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LA POBREZA ESPIRITUAL

«Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos»


(Mateo 5:3).

INTRODUCCIÓN: En los días de Jesús, en Palestina habitaban muchos pobres, los


mendigos deambulaban por las estrechas calles de Galilea y de Judá. Eran los judíos en su
mayoría, víctimas de un poder político extranjero que los explotaba y oprimía (Roma). El
pobre era desatendido por las estructuras religiosas en general. La religión necesitaba una
renovación de su tradicionalismo y una liberación de su mal infundado prejuicio, racismo,
sexismo y clasismo. Pero no fue a estos pobres que Jesús pronunció esta bienaventuranza.
Él la dirigió a sus discípulos, a aquellos que tenían que vivir en una necesidad continua de
Dios.

I. Es bienaventurado el que reconoce su pobreza espiritual:


1. Sansón no reconoció su pobreza espiritual: «... Pero él no sabía que Jehová ya se había
apartado de él» (Jueces 16:20).
2. El rico insensato nunca aceptó su pobreza espiritual: «... Alma, muchos bienes tienes
guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate» (Lucas 12:19).
A. Este rico no proveyó para su alma.
B. No se preparó espiritualmente para su muerte.
C. Dios le llamó, «Necio» (Lucas 12:20).
3. La Iglesia de Laodicea no veía su pobreza espiritual: «... Yo soy rico, y
me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad» (Apocalipsis 3:17).
A. Ante este orgullo, el Señor le responde: «Y no sabes que tú eres un desventurado,
miserable, pobre, ciego y desnudo» (Apocalipsis 3:17).
B. Era una congregación de necesidades espirituales, pero lo negaba.
II. Es bienaventurado el pobre espiritual que busca la ayuda del Señor:
1. La palabra griega para «pobres» es «FTOCHOS» y se emplea 34 veces en los originales.
Con la excepción de Mateo 5:3 que se emplea en un sentido espiritual, todas las demás
veces describe una pobreza material.
A. El Señor desea que los pobres espiritualmente se puedan comparar con los
pobres materialmente.
B. El pobre espiritual es uno que identifica sus necesidades espirituales y busca la
ayuda del Señor.
2. El reconocer nuestra pobreza espiritual, es admitir nuestra insuficiencia humana,
psicológica, social y religiosa.
A. Somos insuficientes para ayudamos a nosotros mismos.
B. Necesitamos que el Señor nos ayude a ser y a poseer lo que él quiere.
3. La Nueva Biblia Latinoamericana rinde en Mateo 5:3, «Felices los que tienen espíritu
de pobre, porque de ellos es el reino de los cielos.»
4. Buscar la ayuda del Señor significa:
A. Vaciamos de nosotros mismos, para ser llenos del Señor.
B. Confesar que nuestros pecados nos impiden progresar espiritualmente.
5. Las promesas divinas son el «Bienestar» del creyente:
A. «Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en
Cristo Jesús» (Filipenses 4:19).
B. «No se turbe vuestro corazón, creéis en Dios, creed también en mí» (Juan 14:1).
III. Es bienaventurado el pobre espiritual con la promesa del «reino de los cielos»:
1. Billy Graham dijo: «El cielo en esta vida y en la venidera, no se consigue mediante
transacciones comerciales... Solamente los que son pobres en espíritu y ricos para con Dios,
serán tenidos por dignos de entrar allá» (El secreto de la felicidad, página 29).
2. Este «reino de los cielos» es una promesa posesiva, «porque de ellos es». No es para
otros sino para los creyentes.
3. Es un reino tanto para el presente como para el futuro. No dijo el Señor «será», Él dijo
«es».
4. Dondequiera que Jesús se manifiesta, ahí está su reino. El corazón de los creyentes es el
trono desde el cual Jesús ejerce su reinado.
5. La pobreza espiritual garantiza la riqueza eterna en el reino que jamás tendrá fin.
CONCLUSIÓN: Bienaventurados somos cuando reconocemos que dependemos de Dios,
aceptando nuestra pobreza espiritual, y dejamos que su reino se actualice en nosotros y por
medio de nosotros. Amén.

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