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Nº 6, 2017 (julio)
Abstract: Objective crime is based on the comparison of the author's behavior with an
ideal model. The subjective crime allude to the circumstances of the individual subject.
Therefore, the objective-subjective distinction in the crime is made, respectively,
between a first level of standardization (determination of prohibited behavior as
required by a middle man located in the position of the author, and possible imputation
of an offense), and a second level of personal concreteness between the author and his
act.
I. Introducción
Desde que WELZEL hiciera la distinción entre una faz objetiva y una subjetiva del
tipo penal, la doctrina penal de manera casi unánime ha admitido la referida distinción
(excepción histórica, JÜRGEN BAUMANN). No obstante, dicha doctrina dominante no
aceptó en la misma proporción el fundamento de tal distinción. En efecto, WELZEL basó
la ubicación del dolo en el tipo penal en su concepción ontológica de la acción: La
acción final constituía una estructura del mundo del ser que el legislador no podía
desconocer, por lo tanto el componente final de la acción (dolo) no podía seguir ubicado
en la culpabilidad (1993, p. 74). Sin embargo, la doctrina actual no recurre a dicha
fundamentación para ubicar el dolo en el tipo, aludiendo más bien, entre otras razones, a
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Sin embargo, con el correr del tiempo de la evolución dogmática, la línea divisoria
entre lo objetivo y lo subjetivo en el tipo penal se ha ido difuminando al punto que hoy
día pareciera que el tipo objetivo no es tan objetivo como dice ser, ni el tipo subjetivo
tan subjetivo como parece. A ello, desde mi punto de vista, han contribuido los
siguientes factores:
1
Así MIR PUIG, para quien la ubicación del dolo como integrante del hecho prohibido, antijurídico, se
desprende de la atribución a la norma de una función de motivación dirigida a la mente del destinatario, la
cual únicamente puede pretender determinar actos voluntarios en la medida de su voluntariedad (1994, p.
209).
2
BUSTOS (1994, p. 280). Inclusive, algún autor vinculado al finalismo sostiene que la ubicación del
dolo en el tipo de injusto no deriva de la concepción ontológica de la acción (“estructura finalista”) sino
de la concepción que del injusto sostenga cada Código penal (CEREZO MIR, 1982, pp. 198 y ss.).
3
WELZEL (1993, p. 73).
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Con relación al tipo objetivo, desde que ROXIN resucitara la llamada teoría de la
imputación objetiva (introducida al Derecho penal por HONIG en el año 30 del siglo
pasado), y sistematizara sus criterios, se sostiene que la atribución del resultado varía
según la existencia de un conocimiento especial del autor. Así, el trillado ejemplo
académico del sobrino, único heredero del tío rico, a quien convence para que realice un
viaje en avión con la esperanza de que haya un accidente y él pueda heredar la fortuna.
En caso de que el avión casualmente caiga y muera el tío rico, el resultado no será
imputable objetivamente al sobrino ya que su conducta no constituye un riesgo
penalmente relevante. Se trata de un supuesto de riesgo socialmente admitido, pues
volar en avión es una actividad de la cual no puede descartarse totalmente la posibilidad
de un siniestro. No obstante, si el sobrino supiera que en el avión hay una bomba que
con seguridad estallará a determinada hora, se imputará objetivamente el resultado. En
el primer caso el autor dirige un curso causal a ciegas, sin saberlo, no así en el segundo
supuesto. Por ello, se sostiene la necesidad de dotar “...al observador del eventual saber
especial del autor concreto...Así pues, si alguien aconseja a otro que dé un paseo,
sabiendo que en el camino está al acecho un asesino, naturalmente habrá que afirmar
que hay una creación de peligro, y el hecho será punible como asesinato...u...homicidio
si se mata al paseante...”4.
Ahora bien, ¿los aludidos conocimientos especiales del autor constituyen una
característica propia del tipo subjetivo (dolo del autor), o efectivamente un problema de
imputación objetiva, sobre todo porque esta última varía de acuerdo al conocimiento del
autor? Precisamente, esta última característica ha fundamentado las críticas a la
imputación objetiva por parte de algún sector de la doctrina penal vinculada, y
procedente, del viejo finalismo welzeliano5. Desde mi punto de vista, ese conocimiento
del autor solo agrega un dato más para el juicio objetivo de imputación mediante el
cual se determina el carácter prohibido o no de la conducta6. En el citado ejemplo del
4
ROXIN (1997, p. 367 -46-; 2006, vol. I, p. 378 -56-).
5
Por todos, vid. ARMIN KAUFMANN (1985, pp. 821 y ss); CEREZO MIR (2005, p. 106); STRUENSEE,
(1995, pp. 263 y ss.).
6
En efecto, la estandarización del mandato normativo se extiende a las habilidades especiales que
pueda tener el autor (WOLTER, 1977, p. 269). Según ROJAS, el contenido de la norma de conducta varía
frente a la presencia del conocimiento especial, por lo que la determinación de su infracción también; este
conocimiento es relevante frente a la norma de conducta y puede ser valorado al momento de determinar
la infracción de la norma (2010, pp. 250 y ss.). Este autor sostiene la necesidad de considerar el
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Además, si se sostiene que el conocimiento especial del autor (saber que en el avión
hay una bomba) implica un problema relativo al dolo del autor, debería deducirse,
entonces, la existencia previa del tipo objetivo únicamente con base en el vínculo
causal8. Es decir, los partidarios de considerar el conocimiento especial del autor en el
ámbito del análisis del dolo deberían sostener, consecuentemente, que la tipicidad
objetiva se conforma única y exclusivamente mediante la existencia de una relación de
causalidad, conclusión difícil de desvincular de un pensamiento “versarista”.
conocimiento especial, en el ámbito de la imputación objetiva, conforme a una valoración de los intereses
en conflicto -protección del bien jurídico versus ámbito de libertad- (Ibídem, pp. 251 y ss.).
7
Igualmente, sostiene FRISCH que es “correcta la observación referida a que la pregunta acerca de la
creación de un riesgo desaprobado también depende del conocimiento de la persona que actúa. Yerra sin
embargo, al equiparar este “conocimiento” con el dolo. Pues, en primer lugar no se trata del conocimiento
actual en el momento de la acción, que es lo que interesa al dolo. La acción del autor puede ser
considerada como disvaliosa porque él se había enterado de algo antes sobre lo que no reflexionó en el
momento de la acción, pero debió haberlo hecho. En segundo lugar, naturalmente se trata, de un juicio
objetivo la respuesta a la pregunta de si una persona, que en algún momento se ha enterado de
determinadas circunstancias, ahora tiene permitido realizar una determinada acción, o si esta acción puede
ser valorada como un riesgo desaprobado desde el punto de vista de la experiencia general” (2012, p. 33).
8
Así, ROJAS (2010, p. 246 -nota 86- citando a FRISCH).
9
Al respecto, MIR PUIG (2015, p. 264 -62 y ss.); MODOLELL (2005, pp. 229 y ss.). Sostienen la
ampliación de la imputación objetiva a los delitos de mera actividad, con base en el carácter peligroso de
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la conducta, TRIFFTERER (1994, p. 139 y ss. -81 y ss.-). Sobre el detalle de la opinión de este último autor,
vid. MODOLELL (2005, pp. 238 y ss.); TORÍO (1986, p. 42 y 1987, p. 384).
10
Como hace algún tiempo afirmó NOWAKOWSKI también el delito de mera actividad deriva su injusto
del perjuicio al objeto protegido (1951, p. 326). En igual sentido, KÖHLER (1997, p. 128).
11
Este método de análisis se acepta concretamente para los delitos culposos. Así, afirma HOYER: “En
una norma que prohíbe conductas imprudentes debe ser alcanzable (obtenible) personalmente, por el
destinatario de la norma, un determinado saber de la situación; para poder unir igualmente a esta
situación, la prohibición de la acción” (2004, p. 13 -17-). Y agrega HOYER: “La norma de determinación
(en el delito imprudente) debe vincular su mandato de prohibición a situaciones de hecho reconocibles
para el destinatario de la norma” (Ibídem, p. 14 -19-). Lo descrito por HOYER es aplicable igualmente al
ámbito objetivo de los delitos dolosos, sobre todo porque no se trata de lo que efectivamente el autor
conocía al momento de la realización de la conducta, sino de lo que debía haber tenido en cuenta,
tomando como referencia un observador objetivo situado en la misma posición del autor.
12
Al respecto, vid. MODOLELL (2016, pp. 378 y ss.).
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Entre los autores que en las últimas décadas han sostenido esta tendencia de
“objetivar (normativizar)” el dolo, pudieran citarse a PUPPE (2011, p. 112 y ss.), PAWLIK
(2012, pp. 387 y ss.)15, RAGUÉS (1999)16 y PÉREZ BARBERÁ (2011). Así, por mencionar
otra autora, expresa OSSANDÓN: “…la imputación subjetiva no se construye a partir del
conocimiento actual del sujeto al momento de cometer el hecho, sino del conocimiento
que le es exigible al autor por el rol que cumple en ese momento… desde este punto de
vista, el nivel de conocimiento real del infractor no es relevante; lo que importa es la
posibilidad de imputar responsabilidad, en la medida en que el conocimiento fuera
exigible”(2008, p. 74)17.
13
HERNÁNDEZ (2011, p. 79).
14
Ídem.
15
También, en la ciencia penal alemana pudiera citarse a KINDHÄUSER, aunque desde mi punto de
vista este no sostiene una visión radicalmente adscriptiva del dolo que prescinda totalmente del
conocimiento fáctico y actual del autor. Al respecto, ver en lengua castellana, KINDHÄUSER (2008, pp. 18
y ss; 2012, pp. 13 y ss.).
16
También en España, FEIJOO (1998, pp. 271 y ss.).
17
En sentido similar, en la doctrina chilena, MAÑALICH (2005, p. 405); también, VAN WEEZEL (2009,
p. 39), aunque afirma que tanto al autor doloso como el culposo se le reprocha la no evitabilidad del tipo
individualmente, no según un hombre medio (Ibídem, pp. 39 y ss). En general, críticos del llamado dolo
adscriptivo, BUNG (2009, passim); ORTIZ (2013, pp. 384 y ss. -conclusiones-); MANRIQUE (2013, pp. 409
y ss.). Estos dos últimos trabajos son una crítica a la opinión de PÉREZ BARBERÁ sobre el dolo.
18
Por todos, WELZEL (1993, pp. 78 y ss.).
19
Sostienen la configuración del dolo únicamente con el conocimiento del riesgo, aunque sin sostener
una teoría adscriptiva del dolo, entre otros, FRISCH (1983, p. 346 y ss); JAKOBS (1991, p. 261 -8-);
GIMBERNAT (1990, pp. 254 y ss); DÍAZ PITA (1994, p. 290); LAURENZO (1999, pp. 242 y ss.).
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Según el relato de los hechos, pareciera que los autores del crimen no se
representaron la posibilidad de que el niño muriera, ni el riesgo realizado. El hecho de
colocar la frase “soy un llorón” en la cinta adhesiva pareciera reflejar una especie de
animus iocandi en los responsables. Igualmente, el acto de llevar al bebé a un centro
20
Sobre la discusión, vid. CRESPO (2013, pp. 247 y ss.).
21
Corte Suprema. Sentencia de 2 de Julio de 2009, Rol Nº 3970 – 08. Sobre el análisis del dolo en esta
sentencia, vid. KRAUZE (2015, pp. 105 y ss.).
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asistencial hace pensar que los autores nunca persiguieron, ni aceptaron, su muerte.
Como es sabido, desde un punto de vista del llamado dolo psicológico exigir el
conocimiento del riesgo es un requisito básico para admitir su concurrencia, cuestión
que no queda clara que suceda en el presente caso. Por su parte, de suscribirse una
visión adscriptiva de aquel indudablemente habría que afirmar su concurrencia, en razón
del alto riesgo de muerte creado por la conducta. En efecto, una persona media,
cuidador de niños de tan corta edad, “debió” representarse que actuar de esa forma
sobre un niño de meses podría acarrear una consecuencia grave para su salud o vida, y
por lo tanto debía abstenerse de una conducta semejante. Habría entonces que afirmar el
dolo en función de la comparación de la acción del autor concreto con la del cuidador
ideal22.
22
Por lo tanto, esta última tendencia pareciera implicar una presunción de dolo, extraída de la clase de
riesgo creado. Niega expresamente que se trate de una presunción, OSSANDÓN (2008, p. 74).
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Sobre la distinción entre la determinación de la conducta prohibida, y la imputación del
conocimiento al autor, vid. MODOLELL (2016, pp. 380 y ss.).
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distinción entre un tipo objetivo y uno subjetivo. Esta “sinceridad” sería preferible a
esconder dicho método unificador bajo un concepto de dolo normativo, lo cual no deja
de parecerse al juego del prestidigitador que hace creer a los observadores algo
totalmente irreal.
Lo único posible a estandarizar con relación al dolo pudieran ser los criterios para
su prueba, sin que ello forme parte de la propia definición, ya que si se quiere mantener
una distinción objetivo-subjetiva en el tipo penal, utilizar criterios estandarizados para la
atribución de hechos solo debería ocurrir en el ámbito objetivo del tipo. La distinción
objetivo-subjetiva en el tipo penal se traduce precisamente en la dicotomía entre un
primer nivel de estandarización (determinación de la conducta prohibida según lo
exigible a un hombre medio situado en la posición del autor, y posible imputación de un
resultado), y un segundo nivel de concreción (relación) personal entre el autor y su
hecho.
24
Dichos criterios pueden subsumirse en la infracción al deber de cuidado (ENGISCH), o se diluyen en
los criterios de imputación objetiva del resultado (ROXIN).
25
No es casual que RAGUÉS, uno de los principales defensores de la normativización del dolo, exprese
sobre el dolo eventual: “¿y si la solución al problema estuviera en acabar con la clásica distinción entre
dolo y culpa?” (2012, p. 11). Obviamente, la eliminación de la distinción sería a favor de la culpa en el
sentido de que la responsabilidad se afirmaría mediante los criterios de imputación de delito culposo. La
culpa se “tragaría” al dolo, con el “detalle” de que se aplicaría la pena de este.
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26
Por todos, MIR PUIG (2015, p.279 -111-).
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MODOLELL (2014, pp. 106 y ss.).
28
El delito de tener relaciones sexuales con menores de 14 años, aún con sus consentimiento
(conocido como “violación presunta” en algunos ordenamientos jurídicos latinoamericanos), está previsto
en el § 178 del Código penal alemán.
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Como expresé antes, estos casos no constituyen supuestos de error sino problemas
vinculados al ámbito objetivo del tipo, relacionados con la conducta prohibida. En razón
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MODOLELL (2016, p. 384).
30
Ídem. La fundamentación de la punibilidad de la tentativa inidónea en la peligrosidad ex ante de la
conducta, se vincula con la función motivadora del Derecho penal (vid. MODOLELL, 2014, p. 165).
31
Ibídem, pp. 106 y ss.
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de ello, los tradicionales casos de error de tipo invencible, salvo que el yerro se deba a
condiciones particulares del autor, constituyen realmente supuestos a considerar en el
ámbito del tipo objetivo. En última instancia, se trata de situaciones en las cuales desde
un punto de vista ex ante ninguna persona (media) hubiese contado con la existencia de
la circunstancia exigida por el tipo.
IV. Conclusiones
-Lo subjetivo en el tipo alude a las circunstancias propias del sujeto individual. Por
lo tanto, el dolo debe ser entendido como la relación particular entre el autor y el hecho.
Referencias Bibliográficas
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