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FUNDAMENTALES
De la Paz a Quito
(1920)
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n° 8
Quito
2011
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Fidel Pabo Guerrero
El trabajo que reproducimos ahora, La música de la Sierra Andina de la Paz a
Quito -una de las primeras luces etnomusicológicas para América- fue escrito
por europeos, los franceses Raoul d´Harcourt (1879- ca.1971) y Marguerite
Beclard d’ Harcourt (1884-1964). Esta obra se enmarca en el plan de divulga-
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Quito
ción editorial del Archivo Sonoro de la Música Ecuatoriana (AS), cuya finalidad
es poner a consideración los esfuerzos realizados para el conocimiento de la
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cultura musical ecuatoriana en diversas épocas.
La publicación de este estudio es una necesidad que debía plasmarse desde ha
ce demasiado tiempo, cuando quien firma esta introducción trabajaba tempo
ralmente en el Archivo Histórico del Banco Central del Ecuador y cuando aún
existía la revista musical Opus, donde fue mi propósito incluir este estudio, pero
a pesar de los intentos ello no fue factible. Raya pues en el exceso que haya
pasado casi un siglo, desde el aparecimiento del original de La musiqué dans la
Sierra andine de la Paz a Quito, para que los interesados en el tema en nuestro
medio, podamos apreciar este importante documento (una espera desafortu-
nada en la que se hallan también sumados varios otros trabajos).
El historiador ecuatoriano Jacinto Jijón y Caamaño, adquirió y atesoró grandes
obras que circulaban en el mundo sobre América y Ecuador y que hoy repo-
san en el Fondo bibliográfico que lleva su nombre en el Archivo Histórico del
Ministerio de Cultura. Entre esos soportes documentales constan los números
126 del Journal de la Sociedad de París, una publicación de estudios científicos cuyos
trabajos estaban editados en su mayor parte en francés. En nuestro país has
ta ahora, los autores de La música en la Sierra Andina: De la Paz a Quito y de su
libro fundamental La música de los Incas y sus sobrevivencias, son en gran medida
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desconocidos; poco se sabe de su obra, ya por la distancia donde la publicaron
ya por la barrera del idioma o por descuido.
A pesar de que hemos recorrido varios archivos y bibliotecas del país, los
trabajos de estos autores nos eran vedados y solo los conocíamos por refe-
rencias, sobre todo el de La música de los Incas... (sería años después, gracias
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a contactos con la Sra. Doris Cepeda, quien se hallaba en aquel momento en
París haciendo una maestría, que tendríamos una copia del impreso de 1925).
Aún es nuestra preocupación ubicar otros escritos de los d’Harcourt que los
hemos visto reseñados en bibliografías antiguas (en la actualidad esto ya se ha
logrado gracias a los sistemas de comunicación informática [nota adicionada
en el año 2010]).
Más sencillo me resultó hacer el hallazgo (y lo digo así pues es como si se trata n° 8
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ra de una pieza arqueológica) de este ensayo que publicamos ahora, que repo 2011
saba tranquilamente, sin haber sido revisado por décadas en el Fondo Jacinto
Jijón y Caamaño, pero oh desilusión estaba en lengua francesa. A través de uno
de los coordinadores de la revista musical Opus, Honorio Granja, y por nuestro
pedido se logró que una funcionaria del Archivo Histórico realizara una tra
ducción del documento para que se divulgara en la mencionada revista. No se
llegó a realizar su publicación debido a que la revista murió repentinamente y
la traducción quedó archivada en el instituto emisor.
En 1996, aproximadamente, un nuevo hallazgo me empujó nuevamente a ges
tionar la publicación: existía una traducción de la Música en la sierra andina en
la Revista de Antropología del Perú de 1924, aunque sin los ejemplos musicales.
Igualmente, como colaboración desinteresada, esta vez propuse se imprima a
través de Abya Yala y luego lo presenté también al FONSAL. En ningún caso, por
diversas razones, fue factible su edición. Por ello ahora que hemos logrado es-
tablecer este portal web, por fin se ha constituido la posiblidad real de divulgar
esta investigación por cuenta propia. 127
E Son dos aspectos que interesan recalcar en esta apretada introducción. El pri
mero, es que la etnomusicología americana debe a los esposos d’ Harcourt las
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premisas iniciales de carácter científico y estructuras metodológicas que logra-
ron a partir de su investigación. También se los debe reconocer y considerar
como recolectores pioneros, gracias a cuya acción se conocen piezas musicales
de varias comunidades indígenas andinas, que sin su registro seguramente se
habrían perdido.
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El segundo aspecto que cabe mencionar es que en Ecuador ningún investigador
musical había manejado la documentación escrita por los d’Harcourt -con ex-
cepción de Segundo Luis Moreno (1882-1972), quien 30 años después hizo una
crítica parcial que publicó en 1957-, siendo por tanto desconocidas sus po-
nencias en sus dimensiones originales, lo cual a su vez impidió de algún modo,
un seguimiento que permita la superación de sus planteamientos en estudios
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posteriores que se realizaron en nuestro medio.
La música en la Sierra Andina de la Paz a Quito
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La música en la Sierra Andina de la Paz a Quito, fue publicado en el Journal de la
Société des Américanistes de Paris (t. XII, nueva serie, p. 21-53. París, 1920), como
un adelanto investigativo, un informe del que sería su trabajo futuro más impor
tante La música de los Incas y sus supervivencias que apareció cinco años después,
en 1925 en París.
Los autores Margarita Béclard- d’Harcourt y Raúl d’Hacourt, estuvieron en
tierra sudamericanas a comienzos del siglo. XX Fueron muy amigos del cientí
fico radicado un tiempo en Ecuador, Paul Rivet, quien les proporcionó datos en
torno a la música de nuestro país.
Los musicólogos franceses
Marguerite Béclard d’Harcourt nació en París, el 24 febrero de 1884; y, falleció,
seguramente en la misma ciudad, en 1964. Musicóloga y compositora. Junto
a su esposo Raoul D’Harcourt (Oran, Argelia, Francia, 30 marzo, 1879- París,
128 ca. 1971), realizó una serie de investigaciones de campo; Raoul era conocido
entre los arqueólogos por su trabajo Arqueología de la provincia de Esmeraldas.
Marguerite publicó, individualmente, Melodies populaires indiennes: Equateur, Pé
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rou, Bolivie (1923); y, conjuntamente con su esposo: La musique dans la sierra an
dine de la Paz a Quito, y luego La musique des Incas et ses survivances, en donde
constan partituras y referencias de música indígena de los tres países andinos
ya mencionados. Es realmente un libro sobresaliente de aquella época y que en
otras latitudes repercutió como una valiosa fuente para el estudio de la música
de la región andina (incluso si alguien se pregunta de donde salieron algunas de
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las piezas que grabó el grupo francés Pachacamac en los años setentas, pues fue
precisamente de ese libro).
En 1957 Segundo Luis Moreno publicó el libro La música de los Incas: Rectifica
ción a la obra intitulada La musique des Incas et ses survivances, por Raoul y Mar
guerita D’Harcourt, en el que rebatía contundentemente las conclusiones acerca
de los sistemas musicales y las compilaciones efectuadas por los franceses. Al
decir de Moreno, encontró graves defectos en las teorías y transcripciones de
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los d’Harcourt, las mismas que procuró corregir conforme a su información 2011
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trumentos musicales (Instrumentos de percusión,
instrumentos de viento, Instrumentos de cuerda).
Luego una revisión de fuentes de Las crónicas espa-
ñolas. Pasan al análisis musical a través de Monodías
indígenas y puras (La escalas y los modos, La músi-
ca mestizada, La escala mestizada y los modos, los
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ritmos (Ritmos binarios, ritmos ternarios, otros
ritmos, ritmos libres, ritmos de acompañamiento).
Y, cierran su informe con Los géneros y modos de
Marguerite Beclard d’Harcourt composición (El canto religioso, la Canción).
La presentación, así como lo que concierne a los
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instrumentos musicales (sección en la que incluyen aseveraciones arqueológi
cas) y cronistas españoles fue escrito por Raoul, mientras que la parte analítica
2011 técnica de la música la realizó su esposa.
En lo referente a la notación hecha por Marguerite, cuentan que se valieron
de la trascripción auditiva directa y la grabación en discos de cilindro para el
registro sonoro; según se menciona en sus escritos, realizaban fielmente en la
noche las transcripciones, pues éstas se iban perdiendo de a poco y después
las borraban con bencina para el nuevo uso del cilindro. Para la publicación es-
cogieron el sistema pentagramado de presentar las transcripciones por frases
melódicas, ello permite, solo a través de la observación percatarse de la simi-
litud de la primera frase con las siguientes, una especie de tema y variaciones
fraseológicas en las melodías, melodías que a su vez fueron clasificadas en di-
versos tipos de pentafonismo (modos A, B,C, D, E, mayores y menores).
En las piezas recogidas, referentes a nuestro país, hacen mención como compi-
ladores al cuencano Luis Pauta, a José Dalgo y a Ordóñez; también hay algunas
que se menciona fueron cantadas para los d’Harcourt por la esposa de Paul
130 Rivet. Esto nos sugiere que los Harcourt no hicieron precisamente un recopi
lación de campo entre los indígenas ecuatorianos, pues no existe una sola me
lodía colectada directamente por ellos, y tampoco se menciona en algún pasaje
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algo que nos señale la permanencia de los investigadores en Ecuador. En defeni-
tiva, no está claro si llegaron al país, o si fue a través de Rivet que consiguieron
los ejemplos e informaciones pertinentes; casi todo indica que colectaron los
ejemplos musicales ecuatorianos, a través de terceros.
Finalmente queremos señalar que para el anexo de partituras, que originalmen-
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te tiene 8 registros hechos por los d’Harcourt, nos hemos permitido incluir
algunos ejemplos pautados adicionales que no constan en La música andina
de la Paz a Quito, y que los hemos extraído de La música de los Incas, pues el
documento de 1920 incluía apenas dos piezas ecuatorianas. Las hemos toma-
do directamente de la edición francesa de 1925, en la cual también podemos
apreciar que los d’Harcourt tomaron varias partituras de los Yaravíes quiteños
que diera a conocer Marcos Jiménez de la Espada (que fueron colectados por
el músico ecuatoriano Juan Agustín Guerrero) y que se publicaron en las Actas
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del Congreso de Americanistas publicadas en 1883. Éstas piezas y las rectifica- 2011
ciones hechas por Segundo Luis Moreno serán parte de un próximo estudio.
Con las trascripciones de los d´Harcourt pretendemos completar en parte una
importante colección de fuentes para el estudio de la música en Ecuador: los
Yaravíes quiteños de Juan Agustín Guerrero, La música en el Ecuador de Segun
do Luis Moreno (que ya publicamos, ambos a través del Municipio en los años
90´s) y si el caso se llega a dar, la edición completa de la Música e los Incas y sus
supervivencias (justo en 1990 se imprimía una edición castellana en el Perú2).
Sea pues este informe, la Música de la Sierra andina: de la Paz a Quito, un adelanto
de un compromiso que lo llevaremos a cabo más adelante.
2 HARCOURT, Raoul y Marguerite d’. La música de los incas y sus supervivencias / Roberto Miró
Quesada, traducción. Lima: Occidental Petroleum Corporation of Perú, 1990.
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http://www.kb.dk/permalink/2006/poma/322/es/text/?open=id3087472
Fiesta de los Chinchansuyos, conforme dibujo Felipe Huamán
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dito Director de la Revue musicale francaise S.I.M., caído después en el campo
de honor, sabiendo que ambos éramos músicos había insistido para que nos
diésemos cuenta de lo que podía ser todavía la música indígena, en uno de los
pueblos que fue antiguamente el más civilizado de la América.Ya nos habíamos
propuesto hacer esas investigaciones, de manera que le prometimos gustosos
nuestro concurso para ese efecto. Desgraciadamente Ecorcheville ya no está
más. Saludemos en él, al fino letrado, al incansable investigador, cuya desapari
ción deja tan gran vacío entre los representantes de la musicografía francesa.
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En 1912, la música indiana era totalmente desconocida por el público de Lima,
y Europa no estaba mejor informada, lo prueba el pasaje siguiente de una carta
escrita, este mismo año, por el profesor Erich von Hornbostel, del Instituto
Psicológico de la Universidad de Berlín, un especialista en la materia:
“Me temo -dice- que no existan muchas canciones antiguas que no hayan
sido retocadas por la influencia de la música española, entre los indios actua
les del Perú. Las pocas melodías que han llegado hasta nosotros no son sino
muestras de una música más bien europea. Quizá sería posible encontrar
una música autóctona en las montañas muy lejanas, donde los Aymaras, por
ejemplo. En ese caso sería indudablemente un gran mérito, el fijar esos docu
mentos antes que desaparezcan del todo”.
La carta, como se ve, no es muy alentadora!...
Precediendo toda tentativa de anotaciones directas, quisimos asegurarnos que
nadie en Lima había estudiado hasta entonces el tema que tanto nos intere 133
E saba. Así fue como de pronto conocimos al único hombre que, en esa época,
había apuntado unos cantos populares verdaderamente indios: Alomía Robles
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4
. Es un serrano5, quiero decir con esto que es muy de su tierra, que ha pasado
su juventud en los altos valles andinos, entre Huánuco y Jauja. Jovencito formó
parte de una maestría y fue un sacerdote -si mis recuerdos son exactos- quien
le enseñó los rudimentos de armonía que hoy conoce. Robles, debido a su
buena memoria musical, anotó cantos indios, armonizó algunos e incorporó
otros, más o menos respetuosamente, en composiciones propias, de un valor
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relativo. Nos hizo oír en el piano algunos de los aires que había transcrito. Su
real belleza unida a su carácter muy especial nos atraían vivamente. Pero cuan
do le pedimos a Robles leer y estudiar su colección de cantos, recibimos no
una negativa (en el Perú no se sabe negar), pero sí respuestas evasivas para
mañana, para pasado mañana6 que terminaron en un resultado nulo. La coope
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ración de Robles era imposible, pero ya podíamos prescindir de él, sabíamos lo
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4 Daniel Alomía Robles. Huánuco, 3 enero, 1871 - Lima, 17 julio, 1942. Compositor y com-
pilador musical. Su padre fue ecuatoriano. Estudió, en su juventud, con Manuel de la
Cruz Panizo (solfeo) y con el maestro Claudio Rebagliati (canto, armonía y composición).
Además de componer varias obras (una ópera, poemas sinfónicos, zarzuelas, roman-
zas, opereta y otras piezas) se encargó de coleccionar canciones tradicionales de los
indios del Perú. Una de sus obras más conocidas es El cóndor pasa, difundida a nivel mundial.
El creador y compilador quiteño Pedro Pablo Traversari manifestaba que “en el Ateneo de Santiago
de Chile, en sesión pública del 20 de noviembre de 1899... en los que consta el descubrimiento total
del Sistema Pentafónico en series de cinco sonidos descendentes particularmente dispuestos...”.
“Unos quince años más ¿por qué no decirlo?, un músico peruano se apropió de ese hecho y fue de-
clarado por la prensa de su país, como descubridor glorioso, de la escala pentafónica, en pugna de
la verdad; lo que consideramos justo dejar constancia sin otros comentarios”. Traversari, aunque
no lo nombra, parece referirse a Alomía Robles, como quien se apropió de su descubrimiento.
En 1917 Alomía pasó por Guayaquil y Quito, dictando conciertos y conferencias, y fruto de la in-
quietud que dejó con sus programaciones, el compositor quiteño Sixto María Durán escribió dos
artículos sobre la música incaica, que se publicaron, el primero, en El Comercio y el segundo en
la revista argentina Música de América. (Mayer-Serra, 1947; Traversari,1924, 1949; Durán, 1920;
Guerrero, 1982) (N. del E.)
134 5 En español en el original (N. del E).
6 En español en el original (N. del E).
bastante: la música indígena existía, llena de vida y de interés, no necesitábamos
trabajar sino por nosotros mismos.
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Estalló la guerra7 llamándome al frente e interrumpiendo así nuestras indaga
ciones, para ser reanudadas el año pasado8, en el curso de un nuevo viaje al
Perú. Lima mientras tanto, había en apariencia evolucionado bastante. No había
persona que no hubiera oído hablar de la música nacional9. Robles había parti
do para Cuba y los Estados Unidos para hacer representar una zarzuela y una
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ópera “estilo Wagner”(¡!)10 y era consagrado gran compositor; en fin, un grupo
de jóvenes del Cuzco había venido a representar en la capital con bastante éxi
to un drama histórico en quechua acompañado de música indiana de escena.
¿Habíamos contribuido en algo a este resurgimiento? Muy probable. Los lime
ños saben hoy día, que el arte indio existe y se escriben frecuentes artículos
en este sentido, hablan de los antepasados11, de los ancestros, con respetuosa
admiración, pero cuando se les indica que la única manera de hacer progresar
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la cuestión, es conocerla y para eso ir donde el mismo Indio, tratar de ganar 2011
su confianza y recoger de su boca sus tradiciones, sus fábulas y sus leyendas,
anotar sus costumbres, contestan frecuentemente con la frase tradicional: “El
Indio no sirve”12.
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Ecuador en 1917. Compilador y
digitalización: Fidel Pablo Guerrero
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136 13 Garcilaso de la Vega. Comentarios reales. libro VIII, cap. XVIII.
Antes que mi mujer los entretenga con nuestras anotaciones y haga el análisis
de éllas, quisiera hablarles de dos fuentes de estudio que se nos ofrecen para
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tratar de conocer lo que era la música de los Quechuas, al tiempo de su inde
pendencia: primeramente los instrumentos de música que las arenas secas de
la costa peruana nos han conservado, numerosos e intactos, en las tumbas y
cerca de los cuerpos de sus antiguos poseedores y, en segundo lugar, por los
escritos de los cronistas españoles.
Instrumentos de percusión
14 Léase, las sonajas y los cilchiles o cascabeles (N. de la Revista de arqueología).
137
E los Quechuas inventó un gran número de éllos; en principio estos objetos se
componen de una envoltura de metal, madera o barro encerrando granos du
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ros, semillas, guijarros o bolitas de arcilla cocida, que al agitarse hacían sonar
las paredes como centavos en una alcancía. Los cencerros están provistos de
un puño por donde se los toma, o de un mango de madera.
Los cascabeles, o maichiles, eran empleados antiguamente. Dispuestos en for
ma de collares, se los amarraban en los puños, en los tobillos o en el cuello;
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unos eran de metal, otros más sencillos los proporcionaba la naturaleza: pepas
de frutas o conchas marinas. Las tribus amazónicas hacen todavía de los cas
cabeles un uso corriente.
Debemos mencionar también los pequeños cimbales o chil-chil15, hechos de
bronce o de dos conchas de grueso bivalvo, y, además, de placas igualmente
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de bronce, provistas de un anillo y que se tocaban de la misma manera que un
gong.
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El tambor o huáncar16 ha ocupado un puesto importante en las fiestas y re
gocijos de los Indios. Los cronistas le nombran a menudo, y la sonoridad ato
londradora de estos innumerables instrumentos tocados a un mismo tiempo,
ha debido más de una vez obsesionar su recuerdo, porque hablan de ello con
cierto espanto. El tambor en el Perú no parece que haya alcanzado jamás la
elegancia del de los mejicanos; sin embargo, el simple tronco hueco que ce
rraba en sus dos extremidades una piel seca de llama17, sabía adornarse en los
días solemnes de un vestido de lana en colores18. Su forma era muy variada:
los había largos, como nuestros parches militares del tiempo de la Revolución
o del Imperio, pero sus dimensiones más corrientes, que numerosas alfarerías
15 Chil-chil, al parecer sonido onomatopéyico con el cual aún designan los indios ecuatorianos a
los cascabeles que usan los Danzantes en sus fiestas. (N. del E.).
16 Aún se usa este nombre para el tambor, entre los indígenas de la sierra ecuatoriana. (N. del E.).
138 17 Camélido americano. (N. del E.).
18 Bernabé Cobo. Historia del Nuevo Mundo, t. IV, libro XIV, cap. XVII.
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Huncar, un tam,bor grande que
todavía puede encontrarse en las
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comunidades andinas ecuatorianas.
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nos han conservado, correspondían más o menos a las de un gran tambor de 2011
pandero. Son esas las dimensiones actuales del instrumento todavía en uso, y
que se llama tinya (del quechua: tinya = golpear). El redoble con dos baquetas
era desconocido; el huáncar y la tinya eran tocados con una varita flexible y en
corvada, o sino con una cuerda gruesa, anudada en su extremidad. El que toca
la tinya es a menudo, incluso hoy día, el mismo que toca el pincullu19 o flauta
con pico. El artista se sirve a la vez de los dos instrumentos, tal cual lo hacen
nuestros tamborileros provinciales llevando la farándola20.
19 En Ecuador esta flauta vertical recibe el nombre de pingullu= canilla. Quizá su nombre deriva
del hecho que estos instrumentos se construían de canillas humanas o de animales (N. del E.).
20 La influencia española se ha hecho sentir aquí.
139
E Instrumentos de viento
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fueron unos fundidores medianos, por lo que no hay que admirarse de
encontrar trompetas hechas sobre todo de tierra cocida o de madera dura,
y pocas de metal. Al menos, no se conoce hoy día ninguna muestra verdade
ramente interesante de trompetas metálicas, a pesar de que las Crónicas de
los primeros agustinos en el Perú, por ejemplo, señalan las catorce queppas de
O
bronce y plata que estaban antaño al servicio de la Huca Tantazoro21. Los pillajes
españoles tuvieron allí lugar.
Las formas de la trompeta varían, de la concha marina verdadera o amoldada, y
del simple tubo derecho ligeramente tronco-cónico, al instrumento más com
plicado cuya tubulura se encorva, formando una argolla, o bien doblándose
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Quito
tres y cuatro veces sobre sí misma, en el mismo plano. La embocadura no varía,
tiene la forma de una copita agujereada en el centro, pareciéndose mucho a
2011 nuestras modernas embocaduras de cobre.
El pabellón donde los Yungas del Norte, representa a menudo una cabeza de
animal, zorro o puma con la boca abierta, en son de amenaza; se adorna a ve
ces con la efigie de un personaje, tal un instrumento que nos fue dado fotogra
fiar en Lima, donde un hombre adornado de ricas vestiduras lleva sonriendo
una siringa a sus labios. En Nazca, como era de esperarse, la trompeta está
pintada y se ven representadas las imágenes de ídolos y de animales totémicos
con estilizaciones tan especiales a esa región.
Musicalmente, la trompeta era bastante pobre, poseía sonidos roncos y desga
rradores, sus notas se reducían a tres o cuatro sonidos armónicos. Era el ins
trumento guerrero por excelencia. Hoy día es menos militar, y toca al ranz des
140 21 Relación de la religión y ritos del Perú, por los primeros Agustinos, etc. (Colección Urteaga y
Romero, t. XI, p. 33. )
vaches o el sálvese frente a un toro bravo22, más bien que el toque de combate.
Consiste en una especie de trompeta de cacería, hecha de partes de cuerno,
E
D
sobrepuestas unas sobre otras en forma espiral23.
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Una bocina turu, instrumento mu-
sical elaborado con los cuernos de
toro y caña.
D
también las hay hechas de terracota. Las dimensiones de la flauta vertical de
caña, oscilaban, según nuestros conocimientos, entre 8 y 40 centímetros. El nú
mero de sus perforaciones variaba de tres a siete. La quena de hueso era de
dimensiones más pequeñas; presentaba a menudo una perforación opuesta a
las otras y que el pulgar debía cubrir. Las alas de los pelícanos de la costa, las
patas y las costillas de las llamas, en la sierra, proporcionaban el material em
O
pleado para la confección de estos instrumentos.
Las flautas verticales de caña, llevan a menudo las señales de un disco termi
nal o de una especie de sombrero perforado, cerrando en parte la columna
de aire. Este diafragma que se vuelve a encontrar nuevamente en las flautas de
tierra cocida tiene como consecuencia la de disminuir la tonalidad25 del ins
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trumento. Hay otra particularidad que hemos encontrado tres o cuatro veces
en las quenas provenientes de Cajamarquilla (Valle del Rímac) y de Ancón. Es
2011 tos instrumentos en general ciudadosamente hechos y muy precisos llevaban,
además del disco que acabamos de nombrar, otro diafragma interior colocado
entre dos perforaciones. Un breve experimento nos indicó que este disco ba
jaba la nota correspondiente al agujero bajo el cual estaba colocado, y eso de
una manera tanto más sensible, cuanto el disco estaba más cerrado. ¿Cuál era
el objeto dado antiguamente a este diafragma? Parece estar uno autorizado
a creer en una función de afinación. Además esta particularidad no es el úni
co hecho que nos prueba que los Quechuas trataban de mejorar la precisión
de sus perforaciones empíricas; numerosas flautas antiguas llevan la señal de
huecos tapados cuidadosamente, sea con finas clavijas o sea con una ligadura
exterior.
La quena moderna ha experimentado algunas modificaciones: en sus dimensio
nes en general ha aumentado, su embocadura consiste en una abertura cuadra
da, tallada en una parte del borde superior del instrumento, con adelgazamien
142
25 Al parecer se refieren a la brillantez del instrumento (N. del E.).
to en bisel de la parte externa de la pared de la base de la abertura. Suponed
un flautín al que se le haya recortado el pico. En la costa, la flauta del ciego está
E
D
hecha de latón o de hoja de lata, mientras que en la sierra han quedado fieles
a la caña, que la naturaleza en el Perú la produce verdaderamente apropiada a
este uso. La manera de tocar la quena no ha variado a través de los siglos.
En cuanto a la flauta traversa, es bastante rara y poco popular26.
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Citemos todavía el pincullu o flauta con pico que creemos de origen moder
no, no habiendo encontrado aún ninguna muestra de ellos en las tumbas27. Su
fundamento, sin embargo, era conocido, puesto que se aplicaba a los pitos de
barro de dos o tres notas, a los pitos, que a pesar de no ser tan curiosos y va
riados en el Perú como los de Chirique o del Darien, no dejan de ser por eso
menos numerosos e interesantes.
La siringa o flauta de pan, se llama en quechua antara. Era casi tan conocida co n° 8
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mo la quena, excepto entre los Chimus. La encontramos hoy en Bolivia como 2011
en el Ecuador, pero con formas diferentes. Ha desertado casi por completo de
la costa, donde conoció sin embargo, antaño, sus formas más perfectas.
Este instrumento se compone de tubos yuxtapuestos de una altura y de un
diámetro que crecían con regularidad. Los tubos daban cada uno una nota dis
tinta. Cerrados en la extremidad inferior se abren en la otra punta y colocados
a la misma altura para que la boca del instrumentista, mientras tocaba, pudiera
manejarse libremente en línea horizontal. Los sonidos se obtienen así, lo mis
mo que cuando se sopla en el tubo hueco de una llave para sacarle una nota.
26 En Ecuador, contrario a lo manifestado por los d’Harcourt, al menos en la época de su inves-
tigación, las flautas traversas eran muy diseminadas, e incluso se han hallado vestigios arque-
ológicos de flautas de las antiguas culturas ecuatorianas (N. del E.).
27 Por el contrario, en México. esa flauta de pico, que llaman hoy día chirimía, estuvo muy exten-
dida en la época pre-corteziana.
143
E
D Colección de Antaras
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grave timbre del clarinete. Los tubos modelados con cuidado debían secarse
separadamente y el alfarero los envolvía en una pasta fina que los unía, unos
a otros. El instrumento así formado era sometido a la cocción, después que
la superficie fuera recubierta de emgobo (pasta) cabritilla rojo oscuro. Los
tubos gruesos recibían en su extremidad superior una pequeña compresión,
destinada a igualar el diámetro de las embocaduras y a volver la ejecución del
instrumento más cómoda. n° 8
Quito
La siringa de Cajamarquilla era mucho menos bella que la de Nazca. Los tubos 2011
estaban simplemente soldados unos a otros, sin estar cubiertos de una capa
protectora o de un barniz, su embocadura era tosca y su base redondeada,
quedaba diferente.
Las flautas de Pan en tierra cocida no tenían el recurso del mecanismo de afi
nación de sus humildes hermanas de caña, resintiéndose de esto su precisión.
Los accidentes de la cocción -hinchazón o aplastamiento- venían además a
destruir las previsiones del alfarero, probablemente los artistas afinaban sus
instrumentos por medio de un poco de arcilla colocada en el fondo de los tu
bos... pero eso lo ignoramos hoy.
En Bolivia las siringas modernas son instrumentos más burdos de obra y más
complicados de ejecutar. Se hacen por lo menos en cuatro tamaños diferentes,
28 La arqueología ecuatoriana ha rescatado una flauta de Pan trabajada en piedra (basalto), con
cuatro sonidos, de la cultura Negativo del Carchi (N. del E.).
145
E dando la octava las unas de las otras, y se compran en los mercados, en Puno
o la Paz, por ejemplo, en series complementarias29 a fin de que puedan ser to
D
cadas juntas en una misma orquesta. Hubiéramos considerado esta construc
ción en series complementarias30 como moderna, si Garcilaso, cuyos recuer
dos personales remontan a 1550, aproximadamente, no lo hubiese señalado
con mucha precisión entre los Collas31.
Las flautas de Pan bolivianas se componen, como antiguamente, de dos hileras
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de tubos juntos (estos en número de 6 y de 7), pero de manera diferente de
lo que sucedía antes, pues las dos series son sonoas, y el artista por un ligero
movimiento de báscula dado al instrumento sobre sus labios, se permite soplar
alternativamente en una y otra hilera, según la nota que deba hacer vibrar.
Estas siringas están así dispuestas32 (en escala diatónica):
n° 8
Quito
2011
1er. rango
AUDIO
2do. rango
29 Las palabras que usan los autores son: series acordadas (N. del E.).
30 Las palabras que usan los autores son: series acordadas (N. del E.).
31 Garcilaso de la Vega. Comentarios Reales, libro II, cap. XXVI. [“De música alcanzaron algunas
consonancias las cuales tañían los Indios Collas o de su distrito en unos instrumentos hechos
de cañutos de caña, cuatro o cinco cañutos atados a la par, cada cañuto tenía un punto más
alto que el otro a manera de órganos. Estos cañutos atados eran cuatro, diferentes unos de
otros. Uno de ellos andaba en puntos bajos y otro en más altos y otro en más y más: como las
cuatro voces naturales, tiple, tenor, contralto y contrabajo. Cuando un indio tocaba un cañuto,
respondía el otro en consonancia de a quinta o de otra cualquiera, y luego el otro en otra con-
sonacia y el otro en otra, unas veces subiendo a los puntos altos, y otras bajando a los bajos
146 siempre en compás”. (Nota transcrita por el E.)].
32 La palabra usada en el original es: Acordadas (N, del E.).
Existen siringas bolivianas todavía más complicadas y que poseen cuatro hile
ras de tubos. La disposición de las series es entonces la siguiente:
E
1er. y 2do. rango
AUDIO
D
O
2do. Y 3er. rango
33 El rondador en el Ecuador se toca en intervalos armónicos, el intérprete debe hacer sonar dos
tubos simultáneamente. Si bien se producen en ciertas secciones del rondador, terceras (do-
la, re-si, mi-do, etc.), también pueden obtenerse distancias de cuarta (la,re-si,mi, etc.). Quizá
sea esta confluencia de terceras y cuartas la que brinda aquella sensación tan ecuatoriana que
resulta de tocar el rondador, incluso al azar. (N. del E.).
34 Los hemos visto de 42 tubos.
35 La extinción casi completa del cóndor y el abandono de los instrumentos tradicionales, solo
nos permiten, en la actualidad, ver rondadores de plumas de cóndor entre algunos celosos
guardianes indígenas que, en número mínimo, aún los conservan (N. del E.).
147
E nientes de las tumbas antiguas y en buen estado de conservación. Estos ins
trumentos dan con un grado de precisión, correspondiente a su más o menos
D
perfecta estructura, toda o parte de una escala defectiva36, compuesta de cinco
sonidos, dentro de la octava sin medios tonos. Esta comprobación no es para
sorprenderse, no hace sino confirmar el antiguo empleo de una escala todavía
en uso en los cantos indios puros de nuestra época. Mi esposa expondrá más
detenidamente este punto.
O
En cuanto a los instrumentos modernos dan en general nuestra escala diatóni
ca. Sin embargo algunos indígenas permanecen todavía fieles a la construcción
de su quena o antara con la escala defectiva antigua.
n° 8
Instrumentos de cuerda (modernos)
Quito
2011 D ebemos añadir algunas palabras sobre dos instrumentos de cuerda que
por su popularidad y su transformación en el país han adquirido hoy día
derecho de ciudadanía entre los indios: el charango y el arpa. Estos instrumen
tos son de directa introducción europea, pues eran desconocidos antes de la
llegada de los españoles.
El charango es una especie de mandolina o bandurria, pero mientras ésta posee
seis cuerdas dobles, el charango no tiene sino cinco. Su particularidad consiste
en la utilización de un carapacho de armadillo para su caja sonora. Este ani
mal se llama en quechua quirquinchu, de donde viene el nombre de charango, de
quirquinchu. Wiener habla de la utilización de un carapacho de tapir37, ... pero él
exageraba38. Los artistas peruanos que tocan el charango son más bien cholos
36 En otro escrito, los d’Harcourt, modifican este precepto, dejan de considerar defectiva a la
escala pentafónica, y la conciben como una escala completa. (N. del E.).
148 37 Wiener. Pérou et Bolivie (cap. consagrado a la música).
38 Decir exagerado, es un eufemismo. Los tapires no tienen carapacho (N. del E.).
que indios. La construcción de este instrumento puede ser corriente o muy cui
dada, según los medios del poseedor.
E
D
El arpa es hoy día completamente india, se encuentra en todas partes de la sie
rra entre el Cuzco y Quito. Es un instrumento rústico, sin pedales, de un sonido
bastante agudo y de una extensión de cinco octavas. Su forma es la conocida de
estos instrumentos, pero dos especies de muletas de madera sostienen su base,
de modo que el arpa se encuentra en posición casi horizontal cuando se toca
O
en descanso. No solo está destinada al artista sedentario, al ciego que todo un
día toca el mismo aire en la puerta de una casa, sino que se utiliza también en
las diversiones de los bailarines y los acompaña; en este caso el arpista, que toca
caminando, voltea el instrumento y lo tiene boca abajo en sus brazos.
En el Ecuador el arpa tiene a veces dimensiones muy reducidas y se acerca, más
bien, en tamaño a la lira.
n° 8
Quito
2011
II. Las crónica españolas
D
inumerables, a orgías interminables en las cuales se ahogaba toda inicativa, toda
idea de revuelta, preparando así la esclavitud futura y definitiva de sus súbditos.
Cualquiera que fuesen los abusos y sus funestas consecuencias, las fiestas se
desarrollaban sobre todo en el Cuzco, en un marco y con una pompa que de
ben fijar nuestra atención, puesto que la música les estaba íntimamente ligada.
O
Fuera de los regocijos extraordinarios, consecuencia de una victoria o suje
ción de una provincia al imperio, o coronación de un nuevo príncipe, etc... el
calendario de los Incas inscribía en el transcurso del año fiestas regulares men
suales, de las cuales, cuatro principalmente tenían una importancia y duración
excepcionales. Eran en junio, el Intip-Raymi o fiesta del Sol propiamente dicha;
n° 8
Quito
en septiembre la Citua, que debía alejar del Cuzco y de los centros poblados
las epidemias y los males de toda clase; en noviembre, las largas ceremonias y
2011 las pruebas a que debían someterse los jóvenes de casta noble para ser reci
bidos orejones39, en fin, en marzo la renovación del fuego sagrado. Estas fiestas
tenían todas un carácter religioso; preparándose a ellas con la abstinencia de
algunos alimentos y observando la continencia. Principiaban por sacrificios de
llamas y libaciones en honor de las potencias celestes, como el Sol, la Luna y
el Trueno; después venían, siguiendo un ceremonial especial y reglamentado
con cuidado, los taquis, es decir las danzas y los cantos -la palabra encierra las
dos acepciones- que correspondían a la fiesta celebrada. Hasta los vestidos
eran reglamentados. En cuanto a los taquis tenían cada uno su nombre: por el
Intip-Raymi, por ejemplo, era, nos dice Cristóbal de Molina40 la danza Huayllina,
bailada cuatro veces al día, y entrecortada de exclamaciones, donde la palabra
Triunfo sonaba a manera de estribillo. Para la fiesta de la expulsión de enfer
D
do las danzas, los cantos o taquis en su lengua materna o general ( es decir
en quechua), ordenando quemar todos los instrumentos de música: quenas y
antaras, con excepción única de los tambores, por ser empleados en las fies
tas de Corpus Christi43; y en 1617 los cuestionarios para uso de los visitadores
eclesiásticos, lo mismo que los edictos para extirpar la idolatría en el Perú, que
Arriaga cita en su obra44, después de haberse vanagloriado de destruir seis
O
cientas tres huacas45, más de tres mil conopas46 y de haber hecho condenar
seiscientos setenta y nueve ministros del antiguo culto.
En su carta pastoral de 1649, Villagómez, Arzobispo de Lima, reproduce las
prohibiciones anteriores, agravándolas con castigos corporales: cien chicota
zos y una semana de calabozo por haber bailado el baile Ayrihua en las fiestas
n° 8
Quito
de la cosecha, en caso de reincidencia el culpable era remitido al brazo secu
lar47... pero detengamos nuestras citaciones.
2011
A pesar de las prohibiciones y castigos, los Indios, bajo apariencias de conver
sión supieron conservar sus fiestas antiguas, cuando coincidían con las de la
Iglesia católica, de modo que durante mucho tiempo el Corpus Christi o fiesta
del Señor no fue para los indígenas sino el Intip-Raimi. No estamos bien segu
43 Constituciones synodales del Arzobispo de los Reyes del Perú, 1614. [“”Para que con ayuda de
Nuestro Señor, sean suprimidas las ocasiones de reacer en la idolatría y que el demonio no
pueda continuar ejerciendo sus triunfos, es preciso no consentir más todo aquello que tenga
lugar en dialecto local o en lengua general (es decir en quechua), las danzas, los cantos o taquí
antiguos, y se deberá vigilar de que sean quemados los instrumentos de este uso, tales como
los tamborines, cabezas de ciervo, antaras, etc., no dejando a disposición de los indios sino
tambores que usan durante el Corpus Christi”]. (47, I, cap. VI).
44 P. Pablo Joseph de Arriaga. Extirpación de la idolatría del Perú. Lima, 1621.
45 Huaca. Designación de un sitio sagrado. (N. del E.).
46 Conopa. Designación de un lugar sagrado. (N. del E.).
152 47 Pedro de Villagómez. Exortaciones [sic.] e instrucción acerca de las idolatrías de los indios del
Arzobispado de Lima.
ros que no sea todavía así, en el fondo de sus corazones...
Más hábiles algunos sacerdotes, desde el principio de la conquista, compren
E
D
dieron la importancia de los cantos y de la música entre los Quechuas, y
tentaron utilizar este medio para la mayor gloria de Dios. Garcilaso nos dice
por ejemplo que, en 1551, el maestro de capilla de la Catedral del Cuzco ha
bía arreglado de tal modo, para la fiesta del Santísimo Sacramento, el célebre
canto del Haylli que obtuvo entre los indios un éxito enorme. Estas tentativas
O
a pesar de las prohibiciones que hemos citado, se reproducían de tiempo en
tiempo. Tenemos una prueba en los numerosos cánticos e himnos indios can
tados hoy en la Sierra48.
Felizmente la Inquisición no pudo alcanzar al alma del pueblo, sus sentimien
tos íntimos, sus efusiones amorosas, las cuales fueron transcritas en cantilenas
amorosas de una rara belleza y que están todavía palpitantes. Gutiérrez de
Santa Clara en 159049, y Garcilaso, más o menos en la misma época50, señala
n° 8
Quito
ban la gran variedad y alababan la íntima unión de las palabras y de la música 2011
de los cantos, lo que permitía a una amante comprender, por el lejano sonido
de la quena del bien amado, el ardiente llamamiento a los tiernos reproches
que él le dirigía.
Estas cantilenas han conservado la denominación de haraui; que en la boca de
los españoles, se ha convertido sucesivamente en harabi o haravi, y despúes
yaraví51.
48 En Ecuador, Segundo Luis Moreno indica que entre las piezas de raíz indígena que fueron
modificadas con textos litúrgicos están: Yupaichishca, Perdón, etc. (N. del E.)
49 P. Gutiérrez de Santa Clara. Quinquenarios, t. III, cap. LXIII, p. 549. [“Tienen estos Indios unas
flautillas con dos agujeros arriba y uno abajo que llaman pingollos y con estas flautillas cantan
sus romances que se entienden claramente lo que dicen. Y con ellos llaman a las Indias y a las
mozas, de noche, las que están encerradas en sus casas y en las de sus amos y como entienden
quien tañe el pingollo, se salen escondidamente y se van con ellos.” (Transcripción del E.)].
50 Garcilaso de la Vega. Comentarios reales, libro II, cap. XXVI.
51 En un artículo aparecido en el Nº 2 de la revista alemana La cultura latinoamericana, Cöthen,
153
E En cuanto a las danzas, han perdido su especialización ritual, se han uniforma
do con la desaparición gradual de las fiestas del antiguo culto; algunas de éllas
D
subsisten todavía y son muy populares, tales como la kashua o la hunca. Se
ejecutan en las fiestas religiosas y políticas actuales.
Dejo la palabra a mi señora que va a disertar sobre la música indiana, tal cual
existe todavía en la Sierra andina.
O II parte
n° 8
Quito
doscientas melodías, la mayor parte anotadas directamente -cantos y danzas-,
que nos permiten echar una mirada en conjunto sobre el folklore musical de
2011 la región andina.
Este folklore extremadamente rico y vivo comprende, por una parte las mo
nodías indianas puras, que la tradición oral ha conservado casi intactas en las
altiplanicies de la Sierra, por otra parte, un género de música muy especial,
posterior a la conquista, que resulta de la introducción de elemento europeos,
principalmente españoles, en la música indiana pura, género de música que lla
maremos mestizada.
Ej. 1 AUDIO n° 8
Quito
2011
Modo A (mayor)
Ej. 2 AUDIO
155
E Modo B (menor)
D
Ej. 3
AUDIO
Modo C (mayor)
O
Ej. 4
AUDIO
Modo D (menor)
n° 8
Ej. 5
AUDIO
Quito
2011 Modo E inusitado
Ej. 6
AUDIO
156 52 De las averiguaciones sobre la música indiana de los Estados Unidos, nos han hecho encontrar
en ese país, numerosos ejemplos del modo E
Modo B (menor). Estudiaremos brevemente la escala indiana bajo la for
ma de su modo B (menor), el más frecuentemente empleado en el Perú, que
E
D
transcribiremos para más comodidad.
Modo B (menor)
O
Ej. 7
AUDIO
D Ej. 8
AUDIO
O
Ej. 9
AUDIO
O
Esta sola tercera menor conclusiva y una lejana relación con nuestro modo
menor moderno habrían bastado para evocar la tristeza a oídos europeos, nu
trido del “menor” de los clásicos y de los románticos, que traducían infalible
mente “amor traicionado” o “marcha fúnebre” (la libertad de nuestra música
contemporánea tiende a hacer desaparecer esta impresión, arbitraria por lo
demás). Por otra parte los viajeros que han cruzado el Perú o el Ecuador, casi
siempre han confundido la música indiana pura con la música mestizada -de la
que el yaraví o triste es una de sus formas célebres-, llamando ciertamente la
n° 8
Quito
2011
atención su acento extraño y desolado, que viene de la mezcla íntima de ele
mentos europeos incorporados en la escala indígena. Más tarde hablaremos
de estos cantos.
Voy a deciros algunas palabras sobre los otros modos indios:
Modo A (mayor). Llamamos este modo mayor a causa de las dos segundas
mayores que la terminan.
Modo A (mayor)
Ej. 11
AUDIO
D
Los reposos principales y los conclusivos se operan sobre el I grado de la es
cala, al que se llega generalmente por grado conjunto o por la tercera.
Los saltos melódicos bruscos son en general menos frecuentes, la línea está
menos accidentada, más conjunta; citemos sin embargo un yaraví que contiene
O
el intervalo de séptima menor directa, y este de décima menor:
Ej. 12
AUDIO
n° 8
Quito Modo D (menor). La serie menor, modo D, parece tener gran aceptación en
2011
el Ecuador.
Modo D (menor)
Ej. 13
AUDIO
n° 8
mestizada- que proviene de la indígena pura, en la cual se han introducido, en
proporciones sumamente variables, los elementos europeos; el estilo que re
Quito
sulta de esto es completamente original, obedeciendo a sus propias leyes mu 2011
sicales, y si incluye a veces algunas durezas y un poco de mal gusto se ha desli
zado en él, no por eso ha dejado de producir melodías muy bellas y expresivas.
L a aparición del sistema tonal europeo, importado en América por los Con
quistadores debió producir, por lo menos en el oído de los naturales del
país, tanto efecto como sobre su vista los caballos montados por los presti
giosos extranjeros. Poco a poco sus monodías se impregnaron de ello, modi
ficándose su gama bajo esta influencia. En un artículo publicado en el Mercurio
peruano del año de 179258, encontramos una alusión de un yaraví oído en el
58 Mercurio peruano, No. 117, 118. Carta sobre la música: en la que se hace ver el estado de sus
conocimientos en Lima, y se critica el Rasgo sobre los Yaravíes impreso en el Mercurio núm.
161
E Perú, de cuya descripción se puede deducir que los medios tonos y por lo
tanto el sistema armónico europeo, se había infiltrado en él. Pues, es un hecho
D
importante de anotar, el folklore andino mestizado, no es de origen español
y matizado de indio, sino muy indio de origen con influencia europea, donde
domina el elemento español.
Así se formó otra escala muy curiosa, que tuve la sorpresa de descubrir tra
bajando las melodías mestizadas, tanto las de Bolivia como las del Perú y del
O
Ecuador. Hela aquí en sus dos modos principales, derivados directamente de
sus hermanos indios puros: el modo Aa (mayor), el modo Bb (menor)59:
Modo Aa (menor)
n° 8
Ej 15
AUDIO
Quito
2011
Modo Bb (menor)
Ej 16
AUDIO
101 / TJC y P.
59 Las notas gruesas son la de la escala indiana, las chicas representan los grados añadidos bajo
la influencia europea.
60 El musicólogo ecuatoriano Segundo Luis Moreno declara en su crítica al trabajo de los
d’Harcourt, como inexistentes las escalas mestizas con tritono. Precisa que la escala es: la si
do re mi fa sol la; llenándose con los intervalos de la escala diatónica los espacios de la dos
162 terceras menores y estableciéndose una distancia de segunda menor entre el VI y VII grado.
(Moreno, S. L. La música de los Incas. Quito, 1957). (N. del E.)
dose allí lógicamente la influencia europea: ¿no se servían corrientemente en
Europa de estos modos en la música, especialmente en la época religiosa de la
E
D
época colonial? Además, se sabe cual fue el despotismo que pesaba sobre los
indígenas en los siglos que siguieron a la conquista, la presión que el clero espa
ñol ejerció, para reemplazar poco a poco las fiestas del sol con las ceremonias
católicas que tenían su música litúrgica, fuente de influencia sobre la que no
hay necesidad de insistir más. El modo Aa conserva frecuentemente su incli
nación y sus características indígenas, es a veces incompleto por no emplear
O
más que seis grados, eliminándose, sea el VII, que rara vez toma el carácter de
sensible, sea el IV grado que precisamente forma el intervalo de tritono.
El modo Bb, no es otro, que el viejo modo de re de canto llano61.
Cuando es de formación más reciente, este modo tiene a menudo una alte
ración en su V grado, tomando entonces el carácter de la sensible europea y,
modificado de esta manera, se acerca a nuestro la menor clásico, el que Bach
n° 8
Quito
subía así, para bajarlo de nuevo suprimiendo los accidentes, y esto precisamen 2011
te en la primera mitad del siglo XVIII.
Modo Bb modificado62
Ej 17
AUDIO
Sin embargo, cuando las melodías mestizadas, construidas sobre este último
modo, guardan la inclinación y las características indianas, alternando con la
inclinación y las características modernas, esta mezcla viene a tener para no
sotros un efecto verdaderamente nuevo.
D
manera “mestizajes de mestizajes”, unas acomodadas al gusto peruano63, otras
acercándose mucho a las españolas, más en boga en la costa.
El tiempo de que dispongo me impide entrar en detalles que podrían ser inte
resantes a la vez que históricos y estéticos.
O
Todas las melodías mestizadas que hemos recogido en el Perú, Bolivia, Ecuador,
obedecen a este sistema del que he dado la escala y los modos principales Aa,
Bb, las unas puras sin modulación, las otras conteniendo “mestizajes de mesti
zajes” muy reconocibles y más o menos numerosas.
Siendo pues así muy fácil de diferenciar un texto musical indígena puro, de un
n° 8
texto mestizado.
Quito
2011
Los ritmos
L os ritmos indianos pueden contarse entre los más libres y los más variados
de la música popular.
Alguién decía en Arequipa: -“aquí ha venido un pianista español, que se vio ab
solutamente incapaz de sentir y de reproducir ‘la medida’ de nuestra música
nacional”. La gente del pueblo, cholos e indios, quienes en su mayoría cantan,
bailan o tocan flauta, tienen esos ritmos en la sangre y los repiten fielmente
por instinto. Es por éllos que hemos podido aprehenderlos y compenetrarlos.
La principal y la más general de las características rítmicas indianas es el apoyo
sobre el tiempo, que se encuentra, es cierto, en la mayor parte de las músicas
L os ritmos binarios que hemos podido hacer entrar en una medida de 2/4 y
de 6/8, son los más frecuentes.
Los ritmos vivos de 2/4, ritmos de danza, muy numerosos, son a menudo de
O
corte regular, bien marcados sobre cada tiempo, un tanto incitantes. Otros
que guardan el apoyo sobre el primer tiempo, son después sincopados y en
trecortados; hablaremos de ellos más luego64.
Otros en fin están constituidos en parte por tresillos y en parte por corcheas
iguales.
Algunos ritmos a 2/4 son de movimientos lentos o moderados. n° 8
Quito
2011
Los ritmos 6/8 son infinitamente flexibles y variados. Hay unos lentos65, otros
rápidos.
Entre los rápidos, que son innumerables, y contienen los ritmos indios más
típicos66 -sincopados y jadeantes-, citaremos en particular los de las lamenta
ciones que canta llorando la India o el Indio conduciendo al cementerio los
restos de su bien amado67.
Tenemos también otros bastante complicados, a la vez binarios y ternarios,
alternativamente; toques ternarios, siguiendo a los binarios son ejecutados al
mismo tiempo. Creo haber llegado a notarlos de una manera clara a la lectura.
D Ej. 18
AUDIO
Ej. 19
n° 8
Quito
AUDIO
2011
Ritmos ternarios
O
Ej. 20
AUDIO
Ellos parecen ser muy indígenas, sin embargo no hemos podido todavía apre
n° 8
ciar exactamente su origen. En el libro de T. P. de Mello A música no Brasil70, lo
encontramos mencionado de procedencia negra, pero no estamos convencidos
Quito
de ello71. Muy favorecidos, alrededor del Cuzco en las danzas llamadas kashua, 2011
son estos ritmos que los creadores modernos introducen en su música para
imprimir el “estilo incaico”. Pero en el Cuzco y en el interior del Perú, juzgamos
la influencia negra como nula. ¿Acaso se hubiese podido establecer por sus re
laciones con la costa? Es dudoso; encontramos nuevamente estos ritmos, con
el mismo carácter en la música Chipena Buffalo, Apache de los Estados Unidos,
y todas las danzas modernas norteamericanas los reflejan (two step, cake walk,
etc.). Hasta más amplio estudio, consideramos estos ritmos comunes a varias
razas.Yo los supongo, por mi parte, más puramente indios cuando se presentan
más bien como un apoyo rítmico sobre el tiempo, que cuando son el resultado
de una determinación seguida.
dio, la tomamos de La música de los Incas, de los mismos autores (N. del E.).
70 T. P. de Mello. A música no Brasil.
71 En Ecuador, el motivo está presente tanto en la melodía como en la parte rítmica del
sanjuanito indígena y mestizo (N. del E.).
167
E Ritmos libres
E n fin, algunas de las líneas melódicas de nuestra colección nos han pare
D
cido demasiado libres para soportar la sujeción de una barra de compás.
Están sin embargo sometidas a una ley rítmica misteriosa, guardando cada una
su personalidad. El canto popular conoce, bajo todas las latitudes, estas líneas
rebeldes, que son las fuentes puras de la fantasía; guardémonos de turbar su
curso y vamos a refrescarnos en éllas.
O
Ritmos de acompañamiento
n° 8
voz o la flauta. Los cruzamientos rítmicos que resultan de ahí, son singulares,
vigorosos y sutiles a la vez.
Quito
2011 En los días de fiesta en la Sierra, se oye desde lejos los golpes dados en el
bombo73, el ruido sonoro de las manos al palmotear una con la otra, pronto
dominado, el acercarse de los músicos, por el sonido un tanto gangoso de las
quenas y el timbre rudo de los cantantes, mientras que los pies rápidos zapa
tean en el suelo sin descansar.
Evoquemos también el sonido de la quena solitaria del llamero74 que lleva su
rebaño en las alturas. El sol acaba de desaparecer tras el oscuro perfil de las
montañas, el frío cae sobre el valle. Entonces se desarrolla una melancólica,
pura y caprichosa línea de flauta, cien veces repetida, insistente y monótona,
que lleva el pensamiento muy lejos, hacia el pasado misterioso de un pueblo...
Y esta música está toda impregnada de la atmósfera de los paisajes: la inmen
O
Quechuas, modelando su ser sensible e inspirando su música, que les debe en
parte su carácter hecho de austera grandeza, de encanto melancólico, un poco
monótono o de vivacidad libre y salvaje.
Los géneros y los modos de composición
D
Huanta, contra el presidente Piérola. Este para destruirlo envió un cierto co
ronel Parra, con algunas tropas; un número bastante crecido de Indios murió.
Hoy día cantan todavía esta aventura con palabras quechuas sobre la gama
indiana. Otro ejemplo nos ha sido proporcionado en la guerra del Pacífico, en
la lamentación patriótica cantada por los soldados cuzqueños en la batalla de
Arica (1879), palabras de actualidad sobre un aire antiguo. La música es una
O
composición flexible y encantadora, no tiene nada de guerrero, y parece un
yaraví, destinado a otros fines.
Podemos distinguir en las monodías indianas o mestizadas, anotadas por noso
tros, los diferentes géneros de composición siguientes:
n° 8
Quito
1. el Canto religioso,
2. la Canción,
2011 3. el Baile76 cantado e instrumental,
4. la Pastoral.
1. El canto religioso
S ubsisten algunos cantos religiosos antiguos, que son llamados todavía him
nos al Sol, al Inti. Una muy noble muestra de este género, nos ha sido dada
por el Sr. Robles; es de un admirable sentimiento musical.
Después de la conquista, la religión católica había reemplazado el antiguo culto
indio. Los indígenas, ayudados por los curas, tradujeron a su lengua las palabras
latinas de la liturgia y las adaptaron sobre sus antiguos aires. Poseemos un curioso
n° 8
del canto popular indígena. Después de un siglo o dos de ocupación, la mez
cla de razas se había operado en parte, los peruanos, teniendo sangre india, se
Quito
transportaron al pasado y, cuando quisieron retomar un arte nacional y refe 2011
rirse a los Indios, es el harahui que trataron de imitar y que devino al yaraví más
o menos mestizado. Poemas en quechua, y sobre todo en español, fueron más
tarde compuestos bajo el nombre de yaraví y a veces adaptados a verdaderos
aires antiguos. Es el caso del famoso yaraví de Melgar: Delirio, que se aplica a una
música indiana, a pesar de que su ritmo haya sido -en la época del poeta o más
tarde- europeizado. Melgar, joven patriota peruano, uno de los primeros caídos
bajo las balas españolas, al principio de la guerra de la independencia, escribió
toda una colección de poemas a los que dio el nombre de Yaravíes. Algunos de
ellos fueron cantados, lo sabemos, pero la tradición, salvo para Delirio, no nos
ha conservado su música.
77 La pieza no consta en el original, pero la hemos incluido con el Nº 10, tomándola de la Música
de los Incas (1925), de los mismos autores (N. del E.).
78 Ver monodía Nº 8.
79 Ver monodía Nº 2.
171
E El yaraví colonial que ha llegado a ser quizá, el tipo musical más original del fol
klore peruano, se debe a la mezcla de dos razas. Construido sobre las escalas
D
mestizadas, algunos de estos aires contienen “mestizajes de mestizajes” nota
bles. El que se encuentra más a menudo y que tiene un papel eminentemente
expresivo, consiste en un equívoco entre la tercera menor y la tercera mayor
del modo, oídas una después de otra, con algunas notas de distancia, el inter
valo mayor precediendo el menor en una especie de cromatismo muy especial,
bien imputable al gusto nacional peruano.
O He aquí una muestra en los tres últimos compases del ejemplo siguiente, que
pertenece a la menodía Nº 4.
Ej. 21
AUDIO
n° 8
Quito
2011 Con mucha frecuencia -bajo una influencia española, así lo creemos-, los ya
ravíes, de movimiento lento, están seguidos, en la ejecución, de otro trozo de
movimiento vivo que proviene o no de la pieza de principio y que se llama la
fuga80. Su fin parece ser la diversión que se juzga necesaria para el auditorio,
después de la impresión de tristeza dejada por el yaraví. En algunos casos ex
cepcionales la fuga81 -casi siempre bailada-, vuelve con las mismas palabras y su
música invariable, después de cada repetición del movimiento lento, como si
fuera un refrán.
Además de los yaravíes, de otras canciones amorosas -innumerables Palomi
80 El yaraví que contiene una fuga y que hemos insertado con el Nº 13, no consta en el original,
ha sido tomado de la Música de los Incas, de los mismos autores (N. del E.).
81 En el Ecuador, esta sección del yaraví, también se llamaba fuga y generalmente tenía ritmo
172 de tonada o albazo. Hemos recopilado un yaraví pautado de fines del siglo XIX cuya parte del
allegro recibe el nombre de Charada. (N. del E.).
tas82-, hemos anotado canciones sobre motivos diversos83: canciones de calle,
canciones de peregrinación, de viajeros, romanzas, narraciones, etc.
E
D
Estas canciones toman a veces el carácter de las rondas europeas con coplas
y estribillos.
No hemos oído ningún berceuse [(canción de cuna)], esta forma tan corriente
de la canción popular, ¿sería acaso desconocida de las mamás peruanas?, -se
O
puede uno preguntar-; la costumbre de cargar a sus hijos sobre sus espaldas
hasta cuando se duermen, suprime generalmente la acción de mecerlos.
E ntre las danzas del antiguo imperio de los Incas, la más célebre que ha lle
gado hasta nosotros es la kashua, danza rítmica, difundida todavía, y que el n° 8
Quito
padre Cobo describe así: “El baile llamado kashua es característico, no se eje 2011
cutaba antiguamente sino en las grandes fiestas, es una rueda o corro de hom
bres y mujeres asidos de las manos, los cuales bailan andando alrededor”85.
La kashua era por consiguiente en el siglo XVII, como hoy día, una danza canta
da. Contiene con frecuencia ritmos indios apoyados sobre el tiempo, entrecor
tados y sincopados, de los que ya les he hablado86. Puede ser únicamente ins
trumental y confiada a la quena, acompañada de los instrumentos de percusión.
El tacteo consiste en un pisoteo sobre el mismo sitio, en extremo rápido, que
requiere mucha agilidad sin tener precisamente gracia; es puramente indio.
D
entre los negros, no solo en la Costa peruana, pero sobre todo- y llevando el
mismo nombre de zapateo - en la Argentina y en el Brasil, donde la influencia
india es muy débil, y en Méjico.
Hemos podido coleccionar algunas danzas rítmicas muy curiosas y de gran ca
rácter, los bailes guerreros88, o danzas guerreras, la khachampa donde el bailarín
O
se coloca de perfil, evocando los bajos relieves egipcios, y los rusos modernos,
quienes en sus ballet se han inspirado en esos bajo-relieves.
En medio de otra danza guerrera llamada maccana, los danzantes juegan con
una especie de sables de madera, un arma muy en honra entre los antiguos
peruanos.
n° 8
Quito
El nombre de huayno se da ahora a una gran variedad de danzas cantadas o
instrumentales, un poco a troche y moche, sin que le hayamos oído designar a
2011
una forma muy fija. El huaynito y el sanjuanito89 provienen de ello.
4. La pastoral
Ej. 22
AUDIO
O
o en numerosas pequeñas notas de adorno, a menudo con intervalos muy
grandes de la nota principal; unas, sumamente graciosas, otras verdaderamente
n° 8
Quito
chuscas. Debemos algunos de nuestros mejores cantos a un serrano que era 2011
conocido en la región de Ayacucho como el mejor cantor. Poseía en efecto,
una voz de barítono, más bien fuerte que agradable. Este valiente personaje,
con un artificio que él juzgaba de un efecto espléndido, ejecutaba una especie
de eructo artístico - con vuestro perdón- que colocaba delante de una nota
importante, como ornamento.
En general, las voces son perfectamente ajustadas. Hemos podido escribir sin
dificultad los intervalos oídos y estamos seguros de su exactitud en los cantos
que hemos recolectado. Todo nuestro esfuerzo se ha concentrado sobre la
notación rítmica que esperamos presentar con precisión91.
91 En las monodías que siguen [del Nº 1 al Nº 8], las armaduras están basadas sobre los acci-
dentes que comportan, en sus diversos modos, las escalas defectivas o mestizadas.
175
E BIBLIOGRAFIA
La Bibliografía ha sido agregada a base del libro La música de los Incas y sus supervivencias, de los mismos
D
autores, pues no consta en la publicación original. Aquellas entradas que llevan un asterisco son fuentes
usadas por nosotros como complemento a la edición del presente estudio.
*ALVIÑA, Leandro. La música incaica, lo que es, y su evolución desde la época de los Incas hasta nuestros
días. Cuzco, 1919.
O
ARRIAGA, Pablo José de. Extirpación de la idolatría del Pirú. Lima, 1621.
BETANZOS, Juan de. Suma y narración de los Incas. Biblioteca hispano-ultramarina, t. V, (publicada por
Marcos Jiménez de la Espada). Madrid, 1880.
COBO, Bernabé. Historia del Nuevo Mundo, (publicada por Marcos Jiménez de la Espada). Sociedad de
Bibliófilos Andaluces. Sevilla, 1890-1895.
n° 8
Quito
Constituciones synodales del Arzobispo de los Reyes del Perú (1614), III parte. Lima, 1754.
2011 FRIEDENTHAL, Albert. “Yaraví”. En: La cultura latino-americana, vol. I, Nº 2, p. 172-175. Cöthen, 1916.
GAMBOA, Sarmiento de. Segunda parte de la Historia General llamada Indica. Berlín, 1906.
GUTIÉRREZ de Santa Clara, Pedro. Guerras civiles del Perú o Quinquenarios. Colección de libros y docu-
mentos referentes a la historia de América. Madrid, 1904.
*HARCOURT, Raoul; y, Marguerite d’. “La musique dans la sierra andine de la Paz á Quito”. En: Journal
de la Société des Américanistes de Paris, t. XII, nueva serie, p. 21-53. París, 1920.
*HARCOURT, Raoul; y, Marguerite [Beclard] de. “La música en la sierra andina de la Paz a Quito”. En: Re-
vista de Arqueología, Año I, Nº 2, p. 32- 51. Lima, 1924.
*HARCOURT, Raoul d’; y, BÉCLARD- d’Harcourt, Marguerite. La musiques des Incas et ses survivances.
París: Libraire Orientaliste Paul Geuthner, 1925. 2 vol.
*HARCOURT, Raoul d’; y, BÉCLARD- d’Harcourt, Marguerite. La música de los Incas y sus supervivencias.
Lima: Occidental Petroleum Corporation of Perú, 1990.
176 *MAYER-SERRA, Otto. Música y músicos de Latinoamérica, t. I (A-J); t. II (K-Z). México: Editorial Atlante,
1947.
Mercurio Peruano. Periódico de Lima. Lima, 1791 y 1792.
MOLINA, Cristóbal de. Relación de la conquista y población del Perú, Colección Urteaga y Romero, t. I.
E
D
Lima, 1916.
*MORENO, Segundo Luis. La música en el Ecuador: El coloniaje. Segunda parte [mecanografiado]. [s.l.],
[s.f.].
*MORENO, Segundo Luis. La música de los Incas. Rectificación a la obra intitulada La musique des Incas
et ses survivances por Raúl y Margarita d’Harcourt. Quito: Editorial Casa de la Cultura Ecuato-
O
riana, 1957.
Relación de la religión y ritos del Perú, hecha por los primeros religiosos Agustinos que allí pasaron para
la conversión de los naturales, Colección Urteaga y Romero, t. XI. Lima, 1918.
Supersticiones de los Indios sacadas del Segundo concilio provincial de Lima (1567), Colección Urteaga y
Romero, t. III. Lima, 1916.
*TRAVERSARI Salazar, Pedro Pablo. “El verdadero folklore de las Américas y su importancia en la Educa-
ción Pública”. En: Museo Histórico, año I, No. 3, de diciembre, p. 104-121. Quito, 1949. n° 8
Quito
VILLAGÓMEZ, Pedro de. Exortaciones y instrucción acerca de las idolatrías de los indios del Arzobispado 2011
de Lima, Colección Urteaga y Romero, t. XII. Lima, 1919.
******
177
E Nº 1
Lamento Indio
AUDIO. Dar Click
D
(Plaintes de l’ Indien)
O
n° 8
Quito
2011
Traducción:
178 **. La traducción textual de las piezas transcritas en esta sección, han sido tomadas de La música de
los Incas y sus supervivencias (1925), de los mismos autores. (N. del E.)
Nº 2
Yaraví
AUDIO. Dar Click E
D
Canto popular inserto en “Ollantay”
Cuzco (Perú)
O
n° 8
Quito
2011
179
E Yaraví*
D
Cuzco (Perú)
O
Millay munaymi, sumak uyanpi,
koyllur sutinmi.
Pakta pantawak hukpa kayllampi,
rikuy sutinmi.
Recuerda su nombre
para que no te confundas;
a pesar de su hermoso rostro,
ella no merece ser querida.
*. La traducción textual de esta pieza y de las siguientes han sido tomadas de La música de los Incas y sus
180 supervivencias (1925), de los mismos autores. (N. del E.)
Nº 3
Kaswa
AUDIO. Dar Click E
D
Danza cantada e inserta en “Ollantay”
O
n° 8
Quito
2011
181
E Nº 4
Yaraví
AUDIO. Dar Click
D
Canto mestizado
O
n° 8
Quito
2011
182
Yaraví
Canto mestizado Nº 4
E
D
Cantado por Hurtado Jauja (Perú)
O
Tuta ppunchaumi maskamullani,
llaki sonkkoti sinchi llakisxa,
llapa rumita tapurikustin
ichas yanaycha rikuni nispa?
Traducción:
183
E Nº 5
Baile
AUDIO. Dar Click
D
Tocado en quena
Jauja (Perú)
O
n° 8
Quito
2011
184
E
D
O
n° 8
Quito
2011
185
E Nº 6
Canción del Molle* AUDIO. Dar Click
D
Cantado por Alenjandro Fernandini Huancavelica (Perú)
O
n° 8
Quito
2011
Mollé, mollé
E
D
miskki ruru mollé sachacha,
sumuchaykita upiyas kaymantam,
warma yanallaywan tinkuniñacho.
[Rayan, rayan,
mallkichalkiway pampaykamuway.] (bis)
Inti, Killa,
O
rendixanchanta kanchay kamuway;
Inti, Killa,
calorchaykiwan koniykachiway,
Koyllur, Koyllur,
akochinchaykiwan hanchaykamuway,
Koyllur, Koyllur,
kayaskay urpiwan tinkuykunallatpak.
n° 8
Quito
Traducción: 2011
Molle, molle,
arbustito molle de fruto dulce,
desde que bebí tu esencia
ya no me encuentro con mi amada.
Rayan. rayan,
con tu tierra planta, entiérrame.
Sol, Luna,
por la rendijita, alúmbrame,
Sol, Luna,
abríguenme con su calorcito.
Estrella, estrella,
alúmbrame con tus rayos,
estrella, estrella,
para unirme con mi paloma amada.
187
E Nº 7
D
Canto mestizado
O
n° 8
Quito
2011
Traducción:
Luhiantate, Pitucacha,
Levántate, Pitucacha,
lihuantate de to cama,
levántate de tu cama,
- Kunanti tutaya!
¡ahora, que todavía es de noche!
Embróllale a tu madre
Embróllale a tu madre
con achaque de mear
188 - Kunanti tutaya!
con achaques de mear
¡ahora, que todavía es de noche!
Nº 8
Xesupak Wanui
AUDIO. Dar Click
E
D
Cantado por Padre L. D. Norte del Perú y Ecuador
O
n° 8
Quito
2011
Traducción:
189
Kasnami willakun Así la cuentan *En La música de los Incas consta con
paypak kipukana. los amautas narradores. el título Uyay Churikunan (N° 4, p. 240)
E Ah, desde muy adentro (De profundis) (N° 1*, p. 235)
D
Recogido pro el P. Grimm Quito (Ecuador)
O
n° 8
Quito
2011
190 * A partir de aquí los ejemplos son tomados de La música de los Incas (1925), la numeración que se incluye
es la misma que consta en ese trabajo.
De profundis
O
Kan xuchata rikukupi,
Apu, pi shayarikunga?
Kanka pambachik shungumi,
kambak shimipi shuyani.
191
E Ah, Shamui Kamak-espíritu… (N° 2, p. 237)
Modo D, conclusión en modo A AUDIO. Dar Click
D
Recogido y publicado por el P. Grimm Quito (Ecuador)
O
n° 8
Quito
2011
192
Ah, Shamui Kamak-espíritu… E
D
Ah, Shamui Kamak Espiritu,
Kombakunata rikunui.
Shungukuna kamashkanki,
Kayta graciawan xundamui.
O
Yayamanata kushka kangi,
Kausak pugyu, mina kuyay
Almakunak xawimi.
Kan kanchis akl’ash graciayuk,
Kan yayapak al’ichikmi,
Yaya pakta kusha nishka,
Kal’ukuna rimachingi.
Casna kachum! n° 8
Quito
Traducción: 2011
Oh, ¡Espíritu Creador! Ven,
Ve a los tuyos.
Tú has creado los corazones,
Ven, llénalos con tu gracia.
193
E Ah, Mañachiymanta Kusi… ( N° 3, p. 239)
Modo D, conclusión en modo A AUDIO. Dar Click
D
Recogido y publicado por el P. Grimm Quito (Ecuador)
O
n° 8
Quito
2011
194
Ah, Mañachiymanta Kusi… E
D
Ah, mañachiymanta kusi,
Nazaretpak yupay wasi,
May sumaymana pakarik
Iglesisata wiñachinmi.
O
Kay wasimanta sumakta
Manapacha rikurkachu.
Chayman ashpa ashka angelkuna
Xamak pachamanta pawan,
Kay al’ipak kausanata
Ricumushpa yupaychanmi.
….
Chasna kachun!
n° 8
Quito
2011
Traducción:
Oh! Alegría de mi pedir
Tú que escoges las casas para Nazaret,
¡Cómo haces crecer la Iglesia
Tan, tan resplandeciente!
No se ha visto nunca
Una casa hermosa como esta,
Iluminada por el sol
Dorado que gira.
195
E
D
Yo soy indiecito (N° 5, p. 241-242)
Modo A
Cuenca (Ecuador)
O
AUDIO. Dar Click
n° 8
Quito
2011
Yo soy indiecito
Yo soy indiecito
de San Sebastián
En ayunas vengo
y sin almorzar,
Por cumplir la vigilia
De la Navidad.
196
Pasacalle religioso (N° 6, p. 243)
AUDIO. Dar Click
E
D
Apuntado por Ignacio Ordóñez Paute (Ecuador)
Ah,
Tayta, tayta, mama,
Mama, mama, guagua,
Ah.
197
E Nyuka Kusal’a (N° 14, p. 253)
Modo C AUDIO. Dar Click
D
Anotado y publicado por R. Karsten Río Napo (Ecuador)
O
n° 8
Quito
2011
198
Imata tukushkani? Qué es lo que estoy acabando?
Llanto (N° 19, p. 258)
Modo D AUDIO. Dar Click
E
D
Cantado por Mme. P. Rivet Cuenca (Ecuador)
O
n° 8
Quito
2011
Llanto
Traducción:
La vida mí a había muerto.
199
E Doña Lorenza (N° 22, p. 260-262)
Modo D AUDIO. Dar Click
D
Cantado por Mme. P. Rivet Cuenca (Ecuador)
O
n° 8
Quito
2011
200
E
Doña Lorenza
-Doña Lorenza,
Doña Lorenza,
Doña Lorenza,
D
O
Casarakuyta,
Casarakuyta!-
-Imashinata?
Casarakuyta
Kambachepeko
Kambavidal’a,
Casarakuyta?-
n° 8
Quito
Traducción:
2011
-Doña Lorenza,
-Doña Lorenza,
-Doña Lorenza,
¡Él se casa!
¡Él se casa!
-¿Cómo?
¿Se casa él,
Mi amante?
¿Se casa él,
Mi vida?
201
E Machaska, borracho… (N° 22, p. 262-263)
Modo D AUDIO. Dar Click
D
Cantado por Ignacio Ordóñez Paute (Ecuador)
O
n° 8
Quito
2011
Machaska, borracho…
Machaska, borracho,
Fregado estoy.
Sin rancho, sin cama,
Sin wambra, sin nada
Fregado estoy!
202
Cuando al mundo (N° 23, p. 263-264)
Modo D AUDIO. Dar Click
E
D
Cantado por Mme. P. Rivet Cuenca (Ecuador)
O
n° 8
Quito
2011
203
E
D
O
n° 8
Quito
2011
Cuando al mundo
204
E
Por esa tu l’akta (N° 24, p. 265-266)
Modo D
Cantado por Mme. P. Rivet
D
O
Cuenca (Ecuador)
n° 8
Por esa tu l’akta
Traducción:
Por ese tu pueblo
Alegre me paseo
Más si no te veo
Lloro.
Cuando yo me ausente
Muy lejos de aquí,
Hallarás mi nombre
Escrito en una piedra.
205
E Mala cristiana (N° 25, p. 267-268)
Modo D, parte central en modo Bb AUDIO. Dar Click
D
Recogido por Luis Pauta Cuenca (Ecuador)
O
n° 8
Quito
2011
206
E
D
O
n° 8
Quito
2011
Mala cristiana
Mala cristiana
Tú eres la causa
De mi desgracia
Ay!
Golpecitos a la puerta
Piedritas a la ventana
Tan de mañana.
207
E Pirucha (N° 31, p. 276-277)
Modo D
AUDIO. Dar Click
D
Cantado por la Sra. De Rivet Cuenca (Ecuador)
O
n° 8
Quito
2011
O
n° 8
Quito
2011
209
E
D
O
n° 8
Quito
2011
210
E
D
O
n° 8
Quito
2011
211
E
D
O
n° 8
Quito
2011
212
E
D
Tristezas me depara…
O
-Ay! Ídolo del alma mía!-
Fuga: n° 8
Quito
Mi palomita se fue
2011
A tierra donde nació,
Ay mi palomita se fue volando,
Yo, pobrecito, quedo llorando.
Ay, mi palomita, no sé, no sé…
Y que tú no lo comprendas,
Es lo que me mata a mí.
Ay, mi palomita, no sé, no sé…
Mi palomita se fue volando.
213
E Soy peregrino… (N° 33, p. 282-283)
Modo Bb incompleto AUDIO. Dar Click
D
Cantado por Mme. P. Rivet Cuenca (Ecuador)
O
n° 8
Quito
2011
214
E
D
O
n° 8
Quito
2011
Soy peregrino…
215
E Wambrita (N° 69, p. 337-338)
Modo D AUDIO. Dar Click
D
Cantado por Mme. P. Rivet Cuenca (Ecuador)
O
n° 8
Quito
2011
216
E
D
O
n° 8
Quito
2011
217
E
D
O
n° 8
Quito
2011
218
Wambrita
E
D
El amante:
Wambrita wambra putiada,
Con quien dormiste anoche,
Wambrita?
Atatay! Wambra cochina,
He de avisar a tu madre,
O
Wambrita!
La madre:
Para qué pariste madre,
A esta hija tan desdichada,
Wambrita!
Que aun al ser afortunada,
Ha sido desdicha en mí,
Wambrita! n° 8
Quito
2011
219
E En plaza sentada … (N° 70, p. 340-341)
Modo A AUDIO. Dar Click
D
Cantado por Mme. P. Rivet Cuenca (Ecuador)
O
n° 8
Quito
2011
En plaza sentada …
O
n° 8
Quito
2011
221
E
D
O
n° 8
Quito
2011
Palomita, paloma
Palomita, paloma
Paloma blanca,
Llévame a tu cielo
De mi esperanza.
222
Nunca mi bien, hallarás… (N° 72, p. 343-345)
Modo D
E
D
AUDIO. Dar Click
Recogido por Luis Pauta Cuenca (Ecuador)
O
n° 8
Quito
2011
223
E
D
O
n° 8
Quito
2011
O
n° 8
Quito
2011
225
E
D
O
n° 8
Quito
2011
226
Quien te dio la cinta verde (N° 74, p. 347)
Modo Aa AUDIO. Dar Click
E
D
Cantado por Mme. P. Rivet Cuenca (Ecuador)
O
n° 8
Quito
2011
227
E
D
Quien te dio la cinta verde
O
Quien te dio la cinta verde,
Que te de la colorada.
Quien te dio la mala noche
Que te de la madrugada.
Quien te dio la barriguita,
Que te mantenga en la cama.
n° 8
Quito
2011
228
E
D
Ay! Chuchi caldito…
(N° 75, p. 348-349)
Modo Aa
Cantado por Ignacio Ordóñez
Llazhum, Paute (Ecuador)
O
AUDIO. Dar Click
n° 8
Quito
2011
229
E Chichu misita charini… (N° 76, p. 349)
Modo D AUDIO. Dar Click
D
Cantado por Ignacio Ordóñez Azoguez (Ecuador)
O
n° 8
Quito
2011
Chichu misita charini… Rosario yungata l’aykuni, Vendo por real y medio
Caramba! ¡caramba!
Chichu misita charini, Buena mulama montana, Gasto en una hermosa chola
Caramba! Caramba! ¡caramba!
Azogues plazama l’ukchini, Chunchi ladota tigrani, Voy al Valle del Rosario
Caramba! Caramba! ¡caramba!
Real y mediota katuni, Montando una buena mula
Caramba! Traducción: ¡caramba!
Sumak cholama gastana Encuentro una gata preñada Regreso por Chunchi
Caramba! ¡caramba! ¡caramba!
230 Bajo la plaza de Azogues
¡caramba!
Santo San Juanito… (N° 125, p. 417-418)
Modo A
E
D
AUDIO. Dar Click
O
n° 8
Quito
2011
231
E San Juanito (N° 127, p. 420)
Modo Aa AUDIO. Dar Click
D
Apuntado por Ignacio Ordóñez Cotocollao (Ecuador)
O
n° 8
Quito
2011
232
Chivito (N° 144, p. 448-449)
Modo indeciso, conclusión en modo B AUDIO. Dar Click
E
D
Recogido por José Dalgo Ibarra (Ecuador)
O
n° 8
Quito
2011
233
E Pisagua (145, p. 449)
Modo B AUDIO. Dar Click
D
Recogido por José Dalgo Ibarra (Ecuador)
O
n° 8
Quito
2011
234
Kurikinga (146, p. 450-452)
Modo Dd AUDIO. Dar Click
E
D
Colectada por José Dalgo Ibarra (Ecuador)
O
n° 8
Quito
2011
235
E
D
O
n° 8
Quito
2011
236
E
D
O
n° 8
Quito
2011
237
E Kurikinga… (N° 147, p. 453-454)
Modo D AUDIO. Dar Click
D
Cantado por Mme. P. Rivet Cuenca (Ecuador)
O
n° 8
Quito
2011
238
Kurikinga
E
D
Kurikinga, mapanawi
da la media vuelta,
Kurikinga,
da la vuelta entera,
Kurikinga,
O
menea que menea,
Kurikinga,
bebe la copita,
Kurikinga,
hasta que te canses,
Kurikinga,
Kurikingamapanawi
da la media vuelta,
Kurikinga! n° 8
Quito
2011
239
E Mapachina… (N° 148, p. 455-456)
Modo D, conclusión en modo A AUDIO. Dar Click
D
Cantado por Mme. P. Rivet Cuenca (Ecuador)
O
n° 8
Quito
2011
240
E
D
O
n° 8
Quito
2011
Mapachina…
241
E Quisiera que entre mi llanto… (N° 149, p. 457)
Modo A
D
AUDIO. Dar Click
Cantado por Mme. P. Rivet Cuenca (Ecuador)
O
n° 8
Quito
2011
242
E
Quisiera que entre mi llanto… D
O
Quisiera que entre mi llanto
Saliera el alma de mí.
Mas vale morir así
Que de quebranto en quebranto.
Fuga:
Katachy, katachy, katachy, (Abrígala, abrí-
n° 8
gala, abrígala)
Con ese tu xiru ukunchi; (con este tu traje)
Cobija, cobija, cobija, Quito
Con esa tu leva vieja! 2011
243
E Quisiera, quisiera ser danzantito… (N° 150, p. 458-459)
Modo D
D
AUDIO. Dar Click
Recogido por Luis Pauta Cuenca (Ecuador)
O
n° 8
Quito
2011
O
n° 8
Quito
2011
245
E La Ñutuchishka (N° 152, p. 461-462)
Modo A
D
AUDIO. Dar Click
Cantado por Mme. P. Rivet Cuenca (Ecuador)
O
n° 8
Quito
2011
246
El baile de mi sombrero… (N° 153, p. 462-464)
Modo Bb
E
D
AUDIO. Dar Click
Cantado por Mme. P. Rivet Cuenca (Ecuador)
O
n° 8
Quito
2011
247
E
D
O
n° 8
Quito
2011
O
n° 8
Quito
2011
249
E
D
O
n° 8
Quito
2011
250
Aire de bocina (N° 189, p. 517)
E
D
Modo C
AUDIO. Dar Click
Cantado por Mme. P. Rivet Cuenca (Ecuador)
O
n° 8
Quito
2011
251
E Alausí (N° 202, p. 536-537)
AUDIO. Dar Click
D
Notado por Luis Pauta Cuenca (Ecuador)
O
n° 8
Quito
2011
252
E
D
O
n° 8
Quito
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INDICE
O
Instrumentos de cuerda ...........………………….......... 148
II. Las crónicas españolas ........................…………………........ 149
Segunda parte ..................…….........…………………………...… 154
Monodías indígenas y puras .................…………………........ 155
La escalas y los modos ...........………………….......... 155
La música mestizada ...........…………………............... 161
La escala mestizada y los modos …………….............
Los ritmos ....………..........................................................…
161
164
n° 8
Quito
Ritmos binarios ...........…………………................... 165 2011
Ritmos ternarios ......................…………………........ 166
Otros ritmos ...........…………………....................... 166
Ritmos libres ...........…………………....................... 168
Ritmos de acompañamiento .…………………......... 168
Los géneros y modos de composición ……………............. 169
El Canto religioso ...........…………………......... 170
La Canción ...........…………………....................... 171
El Baile ...........…………………................................... 173
La Pastoral ...........…………………....................… 174
Bibliografía ...........………………….................................. 176
D
Ah, Shamui Kamak-espíritu (Ecuador) ................. 192
Ah, Mañachiymanta Kusi (Ecuador) .................... 194
Yo soy indiecito (Ecuador) ................................... 196
Pasacalle religios (Ecuador) ................................. 197
Ah, Tayta, tayta, mama (Ecuador) ....................... 197
Nyuka Kusal’a (Ecuador) ...................................... 198
Llanto (Ecuador) .................................................. 199
O
Doña Ñorenza (Ecuador) ..................................... 200
Machaska, borracho (Ecuador) ........................... 202
Cuando al mundo (Ecuador) ............................... 203
Por esa tu l’akta (Ecuador) .................................. 205
Mala cristiana (Ecuador) ..................................... 206
Pirucha (Ecuador) ................................................ 208
Tristezas me depara (Ecuador) ............................ 209
n° 8
Quito
Soy peregrino (Ecuador) ......................................
Wambrita (Ecuador) ............................................
En plaza sentada (Ecuador) .................................
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216
220
2011 Palomita, paloma (Ecuador) ................................ 221
Nunca mi bien, hallarás (Ecuador) ...................... 223
Tarde de la noche vengo (Ecuador) ..................... 225
Quien te dio la cinta verde (Ecuador) .................. 227
Ay! Chuchi caldito (Ecuador) ............................... 229
Chichu misita charini (Ecuador) ........................... 230
Santo San Juanito (Ecuador) ................................ 231
Sanjuanito (Ecuador) ........................................... 232
Chivito (Ecuador) ................................................. 233
Pisagua (Ecuador)................................................ 234
Kurikinga (Ecuador) ............................................. 235
Kurikinga (Ecuador) ............................................. 238
Mapachina (Ecuador) .......................................... 240
Quisiera que entre mi llanto (Ecuador) ............... 242
Quisiera, quisiera ser danzantito (Ecuador) ........ 244
Baile de los danzantes (Ecuador) ......................... 245
La Ñutuchishka (Ecuador) ................................... 246
El baile de mi sombrero (Ecuador) ...................... 247
Mañana cuando me vaya (Ecuador) ................... 249
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Aire de bocina (Ecuador) .....................................
Alausí (Ecuador) ....................................................
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