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CALEB,

EL VENCEDOR OPTIMISTA
(Josué 14:6–15)

INTRODUCCIÓN: ¡Qué gigante espiritual fue Caleb! Mientras diez de sus


compañeros, que habían presenciado las mismas cosas que él en cuanto a
la fortaleza de sus enemigos, emitían un juicio pesimista y desmoralizador,
él y Josué se mantuvieron en una actitud positiva, fijando su vista, no en
las probabilidades humanas de derrota, sino en el poder de
Dios.

Consideremos…

1. Su conducta (vv. 7, 8): era fiel a Dios en contra de la mayoría. Ha habido


en todos los tiempos personas aisladas y minoritarias manteniendo su fe
en contra de la mayoría de sus contemporáneos, y a muchos ha costado la
vida (Preséntense ejemplos de la Historia.)

2. Su carrera (vv. 10, 11): a los 85 años Caleb era tan fuerte como cuando
tenía 40. La fidelidad de Dios siempre trae la fortaleza de Dios: A los fieles
está prometido que irán «de fortaleza en fortaleza» (Sal. 84:7).
Considérese todo el pasaje (vv. 5–7). Esto es cierto en lo que se refiere al
espíritu. Cuando un hombre o una mujer ha sido fiel y fuerte para Dios en
los primeros años de su vida, su vejez podrá enflaquecer su cuerpo, pero
no su espíritu (Sal. 92:14; Is. 40:29–31).

3. Su coraje (v. 12): los israelitas se habían asustado tanto de los anaceos
que se negaron a entrar en la tierra que Dios les había prometido (Nm.
13:32–33). Caleb, aunque anciano ya, no se asusta de aquellos gigantes y
de sus ciudades fuertes, apoyándose en la promesa de
Dios: «Si Jehová está conmigo…» Éste era el secreto de su valor. El
cristiano fiel dice como Pablo: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece»
(Fil. 4:13).

4. El alcance de la promesa (v. 12): había sido dada 45 años antes, pero
Caleb no lo había olvidado y sabía que Dios tampoco. Pablo dice que todas
las promesas de Dios en Cristo son sí y amén, o sea verdaderas (2 Co.
1:20). Tarde o temprano se cumplirán.
5. Su comunión con Dios (vv. 13–15): la palabra «Hebrón» significa
«comunión». Allí Abraham tuvo comunión con Dios (Gn. 13:18). Allí la
tuvo también Caleb y más tarde el rey David (2 S. 2:11), pero no era el
lugar secreto de los que encontraron en Hebrón la comunión con Dios y la
fortaleza divina. Absalón intentó hacer de Hebrón un lugar de traición a su
propio padre, y allí no contaba con la comunión ni con la bendición de
Dios.
No hay lugares sagrados que tengan la virtud de traer bendición espiritual,
sino a los que acuden allá con ánimos de recibirla.
Esto ha ocurrido muchas veces con lugares modernos de comunión con
Dios, como Keswick Lausanne, y otros lugares donde los que iban bien
preparados salieron enardecidos y llenos del Espíritu Santo, pero los que
han ido sólo por motivos turísticos han salido tan vacíos como cuando
entraron allá.

CONCLUSIÓN: un lugar de comunión puede ser nuestra propia habitación


más escondida y secreta (Mt. 6:6), sin despreciar las oportunidades que la
comunión fraternal ofrece cuando el espíritu está bien dispuesto (He.
10:25).

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