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IGLESIA PARROQUIAL DE SANTAELLA (CORDOBA)

En la sesión celebrada por esta Real Academia el día 26 de enero de 1976 fue
leído y aprobado el siguiente dictamen de la Comisión Central de Monumentos
(ponente el Excmo. Sr. D. José Hernández Díaz, Académico de número) relativo
a, la propuesta de declaración de Monumento histórico-arústico nacional a favor de
la iglesia parroquial de Santaella (Córdoba), que copiado dice así:

«El ponente conoce dicho templo por haberlo visitado en varias ocasiones, estu-
diando sus valores artísticos.
La monografía redactada por D. Manuel Nieto Cumplido, que se incluye en el
expediente, es fruto de una detenida investigación de archivo, completada por el
plano de planta y numerosas fotografías.
De todo ello se deduce la cronología, estética y morfología de las diversas etapas
de la arquitectura: restos musulmanes, obra mudejárica, fábrica de estilo Reyes Ca-
tólicos, construcciones renacentistas dirigidas por Hernán Ruiz (especialmente el I
y el II) y su entorno, reconstrucciones barrocas y neoclásicas. En resumen: salvo los
escasos elementos musulmanes desde el siglo xin al xix se pueden estudiar los capí-
tulos de su historia, singularmente los referentes a las centurias XVI, XVH y XVIII.
Muy importante su tesoro artístico (retablos, pulpito) y en él y muy destacada-
mente el ajuar litúrgico (ornamentos y orfebrería).
Por todo ello el ponente estima que se trata de un importante conjunto, desta-
cable en el rico acervo artístico cordobés, muy digno de ser declarado Monumento
histórico-artísíico de carácter nacional.»

EL PALACIO DE ENRIQUE IV DE SEGOVIA

En la sesión celebrada por esta Real Academia el día 8 de marzo de 1976 fue
leído y aprobado por la Comisión Central de Monumentos el siguiente informe del
Excelentísimo Sr. Marqués de Lozoya, Director de esta Corporación, relativo a su
propuesta de declaración de Monumento nacional a favor del palacio de Enrique ÏV,
llamado «palacio de San Martín», de Segovia.

Entre los edificios que hacen de la ciudad de Segovia uno de los conjuntos urba-
nísticos más importantes de España, ninguno tan rico en recuerdos históricos, fuera

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del Alcázar, como el palacio de Enrique IV, llamado «palacio de San Martín» por
su proximidad a esta parroquia. Es notable el que en alguna de estas ciudades cas-
tellanas los reyes tuviesen varias residencias: tres en Medina del Campo, dos en
Avila y tres en Segovia: el Alcázar, el que es hoy convento de San Antonio el Real
y este «de San Martín».

Sin duda por el frío glacial que invade en invierno las enormes estancias del
Alcázar, orientadas al norte, el rey Enrique IV, cuya estancia predilecta era la ciudad
de Segovia que en señorío le había concedido cuando era Príncipe su padre Juan II,
el rey desventurado decidió instalarse en un edificio más habitable en el corazón de la
ciudad. Según documento aducido por Don Antonio Capmany adquirió para ello las
casas de Ruy Díaz de Mendoza, pero introdujo en ellas grandes reformas sin duda
por la cuadrilla morisca de Xadel Alcalde que por entonces trabajaba en el Alcázar.

El «palacio de San Martín» comprendía la amplia manzana situada entre las


plazas de «las arquetas de la reina», de «Los Espejos», de «San Martín» y del Doctor
Laguna y la calle de Arias Dávila. Por las referencias de los cronistas y por un
dibujo de José María Aznar (pintor escenógrafo que, nombrado en 1837 director
de la Escuela de Bellas Artes de Segovia, nos dejó una colección inestimable de
dibujos de la ciudad) el palacio debió de estar contenido en un recinto almenado,
con una ancha y fuerte torre al poniente, dentro del cual habría dos conjuntos en
torno de sendos patios: el «palacio del Rey» a poniente-mediodía, con entrada a la
plaza de San Martín, y el «palacio de la Reina» al naciente, con entrada por la
plaza de las «arquetas de la Reina». Del exterior, a causa del destino posterior del
edificio, apenas se conserva nada: el muro del poniente de la ancha torre, con bellos
ventanales —restaurado recientemente con acierto—, y una parte del muro de medio-
día, hoy en el interior de la «capilla de los Viejos», también con un bello ventanal
gótico. El interés artístico del edificio está en el interior.

En estancias que aún se conservan transcurrieron algunos de los sucesos más


importantes del trágico remado. En estas estancias pasó su primera juventud y formó
su carácter la infanta que había de ser reina con el nombre glorioso de Isabel la
Católica y a ellas se retiró cuando a raíz de su proclamación en Segovia el 13 de
diciembre de 1474 cuando, según el cronista Diego de Colmenares, consagró «tanto
cuidado a los negocios que muchas noches pasaba despachando hasta el amanecer».
Después de la muerte de la gran Reina sus herederos vendieron el palacio, por su
contextura, de fácil reparto, entre diversas familias nobles: los Porras, los Avendaño
y los Mercado-Peñalosa. En la parte del mediodía se estableció un asilo de ancianos:
el «Hospital de Viejos», al cual se agregó una bella capilla gótico-mudejar.

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Naturalmente con esta desmembración se perdió en gran parte lo que fue Palacio
Real Solamente un muro queda de lo que correspondió a los Porras y la porción
de los Avendaño ha sido totalmente reconstruida en diversas épocas, pero aún queda
una parte casi intacta: la que ocupó el «Hospital de Viejos» y luego la Escuela de
Bellas Artes y la que poseyeron los Mercado-Peñalosa. De la primera permanece un
pequeño patio y algunas estancias artesonadas que ostentan en las tabicas las armas
de Castilla-León. La parte de los Mercado-Peñalosa, a la cual da acceso una bella
fachada renaciente con la heráldica de esta familia, constituye el núcleo más impor-
tante: un patio muy alterado, pero en el cual hay dos arcos bellísimos con los bla-
sones del rey fundador; una puerta y una ventana del mismo estilo en un rellano
de la escalera y en torno del ¡jatio cámaras artesonadas con los blasones reales.
En habitaciones de la planta baja, hoy casi inaccesibles, hay magníficos vestigios
de ese mudejar que podríamos llamar «Enrique IV» en el cual se confunde el mude-
jarismo con el barroquismo de la agonía del gótico.

Aun cuando los vestigios del «palacio de San Martín» debieran de estar prote-
gidos por la ley que hace de la ciudad intramuros «Conjunto monumental», tal
declaración, demasiado vaga, no asegura la integridad de estos vetustos edificios,
en gran parte en estado de ruina, como se ha visto en dolorosos atentados, reciente
alguno. Es necesaria una declaración de Monumento nacional a la parte que corres-
ponde a los Mercado-Peñalosa y a la que hasta hace poco tiempo ocupaba la Escuela
de Bellas Artes. Sería conveniente que la parte del Palacio Real en que se vivió la
historia de Castilla en la segunda mitad del siglo xv y que fue residencia de la gran
Reina sea adquirida por el Estado. Una reconstrucción cuidadosa sacaría a luz ves-
tigios importantes de un período de gran interés en la arquitectura de Castilla.

LA VÍLLA DE PASAJES DE SAN JUAN (GUIPÚZCOA)

En la sesión celebrada por esta Real Academia el día 8 de marzo de 1976 fue
leído y aprobado el siguiente dictamen por la Comisión Central de Monumentos
(ponente el Excmo. Sr. D. Fernando Chueca Goitia, Académico de número de esta
Corporación) relativo a la propuesta de declaración de Conjunto histórico-artístico
a favor de la villa de Pasajes de San Juan (Guipúzcoa).

La villa de Pasajes de San Juan es uno de los más pintorescos y más intere-
santes conjuntos urbanos del País Vasco, sobre todo muy de destacar entre aquellos
de acusado carácter marinero. Se fue constituyendo este conjunto urbano a lo largo

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