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Índice
1 Historia
1.1 Residencia Najas-Delavelle: la Villa Susana
1.2 Residencia presidencial
1.3 El Palacio de Najas: sede del Ministerio de Relaciones Exteriores
2 Características arquitectónicas
2.1 Salón de los Próceres
2.2 Salón del Consejo de Embajadores
2.3 Salón de los Espejos
2.4 Salón Eugenio Espejo
2.5 Dependencias de servicio y jardines
2.6 Patrimonio nacional
3 Referencias
4 Véase también
5 Enlaces externos
Historia
A inicios del siglo XX, las clases económicamente dominantes de Quito se
desplazaron desde el Centro Histórico hacia la zona norte; siendo el barrio
Mariscal Sucre, denominado así desde 1922 en conmemoración al Centenario de la
Batalla de Pichincha, el que se convirtió en el principal foco de atracción de este
exclusivo y pudiente sector social. Las villas o chalés al estilo francés, inglés o
italiano marcaron el estilo arquitectónico de La Mariscal, producidas en general
por ingenieros y arquitectos nacionales y extranjeros1 La zona se caracterizó por
ser ejemplo de modernidad al adoptar los distintos repertorios formales del
eclecticismo e historicismo, así como rasgos del Bellas Artes francés, que se
plasmaron en villas paladinas, castillos neomedievales, palacios neorenacentistas y
neoclásicos; persiguiendo la meta de la ciudad jardín.2
Dibujo del proyecto del Palacio de Najas (vista hacia la avenida 10 de agosto).
Francisco Durini Cáceres (1923).
El diseño original del edificio presenta claros rasgos del Bellas Artes, como la
mansarda en el tejado, la ornamentación de las fachadas, la simetría, un patio de
honor Cour d'honneur en la entrada de los jardines (actualmente la entrada
principal para el canciller y los diplomáticos extranjeros), y otros detalles de la
escuela francesa del siglo XIX.
La parte que se conserva del edificio original es muy similar en estilo al Palacio
San Martín sede ceremonial de la Cancillería argentina en Buenos Aires.
Coincide este edificio con el período de expansión que experimenta Quito hacia el
norte de la ciudad colonial, época en la cual desempeñan un significativo papel
arquitectos como Giacomo Radiconcini, Augusto Ridder, Emilio Peynol, Enrique
Pasquel, el mismo Francisco Durini Cáceres, entre otros; que contribuyen, en un muy
corto período, a recrear en forma definitiva el nuevo entorno de la capital
ecuatoriana, que por primera vez ensayaba una línea arquitectónica diferente a la
tradicional de corte colonial, que se había desarrollado con especial dedicatoria
en iglesias y conventos, para dar paso así, a la nueva arquitectura civil
palaciega.4
Otro ejemplo de los nuevos estilos que adoptó la aristocracia quiteña de fines del
siglo XIX y principios del XX es el cercano Palacio de La Circasiana o Palacio
Jijón-Caamaño, que, en cambio, tiene un diseño más propio de una villa renacentista
italiana o paladiana que del estilo afrancesado del Palacio de Najas.
Sin embargo, es la señora Susane Delavelle, gran entusiasta del arte, quien
embelleció el Palacio por dentro con su buen gusto en los acabados y en la selecta
colección de obras de arte que decoraban las estancias y habitaciones, muchas de
las cuales fueron adquiridas por el Gobierno del Ecuador cuando compró el Palacio,
y por lo tanto aún continúan allí. Fue ella quien también ordenó el diseño de los
jardines, de la gran escalinatas de mármol para acceder al segundo piso y de las
chimeneas ornamentales que subsisten hasta la actualidad. Convirtiendo a la Villa
Susana en un verdadero Palacio, que comenzó a ser conocido desde aquella época con
el nombre que ha llegado hasta nuestros días.4
Residencia presidencial
Existen también datos referenciales, que dan cuenta de que esta hermosa edificación
fue arrendada por la Presidencia de la República y utilizada durante la segunda
mitad de la década de 1930, como residencia de los presidentes Federico Páez,
Alberto Enríquez Gallo y Manuel Borrero; época en la que sus ocupantes debieron
incorporar en su interior algunas obras de arte provenientes, muy posiblemente, del
Palacio de Carondelet. Los presidentes ecuatorianos no vivían en el Palacio de
Gobierno porque desde el siglo XIX que su uso era solo administrativo. Estos mismos
testimonios recogen información acerca de la única restauración efectuada en el
Palacio por parte del Arquitecto Alfonso Calderón Moreno.5