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Desde muy pequeños se nos enseñó a formular nuestra experiencia en formas que
parecían expresarla y validarla y esas expresiones, subsecuentemente, condicionaron la
forma en que el mundo aparecía.
"David ama a Jane", "Tim vio el autobús". Nuestras primeras formulaciones dividieron
la experiencia en "yo" y "los demás", en "yo" y "el mundo", en un sujeto
experimentando un objeto. Desde entonces, nuestra experiencia parece hacer válidas ese
tipo de formulaciones.
Toda tradición espiritual tiene sus propios medios para llegar a este entendimiento, el
cual no es sólo un entendimiento intelectual, sino más bien un Saber Interior que se
encuentra más allá de la mente. Y dentro de cada tradición hay tantas variantes de
enfoque como alumnos.
De alguna forma, este libro está escrito como una pieza musical en donde un mismo
tema es explorado, cuestionado, modulado y replanteado. De este modo, cada vez que
se retoma el tema central, éste, con suerte, ha ganado profundidad y resonancia debido a
la meditación a la que fue sometido.
Dicho esto, las conclusiones a las que se llegan sólo están destinadas a desarraigar las
viejas, convencionales y duales formulaciones que se enquistaron tan profundamente en
la forma en como aparentemente nos experimentamos a nosotros mismos y al mundo.
Una vez que estas formulaciones sean desarraigadas, no necesitarán ser abandonadas.
Pueden seguir siendo utilizadas como ideas provisionales que tienen una función en
ciertos aspectos de la vida.
Éstas simplemente nos conducen a un No-saber abierto, que puede ser formulado de
momento a momento en respuesta a una situación dada, incluyendo el cuestionamiento
acerca de la naturaleza de la experiencia.
Si dirigimos ahora nuestra atención al papel en blanco en donde están escritas estas
palabras, experimentaríamos la misteriosa sensación de hacernos, repentinamente,
conscientes de algo que de manera simultánea es tan obvio que no necesitaría ni siquiera
mencionarse. Y aún así, en el momento que se señala el papel, parece que
experimentamos algo nuevo.
El papel no es una nueva experiencia que se crea debido a este señalamiento. Sin
embargo, nuestra consciencia del papel parece ser una nueva experiencia.
Ahora, ¿qué hay de la conciencia (presencia consciente) misma, que está consciente del
papel? ¿Acaso no está siempre presente detrás y dentro de cada experiencia, así como el
papel está presente detrás y dentro de las palabras de esta página?
¿No es esta presencia consciente el más íntimo y obvio hecho de nuestra experiencia,
esencial para, y aún así, independiente de las cualidades particulares de cada
experiencia, en la misma forma en que el papel es el hecho más obvio de esta página,
esencial para, y a la vez independiente de cada palabra?
¿Acaso es necesario agregar algo nuevo a esta página para poder ver el papel? ¿Se
necesita agregar algo nuevo a esta experiencia presente con el fin de volvernos
conscientes de la consciencia presente que es su soporte y sustancia?
¿Las palabras, por sí mismas, afectan al papel? ¿Al papel le importa lo que se diga con
esas palabras? ¿El contenido de cada experiencia afecta la presencia consciente en
donde ésta aparece?
De hecho, cada palabra de esta página está hecha sólo de papel. Éstas sólo expresan la
naturaleza del papel, aunque se encuentre describiendo a la luna.
Es tan cercana, que no puede ser conocida como un objeto y, sin embargo, siempre es
conocida.
Es tan amorosa, que todas las cosas posibles de imaginar están contenidas dentro de
ella, incondicionalmente.
Es tan presente, que todas y cada una de las experiencias vibran con su misma sustancia.
Rupert Spira,
Octubre del 2008.
(Traducción de Tarsila Murguía)