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EXAMEN FINAL DE CRISTOLOGÍA

DOCENTE: P. Pedro Hidalgo

Alumno: Rusbert Huatuco Rodríguez Fecha: 17 – 07 – 2021

1. DESDE LO ESTUDIADO EN CLASE, TENIENDO LO TRATADO COMO UN MARCO, LEA EL


EVANGELIO DE LA INFANCIA DE MATEO (1-2) O LUCAS (1-2) Y PRESENTE DESDE SU
REFLEXIÓN LA ENSEÑANZA ALLÍ CONTENIDA.

Desarrollo:

Evangelio de la Infancia de Lucas:

Lucas es un evangelista que ha deseado fijar su narración en la historia, por ello hace
referencia a personajes del imperio romano, de la cultura judía; así como, el prólogo que
presenta corresponde con la introducción que hacían los historiadores de su tiempo. En ella
indica que, para elaborar su narración, él ha investigado diligentemente.

La infancia de Jesús en Lucas presenta unas enseñanzas fundamentales para la fe cristiana,


entre los cuales destacan los siguientes:

- La concepción virginal de Jesús:

María concibe a Jesús de modo sobrenatural, no bajo la cooperación de hombre alguno.


Algunos comentan que es muy probable que María haya realizado la promesa de reservar para
Dios su virginidad, por este motivo la virgen contesta: ¿cómo será ello, si no conozco varón?
Sino hubiera dicha promesa, ella no tendría ninguna objeción puesto que toda mujer
desposada espera algún día ser madre. A lo que el ángel, quién ya le había dicho algunos
rasgos del que concebirá como que será llamado Hijo del Altísimo, heredará el trono de David
y su reino no tendrá fin, ahora le revela la forma en que concebirá a Jesús: “El Espíritu Santo
vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra, por eso el que ha de nacer
será santo y se le llamará Hijo de Dios”. Asimismo, le presenta lo que Dios ha hecho en su
prima Isabel, “porque no hay nada imposible para Dios”. A lo que la virgen María responde:
“He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”. Es fundamental la respuesta
afirmativa y libre de la Virgen María, pues Dios, quién respeta al límite la libertad del hombre,
pide permiso a una Virgen para ingresar en la historia, para dar pleno cumplimiento a lo que
ha había prometido a su pueblo Israel. Algún autor comentará que antes de la respuesta de
María, toda la creación estaba expectante, en vilo, en espera de la respuesta afirmativa, del
“hágase”. Pues en María se cumple la promesa de Dios escrita en Isaías 7, 14.
En este pasaje de Lucas, se puede observar la presencia de la Santísima Trinidad en la
Encarnación de Jesús, pues está el Padre que ha enviado al Ángel con un mensaje concreto, y
la acción del Espíritu Santo para fecundar el seno de la virgen. Por tanto, desde la concepción
Jesús tiene la naturaleza humana por María, San Pablo dirá que nació de mujer; y la naturaleza
Divina por acción Divina.

- María, cooperadora de la salvación:

María coopera con el plan de salvación de Dios, manifiesta el “hágase” y concibe a Jesús.
Pronto se puso en camino a casa de Isabel, quién al oír a María se llena del Espíritu Santo y
proclama otra enseñanza fundamental: María es la Madre de Dios. Madre no porque haya
hecho a Jesús, sino porque coopera con la acción de Dios y da a luz a Jesús. Se ve a María,
como la portadora de Cristo, el P. Martín Descalzo comenta que el recorrido de María es el
primer Corpus Christi de la historia. María es la Nueva Arca de la Alianza, antes el Pueblo
transportaba el Arca con las tablas de la Ley, ahora María lleva a Jesús. Así como, la presencia
de Jesús es reconocida y celebrada por otro concebido, Juan el Bautista, es el Misterio recibido
por el Profeta del Altísimo. María es el canal privilegiado para acceder a Jesús.

Finalmente, María, en el Magnificat, da a conocer que conocía la Escritura, que amaba la


Escritura, pues este himno es una brillante colección de distintos pasajes de distintos salmos.
El himno muestra la profunda unidad de María con su pueblo, con su cultura, y recuerda las
acciones de Dios en beneficio de su pueblo, de los pobres de Yahvé, y se alegra de la obra que
Dios está haciendo en ella en ese momento, es la alegría del ingreso del Salvador en la historia
de la humanidad.

- Jesús, hijo de David, de Abraham y de Dios :

La genealogía que presenta Lucas (Lc 3, 23-38) indica que Jesús es Hijo de David, de Abraham,
de Adán y de Dios. De esta forma, indica que Jesús es el Mesías davídico prometido, tal como
lo refuerza el himno de Zacarías: “nos ha suscitado una fuerza salvadora en casa de David, su
siervo, como había prometido desde antiguo”. Jesús pertenece a la descendencia davídica, y el
rey cuyo reino no tendrá fin, tal como lo había prometido Natán a David en 2 Sam 7, 13 “yo
consolidaré el trono de su realiza para siempre”. Por tanto, se manifiesta que Dios es fiel a sus
promesas tal como lo hizo con Abraham, Isaac y Jacob, e incluso cuando ya parecía como
irrealizable Dios no olvida. Y al remitirse hasta Adán, da a conocer que Jesús no solo será el
salvador y rey del pueblo de Israel sino de todo el universo, para todo hombre. En ese sentido,
el himno de Simeón argumentará: “han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la
vista de todos los pueblos, luz para iluminar a las gentes y gloria de tu pueblo Israel”. Es decir,
Jesús, que da un lugar privilegiado al pueblo de Israel, porque por medio de ella viene la
salvación se abre a lo universal, será luz para todo hombre. Asimismo, indica que Jesús con su
misión será signo de contradicción y que ante Él quedaran al descubierto las intenciones de los
corazones. Es decir, Jesús otorga la salvación por la pertenencia a un pueblo sino por la
conversión del corazón, por la acogida de su persona.

- Obra del Espíritu Santo:

El Espíritu Santo no es alguien impersonal, sino es una Persona. De Él se afirma que vendrá
sobre la Virgen María, se da a conocer su carácter creador. También actúa constantemente,
cuando María visita a Isabel, ella es inspirada por el Espíritu Santo para afirmar que María es
bendita entre las mujeres, que es bendito el fruto de su vientre, que es Madre de Dios, que en
ella se cumplirán las promesas del Señor. Asimismo, también actúa sobre Zacarías quién
muestra los rasgos de Jesús, las obras de Dios en favor de Israel y la misión de Juan, quién será
el profeta del Altísimo. Por último, actúa en Simeón, lo mueve a que acuda al templo en el
momento de la presentación de Jesús y muestra que Jesús es el salvador y que a María una
espada le atravesará el alma. Por tanto, el Espíritu Santo mueve a las personas a conocer a
Jesús, los inspira, los mueve y habla por ellos, tal como antes hablaba por los profetas.

- Acción de los ángeles:

En la infancia de Jesús destaca la presencia de los ángeles, está el Ángel Gabriel quién es el
mensajero de Dios, que lleva el encargo de Dios a María y el ángel del Señor que habla con
Zacarías, por tanto, los ángeles son servidores de Dios. Así como también, invitan a las
personas a alabar y a glorificar a Dios, tal como lo hizo con los pastores. Así, Lucas da a conocer
la actividad de los ángeles: Dar gloria a Dios. Lo cual se relaciona con la alabanza de los seres
celestiales que describe Isaías (6, 3).

2. DESDE LO TRATADO EN CLASE EXPLIQUE LA RESURRECCIÓN DE JESÚS.

Desarrollo:

El hecho de la Resurrección es fundamental para la fe cristiana, pues tal como lo afirma Pablo,
si Cristo no hubiera resucitado vana sería nuestra fe, vana sería la predicación cristiana, y mas
aún, no estamos redimidos y estamos bajo el yugo del pecado. Martín Descalzo comentará que
toda la vida de Cristo se juega en la Resurrección, si es verdadero entonces todo cobra sentido,
sino todo se reduce a la nada, ni la Encarnación sería el nacimiento del Hijo de Dios, ni sus
milagros sería milagros, ni su muerte sería redención de los pecados. Jesús sería solamente
humano, el mejor, el más espiritual, pero humano al fin. Sin embargo, Jesucristo ha Resucitado
Verdaderamente. Por eso, tiene sentido la vida cristiana.

No se puede probar la Resurrección según lo requiera el método científico de hoy en día; sin
embargo, hay sucesos que muestran que creer en la Resurrección es razonable. Primero, está
el testimonio de María Magdalena quién observa el sepulcro vacío, en el lugar donde habían
sepultado a Jesús no hay nadie, Pedro y otro discípulo observan solo los lienzos y el sudario. En
aquel momento, Pedro no comprendió; sin embargo, el otro discípulo vio y creyó, aún no
conoce la Resurrección, pero intuye que hay algo que está más allá de él, que hay algo más
después de la pasión y muerte de Jesús. Por un tanto, un indicio es que el sepulcro está vacío,
y ahora la persona se pregunta: ¿Cómo sé que los discípulos no lo han escondido en otro
lugar? ¿Cómo sé que el cuerpo Resucitado es el que había muerto?

En segundo lugar, está la profesión de fe de Tomás. A quién Jesús le indicó que tocará la herida
de su mano y de su costado. Es decir, Jesús da señales a Tomás para que le reconozco, le hace
ver que es el mismo Jesús que Tomás conoce. Por lo que Tomás responde “Señor mío y Dios
mío”, un autor comenta que Tomás tocó la humanidad de Jesús para confesar su divinidad. En
Corintios, Pablo comenta que quién murió por nuestros pecados, que fue sepultado, él mismo
resucitó al tercer día. Y Lucas en Hechos comenta que, a Jesús, que había muerto, Dios lo
resucitó. Por último, Mateo resalta que el posible fraude del cuerpo robado ha sido obra de los
ancianos. En consecuencia, la persona de Jesús que murió es el mismo el que resucitó, y ha
sido resucitado por obra de Dios.

En tercer lugar, se presentará las apariciones que Jesús hizo luego de su resurrección. Se
mostró a sus discípulos, Pablo destaca que se apareció a Cefas (Pedro), luego a los Doce y por
último a muchos hermanos más y, por último, a él también. Jesús frente a María se hizo
reconocible, la llamó por su nombre y le indicó que avisara a sus discípulos que había
resucitado. Jesús no es un fantasma, incluso para probar ello pide a sus discípulos algo de
comer (Lc 24, 41-42). Sin embargo, creer en su Resurrección siempre es un acto libre de cada
persona, pues en Mt 28,17 se muestra que aún cuando Jesús Resucitado está presente
“algunos dudaron”. Hasta este momento, se Jesús se aparece bajo la forma humana; sin
embargo, en el pasaje de los discípulos de Emaús, irá un poco más, lo reconocerán al partir el
Pan, Jesús desaparece y se queda el Pan. Con ello indica su presencia en la Hostia Consagrada,
lo cual había sido descrito en Jn 6, allí Jesús decía que Él es el Pan de Vida, el Pan bajado del
Cielo, que Pan que nos dará es su cuerpo.
Por último, se describirá las características de la nueva forma de vida, pues la Resurrección no
es simplemente volver a la vida, para que después vuelva a morir tal como sucedió con Lázaro,
con el hijo de la viuda de Naín, con la hija de Jairo. Sino que es una vida sobrenatural. Se
evidencia que su cuerpo está glorificado y tiene propiedades de condición divina, es
atemporal, es capaz de traspasar los obstáculos físicos, ya no vuelve a morir. Pablo, al respecto
indica que es un cuerpo glorioso (Fil 3, 21), un cuerpo transfigurado tal como se mostró antes
de su Pasión en el monte Tabor. Un rasgo de la corporeidad de Jesús Resucitado es que es
visible por voluntad de Dios, es un cuerpo que de sí mismo no tiene visibilidad. Es por ello que
hay pasajes donde Jesús aparece y desaparece.

En síntesis, la Resurrección nos da la certeza de nuestra fe, de nuestra esperanza. Es el triunfo


de Dios sobre el pecado, sobre la muerte. Hace efectivo el plan de redención, de esta forma, la
fe cristiana tiene un carácter objetivo, no meramente subjetivo. Y por la intervención de
Tomás, Cristo comentó: “Dichosos los que no han visto y han creído”, en ello nos incluye a
cada uno de nosotros. Hoy en día está presente, REALMENTE VIVO EN LA EUCARISTÍA, y aún
cuando se presente dudas, están los Milagros Eucarísticos que Dios mismo los hizo posible
para sostener nuestra débil fe.

3. PRESENTE UN PUNTO IMPORTANTE, PARA USTED, DE LA CRISTOLOGÍA DE CADA


EVANGELISTA.

Desarrollo:

Cristología en el Evangelio de Mateo:

Jesús es el Salvador Universal:

Mateo destaca que en Jesús se cumple las promesas de Dios realizadas al pueblo de Israel, que
es el Mesías que el pueblo esperaba. Aunque en el evangelio se muestra que Jesús tiene una
actitud inicial de haber venido por la casa de Israel (Mt 15,24). Ello no dificulta que Jesús sea el
Salvador Universal según el designio divino. Puesto que, desde su infancia se observa este
carácter universal. Por ejemplo, en la adoración de los reyes magos se visualiza su realiza
universal. Así como también, Jesús alaba la fe de la mujer cananea (Mt 15,28) y la fe del
centurión (Mt 8,10).

También asegura que no solo quién diga Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino
quién haga la voluntad de su Padre (Mt 7,21), y en otro pasaje sostiene un nuevo lazo de
familiaridad, pues sus hermanos, hermanas y madre son quienes cumplen la voluntad de su
Padre (Mt 12, 50). De esta forma, el ingreso al Reino de los cielos ya no es por la pertenencia a
un pueblo o a un linaje, sino es universal, es para todo quién decida acoger a Jesús y hacer la
voluntad de Dios.

Asimismo, en la parábola de los viñadores homicidas (Mt 21, 33-46) y del banquete nupcial (Mt
22, 1-14), Jesús señala que el Reino de Dios se apertura para todas las personas sin distinción y
que la viña que acoge a Jesús como su Mesías es la Iglesia Católica, quién tiene el mandato
expreso de Jesús de ir por todo el mundo predicando la Buena Nueva y Bautizando en el
nombre de la Trinidad. Además, Él se pone como garantía hasta el fin del mundo.

Cristología en el Evangelio de Marcos:

Jesús es el Hijo de Dios:

Marcos inicia con este título de Jesús: Hijo de Dios. Luego, desarrolla su obra en dos temáticas:
en el secreto mesiánico y en la revelación de Jesús como el Hijo de Dios. Al empezar la obra, se
ve a Jesús que expulsa demonios, cura a los enfermos, predica la Buena Nuevo, que el Reino
de Dios ha llegado y exige la conversión de las personas, así como Dios Padre confirma la
misión de Jesús y lo denomina “Hijo Amado”. Frente a ello, los demonios lo reconocen y lo
llaman “Hijo del Altísimo”, “el Santo de Dios”, a lo que Jesús los manda a callar. Y los discípulos
se interrogan por la persona de Jesús, no lo reconocen. En la segunda parte, Pedro iniciará con
la confesión mesiánica: “Tú eres el Cristo”. Jesús prohíbe que lo difundan. Finalmente, Jesús se
revela como Hijo del bendito en un momento paradójico (Mc 14,62), cuando está frente a sus
verdugos y acusadores. Lo cual guarda relación con la proclamación del centurión al pie de la
Cruz: “Verdaderamente este hombre era hijo de Dios” (Mc 15, 39). Es en la Cruz cuando se
reconoce la Divinidad de Jesús.

Cristología en el Evangelio de Lucas:

Jesús y su opción por los pobres:

Jesús, el rico que se hizo pobre por amor al ser humano. Su pobreza se destaca en diferentes
pasajes del evangelio de Lucas. Fue pobre el lugar en que nació, en un pesebre, pues no había
sitio para él en el albergue. En la presentación de Jesús al Templo, sus padres hicieron la
ofrenda de los pobres: “dos tórtolas”. Así como no tenía donde reclinar la cabeza (Lc 9,58).
Murió en la Cruz, desnudo, de la forma más humillante, sin honores y fue sepultado en el
sepulcro de otro.

Asimismo, anuncia la Buena Nueva a los pobres (Lc 4,18; Lc 7, 22), llama bienaventurados a los
pobres, porque de ellos es el Reino de Dios (Lc 6,20), así como también invita al joven rico a
vender todo cuanto tiene y a repartirlo entre los pobres, y luego a seguirle; es decir, lo invita a
dejarlo todo para ganarlo todo. Pues así lo demuestra la respuesta a Pedro: “yo os aseguro que
nadie que haya dejado casa, mujer, hermanos, padres o hijos por el Reino de Dios, quedará sin
recibir mucho más al presente y vida eterna en el mundo venidero” (Lc 18, 28-30).

Sin embargo, Jesús no canoniza a los pobres por el simple hecho de ser pobre, ni demoniza a
los ricos por sus bienes; sino condena la confianza que ponen los ricos en sus bienes (Lc 16, 19-
31), y elogia la generosidad de los pobres, quienes son generosos con lo poco que tienen,
como la viuda pobre que echa sus dos monedas en el arca del Tesoro (Lc 21,1-4). Por tanto,
Jesús insta al hombre a poner su confianza solo en las manos de Dios, pues comenta que ni
Salomón en toda su gloria se visitó como uno de los lirios, ni las aves que no siembran ni
cosechan dejan de ser alimentados. Jesús llama a todo hombre, pero con predilección a los
pobres, a buscar el Reino de Dios, que lo demás se dará por añadidura (Lc 12, 22-32).

Cristología en el Evangelio de Juan:

Condición Divina de Jesús:

Los evangelios sinópticos desarrollan una teología ascendente, parte de la humanidad de Jesús
para llegar a su condición divina. Sin embargo, el evangelio de Juan desarrolla una teología
descendente, parte de la condición divina de Jesús y llega a la condición humana. Juan, lee el
libro de Génesis a la luz de Cristo, por ello inicia con las palabras “en el principio”. Luego
comenta que desde el inicio existía la Palabra, en este pasaje denota la condición preexistente
de Jesús, que existe antes de la creación del cielo y la tierra. Continúa, “La Palabra estaba junto
a Dios”, (gr. πρὸς τὸν θεόν), es decir la Palabra esta vuelta hacia Dios, muestra la mutua
contemplación y relación entre la Palabra y Dios desde la eternidad. Finalmente, afirma “y la
Palabra era Dios”, destaca la condición divina de la Palabra. “Todo se hizo por ella y sin ella no
se hizo nada” evidencia que la Palabra y Dios son la causa de todo cuanto ha sido creado, Jesús
es origen en cuanto causa instrumental, pues desde Génesis se observa que la creación se hizo
mediante la Palabra. Dios habló y se creó.

Finalmente, el evangelista llega a la cumbre cuando afirma “y la Palabra se hizo carne y puso su
morada entre nosotros y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como
Unigénito” (Jn 1, 14). Es decir, la Palabra, quién es de condición divina, se hizo carne, tomo la
condición humana. En Filipenses se comentará que “Cristo, siendo de condición divina, no
codició ser igual a Dios, sino que se despojó de sí mismo tomando la condición de esclavo”. Es
Cristo quién se abaja. Si bien es cierto que impacta la humillación que Jesús sufrió en la
Crucifixión, este abajamiento no es de menos valor, es la “Pasión inicial” de la Segunda
Persona de la Santísima Trinidad. En un acto de locura de amor, lo inmortal se hace mortal, lo
incorruptible se hace corruptible, lo eterno entra en la dimensión temporal, tal como se reza
en el oficio del día de la Anunciación: “¿Por qué bajaste a nosotros? ¿Por qué nos salvas, oh
Cristo? En este mundo de vida la muerte lanza su grito. El Padre escuchó el lamento
desgarrador e infinito, y en su locura de amor, nos envió a su propio Hijo. Tomó nuestra pobre
carne, se convirtió en nuestro amigo, para matar en su cuerpo la grandeza del delito”. Cristo,
por amor, se abaja y toma la condición humana, la elevar al hombre a la condición divina, pues
así lo consigna el Juan “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (10,10).

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