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GERONTOLOGÍA SOCIAL CON VISIÓN HOLÍSTICA DEL ENVEJECIMIENTO MÓDULO III

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GERONTOLOGÍA SOCIAL CON VISIÓN HOLÍSTICA DEL ENVEJECIMIENTO MÓDULO III

Índice

Introducción

Objetivo

Capítulo I.- Envejecimiento cerebral


1.1.- Cambios anatomicos bioquimicos psicologicos
1.2.- Cambios en el sistema nervioso.
1.3.- Depresion.
1.4.- La Demencia y Seudodemencia
1.5.- Psicosis tardia, trastornos de ansiedad

Capítulo II. Dependencias a sustancias


2.- Adulto mayor y consumo de drogas
2.1.- Alcohol, sedantes hipnóticos y otras dependencias
3.-Trastornos del sueño

Capítulo III.- Condicionamientos sociales de la salud mental.

Referencias Bibliograficas.

Evaluación

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INTRODUCCIÓN

Los problemas de salud mental son frecuentes en la población adulto mayor


(AM): más de un 20% de éste grupo etario puede padecerlos con variado grados de
severidad, de acuerdo con numerosos estudios epidemiológicos a nivel mundial.

Debe pues prestárseles tanta o más importancia que a problemas de salud


física ya que pueden exacerbar sus manifestaciones (en particular las de
enfermedades crónicas), e incrementar la dependencia funcional y el mayor uso de
los recursos sanitarios.

Por otro lado, los problemas de salud mental muchas veces pasan
desapercibidos, no son diagnosticados o son sub tratados, por lo que la capacitación
de los profesionales en esta área es indispensable para un manejo oportuno y
eficiente.

En el presente módulo se hablará de la salud mental focalizada en el adulto


mayor de los problemas y enfermedades que afectan a esta población así como las
implicancias sociales en materia de salud mental.

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OBJETIVOS GENERALES

Al finalizar el presente módulo, el /la participante podrá:

• Identificar la salud mental en el adulto mayort


• Reconocer las enfermedades mentales en el adulto mayor
• Reconocer los condicionamientos sociales de la salud mental en el adulto
mayor

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CAPITULO I
1.- Envejecimiento cerebral

Los cambios en el desempeño cognitivo asociados al envejecimiento, se


correlacionan con múltiples cambios morfológicos y funcionales en el sistema
nervioso central los que son de gran relevancia biomédica puesto que además de
ser muy frecuentes, dependiendo de su magnitud, pueden ser importantes
determinantes de discapacidad.

El estudio de estos cambios no ha sido fácil en gran parte porque muchos de los
estudios han incluido en sus series a pacientes con enfermedades
neurodegenerativas o vasculares, lo que dificulta separar lo normal de lo patológico.

El cerebro humano disminuye progresivamente su masa en relación al


envejecimiento, a una tasa de aproximadamente un 5% de su peso por década
desde los 40 años de vida.

El contenido intra-craneano se mantiene estable porque la disminución de masa


cerebral se asocia a un aumento progresivo del volumen de líquido cefalorraquídeo,
probablemente secundario a una disminución del clearence de éste.

Las células del sistema nervioso central, al igual que otras células del organismo,
presentan cambios en sus componentes en relación al envejecimiento, tales como
aumento del estrés oxidativo, acumulación de daño en proteínas, lípidos y ácidos
nucleicos.

La disfunción mitocondrial parece jugar un rol muy importante en el envejecimiento


cerebral, puesto que participa en la generación de especies reactivas del oxígeno y
nitrógeno, implicadas en el daño celular.

En esta línea, se sabe que la restricción calórica sin malnutrición, una intervención
capaz de disminuir la producción mitocondrial de radicales libres y el daño oxidativo
en tejido cerebral, disminuye la caída del rendimiento cognitivo asociado a la edad.

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Durante los años cincuenta se estableció el concepto erróneo de que el


envejecimiento se asocia a una disminución importante y generalizada del número
de neuronas corticales.

Sin embargo, datos más recientes, desarrollados con mejoras tecnológicas en el


procesamiento e interpretación de imágenes, han establecido que la pérdida de
neuronas asociado al envejecimiento es mínima y no generalizada.

La pérdida neuronal se concentra en regiones bien delimitadas, como por ejemplo


el área 8A de la corteza prefrontal dorsolateral, lo que correlaciona con deterioro en
la función ejecutiva.

De manera similar, clásicamente se había descrito una disminución importante y


generalizada del largo de las dendritas, de su arborización y del número de espinas
sinápticas en múltiples nichos de la corteza cerebral.

Sin embargo, actualmente se sabe que en el envejecimiento normal estos cambios


no son generalizados, ocurren en regiones muy delimitadas, y no todos apuntan
hacia un deterioro de la morfología neuronal; de hecho se ha demostrado que en
algunas zonas del cerebro incluso hay un aumento de la arborización dendrítica en
relación a la edad.

Existen cambios en la expresión de genes y proteínas relevantes para la transmisión


sináptica, como por ejemplo canales de calcio y receptores GABA, lo que pudiera
alterar el balance entre la neurotransmisión inhibitoria y estimuladora, a favor de
ésta última en relación a la edad. Este desbalance, contribuiría a la mayor actividad
neuronal observado en la corteza prefrontal, lo que podría generar daño por
exitotoxicidad.

La dopamina, uno de los neurotransmisores más estudiado en relación al


envejecimiento, muestra una disminución de sus niveles totales en el SNC,
especialmente en la pars compacta de la substancia nigra. Además el número de
receptores de dopamina se reduce especialmente los subtipos D1 y D2 en el tálamo,
la corteza frontal, el girus cingulado anterior, corteza temporal y cuerpo estriado.

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Este deterioro de la actividad dopaminérgica asociada a la edad ha hecho plantear


que el cerebro estaría en un continuo preclínico de la Enfermedad de Parkinson.

Se han descrito además alteraciones en otras vías de neurotransmisores como la


colinérgica y la serotoninérgica, las que se han asociado a la patogenia de
enfermedad de Alzheimer y trastornos del ánimo, entre otros.

Actualmente es ampliamente aceptado que en el cerebro adulto, incluyendo el


humano, existe neurogénesis, la que se mantiene activa durante toda la vida. Estas
nuevas neuronas se originan en dos nichos específicos, la región subventricular y
en el hipocampo, y han demostrado capacidad para insertarse en los circuitos ya
existentes, siendo importantes en procesos como el aprendizaje y la memoria.

En relación a la edad y algunas enfermedades neurodegenerativas existen


alteraciones de la neurogénesis, y su rol fisiopatológico en estos proceso es materia
de estudio actúal.

El ejercicio físico aeróbico ha mostrado mejorar el rendimiento cognitivo en


humanos. El beneficio cognitivo asociado al ejercicio físico puede ser explicado por
muchos mecanismos tales como aumento de la perfusión cerebral con estímulo de
la angiogénesis, aumento de la neurogénesis, entre otras.

Estudios con imágenes funcionales cerebrales han revelado que los cerebros de
sujetos añosos muestran una activación menos coordinada y menos localizada,
espacialmente en respuesta a estímulos de función ejecutiva, particularmente en la
corteza prefrontal. La pérdida de localización es llamativa, puesto que sujetos
añosos con pérdida de localización tienen mejores rendimientos cognitivos que sus
pares de edad que mantienen la alta localización observada en sujetos jóvenes.

De manera similar a los cambios en número de neuronas y dendritas, los cambios


en la función cognitiva asociados a la edad no son uniformes, siendo la memoria y
la atención las esferas cognitivas más afectadas.

Se describe un enlentecimiento generalizado en el procesamiento de la información


y una disminución en la capacidad de cambiar o alternar el foco de atención.

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Estas capacidades muestran si gran variabilidad entre los sujetos y se ha planteado


que su disfunción de pudiera ser parte del deterioro de otras esferas cognitivas
como la memoria.

La capacidad de retener información sin manipulación por períodos cortos de tiempo


(memoria de corto plazo) en general sólo muestra un mínimo deterioro con la edad.

Sin embargo hay una gran percepción de su deterioro, puesto que la memoria de
trabajo (un constructo entre memoria de corto plazo, atención y concentración, se
encuentra afectada, siendo difícil diferenciar si su compromiso es primario, o tiene
relación con el deterioro de alguno de sus componentes.

Este deterioro en la manipulación de la memoria a corto plazo pudiera tener su


origen en el deterioro de la función ejecutiva asociada al envejecimiento, y se ha
planteado que ésta pudiera tener un sustrato anatómico en los cambios
degenerativos y funcionales que presenta la corteza prefrontal.

En relación a la memoria de largo plazo, la memoria semántica (memoria a largo


plazo asociada al conocimiento) tiende a mantenerse conservada durante el
envejecimiento, mientras que la memoria episódica (memoria a largo plazo asociada
a lo vivido y su contexto), está disminuida.

Si bien hay evidencia de que los cambios cognitivos recién descritos pudieran tener
un sustrato en el deterioro de la percepción del medio, secundario a la disminución
de la capacidad visual y auditiva que acompaña a la edad, la relación de causalidad
entre estos dominios aún es materia de estudio y discusión.

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1.1.- Cambios Anatómicos:

• Estatura: En general, crecemos hasta los 40 años y luego comenzamos a perder


1,25 mm. por año (aproximadamente 5 cm. de pérdida a los 80 años). Esto se debe
a la compactación de los discos intervertebrales, aumento de la flexión de caderas
y rodillas y aplanamiento del arco del pie.
• Piel: La dermis se adelgaza y baja la irrigación. Disminuye la elasticidad y aumenta
la laxitud, lo que hace más profundas las líneas de expresión (arrugas). Disminuye
la velocidad de crecimiento de uñas y pelo y aparecen las canas, que reflejan
pérdida de función de los melanocitos. Aparece vello facial en mujeres y el vello
nasal en hombres.
• Músculo esqueleto: A los 80 años hay una pérdida de hasta 40% de masa
muscular y los tendones se rigidizan. El aumento de velocidad de reabsorción ósea
produce osteoporosis, más marcada en mujeres.
• Sistema nervioso: El peso del encéfalo disminuye por una pérdida selectiva de
neuronas (neuronas corticales, cerebelosas e hipocampo).
• Visión: Los tejidos peri orbitales se atrofian, produciendo la caída del parpado
superior y eversión del parpado inferior. El iris se hace más rígido, la pupila más
pequeña y la lente se colorea amarillo por la oxidación de triptófano.
• Audición: Atrofia del canal auditivo externo con cerumen más denso y pegajoso. El
tímpano se engruesa y la cadena de huesecillos se altera en sus articulaciones. Hay
disminución de células de Corti y neuronas cocleares.
• Cardiovascular: Hay un leve aumento de tamaño de la aurícula izquierda. La
acumulación de tejido conectivo sub endotelial produce vasos más rígidos e
irregulares. La aorta se dilata.
• Respiratorio: Hay disminución de la superficie alveolar. La calcificación de las
articulaciones costos-esternales rigidiza el tórax, lo cual, junto con disminución de
la musculatura intercostal, produce menos eficiencia respiratoria.
• Gastro intestinal: Las encías se atrofian y se expone el cemento de los dientes,
apareciendo caries y pérdida de piezas. Los cambios musculares del esófago
alteran la deglución, y hay más reflujo de contenido gástrico hacia el esófago.
• Renal: Se pierden nefrones de la corteza renal con caída de la función de hasta un
30% a los 80 años.

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Cambios Fisiológicos

Los cambios fisiológicos más importantes tienen que ver con los ritmos fisiológicos,
la capacidad homeostática del organismo y los mecanismos de defensa contra
infecciones.

• Ritmos fisiológicos: Alteración y disminución de amplitud de los ritmos de cortisol


plasmático, temperatura corporal y acortamiento del ciclo sueño-vigilia. Además, los
ciclos se desincronizan (melatonina, hormona del crecimiento, gonadotrofinas).
Disminuye la capacidad de variar la frecuencia cardiaca y presión arterial ante
situaciones de estrés.
• Homeostasis: Hay mayor susceptibilidad a la hipo o hiper termia, ya que los
ancianos producen menos calor por kilo de peso. Producen menos calofríos y tienen
menos capacidad de vaso contrición con el frío, y vaso dilatación menos eficiente
para sudar. Regulan mal el agua corporal y tienen menos sensación de sed por lo
que fácilmente se deshidratan.
• Barreras de defensa: La disminución de acidez de la piel altera la flora bacteriana,
que junto al adelgazamiento facilita pequeñas erosiones y favorecen las infecciones
de piel. Hay menos producción de mucus en la vejiga y los bronquios, lo que permite
que micro-organismos se adhieran a su superficie, favoreciendo la infección. La
respuesta de producción de anticuerpos está disminuida y hay cambios en la
sensibilidad y función de los macrófagos, que son claves en la regulación de la
respuesta inmune.

Cambios psicológicos en el adulto mayor:


Durante la edad avanzada tienen lugar cambios en la mayor parte de funciones y
procesos psicológicos. No obstante, a modo general podemos afirmar que estos
cambios no se producen de forma equivalente en todas las personas, sino que se
ven influidos de forma clave por factores como la salud física, la genética o el nivel
de actividad intelectual y social.

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Nos focalizaremos en el análisis del desarrollo durante la tercera edad de cuatro de


los aspectos psicológicos más estudiados en este campo: las capacidades
atencionales, los distintos componentes de la memoria, la inteligencia (tanto la fluida
como la cristalizada) y la creatividad

Atención
Si bien se ha identificado de forma clara un declive en el funcionamiento de los
procesos atencionales a lo largo de la vejez, estos cambios no se dan por igual en
todos los tipos de atención. Para entender el deterioro propio de esta etapa vital es
necesario describir en qué consisten la atención sostenida, la dividida y la selectiva.

Hablamos de atención sostenida cuando una tarea requiere que mantengamos el


foco atencional fijo en un mismo estímulo durante un periodo de tiempo
relativamente prolongado.

Las personas mayores son menos precisas al iniciar las tareas, pero su grado de
acierto no se reduce más que el de los jóvenes a medida que pasa el tiempo.
En cambio, resulta mucho más marcado el deterioro de la atención dividida,
consistente en alternar el foco atencional entre distintas fuentes estimulares o
tareas.

El grado de eficacia es más bajo cuanto mayor sea la dificultad y el número de las
tareas a través de las cuales se evalúe este tipo de atención.

La atención selectiva nos permite atender de forma prioritaria a determinados


componentes estimulares, por encima de otras experiencias perceptivas menos
relevantes. Las diferencias entre personas jóvenes y mayores sólo aparecen
cuando las tareas son difíciles y cuando es necesario ignorar una cantidad
importante de información irrelevante.

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Memoria
La memoria sensorial, el más inmediato de los almacenes de memoria, muestra
generalmente un declive ligero como consecuencia del envejecimiento.
La memoria a corto plazo de tipo pasivo no parece verse afectada por la edad
excepto por un pequeño descenso en la velocidad de recuperación de la
información.

Por contra, diversos estudios longitudinales revelan que la memoria operativa o de


trabajo sí empeora a lo largo de la vejez, en especial a partir de los 70 años. Esto
se asocia a las dificultades para manejar los procesos atencionales que hemos
descrito en el apartado anterior.

En cuanto a la memoria a largo plazo, cuando el material es de tipo


procedimental o declarativo no se producen déficits asociados a la vejez. En
cambio, los recuerdos episódicos o autobiográficos se deterioran claramente a
medida que la edad avanza, si bien los de la segunda década de vida se mantienen
más que los del resto.

De forma resumida, podemos afirmar que el deterioro de la memoria no se asocia


a la vejez de forma directa sino a través de la aparición de déficits cognitivos de
intensidad patológica, lo cual no sucede en todas las personas. Por otra parte,
cuando los problemas de memoria son ligeros resulta relativamente sencillo
compensarlos con estrategias conductuales

En cuanto a la memoria a largo plazo, cuando el material es de tipo


procedimental o declarativo no se producen déficits asociados a la vejez.

En cambio, los recuerdos episódicos o autobiográficos se deterioran claramente a


medida que la edad avanza, si bien los de la segunda década de vida se mantienen
más que los del resto.

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De forma resumida, podemos afirmar que el deterioro de la memoria no se asocia


a la vejez de forma directa sino a través de la aparición de déficits cognitivos de
intensidad patológica, lo cual no sucede en todas las personas. Por otra parte,
cuando los problemas de memoria son ligeros resulta relativamente sencillo
compensarlos con estrategias conductuales.

La mayoría de personas piensan que la vejez es una etapa caracterizada por el


declive en todas las funciones del organismo, incluyendo las de tipo cognitivo. No
obstante, la investigación revela que los cambios psicológicos en la memoria, la
inteligencia, la atención o la creatividad propios del envejecimiento no patológico
son menores de lo que creemos.

3. Inteligencia
A pesar de que se han encontrado diferencias en la inteligencia en función de la
edad, éstas son diferentes en función de si se investigan de forma transversal
(comparando dos grupos de edades diferentes en un mismo momento temporal) o
longitudinal (a lo largo del tiempo en los mismos individuos). Otro aspecto clave es
la distinción entre inteligencia fluida y cristalizada.
La inteligencia cristalizada, que hace referencia al conocimiento acumulado y a su
manejo, no deja de aumentar a lo largo de la vida, excepto si se padece un trastorno
amnésico.

En cambio la inteligencia fluida, asociada a la eficiencia de la transmisión neuronal


y otros factores biológicos, muestra un deterioro intenso al menos desde los 70
años.

En este sentido cabe hacer una mención especial al fenómeno de la pérdida


terminal, que consiste en un deterioro muy intenso en las puntuaciones de CI en los
últimos 5-10 meses de vida a causa del declive físico. Como el resto de déficits
intelectuales derivados de la vejez, la pérdida terminal se asocia en mayor medida
a la inteligencia fluida que a la cristalizada.

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4. Creatividad
La creatividad se define como la capacidad humana para generar ideas nuevas y
soluciones originales a través de la asociación entre contenidos mentales ya
existentes. En psicología se suele usar el concepto de “pensamiento divergente” o
“lateral” para hacer referencia a esta capacidad, en oposición al pensamiento
convergente o vertical, basado en la lógica.

Aunque las investigaciones en torno a la evolución de la creatividad en función de


la edad son escasas, sus resultados sugieren que se mantiene e incluso mejora con
el paso del tiempo en las personas que la ejercitan.

No obstante, entre quienes no son especialmente creativas tal capacidad es inferior


en la vejez que en edades más tempranas.

1.2.- Cambios en el sistema nervioso con la edad

El cerebro y el sistema nervioso son el control central del cuerpo. Controlan los
siguientes aspectos del cuerpo:

• Movimientos
• Sentidos
• Pensamientos y recuerdos

También ayudan a controlar los órganos como el corazón y los intestinos.

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Los nervios son los caminos que llevan señales desde y hacia el cerebro y el resto
de su cuerpo. La médula espinal es el manojo de nervios que va desde el cerebro
bajando por el centro de la espalda. Los nervios se extienden desde la médula
espinal a cada parte del cuerpo.

Cambios con la edad y sus efectos en el sistema nervioso:

A medida que se envejece, el cerebro y el sistema nervioso pasan por cambios


naturales. El cerebro y la médula espinal pierden peso y neuronas (atrofia). Las
neuronas pueden comenzar a transmitir mensajes más lentamente que en el
pasado. Los productos de desecho se pueden acumular en el tejido cerebral, a
medida que las neuronas se descomponen.

Esto puede causar que se formen cambios anormales en el cerebro llamados placas
y ovillos neurofibrilares. Un pigmento graso de color marrón (lipofuscina) también se
puede acumular en el tejido nervioso.

La descomposición de los nervios puede afectar los sentidos. Se podría presentar


reducción o pérdida de los reflejos o la sensibilidad. Esto lleva a problemas con el
movimiento y la seguridad.

La reducción en el pensamiento, la memoria y la capacidad cognitiva es una parte


normal del envejecimiento. Estos cambios no son iguales en todas las personas.
Algunas presentan muchos cambios en los nervios y en el tejido cerebral. Otras
tienen pocos cambios. Estos cambios no siempre están relacionados con efectos
en su capacidad para pensar.

Problemas en el sistema nervioso en las personas mayores

La demencia y la pérdida importante de la memoria no son una parte normal del


envejecimiento. Pueden ser causadas por enfermedades cerebrales, como el mal
de Alzheimer, el cual los médicos piensan que está asociado con placas y ovillos
neurofibrilares que se forman en el cerebro y a la acumulación de lipofuscina.

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El delirio es una confusión repentina que lleva a cambios en el comportamiento y el


pensamiento. Con frecuencia, se debe a enfermedades que no tienen relación con
el cerebro. Una infección puede provocar que una persona mayor resulte
gravemente confundida. Ciertos medicamentos también pueden causar esto.

Los problemas de pensamiento y comportamiento también pueden ser causados


por una diabetes mal controlada. La elevación y disminución de los niveles de
azúcar en la sangre puede interferir con el pensamiento.

Prevención

El ejercicio físico y mental puede ayudar al cerebro a mantenerse despierto. Los


ejercicios mentales incluyen:

• Leer
• Hacer crucigramas
• Conversaciones estimulantes

El ejercicio físico favorece la circulación al cerebro. También reduce la pérdida


de neuronas.

1.3.- Depresión en personas mayores

La depresión es uno de los trastornos del estado de ánimo más prevalentes en la


actualidad. Éste se caracteriza principalmente por la presencia de tristeza y estado
de ánimo bajo, disminución de la autoestima, pérdida de placer por aquello que
anteriormente provocaba satisfacción, trastornos del apetito y/o del sueño y
sensación de fatiga habitual. Además de estos síntomas, la depresión genera
habitualmente apatía y dificultad para tomar decisiones.

Esta sintomatología se mantiene, por lo menos, durante dos meses y produce un


malestar significativo que altera el nivel de funcionalidad

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Se puede desarrollar a lo largo de cualquier etapa vital. Si bien es cierto que, debido
a algunos factores característicos del envejecimiento, el adulto mayor puede
padecer este trastorno con cierta probabilidad.

La depresión en el adulto mayor destaca principalmente por la presencia de tristeza,


anhedonia (incapacidad para experimentar placer) y síntomas psicosomáticos, es
decir, síntomas físicos producidos por procesos emocionales, tales como fatiga
crónica o dolor de cabeza.

Causas de la depresión en el adulto mayor

El origen de un trastorno depresivo es indeterminado. A continuación se explican


las tres dimensiones que pueden generar el trastorno, ya sea de manera individual
o combinada.

El factor biológico como causa de depresión en mayores

Los síntomas que forman parte de la depresión pueden deberse a una serie de
afectaciones de índole orgánica (Fuente Daniel M. Campagne, causas orgánicas y
comórbidas de la depresión)

• Alteraciones bioquímicas a nivel cerebral, las cuales van a influir en la


regulación de ciertos neurotransmisores (noradrenalina, dopamina y
serotonina).
• Déficit vitamínico y de minerales asociado a la dieta.
• Enfermedades crónicas: de condición metabólica (déficit de vitamina B12),
de tipo autoinmune (lupus), provocadas por infección viral (hepatitis), cáncer
• Enfermedad de las glándulas tiroides y paratiroides

Factor psicológico como causa de la depresión en mayores

Durante el envejecimiento pueden surgir en el adulto mayor una serie de


pensamientos y emociones de carácter negativo:

• Disminución de la autoestima
• Aumento de la inseguridad

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• Sensación de impotencia
• Pérdida de control sobre su entorno
• Ausencia o escasez de motivación vital
• Sensación de declive
• Vivencias de inutilidad
• Temor a circunstancias vitales no deseadas y desagradables, como por
ejemplo, aparición de una enfermedad grave o abandono.

Factor social como causa de depresión en mayores

Es común que, durante este periodo vital, el adulto mayor experimente algunas
circunstancias conocidas como acontecimientos vitales estresantes. Éstos hacen
referencia a aquellos sucesos relevantes en la vida de una persona, los cuales
producen estrés y, en la mayoría de las ocasiones, necesidad de readaptación:
pérdida de seres queridos (cónyuge, familiares o amigos), falta de apoyo social,
lesión o enfermedad personal, jubilación, etc.

Los acontecimientos vitales estresantes que más frecuentemente provocan


depresión en el adulto mayor son aquellos que suceden de manera brusca, los que
no son controlables, aquellos que resultan amenazantes, los acontecimientos que
transcurren de manera repetida y los que aparecen de manera conjunta o “en
racimo”.

En definitiva, la etapa del envejecimiento se ve influida irremediablemente por la


sucesión de pérdidas y sus consecuentes duelos.

No se trata únicamente de la pérdida de personas, sino también de la pérdida de


capacidades, de ocupación e, incluso, la pérdida de uno mismo a la hora de afrontar
la propia muerte.

Es importante destacar que envejecimiento no es sinónimo de depresión, la


personalidad del adulto mayor se va a ver determinada por los rasgos previos. Éstos
pueden acentuarse debido a diversas circunstancias ocurridas en esta etapa,
dependiendo siempre de la capacidad de afrontamiento de cada persona.

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Factores de riesgo asociados a la depresión en el adulto mayor

Existen ciertas circunstancias, de carácter biológico, psicológico y social, que


pueden facilitar la aparición de un trastorno depresivo en el adulto mayor, así como
contribuir a que éste se cronifique:

• Género: uno de los factores de riesgo relacionados con la depresión durante


la vejez es ser mujer (las mujeres padecen depresión con más probabilidad
que los hombres)
• Haber sufrido un accidente cerebrovascular (depresión post-ictus)
• Padecer enfermedades neurodegenerativas como Parkinson o Alzheimer
• Consumir medicamentos a diario
• Poseer un tipo de personalidad insegura con escasos recursos de
afrontamiento y/o autoestima baja
• Padecer enfermedades médicas dolorosas
• Instalarse en una residencia para personas mayores
• Sufrir trastornos del sueño
• Contar con escaso o nulo apoyo social
• Vivir solo y sentir soledad
• Abusar del consumo de alcohol
• Disponer de escasos recursos económicos
• Encontrarse en un proceso de duelo
• Recibir un tratamiento antidepresivo insuficiente (únicamente el 15% de los
adultos mayores con depresión se beneficia de un tratamiento adecuado).

1.4.- La Demencia y Seudodemencia en el Adulto Mayor.-

La demencia más frecuente en nuestro país es el Alzheimer seguida por la


demencia vascular. En la investigación realizada por el Grupo internacional de
estudio de “Demencias 10/66” se encontró que la demencia en el Perú es
más frecuente en zona urbana que en rural.

La pseudodemencia más frecuente está representada por las depresiones en la


adultez mayor, una buena proporción de casos cursan con olvidos y confusiones.

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Particularmente son esas depresiones de inicio tardío, después de los 50 años de


edad.

Existen factores de riesgo prevenibles tanto para Alzheimer como para la


demencia vascular. Estos principalmente giran en torno al estilo de vida que incluye:
enfermedades físicas de riesgo, nivel educativo y estimulación intelectual,
exposición a golpes en la cabeza e intoxicaciones, actividad física.
Existe el riesgo genético en el caso de Alzheimer que debe advertirse ya que por
ejemplo aquellos portadores de ApoE4 (sustancia que se endosa en sangre) tienen
mayor riesgo de desarrollar la enfermedad.

Para la pseudodemencia depresiva están los factores de riesgo vascular como son
la hipertensión arterial y estilos de vida saludable, así como conflictos y otros
estresores de vida.

La prevención empieza desde la niñez y es un procedimiento en el que la gente


joven debe mirar en espejo al anciano deteriorado para cuidar sus factores de
riesgo. Es factible la prevención si desde joven uno control factores de riesgo.

La prevención se recomienda especialmente para aquellas personas que entre sus


familiares tienen a alguien con “demencia senil” o “arterioesclerosis” como se le
llamaba antiguamente.

Pseudodemencia Depresiva corresponde a un subgrupo de pacientes en edad


avanzada que se presentan con depresión, pero que además de las alteraciones
anímicas, también desarrollan síntomas de deterioro cognitivo. Los síntomas más
frecuentes son: apatía, disminución del apetito, perdida de interés por el entorno,
insomnio, inquietud, alteraciones de la memoria y alteraciones en la concentración.

Una vez tratada la depresión, revierten su funcionamiento cognitivo, aunque un


porcentaje no menor (aproximadamente 30%) evoluciona a demencia primaria. Por
estas conclusiones, de diversos estudios de seguimiento, el término ha sido
cuestionado.

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En los mecanismos fisiopatológicos de la depresión se alteran los sistemas de


neurotransmisión serotoninérgica, noradrenérgica, dopaminérgica y peptidérgica.

La serotonina produce la inhibición o la activación de la neurotransmisión en el


sistema nervioso central. Desde las neuronas de los núcleos dorsales y caudales
del rafe se extienden numerosas proyecciones serotoninérgicas hacia áreas
cerebrales asociadas a síntomas depresivos. Se ha observado disminución de los
niveles de serotonina en el líquido céfaloraquídeo de pacientes con depresión.

El sistema noradrenérgico está también implicado en la depresión. El sistema


dopaminérgico implica áreas cerebrales de las que depende el comportamiento y
funciones fisiológicas alteradas en la depresión. Principalmente por la afección del
eje hipotálamo-hipofisario-suprarenal en algunos adultos mayores, los síntomas
depresivos pueden ser más prolongados.

Una exposición a la incrementada liberación de cortisol es lo que generaría el


deterioro de memoria (teoría de la Cascada Glucocorticoidea postulada por Sapolky
el año 2000). Mientras que a corto plazo la secreción de glucocorticoides es
beneficiosa para el enfrentamiento del organismo al estrés, a largo plazo altas
concentraciones de estas sustancias pueden resultar perjudiciales. En el hipocampo
hay receptores de glucocorticoides que juegan un papel muy importante en la
inhibición de su secreción.

La degeneración hipocampal que se da con el envejecimiento o por la exposición


crónica a glucocorticoides, causa un deterioro gradual en su feedback inhibitorio.
Debido a que la depresión habitualmente involucra el eje hipotalámico-pituitario-
adrenal y el hipocampo está atrofiado en la demencia, esta hipótesis postula un
mecanismo potencial por el que la depresión podría contribuir biológicamente al
desarrollo de una demencia.

La Doctora Mariela Guerra nos habla de la Seudodemencia: “Si una depresión se


inicia por primera vez después de los 50 años constituye en gran proporción un
factor de riesgo para desarrollar demencia o Alzheimer, pero también sucede que
muchas personas que tienen una depresión intensa y profunda en edades de la

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adultez o del adultez mayor cursan con problemas de memoria, confusión y


problemas de atención”.(Guerra 2011).

Depresión o Demencia? Descartar desde el inicio una demencia en un paciente


geriátrico que consulta por depresión y queja de memoria puede ser un gran
desafío. Hay algunas alteraciones en las conductas de los pacientes con depresión
(insomnio, anorexia, llanto y tristeza), que se pueden observar con frecuencia en los
pacientes con demencia, independiente al grado de deterioro.

La menor prevalencia de depresiones en las demencias severas puede ser un


artefacto secundario a las dificultades que comporta la detección de ciertos
síntomas psicopatológicos en este grupo. ::

Demencia

Comparación entre demencia y pseudodemencia depresiva, primero aparecen


las alteraciones cognitivas, estado de ánimo inestable cooperan pero es inadecuado
en la evaluación cognitiva y neurológica.

Afasia: puede disfrutar de las cosas.

Pseudodemencia depresiva, primero aparecen las alteraciones del estado de


ánimo permanentemente alterado, no coopera o no se somete a la evaluación
cognitiva y neurológica.

Sin afasia: no disfruta de las cosas.

Hasta un 86% de los pacientes con demencia manifiestan síntomas depresivos en


algún momento de su evolución.

En el adulto mayor, debemos respondernos las siguientes preguntas ante un cuadro


depresivo: Es un primer episodio de depresión? (depresión tardía), existe el
antecedente de un síndrome depresivo previo? Es una recidiva? Trastorno bipolar?
Es un trastorno depresivo menor en un paciente con demencia? Distimia? Son los
síntomas depresivos secundarios al uso de algún fármaco o enfermedad sistémica?

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La historia y antecedentes que aporten los familiares son muy útiles, para así lograr
el enfoque en uno de los siguientes grupos diagnósticos en el adulto mayor:
Depresión preexistente con demencia nueva trastorno cognitivo sintomático de una
depresión.

Depresión como primer síntoma de demencia depresión reactiva a un deterioro


cognitivo debido al solapamiento que frecuentemente se produce entre depresión y
demencia, puede resultar difícil el diagnóstico diferencial entre ambas entidades.

En el trastorno cognitivo producido por un trastorno funcional como la depresión, en


ausencia de una patología demencial degenerativa, se presume que las
alteraciones neuropsicológicas son parcial o totalmente reversibles como
consecuencia de la remisión del trastorno de base (pseudodemencia).

La depresión junto a la demencia podría ser uno de los mayores problemas


psicopatológicos que afecta a la gente anciana.

La prevalencia oscila, de acuerdo a los diferentes criterios diagnósticos, entre el 1 y


el 30%. Mientras algunos hablan de síntomas depresivos, otros se rigen por criterios
diagnósticos más estrictos incluyendo en estas cifras a los pacientes que cumplen
criterios para el diagnóstico de algún síndrome concreto como el trastorno depresivo
mayor o el trastorno distímico.

Los síntomas depresivos aparecen aproximadamente en el 15% de la población


mayor de 65 años. La prevalencia de la depresión mayor en la misma población es
del 3%. Aun así, sólo reciben tratamiento psiquiátrico el 10% de los adultos mayores
que lo necesitarían.

Probablemente esto se deba a las dificultades para diagnosticar con claridad estos
trastornos en las personas mayores. Se ha descrito entre muchas otras, la
posibilidad de que la depresión sea una reacción psicológica ante la conciencia de
un deterioro cognitivo y perdida de funcionalidad e independencia.

En la fisiopatología de la demencia existen alteraciones colinérgicas y algunos


fármacos antidepresivos, como los tricíclicos, producen un efecto anticolinérgico. La

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exposición prolongada al tratamiento con algunos de estos fármacos podría


predisponer biológicamente al desarrollo de una demencia.

Por éste y muchos otros efectos adversos, es que fármacos tricíclicos como la
amitriptilina, no se recomienden para pacientes geriátricos. La depresión, como
precesor o como manifestación inicial de una demencia, tendría como mecanismo
biológico la perdida de neuronas noradrenérgicas.

En pacientes con depresión y demencia se ha descrito atrofia en Locus Coeruleus.


La depresión presenta un prevalencia más alta que en la población general
prácticamente en todas las etiologías de demencia, tanto corticales como
subcorticales.

Wels publicó en American Journal Psychiatry los conceptos de pseudodemencia


depresiva y depresión tipo Alzheimer; términos utilizados por algunos especialistas
hasta el día de hoy.

Actualmente; se sabe que la concomitancia de demencia y depresión incrementa la


incapacidad, provoca un mayor deterioro de las actividades de la vida diaria,
aumenta las posibilidades de institucionalización y la mortalidad es más elevada.

Al presentarse con una alta prevalencia e incidencia en los pacientes geriátricos, los
trastornos depresivos se han convertido en un problema importante de salud pública
a nivel mundial, ya que reducen la calidad de vida e impiden a la personas mayores
realizar con éxito las actividades de la vida diaria.

1.5.- Psicosis tardía y trastorno de ansiedad en el adulto mayor


ría del esfuerzo científico y asistencial

La esquizofrenia ha estado orientado al segmento más joven de población que la


padece. Algunos autores han estimado que el 90 % de los trabajos sobre
esquizofrenia excluye a la población mayor de 65 años.

Sin embargo, los cambios demográficos han hecho que un porcentaje cada vez
mayor de individuos afectados por esta enfermedad alcance una edad avanzada,
por lo que el interés hacia estos pacientes ha ido aumentando progresivamente.

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En España, hasta hace pocas décadas, los pacientes con esquizofrenia envejecían
tradicionalmente en los hospitales psiquiátricos, y su condición permanecía
ignorada. Esta situación ha cambiado tras el cierre o transformación de muchos
hospitales psiquiátricos, por lo que la atención a los pacientes esquizofrénicos
ancianos se realiza con frecuencia en recursos asistenciales no específicos, como
residencias de ancianos, sin asistencia psiquiátrica, o bien malviven en la
comunidad sin contar con los apoyos necesarios. Sin duda se está incubando un
problema asistencial de primera magnitud, ya reconocido en otros países.

Se estima que, aproximadamente, el 23,5 % de los pacientes con esquizofrenia


desarrollan la enfermedad después de los 40 años, lo que se considera
esquizofrenia de inicio tardío. Solo el 4 % presenta el inicio por encima de los 60
años, a lo que se denomina como esquizofrenia de inicio muy tardío. En conjunto,
se estima que la esquizofrenia mantiene en la población anciana una prevalencia
cercana al 0,65 %, de los que un 15-20 % correspondería a formas de inicio tardío
(40-65 años) y el resto a pacientes que presentaron un inicio más temprano. Menos
de una décima parte de los pacientes ancianos con cuadros psicóticos similares a
la esquizofrenia tienen un inicio posterior a los 65 años, y un porcentaje significativo
de estos casos evolucionan posteriormente a demencia.

Las personas con esquizofrenia de inicio temprano presentan una evolución


variable al envejecer. Las cifras sobre remisión completa oscilan entre el 8 % y el
49 % de casos; estas discrepancias se explican por diferencias metodológicas entre
los estudios. Otro 20 % presenta un curso fluctuante, con remisiones más o menos
completas y recaídas. En el 60 % de los casos la enfermedad se presenta de forma
permanente, aunque con intensidad variable.

Generalmente, tras los 10 primeros años de evolución, el cuadro clínico tiende a


estabilizarse, o a mejorar ligeramente.

Se considera que el sexo femenino, el inicio a edad más avanzada, el predominio


de los síntomas positivos sobre los negativos, la presencia del subtipo paranoide, el

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inicio precoz del tratamiento y la presencia de soporte sociofamiliar (por ejemplo,


estar casado), son factores de buen pronóstico para la evolución.

En la esquizofrenia de inicio temprano en personas mayores nos encontramos con


frecuencia con cuadros estabilizados, con predominio de los síntomas negativos y
con importantes problemas de comorbilidad somática. Asimismo, hay que destacar
la frecuente presencia de síntomas de tipo depresivo, que complican tanto el cuadro
clínico como el ajuste social y la calidad de vida en general de estos pacientes.

Por otra parte, cuando comparamos los sujetos ancianos esquizofrénicos con
individuos sanos de su misma edad, encontramos en los primeros déficits
cognitivos, como deterioro de la memoria o alteraciones en las funciones ejecutivas,
así como la capacidad de planificación o la interpretación de conceptos abstractos.

En la mayoría de los casos, estos déficits permanecen estables, pero existe una
minoría de pacientes, generalmente de edad más avanzada, con menor nivel
educativo y síntomas positivos más prominentes, en los que puede darse una
evolución progresiva hasta alcanzar el diagnóstico de síndrome demencial.

En cuanto a la etiología de estos casos de demencia, permanece desconocida


aunque estudios recientes basados en la hipótesis de la reserva cerebral permiten
aventurar que puede producirse una confluencia de los cambios típicos de la
enfermedad de Alzheimer aun sin alcanzar el nivel suficiente para realizar un
diagnóstico de esta entidad con el deterioro característico de la esquizofrenia.

Asimismo, es frecuente la presencia de deterioro funcional y problemas sociales en


los pacientes ancianos con esquizofrenia.

En un estudio sobre esta población, solo el 30 % de los pacientes había llegado a


desempeñar algún tipo de actividad laboral, y la mayoría (70 %) se encontraba
residiendo en la comunidad con un apoyo social deficitario igual que en poblaciones
más jóvenes, la presencia de síntomas negativos, deterioro cognitivo y nivel

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educativo previo bajo, se correlacionan positivamente con una peor adaptación


social.

Estos aspectos son de gran importancia a la hora de efectuar un abordaje


terapéutico integral.

En cuanto a la esquizofrenia de inicio tardío, desde el punto de vista psicopatológico,


los delirios y alucinaciones pueden aparecer igualmente que en las formas
tempranas, aunque los delirios de paramentos voces o ruidos que emergen de
tabiques, suelos o techos, con carácter persecutorio son más frecuentes en la
esquizofrenia tardía, y las alucinaciones visuales o cenestésicas son también más
características en estos casos.

En cambio, las alteraciones formales del pensamiento y los síntomas negativos,


como aplanamiento afectivo o abulia, son menos frecuentes en las formas tardías.
Por lo que respecta a la etiología de las formas tardías, permanece sin esclarecer,
aunque en algunos casos de inicio muy tardío se ha encontrado un mayor riesgo de
evolución a demencia, así como una mayor presencia de hiperintensidades de la
sustancia blanca periventricular.

Pese a estas diferencias, nos referiremos a las distintas formas de esquizofrenia en


personas mayores en su conjunto, englobándolos bajo el término «esquizofrenia
tardía». La razón para ello es que la gran mayoría de los trabajos sobre el
tratamiento de la esquizofrenia en ancianos no realizan esta distinción, y de hecho,
en la práctica, los abordajes terapéuticos, en el actual estado de conocimientos, son
similares. Este es el enfoque utilizado en la mayoría de manuales clínicos,
incluyendo los publicados bajo el auspicio de la International
Psychogeriatric Association.

También es el criterio adoptado por la revisión Cochrane más reciente sobre el


tema.

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El abordaje terapéutico de la esquizofrenia es complejo en cualquier momento del


ciclo vital.

En la población anciana, se unen a las dificultades habituales las propias de este


momento de vida.

Tabla I

Áreas de evaluación en la esquizofrenia tardía


1. General: edad, sexo, idioma, educación, ocupación, metas.
2. Médica: diagnósticos, historia, medicaciones, estado físico, dolor, disconfort.
3. Funcional: nivel de funcionamiento en actividades básicas e instrumentales de
la vida diaria, capacidad motora y funcional.
4. Psicopatológica: síntomas positivos y negativos, prestando especial atención a
los aspectos emocionales (estado de ánimo, sufrimiento, fuentes de placer y
malestar).
5. Cognoscitiva: capacidad de comprender, aprender, recordar y realizar procesos
de pensamiento.
6. Social: relaciones significativas, capacidad de interactuar y conversar,
preferencias.
7. Comportamiento: conductas desadaptativas o socialmente inaceptables.
8. Hábitos: rutinas, higiene, baño, alimentación, sueño, ejercicio.
9. Intereses: estilo de vida, aspiraciones, eventos y fechas significativas, aficiones.
10. Necesidades especiales: gafas, audífono, dieta, medicamentos, silla de ruedas,
andador, etc.
11. Intervenciones: historia de las intervenciones practicadas con el paciente y la
respuesta a ellas.
12. Habilidades: capacidades o habilidades especiales, fortalezas.
13. Religión: preferencias, hábitos, convicciones, valores.

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GERONTOLOGÍA SOCIAL CON VISIÓN HOLÍSTICA DEL ENVEJECIMIENTO MÓDULO III

Hacia una terapia integral


El abordaje terapéutico de la esquizofrenia es complejo en cualquier momento del
ciclo vital. En la población anciana, se unen a las dificultades habituales las propias
de este momento de la vida.

Con frecuencia se ha hecho demasiado énfasis en el papel de la terapia


farmacológica en el tratamiento de la esquizofrenia tardía, de manera que el
concepto de «tratamiento» se ha convertido en un sinónimo de «tratamiento
farmacológico».

Sin negar el papel fundamental de los fármacos antipsicóticos en el tratamiento de


la esquizofrenia tardía, existe cada vez un convencimiento mayor de la necesidad
de realizar un abordaje integral de estos trastornos, que incluya las dificultades
cognitivas y funcionales derivadas de los mismos.

En esta terapia integral se incluyen no solo los tratamientos farmacológicos, sino


también las intervenciones psicoterapéuticas centradas en el paciente, el abordaje
de la problemática de los cuidadores, y las modificaciones ambientales y sociales
necesarias para proporcionar un entorno protector y estimulante a estos pacientes.

Una terapia integral solo puede surgir de una evaluación integral. El abordaje
interdisciplinar es la mejor forma de enfocar este problema, aunque a veces puede
no ser posible. Idealmente, los pacientes residentes en la comunidad deberían ser
evaluados al menos por el psiquiatra, el psicólogo y el trabajador social, y debería
efectuarse un intercambio de información con el equipo de atención primaria
(médico, enfermera).

En el caso de pacientes institucionalizados, debería contarse también con el


terapeuta ocupacional y la enfermera.

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El objetivo de la evaluación interdisciplinar consiste en elaborar un listado


jerarquizado de problemas clínicos, y establecer en consonancia un plan de
tratamiento individualizado, que debe actualizarse periódicamente.

En los últimos años se han desarrollado varios instrumentos de evaluación integral


que puede ser de ayuda a la hora de establecer el listado de necesidades y el plan
de intervención.

Entre ellos podemos citar el MRC 21 a o el CANE ambos suficientemente versátiles


y adecuados para su empleo en la práctica clínica habitual.

Tabla II

Etapas en la elaboración y aplicación de un plan integral de tratamiento


Para el paciente anciano con esquizofrenia
1. Diagnóstico:
1.1. Historia previa, sintomatología actual (síntomas positivos, negativos y
cognoscitivos, funcionamiento, trastornos del comportamiento).
1.2. Diagnóstico diferencial.
2. Definir la relevancia de las anomalías observadas en las diferentes áreas.
3. Identificar puntos fuertes y débiles del paciente.
4. Identificar desencadenantes de las alteraciones del comportamiento u otras
conductas desadaptativas.
5. Elaborar un plan de intervención interdisciplinar.
6. Consolidar una relación de confianza.
7. Establecer un tratamiento farmacológico adecuado.
8. Optimizar el funcionamiento y la calidad de vida, apoyándose en los puntos
fuertes preservados.
9. Abordar las conductas socialmente inaceptables o disruptivas.
10. Paliar los déficits funcionales.
11. Abordar los aspectos familiares y psicosociales.

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12. Abordar los aspectos éticos y legales.


13. Considerar los riesgos y complicaciones de otras enfermedades y tratamientos
intercurrentes.
14. Monitorizar la evolución del paciente de forma sistemática y pautada, y ajustar
en consonancia el plan de tratamiento.

Trastornos de ansiedad en el adulto mayor.-


Los trastornos de ansiedad del anciano han recibido escasa atención. La presencia
en estas edades de la vida de otros trastornos mentales más específicos y graves
como las demencias explica que la ansiedad y sus trastornos se hayan considerado
‘patología ligera’. Sin embargo, tienen un impacto considerable en la funcionalidad
del sujeto, suponen un deterioro importante en la calidad de vida y se asocian con
una mayor mortalidad.

Por otra parte, generan una carga asistencial importante. Con frecuencia, los
pacientes con patología ansiosa solicitan asistencia, principalmente en atención
primaria, ya que rara vez son capaces de atravesar los filtros asistenciales y recibir
asistencia especializada, que con frecuencia conlleva que no sean tratados
correctamente.

Los trastornos de ansiedad suponen, además, un importante coste. Su elevada


presencia, el amplio grupo poblacional al que afecta y la mayor demanda obliga a
plantear, como objetivo asistencial prioritario, la atención correcta a esta patología.

Si conocemos más de su naturaleza, de su clínica y evolución podremos tratarla


más eficazmente y esto se traducirá en una mejor calidad de vida del paciente y de
su entorno.

Datos epidemiológicos
Si se observa la distribución de los diagnósticos principales de pacientes ancianos
asistidos en el marco especializado u hospitalario, los trastornos por ansiedad
representan sólo un porcentaje pequeño de ellos y no suelen ser motivos de

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primeras consultas, por lo que podría inferirse que son trastornos infrecuentes en
estas edades, pero dicha conclusión no sería acertada.

Si el acercamiento al problema se realiza desde los estudios de población general,


que representan de forma más correcta lo que ocurre en un grupo poblacional, la
realidad es distinta.

Se dispone de numerosos datos procedentes de estudios comunitarios que se


llevaron a cabo en las décadas de 1980 y 1990. Aunque en estos estudios las tasas
de prevalencia de los trastornos ansiosos en la población anciana pueden presentar
diferencias considerables por las diferentes metodologías empleadas en cada uno
de ellos, en todos los casos suele ser superior al 10%. Es más frecuente entre las
mujeres que entre los varones, con una ratio que puede oscilar entre 2 y 6,5, en
función del trastorno concreto que se analice.

Uno de los estudios recientes, el National Comorbidity Survey Replication (NCS-R),


realizado por Kessler, observa que los trastornos de ansiedad están presentes en
al menos el 15,3% de la población mayor de 60 años estudiada, con alta frecuencia
de comorbilidad intracategoría. De éstos, los cuadros fóbicos son los más
frecuentes.

Las fobias simples son muy habituales entre los ancianos (7,5%), y generalmente
les han acompañado a lo largo de toda su vida. La agorafobia (en el 1%) es el
trastorno que con más frecuencia se ha iniciado en la senectud. Es más raro que la
fobia social (presente en el 6,6% de los mayores) alcance significación clínica,
quizás porque las conductas de evitación social son menos relevantes en los
ancianos.

El trastorno de ansiedad generalizada está relativamente presente en pacientes


mayores; representa un 3,6% de la población anciana comunitaria, y entre un tercio
y la mitad de estos cuadros se han desarrollado durante esta etapa del ciclo vital.

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GERONTOLOGÍA SOCIAL CON VISIÓN HOLÍSTICA DEL ENVEJECIMIENTO MÓDULO III

Con frecuencia, se expresa de forma comórbida con la patología depresiva en la


que parece diluirse, y pierde su entidad nosológica. Algo menos presente está el
trastorno por estrés postraumático (2,5%), aunque algunos datos parecen indicar
que pudiera ser más frecuente, sobre todo en mujeres ancianas que han podido
sufrir experiencias de abusos, pero suelen diagnosticarse erróneamente como
cuadros depresivos, trastornos no específicos de ansiedad o como patología
somática.

Por el contrario, los cuadros obsesivos (0,7%) y de pánico (2%) son más inusuales
en los mayores. Cuando aparecen, su clínica es similar a la de los adultos, aunque
más mitigada y con menos evitación, aunque encontramos diferencias en la
temática y naturaleza de los temores y las obsesiones en los ancianos como, por
ejemplo, mayor preocupación relacionada con el temor a olvidar nombres o de
escrupulosidad egosintónica.

Una de las cuestiones que ha interesado a los estudios comunitarios es si la


prevalencia de los trastornos de ansiedad decrece con la edad. La conclusión,
corroborada en todos los estudios, es que, efectivamente, los trastornos de
ansiedad son menos frecuentes entre los ancianos que en edades más jóvenes, al
igual que en otros trastornos mentales como los del humor o los de dependencia a
sustancias.

En cierta manera se aprecia un comportamiento lineal; a medida que aumenta la


edad de la población analizada, disminuye su presencia.

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CAPITULO II

2.- Adulto mayor y consumo de drogas.-

El consumo de sustancias suele asociarse a personas jóvenes, pero este problema


no tiene límites de edad. Los datos actuales relativos a las personas mayores son
escasos, lo que complica la estimación exacta de la magnitud y las implicaciones
del problema.

No obstante, las previsiones para los próximos años son preocupantes y es


probable que el consumo de sustancias por adultos mayores se convierta en un
problema olvidado en unos ciudadanos olvidados.

Europa está experimentando un envejecimiento pronunciado de su población. En el


siglo XX, el número de europeos de 65 años o más se ha triplicado y la esperanza
de vida se ha duplicado con creces. En 2028, más de la cuarta parte de la población
europea tendrá 65 años o más.

Se calcula que el número de personas mayores con problemas de consumo de


sustancias o con necesidad de tratamiento por algún trastorno relacionado se
duplicará con creces entre 2001 y 2020. Ello se debe en parte al tamaño de la
cohorte del «baby boom» (nacida entre 1946 y 1964) y a la tasa más alta de
consumo de sustancias en ese grupo.

El creciente número de adultos mayores con problemas de consumo de sustancias


impondrá nuevas y mayores demandas a los servicios asistenciales. Los programas
orientados sobre todo al tratamiento de poblaciones jóvenes tendrán que adaptarse
para atender las necesidades de este grupo de más edad.

Medicamentos de venta con y sin receta médica

Las personas mayores son consumidores frecuentes y habituales de medicamentos


de venta con y sin receta. Las personas mayores de 65 años consumen casi un
tercio de todos los medicamentos que se recetan, entre ellos benzodiazepinas y

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GERONTOLOGÍA SOCIAL CON VISIÓN HOLÍSTICA DEL ENVEJECIMIENTO MÓDULO III

analgésicos opiáceos. La prescripción y el abuso de medicamentos psicoactivos es


más probable en las mujeres mayores que en los varones, y las primeras tienen
también un mayor riesgo de abusar de la medicación recetada que otros grupos de
edad. Además, en este grupo es especialmente probable que los problemas se
pasen por alto.

El abuso de medicamentos recetados entre las personas mayores puede ser


iatrogénico (causado involuntariamente por el tratamiento). Esto puede ocurrir si no
se hace una vigilancia periódica del consumo de medicación y de la respuesta al
tratamiento o si se prescriben diferentes medicamentos con efectos interactivos
adversos. La exposición médica a medicamentos recetados con riesgo de abuso o
dependencia es una causa importante de consumo problemático de drogas en
muchos adultos mayores.

Los adultos mayores que terminan abusando de los medicamentos prescritos se


diferencian de los que consumen drogas ilícitas en que el abuso puede ser
intencionado o involuntario. Este tipo de incidentes varía en gravedad, desde casos
aislados de abuso, uso indebido como cuando se «pide prestado» un medicamento
a un amigo o familiar o uso recreativo periódico, hasta abuso persistente.

Pueden desarrollarse tolerancia y dependencia física cuando se consumen


medicamentos prescritos durante largos períodos de tiempo, aunque sea en las
dosis adecuadas, y pueden aparecer síntomas de abstinencia al suspender la
administración del fármaco.

El abuso intencionado de medicamentos de venta con o sin receta por los adultos
mayores puede implicar: el consumo deliberado de dosis mayores de las prescritas,
el consumo durante largos períodos, la acumulación de medicación y el consumo
de medicamentos con alcohol.

Drogas ilícitas

Al igual que las personas más jóvenes, los adultos mayores pueden consumir
drogas ilícitas. Si bien el consumo de drogas ilícitas es menos frecuente en este

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GERONTOLOGÍA SOCIAL CON VISIÓN HOLÍSTICA DEL ENVEJECIMIENTO MÓDULO III

grupo, su prevalencia está aumentando. Las estimaciones de los Estados Unidos


indican que el número de personas de 50 años o más que necesitan tratamiento por
problemas relacionados con el consumo de drogas ilícitas podría aumentar hasta
un 300 % entre 2001 y 2020. A medida que la metadona y los programas de
mantenimiento de otro tipo sean más eficaces para mantener a los pacientes en
tratamiento y reducir las muertes por sobredosis, el número de pacientes mayores
aumentará gradualmente.

En Europa, entre 2002 y 2005, la proporción de pacientes de 40 años o más en


tratamiento por problemas con los opiáceos sobre los que se ha informado se ha
duplicado con creces (del 8,6 % al 17,6 %). Aunque se sabe poco sobre los factores
de riesgo para el consumo de drogas ilícitas en adultos mayores, los antecedentes
de abuso o dependencia suelen ser un rasgo habitual: la mayoría de los
consumidores de drogas ilícitas mayores se inician temprano en el consumo.

El consumo de drogas ilícitas también supone un problema entre las personas con
trastornos mentales coexistentes. En los servicios de salud mental, el cannabis es
la droga ilícita consumida con más frecuencia. Además, los consumidores
habituales de drogas recreativas se están haciendo mayores y pueden experimentar
más complicaciones con la edad.

Las personas mayores metabolizan las drogas más lentamente y el cerebro puede
hacerse más sensible a los efectos de las drogas con la edad. Muchos estimulantes
producen alteraciones en el funcionamiento de los receptores cerebrales, lo que
suscita preocupación por sus efectos a largo plazo.

Esos problemas pueden interaccionar con otros procesos y acelerar la progresión o


aumentar la gravedad de las alteraciones neurocognitivas asociadas al
envejecimiento.

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2.1.- Alcohol :

Las estadísticas indican que hasta el 10 % de la población de mayores de los


Estados Unidos son consumidores masivos o problemáticos de alcohol y que entre
el 2 % y el 4 % cumple los criterios diagnósticos de consumo o dependencia del
alcohol.

En Europa, el 27 % de las personas de 55 años o más declara que consume alcohol


a diario. Los datos disponibles indican que este grupo de edad tiene un riesgo
relativamente alto de experimentar problemas con la bebida.

Los cambios metabólicos y fisiológicos asociados al envejecimiento pueden


ocasionar efectos perjudiciales con niveles más bajos de consumo que en los
bebedores más jóvenes.

En un estudio sobre el abuso del alcohol en pacientes de seis países europeos se


demostró que los bebedores problemáticos mayores tenían más problemas de
salud física que los jóvenes, a pesar de beber menos y depender menos del alcohol
que estos últimos.

El consumo excesivo de alcohol en personas mayores puede agravar los problemas


médicos asociados al envejecimiento. Los adultos mayores con problemas de salud
que son bebedores masivos presentan un riesgo elevado y deben ser objeto de
intervenciones que les ayuden a resolver ese problema en particular.

El consumo combinado de drogas y alcohol eleva el riesgo de sufrir problemas


sociales y de salud. Los medicamentos aparentemente inocuos, de venta con o sin
receta, pueden interaccionar con el alcohol, causando una sedación excesiva y un
mayor riesgo de sufrir accidentes y lesiones.

Igualmente, el consumo combinado de alcohol y otras drogas puede provocar


problemas en las personas mayores, incluso si el consumo de alcohol es leve o
moderado.

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Los adultos mayores consumen con frecuencia depresores del sistema nervioso
central (como benzodiazepinas y analgésicos opiáceos).

Los efectos adversos de estos fármacos se potencian incluso con cantidades


pequeñas de alcohol.

Además, la mezcla de alcohol y sedantes aumenta considerablemente el riesgo de


sobredosis.

Riesgos especiales para las personas mayores:

El proceso de envejecimiento suele asociarse a una serie de problemas sociales,


psicológicos y de salud. Muchos de ellos son factores de riesgo para el abuso de
sustancias en las personas mayores y pueden verse agravados a su vez por el
consumo de sustancias.

En las personas mayores, los problemas sociales pueden deberse a la pérdida de


un ser querido, al aislamiento social, a la falta de apoyo social o a dificultades
económicas.

Los problemas psicológicos consisten en depresión, soledad, ansiedad, problemas


de memoria, alteración cognitiva, demencia y confusión. Los problemas físicos
pueden ser falta de movilidad, caídas, cuidados personales insuficientes y una mala
salud en general.

El envejecimiento eleva el riesgo de sufrir trastornos médicos dolorosos y la gran


mayoría de las personas mayores declara haber experimentado recientemente
algún tipo de dolor. Esto puede hacer que la persona inicie o mantenga un consumo
indebido de sustancias (entre ellas el alcohol) para ayudarla a sobrellevar el dolor
debido a la corta duración de sus efectos analgésicos.

Por ejemplo, el dolor se menciona en ocasiones entre los motivos para el consumo
terapéutico de cannabis.

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A medida que los consumidores crónicos de drogas envejecen, muchos de ellos


contraen enfermedades graves y terminales y es posible que algunos recurran a las
sustancias psicoactivas para sobrellevarlas.

La necesidad de ofrecer cuidados paliativos a los enfermos terminales que abusan


de sustancias plantea problemas especiales.

Se trata de un gran reto para los profesionales médicos y los servicios de asistencia
sanitaria, porque no se sabe bien cómo atender mejor las necesidades de esta
población terminal.

Identificación y evaluación:

La elevada prevalencia de los problemas de salud en los adultos mayores que


consumen sustancias, muchos de ellos mantienen un contacto frecuente con los
servicios médicos.

Los centros de atención primaria y otros servicios asistenciales ofrecen, por tanto,
una valiosa oportunidad para detectar problemas en este grupo. Sin embargo, a
pesar del contacto regular con profesionales sanitarios, es habitual que los
trastornos por consumo de sustancias en las personas mayores se pase por alto o
se diagnostique incorrectamente.

Muchos médicos carecen de formación adecuada en este campo y los criterios


diagnósticos actuales para evaluar la dependencia y la adicción en los adultos
mayores pueden ser insatisfactorios.

Asimismo, las enfermedades comórbidas frecuentes observadas en los adultos


mayores (por ejemplo, deterioro cognitivo) pueden dificultar su identificación y
algunos trastornos concomitantes (como agitación, confusión) pueden ser
antecedentes o consecuencias del consumo de sustancias.

Es posible también que los adultos mayores no quieran reconocer su problema


debido al estigma que implica en su grupo de edad. Por tanto, para evaluar mejor

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GERONTOLOGÍA SOCIAL CON VISIÓN HOLÍSTICA DEL ENVEJECIMIENTO MÓDULO III

los trastornos por consumo de sustancias en los adultos mayores puede que se
precisen indicadores del abuso y la dependencia específicos de la edad.

Asimismo, es posible que se necesite una distinción más clara entre los diferentes
tipos de consumo de sustancias que tenga en cuenta una serie de manifestaciones
conductuales y clínicas.

El abuso de iniciación tardía puede presentar características de dependencia


menores o diferentes. Podrían implantarse procedimientos de vigilancia sencillos y
mejores mediante un control adecuado de las prescripciones reiteradas y/o de la
prescripción de diferentes medicamentos.

Podrían utilizarse también cuestionarios específicos de identificación y evaluación


para atender mejor las necesidades y los problemas de las personas mayores.

Tratamiento

Intervenciones y servicios

Las realidades del cambio demográfico y la creciente demanda de servicios por


parte de consumidores mayores de sustancias están imponiendo una presión
económica a los recursos existentes.

La propia inacción tiene también un coste, que puede incrementarse aún más si se
producen crisis posteriores.

El gasto total en este grupo de mayores podría reducirse ofreciendo intervenciones


oportunas y eficaces en unos marcos adecuados.

Como ya se ha explicado, la asistencia de los pacientes mayores requiere prestar


una mayor atención a los problemas de salud comórbidos. Las personas mayores
con un consumo abusivo de sustancias pueden, por ejemplo, sufrir enfermedades
crónicas, como hepatopatías causadas por infección crónica por hepatitis C o
enfermedades relacionadas con el VIH y, por tanto, necesitar formas especializadas
de tratamiento.

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GERONTOLOGÍA SOCIAL CON VISIÓN HOLÍSTICA DEL ENVEJECIMIENTO MÓDULO III

Los servicios de drogodependencias suelen disponer de recursos limitados para


ofrecer tratamiento médico. Los programas de consumo de sustancias dirigidos a
adultos mayores deberían poder prestar servicios médicos básicos, remitiendo a los
pacientes con problemas de salud más graves o complejos a servicios médicos
especializados.

Es preferible realizar la desintoxicación en un centro médico para evitar posibles


interacciones entre los medicamentos y otras sustancias o debido a la presencia de
enfermedades comórbidas.

En algunos casos, los cambios metabólicos que ocurren con la edad determinan la
necesidad de una posología diferente. Aunque no se conocen bien muchos de los
aspectos terapéuticos relacionados con los consumidores mayores abusivos de
sustancias, sí se sabe que los pacientes de más edad consiguen resultados
similares o mejores que los adultos más jóvenes cuando inician un tratamiento.

Los ciudadanos mayores deben tener acceso a unos servicios sanitarios eficaces
que les traten con dignidad y delicadeza. Para ello podría ser necesario desarrollar
una gama más amplia y alternativas al tratamiento actual.

Consumo de Alcohol en el adulto mayor:

Entre un 2 y un 3 por ciento de los alcohólicos tiene más de 65 años. En algunos


casos el alcoholismo es el resultado de una larga historia de abuso, pero en la
mayoría adopta la forma de un escape a una realidad difícil de asumir.

Si bien la mayor parte de la investigación y de los esfuerzos por parte de los


programas que combaten las adicciones suele estar enfocadas en aquellos que
caen en las garras del alcoholismo a temprana edad, ésta es una enfermedad que
puede presentarse en cualquier etapa de la vida. Con respecto a la franja etaria que
abarca a las personas con más de 65 años, se estima que esta representa
aproximadamente un 2 o un 3 por ciento del total de personas que sufren la adicción.

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GERONTOLOGÍA SOCIAL CON VISIÓN HOLÍSTICA DEL ENVEJECIMIENTO MÓDULO III

Según los expertos, en las personas mayores de 65 años el alcoholismo puede


adoptar dos formas. La forma terminal de la alcoholización se caracteriza por la
dependencia física, y a la que las personas mayores llegan luego de "una larga
carrera" de 10, 15 ó 20 años de beber en forma constante (pero acompañada de
una alimentación regular que permite la supervivencia). Estos alcohólicos crónicos
suelen estar bastante deteriorados y presentan signos característicos como la
pérdida de la memoria y demencia, entre otros.

Sin embargo, es más común el caso de los abusadores, personas mayores con una
mala situación socioeconómica, que viven solas y que suelen ser rechazadas por
sus familias; ellos recurren al alcohol (generalmente de mala calidad) para obtener
el efecto de una droga. Utilizan una sustancia adictiva como el alcohol para escapar de
una realidad que no pueden asumir.

Los que están en condiciones de administrar su pensión, lo compran en cualquier


tienda ó supermercado. Quienes ya no pueden manejarse en forma independiente,
requieren de terceros para conseguirlo y si no cuentan con ellos, se las ingenian
para encontrar en alguna parte de la casa una botella escondida u olvidada.

Este es un fenómeno sobre el que se habla poco y se sabe aún menos. Sin
embargo, algunos adultos mayores también son víctimas de este flagelo.

Si bien es posible que la dependencia etílica haya comenzado durante la juventud


o madurez y que se haya mantenido hasta la senectud, esto es lo menos habitual,
ya que cuando se trata de grados elevados de alcoholismo, es difícil sobrevivir hasta
una edad avanzada.

De acuerdo a la Encuesta Nacional de Salud 2009-2010 en Chile, cuando se analiza


a quienes han bebido la última semana, se observa que el promedio de días de
consumo nacional en el adulto es 1,63 días de la semana. Es decir, el consumo
interno total de alcohol en Chile se distribuye en sólo 84,76 días al año. Los adultos
mayores de 65 años tienen un consumo de 2,72 días promedio a la semana, el cual
es significativamente superior a los otros grupos de edad.

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GERONTOLOGÍA SOCIAL CON VISIÓN HOLÍSTICA DEL ENVEJECIMIENTO MÓDULO III

Esto cobra especial relevancia si se considera que esta etapa de la vida, el consumo
excesivo de alcohol puede llegar a tener efectos a nivel orgánico y psicológico
mucho más graves que en una persona joven.

Es así como esta adicción produce y agrava una serie de enfermedades, como
neuropatías, depresiones, fracturas por caídas, desnutrición, y problemas
cardiovasculares y gástricos.

Habitualmente, el problema es detectado por terceros o porque los afectados


acuden al médico por dolencias o consecuencias que no atribuyen al alcohol, como
problemas gastrointestinales, de equilibrio o memoria. Estos elementos sumados a
otros factores como, un aspecto descuidado y en situaciones extremas, desaseado
puede llevar a sospechar que la esposa, esposo, padres o los abuelos están
abusando del alcohol.

La dependencia al alcohol es una de las principales causas de discapacidad en todo


el mundo; sin embargo, el consumo y el abuso de alcohol a menudo no se aprecian
como relevantes para el cuidado de los adultos mayores.

La sensibilidad del sistema nervioso central al alcohol aumenta con la edad, y la


interacción entre los medicamentos y alcohol es motivo de especial preocupación
en este grupo de edad, si se tiene en cuenta el alto porcentaje de ancianos que
consumen diferentes tipos de fármacos. En el AM los problemas con el alcohol a
menudo se presentan de manera inespecífica como accidentes, insomnio y
maltrato.

El consumo de alcohol es uno de los principales factores de riesgo de


morbimortalidad a nivel global, donde el mayor impacto se presenta en los jóvenes
y adultos, principalmente de sexo masculino. Sin embargo, la experiencia
internacional indica que el consumo excesivo de alcohol entre los adultos mayores
también representa un problema serio de salud pública (Blow, 1998).

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GERONTOLOGÍA SOCIAL CON VISIÓN HOLÍSTICA DEL ENVEJECIMIENTO MÓDULO III

El costo y los efectos sobre la salud derivados del consumo excesivo de alcohol
por parte de este grupo son sustanciales y su magnitud es probable que aumente a
la par con el envejecimiento de la población (Saitz, 2005).

En Estados Unidos por ejemplo, la proporción de adultos mayores que son


hospitalizados anualmente por enfermedades asociadas con el alcohol es
aproximadamente la misma que aquellos internados producto de un infarto al
miocardio (Adams, Yuan, Barboriak, Rimm, 1993).

Así también, el alcohol puede exacerbar trastornos médicos que son comunes en
las personas mayores, como lo son la insuficiencia cardíaca y la hipertensión
(Saitz, 2003).

La alta sensibilidad y baja capacidad para metabolizar el alcohol, sumado a la mayor


prevalencia de algunas deficiencias nutricionales y a los problemas que pueden
ocurrir por la mezcla de alcohol con medicamentos, representan factores de riesgo
adicionales que aumentan los efectos perjudiciales del consumo excesivo de
alcohol en adultos mayores (Saitz, 2003).

La comprensión de los patrones de uso de alcohol de los adultos mayores y los


factores asociados a éste, es una información importante para el diseño de políticas
públicas de salud, atención y tratamiento idóneas para este grupo. Sin embargo,
poco se conoce, en particular en Chile y otros países Latinoamericanos, respecto a
las prevalencias y patrones de consumo de alcohol y factores asociados.

3.-Trastorno del sueño en el adulto mayor.-

La mayoría de los adultos necesitan 7 u 8 horas de sueño por noche para sentirse
descansados y alertas, en especial, los mayores de 65 años. A medida que
envejecemos, se pueden producir cambios en los patrones de sueño. Estos cambios
causan insomnio o problemas para dormir.

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Algunos trastornos del sueño en adultos mayores son los siguientes:

• Estar cansado más temprano por las noches.


• Despertarse temprano a la mañana.
• Despertarse a mitad de la noche y no poder volver a dormir.
• Tener insomnio, un trastorno que dificulta quedarse dormido o mantener el sueño.

Los adultos mayores suelen ver cambios en su ciclo de sueño. Esto puede deberse a
la edad, al estilo de vida o a problemas de salud. Las sustancias químicas y las
hormonas del organismo son uno de los factores. Por ejemplo, a medida que
envejecemos, el cuerpo produce menos melatonina. Esta es la hormona natural que
regula el ciclo del sueño. Algunos hábitos, como fumar y beber alcohol o cafeína,
también pueden afectar el sueño.

Algunos medicamentos pueden dificultar el sueño. Al sentir dolor, es difícil dormirse.


Algunos problemas de salud también pueden ocasionar trastornos del sueño. La
diabetes y los problemas de próstata pueden producir cansancio, ya que uno se
despierta para orinar muchas veces durante la noche.

Otras enfermedades, como la insuficiencia cardíaca congestiva o la insuficiencia renal,


pueden causar problemas del sueño. Puede tener problemas para acostarse y ponerse
cómodo para quedarse dormido.

Si debe dormir en una silla reclinable o si se despierta muchas veces durante la noche,
es importante comunicar al profesional de la salud, será quien podrá verificar si hay
algún problema de salud subyacente que causa sus trastornos del sueño.

El envejecimiento afecta a todas las funciones del organismo, incluido el sueño, aunque
no a todas ellas lo hace con la misma intensidad ni en el mismo momento.

Además en los ancianos la edad cronológica no siempre coincide con la fisiológica, por
lo que los cambios en los patrones de sueño pueden aparecer en algunos sujetos antes
y en otros más tarde.

En comparación con adultos jóvenes se ha observado varios cambios prominentes que


afectan tanto a la arquitectura del sueño nocturno como al ritmo circadiano de sueño-

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vigilia. Todos estos cambios contribuyen a que el sueño de los ancianos se caracterice
por ser más “frágil” que el de los sujetos más jóvenes.

Existe controversia sobre si la necesidad de sueño disminuye con la edad. Sin


embargo, las personas de edad avanzada sanas tienden a necesitar y obtener el mismo
tiempo de sueño que tenían cuando eran jóvenes, aunque pueden tener distinta
arquitectura y diferente distribución del mismo en 24h.

Los trastornos del sueño en adultos mayores pueden deberse a cualquiera de las
siguientes causas:

• Enfermedad de Alzheimer
• Alcohol
• Cambios en el reloj interno natural del cuerpo, lo que lleva a que algunas
personas se duerman más temprano en la noche
• Enfermedad crónica como insuficiencia cardíaca
• Ciertos medicamentos, hierbas, suplementos y drogas psicoactivas
• Depresión (es una causa común de problemas de sueño en personas de
todas las edades)
• Afecciones neurológicas y cerebrales
• No ser muy activo
• Dolor causado por enfermedades como la artritis
• Estimulantes como la cafeína y la nicotina
• Orinar frecuentemente durante la noche

Apnea del sueño

Un trastorno del sueño común es la apnea del sueño. Hace que la respiración de
la persona se detenga de forma anormal y vuelva a comenzar mientras duerme.

Las personas que la padecen suelen roncar ruidosamente. La respiración se detiene


entre 10 y 30 segundos por vez. Al comenzar a respirar de nuevo, se produce un
ronquido o resuello que puede despertarlo.

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GERONTOLOGÍA SOCIAL CON VISIÓN HOLÍSTICA DEL ENVEJECIMIENTO MÓDULO III

Esto puede ocurrir cientos de veces durante una noche. Cada vez que se despierta,
se interrumpe el patrón de sueño. La apnea del sueño impide descansar bien por la
noche. Además, dejar de respirar durante demasiado tiempo puede ser perjudicial.
También puede provocar hipertensión arterial e incrementar su riesgo de infarto
de miocardio.

Síndrome de las piernas inquietas (SPI)


El SPI es una enfermedad que provoca dolores o molestias en las piernas. Ocurre
al elevar las piernas cuando está sentado o acostado. Puede sentir que las piernas
no se quedan quietas. El SPI también puede causar problemas del sueño.

Trastorno de movimientos periódicos de las piernas (TMPP)

El TMPP es una afección en la cual las piernas patean al dormir. La mayoría de las
veces, el paciente no sabe que está pateando. Si duerme acompañado, esta
persona puede hacérselo saber. El TMPP puede impedir el buen descanso y causar
cansancio durante el día. Algunas personas pueden tener SPI y TMPP.

Tratamiento del trastorno de sueño en adultos mayores.

Aliviar el dolor crónico y controlar las condiciones médicas, como la micción


frecuente puede mejorar el sueño en algunas personas. Tratar la depresión también
puede mejorar el sueño.

Dormir en una habitación tranquila donde no hace demasiado calor o demasiado


frío y tener una rutina relajante a la hora de acostarse puede ayudar a mejorar los
síntomas. Otras formas de promover el sueño incluyen estos consejos de estilo de
vida saludable:

• Evitar comidas grandes poco antes de acostarse.


• Evitar los estimulantes como la cafeína después de la mitad de la tarde.
• Hacer ejercicio regularmente temprano en el día.
• Ir a la cama y despertar a la misma hora todos los días.
• No tomar siestas.
• Usar la cama solo para dormir o hacer actividad sexual.

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GERONTOLOGÍA SOCIAL CON VISIÓN HOLÍSTICA DEL ENVEJECIMIENTO MÓDULO III

• Si no puede quedarse dormido después de 20 minutos, salga de la cama y


haga una actividad tranquila, como leer o escuchar música.
• Evite usar pastillas para dormir, si es posible. Pueden conducir a la
dependencia y pueden empeorar los problemas del sueño con el tiempo si
no los usa de la manera correcta. Su proveedor debe evaluar sus riesgos de
somnolencia diurna, efectos secundarios mentales (cognitivos) y caídas
antes de comenzar a tomar medicamentos para dormir.
• Si cree que necesita pastillas para dormir, hable con su proveedor acerca de
qué píldoras son seguras para usted cuando se toman correctamente.
Ciertas pastillas para dormir no deben tomarse a largo plazo.
• No consuma alcohol en ningún momento cuando use pastillas para dormir.
El alcohol puede empeorar los efectos secundarios de todas las pastillas para
dormir.

Narcolepsia

El síntoma nuclear y más característico de la narcolepsia son los accesos súbitos


de sueño que se dan durante la vigilia, independientemente de si la persona ha
dormido mucho o poco. Además de la hipersomnolencia diurna, el resto de signos
típicos de la narcolepsia son la cataplexia (pérdida súbita del tono muscular), las
alucinaciones hipnagógicas y las parálisis del sueño.

En los últimos años se ha demostrado que la narcolepsia se relaciona con un déficit


de la hormona orexina o hipocretina, que cumple funciones importantes en la
regulación del apetito y en la de los estados de vigilia y sueño. En concreto, se
cree que este trastorno del sueño se debe a la destrucción de neuronas liberadoras
de orexina en el hipotálamo lateral y que tiene un componente genético-hereditario
muy relevante.

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CAPITULO III

3.- Condicionamientos Sociales de la Salud Mental.-

Los determinantes sociales de la salud son las circunstancias en que las personas
nacen, crecen, viven, trabajan y envejecen, incluido el sistema de salud. Esas
circunstancias son el resultado de la distribución del dinero, el poder y los recursos
a nivel mundial, nacional y local, que depende a su vez de las políticas adoptadas.
Los determinantes sociales de la salud explican la mayor parte de las inequidades
sanitarias, esto es, de las diferencias injustas y evitables observadas en y entre los
países en lo que respecta a la situación sanitaria.

En respuesta a la creciente preocupación suscitada por esas inequidades


persistentes y cada vez mayores, la Organización Mundial de la Salud estableció en
2005 la Comisión sobre Determinantes Sociales de la Salud, para que ofreciera
asesoramiento respecto a la manera de mitigarlas. En el informe final de la
Comisión, publicado en agosto de 2008, se proponen tres recomendaciones
generales:

• Mejorar las condiciones de vida cotidiana


• Luchar contra la distribución desigual del poder el dinero y los recursos
• Medición y análisis del problema

Protección social a lo largo de la vida


Todo el mundo necesita protección social a lo largo de la vida: en la infancia, durante
la vida laboral, y en la vejez. Esa protección también es necesaria en determinadas
circunstancias inesperadas, como en caso de enfermedad, discapacidad y pérdida
de ingresos o del trabajo. Cuatro de cada cinco personas en el mundo carece de la
protección básica que proporciona la seguridad social. Extender la protección social
a toda la población, en los países y en el mundo, constituirá un paso decisivo para
alcanzar la equidad sanitaria en una generación. La Comisión pide:

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GERONTOLOGÍA SOCIAL CON VISIÓN HOLÍSTICA DEL ENVEJECIMIENTO MÓDULO III

• Que se establezcan políticas integrales de protección social y se refuercen


las existentes;
• Que se vele por que los sistemas de protección social incluyan a quienes
están en situación de precariedad laboral, en particular quienes trabajan en
el sector no estructurado, el servicio doméstico o la asistencia a otras
personas.

Con el objetivo de crear conciencia sobre los problemas de salud, el 10 de octubre


se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental. El bienestar emocional y la salud
mental tienen la misma importancia en todas las etapas de la vida, sin embargo con
frecuencia se relega a los adultos mayores creyendo que estos problemas afectan
en mayor medida a los más jóvenes.

La demencia y la depresión en los ancianos son problemas de salud pública

Demencia

Es un síndrome que se caracteriza por la mengua de la memoria y la capacidad de


pensar, trastornos del comportamiento e incapacidad para realizar las actividades
de la vida cotidiana. Afecta principalmente a los ancianos, pero no es una parte
normal de la vejez.

Se calcula que en el mundo hay unos 47,5 millones de personas aquejadas de


demencia. Se prevé que el número de estas personas aumentará a 75,6 millones
en 2030 y a 135,5 millones en 2050; además, la mayoría de esos pacientes vivirán
en países de ingresos bajos y medianos.

La demencia lleva aparejados problemas sociales y económicos de envergadura


por lo que toca a los costos de la asistencia médica, social e informal que impone.
Por otra parte, las presiones físicas, emocionales y económicas pueden agobiar a
las familias. Tanto las personas aquejadas de demencia como quienes las asisten
necesitan apoyo sanitario, social, económico y legal.

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Depresión

La depresión puede causar grandes sufrimientos y trastorna la vida cotidiana. La


depresión unipolar afecta a un 7% de la población de ancianos en general y
representa un 5,7% de los años vividos con una discapacidad entre las personas de
60 años de edad y mayores. En los establecimientos de atención primaria de salud
la depresión no se diagnostica ni se trata como debiera. Es frecuente que los
síntomas de este trastorno en los adultos mayores se pasen por alto y no se traten
porque coinciden con otros problemas que experimentan los adultos mayores.

Los adultos mayores con depresión tienen un desempeño más deficiente en


comparación con los que padecen enfermedades crónicas como las enfermedades
pulmonares, la hipertensión arterial o la diabetes sacarina. Este trastorno también
aumenta la percepción de tener mala salud, la utilización de los servicios médicos y
los costos de la asistencia sanitaria.

Estrategias de tratamiento y asistencia

Es importante que los prestadores de asistencia sanitaria y la sociedad en su


conjunto presten atención a las necesidades especiales de los grupos de población
de edad mayor mediante las medidas siguientes:

• capacitación de los profesionales sanitarios en la atención de los ancianos;


• prevención y atención de las enfermedades crónicas que acompañan a la vejez,
como los problemas mentales, neurales y por abuso de sustancias psicotrópicas;
• elaboración de políticas sostenibles sobre la asistencia a largo plazo y los cuidados
paliativos;
• creación de servicios y entornos que favorezcan a las personas de edad.

Promoción de la salud

La salud mental de los adultos mayores se puede mejorar mediante la promoción


de hábitos activos y saludables. Ello supone crear condiciones de vida y entornos
que acrecienten el bienestar y propicien que las personas adopten modos de vida
sanos e integrados. La promoción de la salud mental depende en gran medida de
estrategias conducentes a que los ancianos cuenten con los recursos necesarios
para satisfacer sus necesidades básicas, tales como:

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• Protección y libertad;
• Viviendas adecuadas mediante políticas apropiadas;
• Apoyo social a las personas de edad más avanzada y a quienes cuidan de ellas;
• Programas sanitarios y sociales dirigidos específicamente a grupos vulnerables
como las personas que viven solas y las que habitan en el medio rural o las
aquejadas de enfermedades mentales o somáticas;
• Programas para prevenir y abordar el maltrato de los adultos mayores;
• Programas de desarrollo comunitario.

Intervenciones

El reconocimiento y tratamiento oportunos de los trastornos mentales,


neurorológicos y por abuso de sustancias psicotrópicas en los adultos mayores
revisten una importancia decisiva. Se recomienda aplicar intervenciones
psicosociales y farmacológicas.

No se cuenta hoy por hoy con medicamentos para curar la demencia, pero es mucho
lo que se puede hacer para apoyar y mejorar la vida de las personas que la padecen,
así como a sus cuidadores y familias, como por ejemplo:

• El diagnóstico temprano para promover el tratamiento oportuno y óptimo;


• La optimización de la salud física y psíquica y el bienestar;
• la identificación y el tratamiento de las enfermedades físicas conexas;
• La detección y el tratamiento de síntomas comportamentales y psíquicos difíciles;
y el suministro de información y apoyo prolongado a los cuidadores.

La atención de la salud mental en la comunidad

Una buena asistencia sanitaria y social en general es importante para mejorar la


salud, prevenir enfermedades y tratar los padecimientos crónicos de las personas
mayores. Por lo tanto, es importante capacitar a todo el personal sanitario que debe
enfrentarse con los problemas y trastornos relacionados con la vejez.

Para ello es imprescindible proporcionar a los adultos mayores una atención de


salud mental eficaz en el nivel comunitario. La misma importancia tiene poner de
relieve la asistencia prolongada de los adultos mayores aquejados de trastornos
mentales, así como dar formación, capacitación y apoyo a quienes los atienden.

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Es imprescindible contar con un marco legislativo apropiado, basado en las normas


internacionales sobre derechos humanos, para ofrecer los servicios de la mejor
calidad a las personas con enfermedades mentales y a quienes cuidan de ellas.

La respuesta de la OMS

Los programas de la OMS en pro de un envejecimiento activo y sano han creado un


marco mundial para la actuación en los países.

La OMS apoya la meta de los gobiernos de fortalecer y mejorar la salud mental de


los adultos mayores y de basar los planes de acción y las políticas en estrategias
eficaces.

La OMS reconoce que la demencia es un problema de salud pública, y ha publicado


el informe “Demencia: una prioridad de la salud pública”, en el que aboga por
emprender acciones a nivel nacional e internacional.

La demencia, la depresión y otros trastornos mentales de gran importancia están


incluidos en el Programa de Acción Mundial en Salud Mental, por el cual se pretende
mejorar la asistencia de los trastornos mentales, neurales y por abuso de sustancias
psicotrópicas mediante la aportación de orientaciones e instrumentos para el
desarrollo de los servicios de salud en las zonas pobres.

La OMS organizó en marzo de 2015 la Primera Conferencia Ministerial sobre la


Acción Mundial contra la Demencia, con la que se fomentó la concienciación sobre
los retos económicos y de salud pública que plantea la demencia y se trató de
entender mejor las funciones y responsabilidades de los Estados Miembros y de
otras partes interesadas, y que llevó a un llamamiento a la acción respaldado por
los participantes en la conferencia.

A los adultos mayores se les invita a que realicen un análisis interno para descubrir
sus propias habilidades y capacidades, con el objetivo de interesarlos en seguir
construyendo su plan de vida y sentirse satisfechos de haberse preocupado por
disfrutar cada acción que realizaron, dejando de lado cualquier pensamiento

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GERONTOLOGÍA SOCIAL CON VISIÓN HOLÍSTICA DEL ENVEJECIMIENTO MÓDULO III

negativo que les impida distinguirse como personas que enfrentan la vida siempre
con optimismo.
Al resto de la sociedad, que seguramente tiene algún lazo afectivo con algún adulto
mayor, se le presentan situaciones que explican como actúa la psicología de una
persona de edad avanzada o de alguien que presenta algún tipo de demencia, y así
al ser más empáticos con ellos, proveerles un entorno favorable que les permita
expresar sus inquietudes, sentirse queridos y tomados en cuenta para que
conserven su salud emocional hasta edades muy avanzadas.
“La sociedad tiene para con las personas mayores, el deber y la responsabilidad
moral de retribuirles medios de vida, bienestar, agradecimiento y respeto,
reconociendo que lo que hoy tenemos es fruto de su esfuerzo v dedicación”.

Casi todas las personas adultas mayores son emocionalmente saludables, aunque
en el plano psicológico se pueden presentar ciertos cambios en la memoria, el
aprendizaje, la atención, la orientación y la agilidad mental. No obstante, la
educación, la cultura y la experiencia adquirida durante la vida constituyen una
buena base para reentrenar o reaprender las habilidades que van disminuyendo.
Así también, la vejez puede ser una época de realización, de agradable
productividad y de la consolidación de habilidades y conocimientos. Sin embargo,
los recursos emocionales de esta etapa con frecuencia disminuyen debido a
muchas crisis y tensiones acumuladas, a las que las personas deben enfrentarse y
que pueden ser el detonador de algún problema de salud mental.

Algunos de estos retos pueden ser:

 Vivir con una enfermedad crónico-degenerativa que obliga a modificar su


independencia y formas de vida activa.
 La pérdida de la pareja, de algún amigo o de algún miembro de la familia.
 Aislamiento y soledad.
 Un escaso ingreso económico.
 Modificación del lugar que ocupaba en la familia como pareja, líder o
proveedor.

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 Las enfermedades mentales o emocionales pueden manifestarse de muchas


maneras, por lo que en ocasiones es difícil reconocerlas. Se confunden con
dolencias o enfermedades físicas.
 También pueden ser negadas por la familia y los amigos, o mal interpretadas
como una parte normal del envejecimiento.

El adulto mayor enfrenta la realidad del envejecimiento en medio de una sociedad


que practica la marginación social de los adultos mayores, sintiéndose así mismo
como alguien que ya no cuenta mucho para los demás, aún en la familia, ya no se
diga en la sociedad. Por lo tanto sufren la experiencia de vivir su autoestima en
decadencia, que los lleva inclusive a la depresión.
En ocasiones, el adulto mayor se encuentra sin las herramientas que le permiten su
adaptación, tales como la motivación o refuerzos sociales. Al carecer de estas
herramientas es difícil que se adapte a nuevos hábitos y circunstancias de vida,
además de que siente que la sociedad no lo valora en la forma en que el adulto
mayor considera que sería lo justo.
Por otra parte, encontramos que existen adultos mayores que son más intelectuales
o permanecen mentalmente activos, los cuales son capaces de enfrentar su vejez
con mayor serenidad que aquellos cuya vida carece de sentido. Es de ellos de quien
se debe aprender.
En la medida de lo posible el adulto mayor debe permanecer en el medio físico,
familiar y social en el que ha desarrollado su vida; debe respetarse su forma
personal de relación con los lugares, objetos y personas que han configurado su
existencia, todo ello favorece su salud mental.

Es evidente que la ausencia de un apoyo familiar firme es un factor de riesgo de


institucionalización nada deseable, ya que el objetivo es que el adulto mayor esté
en su medio habitual, rodeado de su familia, de sus cosas; que sea tratado como
un ser humano rico en sabiduría, experiencias y vivencias.

Un aspecto relacionado con la salud mental es la plena capacidad de dormir y


descansar apropiadamente, por lo que el insomnio, que consiste en el desorden de
iniciación y sostenimiento del sueño, puede ser un problema que genere irritación,
agotamiento, somnolencia durante el día, etc. Este problema presenta una serie de

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elementos que deben ser analizados adecuadamente para establecer una atención
correcta.
Cuando se trata de insomnio transitorio, para combatirlo se recomienda llevar a
la persona a la cama a una hora determinada diariamente; despertarle siempre a la
misma hora; hacerlo dormir en una habitación fresca, limpia, tranquila y oscura; y
por último ayudarle a hacer ejercicio a diario, pero ni muy intensamente, ni muy
tarde. No se aconseja que la persona tome siestas durante el día (hasta donde sea
posible); tome café, té o bebidas con cafeína, en especial cerca de la noche al igual
que las bebidas con alcohol (le obligarán a levantarse al baño para orinar), ó llevarle
demasiado temprano a la cama.
En lo que respecta al insomnio crónico (cuando el problema lleva más de un mes
de suceder), lo aconsejable es consultar al médico.
También es un factor de desestabilización emocional el que la persona adulta mayor
sea víctima de maltrato o violencia, la cual se puede dar por diferentes factores:
problemas familiares, escasos recursos económicos, agotamiento por parte del
cuidador o familiar, pero sobre todo por una intolerancia debida al desconocimiento
de las necesidades de las personas adultas mayores.
Por otro lado, la demencia es uno de los problemas de salud mental más graves
que aquejan a las personas adultas mayores, ya que se debe a un desorden
progresivo de las funciones intelectuales superiores, tales como la memoria, el
lenguaje, la concentración y la motricidad (movimiento de los brazos y piernas),
afectando las actividades de la vida diaria.

En el transcurso de la vejez, las personas experimentarán cambios que pueden


desafiar su bienestar emocional. Algunos de estos cambios pueden causar una
enfermedad mental.
La tarea para envejecer exitosamente nos compromete a entender los cambios que
hay que enfrentar y tratar de prepararse para ellos.
Es importante considerar las siguientes preguntas:
- ¿Qué arreglos de subsistencia y de estilos de vida son
buenos para mí?
- ¿Qué tipo de comodidad o bienestar, independencia y
compañía espero?

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- ¿Cuál va a ser mi pensión?


- ¿Qué puedo hacer para estar mental y físicamente apto o
apta?
- ¿Qué servicios de salud mental y física existen?
Por otra parte es importante el no acostumbrarse a los estados de ánimo negativos
o desagradables, no hay que rendirse.

La terapia puede beneficiar a las personas adultas mayores, sobre todo la grupal,
ya que ofrece la oportunidad de compartir preocupaciones, intercambiar
experiencias y estrategias, además de ayudar a superar la soledad.

Guía sencilla de evaluación de la salud mental en el adulto mayor.


Es muy común que se olvide las cosas o las actividades que se tiene que realizar.
Por lo general se debe a que no se ejercita la memoria, o a que está muy
preocupado por algo, aunque si esto sucede con mucha frecuencia no está de más
que se le apliquen las siguientes preguntas:
- ¿Qué fecha es hoy?
- ¿En qué año estamos?
- ¿En qué mes estamos?
- ¿Qué día del mes es hoy?
- ¿Qué hora es, aproximadamente?
- ¿En qué lugar estamos?
- ¿En qué país?
- ¿En qué estado?
- ¿En qué ciudad o poblado?

Se debe tener cuidado especial cuando la persona adulta mayor tiene dificultad para
concentrarse, para seguir el hilo de una conversación y se le olvidan las actividades
cotidianas.
Se recomienda estimularlo mucho, que continúe reaprendiendo; proporcionarle
lecturas sencillas y atractivas, y luego pedirle que las relate a los demás.

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Jubilación desde lo social:


Es un proceso que lo lleva a su vez a otras pérdidas: del poder, de autonomía
económica y del rol que venía ocupando dentro de la sociedad. En la actualidad es
muy recomendable que todo individuo se prepare anticipadamente a vivir este
proceso de cambio en la vida. Si la persona no se prepara para este evento tan
impactante con un nuevo plan de vida que le proporcione satisfacciones y le permita
seguir participando activamente en la sociedad sin ser segregado, posiblemente se
encuentre un tanto desconcertado al llegar el tiempo de su jubilación.
Es por eso que se recomienda que existan redes de apoyo que evite el aislamiento,
la soledad y la depresión, que pudieran inclusive llevarlo a la muerte.

Muerte del cónyugue


Con mayor frecuencia vamos a observar la muerte del esposo, de tal forma que hay
más viudas que viudos. En el caso de que ocurra primero la muerte de la esposa
existen estudios que han reportado la mayor dificultad de los varones para
adaptarse a vivir solos. Si esto sucede en edades tempranas de la vejez, el hombre
se casa nuevamente, o vive frecuentemente en soledad y depresión. Si esto ocurre
en edades más avanzadas, la depresión lo puede llevar a la muerte, sobre todo si
no recibe atención o apoyo por parte del resto de la familia, o en los casos que así
lo requiera, de ayuda profesional.

Pérdida de los hijos


En caso de muerte de alguno de los hijos, significa una pérdida muy significativa,
donde los sentimientos son devastadores. Los padres esperan morir antes que sus
hijos, es el orden natural de la vida.
Cuando la situación se revierte y el hijo muere primero que los padres, parecería
que algo está equivocado.
El duelo después de la muerte de un hijo es uno de los más prolongados y una de
las pérdidas con las que es más difícil vivir.

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Soledad

A muchos les resulta difícil adaptarse a estar solos, sobre todo cuando perdieron a
su pareja y los hijos se van del hogar, lo importante es que no continúen en la
cadena de la soledad que los lleva al aislamiento y posteriormente a la depresión.
Aquí es importante la existencia de redes de apoyo que le ayuden a manejar
adecuadamente su soledad.

Falta de oportunidades
Al adulto mayor muchas veces ya no se le hace partícipe en muchas
actividades tanto dentro de la familia como fuera de ella, y esto le afecta en forma
importante, ya que el no hacerlo sentir útil disminuye su autoestima.

Frustración de toda la vida


El adulto mayor en ocasiones ve en su vida pasada un mundo gris lleno de vacíos
y con pocas satisfacciones. Por lo tanto se tiene que trabajar en la búsqueda de un
sentido de vida que le ayude a lograr un cambio en su vida presente y en lo que
falta por vivir, aunque sea poco tiempo. La terapia de reminiscencia puede ser una
alternativa de apoyo, buscando los recuerdos positivos de su vida.

Desde lo social también hay que tomar en cuenta lo siguiente:

 Mantener un régimen de vida variado, que incluya paseos, caminatas y


diversiones, alternando actividades físicas con recreativas y de reposo,
eligiéndolas según sus gustos y aptitudes.
 Busque una actividad que le agrade y hágala parte de su vida, porque
sentirse útil ayuda a emplear el tiempo de una mejor manera.
 Mantenga toda la independencia que su salud y su situación económica le
permitan, pero por ningún motivo se aísle.
 Haga cosas para sí misma(o) y viva bajo sus propias reglas, vaya y venga
como desee.
 Haga ejercicio regularmente, es bueno para la mente y para el cuerpo. Esto
ayuda a reducir la tensión y la ansiedad, además produce una sensación de
logro y cumplimiento.

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 Lea periódicos y libros; vea programas interesantes y siga las noticias.


Manténgase informado y atento de lo que sucede en su entorno y en el
mundo.
 Forme parte de un grupo de lectura para intercambiar libros y generar
discusiones sobre las lecturas en común; es más barato porque sólo
compra un libro y lo intercambia con los demás.
 Manténgase comprometido con otras personas. Busque información sobre
las organizaciones sociales, su integración como miembro o su trabajo
voluntario será bienvenido. Es un excelente pretexto para conocer personas
y desarrollar amistades.
 Si no hay un grupo cerca de su casa, inícielo. Propicie reuniones para leer,
platicar, ver televisión, tejer, compartir recetas y experiencias.
 Cuando tenga problemas, recurra a su experiencia y a su fuerza interior.
Recuerde que durante toda su vida ha practicado estrategias de
supervivencia. Comparta su fuerza con quien lo necesite.
 Mantenga su sentido del humor.
 Mantenga la relación con sus hijos y con sus nietos aún cuando ellos tengan
una vida muy ocupada. Usted los necesita y ellos también lo necesitan a
usted.
 Sea aseado y arréglese todos los días, dentro de sus posibilidades. Eso lo
hará sentirse muy bien.
 Es muy importante caminar con orgullo, derecho, con la vista en alto, con un
rostro alegre, y sin arrastrar los pies. La vejez no es cuestión de años, sino
de estado de ánimo, recuérdelo.
 Festeje sus cumpleaños, porque cada año es un regalo. Recuerde que
envejecer no es un derecho, es un privilegio.

Detalles para convivir mejor:


 Realice cosas positivas y útiles para otros.
 Cultive el sentido del humor y busque rodearse de personas interesantes y
alegres.
 Desarrolle al máximo las capacidades físicas y mentales a través de
actividades en y fuera del hogar.

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 No se extienda mucho platicando a sus familiares o amigos sobre sus


problemas de salud.
 Evite vivir en el pasado. El pasado da para buenas historias, pero a las
personas les interesa hablar del presente.
 Recordar que si aún se está trabajando bajo un sistema de contrato, lo
natural es que en un momento le corresponderá jubilar, por lo que es
necesario prepararse para cuando eso suceda.
 Si usted es una mujer que nunca ha trabajado fuera de la casa, y se ha
dedicado al cuidado de sus hijos, tome en cuenta que lo natural y para lo que
hemos preparado a nuestros hijos, es para que realicen una vida
independiente, por tanto se irán de la casa de los padres y será necesario
que esté preparada para ocupar este tiempo y espacio en cosas útiles en
nuestra vida.
 Dado que lo natural es que ahora se disponga de una mayor cantidad de
tiempo libre, se debe programar anticipadamente cómo se va a usar.
 Los amigos son muy importantes cuando se es adulto mayor, por ello es muy
necesario que siga cultivando a sus amistades. Procure mantener relaciones
cálidas, profundas y estrechas.
 Estar preparado para enfrentar nuevas situaciones, mantener una actitud
abierta y adaptarse a los cambios del medio ambiente y de la sociedad.
 Preocuparse por mantener un entorno o ambiente grato, acogedor y
estimulante.
 Tratar de sentirse altamente motivado y comprometido por las diferentes
actividades que realiza.
 Si es posible adquiera una mascota, pues se ha comprobado que puede ser
una gran compañía: un gato, un perro o un pájaro pueden enriquecer su vida.
Los animales expresan sus sentimientos con claridad, no hacen juicios, no
critican, nos aceptan tal y como somos, dan la bienvenida, ayudan a entender
el exterior y a sacar a las personas de su aislamiento y soledad. La relación
que existe entre los animales y el ser humano es mágica y misteriosa,
proporciona compañía, felicidad, motivación, entretenimiento, ejercicio y
socialización. Los animales son una terapia sin medicamentos.

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Recordar que cada uno de nosotros somos únicos, con nuestros aspectos positivos,
e igualmente con nuestros aspectos negativos, y que el estar viviendo la condición
de adulto mayor es toda un oportunidad. Vívir plenamente preparándose para
enfrentar las cosas que no serán tan buenas, y disfrutar las que sí lo son.
La vejez como una etapa más del ciclo vital, es la que nos puede permitir o facilitar
alcanzar la plenitud como un estado emocional, para esto debemos prepararnos.

Recomendaciones para familiares de adultos mayores:


El adulto mayor requiere estar motivado para emprender alguna actividad de su
interés.
A continuación se mencionan cuáles son las características ideales para estos
pasatiempos:
 Ser seguras.
 Factibles.
 Amenas y divertidas.
 Compatibles con el último oficio de la persona o con sus
inquietudes plásticas o artísticas (no las del familiar).
 Premiables.
 Cortas.- Que tengan fin en un periodo de tiempo determinado para
que no se aburra o estrese.
 Tener cierta dificultad, pero acorde a las limitaciones físicas y
mentales del adulto mayor (no parecer infantiles ni irrealizables).
 Que le ofrezca la posibilidad de observar o admirar el fruto de su
labor.
 Variadas.
 Constantes.
Dentro de la casa
 Escuchar música.
 Leer algún libro.
 Escuchar alguna lectura.
 Pintar acuarela o al óleo.
 Preparar el menú de la semana.
 Armar modelos a escala.

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 Jugar cartas, dominó, ajedrez, lotería, etc.


 Ordenar la biblioteca o la discoteca.
Fuera de la casa
 Ir al cine, al teatro, a un restaurante, al café con los amigos de hace
años.
 Ir al parque a pasear a los nietos, a la mascota, o a leer el
periódico.
 Ir a dar la vuelta simplemente alrededor de la manzana.
 Ir a visitar al amigo contemporáneo que se encuentra enfermo o
convaleciente, al templo (sea cual fuere su religión).
 Ir de compras al súper, al salón de belleza, bolearse los zapatos.
Es más valioso para un adulto mayor sentirse útil y productivo que traer en el bolsillo
un puñado de dinero.
Recomendaciones a familiares de adultos mayores con demencia:

Algunos de los objetivos generales del cuidado de estos pacientes son:

1. Estimule a la persona adulta mayor con demencia brindándole compañía y cariño.


2. Ubíquelo continuamente en la realidad: recuérdele algunas fechas, sobre todo en
la que se encuentra viviendo, muéstrele fotografías y recuérdele nombres.
3. Estimule su memoria reciente: fiestas de cumpleaños, acontecimientos
significativos que hayan sucedido hace pocos días.
4. Fomente su memoria e imaginación teniendo conversaciones sencillas pero
atractivas, lectura de cuentos cortos.
5. Estimule la convivencia, comunicación v participación, incorporando al adulto
mayor a las actividades familiares, grupales o de la comunidad.
6. Ejecute con la persona la actividad auditiva y visual, induciéndolo a buscar
diferencias entre unas figuras, mencionándole los colores de la ropa, identificando
a las personas por su voz, los objetos que le son familiares por su textura.
7. También estimúlelo a que realice algún tipo de ejercicio físico acorde a sus
capacidades y siempre en compañía de alguna persona.
8. Procure que siempre traiga consigo una identificación, en caso de que se
extravíe.

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Establezca rutinas: La rutina reduce la ansiedad, representa seguridad para el


paciente. Ejemplo: mantener la misma hora para las comidas, sentarlo en el mismo
lugar de la mesa, en un ambiente que no cambie día a día, rodearlo de las mismas
personas, establecer un horario para el baño, siguiendo siempre los mismos pasos,
etc.

Mantenga la independencia del paciente: Ayude a mantener su autorespeto, su


autoestima, su identidad. Ejemplo: deje que haga pequeñas tareas mientras tenga
posibilidad de hacerlas, picar la carne que va a ingerir, comer solo, vestirse solo,
lavarse los dientes, etc.
Estimularlo y crear condiciones para que practique las habilidades que persisten.
Recuerde que no se debe fomentar la dependencia de otras personas antes de
tiempo.

Ayúdele a mantener su dignidad: Esto debe lograrse cuidando las conductas y


gestos que tiene usted como cuidador. Resguarde la privacidad de la persona,
evitando la exposición innecesaria de sus comportamientos deficitarios (como la
incontinencia urinaria).

Es importante recordar que la imagen corporal y la apariencia física son


componentes de la dignidad de la persona; cuidado del aseo, peinado y vestimenta
debe ser adecuado a la cultura y preferencias del paciente (incluyendo aspectos
cosméticos) aún en aquellos que aparentemente no se dan cuenta. El paciente tiene
derecho a no ser reprendido y debe ser tratado siempre con el respeto que todo
ser humano merece.

Evite la confrontación: Los conflictos causan estrés y ansiedad que acentúan las
dificultades de convivencia del paciente con el resto de la familia. El paciente
ansioso presenta más frecuentemente comportamientos inadecuados, agresividad
y reacciones catastróficas.

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Entienda el “AQUÍ Y AHORA” del paciente:


Es aconsejable que si cuida de un enfermo con demencia, comprenda que el
momento que vive el paciente, “AQUÍ Y AHORA”, es lo más importante.
No importa cuán ilógica pueda parecer esa realidad, es la que el paciente está
viviendo y se le debe dar la importancia que él le da.
Esto se ha llamado terapia de la validación, porque se ha comprobado que si el
cuidador entra en el tema que el paciente propone, en lugar de burlarse, criticarlo o
confrontarlo con la realidad objetiva, logra mayores respuestas de parte del enfermo
y lo ayuda a utilizar las capacidades físicas y cognitivas que aún le quedan.

Estimule la reminiscencia: Cuando el paciente es llevado a conversar de lo que


aún recuerda (depende de la persistencia de su memoria remota) se siente más
seguro y es capaz de participar en grupos con el consiguiente beneficio para él. No
importa cuán repetida sea su historia, debe estimularse especialmente si conlleva
recuerdos positivos, buen humor, placer de épocas de juventud, etc.

Tome medidas de seguridad: La pérdida de la coordinación psicomotora y de la


memoria aumentan las posibilidades de accidentes. También se debe tener
presente que el paciente con demencia pierde el sentido del riesgo o peligro. Por su
deterioro neuronal, no es capaz aprender de experiencia y lo que le causó daño
minutos antes puede causárselo de nuevo, ya que no será capaz de evitarlo.
Una estrategia de gran utilidad en la madurez es revisar la vida de una manera
completa, resaltando aquellas cosas que signifiquen logros. Esta manera de ver la
existencia, proporciona a muchas personas un sentimiento de realización por haber
cumplido correctamente sus diferentes roles y de muchas metas logradas.
El amor y la aceptación de sí misma/o implica la aprobación de la vida que se ha
vivido, sin pesares por lo que pudo haber sido o por lo que debiera hacerse hecho
en forma distinta.

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Después del retiro, de la jubilación, de que los hijos se van del hogar, a partir de los
60 años o antes de que ocurra todo esto, las personas necesitan redefinir su valor
como seres humanos, más a allá del papel laboral o el que desempeñaron en el
hogar.
Es conveniente auto-explorarse para encontrar nuevos intereses que tomen el lugar
de aquellos que inicialmente orientaron y estructuraron la vida.
Hay que cultivar la riqueza social y mental durante la vejez, y dentro de lo posible,
comenzar a centrar la atención en lo satisfactorio que tiene la relación con otras
personas, a partir de actividades diversas, eligiendo las que no dependan mucho de
esa fortaleza física que va disminuyendo y rescatando a su vez las potencialidades
existentes en cada quien.

Por otra parte, es posible que cuando se llega a edades avanzadas se padezca de
algún tipo de demencia que requiera de alguna persona para el cuidado y proveer
de los medios que permitan mantener las capacidades hasta donde sea posible, ya
que aún y con alguna enfermedad el adulto mayor tiene el derecho de vivir con toda
la dignidad de que sea capaz.

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.-

1. Campagne Daniel. Causas orgánicas y comórbidas de la depresión.

2. Cano C. El anciano con demencia. En: Abizanda P, Rodríguez L. (2015).


Tratado de Medicina Geriátrica. Fundamentos de la atención sanitaria a los
mayores. Madrid: Elsevier.

3. Custodio N, García A, Montesino R, Escobar J, Bendezú L.2008).


Prevalencia de demencia en una población urbana de Lima-Perú: estudio
puerta a puerta. An Fac med.

4. González P, Buuonantte F, Cáceres M. (2015).Del deterioro cognitivo leve al


trastorno neurocognitivo menor: avances en torno al Constructo. Neurol Arg.

5. Instituto Nacional de Salud Mental.(2012). Estudio epidemiológico de Salud


mental en Lima metropolitana y Callao-Replicación 2012. Informe General.
Anales de Salud Mental.

6. Organización Mundial de la Salud. (2008). Determinantes Sociales de la


Salud.

7. Pardo Díaz Patricia, González Hernández Jorge. Demencia y Depresión en


Adulto Mayor. Departamento de Neurología, Escuela de Medicina, Pontificia
Universidad Católica de Chile.

8. Prince M. World Alzheimer’s Report (2009). London: Alzheimer’s Disease


International.

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1.
2.
3. EVALUACIÓN III

Participante:
Código: Teléfono:
Tema: ...................................................................................................

1.- Cómo define la salud mental del adulto mayor?

2.- Qué situaciones problemas y alternativas de intervención se deben considerar?.

Señores
INSEP
Jr. Pablo Bermúdez N. 214 Of. 202 – Jesús María
Teléfono: 332-1932- 332-2658
institutoinsep@gmail.com

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