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Presentación
La Espada de la Vida es un antiguo texto chino perteneciente a una serie de enseñanzas que han
permanecido sin traducir ni publicar por siglos, siendo tan sólo accesibles a practicantes de kung fu
que llegan a cierto nivel de avance.
Aun así, ciertos fragmentos de estas enseñaznas han visto la luz a lo largo de la historia. El más
famoso de éstos es quizá el Kibalión, que enumera siete de los preceptos básicos de la Espada de
la Vida, y que son atribuidos a un maestro egipcio conocido como Hermes, que en su tiempo tuvo
contacto con los maestros chinos y llevó parte de ese conocimiento al antiguo Egipto.
Por desgracia, éste y algunos otros trozos de la Espada de la Vida han sido dados a conocer en
forma más bien difusa y con una coherencia parcial, por ser incompletos y carecer de la
coherencia total del texto original.
Sin embargo, hace poco Víctor Ruy y un servidor, tras años de entrenamiento, hemos tenido la
suerte de acceder a este texto por tanto tiempo ignorado por la mayoría y, por merced a un
permiso especial, podemos hoy presentar este libro, que es una traducción directa de una parte
del texto original en chang sang (el idioma antiguo que luego dio origen al chino y al sánscrito),
acompañada con breves comentarios y explicaciones.
Por ahora, el libro completa seguirá permaneciendo accesible tan sólo para los practicantes
avanzados, pero creemos que la actual traducción, no sólo será de gran interés para los que
apenas se adentran en el estudio de la filosofía oriental, sino para aquéllos que ya están
familiarizados con los conceptos básicos y avanzados de la misma, y que desean adentrarse aún
más en esta inagotable fuente de sabiduría y riqueza interior.
Las sentencias de la Espada de la Vida aparecen en forma de afirmaciones cortas y escuetas, como
en el Libro del Tao, y están al principio de cada página, en letra oscura. En un intento de
dilucidarlas y hacerlas más accesibles hemos usado varios apoyos para los comentarios, yendo
desde analogías científicas hasta referencias bíblicas y de otros textos canónicos, cuentos o
poemas cortos, citas de poetas y filósofos, etc.
Agradecemos a nuestro maestra César Omar García Ruan por esta oportunidad, y es nuestro más
sincero deseo que estas líneas sean como semillas que puedan encontrar entre nuestros lectores
de un campo dispuesto a la siembra.
Todo es mente.
Así como todo es mente, todo es Dios.
El cuerpo de Dios existe.
Por lo tanto, todo es ilusión, pero existe el espíritu.
Profanada
y realizada.
Pues, ¿cómo ha una espada de probarse?
Ha muerto.
El espejo está roto.
Y el guerrero aspira profundamente
el aire frío del campo de batalla
Con lentitud su cuerpo abandona la tensión de hierro
y la espada, el brazo, la mano
vuelven por sí mismo a la funda
que paciente ha esperado su regreso.
El círculo se ha cerrado.
La espada duerme,
volviendo a su pureza original,
limpia de sangre y de batallas
trascendida.
El guerrero se da cuenta
de que la espada no debió haber salido
de su lugar
Mas esta conciencia que lo asalta
tan sólo ha sido posible
tras la jornada penosa
en donde casi pierda la vida.
La Espada ha regresado.
En la Biblia se habla de la Espada de Dios, y de la Espada Sagrada. Para los guerreros orientales, la
espada era una manifestación del espíritu, una prolongación de sí mismos, y un símbolo sagrado.
En el Islam, el más alto título de valentía era Sayf Ullah – espada de Allah.
En las leyendas escandinavas, Odín, señor de la tierra de Asgard, dio al mundo una estirpe de
héroes sin par. A ellos se les entregó la famosa espada Balmung, cuyo nombre quiere obligación.
Fue empuñada por Sigmund y por su orgullo se perdió, quedando fragmentada en una batalla. Sin
embargo, Sigfried, su hijo, funde los pedazos (el símbolo de trascender los errores del pasado) y
crea una espada nueva y más fuerte, a la que llama Cantora, y que más adelante será usada por
Percival (conocido también como Valiente) en sus cruzadas en busca del Grial.
En las leyendas bretonas, a Arturo se le entrega la espada Excalibur, que significa hecho de hierro,
el metal que tratado en la fragua, pasa de su forma grosera al acero resplandeciente. Arturo reina
con ella hasta que en la justa con Lancelot del Lago queda fragmentada, y es entonces repuesta
por la Espada del Lago, símbolo de la fuerza tranquila y madura.
En todas las tradiciones se cuenta de espadas famosas, como la de Carlomagno (Jubilosa) y las de
sus paladines: Durindana, la espada de Roldán, que originalmente perteneció a Héctor de Troya;
Fusberta, la espada de Rinaldo de Montalbán; Belisarda, del príncipe Rogero de Italia; y Cortana, la
espada de Ogier de Dinamarca. Podemos ver con el nombre de la espada describe alguna
característica o inspiración de su poseedor, como Zú’l-Fikar (el que divide), la espada bífida de
Mahoma.
Desde tiempos inmemoriales, la espada, la reina de las armas, creadora y destructora, “forjaba la
historia, hacía las naciones y daba forma al mundo”. La paradoja que afirma que “sin guerra, no
habría Bien” se refiere a la guerra interna y el consecuente salto espiritual que se libra en el
interior del guerrero, cuando se hace consciente de que de cada una de sus acciones depende su
vida, y de que cada minuto puede ser el último minuto, haciéndolo pasar a un alto nivel de
conciencia de su existir. Tal vez a esto se refiere Voltaire cuando menciona que “un rey escoge a
un grupo de hombres sin ocupación, los viste con paño azul y les da sombreros de lana magra,
hace que volteen a izquierda y derecha, y marcha con ellos a la gloria”. Esto es, que cada quien, en
un momento determinado, tiene la oportunidad de ir y trascender su existencia cotidiana,
blandiendo la espada del espíritu.
En las tradiciones china y japonesa, así como en el medioevo europeo, existe la digna ocupación
del caballero andante, sin otro código que el de la virtud y el honor. En las manos de un caballero,
la espada no conocía otro destino que el de la libertad, exaltada por un sentimiento de auto
respeto, dignidad y lealtad a los principios de justicia. La espada caballeresca fue el símbolo eterno
de aquello más respetado por el hombre: el valor y la libertad.
Un hombre alcanza su unidad cuando se hace consciente de su forma. Como la espada que se forja
a base de hierro. El hombre se forja en base a voluntad, eliminando los vacíos dentro de sí mismo
y concentrando su espíritu. El carbón se desmorona en la mano, pero la presión que lo compacta a
lo largo del tiempo lo puede reestructurar en forma de diamante.
Un hombre puede tener muchos agregados: genético, sociocultural, educativo, y puede perder su
esencia a causa de todos éstos. Como legado tenemos cada uno nuestra herencia, pero a la vez es
nuestra atadura, nuestra cárcel que nos condiciona y nos dirige.
Muy pocos pasos cruzan el área iluminada por este tubo de vacío
que cada noche produce la misma luz.
pero ha sido puesto aquí, en este lugar poco transitado
y aquí debe alumbrar.
Por ejemplo, cuando se tiene una esfera y se le vacía el aire dentro, llegará a un punto en donde
las paredes se colapsarán. Pero si la resistencia del material es tal que no se colapse tan rápido, se
llega a un grado en donde hay un efecto de imantación, en donde las cosas ajenas a la esfera se
ven atraídas hacia ella. La atracción de la esfera aumenta al aumentar su vacío.
El espíritu es vacío.
Está vacío de deseo,
de agregados materiales, de necesidad.
El espíritu es puro, y sin embargo todo la abarca:
todo cabe en él.
Se extiende y no deja nada fuera de sí.
La energía es materia, pero es a través de las formas como se cosifica y se estructura el universo
De un modelo atómico simple, se llegan a formar mundos enteros: las combinaciones son infinitas.
La materia inerte se perfecciona hasta llegar al espíritu y la conciencia, su forma de estructuración
más elevada, y que se hace independiente de ella.
Platón concebía un mundo ideal o arquetípico, que llamaba Tropos Uranos, en donde se
encontraban los “moldes” de las cosas, que luego tomaban forma material en el mundo visible
Así como la ley humana es sólo una sombra de la justicia, el mundo material visible es una sombra
del mundo ideal o arquetípico.
Percy B. Shelley
Cuando la perfección se realiza, forma y vacío son indisolubles. Así el Buda, que al llegar a la
iluminación encierra el vacío infinito dentro de un cuerpo material finito. Las fronteras ya no son
de importancia, y todas las cosas son una y la misma, pues el aliento divino, al ser reconocido
dentro de sí mismo, puede ser reconocido en toda la Creación.
Imaginemos un paisaje hecho de oro. El arroyo, los árboles, las bestias y las montañas, las aves y el
viento, son todos de oro: oro líquido, oro sólido, polvo de oro…
El observador que despierta es ve a sí mismo hecho de oro, y ya no hay nada más, que la misma
esencia que da vida a todas las formas.
Risuke Otake
en el silencio de la noche
en silencio trae el barro
que va tomando forma entre sus dedos
copiando la pintura,
mientras
el horno respira fuego
esperando aceptar la forma hecha de tierra
para fijar su esencia
La segunda noche
el alquimista hace un trazo en el papel,
algún día intentará dibujar su propio rostro.
Materializada
condensada
un vacío infinito
que ha hecho una estructura
de forma perfecta.
La espada es el vacío
que ha cobrado vida
con un propósito.
El corte de la espada fluye con el vacío; no hay tiempo ni espacio, tan sólo la espada.
Una y eterna.
Tiempo:
la línea donde la forma y la materia
convergen y se complementan.
En un lugar abstracto, fuera del tiempo está el concepto, sin principio ni fin.
Todo es mente.
La mente reside en nosotros, fluye y refluye de forma incesante. Como una ilusión existe dentro y
fuera de nosotros, y como una ilusión se esfuma al instante.
Los bloqueos y limitantes que nos expone nuestra mente nos frenan, porque no entendemos la
extensión de ésta.
Los pensamientos están ahí de manera constante, creando el mundo y reafirmándolo, protegiendo
el ego y la personalidad, que son máscaras de que las que se sirve el espíritu para actuar en el
mundo material. Sin embargo, después de un tiempo, se confunde la máscara con la realidad, y se
olvida el espíritu.
Como la espada, la mente se adiestra. Una mente sin memoria ni concentración, está dispersa y
fácilmente se perderá, pues está lejos del concientizar.
La mente debe dominarse, como el cuerpo, y concentrase hacia direcciones específicas, dirigida
por la voluntad.
Sir H. Wotton
La materia consciente es divina, ya que Dios reside allí. Esta es la razón de por qué nuestro cuerpo
es un templo sagrado, y es por esto que la salud es una bendición.
Es importante dominar a la mente, de la misma forma que dominamos a las bestias salvajes, sin
embargo el cuerpo es más fácil de dominar que la mente. El cuerpo físico viene antes que el
mental y no por eso es menos divino.
Independiente del cuerpo y la mente, existe el espíritu. Aun cuando niño, la mente y el cuerpo
están en desarrollo; sin embargo el espíritu nos guía.
El niño se avergüenza de sus malas conductas. Oye malas palabras y se avergüenza; y mayor es la
vergüenza y la culpa al decirlas por primera vez. Ve conductas reprobables en los mayores y
empieza el conflicto dentro de sí. El espíritu es puro y sabe discernir, pero el problema surge
cuando lo bloqueamos o nos canalizamos hacia la destrucción: una vez que se hace algo impropio
por primera vez, resulta más fácil hacerlo las veces siguientes, y así hasta que el espíritu termina
por adormecerse.
Pero por otra parte, esta es la ley más baja del ciclo de correspondencia, que nos predispone a una
fatalidad inconsciente. La astrología vulgar expone esta ley, que da la pauta para disculpar
nuestros errores, basados en la regencia de los astros.
Existe el destino, pero también existe el libre albedrío. Sin embargo, para poder ponerlo en
práctica, primero se necesita conocer las barreras que en ese momento tratan de limitarnos, para
poder romperlas.
En el Talmud (Shabbat 156 a), Dios le dice a Abram que mire a los cielos y le pregunte qué ve.
Abram contesta que en los cielos está escrito: no tendré descendencia.
Entonces Dios sacó a Abram y lo colocó por encima de la bóveda celeste, y le preguntó de nuevo
que veía.
Y vió Abram entonces que estaba escrito: seré padre de una gran nación.
La verdadera fuerza
se encuentra en la cárcel,
Aprisionado, el hombre conoce el alcance de sus fuerzas
y conociendo su prisión palmo por palmo
puede encontrar un camino hacia la libertad.
En el despertar
el hombre se da cuenta que la prisión se ha disuelto
confundiéndose con el leve viento que lo envuelve
en mitad del valle.
Hoang Ta Tie
Un rosal y un pino: ambos empiezan pequeños pero el pino continúa su proceso y llega a crecer
más alto. Hay cosas que están arriba y hay cosas que están más arriba.
Cuenta la leyenda que un león y un jabalí peleaban por un trozo de carne en medio del desierto.
Ambos llegaron a estar fatigados y heridos por la lucha, cuando de pronto el león vio sombras
flotando sobre la arena. Alzó su vista y vio buitres describiendo círculos en lo alto. Los buitres
observaban con paciencia, esperando la conclusión de la inútil batalla. El león hizo ver esto al
jabalí, que ofreció compartir el trozo de carne. Habiendo terminado, se alejaron de aquél lugar.
Hemos hecho descender de lo alto el Hierro;
en él hay un mal terrible,
pero también hay utilidad para los hombres.
Os lo ha dado para saber
quién de vosotros lo asistirá como su apóstol.
El orden está con Dios, la justicia está con Dios, la unidad está con Dios. Existe aquello que
solamente está arriba, y lo que solamente está abajo.
Fuego
alza el vuelo
y cae
para poder volar de nuevo
y disolverte en el aire;
más allá de las nubes, te fundes
con el cielo imperturbable.
El sacrificio
ha dejado cenizas tras de sí.
Dejadlas en su lugar.
En una antigua pintura tibetana se puede apreciar al buda, sentado en posición de loto, mientras
sobre su cabeza velan ángeles y criaturas celestiales. El demonio Mara, furibundo, intenta
atacarlo, arrojando a su alto nicho rayos y serpientes. Pero su sorpresa es inmensa al ver que en
aquellos altos dominios de la conciencia su poder no prevalece: cada maldición se torna en pétalos
de flores que caen sobre el regazo del iluminado.
En cambio, el hombre trasciende a los cielos. El ángel es un mensajero que no cruza el umbral,
sino que cuando un hombre se halla frente a las puertas del cielo (habiendo llegado a un estado de
conciencia elevado), pueden venir a comunicar la voluntad de Dios.
Entonces el hombre trasciende por sí mismo, y por su esfuerzo puede redimir a los demonios
caídos, elevándolos a su vez.
Después de la batalla,
más allá de la batalla
sus compañeros muertos
y sus enemigos disueltos en el aire
sus brazos convertidos en espadas
sin preguntas…
el espíritu de un Hombre flota sobre el campo desierto.
En la soledad el pesado uranio se desintegra, poco a poco va perdiendo sus electrones hasta que
un día no quedará nada de él. Mientras en el rugiente corazón de una estrella, a temperaturas más
allá de la imaginación, el humilde hidrógeno se fusiona para formar helio, hierro, e incluso oro. Un
alquimista admiraría esta transformación.
Revelación 3:15
Mateo 6:24
Hay cosas que están en el limbo, cosas sin definición. Hay quienes no están ubicados ni para bien
ni para mal. Así como la tela de Penélope, lo que hacen durante el día para alabar a dios, por la
noche lo deshacen con acciones reprobables. Dudan de su identidad y se disculpan diciendo que
hay que equilibrar el bien y el mal, el yin y el yang, lo masculino y lo femenino. No se dan cuenta
de que el niño está más cerca de Dios porque el espíritu, que es puro y no ha sido reprimido,
puede discernir. Conversa el impulso y su identidad. Hasta un niño sabe por naturaleza que es
hombre o mujer, hasta que aparece un quebrantamiento externo de esa impresión.
Upanishads
La dualidad es una parte del todo.
En el todo existe la dualidad.
Sólo la Espada es magnífica y terrible.
Lod. Della Vernaccia, c. 1200 d.C.
Desde el momento que existimos, implica que exista la dualidad. El Ser que despertó, se hizo
consciente de esa dualidad. Así surge el ternario, que se desarrolla en base a los complementos.
Todo esto se engloga y es uno. La división puede existir –y existe – en cualquier punto.
El origen y el fin son uno. Después de un largo recorrido, el vajero llega a su destino. En el proceso
se perfecciona, de la misma manera que en el fuego se prueba el metal. Siendo uno, no hay
división, entonces el uno se fortalecerá ante la adversidad. El espíritu adquiere actitud; La espada
se torna en vacío.
Al terminar la danza
regresa a su punto de partida.
Dios es cuaternario.
San Patricio y San Agustín explican la trinidad al exponer al Padre como fuente u origen de todo,
después éste se conjuga con el Verbo (el Hijo, o la manifestación del Padre) y surge el mundo
como una resonancia eterna de esta Voz. Este mundo lleva implícito algo que no vibra conforme a
la materia, que es el espíritu de Dios. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Sin embargo, entra un cuarto elemento para dar a lugar a la encarnación del espíritu: la
trascendencia, el YHWH (Yod He Vav He) de los Hebreos. Dios entra al hombre como cuaternario.
Se encarna y da el impulso consciente para su salvación.
Dios concibe al hombre y le da voluntad para que busque el albedrío. Si no hay conciencia de la
forma, de lo que somos, no puede existir el libre albedrío, tan sólo la inercia. Dios existe como
cuaternario ante el hombre consciente. Y es a través de esto que entra el espíritu en el cuerpo de
la Tierra, cuando el Verbo se hace carne.
Un hombre se gesta y se desarrolla. Algunos de forma rápida, otros lentamente. El ritmo de las
cosas nos dan el tiempo de su proceso. Un ritmo puede ser cambiante, algunas veces armónico y
otras inarmónico.
Dentro de un recital, el músico se adapta a un ritmo, pero el ritmo varía según las piezas que toca,
las circunstancias denotarán la variación del ritmo, y a pesar de tocar la misma pieza, el ritmo
nunca es exactamente igual.
Llega imponiendo un nuevo ritmo o una nueva conducta. Así, el ritmo de las cosas es modificable.
La evolución
adapta los seres, crea formas nuevas
y llena el mundo de ritmos cambiantes y multiformes.
La voluntad
se impone sobre la inercia,
rompiendo el estatus quo y trayendo un orden nuevo
La espada del valiente
hace caer la torre decadente
para poder construir de nueva cuenta.
El número Pi = 3.13159 posee un ritmo único: no repite secuencias de cifras, sino que amalgama el
conjunto numérico hasta el infinito
Vida es movimiento. Aquello que vive posee una vibración y un sonido característico. Esla base de
la meditación bhakti, o devoción a uno mismo.
El bhakti se halla a través de la luz, el sonido y la vibración que producimos. Teniendo esto,
estamos conscientes de nuestra propia naturaleza y nos encaminamos hacia la salvación, o
trascendencia del alma.
La mayor parte del átomo es vacío, por lo que no queda más que vacío en ese espacio. Las
partículas vibran, pero existen zonas en el espacio en donde no concurren, habiendo ahí cesación
de movimiento, y ausencia de vibración. Esto existe porque todo debe tener su referencia: dentro
del relativismo físico de Einstein, se propone una constante: la Luz.
En la quietud imperturbable
descansa el buda.
Cuando el espíritu es uno con el vacío, su movimiento es uniforme y no oscila. Mientras más nos
depuramos, cambiamos nuestra frecuencia hasta llegar a ese movimiento uniforme, desprovisto
de rodeos innecesarios. Entonces la dualidad se convierte en unidad.
El recorrido más corto entre dos puntos es la línea recta, la ausencia de fluctuación en el camino.
Todo hombre o mujer nacido, provino de células germinales de distinto género: una célula de la
madre y una célula del padre. Para su nacimiento los dos aportaron el germen. Pero esto no
significa que el óvulo o el esperma sean masculinos o femeninos, sino que son células
indiferenciadas, con información genética proveniente de los progenitores, y que van a dar lugar a
un nuevo ser, que se definirá en base a las características establecidas.
El principio generador masculino y femenino está en todos; un hombre puede tener hijos e hijas, y
así también una mujer. Pero la definición existe. El hijo se engendra a través de esa definición. El
ser humano no puede ser padre y madre a un tiempo.
El yin absoluto existe. Dentro del cuerpo tenemos órganos en los que predominan el yin y el yang
respectivamente, pero el órgano en sí no es masculino ni femenino. No existe hígado femenino ni
un estómago masculino, sino que simplemente son. Tampoco existen hormonas que sean
femeninas ni hormonas que sean masculinas. Las hormonas son hormonas, y tenemos todo tipo
de hormonas, pero predominan algunas en el hombre y otras en la mujer.
Aquello que llega al equilibrio llega al yin absoluto, que es la receptividad absoluta
La vida es un flujo continuo, pero dentro de éste el principio receptivo juega el papel de la
potencialidad que puede dar vida a las cosas.
Los principios se refieren a energías duales en el contexto de la generación: las cosas devienen del
Ser originalmente, pero son sus dos principios actuantes, femenino y masculino, los que
efectivamente llevan a cabo la actividad generadora. Así por ejemplo, en el Génesis se representa
a Dios separando las cosas según su naturaleza, las aguas, las tierras, el día y la noche, y por último
el ser humano.
En el principio femenino puro está Maya, que al ser fecundada por Brahma, da origen a todas las
cosas del universo. Las funciones generadora y receptora que están claramente definidas.
Hay puntos que no llegan al equilibrio, sino que son flujos yang que impulsan la vida del universo.
El principio generador masculino se refiere a todo aquello que denota una acción de impulso, de
rompimiento de la inercia y de acercamiento a la conciencia.
El poder de la espada es mayor al no manifestarse. Como una cárcel, la funda encierra la espada
mientras su potencial va en aumento.
Al momento de salir es cuando llega a su cumbre; pero entonces hay un movimiento de freno
hasta que vuelve a enfundarse. El vencer en la no-pelea es el colmo de habilidad para un guerrero.
El maestro colocó un jarrón en lo alto de la puerta entreabierta, de modo que cayese sobre aquél
que la abriera para entrar.
Tras muchas jornadas extenuantes y llenas de penuria, Pulo-Delhi avanza por la montaña, en
medio de la lluvia, con el arco tendido, la flecha pronta y la espada dispuesta.
Dos llamas brillan en la oscuridad. El tigre salta, y la flecha parte. Pulo arroja el arco, se cubre con
su escudo y en la diestra empuña la espada. La lucha se traba y él hunde el filo de su arma en el
cuerpo del tigre, hasta que éste cae sin vida a sus pies.
La lluvia cesa. Ante el asombro de Pulo-Delhi, el cadáver del tigre se estremece y lentamente se
transforma en una serpiente de proporciones gigantescas.
- Yano hay duda – exclama-. Siva desea mi muerte. ¡Si fuera un Dios para luchar con los Dioses!
Más, mortal miserable como soy, venderé cara mi vida.
Pulo-Delhi desnuda la espada de nuevo y se lanza a la lucha, haciendo esfuerzos inauditos por
herir al monstruo. ¡Imposible! Sus aceradas escamas son impenetrables.
Ya el reptil, aprisionándolo, empieza a ahogarlo, ya la espada se escapa de sus manos, y él, sin más
armas, rompe sus dientes mordiendo la coraza de su enemigo.
Ya el velo de la muerte se extiende ante sus ojos, cuando una flecha disparada desde las nubes
baja silbando y traspasa a la serpiente, dejándola sin vida.
Pulo-Delhi alza la vista, para contemplar maravillado a Vishnú, con el arco tendido aún, montando
sobre un cisne inmortal, de pureza sin mancha, que surca los Cielos.
Leyenda védica,
referida por G. A. Bécquer
The Book of the Sword. Sir Richard F Burton. Dover Publications, NY. 1987
Alexander of Macedon 356-323 B.C. : A Historical Biography. Peter Green. University of
California Press, 1992.
The Quest of the Holy Grail. P.M. Matarasso (traductor). Penguin Books, 1969
Mythology. The Age of Fable, The Age of Chivalry, Legends of Charlemagne. Thomas
Bulfinch. Thomas Y. Crowell Company, 1970.
Cantar de los nibelungos. Editorial Porrúa. México, 1975
El paraíso perdido. John Milton. Editorial Porrúa. México, 1971.
Rimas, Leyendas y Narraciones. Gustavo Adolfo Bécquer. Editorial Porrúa, 1963.
Great Poems of the English language. Wallace Alvin Briggs, 1982.
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