva con el medio Destrozo de recursos insustituibles Eficiencia social económica
ambiente Amenaza de deterioro Avance tecnológico
Banca con escaso Falta de capital social Cambio de modelo bancario
enfoque social Especulación Banca solidaria
Sistema de valores Pérdida de valores solidarios Promover proceso de laicidad y
autoritarios, patriarcales y Sociedades no libres cambio de valores culturales
receloso
Ciudadanos de segunda y Deterioro de democracia Democracia radical
tercera división Manipulación Lucha contra la oligarquizaciñón
Discriminación del poder
Paro coyuntural como Cerca d 5 millones de parados Cambio pautas de consumo
consecuencia de la crisis Autoorganización de parados
Cambio de modelo productivo
Situación estructural de Siete de cada 10 asalariados son Movilizacion social laboral
debilidad económica mileuristas Lucha contra precarización y
Legislación laboral deficiente contra recetas neoliberales
Deterioro de los servicios Perdida de derechos y garantías Construcción de nuevas redes de
públicos solidaridad
Desatención a los Que los decidan otros o nos aboquemos a Lucha civilizatoria
problemas civilizatorios promover el colapso
Por ello también la política debe tener opinión y propuestas “felicitantes” hacia ese
ámbito, no para interferirlo, reglamentarlo o dirigirlo, sino para remover los obstáculos
que dificultan la realización y la felicidad personal y de los grupos en términos de
182
sanidad de las relaciones, de igualdad de derechos y oportunidades, de promoción de la
libertad y de apoyo y fortalecimiento de las capacidades y habilidades de las personas
en orden a su felicidad.
En este sentido el trabajo es mucho y tiene que ver con condicionantes como los
micro-machismos, autoritarismos, estructuras relacionales opresivas, dificultades y
discriminaciones personales, limitaciones en derechos civiles, etc. existentes, el dotar a
las personas de capacidades y habilidades para la resolución de conflictos de forma
saludable y transformadora, el estímulo de mecanismos de apoyo a las personas y
familias en la realización de sus objetivos, y la creación de condiciones de estabilidad
personal, familiar y grupal que garanticen a cada cual la posibilidad de realización de
sus potencialidades y su felicidad.
No estamos postulando por una política intervencionista ni dirigista, sino por una
política de alcance humano que haga sujeto prioritario de la misma a todos y cada uno
de los individuos que componen la sociedad y haga de la preocupación personal y de
promoción de todos y cada uno, también, el fin de la acción y de la participación. Es por
eso que la política debe tener una propuesta y una opinión respecto de la calidad de las
relaciones humanas en el seno de la sociedad, respecto del ejercicio de los derechos de
las personas, respecto de la aspiración de felicidad de cada cual.
183
Nuestro modelo educativo compendia diversas deficiencias seculares que tienen que
ver con la herencia que arrastramos de hacer de la educación un campo de batalla
adoctrinador y puramente funcional para servir de cantera a los intereses de los que
mandan.
Llama la atención por ello el propio diseño de competencias que se hace desde lo
184
público no propongan aprendizajes válidos para ejercer derechos, diseñar objetivos
estratégicos, participar democráticamente en grupo, etcétera.
1.- Saber definir, evaluar y hacer valer sus recursos, sus derechos, sus límites y sus
necesidades;
93
ELBOJ, C. y otros “Comunidades de Aprendizaje. Transformar la educación” Editorial Grao.
Barcelona 2002.
94
PERRONOUD, P. http://www.scribd.com/doc/10324231/Competencias-p-Perronoud. También su libro
“diez nuevas competencias para enseñar” Biblioteca del Aula. Barcelona 2004
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8.- saber construir ordenamientos negociados más allá de las diferencias culturales.
- Trabajo de base
- No delegación
- Prácticas y cultura políticas participativas
- Democracia directa
- Implicación responsable
Tal vez esto pueda parecer imposible, pero no lo es cuando, la semana pasada, en la
provincia de Buenos Aires se ha empezado a impartir este tipo de conocimiento en las
asignaturas de educación para la ciudadanía95
95
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2011/03/110304_argentina_ensenanza_secundaria_radical_cr.shtm
l
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Hemos hablado del poder y sus perversiones, para encontrar cómo el poder es una
relación donde no todas las cartas están marcadas en beneficio de un poderoso y
perjuicio de los demás.
Desde la desconfianza que me ofrecen estos sitios, sin embargo creo que aún cabe la
oportunidad de trabajar por su transformación. Equo, que recién nace, puede ser una
oportunidad de algo diferente, el tiempo lo dirá, pero los recelos y pequeños detalles que
ya se vislumbran no permiten despejar las incertidumbres.
Cinco son, lo dijimos antes, los aspectos en los que los partidos deben, a mi entender,
mirar para su propia regeneración democrática:
Estos aspectos exigen un test “ de esfuerzo “ de los partidos hacia varios puntos que
paso a proponer.
Estando en una delicada situación de credibilidad los partidos políticos, una de las
principales labores que creo que deben acometer es la de la coherencia. Al menos,
ejemplificar en su vida interna los valores que postulan hacia fuera.
188
Esto implica abrir los partidos y sus diversas estructuras, desde las locales o
barriales, a la participación social, al debate y la deliberación y a la vida asociativa y
colaborativa, pero también implica que los militantes abandonen la comodidad del
seguidismo a las cúpulas
Los partidos, en cuanto a su funcionamiento interno, deben, al igual que las demás
instancias de participación, estar sometidos a criterios de calidad y de corrección. Desde
mi punto de vista no sería tampoco descabellado que se sometieran a una efectiva
protocolización de su funcionamiento interno con arreglo a procedimientos y protocolos
189 que garanticen la calidad y eficacia de su actuación. Debería, en mi criterio, establecerse
una evaluación de calidad y una certificación de la misma para homologar estas
instancias a un verdadero control de calidad, control que debería estar, a su vez,
expuesto al conocimiento público para garantizar su transparencia.
a) La que se refiere al uso del poder por parte de sus cúpulas y estructuras
ejecutivas
b) La que se refiere al comportamiento de su “funcionariado interno” en
orden a evitar la confusión de intereses particulares y sociales
c) La que se refiere al comportamiento de su militancia en general y de sus
simpatizantes y voluntariado.
d) La que se refiere al comportamiento y ejercicio de los cargos vinculados a
los partidos.
Hay que diferenciar estos elementos de ética política en relación a la diversidad de
funciones y ejercicio de responsabilidades específicos de cada uno de estos grupos de
partícipes en los partidos.