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Dios es amor
La
Creación
Alma:
Cuerpo:
Voluntad, amor,
Salud, belleza, vigor, libertad, dones, fe y
capacidad física e responsabilidad.
intelectual, vitalidad.
¿Quién
soy?
Servicio a
los demás
Primer contenido: El Amor de Dios.
Dios es Amor
Por eso, pocos textos de la Biblia serán tan manejados por nosotros como la definición del apóstol
San Juan: - Dios es amor. Si Dios es amor, en el amor de Dios encontramos todo lo bueno y bello
que existe. Dios, al no tener ninguna necesidad de nada que no sea Él mismo, creó todas cosas por
amor, para comunicarles su propia bondad. Las llena a todas de amor y las cuida y mima con amor
indecible. Pero cuando se trata del hombre, allí Dios se ha lucido en la comunicación de su amor.
En imposible imaginar una manifestación de amor como la que se da en Jesucristo. ¿Y por qué Dios
nos tenía que amar? ¿qué falta le hacíamos? ¿para qué nos quiere, si no le añadimos nada a su
felicidad? Al pensar así, no discurrimos mal. Dios no nos necesitaba para nada. Y, sin embargo, ahí
está la realidad: Dios nos ha creado, nos ha salvado, y nos da su misma gloria. ¿Por qué? No existe
más que una respuesta: Dios nos ha querido desde siempre con un amor gratuito, enteramente
gratuito, porque ha querido Él, y nada más.
Dios es Amor
La primera carta de san Juan, capítulo cuatro, versículo ocho, es clara y afirma sin rodeos: Dios es
Amor.
Hoy todos hablan del amor. Es una palabra tan frecuente en el lenguaje de los hombres, que corre el
peligro de devaluarse. El amor no es algo que se hace, sino que se entrega de una manera libre y
total de una persona a otra. Es un don de sí, dádiva al otro.
El amor es algo que no sólo se afirma con palabras y frases poéticas, sino que se demuestra con
hechos, porque es una decisión. Así lo entiende el Señor, y así nos lo demostró dando a su Hijo
Jesús por todos nosotros: “así amó Dios al mundo! Le dio al Hijo Único, para que quien cree en él
no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Juan 3, 16). Por amor a cada uno de nosotros entregó a la
muerte a su Hijo amado en quien tanto se complacía (Cf. Mc. 1, 11).
Dios es amor y todo cuanto ha hecho, en especial nosotros, como el culmen de su creación,
ha sido por Amor y para el Amor. Y notemos que es con imágenes humanas con que el
pensamiento del hombre ha visto encarnarse el amor de Dios.
Citemos algunos ejemplos:
Imagen del Padre: Sal 103, 13; 1 Co 8, 5—6
Imagen de la Madre: Is 49, 15—16
Imagen del Esposo: Is 62, 5
Imagen del Novio: Jr 2, 2
Imagen del Amigo: Jn 15,13
Muchas veces el ser humano olvida amar pues la humanidad se siente desmotivada, sin fuerzas y
sin esperanza. ¿Cuál es la razón? – La razón es que estamos débiles espiritualmente, mal
alimentados (sin eucaristía), lejos del que nunca nos ha fallado, lejos del mismo amor, que es Cristo.
5. El amor es complaciente
A medida que conozcas más a tu prójimo será más fácil complacerle. Escuchemos con atención,
hablemos con amor, tomemos iniciativa para hacer la paz, para brindar alegría, estemos listos para
servir, hagamos sentir al otro que es importante. Dice la Madre Teresa de Calcuta, – “Nunca
sabremos todo el bien que puede hacer una simple sonrisa”
Cuestionario 1:
Segundo tema:
Discípulo
Mucho más frecuente es el uso en el Nuevo Testamento de la palabra discípulo en el sentido de
pupilo, seguidor, uno que se mantiene en la palabra del Maestro (Jn. 8,31). La palabra se
utiliza casi exclusivamente para referirse a los discípulos de Jesús.
De vez en cuando en los evangelios le dan a la palabra un sentido más amplio y la convierten
en sinónimo de creyente (Mt. 10,42; 27,57; Jn. 4,1; 9,27-28, etc.). San Lucas narra (6,13) que
Jesús "llamó a sus discípulos, y escogió a doce de ellos (a los que también llamó apóstoles)".
Los discípulos, en este contexto, no son las multitudes de creyentes que se reunieron en torno a
Cristo, sino un pequeño grupo de sus seguidores.
¿Eres discípulo de Jesús?
En un reciente post, Catholic Missionary Disciples presenta doce características del discípulo
de Jesús.
Las principales señales que distinguen a un discípulo de Jesús son, por supuesto, los
sacramentos. Tres marcan de forma indeleble: el bautismo, la confirmación y el orden
sacerdotal. Están llamados a transformar enteramente nuestra vida.
Pero, además de los sacramentos, la vida de discipulado tiene otros distintivos que sirven para
identificar a los seguidores de Cristo.
1. Los discípulos son llamados. Lucas 5, 1-11 ilustra esto perfectamente. ¡Dios siempre da el
primer paso! Jesús se acercó a los pescadores y les invitó. Solo después de esta invitación al
discipulado interviene nuestra decisión. Jesús nos ha llamado a cada uno de nosotros. El siguiente
paso es…
2. Los discípulos responden conscientemente a la llamada de Jesús. ¡Una vez que somos
llamados, un discípulo debe responder positivamente a la llamada! Si Pedro no hubiese abandonado
sus redes y seguido a Jesús, no sería un discípulo. ¡No puedes seguir si no haces una opción! ¡El
discipulado nunca es heredado ni accidental!
3. El discípulo ama. Ésta es la primera señal de un discípulo. El amor a Dios y el amor a los demás.
Jesús dice que los demás sabrán que somos sus discípulos por nuestro amor al prójimo (Jn 13, 35).
4. Los discípulos dan fruto. De hecho, Jesús dice que dar fruto demuestra que eres su discípulo.
“La gloria de mi Padre consiste en que deis fruto abundante, y así seréis mis discípulos” (Jn 15, 8).
5. Los discípulos son obedientes. Avanza un poco más en Juan 15 y encontrarás el versículo 14:
“Sois mis amigos si hacéis lo que yo ordeno”. Atención: no podemos ser amigos íntimos de Jesús y
ser desobedientes. Es imposible.
6. Los discípulos son enseñados. En las Escrituras encontramos constantemente a los discípulos de
Jesús aprendiendo de Él. Ellos escuchan y luego aplican sus enseñanzas en su vida (o al menos lo
intentan). Tenemos que seguir ese modelo. La vida de un discípulo cristiano es una vida de
aprendizaje durante toda la vida.
7. Los discípulos siguen. La palabra “discípulo” significa “seguidor”. Nuestra vida de discipulado
comienza siguiendo a Jesús. Debemos hacer lo que Él hizo. Amar como Él amó. Elegir lo que Él
eligió. “Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la Buena Noticia del
Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce” (Lc 8, 1).
8. Los discípulos tienen su mirada puesta en el Cielo. Nuestra vida actual no es nuestro hogar
definitivo. Hemos sido creados para vivir con Dios para siempre una felicidad eterna. Este hogar
celestial lo determinan nuestras decisiones en esta vida. El premio del Cielo es un regalo en el que
debemos tener puestos los ojos, para que no perdamos la perspectiva eterna de Dios.
9. Los discípulos cargan con cruces. El discipulado no es fácil. Jesús lo dijo así: “El que quiera
seguirme, que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz de cada día y sígame” (Lc 9, 23). Nunca
deberíamos olvidar que el sufrimiento es parte del discipulado. No se trata solamente de emociones
para sentirse bien ni de pasar buenos ratos.
10. Los discípulos emplean tiempo con Jesús en la oración. Si hacemos lo que Jesús hizo,
entonces necesitamos vivir en relación íntima con Dios. “Un día, Jesús estaba orando en cierto
lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, así como Juan
enseñó a sus discípulos»” (Lc 11, 1).
11. Los discípulos aman y sirven a Dios (y al prójimo). Piensa en las numerosas veces que los
discípulos son llamados a servir. Jesús ordena a sus Doce que sirvan a la masa en la multiplicación
de los panes y los peces, que sanen a los enfermos, que expulsen los demonios, etc. ¡La vida de un
discípulo no va de uno mismo!
12. Los discípulos hacen otros discípulos. Por último, tenemos que hacer lo que Jesús hizo, lo que
significa “hacer discípulos”. Fue su último mandato y el único del que no podemos evadir el
cumplirlo personalmente.
Cuestionario de repaso:
Apóstol
Definición de apóstol cristiano
1. “Id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que les he
mandado; y yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:19-
204).
La Iglesia utiliza el título de apóstol antes del nombre para señalar a aquellos doce escogidos
por Jesús indicados en el Antiguo Testamento, de quienes posteriormente se reciben por
sucesión el servicio de apostolado y están a cargo de la Iglesia y de la expansión del Reino de
Dios (los obispos). Como el término apóstol se refiere a enviado, en ocasiones se agrega la
mención de a dónde o a quienes se le envía: Así, el Apóstol Pablo es el Apóstol de los Gentiles.
La Iglesia católica ha utilizado posteriormente el sobrenombre de apóstol —en sentido más general
— para otros propagadores de su fe (por ejemplo, San Francisco Javier es el Apóstol de las Indias),
pero no se antepone el título al nombre (no se dice el apóstol Francisco Javier). Otros ejemplos
son San José de Anchieta (Apóstol de Brasil), San Junípero Serra (Apóstol de California) y San
Pedro de Betancur (Apóstol de Guatemala), entre otros.
Todos los cristianos, por la naturaleza de la vocación cristiana, están llamados a propagar el
Reino de Cristo por toda la tierra.
Apóstol es el cristiano que se siente injertado en Cristo, identificado con Cristo, por el Bautismo;
habilitado para luchar por Cristo, por la Confirmación; llamado a servir a Dios con su acción en el
mundo, por el sacerdocio común de los fieles, que confiere una cierta participación en el sacerdocio
de Cristo, que –siendo esencialmente distinta de aquella que constituye el sacerdocio ministerial–
capacita para tomar parte en el culto de la Iglesia, y para ayudar a los hombres en su camino hacia
Dios, con el testimonio de la palabra y del ejemplo, con la oración y con la expiación.
Todos los fieles, pastores y laicos, están encargados por Dios del apostolado en virtud del Bautismo
y de la Confirmación y por eso tienen la obligación y gozan del derecho, individualmente o
agrupados en asociaciones, de trabajar para que el mensaje divino de salvación sea conocido y
recibido por todos los hombres y en toda la tierra.
En los laicos la evangelización adquiere una nota específica y una eficacia particular por el hecho
de que se realiza en las condiciones generales de nuestro mundo: «Este apostolado no consiste sólo
en el testimonio de vida; el verdadero apóstol busca ocasiones para anunciar a Cristo con su
palabra, tanto a los no creyentes como a los fieles. Catecismo de la Iglesia Católica, 900; 905
El mensaje de la salvación debe ser autentificado por el testimonio de vida de los cristianos para
manifestar ante los hombres la fuerza de verdad y de irradiación del Evangelio. El mismo
testimonio de la vida cristiana y las obras buenas realizadas con espíritu sobrenatural son eficaces
para atraer a los hombres a la fe y a Dios. Evangelium Gaudium, 100;128.
Siendo Cristo, enviado por el Padre, fuente y origen del apostolado de la Iglesia, es evidente que
la fecundidad del apostolado depende de su unión vital con Cristo. La caridad, conseguida sobre
todo en la Eucaristía, "siempre es como el alma de todo apostolado". Catecismo de la Iglesia
Católica, 864; 2044
Pues los procedimientos que han utilizado siempre los cristianos que pretendían de verdad seguir
a Cristo, los mismos que emplearon aquellos primeros que percibieron el alentar de Jesús: el trato
asiduo con el Señor en la Eucaristía, la invocación filial a la Santísima Virgen, la humildad, la
templanza, la mortificación de los sentidos –que no conviene mirar lo que no es lícito desear,
advertía San Gregorio Magno- y la penitencia.
Llenar de luz el mundo, ser sal y luz: así ha descrito el Señor la misión de sus discípulos. Llevar
hasta los últimos confines de la tierra la buena nueva del amor de Dios. A eso debemos dedicar
nuestras vidas, de una manera o de otra, todos los cristianos.
Cuestionario de repaso: