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Sobre periodos sensibles y periodos críticos del desarrollo.

Es un buen momento a que revisemos diferentes perspectivas y actualizar miradas, saberes,


conocimientos y evidencias. Siempre hay evolución en ciencias, y en esta oportunidad
queremos actualizar miradas sobre periodos sensibles y periodos críticos del desarrollo. Si bien
ambos son conceptos utilizados por grandes referentes de la salud mental infantil, como Zero
To Three (https://www.zerotothree.org/) y Center On The Developing Child de Harvard
(https://developingchild.harvard.edu/) , el concepto de periodos críticos ha sido cuestionado
ya que no existe evidencia científica que apoye ese concepto en humanos, tanto por
consideraciones éticas en estudios con seres humanos, así como por las evidencias de la
plasticidad cerebral presente en el desarrollo.

En animales estos periodos han sido ampliamente estudiados, refiriendo que tras el nacimiento
existen ventanas de tiempo en la cual es observable una sensibilidad a los estímulos del entorno
y el impacto de estos en su desarrollo: en gatos se ha observado que al poder utilizar
normalmente sus sentidos de la vista en los tres primeros meses posibilita un desarrollo visual
positivo, y de lo contrario podría verse permanentemente alterado, en ratones recién nacidos
deben experimentar normalmente sensaciones con sus bigotes o desarrollarán dificultades
sensoriales en su cara, entre otros hallazgos relevantes que han abierto la discusión sobre estos
periodos donde la estimulación del ambiente posibilita y promueve el desarrollo. Estas
investigaciones han posibilitado que investigadores del desarrollo humano puedan considerar
el tiempo y el tipo de deprivación que pudiese afectar el desarrollo humano, la recuperación de
tal deprivación si existiese, y qué dificultades pudiesen existir en dicha recuperación (Nelson et
al., 2019). Pero como sabemos, existen diferencias entre el desarrollo cerebral humano y el
de otros animales, como el desarrollo de las áreas corticales, la existencia de un período
temporal de desarrollo más largo, y la singular plasticidad de nuestro cerebro. Esto hace
que no se pueda hablar en sentido estricto de períodos críticos en el desarrollo humano,
aunque sí parece posible que determinados aprendizajes puedan ser realizados de forma
mucho más sencilla y directa en determinados períodos que han sido denominados
“sensibles”. (García, 2018)

Si comenzamos operacionalizando los conceptos, los periodos sensibles son un término amplio
para referirse a los efectos en el cerebro de ciertas experiencias que ocurren en un determinado
momento del desarrollo, enfatizando a que si no ocurre determinada estimulación, se vuelve
difícil y requeriría de un gran esfuerzo para poder redirigir el desarrollo a una trayectoria típica,
pudiendo no tener una recuperación completa en el dominio afectado. En cambio, con periodos
críticos se refiere a cambios irreversibles en el funcionamiento cerebral si no ocurre la
estimulación requerida, afectando permanentemente el desarrollo (Knudsen, 2004).

Estos conceptos se han utilizado en diversas investigaciones de distintas competencias que se


adquieren en el desarrollo humano, como lenguaje, sensorial, cognitivo (Hensch & Bilimoria,
2012). Focalizando estos conceptos para la parentalidad, apego y desarrollo, las últimas
investigaciones se nutren de los estudios con roedores y primates que han sido deprivados de
sus madres, concluyendo que a menos que la deprivación termine tempranamente (pudiendo
esto ser reuniendo nuevamente al animal con su madre biológica, o reunirlo con otro animal
que lo cuide), existen consecuencias a largo plazo, presentando déficit cognitivos como baja
memoria espacial y un interés reducido en la novedad (Nelson et al., 2019).

Al no ser ético el poder investigar experimentalmente con humanos, en cuanto a deprivar un


grupo de niños/as y compararlo con grupos control, lo que han realizado las investigaciones en
desarrollo humano es tomar las investigaciones de niños y niñas institucionalizados/as en
Rumania, sobre todo en el proyecto BEIP de recuperación de sus trayectorias del desarrollo
(Nelson et al., 2007). Esto permite hacer un cruce entre ambas investigaciones, identificando
posibles periodos sensibles al visualizar que niños/as institucionalizados que eran adoptados
a los 24 meses o antes presentaban un mayor coeficiente intelectual que niños/as adoptados a
los 54 meses, además de presentar mejor cualidad del apego seguro a los 48 meses de edad,
más patrones de maduración en la actividad cerebral a los 8 años y una mejor respuesta al
estrés a los 12 años. Estos estudios en niños institucionalizados son referidos como las mejores
evidencias para los periodos críticos en el desarrollo infantil, pero continúan las preguntas de
cuán amplios son, el momento exacto donde suceden y la dosis de exposición requerida para su
desarrollo, no obstante la conclusión al integrar es que el cuidado familiar en la primera infancia
es crítico para su desarrollo (Nelson et al., 2019).

Bibliografía.

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García, J.A., (2018) Cognición y desarrollo. Revista de Psicología. Año 2018. Vol. 14, Nº 27, pp.
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