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EL DERECHO A LA CIUDAD
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El Futuro de las Ciudades
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INDICE
Introducción
1. La tarea de gobernar
2. Federalismo
3. Mejorar la capacidad de gobernar
4. Participación ciudadana
5. Democracia y eficiencia
V. El derecho a la ciudad
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INTRODUCCIÓN
Desde el año 2008, la mitad de la población mundial vive en las ciudades, que representan
solo el 2% aproximadamente, del terreno del planeta y, sin embargo, generamos
alrededor del 80% de los residuos y consumismos en torno al 75% de la energía.
Las cuatro cifras importantes que hay que recomendar sobre las ciudades son las
siguientes 2, 50, 75, y 80. Las ciudades solo suponen el 2% de la corteza terrestre, pero
concentran al 50% de la población, representan el 75% del consumo energético y el 80%
de las emisiones de CO2.
Por tanto, si logramos hacer algo para cambiar nuestras ciudades, para volverlas más
eficientes la repercusión a escala mundial será muy grande.
¿Deberíamos reforzar las ciudades, o bien intentar que las personas vivan de un modo
distinto?
Lo que ocurre con las ciudades no es que consuman más que el resto porque si, ¡sino
porque en ellas se realizan muchísima actividad! Eliminándolas no se logrará usar menos
energía.
De hecho, hay algo muy interesante: las ciudades son economías de escala. A menudo, la
concentración logra reducir la cantidad de energía. Y todo apunta a que existe tanta
concentración ahora mismo que, si logramos mejorar las cosas, la repercusión a escala
global pude ser enorme.
Bueno, otra cosa es si nuestro estilo de vida es sostenible o no, pero estar en una ciudad
nos permite utilizar y aprovechar la economía de escala de las ciudades, lo cual sin duda
es más sostenible que si tuviéramos, por ejemplo, una dispersión urbana gigante, en tipo
ciudad sin fin muy dispersa y extensa.
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tecnológica, prefieren hablar de senseable city (un juego de palabras en inglés) porque
piensan que este tipo de ciudad tiene más que ver con las personas, con la capacidad de
la ciudad de sentir, de interactuar y crear una interfaz con los ciudadanos.
En cierto modo, las ciudades están cobrando vida, porque son capaces de captar y
distribuir la información: tomar decisiones a tiempo real es lo que vemos en las ciudades
de hoy: es casi como si nuestras ciudades se estuvieran convirtiendo en entidades
inteligentes, decir, como si tuvieran una mejor capacidad de respuesta.
24 horas al día, 365 días al año, nuestro cuerpo no para, no baja la guardia para que todo
funcione a la perfección, si nos quemamos el dolor nos avisa que debemos estar alerta, si
nos falla la energía se nos abre el apetito, incluso dormidos no dejamos de respirar ni de
hacer la digestión, ni de tiritar si hace frio o de sudar si calor, quien coordina que se hagan
todas esas tareas y vela por el equilibrio de nuestro cuerpo es el sistema nervioso. A
través de las neuronas sensoriales recibimos estimulo del entorno, que nuestro cerebro
procesa para mandar una respuesta, evitar la quemadura, comer, tiritar.
Las ciudades son como un gran cuerpo, cuentan con sus órganos sus células un sistema
circulatorio, un inmunitario, otro encargado de proveer alimento y digerirlo, pero ¿dónde
está el sistema nervioso? Seguramente el ayuntamiento actué como el cerebro al
coordinar el correcto funcionamiento de la metrópolis.
El objetivo es el de añadir a las ciudades una capa digital para prevenir problemas de
movilidad, contaminación, derroché de recursos y mejorar la calidad de vida de sus
habitantes, y aquí los ciudadanos juegan un papel crucial y no solo como beneficiarios de
todas estas mejoras, sino también por ser un gran potencial de generación de
información sobre aspectos de la ciudad y compartirla con el resto de los habitantes y
además poder hacerlo de manera casi inmediata gracias a los sensores que llevamos
incorporados: los teléfonos móviles y tabletas.
Pero hay una diferencia fundamental. Por aquel entonces, si querías aprender a
controlarla, teníamos que estudia años y años. Teníamos que trabajar con tarjetas
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perforadas, aprender el lenguaje oportuno para interactuar con las maquinas. Era muy
difícil de utilizar. Esa misma potencia computacional la tenemos hoy en un teléfono
inteligente, pero cualquiera, desde los 5 a los 95 años, pueden aprender a usarla a menos
de una hora.
El aspecto visual de la ciudad no será demasiado distinto, del mismo modo que se va al
centro histórico de nuestras ciudades muchas cosas de conservan igual que entonces, Sin
embargo, lo que podemos hacer en la ciudad será diariamente distinto: nuestra manera
de organizarnos, de vivir, de relacionarnos, de conocer gente, de encontrar pareja, de
trabajar. Todo eso será increíblemente distinto.
Nuestra huella ecológica la cantidad de recursos que lo siete mil millones de habitantes
necesitan para abastecer sus necesidades, crece imparable junto al aumento de la
población, y de su desarrollo económico, tanto es así que se estima que en 2030 harán
falta dos planetas para obtener los recursos para abastecer y cubrir las necesidades de la
población mundial.
En la actualidad más de la mitad de los habitantes viven en grandes ciudades, por eso el
futuro de planeta depende más de la actividad de los ciudadanos y el cambio de sus
hábitos del consumo.
En el Londres del siglo XIX era común pensar que los caballos motores del transporte de la
época con sus deposiciones, y el humo de las chimeneas ahogarían las ciudades. Existía
una dificultad real de sanear el ambiente urbano, pero hoy son lugar a dudas, en las
ciudades se vive mejor gracias al desarrollo científico y tecnológico, quedan aún cosas por
resolver, el ruido, a contaminación, los atascos o el uso irracional de recursos, son cuentas
que tenemos pendientes
El siguiente salto lo estamos iniciando ahora con la irrupción de las tecnologías digitales
en el entorno urbano, existen ejemplos en la dirección en la que avanza los municipios
para hacer en el futuro próximo lugares más amables donde vivir, y lo mejor de todo es
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que además este salto tecnológico permitirá a los habitantes estar más conectados, nos
volverá más sociables y por lo tanto más inteligentes.
Las ciudades que ostentarán el crecimiento más veloz serán sobre todo las de los países
en desarrollo las que crecerán en forma explosiva. El problema es que allí fluyen grandes
corrientes migratorias, no porque en ellas tengan mayores posibilidades de conseguir
trabajo, sino porque en el campo ya no pueden sobrevivir.
Quinto: ¿dónde está esa clave? Por más paradójico que parezca, en el sector
informal, en la “economía en las sombras”. Actualmente, ese sector se relaciona por
doquier con la pobreza. Sin embargo, en este sector, la gente que no tiene capital puede
desarrollar sus energías, su entusiasmo y su fuerza innovadora. A continuación, la
economía informal debe ser integrada paulatinamente a la economía regular, puesto
que, si se abandona ese sector a su propia suerte, la gente no podrá liberarse de la
pobreza.
Concebido como una vía para elevar el ingreso familiar y una forma de compensar el
desempleo, el sector informal de la economía mexicana genera una riqueza equivalente
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al 12.2 % del Producto Interno Bruto (PIB) cifra que triplica el valor generado por la
agricultura y la ganadería, reveló el Instituto Nacional de Geografía e Informática (INEGI).
En los resultados de la “Cuenta satélite del subsector informal de los hogares”, el INEGI
indicó que la economía informal en México emplea 28 % de la Población Económicamente
Activa (PEA), no agropecuaria. Esta porción de la PEA es, incluso, superior al número de
trabajadores registrados actualmente en el IMSS. Perciben ingresos equivalentes al 16 %
de las ganancias totales de la economía formal, indicó el INEGI.
Probablemente no es posible sólo con las propias fuerzas: pero las palancas decisivas se
encuentran en el ámbito local, en el Municipio, sólo allí se sabe cómo se pueden aplicar.
En las bases del proyecto original se establecía, la fracción II, que “Los municipios
administrarán libremente su hacienda, recaudarán todos los impuestos y contribuirán a
los gastos públicos del Estado en la proporción y término que señales la Legislatura local”.
La fracción citada presentó interesantes deliberaciones, toda vez que en forma visionaria
los legisladores consideraron que la libertad política del municipio se veía
peligrosamente reprimida ya que se supeditaba económicamente a la decisión de las
legislaturas locales.
En su defensa el Diputado Jara (el más apasionado defensor de “EL Municipio Libre”) en
su intervención, manifestó, entre otros conceptos…” No se concibe la libertad política
cuando la libertad económica no está asegurada” …
“En una palabra: al municipio se le ha dejado una libertad muy reducida, casi
insignificante; una libertad que no puede tenerse como tal porque sólo se ha concretado
al cuidado de la población, al cuidado de la policía, y podemos decir que no ha habido un
libre funcionamiento de una entidad en pequeño que esté constituida por sus tres
poderes”.
“…los municipios, las autoridades municipales, deben ser las que estén siempre
pendientes de los distintos problemas que se presenten en su jurisdicción, puesto que son
los que están mejor capacitados para resolver acerca de la forma más eficaz de tratar esos
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problemas y están, por consiguiente, en mejores condiciones para distribuir sus dineros,
las contribuciones que paguen los hijos del municipio y son los interesados en fomentar el
desarrollo del municipio en las obras de más importancia”.
“…seamos consecuentes con nuestras ideas, no demos libertad por una parte y la
restrinjamos por otra; no demos libertad política y restrinjamos hasta lo último la liberta
económica, porque entonces la primera no podrá ser efectiva”.
No obstante, las múltiples discusiones motivadas por la fracción II del artículo 115 de la
Constitución de 1917, el problema quedó en pie. El constituyente consagró la libertad
municipal pero no reglamentó su ejercicio. El tiempo, a pesar de los avances de todas las
modificaciones, ha venido a decidir el camino en la expedición de los ordenamientos
reglamentarios del Municipio Libre:
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* Urbanismo
** Urbanización
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La gobernabilidad, la capacidad de gobernar, es uno de los componentes centrales en el
análisis de los distintos niveles de gobierno y, en consecuencia, lo es para la comprensión
del gobierno de las ciudades.
El gobierno de las ciudades, el gobierno local, está hoy en la mira. Es el nivel de gobierno
donde se gestionan todo lo relacionado con el uso y la apropiación del espacio urbano,
el suministro de los servicios públicos y en donde se instalan las relaciones más
próximas entre el gobierno y los gobernados.
1. LA TAREA DE GOBERNAR
En las ciudades, la burocracia que cumple funciones de gestión del territorio utiliza
instrumentos técnicos, infraestructura y equipamiento, recursos económicos
directamente asignados para promover bienes y servicios urbanos básicos. En este
sentido, las preocupaciones en relación con el buen gobierno local suelen ubicarse más
en el campo del desempeño administrativo que en el ejercicio del poder. Pero junto con
la eficiencia, existen criterios sociales y políticos que otorgan legitimidad y consenso a la
actuación gubernamental.
La ciudadanía no se reduce a los confines de lo político (el voto), sino que se define en el
campo de las relaciones sociales. Por ello es de fundamental importancia la existencia de
un sistema legal que establezca la dimensión pública de las relaciones privadas entre los
ciudadanos y las formas que rigen el acceso a los bienes básicos, tales como la salud, la
educación, la vivienda.
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llenar ciertos requisitos, en síntesis, debe estar sometida a un conjunto de modalidades
jurídicas, sin cuya observancia no sería válida desde el punto de vista del derecho.
Ese conjunto de modalidades jurídicas a que tiene que sujetarse un acto de cualquier
autoridad para producir válidamente, desde un punto de vista jurídico, la afectación en la
esfera del gobernado a los diversos derechos de éste, es lo que constituye la garantía de
seguridad jurídica artículo 14 Constitucional y la garantía de legalidad, protección que
condiciona todo acto de molestia fundamentado y motivado en los términos del artículo
16 Constitucional.
Las relaciones intergubernamentales son de diferente tipo, pero tal vez las centrales son
las que el gobierno local entabla para obtener recursos e inversiones controladas por el
gobierno estatal y federal, particularmente, el monto y la forma de gestión de las
participaciones federales encierran varios problemas. Cuando el municipio está
controlado por un partido de oposición, las dificultades para obtener los recursos de las
participaciones federales suelen incrementarse.
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Otra forma por medio de la cual el municipio recibe recursos de la federación es la
realización de obras, donde participan diferentes dependencias del gobierno federal.
Estas obras pueden beneficiar a la comunidad, pero muchas veces generan conflictos que
debilitan al ayuntamiento, sin que éste haya, necesariamente, participado en el proceso
decisorio. Sin duda, lo que el gobierno local reclama son reglas del juego claras entre los
diferentes niveles e instancias de gobierno.
2. FEDERALISMO
Grandes son los retos a los que se enfrenta el país, en parte por una combinación perversa
de una rápida transformación tecnológica y el cambio acelerado de viejos marcos de
decisión gubernamental, que acarrea la vulnerabilidad de muchas regiones. Los efectos de
la apertura económica y la globalización han producido diversos grados de inestabilidad
locales porque mientras algunos estados resienten y absorben costos elevados, otros,
muy pocos, se benefician.
Estos cambios representan una amenaza y una oportunidad, porque exacerban las
desigualdades aumentando las tensiones, aunque también con frecuencia precipitan las
condiciones en las cuales el manejo de la crisis puede facilitar un cambio estructural
profundo, que, de ser bien utilizado, permitirá una reformulación de relaciones que lance
hacia adelante. El perder la oportunidad puede provocar un retroceso doloroso.
En lo político, después de cada jornada electoral, la sociedad espera que los resultados se
traduzcan en un movimiento cuya consecuencia sea el mejoramiento, casi inmediato, de
la calidad de vida. Muchas veces las expectativas sobre los resultados que se pueden
producir son muy elevadas.
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gobernantes han precipitado y para las que no están lo suficientemente bien
preparados.
La falta de habilidad para lidiar con los retos que los políticos han disparado sin haber
medido cuáles eran las consecuencias posibles, factibles o deseables, ésta provocando
que muchas localidades se enfrenten con mayor frecuencia a resultados indeseables y
hasta a procesos sorpresivos que generan tensiones y turbulencias inesperadas y para las
que no hay ni la estructura, ni los recursos, ni el conocimiento de contención y solución.
Hemos llegado a la paradoja donde las soluciones gubernamentales están creando
problemas peores que los problemas originales.
Una de las principales preocupaciones en estos tiempos debe ser la de estudiar el proceso
para construir el futuro que incluya la planeación estratégica, el manejo de los valores, las
capacidades de negociación y la necesidad de mejorar las habilidades de liderazgo de los
gobernantes. Los políticos deben modificar sus enfoques y desarrollar una razón de
humanidad que reemplace la razón de Estado.
La razón de humanidad reclama la formulación de una agenda pública que ponga antes
que nada y como suprema prioridad, el elevar la calidad de vida, El DERECHO A UNA
VIDA DIGNA: el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo,
postulado en el artículo tercero de nuestra constitución federal.
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Es necesario reflexionar en algo elemental, no olvidar que estamos constitucionalmente
organizados en un régimen federal y que éste entraña, precisamente, que el sistema de
unión vincula directamente en el pacto federal a la población con el órgano de gobierno
federal, éste se enlaza en directo con su población, que es la misma que la del municipio
y la del estado, de tal suerte que la población federal es la estatal y la municipal, así como
el mismo territorio nacional es municipal, estatal y federal.
La corrupción impune es, tal vez, la más nociva. No sólo corroe las estructuras, mina la
confianza y perjudica la economía, sino que, es peor aún, sé retroalimenta de manera
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viciosa con la crisis de valores. A pesar de que se ha dotado a las autoridades fiscalizadoras
y disciplinarias federales, estatales y municipales de mejores instrumentos jurídicos, los
resultados alcanzados no han sido ni apropiados ni eficaces.
Este mejoramiento debe correr por dos vertientes: en la del liderazgo de los Regidores y
en la de la administración municipal.
4. PARTICIPACIÓN CIUDADANA
La realidad social y política del Municipio es densa y rígida. A esta rigidez la agrava el
conflicto que existe entre las oligarquías que luchan por mantener sus privilegios y los
grupos sociales que demandan un cambio; entre ambos contribuyen a debilitar al poder
central.
Sin una concentración centralizada del poder se pierde la esperanza de producir un
cambio social. Esta concentración previene levantamientos sociales que conllevan costos
muy elevados, pero también, necesariamente, afecta muchos intereses presentes. Por lo
tanto, es esencial la reconstitución de la concentración del poder democrático como
parte del mejoramiento de las capacidades para gobernar.
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Sin importar qué tan esencial sea la concentración del poder central para involucrarse en
la arquitectura social democrática, el pluralismo debe ser preservado y reforzado con un
movimiento dirigido hacia la descentralización. Esto es muy importante, porque tanto el
tamaño como la estructura de la sociedad requieren que el gobierno municipal, así como
las organizaciones no gubernamentales, la sociedad civil se involucren ya sean guiados
por el Ejecutivo Municipal o porque lo hagan de manera autónoma.
Un paso necesario para un CAMBIO SOCIAL, puede y debe ser, una reforma del gobierno
municipal con el fin de buscar más participación ciudadana en lugar de estructuras
oligárquicas de poder.
Las alteraciones económicas de los últimos años han afectado profundamente las
relaciones sociales fundamentales y el pacto social implícito que rigió por décadas. Hoy es
urgente delinear acuerdos y otro pacto social que amarre las voluntades y
responsabilidades de todos en torno a una visión unificada llena de denominadores
comunes.
El resultado no fue muy diferente a las experiencias en otros estados de la república: una
estructura social y política dicotómica de rasgos totalitarios y corporativos, inclusive por
convicción y compulsión. El estrato dirigente, a través del gobierno, se benefició de una
formidable centralización y concentración del poder para la administración del Estado de
acuerdo con sus intereses.
Todo compromiso o transacción importante se hacía con el poder público o pasaba por su
mediación. El Estatismo fue consecuencia y necesidad funcional de ese sistema. La
deformación de la política económica fue producto de la corrupción que eliminaba
límites y reglas. Fracasó, en poco o mucho, cada intento de poner orden ante el tejido de
intereses amparados por el clientelismo autoritario.
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La privatización de empresas públicas a partir de mediados de los ochenta, del ejido en los
noventa y la crisis financiera nacional del 94 fue el inicio de alteraciones profundas a
nivel nacional en las relaciones de propiedad y en la distribución del ingreso. Las
relaciones de producción se modificaron por cambios profundos en el capital, en el
trabajo y en la relación entre ambos. Las consecuencias inevitables fueron ajustes en las
relaciones sociales y del gobierno y los gobernados.
Tal vez la alternancia política en los municipios de Yucatán podría transcurrir dentro del
marco institucional si éste fuese flexible y amplio para dar cobertura al gran acomodo
que conlleva. Pero sigue siendo, un Estado de poderes personales y no de instituciones,
que obliga a recurrir a “palancas” o presiones para que operen las reglas.
5. DEMOCRACIA Y EFICIENCIA
Es obvio y evidente que el diseño y aprobación de esos tres acuerdos deben ser gracias
al consenso y por medio de formas democráticas.
El pacto revolucionario fue roto y despojado de contenido por las políticas neoliberales de
mediados de los ochenta, al cancelar el gobierno compromisos y formas de solución de
agravios que regularon la convivencia social por décadas, sin crear nada que lo
sustituyese, ni darle vida plena al Estado de Derecho.
En la actualidad, persisten rasgos negativos del pacto anterior, como la concentración del
poder, los abusos impunes, el arreglo personal y no institucional, la intermediación
ideológica y la manipulación social. Es claro que la crisis y la transición política son parte
del cambio como es la alternancia -tres presidentes de tres partidos en los primeros 20
años siglo XXI- y la creación de contrapesos eficaces a la concentración excesiva del
poder.
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La transición exige un orden de seguridades y eficacia razonable para hacer vigente la
maraña de leyes y normas. No se puede dejar el tránsito a la espontaneidad, en manos
de un gobierno, un partido, o un grupo de iluminados.
Hoy, se trata de delinear un acuerdo de convivencia, nuevas reglas del juego social y
normas para su cumplimiento, una “finalidad-espacio” para evitar que se rompa la
comunidad en el intento de transitar a una etapa superior de su existencia.
El objetivo es deliberar para acordar límites y obligaciones para cada sujeto social,
previsiones para compensar injusticias e imponer las disciplinas de una vida mejor. El
poder legítimo, generado por la vía comunicativa, puede influir sobre el sistema político
asumiendo el control sobre el conjunto de razones a partir de las cuales deben
racionalizarse las decisiones administrativas relacionadas con la planeación.
Los tres acuerdos para la refundación del municipio están estrechamente vinculados,
pero la reforma de la estructura de gobierno municipal es de particular importancia por
ser el marco normativo que tendría que ser suficiente, junto con los reglamentos
respectivos, para la armonía en la vida diaria, en el que hacer cotidiano.
El proyecto social debe asegurar una inserción eficiente del municipio en el sistema
económico internacional actual, y responder a las necesidades de Yucatán y de México y
a sus opciones estratégicas de desarrollo, en tanto no exista un proyecto de régimen
social viable y superior al que se practica a partir del derrumbe del muro de Berlín en
1989.
El proyecto de vida debe responder a objetivos de igualdad, justicia social y preservación
de pautas culturales, sobre la base de un crecimiento económico sustentable, regulado,
compartido en cuanto a las cargas sociales, que permita aliviar los problemas de
ocupación e ingreso, sin comprometer la eficiencia global del sistema. Se requiere un
amarre de voluntades y compromisos de fuerzas sociales y de ciudadanos, en torno a
objetivos de largo alcance, viables e inclusivos.
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En consecuencia, el discurso público para los acuerdos fundamentales, debe darse de
manera que permita combinar una formación de opinión orientada hacia la realidad con
una formación de voluntad democrática unificada.
En los albores del siglo XXI, tanto la derecha como la izquierda utilizan una retórica
apocalíptica:
Los neo liberales afirman que los “contratos sociales” que el Estado de
bienestar convino en la primera mitad del siglo XX deben ser revocados.
Los verdes (ecologistas) dicen que el contrato social entre las clases, sobre
el que descansa la sociedad industrial, es lisa y llanamente un complot
contra la naturaleza.
Todos ellos recurren, repetimos, a la retórica del contrato social, lo que en principio nos
debiera sorprender. Cabe señalar que no siempre los hombres creyeron que las
sociedades se basaban en contratos colectivos. El núcleo de esta idea tiene un poco más
de 600 años que se convirtió en la idea predominante sobre la estructura básica de las
sociedades europeas, y recién en los 250 años pasados se difundió por América.
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La idea del contrato social es, sin lugar a dudas, un concepto muy particular. Si se
entiende esa idea como una afirmación empírica sobre el modo de cómo hacemos
política, desemboca en la idea extravagante de que los hombres firman contratos
formales que vinculan a las generaciones futuras.
Pero no hay que tomar literalmente los mitos fundacionales como el del contrato social.
Su función consiste en narrar un determinado tipo de historia sobre los esfuerzos de una
sociedad, y sobre quién debe rendir cuentas ante quién de cuáles riesgos.
En los veinte años pasados, la relación entre los vivos y los que todavía no han nacido se
ha desplazado de una manera imprevista al centro del debate político: para la izquierda,
en este contexto los asuntos ambientales han desempeñado el papel decisivo; para la
derecha, el creciente endeudamiento público. Ante estos asuntos, se reacciona en forma
jerárquica, regulando las contaminaciones del medio ambiente y, lo que ha sido lo más
sorprendente, limitando el poder de los gobiernos de aumentar a su gusto el
endeudamiento estatal.
En los años pasados los intereses del igualitarismo han experimentado un enorme
fortalecimiento, en el campo de las leyes contra la discriminación por ejemplo, en cuanto
la igualdad de oportunidades para mujeres o minusválidos. ¿Cuáles nuevos
desplazamientos traerá el presente siglo en ese modelo básico de las relaciones sociales
que osadamente, llamamos “contrato social”?
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afirma que estaríamos entrando a una nueva época de la información. Sin embargo, ya
desde la invención de la escritura -mucho antes de la conquista- nuestra sociedad es una
sociedad de la información. Lo nuevo es que hoy producimos, recolectamos y
manipulamos informaciones personales en dimensiones industriales.
El siglo XXI no estará caracterizado por conflictos agudos, sino por conflictos
crónicos relacionados con la esfera íntima y los derechos de la personalidad. Los
hombres siguen preocupados por su esfera privada.
Por una parte, los defensores del principio de la regulación por medio de las
prohibiciones, que no es compatible con una economía capitalista. Al otro lado se
encontrarán los que creen que la esencia de la libertad es traspasar a otros los
costos de su actuación. Se espera que ambas partes moderen sus posiciones.
Las relaciones sociales fundamentales, que llamamos contratos sociales, tienen la tarea
de manejar la producción y distribución de riesgos, cabe señalar que todas las sociedades
son y han sido “sociedades de riesgo”. En los hechos, nuestro acuerdo básico sobre una
democracia constitucional, ha podido manejar muchos riesgos.
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Dentro de este marco, nuestra sociedad desplaza el equilibrio entre individualismo,
Jerarquía, igualitarismo y el camino que postula entregarse a la esperanza de que todo
salga bien. Sin embargo, cuando la sociedad desplaza algo en una dirección
determinada, pronto se ve obligada a compensarlo mediante un desplazamiento en
otras direcciones.
-El primero, que todos deben tener una canasta igual de Derechos y Libertades. Todos
deben tener el derecho a la educación, salud, familia, cultura, trabajo, vivienda, de
expresarse, moverse, votar o asociarse.
-El segundo, es un imperativo de Igualdad. Sólo son aceptables las desigualdades, si las
ventajas de los sobresalientes están abiertas a todos y si benefician a los menos
aventajados.
V. EL DERECHO A LA CIUDAD
Ahora bien, el punto esencial es el siguiente: lo que es cultura urbana, es, en realidad, el
proceso de aculturación en la sociedad moderna (la emergencia de la economía de
mercado y del proceso de racionalidad de la sociedad) de un “concreto urbano” que debe
ser descompuesto y recompuesto en función de la integración social.
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A pesar de todo, cuando existe coincidencia de una unidad social y de una unidad
espacial, estamos en presencia de un modelo específico de sociabilidad.
Estas últimas precisiones nos muestran hasta qué punto resultaría erróneo negar toda
influencia de las condiciones espaciales sobre las conductas.
La ciudad posee una organización moral igual que tiene una física, estas dos
organizaciones se hallan incluidas en un proceso de interacción que las va formando (y
transformando) una respecto a otra.
Por otra parte, esa vasta organización ha surgido como respuesta a las necesidades de sus
habitantes, pero, una vez formada, se impone a éstos como un hecho bruto exterior, y los
conforma, a su vez, en función de la intención y de los intereses que le son propios, y que,
en diversas formas manifiesta.
-Sería absurdo negar las diferencias entre la ciudad y el campo. Lo que sostenemos es
que los rasgos fundamentales de esta cultura urbana son consecuencia directa del
proceso de industrialización y, para algunos de esos rasgos, de la industrialización
capitalista que considera al trabajo como mercancía, lo que provoca una ruptura de las
adscripciones sociales y una individualización de la fuerza de trabajo.
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-De tal forma que ya no se trata del paso de lo rural a lo urbano, sino del proceso de
destrucción de la subcultura comunitaria por la cultura de masas, es decir por la cultura
socialmente dominante. Hablando en términos de evolución social, puede hacerse
alusión a una separación entre unidad espacial y unidad social.
Partiendo de los puntos de vista expresados, pero situándonos en otro nivel de análisis,
podríamos hablar de CIUDAD cada vez que coincidan un conjunto ecológico y un sistema
autónomo de acción. Por esto último entendemos un sistema en el cual el proceso de
producción, fundamento de todo sistema institucional, es reintegrado en un proceso
complementario de organización.
Lo rural y lo urbano son los polos opuestos de un “continuum” en cuyo seno pueden
constatarse, empíricamente, situaciones relativamente diferentes y matizadas pero que,
en definitiva, poseen en común dos rasgos esenciales: todas se sitúan en ese
“continuum”, y todas evolucionan de lo rural hacia lo urbano.
La cultura urbana no es un concepto, es, hablando con propiedad, un mito, puesto que
cuenta, ideológicamente, la historia de la especie humana.
El problema reside en que historia no es lo mismo que secuencia cronológica, puesto que
en el primer caso se trata de análisis de totalidades concretas estructuradas y de los
procesos en ellas suscitadas, mientras que, en el segundo, el inventario temporal de
ciertos fenómenos nada nos dice acerca de su causación.
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verá como en un espejo si sus planes económicos se han cumplido o no, y en todo caso
podrá buscar causas y culpables.
La sociedad moderna del tipo que nos es familiar debe su dinámica propia a la forma de
sus valores. Todo lo que establece como identidad sirve para aportar posibilidades
limitadas de intercambio y sustitución, espera de oportunidades.
Así pues, cuando la moderna sociedad se auto titula “moderna” se identifica con ayuda
de una relación de diferencia con respecto al pasado.
En principio esto no es nada especial. Todo sistema social sólo puede constituir identidad
propia, mediante continuos retornos a su propio pasado. Sin embargo, este retorno no se
produce hoy a través de la identificación, sino de la desidentificación, de la diferencia:
Los móviles y las metas de un individuo, así como sus inhibiciones y sus controles, son el
producto de sus interacciones con otros. Lo que una persona ve, cree, experimente, hace
y desea depende en gran parte de la posición que ocupa en la sociedad.
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En el siglo XXI no podemos negar al sistema social, el cual nos produce y hasta cierto
punto nos sujeta. Sin embargo, la mayoría de las instituciones no sofocan en su totalidad
a sus integrantes, pues les permite ciertos ámbitos de libertad para aprender su lugar y su
posición al interior de la estructura social, brindándoles al mismo tiempo suficiente
libertad y motivación para la crítica y la transformación de estas mismas estructuras: toda
estructura social es producto de los conflictos entre distintas fuerzas que se enfrentan y
oponen para controlar la “Historia”.
Los grandes actores del sistema social son las clases sociales que se enfrentan mediante
conductas colectivas, luchas y movimientos sociales, en los cuales se originan procesos de
acomodamiento mutuos, así como negociaciones que permiten transformaciones y
cambios al interior del sistema, estructuras e instituciones, que al incorporar nuevas
modalidades de funcionamiento, dan lugar a nuevos roles, colocan a ciertos actores en
status que antes no existían y modifican la forma y el rumbo de las instituciones, lo cual
determina la aparición de nuevas contradicciones.
Sólo las negociaciones entre los distintos movimientos sociales entre sí y con el Estado
pueden posibilitar que el movimiento social adquiera una racionalidad trascendental: la
unificación de la lucha de los distintos grupos sociales bajo la égida del concepto de
SOCIEDAD CIVIL, el cual sería el último baluarte en donde la multiplicidad de luchas y
movimientos sociales podrían encontrar un asidero y desde su complementariedad lograr
acciones conjuntas que les posibiliten una transformación y la posibilidad de asir la
historicidad.
Un movimiento social sólo surge cuando alguno de los grupos en lucha es capaz de
imponer su proyecto al conjunto de la sociedad, así como modificar la faz de la
historicidad.
Aun cuando estas ideas puedan parecer hasta cierto punto anticuadas en el marco de la
conceptualización actual del “fin de la historia”, la modernidad ha avanzado lo suficiente
para plantear que después de la democracia liberal capitalista no existe proyecto posible.
Sin embargo, las luchas por la reivindicación de la sociedad civil contra el proyecto neo
liberal atestiguan la posibilidad de construir algún tipo de alternativa, la cual únicamente
será factible con la articulación de distintos tipos de movimientos sociales, luchas y
conductas colectivas que, generen posibilidades para el enlace de distintos grupos en un
mismo proyecto, Mirar con Esperanza Hacia el Porvenir: “El Derecho A la Ciudad”.
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Esa interacción entre las estructuras del mundo de la vida que operan como condición de
posibilidad y punto de partida del actuar, y las formas de intervención sobre la realidad
que se apoyan en la experiencia histórica acumulada, estos procesos de aprendizaje social
suponen una idea del cambio histórico que implica la noción de modernidad.
La moraleja del relato anterior nos debe estimular para acrecentar la esperanza de
descubrir en nuestros orígenes culturales no solo una nueva orientación de los valores
que nos pueda beneficiar conforme forjamos los valores bajo los cuales podrán regirse
nuestros hijos en el siglo XXI, sino también una aportación para la sociedad en general
en la forma de una nueva orientación de valores que se adapte a la modernidad.
Hoy, cuando hablamos de gobierno de las leyes pensamos en primer lugar en las leyes
fundamentales, que establecen no tanto lo que los gobernados deben hacer, sino la forma
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en que las leyes deben ser planteadas, y éstas obligan a los mismos gobernantes –
garantías de seguridad jurídica y legalidad- más que a los ciudadanos.
Un ordenamiento de este tipo solamente es posible si aquellos que ejercen los poderes
en todos los niveles, (autoridades) pueden ser controlados en última instancia por los
detentadores originales del poder último, de la soberanía, el “CIVIS”, el CIUDADANO.
Es indispensable que aquellos Ciudadanos que están llamados a participar para decidir,
sobre la planeación y programación de las actividades de la administración pública para la
satisfacción de sus necesidades, se planteen alternativas reales y estén en condiciones de
seleccionar entre una u otra.
Con el objeto de que se realice esta condición es necesario que a quienes deciden les sean
garantizados los derechos de la doctrina del Estado de Derecho en sentido fuerte, es decir,
del Estado que no sólo ejerce el poder sometido a la ley, sino que lo ejerce dentro de los
límites derivados del reconocimiento constitucional de los llamados derechos
“inviolables” del individuo.
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UNA VIDA DIGNA es, sin duda, el derecho humano fundamental, que se puede concebir
como la síntesis de los derechos políticos, económicos y sociales.
Las normas constitucionales que atribuyen estas garantías, individuales y sociales, no son
propiamente reglas del juego, son reglas preliminares que permiten el desarrollo del
juego:
“las necesidades” no constituyen un hecho natural y no son tratadas socialmente más
que en la medida en que son socialmente expresadas por medio de un juego político.
-El método de producción, a su vez, determina las relaciones sociales, el modo y las
prácticas de la vida y las ideas políticas, como están enraizadas en el carácter social,
ellas a su vez, determinan, sistematizan y estabilizan el carácter social.
La vida del Hombre está determinada por la alternativa inevitable entre retroceso y
progreso. Todo intento de retroceder es doloroso, cada paso adelante también es
doloroso y temible, hasta que se llega a cierto punto en que el miedo y la duda tienen
proporciones menores.
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El Hombre no puede vivir estáticamente porque sus contradicciones internas lo
impulsan a buscar un equilibrio, una armonía nueva que sustituya a la perdida armonía
animal con la naturaleza. Después de haber satisfecho sus necesidades animales, es
impulsado por sus necesidades humanas. Pero el hambre y el apetito sexual son
funciones del cuerpo con las que el Hombre nace, y la conciencia, aunque potencialmente
presente, requiere la guía del Hombre y principios que aparecen únicamente durante el
desarrollo de la cultura.
El decidir cuál es la buena y cuál la mala tiene que hacerse a base de responder a las
preguntas ¿Qué clase de Hombres necesita, pues, nuestra sociedad? ¿Cuál es la sociedad
que queremos?
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3. Estado de Derecho
4. Integración social
A menudo, estos objetivos son contradictorios entre sí, pero, desde una perspectiva
estratégica, son interdependientes. La renuncia parcial o incluso total a uno solo de ellos
pondría en peligro la consecución de todos los otros.
La sociedad cívica presupone que, además del reconocimiento y del respeto de los
DERECHOS DEL CIUDADANO se formule una declaración vinculante y efectiva (una carta)
sobre los OBLIGACIONES DEL CIUDADANO:
-El hombre como ente social, sólo es susceptible de ser preservado por el orden
jurídico en la medida en que su conducta no dañe a otro, no perjudique a los intereses de
la sociedad o no se oponga al mejoramiento colectivo.
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