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UAQ-FLL-MEEL DIDÁCTICA DE LA LITERATURA

SEGUNDO SEMESTRE
FICHA DE LECTURA

Nombre estudiante: Paulina Mercedes Rosales Prieto


Nombre del Texto Una reflexión a partir de la experiencia: pedagogía, literatura y
competencias
Autor Enrique Rodríguez P.
Tesis o idea central del texto (No es el título)
Rodríguez presenta un proceso de lectura en cinco momentos que prioriza las experiencias de
lectura y escritura en contextos de comunicación, a través de un enfoque interpretativo y de
competencias. Estos cinco momentos son: la lectura como hecho estético, seguido de la lectura
literal, inferencial, crítica intertextual y, finalmente, la escritura.
A través de este artículo, Rodríguez hincapié en los efectos que las obras literarias tienen sobre
el elector, y que incluyen el asombro, el gusto y la sensibilidad como generadores de una lectura
crítica.
Ideas con las que fundamenta la tesis o idea central el autor (ideas colaterales o de apoyo)

Rodríguez presenta, a través del enfoque interpretativo y de competencias, un proceso de lectura


en cinco momentos, que muestra cómo según las distintas formas de leer el texto, puede
lograrse una visión más amplia, crítica y profunda del mismo.
El primer momento está relacionado con la estética y la lectura. De acuerdo con el autor, el ser
humano percibe al mundo por medio de los sentidos. Sin embargo, considera que el tratamiento
formal que ha recibido la literatura, ha desatendido la condición natural humana. En sus
palabras: “la escuela ha distanciado la realidad de la literatura, debido a las prácticas que sólo
tienen en cuenta el nivel informativo, pero no la experiencia real con el mundo y menos con la
obra” (2005: 109). En este sentido, considera a la pedagogía de la literatura como un hecho
estético y un ejercicio de reconciliación con el mundo exterior. Esta perspectiva también
defiende que la lectura es una práctica vital placentera y es fundamental para desarrollar la
competencia lectora, crítica, analítica y creativa.
En segundo lugar, está la “lectura, literatura y pensamiento”. Rodríguez expone que la
experiencia lectora no debe quedarse en la afectación sensible e imaginativa del lector y
complejizarla para que esta posibilite una actitud crítica y propositiva de los lectores. En este
proceso de lectura, se desarrollan las competencias del lenguaje que buscan provocar
situaciones de reflexión y de análisis del texto que supere la lectura informativa o recreativa y
que implica, la llegada en tres modos de la lectura: la literal (donde se reconoce lo que dice el
texto, sus elementos y funciones), la inferencial (que permite relacionar lo implícito con el
contexto, las motivaciones del autor, los presupuestos, entre otros) y la lectura crítica
intertextual (abre el texto a otros con los cuales se relaciona).

Para abundar en estos tres estadios, Rodríguez considera como necesario en la lectura literal que
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el lector identifique, relacione y comprenda los significados elementales que hay en el texto; es
decir, las interrelaciones de la obra, sus partes, los lugares de conflicto, las caracterizaciones de
los personajes, los momentos de mayor intensidad, su inicio, desarrollo y conclusión.
Posteriormente, profundiza en la lectura inferencial, la cual consiste en la aproximación que se
realiza para descubrir lo que no se dice, ya que, el texto poético oculta muchos sentidos y
relaciones. Las inferencias son entonces un nivel más elevado de lectura porque activa procesos
para encontrar relaciones que están dadas previamente en el texto, configuradas por fuera de
éste, en contextos históricos o según la realidad que vive el lector. Este proceso de lectura exige
asociación y presuposición, así como una dialéctica complementaria que permita vincular lo
ficticio y metafórico con lo real y material. Rodríguez profundiza en la lectura crítica
intertextual como el cuarto momento de la lectura del texto literario, la cual consiste en asumir
desde una perspectiva propia lo leído y exige: a) el dominio de la macroestructura del texto, b)
que se diferencie con claridad qué tipo de texto es y 3) tomar una postura crítica frente a éste.
En este estadio, se ponen en juego los conocimientos, experiencias, intereses, convicciones o
incluso miedos de los lectores. Rodríguez retoma la idea de que la literatura se concibe como un
lugar para la reflexión del mundo y sus condiciones, por lo que esta forma de relacionarse con
el texto permite una transformación de la mentalidad general que asuma lo diverso y lo
complejo del mundo.
Finalmente, el último momento es la escritura. Para este último punto, Rodríguez asegura que al
leer se está escribiendo el texto y que existe un momento donde se da un desplazamiento, en el
que el lector se convierte en escritor. El autor reconoce que la escuela no ha puesto mucha
atención en este punto, ya que, muchas veces, se centra en educar a un lector neutral que o bien
contemple el mundo del autor, sin llegar a la crítica y menos a un momento creativo. Según
Rodríguez, como parte de su naturaleza, el ser humano necesita manifestar sus estadios
emocionales y dialogarlos, por lo que considera que la escritura debe convertirse en una práctica
habitual para que el niño pueda hacer del aula un lugar de encuentro con el mundo, el libro y
consigo mismo.

Problemática o punto de partida (crítica, tensión)


Rodríguez, E. realizó este texto, a partir de un proceso de acompañamiento a los docentes
denominado Acciones Focalizadas y que hizo con colaboración de la Secretaría de Educación
Distrital para apoyar a las escuelas de desempeños bajos. Posteriormente, integró en las
experiencias de aula, las concepciones sobre lectura, escritura y literatura, tras cursos de
Pasantía en Educación que impartió el Departamento de Literatura de la Universidad Nacional
de Colombia.
Su punto de partida está al abordar el texto poético, ya que, según Rodríguez este pone en juego
procesos de lectura y escritura, y propone que, previo a asumir a la literatura como un ámbito
distinto del lenguaje, se trata de incorporarla a una concepción del lenguaje determinada por
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situaciones de comunicación e interpretación.


Para ello, retoma a Gadamer, quien define el texto poético como una serie de signos que fija el
sentido unitario de algo hablado, y considera a la lectura como la captación del sentido de lo
que está escrito, además, menciona que cuando se lee, el texto habla de un modo idealizado y el
lector no alude al escrito, sino a lo escrito.
Con la perspectiva de acción pedagógica en lenguaje, Rodríguez propone cambiar las maneras
de leer a las obras literarias para dejar de abordar los textos de manera informativa o recreativa
y realizar una lectura que desarrolle la comprensión, el análisis crítico y la producción del texto.
Rodríguez E., define a la literatura como un acontecimiento de creación a partir de la palabra y
del juego de sus significados y sentidos; lo que implica que la enseñanza de la literatura se
vincule a procesos de creación e invención de mundos posibles. En las palabras de Rodríguez
“la pedagogía de la literatura exige, entonces, un proceso de contextualización y un tratamiento
intertextual que permita evidenciar ese flujo de información (2005: 109). Sin embargo, el autor
también conoce que la forma tradicional de asumir la literatura, ha impedido crear una
pedagogía para la creación y el análisis crítico de los textos, por lo que la perspectiva que
plantea asegura que los lineamentos, indicadores y la evaluación por competencias puede
provocar lecturas más profundas de las obras y generar procesos creativos por medio del
lenguaje.
Comentario personal sobre lo leído (aportación al campo de la enseñanza de la literatura)
Los cinco momentos de lectura que retoma Rodríguez, me han motivado a reflexionar sobre la
importancia de la formación en los docentes para propiciar una aproximación al texto, su
comprensión, y finalmente, lograr que los estudiantes escriban. Como bien menciona el autor, la
lectura literaria implica descifrar e interpretar a la obra, no en un sentido literario, sino
deshilvanar sus sentidos ocultos para lograr comprenderla. Por ello, su lectura es más
complicada a comparación con otros tipos de texto y la labor de los docentes resulta
fundamental para lograr acompañar a los estudiantes en el proceso de comprensión.
La formación de los profesores, como he comentado, me parece muy importante, porque si no
cuentan con una base pedagógica sólida complicarán el proceso de lectura de los estudiantes, lo
que podría provocar una falta de desinterés. A la fecha, y a pesar de haber concluido hace
muchos años mi formación inicial, aún recuerdo a aquellos profesores que me impulsaron a
convertirme en lectora. En mi educación primaria, una de las actividades que realizamos en
quinto grado fue realizar una antología con cuentos propios, con lo que se logró el último
momento de lectura que propone Rodríguez. Principalmente en la Universidad, también la
docente de literatura, nos impulsó a realizar una lectura crítica y profesional de las obras; uno de
los momentos de lectura más difíciles de lograr con los estudiantes.
Aunque retomo estos casos de éxito en mi formación personal, esto no significa que sea una
constante en la educación, por lo que coincido con Rodríguez al considerar que la experiencia
lectora en los estudiantes, no debe quedarse en la afectación sensible y dar un paso adelante
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para complejizar el proceso de lectura. Solo así se logrará la formación del pensamiento crítico
de los estudiantes.

Referencia:
Rodríguez, E. (2005) Una reflexión a partir de la experiencia: pedagogía, literatura y
competencias. Docente Universidad Nacional de Colombia. Departamento de Literatura.

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