Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Autor:
Gutiérrez Dalla Fontana, Esteban Matías
Cita:
RC D 986/2014
Sumario:
1. El fenómeno sucesorio. 2. La posesión transmisible. 3. Medidas preventivas,
conservatorias y urgentes. 3.1. Objeto. 3.2. Tipos de medidas. 3.3. Legitimación
activa. 3.4. Momento y forma en que deben solicitarse. 3.5. Cese de las medidas. 4.
Las medidas en el Proyecto de Código Civil y Comercial 2012. 5. Conclusión.
Legislación
1. El fenómeno sucesorio
El patrimonio de una persona al fallecer se transforma en herencia y se transmite a
sus herederos, quienes se convierten por la aceptación en sujetos activos y pasivos
de las relaciones jurídicas transmisibles de las que era titular el causante (art. 3279).
Es el sistema de sucesión en la persona del causante de origen romano, tomado por
el derecho francés y también por el derecho alemán[1] y seguido por Vélez
Sarsfield, siendo morigerado en sus efectos por la Ley 17711. Por oposición, existe el
sistema de sucesión en los bienes creado, desarrollado y vigente en el sistema
anglosajón (Reino Unido de la Gran Bretaña, en la mayoría de los países del
Commonwealth y de los estados de Estados Unidos de Norteamérica)[2], en el cual
se designa un "personal representative" (funcionario judicial) que tiene a su cargo
liquidar la herencia y pagar las deudas, cuyo remanente lo retransmite a los
herederos, quienes permanecen ajenos al proceso sucesorio. Es decir que éstos
reciben el residuo activo, o lo que es lo mismo, los bienes depurados del pasivo
hereditario.
El objeto de la sucesión por causa de muerte es la herencia, cuya composición es
cuantitativamente menor que el patrimonio de un persona viva, pues hay derechos
y obligaciones que se extinguen con la muerte del causante (arts. 498 y cc. CC). En
la nota al art. 2312 el codificador define al patrimonio de una persona como "la
universalidad jurídica de sus derechos reales y de sus derechos personales bajo la
relación de un valor pecuniario, es decir, como bienes", y agrega que "el patrimonio
forma un todo jurídico, una universalidad de derechos que no puede ser dividida sino
en partes alícuotas, pero no en partes determinadas por si mismas o que puedan ser
separadamente determinadas". Y en el art. 3281 establece que "La sucesión a título
universal es la que tiene por objeto un todo ideal, sin consideración a su contenido
especial, ni a los objetos de esos derechos". La herencia objetivamente considerada
es así legalmente caracterizada como una universitas iuris (arts. 3263, 3279 y 3281,
CCivil), siguiendo la línea conceptual del derecho justinianeo.
Como dijimos, la sucesión por muerte implica que los herederos se subrogan en la
posición jurídica del causante, lo sustituyen de pleno derecho, ipso iure, de una sola
vez y en bloque, en la titularidad de todos los derechos y obligaciones transmisibles
que integraban su patrimonio, desde el mismo momento de su fallecimiento (art.
3282 y su nota). Es la successio in locum et in ius del derecho clásico romano.
El heredero, sucesor a título universal, sustituye al causante en el cúmulo de las
relaciones jurídicas patrimoniales activas que subsistan a la muerte de su titular,
excepto aquellas en las que haya operado la sucesión a título particular o de legado.
Lo sustituye asimismo en el 100 % de las relaciones jurídicas pasivas del mismo que
no se hayan extinguido con su muerte[3]. Técnicamente hay una modificación
subjetiva de las relaciones jurídicas patrimoniales del sujeto titular fallecido, quien
es sustituido por sus herederos, permaneciendo aquellas objetivamente inalteradas
(conf. arts. 3279, 3417, 3418, 3419 ss. y cc. CC).
Entonces, por ministerio de la ley, el heredero adquiere la herencia de pleno
derecho y provisoriamente en el momento del fallecimiento del autor de la
sucesión, y definitivamente mediante la posterior aceptación.
Lo que caracteriza por tanto a la sucesión universal y que la diferencia de cualquier
otra clase de sucesión, es que en ella además de la sucesión en los derechos, hay
también sucesión en las deudas (arts. 3343, 3371, 3417, 3431 y 3432) y en la posesión
(arts. 2475, 3418 y 4004 CCivil).
2. La posesión transmisible
La posesión que ejercía el autor de la sucesión se transmite a los herederos de pleno
derecho, desde el mismo fallecimiento del causante, sin necesidad de actos de
aprehensión materiales de las cosas (corpus) ni de la intención posesoria (animus),
conforme lo prescribe el art. 3418 del CC.
Se trata, dice Ferrer, de la posesión civilísima de antigua raigambre en el Derecho
Civil, cuya finalidad es evitar que exista un vacío en la posesión de los bienes de un
herencia desde el momento de la muerte del causante hasta la aceptación por parte
del heredero. Es una consecuencia de la sucesión del heredero en la personalidad
jurídico-patrimonial del causante[4].
El sucesor universal, por lo tanto no requiere de la tradición de los bienes
sucesorios para adquirir el dominio de los mismos, pues ya tiene la posesión por
disposición legal (art. 3418 CC). Asimismo, dicha posesión se juzgará siempre unida
a la del autor de la sucesión, lo que significa que ella se transmite a los herederos,
con las mismas condiciones, calidades y vicios con que aquél la ejercía (arts. 2475 y
4004 CC).
5. Conclusión
Es decir que, conforme hoy lo regulan los distintos códigos procesales, la
legislación de fondo proyectada coincide en cuanto a los requisitos, variedad y
amplitud de medidas que pueden adoptarse teniendo en vista el patrimonio relicto,
su identificación, protección y conservación.
Respecto de los legitimados activos, refiere no solo a los coherederos en los
artículos citados precedentemente -sin hacer diferencia entre los que suceden en el
dominio o en la posesión de los bienes que conforman el relictum- sino que
también se encuentran habilitados para requerir las medidas de marras el curador
de la herencia vacante, conforme lo prescribe el art. 2442 y el albacea de acuerdo a
lo prescripto por el art. 2526, además de todo interesado (conf. art. 2352).
En definitiva, la regulación que efectúa la norma proyectada deberá armonizarse
con las leyes de rito, para así encontrar una adecuada respuesta, encontrándose los
sucesores en la posesión que ejercía el causante habilitados también en el Proyecto
2012 para requerir las medidas conservatorias, preventivas y urgentes, cumpliendo
con los requisitos ya mencionados.