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MIS
PARÁBOLAS
3.444 - MIS PARÁBOLAS
432. El club del refugio 473
433. El amante perdido 475
434. Compartir el dolor del prójimo 476
435. El gorrión del aula-jaula 477
436. El Principito y el zorro 478
437. En casa de una prima 480
438. Dientes de león 481
439. Para el otro... ¡lo mejor! 482
440. La oveja negra de la familia 483
441. La historia de un día 485
442. En la ribera del Oka 486
443. Un gato en la palmera 488
444. Las granadas 490
445. Historia de un adoquín 491
446. Parábola de las muletas 493
447. El gato del gurú 494
Era un viejo rabino judío, célebre por su sabiduría. Todos lo admiraban por su
ingenio. Uno le preguntó un día por qué siempre que hablaba lo hacía con
parábolas o contando alguna historia. Y le respondió con una historia, la histo-
ria de la Verdad.
La Verdad, dijo, paseaba entre los hombres, siempre sin adornos, siempre
desnuda. Todos volvían su cara para no verla ni recibirla, decían que por
vergüenza; pero era, sin duda, por miedo. Al verse tan rechazada, indeseada
y temida, se llenó de tristeza y desánimo. Y, estando así, se encontró con la
Parábola, alegre ella y vestida de muchos colores. "¿Cómo estás tan triste y
desolada", dice la Parábola a la Verdad?
"Es que estoy tan vieja y tan fea, le responde la Verdad, que los hombres
escapan de mí". "¡Qué tonterías!, dijo riéndose la Parábola. No es por eso por
lo que te huyen. Mira, ponte estos adornos, ya verás cómo te siguen y cómo te
tratan".
Efectivamente las cosas le fueron de maravilla!
"Es que, terminó el rabino, los hombres no quieren la verdad desnuda, sino
disfrazada".
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
* Poner ejemplos en los que vosotros disfracéis la verdad. ¿Por qué la disfra-
záis?
* Inventar un diálogo entre la verdad y la mentira.
* Elaborar un decálogo sobre la verdad.
* ¿Qué importancia da la gente a la sinceridad: en la amistad, en la política,
en la religión, en la profesión, en la economía, en el grupo?
Aquel muchacho, casi un niño, iba a la montaña con su abuelo a cuidar las
ovejas. Se había criado en el monte, del que bajaba muy de tarde en tarde.
Aquel era un mundo vivo que conocía palmo a palmo: los animales, las plan-
tas, las piedras...
Desde hacía mucho tiempo, su pueblo vivía sometido a otro por conquista.
Ellos eran pastores y no estaban preparados para la guerra. En la paz de las
montañas nunca habían pensado en esta eventualidad. Pero ahora se encon-
traban en una situación humillante de la que se querían liberar. Tenían que
pagar fuertes tributos en ganado y nunca podían salir de su territorio sin permi-
so de los invasores.
-Escucha, le dijo aquel día su abuelo mientras subían, adoptando un tono de
seriedad. Ya eres mayor y puedes participar del secreto. ¿Ves la peña en la
cima?, el viento y las lluvias han labrado una cara.
El abuelo apuntaba con su vara:
-Mira los ojos, la boca, la nariz, los pómulos, la noble frente. Fíjate bien. El
muchacho había observado muchas veces aquel detalle cuando los buitres se
posaban en su nariz gigantesca o las águilas volaban a la altura de su frente,
dibujando una corona invisible. Se habían detenido un momento a descansar.
La cuesta hacía sudar. El abuelo dijo:
-Tiene que nacer en nuestro pueblo un libertador que nos libere de nuestros
enemigos. Ha de ser un hombre fuerte, valiente, generoso y muy inteligente.
-¿Cómo sabremos quién es?
-Tenemos una señal. Será aquel cuyo rostro se parezca al de la peña.
El nieto no se perdió palabra. Vio el ansia que tenía su abuelo porque saliera
pronto aquel libertador.
Mientras pastaban las ovejas, el pequeño pastor se pasaba largas horas con-
templando el rostro de la peña. Deseaba con todas sus fuerzas parecerse a él.
Murió el abuelo y, al cabo de muchos años, murió también el nieto sin que se
cumpliera su anhelo. Otros muchos detrás de ellos están en el monte mirando
la peña. Así han pasado siglos y siglos. Más de medio millón de años.
Algunos bajan al pueblo con la pretensión de que ya se asemejan al rostro de
la peña. Pero pronto se descubre su impostura.
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
Todos los que vivían en aquel oasis sabían que las estrellas que hay en el fondo
de una charca son sólo reflejo de las del cielo... y en sus largas y cálidas
noches, miraban las estrellas de arriba y soñaban amores imposibles con ellas...
Mientras, despreciaban los reflejos que temblaban de noche en noche en el
oscuro del agua.
Un buen día pasó por aquel oasis un caminante; venía desde muy lejos.
Y les habló de países donde en invierno hace frío, donde en primavera los
valles se llenan de hierba, donde la palabra "hogar" tiene sentido, donde los
sueños, van siempre más lejos del horizonte monótono y diario... y todos,
todos, le escucharon asombrados.
También vio las estrellas de la charca, y habló de liberarlas. Fue entonces
cuando los habitantes del oasis le tomaron por loco.
Pero él se pasó toda la noche con un cubo, sacando agua y estrellas casi
ahogadas... Así hasta las primeras luces del nuevo día.
Cuando amaneció y dejaron de brillar las estrellas, el caminante se fue a
descansar satisfecho. ¡No quedaba ni una sola estrella en la charca!
Pero los habitantes del oasis reían maliciosamente y esperaban que volviera la
noche, que brillaran en el cielo las estrellas, que se reflejaran en el agua
oscura... y así fue.
Al día siguiente, el caminante, avergonzado, emprendió un nuevo camino,
dejando tras de sí un rastro que el viento se encargó de borrar.
Pero nadie se dio cuenta de los pequeños brotes de hierba que, días después,
crecieron en el terreno que el caminante había regado sacando cubos de agua
de la charca, en su intento de liberar a las estrellas...
Y, aunque todo siguió igual, el desierto había perdido un poco de su aridez.
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
Hace miles de años, dos filósofos se hallaron en un cerro del Líbano, y uno de
ellos le preguntó al otro: -¿A dónde vas?
Y el otro filósofo respondió: ?Voy a la búsqueda de la fuente de la eterna
juventud que, por lo que he leído, mana entre estos montes. He hallado unas
escrituras que mencionan esa fuente, manando hacia el sol por estos rumbos.
Y tú, ¿qué estás buscando?
El primer filósofo contestó: -Ando en busca del misterio de la muerte.
Después, cada uno de ellos pensó que el otro era un necio y visionario, y
comenzaron a disputar enardecidos y a culparse ambos de ceguera de espíri-
tu. En tanto los dos filósofos se insultaban, un forastero, un varón al que creían
el tonto de su pueblo, pasó por allí y, al escuchar que aquellos dos varones
peleaban con ardor, se paró un instante a oír lo que decían.
Después, el recién llegado se aproximó a los filósofos y dijo: ?Amigos, parece
ser que los dos sois de la misma escuela filosófica, y que decís lo mismo,
solamente que con distintas palabras. Uno busca la fuente de la eterna juven-
tud, y el otro busca el misterio de la muerte. No obstante, si bien razonáis,
ambas cosas son la misma y se encuentran dentro de vosotros mismos.
Después, el forastero se dio media vuelta, exclamando: -Adiós, varones
sapientes. Y, al irse, se sonrió con indulgencia.
Los dos filósofos se miraron callados, y luego comenzaron a reírse de sí mis-
mos. Y uno de ellos terminó: -Bueno, ¿qué opinas si, ahora, andamos juntos,
para buscar juntos...?
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
La familia de los López era una familia de cinco tenedores, vamos, que en su
casa sólo se conjugaba el verbo tener. El señor López, don Basilio, se acostaba
cada día en pijama subjuntivo y, en lugar de rezar el "cuatro esquinas tiene mi
cama...", se aplicaba al modo gramatical del deseo, de lo hipotético, de lo
optativo:
Si yo tuviera... ¡Ojalá tenga! ¡Quién tuviera o tuviese!...
Por las mañanas, amanecía con el cepillo de dientes del indicativo en los la-
bios:
Tengo una casa de doscientos metros cuadrados, que me salió a tres mil pese-
tas el metro, que ahora ya cuesta siete mil; tengo un coche; tendré unos terre-
nos en el campo...
¡Los niños no podrán quejarse!, pensaba don Basilio, porque tienen de todo lo
que quieren, una moto, un equipo de tenis, un ordenador; tienen un padre que
tiene y basta...
Los niños se aburrían en el colegio, sufrían interiormente, echaban de menos
la compañía del padre, la conversación sobre lo que ellos consideraban graves
problemas, a su edad, y que tal vez lo fueran. La niña, un día de sol de.
primavera, llegó contenta a casa y esperó, hasta altas horas de la noche, para
besar a su padre y comunicarle una grata noticia:
-Papá, me han nacido dos brotes de rosa en el pecho.
Don Basilio, con la insensibilidad infinita que encierran los números, ni se in-
mutó y anotó en seguida en su agenda:
"Tengo dos chalés, dos hectáreas de regadío, dos industrias potentes, dos mil
acciones en Bolsa y dos pechitos en flor".
El señor López se movía en el mundo del tener, del comprar, del adquirir,
como pez en el agua. Si llegaba alguna visita, le mostraba los objetos, los
muebles, los aparatos de alta tecnología, la cristalería de Murano, las escritu-
ras de los últimos negocios conquistados, los dividendos de la McDonald Douglas
y lo despedía, porque tenía mucho trabajo. Si alguien le preguntaba qué era,
él respondía inmediatamente:
-Tengo dos chalés, tres industrias en el centro de la ciudad, tengo un automóvil
último modelo...
La mujer, en cierta ocasión, que lo vio muy apesadumbrado, se le acercó
afectuosa y le dijo:
-Me tienes a mí, amor mío.
Y él escribió rápidamente en su libreta: "Es verdad, se me había olvidado;
también tengo una mujer y un salario más y otro sexo y una criada..."
Un día su hija, harta de soledad, harta de libros y de tener, sin haber podido
ser jamás lo que quisiera, esperó hasta altas horas de la noche a su padre y
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
Los tres pájaros llevaban cada uno su trocito de carne en el pico. De pronto se
dan cuenta que unos cuervos les siguen.
-"Démonos prisa, dice uno, que nos persiguen para quitarnos la carne".
-"¡Qué desconfiado eres, le dijo otro, nos siguen porque les gustamos".
-"Déjalos, dice el tercero, si nos la quitan, podemos pronto conseguir más
carne, así estamos más tranquilos y no nos perseguirán".
Éste soltó la carne y se posó en un árbol y desde allí, sereno y libre, vio cómo
al que creía agradar le arrebataban la carne y después se posaba lejos, tem-
bloroso, triste y solo. El tercero, pobrecito, a pesar de su agotamiento, no
quería perder su trocito de carne y siguió volando, esperanzado, hasta que...
lo acosaron, le arrebataron la carne y a él mismo lo destrozaron en pleno
vuelo.
PROPUESTA DÉ ACTIVIDADES
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
* ¿Sois felices? ¿Cuáles son las bases de vuestra felicidad? ¿Qué harías para
hacer felices a vuestros amigos?
* Hay personas que son felices con su profesión, con lo que hacen. ¿A quié-
nes conocéis? ¿En qué se nota? ¿Por qué son felices? ¿Cómo repercute en
su vida?
* Completar diez veces la expresión: "Soy dichoso cuando ...."
* ¿Os lamentáis alguna vez de vuestra suerte? ¿Por qué? ¿Cuándo?
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
Manos vacías
Para encontrar a Dios, renuncié al mundo.
Años de penitencia encorvaron mi cuerpo.
Horas de meditación surcaron de arrugas mi frente.
Mis ojos se hundieron a fuerza de no mirar.
Y, por fin, me atreví a llamar a las puertas del templo, a extender delante de
Dios mis manos cansadas de pedir limosna a los hombres...
Mis manos vacías.
¿Vacías?
Pero ¡si estaban llenas de orgullo!
Y volví a salir del templo en busca de humildad. Era verdad... ¡Era verdad! Yo
había llevado una vida de penitencia, los hombres lo sabían y me honraban...
y a mí me complacía.
Ahora procuré hacerme despreciar de todos. Busqué humillaciones sin cuento.
Hice que me trataran como al polvo del camino. ¡Mira mis manos! Todavía
están llenas... llenas de tu humildad... No quiero ni tu humildad ni tu orgullo...
¡Quiero tu nada!
Y volví a salir para desprenderme de mi humildad. Y ando por el mundo,
tratando de aprender la lección de mi nada... Y entonces, cuando mis manos
estén vacías de todo... sí, de todo... vacías de mí misma... volveré al templo y
Dios depositará en mis manos vacías la limosna infinita de su divinidad.
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
* ¿En qué situaciones de vuestra vida sois como la liebre que no valoráis las
cualidades de los demás?
* Buscar la parte positiva de situaciones o momentos que, a juzgar por la
apariencia, son negativos. Comentar.
* Dialogar sobre la importancia que tiene el conocer nuestros defectos para
corregirlos y así comprender los defectos de los demás.
* Cambiar los animales del relato por personajes famosos de la actualidad.
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
Deseaba tener una habitación limpia individual, un armario lleno de ropa, una
cama muy blanca, un lavabo resplandeciente, una mesa con una lámpara de
luz suave. Pero debía matar a alguien.
También soñaba con sentirse amparado por una institución del Estado y vivir
entre camaradas en una residencia de volúmenes modernos donde hubiera
una biblioteca, campos de deporte, una cafetería con barajas y una sala de
televisión que diera a un patio o tal vez a un jardín cubierto de flores de nieve.
Para eso necesitaba un buen cuchillo y el dinero del billete de avión.
Era un sujeto hambriento y desamparado, que en Madrid iba como un perro
por los semáforos con la mano tendida pendiente de la caridad automovilística.
Sabía que si lograba realizar aquella hazaña toda su miseria acabaría de re-
pente. Sólo trataba de recobrar la dignidad. Tampoco exigía demasiado. Pedía
comida, trabajo, tiempo libre, aseo personal, un pequeño espacio para soñar,
algún compañero de fatigas con el que pudiera hablar del pasado, pero ese
paraíso estaba lejos de aquí. Antes tenía que liquidar a un prójimo. Por fin se
decidió a hacerlo.
Este "perro" madrileño primero cometió un atraco logístico a un estanco, sacó
el pasaporte y compró un billete de avión con destino a Suecia. No llevaba
consigo la navaja todavía. La consiguió en el mismo aeropuerto de Estocolmo,
y después de pasar la aduana, puestos ya los pies en una tierra tan amable,
comenzó por acuchillar a un nativo, y no mató a uno, sino a tres, porque sabía
que cuantos más crímenes cometiera, más firme sería su porvenir. Se entregó
enseguida, lo metieron en una cárcel del país y, al instante, allí le fueron
reconocidos sus derechos humanos. Esa noche durmió en una celda con cale-
facción; al día siguiente, tomó varias sopas humeantes; luego le atendió un
psicólogo y, a continuación, inició una vida respetable y deportiva dentro de los
muros; y no le faltaba cada dos semanas aquella mujer que le ofrecía el cuer-
po con un poco de amor durante una hora de visita. Su sueño ya nunca tendría
final.
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
Allá, abajo del río, vi a un hombre cuyo nombre no importa. Tendría unos 80
años, y su paso era poco firme, temblaban sus manos, sus ojos lloraban y se
reía a solas como si supiera algo muy cómico acerca del resto de la humani-
dad.
En su época era el mejor pescador de la comarca. "Yo los agarro hasta donde
no hay", solía decir. Sabía, coger las carnadas más convenientes para toda
ocasión, conocía la profundidad exacta donde nadaban las diferentes clases de
peces y el tamaño preciso que debía tener el anzuelo.
A poca distancia de la choza donde habitaba el pescador, el río hacía una
vuelta cerrada, y era allí (en aguas profundas y tranquilas) donde le encantaba
sentarse sobre un tronco, que estaba en la orilla, y lanzar su cuerda al agua.
Allí nada más, ningún otro sitio le gustaba.
Pero la naturaleza no respeta las costumbres del hombre. Sucedió que, duran-
te un invierno, hubo una crecida espantosa. Cuando las aguas volvieron a
bajar, el río había abandonado su viejo cauce y se había alejado unos cincuen-
ta metros hacia el oeste, formando un canal completamente nuevo. En el reco-
do, donde nuestro pescador solía coger su presa, ya no quedaba sino un banco
de arena.
Un hombre cuerdo, en su caso, se habría adaptado a las nuevas condiciones y
habría buscado también otro lugar para pescar. No así nuestro pescador. Si
uno quiere tomarse el trabajo de visitar el lugar, puede ver al viejo sentado
sobre el mismo tronco y pescando en el mismo banco de arena.
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
* ¿Qué opináis del dolor? ¿Cómo lo vive la gente? ¿Cuáles son las cosas por
las que más sufre la gente?
* Escribir una carta a la mujer joven de la parábola, dándole consejos para
que acepte las desgracias con fortaleza cristiana.
* Dialogar del tema de la muerte como liberadora de todos los males.
* Hacer una lista de razones o situaciones por las que estéis dispuestos a
luchar o a morir.
Dos hermanos, uno soltero y otro casado, poseían una granja cuyo fértil suelo
producía abundante grano, que los dos hermanos se repartían a partes igua-
les.
Al principio todo iba perfectamente. Pero llegó un momento en el que el her-
mano casado empezó a despertarse sobresaltado todas las noches, pensando:
"No es justo. Mi hermano no está casado y se lleva la mitad de la cosecha; pero
yo tengo mujer y cinco hijos, de modo que, en mi ancianidad, tendré todo
cuanto necesite. ¿Quién cuidará de mi pobre hermano cuando sea viejo?
Necesita ahorrar para el futuro mucho más de lo que actualmente ahorra,
porque su necesidad es, evidentemente, mayor que mía".
Entonces se levantaba de la cama, acudía sigilosamente a donde residía su
hermano y vertía en el granero de éste un saco de grano.
También el hermano soltero comenzó a despertarse por las noches y a decirse
a sí mismo: "Esto es una injusticia. Mi hermano tiene mujer y cinco hijos y se
lleva la mitad de la cosecha; pero yo no tengo que mantener a nadie más que
a mí mismo. ¿Es justo, acaso que mi pobre hermano, cuya necesidad es mayor
que la mía, reciba lo mismo que yo?".
Entonces se levantaba de la cama y llevaba un saco de grano al granero de su
hermano.
Un día, se levantaron de la cama al mismo tiempo y tropezaron uno con otro,
cada cual con un saco de grano a la espalda.
Muchos años más tarde, cuando ya habían muerto los dos, el hecho se divulgó.
Y cuando los ciudadanos decidieron erigir un templo, escogieron para ello el
lugar en el que ambos hermanos se habían encontrado, porque no creían que
hubiera en toda la ciudad un lugar más santo que aquél.
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
Un día quise ver a mis tres amigos, unos que trabajan en una obra de construc-
ción, cerca de mi casa. Hacía mucho que no los veía, ¿qué era de sus vidas?
Casi a la entrada, en una postura de comodidad, me encuentro al primero.
"Hombre, qué alegría verte", le dije mientras le daba un fuerte abrazo. "¿Cómo
te van las cosas?" -"Aquí, trabajando y sudando como un negro, ya me ves.
Como un idiota, esperando largarme cuanto antes".
Doy tan sólo unos pasos y allí en un andamio, a escasos metros del suelo,
encuentro a otro viejo amigo. "Por fin te veo, ¡cuidado que hace tiempo! ¿Cómo
te va todo esto?" -"Pues hombre, ya ves. Las vueltas que da la vida. Hay que
hacer algo, ¿no? Hay que ganarse el pan y mirar por los hijos. Es ley de vida",
me dijo.
Levanto la vista y, allá arriba, en una postura de difícil equilibrio, veo a mi otro
amigo. Sintió una enorme alegría al verme y, con una gran sonrisa y una voz
potente, me preguntó cómo me iba, cuándo nos veríamos más detenidamente.
Y, para terminar, me dijo: "Aquí estoy haciendo una escuela bonita, bonita, ya
verás qué escuela".
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
Era una costa peligrosa. Golpeada por el oleaje y los grandes huracanes. La
costa había sido testigo de innumerables naufragios. La fama de la zona era
reconocida por todo el mundo. Los capitanes de los grandes barcos procura-
ban no pasar cerca de esa costa por el peligro de naufragio. Sin embargo,
cada año, varios barcos se hundían en las rocas y arrecifes por esos lugares.
Los que vivían en esa parte, siendo misericordiosos, decidieron establecer un
pequeño rancho sencillo en la costa, con un equipo de salvavidas. Hicieron
campañas, año tras año, para recoger fondos y así poder sostener el humilde
refugio. El equipo de salvavidas se volvió experto con mucha práctica y el
número de personas perdidas iba disminuyendo.
La fama del pequeño refugio creció y varios ricos de buena voluntad dejaron
en herencia dinero para mantenerlo. Al final, se notó que los fondos del refu-
gio eran muchos. Fue necesario nombrar un tesorero y comité para controlar
bien el dinero. Así lo hicieron.
Un día, un barco de primera categoría -con pasajeros ricos- se hundió cerca
del refugio. Los salvavidas salieron con sus lanchas para salvar a los pasajeros.
Cuando los llevaron al refugio, tenían vergüenza de las condiciones tan pobres
del lugar. En la próxima reunión del comité pro mantenimiento, decidieron
mejorar las condiciones del refugio para poder servir mejor a los pobres náu-
fragos. A la vez, tomaron la decisión de dar sueldos a los salvavidas (que antes
eran voluntarios) para poder servir mejor a esos mismos náufragos. Se creó
un "comité pro mejoramiento del refugio". Ellos resolvieron conseguir un deco-
rado interior para hacer el refugio más presentable y poder recibir mejor a.
los pobres náufragos. El decorador hizo bien su trabajo y el edificio resultó
muy bello.
La fama del refugio iba creciendo. Mientras tanto, muchas personas pidieron
ser miembros del equipo salvavidas aunque fuera como miembros honorarios.
Contribuyeron ellos con fondos propios para mantener el lugar. Uno de ellos
hizo una bandera especial para el refugio y otro -con mucha iniciativa creado-
ra- sugirió un lema y un cambio de nombre del refugio, así como un regla-
mento específico. Así, la institución pasó a llamarse "El Club del Refugio".
El comité hizo un libro especial, reuniendo todos los reglamentos y las tradicio-
nes más importantes para los miembros. Fue igualmente organizado un rito de
iniciación para admisión de los nuevos miembros del Club.
La fama de "El Club del Refugio" creció aún más. En el sitio se ubicó un gran
restaurante para atender a los socios. Progresivamente aparecieron canchas
de tenis, salones de fiestas, etc.
Un día, durante la reunión-almuerzo de los miembros-, ocurrió un naufragio.
El equipo de salvavidas salió para salvar a las víctimas. Cuando llegaron, esta-
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
* Analizar, revisar y observar entre los valores que presenta el valor que se da
al tener, al dinero... y a la pobreza. Sacar conclusiones.
* Buscar maneras posibles de sensibilizarnos y de sensibilizar a otros sobre el
reparto justo de los bienes.
* ¿Qué importancia tiene para vosotros el dinero? ¿Podríais hablar de esclavi-
tud por el dinero, el tener y el consumo?
* ¿Qué rasgos tiene una persona servicial?
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
* Comparar este hecho con el amor que se suele dar en vuestro entorno.
* Elaborar el decálogo de la "verdadera felicidad".
* ¿Qué podéis aportar cada uno al grupo, a los amigos, a la familia para
hacerles más felices?
* Comentar situaciones en las que vosotros no os hayáis comportado de for-
ma tan generosa, como las personas del relato, y explicar qué podríais
haber hecho.
Había un río caudaloso y bello como pocos. Los árboles creyeron que era un
bonito lugar para colocarse en los alrededores; por ello se reunieron y deci-
dieron situarse cada uno donde quisiera, eso sí, lejitos de las aguas.
Unos prefirieron estar juntos, otros solitarios, aquellos junto a unas rocas, éstos
en la explanada. Había espacio para todos. Ninguno explicó su elección.
Cuando ya cada cual estaba en su sitio, echaron una ojeada para ver a los
otros, y... todos se dieron cuenta de que había uno en un lugar peligroso.
Estaba a tres metros del río, un poco inclinado hacia él; y con las raíces no muy
sólidamente agarradas a la tierra, pues había también rocas y piedras.
Los otros, al ver la peligrosidad del lugar, no pudieron menos de gritarle:
- Quítate de ahí, le dice uno, un pequeño corrimiento de tierra, y no lo cuen-
tas.
- ¿A dónde vas tú con esas raíces? No aguantas ni dos meses.
- Oye, novato, ¿qué te crees, que por estar cerca del agua, vas a crecer más?
El agua va a ser tu perdición, ya verás.
- Ahí, un vendaval, por pequeño que sea, te lleva por delante.
- O un niño que se siente en tus ramas, y caes al agua.
Mil razones le dieron, pero no lo convencieron y no hizo caso. Y, cuando
acabaron de decirle cosas, él también empezó a decir lo que pensaba sobre
cada uno:
- ¿Por qué os ponéis juntos? ¿Es que no sois maduros?
- Como hagan un camino por ahí, veréis dónde vais a parar.
- Cualquier día hay fuego y no tenéis defensa.
- Tú no has pensado en los excursionistas... ¡Qué mal lo vas a pasar"
- Vosotros muy fuertes y creciditos, pero, como necesiten leña para calentarse
o vigas o tablas para la construcción, ya os veo en el suelo.
Cuando terminaron sus argumentaciones, uno miró allá y no pudo contenerse,
lanzó un grito señalando con el dedo a aquel chiquitajo, que nadie había visto,
entretenidos en lo suyo como estaban. Aquello era el colmo: a sólo un metro
del río, además inclinado hacia él y con algunas raíces al aire... "Quítate de
ahí", gritaron todos al unísono con una fuerza increíble, y sin esperar más,
nuevamente gritaron todos: "¡Inmediatamente!" En seguida le cayó una lluvia
de insultos: "Eres un irresponsable", "Imprudente", "Te las quieres dar de listo",
"Mira el original", "Se cree que tiene más personalidad", "No eres más que un
adolescente", "Cuatro ramuchas que tienes y tanto quieres lucirlas"...
Al ver que no hacía caso, comenzaron a reírse de él, a hacer chistes cada vez
más humillantes... El pobrecito no podía decir ni palabra. Todos contra él, lo
tenían acorralado. Demasiados y graves insultos para tanta debilidad...
Apenas pudo, compungido y con la voz temblorosa, les dijo como pidiendo
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
Érase una vez un gato que, perseguido por un perro, arribó misteriosamente a
la copa de una palmera. Tan alta era la palmera que, al irse el perro, le dio
miedo bajar por el vértigo que sentía.
Acurrucado pasó una hora, dos horas... llegó la noche. Y sintió hambre y frío.
Y se puso a llorar con maullidos lastimeros. Toda la noche fue de llanto. Al
amanecer, pasó por allí el panadero que llevaba pan caliente para los vecinos
de la casa cercana. Pero el panadero ni miró. Hacía mucho frío como para
sacar la cara de la bufanda.
Un poco más tarde, se acercaron un grupo de niños que caminaban hacia el
colegio. Uno de los niños venía comiendo un soberbio bocadillo de sardinas. Al
olor de las sardinas, el gato sintió que los ojos se le salían de sus órbitas. Su
maullido fue muy agudo... Los niños se pusieron a mirar la copa de la palmera
y comenzaron a tirar piedras. El gato se tapó la cabeza entre las patas y se dijo
para sí: "¿Qué les habré hecho yo?". El toque de una campana lejana hizo
cesar automáticamente el bombardeo. El gato debería seguir esperando...
Pasadas unas dos horas, oyó el gato un rumor de voces. Varias personas esta-
ban hablando al pie de la palmera. Aguzó el oído y le pareció que estaban
hablando de él. Uno de los que hablaban decía pertenecer a la Sociedad
Protectora de Animales y discutía acaloradamente sobre la manera más efec-
tiva de hacerlo bajar de la palmera. Hablaron de llamar a los bomberos, de
buscar una escalera, de montar un puente, de poner sardinas,... etc, etc,. Todo
se quedó en palabras. Tras dos horas discutiendo, el pobre gato seguía siendo
inquilino de la palmera... Y el gato pensó para sí: "¡Pobrecitos! con lo sencillo
que es..."
Llegó la hora de la comida, volvió a quedar la palmera solitaria. Y de nuevo el
hambre se hizo dueña del estómago del gato, que, por los resultados obteni-
dos, veía que, sin remedio, la muerte se le acercaba... Relamiendo la tristeza
de su próximo fin, sintió varios golpes. Dos jóvenes, con largas varas, golpea-
ban las ramas de la palmera. Una de ellas, lo alcanzó y le hizo caer desde
arriba bruscamente. Tras el golpe, el gato huyó presa del miedo y, mientras se
alejaba, escuchó: "¡Para otra vez, mira dónde te subes!".
Mientras corría sin rumbo fijo, al gato le sobrevino la película de los aconteci-
mientos. "¿Qué distintos son los hombres?" pensó para sí. Unos ni se enteran,
otros son violentos, otros pierden el tiempo hablando, y los que solucionan las
cosas, no lo arreglan del todo bien...! Y se las dan de inteligentes!...
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
Había un adoquín en la calle que estaba contento con su papel: los niños y
ancianos lo pisaban, los coches pasaban, no había charquitos ni baches, todo
era bonito. Pero a él lo fastidiaban los otros adoquines, que cada uno apretaba
por un lado, y no se podía mover. Los veía hasta con malas intenciones. A su
vista sólo tenía a ésos y le parecían injustos con él, ¡egoístas! "Seguro -decía-
que me aprietan a mí porque yo no me quejo y luego ellos tienen espacio de
sobra para respirar.
Un día, no aguantaba más y se plantó: "Estoy harto de vosotros y me voy". Los
otros pensaron: "Más tranquilos y anchos vamos a estar" "Si quieres rodar, vete
por ahí, cualquiera sabe dónde irás a parar... Ah, y tú eres responsable de las
desgracias que sucedan por no estar en tu sitio", "Adiós, no aguanto más".
Apenas se marchó, un niño en bicicleta que venía a toda velocidad y no lo vio,
se cayó aparatosamente y se rompió el brazo. La gente que acudió a atender
al niño colocó el adoquín en el hueco de antes. Los cuatro compañeros le
riñeron: "Ves, eres un irresponsable, ¿para qué quieres tanta libertad? En la
vida hay más cosas que eso".
- "¿Veis, dice el adoquín, cómo no se puede estar con vosotros? Sólo hacéis
condenarme. No me queréis a vuestro lado; lo único, aprovecharos de mí.
Para eso me voy, me pongo fuera de la calzada y ya está".
Apenas se había quitado, vino una moto y, al pasar su rueda por el hueco
dejado por el adoquín, ¡hala!, fue a estrellarse contra la pared y, por poco, se
mata el conductor al darse su cabeza, con el adoquín. El muchacho ensan-
grentado y todo pone el adoquín en su sitio. Surgen nuevas riñas de los compa-
ñeros, uno le dice: "Por faltar tú, ¡otro golpe". Otro: "Antes, ni charquitos de
agua, y ahora todo van a ser charcos de sangre". El tercero: "Y la calle está
más fea". Y el otro cuarto adoquín: "Y hasta nos proteges, el otro día un niño
estuvo tirando de mí y me separó un poco de los otros. Hasta puede ser que,
por tu culpa, se estropee toda la calle". Todos le decían: "Dónde mejor estás es
aquí". Parecía convencido ya de quedarse cuando oyó mucho ruido, gritos,
caballos, botes de humo. Dice: "¡Uff!, es una manifestación de trabajadores,
que no están contentos y se enfrentan a la policía. Esto no me lo pierdo. Lo veo
desde fuera, junto a la pared". Desde allí pudo observar bien lo que pasaba.
Los obreros arrojaron palos, piedras, todo lo que encontraban. Tiraron tam-
bién los otros adoquines compañeros, los arrancaron y los lanzaron contra la
policía. Por ello quedó un hoyo enorme en la calle. Otros que venían detrás
cogieron más y más. El último de todos vino por él y lo tiró con fuerza a un
policía, lo hirió mortalmente y, otra vez, lo bañaron en sangre... El quería ya
volver a su sitio y estarse quietecito haciendo su papel, pero... al día siguiente,
tempranito, vinieron unos señores con distintas herramientas, los juntaron con
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
Había una vez un país donde todos, durante muchos años, se habían acostum-
brado a usar muletas para andar. Desde su más tierna infancia, todo los niños
eran enseñados debidamente a usar sus muletas para no caerse a cuidarlas, a
reforzarlas conforme iban creciendo, a barnizarlas para que el barro y la
lluvia no las estropeasen.
Pero un buen día, un sujeto inconformista empezó a pensar si sería posible
prescindir de tal aditamento. En cuanto expuso su idea, los ancianos del lugar,
sus padres y maestros, sus amigos todos le llamaron loco: "Pero, ¿a quién
habrá salido este muchacho? ¿No ves que, sin muletas, te caerás irremedia-
blemente? ¿Cómo se te puede ocurrir semejante estupidez?"
Pero nuestro hombre seguía planteándose la cuestión. Se le acercó un anciano
y le dijo: "¿Cómo puedes ir en contra de toda nuestra tradición Durante años y
años, todos hemos andado perfectamente con esta ayuda. Te sientes más se-
guro y tienes que hacer menos esfuerzo con las piernas: es un gran invento.
Además, ¿cómo vas a despreciar nuestras bibliotecas donde se concreta todo
el saber de nuestros mayores sobre la construcción, uso y mantenimiento de la
muleta? ¿Cómo vas a ignorar nuestros museos donde se admiran ejemplares
egregios, usados por nuestros próceres, nuestros sabios y mentores?"
Se le acercó después su padre y le dijo: "Mira, niño, me están cansando tus
originales excentricidades. Estás creando problemas en la familia. Si tu bis-
abuelo, tu abuelo y tu padre han usado muletas, tú tienes que usarlas porque
eso es lo correcto".
Pero nuestro hombre seguía dándole vueltas a la idea, hasta que un día se
decidió a ponerla en práctica. Al principio, como le habían advertido, se cayó
repetidamente. Los músculos de sus piernas estaban atrofiados. Pero, poco a
poco, fue adquiriendo seguridad y, a los pocos días, corría por los caminos,
saltaba las cercas de los sembrados y montaba a caballo por las praderas".
Nuestro hombre del cuento había llegado a ser él mismo.
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
* ¿Con cuál de los personajes os identificáis: con el joven o con los mayores?
¿Por qué?
* Enumerar las cosas que te gustaría cambiar. ¿Cómo hacerlo?
* Hacer un retrato-robot de cada personaje.
* Escenificar sólo con mímica y comentar posteriormente.
* Buscar todo lo positivo que lleva consigo el conservadurismo y los valores
que aporta el cambio.
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
Había un río con un pueblecito a cada lado. Se unían por una calle sobre un
puente que cruzaba el río. Un día, apareció un agujero en el puente. Ambos
pueblos estaban de acuerdo en que había que arreglar este agujero. Pero no
se ponían de acuerdo respecto a quién le tocaba hacerlo. Cada uno de los
pueblos se consideraba superior al otro. El pueblo de la derecha del río decía
que era el principal destino de la calle, así que ya que el otro pueblo era
menos importante, se debía encargar de arreglarlo. El pueblo del lado izquier-
do del río, por su parte, mantenía que todo el tráfico venía hacia ellos, de
modo que les debía tocar a los de la derecha.
La disputa siguió y también el agujero. Mientras más tiempo pasaba, más cre-
cía la hostilidad entre los pueblos.
Un día, un vagabundo del pueblo se cayó en el agujero y se partió la pierna.
Las personas de los dos pueblos le preguntaron con mucho detalle si había
caminado desde la orilla derecha a la izquierda, o desde la izquierda a la
derecha, para poder decidir cuál de los pueblos era el responsable del acci-
dente. Pero él no lo podía recordar, ya que esa noche estaba borracho. Un
tiempo después, un carruaje estaba cruzando el puente; se cayó en el agujero
y se rompió el eje. Ninguno de los pueblos se fijó en este accidente, ya que el
viajante no iba de un pueblo a otro, sino que solamente estaba de paso. El
viajante salió del agujero y preguntó enfadado que por qué no se había arre-
glado el agujero.
Cuando escuchó la razón, declaró: "Yo compraré este agujero. ¿Quién es el
dueño?".
Los dos pueblos dijeron a la misma vez que eran los dueños del agujero.
"El que sea el dueño tiene que probarlo."
"¿Cómo podemos probarlo?", preguntaron ambos lados. "Es simple. Sólo el
dueño del agujero tiene el derecho de arreglarlo. Compraré el agujero del
que arregle el puente."
Las personas de los dos pueblos se pelearon por hacer el trabajo, mientras el
viajante fumaba un cigarro y el chófer le arreglaba el eje. Arreglaron rápida-
mente el puente, y pidieron el dinero por el agujero.
"¿Qué agujero?", el viajante decía sorprendido. "Yo no veo ningún agujero.
Llevo desde hace tiempo buscando un buen agujero. Estoy dispuesto a pagar
bastante dinero por él, pero por aquí no hay agujero. ¿Me están tomando el
pelo, o qué?
Se subió a su carruaje y se fue. Las personas de los dos pueblos ya han hecho
las paces. Ahora esperan en el puente en perfecta armonía y, cuando pasa un
viajante, lo paran y le dan una paliza.
* ¿Cuáles son los principales "agujeros" que existen en vuestro grupo, pandi-
lla, clase, trabajo, sociedad?
* ¿Qué "agujeros" hay en vuestra vida diaria? ¿A quién corresponde arreglar-
los? Razonar.
* ¿Cuántas veces habéis sido "puente" -punto de unión- en alguna situación
difícil. Comentar.
* Aplicar el mensaje de esta parábola a la problemática de los ancianos, de la
sanidad, de la enseñanza, de las familias rotas, de la drogodependencia...
* Escenificar la parábola. Luego dialogar, aplicarla y sacar conclusiones.
Había una vez un rey, al que le gustaban mucho los trajes bonitos, y sólo
pensaba en vestirse del mejor modo posible.
Cierto día dos sastres fueron a verlo y le dijeron:
- Podemos hacerte un traje tan hermoso como nadie ha tenido nunca y, ade-
más, tendrá la ventaja de que aquel que sea tonto no podrá verlo.
Sólo los inteligentes serán capaces de ver el traje. El rey se alegró al oír la
oferta de los sastres y les encargó el vestido.
Les dieron a los sastres las mejores piezas de seda y terciopelo para que em-
pezaran a confeccionar el traje.
Cuando pasaron unos días, el rey envió a un ministro suyo para saber cómo
iban los trabajos.
Los sastres enseñaron al ministro una percha, donde no había nada colgado, y
le dijeron: -El traje ya está listo.
Y, como el ministro sabía que el que fuera tonto no podía verlo, fingió que lo
veía y los felicitó.
Llevó la percha vacía al rey y el rey también fingió verlo.
Se quitó el traje que llevaba y ordenó que le pusieran el nuevo.
Cuando el soberano salió a pasear por la ciudad, todo el mundo veía que iba
desnudo, pero nadie se atrevía a decirlo, sabiendo que únicamente los tontos
no podían ver el traje.
Todo el mundo seguía fingiendo ver el traje hasta que, de pronto, un niño se
fijó en el rey y dijo: -Mirad, el rey se pasea desnudo por la ciudad. El rey
entonces, se miró a sí mismo y se puso todo colorado.
Y toda la gente empezó a reírse al ver al rey desnudo por la calle.
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
* Contar algunos casos en los que vosotros os habéis dejado llevar de las
opiniones de los demás y no os habéis atrevido a decir la verdad.
* ¿Cambiaría algo Cristo para hacer suya esta parábola?
* Estudiar el grupo el tema de las "medias verdades".
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
Se cuenta que, en tiempos muy remotos, hubo una ciudad con ríos y campos
que le daban cuanto necesitaba, y que nunca supo de hambre ni de tristeza.
Pero la gente que vivía en las casas de esta ciudad disfrutaba hablando. Sólo
trabajaban un poquito: el resto del tiempo lo perdían hablando.
Ocurrió un día la llegada a la ciudad de un hombre que habitaba en la cima de
un monte y que informó de haber visto una nube de incontables langostas
volando en dirección a la ciudad. Muchos habitantes de la ciudad se apresura-
ron a hacer largos discursos de agradecimiento para el hombre, por haberles
avisado.
Y la ciudad comenzó los preparativos para hacer frente a la plaga: los poetas
compusieron versos criticando a las langostas y amenazándolas con la destruc-
ción. También se rastrearon en los libros antiguos, con las hojas bien amarillas,
testimonios que afirmaran la posibilidad de vencer perfectamente a las nubes
de langostas. También se diseñaron vestidos preciosos para uso de quienes
quisieran combatir la plaga. También se escribieron con tiza en las paredes de
las casas frases vejatorias para las langostas. También se organizó un congreso
en el que participó casi toda la población de la ciudad y en el que se pronun-
ciaron discursos verdaderamente larguísimos. Y salieron de su boca un torren-
te de frases que insultaban acaloradamente a la plaga:
"Las langostas son tontas..."
"Las langostas son feas..."
Los ciudadanos callaron cuando un sencillo labrador, conocido por sus pocas
palabras se adelantó y dijo: "Tenemos que encontrar un medio eficaz para
acabar con las langostas. Obremos todos como un solo cuerpo, reunámonos
alrededor de nuestros árboles y nuestros campos e impidamos que la plaga de
langostas se acerque a ellos por cualquier medio".
Cuando el discurso llegó a su fin, aplaudieron mucho y maldijeron a las lan-
gostas, pero ya habían olvidado lo que acababan de oír.
La plaga de langostas llegó mientras la gente de la ciudad estaba dedicada a
discutir: cada partido intentaba imponer el valor de su opinión por todos los
medios. La langosta ocupó la ciudad y no tardó en comerse la yerba y las
espigas de trigo y las hojas de los árboles.
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
Entre las colinas vivía un hombre que poseía una estatua, cincelada por un
antiguo maestro. La tenía ante su puerta, de cara al suelo, sin jamás prestarle
atención.
Un día pasó ante la casa un hombre de la ciudad, un hombre de conocimiento,
y al ver la estatua, preguntó a su poseedor si la vendería.
El dueño respondió, riendo:
- Por favor, ¿quién querría comprar esa piedra sucia y sin gracia?
- Te daré por ella esta moneda de plata, díjole el hombre de la ciudad. Y el otro
se quedó atónito y encantado.
La estatua fue transportada a la ciudad, a lomos de un elefante. Y, después de
muchas lunas, el hombre de las colinas visitó la ciudad y, mientras andaba por
las calles, vio una multitud delante de una tienda y un hombre que gritaba:
- ¡Entrad a contemplar la más hermosa, la más maravillosa estatua del mundo!
Sólo dos monedas de plata para admirar la más portentosa obra maestra!
Y, así, el hombre de las colinas pagó dos monedas de plata por entrar en la
tienda a ver la estatua que él mismo había vendido por una sola moneda de
plata.
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
Había muchos pastores en aquel pueblo. Cada uno tenía unas 100 ovejas.
Todos los días las cuidaban lo mejor que podían. Por eso eran la envidia de
otros pastores de la comarca. Aquellos pastores tenían fama de ser muy com-
petentes, conocedores del rebaño, del lugar de pastos, aguas y atenciones
requeridas en cada época del año...
Poco a poco se fue apagando su entusiasmo y se entretenían en hablar de sus
cosas.
Un día llegó a tanto su desgana, irresponsabilidad o despiste que, entretenidos
en hablar y jugar en el campo donde pastaban sus rebaños, al atardecer, hora
de volverse, no ven más que 12 ovejas. Todas las demás, centenares, habían
desaparecido.
Al sentirse tan enfrascados, no se propusieron ir a buscar a todas las que se
habían perdido. Pensaron que era muy tarde y que ya volverían si querían.
Ellos las habían querido, las habían cuidado bien ¿de qué se podían quejar?
¡Peor para ellas! Vamos a cuidar bien a éstas que se han quedado -se dijeron-
. Y las rodearon entre todos, las llenaron de mimos. A veces había hasta celos
entre ellos, tanto las querían.
Algún pastor quiso separarse de los otros e intentar ir a buscar a las otras, pero
por poco le pegan... Pasaban muchas horas, recordando a cada una de las
que se habían perdido y procurando descubrir las razones por las que se
perdieron. Hicieron poesías, artículos, estudios, estadísticas, libros... sobre ellas.
Al fin, se acostumbraron a esas poquitas y las rodearon con cariño, las cono-
cían al detalle y se turnaban para darles de comer. Les buscaron un lugar muy
tranquilo, defendido de los vientos y las aguas, y un buen cobijo.
Todo parecía ir muy bien, hasta que comenzaron a faltar pastos y hubo que ir
monte arriba a buscar otras hierbas. Entonces vino la tragedia. Unas no podían
subir, no estaban acostumbradas, otras se quedaban prendidas en las zarzas,
algunas otras resbalaban en las rocas... Al final, comprendieron que tenían
que turnarse llevándolas a hombros, de lo contrario no llegarían, morirían sus
ovejas en el camino.
Los pastores están allí arriba cada vez más tristes porque envejecen con tan
poquitas ovejas, y éstas cada vez más flacas, viejas, incapaces... ¡estériles!
Lejos, muy lejos se ven muchas ovejas que corren y juegan... con todos sus
corderillos. Los pastores siempre comentan a quienes ven "que, aunque parez-
ca que aquellas ovejas están mejor, es pura apariencia. Ninguna está tan bien
guardada y es tan querida como éstas; no tienen corderillos que estropeen la
intimidad y la unidad; y, al final, morirán, rodeadas de cariño, ¿cuándo una
oveja ha muerto tan querida?"
Y, entre todos, se pusieron a redactar un precioso documento, sobre la vida y la
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
Cierto día, el Ojo dijo: "Más allá de estos valles, veo una montaña envuelta en
el azul de la niebla. ¿No es hermosa?
El Oído oyó esto y, tras escuchar atentamente un rato, dijo: "Pero, ¿dónde está
esa montaña? No la oigo..."
Luego habló la Mano y dijo: "En vano trato de sentirla o de tocarla; no encuen-
tro ninguna montaña por ahí."
La Nariz dijo: "No hay ninguna montaña, no puedo olerla"
Cuando el Ojo se volvió hacia otro lado, los demás sentidos empezaron a
murmurar sobre su extraña alucinación. Y comentaban entre sí: ?"¡Algo le
debe fallar al Ojo!"
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
Eran dos rosales, a cada cual más bello. Crecían juntos, se alimentaban de la
misma tierra, del mismo aire, del mismo sol. Eran los más hermosos del jardín.
Ambos soñaban lucir, dar perfume y gracia a la casa, a un chalet, a una
iglesia... dar flores para ramilletes de enamorados, para... Siempre hablaban
entre ellos. Un día, el más bonito se quedó mucho tiempo callado, se puso
triste. El otro lo notó.
- ¿Qué te pasa que hoy no pareces el mismo?
- Estoy muy preocupado porque, siendo tan perfectos y teniendo tantas posibi-
lidades de hacer la vida más agradable a los demás, disfrutando también no-
sotros con lo que somos y tenemos, a lo mejor la abeja, en vez de miel fabrica
veneno y la serpiente... ¿A ti no te entristece?. Voy a languidecer y morir, no
quiero servir para nada malo.
- No seas tonto, le dijo el compañero. Quien busca el mal lo va a encontrar
siempre. Encontrar el bien no es tan fácil. No podemos dejar de ofrecer olor,
color y alegría a quienes nos vean y se acerquen. El bien debe lucir más que el
mal. Bastante mal existe ya en el mundo.
- Gracias, menos mal que estás a mi lado y me animas...
- Sí, pero, ahora tengo miedo yo, ¿sabes? He descubierto al verte que también
nosotros llevamos el mal y la muerte dentro.
Desde aquel día, los dos rosales se hicieron más amigos.
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
Érase una vez un árbol muy joven, del que se esperaba que, cuando fuera
mayor, diera hermosos y buenos frutos.
Este árbol tenía cuatro hojas, cuatro bonitas hojas, verdes y resplandecientes.
Un día, las cuatro hojas tuvieron una reunión de grupo. Una de ellas, la que
estaba más arriba en el árbol, les dijo a las otras tres:
- Yo quiero seguir unida al mismo árbol que vosotras. Pero, en lo sucesivo, no
quiero recibir el agua, porque está muy fría, ni el sol, porque quema. Por eso,
me voy a poner un paraguas, que abriré, cuando llueva o haga sol, y cerraré
cuando haga fresquito.
A las otras tres hojas, no les pareció bien la idea, pues se dieron cuenta de que,
cuando abriera el paraguas, no sólo no iba a recibir ella el agua ni el sol, sino
que tampoco se tos dejaría recibir a ellas.
La hoja del paraguas no les hizo caso y, efectivamente, se puso el paraguas,
que abría, cuando llovía o hacía sol, y cerraba cuando hacía fresco.
Al cabo del tiempo, aquellas cuatro verdes y hermosas hojas empezaron a
languidecer y a marchitarse hasta que, un día, las cuatro, secas, cayeron al
suelo y fueron arrastradas por el viento; y el árbol joven, del que se habían
esperado tan buenos y hermosos frutos, quedó convertido en un tronco seco.
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
Érase una vez un hombre que, mientras caminaba por el bosque, encontró un
aguilucho. Se lo llevó a su casa y lo puso en su corral, donde pronto aprendió
a comer la misma comida que los pollos y a conducirse como éstos. Un día, un
naturalista que pasaba por allí le preguntó al propietario por qué razón un
águila, el rey de todas las aves y los pájaros, tenía que permanecer encerrada
en el corral con los pollos.
- Como le he dado la misma comida que a los pollos y le he enseñado a ser
como ellos, nunca ha aprendido a volar -respondió el propietario-. Se conduce
como los pollos, y, por tanto, ya no es un águila.
- Sin embargo -insistió el naturalista-, tiene corazón de águila y, con toda
seguridad, se le puede enseñar a volar.
Después de discutir un poco más, los dos hombres convinieron en averiguar si
era posible que el águila volara. El naturalista la cogió en brazos suavemente
y le dijo. "Tú perteneces al cielo, no a la tierra. Abre las alas y vuela."
El águila, sin embargo, estaba confusa; no sabía qué era y, al ver a los pollos
comiendo, saltó y se reunió con ellos de nuevo.
Sin desanimarse, al día siguiente, el naturalista llevó al águila al tejado de la
casa y le animó diciéndole: "Eres un águila, abre las alas y vuela." Pero el
águila tenía miedo de su yo y del mundo desconocido y saltó una vez más en
busca de la comida de los pollos.
El naturalista se levantó temprano el tercer día, sacó el águila del corral, y la
llevó a una montaña. Una vez allí, alzó al rey de las aves y le animó diciéndole:
"Eres un águila, eres un águila y perteneces tanto al cielo como a la tierra.
Ahora abre las alas y vuela."
El águila miró alrededor, hacia el corral, y arriba, hacia el cielo. Pero siguió sin
volar. Entonces el naturalista la levantó directamente hacia el sol; el águila
empezó a temblar, a abrir lentamente las alas y, finalmente, con un grito triun-
fante voló alejándose en el cielo.
Es posible que el águila recuerde todavía a los pollos con nostalgia; hasta es
posible que, de cuando en cuando, vuelva a visitar el corral. Que nadie sepa,
el águila nunca ha vuelto a vivir vida de pollo. Siempre fue un águila, pese a
que fue mantenida y domesticada como un pollo.
Al igual que el águila, la persona que ha aprendido a pensar de sí misma como
algo que no es, puede volver a decidirse a favor de sus verdaderas posibilida-
des. Puede convertirse en triunfadora.
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
El viejo Haakón cuidaba una cierta ermita. En ella se conservaba un Cristo muy
venerado que recibía el significativo nombre de "Cristo de los Favores". Todos
acudían a él para pedirle ayuda. Un día también el ermitaño Haakón decidió
solicitar un favor y, arrodillado ante la imagen, dijo:
- Señor, quiero padecer por ti. Déjame ocupar tu puesto. Quiero reemplazarte
en la cruz.
Y se quedó quieto, con los ojos puestos en la imagen, esperando una respues-
ta. De repente ?¡oh, maravilla!? Vio que el crucificado empezaba a mover los
labios y le dijo:
- Amigo mío, accedo a tu deseo, pero ha de ser con una condición; que,
suceda lo que suceda y veas lo que veas, has de guardar siempre silencio.
- Te lo prometo, Señor.
Y se efectuó el cambio. Nadie se dio cuenta de que era Haakón quien estaba
en la cruz, sostenido por los cuatro clavos, y que el Señor ocupaba el puesto
del ermitaño. Los devotos seguían desfilando, pidiendo favores, y Haakón, fiel
a su promesa, callaba. Hasta que un día...
Llegó un ricachón y, después de haber orado, dejó allí olvidada su bolsa. Haakón
lo vio, pero guardó silencio. Tampoco dijo nada cuando un pobre, que vino dos
horas más tarde, se apropió de la bolsa del rico. Y tampoco dijo nada, cuando
un muchacho se postró ante él, poco después, para pedir su protección antes
de emprender un viaje. Pero no pudo contenerse cuando vio regresar al hom-
bre rico, quien, creyendo que era ese muchacho el que se había apoderado
de la bolsa, insistía en denunciarlo. Se oyó entonces una voz fuerte:
- ¡Detente!
Ambos miraron hacia arriba y vieron que era la imagen la que había gritado,
Haakón aclaró cómo habían ocurrido realmente las cosas. El rico quedó ano-
nadado y salió de la ermita. El joven salió también porque tenía prisa para
emprender su viaje. Cuando, por fin, la ermita quedó sola, Cristo se dirigió a
Haakón y le dijo:
- Baja de la cruz. No vales para ocupar mi puesto. No has sabido guardar
silencio.
- Señor -dijo Haakón, confundido-, ¿cómo iba a permitir esa injusticia?
Y Cristo le contestó:
- Tú no sabías que al rico le convenía perder la bolsa, pues llevaba en ella el
precio de la virginidad de una mujer. El pobre, en cambio, tenía necesidad de
ese dinero e hizo bien en llevárselo. En cuanto al muchacho último, si hubiera
quedado retenido en la ermita no habría llegado a tiempo de embarcar y
habría salvado la vida, porque has de saber que, en estos momentos, su barco
está hundiéndose en alta mar.
Cada vez que había tormenta y rugía el trueno en el cielo, los habitantes de
aquel nuevo oasis se postraban en tierra y adoraban a Dios, llenos de temor,
porque decían escuchar su voz potente y temer su mano dura.
El caminante llegó a ellos una tarde de negros nubarrones, pero ni se doblegó
ni se hincaron sus rodillas en la arena, ni se alzaron sus manos suplicantes, ni
el temor se asomó en su rostro curtido.
Cuando pasaron las nubes, sin dejar caer ni una sola gota de agua, algunos le
dijeron:
- ¡Insensato!, ¿es que no temes a Dios? ¿Acaso no escuchaste su voz?
El caminante, que no salía de su asombro respondió:
- ¡Yo nunca he escuchado la voz de Dios! ¿Acaso la habéis oído vosotros?
Un silencio marcó la sorpresa de aquellos hombres del oasis. El caminante
siguió, sin darles tiempo a responder:
- Si habéis escuchado la voz de Dios, decidme qué os ha dicho.
Entonces, lentamente y avergonzados, comenzaron a hablar:
- Dios me ha dicho que rompa mi avaricia, porque los avariciosos mueren a
dientes de los chacales...
- A mí -dijo un segundo- me ha hablado de la honradez, porque los ladrones
mueren ahogados en sus riquezas robadas.
- A mí me ha recordado que la lepra es el castigo de los impuros ...
... Y así, uno tras otro, fueron manifestando lo que habían escuchado al Dios
que tronaba desde lo alto.
El caminante, después de escucharles pacientemente, respondió:
- Vosotros no habéis escuchado a Dios, tan sólo a vosotros mismos.
Hubo un murmullo de indignación. Levantando la voz, prosiguió:
- Vosotros llamáis voz de Dios a la distancia que hay entre lo que en realidad
sois y lo que quisierais ser. El Dios que os habla desde el trueno no existe.
Quienes existís sois vosotros, asustados y temerosos de reconoceros tales como
sois.
Aquellos hombres, después de escuchar estas palabras, entendieron lo sufi-
ciente para arrojar al caminante al desierto sin comida y sin agua. Allí moriría
de hambre y sed por ateo y blasfemo...
Abrumado, caminó por el desierto varios días, dejando tras de sí huellas de
muerte.
De pronto el cielo se cubrió de nubes. Sopló el viento a la par que se escucha-
ba el trueno redondo, profundo y potente... y llovió abundantemente.
Las laderas resecas se llenaron de impetuosos torrentes. Todo fue muy fugaz,
como una tormenta en el desierto, pero el caminante encontró agua suficiente
para hacer provisión y emprender viaje hacia el oasis que le había obligado a
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
Un gran marajá indio no era feliz. Sin embargo, tenía todo lo que un mortal
puede desear: un palacio lujoso, riquezas en abundancia, esclavos a su dispo-
sición, distracciones renovadas incesantemente, mujeres que cambiaba varias
veces por semana. A pesar de eso, no era feliz. Un día, fue en busca de su
gran visir, y le preguntó qué debía hacer para ser feliz.
- Nadie es feliz, le respondió el hombre.
Insatisfecho, el marajá planteaba su problema a todos los que encontraba. Un
sabio aceptó comprometerse y le dio su receta de la felicidad: "Tenéis que
poneros la camisa de un hombre feliz, y llegaréis a serlo".
Inmediatamente, el marajá envía a sus embajadores por todo su reino con la
misión de encontrar al hombre feliz y llevarle su camisa.
Los enviados partieron hacia los cuatro puntos cardinales del reino e interroga-
ron a las gentes. Por todas partes la misma respuesta: No, no soy feliz...
No tengo más que un pedazo de tierra y no puedo alimentar a mi familia.
- No estoy bien en mi pellejo; no estoy de acuerdo conmigo mismo.
- Estoy terriblemente fastidiado, etc.
Ricos y pobres, hombres y mujeres, adultos y niños, nadie era feliz.
Los legados estaban a punto de desesperarse cuando, un día, uno de ellos
descubrió, en el fondo de un macizo montañoso, una cueva en la que vivían
unos "yoguis". Habían abandonado el mundo para dedicarse a las realidades
divinas. No poseían nada y se alimentaban con un grano de arroz por día. Al
primero a quien se acercó, el enviado le hizo la pregunta:
- ¿Eres feliz?
- ¿Yo? Completamente feliz, contestó.
- Entonces, dame tu camisa al momento.
Unos instantes el sabio fijó sobre el rostro del interlocutor su mirada profunda
y transparente. Después dijo, con un gesto que indicaba una evidencia:
- Muy gustoso te daría mi camisa. Pero ya hace tiempo que no la tengo...
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
Era de noche y estaba él solo. Y vio desde lejos las murallas de una vasta
ciudad y se acercó a ella. Y cuando estuvo muy cerca oyó el jadeo del placer,
la risa de la alegría y el sonido penetrante de numerosos laúdes. Y llamó, y uno
de los guardianes de las puertas le abrió.
Y contempló una casa construida con mármol y que tenía unas bellas columnatas
de igual materia en su fachada, y sus columnatas estaban cubiertas de guirnal-
das y dentro y fuera había antorchas de cedro.
Y él penetró en la casa.
Y cuando hubo atravesado el vestíbulo de la calcedonia y el del jaspe y llegó a
la gran sala del festín, vio acostado sobre un lecho de púrpura a un joven con
los cabellos coronados de rosas rojas y con los labios rojos de vino.
Y se acercó a él, le tocó en el hombro y le dijo:
- ¿Por qué haces esta vida?
Y el joven se volvió y, reconociéndole, contestó:
- Era yo leproso y tú me curaste. ¿Cómo iba yo a hacer otra vida?
Y algo más lejos vio a una mujer con cara pintada y el traje de colores llama-
tivos, y cuyos pies estaban calzados de perlas. Y, detrás de ella, caminaba un
hombre, con el paso lento de un cazador y llevando un manto de colores. Y la
faz de la mujer era bella como la de un ídolo y los ojos del joven centelleaban
cargados de deseo.
Y él le siguió rápidamente. Y tocándole en una mano, le dijo:
- ¿Por qué sigues a esa mujer y la miras de esa manera?
Y el joven se volvió y, reconociéndole, respondió:
- Era yo ciego y me devolviste la vista. ¿Cómo iba yo a mirarla de otra mane-
ra?
Y él corrió hacia adelante y, tocando el vestido de colores chillones de la mujer,
dijo:
- Me perdonaste todos mis pecados y este camino que sigo es agradable.
Entonces él sintió su corazón lleno de tristeza y abandonó la ciudad.
Y, cuando salía de ella, vio por fin, sentado al borde de los fosos de la ciudad,
a un joven que lloraba.
Y se acercó a él, tocándole los rizos de sus cabellos, y le dijo:
- ¿Por qué lloras?
Y el joven alzó los ojos para mirarle, y reconociéndole, respondió:
- Estaba yo muerto y me resucitaste. ¿Qué iba yo a hacer más que llorar?
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
Cierto día, un anciano ermitaño recibe la visita de un joven que viene a consul-
tarle. El muchacho trae una pregunta que hacerle.
- Ya que sois un hombre de Dios -dice el visitante-, pedidle que se cumpla mi
deseo: quiero ser rico, afortunado en el amor, disfrutar de una larga vida y
poder humillar a los que me humillaron a mí, cuando era niño. Os pagaré lo
que sea ?añadió el joven, tras un breve silencio.
El ermitaño ni le miró siquiera y el muchacho se fue, decepcionado e irritado.
Al cabo de cierto tiempo, volvió el joven adonde el ermitaño.
- Comprendo -dijo- que ni siquiera me mirarais cuando os pedí ser rico y
afortunado en el amor, disfrutar de larga vida y vengarme de los que me
hicieron daño. Eran unas peticiones muy egoístas. Pero hoy traigo un asunto
más serio: ¿por qué tengo yo que morir?
El ermitaño le miró, pero no dijo nada, y el joven se fue preocupado e irritado.
De nuevo volvió adonde el ermitaño y dijo.
- ¿Por qué tengo yo que morir, siendo así que Dios es bueno? ¿Por qué hay
hijos asesinados, pobres hambrientos y enfermos incurables? ¿Por qué existen
la tenebrosidad del alma, y el dolor, y el crimen, y la muerte, si decís que Dios
es bueno? Dadme una respuesta, os la exijo.
Pero no hubo respuesta.
- Ya veo -dijo el joven- que consideráis necias y despreciables mis preguntas.
- Yo no he dicho tal cosa -replicó el ermitaño, pero sin añadir más. Y el joven
se fue pensativo.
La próxima vez que volvió, empezó guardando silencio.
Entonces, quien habló fue el ermitaño:
- ¿Qué es lo que deseas?
- ¡Pero, cómo, si de sobra sabéis lo que deseo! -repuso el joven-.
Lo que deseo es sabiduría y poder: deseo alcanzar conocimiento, para así
verme libre de la duda y la ansiedad; y deseo alcanzar el poder, para con él
disfrutar de la vida y exaltar mi fuerza.
- Muy bien -dijo el ermitaño-, todo deseo tiene su verdad. Ve y actúa, en
conformidad con tu deseo.
Pero el joven no se fue, permanecía allí en silencio.
- ¿Qué quieres de mí? -le pregunto el ermitaño.
Quisiera que me hicierais una pregunta, pues sé que sois un hombre sabio y
que estáis próximo a las verdades profundas, que yo no alcanzo a compren-
der. Preguntadme para que, por lo menos, sepa dónde he de buscar.
- Así que -dijo el ermitaño- quieres comprender bien, pero con tal que se te
haga una buena pregunta. De ese modo, te verás libre de la duda y la ansie-
dad, y podrás disfrutar del camino.
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
Un día en que las multitudes seguían a Jesús, al ver que caminaban muy
difícilmente, que se les abría la boca de hambre, que muchos niños lloraban,
se le enternece el corazón, le da lástima porque van a desfallecer. Llama a sus
discípulos y les dice:
- Hay que buscar una solución inmediata, hay que darles de comer. Ea, dadles
de comer.
Se miran todos con cara de extrañeza. Pedro se atreve a decir:
- Pero, Maestro, si aquí no hay supermercados, ni mochilas de comida, ni
dónde cazar o pescar.
- Por ahí he visto yo a un chavalín, dice Santiago, que traía unos panes y unos
pececillos. Los acabará de comprar y se ha unido a nuestra caravana.
- Señor, dice Judas, ya que no hay pan para todo al menos que haya para ti y
algo para nosotros. El más importante eres tú; luego, nosotros que te seguimos
de siempre, te entendemos mejor y te ayudamos.
- ¡Qué cara tienes, Judas, qué poco has entendido! Yo empiezo siempre por
los últimos o los más débiles; los fuertes, los listos ya se apañan.
- Señor, comenta Mateo, esto es muy grave, vamos a tener que comer hasta
raíces, yo me acuerdo que, en Caná y otros lugares, te has sacado de la
manga comida y hasta vino.
- Ahora tienes otra oportunidad de lucirte, de probar lo que eres. ¡Menudo
fracaso si alguien se muere de hambre, siguiéndote!, le dice Bartolomé.
- ¡Anda que no sois vivos! Cualquiera confía en vosotros! No tenéis más que
frases bonitas... Yo me encargaré de que haya para todos -dice Jesús entre
paternal y recriminatorio-. Que se sienten todos. Ponedlos por grupitos, y que
el chavalín ese traiga el pan y los peces, para tener una muestra, o ¿queréis un
banquete con vino y todo?
- Lo que tú digas, Señor, no vamos ahora a ser exigentes.
- ¡Eh!, empieza a gritar Pedro, sentaos en grupos de doce, que va a haber
comida para todos. Para el que esté de pie, nada y, para el niño que llore,
tampoco.
Hace Jesús una oración. Y se llenan milagrosamente los cestos de panes y
peces. Parecía un tren de mercancías, o una cabalgata de Reyes. A la gente se
le ponen los ojos como bolas de billar. Los discípulos empiezan a coger los
cestos y se los llevan allí junto a los árboles, a la sombrita. Empiezan a comer
ellos, tranquilos, e invitan a muchos amigos. Y, mientras comen, rezan, recuer-
dan y comentan todo lo maravilloso que Jesús dice y hace. Cantan, danzan,
ríen, cuentan chistes. Han formado un clima delicioso.
Jesús, que ve el espectáculo, se pone furioso. ¡El colmo! Lo que El había mul-
tiplicado para todos, se lo comían entre unos pocos. Y, lo que era peor, entre
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
Hace muchos, muchos años, un tambor recorría las calles de aquella ciudad
gritando: ¡Empezamos una nueva vida! ¡Nos vamos a otro país!
Los ciudadanos, preocupados, decidieron meter el tambor entre rejas, a pan y
agua. Pero, a la mañana siguiente, las gentes oyeron de nuevo el tambor en
las calles. Y así una mañana y otra.
Un día eran ya hombres y mujeres, el carcelero, soldados y caballeros, los que
recorrían con sus tambores las calles de la ciudad gritando: ¡Empezamos una
nueva vida! ¡Nos vamos a otro país. Aunque otra mañana prendieron a los
tambores y los llevaron ante el Obispo para que los rociara con agua bendita,
porque creían que la ciudad estaba hechizada. Pero cuando salieron de la
catedral... había más tambores. En todas las casas, resonaba su grito: ¡Empe-
zamos una nueva vida! ¡Nos vamos hacia otro país!
Al domingo siguiente, abrieron la gran puerta de la muralla y se pusieron en
camino, para empezar una nueva vida. Caminaron y caminaron. En la prime-
ra ciudad les dijeron que no había sitio, pero, cuando ya se iban por las coli-
nas, cuatrocientos hombres de aquella ciudad siguieron su camino. Anduvie-
ron y anduvieron. Después de seis semanas llegaron a un valle donde no había
ni un solo árbol. Entonces los tambores gritaron: Construyamos cabañas y sem-
bremos el trigo. Pero no había agua. Los tambores se sentaron en el suelo y
estaban tristes. Recogieron su trigo de entre la arena y se fueron a otro lugar.
Allí llegó la lluvia y creció el trigo. Algunos dijeron: ?Hermanos, hemos sem-
brado y hemos recogido la cosecha. Nadie pasa hambre. Alegrémonos, baile-
mos y cantemos. Pero nadie se alegró. Uno de ellos gritó en sueños: ?¡Aquí no
crece ninguna flor! Otro chilló: ?¡Aquí no canta ningún pájaro! Una vez más se
pusieron en marcha.
Habían olvidado que la tierra es redonda. Un día apareció ante ellos una
ciudad maravillosa, con su muralla y su hermosa catedral. Al llegar a aquella
ciudad, preguntaron: ?¿Cómo se llama esta ciudad? ¿Podemos entrar? Los
centinelas les contestaron: Pueden entrar los comerciantes y los campesinos;
no aquellos que llegan en harapos y con tambores. Id donde queráis. Aquí no
hay sitio para vosotros.
Entonces, por primera vez, los tambores volvieron atrás. Los guardianes se
desternillaban de risa. Uno dijo. ?Hay una leyenda en nuestra ciudad. Se cuenta
que, hace muchos años, unos hombres salieron por la gran puerta de la mura-
lla en busca de una nueva vida. Se dice que llevaban maderos y tambores.
Igual que éstos...
Los tambores habían desaparecido tras las colinas y nunca se volvió a saber de
ellos. Pero el más joven de los guardianes estuvo largo rato mirando el camino
por donde marcharan. A la mañana siguiente, cogió un tambor y recorrió las
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
Había una vez una vieja que era muy mala, y murió. La mujer había realizado,
en su vida, una sola acción buena. Llegaron entonces los demonios y la echa-
ron en el lago del fuego. Pero el ángel de la guarda, que estaba allí, pensó:
- "¿Qué buena acción suya podría recordar para decírselo a Dios?" Entonces
se le ocurrió algo y se lo dijo a Dios.
- Una vez arrancó de su huerto una cebolla y se la dio a un pobre.
Y Dios le respondió complaciente:
- Toma tú esta misma cebolla, y échala al lago, de forma que se pueda agarrar
a ella. Si puedes lograr sacarla del lago, irá al paraíso, pero si la cebolla se
rompe, entonces tendrá que quedarse donde está.
El ángel corrió donde estaba la mujer, y le alargó la cebolla.
- Toma, mujer, agárrate fuerte, vamos a ver si te puedo sacar.
Y comenzó a tirar con cuidado. Cuando ya casi la había sacado del todo, los
demás pecadores que estaban en el lago del fuego, se dieron cuenta y empe-
zaron todos a agarrarse a ella para poder salir también de allí. Pero la mujer
era mala y les pateaba gritando:
- Me va a sacar a mí y no a vosotros; es mi cebolla y no la vuestra.
Pero apenas había pronunciado estas palabras cuando la cebolla se rompió en
dos. Y la mujer volvió a caer en el lago del fuego y allí arde hasta el día de hoy.
El ángel se echó a llorar y se fue.
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
* Enumerar ocasiones en las que vosotros hayáis sido un ángel para los de-
más.
* Sacar tres conclusiones y aplicarlas al grupo.
* Hacer un pequeño cuestionario para tratar el tema de la solidaridad.
* Comentar ejemplos de personas solidarias con la humanidad.
El gurú, que se hallaba meditando en su cueva del Himalaya, abrió los ojos y
descubrió, sentado frente a él, a un inesperado visitante: el abad de un célebre
monasterio.
- ¿Qué deseas?, le preguntó el gurú.
El abad le contó una triste historia. En otro tiempo, su monasterio había sido
famoso en todo el mundo occidental, sus celdas estaban llenas de jóvenes
novicios, y en su iglesia resonaba el armonioso canto de sus monjes. Pero
habían llegado malos tiempos: la gente ya no acudía al monasterio a alimentar
su espíritu; la avalancha de jóvenes candidatos había cesado y la iglesia se
hallaba silenciosa. Sólo quedaban unos pocos monjes que cumplían triste y
rutinariamente sus obligaciones. Lo que el abad quería saber era lo siguiente:
- "¿Hemos cometido algún pecado para que el monasterio se vea en esta
situación?"
- "Sí", respondió el gurú, "un pecado de ignorancia".
- "¿Y qué pecado puede ser ése?"
- "Uno de vosotros es el Mesías disfrazado, y vosotros no lo sabéis".
Y; dicho esto, el gurú cerró sus ojos y volvió a su meditación.
Durante el penoso viaje de regreso a su monasterio, el abad sentía cómo su
corazón se desbocaba al pensar que el Mesías, ¡el mismísimo Mesías!, había
visitado su monasterio. ¿Cómo no había sido él capaz de reconocerlo? ¿Y
quién podría ser? ¿Acaso el hermano cocinero? ¿El hermano sacristán? ¿El
hermano administrador? ¿O sería él, el hermano prior? ¡No, él, no! Por des-
gracia, él tenía demasiados defectos...
Pero resulta que el gurú había hablado de un Mesías "disfrazado"... ¿No serían
aquellos defectos parte de su disfraz? Bien mirado, todos en el monasterio
tenían defectos... ¡Y uno de ellos tenía que ser el Mesías!
Cuando llegó al monasterio, reunió a los monjes y les contó lo que había
averiguado. Los monjes se miraban incrédulos unos a otros:
- ¿El Mesías aquí? ¡Increíble! Claro que, si estaba "disfrazado"... entonces, tal
vez... ¿Podría ser Fulano...? ¿O Mengano, o...?
Una cosa era cierta: si el Mesías estaba allí "disfrazado", no era probable que
pudieran reconocerlo. De modo que empezaron todos a tratarse con respeto y
consideración. "Nunca se sabe", pensaba cada cual para sí cuando trataba con
otro monje, "tal vez sea éste..."
El resultado fue que el monasterio recobró su antiguo ambiente de gozo des-
bordante. Pronto volvieron a acudir docenas de candidatos pidiendo ser admi-
tidos en la Orden, y en la iglesia volvió a escucharse el jubiloso canto de los
monjes, radiantes de espíritu de Amor.
PROPUESTA DE ACTIVIDADES
* Cada uno piensa: Si yo fuera Dios, ¿qué cambiaría del mundo y de la mane-
ra de funcionar? ¿Cómo actuaría?
* Si en vuestro ambiente, entre los conocidos, los pobres hicieran un tribunal
para juzgaros, ¿qué dirían de vosotros?