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Roberto Patxot
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Director Creativo at Ogilvy Argentina5 artículos
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No se trata de leer el brief una vez y lanzarse a escribir, por más que los
tiempos sean casi siempre exiguos. Conviene leer varias veces el documento
de partida, subrayar aquello que más nos llame la atención (por la razón que
sea), preguntar cuando tengamos dudas, investigar un poco por nuestra cuenta,
hacer anotaciones al margen. Después de leer el brief varias veces, y hasta
casi obsesivamente, suelen surgir caminos que al principio habíamos pasado
por alto.
Es una verdad tan vieja como la publicidad, ya desde aquella frase que
sostenía “no vendas el bife, vende el chisporroteo” (“don't sell the steak, sell
the sizzle”). Se le atribuye a Elmer Wheeler quien, en la década de 1920, urgía
a los vendedores a concentrarse en la experiencia que ofrece un producto en
lugar de hacerlo en el producto mismo. Requiere ponerse en el lugar del
consumidor para, por ejemplo, y este es otro caso clásico, no hablar de un late
check-out en un hotel, sino de unas horas más de sueño. En definitiva, ser
capaces de ver las cosas de otra manera: como queremos que las vea quien lea
nuestro aviso.
4. Leé tus textos en voz alta; te vas a dar cuenta de qué está bien y qué no
Incluso si los textos no están destinados para que los diga un locutor o un
actor, siempre es bueno leerlos en voz alta: es probable que así los lea nuestro
consumidor. Y eso nos da una buena pauta sobre el ritmo, la fluidez, la
cadencia del texto. Además, este sistema nos ayuda a notar con más precisión
si estamos repitiendo una palabra o una expresión, o si el texto incluye, por
ejemplo, una aliteración de la que no nos habíamos dado cuenta.
Ya mencioné esto en el segundo tip: las sucesivas ediciones del texto deberían
ayudar a acortarlo cada vez más y a simplificar lo que queremos decir. Pero
atención: que esto no le quite claridad. Si es necesario aclarar un punto que
consideramos fundamental para vender el producto o servicio, lo ideal es usar
todas las palabras que ello requiera.
Ojalá esto ayude a sistematizar el proceso de redacción sin por eso perder
espontaneidad e innovación para escribir. Y ahora empiecen, que el cliente
se está impacientando.