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Marzo 2012

EL DEBIDO PROCESO: UNA MIRADA DESDE LA


PERSPECTIVA DEL JUEZ CUBANO

Lic. Edelso Pérez Fleita


Profesor Instructor
Facultad de Derecho
Universidad de Ciego de Ávila “Máximo Gómez Baez”
edelso74@gmail.com

RESUMEN

Un Estado de Derecho que se precie de serlo tiene hoy en el Debido Proceso


no solo un paradigma para su positivización de la Justicia, sino un reto diario
perenne en su defensa y fortalecimiento, pues no basta solo con que las
garantías que lo conforman estén presentes en las normas jurídicas: se precisa
de operadores del derecho comprometidos de manera permanente con los
principios que lo componen. Es así que la historia del Debido Proceso, los
principios fundamentales del mismo, la manifestación de los éstos en las leyes
penales cubanas, y hasta las deficiencias y aspectos susceptibles y urgidos de
perfeccionamiento en las mismas, son aspectos a los que no puede estar ajeno
el Juez penal cubano de hoy, en su búsqueda del recto camino hacia la Justicia
que imparte en nombre del pueblo al que pertenece.

PALABRAS CLAVES
Debido Proceso, Justicia, proceso penal cubano, leyes penales cubanas, Juez
cubano.

Sumario:

1. Introducción. 2. Qué es el Debido Proceso. 3. Cuál es el origen y la


evolución del debido Proceso como concepto jurídico. 3.1. Siglo XIV. 3.2.
Siglo XV. 3.3. Siglo XVI. 3.4. Siglo XVII. 3.5. Siglo XVIII. 3.6. Siglo XX. 4.
Cuáles son los principios que integran el concepto del Debido Proceso.
5. Qué rol debe desempeñar el Juez cubano en la defensa del Debido
Proceso y sus principios. 6. A modo de conclusiones

1. Introducción.

El fin de este trabajo es hacer pensar. No persigue brindar un aporte técnico


destacado ni una recopilación doctrinal autorizada. El propósito es ofrecer una
información mínima que despierte inquietud científica y profesional y motive el
estudio.

El tema del Debido Proceso es muy amplio. Su análisis y estudio ha ocupado


en los últimos tiempos la dedicación y el esfuerzo de numerosos especialistas y
estudiosos del Derecho. Puede ser visto y analizado desde muchas ópticas, e
incluso no es privativo del proceso penal, por más que, teniendo en cuenta sus
principios o requisitos, se asocie más frecuentemente con éste, y sea, desde
ese punto de vista, que será tratado en esta ocasión.

El debido proceso adquiere hoy, sin duda alguna, capital importancia. Instituir
un proceso con todas las garantías requeridas para que prevalezca la justicia
es un requisito sine qua non de cualquier sistema judicial en un Estado de
Derecho. “los fundamentos o garantías procesales devienen en límite al poder
punitivo del Estado y constituyen un elemento diferenciador que distingue un
Estado de Derecho de uno totalitario” 1

1
ZARZA ESTOPIÑAN, O. (2002). El Debido Proceso. Algunas consideraciones para acusados y
víctimas. Producto Informático Jurídico HiperPEN 4.0, Universidad de Camagüey. Disponible en
Biblioteca Avilaiuris. Casa del Jurista. Ciego de Ávila.
No basta con que estén enunciadas las garantías en la Ley; es preciso
conceder el modo de ejercerlas. Los principios del Debido Proceso sirven para
contener el ilimitado poder estatal contra los ciudadanos. Su violación conlleva
un resultado ilegal del proceso penal, oscureciendo la verdad y empañando la
justicia. El Juez, en la fase de este proceso en la que funge como ente director,
es quien decide en última instancia la aplicación efectiva o no de muchos de
sus principios. Su papel es fundamental en garantizar un proceso limpio y justo,
pues aunque las partes tengan la posibilidad de impugnar determinadas
decisiones, depende del primero que prevalezca la justicia en aquellas que por
Ley le correspondan.

El Objetivo de este trabajo es brindar una información mínima sobre qué es el


Debido Proceso, acercándonos a un esbozo histórico de su surgimiento y
desarrollo y explicando sus principales principios, a fin de precisar algunas
ideas sobre el papel que debe desempeñar el Juez cubano como garante del
mismo.

Intentamos una aproximación a un tema que no se agota: se enriquece a diario


en la medida en que avanzan y se desarrollan las ideas procesales modernas.

DESARROLLO

2. ¿Qué es el Debido Proceso?

Definir el Debido Proceso no es difícil, pues la doctrina es prolija en


conceptualizaciones. No obstante, esta diversidad es sobre todo en la forma,
pues existe, en sentido general, bastante coincidencia en el contenido. El
Debido Proceso, conceptualmente hablando, puede ser definido como “el
conjunto de garantías que protegen al ciudadano sometido a cualquier proceso,
que le aseguran a lo largo del mismo, una recta y cumplida administración de
justicia, la libertad y la seguridad jurídica, la racionalidad y fundamentación de
las resoluciones judiciales conforme a derecho”2

2
VALLE MOLINA, G. (2002). Las garantías constitucionales y el debido proceso penal en la república
de Cuba. Producto Informático Jurídico HiperPEN 4.0, Universidad de Camagüey. Disponible en
Biblioteca Avilaiuris. Casa del Jurista. Ciego de Ávila.
Otras definiciones que pueden encontrarse en la doctrina lo exponen como:

• ¨una institución instrumental en virtud de la cual debe asegurarse a las


partes en todo proceso - legalmente establecido y que se desarrolle sin
dilaciones justificadas - oportunidad razonable de ser oídas por un
tribunal competente, predeterminado por la ley, independiente e
imparcial, de pronunciarse respecto de las pretensiones y
manifestaciones de la parte contraria, de aportar pruebas lícitas
relacionadas con el objeto del proceso y de contradecir las aportadas
por la contraparte, de hacer uso de los medios de impugnación
consagrados por la ley contra resoluciones judiciales motivadas y
conformes a derecho, de tal manera que las personas puedan defender
efectivamente sus derechos¨3

• ¨El debido proceso es el que en todo se ajusta al principio de juridicidad


propio del Estado de derecho y excluye, por consiguiente, cualquier
acción contra legem o praeter legem. Como las demás potestades del
Estado, la de administrar justicia está sujeta al imperio de lo jurídico:
sólo puede ser ejercida dentro de los términos establecidos con
antelación por normas generales y abstractas que vinculan en sentido
positivo y negativo a los servidores públicos”.4

El derecho al debido proceso es el que es el que tiene toda persona a la recta


administración de justicia, el derecho a un proceso justo; en el que no haya
negación o quebrantamiento de los que cada uno tenga jurídicamente
atribuidos o asignados

Es “debido” aquel proceso que satisface todos los requerimientos, condiciones


y exigencias necesarias para garantizar la efectividad del derecho material. Se
le llama debido porque se le debe a toda persona como parte de las cosas
justas y exigibles que tiene por su propia subjetividad jurídica, es un proceso
debido porque es como “debe ser”

3. ¿Cuál es el origen y la evolución del debido Proceso como


concepto jurídico?

3
HOYOS A. (1996). El Debido Proceso. Revista Temis. No. 1. Pág.4
4
MADRID-MALO GARIZÁBAL M. (1997). Derechos Fundamentales¨, Segunda Edición. Bogotá. 3R Editores,
página 146
La doctrina coincide en que, históricamente hablando, el Debido Proceso como
concepto, como frase para expresar una idea, se mencionó por primera vez en
la llamada CARTA MAGNA, documento firmado por el impopular y
excomulgado Rey inglés conocido como Juan Sin Tierra, en el año 1215, bajo
presión de los barones ingleses, como resultado de las contradicciones
antagónicas entre señores feudales, monarquía absolutista, iglesia y hombres
libres, que determinaron la desintegración de la Edad Media y el surgimiento de
la ideología burguesa.

La referida Carta Magna suscitó la conquista de los demás derechos


fundamentales de los que da cuenta la Historia Universal, y tuvo el efecto de
restringir el poder del Estado Monárquico Inglés Absolutista. El citado
documento, reconoció por primera vez la necesidad del Debido Proceso Legal
(“Due Process Of Law") al establecer que únicamente mediante el previo juicio
legal y por sus iguales, el Estado podía restringir la libertad personal, el
derecho de propiedad y de posesión de los libres.

En ese contexto histórico la ley adquirió una autoridad extraordinaria como


instrumento de regulación del procedimiento y limitación del poder arbitrario del
Estado.

En lo adelante, la idea del debido proceso fue ampliándose cada vez más y
tomando fuerza a lo largo de la historia en numerosas legislaciones, etapas
históricas y países, lo que, de manera resumida, puede describirse de la
siguiente manera:

3.1. Siglo XIV.

Continuó la expansión del pensamiento político - jurídico liberal, durante cuya


evolución tuvo indudablemente una descollante influencia el “Due Process Of
Law”, cuya traducción al idioma castellano es: Debido Proceso Legal.

El Código de Magnus Erikson de 1350 (de Suecia) prescribía: El Rey debe "...
ser leal y justo con sus ciudadanos, de manera que no prive a ninguno, pobre o
rico, de su vida o de su integridad corporal sin un proceso judicial en debida
forma, como lo prescriben el derecho y la justicia del país, y que tampoco prive
a nadie de sus bienes si no es conforme a derecho y por un proceso legal" 5

Como se ve, en la Suecia de 1350 el Debido Proceso fue consagrado como


una limitación expresa del poder real. Para privar del derecho a la vida, a la
integridad corporal o del derecho a la propiedad el Estado tenía que hacerlo
previo "proceso judicial en debida forma".

3.2. Siglo XV.

Constitución Neminem Captivabimus, (de Polonia, 1430) del Rey Wladislav


Jagiello, declaraba:

"Nosotros, el Rey, prometemos y juramos no encarcelar ni inducir a encarcelar


a ningún noble; no castigar nunca a un noble de ninguna forma, cualquiera que
sea el crimen o la falta que haya cometido, a no ser que haya sido primero
justamente condenado por los Tribunales de Justicia y haya sido puesto en
nuestras manos por los jueces de su propia provincia, salvo aquellos que
cometan un crimen de derecho común, como el Homicidio, la violación o el
robo en las carreteras reales".6

No obstante su carácter notoriamente clasista significó otro hito en el avance


del Debido Proceso en cuanto exigió la condena justa y previa por los
Tribunales.

3.3. Siglo XVI.

Leyes Nuevas de Indias del 20 de noviembre de 1542, en su parte pertinente


preceptuaba lo siguiente: "... y que no den lugar a que en los pleitos de entre
indios o con ellos se hagan procesos ordinarios ni haya alargar, como suele
acontecer, por la malicia de algunos abogados y procuradores, sino que
sumariamente sean determinados, guardando sus usos y costumbres, no

5
LEZCANO ORIETA. Z. (2002). El Debido Proceso: Realidad o Ficción. Producto Informático Jurídico
HiperPEN 4.0, Universidad de Camagüey. Disponible en Biblioteca Avilaiuris. Casa del Jurista. Ciego de
Ávila.
6
LEZCANO ORIETA. Z. (2002). Ob. cit
siendo claramente injustos y que tengan las dichas Audiencias cuidado que así
se guarde por los otros jueces inferiores" 7

En este caso, se trata de una variable especial de la aspiración hacia el Debido


Proceso: impuso el deber de simplificar el procedimiento y el deber de observar
la celeridad.

3.4. Siglo XVII.

La "Bill Of Rights" inglesa fue la consecuencia de la revolución de 1688. Es una


declaración que hicieron "los lores espirituales y temporales y los
comunes,...reunidos en representación completa de la nación" a la caída del
Rey Juan Jacobo Segundo "para reinvindicar y afirmar sus antiguos derechos y
libertades". Entre esos derechos encontramos el pertinente a la idea del Debido
Proceso; "Que no deben ser...infligidas penas crueles o anormales". "Que los
jurados deben ser debidamente listados y elegidos". Que los jurados que
dictaminen sobre hombres en procesos de alta traición deben ser libres
propietarios”.8

"Que todas las concesiones y promesas de multas y confiscaciones de


personas particulares hechas antes de algún fallo condenatorio son ilegales y
nulas".9

3.5. Siglo XVIII.

Declaración de Derechos del Buen Pueblo de Virginia del 12 de junio de 1776.


Desarrolló aún más el principio del Debido Proceso. Transcribimos lo
pertinente:

"VIII. Que en todo proceso criminal, inclusive aquellos en que se pide la pena
capital, el acusado tiene derecho a saber la causa y naturaleza de la
acusación, a ser careado con sus acusadores y testigos, a pedir pruebas a su
favor, a ser juzgado rápidamente por un jurado imparcial de doce hombres de
su vecindad, sin cuyo consentimiento unánime no podrá considerársele
culpable; tampoco puede obligársele a testificar contra sí mismo; que nadie sea

7
LEZCANO ORIETA. Z. (2002). Ob. cit
8
LEZCANO ORIETA. Z. (2002). Ob. cit
9
LEZCANO ORIETA. Z. (2002). Ob. cit
privado de su libertad, salvo por mandato de la ley o por el juicio de sus
iguales".

"IX. No se exigirán fianzas excesivas ni se impondrán multas excesivas ni se


inflingirán castigos crueles e inusitados".

"X. Que los autos judiciales generales en los que se mande a un funcionario o
alguacil el registro de hogares sospechosos, sin pruebas de un hecho
cometido, o de la detención de una persona o personas sin identificarlas por
sus nombres, o cuyo delito no se especifique claramente y no se demuestre
con pruebas, son crueles y opresores y no deben ser concedidos"10

Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano del 26 de agosto de


1789.

"Art. 7.- Ninguna persona puede ser acusada, detenida ni encarcelada sino en
los casos determinados por la Ley y según las formas prescritas en ella. Los
que solicitan, facilitan, ejecutan órdenes arbitrarias deben ser castigados, pero
todo ciudadano llamado o requerido en virtud de lo establecido en la Ley debe
obedecer inmediatamente; se hace culpable por la resistencia".

"Art. 8.- La Ley no debe establecer más que penas estrictas y evidentemente
necesarias, y nadie puede ser castigado sino en virtud de una Ley establecida
y promulgada con anterioridad al delito y legalmente aplicada".

"Art. 9.- Toda persona, siendo presumida inocente hasta que sea declarada
culpable, si se juzga indispensable su detención, la ley debe reprimir
severamente todo rigor que no sea necesario para el aseguramiento de su
persona"11

Enmienda a la Constitución de E.E.U.U. (1791).

"Enmienda 4.- El derecho de los ciudadanos a la seguridad de las personas,


domicilio, papeles y efectos contra pesquisas y embargos arbitrarios es
inviolable; no se decretará entrada y registro alguno sin motivo fundado y
corroborado por palabras de honor o juramento o sin que se determine el lugar

10
LEZCANO ORIETA. Z. (2002). Ob. cit
11
LEZCANO ORIETA. Z. (2002). Ob. cit
que debe ser objeto de reconocimiento y de las personas o cosas de las que
haya que apoderarse".

"Enmienda 5.- Nadie podrá ser obligado a responder de un delito que lleve
consigo pena capital o infamante sino por denuncia o veredicto de un gran
jurado, como se trate de delitos cometidos en las fuerzas de mar y tierra o en la
milicia en servicio activo, en tiempo de guerra o de peligro público; nadie podrá
ser sometido por un mismo hecho a un segundo juicio, que pueda ocasionarle
pérdida de la vida o de alguno de sus miembros; no podrá obligarse a nadie a
que en causa criminal declara contra sí mismo, ni a perder la vida, la libertad ni
la propiedad sin procedimiento legalmente establecido (process of law); nadie
será expropiado sin la debida indemnización; y siempre por razón de utilidad
pública".

"Enmienda 6.- En toda causa criminal tendrá el acusado derecho a que se le


juzgue pronto y públicamente por un jurado imparcial del Estado y del distrito
en que se haya cometido el delito, distrito que de antemano determinarán las
leyes; a que se le haga saber la naturaleza y la causa de la acusación; a que
se le caree con los testigos que contra él depongan; a que se le concedan
medios para hacer comparecer a los testigos de descargo, y a tener la
asistencia de un abogado para su defensa".

"Enmienda 7.- En los pleitos sujetos al Common Law, el derecho a someterlos


al fallo del Jurado será mantenido siempre que su cuantía exceda de 20
dólares; ningún hecho sobre él que recaiga sentencia de un jurado podrá ser
objeto de nuevo examen por Tribunal alguno de los Estados Unidos, como no
sea conforme a las reglas de la common law".

"Enmienda 8.- No se podrá exigir ni fianzas ni multas excesivas. No se podrán


imponer castigos crueles ni inusitados".12

Enmienda Constitucional de EE.UU. de 1868.

"Enmienda 14.- Ningún Estado podrá...privar a cualquier persona de la vida, la


libertad o la propiedad sin el debido proceso legal; ni negar a cualquier persona

12
LEZCANO ORIETA. Z. (2002). Ob. cit
que se encuentre dentro de sus límites jurisdiccionales la protección de las
leyes, igual es para todos"13

Constitución española de 1812.

Incorporó una serie de prescripciones cuyo contenido es tipificable como


coincidente o equivalente con la idea del Debido Proceso. En síntesis
identificamos los siguientes: detención previo mandato escrito del juez (Art.
287), plazo tasado para recibir la declaración del procesado (Art. 290), libertad
de declaración del arrestado (Art. 291), arresto en flagrancia para conducir al
arrestado ante el juez (Art. 292), deber de motivar el auto que ordena internar
en la cárcel al procesado (Art. 293), responsabilidad por detención arbitraria
(Art. 299), deber de comunicar al imputado la causa de la prisión y el nombre
del acusador (Art. 300), proceso público en el modo y forma previstos en la ley
(Art. 302), prohibición de tormentos y apremios (Art. 303), prohibición de
extender la pena a los familiares del culpable (Art. 305).

Es bueno recordar que esta Constitución rigió también para los dominios de
España en la América meridional, tal como lo declaraba en su Art. 10.

3.6. Siglo XX.

En el siglo XX se universalizó el Debido Proceso como principio garantista,


asume una acepción globalizante, adquiere un carácter exigente que requiere
la realización práctica y convergente de los demás principios garantistas.

Resultaría demasiado densa la cita enumerativa de los numerosísimos


instrumentos jurídicos de diversas jerarquías: constituciones, tratados,
declaraciones, convenciones y muchos códigos procesales han asumido el
desarrollo de la idea rectora del Debido Proceso. Se nota especial énfasis de
dicho avance en lo concerniente al procedimiento penal porque éste constriñe
los derechos fundamentales del justiciable penalmente.

Siempre a modo de ejemplos podemos mencionar los nombres de algunos de


dichos instrumentos jurídicos: Constitución mejicana de 1917, Constitución
alemana de 1918, Constitución Chilena de 1925, Declaración Universal de
Derechos Humanos del 10 de diciembre de 1948, Pacto Internacional de

13
LEZCANO ORIETA. Z. (2002). Ob. cit
Derechos Civiles y Políticos del 16 de diciembre de 1966, Convención de
Salvaguarda de los Derechos del Hombre y de las Libertades Fundamentales
del 04 de noviembre de 1950, Declaración Americana de los Derechos y
Deberes del hombre de mayo de 1948, Convención Americana sobre Derechos
Humanos del 7 de abril de 1970; etc.

Como se aprecia, la idea de la necesidad de un proceso que otorgue todas las


garantías posibles ha ido ganando en fuerza y amplitud, no solo en las
legislaciones nacionales, sino como parte importante del Derecho Internacional.

4. ¿Cuáles son los principios que integran el concepto del Debido


Proceso?

Son muchos y variados los principios que se aceptan en la doctrina como


indispensables para que exista el Debido Proceso. En todo caso no es el
objetivo de este trabajo intentar una aproximación a lo que pudiera ser la
totalidad de los mismos. Consideramos que esto no sería posible de manera
absoluta teniendo en cuenta la diferencia en la interpretación de muchos de
estos principios que existe entre las diferentes tendencias doctrinales.

Nuestra intención queda limitada a la enumeración de los que consideramos


los principios más importantes que conforman la concepción del Debido
Proceso.

Se plantea con frecuencia en la doctrina que la primera y más importante de las


garantías del Debido Proceso es el principio de Legalidad, visto como la
obligación del respaldo legal de cualquier acción contra el individuo. Su alcance
tiene dos vertientes que, a su vez, implican escalas de desarrollo:
obligatoriedad de lo que dispone la ley sustantiva, identificado como Estado de
Derecho; y obligatoriedad de la acción del Estado ante los hechos punibles,
concebidos como tales en la ley sustantiva y que deben ser inexcusablemente
perseguidos.

Conocido un hecho delictivo, ningún poder del Estado puede lícitamente evitar
que el Fiscal cumpla su obligación de ejercer la acción penal cuando se han
llenado los extremos del derecho material y procesal, en tanto persistan
presupuestos que la han provocado y se haya descubierto al autor. El proceso
no es la consecuencia de un acto discrecional del mismo.
El Principio de Legalidad está estrechamente relacionado, aunque más amplio
que este, con el de Reserva (nullum crime, nulla poena sine lege), o sea,
que nadie puede ser procesado y sancionado por una conducta que no esté
previamente tipificada en la ley.

Además de estos, se plantean como principios integrantes de la concepción del


Debido Proceso los siguientes:

El principio Derecho a la presunción de inocencia; que plantea que el


acusado debe ser considerado inocente hasta que la culpabilidad haya sido
judicialmente declarada. Se encuentra recogido como derecho fundamental en
varios instrumentos del Derecho Internacional como la Declaración Universal
de Derechos Humanos y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.

Esta presunción únicamente se destruye con la Sentencia condenatoria del


individuo que sea firme, de ahí que esa garantía no pueda ser eliminada con
la orden de captura y detención ni con el auto de procesamiento, ni con la
prisión preventiva ni con la apertura de la causa a juicio. Más que una
presunción de inocencia, es un estado procesal que marca la ubicación jurídica
del imputado, quien es un sujeto como lo es el acusador cuando ejercita la
acción o el querellante, en los delitos que lo permiten.

El principio “non bis in idem”. Establece la prohibición de que autoridades de


un mismo orden y procedimientos distintos, sancionen repetidamente una
misma conducta, (someter a un proceso penal al acusado más de una vez por
el mismo hecho). La intervención del Estado solo puede ejercitarse en una
ocasión contra un mismo acusado.

El Derecho a la defensa es otro de los pilares del Debido Proceso.


Comprende la intervención del imputado en el proceso penal abierto para
enfrentar una posible reacción penal contra él y la de llevar a cabo las
actividades necesarias para poner en evidencia, con todos los fundamentos, la
falta de la potestad penal del Estado o cualquier circunstancia que la excluya o
atenúe.

Estas actividades pueden sintetizarse en: facultad de ser oído, conocer la


prueba de cargo que podrá utilizarse válidamente en la sentencia, probar los
hechos que él mismo invoca para excluir o atenuar la acción penal, valorar la
prueba producida y exponer las razones fácticas y jurídicas para obtener del
Tribunal una sentencia favorable, según su posición, que excluya o atenúe la
aplicación del poder penal estatal.

La efectividad de este principio se agota en el derecho a estar en el proceso


debidamente defendido, lo cual comprende la más temprana presencia de un
letrado capacitado. Incumbe al Estado la obligación de suministrar una
asistencia letrada gratuita cuando el procesado carece de recursos económicos
para procurársela. El abogado, en su función, es independiente del Tribunal y
tiene derecho a la libertad de ejercicio en su defensa y a gozar de los derechos
inherentes a la dignidad de su función.

El principio del Juez Natural. Tiene un sentido garantizador que radica en la


exclusiva determinación legal de la competencia. Es necesario también que
esta determinación sea previa al hecho que motiva el juicio, es decir, “( ...)
nadie puede ser sacado de los jueces designados por la ley antes del hecho de
la causa.”14

El principio de Contradicción concibe que las partes puedan acceder al


proceso penal y, en particular, que al imputado se le reconozca ese derecho
efectivo a ser oído, derecho que se extiende a cada una de las instancias,
porque en el proceso moderno, la evidencia como presupuesto ineludible de la
sentencia, no puede obtenerse sino mediante la oposición de la acusación y de
su antítesis, que es la defensa.

El principio de contradicción en el proceso penal contemporáneo ha de ser


complementado con el de Igualdad en la actuación procesal porque no es
suficiente que exista contradicción en el proceso. Para que ésta sea efectiva,
se hace necesario que ambas partes procesales tengan los mismos medios de
ataque y defensa, posibilidad de alegación, prueba e impugnación, sin
discriminación. El fundamento de este principio está dado en evitar un estado
de indefensión.

Es inherente al principio de igualdad procesal, la adopción de previsiones


necesarias para que la víctima del delito y el tercero que también han sufrido

14
BINDER, A.. (l993). Texto Introducción al Derecho Procesal Penal. Edit.Ad
Hoc.Bs.As.Argentina.p.139.
las consecuencias del mismo delito, tengan derecho a una intervención para
ejercitar plenamente su derecho de defensa y a recibir una sentencia oportuna
para mitigar los efectos del delito.

El principio de juicio oral y público. En razón de éste no se puede penar a


una persona sin haber realizado antes un juicio. La publicidad del
procedimiento de los órganos judiciales protege a las partes de la justicia
secreta que escape al control público, constituye uno de los medios que
contribuye a conservar confianza en jueces y tribunales. La única excepción a
la publicidad debe ser la referidas a cuestiones de moralidad, orden público o
de seguridad nacional de una sociedad democrática, o cuando la protección de
la vida de las partes o intereses de los menores así lo exijan; también en
circunstancias especiales cuando el Tribunal lo considere por ser perjudicial
para los intereses de la justicia.

El juzgamiento oral debe concretarse eliminado cualquier rezago inquisitivo;


debe ser un auténtico juicio oral que concrete puntualmente los principios:
oralidad, publicidad, unidad y continuidad de audiencia, concentración,
inmediación, identidad personal del juzgador y del acusado, contradicción,
preclusión.

El juicio oral supone dar a los acusados, y a las partes que intervienen la plena
posibilidad de exponer sus razonamientos y defender sus derechos. Para el
acusado en particular, en el juicio oral se manifiesta su derecho a la defensa, al
comunicarle plenamente la acusación de que es objeto y al facilitarle el
ejercicio de los medios de defensa que considere oportunos. La segunda
finalidad es que el Tribunal disponga de todos los elementos de juicio para
dictar su sentencia apreciando las pruebas practicadas en ese acto, las
razones expuestas por acusación y defensa y lo manifestado por los
procesados.

El principio de la Independencia en el ejercicio de la potestad


jurisdiccional, según el cual se establece que cada juez cuando juzga y
decide un caso concreto es libre e independiente de todo poder e influencia.
Para tomar su decisión solo se exige que su fallo se conforme con aplicar el
derecho vigente, esto es, que se someta a la ley. Salvo la ley que rige el caso,
se prohíbe que determine su decisión por órdenes de cualquier tipo.
La independencia judicial es substancialmente la garantía de que una persona
determinada, que ha sido investida de poder para solucionar ciertos casos
individuales, sólo está sujeta a la Constitución y a la ley.

Es necesario que el ciudadano confíe en que su juez sentenciará sin presión


alguna, conforme a derecho y buscando la justicia como valor superior del
ordenamiento jurídico. Abarca dos aspectos distintos: uno es el de la
imparcialidad subjetiva o ausencia de prejuicio entre los miembros del Tribunal
y el otro es la imparcialidad objetiva, nacida de cualquier relación o causa, pero
específicamente del supuesto de haber tenido conocimiento del hecho un
miembro del Tribunal en un momento anterior, a excepción obviamente de los
que por Ley le vengan impuestos en razón de su participación en el proceso.

Este último está amparado en la existencia de las causas de abstención y


recusación de los magistrados, manteniéndose en nuestros días la polémica en
cuanto a la extensión de la abstención fundada.

El principio del Derecho a un proceso sin dilaciones indebidas. La dilación


indebida consiste en el incumplimiento injusto, ilícito, de los plazos procesales.
La indefensión no solo se puede producir por la denegación de justicia, sino
además por el retraso en resolver las peticiones de los administrados. Es algo
contrario a las normas más elementales de proporcionalidad y equilibrio,
transformándose así en una injusticia, en un despropósito social y jurídico, si
por supuesto el acusado no tuvo intervención ni culpa en el retraso. También
para la víctima es un problema gravísimo.

Varios ordenamientos procesales en el mundo han reaccionado frente a esta


situación, para algunos, frecuente, estableciendo el instituto de la prescripción;
pero aún con él, otras soluciones deberán ser encontradas para eliminar el
transcurso de años entre la comisión del hecho y el juzgamiento del hombre
comisor.

El principio de Oficialidad plantea que la ley es la que marca las razones, los
motivos, condiciones, circunstancias, en que un proceso penal debe comenzar
e ir hasta su sentencia. Por su extensión el proceso, obviamente se relaciona
con otros principios, en tanto, para llegar hasta la sentencia se necesita obtener
la verdad real. El carácter de oficialidad está dado, además, en que hay un
órgano público creado por el Estado para que dé impulso al proceso.

El principio de Humanidad consiste en que durante el procedimiento penal se


debe tener presente que el procesado conserva siempre su condición de
persona humana que espera que se le procese con dignidad y con respeto. Si
durante el procedimiento resultara necesario, serán restringidos algunos de sus
derechos fundamentales y los de índole procesal, pero de acuerdo con los
principios de necesidad, temporalidad, racionalidad, legalidad, excepcionalidad
y proporcionalidad.

Al respecto recomiendan las Leyes de Mallorca: 15

Artículo 2: “sólo por decisión judicial debidamente motivada y por un tiempo


determinado se podrá limitar el derecho del imputado a comunicarse con su
abogado. Esta decisión debe ser fundada en la ley y basada en especiales
circunstancias de completo peligro para la seguridad de las personas que
provenga de la vinculación del imputado con una organización delictiva
violenta”

Sobre la inspección corporal de una persona durante el procedimiento, las


citadas reglas proponen lo siguiente en su numeral 23ª.1): “Toda intervención
corporal estará prohibida salvo que se cuente con el consentimiento del
afectado. Sin embargo, y sólo cuando no exista otro medio para descubrir el
presunto delito, la autoridad judicial podrá acordarla, atendida la gravedad del
mismo y la falta de peligro para la salud del afectado".

Artículo (12ª.3). “Si partiendo de datos indiciarios se infiere que el procesado


sufre enajenación mental se ordenará el diagnóstico especializado y luego se
decidirá si es necesario o no su tratamiento en un establecimiento de salud. Es
necesario que el Estado adopte una política adecuada de salud orientada a
servir de apoyo eficiente en éste”.

El principio de Recurribilidad de la sentencia, según el cual el derecho de


impugnación debe estar garantizado mediante instancia plural razonable, de
manera que el acusado encontrado culpable por un tribunal de primera

15
Proyecto de reglas mínimas de las NU para la administración de la Justicia. Disponible en Internet:
www.cidh.oas.org/PRIVADAS/reglasdemallorca.htm (Consultado 07/03/2012)
instancia pueda impugnar tal decisión ante otros jueces, con capacidad para
anular ese fallo.

Ello ofrece la garantía al declarado culpable, de alegar ante otro Tribunal las
presuntas infracciones que considere cometidas en su caso y conseguir la
subsanación, si resulta con lugar su petición.

El principio “in dubio pro reo” rige la construcción de la sentencia y constituye


una limitación a la actividad sancionadora del Estado, que se manifiesta en la
absolución del acusado en caso de duda, de ausencia de la certeza requerida.

El principio de Imparcialidad, es la condición del juzgador de no ser parte, no


estar involucrado con los intereses de estas ni comprometido con sus
posiciones; y la actitud de mantener durante el proceso la misma distancia de
la hipótesis acusatoria y de la defensiva, hasta el acto de la sentencia. No es
casual que el triángulo con que se grafica esta situación sea equilátero,
tampoco que la justicia se simbolice con una balanza cuyos dos platillos están
equilibrados y a la misma distancia del fiel. Implica a su vez la igualdad de
posibilidades entre acusación y defensa para procurar, mediante afirmaciones y
alegaciones sobre la eficacia convencional de todas ellas, desequilibrar los
platillos de la balanza a favor de los intereses de cada uno, representa o
encarna verdadero control de calidad de la decisión penal.

5. ¿Qué rol debe desempeñar el Juez cubano en la defensa del Debido


Proceso y sus principios?

Esta es una pregunta que no tiene una respuesta absoluta. La manera en que
cada juez cubano consigna y aplica estos principios es muy personal y
depende de su preparación, cultura, conocimientos técnicos y de la manera en
que asimile la influencia de las condiciones sociales, económicas y políticas en
que vive el pueblo a nombre del cual imparte justicia.

Lo que si puede plantearse como una obligación de todo aquel que aspire a ser
un buen Juez, es la tarea de estudiar profunda y creativamente los principios
del Debido Proceso, no como una abstracción teórica, un conjunto ideal de
garantías, sino como condiciones concretas que pueden y deben ser llevadas a
la práctica para lograr la verdadera justicia.
El Debido Proceso es en definitiva la interacción entre los principios y garantías
consignados en la Ley, y la interpretación y aplicación que le da el juez en la
práctica judicial, quien tiene el deber de protegerlos en toda la extensión que le
facilite la Ley y toda la creatividad que su arbitrio legítimamente le permita.

En el caso cubano, están establecidos en nuestras leyes varios de los


principios, de relevancia y tradición universal, reseñados en los epígrafes
anteriores para procurar un debido proceso

Incluso con rango constitucional podemos consignar los siguientes:

Llegalidad: se exige la existencia de leyes y procedimientos anteriores al


encauzamiento. (Constitución. Artículo 59).

- Retroactividad de la ley penal sólo si es favorable al encausado.


(Constitución. Artículo 61).

Igualdad: de todos los ciudadanos ante la ley, respondiendo con iguales


deberes y teniendo idénticos derechos. (Constitución. Artículos 41 y 42)

Derecho a la defensa, Principio de reserva, derecho de todos a la defensa,


nulidad de las declaraciones prestadas bajo coacción. (Constitución. Artículo
59).

Independencia en el ejercicio de la función jurisdicional y en el de la


acción penal: los tribunales constituyen un sistema de órganos estatales con
independencia funcional; los jueces en su función de impartir justicia, son
independientes y no deben obediencia más que a la Ley. (Constitución.
Artículos 121, 122).

Humanismo: el detenido es inviolable en su integridad personal; no se ejercerá


violencia sobre las personas para declarar. (Constitución. Artículos 58 y 59).

Otros de los mencionados principios también están recogidos en la legislación


ordinaria, como son:

Presunción de inocencia: “….Se presume inocente a todo acusado mientras


no se dicte fallo condenatorio contra él. Todo delito debe ser probado
independientemente del testimonio del acusado, de su cónyuge y de sus
familiares hasta el cuarto grado de consanguinidad o segundo de afinidad. En
consecuencia, la sola declaración de las personas expresadas no dispensará
de la obligación de practicar las pruebas necesarias para la comprobación de
los hechos…” (Ley de Procedimiento Penal, Artículo 1)

Juicio oral y público: “…El juicio oral es público a menos que razones de
seguridad estatal, moralidad, orden público o el respeto debido a la persona
ofendida por el delito o a sus familiares, aconsejen celebrarlo a puertas
cerradas. Sólo asistirán a las sesiones de los juicios celebrados a puertas
cerradas, las partes, sus representantes, Defensores, el personal auxiliar y las
personas que el Presidente o el Tribunal autoricen…” (Ley de Procedimiento
Penal. Artículo. 305)

Derecho a un proceso sin dilaciones indebidas: “…Las resoluciones y


diligencias judiciales se dictan y practican dentro de los términos señalados
para cada una de ellas. Cuando no se fija término, se entiende que han de
dictarse o practicarse sin dilación. La infracción injustificada de lo dispuesto en
este Artículo será corregida disciplinariamente, según la gravedad del caso, sin
perjuicio del derecho de la parte agraviada para reclamar la indemnización de
daños y perjuicios y demás responsabilidades que procedan…” (Ley de
Procedimiento Penal. Artículo 31)

Recurribilidad de la sentencia: Todo lo establecido en los artículos del 53 al


83 de la Ley de Procedimiento Penal, para los diferentes recursos con que
impugnar no solo las sentencias, sino también contra las demás resoluciones.

Y muchos otros, que, de una manera u otra, se encuentran recogidos en la


letra y el espíritu de nuestras leyes.

Siendo el Debido Proceso en definitiva un instrumento a favor del ser humano,


para garantizarle y protegerle sus derechos, no cabe duda que es en un Estado
como el nuestro, orientado en todas sus funciones y objetivos hacia el respeto
a la dignidad, la seguridad, y la plena libertad del hombre, donde más
condiciones existen para implementar y fortalecer el debido proceso. Sin
embargo, sea por las propias deficiencias de los legisladores, o por el
constante cúmulo de agresiones enemigas, sutiles o manifiestas, pero siempre
presentes, dirigidas a subvertir el orden social y el sistema político de Cuba,
que obligan a nuestro país a adoptar una práctica del derecho dinámica, que
pueda hacer frente a estas, existen algunas de estas garantías que, tanto en la
Ley como en la práctica judicial, son susceptibles de ser perfeccionadas y de
hecho es un imperativo hacerlo siempre que sea posible. De hecho, la
incorporación en la Constitución Cubana de los ya analizados principios es ya
un indicador evidente de los propósitos encumbrados hacia el logro del Debido
Proceso.

Cada país, en consonancia con sus circunstancias, crea su Debido Proceso;


institucionaliza los principios que puedan regular el ius puniendi estatal. Esa
obra, requiere objetividad, talento y elevado compromiso político, pues la
consecuente regulación del Debido Proceso, su adecuada comprensión y
aplicación eficiente, determinan el carácter de un sistema procesal garantista
que, a su vez, refleja la imagen de un Estado de derecho democrático.

En la legislación cubana, comenzando por la Constitución, están recogidos


muchos de los principios del Debido Proceso. Así mismo están recogidos en
las leyes ordinarias y otras disposiciones menores como las instrucciones,
circulares o acuerdos del Consejo de Gobierno del Tribunal Supremo Popular,
en uso de la atribución concedida por el artículo 121 de la Constitución de la
República, sin embargo, está claro que la implementación jurídica y la
aplicación del Debido Proceso en nuestro país es aún susceptible de
perfeccionamiento

Por solo citar algunos ejemplos, tomamos el artículo 1 de la Ley de


Procedimiento Penal, referido a la presunción de inocencia y a la función de la
parte acusadora de destruirla con la prueba, de modo cierto, sin dudas. Esta
redacción es consustancial con el estado de libertad del individuo y con el
principio de la carga de la prueba auténtica, apreciada en el acto del juicio oral.

¿Acaso las medidas cautelares de prisión provisional, que someten a limitación


el estado de libertad del individuo, rompen el principio de presunción de
inocencia?

No, las medidas cautelares limitan el principio de presunción de inocencia que


nadie puede vulnerar en nuestro ordenamiento, en tanto, tiene carácter
constitucional. Solo una vez que el Fiscal evacua conclusiones, hay una acción
concreta y legítima dirigida a romper el principio de presunción de inocencia.

La medida cautelar es para sujetar al hombre al proceso, es un estado


procesal, lo cual confirma la presunción de inocencia.

Sin embargo, el Artículo 252 de la Ley de Procedimiento Penal, como aparece


redactado, es contradictorio con el principio de presunción de inocencia.
Específicamente su apartado 2 relaciona como supuesto para adoptar como
caución la prisión provisional, el que citamos:

“(...) que aparezcan motivos bastantes para suponer responsable penalmente


del delito al acusado, independientemente de la extensión y calidad de la
prueba que se requiere para que el Tribunal pueda formar su convicción en el
acto de dictar sentencia”.

Esta redacción es incompatible con el principio citado, pues se extiende a


aspectos de prueba, que ninguna relación guardan con la institución cautelar.
La afirmación en nuestra ley:

“(...) que aparezcan motivos bastantes para suponer responsable penalmente


al acusado (...)", implica una valoración primaria y superficial de las pruebas, se
anticipa injustificadamente al juicio oral, y se inmiscuye en una facultad
exclusiva del juez, todo lo cual vulnera esencial e irremediablemente el
principio de Presunción de inocencia.

Sería menester cambiar la redacción del citado artículo, pues la adopción de la


medida cautelar de prisión provisional tiene pleno respaldo en instituto
procesal de otra naturaleza, como antes acotamos, para el que no se exige
como justificación la existencia de pruebas que desvirtúen adelantadamente la
inocencia del detenido.

El principio del Derecho a la defensa se encuentra implementado en nuestro


sistema procesal en los artículos 249, 250, 282, 283 primer párrafo, 320, 161 y
164 de la Ley de Procedimiento Penal; pero también puede y debe ser
perfeccionado. No son suficientes la protección al abogado en ejercicio, el
derecho a intervención en ciertas diligencias investigativas, el derecho a
interrogar a los testigos de cargo durante el juicio oral, a la asistencia de un
intérprete, al desarrollo del proceso en un término razonable y a la recurribilidad
de las decisiones, si mientras tanto no se posibilita que el detenido, desde el
momento mismo de su conducción, pueda designar defensor que le asista
frente al desempeño persecutor. Las garantías del acusado no deben ser
evaluadas por el conjunto del proceso, sino en cada una de las fases que
afecta sus derechos e intereses legítimos.

El principio de Igualdad se manifiesta en nuestro procedimiento penal


únicamente a partir de la fase del juicio oral, pues la preparatoria e intermedia
son predominantemente inquisitivas. El Artículo 163 de la ley adjetiva, por
ejemplo, aunque posibilita al detenido exponer cuanto considere en su favor, no
le ofrece aun en esa etapa de la instructiva la posibilidad de aportar pruebas
oficiales. De igual modo, cuando se le asegura y permite este derecho, solo a
través de abogado designado, conforme a los artículos 247 y 249, aun se
concibe como posibilidad negar acceso a las actuaciones y a la presentación
de pruebas por razones de seguridad. Si no se está en el caso de esta
excepción y el acceso es posible, no hay un solo precepto que en la fase
preparatoria exija la presencia del defensor durante la práctica de diligencias
todo lo cual evidentemente debilita el principio de igualdad de los sujetos
procesales en tales etapas del sumario.

Un elemento que incide en el derecho de defensa es la deficiente posibilidad de


comunicación entre el acusado y su defensor durante el juicio oral, aspecto
desprovisto de remedio, hasta hoy, en el texto procesal penal. Haría más
humano el proceso penal que el acusado o imputado se siente junto a su
defensor, siempre que no existan inconvenientes por razones de seguridad.

No es el objetivo de este trabajo hacer un análisis crítico profundo y extenso de


la aplicación de los principios del debido Proceso en Cuba, sino solamente
esbozar cual debe ser el papel del Juez en la protección de tan importante
figura jurídica.

Tal como hemos expresado antes, no basta que los principios estén normados
en la Ley, es necesario un ejercicio profundo, inteligente, racional y creativo por
parte del Juez.
El propio conocimiento por parte de los Jueces de aquellos preceptos o
prácticas que vulneran en alguna medida el debido proceso, ya puede ser un
paso de avance, en tanto suponga una posterior acción de este en la fase del
proceso en que tiene participación, y sobre todo en el acto del juicio oral,
dirigida a subsanar, en la medida de lo legalmente posible, omisiones e
incorrecciones que afecten las garantías de que es merecedor cualquier
acusado.

Pudiéramos poner el ejemplo del principio de la Igualdad. Tomando


hipotéticamente un juicio seguido por procedimiento sumario, en el que en el
mismo, el abogado, de concurrir, tiene solo para estudiarse las actuaciones el
limitado tiempo que antes del inicio del juicio le conceda el Tribunal, contra todo
el tiempo del que dispuso la parte acusadora para preparar los detalles del
mismo. Si en ese juicio el Tribunal no tiene en cuenta lo antes planteado,
pudiera denegar en algún momento la práctica de alguna prueba, que tal vez
en circunstancias normales pudiera no ser imprescindible en la formación de su
convicción, pero es propuesta por el abogado en un esfuerzo por construir su
tesis de defensa en condiciones desventajosas. Acceder a la práctica de esa
prueba no afectaría el proceso, y puede ser un gesto del Tribunal, que
demuestre su deseo de garantizar el debido proceso.

El extremo cuidado que ponga cada juez en el momento de decretar la


imposición de la medida cautelar de prisión provisional, la manera en que
pueda viabilizar la comunicación del abogado con su defensor durante el juicio
oral en todo lo que sea posible, a pesar de estos estar separado en el mismo,
el esfuerzo que haga en cuidar en cada momento su independencia e
imparcialidad, el trato humano y respetuoso que le dé al acusado, aparte de su
responsabilidad en el hecho que se juzga, entre otros muchos, pueden ser
ejemplos de cómo los jueces cubanos podemos y debemos preservar el
Debido Proceso.

En su labor interpretativa, el juez es el encargado de dirigir el proceso de


forma tal que marchen aparejados interés social y derechos individuales, en
igualdad de condiciones. Esta difícil labor requiere de jueces que tengan
independencia en el ejercicio de sus funciones, es decir, que sus decisiones no
se vean influidas por otros funcionarios estatales, que actúen
presionándolos para conseguir determinados fallos, pues si ello se produce,
el sistema de justicia perderá la confianza de los ciudadanos y de los
funcionarios del propio Estado, carecerá de la necesaria credibilidad y los
mismos jueces renegarán de sus funciones.

Pero además, han de comprender los jueces, su papel arbitral entre el Estado
y los ciudadanos individuales; garantizador por igual del ejercicio de los
derechos que tanto uno como los otros tienen en el proceso penal; y, también,
su obligación de impedir que se operen violaciones de los derechos de esos
ciudadanos por la fuerza superior del Estado, convirtiendo el proceso en
desigual enfrentamiento.

No faltan jueces que, lejos de comprender su verdadero rol, como entes


imparciales, independientes, garantistas de derechos, piensan que su
función es contribuir a la punición del acusado, al estilo del antiguo inquisidor,
poniéndose de parte o a favor del fiscal, del Estado, en detrimento del sano
interés individual.

Ello afecta no solo los derechos individuales, sino también los principios
sagrados de la propia sociedad en su conjunto y no permite alcanzar el
Debido Proceso Penal.

El juez debe tener, por sobre todo, una visión humanizada en el proceso
penal y ceñirse a la ley con esta óptica de respeto a las garantías individuales
y al derecho de las partes, procurando siempre alcanzar con su actuación y
en sus resoluciones, el punto de equidad que necesita la justicia para que sea
verdadera.

Lo anterior no implica la desideologización de la función judicial. Un juez


alejado de toda contaminación social, sin criterios ni opiniones, sin definición
política, como otros creen que debe ser para que puedan cumplir su función,
resulta imposible de encontrar en nuestro tiempo, y si en laboratorio se
pudiera "fabricar" un arquetipo de tal naturaleza, no estaría en
condiciones de juzgar a otros que no son sus semejantes

La Revolución aboga por ese juez inmerso en su problemática económica,


política y social, quien con las vivencias de su realidad, y sobre la base de los
principios filosóficos del respeto a la dignidad humana y a la ley, decida
libremente lo que considere que se ajusta a lo reglamentado, interpretándolo
según sus criterios, fundados en una valoración progresista, revolucionaria y
altruista.

Un juez que no estudia, que no lucha contra el esquematismo, la inercia y la


superficialidad, no podrá ser nunca un juez realmente comprometido con el
Debido Proceso.

Los jueces imparten justicia a nombre del pueblo revolucionario, que trabaja
cada día, en condiciones difíciles, por mejorar el país, pero es su deber no
olvidar que es de ese pueblo del que salen los infractores de la Ley, no ignorar
las condiciones que generan el delito. Las personas a las que juzgan y
sancionan son llamadas, a veces con razón, delincuentes y antisociales. En
todo caso, no olvidemos que son nuestros delincuentes, nuestros antisociales.
Y los jueces tienen, también, desde su trinchera, una responsabilidad con
ellos.

6. A modo de Conclusiones.

El Debido Proceso es una célebre conquista político-jurídica lograda en el Siglo


XIII y hoy al iniciar el siglo XXI es toda una categoría del conocimiento
positivizada en el Derecho Internacional Público sobre Derechos Humanos, así
como en muchas Constituciones políticas y en la mayoría de los Códigos
procesales correspondientes.

El Debido Proceso puede entenderse como el conjunto de garantías que


protegen al ciudadano sometido a cualquier proceso judicial, que le aseguran a
lo largo del mismo, una recta y cumplida administración de justicia, la libertad y
la seguridad jurídica, la racionalidad y fundamentación de las resoluciones
judiciales conforme a derecho

Sin intentar consignarlos todos, tarea que requeriría un trabajo más profundo y
abarcador, pueden mencionarse como principios imprescindibles para lograr un
Debido Proceso el de Legalidad, el de Reserva, el Derecho a la Presunción de
Inocencia, en principio “non bis in idem”, el Derecho a la Defensa, el principio
del Juez Natural, el de Contradicción, el de Igualdad, el principio del Juicio Oral
y Público, el de la Independencia en el ejercicio de la potestad jurisdiccional, el
del Derecho a un proceso sin dilaciones indebidas, el de oficialidad, el de
Humanidad, el de Recurribilidad de la Sentencia, el Principio “in dubio pro reo”
y el de Imparcialidad, entre otros.

Cuba tiene ya un Debido Proceso penal, pero aún necesitado de


perfeccionamiento, pues subsisten rasgos del sistema inquisitivo durante el
procesamiento, y faltan por implementar normas que harían más plena la
positivización explícita de algunos de los principios que constituyen aspiración
para un debido proceso.

La principal tarea del Juez revolucionario cubano en su función de implementar,


defender y proteger la figura del Debido Proceso en nuestro país, es estudiar
profundamente los principios de la misma, la manera en que esos principios
están consignados en la Constitución y las leyes cubanas, y la forma en que
debe aplicarlos creativamente en la práctica diaria, en todo lo que la Ley
establezca y en todo lo que su arbitrio legítimamente le permita.

BIBLIOGRAFÍA

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• LEZCANO ORIETA. Z. (2002). El Debido Proceso: Realidad o Ficción.
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• ZARZA ESTOPIÑAN, O. (2002). El Debido Proceso. Algunas
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Biblioteca Avilaiuris. Casa del Jurista. Ciego de Ávila

Leyes Consultadas
• Constitución de la República.
• Ley número 5 de 1977 ”Ley de Procedimiento Penal”
• Ley número 6 de 1977.”Ley de Procedimiento Penal Militar”

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