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UMMO, el pedazo

de la historia
franquista que
mezcló OVNIs,
sectas,
disecciones e
incluso a Villarejo

22 Febrero 2021Actualizado 23 Febrero 2021, 08:02

ESTHER MIGUEL TRULA @flamencastone


Hay un fragmento de la historia de la España preconstitucional en la que, y
perdón por la broma, da la impresión de que se alinearon todos los
astros. Una batería de acontecimientos interrelacionados que parece que
sólo pudieron unirse por la acción de algún guionista de películas de serie B.
El domingo 6 de febrero de 1966 en la madrileña zona de Aluche, “todo el
barrio” estaría pendiente de la llegada de unos platillos volantes. Las
agencias periodísticas constataron que una zona del terreno estaba
extrañamente chamuscado, y en sus notas publicaron que había “testigos”,
así en plural, de un descenso intergaláctico.

Un año más tarde, el 1 de junio de 1967, sucedió algo semejante en la zona


de San José de Valderas, también en Madrid. De nuevo hablamos de
varios espectadores, algunos medios incluso dieron por bueno que
“centenares de personas” habían visto los discos resplandecientes, aunque
con el tiempo los que se preocuparon de esclarecer los hechos pudieron
comprobar que el número de testigos original en ambas situaciones había
sido el mismo: dos. Eso sí, para el vuelo de Valderas ahora se contaba
con fotografías, que uno de los presentes, que no quiso ser reconocido,
dejó a disposición de un periodista en una tienda de revelado.

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Terrasa

Mucha suerte tuvo uno de los dos testigos trazables porque, pese a proteger
su identidad a los medios bajo pseudónimos, se descubrirá que es el mismo
que vio a los marcianos en Aluche el año anterior. También acabaría siendo
vicepresidente de la Sociedad Española de Parapsicología: José Luis
Jordán Peña. La vida de este hombre estará inextricablemente unida a la
de los ummitas, la civilización que se ha querido poner en contacto con
nosotros.

Los aliens que amaban las tertulias falangistas

Toda esta historia la ha relatado Eduardo Bravo en Ummo: lo increíble es la


verdad, que llega a su segunda edición con nuevo material sobre una
investigación que ha traído de cabeza a la mitad de los aficionados al
misterio de este país en los últimos cincuenta años. La hija de Jordán
Peña se ha abierto por primera vez al público y ha contado para este
nuevo volumen el infierno que fue vivir en el hogar del ideólogo que
entretuvo a los servicios de inteligencia españoles, a la élite intelectual
franquista y en realidad a todo hijo de vecino que adquiriese alguna de las
múltiples publicaciones quiosqueras que se editaban en una España aburrida
por el aislacionismo político, deseosa de entretenerse con lo que fuera.
Porque la trama, lejos de encontrar su punto y final tras el segundo y último
avistamiento oficial, fue a más y más. Había por la época muchos sacerdotes
que compaginaban su actividad pastoral con el trabajo paranormal, pero el
cura de Mairena de Alcor, provincia de Sevilla, fue entrevistado en 1968 en
ABC revistiendo de credibilidad todo el asunto ummita. Ellos eran reales y
están entre nosotros, dijo la autoridad eclesiástica, que los había visto
personalmente. Tenían "aspecto nórdico”, venían en son de paz,
creían, por supuesto, en la fe cristiana, y si no se inmiscuían más en nuestras
vidas es porque “el descubrimiento equivaldría a una especie de shock de
tipo macrosocial y a serios y graves perjuicios”.

Entre tanto, el entorno de Fernando Sesma, funcionario de Correos que


acudía a una de las tertulias más codiciadas de Madrid del momento, la
del Café Lion, estaba recibiendo misivas ummitas remitidas por un tal
Saliano, así como llamadas telefónicas en el bar (el alien sonaba muy
parecido a un humano hablando de forma monótona mientras se tapa la fosa
nasal). Tanto Sesma como otros tertulianos recibieron decenas de
documentos escritos en varios idiomas terrícolas a lo largo de décadas, y
estaban remitidas desde multitud de puntos del planeta (Londres, Moscú,
etc), con lo que parecía imposible que fuese ningún compañero gracioso.

En sus cartas se explicaba la vida marciana y la puntera tecnología de su


superior civilización, datos científicos ultra avanzados para el sistema
español, aunque hay quien descubriría que se trataba de hallazgos que sí se
publicaban en revistas de prestigio extranjeras, a la que el español medio no
tenía acceso.

Hijos adoptivos de la oveja negra del


franquismo

Entonces, ¿tenían aspecto nórdico estos seres? ¿Tendrían, tal vez, algo que
ver con los nazis? Es posible que sí, y de hecho los ummitas podían haber
sido albaceteños por un tiempo en los años 50. En una de sus cartas se dio a
entrever que dos de sus enviados pasó tiempo en casa de la dama de la alta
sociedad Margarita Ruiz de Lihory, una mujer que había sido a) mano
derecha de Franco b) espía y “matahari” ocasional c) estudiosa de
enorme talento y cultura d) una persona que había hecho siempre lo que le
había venido en la real gana y finalmente e) protagonista de uno de los
mayores escándalos del momento, cuando se supo que mutiló el cuerpo de su
recién fallecida hija y le sacó los ojos, una mano y la lengua sin motivo
aparente.

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Pederastia, bratwurst y jacuzzis: así fue y así es hoy el exilio secreto de los nazis en
Latinoamérica

La mujer acabó encarcelada por estos hechos que nunca se esclarecieron del
todo, pero el suceso coincidió en el tiempo, según los testimonios de los
vecinos de la zona en la que ella vivía entonces, con la presencia de dos tipos
arios que se ocultaron en su palacio durante dos años de la vida pública y que
quedaron como fleco suelto al misterio lihoriano. Con la información con la
que de pronto contaron los españoles de principios de los 70 gracias a
Saliano, estos tipos bien podrían haber sido dos prominentes figuras nazis
fugadas con la caída del Reich a la espera de saltar a Latinoamérica, como se
supuso en los 50, bien un par de alienígenas y auténticos
responsables de la profanación de la hija de la aristócrata, como
aseguraban en las cartas enviadas a los del café, o incluso algo que hubiese
hecho las delicias de Himmler: las dos cosas a la vez. Extraterrestres nazis.
Pederastia, cienciología y un relato que nunca
acabará

Villarejo de joven.

Tras años y años de documentación, los ufólogos no dudaban de tildar en


prensa escrita, radio y televisión todo el asunto UMMO de “caso perfecto”.
Si alguna vez pudieron ser reales los extraterrestres, esta debía ser la
confirmación. Quedaba claro que las fuerzas galácticas habían escogido
España como punto de contacto predilecto. A las voces críticas a tal
escenario dentro del mundo ufológico patrio se las acalló porque no
interesaba a nadie que todo fuese mentira. Hubo una persona que acudía a
bastantes de estas citas mediáticas que lo mismo le daba credibilidad al
asunto como se la quitaba, intentando hacerse en todo momento el científico
y el equidistante, y ese no era otro que Jordán Peña.

Es aquí, en este punto, cuando las cosas se empiezan a poner turbias.

Con el tiempo empezaron a aparecer tipos que decían haber sido abducidos y
tratados con sondas anales. Las cartas ummitas empezaron a llegar a
Francia, Italia o Japón, tal vez con un afán de imitación de otras
personas con afán protagonista. En Argentina un grupúsculo montó un
hospital desde el que poner en práctica "la ciencia técnica ummológica".

¿Has oído hablar del caso Edelweiss? Pues los de UMMO también están
tangencialmente detrás. A mediados de los ochenta en España esta fiebre
marciana influyó en la constitución de las muchas sectas que proliferaron en
la época, sobre todo en Canarias. La de Edelweiss fue la más notoria de todas
ellas, aunque su objetivo fueron los hijos de la alta burguesía de la
zona del Retiro madrileño, razón por la cual nunca conoceremos el
recuento oficial de víctimas reales (muchas de estas familias sólo quisieron
acallar los hechos por evitar ser reconocidos): un hombre llamado Eduardo
González Arenas empezó a difundir que era un príncipe extraplanetario, y
con la excusa de formar un grupo de campistas al estilo de los boy scouts,
sometió psíquicamente a los menores, les sacó dinero y abusó física y
sexualmente de ellos. Para demostrar su adhesión a la secta, se obligaba a los
niños a marcarse a fuego cual reses el símbolo ummita bajo la axila.

A finales de los ochenta empezamos a conectar los puntos del entramado con
el nuevo y apasionante centro neurálgico de la conspiranoia de nuestro país.

Molestos por una suerte de infidelidad económica, miembros prominentes


de la Cienciología en Madrid contrataron los servicios de un joven detective
privado que, excedencia del cuerpo policial mediante, acababa de abrir
despacho en Madrid: José Manuel Villarejo. Las artes oscuras del
depredador acabaron hundiendo la vida del sujeto acusado de traición por la
famosa organización L. Ron Hubbard.
La cosa es que después otro cienciólogo, a escondidas de la organización,
acabó cantado ante un juez lo que había pasado, y las autoridades, que en
aquella época estaban en plena persecución de las sectas, planearon una
redada en un simposio cienciólogo para apresar a todos ellos.

No sabemos por qué, pero en noviembre de 1988 los ummitas, vía carta,
como siempre, citan en el Hotel Sanvy de la Plaza de Colón a diferentes
personalidades del entramado ufólogo para la lectura pública de un
documento que luego se desvelaría una filfa. Pero esta cita fortuita fue lo
que salvó a la escisión ummita de la cienciología de acabar
siendo presa de la redada policial "a punta de metralleta" y con la prensa
esperando en la puerta, que se saldó con casi 60 detenidos. Imposible
determinar cuán profunda es la mano de Villarejo en todo este asunto.

En el caso UMMO hay más: hay extraños anuncios clasificados en


periódicos, hay despechos amorosos, hay mensajes vía tweets y
hay hipnotizaciones, como refleja el extenso trabajo de documentación de
Eduardo Bravo. Pero hay también que saber ponerle fin al asunto, y eso es lo
que hizo Jordán Peña en 1997 cuando, ante un investigador que se hizo pasar
por miembro de la Guardia Civil, cantó hasta La Traviata. Él había sido el
cerebro de todo esto. Lo había hecho, en un principio, para burlarse de
los tertulianos del café y resto de la inteligentsia madrileña de la época que
creían en cuentos chinos, sólo después se le iría de las manos.

EN MAGNET

Hay un hombre en España que lo hace todo: Villarejo y la lista completa de causas con las
que se le relaciona
También le venía bien distanciarse del fenómeno a la primera salida que se le
ofreciese: casos como el de Edelweiss, además de muy macabros, podían
conllevar algún tipo de consecuencias penales.

Pero la aventura ummita nunca sellará del todo. Jordán le diría al


entrevistador que, para mantener ese ambicioso entramado durante varias
décadas, había recibido la ayuda económica e infraestructura de agencias
de inteligencia de potencias extranjeras, cosa que su hija ahora, en las
nuevas declaraciones, no puede corroborar que sea mentira o no. Es a ese
clavo ardiendo al que también, a su vez, se agarraron muchos crédulos
marcianos que ya habían invertido demasiados años, esfuerzos y credibilidad
personal como para pensar que se trataba todo de la broma de un tipo
ocioso. De ahí que aún haya quien piense aún a día de hoy que se trató de un
experimento sociológico de la CIA que se aprovechó de un país
pseudodesarrollado y socialmente aislado para ver si un pueblo podía creerse
algo tan extraordinario con unos pocos recursos y la complacencia puntual
de los medios de comunicación.

Habrá que seguir investigando.

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