Está en la página 1de 33

MUSEO A RQUEOLÓGICO «PÍO PABLO DÍAZ» - CACHI

Estudios. Antropológía · Historia. Nueva Serie Nº 2: 141-173 (2014)

Morir temprano. Entierros de infantes en un espacio


doméstico formativo de Yocavil, noroeste argentino

Romina Spano
M. Solange Grimoldi
Valeria Palamarczuk

Presentamos los contextos funerarios registrados en el sitio Soria 2 (Valle de Yocavil, Ca-
tamarca), correspondiente al período Formativo o Temprano. El sitio se definió como un
ámbito doméstico en el cual, al término de su uso como espacio habitado, se realizaron inhu-
maciones de infantes, distinguiéndose modalidades como entierro primario en urna dentro
de un foso, entierro primario en urna dentro de un compartimento de piedra y entierro se-
cundario vinculado a compartimento de piedra. Se describen las características constructivas
de las inhumaciones, los contenedores cerámicos, el acompañamiento funerario asociado y
los primeros resultados sobre el análisis bioarqueológico de los restos humanos. Asimismo
se comunican los fechados radiocarbónicos obtenidos a partir de muestras de los individuos
enterrados. A través de una contextualización local se reflexiona sobre la relación entre prác-
ticas funerarias y memoria.
Palabras claves: entierros de infantes, casa, bioarqueología, alfarería, memoria

In this paper we present the funerary contexts recorded on the site Soria 2 (Yocavil Valley,
Catamarca) from the Early or Formative period. The site was defined as a domestic domain
where, after its use as living space, infant burials were placed; among them the primary urn
burial in a pit, the primary urn burial within a stone-lined compartment and the secondary
burial associated with a stone compartment. The grave construction features, the ceramic
containers, the associated burial accompaniments and the first results obtained from the
bioarchaeological study of the human remains are described here. Radiocarbon dates from
human bone samples of the buried individuals are also reported. Through a local contextua-
lization we discuss the relationship between the mortuary practices and memory.
Key words: infant burials, house, bioarchaeology, pottery, memory

• 141
Romina Spano / M Solange Grimoldi / Valeria Palmarczuk

Agradecimientos
Agradecemos la colaboración de Catriel Greco en la interpretación de los fechados. La identificación
de fauna y de artefactos líticos fue efectuada por Carlos Belotti y Juan Pablo Carbonelli, respectiva-
mente. Agradecemos asimismo a Verónica Lema y a Sonia Lanzelotti por su colaboración en el estudio
de materiales asociados a los entierros, y a Luis Bosio, Norberto López Ramos, Inés Baffi y Marta
Maldonado, por su orientación en el análisis bioarqueológico. Las campañas arqueológicas y los análi-
sis técnicos fueron posibles gracias al financiamiento de los proyectos PICT04-12163, PICT19-34511,
PID-CONICET2218, PIP6148 y UBACYTF029, dirigidos por Myriam Tarragó y Luis González.
Agradecemos a Myriam Tarragó por la lectura de una versión preliminar del artículo, y a los evaluado-
res anónimos por sus sugerencias y observaciones.

Romina Spano
romina.spano@gmail.com
CONICET - Museo Etnográfico “J. B. Ambrosetti” FFyL-UBA.
Moreno 350, (1091) CABA
Dirección postal particular: Arriola 232, C1437FAF, CABA
Lic. En Cs. Antropológicas, orientación Arqueología, FFyL-UBA.
Investigaciones acerca de las sociedades agropastoriles tempranas del sur de Yocavil, a través
del estudio estilístico y contextual de la alfarería empleada por las personas en el pasado, en
particular para el caso del sitio Soria 2.

M. Solange Grimoldi
solgrimoldi@gmail.com
Museo Etnográfico “J. B. Ambrosetti” FFyL-UBA
Moreno 350, (1091) CABA
Dirección postal particular: Gascón 1227 Piso 4º, Dto.18, C1181ACW, CABA
Tesista para la licenciatura en Cs. Antropológicas, orientación Arqueología, FFyL-UBA.
Estudio de los cambios y continuidades de las poblaciones prehispánicas del valle de Yocavil
desde una perspectiva de la bioarqueologìa y de las prácticas funerarias, abordando en parti-
cular contextos relacionados con niños e infantes.

Valeria Palamarczuk
valepala@yahoo.com.ar
CONICET - Museo Etnográfico “J. B. Ambrosetti” FFyL-UBA.
Moreno 350, (1091) CABA
Dra. de la Universidad de Buenos Aires, área Arqueología
Ayudante de 1ª en la Cátedra de Arqueología Argentina, FFyL-UBA.
Estudios sobre estilos alfareros del Período Tardío en los valles Calchaquíes, considerando
aspectos tecnológicos y expresivos. Actualmente desarrolla una investigación que, a través del
análisis de la alfarería, la organización del asentamiento y la arquitectura se orienta al conoci-
miento de las sociedades en el sur de Yocavil que experimentaron el tránsito de la vida aldeana
al asentamiento en poblados conglomerados, definiendo los inicios del Período Tardío.

142 •
Morir temprano. Entierros de infantes en un espacio domestico Formativo de Yocavil…

1. Introducción

En el sitio Soria 2 (valle de Yoca- la casa se encontraba habitada o luego de


vil, Noroeste Argentino), vidas y muer- su abandono como espacio de vivienda?
tes pasadas se objetivan en los restos de ¿Hubo coexistencia entre vivos y muer-
una casa. Prácticas cotidianas y eventos tos? ¿Quiénes fueron las personas cuyos
especiales (Giddens, 1995) confluyen es- restos encontramos? ¿Cuándo fueron
pacialmente en un punto del paisaje, ha- enterradas? ¿Qué objetos estuvieron in-
bitado alrededor de dos mil años atrás; volucrados y qué rol cumplieron en las
la materialización de estas situaciones e prácticas funerarias? Y en última instan-
interacciones entre personas y objetos cia, ¿qué mecanismos de la memoria ma-
se nos presenta hoy como un entrama- terializan las inhumaciones?
do complejo de estratos, fragmentos de El intento por arrojar luz sobre es-
cerámica, útiles de piedra, huesos de ani- tos interrogantes implicó la puesta en
males y restos humanos. En las próximas marcha de una serie de estudios desde
líneas emprenderemos un recorrido para distintas líneas de análisis, cuyos resul-
intentar abordar esta complejidad, desde tados presentamos en el artículo. Como
algunas de las estrategias que provee la paso inicial necesario, se definieron las
arqueología. características constructivas y contextua-
La investigación sistemática que les de las inhumaciones (modalidades
iniciamos en el sitio Soria 2, uno de los de entierro y objetos involucrados). Para
pocos contextos primarios vallistos co- comprender la sucesión y naturaleza de
nocidos para inicios del primer milenio los eventos acaecidos en el ámbito de la
de la Era (Palamarczuk et al., 2007), y al casa, se emprendió el estudio estratigráfi-
cual interpretamos como una casa, per- co de los depósitos, en combinación con
mitió conocer parte de la vida cotidiana la realización de fechados radiocarbóni-
de las sociedades agropastoriles del valle. cos de materiales asociados a los distin-
En el ámbito de la casa, además, se re- tos contextos. A fin de conocer quiénes
gistraron tres entierros de infantes, dos fueron y por qué murieron las personas
de ellos al interior de urnas cerámicas. inhumadas, se encaró el estudio bioar-
La ocurrencia de inhumaciones en un queológico de los restos humanos. La
espacio doméstico constituyó un dispa- relativa escasez de información sobre
rador para una serie de interrogantes: entierros tempranos en Yocavil (Cortés,
¿las inhumaciones se efectuaron cuando 2005) encuentra su correlato en el poco

• 143
Romina Spano / M Solange Grimoldi / Valeria Palmarczuk

conocimiento del ritual mortuorio de las 2. Una casa de tiempos tempranos


comunidades tempranas que allí habita-
ron, así como de los objetos empleados El sitio Soria 2 se asienta en una
como contenedores o acompañamien- antigua terraza del tercer nivel pede-
to de los difuntos. Ante esta situación, montano de la formación Caspinchan-
aportaremos información acerca de las go, localizada entre las sierras del Acon-
vasijas utilizadas en las prácticas funera- quija y el sector sudoriental del fondo
rias, comparándolas con las alfarerías del del valle de Yocavil, sobre cuyo sector
contexto doméstico del sitio, y describire- sur se emplaza el poblado actual de An-
mos los objetos que acompañaban a los dalhuala-Banda (Fig.1). En la mesada,
difuntos. La apertura de cada una de es- de aproximadamente 250 ha de exten-
tas puertas nos llevó a reflexionar acerca sión, se emplazan estructuras arquitec-
de cómo las prácticas inhumatorias en el tónicas arqueológicas conformadas por
ámbito de una casa, constituyen un ejer- uno o más recintos, y líneas irregulares
cicio de memoria en comunidades aldea- de piedras que definen amplias superfi-
nas agropastoriles. cies aterrazadas, numerosos montículos
El caso de estudio será contextua- y grandes rocas con morteros (Palamar-
lizado en el marco del conocimiento czuk et al., 2007). En este ambiente se-
sobre entierros formativos de caracterís- miárido, el terreno y la cercanía a cur-
ticas afines en el ámbito de Yocavil. La sos de aguas permanentes, como los ríos
búsqueda de antecedentes publicados e Zampay y Yapes, sugieren que se trató
inéditos revela que la muestra para el de una zona empleada para la produc-
Valle es por el momento sumamente re- ción agropecuaria en tiempos prehispá-
ducida. La descripción detallada de los nicos. La evidencia arquitectónica y los
contextos de Soria 2 se tornó entonces estilos alfareros de superficie, indican
en una opción metodológica, necesaria una ocupación al menos desde el perío-
para introducir información novedo- do Temprano o Formativo (aproximada-
sa referida a las sociedades aldeanas mente, entre el 600 AC y el 600 AD)
locales. A través de ella, intentaremos hasta la actualidad. En algún momento
acercarnos a la complejidad inheren- de ese lapso el lugar presentó una fiso-
te al hecho social de la muerte y a las nomía aldeana, aunque no es posible
implicancias de enterrar infantes en reconocer en superficie el tipo de pa-
espacios domésticos. Reflexionaremos trón involucrado, ya que los sedimentos
asimismo acerca de las clases de tiempo acumulados taparon las construcciones
social (Shanks y Tilley, 1987) reprodu- de piedra. De este paisaje forma parte el
cidas mediante acciones de abandono sitio Soria 2 (Fig.2).
de espacios habitados y la ejecución del Soria 2 es una estructura formada
ritual funerario en ámbitos como las ca- por los remanentes de piedra de los mu-
sas, plenos de significado histórico para ros de al menos dos recintos subcuadran-
aquellos que los habitan o que conser- gulares adosados (R1 y R2, en adelante).
van memorias y derechos socialmente La excavación y el registro de de-
pautados sobre los mismos. pósitos y materiales se efectuó según el

144 •
Morir temprano. Entierros de infantes en un espacio domestico Formativo de Yocavil…

método estratigráfico (Harris, 1991), en ponde a cerámica ordinaria -pasta gruesa


seis campañas desarrolladas desde 2002. y porosa, alta proporción de inclusiones
Inferimos que se trató de una casa, de tamaño mediano a grande y cocción
en función de los rasgos presentes -piso en atmósfera oxidante-; el resto corres-
de ocupación, fogón, pozo de descarte, ponde a un conjunto fino -pasta com-
agujeros de poste, etc.-. Entre los hallaz- pacta de baja porosidad, inclusiones de
gos hay abundante alfarería, destinada tamaño pequeño o no distinguibles ma-
a usos culinarios y servicio (Baigorria y croscópicamente, y cocción en atmósfera
Spano, 2007). La gran mayoría corres- reductora o pobre en oxígeno, en su ma-

Figura 1: Valle de Yocavil con la ubicación de Soria 2 y de algunos sitios formativos.

• 145
Romina Spano / M Solange Grimoldi / Valeria Palmarczuk

Figura 2: Planta del sitio Soria 2, con indicación de los cortes de los tres entierros. Sombreada se señala
la superficie excavada hasta el momento.

yoría-. Allí se efectuaron actividades vin- 3. 1. Metodología para el análisis


culadas con el consumo de camélidos, de la muestra cerámica
elaboración y uso de útiles de piedra, mo-
lienda y prácticas fumatorias de psicoac- Consideramos al estilo como cons-
tivos. El R1 ha sido interpretado como tituido por variables morfológicas, tecno-
un patio (Palamarczuk et al., 2007). Para lógicas y de diseño integradas, que defi-
el piso del R1 se cuenta con un fecha- nen un modo de hacer, contextualizado
do sobre carbón del fogón, de 1940 + 80 social e históricamente y producto de la
años radiocarbónicos AP (LP-1541); el conjunción de decisiones individuales
rango de edad calibrada para el hemisfe- y condicionantes sociales; se trataría de
rio sur con probabilidad del 95,4% es 53 aquello que posibilita reconocer a un
AC-342 DC (Bronk Ramsey, 2009; Mc objeto como parte de un conjunto, vin-
Cormac et al., 2004). culado a determinado espacio, tiempo y
Asimismo se encontraron estructu- personas (Hodder, 1990; Miller, 1985;
ras funerarias para el entierro de suba- Rouse, 1960).
dultos. Cada una fue numerada según el Las clases de vasijas se definieron
orden de descubrimiento (entierros 1 y 3 según la propuesta de Balfet et al. (1992).
en R1, y entierro 2 en R2). Para la descripción morfológica apela-

146 •
Morir temprano. Entierros de infantes en un espacio domestico Formativo de Yocavil…

mos a criterios expuestos por Shepard e indicadores de estrés nutricional o


(1957) basados en simetría, estructura, fisiológico (criba orbitalia, hiperostosis
tipo de contorno, geometría y proporcio- porótica, hipoplasia de esmalte y líneas
nes. Se tomaron en cuenta las particu- de Harris) (Lewis, 2007). Se realizaron
laridades de los diferentes componentes observaciones macroscópicas y con lupa
(labio, borde, cuerpo, base, asas y adita- binocular, y se efectuaron radiografías
mentos). Se describieron los tratamientos de los huesos largos.
de superficie, características de cocción, Como el número de elementos que
pastas, presencia de baños, pigmentos, conforman el esqueleto de un subadul-
manifestaciones plásticas y adherencias to varía con la edad, se adaptó la tabla
vinculadas al uso. Las tonalidades de las de Lewis (2007): junto a los valores de
vasijas se describen según la carta de co- MNE (número mínimo de elementos) y
lores Munsell (2000). NISP (número de especímenes óseos), se
registraron los elementos esperados para
3.2. La muestra esqueletal la edad estimada de cada individuo. Así
se estableció de manera más precisa el
nivel de preservación y el grado de frag-
Se realizó un inventario siguiendo mentación de los esqueletos. Estos datos
los criterios de Scheuer y Black (2000). complementan la información vertida en
Las partes identificadas de cada indivi- los diagramas, donde las partes sombrea-
duo se registraron en un diagrama del das representan aquellas recuperadas.
esqueleto para subadultos -para los en- Como la mayoría de los rasgos mor-
tierros 2 y 3-, tomado de Lewis (2007). fológicos relacionados con diferencias se-
La observación de las piezas dentales se xuales no están presentes en el esqueleto
realizó con lupa binocular 10-40X. hasta después de comenzada la pubertad,
La estimación de la edad esqueletal la variable sexo no fue tenida en cuenta,
se efectuó considerando desarrollo den- ya que no existe un método ampliamen-
tal (Ubelaker, 1978), longitud de los hue- te aceptado para su determinación en
sos largos (Scheuer y Black, 2000) y gra- subadultos. Se encuentran en proceso
do de fusión de elementos del esqueleto análisis de ADN antiguo que permitirán
(Weaver, 1979). Las edades estimadas de conocer este dato.
acuerdo a cada uno de estos parámetros
se expresan siguiendo la terminología 3.3. Otros materiales vinculados
propuesta por cada autor. A partir de
las edades estimadas y con la intención
de uniformar criterios, seguimos la pro- Además de la alfarería y los restos
puesta de Baldini y Baffi (2003: 57) de esqueletales, fueron recuperados elemen-
utilizar las categorías etarias definidas tos cuyo grado de asociación a los con-
por Bogin (1995) para grupos vivos. textos discutiremos: láminas de mica,
Se buscaron indicadores de proce- artefactos líticos, restos e instrumentos
sos infecciosos y traumas (modificacio- óseos faunísticos, masas de arcilla, car-
nes óseas compatibles con periostitis) bón, etc. Para su descripción colabora-

• 147
Romina Spano / M Solange Grimoldi / Valeria Palmarczuk

ron diferentes especialistas; Carlos Belot- rro 1.a); la parte externa de la calota se
ti analizó los materiales faunísticos, Juan apoyaba sobre el sedimento, y el maxilar
Pablo Carbonelli, los artefactos líticos y superior apuntaba hacia al SO. A pocos
Verónica Lema determinó la naturaleza centímetros hacia el E, al interior del
de los grumos de arcilla. Por razones de compartimento y directo sobre tierra, se
espacio en este trabajo no profundizare- disponía el segundo conjunto esqueletal
mos en las posibles discusiones deriva- (entierro 1.b), compuesto por huesos des-
das de estos objetos, las cuales serán con- articulados de preservación regular, cu-
templadas en una próxima contribución. biertos con una mitad de olla fragmen-
tada en dos partes -borde y cuerpo-, con
4. Los entierros la abertura buzando hacia el norte y el
asa apuntando hacia el cenit, orientada
en sentido SE-NO (Fig.3). Bajo la vasija
A continuación abordaremos cada también se disponía un instrumento de
entierro como una unidad, integrando formatización sumaria de andesita, con
las distintas líneas de evidencia consi- ángulo de retoque similar al de un raspa-
deradas y teniendo en mente los inte- dor (Fig.4a). Junto a la olla se disponían
rrogantes formulados al comienzo; este cinco lascas y un núcleo líticos, restos de
acercamiento descriptivo implicó poner fauna, incluyendo una placa de armadi-
en juego cierto nivel de análisis e inter- llo, y fragmentos de vasijas reductoras
pretación (Hodder, 1999) al encarar cada de pasta fina (Fig.4b), uno de los cuales
una de las inhumaciones. corresponde a un modelado zoomorfo
-quizás un murciélago-, con pintura roja
4.1. Entierro 1 post-cocción sobre la superficie interna
(Fig.4c). Se trata de alfarerías que com-
parten características estilísticas con el
Contexto. Corresponde al entierro material asociado al piso de la vivienda.
secundario de dos conjuntos esqueleta- Existen dudas respecto a la estricta aso-
les, con un mínimo de dos individuos, ciación de estos materiales fragmenta-
delimitado por una línea simple de pie- rios al entierro: al haberse echado tierra
dras de forma y dimensiones semejantes sobre la fosa para cubrirlo, existe la po-
entre sí, con orientación NE-SO, que sibilidad de que hayan sido incluidos de
cerraba la esquina SE del R1, confor- manera no intencional.
mando un compartimento cerrado. El Contenedor y tapa. El fragmento de
sedimento contenido en el mismo era puco que contenía los restos de cráneo
sumamente compacto, limo-arenoso con del entierro 1.a, se encontraba partido
gravilla, diferente al del piso, compacto en tres. Es semiesférico de borde entran-
y carbonoso. Debajo del bloque ubicado te, con base “en botón hundido”, con
más al norte se halló uno de los con- superficies pulidas de tono gris -7,5 R
juntos esqueletales, conformado por un 6/0- (atmósfera reductora), y se levantó
fragmento del cráneo de subadulto con- mediante rodetes. La pasta es compacta
tenido en medio puco (en adelante entie- y fina; posee un pequeño aplique al pas-

148 •
Morir temprano. Entierros de infantes en un espacio domestico Formativo de Yocavil…

tillaje en el borde. Mide 19 cm de diáme- diente con diente- o por abrasión -por el
tro y 8 cm de alto (Fig.5a). roce de las piezas dentales con algún tipo
La olla que tapaba los restos del en- de alimento- (Powell, 1985). La incorpo-
tierro 1.b es una pieza de tipo ordinario, ración de pequeños granos de piedra en
restringida, subesferoidal, de labio re- los alimentos por el uso de morteros,
dondeado aguzado y borde evertido. La modo de procesamiento característico
pieza, originalmente incompleta, estaba en las sociedades agroalfareras, podría
fragmentada. La parte superior del cuer- haber generado la abrasión del diente al
po presenta un asa horizontal de doble masticar (e. g. Merlo et al., 2005). De las
inserción con remache; desconocemos si piezas dentales permanentes, se recupe-
la pieza original tenía una o dos asas. El raron los gérmenes de los dos incisivos
modelado fue realizado por técnica de centrales -con el borde incisal aserrado-,
rodetes, las superficies son alisadas, con los dos caninos y los primeros y segun-
tratamiento más prolijo de la superficie dos molares de ambos lados.
externa, el color predominante es ma- Del interior del compartimento, se
rrón rojizo (5YR 5/3), producto de una rescató el segundo conjunto esqueletal
cocción oxidante, y presenta manchas correspondiente al entierro 1.b, integra-
oscuras de cocción. La pasta posee in- do por fragmentos óseos humanos des-
clusiones gruesas, mayoritariamente de articulados; entre ellos, una diáfisis y dos
biotita. Las medidas aproximadas son: porciones petromastoideas. Si bien estos
diámetro de boca 20 cm; diámetro máxi- restos corresponden a subadulto, no se
mo 40,5 cm; altura estimada de la olla pudo establecer que pertenecieran a un
completa 38 cm, volumen estimado de mismo individuo.
29 l (Fig.5b). En base a la estimación de edad
Análisis bioarqueológico. En la Tabla (piezas dentales para el caso del entierro
1 se cuantifican las partes esqueletarias 1.a y las porciones petromastoideas para
del entierro. Los restos del entierro 1.a el entierro 1.b) se determinó que ambos
incluyen partes de bóveda craneana; un conjuntos representarían al menos dos
fragmento de cada parietal con una por- individuos. Siguiendo el esquema de de-
ción de la sutura sagital sin indicios de sarrollo dental (Ubelaker, 1978), y consi-
sinostosis, y fragmentos de los bordes derando solamente los gérmenes de los
alveolares de un maxilar con algunos dientes permanentes recuperados -dado
dientes en posición anatómica. De los que las raíces de los deciduos estaban ro-
dientes deciduos se recuperaron, con las tas-, el individuo del entierro 1.a corres-
raíces rotas, el incisivo central izquierdo, pondería a un subadulto de alrededor
el incisivo lateral derecho -con una ligera de 3 años (± 12 meses). De acuerdo a la
forma en pala-, y los primeros y segundos clasificación de Bogin (1995) se trataría
molares de ambos lados. Se observó des- de un niño. El desarrollo de las porciones
gaste del esmalte en la superficie oclusal petromastoideas halladas en el entierro
del primer molar derecho (Fig.6), es decir, 1.b corresponde a la etapa 1 de Weaver
la pérdida progresiva de los tejidos den- (1979), cuando los anillos timpánicos
tales ya sea por atrición -por el contacto aún no están adheridos a éstas; la edad

• 149
Romina Spano / M Solange Grimoldi / Valeria Palmarczuk

Figura 3: Entierro 1. a) Perfil con ubicación de los conjuntos esqueletales; profundidades expresadas en relación al
datum general del sitio. b) Vista superior del área de entierro. c) Perfil con ubicación del entierro 1.a con proyección
del cráneo. La flecha indica la localización del puco bajo piedra. d) Ubicación del entierro 1.b, bajo la olla.

Figura 4: Elementos vinculados al entierro 1.b. a) Instrumento de andesita. b) Fragmento de puco. c) Fragmento de
puco con modelado zoomorfo y pintura post-cocción.

150 •
Morir temprano. Entierros de infantes en un espacio domestico Formativo de Yocavil…

Figura 5: Cerámicas asociadas al entierro 1. a) Fragmento de puco asociado al entierro 1.a. b) Fragmento de olla
asociado al entierro 1.b.

Tabla 1: Totalidad de elementos esqueletales del


entierro 1.

• 151
Romina Spano / M Solange Grimoldi / Valeria Palmarczuk

queleto articulado de un subadulto, con-


tenido en sedimento muy compacto con
gravilla; estaba apoyado sobre su lado
derecho, con la cabeza orientada en di-
rección SO y las extremidades inferiores
hacia el NE. La olla no tenía tapa (Fig.7).
El acompañamiento incluyó varios
objetos. Por fuera de la olla, se apoyaba
una lámina de mica con tres aristas re-
cortadas; a una profundidad intermedia
entre la boca y la base se disponían piezas
dentales de camélido y una placa de ar-
madillo. Dentro de la olla se colocó otra
Figura 6: Primer molar deciduo derecho del individuo
lámina hexagonal de mica. A la misma
del entierro 1.a, cara oclusal. Las flechas indican el des- altura y cerca de la bóveda craneana ha-
gaste dental. bía un rollo de arcilla de coloración grisá-
cea. La arcilla, que contiene antiplástico
estimada para esta etapa corresponde a de mica y fue cocida a temperatura baja,
la de un feto o neonato. De tratarse de conservó huellas de manipulación (im-
un neonato, pertenecería a la categoría pronta de dedo y uña). Alrededor del es-
infante de Bogin (1995). queleto se colocaron pequeñas masas de
Cronología. Un fechado radiocarbó- arcilla cruda de color parduzco grisáceo,
nico por AMS sobre colágeno de la diá- con agregado de abundante mica (mus-
fisis del entierro 1.b arrojó una edad de covita y biotita) y cuarzo, antiplásticos
1730 + 46 años AP (AA87351). El rango empleados en la confección de vasijas or-
calibrado para el hemisferio sur con una dinarias usadas en la vivienda. También
probabilidad del 95,4% es de 244-532 DC. se incluyó un fragmento óseo de fauna
con un recorte dentado en un extremo,
4.2. Entierro 2 interpretado como un instrumento qui-
zás relacionado con la producción alfare-
ra. Bajo el esqueleto se halló una cuenta
Contexto. Este entierro primario de collar –posiblemente crisocola-, de
estaba ubicado en la esquina SO del forma discoidal. Además se hallaron en
R2, en un espacio conformado entre el el interior varios trozos de carbón vege-
muro y una línea de piedras adosadas al tal (el más grande de 25 por 17 mm) y
mismo. La línea conforma un comparti- fragmentos de huesos faunísticos, entre
mento, abierto hacia el este; al interior, ellos un vómer con marcas de corte. El
el sedimento se presentó sumamente contenido de la olla se completa con tres
compacto con rodados muy pequeños. pedazos de cerámica negra pulida, el
Allí se disponía una olla, completa pero de mayor tamaño posee huellas de uso
fragmentada, con una sola asa orientada (erosión y escamaciones), y una semilla
hacia el NO. En su interior se halló el es- quemada de chañar, cuya asignación al

152 •
Morir temprano. Entierros de infantes en un espacio domestico Formativo de Yocavil…

acompañamiento no es segura (Fig.8). para introducir los restos humanos; mu-


Contenedor. La olla es de tipo ordi- chas se encontraban reparadas y atadas
nario, de forma restringida, subesferoi- con cuerdas.
dal, borde evertido y boca estrecha. En Análisis bioarqueológico. El estado de
la parte superior del cuerpo, simétrico, preservación del esqueleto es bueno. El
presenta una única asa horizontal de do- 60% de los elementos del cráneo está pre-
ble inserción con remache, que le con- sente, con distintos grados de fragmenta-
fiere un detalle de asimetría a la vasija. ción. De la dentición decidua se encon-
La base es amplia y chata, de contorno traron los incisivos y primeros molares
ligeramente convexo-cóncavo. El mode- superiores e inferiores, los dos caninos
lado fue realizado por técnica de rodetes. inferiores, el canino superior derecho y
Muestra un acabado de superficies alisa- un segundo molar indeterminado. De la
do, más prolijo en la parte exterior, con dentición definitiva, sólo dos gérmenes
coloración marrón rojiza (5YR 5/3). La del primer molar. Los incisivos inferiores
pasta es de cocción oxidante con abun- derechos se encuentran fusionados con-
dante biotita. En la superficie externa de formando un solo diente (Fig.10a). Los
la parte inferior del cuerpo posee una caninos y algunos incisivos tienen una
fina capa de hollín. Las medidas apro- ligera forma “en pala” (Fig.10b). Está pre-
ximadas son: diámetro de boca 15 cm, sente el 65% de los elementos del esque-
diámetro máximo 46 cm y altura 44 cm, leto postcraneal. En el diagrama (Fig.11)
el volumen estimado es de 44 l (Fig.9). están sombreadas las partes recuperadas.
Se encontraba rota en grandes frag- De acuerdo a Ubelaker (1978) la
mentos, manteniendo su forma original. edad dental corresponde a un neonato +
La superficie externa exhibía marcas 2 meses. Basados en la ecuación de regre-
oscuras, lineales y netas, entrecruzadas. sión de edad, con la longitud máxima del
Estas huellas sugieren que la olla pudo fémur izquierdo y del húmero derecho se
estar fragmentada al momento de su estimó una edad de alrededor de 39 se-
empleo funerario. Quizás existió una manas (38,92 + 2,08 para el fémur, 38,96
fractura ocasionada por un uso previo, + 2,33 para el húmero). Corresponde a
o bien pudo romperse de modo intencio- un perinato o neonato a término (Scheuer y
nal en partes grandes para introducir los Black, 2000). De acuerdo a Bogin (1995)
restos articulados con mayor facilidad, se trataría entonces de un infante. En la
para luego atar el conjunto con una soga Tabla 2 se consigna el número de ele-
o tiento. Quizás el contenedor pudo es- mentos esqueletales y de especímenes
tar cubierto a su vez con telas o tejidos óseos comparados con el número espera-
para asegurar la integridad del fardo, do para un neonato. El examen macroscó-
aunque no se conservaron evidencias de pico y radiográfico no reveló patologías
estos materiales. Para estos planteos re- óseas ni traumas.
sulta de interés la referencia de Baldini Cronología. Un fechado radiocarbó-
et al. (2003) acerca del hallazgo en Las nico por AMS sobre tres costillas arrojó
Pirguas de ollas dispuestas de modo in- una edad de 1762 + 46 AP (AA87352).
vertido, con la base rota, posiblemente El rango calibrado para el hemisferio sur

• 153
Romina Spano / M Solange Grimoldi / Valeria Palmarczuk

Figura 7: Entierro 2. a) Perfil; profundidades expresadas en relación al datum general del sitio. b) Vista
superior del área de entierro. c) Vista de la olla. La flecha señala la localización de la lámina de mica.
d-f) Olla y detalles del acompañamiento. g) Esqueleto dispuesto en el fondo de la olla.

154 •
Morir temprano. Entierros de infantes en un espacio domestico Formativo de Yocavil…

Figura 8: Entierro 2. a) Lámina de mica en el exterior de la olla. b) Lámina de mica al interior de la olla.
c) Cuenta. d) Rollo de arcilla con indicación de la marca. e) Fragmento de cerámica pulida. f) Masas de
arcilla. g) Fragmento de vómer con marcas de corte. h) Instrumento con extremo dentado.

• 155
Romina Spano / M Solange Grimoldi / Valeria Palmarczuk

Figura 9: Olla asociada al entierro 2.

con probabilidad del 95,4% es 180-504


años DC.

4.3. Entierro 3

Contexto. Se trata de un entierro


primario; en el sector S del R1, a poco
Figura 10: Entierro 2. Dientes deciduos. a) Inci-
sivos inferiores derechos fusionados conforman-
más de un metro del muro sur, se deposi-
do un solo diente. b) Canino inferior derecho “en tó una vasija con una sola asa que apunta
pala”, cara lingual. al NO, en cuyo interior se disponían los
restos articulados de un subadulto, en
una matriz de sedimento compacto. La
vasija se encontraba muy fragmentada,
pero conservaba su forma. Es llamativa
la ubicación, prácticamente en medio del
recinto y sin ningún demarcador visual.
El sedimento contenido estaba más suel-
to en su porción superior, afectado por
bioturbaciones, y mucho más compacto
en las porciones media e inferior. El es-
queleto estaba apoyado en el fondo de
la vasija, sobre el costado derecho, con
las extremidades izquierdas extendidas,
el miembro inferior derecho flexionado
y el cráneo en dirección S mirando hacia
Figura 11: Entierro 2. Dia- el E (Fig.12).
grama de las partes óseas En la porción superior del sedimen-
recuperadas, sombreadas. to contenido en el recipiente, se halló

156 •
Morir temprano. Entierros de infantes en un espacio domestico Formativo de Yocavil…

Tabla 2: Elementos esqueletales del entierro 2. (*) Número esperado de elementos óseos
para un neonato.

• 157
Romina Spano / M Solange Grimoldi / Valeria Palmarczuk

una pequeña masa de arcilla de color derecho y el lateral izquierdo, el primer


verdoso preparada con antiplástico de molar izquierdo y un segundo molar sin
biotita, un diente de camélido y otros lateralidad. De la dentición definitiva se
huesos de fauna, espículas de carbón, halló un germen del primer molar. Del
cuatro lascas y seis fragmentos pequeños esqueleto postcraneal está presente un
de cerámica negra pulida. Dado que la 50% de los elementos; las extremidades
pieza no tenía tapa, no es certera la asig- superiores e inferiores están muy erosio-
nación de estos elementos al acompaña- nadas y con fracturas post mortem. En el
miento mortuorio, no obstante lo cual diagrama (Fig.14) se sombrearon las par-
destacamos las características semejantes tes esqueletales recuperadas.
de la masa de arcilla a aquéllas colocadas Siguiendo a Ubelaker (1978) la
de manera indudablemente intencional edad dental corresponde a la de un neo-
en el interior de la olla del entierro 2. nato + 2 meses. Según la ecuación de re-
Contenedor. Es una olla de tipo ordi- gresión de edad (Scheuer y Black, 2000),
nario, forma restringida y cuerpo simé- con la longitud máxima del fémur y tibia
trico ovoidal; la boca estaba rota y no se izquierdos, se pudo estimar una edad de
hallaron los fragmentos correspondien- 35,91 semanas + 2,08 (fémur) y 37,68 se-
tes a cuello y borde. Posee una única asa manas + 2,12 (tibia), tratándose de un in-
horizontal de doble inserción con rema- dividuo al límite de un parto prematuro,
che en la parte superior del cuerpo. La por lo que hipotetizamos que este perina-
base es convexo-cóncava y el modelado to murió en el útero o inmediatamente
de la pieza fue realizado por técnica de después del nacimiento; en caso de ha-
rodetes; el tratamiento de las superficies ber sobrevivido al parto, correspondería
es alisado, con un acabado muy parejo a la categoría infante según Bogin (1995).
en la externa. Predomina el color ma- En la Tabla 3 se consigna el número de
rrón rojizo (5YR 5/3) que indica cocción elementos esqueletales y de especímenes
oxidante, la pasta tiene abundantes in- óseos recuperados, comparados con el
clusiones de biotita. Las medidas son: número esperado para un neonato.
diámetro de la boca indeterminado; diá- El examen macroscópico reveló
metro máximo 39 cm; altura de los res- un puntillado poroso acotado a la parte
tos de la olla -sin cálculo de estimación superior de la cara anterior del frontal
de la altura original- 41 cm, el volumen izquierdo, compatible con una hiperos-
estimado aproximado es de 33 l (Fig.13). tosis porótica -indicador no específico de
Análisis bioarqueológico. El estado de anemia ferropénica- (Lewis, 2007). Esta
preservación del esqueleto es regular. Se lesión estaría indicando una situación
identificó cerca del 30% de los elemen- de estrés fisiológico durante el desarrollo
tos del cráneo; los parietales, tempora- del feto, asociado al estado de salud de la
les y occipital están muy fragmentados. madre. Si bien no podemos afirmar que
Junto a una porción de la mandíbula ésta haya sido la causa de muerte, bien
izquierda se halló dos incisivos inferio- podría haber contribuido a la misma.
res deciduos y sueltos, cuatro dientes Por lo demás, no se detectaron señales
deciduos superiores, el incisivo central de otras patologías ni traumas.

158 •
Morir temprano. Entierros de infantes en un espacio domestico Formativo de Yocavil…

Figura 12: Entierro


3. a) Perfil; profundi-
dades expresadas en
relación al datum ge-
neral del sitio. b) Vista
superior de la olla. c)
Vista de la olla, avan-
zada la excavación. d)
Esqueleto en el inte-
rior de la olla. e) De-
talle de los huesos de
la mano articulados.

Figura 13: Olla asociada al entierro 3.

• 159
Romina Spano / M Solange Grimoldi / Valeria Palmarczuk

y -0,70 m bajo la superficie actual. Este


grueso estrato es interpretado como la
acumulación de eventos de una ocupa-
ción no distinguibles estratigráficamen-
te, resultado de prácticas cotidianas que
no contemplaban el barrido regular del
piso, con abundantes residuos de las acti-
vidades in situ. Es plausible que el aporte
de sedimentos se vinculara con la pau-
latina erosión y caída de los materiales
constructivos de la superestructura de
los recintos, de los cuales se conservaron
las bases de piedra de los muros. Las tres
inhumaciones se ubican entre los -0,10
y -0,60 m bajo la superficie actual. En-
tre las profundidades máximas de cada
una no existe una diferencia significativa
(-0,55 m para el entierro 1; -0,58 m para
el entierro 2 y -0,40 m para el entierro
3, bajo superficie) y sus profundidades
mínimas se corresponden con la culmi-
nación del uso del piso. No se detectaron
Figura 14: Entierro 3. Diagrama de las partes cortes en el relleno depositado por enci-
óseas recuperadas, sombreadas. ma del piso que indicaran la extracción
de sedimento para generar pozos desti-
Cronología. Un fechado radiocar- nados a inhumaciones; se infiere enton-
bónico por AMS sobre el fémur dere- ces que la acumulación del relleno fue
cho indicó una edad de 1766 + 46 años posterior a los entierros.
AP (AA87352). El rango calibrado para Para el entierro 1 se cavó una fosa
el hemisferio sur, con probabilidad del en el sector SE del R1, en sentido SO-
95,4%, es 176-433 años DC. NE, en el depósito acrecional del piso,
y se colocó medio puco conteniendo los
5. Cronología: estratigrafía y restos del entierro 1.a, y el conjunto es-
fechados radiocarbónicos queletal del entierro 1.b bajo el fragmen-
to de olla; luego se construyó la línea de
piedras cerrando el compartimento y se
El análisis de la sucesión estratigrá- cubrió la fosa con tierra. En el mismo
fica señala que los eventos de entierro recinto, en el sector S se cavó un pozo en
ocurrieron luego del abandono de los el depósito de piso alcanzando su pro-
recintos como vivienda. El piso tiene fundidad unos centímetros por debajo
una potencia de entre 0,30 y 0,40 m, con del mismo, para colocar la olla del en-
una profundidad que oscila entre -0,10 tierro 3. Durante la excavación no fue

160 •
Morir temprano. Entierros de infantes en un espacio domestico Formativo de Yocavil…

Tabla 3: Elementos esqueletales del entierro 3. (*) Número esperado de elementos óseos para
un neonato.

• 161
Romina Spano / M Solange Grimoldi / Valeria Palmarczuk

posible detectar esta intervención a par- -cista, cámara, etc.-.


tir de la distinción de variaciones en el En el caso del entierro 2 se excavó
sedimento. La boca de la olla estaba a la en el rincón SO del R2 una fosa en sen-
misma profundidad que el límite supe- tido E-O, de igual profundidad que el es-
rior del piso, y su altura total se corres- trato de piso, en la cual se colocó la olla.
ponde con la potencia de dicho estrato. Luego se construyó la línea de piedras
Concluimos que la olla fue introducida que marcaba el espacio de entierro y se
en momentos posteriores al lapso de uso la cubrió con tierra.
del espacio como vivienda, basándonos El análisis estratigráfico, entonces,
en el hecho de que los sucesivos eventos demuestra que todas las inhumaciones
de los cuales es producto el depósito de fueron posteriores al abandono de la
piso no pudieron haber sucedido estan- vivienda, aunque no muy alejadas en el
do la vasija expuesta en la superficie. Si tiempo respecto al cese en el uso del espa-
bien existen antecedentes de conviven- cio doméstico, ya que se encuentran por
cia entre los habitantes de una vivienda debajo del relleno posterior al abandono.
y los difuntos enterrados en las mismas Esta interpretación fue puesta en
(e. g. Salazar et al., 2011), en el caso del juego con información provista por fe-
entierro 3 no existió una construcción chados radiocarbónicos. Los rangos de
que cerrara el espacio de la inhumación edad se calibraron en base a la curva del

Figura 15: Fechados radiocarbónicos de Soria 2.

162 •
Morir temprano. Entierros de infantes en un espacio domestico Formativo de Yocavil…

hemisferio sur (Bronk Ramsey, 2009; Mc 6. Vasijas en las tumbas


Cormac et al., 2004). De la observación
del cuadro y el diagrama expuestos en la Los recipientes cerámicos han juga-
Fig.15, se desprende que los cuatro fecha- do un papel protagónico en los entierros.
dos (uno del fogón y tres de los entierros) Si bien las inhumaciones constituyen
corresponden al período Formativo, y eventos posteriores a la depositación del
que existe superposición entre todos piso, notamos que las vasijas presentan
ellos, pudiéndose agrupar los fechados afinidades estilísticas con los ejemplares
de los tres entierros por su cercanía tem- empleados en las prácticas cotidianas de
poral. De esta manera, surge que éstos la casa.
fueron eventos posteriores al fogón; a El puco pulido que contenía al in-
simple vista, se trataría de una diferen- dividuo del entierro 1.a, pertenece al
cia temporal de unos 200 años. No obs- conjunto de las alfarerías finas, el cual
tante, se ensayó la aplicación del Test T representa una cuarta parte del material
(Ward y Wilson, 1978) para establecer si cerámico hallado en el piso. Los pucos
los fechados son estadísticamente indi- pulidos son la forma más popular dentro
ferenciables. Realizando el test entre el de este conjunto; se trata de piezas que
fechado del fogón y el promedio de los por su morfología resultan óptimas para
tres entierros, el resultado muestra que el servicio, distribución y consumo in-
son diferentes eventos; no así calculan- dividual de alimentos sólidos y líquidos
do los cuatro fechados juntos, de lo cual (Menacho, 2007).
resulta que son indistinguibles. Sin em- El resto de las piezas asociadas a los
bargo, es importante tener en cuenta que entierros corresponde al conjunto de las
el fechado del fogón fue realizado con la alfarerías ordinarias; este grupo represen-
metodología radiocarbónica convencio- ta tres cuartas partes de la cerámica vin-
nal, presentando un desvío estándar de culada al piso. Las ollas empleadas como
80 años, mientras que las dataciones de contenedores o tapa comparten con las
los entierros fueron obtenidas por AMS, alfarerías usadas cotidianamente rasgos
con un desvío estándar de 46 años, por estilísticos como variedades de labios,
lo cual no son datos estrictamente com- bordes, bases, asas, pasta, tratamiento
parables (C. Greco, com. pers.). Resulta de superficies y coloración. Pensando en
necesario efectuar más dataciones de los su posible funcionalidad en un contexto
niveles de piso que permitan cotejar esta cotidiano, estas vasijas serían adecuadas
información y establecer con mayor pre- para contener líquidos: las bocas de pe-
cisión el lapso de tiempo involucrado en queño diámetro contribuyen a evitar el
la formación de este grueso estrato. Por derrame de fluidos, y al mismo tiempo,
lo pronto, las dataciones hechas apoyan dificultan la introducción de utensilios
las conclusiones alcanzadas mediante el para remover preparados culinarios den-
análisis estratigráfico respecto a que la sos. La boca estrecha podría resultar
conformación del piso y la realización de una característica favorable para la reten-
los entierros representan eventos separa- ción de calor en una cocción (Menacho,
dos en el tiempo. 2007); sin embargo no es claro que las

• 163
Romina Spano / M Solange Grimoldi / Valeria Palmarczuk

manchas de hollín presentes se deban dos definitivamente de manera física


a la exposición al fuego durante el uso y simbólica a los muertos de las nuevas
culinario o durante su proceso de manu- generaciones. Según Severi (2010) existe
factura. El hecho de tener un asa condi- un modo de construir memoria, vincu-
ciona la movilidad de las piezas, por lo lado con los rituales y con la formación
cual suponemos que pudieron concebir- icónica del conocimiento: las situaciones
se para ser asentadas en un lugar estable, de ritual construyen imágenes complejas
e inclinadas cada vez que se deseaba ver- que traducen de manera simultánea para
ter los líquidos, modo de manipulación las personas participantes, el orden y los
especialmente apropiado de acuerdo al rasgos salientes transmitidos por la tradi-
diseño cóncavo de las bases y la posición ción. En las prácticas rituales de entierros
superior del asa. llevadas a cabo en Soria 2, quizás se pusie-
Las semejanzas entre las cerámicas ron en juego imágenes evocativas de tiem-
rotas en el piso y aquellas asociadas a los pos pasados a través de la experiencia de
entierros, instalan un dilema en relación caminar por una casa ya abandonada, de
al uso de alfarerías de una misma tradi- llevar vasijas que tal vez fueron antiguas
ción estilística en un mismo espacio, en y aludían a personas ausentes, para colo-
tiempos diferentes, con usos distintos. car en el seno de ese espacio los restos de
Planteamos dos maneras posibles de in- aquellos seres que murieron temprano.
terpretar estas coincidencias. Una, consis- Si bien este último escenario nos resulta
te en que, a lo largo del tiempo, se hayan particularmente atractivo, considerando
mantenido las mismas pautas en la con- la evidencia estratigráfica y artefactual en
fección de alfarerías; ante la eventualidad Soria 2 vemos que no se han distinguido
de la muerte de infantes de la comunidad, variaciones estilísticas en los conjuntos
se habrían seleccionado ciertas piezas del cerámicos de los diferentes niveles del
equipo doméstico en uso para reciclarlas piso, y que los entierros ocurrieron en
y resignificarlas como contenedores de época posterior pero cercana al abando-
los restos, o bien pudieron confeccionar- no de este espacio, lo cual avala la hipó-
se las vasijas específicamente para un uso tesis de una perduración en las pautas
funerario. Otra posibilidad, no excluyen- estilísticas. La resolución de este dilema
te de la anterior, es que los deudos que involucra la necesidad de reconocer otros
enterraron a sus muertos en el lugar que contextos domésticos contemporáneos al
otrora fuera una casa, hayan recurrido a momento de ejecución de los entierros o
vasijas de otros tiempos, conservadas por la elaboración de un programa de data-
varias generaciones y por ende, valoradas ciones sobre la alfarería en sí, por ejemplo
significativamente, como vehículos y a la mediante termoluminicencia.
vez recipientes de la memoria grupal. Si
tal hubiera sido la situación, podría tra- 7. Entierros similares en Yocavil
tarse de un caso de doble ejercicio evoca-
tivo: la vuelta a un espacio antiguamente Entre las sociedades aldeanas for-
habitado, y la manipulación, arreglo y mativas del Noroeste Argentino ha sido
depósito de objetos del pasado, integra- una práctica recurrente el entierro de los

164 •
Morir temprano. Entierros de infantes en un espacio domestico Formativo de Yocavil…

miembros del grupo en ámbitos domésti- Schreiter adquirida por el Museo de Go-
cos, en el interior o las inmediaciones de temburgo (tres máscaras, dos gorros, un
recintos y patios en el ámbito de la aldea, objeto para prender fuego, dos cestos, un
con variaciones o singularidades propias collar de vainas de Prosopis strombulife-
de las diferentes regiones; una notable re- ra y un mechón de fibras vegetales) que
currencia es el entierro de subadultos en habrían sido hallados al interior de una
el interior de ollas (Albeck, 2000), pau- urna ovoide que contenía un infante. Se
ta milenaria que perduró hasta la época realizaron cinco fechados radiocarbóni-
Colonial Temprana. Si bien hasta el mo- cos sobre muestras de este conjunto, los
mento son escasos los datos contextuales cuales sitúan la confección de los objetos
disponibles sobre la funebria temprana entre los siglos V y VIII A.C., siendo los
en Yocavil, contamos con importantes más tempranos reportados para un entie-
sistematizaciones como la realizada por rro en Yocavil. Durante las excavaciones
Cortés (2005), donde se comparan con- llevadas a cabo en los ´60 el equipo de la
textos formativos localizados en diferen- Universidad Nacional del Litoral encontró
tes pisos ecológicos como los valles y las en El Bañado una gran olla de pasta grue-
yungas, o la realizada por Scattolin et al. sa con tapa, que contenía dos subadultos
(2005) centrada en ejemplos de Yocavil, acompañados por un jarro de cerámica
que nos permiten apreciar que las socie- gris con pastillaje e incisiones (Tarragó
dades formativas vallistas participaron y Scattolin, 1999); el análisis bioarqueo-
de estas tendencias de época. lógico determinó una edad de entre 9-12
Los escasos informes sobre entie- meses y entre 5-6 años para cada uno de
rros tempranos de infantes en vasijas los individuos (Cortés, 2005).
muestran una importante variedad de El único antecedente claro de entie-
situaciones y acompañamientos. Enume- rros de subadultos en urna al interior de
rándolos en un orden norte-sur encon- espacios domésticos se observó también
tramos el sitio Banda de Arriba 5, norte en la localidad de El Bañado. Allí se exca-
de Yocavil, donde se registró un hallazgo vó en los ’70 una cista con inhumaciones
fortuito de una gran vasija oxidante con de adultos, y enterratorios de párvulos
dos asas horizontales conteniendo las en vasijas ordinarias, alisadas y de base
piezas dentales de un niño menor de 3 convexa, al interior de viviendas de plan-
años, con acompañamiento consisten- ta cuadrangular. Una de las vasijas se en-
te en una jarra incisa gris pulida, una contró acostada, con la abertura tapada
pequeña vasija zoomorfa (ave), un puco por una laja (Pelissero y Difrieri, 1981).
gris/negro pulido y un puco gris. En su- Más allá de las diferencias y de las
perficie se observaron escasos restos de posibles distancias temporales entre las
arquitectura (Ledesma, 2006-2007). mencionadas inhumaciones, surge un
Para el centro de Yocavil, Stenborg denominador común: los contenedores
y Muñoz (1999) reportan en la zona de vinculados al entierro de subadultos son
Quilmes (Punta del Pabellón, Fuerte de ollas ordinarias. Al momento de realizar
Quilmes, Tucumán) un conjunto de ob- comparaciones entre las ollas de Soria 2
jetos singulares que integran la colección y las que participaron de otros entierros

• 165
Romina Spano / M Solange Grimoldi / Valeria Palmarczuk

reportados, se hace patente la escasez de cuerpo y alcanzaba los 60 cm de alto1.


descripciones e ilustraciones vinculadas De las mencionadas piezas sólo fue-
a las vasijas ordinarias frente al conjun- ron numeradas dos de los ejemplares de
to de vasijas con pasta fina y diseños. El El Rincón; la olla calceiforme (número
modelo de ollas de contorno esferoidal de campo 165-2770) y una de las ollas
u ovoidal, con sólo un asa colocada por subesferoidales (número de campo 161)2;
encima del diámetro superior, no ha sido las restantes fueron abandonadas en el te-
hasta el momento reportado a través de rreno por su alta fragmentación. Lamen-
publicaciones. tablemente sólo hemos podido encontrar
En este contexto cobran relevan- la pieza con el número 165-2770 (MLP-
cia los documentos inéditos de las exca- Ar-5876 BMB), por lo que no se han rea-
vaciones realizadas por W. Weiser y F. lizado observaciones directas sobre las
Wolters a lo largo de extensas campañas restantes ollas ordinarias descritas.
arqueológicas desarrolladas en la déca- Con respecto al contexto de estos
da del 20 (colección Muñiz Barreto del hallazgos son interesantes las observa-
Museo de La Plata). Durante la VI ex- ciones vertidas por Weiser en su diario
pedición (1923-1924), se registraron en la de campo, respecto de la existencia de
Quebrada de Chiquimil (Shiquimil) cua- indicadores auspiciosos para la localiza-
tro entierros de ollas con un asa que, de ción de contextos funerarios en ambos
acuerdo con los dibujos de planta y cor- parajes, consistentes en abundantes frag-
te, serían de morfología y dimensiones si- mentos cerámicos en superficie o huellas
milares a las recuperadas en Soria 2. Los de pozos de excavaciones previas. No
dos primeros casos corresponden a ha- obstante, el escaso éxito alcanzado lo
llazgos en el paraje “El Rincón” (Fig.16). llevó a pensar que, al menos en el caso
Allí se encontraron dos ollas subesferoi- de Tilica, los tiestos dispersos podían
dales de unos 40 cm de altura, sin tapa, vincularse con la presencia de antiguas
sin restos mortuorios en su interior. A viviendas en el lugar3. Si bien se trata de
una distancia no especificada se ubicó
otra olla calceiforme con un asa en la
parte superior, cuya morfología es carac- 1
De acuerdo a los dibujos en la libreta ob-
terística de vasijas ordinarias tempranas, servamos que en este paraje se encontró
también sin tapa ni contenido. Los dos también otros tres entierros en urnas: una
ejemplos restantes se encontraron en el olla San José-Shiquimil tapada por un puco
“Campo de Tilica” (Fig.17). Ambas vasi- (Nº de campo 161-2766 y 162-2767), una olla
jas ovoidales estaban tapadas con sendas ordinaria y una olla colocada en posición
piedras achatadas; tampoco contenían invertida. Estas dos últimas piezas son de
restos esqueletales. La primera posee el cronología indeterminada, mientras que la
asa a la altura del diámetro máximo y su primera corresponde al Período Tardío.
alto era de 50 cm, mientras que la segun- 2
Hay problemas con la numeración de cam-
da tenía el asa en la porción superior del po de esta pieza, es factible que no haya sido
incorporada a la colección.
3
“24/12/1923. Chiquimil. Empezamos con

166 •
Morir temprano. Entierros de infantes en un espacio domestico Formativo de Yocavil…

Figura 16: Hallazgos de ollas ordinarias tempranas en el paraje “Rincón”, en la quebrada de Chiquimil (Shiquimil).
Según dibujos en Libreta 25, Wolters, pp. 37 (Weiser y Wolters, 1923-1924).

una observación aislada, no deja de ser los entierros de Soria 2, en el interior del
sugestiva a la luz de las características de espacio de una antigua casa.
La ausencia de restos esqueletales
las excavaciones en el lugar llamado “Rin-
en los casos precedentes resulta llama-
cón”. En el pie de la peña abrupta al Este de tiva. ¿Son estas ollas urnas funerarias,
la propiedad del Sr. Soria. Hay aquí dos lu- son entierros de ofrendas sin conteni-
gares que prometen algo. El primero al Sud do cadavérico, o bien se trata de pertre-
de la cancha de football y el otro al Norte. chos abandonados in situ al interior de
Empezamos con el lugar al Sud de la can- espacios domésticos? Nos inclinamos a
cha, pero después de mucho cavar hallamos pensar que son ejemplos de entierros de
apenas dos tinajas de tiesto negro. Queda subadultos, cuyos restos no se conserva-
para el 26 muy poco de este lugar.” Tomado ron; no obstante debemos dejar el cami-
de la Libreta 23, Weiser, pp. 34 (Weiser y no abierto a reinterpretaciones. Hasta el
Wolters, 1923-1924). momento todos los casos conocidos se
“27-28-29/12/1923. Chiquimil. Wolters si- concentran en el sector oriental del sur
gue con las excavaciones al Norte de Tilica, de Yocavil, específicamente en las zonas
pero sin encontrar una sola tinaja, aun se de Shiquimil y Andalhuala.
buscó en lugares donde evidentemente han
sido excavadas tinajas grandes de tiesto (uil-
8. Tiempos de vida, de abandono,
ques). Entre tanto pasé yo con un peón á
Ampajango para sacar fotos de piedras gra- de muerte y de memoria
badas. (…) Entre tanto quedó Wolters en
Chiquimil y hecho excavaciones en el cam-
La trayectoria emprendida nos lle-
po del cerro Tilica pero sin algun resultado. vó a entender a Soria 2 como un lugar de
Parece que las muchas tejas que cubren allí fusión de distintas dimensiones de signi-
el suelo se deriben de viviendas.” Tomado ficación de la casa: como reguladora de
de la Libreta 23, Weiser, pp. 35-37 (Weiser y la práctica cotidiana (Bourdieu, 1977), y
Wolters, 1923-1924). como ámbito simbólico de reproducción

• 167
Romina Spano / M Solange Grimoldi / Valeria Palmarczuk

Figura 17: Hallazgos de ollas ordinarias tempranas en Tilica, en la quebrada de Chiquimil (Shiquimil).
Según dibujos en Libreta 25, Wolters, pp. 38 (Weiser y Wolters, 1923-1924).

de la memoria. En la vuelta a un lugar de ambientes semiáridos, ha sido plan-


anteriormente habitado para enterrar a teado como una estrategia de uso de la
los muertos, se ejerció una resignifica- tierra dentro de un mismo territorio; ta-
ción de un mismo espacio, antes domés- les planteos requieren vincular patrones
tico, ahora funerario. A diferencia de lo de movimiento a escala local y regional
que ocurre en otros contextos contempo- (Nelson y Hegmon, 2001). En la medida
ráneos, como en Tafí, donde coexisten en que se extiendan las excavaciones en
en el tiempo el espacio de los vivos y el Andalhuala, podremos contar quizás con
de los muertos (Salazar et al., 2011), en más datos sobre este punto. Tal vez los
Soria 2 tiempos de vida y de muerte di- habitantes de la casa decidieron abando-
ferentes se solapan en un mismo espacio narla para residir en otra vivienda, y efec-
físico. tuaron las inhumaciones paso seguido al
Desconocemos los motivos del abandono o algún tiempo después, como
abandono de la casa y si se trató de un un sello que simbolizaba la clausura del
evento que comprometió solamente a ese hogar, y a la vez, como una manera de
espacio, o si tuvo un alcance a escala de demarcar el espacio antiguamente habita-
otras unidades domésticas. En este senti- do, ahora convertido en “casa” para sus
do, el abandono de lugares residenciales muertos. Si tal fuera el caso, este espacio
por parte de sociedades agropastoriles pudo continuar siendo parte de la vida

168 •
Morir temprano. Entierros de infantes en un espacio domestico Formativo de Yocavil…

cotidiana de esas personas, ya no como ritual funerario, de manera que pueda


ámbito de reproducción doméstica, sino ser visto, reconocido y recreado por otros
como espacio conmemorativo destinado miembros del grupo, incluso a través de
a los difuntos con el cual estar en con- las generaciones. Por el contrario, la au-
tacto. No se pudo determinar en ningún sencia de marcas perdurables en el entie-
caso la causa de muerte de los individuos; rro 3 nos hace pensar que la visibilidad
el hecho de que éstos sean infantes o ni- del contexto pudo depender solamente
ños pequeños, por otra parte, nos lleva a de la memoria de aquellos que participa-
reflexionar sobre el alcance temporal que ron del ritual.
pudo haber tenido la memoria de estas Por otra parte, resulta singular el
muertes entre los deudos, y sobre su im- caso del entierro 1, que involucra res-
pacto social. En comunidades aldeanas, tos de al menos dos sujetos depositados
no jerarquizadas, las muertes tempranas secundariamente; podemos plantear la
pudieron no tener trascendencia más allá eventual existencia de dos instancias de
del entorno del hogar, en virtud de que memoria en un mismo contexto: por un
los perinatos, en particular, no alcanza- lado, el recuerdo de los lugares donde es-
ron a interactuar comunalmente; la me- taban enterrados originalmente los cuer-
moria de estas muertes quedaría así en la pos, y por otro, el del lugar al que se los
esfera del grupo familiar; en este sentido, trasladó, la casa. No conocemos si existió
no habrían tenido un estatus ancestral un vínculo parental entre estos dos in-
en la medida en que no habría sido posi- dividuos, y entre ellos con los perinatos
ble una conmemoración de su existencia inhumados en las ollas; el parentesco
basada en su descendencia (Waterman y podría ser un factor a considerar, para
Thomas, 2011). explicar la presencia de los tres entierros
Acaso existió un abandono más en este espacio. Los estudios de ADN en
generalizado, que involucró a residentes curso permitirán contar con más herra-
de otras casas movilizándose hacia otros mientas de análisis para discutir estas
espacios. En ese caso, el acto de inhuma- posibilidades.
ción podría tener una connotación terri- No sabemos certeramente dónde re-
torial, objetivando mediante el entierro sidían las personas que enterraron a sus
de los pequeños el lazo histórico de estas muertos en la casa abandonada, por lo
personas con la casa, y quizás con la tie- cual nuestro conocimiento sobre las mis-
rra, tal vez preservando sobre ellas dere- mas gira en torno a su comportamiento
chos socialmente pautados. ante la muerte. No obstante, si entende-
El hecho de que se haya apelado a mos al entierro como el producto de actos
demarcadores visuales de piedra en las ejecutados por personas vivas, es decir,
áreas de los entierros 1 y 2, le otorga a como construcción social, su estudio nos
estas prácticas funerarias visibilidad y permite tener un mayor conocimiento
perduración en el tiempo, inscribién- sobre la sociedad que lo produjo (Parker
dolas dentro de las pautas mortuorias Pearson, 2000). Las vasijas involucradas
compartidas por la comunidad, es decir, en las inhumaciones, ya sean objetos de
codificando un modo de hacer para el tiempos pasados y conservados, u objetos

• 169
Romina Spano / M Solange Grimoldi / Valeria Palmarczuk

en uso por las razones que hemos expues- que subyace es la objetivación de dis-
to, constituyen segmentos del mundo tintos tiempos sociales (Shanks y Tilley,
cotidiano que nos acercan quizás a las 1987): tiempos de vida, de abandono, de
prácticas diarias de otra casa que desco- muerte y de memoria. Cada acto social
nocemos, y a los diversos órdenes de usos -cocinar alimentos, modelar una vasija,
para los cuales se concebía a los recipien- abandonar una casa, enterrar a los di-
tes. En la perduración de un modo de funtos, reproducir el ciclo de la vida- está
hacer vasijas, también se expresa la me- atravesado simultáneamente por diferen-
moria social, a través de la transmisión tes temporalidades: la ocasión o evento
intergeneracional de saberes significati- de la acción, la historia de vida de las
vos para la reproducción doméstica, los personas y el tiempo de la estructura
cuales conforman la tradición. Los obje- social (Shanks y Tilley, 1987). Ya sea a
tos de los acompañamientos indican que través de la ritualización del ámbito de
ciertas prácticas asociadas a lo doméstico la casa o mediante la incorporación de
por alguna razón fueron aludidas en el objetos de la vida cotidiana en los entie-
acto inhumatorio. Por ejemplo, se coloca- rros, se expresa la indisoluble amalgama
ron como acompañamiento objetos nece- entre lo doméstico y lo extraordinario
sarios para generar una de las tecnologías que atravesó la vida de las comunidades
básicas para la reproducción doméstica, agropastoriles de Yocavil, y la compleja
la alfarería, con lo cual podemos pensar trama de prácticas y tiempos sociales
en la existencia de una dimensión tras- materializados en Soria 2. Intentaremos
cendental en la producción de objetos seguir proponiendo maneras posibles de
cerámicos. desandar estos pasados.
En todas estas disquisiciones, lo

Bibliografía

Albeck, M. E. (2000). “La vida agraria en los Baldini, L. y E. I. Baffi (2003). “Niños en va-
Andes del Sur”. En Nueva Historia Argen- sijas. Entierros tardíos del valle Calchaquí
tina: I. Los Pueblos Originarios y la Con- (Salta)”. Runa 24: 43-62.
quista, M.N. Tarragó, Ed., pp. 187-228. Bs.
As.: Sudamericana. Baldini, M.; E. I. Baffi; M. T. Salaberry y M.
F. Torres (2003). “Candelaria: una apro-
Baigorria J. y R. Spano (2007). “Análisis pre- ximación desde un conjunto de sitios lo-
liminar de la cerámica del sitio formativo calizados entre los cerros de Las Pirguas y
Soria 2 (Valle de Yocavil, Catamarca)”. En El Alto del Rodeo (Dto. Guachipas, Salta,
Actas del XVI Congreso Nacional de Arqueo- Argentina)”. En La mitad verde del mundo
logía Argentina, tomo III, pp. 65-70. San andino. Investigaciones en la Vertiente Oriental
Salvador de Jujuy. de los Andes y las Tierras Bajas de Bolivia y

170 •
Morir temprano. Entierros de infantes en un espacio domestico Formativo de Yocavil…

Argentina, G. Ortiz y B. Ventura, Eds., pp. an introduction”. Oxford: Blackwell.


131-151. San Salvador de Jujuy: EdiUnJu.
Ledesma, R. E. (2006-2007). “Integración
Balfet H.; M. F. Fauvet-Berthelot y S. Mon- de sitios con arte rupestre y su territorio
zón (1992). “Normas para la descripción de en la microrregión Cafayate (provincia de
vasijas cerámicas”. México: Centro de Estu- Salta)”. Cuadernos del Instituto Nacional de
dios Mexicanos y Centroamericanos. Antropología y Pensamiento Latinoamericano
21: 115-131.
Bogin, B. (1995). “Growth and develop-
ment: recent evolutionary and biocul- Lewis, M. (2007). “The bioarchaeology of chil-
tural research”. En Biological Anthropology. dren: perspectives from biological and forensic
The state of the science, N. T. Boaz y L. D. anthropology”. Cambridge: Cambridge
Wolfe, Eds., pp. 49-70. Bend, Oregon: University Press.
International Institute for Human Evolu-
tionary Research. Mc Cormac, F. G.; A. G. Hogg; P. G. Black-
well; C. E. Buck; T. F. G. Higham y P.
Bronk Ramsey, Ch. (2009). “Bayesian analy- J. Reimer (2004). “SHCal04 Southern
sis of radiocarbon dates”. Radiocarbon 51 Hemisphere calibration, 0-11.0 cal kyr
(1): 337-360. BP”. Radiocarbon 46 (3): 1087-1092.

Bourdieu, P. (1977). “Outline of a Theory of Menacho, K. A. (2007). “Etnoarqueología


Practice”. Cambridge: Cambridge Univer- y estudios sobre funcionalidad cerámica:
sity Press. aportes a partir de un caso de estudio”.
Intersecciones en Antropología 8: 149-161.
Cortés, L. I. (2005). Contextos Funerarios
del Período Formativo: aportes desde una Merlo, N. I.; Mendonca, O. J.; Bordach, M.
comparación entre los valles y las yungas. A. y Ruiz, M. S. (2005). “Vida y muerte
Tesis de Licenciatura, FFyL, UBA. en el Pucará de Yacoraite: Estudio de oste-
ología humana”. Cuadernos de la Facultad
Giddens, A. (1995). “La constitución de la so- de Humanidades y Ciencias Sociales, Universi-
ciedad. Bases para la teoría de la estructura- dad Nacional de Jujuy 29: 113-142.
ción”. Bs. As.: Amorrortu.
Miller, D. (1985). “Artefacts as categories. A
Harris, E. C. (1991). “Principios de estratigrafía study of ceramic variability in Central India”.
arqueológica”. Barcelona: Crítica. Cambridge: Cambridge University Press.

Hodder, I. (1990). “Style as historical qual- Munsell Colour Company INC (2000).
ity”. En The uses of style in archaeology, M. “Munsell Soil Colour Charts”. Baltimore,
Conkey y C. Hastorf, Eds., pp. 44-51. Maryland: Macbeth Division, Kollmor-
Cambridge: Cambridge University Press. gen.

Hodder, I. (1999). “The archaeological process: Nelson, M. C. y M. Hegmon (2001). “Aban-

• 171
Romina Spano / M Solange Grimoldi / Valeria Palmarczuk

donment is not as it seems: an approach Scheuer, L. y S. Black (2000). “Developmental


to the relationship between site and re- juvenile osteology”. San Diego: Academic
gional abandonment”. American Antiquity Press.
66 (2): 213-135.
Severi, C. (2010). “El sendero y la voz. Una an-
Palamarczuk, V., R. Spano, F. Weber, D. tropología de la memoria”. Bs. As.: Grupo
Magnifico, S. López y M. Manasiewicz Editorial Sb.
(2007). “Soria 2. Apuntes sobre un Sitio
Formativo en el Valle de Yocavil (Catama- Shanks, M. y C. Tilley (1987). “Social Theory
rca, Argentina)”. Intersecciones en Antrop- and Archaeology”. Cambridge: Polity Press.
ología 8: 121-134.
Shepard, A. (1957). “Ceramics for the Archae-
Parker Pearson, M. P. (2000). “The archaeol- ologist”. Washington: Publications 609,
ogy of death and burial”. Stroud: Sutton Carnegie Institution of Washington.
Publishing Ltd.
Stenborg, P. y A. Muñoz (1999). “Masked His-
Pelissero, N. y H. A. Difrieri (1981). tories. A Re-examination of the Rodolfo Schre-
“Quilmes”. Tucumán: Ed. Gobierno de la iter Collection from North-western Argentina”.
Provincia de Tucumán. Göteborg: Etnologiska Studier 43.

Powell, M. L. (1985). “The analysis of den- Tarragó, M. N. y M. C. Scattolin (1999). “La


tal wear and caries for dietary reconstruc- problemática del período Formativo en el
tion”. En The Analysis of Prehistoric Diets, Valle de Santa María”. En Actas del XII
R. I. Gilbert y J.H. Mielke, Eds., pp. 307- Congreso Nacional de Arqueología Argentina,
339. tomo I, pp. 142-153. La Plata.

Rouse, I. (1960). “The Classification of Arti- Ubelaker, D. (1978). “Human skeletal remains,
facts in Archaeology”. American Antiquity excavation, analysis, interpretation”. Chica-
25 (3): 313-323. go: Aldine.

Salazar, J., V. Franco Salvi y E. Berberián Ward, G. K. y S. R. Wilson (1978). “Proce-


(2011). “Una aproximación a la sacralidad dures for combining radiocarbon age de-
de los espacios domésticos del primer mi- terminations: a critique”. Archaeometry 20
lenio en Valle de Tafí (Noroeste Argenti- (1): 19-31.
no)”. Revista Española de Antropología Ame-
ricana 41 (1): 9-26. Waterman, A. J. y J. T. Thomas (2011).
“When the bough breaks: childhood mor-
Scattolin, M. C.; M. F. Bugliani; L. Pereyra tality and burial practice in Late Neolithic
Domingorena y L. I. Cortés (2005). “La Atlantic Europe”. Oxford Journal of Archae-
señora de los anillos, entre otras tumbas ology 30 (2): 165-183.
presantamarianas de Yocavil”. Interseccio-
nes en Antropología 6: 29-41. Weaver, D. S. (1979). “Application of the

172 •
Morir temprano. Entierros de infantes en un espacio domestico Formativo de Yocavil…

likelihood ratio test to age estimation us- Weiser, V. y F. Wolters (1923-1924). Cuader-
ing the infant and child temporal bone”. nos y libretas de la Colección Benjamín
American Journal of Physical Anthropology Muñiz Barreto. Libretas 23, 24 y 25. VI
50: 263-270. Expedición. Depositadas en la División
Arqueología del Museo de La Plata. Ms.

• 173

También podría gustarte