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Luis le teme a la

oscuridad
Cuento para ayudar con el
miedo a la oscuridad
Pero cuando la luna se
imponía en el cielo y los
sonidos del día parecían
apagarse su cara palidecía.
Luis era un niño muy Sus ojos se entristecían y el
moreno, de ojos oscuros y cuerpo parecía encogerse.
de cuerpo fuerte, pues hacía Luis tenía miedo a la
mucho deporte (baloncesto oscuridad, a que las luces de
y también tenis).Tenía el casa se apagasen y a que
pelo muy, pero que muy sus padres se acostasen.
cortito, y sus brazos eran
muy delgados y sus
piernas parecían de chicle,
de lo largas que eran.
Durante el día sonreía con
mucha facilidad y las horas
transcurrían llenas de
juegos...
A Luis la noche le asustaba, y sobre todo dormirse si su
habitación se quedaba a oscuras. Por la noche los colores se
transforman y había ruidos que aparecían de pronto sin
saber de dónde. Luis no podía evitar asustarse y llorar.
Entonces sus padres acudían a socorrerlo. Le consolaban, le
tranquilizaban y entonces él les contaba:

“Aquí pasa algo, en mi


habitación hay bichos... los
oigo papá, de verdad... es
así... y debe haber uno
gigante... es muy fuerte su
ruido”. Cuando apago la
luz aparece, no me dejen
solo... no se vayan, mamá
ven aquí a mi lado”.
Sus padres se sientan a su lado e intentan consolarlo
explicándole que puede ser el viento o el tic-tac del
despertador. Eso no lo tranquiliza Por eso, cuando sus padres
no se dan cuenta enciende una pequeña luz y de esa forma
los bichos desaparecen... es matemático, siempre sucede. A la
mañana siguiente se levanta más tranquilo pues a esa hora
nunca hay nada. Durante el día no hay ruidos extraños. Nada
es extraño... esto también es matemático...
Hoy ha decidido contárselo a sus mejores amigos. En el recreo,
mientras toman el almuerzo, se lo cuenta con cierta
vergüenza... tantas veces le han dicho que tener miedo es cosa
de bebes y él ya es mayor, que ahora le da vergüenza... pero
sus amigos suelen entenderlo bien (saben cuándo deben
pasarle el balón, o cuando quiere jugar a los lego y en
ocasiones comparten el almuerzo). Sin lugar a dudas le
entiende, así es que se atreve y lo cuenta...
María una de sus amigas le cuenta que a ella le pasa lo
mismo y le da una tremenda explicación:

"Mira es muy sencillo. Ellos se alimentan del aire que a


nosotros nos sobra, mi abuela me lo ha explicado. Entonces
cuando nosotros respiramos muy rápido les damos muchas
sobras... entonces ellos se engordan y... hacen más ruidos para
que nos asustemos, porque cuando tenemos miedos
respiramos más rápido. Me lo ha dicho mi abuela. Lo he hecho
todo este tiempo y en un plis-plas se han ido. Se ahogaron."
Aunque Luis no dijo nada sí lo pensó. Y dijo “pues lo voy a
intentar”. Llegó la noche, se lavó los dientes, se puso su pijama
y leyó un poquito. Hasta que llegó su madre y le dio dos besos.
Entonces se apagó la luz. Luis no podía dejar de pensar en su
amiga, pero también en los bichos. Entró su padre y le dio
otros dos besos. Al rato comenzó a oírlos... y,
misteriosamente, también oyó la respiración de su cuerpo, de
su propio cuerpo...

NO PUEDO
DARLES SOBRAS
Entonces recordó “si les das las sobras, se engordan...”. Luis
respiró lento, despacito, hinchando su barriga como si fuera
un precioso globo de feria... de esos que flotan en el aire y
soltaba muy, muy despacio el aire que se iba de su cuerpo.
Cuanto más despacito salía el aire y más lenta oía su
respiración menos oía a los bichos...
y misteriosamente sus
ojos comenzaban a ver en
la oscuridad. Eran como
linternas que enfocaban
con luz y le permitían ver.
Esto parecía ser la
solución.
En un abrir y cerrar
de ojos ya había
amanecido. Luis no lo
podía creer.
Fin.
¡Hola! soy luis:
Quiero invitarte a que lo intentes. Funciona en todos lados. No
alimentes tus miedos. Únicamente hay que probarlo,
respiración tras respiración..., segundo tras segundo..., minuto
a minuto... y noche... tras noche...

Autor del cuento: El niño, el miedo y


los cuentos de Ana Gutiérrez y
Pedro Moreno

P.S. Al ilustrarlo lo acorté un poco...

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